*Chawanmushi: huevo al vapor con verduras y mariscos (parece un pudín, pero salado).

* Saba: es un pescado algo salado, "caballa del pacífico".

*Chahan: Arroz frito con verduras y alguna proteína. En México le dicen yakimeshi aunque no he escuchado a nadie en Japón llamarlo así.

*Keitora: (Keitruck, Keijidousha, etc), los "kei" son vehículos de motor ligero (hasta 660 cc y 64 caballos de fuerza). En especial los Keitora se ven muy curiosos, parecen camionetas de carga miniatura de juguete.


Cuando llegaron a la casa de la tía, solo estaban Ah-Un, Kagome había salido con Jaken al hospital a que le quitaran el yeso. Así que rápidamente fueron al supermercado y regresaron a casa para preparar la cena.

—Rin, ve a descansar, Inuyasha y yo haremos la cena —anunció Sesshoumaru frente a un muy sorprendido Inuyasha.

—Ay qué pena con ustedes… pero la verdad es que quiero bañarme, ¡pero saliendo les ayudo! —contestó Rin con una sonrisa y salió de la cocina.

—¿Ya dime qué planeas? —Inuyasha se cruzó de brazos y lo miró acusatoriamente.

—Vamos a hacer chawanmushi* —dijo Sesshoumaru entregándole a Inuyasha una bandeja de camarones para que los pelara.

—Me refiero al rumbo de la investigación. Oye, pero chawanmushi es muy poquito… ¿qué más vamos a comer?

—Voy a llevar a Rin a Okinawa. También hay saba* en el refrigerador.

—¿Con qué pretexto? Saba y chawanmushi, ¿no crees que todo es muy salado?

—Hablar con los militares estadounidenses. A Rin le gusta la comida del mar.

—Pero si hay muchas bases militares más cercanas, no creo que la policía se crea ese cuento… y ya no hables de comida porque me estoy confundiendo.

—Tú empezaste. Y no me importa lo que opine la policía.

—Te estás confiando porque eres el favorito, pero puedes decepcionarlos.

—Será su problema, nadie los obligó a depositar sus expectativas en mí.

—¿Pero por qué quieres ir a Okinawa? Tú… ¿¡te vas a casar con Rin a escondidas!?

—¡Cállate Inuyasha! Por supuesto que no, solo quiero que sea feliz, aunque sea por un tiempo.

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Kagome e Inuyasha se quedaron una semana más y después regresaron a Osaka. Mientras tanto Jaken hizo todo el papeleo para poder sacar a Ah-Un en barco desde el puerto de Kagoshima al puerto de Naha. El permiso les iba a tardar en llegar más de un mes, también tenían que comprar cajas transportadoras enormes para perro labrador. Planearían bien su viaje a Kagoshima, esta vez teniendo mucho cuidado de no pasar por Nagasaki o cualquier otra iglesia en el camino.

El 1 de abril Rin y Sesshoumaru habían ido al supermercado a pie porque Rin quería caminar bajo los árboles de cerezos.

—Como eres mi mejor amigo, te voy a decir un secreto.

El sol de las 3 de la tarde pegaba en un ángulo perfecto que hacía resplandecer los pétalos rosados y también los ojos de Rin. Se habían detenido en un puente frente a un río cerca de la casa para ver la hilera interminable de sakuras en la ladera.

Sesshoumaru no contestó, se limitó a observarla de reojo para que su obsesión por ella no fuera más evidente y llegar a incomodarla.

—Hoy cumplo 23 años —Rin sonrió viendo al horizonte.

—¿Por qué no lo dijiste antes? Pudimos comprar un pastel.

—Nah, me conformo con el chahan* de camarón que comeremos hoy. ¿Y cuándo es tu cumpleaños?

—El 6 de diciembre. —Sacó su celular y la velocidad de la luz le envió un mensaje a Jaken. Le ordenó que consiguiera un pequeño pastel, aunque fuera de esos individuales del konbini, antes de que anocheciera.

—¡Qué! ¿Pero eso fue hace mucho, por qué no dijiste nada? ¿No somos mejores amigos? Los mejores amigos se cuentan sus secretos —Rin infló las mejillas haciendo un puchero. Y continuaron su camino a casa.

—Se me olvidó.

—No puede ser, no te festejamos nada ¿y cuántos años cumpliste?

—27.

—¿Y cuál es tu color favorito?

—Azul y morado.


A finales de abril por fin recibieron el permiso para viajar con perros a Okinawa, los viajes estaban limitados a personas especiales, como residentes de la isla y políticos, pero al ser Sesshoumaru y el señor Jaken policías, no tuvieron problemas en conseguir un permiso también.

Sin embargo, había otros problemas. El ferry a Okinawa duraba un día y 3 horas, estaba prohibido subir armas y se checaba a los que abordaban rigurosamente, dado que ya habían tenido incidentes con gente que llevaba sus propias armas caseras. Solo los policías podían acceder con sus revolver.

—Pero ¿qué vamos a hacer si nos atacan en Kagoshima? No es como aquí que tenemos la casa blindada —preguntó Rin sintiéndose indefensa, ya se había acostumbrado muchísimo a tener su ballesta al lado de su cama.

—Yo digo que llevemos una ballesta y un cuchillo, y dejamos todo en el carro, nos vamos sin armas a Okinawa y ya dependiendo de cómo veamos la situación, fabricamos más armas allá —contestó el señor Jaken.

—¿Fabricamos? Si soy yo la que las fabrica y me tardo más de una semana… y no puedo llevar mis gubias…

Al final de cuentas, dejaron la mayoría de las armas en casa junto con una nota en caso que la tía regresara al país, aunque Rin lo dudaba, su mamá no le había avisado sobre ninguna noticia de su tía, así que bien podría estar muerta o perdida en algún lugar de Corea.

En cuanto salió el sol, partieron todos rumbo al puerto de Kagoshima el 9 de mayo, 4 horas y media después, llegaron. Dejaron a Ah-Un en el área de equipaje, luego el carro en el estacionamiento del puerto, lo cual iba a salir muy caro, dependiendo de los días que pensaban permanecer en Okinawa, información desconocida para Rin.

Antes de que partiera el ferry caminaron por el área de comida en busca del famoso platillo de cerdo negro de Kagoshima. Una vez con la panza llena se subieron al bote. El ferry, que antes partía a las 6pm, ahora partía a las 5pm por seguridad; estarían todo un día sobre el mar.

Rin estaba emocionada, pero también se sentía muy triste de que Ah-Un viajaran con el equipaje, los perros debían permanecer ahí toda la noche y solo en el día tenían permiso de sacarlos a caminar por el barco, lejos de otras personas. El barco iba casi vacío, de 600 personas que puede albergar, iban a bordo solo 23, más 2 perros.

A cada uno le tocó una pequeña habitación y aunque debería estar a gradecida de poder tener privacidad después de tanto tiempo, la verdad es que ya se había acostumbrado a dormir con sus amigos, extrañaba el cálido cuerpo de su mejor amigo abrazándola durante la noche y protegiéndola de todo mal.

Después de dar vueltas y vueltas sobre el pequeño colchón, se dio por vencida. No sabía si era la soledad o el vaivén de las olas lo que no la dejaba dormir, pero ya hasta le dolía la cabeza. Así que sigilosamente salió de su habitación. Se quedó parada unos segundos frente a la puerta donde su mejor amigo dormía, ya eran las 11 de la noche, a lo mejor ya estaba dormido y ella aquí con su actitud infantil molestándolo.

Justo cuando iba a dar media vuelta, la puerta se abrió. Los ojos de Sesshoumaru se mostraron sorprendidos por una milésima de segundo, recobrando su típica mirada serena de inmediato.

—¿Sucede algo, Rin?

—Yo este... es que... ¿A dónde ibas?

—No puedo dormir por las olas, iba a ir por té verde a las maquinitas.

—¡Oh, te acompaño!

Compraron cada uno sus botellitas de té verde caliente y se quedaron en silencio un momento frente a la máquina.

—¿Quieres beberlo en mi habitación? —Sesshoumaru preguntó sin apartar su vista de las bebidas.

—¡Sí!

Se sentaron en la pequeña cama y al principio nadie dijo nada, solo bebieron té en silencio. Rin se sentía muy nerviosa, pero no tenía sentido, ya habían dormido juntos demasiadas veces, ¿o era porque no había un tercero en la habitación? —Y… ¿por qué quieres hablar con un militar estadounidense? —Rin inició la conversación

—Quiero saber si ellos han descubierto algo que nosotros no.

—Pero si fuera así ya lo hubieran publicado en internet, ¿no lo crees?

—Los militares suelen manejar información confidencial, al igual que la policía.

—O ya veo… —otro silencio incómodo los embargó —Bueno, creo que ya te quité mucho tiempo, debes estar cansado —Rin se levantó de la cama apenada por haber ido a hacer el ridículo y solo incomodar a Sesshoumaru. Él tomó su muñeca repentinamente y sin decir nada la jaló hacia su cama.

La botellita de té verde rodó por el piso. La luz del buró se apagó. Él los cubrió con la colcha y la abrazó muy fuerte contra su pecho.

Rin podía escuchar el corazón de Sesshoumaru a toda vela a través de la ropa, casi iba a la par que el suyo, sabía que él estaba igual de sorprendido que ella, sin embargo, nadie dijo nada; no había pretextos suficientes para justificar sus acciones, ni las de ella. Era absurdo explicar lo evidente.

Despertó con el policía atrás de ella de cucharita. según el reloj del buró, eran las 7am. Él parecía seguir dormido, así que se zafó del abrazo y salió sigilosamente rogándole al cielo que el señor Jaken no hubiera despertado aún.

Por suerte no se encontró a nadie camino a su cuarto, agarró su ropa y se dirigió a los baños para mujeres.

Cuando salió se topó a más gente en la salita de los baños y el señor Jaken apenas iba a entrar con Sesshoumaru al área de hombres. Así que quedaron de verse a las 8:30 en el comedor.

Desayunaron, pasearon a Ah-Un, comieron, más paseos con Ah-Un. Algunas personas se bajaron en islas pequeñas previas a Naha, hasta que dieron las 5 pm y tuvieron que encerrar a Ah-Un de nuevo en las jaulas. Faltaban 3 horas para llegar y cuando lo hicieran sería ya de noche.

El señor Jaken se veía nervioso —Rin, ¿y si en estas 3 horas configuras mi bastón para ser un arma?

—No tengo las herramientas señor Jaken, pero usted será el único que pueda defendernos a palazos.

—De algo sirvió que te rompieras la pierna —el mordaz comentario de Sesshoumaru le provocó un ataque de risa a Rin.

—¡Joven Sesshoumaru! ¡Qué cruel! —Se quejó el señor Jaken.

Llegaron al puerto de Naha, Rin y Jaken se quedaron ahí con Ah-Un a esperar a que Sesshoumaru regresara con un keitora* de doble cabina rentado, para así poder viajar con las jaulas de Ah-Un.

Una vez que todos estaban arriba del micro vehículo, Jaken hizo la pregunta mágica.

—¿Y dónde vamos a dormir?

—En un akiya —respondió Sesshoumaru a secas.

—Lo bueno es que en Okinawa ya no hace tanto frío —concluyó Rin alegremente.