Cap 8: Recuerdos.

Diana se encontraba en el baño de la academia Luna Nova. La rubia se miraba a sí misma en el espejo. Su expresión era de lo más serena posible.

No sabía exactamente si lo que había pasado era su culpa o simplemente era un castigo por andar cediendo ante las peticiones y demandas de personas sin modales o responsabilidad alguna.

Aunque más de la mitad era su culpa, bien pudo decir que NO.

Se tocó con delicadeza el ojo morado que tenía y los pocos rasguños que habían en su rostro. Al parecer había sufrido un terrible accidente.

—Ahhh... —Cerró sus ojos y suspiró por lo bajo.

No perdió tiempo y abrió la puerta del mueble de baño donde se guardaban los medicamentos. Tomó una lata de spray medicinal con el logo de un duende irlandés dibujado en la lata y procedió a aplicarlo en su ojo afectado.

Mantuvo sus ojos cerrados mientras se aplicaba dicho medicamento. Mientras lo hacía, los recuerdos de lo sucedido hace horas... No, empezó a recordar lo que había pasado a lo largo del mes.

Debía saber donde comenzó todo.


Era más de la medianoche y un par de chicas en pijamas, se encontraban en el jardín de la escuela de magia dónde vivían por mientras recibían sus respectivas clases para convertirse en unas brujas expertas en el futuro.

—¡Tía freyre! —Gritó Akko mientras saltaba de un lado a otro montada en su escoba.

—Intenta calmarte, si lo fuerzas nunca podrás volar —le aconsejó Diana. La rubia se encontraba de brazos cruzados observando fijamente a la chica oriental mientras está intentaba volar.

—¡Tía freyre! —Repitió esta, se veía muy molesta.

—Señoría Kagari, obedezca —le pidió Diana de forma serena.

No lo demostraba pero esta chica la desesperaba un poco.

—Recuerde, concentrarse —volvió a aconsejarle.

Akko se enfureció muchísimo, así que sujetó con fuerza su escoba y se preparó para dar un gran salto.

—¡TIIIIIIIAAAAAAAAA... —Se preparó para saltar.

—Le recomiendo no hacer eso —Diana hizo un ademán con sus manos para que se lo tomará con calma pero la burra esa no escuchaba.

—¡FREYYYREEEEEEEEEEEE!

Al gritar el conjuro. Dio un gran salto en el aire, elevándose un par de metros, extrañamente su cuerpo empezó a brillar con una luz de color verde llamando mucho la atención de la chica Cavendish.

—¿Y eso? —Se preguntó Diana. Observaba un tanto asombrada a la castaña mientras está flotaba en el aire.

—¡Lo hice! ¡Lo hice! ¡Lo hice! —Celebraba Akko alzando sus brazos al aire. Pero muy poco le duró su felicidad, ya que su cuerpo dejó de brillar y al instante dejó de flotar en su escoba. —Oh... Oh... —Observó a la cuarta pared por unos segundos para después empezar a caer. —¡AAAAAAAAAAAAAHHH! —Empezó a gritar con una voz chillona.

Diana se apresuró a sacar su varita para lanzar un hechizo que amortiguara la caída de su compañera de cuarto.

—Oh no...

Pero recordó que la dejó en la habitación ya que solo iba a estar aconsejándola y eso no requeriría el uso de magia.

¡PAAAAAAAAMMMMM!

La rubia cerró sus ojos y apretó los dientes al escuchar el estridente sonido provocado por el impacto de algo al chocar contra el suelo.

Lentamente los abrió y se giró para ver que fin había tenido la castaña.

—Aaaaauuu... Alitas calientes... —Dijo Akko inconscientemente.

La japonesa quedó acostada de espaldas en el jardín, sobre un enorme cráter que provocó su caída. Tenía sus ojos en espiral, su escoba en una mano y estaba toda cubierta de polvo, gracias a la caída.

—¿Estas bien? —Preguntó Diana al acercarse.

Akko se sentó en el suelo y con una enorme sonrisa en su rostro y estrellas en sus ojos le respondió a la rubia, pero no exactamente lo que la rubia preguntó.

—¿¡Viste eso!? ¡Pude volar! —Exclamó Akko llena de felicidad.

Diana negó con la cabeza con una pequeña sonrisa en su rostro. Por lo menos ya tenían un avance y así no tendría que desperdiciar mucho más tiempo enseñándole a la señorita Kagari.

—Si, es muy bueno que haya avanzado —dijo Diana, le tendió la mano a Akko y la ayudo a levantarse.

—¡Verdad que si! —Exclamó Akko al estar de pie. —Muy pronto podré surcar los cielos cómo Shiny Chariot. —Comentó con felicidad, colocando sus puños abajo de su barbilla.

Diana rodó los ojos al escuchar nuevamente la agobiante y molesta admiración que tenía la chica oriental por esa famosa bruja de origen francés, ella la recordaba muy bien, era muy buena pero solo daba espectáculos infantiles.

Un enorme desperdicio de magia poderosa si se lo preguntan.

—¿Qué hago ahora? —Preguntó Akko sacando a la rubia de sus pensamientos.

Diana retrocedió un poco al ver el rostro de la chica muy cerca del suyo. Ya con su espacio personal asegurado, cerró sus ojos y se aclaró la garganta. Volteó a ver a su compañera de cuarto y le dijo.

—Pues solo debes concentrarte de la misma forma en la que lo hiciste hace poco y listo, estarás volando muy pronto —le aconsejó Diana.

—¡Si! —Exclamó decidida.

Se alejó un poco de Diana y se subió a su escoba. Se concentró cerrando sus ojos por unos instantes. Cuándo los abrió, se preparó para dar un gran salto mientras decía las palabras mágicas.

—¡Tiaaa freyreeeeee!

Día martes - 3:26 AM - 29 Días para la gran competencia de relevos de escoba.

—¡Tía freyre! ¡Tía freyre! ¡Tía freyre! —Gritaba Akko mientras saltaba de un lado a otro en el jardín montada en su escoba.

Diana simplemente la observaba de brazos cruzados sin ninguna expresión en particular. Era demasiado extraño que hace unas horas si pudiera volar y que ahora cómo por arte de magia, no pudiera hacer lo que hizo hace poco.

Era demasiado irónico.

—¡Es inútil! —Gritó Akko frustrada llamando la atención de la rubia. —¡No puedo hacerlo! —Tomó la escoba con su mano y la arrojó al suelo.

Diana soltó un suspiro por lo bajo y se dirigió a la japonesa.

—Supongo que no hay más que podamos hacer hoy —comentó Diana.

—¿¡Qué!? —Exclamó furiosa la castaña. —¿Ya no me vas a ayudar? ¡Lo prometiste! —Encaró a Diana, la observaba con una expresión muy desafiante.

Diana puso su dedo en la frente de la molesta chica y la alejo un par de centímetros.

—Au... ¡Oye! —Exclamó Akko molesta por esa acción.

—Tranquilízate —le dijo Diana. —Es muy tarde para que sigamos con tus lecciones. Lo mejor será que continuemos mañana o nos quedaremos dormidas en clases.

Diana terminó de hablar y sin esperar a la castaña, se encaminó al interior de la academia con rumbo a su habitación.

—Bah, dormirme en clase... ¿Quién cree que soy? —Murmuró Akko molesta. Tomó su escoba y se fue siguiendo a la rubia a su habitación para dormir un poco antes de la primera hora.

O si no, se quedarían dormidas en clases tal y cómo se lo dijo Diana.

Más tarde.

Diana observaba a la maestra Finnelan con suma dificultad mientras está impartía su clase.

Le resultaba muy difícil a la rubia poner atención a lo que decía ya que no durmió bien y al parecer sentía que le pesaban los párpados. Haberse desvelado le estaba cobrando factura ahora mismo.

—Buaaaaaa... —Ahogó un pequeño bostezo poniendo su mano sobre su boca. Instantáneamente se reprendió a sí misma por esa horrible falta de educación.

Aunque sus compañeras de habitación no pensaban de la misma forma que ella.

—Zzz... Zzz... Zzz...

Tanto Atsuko Kagari cómo Amanda O'neil se encontraban durmiendo en clases. Ambas apoyaban su cabeza sobre los hombros de Diana. Aunque la rubia parecía no importarle mucho que esas dos flojas durmieran en clases. Muchísimo menos parecía importarle que la usarán cómo almohada.

—Zzz... Zzz... Zzz...

Y muchísimo menos le importaba si ellas se graduaban o no de la academia Luna Nova. Ella tenía un único objetivo y nadie podría evitar que lo logrará.

—Uhmmmm... Qué suave —murmuró Akko entre sueños mientras rodeaba el cuello de la rubia con sus dos brazos y restregaba su cachete con el de ella para seguir durmiendo más cómoda.

Diana simplemente continuó prestando atención a la clase. Si, era una Cavendish y debía comportarse cómo tal.

—Oye Diana, ¿Estas cómoda? —Preguntó Bárbara con burla.

Diana no le respondió simplemente siguió prestando atención a la clase.

—Si, ¿Acaso te gusta que te babeen la cara? —Se burló Hanna también.

Pero la serenidad y comportamiento tan calmado de Diana eran difíciles de quebrar.

Eso molestó a ambas chicas inglesas provenientes de una familia de brujas de altos estándares y por eso aumentaron la intensidad de sus burlas.

Estuvieron molestando a la inquebrantable Diana Cavendish por casi media hora pero ninguna de sus burlas tenían efecto.

—C-chi-chicas... —Las llamó Lote.

—Ssssshhh, no interrumpas —la silenció Hanna.

—Si, no te metas dónde no te llaman —dijo Bárbara.

Aunque la chica Finlandesa se veía muy temerosa. Y eso llamó la atención de las dos inglesas.

—¿Qué te pasa? —Preguntó la pelinegra.

—Si, ¿Qué tienes? —Preguntó también la castaña.

Lote simplemente señaló con su dedo índice hacía al frente. Ambas chicas rodaron los ojos y se dieron la vuelta de mala gana. Cosa que no hubieran querido hacer.

Ambas se estremecieron al ver que la maestra las observaba con el ceño fruncido y con los brazos cruzados.

—¡No interrumpan mi clase! —Gritó con enojo la maestra Finnelan.

—¡S-si! —Exclamaron ambas con vocecillas muy aterradas.

—¡Y eso va para todas las demás! —La vieja maestra señaló a todas las estudiantes con su regla de madera.

—¡Si maestra! —Exclamaron todas las alumnas.

—Muy bien, cómo decía... —Finnelan iba a continuar con la clase pero se quedó sin habla al ver que su alumna estrella Diana Cavendish, la cuál era descendiente de una familia famosísima de brujas que data desde la fundación de la academia Luna Nova, estaba siendo abrazada por la chica de nuevo ingreso, Atsuko Kagari. Cosa que la confundió un poco y más al ver a Diana tan tranquila.

—¿Sucede algo maestra? —Preguntó Diana.

Finnelan salió de su trance y se dirigió con nerviosismo a Diana.

—No, no pasa nada —se aclaró la garganta y continuó dando su clase.

Unas horas después Diana se había podido quitar de encima a esas dos y pudo dormir un poco durante la hora de receso. Lo cuál ella lo veía cómo un total desperdicio de tiempo de estudio pero que ahora era muy necesario si queria estar al cien por ciento para sus demás clases.

Aunque sus deberes no acababan allí.

Más tarde.

Jardines de Luna Nova - Día miércoles - Hora: 01:21 AM - 28 días para la gran competencia de relevos de escoba.

—¡Tía Freyre! —Exclamó Akko con enojo.

Nuevamente montaba su escoba pero no lograba hacer lo más importante.

Poder volar por los aires.

—¡Esto es absurdo! —Exclamó Akko sumamente molesta.

Arrojó su escoba muy lejos y se cruzó de brazos dándole la espalda a la rubia, la cuál estaba dubitativa. Pero no preocupada.

—Entonces, ¿Eso quiere decir que no necesitarás más mi ayuda y que ya no competiremos en la gran competencia de relevos de escoba? —Preguntó con serenidad la chica Cavendish.

—¡Jajaja! —Rió Akko con tono sarcástico. Se dio la vuelta y observó a la rubia con molestia. —¿Y esta que dijo?, Ya me liberé de la promesa que le hice a mi compañera de cuarto. —El tono molesto que uso ofendió un poco a Diana aunque no lo parecía.

—Sabes, tengo muchos más deberes que hacer cómo para estar dando clases particulares a todas las que me lo pidan —le informó Diana cruzándose de brazos.

Akko iba a hacer una de sus rabietas pero por primera vez en su vida decidió relajarse y escuchar la opinión de los demás. Diana tenía un punto a su favor.

—Esta bien Diana, tu ganas —dijo con derrota llamando la atención de la ojiazul.

—¿Qué quieres decir? —Preguntó la rubia confundida.

Akko se jaló el cabello con sus manos y apretó los dientes. Obviamente odiaba dar explicaciones o ceder ante los demás.

—¡Qué seguiré tus consejos e indicaciones para poder aprender a volar en escoba! —Exclamó furiosa. —¿¡Estás feliz!? —Preguntó con molestia cruzándose de brazos y dándole la espalda nuevamente a la rubia.

La cuál solo levantó una ceja no entendiendo mucho del actuar de la chica frente a ella. Pero no iba a decirle nada, simplemente iba a buscar una forma de salir de esto rápido, ya que la señorita Kagari se lo ponía fácil.

—Esta bien Señorita Kagari, hay que terminar con esto rápido —comentó Diana.

La mencionada asintió de mala gana.

—Bien, lo primero que debe hacer es subirse a su escoba y...

—¡Pero ya hice eso! —Exclamó Akko muy molesta, interrumpiendo las explicaciones de la rubia.

—Si, ya lo sé. Pero tu problema es que no te concentras para nada —comentó Diana con dureza.

—Qué enorme luna —dijo Akko viendo la enorme Luna en el cielo, ignorando por completo las palabras de Diana. —¿Uh? —Volteó a ver a Diana. —¿Decías algo? —Preguntó confundida.

Esta simplemente puso una expresión cansada en su rostro.

—A eso me refiero —murmuró molesta.

En verdad no sabía cómo para que le enseñaba a esta chica, si la misma Akko no ayudaba, ni siquiera ponía de su parte para aprender.

—¡Oye! —Exclamó Akko. Se acercó a Diana y la tomó de la mano para empezar a jalarla cómo queriendo hacer que la siguiera.

—¿Qué pasa? —Preguntó Diana mientras se dejaba llevar.

—Ya sé que podemos hacer para saber por qué no puedo volar —dijo Akko mientras caminaban.

—¿Ah si? ¿Qué? —Diana sonó un poco sorprendida.

Parecía sin habla al ver que la castaña tenía una idea. Ahora solo esperaba ver si era buena.

—¡Ay que pedirle ayuda a una maestra! —Exclamó esta muy eufórica.

La de ojos azules abrió mucho los ojos por la impresión, al parecer si era una muy buena idea.

—Buena idea Señorita Kagari —la alago Diana.

—¿Verdad que si? —Dijo con tono engreído la castaña.

Diana ignoró esa actitud y se dejó llevar por Akko.

—¿Y a quién le pediremos ayuda para su caso, Señorita Kagari? —Preguntó mientras caminaban.

Akko se detuvo de repente llamando la atención de Diana. Pero esta al instante adivinó que pasaba.

—No sabes a quien pedirle ayuda, ¿Cierto? —Preguntó soltando la mano de su compañera de cuarto y cruzándose de brazos mientras la observaba con pesadez.

La castaña se dio la vuelta y le mostró una enorme sonrisa nerviosa a la rubia.

—Pues... No, jeje —rio Akko.

Diana simplemente suspiró y cómo era costumbre desde hace ya un par de días, debía pensar por sus compañeras de cuarto ya que tanto Amanda cómo Atsuko Kagari, eran un poco lentas a la hora de hacer las tareas y de actuar en clases.

Además de que tenían personalidades muy explosivas.

—Habrá que pedirle ayuda a la maestra Anne Finnelan para que le ayude en sus clases de vuelo señorita Kagari —comentó Diana relajada. Acto seguido emprendió el camino hasta el dormitorio de la estricta maestra de Luna Nova.

Era una muy buena idea, solo que a Akko no parecía gustarle esa idea de decirle a una maestra tan mala y enojona que la ayude, si esa mujer simplemente se alegraba cuándo hablaba con Diana.

—¡No, no, no, no, no, no, no, no y no! —Negó Akko repetidamente.

Tomó a Diana de la mano y la hizo detenerse.

—¿Qué pasa? —Preguntó Diana seria.

Akko miró de un lado a otro con muchos nervios. Diana simplemente la observaba fijamente esperando a que la dijera que pasaba.

—Este... Por que no mejor le pedimos ayuda a alguien más —sugirió Akko.

Diana alzó una ceja, no entendía muy bien que era lo que planeaba ella, pero seguramente era algo molesto.

Así que decidió seguirle el juego.

—¿Ah si? —Dijo escéptica. —¿A quién?

La castaña se empezó a poner nerviosa en verdad no sabia a quién más pedirle ayuda. Si la mayoría de las maestras eran un montón de viejas amargadas y estrictas, al menos la directora era una mujer amable y ni que hablar de la maestra Urs...

De repente Akko abrió sus ojos lo más que pudo cómo si se le hubiera ocurrido una idea muy buena, cosa que atemorizó un poco a la rubia.

—¡Lo tengo! —Exclamó Akko muy feliz.

No espero a decirle a Diana su idea y la tomó de la mano, empezó a correr rápidamente jalando consigo a su compañera de cuarto.

—"Tengo un mal presentimiento" —Pensó Diana mientras era jalada por Akko.

Solo las nueve brujas sabían que se traía entre manos la chica proveniente de Japón.


—Zzz... Zzz... Zzz... —Roncaba de una forma muy fuerte la maestra Ursula.

La maestra dormía plácidamente sobre su escritorio. Se encontraba sentada sobre su silla mientras descansaba su cabeza sobre sus brazos, los cuáles usaba cómo almohada.

—Zzz... Zzz... Zzz... Cebollas —murmuró entre sueños.

Al parecer se le había hecho una costumbre dormir en esa posición después de beber un par de copas. Ya que había una vaso tirado sobre el escritorio justo al lado de una botella de licor barato a medio beber.

Seguramente era una ebria o simplemente quería olvidar algo malo que le había pasado hace mucho tiempo.

Aunque eso no le quitaba el sueño, aunque parecía tener problemas para dormir bien ya que siempre hablaba entre sueños con alguien en especifico.

Aunque ahora mismo nadie, absolutamente nadie. Podría interrumpir su sueño.

—No, tu eres la idiota... Croi...

—¡Maestra Ursula! ¡Maestra Ursula!

—¡Ah! ¿¡Qué!? ¿¡Qué!? ¿¡Qué!? —Gritó la maestra aterrada en el momento en que Akko entró a la habitación haciendo un escándalo.

La de ojos rojos se levantó de golpe, observaba con la respiración agitada a sus alumnas que acababan de entrar. Se calmó al ver que solo se trataba de Akko y Diana Cavendish.

Soltó un soplido de alivio y recobró su compostura para luego dirigirse a sus alumnas.

—Hola chicas —saludó torpemente. Aún sentía un poco los efectos del alcohol. —¿Qué las trae por aquí? —Preguntó amablemente. Aunque con un poco de malestar ya que puso una mano sobre su cabeza cómo si le doliera un poco.

—Buenas noches maestra Ursula —saludo Diana haciendo una reverencia. —Me disculpó por la interrupción. —Se disculpó.

—No, no hay problema. Ya saben soy la consejera estudiantil y para eso estoy jeje, para escuchar sus problemas las veinticuatro horas del día —Ursula le resto importancia al asunto.

Diana notó al instante que la maestra tenía un malestar.

—¿Se siente bien? —Preguntó.

—¿Qué? —Habló Ursula sumamente confundida. Pero luego se dio cuenta de dónde estaba su mano y para no preocupar a sus alumnas, la quitó rápidamente y la colocó atrás de su espalda. —Si, si estoy bien no hay de que preocuparse. —Esbozó una enorme sonrisa.

Eso solo confundió mucho más a la chica Cavendish.

—Qué bueno que este bien —exclamó Akko muy aliviada. La castaña se había distraído observando el entorno a su alrededor que no notó el estado de la maestra. Le parecía increíble que su maestra tuviera una habitación tan grande. Casi era cómo un observatorio cómo esos que se usan para ver las estrellas, los planetas y las naves espaciales. Si, tenía una enorme imaginación la joven aspirante a bruja.

—Gracias Akko —agradeció Ursula la preocupación de la castaña. —Y díganme chicas, ¿No deberían estar durmiendo? —Preguntó curiosa la maestra.

Diana soltó un suspiro cansado, en verdad ella quisiera estar durmiendo. Pero gracias a las insistencias de sus compañeras de habitación. Tuvo que modificar un poco su itinerario para poder estar al cien por ciento todos los días. Pero solo hasta que sea la gran competencia de relevos de escobas y nada más.

—Veníamos por su ayuda, necesitamos tutoria para perfeccionar una habilidad única en las brujas y de las personas que usan magia —comentó seriamente Diana con los brazos cruzados.

—Oh, ya veo... —Ursula adoptó una postura también seria.

—¡Si, y también necesitamos que me ayude a volar en mi escoba! —Exclamó Akko ya desesperada.

—Eso es lo que yo le acabo de pedir a la maestra, Señorita Kagari... —Murmuró Diana con enojo. Se sujetó el puente de la nariz con sus dedos y se puso a pensar el porque tenía que soportar a personas tan tontas.

—¿En serio? —Preguntó Akko confundida.

—¿En serio? —Preguntó la maestra Ursula también confundida. Ella cómo que no había entendido muy bien lo que Diana le acababa de decir.

—Si, en serio —aclaró Diana ya con cansancio.

—Ah bueno, es que no entendí nada de lo que dijiste... Jajaja... —confesó Akko. Sacó la lengua y cerró uno de sus ojos mientras se rascaba la nuca.

La rubia no tuvo de otra que rodar los ojos y seguir con esto.

—Entonces maestra Ursula, ¿Nos ayudará? —Preguntó nuevamente.

Aunque algo pasaba, la maestra por algún motivo se veía muy pensativa. Como si estuviera indecisa por algo.

—"¿Qué haré? La verdad es que tengo que enseñarle muchas cosas a la alumna Atsuko Kagari cómo se lo prometí a mi maestra, Woodward". —Pensó con cansancio. —"Bueno se suponía que debía empezar desde ayer pero... La verdad es que no quiero estar de tutora de alguien, ¡Ah por que a mi!".

La maestra se mordió uno de sus pulgares a causa del debate mental que tenía en estos momentos. Por su parte Diana la observaba con una ceja levantada mientras que Akko simplemente se mantenía observando su entorno. Nuevamente se maravilló con lo enorme que era todo el lugar.

Mientras tanto la maestra aún se mostraba indecisa en si ayudarles o no.

—"Si tan solo algo me ayudara a..." —En ese momento se percató de que un extraño punto rojo se encontraba sobre su pecho, un poco arriba de sus senos. Era extraño. —"... Elegir". —Terminó de pensar.

Lo extraño era que dicho punto parecía un infrarrojo. Levantó un poco la vista y el horror se formó en su cara al ver que desde una torre que estaba enfrente de su dormitorio, se encontraba nada más, ni nada menos que la maestra Woodward. Apuntándole con lo que parecía ser... Un rifle de francotirador.

Dame un solo motivo para jalar el gatillo, Chariot.

Ursula se estremeció al escuchar la amenazante voz de Woodward cerca de su oído. Así que ya sabía lo que tenía que hacer.

—¿Maestra segura que se encuentra bien? —Preguntó Diana nuevamente.

Akko la volteó a ver también y la observó con preocupación. A ambas alumnas se les hacía raro que la maestra se viera tan temerosa.

Al parecer ninguna se dio cuenta del extraño punto rojo que estaba sobre el pecho de la mujer de cabello azul.

—¡Estoy de maravilla! —Exclamó Ursula de repente, alzó sus brazos al aire junto con una enorme expresión de felicidad en su rostro, alarmando a ambas chicas en el acto.

—¡Woah! —Exclamaron ambas de repente.

La maestra las tomó de las manos y cómo si tuviera la mayor prisa del mundo, las empezó a jalar afuera de la habitación.

—¡Espere maestra! ¿Por que tanta prisa? —Preguntó Diana difícilmente mientras era sacada de la habitación.

—No hay prisa, ¿Quién tiene prisa?, Yo no tengo prisa jajaja —dijo Ursula rápidamente soltando una carcajada al final. —Vengan, vamos al jardín trasero para enseñarle a volar a la señorita Kagari lo antes posible.

—¡Siiiiiii! —Exclamó Akko muy emocionada. No le importaba ser sacada de la habitación de tal forma, ella solo quería aprender magia.

Era lo único que le importaba ahora. También ser cómo Chariot pero debe dar un paso a la vez o en su caso, unos cincuenta.

¡SLAP!

El azote de la puerta siendo cerrada con fuerza fue lo último que se escuchó de ruido por parte de las chicas. Para las cuáles el mes estaba lejos de terminar.

—Así me gusta, que se haga lo que yo ordenó —musitó Woodward muy complacida. La poderosa bruja apareció en la habitación poco después de que las tres se fueron.

Parecía estar siempre vigilando lo que su ex aprendiz hacia y no le gustaba para nada su estilo de vida.

—No puedo creer que le guste beber esta basura —murmuró con repudio. Esta se acercó al escritorio y tomó con su mano la botella de licor medio vacía de la maestra. —Puff, licor barato... —Dijo con asco. Pero luego se encogió de hombros. Seguidamente le dio un sorbo y se recostó en el escritorio justo cómo lo estaba haciendo la maestra Ursula hace un rato, cayendo dormida al poco tiempo. —Zzz... Panqueques... —Murmuró entre sueños.

Quién sabe que demonios estaba soñando. Pero algo si era seguro y es que no nos interesa. Aunque si le interesa mucho a la maestra Ursula, la cuál siente que su vida peligra cuándo tiene cerca a su antigua maestra.

Continuará...


Disculpen la demora, los deberes y esas cosas.

Nos vemos en la próxima, adiósh ;3.