Invitación.

El constante flujo del agua cayendo como lluvia sobre el cuerpo desnudo de Ashley Graves, invadió el pequeño cuarto de baño. Hace tan sólo unos momentos que habían vuelto de la tienda de ropa con las túnicas que planeaban usar para su infiltración al culto de Lord of Unknown, así que sólo les quedaba esperar. Ella había optado por darse una refrescante ducha para usar su nueva ropa, después de todo se le permitió comprar un par de prendas después de que en mucho tiempo se viera obligada lavar una y otra vez su único cambio de ropa. Ciertamente el modelo elegido no difería demasiado del que usaba todos los días pero al menos esta blusa poseía un estampado de ataúd con una cruz blanca invertida en el centro que haría juego con su nuevo short corto con correas de cadena en la simulación de bolsillos.

Cuando terminó de perfumar su esbelto cuerpo con el jabón y una esencia que había adquirido a escondidas de Andrew, estuvo lista para estrenar sus relucientes vestimentas. Se contempló en el viejo espejo sintiéndose satisfecha con el resultado, lo único que le quedaba era peinarse el cabello pero hasta que estuviera completamente seco se lo dejaría suelto. Salió lista para presumirse frente a Andrew, quien apenas la miró volvió a enfocar su atención en la limpieza de su cuchillo. No era esa la reacción que ella se esperaba.

—Entonces, ¿qué tal me veo?

—Te ves igual que siempre —dijo Andrew con indiferencia, algo que claramente ofendió a Ashley.

— ¿Ah? ¡Por supuesto que no! ¡Este conjunto es mucho más bonito que el otro! Es decir, ¡mira! ¡Incluso llevo calcetas de calavera por debajo de la rodilla! ¿Cómo es eso lucir igual?

—Supongo que la ropa se ve bien.

—Imbécil —gruñó dando pisadas fuertes hacia la salida—. Pues bien, si no te parezco más hermosa de lo normal, seguro que afuera habrá alguien que aprecie mi nueva ropa mejor que tú.

—Ashley… —El tono de advertencia de su hermano no pasó desapercibido pero Ashley decidió ignorarlo de todos modos.

—Vuelvo en un momento. —Apenas cruzó la puerta cuando notó que su vecina había decidido hacer lo mismo, por lo que se miraron sorprendidas, cerrando las puertas de sus respectivas habitaciones casi al mismo tiempo. Yonaka fue la primera en saludar y Ashley correspondió sin mucha cautela—. Oye, ¿sales de paseo?

—S-Sólo quería ver la máquina de aquí abajo.

—Olvida esa chatarra y vayamos juntas a la tienda.

—Oh, ¿estás segura? No quisiera ser una molestia.

—Ser modesto si es una molestia, así que sólo camina y haz las precauciones a un lado.

—E-Está bien —tartamudeó con nerviosismo y vergüenza entremezcladas, pero casi al instante Yonaka notó el estilo de las prendas que su vecina vestía, todo lo contrario a ella que llevaba un sencillo suéter de peluche con un gatito y un pantalón a la rodilla—. Me encanta tu ropa.

—Lo sé, es preciosa, ¿cierto? Ojalá algunos idiotas tuvieran buen ojo en los conjuntos más de lo que tienen en las zorras oportunistas.

— ¿Eh? ¿Z-Zorras?

Acto seguido Ashley empujó a su nueva compañera fuera de rango, claramente gozando de haberse topado con alguien para poder enojar a su hermano. Andrew salió al poco tiempo de que las chicas se encontraran al pie de las escaleras, había estado repitiendo el nombre de su hermana con todo tipo de emociones esperando que volviera adentro por su cuenta, así que no se esperaba que ella hubiera conseguido a alguien con quien caminar.

— ¿Es en serio? —dijo para sí mismo, desconcertado por el contraste de esa chica con su diabólica hermana y no estaba hablando únicamente de su modo de vestir.

— ¡Adiós, Andy! No me esperes para la cena.

— ¿Ehhh? —Yonaka entró en pánico al no saber en qué momento habían decidido tener una cita tan prolongada. La sonrisa traviesa de Ashley apenas pudo tranquilizarla.

—Sígueme el juego, ¿quieres? Necesito castigar a mi hermano un poco.

Andrew liberó un pesado suspiro mientras observaba cómo Ashley empujaba a la pobre chica por el estacionamiento sin un destino muy claro. Ya era tarde para detenerla y no le apetecía correr hasta ella para hacerla desistir de sus malvados planes, sólo esperaba que no acabara asesinando a una inocente porque él no se había atrevido elogiar su nueva ropa. Lo cierto era que Andrew casi dejó caer la mandíbula en cuanto la vio salir del baño pero se había obligado mantener una máscara de indiferencia porque no estaba dispuesto a que se burlara de él por el resto del día, aunque al final no ceder a sus demandas también había sido un error.

— ¿Ella estará bien? —La voz a su costado pudo sobresaltarlo de no ser porque en medio de su predicamento había captado el sonido de la puerta vecina abriéndose por segunda vez.

—Si quieres seguirlas para asegurarte de que Ley no arruinará su inocencia, no te culparé.

—Normalmente no me gusta compartir a mi hermana pero… le brindaré el beneficio por esta vez, Yonaka parecía muy interesada en ser amiga de tu...

—Hermana —lo rectificó antes de que pudiera equivocarse—. Claro, los dulces… —Andrew miró de soslayo al chico que se había recargado en la barandilla para vigilar el paso de ambas chicas hasta que finalmente se perdieron de vista. Sintió el impulso de encenderse un cigarrillo y ofrecérselo para establecer compañerismo pero supuso que él todavía era menor de edad y quería –al menos por ahora– mostrarse como un adulto responsable—. ¿Y ustedes son japoneses?

— ¿Qué nos delató? —bromeó Shinya devolviéndole una mirada amigable.

—El acento, supongo. Aunque no suelen haber muchos como ustedes por estos lares. ¿Estudiantes de intercambio?

—Algo así. Estamos huyendo de casa.

— ¿Por qué motivo? Si no te molesta compartirlo.

—Problemas familiares en general. Ya sé que no es muy común que los hermanos escapen juntos pero, bueno, no pensaba dejar atrás a la única persona que ha sabido comprenderme. —Andrew arqueó una ceja pero logró disimular sus sospechas dándole un vistazo casual al cielo, fingiendo distraerse un momento mientras su cabeza era abordada por negaciones reiterativas; era imposible que la relación de estos dos fuera tan perversa como la que compartían Ashley y él pero estaba seguro de que aquella respuesta había sido una verdad a medias. Bastante astuto—. ¿Qué me dices de ustedes? ¿Placer o negocios?

—Oh, sólo venimos de visita. Los hoteles son caros y no nos gustaría incordiar a nuestros familiares, por eso elegimos instalarnos aquí un par de días. Con suerte volveremos a nuestro hogar pasado mañana o antes. Todo dependerá de qué tan bien se sienta nuestra tía enferma en este tiempo.

—Ya veo, espero que mejore.

—Gracias.

El mayor de los Graves sabía lo mucho que Ashley odiaba sus mentiras pero no podía arriesgarse a que estos estudiantes pudieran representar un peligro, pues las pocas señales que ya había reunido indicaban que podrían tratarse de potenciales criminales y ya tenía suficiente lidiando con una cabeza loca para enfrentarse a otros trastornados. Si lo miraba detenidamente, este chico y su hermana lucían inofensivos, se preguntó si Ashley y él mismo darían esa imagen a los desconocidos, después de todo este chico no se mostró inseguro o incómodo por dejar ir a su hermana pequeña con una completa extraña.

—A propósito, mi nombre es Shinya. Kurai Shinya.

—Andrew. —El mayor de los Graves decidió omitir su apellido, después de todo su nombre era muy común en comparación y no podrían obtener información peligrosa sólo con este. Lo que no se esperaba fue la osadía que tuvo Shinya al siguiente instante.

— ¿Te haría daño decirme tu apellido?

— ¿Disculpa?

—Oh, no te enfades, por favor. Lo menciono por una cuestión cultural. Es decir, acabamos de conocernos y me gustaría ser respetuoso y no lo estaría siendo llamándote por tu nombre.

—Tienes mi permiso de hacerlo, no es necesario lo cordial en este punto. Apuesto a que sabes dónde estamos, no nos preocupan los modales.

—Si eso dices.

Andrew no se perdió la sonrisa que se dibujó en los labios del mayor de los Kurai. Definitivamente este chico tenía algo raro en él, y su paranoia logró que se preocupase por dejar a su hermana sola con aquella niña, tal vez a pesar de su tamaño y apariencia podría superarla en astucia.

—Dime, Shinya. ¿Qué edad tienes?

—Diecisiete, soy mayor a Yonaka sólo por un año.

— ¿Y no les da miedo pasearse por una ciudad como esta ustedes dos solos?

—Un poco, quizás. Pero ella y yo ya hemos pasado por cosas peores, podemos superar una prueba como esta. Mientras estemos juntos lo lograremos. Confiamos en ello.

—…No está mal esa ideología —admitió Andrew ya que era algo parecido a lo que los había impulsado a ellos resistir las adversidades durante mucho tiempo. Le resultaba extraño identificarse con alguien después de que por mucho tiempo sintiera a su mente tan desconectada de lo que era una sociedad relativamente sana como a la que había pertenecido antes de la cuarentena, a menos que estos muchachos tampoco estuvieran muy cuerdos.

— ¿Cuántos años tienen ustedes? —inquirió Shinya con interés.

—Oh, yo tengo veintidós y mi hermana veinte.

—No los aparentan.

—Tomaré tu comentario como un halago. No es que seamos mayores a ustedes por mucho de todos modos.

Shinya liberó una fresca risa en respuesta. Bajo la mirada perversa de Andrew, él lucía inocente pero percibía también esa extraña letalidad en sus ojos cuando se veían directamente. A medida que charlaban más se convencía de que estos hermanos podrían representar un afilado obstáculo si no pisaban con cuidado; sólo esperaba que Ashley no fuera a contarle demasiado a esa tal Yonaka. Hasta ahora su único contacto con la sociedad criminal de la que ya formaban parte, había sido el sicario que mataron gracias a la ayuda del amuleto demoniaco, Andrew no quería imaginarse cómo sería un encuentro más directo. Menos mal que era natural para él mentir.

.

Ashley no recordaba la última vez que se había divertido con la compañía de alguien que no fuera su hermano. Esta chica de cabello trenzado era muy divertida, había actuado retraída al comienzo de su paseo pero bastó un empujoncito en la conversación para que recuperara su confianza. La menor de los Graves notó que Yonaka poseía un cariño muy profundo por su hermano mayor tanto como ella por Andrew, así que no tardaron en compartir anécdotas que vivieron con ellos a lo largo de sus vidas. Se inmergieron tanto que casi olvidaron a lo que entraron a la tienda. El dependiente las había mirado con una expresión exasperada cuando finalmente detuvieron su parloteo para pagar por la única cosa que obtuvieron de los estantes. El regreso fue también muy cómodo para ambas, ya que Ashley no tardó en descubrir que Yonaka odiaba todo lo relacionado a sangre y tripas, por lo que se divirtió incomodándola con temas similares e invitándola ver algún día su trilogía de películas gore favoritas. No era como si pudieran rentarla de cualquier forma, pero eso no impidió que Ashley gozara de sus expresiones aterradas.

—Me alegra que hayas decidido invitarme, me la pasé muy bien.

— ¿Oh? Es curioso que lo digas porque yo también. Si no estuviéramos en medio de una misión importante, te pediría que lo repitiéramos. —Y esta vez Ashley estaba siendo sincera.

—Apesta no tener un lugar fijo para quedarse.

—Desventajas de ser nómadas, supongo. Ojalá Andrew nos llevara a lugares turísticos para variar, así no serían tan tediosos estos viajes.

—Bueno, a mi hermano le encantaría hacer eso también pero debo decir que preferiría que fuéramos precavidos, nunca sabemos qué nos podamos encontrar en el futuro.

—Que aburrida, comienzas a sonar como mi hermano.

—Ahora que lo dices, sueles comportarte como el mío a veces.

—Oye, no me compares con él —espetó divertida.

En el fondo le resultaba graciosa la idea de que alguien poseyera un comportamiento mínimamente similar al de ella cuando su propia madre se había encargado de hacerla creer que era un pedazo de mierda sin valor porque no seguía las normas de sociedad y que poseía una personalidad tan desagradable que nadie la querría cerca. Aquello siempre la hizo temer ser abandonada incluso por Andrew, lo que la llevó a manipularlo sin piedad, convencida de que sólo de esa manera podría obtener ese afecto que desesperadamente buscaba.

—Ashley-san. —La determinación con la que Yonaka de pronto dijo su nombre la intrigó—. Como ya dije, mi hermano y yo somos nuevos aquí y pues… nos vendrían bien unos consejos y ustedes parecen experimentados. No quiero que te sientas obligada pero… si pudiéramos acompañarles en su trayecto, al menos hasta encontrar un lugar más seguro, nos ayudarían mucho.

—Mm, no lo sé, tendría que conversarlo con mi hermano, él es quien decide estas cosas. Porque si yo te aceptara sin consultarlo con él lo haría actuar como una perra y quiero ahorrarme ese dolor de cabeza.

—Ya veo… —La expresión desanimada de la menor de los Kurai logró que algo en el estómago de Ashley se removiera, algo viscoso que ni siquiera sabía con qué comparar ya que hace mucho que no lo experimentaba. Sin embargo, podía decir que le resultó adorable ese rostro lleno de tristeza.

—Hey, quita esa cara o tu hermano pensará que te hice algo. Y si tu hermano me ataca, mi hermano lo atacará a él, entonces se matarán entre sí y nosotras tendremos que cortar sus cuerpos y cocinarlos para después comerlos. Después de eso recuperaríamos energías y decidiríamos si acabar lo que ellos empezaron o si deberíamos seguirlos con un doble suicidio.

Los grandes ojos de Yonaka contemplaron a su acompañante con una intensidad que incluso incomodó a una persona como Ashley, quien se esperaba una instantánea respuesta disgustada o cualquier otra reacción que no fuese ser vista fijamente, por eso no se hubiese esperado en un millón de años las palabras que la joven Kurai usó.

—Ese sería un final feliz.

— ¿En serio? —inquirió absolutamente desconcertada.

—Bueno, debo admitir que al principio estaría muy asustada pero… he aprendido que lo más horrible en esta vida sería estar sin mi hermano, y él… tiene este lado que a veces lo domina, un lado que yo aprendí amar incluso si me siento aterrada de ayudarlo a cumplir sus deseos. Por eso creo que comer su piel y seguirlo a la muerte al poco tiempo es… romántico.

—Oh… —Finalmente Ashley descubrió porqué Yonaka le parecía una chica encantadora, lo supo con esa última palabra: poseía una mente similar a la de Andrew, tanto que era ridículo, por eso estaba siendo fácil hablar con ella. Y saber que ni siquiera la estaba juzgando por una de las propuestas más sádicas (y divertidas) de su repertorio, la ayudó bajar una nueva barrera para ella.

—Lo siento, debes pensar que soy rara.

— ¡Para nada! Al contrario, creo que me gustas.

— ¿Eh? —Yonaka se sonrojó al creer que se le estaba declarando—. Pero yo… ¿Uhhh?

— ¡Si! No me importa que seas menor de edad, ¡deberíamos ser amigas!

Su propuesta tomó desprevenida a la menor de los Kurai que miró estupefacta a su elegante acompañante con los ojos muy abiertos, ella sonreía con timidez, casi como si temiera ser rechazada cruelmente, lo que inspiró a Yonaka responder con total y sincera confianza.

—Me… ¡Me encantaría ser tu amiga, Ashley-san!

— ¡Perfecto! Eso significa que no es tarde para mí, todavía puedo entenderme con otra chica. No puedo equivocarme contigo, estás tan obsesionada con tu asqueroso hermano que serías incapaz de quitarme a mi Andy.

Yonaka no supo cómo reaccionar al insulto gratuito hacia su amado Shinya pero de todos modos accedió tomarse de las manos con la menor de los Graves para que juntas giraran sobre su lugar mientras reían. Quienes las vieran actuando de manera tan cursi seguro pensarían que eran unas jodidas lesbianas (una asaltacunas en el caso de Ashley) del tipo que no sabían mostrarse su amor en privado y se creían la gran mierda simplemente por no gustarles el pene, pero eso a Ashley no podía importarle menos. Se sentía tan bien poder disfrutar de otra compañía femenina que no buscara una oportunidad para apuñalarla por la espalda como ya habían hecho muchas otras.

Quería que esa conexión durara sólo un poco más.

.

Las chicas volvieron al motel donde sus hermanos todavía estaban frente a sus puertas, esperando por ellas aparentemente. No conversaban, cada uno tenía fija su mirada en quien más le importaba. Y a la menor de los Graves le sorprendió mucho que Andrew no estuviera con uno de sus horribles cigarros en la boca, aunque no tardó en suponer que buscaba fingir buena estrella con el hermano de su nueva amiga, a pesar de lo estúpido que resultaba cuando estaban pagando una habitación basura en un motel de mala muerte.

— ¡Hermano! —Yonaka se lanzó a los brazos de Shinya sin un poco de vergüenza, sonriendo feliz como un bebé inocente—. Felicidades, no eres el único adicto a las muertes sangrientas.

— ¿Perdón? —Andrew se tensó, esperando que aquella declaración no estuviera siendo dicha por culpa de la gran boca de su hermana, a quien le dedicó una mueca oscura, misma que Ashley correspondió con una expresión confundida. ¿Qué había hecho ella esta vez?

—Dile, Ashley-san.

—Sí, yo amo las muertes sangrientas. Y para demostrártelo, deberías ver Hypergore Splatterbrains, te recomiendo la numero dos, superó la primera y la tercera quedó mediocre a su lado. —La tensión de Andrew se redujo con la respuesta de Ashley, aliviado de que sólo estuvieran hablando de películas, nada más que bruta y absurda ficción.

—Nunca había oído hablar de esa trilogía pero… podría darles una oportunidad.

—Pfft, créeme, no te arrepentirás.

—Ah, pero cuando la veas asegúrate de que yo esté dormida, ¿está bien? —le espetó Yonaka a su hermano, quien le sonrió de manera maliciosa.

—Vamos, Yonaka. No es divertido cuando no hay alguien que se orine en los pantalones cuando un asesino va tras la victima de turno.

— ¡Niisan! —le reprendió sonrojada, Shinya se echó a reír.

—Qué asco, ya veo que eres tan raro como tu hermanita me contó —se mofó Ashley—. Contigo ya no me sentiré tan sola cuando Andy me diga que estoy mal de la cabeza o que necesito terapia.

—Una vez estuve en terapia intensiva, de hecho nuestros padres me encerraron en un manicomio.

— ¿¡En serio!? ¿Y es tan interesante como en las películas? —inquirió Ashley con ojos brillantes.

—Me temo que no, en realidad es un sitio aburrido —comentó Shinya con un suspiro decepcionado—. Eso si llegas a notarlo con el coctel de medicamento que te inyectan en las venas.

Andrew no podía creer lo que veía. ¿Su hermana estaba conectando con otras personas? Le resultaba tan extraño (incluso extraordinario) que no fuera él quien en esos instantes estuviera integrándose rápidamente a la conversación o formando un lazo social; casi se sintió desplazado porque Ashley reía y bromeaba sin dificultad con esos dos al punto en que no necesitaba su intervención. El mayor de los Graves sintió a sus dedos temblar pero se esforzó en disipar el sentimiento de celos que comenzaba a brotar de su cuerpo, también una sensación inexplicable de abandono. Tan acostumbrado como estaba a que su hermana dependiera únicamente de él, no le estaba gustando que fuera independiente aún en algo tan trivial. Deseó estar fumando.

— ¿Y qué me dices de una pijamada? Seguro que no han tenido una desde que se fueron de casa —Aquello sacó a Andrew de su estupor inmediatamente.

— ¿Qué? —preguntó a su hermana, quien lo miró todavía con una sonrisa traviesa—. Espera, ¿qué has dicho? No podemos, Ashley. Recuerda que tenemos un compromiso esta noche.

—Ni siquiera sabemos si hoy tendrán una reunión, pienso que estaría bien comprobarlo primero, ¿no? Mientras tanto podemos tener una reunión nosotros cuatro.

—Suena bien —Shinya sonrió a la menor de los Graves—, podría aprovechar para preparar unos onigiris. No es lo que acostumbraríamos comer durante la noche pero espero lo encuentren agradable para ser una receta sencilla de nuestro país.

— ¡Oh! ¡Quedó arroz de esta mañana! —rememoró Yonaka.

—Y además compramos muchas frituras, podemos usarlas toda la tarde.

—No me opongo a la comida extranjera —espetó Andrew al borde de una crisis—. Ashley, no podemos distraernos, tenemos algo muy importante que hacer.

—Oh, vamos, Andy. No harán daño unas horas, además nos pondremos en marcha a la media noche, así que, ¿qué importa?

—No me llames… ugh, Ashley, no. Simplemente no.

—Está bien si no quieres unirte, estaremos a lado de todos modos. Puedes llamar a la puerta cuando te canses de estar solo.

Y con aquello dicho, Ashley cruzó la puerta que había sido previamente abierta por los hermanos Kurai, quienes la siguieron al interior dejando a Andrew solo y con la mente a punto de estallar. Cubriéndose el rostro trató de comprender qué acababa de pasar. ¿De verdad Ashley, su inexperta e irritante hermana pequeña, acababa de hacer planes con otros individuos sin importarle incluirlo a él o no? ¿Y por qué la sola idea le hacía sentirse devastado? Su primer pensamiento era que no cedería a esta nueva manipulación pero cuando estuvo dentro de su cuarto, el silencio que lo recibió no logró generarle paz alguna sino todo lo contrario.

—Maldita sea… —susurró para sí mismo sacando su cajetilla de cigarros para comenzar a fumar.

Normalmente no se atrevería encender un cilindro de tabaco adentro pero la situación lo ameritaba. Fue a tirarse contra el sillón sin el menor impulso de distraer su cabeza con la vieja televisión. Podía escuchar el ruido del cuarto de a lado y rodó los ojos, preguntándose cuánto tardaría Ashley en fastidiar a sus vecinos con su errático comportamiento, casi estaba deseando que la despreciaran antes de que él mismo comenzara a perder la cabeza por la falta de Ashley en su espacio personal. Era tan jodido extrañarla a pesar de que acababan de separarse.

Sin poderlo evitar repasó los motivos por los que aquello terminó suscitándose. Fue porque no elogió su nueva ropa, ¿cierto? Porque no fue tras ella cuando la vio alejarse con su vecina, porque no la arrastró de vuelta a la habitación cuando la tuvo al alcance y porque la dejó fraternizar mucho más con esos adolescentes. Debió ser más posesivo con ella, debió ahogar su orgullo y decirle que estaba más hermosa que de costumbre, debió seguirla cuando entró en la habitación contigua. Pero "hubiera" no existe, así que todo lo que le quedaba era enfrentarse a las consecuencias y a tratar de relajarse con su infrecuente soledad.

Quería dejar su cabeza en blanco (gozar de la oportunidad que se le había presentado) pero no pudo evitar sobre pensar de nuevo e imaginarse posibles escenarios de lo que estaba ocurriendo al otro lado del muro del baño. ¿Podía confiar en aquellos dos? ¿Debería mantenerse alerta por si el chico buscaba la manera de sobrepasarse con su Ashley? En esos instantes él estaba con la que presumía ser su hermana y Ashley: tenía a dos chicas a su disposición. Andrew agitó la cabeza tratando de alejar ese pensamiento intrusivo, después de todo no podía ser eso lo que más le preocupase en esos instantes. ¿Qué podía hacerle un adolescente a Ashley? Aunque si lo pensaba Ashley no poseía mucha experiencia lidiando con cualquier otro hombre, fuese más joven o no. Volvió agitar la cabeza, quemándose con las cenizas accidentalmente. Saltó del sillón y maldijo en voz alta. Entonces se preparó para salir de su cuarto del motel.

Aunque se tratara de una locura, necesitaba estar con su hermana pequeña.