Shiho se quedó mirando las brasas del cigarro mientras el humo salía lentamente. No era más que otro día rutinario en el laboratorio, y aunque no fuese peculiarmente tarde, tenía ganas de volver a casa.

"Miyano, estás aquí." La llamó Naoko, su nueva ayudante.

Shiho volvió a acercar el cigarro a sus labios antes de girarse para mirarla acercarse a ella mientras cruzaba los brazos para cubrirse del aire.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó la morena con una pequeña sonrisa.

Shiho movió la muñeca para enseñarle el cigarro y Naoko asintió antes de apoyarse en la barandilla.

"Vaya, se ve una buena parte de la ciudad desde aquí." Comentó sorprendida de encontrar este lugar entre los laboratorios y oficinas que acababa de dejar atrás.

La pelirroja la miró sin decir nada, observándola detenidamente a la vez que exhalaba el humo. Había visto su currículum días antes de verla por primera vez, no recordaba el apellido, pero recordaba que venía de Osaka y que sus calificaciones siempre habían sido brillantes. Tenía cinco años más que ella, pero de algún modo todavía conservaba cierta inocencia en la cara.

"Creo que desde aquí puedo ver el edificio donde vivo." Comentó ensanchando su sonrisa.

"¿Me estabas buscando?" Preguntó Shiho alzando una ceja sin entender bien ese encuentro.

"oh, sí, claro." Contestó dándose un golpe en la frente con la palma de su mano antes de volver a sonreír. "Perdona." Se disculpó con una amabilidad que la pelirroja no pudo rechazarle. "Quería entregarte esto antes de continuar con el trabajo."

Shiho aceptó el puñado en documentos y los ojeó durante unos largos segundos antes de hablar.

"Buen trabajo, Naoko. Has avanzado mucho trabajo en realidad, eres buena." La alagó sin despegar la mirada de las hojas, sin poder ver la sonrisa brillante que ahora esbozaba su rostro.

"Entonces, continuaré con mi trabajo." Contestó inclinándose antes de empezar a alejarse.

"Deberías dejarlo para mañana, es tarde y no hace falta decir que te lo has ganado." Le dijo Shiho antes de que se alejarse, con un tono amable que le sorprendió hasta a ella.

"está bien, Gracias." Asintió Naoko antes de marcharse y volver a dejarla sola.

Shiho se volvió a girar para contemplar la ciudad una última vez. No era tarde para ella, pero la mayoría de sus compañeros se marchaban a esa hora. Podía quedarse a repasar el trabajo que le acababa de entregar Naoko, pero esa tarde, decidió tomar su propio consejo y recoger sus cosas antes de marcharse. El trabajo iba bien y no tenía motivos ni razones para quedarse otra vez hasta la madrugada en el laboratorio.

"Hoy te marchas temprano." Le sonrió Sota justo antes de pasar la tarjeta para salir. "acaba de pasar un buen día."

"Nos vemos mañana, Sota." Contestó Shiho devolviéndole la sonrisa a la vez que levantaba la mano para despedirse.

Salió del edificio cruzando la puerta de cristal y miró el cielo nublado antes de caminar calle arriba. Hacía algo de aire esa tarde, y el frío que sintió en las piernas, le hizo arrepentirse de no haberse puesto un vestido algo más largo esa mañana. Se apartó el flequillo de la cara mientras el viento se lo desordenaba y un escalofrío le recorrió la columna.

Paró el paso de repente y giró la cabeza lentamente a la vez que escuchaba el propio latido de su corazón y su estómago encogerse. Buscó con miradas rápidas el foco de esa sensación, pero nada lograba captar la atención a sus ojos ni calmar la ansiedad de su cuerpo, y el codazo que le dio alguien al pasar demasiado cerca, la hizo volver a la realidad a la vez que daba un pequeño salto sobresaltada. Respiró profundamente a la vez que negaba con la cabeza y continuó su camino con un paso algo más ligero hasta la boca de metro más cercana.

Llegó a la casa veinticinco minutos después, y para su sorpresa, la luz ya estaba encendida. Sacó sus llaves del bolsillo de su cazadora y abrió la puerta con el ceño ligeramente fruncido.

"¿Kudo?"Preguntó mientras se descalzaba.

"Estoy en el salón." Respondió él.

Shiho suspiró de alivio y dejó las llaves y sus cosas en la entradita antes de caminar hasta el salón.

"¿Qué estás haciendo?" Preguntó extrañada de verlo en la cocina. "Pensaba que no volvías hasta mañana a la mañana."

"Resolví el caso antes de lo previsto y cambié el billete del tren para llegar antes." Contestó intentando no desconcentrarse.

Ella sonrió mientras lo miraba cocinar. Era extraño viniendo de él, pero no iba a decir que esa extraña sorpresa no le gustaba. "¿A qué huele?" Preguntó curiosa.

"Huele a buena comida, a un poquito de orégano, aceite de oliva y carne, ¿A qué te recuerda?" Contestó intentando darle pistas.

Ella rodó los ojos y apoyó el codo en la encimera que había en frente de él esperando a que él mismo respondiese su pregunta.

"Huele a Grecia." Contestó algo vergonzoso, esperando haber seguido correctamente todos los pasos de la receta.

Ella se sonrojó ligeramente con su respuesta y alzó una ceja algo confundida.

"Hoy hace un año que nos casamos…pensé que sería buena idea tratar de cocinar algo para los dos." Explicó antes de fruncir el ceño al ver que ella se mordía el labio "¿Pasa algo?"

"No, está bien. Gracias." Contestó negando con la cabeza antes de volver a morderse el labio, evitando su mirada. "…no lo he recordado, lo siento."

"No tienes nada de qué disculparte." Contestó sonriéndole antes de girarse hacia ella con un plato en cada mano. "Espero que vengas con hambre."

Shinichi no iba a culparla, su madre había sido la que le había metido en la cabeza la idea de tratar de hacer algo distinto ese día. Él nunca había tenido mano para la cocina, pero cuando se esforzaba y lo hacía porque le apetecía, obtenía un resultado bastante positivo.

"Deberías tratar de cocinar más a menudo." Comentó ella antes de beber de su copa de vino.

Él sonrió satisfecho y agarró su copa para brindar con la suya. "Entonces, brindemos por más cenas como esta."

Las copas chocaron y ella le miró unos segundos antes de seguir comiendo en silencio.

"¿Cómo va el trabajo del laboratorio?" Preguntó Shinichi volviendo a cortar el silencio.

"Bien. Hace poco ha empezado una joven de Osaka bastante buena." Explicó recordando a Naoko.

"Entonces, ¿Estás haciendo amigos?" Preguntó él de una manera divertida antes de dar el último bocado a su comida. Era extraño comer la comida griega con palillos, pero imaginaba que los japoneses podían comer cualquier cosa con los palillos.

Ella se quedó mirando su copa de vino mientras pensaba la respuesta. Llevaba un año en esa vida, un año trabajando en ese laboratorio…y en todo ese tiempo no había conseguido entablar una amistad con nadie, ni fuera ni dentro del laboratorio. Todo lo que había hecho, era conocer gente nueva que nunca acababan de cruzar la barrera para llegar a su círculo.

"No creo que conecte con nadie en ese laboratorio." Contesté recordando la seriedad con la que también me respondían. "Las amistades tampoco son lo mío, pero tampoco es algo que me importe."

"Bueno, tienes a Heiji y Kazuha." Contestó el detective antes de levantarse para recoger la mesa. Los cuatro habían pasado grandes momentos estos últimos meses. "Y también me tienes a mí."

"Kudo, Heiji y Kazuha son tus amigos." Respondió ella rodando los ojos.

"También son los tuyos." Insistió volviendo a sentarse a la mesa para rellenar sus copas y así acabar la botella. "¿Y qué pasa conmigo?"

Shiho rodó los ojos y volvió a beber sin contestar para no seguir con el debate. "¿Tú viaje como ha ido?" Preguntó cambiando de tema.

"Pues, tuve que cambiar de alojamiento por culpa de la nieve ya que mi llegada a Aomori coincidió con el inicio de la temporada de nieve. Aun así, he de admitir que es una ciudad muy bella cuando llega el frío." Explicó algo agradecido de que Tokio todavía no se hubiese bañado de blanco.

"Leí en el periódico que la víctima era un empresario importante." Comentó ella haciendo bailar el vino dentro de su copa.

"Bueno, era el heredero de una compañía con cierto renombre, pero eso solo complica mi trabajo al atraer tantos medios de comunicación. Normalmente ya tengo bastante con los vecinos curiosos." Explicó recordando el sinfín de veces que había tenido que escabullirse de las cámaras.

"Hasta hace no mucho, disfrutabas de esa atención de más que recibías." Comentó ella con una sonrisa divertida en la cara.

Él se sonrojó un poco sintiendo algo de vergüenza, puede que tuviese algo de razón, pero ahora era algo distinto. "Antes me interesaba que la gente escuchase mi nombre…ahora ya sé que lo recuerdan." Respondió alzando la cabeza.

"Sigues siendo un creído." Contestó ella rodando los ojos.

"Casi se me olvida." Dijo levantándose de la silla para dirigirse al sofá, donde había dejado apoyada la americana antes de ponerse con la cocina. "toma."

Shiho frunció el ceño al ver que Kudo dejaba una cajita encima de la mesa.

"¿Y esto?" Preguntó extrañada sin atreverse a tocar la cajita. "¿Es un regalo de aniversario?"

"No, no es eso." Contestó nervioso mientras se rascaba la nuca. "Ábrelo y deja de hacer preguntas." Dijo algo ruborizado.

Ella se quedó mirando un par de segundos ese no regalo de aniversario antes de atreverse a abrirlo. Sus ojos se entrecerraron al percatarse de que la gargantilla parecía tener luz propia. Era dorada, discreta y muy elegante. Era realmente bonita, pero también era consiente de lo caroc que era comprar una joya como esa.

"¿Te gusta?" Preguntó él al ver que se había quedado demasiado callada.

Shiho alzó la cabeza para mirarle antes de cerrar la cajita y volver a entregársela. "No deberías comprarme estas cosas." Dijo algo seria.

"Entonces, ¿No te gusta?" Preguntó frunciendo el ceño repentinamente confundido.

"No es eso. Simplemente no necesito que me compres nada y menos algo así."

"Nadie me ha obligado, lo he hecho porque me ha apetecido." Se defendió sin acabar de entender su reacción, negándose a aceptar la cajita de vuelta.

"No la quiero." Contestó tajantemente antes de dejar la cajita sobre la mesa. "¿Qué más da si dices que no es un regalo de aniversario si luego te gastas miles de dólares en una joya como esta? ¿Qué reacción esperabas que tuviese? ¿Con qué cara quieres que acepte esto?" Preguntó sin parar notando como el ceño de Kudo se fruncía más a cada palabra. "No soy alguien a quien tengas que contentar con regalos caros para no darte problemas, ni necesito algo que me recuerde constantemente que mi matrimonio es un maldito negocio." Contestó antes de salir del salón para dirigirse a la habitación, dejando a Shinichi completamente perplejo y sin saber como defenderse.

Shiho subió las escaleras sintiendo picazón en los ojos y parpadeo un par de veces tratando de contener las ganas de llorar. No sabía bien porque había sido tan tajante con Kudo, pero se sentía enfadada y triste. Cerró la puerta detrás suya y se puso el pijama antes de enterrarse bajo las sábanas. No quería ser una estúpida con él, y aunque sabía que no habían sido sus intenciones, se había sentido un maldito objeto al ver esa joya delante suya. Ver el oro brillar, le había recordado que el dinero era lo que había invitado a enlazar esa unión. El puto dinero y la maldita necesidad de mantener el poder. No era un brillo que reflejaba amor, igual que el que había imaginado que tendría cuando no era más que una niña idiota e ilusa.

Cerró los ojos intentando callar sus pensamientos y se hizo la dormida cuando lo escuchó entrar en el cuarto pasado un largo rato. Él no encendió la luz ni para cambiarse, pero ella no tenía intención de hacerle saber que seguía despierta. Lo escuchó dejar su teléfono en su mesita de noche y notó el colchón hundirse ligeramente a su espalda. No quería girarse, ni quería mirarle, y se empezó a sentir mal consigo misma al recordar la confusión que emitían sus ojos antes de dejarlo tirado en el salón.

Sus manos la sorprendieron cuando la abrazaron por la espalda para acercarla a su pecho y ella se quedó callada, pero no le apartó. Notaba su calor en su espalda y sus manos sobre su estómago, y ella odiaba que él fuese capaz de ser dulce en ese momento, pero aun así sintió que su calor la tranquilizaba.

"Lo siento." Lo escuchó susurrar cerca de su oído antes de quedarse dormida.

La limpieza de fin de año era algo con lo que Shinichi no contaba pasar este fin de semana. Suspiró apartando el sudor de su frente e intentó devolver los libros a las estanterías sin caer de las escaleras en el intento. No recordaba tener esa cantidad de libros en casa, y desde luego, no esperaba que fuese tan pesado limpiar, lo que él consideraba, una pequeña biblioteca.

"¿Todavía no has acabado?" Preguntó Shiho apoyándose en el marco de la puerta a la vez que sonreía, disfrutando de esa escena tan poco común para sus ojos. "Eres algo lento limpiando, ¿no te lo han dicho nunca?"

"Hago lo que puedo." Contestó poniéndose algo nervioso, haciendo que uno de los libros chocase con el marco de la estantería al tratar de colocarlo y acabase cayendo al suelo.

Ella rodó los ojos y se acercó para cogerlo y alzar la mano para devolvérselo. "Ten cuidado, tampoco quiero acabar teniendo que llamar a la ambulancia" Bromeó.

"No entiendo porque tenemos que perder casi todo el día limpiando la casa cuando deberíamos estar pensando en que vamos a hacer esta noche." Protestó agarrando el libro para colocarlo correctamente.

"Son costumbres, además, a esta casa no le va mal una limpieza general de vez en cuando, y si lo hiciese yo sola, tardaría demasiado." Explicó cruzando los brazos.

"Sí, lo sé…" Suspiró alineando los libros antes de bajar de la escalera. "Pero la próxima vez, podríamos contratar a alguien."

"No seas idiota." Protestó ella dándole en el pecho con el trapo que traía. "No es para tanto, y además es tu casa, así que deja de actuar como un perezoso."

Él sonrió esquivando el segundo golpe que quería propinarle y se acercó a un rincón de la sala para recoger los utensilios. Se acordaría de esa limpieza en un futuro cuando entrase a la librería del barrio a por otro puñado de libros más para a colección.

"Mi madre podría haber escogido otro lugar para celebrar su fiesta de fin de año." Protestó con el ceño algo fruncido.

"No te hubieses librado de limpiar por más que la fiesta se celebrase en otro lugar. A demás, esta es la casa familiar, tu madre puede hacer lo que le plazca." Comentó ella rodando los ojos mientras volvían al salón.

"Entonces…Podríamos mudarnos a otro lugar si quieres." Comentó pensativo mientras guardaba las cosas en un armario de la cocina.

"Tú no quieres mudarte, Kudo. Esta es tu casa." Contestó sirviendo un par de tazas de té antes de dirigirse al salón y dejar las tazas sobre la mesita.

Shinichi resopló volviendo al salón para dejarse caer cansado sobre el sofá "Pensaba que este año también podría escaquearme." Suspiró recordando lo tranquilo que había sido su último fin de año.

"Pude que por eso mismo tu madre haya decidido celebrarlo aquí este año." Sonrió ella disfrutando de su disgusto. "¿Ya sabes que te vas a poner?" Preguntó antes de beber de su té.

"Un traje." Contestó sin más, era obvio que no lo había pensado, pero tampoco era algo que le preocupase el como se viese frente a los demás. Escogería entre uno de los trajes de su armario y bajaría al salón bien aseado y pulcro. Punto.

"Deberías relajarte un poco, es solo una fiesta de fin de año. Como mínimo, intenta disfrutarla." Comentó ella al ver que parecía demasiado molesto.

Shinichi relajó las cejas al escuchar sus palabras y bebió de su té al darse cuenta de que estaba siendo algo duro con la situación. Como decía ella, era una fiesta que todavía ni siquiera había empezado, así que se podía guardar las críticas para más tarde.

Volvía a estar algo estresado últimamente, y ella, empezó a entender de que esa montaña rusa de emociones, de estar unos meses bien y luego otros dos fatal, parecía ser algo normal para él. Pero también veía que intentaba controlarse frente a ella, se guardaba esas malas emociones e intentaba canalizarlo con el trabajo.

Se acabaron el té con calma y ella se levantó recogiendo las tazas para dirigirse a la cocina. "Prepararé la comida para que podamos comer tranquilos antes de que lleguen tus padres." Comentó dejando las tazas en el fregadero.

Shinichi asintió sin abandonar el sofá, sintiendo como la pereza crecía dentro de él a la vez que los ojos se le cerraban.

La voz aguda de su madre fue lo que le despertó un par de horas después y él no pudo evitar gruñir frente a la molestia que le causaba el tono agudo de su voz.

"¿Tenéis que hablar tan alto?" Preguntó rascándose la cara antes de reincorporarse con los párpados todavía pesados y el pelo algo despeinado.

"Shinichi, deberías estar preparándote." Le regañó su madre con las manos apoyadas en sus caderas. "No es momento para dormir ahora. Tu padre y yo ya tenemos trabajo para preparar todo esto." Explicó mientras uno de los cocineros que había contratado cruzaba el salón con dos de sus ayudantes y un montón de cacharos.

"Ya voy." Protestó dejándose caer de nuevo en el sofá a la vez que suspiraba.

"¿Quieres comer algo antes de subir a la habitación a prepararte?" Preguntó Shiho sentándose a su lado a la vez que dejaba un plato de comida delante de él.

"¿He dormido mucho?" Preguntó mirando el plato mientras bostezaba y se peinaba el cabello removido por la siesta.

"Casi dos horas."

"¿Y por qué no me has despertado antes?" Preguntó confuso.

"Parecías cansado." Contestó apartando la mirada a la vez que de levantaba. "Yo iré a cambiarme. Tú deberías comer algo y hacer lo mismo." Dijo antes de desaparecer del salón.

Shinichi estiró los brazos antes de agarrar sus palillos y empezar con la comida, que después de lo que acababa de descansar, le rugían las tipas. Apenas tardó cinco minutos en acabar de comer y se levantó del sofá al percatarse de que su madre lo estaba echando sutil mente con las preparaciones de la noche. Subió al primer piso con el paso perezoso y cuando entró a la habitación escuchó el grifo de la ducha encendido mientras se dirigía a su armario para observar todas sus mudas. Su armario era grande, pero su repertorio de ropa era de tonalidades muy parecidas y tenía poca variedad de cortes.

"El traje de color gris oscuro te queda muy bien." Comentó ella saliendo del baño con una toalla alrededor de su cuerpo, aguantando la toalla sobre su pecho a la vez que abría su armario para sacar su ropa. "Puedo cambiarme aquí si necesitas utilizar el cuarto de baño."

"Tranquila, utilizaré el cuarto de mis padres, el baño es algo más grande y de esa manera conseguiré molestar un poco más a mi madre." Sonrió agarrando el traje gris oscuro antes de dirigirse a la puerta. "Cuando acabes, ¿podrías escoger una de mis pajaritas?" Preguntó frenando antes de salir, apoyando una mano en el marco de la puerta. "Quiero que combine con el color de tu vestido."

"Claro." Contestó escondiendo su cara algo sonrojada detrás de la puerta del armario.

Shinichi fue él último en empezar a prepararse, pero acabó siendo el primero de los dos en bajar. La buscó entre la multitud que empezaba a haber, que aunque fuese algo pronto para él, eran más de los que esperaba. Recorrió la planta baja sin dar con ella y se peinó el pelo con los dedos antes de decidir ir a servirse una copa para esperarla cerca de la entrada del salón, saboreó el vino tinto y alzó la mirada para observar a los invitados. La mayoría eran conocidos de la familia, aún así, su madre no había respetado su norma de que no invitase a más de veinte personas, pero no servía de nada buscarla ahora para echarle la bronca, respiró hondo y volvió a beber.

Fue extraño, pero de entre todas las mujeres que había en la sala, reconoció el ruido de sus tacones antes de que siquiera pudiese verla en escena, apartó los labios de su copa y alzó la mirada para verla aparecer. El rojo era un color navideño, cálido y completamente acertado para ella. Observó que fruncía el ceño mientras lo buscaba ente la multitud con la mirada y sonrió brevemente al ver como su ceño se relajaba al verle. Le gustaban sus andares, y el rojo, le quedaba tan bien en la ropa como en los labios.

"Pensaba que nos encontraríamos en nuestra habitación." Comentó ella provocando que él alzase una ceja confundido a la vez que se ruborizaba. "Lo decía por la pajarita. Pervertido." Especificó enseñándole la pajarita de sus manos antes de acomodarla bajo el cuello de su camisa.

Él percibió su perfume con su cercanía y se quedó observándola mientras sus manos seguían peleándose en su cuello. Sus labios se veían más llamativos, pero el resto de su maquillaje era bastante ligero.

"Ya está." Sonrió a la vez que alejaba sus manos de él para observarle de arriba a bajo. "Te queda bien, se te ve atractivo."

Él le devolvió la sonrisa y acercó una mano a su cara para apartarle un mechón de los ojos. Llevaban un año y algo juntos y todavía no podía decir con exactitud de que tonalidad era el verde de sus ojos, era difícil cuando cambiaba con esa facilidad a cada emoción. Esa noche se veían más claros, cálidos.

"¿No vas a decirme nada?" Preguntó ella después de su silencio. "¿Me sirves una copa al menos?"

Shinichi dejó de pensar en el color de sus ojos y se giró para coger una copa nueva y rellenarla antes de entregársela.

Yukiko no tardó en reunir a todos los invitados al jardín, donde se había encargado de preparar una gran carpa cubierta con una mesa larga para la cena. Había estufas que simulaban las llamas y centros de mesa llenos de flores blancas.

"Ha quedado bonito para haberlo preparado en una tarde, ¿no creéis?" Preguntó Yukiko acercándose a ellos.

"Está muy bonito, Yukiko." La alagó ella con sinceridad.

"El jardín se ve completamente diferente." Comentó él al percatarse de que color verde que tan acostumbrado estaban sus ojos, había ido remplazado por el blanco de las rosas. Casi parecía que había nevado.

"Me siento muy llamativa rodeada de tanto blanco." Dijo la pelirroja mordiéndose el labio a la vez que bajaba ligeramente la mirada para mirar su vestido rojo.

"la gente solo te mira por qué te queda demasiado bien." La alagó intentando apartar esa inseguridad repentina.

Yukiko sonrió ante el comentario de su hijo y le cogió el teléfono de su mano antes de apartarlo junto a la pelirroja. "Mirar aquí que os hago una foto." Comentó a la vez que los dos fruncían el ceño con fuerza en desacuerdo. "Venga va, que es solo para el recuerdo." Dijo intentando volver a relajar sus caras.

Shinichi suspiró sin saber bien si debía ceder y ella calló sus dudas al pasar una mano tras su cintura para incitarle a acercarse a ella. Bajó ligeramente la mirada para mirarla a la vez que le acariciaba la espalda baja hasta parar en su cintura.

"Estáis guapísimos." Sonrió Yukiko antes de devolverle el teléfono y ser interrumpida por otro invitado.

Ellos dos se quedaron ahí parados mientras Yukiko iba indicando a la gente que se sentara, todavía entre ese abrazo algo acaramelado para gusto de ambos.

"¿Debería besarte?" Preguntó Shinichi observando como alguno de los presentes los miraba de reojo.

"Creo que tenemos varios espectadores." Comentó ella cortando el abrazo para dirigirse a la mesa, dejándolo justo detrás con el ceño fruncido y cierta confusión en el rostro.

Los espectadores siempre habían sido el motivo de sus gestos románticos, pero esa noche no parecían ser motivo suficiente para ella.

La cena transcurrió a la perfección, tal y como lo había planeado Yukiko. Algo americanizado para su gusto, pero más entretenido que las fiestas comunes. La gente empezó a emborracharse nada más acabar la cena, otros decidieron bailar un rato en un rincón de la pista, y Shinichi y Shiho, decidieron alejarse algo de la multitud para poder pasar un rato más tranquilo.

"Tu madre se ve feliz." Sonrió Shiho mientras la observaba de lejos.

Shinichi se giró para mirar a su madre y asintió con una pequeña sonrisa en la cara. Sí que se veía feliz, pero se veía feliz porque las cosas habían vuelto a estar bien. Se veía feliz por el mismo echo de que ellos dos se encontraban ahí, juntos, silenciando todos los problemas que habían causado las malas decisiones de sus padres.

"¿Quieres otra copa?" Preguntó Shinichi al ver sus copas vacías.

"No debería, ya siento que tengo las mejillas rojas." Contestó negando con una pequeña sonrisa.

Él acercó su mano a su mejilla para notar el calor bajo su palma "Entonces, ¿Deberíamos hablar sobre nuestros propósitos de año nuevo? Apenas quedan diez minutos para que acabe el año."

"¿Quieres hablar de propósitos que no vas a cumplir?" Bromeó ella rodando los ojos. "Una conversación demasiado tópica y falsa, ¿no crees?"

"Tienes razón." Sonrió sintiendo su risa bajo su palma.

"Yo me conformo con que este año las cosas no vayan a peor." Comentó ella aguantándose un suspiro.

"¿Por qué dices eso? Este año también ha habido cosas buenas." Defendió él.

Shiho le miró mientras pensaba. Kudo tenía razón, su relación había mejorado, el trabajo había mejorado y las críticas y los problemas habían prácticamente desaparecido. Pero todo lo bueno que había sucedido, era a raíz de una misma mentira y eso no la hacía sentir precisamente bien. Cuando aceptó, pensaba que no habría mucha diferencia a su vida estricta en la organización, y que con un poco de indiferencia y unas buenas dotes de actriz, sería un trabajo fácil. Pero emocionalmente, era una tortura que no imaginaba, no era parecido a su vida pasada y eso no lo hacía tampoco más fácil. Estaba acostumbrada a poner su máscara de indiferencia y frialdad frente al mundo y a trabajar duro, pero había días que era complicado esconder la ansiedad que la comía por dentro.

"Tú eres algo bueno que recordar de este año." Continuó hablando Shinichi.

"¿Te estás escuchando? Creo que has bebido demasiado esta noche." Contestó ella rodando los ojos a la vez que cruzaba los brazos.

"Lo digo de verdad, Shiho. Este año, voy a intentar hacerlo mejor."

"te refieres a ¿mentir mejor?" Preguntó ella antes de que él apoyase su frente en la suya.

"Pude que hasta logre confundirte, no me subestimes." Contestó sabiendo que era una broma bastante triste, pero ambos acabaron riendo.

Los fuegos artificiales que empezaron a iluminar el cielo les indicó que el año nuevo acaba de dar su entrada y los gritos de la gente se escuchaban desde donde estaban.

"Feliz año nuevo, Shinichi." Dijo ella antes de darle un beso a la mejilla.