Reencuentro
Desde que la había visto por primera vez cuando Ursus presentó al grupo de soldados proveniente de la frontera para el relevo, Jedite no había podido apartar de su mente a aquella bella y seria muchacha de ojos verdes y cabello azul recogido. Así que sentía que debía acercarse a ella, entonces haría uso de su galantería para agradarle y en caso de que así no fuera, obraría de la manera que había hecho con las mujeres de la Unidad desde que llegó, aprovechar su posición de Tercer Puesto para que ella no tuviera otro remedio que permitirle hacer lo que él quisiera.
El joven rubio se encontraba razonando sobre el encargo que había hecho Rei y que acababa de llegar, sonreía complacido ya que sin dudas vendría bien para acelerar la activación del disturbio de la sangre en Ralf y por ende la gobernadora sin saberlo, estaba contribuyendo a sus planes. Además él ayudaría a que el matrimonio entre el jefe de guardia y la Senshi del Fuego empeorara cada vez más...
- Hasta ahora las cosas vienen saliendo como lo planeé, estoy ansioso por ver la cara del gorila ese cuando vea lo que mandó a traer su propia esposa, cuanto más sufra más cerca estará del despertar del disturbio y en cuanto a usted lady Mars... pronto se dará cuenta que yo soy más peligroso que usted, la gobernación será mía así mataré dos pájaros de un tiro – pensaba para sí con una sonrisa el de ojos celestes – Pero miren a quién tenemos aquí – murmuró en voz baja Jedite al ver a la joven de cabello azul salir del salón de entrenamiento y alejarse en dirección opuesta a él
Entonces aceleró su paso para alcanzarla y tratar de conquistarla, era consciente de que debía ser cauteloso para que la gobernadora no lo sorprendiera ni sospechara nada.
- Oye disculpa, ¿Tú eres nueva verdad? – preguntó el rubio tocándole un hombro a la muchacha de armadura roja y pantalón de mezclilla del mismo color, quien se dio media vuelta y le dirigió una glacial mirada que lo desconcertó, puesto que sus facciones eran motivo de admiración para la mayoría de las mujeres
- Aquí en Nukureo Kaseigan si, ¿Qué se le ofrece? – respondió fríamente ella
- Entonces tal vez no me conozcas, permíteme presentarme... soy el Tercer Puesto Jedite y me gustaría decirte algo – dijo amablemente el de ojos claros
- Dígame – contestó la mujer haciendo un saludo militar
- Eres una muchacha muy bonita, ¿Qué edad tienes? No puedes haber conseguido tanta belleza en tan poco tiempo sin robarla – piropeó Jedite de una forma que hubiera dejado babeando a más de una, sin embargo la de pupilas verdes ni siquiera se inmutó y su actitud seria y fría permaneció inalterable
- ¿Tiene alguna orden que quiere que yo ejecute? ¿Alguna tarea? – indagó ella secamente levantando una ceja
- Sí, tengo una... regálame por favor una sonrisa para alegrarme el día porque tu sonrisa da vida – insistió él cortésmente sin dejarse amedrentar
- Con todo respeto Tercer Puesto Jedite, si no tiene ninguna misión para mí, me retiro... - afirmó la bella joven con seriedad ignorando el piropo y alejándose
- ¿Así que una gatita difícil? Pero no creas que te libraras de mí, me vas a satisfacer lo quieras o no – pensó Jedite contrariado apretando un puño y contemplando las curvas de ella
Unos segundos más tarde, vio acercarse a la gobernadora en compañía del Jefe de Guardia quienes por sus caras largas, evidenciaban estar de malos ánimos lo cual confortó al Tercer Puesto
- Por lo visto las cosas salieron mal en Ciudad Argentum, genial... así la relación entre ellos continuará empeorando - continuó pensando para sí el rubio
- Jedite, Ralf y tú reúnan a todos los soldados en el salón de entrenamiento, debo hablar muy seriamente con todos – dijo la de largo pelo negro de modo cortante caminando de prisa hacia su despacho –Antes ven conmigo, necesito que me informes cómo fue todo aquí mientras no estuve – añadió rápidamente
- De acuerdo gobernadora, ahí voy.
Ralf los veía atentamente alejarse, la desconfianza que sentía hacia Jedite era cada vez mayor y no podía evitar preguntarse qué era lo que pretendía, pero estaba dispuesto a averiguar algo sobre él.
Al llegar al despacho, Rei prestó atención a los jarrones que estaban en el piso y sonrió.
- Veo que llegó lo que encargué, ¿nadie sospechó nada verdad? – indagó la de pupilas púrpuras
- No hubo ningún problema, cualquiera vería que solo son jarrones pero no lo que hay adentro – contestó el Tercer Puesto metiendo una mano en uno de ellos y sacando un látigo de adentro
- Perfecto... mi marido y mi hija son dos animales salvajes, ¿Y cómo se doman las fieras? A latigazos... - dijo Rei con una sonrisa mientras reía – Guárdalo, no quiero que nadie los vea antes de la reunión de más tarde ¿Conseguiste buen precio por ellos? – agregó acto seguido
- Si, me costó conseguirlos puesto que son una reliquia que cayó en desuso desde hace muchos siglos, son importados pero quien me los vendió me hizo un buen descuento, solo 1000 por todos – informó Jedite sonriente
- Muy bien, ¿algún problema mientras me ausenté? – preguntó ella sentándose en la silla de su escritorio
- Ninguno, hoy llegó el relevo proveniente de la frontera.
- Excelente, la reunión vendrá bien para que tengan en claro lo que pasa con los que me causan problemas – comentó calmadamente Rei
- ¿Todo estuvo bien en el Palacio de Cristal? – averiguó el rubio buscando saber lo que ya sospechaba
- No quiero ni acordarme, Artemis me regañó por culpa de mi estúpida familia, quienes encima fueron a quejarse ante la cabeza hueca de Serena por cómo los trato y desde luego que ella me pidió hablar para defenderlos – recordó la gobernadora frunciendo el ceño
- ¿Entonces ella puede tomar alguna medida al respecto? – indagó expectante el de ojos celestes
- Para nada, le mostré las fotos y quedó aterrada... la tonta no podrá hacer nada contra mí porque si intenta algo, voy a revelar su secreto y a desenmascararla – dijo Rei sonriendo burlonamente al acordarse de la expresión de horror en la cara de la Reina de Tokio de Cristal
- Eso es muy bueno, imagino el escándalo que significaría si ese secreto llegara a salir a la luz... ella quedaría muy mal ante todos, no solo le costaría su puesto de soberana sino también la confianza de su familia – comentó Jedite complacido lleno de dicha
- Por eso mismo, ahora ve a hacer lo que te había dicho así evitas que el idiota de Ralf empiece a hacer preguntas, cuando ya estén todos reunidos me avisan – respondió ella posando sus ojos en la pantalla de su computadora
Luego de eso, el rubio salió de la oficina y entre él y Ralf reunieron a todos los soldados en el lugar indicado para a continuación dirigirse al despacho de la gobernadora.
- ¿Qué es lo que se traen entre manos? – preguntó el Jefe de Guardia secamente
- Nada señor, no sé de qué está hablando ¿Porqué habríamos de traernos algo? – respondió el Tercer Puesto evasivamente
- No me contestes con otra pregunta, si aprecias tu pellejo será mejor que empieces a cantar – dijo el de ojos cafés de mala manera
- Le recuerdo jefe Jones que su esposa tiene plena confianza en mí, si hace algo en mi contra no le va a gustar – recordó Jedite con una sonrisa burlesca que irritó más a Ralf
- Mucha más de la que me tiene a mí... ¿Cómo es posible que un gusano pusilánime como tú, sea de la confianza de Rei? – preguntó al mismo tiempo que apretaba los dientes
- Por algo será, ella sabe en quién confiar – argumentó maliciosamente el rubio
- ¿Qué diablos estás insinuando? Cuidado imbécil, pásate de la raya conmigo y te aseguro que te envío tres metros bajo tierra y mi esposa no lo impedirá – contestó el de cabello castaño oscuro irritado agarrándolo fuertemente de un brazo
Unos segundos más tarde llegaron a la oficina de Rei, quien les pidió a ambos que cargaran los jarrones nuevos que estaban en el suelo hasta la sala de entrenamiento, Ralf se extrañó pero no preguntó nada ya que creyó que los quería para decoración, así que él agarró uno y Jedite el otro.
Caminaron hasta el sitio en donde esperaban los soldados y dejaron los objetos en el suelo cerca de la pared detrás de ellos antes de que la gobernadora se quedara de pie frente a todos.
- Supongo que todos los presentes aquí, saben que solo yo tengo la autoridad en Ciudad Ígnea y que ante todo me deben temor y respeto a mí, ustedes tienen el honor y privilegio de servirme, quien haga las cosas bien será recompensado por mí... nunca deben olvidar que mi palabra debe acatarse cueste lo que cueste y que el sótano es un lugar preparado para quienes así no lo hagan. Hoy me había levantado animada dispuesta a exponer todos los logros que he conseguido en el Palacio de Cristal y de hecho el Concejero Real los reconoció y me elogió por ellos... ustedes deben de preguntarse a dónde quiero llegar ¿Verdad? Pues bien, tengo un problema... me ha sido marcado que hay quienes aquí que han violado el sagrado Código de Convivencia con música y lenguaje no permitido – expuso Rei mientras se paseaba de un lado a otro y mirando a su esposo al decir lo último – El motivo de la reunión es advertir, que está terminantemente prohibida cualquier tipo de música ruidosa y que vaya contra las normas, como así también lenguaje de mal gusto y cualquier desacato a lo que estoy exigiendo, será severamente castigado... quiero mostrarles algo, un condimento extra de lo que está reservado para quien me cause problemas, Jedite puedes sacar el contenido de los jarrones – añadió rápidamente la gobernadora
El rubio obedeció y de los objetos sacó dos látigos, Ralf al verlos abrió grande los ojos de asombro ya que le parecía incomprensible cómo podía ella llegar tan lejos, su mujer cada día se comportaba más autoritaria y abusiva.
- Pero... - quiso hablar el Jefe de Guardia siendo enérgicamente interrumpido por su mujer
- ¡Cállate Ralf, estoy hablando! Bien... como pueden ver, no dudaré en usarlos y quien me cuestione... se llevará una buena tanda de latigazos sea quien sea sin excepción y les recuerdo que tampoco será tolerado cualquier intento de aviso a Ciudad Argentum sobre esto – avisó la de ojos púrpuras mientras los blandía y remarcaba lo último mirando a su marido
Al finalizar la reunión, los soldados salieron turbados por las palabras de la gobernadora, eran conscientes que serían controlados mientras estuvieran en servicio y cualquier falla significaría un boleto al sótano. Entre ellos estaba la muchacha de cabello azul recogido que salía algo sorprendida ya que había oído de los abusos de Mars pero no creyó que llegara a tanto.
- Oye, me pareció verte hablando con el Tercer Puesto Jedite a solas, ¿O me equivoco? – le dijo otra mujer soldado que caminaba a su lado – Apuesto a que fue galante contigo y te piropeó – añadió acto seguido
- ¿Cómo lo supiste? – preguntó seriamente la de ojos verdes
- Porque a mí también me lo hizo y si lo rechazaste, te aviso que debes tener cuidado... Jedite aprovecha su posición como Tercer Puesto para forzar a las mujeres que no ceden ante sus encantos, a dejarse hacer lo que él quiere. A mí no logró seducirme y me obligó a permitirle que me manoseara, intenta no estar en un lugar a solas porque sin dudas no te perderá de vista – le advirtió la chica haciendo memoria de su propia experiencia
- De ser así lo acusaré ante la gobernadora y que lo envíen al sótano por cerdo, eso si es que no lo hospitalizo yo misma – respondió la de pelo azul sin intimidarse
- No servirá ya que ella no te creería, confía en él más que en su propio esposo... me pregunto si tal vez no lo esté engañando con él, pero sea como sea si lo atacas será peor para ti, yo lo hice y me enviaron al sótano porque quien quedó como la mala fui yo ¿Y sabes qué es lo peor? Que las que están embobadas con ese cretino no nos creen a las que pasamos por este trago amargo – recordó la soldado con algo de tristeza y rabia al mismo tiempo
- Lo que me dices no me sorprende porque desde el primer momento en que lo vi, hubo algo en él que no me gustó, puedo enviar un mail a Ciudad Argentum denunciando todo esto – dijo la de pupilas verdes con seguridad
- No llegaría, aquí en Ciudad Ígnea hay rastreadores de IP que revisan todo el correo saliente ni bien cliqueas en "enviar" y borran automáticamente lo que no le conviene a Lady Mars que se sepa – refutó su compañera dicha posibilidad evidenciando el hecho de que se encontraban a merced de la autoritaria gobernadora
La jornada en el restaurant Magnolia transcurría como de costumbre, las chicas atendían amablemente a la gente pero no podían evitar pensar en lo que pasaría el día de hoy, es que Risa le había avisado a su tía Haru que se reunirían con su padre con el objetivo de ir a la casa del antiguo médico de cabecera de Rei y así obtener información. Ella ya le había pasado la dirección y el lugar en donde se reunirían puesto que la hermana menor de Ralf deseaba ir también.
Una vez que acabó de entregar todos los encargos de las mesas y tuvo un rato de respiro, Haruna se dirigió a la barra a hablar con Mirajane sobre el asunto.
- Mi hermosa y querida amiga Mira, que ansiosa estoy porque llegue el momento del almuerzo – comentó sonriente la de ojos cafés
- Al fin se sabrá algo de lo que le pasa a lady Mars, ¿verdad? – respondió la de cabello blanco con una pequeña sonrisa
- Si y quiero que tú vengas conmigo – dijo Haru con determinación
- Eh... yo... re... recuerda que no podemos tardar mucho o Setsuna nos retará – afirmó la de pupilas celestes con la cara roja y visiblemente nerviosa
- Oohhhh te pusiste colorada y claro, te reencontrarás con el hombre que amas por eso te digo que vayas también – aseguró en voz alta la de pelo corto guiñándole un ojo
- Shhh, baja la voz no te vaya a escuchar Setsuna – pidió su amiga haciendo un ademán y mirando hacia donde se encontraba la de tez morena quien por suerte, no prestaba atención a la conversación de ellas – Pero sí tienes razón, será una alegría enorme para mi volver a verlo – admitió Mirajane con una enorme sonrisa en la cara
Después del término de la reunión, Ralf se dirigió inmediatamente a la oficina de su esposa a hablar sobre el tema de los látigos ya que dentro de sí, temía que fuera a usarlos contra Risa, aunque se aferraba al pensamiento de que ella no llegaría tan lejos y no sabía si decírselo hoy a su hija.
Entonces apenas llegó, entró sin llamar primero y apenas lo vio, su mujer lo miró de la misma forma que un bulldog vería a un gato cruzando por su cucha.
- ¿¡Pero cómo te atreves a entrar a mi despacho sin tocar a la puerta antes!? ¿Qué diablos quieres? – preguntó Rei de mala forma caminando hacia él
- Supongo que si yo fuera el rubio idiota ese no te pondrías así, en fin... no estoy de humor para discutir por pequeños detalles, sabes bien a lo que he venido. Explícame sobre esos látigos ahora – exigió el Jefe de Guardia sin amedrentarse
- Es simple, sirven para castigar a los desacatados problemáticos y deja de referirte así a Jedite – dijo la de larga cabellera negra
- Se muy bien para qué los mandaste traer, a lo que voy es de dónde los sacaste si por aquí no se consiguen... tanto que hablas del Código de Convivencia pacífico y tienes aquí elementos que claramente lo violan ¿Dónde piensas que estas? ¿En la Edad Media o acaso en el antiguo Egipto o el Imperio Romano? – respondió Ralf alzando la voz abriendo los brazos
- Tengo mis métodos y contactos para conseguir las cosas, yo que tú tendría cuidado con lo que insinúas... los látigos te están mirando con muchas ganas – afirmó Rei con una sonrisa sarcástica
- Si tan solo me dieras una razón para haberte vuelto así... eras alguien tan amorosa y dulce conmigo – comentó el hombre con nostalgia a lo que su esposa bufó de fastidio
- Ya vas a empezar de nuevo con eso... entiende algo de una buena vez por todas querido, la Rei que tú conociste está muerta – aseguró de forma hiriente la Senshi del Fuego acercando su rostro al de él
- Eso está por verse – dijo el de ojos cafés antes de tomar a su mujer de ambos hombros y besarla en la boca sorpresivamente para ella, provocando que abriera grande los ojos y se sonrojara al máximo
Por un instante, Rei cerró sus ojos y se rindió rodeándolo por la cintura con ambos brazos pero se repuso rápidamente, temblando y con la cara roja apartó bruscamente a su esposo antes de propinarle una fuerte bofetada.
- ¡No te atrevas a volver a hacer eso! ¿¡Te las quieres ver con el látigo verdad!? ¡Ahora lárgate de mi oficina y no regreses si no mando llamarte! – gritó la de pupilas púrpuras alterada
- El león no tendría melena si se dejara esquilar y yo, no estoy dispuesto a permitir que me esquiles – contestó Ralf sobándose la mejilla mientras salía, refiriéndose al hecho de que no iba a dejarse tocar por ningún látigo
- Y lo peor de todo... lo peor de todo es que me gustó mucho, ¿Porqué tenías que hacerme acordar con ese beso, que te sigo amando? ¿Porqué tenías que clavarme una daga en el corazón que tanto anhela por ti? – dijo Rei para sí misma en voz baja en referencia a su esposo, demás estaba decir que esto de ninguna manera se lo iba a decir frente a frente a Ralf
Con rabia y lágrimas en los ojos, la gobernadora golpeó fuertemente su escritorio mientras se repetía para sí misma que debía odiarlo, por eso cuanto más él se esforzaba por agradarla más ella lo rechazaba. Rei había sido feliz hasta ese maldito día hace dos años en que anónimamente le llegaran las mismas fotos que le mostró a Serena, desde ese entonces llevaba una daga en su pecho y sentía una mezcla de dolor y gozo por el daño que le causaba, si bien por un lado lo seguía amando por otro su corazón clamaba por venganza.
- Tengo que odiarte... debo hacerlo, esto está lejos de acabar... me vas a seguir pagando cada maldita lágrima que he derramado por tu culpa, Ralf Jones – pensó en voz alta la bella sacerdotisa con los ojos llorosos buscando reforzar de esa manera, la coraza que había puesto alrededor de su corazón
Risa había estado entrenando después de llegar del templo en donde se ordenaban las sacerdotisas sintoístas con el fin de averiguar sin éxito alguno, sobre el disturbio de la sangre. Al terminar miró la hora y se fijó que faltaba poco más de una hora para el horario en que se tendría que encontrar con su padre y su tía para ir a ver al médico, así que se bañó rápidamente y se cambió de ropa. Mientras salía de la casa mensajeó a Haruna para avisar que ya estaba saliendo, cuando acababa de hacerlo levantó la vista y contempló frente a sí al cantante del grupo Three Lights que había ido a verla.
- Hola mi dulce bombón, te extrañé – saludó el muchacho sonriéndole
- ¡Seiya! ¡Yo también mi amor, que alegría verte! – respondió Risa abrazándolo y besándolo en los labios
- Vengo porque tengo la seguridad de que tu madre no está en casa – dijo el de ojos celestes acariciando el cabello de su novia
- Lo sé, pero voy de salida, debo encontrarme con mi tía y mi papá porque vamos a ir a la casa de quien fue el médico de cabecera de mamá durante mucho tiempo, para ver qué nos puede decir sobre lo que le está pasando... queremos saber si tiene algún problema mental – afirmó la joven caminando de la mano de Seiya
- Entiendo, permíteme que vaya yo también si no es mucha molestia – solicitó el de cabello negro
- Claro que no hay drama, me alegra que quieras ir tú también así papá ve que te interesas – contestó Risa con una pequeña sonrisa
- Desde luego, espero que se pueda hacer algo para que tu madre vuelva a ser la de antes, vamos que te llevo en mi coche – invitó amablemente el cantante
Ralf ya iba en su coche rumbo al lugar pactado y ya había pasado un rato desde que salió de la gobernación, tenía expectativas en saber si su mujer cargaba con alguna afección o no y además, no había dejado de pensar en cómo ella tardó en reaccionar cuando la besó ¿Será que detrás de todo ese desprecio que demostraba aún escondía algo de amor por él? De esta forma continuó el resto del trayecto pensando en esto hasta que llegó al sitio elegido para encontrarse con las chicas, así que detuvo el auto y descendió para esperarlas mientras encendía un cigarrillo.
Un rato más tarde, un auto estacionó detrás del de él del cual bajaron Risa y Seiya y al verlos, Ralf se sorprendió al ver al muchacho ya que no lo esperaba.
- Papi aquí estoy, Seiya me trajo – saludó sonriente la joven abrazando y besando a su padre
- Si hija, eso estoy viendo – respondió el hombre
- Hola señor Jones, fui a ver a Risa a su casa y allí me explicó a donde iba y me ofrecí a traerla y acompañarlos – saludó el de ojos celestes extendiendo la mano
- Entiendo, me parece bien muchacho – contestó Ralf correspondiendo al saludo – Bien, ahora solo falta que llegue tu tía – añadió dirigiéndose a Risa
- Es verdad, me avisó por WhatsApp que vendría con una amiga, seguramente tú la recuerdes – dijo su hija sonriendo
- ¿Que yo la recuerdo? Será... - murmuró en voz baja el Jefe de Guardia recordando a la única persona que coincidía con dicha afirmación
Efectivamente ella estaba llegando al lugar en compañía de Haruna y ni bien lo vio fue instantáneo, el corazón se le aceleró y sintió el impulso de correr hacia él y besarlo mientras que el calor recorría toda su piel y su pecho estallaba de dicha al ver a Ralf y parecía que gritaba pidiendo su compañía.
- Hola corazón, ¿Te acuerdas de mí? – preguntó sonriente Mirajane al de ojos cafés, quien al verla llegar se sentía desconcertado porque había regresado la misma sensación que tuvo en el Palacio de Cristal al reencontrase con Serena, la cual se acentuó al abrazarse con la chica de cabello blanco y sentir los labios de ella sobre una de sus mejillas
- De... desde luego que te recuerdo Mirajane, ¿Cómo olvidarte? ¡Tanto tiempo y que alegría verte! – exclamó el hombre aún prendido en el abrazo con ella
- Disculpa, ¿Ellos se conocían de antes? – preguntó Seiya en voz baja a Risa, quien sonreía
- Si, eran amigos desde antes de que papá conociera a mamá pero después de eso se distanciaron – informó la de cabello castaño oscuro largo
- Oye hermanito, ¿y a mí no me das un abrazo? – dijo Haruna sonriente a Ralf, abriendo los brazos
- Mi querida hermana, ¡Realmente ha pasado un tiempo! Qué bueno verte otra vez – respondió el de ojos cafés fundiéndose en un afectuoso abrazo, ambos se mostraban contentos después de pasar tiempo sin verse
- Sigues tan guapo como siempre pero te vez desmejorado, Risa me ha contado la situación en la que viven – comentó su hermana menor la impresión que tuvo
- Así es Haru, estamos llegando al límite precisamente por eso vamos a ver al ex médico de Rei, por suerte sigue viviendo en Ciudad Ígnea – respondió el Jefe de Guardia
Acto seguido se subieron a los autos y arrancaron, Risa iría con Seiya en el de él mientras que Haruna y Mirajane iban con Ralf en el suyo recordando viejos tiempos, de esa manera entre charla y charla pasó todo el viaje y llegaron a la dirección indicada en la vieja cartilla.
Se trataba de una casa diseñada con el estilo tradicional japonés que predominaba en el Distrito, la entrada estaba precedida por un pequeño patio con arbustos el cual cruzaron antes de tocar el timbre. Luego de unos segundos, un hombre anciano atendió abriendo grande los ojos al reconocer al instante al Jefe de Guardia de Ciudad Ígnea.
- Usted es... ¿Jefe Jones? Que sorpresa verlo por aquí, ¿Cómo averiguó mi dirección? – indagó el doctor sorprendido mirándolos a todos
- Que tal doctor, no se preocupe saqué su dirección de una vieja cartilla que por suerte, mi mujer olvidó y no tiró... ellas son Haruna mi hermana, mi hija Risa, Mirajane una vieja amiga y él es Seiya, el novio de mi hija – respondió Ralf señalándolos mientras los presentaba y ellos saludaban
- Es un gusto... creo adivinar el motivo de su venida, pasen todos por favor – dijo el anciano abriendo la puerta para dejarlos entrar
Los cinco obedecieron luego de descalzarse y el doctor los condujo al living en donde se sentaron en los sillones que allí estaban, miraron alrededor y notaron que la casa se veía solitaria.
- Disculpe la intromisión, ¿vive solo? – preguntó Risa al hombre
- Descuide señorita, sí ya que mi mujer falleció hace un año y mi hijo viaja mucho, nos vemos cada tanto – contestó calmadamente él
- Es una pena señor, pero debemos ir al grano porque no dispongo de mucho tiempo debido a que si tardo demasiado, mi mujer me hará demasiadas preguntas... verá, ella era una mujer amable, dulce, cariñosa... seguramente usted la recordará ya que la atendía, pero desde hace un par de años que hubo una transformación en su personalidad y mi hija y yo vivimos un infierno en nuestro hogar, fui al hospital en donde es socia y me encuentro con la sorpresa de que sus registros médicos de los últimos dos años fueron borrados y al pedir hablar con usted, me encuentro con el hecho de que hace el mismo tiempo dejó de trabajar allí – explicó Ralf seriamente
- Verá señor Jones, su esposa está sufriendo de un trastorno de la personalidad del grupo B integrado por desórdenes dramáticos, emocionales o erráticos, conocido como Trastorno narcisista de la personalidad e históricamente como megalomanía... es un patrón general de grandiosidad sean en la imaginación o en el comportamiento, se caracteriza por presentar una necesidad de admiración y una falta de empatía, las principales características son, tener un grandioso sentido de autoimportancia... por ejemplo, exagerar los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior sin unos logros proporcionados, estar preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios, creerse que es "especial" y único y que sólo puede ser comprendido por o sólo puede relacionarse con otras personas o instituciones que son especiales o de alto estatus, exigir una admiración excesiva, ser muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irracionales de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus expectativas, ser interpersonalmente explotador o sea sacar provecho de los demás para alcanzar sus propias metas, como dije recién... carecer de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás, frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él o en este caso a ella y finalmente, presentar comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios ¿Les suena algo de esto que les digo? – explicó el médico mirando fijamente a Ralf y a su hija
- Desgraciadamente si – respondió tristemente la joven
- Sabía que algo malo estaba pasando con ella... ¿Puede curarse? – preguntó impactado el de pupilas cafés siendo directo
- Es que en general el megalómano, como es el caso de Lady Mars... tiende a no estar particularmente interesado en examinarse o en cambiar, las sesiones psicoanalíticas pueden ser menos eficaces para tratarla que la medicación, justamente ella mandó a borrar todo el historial a partir del momento en que empezó a presentar los primeros síntomas y exigió que yo abandonara el hospital – contestó el doctor con seguridad y algo de tristeza en la voz
Finalmente el interrogante para ellos sobre qué había ocurrido con Rei se resolvía, ¿Pero realmente eso era todo? ¿Qué hacer entonces? Los extraños sueños que había tenido Ralf, sugerían que por detrás de la recien descubierta megalomanía había otra cosa, Ralf tenía esa certeza por dentro... lo que traía más interrogantes que buscaban respuesta.
Hola amigos ¿Cómo han estado? Este capítulo ha traído algunas revelaciones, claro está que aún quedan más cosas por descubrirse y claro, tuvimos el reencuentro entre Ralf y Mirajane, desde ya les digo que pasarán cosas con ellos ¿Que quieren saber más? Esperen las actualizaciones jijij.
Sin más, me despido hasta la próxima deseándoles que sigan bien no sin antes darles las gracias a quienes siguen esta historia, tanto los que comentan como los que solo leen. I'll be back!
