Prólogo II
Akko caminaba tranquilamente por los sombríos y peligrosos caminos del bosque de Arcturus. Un lugar prohibido y ancestral para cualquier persona que sepa de magia, además que tenga un amplio conocimiento sobre la misma. Qué conozca de historia del mundo mágico y sus criaturas.
Lastimosamente eso no la incluía a ella.
La castaña no lo sabía pero caminaba por una trampa mortal.
—Ups... Yyyyy... Salto —paso por encima de lo que era una enredadera de alguna planta carnívora que por poco la atrapa. —Casi me caigo. —Rio por lo bajo y siguió caminando.
Era muy de noche, la única luz que se dejaba ver era el de la luna. Ese bello astro con la marca de una estrella, muchos no saben cómo apareció allí y pocos aseguran haber visto una especie de rayo impactarse contra el enorme satélite, aunque simplemente son teorías desacreditadas.
Debía darse prisa para llegar mañana a primera hora a Luna Nova antes de que inicie la ceremonia de ingreso.
Iba a buen tiempo por lo que si algo no la detenía, entonces llegaría a tiempo a la academia y estaría a salvo.
—¡AAAAAAH! ¡Bajame!
Fue muy pronto para cantar victoria.
Akko gritaba y pataleaba mientras era suspendida por los aires por una enredadera de una planta carnívora que la tenía agarrada de la cintura.
—Bajame, ¡Yaaaaa! —Gritó con una voz chillona.
Sus cosas cayeron al suelo y por un segundo vio cómo una especie de carta salía de su chaqueta y se la llevaba el viento.
—¡Noooo! ¡Mi tesoro! —Gritó con lágrimas en los ojos.
Fue entonces que se enfureció, tomó una de las enredaderas de la planta con sus manos y sin remordimiento alguno, la mordió con todas sus fuerzas.
¡Arrrrrrrwwwwlll!
La planta carnívora soltó un rugido de dolor para después soltar a la chica y alejar sus enredaderas de lo que sea que la atacó.
—¡Y no vuelvas! —Gritó Akko a la planta. Levantando su puño de forma amenazante.
Fue entonces que recordó que su posesión más preciada en toda la vida, se había ido volando.
—¡Oh no! —Salió en persecución para ver si podía alcanzar la dichosa carta.
Una carta de colección de Shiny Chariot.
La buscó cómo loca por todas partes. Le importó muy poco perder sus otras cosas. Parecía que solo le interesaba esa carta.
Los minutos pasaron y ella se empezó a desesperar, no lograba encontrarla por ningún lado. Hasta que no tuvo de otra que regresar por donde vino, recoger sus cosas y retomar su camino hasta la academia.
Por más que amara esa carta, no podía darse el lujo de perder su oportunidad de convertirse en la más grande bruja igual que Shiny Chariot.
Cabizbaja y con ganas de vivir del cero por ciento. Caminó de regreso a donde había sido atacada por las enredaderas de la planta esa para recoger sus cosas.
Pero algo le llamó su atención y la hizo detenerse.
—¿Uh? —Escuchó una especie de respiración ruidosa, cómo si un enorme animal estuviera roncando.
Se acercó sigilosamente hasta dónde estaban unos arbustos y con mucho cuidado los removió.
—¡! —Ahogó un grito de terror al ver que había una terrorífica y enorme gallina gigante de color blanco durmiendo plácidamente detrás de los arbustos.
De forma silenciosa empezó a retroceder. Pero algo le llamó su atención.
—¡Mi tesor... —Se tapó la boca con ambas manos para evitar gritar.
Vio que encima del lomo de esa cosa. Estaba su carta de Shiny Chariot. Miró a un lado y a otro con desesperación, ahora que sabía dónde quedó su tan preciada carta, no podía irse y dejarla allí. Pero el único problema es que seguramente moriría destrozada si despertaba a esa cosa.
—A ver Akko, con mucho cuidado hay que recuperar nuestra carta... —Se dio valor a si misma y de forma muy sigilosa se acercó a la bestia.
Intentó alcanzar su carta pero ni parada de puntitas le llegaba. Apretó los dientes con mucha frustración y de forma desesperada empezó a trepar el lomo de la durmiente criatura, la cuál se removía entre sueños por el peso extra que sentía sobre su espalda.
Una mujer de largo cabello azul, tez clara, uniforme de Luna Nova y de tal vez de casi treinta años de edad, dormía plácidamente sobre su escritorio. Parecía que estuvo tomando ya que tenía una botella de licor en su mano.
Dormía plácidamente hasta que un extraño cuervo de color blanco entró por la ventana y se poso en el escritorio. Seguidamente empezó a picotearle el rostro para despertarla.
—Ummmhg... Ummm... —Se quejó ella mientras fruncía ligeramente el ceño. —Ay, ay, ay... ¡YA! —Se levantó de golpe y torpemente volteó a ver a todas partes.
Entrecerraba la vista un poco, cómo si no pudiera ver nada. Fue entonces que el mismo cuervo tomó unas gafas que estaban en el escritorio y se las colocó en los ojos a la mujer.
—¡Oh! —Se sorprendió ella. —Gracias jeje. —Volteó a ver a todas partes y se percató de que era de noche. Hubiera seguido estudiando su entorno pero un nuevo picotazo en la frente por parte de su familiar, la hizo prestarle atención. —Ay, ¿Qué pasa? —Preguntó con molestia, se sujetaba la frente por el leve dolor.
El ave de blanco plumaje presionó con su pico un botón que estaba en la pared y enseguida una pantalla de color verde apareció en frente de la mujer, en esta se veía una especie de mapa con varios puntos. Pero había un punto rojo que no dejaba de parpadear.
—¿El bosque de Arcturus? —Cuestióno la mujer con una ceja levantada.
El Ave emitió un graznido asintiendo a lo que ella dijo. La peli azul tardó un par de minutos más de lo planeado en procesar lo que pasaba.
Hasta que por fin entendió.
—Oh, ya veo. Hay alguien atrapado allí, ¿No? —Le preguntó a su familiar.
Este chilló en respuesta positiva para ella.
—Qué mal... —Murmuró ella. Sin importarle nada más se volvió a recostar sobre su escritorio para seguir durmiendo. —Llámale a la policía y que ellos se encarguen... —Fue lo último que le dijo al ave antes de caer dormida.
Pero esa acción no pareció agradarle en lo más mínimo al animal, ya que sin piedad alguna se le abalanzó sobre la mujer y empezó a picotearle el rostro con más agresividad.
—¡Ay, ay, ay! ¡No! ¡Detente! —Se quejó ella mientras se intentaba quitar de encima al animal.
Y cuándo este por fin detuvo su ataque se poso en el escritorio y señaló con su pico el punto rojo en la pantalla.
—Aaaa... —Se quejó la peli azul. —¿Y por que debo ir yo? —Preguntó con pesadez.
El cuervo señaló con su pico una placa que estaba en el escritorio y que decía "Ursula Callistis - Consejera estudiantil".
—Aaaaa... —Se quejó nuevamente. —¿No podría hacerlo otro? —Preguntó con una sonrisa nerviosa.
En respuesta a eso. El ave acercó hasta un afilador giratorio que estaba por allí y empezó a afilarse el pico. Por lo que la mujer tembló de miedo y no tuvo más remedio que ir por la alumna que seguramente estaba pérdida en el bosque de Arcturus.
Ursula se levantó de su asiento y se tambaleó un poco. Al parecer aún estaba medio ebria.
Tomó unas llaves que estaban en su escritorio y se acercó a paso tambaleante hasta dónde habían unas cuántas escobas apoyadas en la pared.
Con semblante cansado y muy aburrido empezó a presionar el botón de la alarma en dirección a las escobas para ver si alguna era la suya.
Estuvo presionando y presionando el botón en repetidas ocasiones pero no se escuchaba ninguna alarma.
De repente se detuvo y lenta pero muy lentamente se giró para ver a su familiar, el ave la observaba con semblante serio, parecía tener un tic en su ojo derecho por lo que estaba haciendo su maestra.
—Ops... Jejeje —rió de forma nerviosa la peli azul. Dejó las llaves por allí y sin perder más tiempo tomó una de las escobas junto con la botella de licor que estaba en su escritorio y se acercó a la ventana.
La abrió y saltó por ella con la escoba en manos. A los pocos segundos se vio a la consejera volando en su escoba con dirección al bosque prohibido.
Mientras tanto, el cuervo tenía una expresión cansada mezclada con enojo, volteó a ver el escritorio en donde la mujer dejó olvidada su varita luego volteó a ver la ventana.
No tuvo de otra que soltar un suspiro cansado y rezar para que la maestra regresará sana y salva junto con la estudiante de nuevo ingreso que estaba en el bosque de Arcturus.
—¡Te tengo!
Después de mucho esfuerzo y demasiada cautela, la chica logró tomar su carta del lomo de la gran bestia.
Tuvo que actuar lo más silenciosa posible para recuperar su tesoro y salir viva de allí, además de que su ropa estaba llena de plumas de la criatura.
—¡No puedo creerlo! —Gritó con emoción y abrazó la carta contra su pecho. No pudo contenerse y empezó a saltar de alegría sobre la gran ave.
Esta se removió entre sueños por lo incómoda que se empezaba a sentir. Se dio una ligera vuelta para acomodarse, haciendo que Akko cayera sentada al suelo.
—¡AAAAAAH! —Se quejó ella por el dolor. Se levantó con enojo mientras se sobaba el trasero, miró con enojo al animal dormido y con algunas lágrimas cayendo de sus ojos. —¡Me dolió mucho! —Le gritó a la durmiente ave.
¡Pam!
Sin pensarlo le dio una fuerte patada al animal durmiente.
—¡BLEB! —Le enseñó la lengua y sin más que hacer se dio la vuelta para irse de allí lo antes posible.
Por suerte para ella, la gran ave no se despertó por todo el escándalo que ella hizo.
Había logrado salir viva de allí.
Aunque sólo dio un par de pasos...
¡Crack!
Y piso una rama que estaba en el suelo lo que la hizo detenerse en seco. Ya que de pronto sintió cómo una respiración un tanto pesada en su espalda.
—¿Y eso? —Se preguntó a si misma. Seguidamente se dio la vuelta y perdió todo el color de su cuerpo al ver que la gran ave la observaba de forma furiosa, mostrando sus afilados dientes... Al fin la había despertado.
Akko no tuvo de otra que hacer lo más lógico que alguien en su posición podría hacer...
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!
Gritar a todo pulmón mientras huía despavorida a toda prisa del lugar.
La gran bestia se levantó por completo, parecía medir cómo diez metros y tenía una cola de reptil, además de que echaba humo por su boca.
¡AAAAAAAAAAARRRRLLL!
Rugió haciendo temblar todo el lugar, acto seguido. Salió en persecución de la chica que la había despertado.
