Capítulo 9 - Competencia de relevos de escobas.
—¡Tía freyre! —Gritó Akko mientras estaba montada en su escoba. —Vamos, ¡Vuela maldita escoba defectuosa! —Gritó molesta al no poder lograr volar.
Empezó a saltar por todos lados del jardín trasero de la academia Luna Nova pero de nada servía tanto enojo, no podría volar ahora, seguramente la primera vez que lo hizo fue un acto de suerte y nada más.
Observándola atentamente se encontraban Diana y la maestra y consejera estudiantil, Ursula.
—¿Y que opina maestra? —Preguntó la rubia. Tenía una mano bajo su mentón cómo analizando la situación. —¿Maestra? —La volvió a llamar al no tener respuesta.
—Zzzzz... —Pero lo único que recibió a cambió fue un ronquido proveniente de al lado suyo.
Con una expresión sorprendida se giro rápidamente, encontrándose con que la maestra Ursula dormía plácidamente con los brazos colgados y todo mientras estaba de pie.
—Maestra Ursula —levantó la voz un poco ofendida por la actitud de la maestra.
—¡AAAAAAH! ¿¡Qué!? ¿¡Qué!? ¿¡Qué!? ¿¡Qué pasa!? —Gritó esta al despertarse de golpe.
Observó aterrada a todas partes y se confundió mucho al ver que una de sus alumnas Diana Cavendish la observaba con los brazos cruzados y una expresión muy molesta. Parecía estar decepcionada de algo, ya que negaba con su cabeza.
—¿Qué pasa Diana? —Preguntó tímida.
La rubia soltó un suspiro cansado, no tenía tiempo o ganas de estar aquí perdiendo el tiempo por lo que debía hacer esto rápido.
—Maestra Ursula, no la trajimos aquí a tempranas horas de la madrugada solo para que viniera a dormirse parada en medio del jardín —le comentó Diana.
La peliazul ladeó la cabeza a un lado no entendiendo de que hablaba la ojiazul.
—¿Uh? ¿Y entonces? —Preguntó Ursula confundida.
Diana puso una expresión de pokerface al escuchar lo que la maestra le decía.
Era inaudito.
Con esa misma expresión hizo un ademán para que la maestra observará lo que Akko hacía en el jardín.
—¿Aaaah...? —Ursula ladeó la cabeza hacia el otro lado al parecer seguía sin entender lo que la chica Cavendish le intentaba decir.
—¿Akko? ¿Lecciones de vuelo? ¿No puede volar? —Le dio un par de pistas para ver si así entendía.
Y al parecer entendió.
—Aaaaaah, ok ya entendí —exclamó la maestra con decisión. Puso sus manos cerca de su boca para amplificar su voz y para gritarle a Akko lo siguiente. —¡Lo haces bien Akko, sigue así!
Mientras la rubia abría la boca por la impresión, Akko dejaba de saltar por el jardín para voltear a ver a dónde estaba su maestra y mostrarle una expresión de felicidad.
—¡Gracias maestra Ursula! —Agradeció la castaña.
Ursula simplemente le guiñó un ojo y le levantó un pulgar a la feliz chica quién volvió al poco tiempo a saltar por todo el jardín con una expresión de furia en su rostro.
—Bueno, creo que mi trabajo aquí terminó —informó la maestra mientras se sacudía las manos. Dando así media vuelta para emprender el camino a su habitación y dormir hasta las doce del mediodía.
—¿¡Qué!? —Exclamó atónita Diana Cavendish. —¡Pero si usted no ha hecho nada!
Ursula se detuvo en su sitio y con una sonrisa de satisfacción en su rostro volteó a ver de reojo a la rubia de gran estandarte social.
—¿Ah no? ¿No lo hice? —Fue todo lo que le dijo la maestra para después irse de allí.
Diana se dio una palmada en la frente. No sabía si era el cansancio o el trabajo extra que hacía para las demás maestras, pero de que no entendía lo que pasaba, no entendía lo que pasaba.
Restándole importancia a la ayuda extraordinaria de la maestra, decidió dar por terminada la lección de hoy.
Adoptó una postura relajada y cerró sus ojos para después dar un par de palmadas al aire.
Akko dejó de dar saltos y volteó a ver a su amiga.
—¿Qué pasa Diana? —Preguntó la japonesa.
—Creó que será todo por hoy, señorita Kagari —le informó la ojiazul.
—¿¡Queeeeeeeeee!? —Gritó enfurecida la castaña.
En un abrir y cerrar de ojos ya estaba cara a cara observando de mala manera a la rubia.
—¡Pero ya casi lo tenía! —Se quejó.
Diana ni se inmutó por esa actitud y simplemente alejó un poco a la molesta chica colocando su dedo índice en la frente de esta para empujarla.
—No, no. Señoría Kagari es bueno que desee aprender magia cómo ninguna otra pero la paciencia y el descanso son los principales factores para lograr ese objetivo —aconsejó la rubia.
—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH —soltó Akko mientras se tiraba de los cabellos con fuerza. —Esta bien.
Pero al final no tuvo de otra que aceptar irse a dormir.
Y así Diana y Akko quien iba con el ceño fruncido mientras arrastraba su escoba por los suelos, se fueron a dormir para recobrar algo de las energías que perdieron durante este día e iniciar con algo de fuerza el siguiente.
Unas horas habían pasado y la maestra Ursula dormía tranquilamente en su cama mientras roncaba. La joven mujer descansaba plácidamente, pues ya había cumplido con la labor que su antigua y poderosa maestra le había asignado hace poco, por lo que ella sentía que merecía un buen descanso.
Lastima que cierta bruja poderosa que estaba parada al lado de la cama, observando con furia a la peliazul no pensaba lo mismo que ella.
Woodward relajo su semblante y después de respirar y exhalar unas cuantas veces. Se recostó en la cama, se metió bajo las sábanas y rodó un poco hasta posarse detrás de la durmiente maestra. Rodeó con sus brazos la cintura de Ursula y recostó su cabeza por encima de su hombro, junto su cachete con el de ella y la observó de reojo por unos segundos.
—Ummmm... —Ursula se acomodo más pegada al cuerpo de la antigua bruja. De pronto sentía una gran comodidad y extrañamente, algo de miedo, cómo si el peligro estuviera demasiado cerca.
—Sabes Ursula, dormir en esta posición me hace sentir nostálgica —susurró directo en su oido.
—Ummmm... Juuu... —Murmuró esta entre sueños, se removió un poco incómoda por escuchar la voz de Woodward.
—Si, recuerdo cuándo te entrenaba y después de un largo día de entrenamiento, nos quedábamos dormidas en esta posición, ¿Lo recuerdas? —Preguntó esta con tristeza.
La maestra se removió mucho más por lo incómoda que se empezaba a sentir. Era molesto para ella que le estuvieran hablando mientras estaba dormida.
—Ah, y recuerdas cuándo Croix nos encontraba en ropa interior —comentó esta. —Jajaja, la pobre se moría de la vergüenza intentando no malinterpretar las cosas. —Decía entre risas. —Oh, ¿Y te acuerdas cuándo...
—¡Ay! ¡Ya cierra la maldita boca y déjame dormir! —Gritó enfurecida la maestra.
Se levantó de golpe e hizo a un lado bruscamente a la Sensei, la cuál quedó con la boca muy abierta por que la acababan de callar.
—¡No ves que tengo que dar una-aaaaaa-a-a... —Se percató de a quién había ofendido y se quedó pálida por el miedo. —M-m-ma-maestra, ¡Woodward! —Gritó su nombre mientras la señalaba con su dedo.
En verdad había firmado su sentencia de muerte con tortura incluida.
—Grrrrrr... —Woodward tardó unos segundos en recuperar la compostura pero cuándo lo hizo estaba que ardía de la furia. —Uh... Ujujuuuuu... —Pero eso le duro poco ya que arrugó su rostro en una clara expresión de tristeza. Se tapó el rostro con ambas manos y empezó a llorar de forma desconsolada.
Ursula se mordió el labio inferior, había olvidado que ella era muy sensible tanto cómo aterradora. Por lo que no lo pensó dos veces y corrió a consolarla.
—Maestra, perdóneme. Yo no quería gritarle así de feo —se disculpó Ursula.
Woodward aceptó el abrazo de su antigua discípula y después de eso.
—¡Tu ya no quieres hacer nada! —Empezó a regañarla haciendo sentir muy mal a la peliazul. —¡Ni siquiera quieres estar al pendiente de la nueva portadora del Claiomh Solais!
Ursula bajó la mirada al suelo. No le gustaba que la regañaran así de feo. La hacían sentir cómo una niña pequeña y más si siempre se lo recordaban.
—¡Pero, ¿¡Por que tengo que ser yo!? —Se quejó ella. —¿No puede haber alguien mejor que le enseñé a ser una gran bruja a la alumna Kagari? —Comentó ella.
Woodward simplemente se sujetó el tabique de la nariz con su dedos. En verdad no sabía para que perdía su tiempo. Pero no le iba a dar gusto a esa mandona y altanera de Beatrix, no señor. Iba a demostrarle que alguien alegre y decidida es mejor que una cerebrito aburrida y sin emociones.
—Desde el principio de los tiempos han habido dos clases de brujas —empezó a narrar la de cabello verde al tiempo que se sentaba en la cama de la maestra. —Las que siempre han querido que la magia sea una disciplina que se apegue a las tradiciones, a las mismas viejas aburridas costumbres y sin ninguna emoción en lo absoluto. —Comentó con aburrimiento, luego palmeo un par de veces al lado donde estaba sentada indicándole a la peliazul de que se sentará. Cuándo Ursula se sentó, Woodward continuó. —Y están las super divertidas brujas que ven a la magia cómo un extraordinario momento de diversión y éxtasis capaces de hacer grandes cosas con ella. Incluso cambiar al mundo. —Comentó con mucha emoción agitando sus puños con una enorme sonrisa en su rostro.
La cuál se borró al poco tiempo. Volteó a ver a la maestra con seriedad, cansancio y varias expresiones negativas mezcladas en una sola expresión facial.
—Y también están las que se rinden y no tienen ganas de seguir adelante solo por un leve tropiezo en sus carreras artísticas —habló con tono de reproche la poderosa bruja.
Ursula suspiró con pesadez, recordar hechos dolorosos de su pasado le daban ganas de llorar y de enterrarse viva en lo más profundo de las profundidades del mismísimo tártaro, solo para ver si así podía olvidar esa parte de su vida en donde fracaso.
Pero lastimosamente no tenía de otra. De la nada empezó a recordar dónde comenzó todo.
Se veía la academia Luna Nova años atrás, estaba en todo su esplendor. Con la piedra filosofal llevando la magia a cada rincón de esta.
En ese tiempo se podía ver cómo decenas de estudiantes ingresaban al campus de la academia.
Y cómo no, si un nuevo semestre daba inicio y con ello nuevas estudiantes de nuevo ingreso hacían su aparición.
—¡Por fin, estoy en Luna Nova! ¡La mejor escuela para convertirse en una bruja poderosa capaz de cambiar al mundo y llevar magia a todos los rincones de este! —Exclamó una joven de diecisiete años.
Esta era pelirroja con su cabello algo corto y alborotado. Ojos rojos, piel clara y de radiante actitud. Usaba una boina de color negro en su cabeza. Una chaqueta color crema sin mangas sin abrochar dejando ver que usaba una camisa blanca por debajo de esta, traía puesta una minifalda color negro, llevaba también medias negras que sobresalían por debajo de esta falda que terminaban en unos tenís blancos con rojo sin agujetas.
Además cargaba una pequeña mochila junto con un bolso de color negro en donde llevaba sus materiales que necesitaría para sus respectivas clases.
La joven enérgica se quedo viendo asombrada lo majestuoso y grande del edificio. Estaba atónita, esperaba que fuera genial, pero no tan genial.
—Debo darme prisa o llegaré tarde a la ceremonia de ingreso —expresó ella mientras emprendía una carrera por los largos pasillos de la academia.
Iba tan emocionada y tan a prisa que no fue capaz de detenerse cuándo vio que de una esquina de un corredor iba saliendo una maestra Finnelan, la cuál se suponía que debía estar más joven pero que la verdad se veía igual de vieja que ahora.
—¡Oh cuidado! —Gritó esta para advertirle a la castaña, pero fue demasiado tarde.
—¿Qué? —Finnelan alcanzó a voltear y cuándo iba a regalañarla por correr en los pasillos.
¡PAAAAAAM!
Los alrededores temblaron producto del estruendoso choque que acababa de ocurrir en los pasillos dejando con la boca abierta a muchas alumnas que transitaban por allí.
—Bah, revoltosa sin modales —murmuró una chica de tal vez diecisiete años de edad, cabello largo de color morado claro, tez clara y anteojos grandes.
Usaba el uniforme habitual de Luna Nova con el que recibían clases las alumnas. Cargaba muchos libros en sus manos seguramente iba a estudiar, le resto importancia al tonto accidente y a la descerebrada que acababa de causarlo y se fue a la biblioteca.
—¡Oooh! Sacre Blue... —Se quejó la pelirroja. Difícilmente se sentó de rodillas en el suelo mientras se sujetaba la cabeza. Tenía los ojos cerrados y los dientes fuertemente apretados por el dolor que sentía en estos momentos que no se dio cuenta sobre quién estaba sentada. —Ay duele mucho.
—Señorita Du Nord, ¿Cierto? —Preguntó una voz proveniente desde abajo de su persona.
La mencionada abrió los ojos y bajó la mirada al suelo. Se puso roja de la vergüenza al ver que estaba sobre una maestra, y una no muy feliz de tenerla encima por así decirlo.
Rápidamente se reincorporó y ayudo a levantarse a la maestra Finnelan. Pero ni así se salvaría de la reprimenda.
—La espero en la oficina de la consejería después de la ceremonia de ingreso Señorita Chariot Du Nord —fue todo lo que le dijo la castaña antes de retirarse del lugar.
Chariot se río de forma nerviosa. Ya que sentía un mal presentimiento.
Unas horas después.
Oficina de la consejería o la rectoría.
En donde se escuchaban unos gritos de los más horribles, cómo si estuvieran regañando a alguien.
—¡Correr en los pasillos, agredir a una maestra, alterar el orden dentro de la academia, incumplir con el reglamento al no portar con el debido uniforme asignado para las alumnas dentro de la academia! ¿¡Qué se ha creído Señorita Du Nord!? ¿¡Cree que esta en un parque de juegos infantiles!? ¡Pues le voy a informar que no lo está, usted se encuentra en Luna Nova, una de las mejores escuelas de magia de todo el mundo y aquí las alumnas vienen a convertirse en grandes estándares para servir a la comunidad mágica y no a comportarse cómo delincuentes juveniles! ¡Así que esta vez, solo por esta vez la voy a dejar ir con una seria advertencia! ¡Así que no ande de busca pleitos y comportese cómo lo que es, una estudiante de Luna Nova! ¿¡Le ha quedado claro!? —Hubo una leve pausa. —Muy bien, puede retirarse.
A los pocos segundos una Chariot con la boca bien abierta y los ojos abiertos cómo platos salió de dicha oficina. Tenía su cabello mucho más alborotado hacía atrás cómo si hubiera estado hace tan sólo unos instantes enfrente de un tornado por lo despeinada que estaba además de que su rostro estaba muy pálido cómo si hubiera visto un monstruo horrible.
Pero rápidamente su semblante cambió a uno muy furioso al percatarse que una chica de cabello morado la observaba con burla o eso creyó ella. Era la misma chica de hace horas.
—¿¡Y tu de que te ríes!? —Le gritó.
La pelimorada simplemente levantó una ceja. Su expresión era más bien molesta que burlona pero Chariot malinterpreto las cosas obviamente.
—Mira niña en primera no me estoy riendo —la corrigió ella. —Y en segunda te aconsejó de que no te estés comportando cómo una completa tonta y haciendo perder el tiempo a las maestras si, por favor, gracias. —Finiquito esta para después pasarla de lado y proceder a entrar a la oficina de Finnelan.
Pero antes de que lo hiciera la pelirroja la tomó del hombro y la hizo voltear a verla. La pelimorada se incómodo un poco al tener una mirada furiosa tan de cerca.
—Aquí la única que esta hablando con una completa tonta ¡Eres tú! —Le gritó Chariot.
La pelimorada no tardó mucho en observar a la chica con rareza y alzar una ceja por lo que acababa de escuchar.
La de ojos rojos por su parte puso una expresión de pokerface al darse cuenta de lo que acababa de decir. Soltó a la chica y retrocedió un par de pasos hacia atrás, desviando la mirada al suelo con un notable sonrojo en su rostro.
—¿Que? —Preguntó la otra chica como no entendiendo que pasaba.
—¡Ay nada nada, olvídalo! —Chariot no lo soportó más y salió huyendo del lugar mientras corría a toda prisa, sentía que su primer día de clases no estaba comenzando de la mejor forma. —¡No, no, no, no, no, no, no! Cálmate Chariot, mañana será otro día y seguramente tus compañeras de cuarto te harán sentir mejor, aunque aún no las conoces seguramente serán geniales, si, eso es. Ser bruja es lo mejor. —Intentó darse ánimos mientras corría y para alejar los pensamientos deprimentes se tapó los oídos con ambas manos mientras corría.
Mientras tanto la otra chica se quedó viendo un tanto perpleja por donde se había ido esa extraña chica, pero al poco tiempo le resto importancia y decidió hacer lo que iba hacer desde un principio.
—Rarita —murmuró con burla. En verdad no sabía por que estaban empezando a admitir chicas tan molestas en Luna Nova. —"¿Qué más falta? ¿Qué en un futuro no muy lejano empiecen a admitir a tontas que no pertenezcan a familias de brujas? ¡Ja!" —Pensó divertida para luego ingresar a la oficina de la maestra Finnelan.
—¡Chariot! ¡Chariot! ¡Chariot! —Gritaba Woodward con desesperación mientras agitaba a su vieja alumna tomándola de los hombros.
Estaba preocupada por ella, desde hace unos diez minutos que se quedó inmóvil viendo a la nada. Era cómo si estuviera en una especie de trance.
—¿Uh? —Salió esta del trance. Volteó a ver extrañada a su antigua maestra. —¿Qué sucede? —Preguntó.
Woodward dejó de agitarla y le dijo.
—Chariot no hay tiempo para que estés recordando tu pasado —le comentó cómo si supiera que era lo que estaba recordando.
—Pero, cómo lo sabe si...
—Ssssshhh... —La silenció poniendo uno de sus dedos sobre los labios de la maestra. —Hellooooo. —Dijo con sarcasmo. —Soy la maestra Woodward... Una de las nueve brujas... Dominó un millón y medio de hechizos... Incluyendo la lectura de mentes y el torturador ancestral. —Informó esta de brazos cruzados, cómo si estuviera revelando información ultra secreta pero que ya varios sabían.
Ursula se extraño por ese último hechizo. Sabía que su maestra era poderosa pero un hechizo con ese tipo de nombre era un poco raro de escuchar.
—Si, seguramente te estarás preguntando por que mencione el torturador ancestral y esas cosas —la interrumpió dejándola a Ursula con las palabras en su boca a punto de ser pronunciadas.
La peliazul sintió un gran miedo junto con un escalofrío recorriendo todo su ser al ver cómo su maestra empezaba a crecer de tamaño, sus ojos se pusieron completamente blancos y muy luminosos. Esbozó una enorme sonrisa de dientes puntiagudos causando que la maestra sintiera mucho más terror del que ya tenía.
—No debes preocuparte por saber más de ese hechizo —habló Woodward con una potente voz de ultratumba haciendo que todo a los alrededores empezará a temblar.
—Aaaaahhh... —Ursula intentó gritar pero su voz se le había ido hace mucho por el miedo que tenía.
—Por que lo usaré en ti hasta que me canse si la alumna Kagari no gana la gran competencia de relevos de escobas —sentenció ella. —¿¡HA QUEDADO CLARO!? —Al gritar eso último provocó que una gran ventisca de aire despeinara por completo a la paralizada maestra.
La peliazul únicamente asintió un par de veces con la boca abierta dando a entender que había entendido el peso de su tan importante misión.
—¡Genial! ¡Qué bueno que lo entendiste! —Exclamó Woodward con emoción. Había vuelto a la normalidad tan pronto cómo su antigua alumna había aceptado. La abrazó contra su cuerpo y mientras estaba así, le dijo. —Te lo encargó mucho Chariot. Debo ir a una reunión con... Eh... ¡Muy importante! —Exclamó no queriendo dar más detalles de su partida. —Por lo que volveré un día después de la gran competencia, así que... —Se acercó a su oído. —No me falles una vez más por favor. —Le susurró.
Al finalizar, desapareció en el aire. Dejando a la paralizada maestra sola en la habitación. Ursula se mantuvo con la boca abierta, con el rostro pálido y con los ojos desorbitados por unos minutos.
Aún no salía del trance en el que entró debido al miedo que le provocó su antigua maestra.
Al final cayó de espaldas sobre su cama en donde se quedó profundamente dormida apenas su cuerpo tocó la suave y cómoda tela de dicho colchón.
Al parecer el cansancio y la impresión eran demasiados para la joven maestra.
A la mañana siguiente.
—¡Si, aceptó enseñarle a Akko todo lo que necesite aprender pero no me coma! —Gritó esta al despertarse de golpe. Estaba sentada en su cama con la respiración muy agitada.
Observó a todas partes un tanto confundida y extrañada. Se encontraba usando su pijama y al parecer estaba cobijada con las sábanas hace unos momentos atrás. Dándole a entender que el asunto de Akko, Diana, las clases de vuelo de la castaña y la aterradora visita de su antigua maestra, junto con los recuerdos de su vida en la academia Luna Nova como una estudiante, fueron nada más que una simple y mal pasada pesadilla.
Sonrió con gracia al tiempo que negaba con su cabeza. Se recostó nuevamente en su cama ya más tranquila. Observó a su lado para ver que horas eran.
—Ah, ¿Las once de la mañana? —Se preguntó un tanto extrañada. —Qué tarde es ya... —Murmuró con decepción.
No podía creer que siendo tan joven desperdiciara su vida durmiendo hasta mediodía. Si, era toda una profesional.
Cerró sus ojos con tristeza, se sujetó su cabeza. Pensó en que punto de su vida todo se fue al carajo. Recordando dónde fue a los pocos segundos.
—Si, ahora lo recuerdo... —Murmuró con pesar.
Dejando así que los malos y dolorosos recuerdos invadieran su mente.
—¡Holaaaaaaaaa hijos de su putisima madre! —Gritaba una muy ebria Shiny Chariot al entrar pateando la puerta a lo que parecía ser, un evento de gala.
Se veía que era mucho mayor y un tanto desarrollada, sobre todo en sus curvas.
Venía disfrazada de bruja, solo que sus atuendos junto con su sombrero de bruja eran de color blancos muy llamativos, los cuales constaban de botas blancas con gemas preciosas incrustadas en estas, una falda un poco corta y una camisa escotada que dejaba ver parte de sus muy pronunciados pechos. Usaba también una capa de color azul con colores similares al del espacio exterior. Traía en una de sus manos el Claiomh Solais y en la otra una botella de vino de muy buena calidad
—¡Señorita Du Nord! —Exclamó un hombre adulto de cabello color marrón claro con traje de negocios de color negro al ver a la pelirroja en ese estado. —¿¡Está ebria!? —Gritó horrorizado.
Los murmullos a los alrededores no se hicieron esperar y eso solo hizo enojar a la mujer de ojos rojos.
¡Smack!
—¡Ahhh! —Sin mediar palabra le dio un puñetazo en el rostro al hombre que grito haciéndolo caer al suelo de golpe.
—Callese... —Murmuró con enojo la pelirroja para después darle un enorme sorbo a la botella que traía en sus manos.
—Jejeje pero que buen golpe le di... —Murmuró Ursula con gracia mientras tenía los ojos cerrados. Se había quedado medio dormida mientras recordaba.
Parecía no tener preocupaciones por hoy o en todo el día ya que si la promesa que le hizo a su maestra no fue verdad, entonces no tenía de que preocuparse por Akko y sus clases de vuelo o por ninguna otra clase en...
En ese instante Ursula abrió los ojos en exceso. Se sujetó la cara con ambas manos y gritó.
—¡Me volví a dormir! —Saltó de la cama y calló sentada al suelo. —Au... —Se sobo un poco el trasero y caminó con dificultad hasta su escritorio. Tomó su varita y después de lanzarse un hechizo a si misma.
Quedó cambiada de ropa en unos segundos, usando ahora el uniforme que las maestras debían usar para impartir clases en dicha academia. Además de que ahora cargaba unos libros de texto que seguramente usaría para dar su clase, la cuál debía impartir a las ocho de la mañana.
—Estoy lista —expresó satisfecha. —¡Voy tarde! ¡Voy tarde! ¡Voy tarde! ¡Voy tarde! ¡Voy tarde! ¡Voy tarde! —Repetía y repetía mientras salía corriendo con rumbo al salón en donde al llegar se encontró con decenas de miradas acusatorias por parte de todas las alumnas que llevaban esperándola allí como tres horas.
—¡Buenos días maestra Ursula! —Exclamaron todas con burla soltando unas cuántas risas al poco tiempo. Parecían divertidas al ver que la maestra llegaba tarde. Bueno casi todas.
—Esto ya es demasiado... —Murmuró Diana con enojo. No parecía muy a gusto con este tipo de comportamiento de uno de los docentes de la gran academia Luna Nova.
—Uhhmmm... Zzz... —Roncaba Akko a su lado.
Eso solo hizo que Diana cerrará los ojos con un tic nervioso en uno de ellos. No sabía por cuánto tiempo más aguantaría esta situación que tenía la desgracia de vivir. Desde lo molestas que eran sus compañeras de cuarto, hasta las clases personales fallidas que tenía que darle a la cabeza hueca de la dormilona que tenía a su lado.
—B-buenos días jeje —rió la maestra con nerviosismo. Caminó lentamente hasta su escritorio y dejó allí sus libros de texto para luego dirigirse a las alumnas. —Disculpen la demora... —Se disculpó para luego cambiar de tema a velocidad supersonica. —Muy bien, abran sus libros de texto en la página seis y empecemos. —Ordenó ella.
Se puso a escribir en el pizarrón sintiendo las miradas de desaprobación de muchas sobre su nuca. Sobretodo la de Diana Cavendish. La chica era muy molesta pero era la mejor en la academia así que no podía hacerla enojar o bien podría hacer que la despidieran.
Lo mejor por ahora era ignorarla y pretender que nada pasó aquí.
—Irresponsable —murmuró Diana con enojo.
Ella también decidió ignorar esa falta y poner atención a su libro de texto. Era mejor ponerse a estudiar en vez de perder el tiempo en cosas sin importancia.
—Ummmm... Caballos de colores... Zzz... —Murmuró Akko nuevamente entre sueños.
—Aaaah... —Suspiró Diana con pesadez.
Si, lo mejor era estudiar y solo eso.
Los días pasaron y con ello las semanas. Para muchas el primer mes en la academia era muy provechoso y para otras no tanto.
Día sábado - Hora 2:35 am.
Tiempo para la gran carrera de relevos de escobas: Menos de un día.
—¡Tía Freyre! —Lloró Akko mientras saltaba montada en su escoba. —¿Por que no vuelaaaaaaaas? —Le preguntó a su escoba entre lágrimas. —¡Vuela! ¡Vuela! ¡Vuela! ¡Vuela! ¡Vuela! ¡Vuela! —Empezó a gritar mientras saltaba en el mismo lugar en su escoba, se notaba a leguas que estaba harta de no poder surcar los cielos cómo lo hacía en sus días de gloria su ídolo Shiny Chariot.
Diana por su parte por primera vez en su vida se había quedado sin opciones. Incluso le habían pedido ayuda a varias compañeras de clase.
Pero al ver que las ideas que algunas le daban eran un tanto peligrosas, pues decidieron dejar de preguntar.
—Aun no me explicó cómo la señorita Manbavaran aconsejo disparar a Akko de un cañón, seria muy peligroso —murmuró la rubia con recelo.
Pero olvidó eso al ver que su compañera de habitación se acercaba a ella con una semblante muy deprimente arrastrando consigo su escoba.
—Es inútil Diana, no podré volar a tiempo para la gran competencia de mañana —habló Akko muy desanimada.
Diana puso una expresión lastimera, en verdad le daba un poco de lastima la chica frente a ella. Pero poco podían hacer.
—No se sienta mal Señorita Kagari —puso una mano en su hombro. Akko levantó la mirada y la observó con una expresión de tristeza muy exagerada. —Aunque no consiga volar para el domingo, podrá concentrarse durante todo el año para poder hacerlo y sin más presiones. —Continuó la rubia Cavendish.
La castaña soltó un suspiro de derrota. Tuvo que darle la razón a su inteligentisima amiga por lo que era hora de tomar las cosas con calma.
—Tienes razón —murmuró con los dientes apretados. Diana sonrió levemente. —Gracias por tu ayuda, vamos a dormir. —Agradeció, seguidamente se encaminó hacía el dormitorio seguido de Diana.
—Descuide no fue nada —comentó Diana.
Un momento después llegaron a la habitación en dónde sorpresiva mente se encontraron a Amanda despierta, su otra compañera de cuarto.
Esta se encontraba jugando con su escoba cómo si fuera una espada. Estaba vestida con su pijama pero no parecía dispuesta a irse a dormir.
Eso extraño mucho a las dos que acababan de entrar.
—¿Qué estás haciendo Amanda? —Preguntó Akko.
—Ah, son ustedes —expresó con desinterés ignorando la pregunta de la castaña.
Mientras la rubia se acercaba a su mesa de noche en donde tenía un vaso de agua y una foto familiar. Akko dejó su escoba apoyada en la pared para luego subirse a su cama para poder dormir un poco pero antes debía saber que hacía su otra amiga despierta a esta hora.
—Oye Amanda —la llamó.
—¿Qué quieres? —Respondió la mencionada con seriedad.
—¿Qué estás haciendo? —Volvió a preguntar. —¿Por que no estas durmiendo?
Amanda dejó de jugar con su escoba para observar con aburrimiento a la chica acostada en la cama de arriba.
—¿Por que preguntas tanto? —Preguntó esta en respuesta a la pregunta de la castaña.
Akko bufó molesta. ¿Qué nadie en esta habitación podía responder algo sin enojarse o sentirse atacado?
—Solo preguntó Amanda —comentó esta. —Se me hace raro que no estés durmiendo y roncando cómo es costumbre. —Dijo con tono burlón.
La pelinaranja arrugó la cara con mucha molestia.
—Qué te importa lo que hago, ¿Ok? —Le dijo casi finalizando la conversación. Akko infló los cachetes, se estaba empezando a poner muy furiosa. —Tu sólo concéntrate en aprender a volar más o menos rápido y déjame a mi prepararme para la gran carrera. —Comentó decidida para después seguir jugando con su escoba.
Eso alarmó un poco a Akko. Tenía un poco de miedo de contarle a la americana que ya no participarían por que en verdad se le dificulta despegar del suelo con su escoba.
—Eh... Amanda —pero aún así debía decirle.
Unos segundos después.
—¿¡Cómo que no vamos a participar en la gran carrera de relevos de escobas!? —Gritó Amanda con todas sus fuerzas.
—¡Aaaaaahh! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH! —Gritó Akko en el momento en que la ojiverde la tomó de los hombros y la lanzó hasta la cama de Diana. Dónde la rubia se preparaba para dormir.
—¡Oigan! ¿¡Qué les pasa!? —Exclamó Diana muy irritada.
Volteó a ver a Amanda con desaprobación pero retrocedió un poco al ver que la pelinaranja se acercaba a ella de forma hostil.
—¡Agh! —Se quejó Diana al ser empujada por su compañera de cuarto haciendo que cayera de espaldas en su cama justo al lado de Atsuko Kagari.
—¿¡Pero que te pasa!? —Gritaron Diana y Akko al unísono. Se levantaron de la cama para encarar a la americana pero cayeron sentadas nuevamente cuándo miraron la expresión furiosa de su compañera de cuarto.
—No, ¿¡A ustedes que mierdas les pasa!? —Gritó esta muy molesta dejando a ambas chicas atónitas. —¿Acaso creen que estuve entrenando cómo loca por semanas para esa maldita carrera solo para que dos bobas se echen para atrás un día antes de esta? ¿O si? —Sentenció esta.
Diana y Akko se vieron de reojo por unos segundos y luego a Amanda. La castaña simplemente suspiró con cansancio. En verdad ella quería participar en la carrera pero cómo dijo Diana. Tomaría tiempo aprender a volar.
La rubia por su parte tomó la palabra. Debía terminar con esto ya. Acababa de salir de este asunto y no volvería a entrar nuevamente en dicho asunto.
—Akko necesita tiempo para mejorar sus habilidades en la escoba señorita O'neil —comentó Diana de forma calmada.
Amanda se cruzó de brazos desviando la mirada a un lado.
—¿Y qué? ¿No podemos lanzarla de un cañón? —Aconsejó esta con enojo. Pero la mirada escéptica de la rubia le decían obviamente que NO. —¡Oh vamos! ¡Solo debe recorrer diez metros con su escoba, entregarle el aro a alguna de nosotras y listo, ya tenemos la carrera ganada! —Renegó la ojiverde.
Diana negó con la cabeza. Volteó a ver a la castaña y verla asintiendole con un semblante triste cómo aceptando su destino, hizo que se sintiera nostálgica quién sabe porque.
—No —negó con la cabeza. Las otras dos la voltearon a ver sorprendidas. —Se que la carrera es muy importante para ustedes pero prefiero que se enojen conmigo antes que alguna de ustedes salga lastimada. —Finalizó la rubia.
—P-pe-pero es muy importante para mi esa carrera —Amanda intentó hacerla entrar en razón.
—Ya dije que NO —volvió a repetir la rubia. Luego hizo que Akko se levantará de su cama y ella procedió a acostarse.
Mientras que Akko la observaba con estrellas en los ojos, Amanda la miraba con furia. Pero poco podía hacer en estos momentos.
—Bah, cómo sea —murmuró con enojo.
Arrojó su escoba a un lado de la habitación para después acostarse en su cama y arroparse con las sábanas por completo. Se veía muy molesta a la hora de acostarse.
Unos segundos llevaba Akko observando a su amiga de cabello rubio mientras se acomodaba para dormir. Se le veía indecisa cómo queriendo hacer algo y a la vez no.
Pero al final se decidió.
—¿Ah? —Diana fue tomaba por sorpresa al ser abrazada de la cintura por la señorita Kagari. —Señorita Kagari, ¿Sucede algo? —Preguntó.
La mencionada simplemente restrego su cabeza con ternura contra la mejilla de Diana haciendo que cerrará uno de sus ojos por esa acción.
Al separarse le susurró por lo bajó.
—Nunca nadie se había preocupado tanto por mi —le sonrió de forma sincera. —Gracias. —Le dio un suave golpe con su puño a Diana en su hombro de forma amistosa.
Diana simplemente suspiró. Sonrió levemente y negó con su cabeza por unos instantes.
—Ya descuide, no fue nada —le restó importancia al asunto. —Ahora vaya a dormir. Se que es sábado pero aún así tenemos clases normales en la mañana. —Informó esta.
Akko hubiera renegado.
—Ay, ya voy, ya voy —y así lo hizo. —Buenas noches Diana. —Deseó esta a su amiga.
—Buenas noches, buaaaaaa... Señorita Kagari —deseo esta entre un bostezo.
Ya después de ese momento, todas se encontraban acostadas en sus respectivas camas. Pero solo dos de ellas dormían.
—Me hubiera gustado participar en la carrera... —Susurró Akko con mucha tristeza. Observaba el cielo estrellado a través de una ventana en el techo.
Se sentía fatal por arruinarle los planes a Amanda y hacerle perder mucho tiempo a Diana. Nunca creyó que sería tan difícil aprender magia. En las clases era la última, en el vuelo de escoba ni siquiera lograba despegar del suelo y no se diga nada de la Shiny Rod la cuál abrazaba contra su pecho.
—¿Cómo es que aquel día si funcionaste y ahora no? —Le preguntó a la vara brillante cómo si fuera una persona. Pero obviamente no le iba a responder. —Ah... —Suspiró con pesar.
Lo único que le quedaba por hacer era esforzarse al máximo tal y cómo le aconsejó Diana.
—Ya verán, me esforzaré al máximo —murmuró con una determinación insuperable.
Más tarde.
—Zzz... Zzz... Zzz... —Roncaba Akko mientras estaba en clase. Si al parecer se estaba esforzando muchísimo.
Era pasado el mediodía y la maestra Ursula se encontraba caminando por las calles de un pueblo cercano a la academia Luna Nova.
—¡Habrán paso! ¡Habrán paso! ¡Habrán paso! ¡Habrán paso! ¡Habrán paso! —Y con caminando quiero decir corriendo despavorida cómo si su vida dependiera de ello mientras agitaba las manos por los aires.
Y para saber por qué hacía eso, solo debemos retroceder unos cuantos minutos.
Unos cuantos minutos antes.
La maestra se encontraba en su habitación revisando unos exámenes que su clase había hecho hace un par de horas.
—Vaya, Akko contestó mal once de las diez preguntas... —Dijo con una ceja levantada al ver este hecho sin sentido. —Y Diana respondió demasiado bien cada una de las preguntas con explicación y todo. —Murmuró con cansancio al ver las extensiones innecesarias de las respuestas de la señorita de los Cavendish.
Hubiera seguido revisando los últimos exámenes pero mágicamente una carta apareció en su escritorio extrañando un poco a la maestra. Si así no se entregaba el correo en Luna Nova.
Aun así tomó el sobre. Después de romperlo de una parte, extraer la carta del interior de este y leer el contenido de esta. Abrió los ojos en exceso al poco tiempo.
—Ah-a-a-aaa-aah... —Parecía que intentaba gritar pero lo único que salía era una voz ahogada desde su boca.
De forma tambaleante se levantó de su asiento, tomó su escoba y se fue caminando con rumbo a la salida.
La carta cayó al suelo dejandole ver el contenido de esta a los lectores de esta historia.
Hola Ursula. Soy yo la maestra Woodward. Solo te escribo para saber cómo van las clases de vuelo de la chica Kagari. Ya que cómo sabrás; prometiste ayudarla a aprender a volar para competir y ganar la gran carrera de relevos de escobas.
Espero que les vaya muy bien por qué lo prometiste, ¿Recuerdas?
Volveré el lunes para ver cómo les fue... Espero que no me falles o si no, usaré el hechizo de tortura del que te hablé jejeje... Je... Je...
Hablo en serio.
XOXOXOXO
Te cuidas, chica.
Ursula se encontraba volando en su escoba a través de un lugar mágico y muy luminoso. En este lugar la magia viaja a todo el mundo por las Ley Line, restos de las ramas del árbol Yggdrasil, el árbol que dio origen a toda la magia.
Pero desde hace unos siglos la energía de dicho árbol se había estado agotando. Por lo que hace muchísimo tiempo las nueve grandes brujas sellaron el poder restante bajo el sello de las nueve palabras mágicas del bosque de Arcturus.
Pero eso no era importante ahora...
—Debo pensar en algo, debo pensar en algo... —Repetía y repetía la maestra mientras volaba a gran velocidad.
Al final llego a un portal que la llevo a lo que parecía una vieja estación de trenes. Dejó su escoba por allí y empezó a correr despavorida por una colina hasta llegar a lo que parecía un pueblo muy humilde.
En dónde se encontraba en estos momentos. Dobló en una esquina en donde tomó rumbo hacía una extraña tienda donde vendían todo tipo de artilugios mágicos.
¡Tilt!
Sonó la campana de la puerta al momento en que está ingreso a la tienda. Eso llamó la atención del dueño de esta.
—Oh... Bievenida al taller para brujas —saludó un hombre pelinegro algo regordete de unos cuarenta años. Con barba pequeña. Su cabello era un poco largo, su tez era clara. Era un poco más alto que la maestra. Usaba una camisa grisácea casi verdosa, unos pantalones negros y zapatos negros. Junto con un delantal de color gris.
La maestra se puso a buscar entre todos los artilugios mágicos para ver si había algo que pudiera sacarla del problema en que estaba metida.
Y si que lo estaba ya que escuchó de buena fuente que Akko y sus compañeras no participarían en la carrera por lo que si su maestra se enteraba, seguramente la asesinaría de una forma muy despiadada y luego la castigaría.
—Rayos, no puedo creer que no haya sido un sueño... —Se lamentó esta.
Continuó buscando entre todas las pociones, animales disecados, armaduras mágicas, cartas del Tarot, bastones de emperadores intergalácticos, ataúdes, frascos con ojos y más.
—¿Disculpe maestra Ursula, puedo ayudarle en algo? —Preguntó el vendedor al acercarsele a la peliazul.
Ésta se dio la vuelta de una forma fugaz. Tomó al hombre por los hombros y empezó a agitarlo.
—¡Sé qué tienes algo que pueda hacer que una alumna que no pueda volar en una escoba pueda hacerlo sin ninguna dificultad! ¡Lo necesitó ahora mismo! —Exigió esta muy desesperada.
El hombre la observó con sorpresa. No esperaba que una maestra de la academia Luna Nova se comportará de esa forma.
—Pues tengo una escoba que puede volar sin la necesidad de usar magia —comentó este de brazos cruzados claramente con tono sarcástico.
Eso hizo que la maestra se molestará y mucho.
—Oye no te burles de mi —exigió molesta.
El hombre soltó una leve carcajada para luego pedirle disculpas a la maestra.
—No me burló, es más lo digo en serio —señaló una jaula a las espaldas de la maestra.
Ursula se acercó a donde había una jaula. En esta se encontraba una especie de escoba, pero era algo extraña. La parte inferior estaba hecha con lo que parecían ser plumas de alguna ave exótica, el resto de esta estaba hecha de un metal de color rojo con la punta superior en forma de una flecha muy grande.
Era extraña y más por el hecho de que se movía de forma violenta, seguramente por eso estaba encadenada.
—Uhmm... Se me hace conocida —se preguntó la maestra tocándose la barbilla intentando recordar.
—Es la legendaria Escoba Ryūseimaru —comentó el vendedor al acercarse a la maestra.
Esta lo volteó a ver sorprendida, luego a la escoba cómo no pudiendo creérselo.
—¿En serio es esta? —Preguntó.
Este asintió y comenzó a explicarle.
—Si, él dueño me la entregó para que se la guardará. Tuve que encadenarla ya que es muy peligrosa y puede llegar a ser tan rápida cómo...
—Un Jet... —Lo cortó la maestra. Parecía complacida por lo que veía. —Me la llevó. —Dijo con una enorme sonrisa en su rostro.
El hombre negó con su cabeza.
—Lo siento pero no está a la ven...
—Si, si claro que puedo pagarla y toda la cosa —lo cortó ella con desinterés.
Al instante sacó quién sabe de dónde una pesada y muy grande bolsa llena de monedas de oro.
—¡Ugh! —Se quejó ella por el esfuerzo que ejercía a la hora de cargar la gran bolsa.
—Lo siento maestra pero en serio, la escoba no está a la-¡AAHHHH! —Él hombre intentó renegar pero la pesada bolsa siendo arrojada contra su pecho lo hizo callar. Además de que cayó al suelo con esa pesada carga encima de él.
—Eh jejeje, lo siento... —Se disculpó la maestra riendo de forma nerviosa. —Yo solo... Tomaré la escoba y me iré. —Señaló con su dedo la escoba enjaulada.
Abrió la jaula y procedió a sacar, liberar y extraer la legendaria escoba de dicha jaula para luego irse de allí lo más rápido posible.
¡Tilt!
Se escuchó la campana de la puerta al momento en que la maestra salía de la tienda.
El vendedor levantó la cabeza un tanto tambaleante para ver a sus alrededores. Volteó a ver a todas partes y su visión se posó sobre la moneda de oro que sobresalía de la bolsa.
—¿Uh? —La tomó con su mano y la mordió para ver si era real y al comprobar que lo era. —Ummmm, es real... —Dijo con una sonrisa divertida.
Para luego caer desmayado de una vez por todas.
—Muy bien, escucha. Tú no me agradas y yo no te agradó pero nos necesitamos la una a la otra, ¿Entendiste? —Le dijo Ursula a la escoba legendaria mientras la tenia entre su brazo. Ambas volaban de vuelta a la academia por las Ley Line montadas en la escoba de la maestra.
La escoba levantó un poco la que parecía ser su cabeza para ver a la maestra más fijamente cómo si entendiera lo que está decía.
—Después de que ayudes a Akko a ganar la carrera, serás libre o puedes regresar a la jaula, tu decides, ¿Aceptas o no? —Sentenció la maestra muy molesta.
La escoba miró a todas partes por unos momentos hasta que pareció asentir, aceptando así la propuesta de la maestra.
—Buena chica —dijo Ursula complacida.
Y así ambas continuaron su camino de vuelta a la academia. Dónde a esta hora las alumnas estaban en un buen merecido descanso. Ya que cómo es sábado, las clases solo duran hasta mediodía y el domingo no hay clases por lo que las chicas pueden hacer lo que quieran.
Cómo competir en una carrera de relevos de escobas.
—Las odio a ambas —murmuró Amanda con enojo.
Las otras dos la voltearon a ver, una con extrañeza y la otra con furia ciega.
Se encontraban en su habitación. Cada una recostada en su propia cama.
—Aja —musitó Diana con un ligero ceño fruncido, se encontraba leyendo uno de sus libros de historia. —¿Y se puede saber por qué? —Preguntó con calma.
Pero la que no se mantuvo calmada fue la chica americana. Se paró de su cama y se acercó a la rubia con claras intenciones hostiles. Diana tomó su varita por si en caso.
Akko observaba todo desde su cama, ella estaba jugando con sus cartas de la colección de Shiny Chariot. Pero estaba alerta por si Amanda intentaba hacerle algo a Diana.
—¿Y todavía lo preguntas? —Inquirió Amanda. Se paró al lado de la cama de Diana y la observó cruzada de brazos. —¿Cómo te sentirías si te la pasarás entrenando cómo loca para una competencia muy importante? Y cuándo es casi el día de la dichosa competencia, no puedes participar por que tus dos compañeras de cuarto ¡No quieren participar! —Gritó eso último. —¡Dime!, ¿¡Cómo te sentirías!? —Para este punto, la pelinaranja estaba hecha una furia.
Diana simplemente la observó con su característica expresión de pokerface. Cómo no interesándole en lo absoluto los juegos infantiles de las demás.
—Pues lo lamentó si no podrá participar en su carrera sin sentido pero si no se puede, no se puede —finalizó Diana para volver su vista a su libro.
—¡Ay! ¡Ahora veras! —Gritó Amanda. Tomó a Diana del cuello de su camisa y cuándo iba a impactar su puño incontables veces contra el bien cuidado rostro de Diana, Akko la sujetó de la mano y la alejó de forma brusca de su amiga. —¡Oye! ¿¡Qué te pasa!? —Gritó Amanda hecha una furia.
—Mira, lamentó mucho el que no puedas participar en la carrera, es más lamentó muchísimo que todas no podamos participar y divertirnos en la maldita carrera —exclamó Akko extendiendo sus brazos al aire. Sorprendiendo en gran medida a sus dos compañeras de cuarto. —Yo más que nadie estoy muy frustrada por no poder participar en la carrera de mañana, era mi sueño ganar y poder ser igual a Chariot. —Confesó con tristeza. Pero rápidamente cambio su semblante a uno más determinado. —Pero alguien me enseñó a que debemos entrenar y prepararnos más sabiamente, aprovechando cada minuto de nuestro tiempo.
—Akko... —Susurró Diana el nombre de la castaña. Estaba un poco feliz al ver que la cabeza hueca si había aprendido algo.
—Así que el próximo año ganaremos sin falta —sonrió Akko levantando su puño con mucha confianza.
Amanda bajó la mirada al suelo, relajando su semblante un poco. Pero volviendo a endurecerlo al instante levantando su mirada para observar fijamente a la ojirojo.
—Pero yo quería participar en la carrera de mañana —dijo Amanda de forma dura sacándole un suspiro cansado a la castaña. —¡Y por tu maldita culpa no podré hacerlo! —Exclamó enojada señalando con su dedo a la chica asiática sacándola así de sus casillas.
—¡Ay, ya sacaste boleto!
Akko se abalanzó sobre Amanda. Ambas cayeron al suelo y empezaron a rodar por los suelos.
—¡Oigan, detengan esto ahora mismo! —Exigió Diana. La rubia dejó su libro en su cama y se levantó de esta para intentar detener la absurda pelea.
—No hasta que esté perdedora tenga lo que se merece por hacer que me pierda una de las más geniales carreras en esta escuela —dijo entre dientes la americana.
—¡Por supuesto que no! —Exclamó Diana. —Se ganarán una reprimenda de la directora y de la profesora Finnelan si siguen con esto.
—Solo d-déjame reacomodarle la columna a esta tarada para que no se meta conmigo —dijo Akko mientras apretada el rostro de Amanda contra el suelo. Se encontraba en encima de la chica más alta.
—Ya quisieras torpe —respondió Amanda. Ella alejaba el rostro de Akko con su mano.
—¡Ya detengan esto! —Gritó Diana ya harta.
Tomaba a Akko de los hombros haciendo un intentó inútil de separarlas, pero no podía. No era tan fuerte cómo ellas dos.
—Por tu culpa no podré cumplir mi sueño de ganar esa carrera —gritó Amanda muy molesta.
—¡También es mi sueño! —Confesó Akko. —¡Te juró que si se presentará una oportunidad para que pudiera volar mañana en la carrera! ¡La tomaría sin dudarlo! —Gritó Akko con los ojos cerrados.
—¡Patrañas! —Gritó Amanda no creyéndose nada de lo que la castaña decía.
—¡Ya detengan esto o me veré en la penosa necesidad de llamar a una maestra!
—¡Akko! ¡Akko! ¡Akko! ¿Akko?
En ese momento la puerta de la habitación se abrió dándole paso a una muy agitada maestra Ursula.
Llamando así la atención de las tres chicas quienes la voltearon a ver.
La maestra se quedó sin habla al ver a las chicas en una situación tan comprometedora.
—Chismosa —murmuró Amanda obviamente dirigiéndose a Diana.
La cuál frunció el ceño. Después de separarse las cuatro se encontraban conversando. Mientras que la maestra se encontraba sentada en la cama de Amanda, las demás estaban sentadas en la cama de Diana Cavendish observando a la maestra de forma interrogante.
—Maestra Ursula, ¿Podemos ayudarle en algo? —Preguntó Diana de forma cortés.
—Si, ¿Y qué es eso? —Preguntó Akko señalando la extraña escoba que la maestra traía en sus manos.
La maestra se puso nerviosa y casi con voz titubeante respondió.
—Ah, ¿Esto? —Les mostró la escoba a las chicas. —Es una escoba para profesionales. —Comentó ella. —Es para Akko, es para que pueda participar en la carrera de mañana.
Tanto Amanda cómo Akko se levantaron de la cama y se acercaron rápidamente a dónde estaba la maestra.
Mientras que Diana observaba con algo de curiosidad la dichosa escoba.
—"Me parece conocida..." —Pensó algo dubitativa.
—¿Para mi? —Preguntó Akko con estrellas en los ojos.
Tomó la escoba en sus manos y la observó muy feliz, cómo si se tratará de una niña que acababa de recibir un estupendo regalo.
—Si, es para que puedas volar sin ningún problema mañana en la carrera —dijo Ursula. Mostrando una enorme sonrisa nerviosa.
—Muchas gracias —agradeció muy feliz la castaña pero después se inclinó al frente con los brazos caídos con una clara expresión decaída. —Pero no gracias, aún no se como volar en escoba. —Dijo muy triste.
La maestra soltó una leve risa llamando la atención de la castaña.
—No te preocupes Akko —le dijo para tranquilizarla. —Cómo te dije, es una escoba para profesionales y no tendrás problemas a la hora de volar mañana en la carrera.
Diana observó a la cuarta pared con una ceja levantada. Eso que escucho le parecía lo más...
—¿¡En serio!? ¡Genial! —Exclamó Amanda muy feliz.
—¿Amanda? —La llamó Akko extrañada.
La americana la observó con enojo.
—Ah, no. Tú dijiste que si se presentaba cualquier oportunidad para que pudieras volar mañana en la carrera, la ibas a tomar sin excepciones —le recordó Amanda. —Y de ningún modo voy a permitir que te eches para atrás, ¿Me oíste? —Le dijo eso último jalándola del cabello.
—¡Auch! ¡Auch! ¡Auch! ¡Auch! ¡Auch! ¡Si ya sé, ya sé! —Se quejó Akko entre lágrimas.
—Espere maestra Ursula —intervino Diana. Se levantó de su cama y se acercó a dónde estaban las demás para mostrar su descontento. —Es mínima mente posible que esa escoba ayude a la señorita Kagari a...
—¡Huy pero miren la hora que es! —La interrumpió la maestra. —Tengo que irme... Ahora mismo. —Se apresuró a salir de la habitación lo antes posible pero antes...
—No me falles, confió en ti... —Le susurró desde la puerta a la escoba que Akko traía en las manos.
—No lo haré, gracias —le susurró Akko pensando que se lo decía a ella.
—Jejeje... Je... —Río Ursula nerviosa. Para después salir de la habitación rápidamente. —Si esa chica no gana, estoy muerta... —Murmuró con miedo la peliazul mientras caminaba por el castillo.
Mientras tanto en la habitación de las chicas. Diana observaba con inseguridad la dichosa escoba para profesionales que Akko no dejaba de ver. Le parecía lo más absurdo que jamás haya escuchado en su vida. Pero también le daba un muy mal presentimiento.
—Tengo un muy mal presentimiento... —Murmuró para si misma.
Pero al final decidió continuar con su lectura. Ahora debía preocuparse no sólo de sus estudios si no que también de la carrera de mañana.
—Muy bien ya que si vamos a participar mañana en la carrera de relevos de escobas, lo mejor será prepararme —les aviso Amanda mientras se acostaba en su cama. —Akko, procura levantarme antes de la cena para comer algo antes de mi siesta de verdad, debo levantarme mañana muy temprano. —Le pidió a la castaña.
—Si —dijo Akko haciendo un saludo militar para después volver su atención a la escoba.
Diana volteó a ver hacía la ventana encontrándose con que era aún de día. Luego volteó a ver con incertidumbre a la americana ya empezando a roncar. No tuvo de otra que fruncir ligeramente el ceño al ver que ella desperdiciaba valioso tiempo de estudio.
—Creo que iré a la cafetería por una taza de té —murmuró molesta la rubia para después salir de la habitación.
—Suerte —le dijo Akko aún sin quitar su vista de la escoba. La abrazó contra su cuerpo y se recostó en su cama cerrando los ojos para descansar un poco.
Mientras Akko dormía con la escoba abrazada contra su pecho. Esta se removió un poco incómoda por la cercanía de la chica. Al ver que no podía zafarse del agarre volteó a ver hacía la ventana. Cómo si quisiera irse volando.
Pero recordaba lo que le dijo la maestra Ursula.
—Mañana después de que ganes la carrera, te vas volando, ¿Entendido?
No tenía de otra que esperar a que terminará la dichosa carrera de la que le habló esa maestra.
Para la cuál faltaba muy poco.
Al día siguiente.
Era casi mediodía y todo estaba listo para la tan esperada carrera de relevos de escobas.
—¡Hola a todos! ¡Soy Wangari reportando desde la academia Luna Nova, trasmitiendo en vivo la carrera anual de relevos de escobas! —Dijo una chica pelinaranja con el cabello alborotado. Ojos cafés y tez oscura. Era un poco alta, tenía unas argollas muy grandes de color amarillo en sus orejas, usaba el uniforme de clases de Luna Nova además de una gorra de reportera y un extraño micrófono de reportera con forma de cráneo en este.
Esta se encontraba narrando la carrera desde el campus donde todas las participantes se encontraban en la línea de meta listas para iniciar la carrera.
—Hoy es un bonito día para participar en esta gran carrera —comentó la pelinaranja. —Ahora vemos como las participantes de la primera ronda se preparan en la línea de salida.
En la línea de salida estaban Akko, Sucy y otras alumnas más.
—Oye Akko, no sabía que ya podías volar en escoba —comentó Sucy con un tono burlón.
—Bueno, no es que pueda volar aún, solo es que... —No sabia bien que tenía que hacer. Ni siquiera Diana la cuál esperaba en la fase final de la carrera, sabía bien cómo funcionaba la dichosa escoba y Amanda solamente le dijo que se subiera en ella y que le entregará el aro lo antes posible para ganar la carrera de una vez por todas.
—Lo sabía, eres más idiota a cada segundo —bufó Sucy con tono molesto.
Akko infló sus cachetes por lo molesta que estaba. Iba a reclamarle pero la maestra Nelson las llamó a todas.
—Atención a todas —habló casi gritando la maestra de vuelo con escoba.
Akko quién estaba un poco alejada fue jalada a la fuerza hasta la línea de salida por la escoba cómo si esta tuviera vida propia (Lastima que ella no lo sabía aún).
—¡Woah! —Exclamó sorprendida. —Eso es nuevo...
Varias alumnas la quedaron viendo muy sorprendidas. Sabían de lo alocada que era la chica japonesa pero al parecer empezaba a subir a niveles más altos con respecto a la rareza.
—Las reglas son simples, vuelen en su escoba hasta dónde se encuentra su compañera de cuarto, entreguenle el aro que tienen en su muñeca para hacer que el relevo sea válido, por que si pierden ese aro no dudaré en descalificar a todo el equipo —sentenció la maestra Nelson. —¿Ha quedado claro? —Preguntó.
—¡Si! —Exclamaron todas al unísono.
Ya después de esas palabras, todas se pusieron en posición.
—Oye Akko, no pensé que tuvieras la hágallas para participar en la carrera de relevos de escobas, si ni siquiera puedes volar en una jajajaja —se burló Bárbara la cuál estaba a su lado.
—¡Ahora veras! —Exclamó Akko hecha una furia.
Se abalanzó sobre la chica pero esta emprendió el vuelo esquivando así su ataque.
Akko cayó de cara al suelo y cuando se levantó dejó ver que tenía toda la cara enrojecida, además de una expresión de furia ciega en su rostro.
—Mejor suerte para el próximo año, revoltosa —se burló Bárbara mientras se alejaba volando.
—¡Vuelve aquí para que te pueda hacer pedazos! —Gritó Akko mientras alzaba su puño.
—¡Y allá van damas y caballeros! ¡La gran carrera de relevos de escobas ha iniciado! —Comentó Wangari a través del micrófono.
—¿Qué? —Akko la volteó a ver confundida.
—Por alguna razón que desconozco la señorita Atsuko Kagari se quedó pasmada en la línea de salida —comentó nuevamente. —¿Usted que opina maestra Ursula? —Inquirió ella a la peliazul, la cuál estaba sentada a su lado con una expresión de terror puro al ver qué Akko no despegaba aún.
—¡Corre Akko! ¡Correeeeeee! —Gritó la maestra Ursula. Pero luego se dio cuenta de su error. —¡Mejor dicho! ¡VUELAAAAAA! —Gritó con todas sus fuerzas.
—¡Woah! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH! —Gritó Akko alarmada. Rápidamente tomó la escoba y se subió en ella. —Tía Frey-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH! —Pero algo extraño paso, no terminó de decir las palabras mágicas cuándo la escoba despegó y voló a una velocidad super sonica.
—¡Woah! ¡No sabíamos de esa habilidad tan perfecta y majestuosa de la señorita Atsuko Kagari! —Comentó la reportera levantándose de su asiento. —¡Es sensacional! ¡Incluso ya alcanzo a la que iba a la cabeza, la señorita Bárbara Parker!
Tal y cómo lo dijo la pelinaranja, Akko se puso al lado de la pelinegra.
—¡Oye, quédate atrás! —Gritó Bárbara muy molesta.
En un acto de juego sucio, sacó una pócima de su túnica y se la hecho encima a la castaña.
—¡Oye! —Gritó esta.
Afortunadamente no era una pócima efectiva o ella hubiera terminado convertida en rana o algo peor. Pero el problema fue que la escoba legendaria quedo manchada por la pócima, lo cuál la hizo enfurecer y embestir con todas sus fuerzas a la chica inglesa.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH! —Gritaba Bárbara mientras caía junto con su escoba.
Esta chocó contra un árbol en donde unos segundos después hubo una especie de explosión.
—¡Oh santo cielo! ¡Akko se ha vuelto loca! —Gritó Wangari muy aterrada.
Y en efecto, la escoba donde iba la castaña se empezó a mover de un lado a otro como si estuviera enardecida. Incluso dio media vuelta y empezó a embestir a las demás chicas que estaban en sus escobas.
—¡Woah! —Gritaba Akko sumida en el pánico. —¡Cuidado Sucy! —Gritó Ella antes de impactar a la chica amante de los hongos.
Pero fue muy tarde.
—¡Idiotaaaaaaaaaaaaa! —Gritaba Sucy mientras caía e impactaba contra una de las ventanas de la academia.
¡KABOOOOOOM!
En donde también hubo una explosión a los pocos segundos.
La maestra Ursula se tapaba los ojos por la destrucción sin sentido que estaba presenciando.
—Ah fiuuu, ya acabo —pero suspiró aliviada al ver que la escoba ya había terminado de derribar a todas las concursantes, tomando así rumbo hacia la segunda línea de partida para entregarle así, el aro a Amanda.
En efecto, Akko toda mareada le entregaba difícilmente el aro a la chica americana y esta con una sonrisa malvada lo recibía.
—Oh siiiii... —Murmuró esta con una sonrisa de dientes puntiagudos en su rostro. —¡AAAAAAAAAHHHHH! —Gritó con furia a la hora en que despegaba del suelo provocando que todas las demás salieran volando por los aires debido a la intensidad del despegue.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH! ¡Esto no tiene sentido! —Gritaba Hanna mientras salía volando por los aires.
—¡Abran paso que esta carrera la ganó por que la ganó jajajaja! —Gritaba Amanda mientras reía cómo lunática.
Iba a una velocidad tan grande que incluso llegó en segundos hasta donde estaba Diana.
—¿Pero que? —Se quedó atónita al ver que la carrera había terminado para ella. —Aaaah, que estafa. —Se lamentó.
—¿Qué pasa? —Preguntó Diana al ver que su compañera de cuarto estaba un tanto molesta.
—Nada, yo creía que iba a durar más la carrera pero ya se terminó —se quejo Amanda.
La rubia simplemente negó con la cabeza. Se supone que debería estar estudiando pero no, estaba aquí perdiendo el tiempo en una carrera que duraba tan poco pero que aún no había terminado.
—Me permites —dijo al momento de tomar el aro de la mano de Amanda. —Debo cruzar la meta para así poder declararnos ganadoras. —Comentó Diana. —O algo así. —Levantó una ceja al ver que las demás se habían ido a ver cómo estaban sus demás compañeras de cuarto, ya que gracias a Akko y Amanda habían salido muy perjudicadas. Por lo que solo estaban ellas dos en el lugar.
—Cómo sea... —Murmuró Amanda desinteresada.
La americana se fue a recostar a la sombra de un árbol cercano ignorando todo a su alrededor.
Diana por su parte decidió acabar con esto de una vez por todas y volver a su rutina diaria.
—Tía Freyre —dijo el hechizo y empezó a volar.
Despegó a una velocidad muy segura. Volaba a un ritmo un tanto rápido y elegante digno de una estudiante muy aplicada. Iba muy concentrada en su objetivo ya que no tenía una rival a la cuál rebasar o intentar dejar atrás.
—Vuelo limpio y seguro, tal y cómo lo hace mi madre —comentó para si misma con una sonrisa.
El trayecto hasta la meta estaba libre. Y para el cuál faltaban solo un par de metros.
Mientras tanto.
—¡Detente ya! —Lloró Akko.
Desde que le entregó el aro a Amanda se mantenía volando en la escoba legendaria. Y es que esta no tenía ganas de quedarse quieta por lo molesta que estaba aún.
Llevaba y traía a la castaña de un lado a otro. Buscando una víctima en la cuál desatar su furia.
Y lastimosamente, la encontró atravesando la línea de meta.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH! —Gritó Akko en el momento en que la escoba salió disparada hacía la línea de meta con rumbo a su pobre víctima.
Mientras tanto Diana finalizaba la carrera dándola así por terminada.
—¡Y allí lo tienen! ¡El equipo de Diana gana la carrera de relevos de escobas de este año! —Exclamó Wangari con emoción.
Después de tanta destrucción sin sentido. Era bueno ver que todo culminaba de una forma tranquila.
—Creo que mi trabajo aquí, acabo —musitó Ursula satisfecha.
La maestra se levantó de su asiento y emprendió camino a su respectiva oficina para descansar un poco. Ya sentía que se había quitado un enorme peso de encima.
—Creó que me gane una cerveza —se felicitó a sí misma mientras ingresaba a la academia.
Diana por su parte volaba hacia uno de los jardines de la academia Luna Nova en donde planeaba aterrizar y así emprender camino hacia la biblioteca para empezar a estudiar cuánto antes.
Pero estaba en la mira de alguien.
—¡Cuidado Diana! —Gritó Akko para advertirle del peligro a su amiga.
—¿Qué? —Volteó Diana para ver que pasaba.
Pero era demasiado tarde.
—¡Oh dios mio! —Gritó Wangari muy horrorizada. —¡Atsuko Kagari acaba de embestir a Diana y ahora ambas están girando fuera de control por los aires!
¡CRASH!
—¡Cielos! ¡Ahora acaban de chocar contra una de las ventanas de la academia!
¡KABOOOOOOOOOOM!
—¡Ahora acaba de haber una muy fea explosión allí adentro y el fuego no se ha hecho esperar! —Bajó la mirada con pesar. —No creo que ninguna haya salido ilesa de ese mortal accidente...
Todas en el público permanecían atónitas por lo que acababan de ver. Parecía incluso que daban un minuto de silencio por ese horrible accidente.
Hasta que...
—Esta carrera fue patrocinada por la nueva bebida energética Light Top, en donde si encuentras una bebida mejor. Pues te mandamos a un grupo de trolls para silenciarte —anunció Wangari observando a la cámara con una actitud alegre.
Diana abría lentamente los ojos y lo ultimo que vio antes de caer inconsciente fue una extraña ave moviendo sus alas sobre ella.
—La escoba legendaria... —Murmuró sorprendida.
La escoba se había liberado por completo y salió volando por una ventana perdiéndose así por el horizonte.
—Auch... —Se quejo Akko por el dolor. Estaba encima de Diana y no parecía querer levantarse.
Ambas estaban en la biblioteca. Encima de muchos libreros con cientos de libros regados por los suelos.
—¡Ganamos! —Exclamó Amanda quién había entrado por la ventana que rompieron esas dos y sin esperar se abalanzó sobre sus amigas para apretarlas en un fuerte abrazo.
—¡Agh! —Se quejó Diana.
—¡Yay! —Celebró Akko.
Al fin había cumplido uno de sus sueños. Estaba en buen camino para ser cómo Chariot.
—Ganamos —volvió a repetir Amanda aumentando la fuerza del abrazo.
—Aaaaa... —Diana no lo soportó más y cayó desmayada en el acto.
Un rato después serian llevadas a la enfermería para que fueran atendidas.
Diana se terminaba de aplicar el Spray sanador en su ojo morado dejándolo cómo nuevo. Guardando así la lata de Spray en el botiquín y emprendiendo camino de vuelta a la habitación para dormir un poco.
Pasó por la vitrina de trofeos y no pudo evitar bufar con molestia al ver su foto con sus compañeras de cuarto en dicha vitrina. El problema era que se sacaron la foto cuándo ella estaba inconsciente. Solo Amanda quién cargaba el trofeo de primer lugar y Akko quien estaba toda vendada, se veían de forma aceptable en la foto. Mientras que ella estaba inconsciente, acostada en la camilla toda indefensa.
Con el ceño ligeramente fruncido se fue a su habitación ignorando la tan humillante foto.
—No puedo creer que la maestra Ursula le haya dado a una cabeza hueca la escoba legendaria solo para que ganará una carrera sin ninguna importancia —habló en un susurró mientras ingresaba a la habitación en donde las otras dos ya estaban dormidas.
—Chariot... Chariot... —murmuraba Akko entre sueños mientras abrazaba contra su pecho el Claiomh Solais.
Para Diana era una vista desagradable. No sólo por verla babeando mientras roncaba. Si no que siendo una importante elegida se comportaba cómo una niña revoltosa.
—Un enorme desperdicio de potencial —murmuró mientras se acostaba en su cama. —Auch... —Se quejó por el dolor que sentía en todo su cuerpo.
Cerró uno de sus ojos mientras buscaba una posición cómoda para poder dormir y cuándo la encontró pudo suspirar aliviada.
—Zzzz... Zzz...
Volteó a ver a Amanda quién fue la que soltó ese ronquido y no pudo evitar poner una expresión cansada al verla durmiendo mientras abrazaba el trofeo de primer lugar de la carrera. Era la más feliz de todas por haber ganado y no pararía de presumirselo a todas en la academia.
—Bah, que haga lo que quiera —murmuró molesta la rubia. —Aún debo saber por qué la maestra Ursula ayudó a Akko y cuál fue el motivo que la incitó a hacer tal cosa. —Dijo con seriedad.
Desde ya estaba planeada una cumbre Diana/Ursula con motivos detectivescos por parte de la rubia.
—¡Siiiiiii! —Exclamó la maestra Woodward mientras abrazaba a la maestra Ursula con fuerza. —¡Sabia que no me fallarías!
La poderosa bruja estaba feliz al enterarse de que su elegida iba por un muy buen camino.
Al parecer la tercera si seria la indicada.
Mientras tanto la maestra Ursula podía respirar tranquila ya que no le falló a su antigua maestra y ya no habría tortura.
—Me alegra que le haya agradado la noticia maestra —dijo Ursula con una sonrisa nerviosa.
Woodward se separó de ella y la tomó de la mano.
—Y que lo digas —dijo feliz. —Ven te invitaré unos tragos y allí me cuentas todo, eh. —Invitó.
—Claro maestra —Ursula aceptó gustosa.
En verdad necesitaba un trago o varios para lograr olvidar todo el estrés que sintió durante los últimos días gracias a que creyó que no saldría ilesa al fallarle a su maestra.
—¡Pues vamonos! —Musitó Woodward.
Acto seguido ambas desaparecieron en el aire, seguramente se teletransportaron al bar más cercano.
Dejando así la habitación sumergida en un tranquilo y muy solemne silencio.
Ya mañana seria otro nuevo día de actividades en la academia Luna Nova, dónde todas luchan por ser unas grandes brujas en un futuro no muy lejano.
Continuará...
Gracias por leer y perdón por no actualizar. La muerte de mi madre me ha complicado mucho las cosas pero descuiden. Las historias las acabo por que las acabo.
Nos vemos en la próxima, adiósh ;3.
