¡Hola a todos! Entramos en la cuarta tanda de confesiones, y con ella, las últimas piezas del rompecabezas empiezan a encajar. Las parejas que faltaban por revelarse finalmente lo harán, pero como siempre, la clave está en los detalles.


La vida es lo que nos sucede mientras estamos ocupados haciendo otros planes

(John Lennon)

Guardados en las páginas de este viejo diario, mis pensamientos se aferran a un deseo que nunca debería haber nacido.

Sueño con el momento en que el tiempo, tal vez por compasión o capricho, me permita probar sus labios, sentir su piel, aunque sea solo una vez. Aun si debemos llevar este secreto enterrado profundamente, un juramento sellado en nuestras almas para preservar el deber que nos une hasta el fin.

Hoy lo vi de nuevo. No en el templo ni en el entrenamiento, sino en un rincón silencioso del Santuario, apartado del resto del mundo. Estaba meditando, sumido en esa serenidad inquebrantable que lo vuelve tan distante, tan inalcanzable. No pude evitar acercarme. No sé qué esperaba, solo sentía la necesidad de estar allí, de romper la calma que lo rodea.

Cuando abrió los ojos, me miró con la misma tranquilidad de siempre. Me preguntó si meditaba con frecuencia y en ese momento comprendí lo absurdo que sería mentirle. Lo cierto es que mi mente nunca está en calma, y mucho menos cuando se trata de él. No supe qué responder, así que solo negué con la cabeza. Entonces sonrió. Y esa simple acción pareció iluminarlo todo. Me dijo que en el silencio se encuentran respuestas que no pueden hallarse en la batalla.

Y qué ironía, porque yo vivo en la batalla.

Pensé en decirle que mi mente nunca es silenciosa cuando pienso en él. Que no hay calma cuando su sola presencia despierta en mí un torbellino que no sé controlar. Pero no lo hice. Solo asentí, como si su consejo pudiera cambiar algo, como si mi corazón pudiera aprender a acallarse con el tiempo. Por un instante, quise creer que sus palabras escondían algo más. Que tal vez, en lo más profundo de su corazón imperturbable, había un espacio para mí. Pero entonces hice la pregunta equivocada. Le pregunté cómo podía ser así, tan ajeno, tan inamovible. Y él, sin molestarse, sin vacilar, simplemente me dejó claro que algunas cosas no nos pertenecen.

Fue un golpe suave, pero certero. Y entendí que él siempre lo supo. Siempre supo lo que sentía, y aún así nunca quiso herirme. No hubo más que decir. Él volvió a cerrar los ojos, retomando su meditación, como si el mundo a su alrededor se desvaneciera. Como si yo nunca hubiera estado ahí.

Así que me fui.

No recuerdo cuánto tiempo caminé ni cuántas veces repetí sus palabras en mi cabeza. Solo sé que, aunque cada paso me dolía, también sentía algo distinto. Como si, en medio de ese dolor, hubiera un atisbo de alivio. Este amor nunca fue mío. No porque no lo mereciera, sino porque su camino es otro, uno al que jamás podré seguir.

Pero el día no terminó ahí.

En algún punto, Afrodita me detuvo. Últimamente parece distinto cuando está conmigo, más relajado, menos preocupado por mantener su aire de perfección. Lo miré, esperando su comentario habitual, alguna burla sobre mi semblante sombrío. Pero esta vez no hubo burla. Se limitó a mirarme, con una seriedad inesperada, con una intensidad que no supe cómo sostener. Y entonces, con una calma que casi me desconcertó, me preguntó si alguna vez había pensado que merecía algo más. Que tal vez… alguien podría mirarme como yo miraba a otros.

No supe qué responder.

Sus palabras se quedaron conmigo mucho después de que me marché. Porque sé lo que quiso decir. Y él también lo sabe. Al principio quise pensar que solo jugaba, que simplemente estaba divirtiéndose a mi costa. Pero cuanto más lo pienso, menos segura estoy.

Tal vez Afrodita no es tan ajeno a mí como creía.

Cierro estas páginas con algunas respuestas reales. Shaka siempre será mi estrella inalcanzable, el sueño que nunca debí tener. Pero hoy comprendí que, a veces, amar también significa aprender a dejar ir. Y aunque el amor que guardo en estas páginas nunca verá la luz del día, tal vez… solo tal vez… hay otros caminos que aún no me he permitido recorrer.

Continuará...

.


Jajajajaja, ¡Amatizta, concéntrate! XDXD ¿Ves lo que provocan algunos comentarios? Ahora ya no sé si hablamos de confesiones o de tríos inesperados. XD Pero oye, me dejaste intrigada… ¿Dónde has leído esos fics de Shaina con Milo y Camus? Pásame el dato, que aquí investigamos de todo. Y sí, tal parece que June y Shaina terminaron cayendo por quienes menos imaginaron. Lo de Saga y Shaka… pues qué te digo, con esos hombres la estabilidad emocional nunca es garantía. XD

Nos estamos leyendo.