XCIX

Sentada en el alféizar de la ventana, en silencio y con Poe en su regazo, Eleven observa al horizonte que se pierde sobre las copas de los árboles. El gato ronronea suavemente ante sus ausentes caricias, y Eleven reflexiona con resignación sobre el hecho de que, si bien no puede curarlo, al menos ha sido capaz de limpiarlo un poco valiéndose de un paño húmedo y un champú especial; sin duda el fuerte olor que despedía su herida hasta hace poco ofendía sus desarrollados sentidos.

Cuando escucha los nudillos contra su puerta, responde con un débil «adelante».

—¿No vas a cenar? —Distingue preocupación en la voz de Henry.

Ella niega con la cabeza sin despegar la vista de la ventana.

—No tengo hambre.

—Hm.

Henry no dice nada más, pero tampoco se marcha. Al contrario: lentamente, camina hasta quedar de pie a menos de un metro de ella.

—¿Qué… pasa? —inquiere ella tras unos segundos de silencio, sintiendo que cada palabra le pesa horrores.

—Como me prohibiste leer tu mente, estoy esperando a que me digas qué te sucede.

La forma en que lo dice le arranca una sonrisa. Eleven lo mira a la par que niega con la cabeza.

—¿Vas a… obligarme?

—No, cielos, no —replica él con ese tono de voz de fingida indignación que tan bien le sale—. Simplemente haré mi presencia insoportable hasta que ofrezcas la información voluntariamente.

Esto, finalmente, la hace reír. Desde su regazo, Poe abre los ojos y le lanza una mirada seca, indignado por el abrupto despertar al que lo han sometido.

—¡Fue culpa de Henry! —se defiende Eleven entre risas; el gato vuelve a cerrar los ojos.

Dura apenas un instante, mas Eleven alcanza a advertir que los ojos de Henry se posan sobre Poe.

Esto solo le recuerda que él sigue actuando raro. La sonrisa se borra de su rostro sin que pueda hacer nada por retenerla. Henry, por supuesto, lo advierte.

—¿Qué sucede? —pregunta al fin con voz gentil a la par que se apoya también contra el alféizar de la ventana, su espalda hacia el cristal y sus brazos cruzados—. Si es algo en lo que pueda ayudarte…

Eleven hace una mueca. Al principio, considera no decir nada; sin embargo, pronto cae en la cuenta de que Henry seguramente ya está al tanto de todo lo ocurrido el sábado pasado.

Decide empezar por corroborar esta información.

—¿Tú… leíste la mente de Angela? —No hay manera, después de todo, de que ella le haya dicho la verdad voluntariamente.

Él no hace el menor intento por negarlo:

—Sí. Sé lo que ocurrió el sábado… desde su punto de vista.

Eleven nota el peligroso fulgor de sus ojos, mas eso, aunque parezca irónico, la serena: si hay tanta ira guardada en su interior hacia la adolescente, es obvio que Henry no ha tenido ocasión de vengarse.

O sea, sigue viva.

—Hm… —murmura Eleven, pensativa—. Bien…, tuve una pelea con Mike… por eso.

Vuelve a escrutar los ojos de Henry. Esta vez, son insondables.

—Ya veo. ¿Cuál fue el motivo exactamente?

La muchacha suspira.

—Él piensa que lo que hice estuvo mal…

Henry enarca una ceja.

—Disculpa, ¿me estás diciendo que coincido con Mike Wheeler en algo? —Su tono deja entrever su disgusto.

Eleven frunce el ceño y le lanza una mirada desconcertada.

—Yo también pienso que hiciste mal —explica Henry—. Debiste haberle roto un hueso o dos…

Aunque es algo horrible, la forma en que lo dice la hace soltar una risita.

—Creí que no debía usar mis poderes en público…

Henry se encoge de hombros.

—Hay situaciones y situaciones. Tras lo que vi en su mente, un par de huesos rotos me parece un precio justo a pagar.

Eleven niega con la cabeza.

—Eres… imposible.

Él no lo niega, sino que inquiere:

—¿Qué hay de ti? —Ante la expresión confundida de Eleven, él se apresura a explayarse—: ¿Qué piensas tú de lo que hiciste?

La joven aprieta los labios y baja la mirada. Poe ronronea suavemente, y esto solo le da ganas de llorar.

—Creo… que Mike tiene razón. No estuvo bien y… Bueno, no debí… La lastimé —inspira hondo antes de continuar—. Ese día… Ese día, la forma en la que él me miró…

Una lágrima cae desde su ojo y se pierde en el pelaje blanquecino de Poe.

—Me miró como si fuese un monstruo.