Disclaimer: BNHA y sus personajes, no me pertenecen.

Summary: Las noches en "Dollhouse" siempre eran movidas; la gente iba y venía y las historias que las damas de compañía escuchaban, no siempre eran felices. Uraraka Ochako trabajaba allí bajo el seudónimo de Angel face y de entre todos los desdichados que pagaban por unas horas con ella, nunca esperó hallar al padre de su amiga aguardando por su compañía.

Aclaratoria: Ésta es una obra propia y todos los derechos son reservados.

Advertencias: Lemon/Sexo explícito. Suicidio.


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Capítulo 20

Buscándote

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Cuando Ochako tenía diecinueve años, conoció a un chico de unos veinte, cuando aún vivía en Kyoto. Ojiro Mashirao, un chico amable con quien tuvo un pequeño romance, se podría decir que él fue su primera experiencia sexual consensuada, aunque los dos eran completamente torpes e inexpertos en la materia. Ochako sólo podía recordar que sus contados encuentros eran todo menos lo que se imaginaba que era el sexo, según las expectativas que películas norteamericanas mencionaban ni sus traumáticos recuerdos de adolescencia, no había gritos ni exclamaciones exageradas como pensó que sería la intimidad sexual de una pareja que, técnicamente, compartían sentimientos por el otro.

Luego de Ojiro, Ochako no volvió a interesarse ni en chicos, ni en citas ni mucho menos en sexo; su prioridad era ir a la capital a buscar triunfar como su padre siempre decía que lo haría.

Con los trabajos, el cansancio, la universidad, todo lo que menos le preocupaba era tener pareja o algún desliz carnal porque ella tenía en claro que su objetivo principal en Tokyo era sobrevivir.

Sin embargo, cuando Bakugo Katsuki estuvo tan cerca suyo, instándole a recordar sus vergonzosas acciones de ebriedad, Ochako sentía un pálpito extraño en su vientre que subía su temperatura corporal.

El modo en el que los ojos de Katsuki la miraban, como si quisiera desnudarla y apreciar cada centímetro de piel, causaba qué su respiración se acelerara.

Y mientras probaba de los labios del Presidente del Grupo Bakugo, Ochako sentía lo que era humedecerse.

El beso que inició de pie en mitad de su sala, lo fueron subiendo de nivel cuando sus pasos acabaron sobre el sofá, Katsuki sentado en el mueble mientras Ochako se acomodó mejor sobre sus piernas, a horcajadas de sus caderas, pudiendo abrazar mejor el cuerpo del hombre que, a cada beso, la hacía suspirar. Ella no recordaba haber sido besada de ese modo, con tanta hambre, con tanta necesidad, mientras sus latidos iban acelerándose. Las grandes manos de Katsuki acabaron en su cintura y ella posó las suyas en sus hombros, sin embargo, el calor fue abrazándolos, envolviéndolos, así que sólo fue cuestión de tiempo para que ella tomara las manos del hombre con las propias y las fuera bajando un poco más. Katsuki sonrió al sentir lo que Ochako le pedía, y él no pretendió ocultar las ganas de obedecerla.

A medida que el tacto de Katsuki bajaba por las caderas de Ochako, sintiendo entre sus dedos la carne de sus nalgas, su erección despertó y Ochako la pudo sentir de primera mano, así que para torturarlo un poco, comenzó a friccionar el bulto entre las piernas del hombre contra su propia carne; sentir cómo la humedad dentro de ella aumentaba, la invitaba a aumentar sus movimientos mientras escuchaba a Katsuki agitarse debajo suyo.

―Ochako... Vas a matarme a este ritmo ―susurró Katsuki contra sus labios.

Ella se separó un poco de él para verlo a los ojos, observar cuán excitado estaba debido a ella. Sonrió y volvió a besarlo profundo mientras sus dedos bajaron al botón de sus pantalones, ella no perdió el tiempo y Katsuki sólo podía rogar que no se detuviera.

Cuando Ochako se deshizo de sus pantalones de mezclilla, se quedó sólo con su ropa interior bastante húmeda y su camiseta, la imagen en sí provocó que la entrepierna de Katsuki se pusiese más dura y ella podía relamerse los labios al ver cuán apretado se veía los pantalones del hombre delante suyo. Katsuki la atrajo hacia él y volvió a besarla con tanto deseo, mientras ella bajó su mano hasta acariciar la erección qué le provocaba. Se sentía extrañamente emocionada de ser la que causaba esa reacción en el cuerpo del hombre.

Cuando las manos de Katsuki fueron a su playera, Ochako sintió la tibieza de sus manos tocando uno de sus pechos por encima de su brasier, sus peones estaban duros al tener el tacto del hombre sobre ellos y lo siguiente qué quiso hacer Katsuki, fue retirar la prenda de su cuerpo para desvestirla casi por completo. Ochako iba a permitirle que continuara, quería que la desnudara, que la viera por completo pero entonces, la idea de que pudiese reconocer sus cicatrices, las mismas que él ya conocía en Angelface, la detuvo.

Su movimiento abrupto al detener el avance de su mano sobre su cuerpo, sorprendió a Katsuki. Ella se sentía avergonzada pero él comprendió qué quizá, había cosas con las que ella se sentía cómoda y cosas que no.

―Quiero mantener la playera... Si no le molesta ―susurró Ochako con pena. Él sonrió y asintió.

―Por supuesto ―dijo él enseguida―, quiero que te sientas cómoda.

Ochako iba a regresar a su posición anterior, sobre el regazo del hombre pero él la detuvo, se puso de pie, volvió a besarla con intensidad pero la dirigió al sillón para hacerla sentarse en el sofá.

―Relájate ―dijo él con una sonrisa confiada. Ella asintió y vio al hombre ponerse de rodillas ante ella, él se acomodó mejor entre sus piernas y Ochako levantó sus pies sobre el sofá, permitiéndole una mejor vista de su ropa interior. Él acercó su rostro entre las piernas de la joven, aspirando el aroma que su húmeda intimidad desprendía; por un momento, Ochako sintió vergüenza de que el hombre viera tanto de ella y tuvo el ademán de cerrar las piernas pero las manos de Katsuki, posándose en cada rodilla para darle apertura, la detuvo.

―Katsuki-san...

―Ochako, déjame saborearte ―dijo él en un susurro que ella respondió con un asentimiento apenado de su rostro hecho un tomate.

Katsuki bajó los labios hacia la vulba revestida con su ropa interior y dirigiendo su boca sobre esta, mordió ligeramente la carne de sus labios superiores.

Ochako pegó un respingo al momento de exhalar un gemido agudo, mientras su rostro aumentaba en rojo. Era la primera vez que sentía algo así. La vergüenza comenzó a emerger.

―¡Katsuki-san!

―Relájate ―instó el hombre y apartó a un lado la tela que lo separaba de la intimidad de Ochako y dio una lamida suave desde la zona inferior de los labios superiores hasta llegar a su clítoris. Ochako soltó un suspiro, echando la cabeza hacia atrás y eso fue suficiente para que Katsuki comenzara a estimularla, paseando su lengua por todos sus pliegues, dando énfasis en su punto principal. Los gemidos de Ochako fueron subiendo de nivel y sus uñas capturaron la tela de su sofá a medida que cada oleada de placer se mecía dentro suyo.

Con sus experimentados dedos y sin dejar de degustar el sabor de su clítoris, Katsuki introdujo suavemente un dedo a su cavidad, escuchando cómo la voz de Ochako iba tornándose más y más aguda, dando movimientos certeros qué la hacían sudar y retorcerse del placer.

―Ah... Katsuki-San... No puedo... Ah

Él no se detuvo, siguió moviéndose como sabía que podría gustarle mientras más húmeda se tornaba su interior. Introdujo otro dedo y mordió ligeramente su clítoris, Ochako se retorció aún más, llevando una de sus manos a la cabellera rubia del hombre. Ella buscó su mirada y la forma en la que los ojos rojos de Katsuki transmitían tanto poder, tanto dominio sobre ella, la hizo exhalar otro gemido.

Cuando la voz de Ochako llegó a escucharse más agudo, Katsuki se detuvo para sorpresa de la joven. Ella lo miró con curiosidad, sin entender por qué se detuvo.

―Quiero que te corras encima mío ―dijo él y atrayéndola, la besó con tanta pasión que Ochako trastabilló contra él, pudiendo sentir entre sus labios, el sabor de su propia esencia.

―Hagámoslo en mi cama ―Dijo ella con la voz aterciopelada, y jalando de su mano, lo llevó a su habitación. Él no perdió tiempo y la cargó en brazos como si fuese una novia yendo a su lecho de amor, ella rió y volvió a besarlo.

Acostada en su cama, recibió a Katsuki frente a ella, quien fue desabotonando su propia camisa y deshaciéndose de su corbata, dejó al descubierto su torso desnudo. Ochako paseó su mano por su pecho y sonrió al sentir en su mano, la erección del hombre.

Él quería ir junto a ella, acostado a su lado, pero Ochako tenía una mejor idea en mente. Cuando el hombre se recostó en su pequeña cama de plaza y media, Ochako fue directo al cinturón qué custodiaba sus pantalones, él la ayudó entonces en desabrochar todo cuánto pudiese al notar las intenciones de la más joven. Él no se consideraba un hombre lascivo, pero debía admitir que había fantaseado tanto tiempo con que Angelface pusiera sus carnosos labios en su entrepierna despierta.

Ese día, al parecer, su fantasía se cumpliría.

Cuando Ochako desnudó por completo su virilidad, su erección estaba al punto máximo, un poco más y él no podría contenerse con hacerla suya pero seguía en sus cabales, no era un maldito animal. Él sabía que si ella le pedía que se detuviera, él lo haría, carajo que lo haría.

Los ojos castaños de Ochako apreciaron el miembro erecto del Presidente del Grupo con el pensamiento de que lo vivido con su noviecito de veinte años no se comparaba ni por mucho a lo que tenía ante ella.

―Podemos detenernos, Ochako ―habló Katsuki y los grandes ojos de la joven fueron a los suyos. Ella negó enseguida―. No es presión, no tenemos que...

―Pero quiero hacerlo... ―dijo ella en un hilo de voz que él respondió con una pequeña sonrisa―. Quiero... Lo quiero a usted.

Ochako tomó su cabello de un lado para que no le incomodara a la hora de bajar hasta la altura de la virilidad de Katsuki, introduciendo poco a poco entre sus labios su carne encendida. Katsuki llevó para atrás la cabeza, sintiendo a la perfección cómo la boca húmeda de la joven envolvía su pene. Ella fue subiendo y bajando por su tronco, con cierta torpeza, él podía sentir sus dientes y se contuvo de decirle que se detuviera, no sabía qué experiencia tenía la joven y no quería que parara.

―Ochako...

―¿Lo lastimé? ―Ochako se enderezó al momento de escuchar su nombre con el rostro lleno de vergüenza.

―Relájate ―volvió a decir el hombre―, lo haces bien, sólo no te presiones.

―Pero...

―Ochako, el sexo debe ser placentero ―dijo el hombre acercándose a ella con cuidado―, no es un examen. Quiero que disfrutes.

―Lo hago, de verdad, es la primera vez que me siento... Que se siente tan bien ―dijo ella con pena―, pero quería que usted también se sienta así.

―Carajo, Ochako ―dijo él con una sonrisa, acariciando su rostro―, ¿te has mirado en el espejo? Eres todo lo que necesito para estar bien.

Las mejillas de la joven se encendieron y una sonrisa tonta se formó en su rostro. Él la atrajo hacia él y acostándose nuevamente en la cama, la hizo sentarse sobre su regazo. Ochako sabía lo que venía a continuación, ya no había marcha atrás y ella tampoco pretendía retroceder. Había deseado al hombre desde hace un tiempo y finalmente, pudo sentir lo que es tener a un hombre dándole placer real, consensuado y delicioso.

Cuando Ochako se sentó sobre la erección del hombre y su cuerpo se adaptó tan perfectamente a él, una corriente eléctrica cruzó su espina dorsal y la hizo esbozar un gemido que no recordaba tener atorado en su voz. El pene de Katsuki se sentía tan duro, tan caliente que, de sólo tenerlo dentro suyo, ella sentía que colapsaría. Las manos del hombre fueron a sus caderas, fue entonces que ella se centró en su rostro, observándola con fascinación, como si ella fuese una escultura magnífica y él, su único espectador. Verse en los ojos de Katsuki era nuevo, ver cómo los rubíes ajenos brillaban por ella se sentía tan bien, como si no necesitara de ningún reflector porque la única atención que necesitaba estaba puesta en los ojos del hombre.

―Muévete suavemente ―dijo entonces el hombre. Ella asintió y comenzó a mecerse sobre él, sintiendo cómo la punta de su pene golpeaba una parte tan íntima que la hacía sonreír del gusto.

Y allí, en ese intercambio de embestidas, de sudor, de gemidos, de miradas, Katsuki y Ochako se hicieron el amor mutuamente, él le enseñó cosas que ella desconocía hasta de su propio cuerpo y ella le recordó lo que se siente hacer el amor con tanta pasión, como si volviera a tener veinte años.

Katsuki pudo notar que Ochako estaba llegando al clímax y para potenciarla, introdujo dos dedos contra su vulva, hallando su clítoris completamente hinchado del placer, así que no dudó en frotarlo un poco más, con cuidado de no lastimarla. El grito de Ochako lo hizo sonreír, podía ver cómo su espalda se erigió y ella llevó hasta una nota tan aguda su orgasmo. De sólo verla llegar de ese modo, Katsuki se daba por satisfecho.

Ochako acabó sucumbiendo sobre su pecho desnudo y él la recibió con los brazos abiertos mientras sus pieles se pegoteaban por el sudor.

―Katsuki-san... ―Susurró Ochako con orgasmo aún sacudiendo su cuerpo, haciéndola hablar entrecortadamente―, dios... No puedo...

―¿Cómo te sientes? ―Preguntó él y ella besó su pecho y volvió a mirarlo.

―No tengo palabras... ―Dijo ella con una sonrisa suelta que lo hizo sonreír―. Pero usted... ¿Usted aún no ha terminado?

―Quería que llegues primero ―dijo él y lo siguiente fue volcarla al costado para cambiar de posición, elevando las piernas de la joven contra sus hombros. Ella lo miró con sorpresa.

Katsuki comenzó a embestirla con fuerza provocando que la joven siguiera vociferando del placer que cada estocada le causaba, él no dejó de estimular su clítoris y ella parecía que en cualquier momento volvería a correrse. Ochako dirigió sus manos al rostro del hombre y él besó su palma abierta, compartiendo una mirada de placer en ambos.

Cuando el orgasmo llegó a Katsuki estuvo tentado a salirse del interior de la joven, pero ella aprisionó sus caderas con ambas piernas, permitiéndole acabar en su interior. Katsuki exclamó un gemido final cuando su semen terminó escapándose hasta llenar por completo el interior de Ochako. Las fuerzas se despidieron de él y terminó con el rostro hundido en el cuello de la joven, quien no dudó en abrazarlo e embriagarse con su aroma. Ambos cerraron los ojos y se abandonaron en el otro, mientras sus respiraciones, sus latidos regresaban a su ritmo normal.

Cuando la libido había descendido y el deseo carnal volvió a los confines de su interior, la pareja que hasta hace un minuto yacían exclamando de placer, se encontraron mutuamente ya sin la parcialidad del deseo. Él regresó a ser el Presidente del Grupo Bakugo que la doblaba en edad y ella regresó a ser la amiga de su hija. Katsuki observó el cuerpo rendido de Ochako y acomodó su cabello tras su oreja, permitiéndose un mejor panorama de su rostro; por su parte, Ochako seguía sonrojada pero ya no por su explosivo orgasmo, sino porque las etiquetas regresaron a su mente.

―Esto... ―Inició Ochako con duda―, estuvo mal, ¿no es así?

Katsuki dejó escapar un suspiro y se alejó un poco de la joven con la pesadez de sus palabras porque tenía razón. Lo que hicieron estuvo mal.

―Quizá ―dijo él y entonces, regresó su atención a la más joven quien traía un rostro preocupado. Él no quería ser el causante de eso, así que se acercó a ella y la besó. Ochako se sorprendió por el beso pero no tardó en corresponder―, pero no me importa.

―Katsuki-san... ―Ella acercó su frente a la del hombre y sonrió―. Temo que las cosas se compliquen a partir de ahora.

―Lo harán ―dijo él sin esperar―, pero no tenemos que apresurarnos. Podemos... Podemos tomarlo con calma.

―Yo no planeé...

―Lo sé ―dijo él enseguida―, yo tampoco esperaba que esto sucediera.

Ochako sonrió dulcemente.

―Pero sucedió.

―Y no me arrepiento ―Respondió él―. Fue el mejor orgasmo en mucho tiempo.

Ella se echó a reír y ocultó su rostro en el hombro del Presidente. Él sonrió al verla tan avergonzada.

―¡Dios, debo comprar la pastilla de emergencia! ―Soltó entonces Ochako con pena, para ella todo aún le generaba vergüenza, mientras que para Katsuki era una conversación casual.

―Yo te la compraré ―dijo él poniéndose de pie―. Sólo para aclarar, me he sometido a la vasectomía hace más de diez años, pero te la compraré para que estés más tranquila.

―Usted... ¿Ya no puede tener hijos?

―Ya no quiero tener hijos, es distinto pero sí ―corrigió él. La miró con urgencia―. ¿Eso representa un problema para ti, Ochako?

La joven negó de pronto, aunque para Katsuki no fue suficiente. Él la doblaba en edad, el camino recorrido por él era muy diferente a lo que Ochako tenía por recorrer y sería injusto para ella. Ochako pudo notar cómo Katsuki la miraba, con cierta inquietud que ella no logró comprender en ese momento.

―Eres joven, quizá más adelante tú quieras...

―¡No, no! No me malinterprete, era solo una pregunta ―Soltó enseguida la mujer, saltando fuera de la cama―. No me interesa tener hijos así que estoy tranquila al saber que podemos hacerlo sin tanto temor.

Katsuki sonrió, dirigió su mano hasta tomar la de la más joven y la atrajo hacia él. Besó sus labios dulcemente mientras Ochako volvía a abrazar su cuello. Se separó lo suficiente para mirarla un momento, sosteniendo entre sus dedos el rostro de la joven mujer.

―¿Eso significa que no será la última vez que podré tenerte para mí? ―dijo él acercando su frente a la de ella.

―Eso depende qué tan apretada tenga su agenda, Señor Presidente ―Respondió con diversión y al momento de decirlo, Katsuki recordó que efectivamente, él tenía una apretada agenda.

―¡Mierda! Tengo una reunión ahora ―dijo y comenzó a buscar su ropa―. Carajo, olvidé la hora.

―Lo lamento, Katsuki-san ―dijo Ochako pasándole sus prendas para ayudar a vestirlo―. Mejor vaya y regresaré a casa por mi cuenta.

―No, te mandaré un chófer a qué te busque. No quiero que regreses sola ―dijo al mirarla―. Aún no es seguro para ti.

―No tiene que...

―Eres mi responsabilidad ahora, Ochako ―la interrumpió, la joven se sorprendió al escucharlo decir esas cosas―. No te sucederá nada mientras yo te proteja, así que haz lo que digo. Por favor.

Ochako asintió y él acarició su mejilla.

―Buena chica. ―Katsuki besó sus labios con dulzura―. Te veo en la casa. Hoy Mahoro no regresará a casa, al parecer tiene planes con su novio, así que quiero pasar la noche contigo.

―Eso suena bien ―Respondió ella con una gran sonrisa―. Nos vemos en la noche, Katsuki-san.

Él asintió y se marchó de su departamento casi corriendo, llamando al chófer para que lo vea frente al complejo de edificios. Ochako lo vio marcharse y una vez su figura desapareció ante sus ojos, ella cerró la puerta y se dejó caer al suelo con una sonrisa imposible de borrar, echó a reír como una niña y ocultó su rostro entre sus manos. Era la primera vez que el sexo se sintió tan mágico como decían que debía sentirse, y el orgasmo tan descontrolado como se suponía debía de ser.

Y todo gracias a Bakugo Katsuki.

La sola idea de haber tenido intimidad con el hombre de sus fantasías la hacía sonreír como una tonta enamorada. Ni siquiera sabía qué esperar de lo que acababa de suceder, sólo sabía que estaba feliz de haberlo hecho.

Había tantos "peros" en la relación con Katsuki pero prefería ignorar cada una de las señales para disfrutar de lo que realmente sentía.

Ochako se puso de pie y cuando ingresó a su habitación para prepararse para una ducha refrescante luego de su acalorado encuentro con el Presidente, se dio cuenta que la corbata del hombre yacía olvidada sobre el suelo, a pies de su cama. Palideció. Tomó la prenda del hombre y colocándose una playera oversize usaba para pintar, con la idea de cubrir sus partes bajas, salió al pasillo con la idea de correr escaleras abajo para entregarle su corbata a Bakugo.

Pero de entre todos los escenarios qué pudo imaginarse, en ninguno estaba la imagen de Katsuki hablando con el oficial de policía e hijo menor de Todoroki Enji. Todoroki Shoto.

Cuando se dio cuenta de su aspecto tuvo el impulso de regresar al interior de su departamento, pero ya era tarde, ambos hombres la vieron. Katsuki se sonrojó al verla con tan poca ropa y ella no sólo estaba roja de la vergüenza, sino porque era más que evidente que las explicaciones sobraban en ese momento al ver la corbata en su mano y las pocas prendas que llevaba Ochako encima.

―Uraraka-san ―saludó Shoto al verla―, al parecer está siendo escoltada por Bakugo-san.

―Todoroki-kun ―saludó la joven con una reverencia muy avergonzada, estirando con sus manos todo lo que la playera podía ceder para evitar algún ángulo revelador―, si… Bakugo-san me trajo.

―Debo hacer tu trabajo porque la policía no ha hecho más que perder el tiempo ―Soltó Katsuki caminando hacia Ochako, tomó la corbata que fue ofrecida por la joven y colocándose frente a ella, actuaba de pantalla contra las generosas prendas que llevaba encima―. Gracias a mí está protegida.

―Y con poca ropa ―añadió Shoto con cierta gracia. Ochako y Katsuki se sonrojaron notoriamente.

―¡No es lo que parece! ―Dijo Ochako de inmediato.

―Ni siquiera sé por qué tiene que explicarte el cómo va vestida estando en su casa ―Respondió Katsuki de mala gana―. ¿Qué haces aquí, a todo esto?

―Necesito hablar con Uraraka-san. Hay más datos sobre su ataque y también lo sucedido con el barman de Doll House.

Ochako palideció al escuchar el nombre del Club donde trabajaba, temiendo qué Katsuki se diera cuenta de lo que había estado logrando ocultar por tanto tiempo.

―¿Será un interrogatorio? Ella no puede responder nada sin un abogado.

―Lo sé, pero es necesario llevarla a la estación para conversar. No es un interrogatorio, pero necesitamos más datos. ―Shoto miró a Ochako―. Una conocida suya fue a declarar. Midoriya Izuki.

Ochako se sorprendió al escuchar el nombre de Deku. Agradeció el gesto de Shoto de denominar a Deku como una conocida y no como su compañera de trabajo, temiendo que Katsuki reconociera quién era ella en verdad. Katsuki volvió su atención a Ochako.

―¿Necesitas ir?

―Me daré una ducha rápida, me prepararé e iré. Si puedo colaborar para atrapar a mi atacante cuánto antes, será lo mejor ―dijo la joven y Katsuki asintió. Se acercó un poco más a ella para susurrar a su oído.

―Te mandaré un abogado para asesorarte en lo que necesites. No dudes en llamarme si te sientes inquieta o algo. ―Las palabras de Katsuki la hicieron sonreír. Quería besarlo pero ambos sabían que no estaban solos. Ella asintió y él dirigió su mano por su cabello en una caricia disimulada. Caminó hacia Shoto y con su tono amenazante, añadió―. Ni se te ocurra hacer algo de lo que te arrepientas, mitad-mitad.

―Su… ―miró a Ochako sin saber muy bien cómo definir la relación de ambos―, protegida, estará bajo escolta policial. No debería de preocuparse.

―Que no sean esas tus últimas palabras. ―Respondió de forma amenazante antes de dar una última mirada a Ochako y retirarse de allí.

Shoto vio marchar a Katsuki y sonrió con gracia. Volvió su vista a Ochako.

―Ahora entiendo por qué Eijiro no tenía oportunidad contigo ―Soltó. Ochako se encogió de hombros, avergonzada―. No es una crítica. Sólo… Me sorprende que hayas elegido a alguien como él.

―No somos lo que crees ―dijo Ochako―, no ha pasado nada…

―Uraraka-san, no vine aquí para hablar de tu situación amorosa. Si tu tienes bien en claro lo que quieres con el Presidente del Grupo Bakugo, me alegra. Pero vine aquí para hacer mi trabajo. Te esperaré aquí afuera en lo que terminas de prepararte para ir a la estación.

Ochako ya no quiso intentar explicar su situación con Bakugo, así que sólo asintió y regresó al interior de su departamento, con un nudo en la garganta. Ahora Todoroki Shoto sabía de su relación con Bakugo Katsuki, ¿debía de preocuparse? Es muy probable.

Ochako no demoró mucho en bañarse y vestirse con unos cómodos jeans holgados con una camiseta rosa viejo y un gorro con visera color negro. Colocó el seguro a la puerta y una vez estuvo en el pasillo de su piso, vio al oficial de policía informar algo a través de su intercomunicador. Cuando Shoto la reconoció ya en el pasillo, le dio un cabeceo de respeto que ella correspondió, ambos se pusieron en marcha escaleras abajo para ir a la patrullera qué contaba como vehículo Todoroki.

Ochako ingresó en el asiento trasero, mientras que Shoto encendió el motor del auto. La miró por el retrovisor e inició su avance camino a la estación de policía.

―El abogado enviado por Bakugo Katsuki ya está en la estación ―dijo de pronto Shoto llamando su atención, pensando en lo rápido que fue todo para ella―. Supongo que Bakugo siente verdadero interés en ti. Está haciendo todo lo posible por protegerte.

―Es una persona muy atenta y soy amiga de su hija, así que…

―¿Su hija sabe que…? ―La pregunta quedó colgada en el aire y ella apretó con fuerza sus puños, arrugado la camiseta qué traía encima.

―No somos nada.

―Para no ser nada, ha estado muy pendiente de usted ―comentó sin más. Ochako no podía mirarlo al rostro. Era más que obvio que Shoto entendió la relación que tenían―. ¿Sabe que eres una Doll?

Ochako guardó silencio y volteó su vista a la ventana junto a ella, observando cómo toda la ciudad pasaba delante de sus ojos.

―Creí que no le interesaba hablar de mi vida amorosa, Todoroki-kun ―dijo Ochako con notoria molestia.

―Tienes razón. Discúlpame.

Ochako cerró los ojos y trató de serenarse. Toda la felicidad que le había dado Katsuki con su reciente encuentro, se esfumó en un segundo con las preguntas del Oficial de policía, Todoroki Shoto, recordando todas los "peros" qué su cercanía al Presidente del Grupo Bakugo tenía encima.

―¿Puedo hacerte una pregunta más? ―Ochako rodó los ojos―. No tiene que ver con tu relación con Bakugo. Es sobre tu trabajo en Doll House.

Ochako lo miró entonces con curiosidad.

―¿Cómo ha sido tu relación con Todoroki Enji durante estos dos años de trabajar allí? ―Ochako se sorprendió por tal pregunta, era como si no estuviera hablando de su padre, sino de un completo extraño.

―Él… es atemorizante ―dijo entonces Ochako―. Aún estoy pensando cómo presentar mi carta de renuncia. Supongo que, como jefe, es lo que se espera que sea. Nunca se ha aprovechado de su posición, creo. No me ha despedido ni me ha amedrentado como podría esperar de él. Supongo que… Es un hombre justo.

―Creo que eres la primera persona que habla así de él ―Soltó Shoto mirando al frente. Ochako no vio ningún indicio de que el comentario fuese algo positivo.

―Es extraño que no lo llames "papá" ―comentó Ochako.

―Porque es difícil verlo de ese modo ―Respondió―. No me crié con él, sino con la familia de mi madre, igual que mis hermanos, salvo Touya.

―Eso explica mucho… ―Soltó Ochako al recordar al primogénito de Enji.

Por un momento, ambos mantuvieron el viaje en silencio, cada uno observando puntos distintos, ella la ventana, él el camino hacia la estación de policía.

―Así que la estrella de Doll House renunciará ―comentó Shoto. La muchacha lo miró.

―¿Así me considera tu padre? ―Shoto se encogió de hombros.

―Más bien, Touya ―dijo finalmente. Ochako lo miró con cierta urgencia―. No somos la familia más unida del mundo, pero las veces que he hablado con él, te he mencionado un par de veces.

―Supongo que su maltrato es sinónimo de haberle caído bien ―comentó para sí misma―. ¿Puedo preguntarte algo, Todoroki-kun? ―El de ojos con heterocromía asintió―. ¿Sabes de dónde viene tanto disgusto de Bakugo-san hacia tu familia?

Shoto guardó silencio un momento, Ochako no supo si estaba tomándose el tiempo para responder o sencillamente, iba a ignorarla.

―No sé si sea cierto, desconozco mucho de la riña con Bakugo Katsuki porque era muy joven cuando mi madre murió ―inició el oficial―, pero creo que mi madre y Bakugo eran muy cercanos. ―Los ojos de Ochako se abrieron de par en par al escuchar sus palabras―, creo que Bakugo culpa a mi padre por su muerte.

―Yo no… No quise importunar con mi pregunta, Todoroki-kun.

―De todas formas, tampoco hice preguntas fáciles de responder ―comentó sin mirarla.

Ochako asintió y regresó su vista a la ventana de la patrulla.

―Lo que vio hoy, Todoroki-kun ―dijo Ochako con cierto temor―, ¿Podría quedar entre nosotros?

―¿Qué cosa? ―Inquirió de repente, Ochako lo miró a través del retrovisor del vehículo―. Bakugo fue a dejarla en su casa, ¿no es así? No sé a qué más se refiere ―los ojos bicolor del hombre fueron al espejo retrovisor para compartir una mirada con Ochako. Ella sonrió sutilmente.

Llegados a la estación de policía, Shoto acompañó a Ochako al ingreso e indicó los procedimientos que debían hacer para tomar su declaración. Un hombre de traje, alto de cabellos oscuros con detalles en dorado y ojos intimidantemente oscuros tras unos lentes de marco fino se acercó a Ochako, entregando una tarjeta corporativa. Era el abogado que Katsuki le había mandado.

―Sasaki Mirai, la estaré asesorando para su declaración ―indicó el hombre. Ochako lo saludó formalmente―. Antes de declarar, por favor, cuénteme todo lo que ha sucedido y todo lo que le ha dicho a la policía.

Todoroki les brindó una sala para poder hablar más tendidamente, permitiéndole a Ochako la libertad de hablar sin tapujos ni miedo. No le tomó mucho tiempo, y a medida que Ochako iba explicándole todo a Sasaki, éste fue tomando notas. Lo siguiente fueron las recomendaciones del abogado a la hora declarar, qué preguntas puede hacer la policía y qué preguntas pueden ser algún tipo de trampa para involucrarla. Era fácil pasar de víctima a sospechosa con malas respuestas.

Cuando Sasaki notificó a los oficiales que el tiempo de asesoría había finalizado con su cliente, Shoto ingresó a la sala en donde se encontraban, acompañado de otro oficial, un hombre rubio de ojos celestes cuál cielo, Monoma Neito.

Ochako saludó a los dos oficiales y tomaron asiento, ella junto a su abogado y los dos oficiales al otro extremo.

―Bien, retomemos algunos puntos que nos has dicho durante la anterior declaración ―inició Shoto. Fueron repasando las afirmaciones que Ochako había mencionado en su primera declaración, confirmando cada una de ellas, recordando nuevamente todo lo sucedido en el club de Dollhouse como en su departamento. A medida que las imágenes regresaban, la incomodidad y la opresión en el pecho aumentaban. Recordaba esa sensación desagradable de no poder hacer nada, de sentir que las fuerzas iban desfalleciendo de su cuerpo, que era una simple muñeca a merced de su agresor―. Uraraka-san ―habló Shoto entonces al ver su reacción. Ella lo miró con miedo―. Si quieres, hacemos una pausa.

Sasaki la observó, dándole un asentimiento de cabeza, indicando que podía pedir un momento para tomar aire. Dar declaraciones de abuso o algún tipo de trauma, siempre era complicado para la víctima, estaban acostumbrados a que la persona se tome el tiempo para declarar y eso, muchas veces, abarcaba todo un día, incluso varias sesiones.

Ochako negó.

―No se preocupen. Necesito que esta pesadilla acabe de una vez por todas ―dijo ella con confianza. Shoto asintió y le dedicó una pequeña sonrisa que ella correspondió con un asentimiento de agradecimiento a su consideración con ella.

―Cuando Midoriya Izuki vino a declarar, ha mencionado a una mujer rubia de coleta y fleco, junto a un hombre rubio y una cicatriz en la frente ―siguió hablando Shoto―. ¿Tienes alguna declaración sobre esto?

Ochako compartió una mirada hacia Sasaki, él asintió. La había preparado bien para esa pregunta.

―Esa mujer ha ingresado a los camerinos de las Doll ―inició Ochako―, cuando me encontraba sola, preparándome para salir. Dijo haberse equivocado al ingresar allí, dijo estar buscando el sanitario femenino.

―En tu anterior declaración no la mencionaste ―dijo Monoma, el otro oficial que acompañaba a Shoto―, ¿por qué ahora sí?

Pregunta trampa, pensó Ochako.

―Porque no representó algo muy llamativo para mí, no hasta que Izuki me lo mencionó ―confirmó Ochako―. No es la primera vez que alguien se cuela a los camerinos por no conocer las instalaciones, no lo tomé en cuenta. Pero esa misma noche, mi atacante solicitó una sesión privada en la sala VIP, la Golden Room.

Shoto fue tomando nota de sus últimas palabras, asintiendo a cada una de ellas.

―¿Del hombre tienen conocimiento? ―Preguntó el oficial. Ella negó.

―Es la primera vez que escucho una descripción así. ―Ochako estuvo a nada de mencionar que, si estaba en compañía de esa mujer rubia de coletas, es probable que estén relacionados con su atacante y por ende, con el atacante de Kirishima Eijiro pero no lo dijo porque Sasaki le recomendó no incluir en sus declaraciones suposiciones sin fundamento, ya que son los detonantes de hacerla quedar como sospechosa, en lugar de víctima. El trabajo de la policía recae en hilar los puntos a través de las declaraciones y ver que las personas, sucesos y lugares tengan hitos en común.

―Sobre el día que te esperaban fuera de tu departamento ―continuó el oficial―, ¿habías notado algo sospechoso al llegar a tu edificio?

―Sí ―dijo ella con seguridad―, la ausencia del Guardia de Seguridad, Inasa Yaorashi.

―¿Es algo normal no verlo a la hora de tu llegada?

―No es muy común pero hubo veces que no lo veía porque iba al baño o la casera lo convocaba de imprevisto. En su momento, no me resultó extraño teniendo en cuenta esos escenarios ―comentó la joven. Sasaki asintió a sus palabras, comprobando que la joven tomó cada una de sus recomendaciones en sus declaraciones.

―¿Algo que haya dicho tu atacante al momento de increparte? ―Preguntó Shoto. Ochako asintió débilmente, cerró los ojos.

―Él… ―Ochako se mordió la lengua al sentir tanta impotencia―, él mencionó a mi padrastro. Shigaraki.

―En tu anterior declaración mencionaste que también lo había nombrado estando en la Golden Room ―comentó Shoto. Ochako asintió―. ¿Puedes recordar sus palabras exactas?

―Dijo que Shigaraki le encargó no regresar sin mí ―Respondió Ochako. Shoto y el otro oficial compartieron una mirada entre ambos―. Mi… Ese hombre está casado con mi madre desde hace años. He vivido con ellos hasta que cumplí veinte años. Salí de su casa porque allí sufría todo tipo de maltratos y abusos, tanto físicos como psicológicos ―siguió hablando Ochako mirando sus manos sobre la mesa qué los dividía con los oficiales de la policía. Hablar de los constantes abusos sufridos no era fácil para ella. Las ganas de romper a llorar se atoraron en su garganta, sintiendo cómo su voz estaba quebrándose de a poco―. Un día antes de marcharme de su casa, Shigaraki me dejó en claro que me haría regresar.

―¿Su madre sabía de esos abusos? ―una lágrima corrió por su mejilla al escuchar esa pregunta.

―Ella… Ella decía que yo lo seducía… Qué intentaba quedarme con su dinero… ―Un sollozo se escapó de ella y Shoto le dio el tiempo para recomponerse―. El día que mi padre murió en un accidente automovilístico, mi madre quedó con un severo trauma. Ese hombre le daba más seguridad ya que tenía dinero y no le hizo faltar nada. Es manipulador, así que siempre la ponía en mi contra.

―¿De verdad huiste de su casa por esos supuestos abusos o porque tu madre prefirió a su pareja antes que a ti? ―La burda pregunta del compañero de Todoroki la hizo levantar su mirada al hombre con un asco generalizado en su rostro. Ochako estaba al borde del llanto pero por la impotencia.

―Monoma ―habló Todoroki con amenaza en su voz.

―Siempre hay dos versiones ―concluyó el oficial.

―Esto es amedrentamiento, mi cliente vino aquí a declarar, no a poner en duda sus palabras ―Respondió Sasaki evidentemente molesto.

―Tiene razón ―convino Shoto―. Por favor, disculpe a mi compañero, no tiene la habilidad para pensar antes de hablar ―Monoma lo miró con reproche, pero Shoto lo ignoró―. Así que, Chisaki Kai es un enviado de tu padrastro.

―Por las declaraciones hechas por él mismo, sí ―convino Ochako.

―Está bien. Ya no tenemos más preguntas al respecto. Le agradecemos el tiempo y su colaboración ―fueron las palabras de Shoto. Ochako y Mirai asintieron y se retiraron de la sala, pero antes de abandonar las instalaciones de la comisaría, Shoto volvió a acercarse a Ochako, pidiendo hablar a solas con ella. El abogado miró a su cliente y Ochako le dedicó un asentimiento en respuesta, por lo que el abogado les dio el espacio suficiente para hablar―. Uraraka-san, disculpe lo de mi compañero.

―Estoy acostumbrada a que me tomen como una mujer fácil por mi trabajo ―dijo Ochako con notoria molestia.

―Hay mucho prejuicio en la sociedad, eso es cierto. Pero eso no le da el derecho de hablarle así. ―Ochako agradeció sus palabras―. ¿Seguirá viviendo con Bakugo Katsuki?

―Sí, seguiré a su lado hasta que hallen a mi atacante ―comentó Ochako con detenimiento.

―De acuerdo. Por favor, no dude en comunicarse conmigo en caso de alguna urgencia ―Shoto le entregó su tarjeta profesional en donde se hallaba su número de contacto. Ochako le dio un cabeceo de respeto al tomar con ambas manos su tarjeta profesional―. Incluso si Bakugo ya no muestra el mismo interés en usted, o sienta que su persona representa un peligro, por favor, no dude en contactarme.

Ochako lo miró con la clara duda en sus ojos.

―Él no es ese tipo de hombre ―Aseguró ella con firmeza. Shoto asintió sencillamente.

―De todas formas, no dude en ponerse en contacto conmigo de ser necesario ―sin otra palabra más, Shoto se despidió cordialmente de ella para alejarse de allí, dejando en Ochako un sabor amargo en su boca, preguntándose por qué dirigió esas palabras para el Presidente del Grupo Bakugo.

Observó la tarjeta de presentación de Todoroki Shoto pensando precisamente en que aún quedaba pendiente un asunto sin resolver para ella. Precisamente, el apellido del oficial le recordó que debía finalizar la historia que inició hace dos años atrás en Kabukicho.


Bakugo Katsuki tenía reglas consigo mismo y era muy fiel a ellas. Mantenía su mundo con cierta estabilidad.

Una de las más importantes era mantener cierta distancia de sus padres, sólo visitarlos de ser muy necesario, prefería no tenerlos muy cerca por una practicidad personal.

Principalmente con su madre.

Bakugo Mitsuki era muy similar a él, quizá por ese motivo, discutían cada que se veían y prefería ahorrarse el disgusto de tener que escucharla quejarse de todo, porque para ella, nada era suficiente. Ni siquiera él.

Así que con ese pensamiento, Katsuki suspiró cuando reconoció los grandes portones de la casa privada perteneciente a sus padres y en donde vivían cómodamente no muy retirada de Ginza. Sabía que el rumor de su posible divorcio había llegado a oídos de su madre y del desastre surgido en Athena's Silk, por lo que ya sabía lo que le deparaba cuando decidió pedir una audiencia con sus padres ese día.

La reunión que le había sacado de la cómoda compañía de la jovencita que le dio el mejor polvo en mucho tiempo, era precisamente con sus padres; si hubiese sido cualquier otra persona, cualquier otra reunión, era muy capaz de postergar para seguir disfrutando de Ochako, pero su reunión con sus padres no podía postergarse por más que lo deseara.

Había muchas cuestiones que rodeaba a sus progenitores que no podía sencillamente hacerse de la vista gorda para dejar pasar.

La ama de llaves anunció la llegada del Presidente actual del Grupo Bakugo cuando ingresó a la sala común donde sus padres solían recibir visitas de extraños, y por supuesto que su hijo, a quien no veían desde hace meses, entraba en esa categoría. Se encogió de hombros al ver el rostro de su madre con su acostumbrado ceño fruncido, sus hebras blancas y cortas con ese aire revuelto que heredó de ella, sus ojos rojos se aguzaron al reconocerlo en el umbral de las grandes puertas.

―¡Katsuki! ―La voz melosa de su padre cambió la atención puesta sobre su madre para dirigirla al hombre de hebras blancas y algún que otro cabello castaño que aún prevalecía en su mata de canas. Dirigió una reverencia de respeto a sus padres e ingresó a la sala―. Qué alegría que vinieras. Hacía meses que no te veíamos.

―Padre, madre ―saludó él tomando asiento en uno de los sillones que contaba la sala común―. Ha pasado tiempo.

―Sí, bastante ―dijo su madre―. Al parecer el expediente que solicitaste es lo suficientemente importante para que te dignes a llegar a la casa de tus padres.

―Mitsuki ―dijo Masaru con pena―, lo importante es que Katsuki está aquí. ―El hombre de grandes gafas llamó a una de las encargadas―. Tráenos algunos bocadillos salados y té de jazmín, por favor. ―La mujer asintió para marcharse deprisa―. Cuando supe que vendrías, le pedí a los cocineros que preparen esos bocadillos que te gustan, los que llevan relleno de picante, ¿te acuerdas?

Katsuki sonrió a su padre y se lo agradeció; muy a diferencia de su padre, su madre lo escudriñaba con la mirada, era fácil sentir sus ojos aguijoneándolo.

―Aprovechando que estás aquí ―inició Mitsuki―, sería bueno que nos expliques por qué la empresa de tu esposa está causando tantos inconvenientes mediáticos.

―Ya estoy poniendo todo en orden ―respondió Katsuki.

―Más te vale, no necesito más noticias sobre el pésimo manejo que tu mujer ha hecho en estos años ―respondió―. ¿Ya te separaste de ella?

―Mitsuki ―regañó su esposo―, espera al menos que coma algo. Katsuki, has perdido peso, creo. Coman algo y…

―Estamos en proceso de divorcio ―dijo su hijo sin esperar a que su padre terminara de hablar. Masaru lo observó con pena y Mitsuki esbozó una sonrisa―. Llegamos a un acuerdo y nuestros abogados se encargaron de acelerar los trámites correspondientes.

―Ja, ya sabía que esa mujer sólo traería problemas ―dijo Mitsuki―, te lo dije cuando me la presentaste, también antes de que se casaran. Se veía que buscaba sólo aprovecharse.

―Madre ―cortó Katsuki―, sigue siendo la madre de Mahoro.

―Lo único que ha hecho bien ―respondió ella con malicia.

―Y no vine hasta aquí para hablar de Camie ―dijo Katsuki. La dureza en su mirada se posó en la de su madre, ella compartió una sonrisa―. Necesito el expediente de Uraraka Kyoshi.

―¿Qué te hace pensar que lo tenemos nosotros? ―Preguntó con una molestia clara. Katsuki se encogió de hombros. En tiempos pasados, él ya estaría gritándole para exigirle respuestas pero los tiempos cambiaron y el simple hecho de tener esa conversación lo agotaba.

―Mi secretaria no pudo obtener acceso al expediente del difunto chofer, le indicaron que debían recibir una autorización del anterior presidente. Me parece un movimiento un poco desesperado para cubrir la huella de un simple chofer ―dijo Katsuki con cierto desagrado cargado contra su madre.

―Niño insolente ―respondió su madre―, si supieras que todo lo he hecho para protegerte.

―Así que fue una orden tuya ―dijo él con gracia―. No me sorprende. Ahora dime, qué tanto tienen que protegerme que han tenido que ocultar el expediente de mi anterior chofer.

Una mirada compartida entre el matrimonio dejó en claro en Katsuki que sí, que había algo grande que nadie le había dicho hasta la fecha. Comenzó a pensar que quizá había algo más metido que sólo las ganas de molestar de su madre.

―¿Qué? ¿Qué tiene su expediente para tenerlos así de mudos?

―Katsuki… ―Su padre iba a decir algo pero su madre se apresuró.

―Uraraka Kyoshi fue la última persona en ver con vida a Todoroki Rei ―soltó su madre. Los ojos de Katsuki se abrieron con una genuina sorpresa. Ambos padres bajaron la mirada, ese nombre siempre causaba cierto pesar en los Bakugo, y principalmente en él.

―¿Cómo que la última persona? ―Preguntó con desesperación, la calma iba dejándolo y eso era apreciable―. Rei se suicidó hace años, ¿cómo es posible que hayan tenido relación uno con el otro? ¿La policía sabe sobre ello?

―No sólo la policía ―dijo Masaru con pena―, también su esposo. Enji.

―¿Por qué me lo dicen ahora? ―Preguntó con rabia. Ya no había modismos de respeto con sus padres, dejó de ser el Presidente del Grupo para regresar a ser su hijo.

―El día que Rei desapareció, Uraraka fue visto con ella ―Dijo su madre―, nadie sabe en qué situación precisamente pero lo cierto es que fue él quien la llevó hasta donde, aparentemente, ella se lanzó.

Katsuki se puso de pie para sorpresa de ambos padres, llevó una mano al tabique de su nariz para presionarlo mientras trataba de digerir todo lo que estaba escuchando. ¿Cómo podían llegar a conectarse dos personas completamente ajenas el uno del otro? ¿En qué momento…?

Katsuki abrió los ojos de par en par al recordar un pequeño detalle antes de volver a hablar.

Recordaba la época en la que Rei le hablaba sobre separarse de Enji, ella acudía a él casi todos los días, completamente embebida en una depresión que le causaba rabia por no poder apartar de ella. Sí, recordaba a su vieja amiga de infancia acudiendo a él, encontrándose a escondidas en alguna cafetería o en algún lugar con poca afluencia que pudieran reconocerlos.

Tanto él como Rei eran personas conocidas en los medios y no faltaría el encabezado de implicarlos en un falso amorío si los veían juntos; él siempre respetó su matrimonio con Camie pero también velaba por su amiga, sin saber que su fatídico final se avecinaba.

Una de las últimas noches que la vio con vida, ella lo había llamado a mitad de la noche, él no se opuso a encontrarse en un hotel no muy lejano. Recordó el enfado de Camie pero él no podía dejar a Rei sola, no cuando estaba al borde del colapso por los constantes arranques de ansiedad que su relación le proporcionaba.

En ese tiempo, Uraraka Kyoshi seguía siendo su chofer y fue con él hasta el hotel en cuestión. El hombre lo esperó en el estacionamiento mientras Katsuki acudió a la habitación en donde Rei estaba. Ella volvió a tener otro ataque ansioso-depresivo, diciendo que su esposo la mataría en cualquier momento. Katsuki la abrazaba y trataba de hacerla calmar; Rei era una de las pocas personas que él podía tocar sin sentir pena ni culpa, a pesar de que la imagen en sí no era beneficiosa para ambos, él no dudó en abrazarla y consolarla hasta que ella se repuso.

Enji quería el divorcio pero también quería quedarse con la custodia total de sus hijos, aludiendo que ella no estaba en condiciones para criar ni cuidar de nadie, ni siquiera de sí misma.

―Él trata de hacerme quedar como una loca ―sollozó Rei contra su pecho. Él seguía abrazándola, acariciando su espalda para tratar de apaciguar ese torbellino de rabia y miedo que azotaba su interior.

―No te arrebatará a tus hijos, Rei ―insistió Katsuki―, no le dejaremos.

―Shoto aún sigue en primaria… ¿Te imaginas a Shoto bajo el cuidado de su padre? No, no podría…

―Tranquila, eso no sucederá ―dijo el rubio―. Si él llama a juicio, te pondré el mejor abogado. Ya no te hará ningún daño.

―Katsuki… Por favor, no dejes que aleje a mis hijos ―rogó la mujer.

Él siguió consolándola hasta que finalmente, logró que Rei regrese en sí. La mujer tenía ataques de ansiedad muy severos, estaba bajo tratamiento psiquiátrico debido a la depresión que acarreaba; su matrimonio tampoco colaboraba y los hostigamientos de parte de su pareja sólo empeoraba su cuadro. Las constantes amenazas de Enji con dejarla, con alejarla de sus hijos, los maltratos psicológicos cambiaron por completo a la mujer que Katsuki conocía.

Esa noche, encargó a Uraraka Kyoshi que la lleve a casa de su madre en donde se encontraban sus dos hijos menores. Cuando Katsuki se despidió de Rei, ella se lo agradeció profundamente y la vio marcharse con su chofer.

Nunca imaginó que esa sería la última vez que la vería con vida porque dos semanas después, Todoroki Rei, fue hallada sin vida tras haber saltado de la azotea del mismo hotel en donde Katsuki y ella se vieron.

La noticia lo destrozó por completo, su amiga se había ido, dejando a cuatro niños sin madre y a merced de un hombre que, hasta la fecha, Katsuki sabía fue el culpable de su muerte. Odiaba a los Todoroki por ese motivo, porque estaba casi seguro que Rei no se mató por haber sufrido de depresión tantos años, lo hizo por él, por Todoroki Enji y la justicia nunca llegó a demostrar que esa fue la razón. El hombre se escudó bajo la evidencia de que ella sufría depresión que arrastraba desde el postparto y que ya no volvió a ser la misma. El hombre siguió su vida como si nada luego de la muerte de su esposa y sus hijos, al menos el mayor, vivía bien a pesar de eso.

Estaba tan enfrascado en la pérdida de Rei que ni siquiera notó que la empresa despidió a Kyoshi ni que le habían designado a otro chofer. Para él, no eran importantes, no como lo fue la muerte de su amiga en ese momento.

Recordaba esa época, recordaba que Uraraka Kyoshi se encargó de llevarla de regreso pero nunca pensó que ellos tendrían alguna interacción más que sólo lo permitido para un chofer.

―Katsuki… ―La voz de su padre lo sacó de sus pensamientos―. Sabíamos que ésta noticia no sería fácil de digerir para ti, por eso preferimos evitar el malestar.

―¿La policía lo interrogó? ¿A Uraraka? ―Preguntó de pronto él.

―Lo despedimos antes de que lleguen a él ―dijo su madre entonces. Katsuki la miró con molestia―. No queríamos que el problema llegase a salpicar al Grupo Bakugo. Te hicimos un favor. Eras el nuevo presidente, los socios te veían como una presa fácil de masticar y cualquier escándalo hubiesen usado en tu contra para vetarte.

―¿Un favor? Mierda, él pudo haber sido una pieza clave para descubrir las razones de Rei, para saber si fue un suicidio o… ¡Mierda! ―Gritó Katsuki.

―¿Ves? ¿Estás contento ahora, Masaru? ―Preguntó su esposa con rabia―. Por eso no quería hablarle de Rei. Él sigue pendiente de su caso como si fuera algo reciente.

―Son los peores ―renegó Katsuki con rabia―. Carajo… Ni siquiera sé por qué insistí en venir.

―Katsuki ―su padre tocó su hombro con cariño―, ¿por qué no salimos un rato a tomar aire?

Cuando su padre intervenía se debía a, más que nada, para evitar una catástrofe entre su esposa y su hijo, porque ambos compartían el mismo temperamento, era fácil iniciar una disputa allí mismo, olvidándose por completo de su consanguinidad.

Cuando llegaron al jardín trasero de la propiedad de los Bakugo, Katsuki tomó asiento en una de las bancas donde solía pasar algunas tardes de su juventud junto a su padre, precisamente cuando Masaru hablaba a solas con él por alguna riña familiar con su madre o algún otro suceso. Katsuki volvió a ver todo el patio con los mismos ojos de cuando era más joven y a pesar del enfado con sus padres, una bocanada de aire salió de sus labios con una sonrisa triste.

―Escuché que están preparando la presentación de Athena's Silk ―inició su padre. Katsuki asintió.

―Mañana se dará una rueda de prensa para mostrar un avance del trabajo ―dijo su hijo―. La prensa estará más enfocada en los rumores sobre mi divorcio.

―Bueno, es lo que la gente realmente presta atención ―convino su padre. Masaru posó su mano sobre el hombro de su hijo y este sonrió para sus adentros. Las palabras y el tacto de Masaru siempre se sentían cálidas―. Lamento que estés pasando esta situación con Camie.

Katsuki se encogió de hombros.

―Ya no éramos felices ―Soltó Katsuki con un suspiro, quizá lo traía metido desde que llegó a la casa de sus padres―. Ella está esperando un hijo de alguien más.

Masaru lo miró con prisa y Katsuki sonrió con pena.

―Cuando decidí ya no tener hijos, no tomé en cuenta lo que Camie sentía ―dijo el más joven―, quizá fue desde entonces que ella prefirió alejarse de mí.

―Perder a un hijo es lo más duro para un padre ―Respondió Masaru con calma―, imagina lo que pasa una madre que lleva dentro suyo al bebé. Lo siente en cada patada, cada movimiento, es difícil renunciar a algo que querías con todas tus fuerzas.

―Lo sé ―convino Katsuki―, por eso estoy feliz por ella. Que haya podido embarazarse después de todo. Es un riesgo por su edad y su historial, pero finalmente ella lo anhelaba.

Masaru lo miró con dulzura.

―¿Y cómo estás tú, Katsuki? ―Preguntó entonces su padre―. ¿Eres feliz?

―Yo… ―Katsuki dudó en responder esa pregunta porque no se lo había pensado, no sabía qué sentía en esos momentos. No era un momento muy claro de su vida, después de todo, su matrimonio de veinte años se vino abajo, las empresas que lideraba estaban expectantes por ver qué haría para volver a remontar su rol como Presidente, sin mencionar a los socios del Grupo que, como dijo su madre, están a la espera de algún fracaso suyo para cambiar las reglas del juego. Y por otro lado, venía a su mente el rostro sonrojado de Ochako. Bajó la vista a su mano y pensó en lo pequeña que resultaba la palma de la joven dentro de la suya. No sabía con exactitud qué pasaría a partir de la línea que cruzaron con la jovencita de veintidós años, pero por un momento, no se sintió tan sólo como cuando el desliz de su mujer fue de pleno conocimiento suyo. No sabía si se debía a su reciente encuentro con Ochako o de verdad quería creer que podía verla de otra forma. No quería pecar de inocente, pero tampoco quería echarse para atrás en su decisión―. Aún es algo confuso, pero… ―su teléfono comenzó a sonar en el bolsillo de su saco, lo tomó y verificó qué el nombre correspondía al chófer qué debía buscar a Ochako. Frunció su entrecejo. Su padre comprendió que debía de tomar la llamada así que se alejó de él para darle la privacidad que necesitaba en esos momentos―. ¿Qué sucede?

―Uraraka-san no se encuentra en la estación de policía, Bakugo-san ―informó el hombre. Katsuki endureció la mandíbula al escucharlo decir esas palabras―. Los oficiales me han dicho que se retiró hace un buen tiempo. ¿No le ha notificado su ubicación por si acaso?

―No, pero daré con ella. Regresa a su departamento y quédate pendiente si regresa ―ordenó Katsuki. La llamada terminó y el hombre tenía el corazón acelerado de sólo pensar que pudieron dar con Ochako, después de todo, ella seguía siendo un blanco fácil―. Mierda…

―¿Sucedió algo con la empresa? ―la voz de su padre lo hizo regresar su atención al hombre. Era buen momento para explicar por qué necesitaba el expediente de Kyoshi.

―Es la hija de Uraraka Kyoshi ―dijo Katsuki, su padre se mostró sorprendido―. Por cosas del destino, esa mujer está en mi vida ahora y debo protegerla ―Katsuki miró su teléfono como si en la pantalla oscura de éste, se hallaba la respuesta que necesitaba―. Tienes acceso al expediente de su padre. Lo necesito, ella necesita darle un cierre a todo esto. No lo hagan por mí, hazlo por esta mujer.

Su padre lo miró un momento en silencio, lo vio bajar los hombros con cierta resignación y una sonrisa pequeña se formó en sus labios.

―¿Esa mujer significa mucho para ti? ―Preguntó su padre. Katsuki lo miró sin saber muy bien qué decir―. Qué tonta pregunta, ¿no es así? Si no fuese importante para ti, no estarías aquí lidiando con tu madre.

―Padre, yo…

―Cuando pediste el expediente de Uraraka-san, creímos que se debía a Reí ―dijo el hombre de canas―, pero creo que nos apresuramos en negarte el acceso.

―No sabía que había relación entre Rei y ese hombre ―su padre se encogió de hombros―, pero ahora quiero saber si el suicidio de Rei y la muerte de Uraraka, fueron sucesos aislados.

―Katsuki… ―su padre habló con cierta rigidez, algo no muy propio en él―. Sólo te diré una cosa. Las cosas ya no pueden cambiar, lo hecho, hecho está.

―Lo sé ―dijo avanzando hacia su padre―, pero al menos quiero estar seguro de que no hay relación entre sus muertes. ―su padre trató de persuadirlo pero Katsuki no retrocedió―. Padre, por favor…

Era la primera vez que escuchaba a su hijo rogar por algo, ni siquiera antes cuando era un niño o un adolescente, sino en ese momento que tenía ante él a un adulto. Masaru bajó la mirada y finalmente se rindió.

―Vamos, tengo algo para ti en mi biblioteca ―fue su respuesta. Katsuki no se negó a seguirlo, y fue así que, contra todo pronóstico, Bakugo Katsuki pudo hacerse con el expediente del padre de Uraraka Ochako―. Sólo… ―su padre lo miró con cierto temor―, no te involucres demasiado.

Katsuki asintió sin comprender del todo sus palabras, pero necesitaba hacerse con los documentos del padre de Uraraka y, una vez que los tuvo en sus manos, el nuevo problema ocupó toda su atención. ¿Dónde mierda estaba Ochako?


Cuando Todoroki Shoto vio llegar de regreso a Bakugo Katsuki, algo no estaba del todo claro en él. ¿Por qué volvía allí? Y como es de esperarse, el Presidente del Grupo Bakugo, al reconocerlo a mitad de la comisaría, llevando en sus manos una gran cantidad de papeles, supo que estaba allí por él. Frunció su entrecejo.

―Dijiste que Ochako estaba bajo protección policial ―inició Katsuki al verlo―, ¿dónde mierda está ahora, eh?

―Bakugo-san, necesito que se calme ―dijo Shoto con su tranquilidad habitual pero eso poníá mucho más rabioso al hombre rubio.

―¡¿Sabes acaso lo peligroso que es tenerla sin vigilancia?! ―Vociferó el hombre, consiguiendo que toda la atención de la comisaría se centrara en ellos dos. Shoto sabía que Katsuki era una persona influyente, tenerlo allí gritando era contraproducente para sí mismo, por lo que le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera.

―¿Qué mierda intentas…?

―¿Espera que su fotografía y su video recorra todo internet al finalizar la tarde? ―Preguntó Shoto con calma. Katsuki pareció comprender sus palabras, su atención pasó a su alrededor, percibiendo como muchos lo estaban observando, estaba más que claro que en cualquier segundo y al siguiente grito, alguien comenzaría a filmarlo. Se encogió de hombros y siguió los pasos del oficial de policía. Ingresaron a una sala vacía y Todoroki pudo colocar los papeles sobre la mesa para mirarlo con calma―. Ochako está en un sitio que, estoy seguro, ella no querrá que usted lo sepa.

―¿Qué significa eso?

―Lo que escuchó ―reiteró Shoto con calma―. Ella tiene su vida privada y si la respeta, respetará…

―¿Te refieres a DollHouse? ―La pregunta de Katsuki silenció a Shoto, la pregunta le dejó en claro que Katsuki conocía más de Ochako de lo que pensaba―. ¿Ella está allí? ¿Por qué…?

―¿Usted sabe sobre….?

―Por supuesto que lo sé ―respondió Katsuki sin paciencia alguna―. Si está allí, entonces debo ir a buscarla. No es seguro para ella.

―Quedé en pasar a buscarla al finalizar éste papeleo, pero vayamos juntos a buscarla ―dijo Shoto con tranquilidad. Katsuki lo miró sin comprender.

―¿Por qué iría contigo?

―Porque sería muy sospechoso que el Presidente del Gran Grupo Bakugo ingresara a Kabukicho en horario de oficina, ¿no le parece? ―Katsuki enmudeció y Shoto asintió―. Al parecer pensamos igual. De acuerdo, deje que encargue a alguien de ésto y vayamos en mi vehículo.

Katsuki ya no dijo nada más, prefirió seguir la corriente que montar otra escena. Su capacidad para tomar las cosas con calma no estaba en funcionamiento ese día, o quizá se debía a que Ochako sacaba tantas emociones nuevas de su pecho que le resultaba tan asfixiante.

Subieron al vehículo patrullera de Todoroki Shoto y se dirigieron al lugar donde, muchas noches, Katsuki había ido de forma discreta a ver cumplir sus fantasías con cierta pelirrosada de antifaz blanco.

―Ochako renunciará a su vida como Doll por usted ―Soltó Shoto entonces, llamando la atención del hombre de traje―. Al parecer, espera que la tome en serio.

―Si renuncia no es por mí ―dijo Katsuki sin mirarlo―, no es un lugar seguro para ella. Además ―Katsuki apretó su mandíbula―, yo la tomo en serio.

Ni Shoto ni Katsuki volvieron a mencionar el mismo tema, pero mientras el rubio observaba con atención el tablero del vehículo policial, pasó luego su vista al joven oficial en cuyo pecho resaltaba el escudo de la policía.

―Niño ―volvió a hablar Katsuki―, ¿cuántos años tenías cuando tu madre murió?

Shoto no lo miró pero guardó silencio un momento prolongado, quizá digiriendo el hecho de recibir esa pregunta de la nada.

―Diez años ―Respondió entonces el de ojos con heterocromía―. No recuerdo muy bien esa época, era muy confuso todo.

―Me lo puedo imaginar ―Katsuki no apartó su atención de Shoto y parecía que eso lo incomodaba―. ¿Por qué decidiste ser policía?

Todoroki Shoto lo miró finalmente, compartiendo con Bakugo Katsuki un silencio en común, mientras se observaban mutuamente. Shoto regresó su vista al frente.

―¿Por qué le interesa?

―¿Fue por ella? ―insistió Katsuki. Shoto apretó las manos en el manubrio del vehículo―. Por tu madre.

―Eso no tiene que ver con usted ―Respondió ya sin tanta calma. Katsuki se encogió de hombros.

―Es cierto, no tiene que ver conmigo ―buscó algo en la ventana que pudiera entretenerlo mientras el viaje continuaba―. Pudiste haber sido como tu hermano mayor, pero preferiste ser alguien diferente.

Shoto ya no respondió a ese comentario, por lo que el resto del viaje lo realizaron en silencio. Había temas en común que resultaba sensibles para ambos, por lo que el silencio era un idioma que podían compartir cómodamente.

Y una vez llegados al sector del edificio de Doll House, Katsuki bajó de la patrulla policial portado un gorro con visera y eliminando de sus prendas su saco para subir los escalones de Doll House hasta su ingreso. No esperó a Todoroki, sólo podía imaginar que Ochako se encontraba en peligro y sus pasos aumentaban la velocidad.

Y cuando finalmente ingresó a las instalaciones de Doll House, no había la cantidad de personas que acostumbraba ver por las noches, entre Dolls y clientes, pero sí reconoció la figura de Uraraka Ochako de pie ante la imponente imagen de Todoroki Enji.

El hombre pelirrojo fue el primero en verlo, su expresión de sorpresa no fue tanta como cuando Ochako volteó a sus espaldas y lo reconoció llegando allí. Pudo apreciar cómo el color en la tez de Ochako desapareció por completo cuando lo vio en Doll House y ella yacía de pie ante él, sin máscara, sin peluca, sin nada que ocultara el hecho de que era nada más, ni nada menos que Uraraka Ochako.

―Bakugo-san ―Soltó Ochako con miedo al ver que sus pasos no se detenían―, yo… yo… ¡No es lo que parece! ―Soltó entonces la joven―, vine a ayudar a una amiga y…

Excusas y mentiras eran cosas diferentes y Ochako estaba poniendo ambas en una sola oración. No le importaba en absoluto a Katsuki, él sólo podía agradecer que la jovencita de sus fantasías, la joven amiga de su hija, la muchacha que tanto anhelaba volver a ver, estuviese a salvo.

Y contra cualquier reacción que pudo haber imaginado Ochako, nunca contó con que los brazos del hombre la atrajeran hacia él para fundirla en un protector y profundo abrazo.

―Bakugo… San…

―Dios, creí que te pasó algo… ―Susurró Katsuki alegando sus labios contra su cabeza―. No te desaparezcas así de nuevo, Ochako.

―¿Usted… Usted estuvo buscándome? ―Preguntó la joven sin poder creer que, entre todas las cosas que Katsuki pudo haberle reclamado en ese momento, fue que no sabía donde estaba.

―¿Qué pregunta es esa? Claro que estuve buscándote ―él la separó un poco de sí para mirarla con reproche―, ¿crees que aún es seguro para ti?

Los ojos de Ochako se humedecieron al escuchar sus palabras y lo siguiente, fue hundir su rostro en el pecho del hombre para ocultar allí el sonrojo y la alegría que sentía de que, a pesar de los años, a pesar de todas las circunstancias, alguien la buscó con tanta desesperación, alguien notó su ausencia y fue a buscarla.


Notas de la autora:

¡Gracias por llegar hasta aquí!

Y finalmente llegamos al capítulo que mucha gente estaba esperando, el lemon/sexo Kacchako jajaja espero que lo hayan disfrutado. A partir de ahora, la relación que llevaban, tanto Katsuki como Ochako, cambiará rotundamente (y no, no será la última vez que estén juntos de este modo ;)), así que muchas cosas comenzarán a complicarse y/o a esclarecerse.

Gracias por seguir esta historia y darle tanto apoyo. De verdad, muchas gracias ️