Sinopsis:

En esta historia, Arnold descubre que Helga está perdidamente enamorada de él, pero de la peor forma posible: Viendo su habitación secreta... Problemas, situaciones terribles y dudas en la mente de Helga se van a formar ¿Cómo lo va a tomar Arnold?

Aclaro, los personajes tienen 14 años.

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¿Helga...?

Capítulo 1

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Como todos los días, los estudiantes llegaban a la secundaria, Phoebe estaba jugando cartas con Gerald mientras se echaban miradas, pero — Por supuesto — Helga le tiraba bolas de papel a Arnold.

En realidad, a Helga le agradaba Arnold, mucho, bastante, quizás demasiado, lo amaba con locura, pero ese mismo amor era el que guardaba celosamente bajo la alfombra, porque no quería que Arnold se diera cuenta de lo que sentía, no sería lo mismo.

Ella había creado un espejismo, una imagen de ella misma siendo ruda e insensible, esa misma imagen que la volvió tan intimidante que nadie la molestaba, pero también le traía cierta soledad, represión y tristeza, quería ser como siempre fue: Una niña sensible y amorosa, con problemas en casa, padres ausentes, una envidiable hermana mayor que robaba la atención de su familia, tanto que confundían su nombre con la de su hermana.

Helga sabía que su hermana no tenía la culpa, ella la amaba como su dulce hermanita, aunque la verdad es que nunca encajó en una familia tan distante. Su padre trabajando tanto que olvidaba a su hija menor, siendo alguien de mal carácter y una mentalidad retrógrada, prefiriendo siempre a Olga. Su madre tomando smoothies a cada rato, estando decaída siempre, olvidando sus responsabilidades , también olvidándose de su hija. Y, para rematar, una hermana mayor que casi no ve, teniendo una vida soñada para cualquiera, con cada visita tenía que soportar la completa atención de sus padres hacia ella.

Su espejismo, la imagen de niña ruda, había hecho que las cosas sean más fáciles desde su perspectiva, porque no iba a ser lastimada más de lo que ya estaba...

Arnold era su debilidad, la roca que rompía esa imagen de niña fría que había forjado, si él descubría sus sentimientos, ya nada iba a ser igual para Helga. No podría seguir pretendiendo que no lo amaba, que no tenía un corazón frágil, que no tenía inseguridades o miedos, que no era femenina, que no fue lastimada... Todo eso debía estar encerrado en un cofre dentro de su corazón, un cofre que iba a abrirse sin poderlo evitar.

Las clases terminaron, la chica de coletas estaba llegando al bus escolar cuando recordó que su saca puntas lo tenía Phoebe, quien estaba limpiando el aula porque era su día de limpiarlo. Fue a pedírselo sin darse cuenta que su diario había caído cerca del asiento de Arnold, quien no habían visto nada por platicar con Gerald.

— ¡Phoebe es muy buena para jugar cartas, debiste verla! Me costó ganarle en una partida, es sumamente intuitiva y se maneja muy bien, no tira sus mejores jugadas hasta el final — Contaba Gerald con emoción.

— ¿Enserio es tan buena? — Preguntó curioso el niño de gorra azul.

— Ahhh ~ No es buena, es perfecta — Suspiró enamorado el chico de afro — Algún día vas a entender como es estar tan enamorado de una chica increíble, Arnold.

— Bueno, ya sabes que me gusta Lila, ella es increíble también y dulce — Expresó pensando en su amada Lila.

— E indecisa — Terminó de decir Gerald, Arnold lo volvió a ver incrédulo — Amigo, de alguna forma te botó por el raro de Arnie, hasta considero que Helga es mejor como candidata para ser tu novia.

Se miraron por un instante, para luego comenzar a reírse a carcajadas, hasta comenzaron a dolerle el vientre de tanto reír con semejante idea. Claro, para unos jóvenes la idea de que alguien como Helga se volviera novia del admirable Arnold era absurda, vaya vueltas de la vida, resultó ser que Helga amaba locamente a Arnold y él ni siquiera lo sospechaba por estar loco por Lila.

— Ya, hablando enserio — Empezó a hablar Gerald entre risas — Lila te dejó bien en claro que solo te ve como un amigo, lo más probable es que esté buscando otro tipo de chico para salir con él y seguramente tú no entras en ese tipo de chico que busca.

— Es verdad, no es su culpa si no mía, ella no tiene porqué verme más que como un amigo, soy yo quién sigue aferrado a la idea de que algún día va a amarme... — Gerald lo vió con algo de seriedad — ¿Pero que Helga sea mejor novia que Lila? Te pasas — Ambos se rieron de nuevo.

— Obviamente lo digo de broma, lo más romántico que podría hacer es darte un abrazo y luego una paliza — De pronto Gerald notó un cuaderno de forrado rosa, cerca del asiento de Arnold — Oye, no sabía que tenías un cuaderno rosa, Arnold.

— ¿Cuaderno rosa? — Se preguntó Arnold para luego mirar en la dirección de la mirada de Gerald, encontrando el diario — ¿Esto? No es mío, parece ser que es de alguien más.

Comenzó a hojear las páginas, eran relatos cortos con fechas, no parecía tener relación con las clases que recibían en la escuela.

— Parece ser un diario, creo que de una chica — Gerald se acercó a leer un poco, Arnold estaba apunto de cambiar de página cuando de pronto ambos vieron el nombre del cabeza de balón en una hoja.

— "Mi amado Arnold, amo la forma en que ayudas de forma desinteresadamente a los demás, siempre con esa actitud de humildad como para no sentirte más que los demás, con tu sonrisa sincera que me hace estremecer de amor... Mi audaz e inocente Arnold, ojalá puedas ver mi interior sin juzgarme, porque no logro ser tan sincera como tú, no con lo que expresa y siento" — Leyó Gerald tratando de hacerse una idea de quién es, para luego darle un codazo amistoso a Arnold — Parece que le gustas a una chica.

— ¿Pero de quién será esto? — Preguntó Arnold tratando de buscar una pista, cuando sin previo aviso Helga y Phoebe aparecieron, entonces fue que lo guardó en su bolso escolar para que no lo vean.

— Hey, no lo- — Arnold rápidamente le tapó la boca, diciendo en voz baja "Helga nos lo puede quitar", fue entonces que entró en razón, decidieron disimular un poco — La comida de la cafetería estuvo terrible hoy.

— Si, fue un asco — Opinó el contrario con cara de asco, ambas chicas lo vieron extrañadas.

— ¿Qué le pasa a esos dos? — Susurró Helga a Phoebe.

— No lo sé, hoy sirvieron hamburguesas — Respondió de la misma forma Phoebe — ¿Puedo sentarme con Gerald hoy?

Helga volvió a ver a Phoebe incrédula, ella parecía emocionada por sentarse con su querido crush, entonces no tuvo más remedio que dirigirles la palabra.

— Oye cabeza de balón, Phoebe quiere sentarse con tu amigo, largo — Obviamente no iba a ser amable.

— Que dulce eres, Helga — Comentó de forma sarcástica Arnold.

— Solo hazlo — Insistió, lo que hizo que simplemente tomara la mochila de Gerald para sentarse atrás, Gerald le iba a decir lo de la mochila, pero pronto comprendió porqué lo hizo, Helga se sentó atrás.

Y ahí estaban los dos atrás de los demás, en cada extremo de los asientos, ya el bus había avanzado para llevar a todos a casa y nadie se había sentado con ellos, entonces estaba ellos dos solos en cada extremo del asiento.

— Y por eso casi arrestan a mi tío, los policías necesitan lentes — Gerald estaba contando una interesante historia a la intelectual, cuando de pronto ella se dio cuenta que en la "mochila de Gerald" había un cuaderno rosa.

— ¿Y eso? — Preguntó extrañada, ese cuaderno le recordaba a algo, Gerald lo sacó.

— ¿Esto? Parece que es el diario de una admiradora de Arnold, pero no sabemos quién es, voy a ir con Arnold para analizar el diario — Lo abrió en la página que leyeron, hablaba en voz baja, Phoebe rápidamente reconoció el diario — Pero no le digas a nadie, menos a Helga, porque nos lo puede quitar.

Ella volvió a ver a Helga, estaba tirándole ligas a Arnold mientras se reía de su travesura, parecía no darse cuenta de lo sucedido, prefirió decirle después de que se fueran.

El trayecto siguió normal, ya Arnold y Gerald se habían ido, solo Rhonda, Curly, Phoebe y Helga quedaba en el bus, fue entonces cuando Phoebe se sentó con su amiga.

— Curly, ya me estás hartando, déjame tranquila — Pidió Rhonda con una actitud de desprecio, Curly le había dado un peluche con la ropa de él.

— ¿No te gusta el detalle, pastelito? Hasta puede hablar — Presionó un botón en el pecho del peluche, escuchándose su voz diciendo "Te amo, mi dulce Rhonda", ella simplemente tomó el peluche y lo tiró por la ventana — Bueno, puedo hacer la voz más adorable si quieres, no hay problema.

— No lo quiero — Se limitó a decir con hartazgo.

— Puedo hacerle un abrigo blanco como el que te pusiste en la fiesta o también- — Fue interrumpido de forma abrupta.

— ¡Que no lo quiero! — Lo calló al alzar la voz, Curly logró a ver que enserio no lo soportaba — Odio que vivas a una cuadra de mí.

Curly simplemente se quedó callado, le había dolido un poco su rechazo, quiso llorar por un instante, pero se aguantó por vergüenza.

— A mi me gusta eso — Opinó con una voz algo seria y algo triste, aunque eso último no lo notó Rhonda por ver por la ventana.

— Cállate — Realmente no quería seguir la conversación.

— Esta bien... —.

Aquel drama fue observado por Helga, quien empatizaba de cierta forma con Curly, aunque no tenía el valor para ser tan abierta con sus sentimientos, algo que envidiaba de Curly.

Pero bueno, con escribir en su diario se conformaba, no iba a humillarse por demostrar amor a Arnold. Hablando del diario, era momento de escribir lo que sentía en su íntimo libro rosa, buscó en su mochila, pero ahí empezaron los problemas.

No lo encontraba, hurgaba una y otra vez para encontrar el diario, pero no lo encontraba, se levantó para buscar entre los asientos y no veía nada, era inevitable no entrar en pánico.

— Phoebe ¿Has visto mi diario? — Preguntó Helga mientras revisaba su mochila desesperada — No la encuentro por aquí ¿Estará en la escuela? Tendremos que avisarle al guardia de seguridad...

— Sobre eso... Gerald la tiene — Confesó su amiga con algo de nerviosismo.

— ... ¿Qué dices? — Preguntó sorprendida.

— Él me dijo que va a analizarlo con Arnold — Explicó con timidez — Me contó después que lo encontraron en el bus, por eso van a analizarlo para saber de quién es.

— ¿Y porqué no me dijiste antes? — Preguntó algo molesta y estresada.

— Porque no quería delatarte, sé que no estás lista para declarar tus sentimientos a Arnold, entonces no quería complicar más las cosas — Explicó de forma coherente, calmando a la rubia.

— Tienes razón, además no puedo enojarme contigo porque eres la única que no se burlaría de mis sentimientos... Ni siquiera estoy segura de que Arnold lo tomaría bien — Aceptó mientras guardaba sus cuadernos — Pero hay que recuperarlo, juntas — Finalmente cerró la mochila — Antes de que me descubran y todo termine mal.

Se camuflaron cuán ninjas en la casa de Arnold, viendo por la ventana como ellos entraron a su habitación para abrir el diario y examinarlo, Helga estaba nerviosa, le iba a pedir a su asiática amiga que tocara la puerta para decir que busca a Arnold e inventarse algo que los distraiga, pero rápidamente escuchó a la abuela gritar:

— ¡Arnold, debes sacar la basura! — Exclamó la abuela mientras se peleaba a muerte con un cuadro de la Monalisa.

— ¡Voy, abuela! — Contestó Arnold, quien con unas pinzas estaba apunto de revisar todo el libro, aunque tuvo que dejarlo — ¿Me ayudas, Gerald?

— Claro, así acabamos rápido — Aceptó gustoso, yendo juntos al primer piso para recoger la basura.

— Phew, menos mal... — Susurró aliviada la rubia — Ahora a la acción, Phoebe.

— Voy — Ella fue directamente a la puerta de la entrada para distraerlos, mientras Helga entraba por la ventana.

Durante la distracción de su asiática amiga, Helga miraba la habitación de Arnold admirada por la sencillez y calidez de la habitación de su amado, oliendo su colonia, acariciando su cama y hasta admirando un zapato sin par que tenía tirado por ahí, Phoebe ya había terminado su distracción esperando a que hubiera sido suficiente con 5 minutos de plática. Helga reaccionó al escuchar unos pasos acercarse, tomando rápidamente el diario y subiendo por la ventana, Arnold alcanzó a verla junto con su amigo.

— ¡Hey, Helga! ¿Qué haces aquí? — Preguntó molesto el chico de gorra, pero ella se fue por la ventana.

— ¡Arnold, el diario! — Gerald le avisó, lo que hizo que mirara la mesa donde estaba y corrieran directamente a atraparla — ¡Vamos!

Corrieron desde las escaleras a toda velocidad, incluso cuando casi se cayeron, pero nada los de0enían, fue una persecución digna de una película de acción. Helga iba corriendo desde calles principales hasta callejones, tratando de incluso hacer caer cosas para que no la atraparan, era tal la desesperación por ser descubierta que no le importaba tirar tachos de basura.

Pero de pronto fue acorralada en un callejón sin salida, mirando como ellos se acercaban lentamente a ella, precisamente por estar agotados. Sudaba mucho, sentía su corazón latir a mil por hora, pero no sabía si era por correr o porque estaba por ser descubierta, imaginando miles de escenarios en su cabeza, mientras ella se acercaban.

"¿Arnold?" se escuchó desde la esquina, era Lila, quién volvía de las compras, rápidamente Arnold fue a verla mientras Helga huía de la escena, corriendo a su casa.

— Hola Lila ¿Cómo estás? — Preguntó con amabilidad mientras sus mejillas estaban rojas de solo verla.

— Bien, venía de comprar mermelada con mantequilla de maní para comer sándwiches y hacerme la merienda para mañana — Mostró la bolsa de papel, no era algo relevante lo que contaba, pero Arnold la escuchaba igual.

— ¿Te gustan los sándwiches de mermelada con mantequilla de maní? — Lila asintió a su pregunta — A mí también me gustan, tenemos muchas cosas en común entonces.

— Ni siquiera te gustan, piensas que son muy simples — Aclaró Gerald, recibiendo una mirada seria por parte de Arnold — ¿Qué? Es la verdad, no puedes negarlo.

— Es porque mi abuela prepara mermelada con los pies — Excusó Arnold, su amigo lo miró confundido porque se supone que de las pocas cosas que no sabía hacer su abuelita era la mermelada... que él sepa, claro.

— Oigan ¿Y qué hacían? — Preguntó Lila con cierta curiosidad por lo que hacían.

— Perseguíamos a Hel... — Arnold señaló con el pulgar al frente de ellos, pero ya no estaba la perseguida — .. ga.

— ¿A Helga? ¿Porqué? — Preguntó extrañada porque sabía que ellos no eran así con ella.

— Ya pronto te voy a explicar, Gerald, diles a mis abuelos que pronto voy a volver, que... Fui a ayudar a Harold con matemáticas — Excusó el chico rubio mientras se apresuraba a correr — ¡Nos vemos!

— ¿Porqué persigue a Helga? — Preguntó Lila al chico afro después de ver a Arnold perderse de su vista, Gerald se rascó la nuca.

— Encontramos un diario donde una chica confesaba el amor que le tenía a Arnold, nos lo llevamos para inspeccionarlo y Helga se lo robó — Al escuchar la explicación, recordó cuando Helga le confesó que amaba a Arnold, lo que la dejó pensativa — ¿Conoces a una chica que esté enamorada de Arnold?

— No, para nada — Negó para cubrir a Helga, como le había prometido.

— ¿Ni siquiera tú estás enamorada de él? — Preguntó intrigado.

— Ya le dije que lo veo como un amigo y ese sentimiento no ha cambiado — Con esa clásica respuesta, Gerald finalmente lo confirmó: Arnold debía olvidarla.

— Creo que ahora es más probable que Helga sea la dueña de ese diario — Empezó a reírse, la contraria se rió con él con algo de preocupación por Helga.

Ya estaba anocheciendo, el atardecer se acercaba cada vez más mientras Arnold se acercaba a la casa de Helga para entrar por una ventana y tomar el diario, lo cuál logró con éxito porque Bob veía televisión y Miriam dormía en la cocina después de beber muchos smothies, entonces no se dieron cuenta que había un intruso.

Inspeccionó el lugar, dándose cuenta que las fotos familiares eran de los padres de Helga y Olga en la mayoría de fotos, dejando a la hija menor al fondo de las fotos. Fotos de la boda de sus padres, fotos de Olga siendo niña, fotos de las graduaciones de Olga, fotos de vacaciones con Olga, no había casi nada de Helga en las fotos familiares, solo una foto en la esquina de Helga como bebé, aunque estaba lleno de telarañas y polvo.

Subió al segundo piso, atento a que Helga lo viera, pero de pronto escuchó su voz en la habitación con un cartel que decía "Prohibido el paso". En completo silencio abrió la puerta, mostrando poco a poco una habitación donde habían miles de fotos de él, una estatua hecha de chicles, poemas y corazones por todas partes, mientras Helga estaba de espaldas completamente absorbida por sí misma.

— Oh mi amado Arnold, como quisiera que me vieras diferente, que vieras detrás de esa actitud ruda que uso para ocultar mis sentimientos, te amo tanto que me da miedo lo mucho que puedo amarte — Escribía en su diario, el diario que había recuperado, era la dueña de este — Pero sé que sería extraño para tí, por eso me lo guardo en lo profundo de mi corazón, incluso puedo ver tu sombra...

De pronto, se dio cuenta que esa sombra estaba detrás de ella, entonces se volteó, dándose cuenta que estuvo detrás de ella y descubrió todo. Arnold estaba en shock, no sabía que pensar de ella ahora, mientras Helga entró en pánico.

— Arnold, yo... déjame explicarte.. — Ya ni siquiera podía hablar porque sentía un nudo en su garganta, uno que apretaba fuerte contra su seguridad.

Sin embargo, Arnold decidió irse por la ventana de donde entró, estuvo perturbado y distraído durante su camino a casa, recorriendo los mismos sitios sin darse cuenta, todos lo miraban raro.

¿Helga lo amaba? ¿A tal nivel? Para él era imposible, pero ya no podía simplemente fingir que nada pasó, pues ella lo vió también.

Por otro lado estaba Helga, muriendo de la vergüenza y la incertidumbre, pues probablemente él le contaría a todos y sería un problema mayor en la escuela, aunque lo que más le preocupaba era la perspectiva de Arnold sobre ella, ya no podía esconder su faceta real con otra falsa, era como romper un muro de concreto que con mucho esfuerzo realizó, quedando hecho pedazos.