"Waking up to kiss you and nobody's there
The smell of your perfume still stuck in the air, It's hard
Yesterday I thought I saw your shadow running round
It's funny how things never change in this old town
So far from the stars […]"
– This Town (Niall Horan)
Capítulo 33. El ensayo
Stewy apretó el teléfono entre la oreja y el hombro, mientras hacía un nuevo cálculo del precio de la empresa según los valores de la última semana, en el iPad. – Joder, Ken, cógelo – murmuró.
Todo su trabajo aquí era preocuparse por los beneficios no sólo para sí mismo sino los de Maesbury y los inversores. Estaban legalmente obligados a obtener el mayor rendimiento de la venta.
Aunque eso se pudiera reinterpretar según a quien preguntaras.
Al final maniobraría para estar en cualquiera que fuera la posición en la que necesitaba estar.
No es que no estuviera tentado a putear a Matsson por… no estaba muy seguro.
Porque desde un principio la miraba como si la fuera a devorar entera.
Roman la había puesto de cebo y aunque ahora mismo al primero ya no le importara tres cominos… al parecer había bastado para despertar el interés del sueco.
Su jefa de Comunicación.
Esa idea le molestaba más de lo debido.
Era perfectamente consciente que ella era brillante.
Era fantástica.
Se merecía todas las oportunidades del mundo.
ÉL tendría que haber ignorado sus reticencias y haberle echado un cable hace meses. En Maesbury trabajaban con varias agencias de publicidad.
Pero Lavinia era orgullosa y él siempre había sido reservado con su vida personal.
Harías cualquier cosa que ella te pidiera. ¿Por qué no…
Volvió a marcar el número de Ken.
No puedo ser padre.
Se sintió un poco resentido con Kendall por no haberla conservado en su equipo.
Pero después de lo de la piscina en Italia… No, era obvio que Ken no tenía la cabeza lo bastante clara, fuera lo que fuera lo que le había sucedido.
Todavía no sabía por qué le había dejado tirado con lo del abrazo del oso en primer lugar.
Era natural que Lavinia peleara por su carrera.
Era consciente que había tenido que pelear por muchas cosas antes debido a su familia.
Se quedó sentado en la butaca con una mano en el móvil y la otra en su cabello negro espeso.
Todo esto le desequilibraba, no sabía gestionarlo.
Lukas Matsson podía ser un sociópata pero eso no importaba realmente, tenía que ver que ella era más que válida si tenía tan buen ojo en los negocios como decían.
Solo que... no había ninguna duda en su cabeza de que estaba tras algo completamente diferente.
No es que pudiera culparlo.
Lavinia era desesperadamente hermosa.
Mierda.
Cuánto más se equivocaba, más difícil era encausar la situación.
Stewy fue perfectamente consciente de estar decepcionándola.
De ser muy estúpido por dejarla ir.
Aquella mujer bonita, fascinante, devastadoramente inteligente le quería…, y él no sabía si podía dárselo todo.
¿Qué clase de padre sería?
Quizás todo se derivara de sus propias inseguridades.
Se pasó una mano por la cara y dejó escapar una respiración, frustrado. Necesitaba una copa.
Me siento… sobrepasado. No sé cómo hacer esto.
La noche anterior la había besado, probado la tristeza de sus labios y su bálsamo labial de granadina, sabiendo que era su culpa que ella estuviera pasándolo mal.
Miró su iPad una vez más solo para asegurarse de que Sandi había colgado en su Twitter los enlaces de los que habían hablado.
Esta vez los números de la hoja de cálculo en su tableta no cuadraron.
Sostenía un bolígrafo entre dos dedos, como liberador del estrés, aunque hacía rato que había dejado de garabatear ningún papel.
Repasó sus iMessages de las últimas horas.
Había rumores de lo jorobadamente raro que era Lukas Matsson. Todo de historias en un sitio web llamado Filthy Rich.
Un colega pensó que le interesaría por lo de la venta y le pasó un enlace.
No le gustó nada.
A las puertas de los 40 los celos de casi un adolescente no le sentaban bien.
Si quería ser brutalmente honesto, odiaba hasta la idea que pusiera sus ojos en Livy.
Todo ese rollo que se decía de follarse a desconocidas con auriculares con cancelación de ruido parecía bastante espeluznante.
Teniendo en cuenta como circulaban los cotilleos en el distrito financiero sería extraordinario que no hubiera más historias de terror allí fuera.
No necesita que la rescaten.
Te necesita pero no así.
Eres un capullo, Hosseini.
Joder, la quieres con todo lo que tienes, pero podría no ser suficiente, pensó Stewy.
Sintió la necesidad de echar a Matsson del… maldito sistema solar.
Pasó el dedo índice por la pantalla disperso.
La verdad era que el precio de Waystar caería tan pronto como GoJo abandonara su trato después de semanas de especulaciones en la prensa.
No era nada descartable que entonces Stewy y su firma fueran inmediatamente demandados por los inversionistas por los millones en ganancias que quedaran sobre la mesa.
Como el resto de la junta.
Josh Aaronson había sido bastante claro en Boston.
Todo el mundo estaba preparado para un nuevo capítulo en Waystar Royco.
Después de eso, Stewy había acompañado a Joey Stuhlbarg a Las Vegas, lo que había sido básicamente sobre beber, ver a Joey perder dinero, y drogas malas en baños de sitios cuestionables.
Hacía más de dos semanas.
El estira y afloja sobre el precio con GoJo se trataba sólo de un negocio, nada que tomarse personalmente.
Eso déjalo a los Roy.
Stewy tenía muchos 'amigos', pocos enemigos, pero su lenguaje favorito era el dinero.
Estos días su tiempo estaba dedicado a comprobar valores, recibir actualizaciones de Sandi sobre sus pequeñas conversaciones con Shiv, e intentar que Ken le contestara los putos mensajes.
Hacer lo que fuera para no pensar demasiado en su situación personal.
Quería a Lavinia y sabía que su actitud la hacía sufrir, ninguno de los dos lo había planeado. No es que no hubieran tomado medidas.
La vida familiar… no entraba en sus planes.
Los niños no perdonan una mañana para que tú puedas descansar.
Estás totalmente jodido.
Se había esforzado en evitar las miradas extrañas de Stuhlbarg, porque había rechazado discutir con él cómo le había llamado la desconocida en Las Vegas.
No quería imaginar qué relato se había montado en ese cabezón suyo.
Le gustaba ser percibido como un individuo complicado. Descaradamente hedonista no es lo peor que se podía ser en este ambiente…
– ¿A quién le has hecho un bombo? ¿o planeas algo un poco kinky esta noche? – se rió a carcajadas Joey mientras él le ponía los ojos en blanco.
Su compañero hizo la señal de cerrarse la boca con una cremallera ante su gesto. – Lo pillo, lo pillo…
La cuestión en este negocio del capital privado es que los demás estaban ocupados tratando de creer que la mayoría en el sector no eran parásitos especializados en comprar deuda que creaba obligaciones e intereses para devorar los beneficios.
Era todo juego a corto plazo.
Lo había sido hasta Waystar.
No estaba exactamente emocionado sobre ello.
Pero podría estarlo si el sueco ponía ese montón de dinero que querían.
Stewy consultó la hora en su novísimo reloj de pulsera.
Ayer Lavinia le había devuelto las llaves de su piso.
Todavía las llevaba en el bolsillo interior de su americana, y le dolía como el infierno. Había estado regodeándose en su propia miseria durante toda la noche.
Durmió lo justo para quedarse más hecho polvo que antes.
Su cabeza iba a estallar. Pensar en Livy le hacía sentir de esta manera…
Ni siquiera estaba tomando (mucha) coca.
Tenía que poner toda su mierda en orden.
Por el bien de los dos.
Le gustaría viajar más, beber más y tal vez tomar hongos en Bushwig, todas las cosas que encajaban firmemente en la categoría de no procrear.
No necesitaba ningún tipo de vínculo emocional con un niño.
Pero algo estúpido y masculino, le hizo sentirse protector de ella.
Si seguía haciéndole daño… tendría siempre el peso de aquello sobre la conciencia.
Paul había faltado al nacimiento de su hija hace cinco años por una reunión, aunque era una jodida cesárea programada.
Estaba Ken que bobamente se casó joven y se divorció después de dejar el rastro de coca en el iPad de los niños.
Se le formó un nudo en la garganta al recordarla con el rostro y los ojos enrojecidos, llorando, en su piso el día que anunció la noticia.
Estos días no podía dormir, no con la cabeza como un martillo neumático y tantos pensamientos atravesándolo.
Tío, tú no puedes cuidar de nadie.
¿Qué pasa si el mocoso se te resbala al suelo o…?
Por la mañana hizo algo que absolutamente le iba a morder el trasero después.
Pidió un informe detallado sobre Matsson a un tío carísimo.
Todo el trabajo de Stewy era conseguir ese pago fenomenal.
Si no afectaba el precio de las acciones de GoJo no tenía ningún valor, ¿qué importaba?
Se convenció que sólo hacía los deberes por si algo se les escapaba con Sandi.
Le había parecido genial que el sueco tuiteara sobre ángeles a las 8 de la mañana de un jueves.
La idea de GoJo le parecía buena hasta que se había cruzado con su dueño en el cumpleaños de Kendall.
Porque no le gustó nada como se acercó a Lavinia.
Tendría que haber hecho caso a su instinto cuando recibió la invitación y ahorrarse ese absoluto desastre.
Los celos ni siquiera te pegan.
Déjate de mierdas.
Los negocios nunca habían sido para Stewy una competición de quien la tiene más grande.
Si todo lo que le encontraban era que era un Rome Roy que follaba y le iba la ayahuasca se tragaría su jodido orgullo.
Ella era capaz de tomar decisiones por sí misma. No importaba como él se sintiera al respecto.
Con la oscuridad de la habitación, donde tenía la persiana a medio abrir, repasó mentalmente la conversación que habían tenido cerca de la casa de Logan.
Como si Livy no fuera parte de él.
Estás asustado, celoso, nervioso y agobiado. Pero… me cago en la puta tienes los huevos negros ya. No estás en Buckley.
Nadie la ha herido como tú cabronazo.
Es imposible.
Puede que ni siquiera el jodido Mark.
¿Qué se supone que tenía que hacer Lavinia?
¿Tragar con cualquier mierda suya?
Si la quisieras de verdad, harías lo correcto.
Aún podían tener una vida con complicidad, amor, amistad, sexo de ese que es más.
Gofres en la cama aunque fuera con un polizón.
Hay hechos que no podemos cambiar, aunque no estemos preparados.
Nueva York, desayunos, cafés, copas de vino en el sofá mientras el crío dormía, carreras para arreglarse, echarse de menos.
No les era exactamente extraño hacer el amor escondidos en momentos improvisados, baños y escaleras de emergencia.
Prohibidísimo dejar a la pobre criatura conocer a los Roy.
Excepto que… ... Ewan Roy iba a caparlo.
Stewy respiró hondo.
Es posible que resulte, se dijo.
El mocoso ya estaba en camino, después de todo.
Él tenía esa clase de dinero que podía comprar tiempo juntos, ayuda, dormir, dar a la pausa.
Una niñera tres noches a la semana no era una condena perpetua.
Livy era fiel a ella misma, cabal, constante.
Le haría sacar la cabeza del trasero si se agobiaba con las responsabilidades.
No… Ella no podía hacerse responsable también de sus miedos.
Ser buena madre era vital para Livy por las cicatrices de su infancia.
La casi nula relación con la suya.
No iba a jodérselo.
Amaba su mente. Su ternura, su firmeza.
Por eso desapareces, ¿no? por eso desertas.
No estoy seguro de que no sea un padre de mierda. Y… no sé si estaré a la altura.
Lavinia no merecía quedarse atrapada esperando la caída del martillo, temiendo su jodida deserción.
Habían estado tan bien juntos... Había sido todo perfecto.
Su pecho se inundó con el sentimiento que le había impulsado a buscarla anoche.
Tú y no el miedo.
Deberían haber tenido más tiempo para los dos a solas.
Darle la seguridad que tanto necesitaba y que no había sabido regalarle.
Habían caído el uno por el otro hace unos ocho putos meses, quería enseñarle el mundo… verla radiante en una playa en Bali, besarla en una fiesta en lo alto de una terraza bar en un rascacielos de Bangkok, levantar todas las miradas en la próxima gala Recny a la que tuviera que asistir.
Pero ahora…
Pañales, lloros, babas, caca.
Deberías haberla mantenido en los pantalones si… no, no lamentaba ninguna de las veces que habían hecho el amor.
Sentía deseos de abofetearse.
Es tu maldito trabajo. No tienes muchas opciones. Las palabras resonaron en su cabeza.
Era probablemente lo que su propio padre le habría dicho.
Que su familia le había educado mejor que esto.
Su trabajo.
Como un tipo de guardaespaldas o lo que sea.
Cierra la puta boca…
Tendrás un hijo.
La amas.
Cuando Sandi lo llamó más tarde ese día, lo hizo para decirle que tenían un plan en tres horas.
Alquilar una suite donde intentar hablar con los tres hermanos Roy.
La hija de Furness había conseguido confabularse con Shiv.
Había insistido durante días en la estrategia.
Estaba convencida que con Siobhan podían entenderse por ser ambas hijas de esos hombres.
Logan. Sandy.
Al parecer había un nuevo ángulo porque sacar una mayor tajada del trato le facilitaría a Shioban y sus hermanos asumir con mayor comodidad la compra de Pierce…, sobre la que, por cierto, habría dado desvergonzadamente su postura a Ken si éste lo hubiera preguntado.
No es que esperara que recordara que su amigo de toda la vida sabía 'un par' de cosas sobre inversiones.
No se le escapaba que Shiv aceptando los cromos de Sandi se debía sobre todo al resentimiento, era evidente que la compra haría enfadar mucho a Logan.
Supuso que daba igual…
Si lo hacían bien, todos ganarían más dinero.
La opinión de Stewy sobre Shiv era compleja y a menudo fluctuaba…
Era la hermana pequeña de Ken.
En este momento un aliado potencial.
Era cauteloso.
Pero joder la había visto jugar a las muñecas cuando era un adolescente imberbe y ella no levantaba cuatro palmos del suelo.
Sandi estaba decidida a colaborar con ella para promover sus propias ambiciones y agenda.
La había llamado también un par de veces la última semana para hacerle llegar las comparables por deseo de Furness junior.
– ¿Queréis un taxi? ¿Taxi? ¡Vamos! ¡Es a buen precio!
Fue gracioso al principio porque siendo serios ellos no sabrían que era coger un taxi.
– ¿Sí, qué es esto una puta emboscada? Hola – preguntó Roman mirando a Sandi que estaba dentro del coche.
Shiv disimuló.
Stewy explicó sin dejar pasar un momento: – Sólo queríamos hablar en persona, ¿verdad Sandi?
– Sí tenemos una suite aquí enfrente.
– Pues lo siento no es el mejor momento.
Fue cuando Sandi disparó:
– Nos disponemos a votar no a la venta a GoJo en la reunión del consejo de Waystar mañana. Se le puede exprimir más pasta al sueco y nos parece que os estáis precipitando por motivos afectivos.
Ni Roman ni Kendall parecieron receptivos.
– Las primas son nimias según el precio del mercado y lo sabéis. Mira la semana pasada, Ro – Stewy se mantuvo cruzado de brazos, apoyado en la limusina.
– Son acuerdos distintos. No es relevante – intervino Kendall.
– ¡Anda ya, Ken!
Vamos, joder…
Sandi salió del vehículo para presionar.
– Sin nosotros lo sacará adelante, pero si os tenemos a vosotros de nuestro lado entonces podemos obligarlo a volver al ring para un último asalto – reflexionó.
Lo que dijo era verdad.
Hacia muchas semanas que Logan les ponía de interlocutor a Karl.
Shiv asintió: – Vale, es decir el hecho de que el consejo se abstenga por el precio es lo más natural.
– Es lo más natural.
Pero Kendall y Roman seguían reacios:
– Tendríamos que sopesar el riesgo de reventarlo todo – razonó Ken.
– Nuestra postura debería ser que nos hemos cansado de joder a nuestro padre – rodó los ojos Roman.
Stewy les miró a los dos.
¿Así realmente estaban determinados a ponerlo difícil?
– A ver, escuchadme, aquí hay dinero para todos, pero si lo pedimos amablemente; como nos pasemos, – admitió moviendo las manos – peligro, peligro…, pero sí, está la posibilidad y lo sabéis.
La reunión era mañana por lo que necesitaban saberlo en una hora o dos horas.
Estudió la expresión escéptica de Roman.
– Ya la cosa está o en votar que sí mañana y ganar miles de millones u os seguimos el rollito y papá nos deshereda para los restos. Difícil decisión, lo pensaremos… Gráacias.
Él y Kendall se movieron primero.
– ¡Ken!
Se armó de paciencia.
– Ken…
Pero su amigo le ignoró.
– Seguid intentándolo… – pidió Shiv cuando sus hermanos se hubieron largado.
– Sí, llamaré a Ken…
En realidad le envió una nueva retahíla de mensajes y empezó a sentirse molestó mientras acunaba un whisky en esa suite que habían alquilado para trabajar.
Los números le mantendrían distraído.
Puede que hasta mañana.
Había recibido una invitación a la boda de Connor, pero nunca le había contestado.
Tal vez antes de que Lavinia lanzara la bomba del embarazo, en algún lugar en el fondo de su mente había dado por hecho que iba a ser su más uno en esa boda.
Que resolverían las dudas de ella, las torpezas de él.
Corregirían el hecho de no haber ido juntos a Italia.
Un primer evento formal con los Roys…
Después de saber lo del bebé, todo se volvió borroso y confuso como el infierno.
No pretendía suponer que tenía ni idea de lo que estaba experimentando Livy.
Nunca sabría lo que ella sentía.
Pero también era de carne y hueso y necesitaba aclarar sus pensamientos y descubrir si remotamente podía convertirse en padre.
Era perfectamente consciente que ella no le esperaba.
No realmente.
Iba a hacerlo independientemente de él.
"Tío, el sueco nos está pagando poco"
"Escucha la razón"
¿Viste lo que le envié a Shiv?"
"Dime que estoy equivocado".
"No estoy equivocado"
Podría molestarse en contestar.
Joder, Ken.
A la mierda, tío, vamos…
¿En qué momento había dejado que su vida personal y de negocios se convirtiera en esta locura?
No, siempre lo había sido un poco.
Habían pasado muchos años, había corrido mucha agua bajo el puente.
Estaba jodidamente entrelazado con esta familia.
A los veinte, a los treinta...
Hazte un favor, y no renuncies a Livy.
¿Qué quieres hacer, hombre? Realmente la amas, joder.
Gana todo el dinero posible y perderos un mes en Grecia, bésala hasta que estés más obsesionado aún.
Había decidido comprar ropa nueva porque lo último que necesitaba en su estado de ánimo era empezar a usar camisetas y leggings como escudo.
Estaba harta de verse hinchada y no cómo… realmente embarazada… para eso faltaba un poco.
Era superficial y estúpido pero pensó que por algún lugar tenía que empezar a hacerse con su nueva situación. Un vestido negro sencillo de manga larga, uno de crema, unas botas…
Todavía recorrió a las tiendas de franquicia pero intentó darle espacio a prendas que le gustaban de verdad.
Nada premamá aún.
Era todo suficientemente gris en el cielo otoñal de estos días.
No podía creer que estaba a punto de comenzar su segundo trimestre de embarazo, pero bueno sí, era bastante evidente al vestirse por la mañana.
Usó algo del dinero de la última transferencia de Ken en vestidos con cinturón, faldas, pantalones, jerséis, camisas de telas livianas y blusas holgadas.
Jess le había hecho llegar un cheque y unos documentos de final de contrato para firmar en un sobre.
Dio por hecho que su conversación con Rome era lo que lo había acelerado.
Pero no sabía exactamente qué mensaje había pasado Roman a su hermano Kendall.
Intentó llamarle varias veces pero el tono se cortaba a los dos tonos.
– Vale, mensaje captado – se dijo para sí misma con un suspiro.
Tenía sobre la cama el vestido de la boda de mañana.
Un vestido floral de un verde apagado.
Un detalle de blonda de la misma tonalidad en uno de los tirantes y la espalda descubierta le daba un toque romántico.
Pero ya estaba teniendo segundos pensamientos sobre ello.
Tenía el collar de su abuela preparado.
Lo miró durante cinco minutos completos antes de marcar el número de teléfono de Ewan.
– John…
– Sí, muchacha. Qué sorpresa, dime.
– ¿Puedo hablar con mi abuelo?
– Voy a buscarlo…
El teléfono se mantuvo en silencio unos minutos y luego:
– ¿Vinnie?
– Abuelo… ¿cómo estás?
– Oh… pues, como siempre, niña…
Ella suspiró. Esa no era la reacción que había estado buscando.
Sonaba malhumorado, como una persona que está muy acostumbrada a estar rodeada de personas que no son siempre de su gusto, y eso generalmente no presagiaba nada bueno.
Al menos tenía a John Finnigan.
Lo intentó de nuevo:
– Abuelo… Hay algo que quería decirte. Estaba pensando en venir pero estoy empezando un nuevo trabajo. Es complicado...
Hubo otro largo silencio y luego:
– ¿Se trata de ese tipo… tu novio?
No podía creer que acababa de decir eso.
Un momento después cayó en la cuenta que seguramente se refería a los contactos que habían hecho para la junta sobre GoJo.
Él no pronunció el nombre de Stewy mientras ella estuvo en Canadá la última vez.
– No exactamente. Se trata de... mí... Estoy… esperando un bebé, abuelo.
Otra pausa larga y pesada al otro lado de la línea.
Ella insistió: – ¿Abuelo?
Finalmente Ewan respondió: – ¿De qué estamos hablando? – y ahora el tono era diferente. Lavinia pudo sentir su propia ansiedad creciendo por minutos hasta que escuchó su nombre al otro lado de la línea – Vinnie.
Quizás no te ha escuchado bien.
Por un momento tuvo la ilusión que podía manejar la conversación.
Ganar un aliado muy necesario en su esquina.
– Estoy embarazada.
Escuchó un ruido en el auricular.
Como si Ewan hubiera movido el cuerpo del teléfono fijo.
– Sí, no estoy sordo, Vinnie. Pero no estoy tan seguro de estas cosas como solía estarlo. Me estoy volviendo viejo y pasado de moda. ¿Eso significa que voy a recibir una invitación a Nueva York?
Lavinia no supo qué decir. – Abuelo…
Ella era su única nieta.
No supo exactamente qué reacción esperaba.
– No, uhm, si yo no digo nada, pero entonces, ¿qué pasa con ese? Nunca conocí a una mujer que concibiera sola, hija. Sí, a más de un sinvergüenza – tosió como si estuviera resfriado – Lo rechazarás por anticuado, pero como tu abuelo espero al menos que el hombre que te ha dejado en cinta tenga la decencia de presentarse a tu familia. ¿Vais a poner vuestros asuntos en orden?
Pudo sentir el tono siempre severo de Ewan goteando del teléfono como gotas de lluvia de una ventana abierta.
Pensó que probablemente con un gesto contrariado.
No sabía si sentirse reconfortada o acobardada.
– ¡Abue—
– Sí, ya sé que los jóvenes preferís vivir juntos. Un hombre sabio dijo una vez que una generación que no soporta el aburrimiento es una generación de escaso valor. Solo digo que hasta el bala perdida de Liam tuvo agallas de venirme a ver.
Fantástico…
Si algo no quería Lavinia era el matrimonio de sus padres.
Stewy no estaba preparado para lo que ella necesitaba y sentía que no tenía fuerzas para lidiar con ello y menos con un bebé.
Ese niño merecía una relación sana no unos padres que se hacían daño.
A una madre que se sintiera cómoda, segura y… no en el filo de un precipicio… por mucho que ninguno de sus sentimientos por Stewy había cambiado.
– No… Escucha, abuelo… Pero es complicado. Por favor, no digas que me lo dijiste – Hizo una pausa, con la boca seca como el algodón y luego continuó sin mencionar más a Stewy – Verás, en realidad también quería decirte que… estoy empezando en un nuevo trabajo... Es GoJo. Esa… empresa de streaming que va a comprar Waystar, pero es un buen trabajo y no está tan claro como se estructurará después. Lo de Kendall no salió bien, como seguro que sabes. Me ofrecieron este trabajo por sorpresa – Hizo una pausa una vez más, sin saber si debía continuar. – Espero que la cosa salga mejor.
Pero después de las primeras cinco frases se dio cuenta de que esperaba algún tipo de reafirmación de él.
Lo cual era estúpido.
Ewan no era de los que tranquilizaba a sus nietos cuando metían la pata.
No era de los que expiara los fallos de nadie.
A no ser que fuera para citar a Bertrand Russell.
Pensó en si nunca diría: "Lo estás haciendo bien. Va a volverse más fácil, querida niña".
Pero era un triunfo que no le hubiera recordado lo mucho que le advirtió de Stewy.
Porque no tenía duda que a estas alturas se hacía su propia idea de la situación.
– Mmm. Ya veo – dijo breve.
Su abuelo había vivido otros tiempos.
Era de la vieja escuela.
Se había casado con su mujer, una canadiense, en una iglesia en el norte del Quebec, aunque decía oponerse «a todas las supersticiones».
Su abuela llevaba horquillas para el pelo con forma de libelula y habían hecho la recepción al aire libre con abrigos en su terreno, en febrero.
Contaba la leyenda que era la última vez que Logan Roy había pisado ese lugar.
Fue evidente por sus silencios constantes de fondo que Ewan no se sentía cómodo sabiendo que su nieta estaba embarazada sin ninguna ortodoxia.
Aunque 34 años antes habría preferido mil veces eso para su hija que no como fue. Así era como le habían contado aquella historia, ¿no?
Era curioso que fuera él quien había hablado de bisnietos por primera vez con todo eso del testamento… cuando no estaba previsto.
Por otro parte… sabía cuánto odiaba escuchar a sus nietos trabajando en el mundo de Logan.
Oh, y siempre había pensado que era un fallo de Liam que no le hubiera quitado de la cabeza eso de las Relaciones Públicas.
Sólo le habría disgustado más si hubiera estudiado económicas o periodismo.
Posiblemente.
Por eso insistió en la carrera de Ambientales de Greg.
Entonces, Lavinia dijo:
– Estoy bien abuelo, de verdad – Hizo una pausa, esperando una reacción del anciano, pero ésta todavía no llegó. Después de una breve parada, continuó: – Así que pensé... Pensé en llamarte y decirte cómo va, para que no te preocupes si te llega algo…
Mentalmente se dijo que si él no… al menos ella estaba aliviada… porque no le estaba pidiendo ayuda.
Tenía más de 30 años y no estaba corriendo al rancho del abuelo a pedir refugio.
Después de un par de segundos de silencio, finalmente escuchó su voz.
Su brusquedad había desaparecido, reemplazada por un tono más cariñoso. De hecho, él preguntó: – ¿Cómo se lo ha tomado tu madre? Lo de la criatura.
Sintió una punzada en la boca del estómago.
– No se lo he dicho... Ni siquiera a Greg aún. Yo... ya sabes cómo es, y...hasta esta semana era demasiado pronto… Pero pensé en avisarte primero por si acaso... bueno, ya sabes... mañana es la boda de Connor y creo que quiero decírselo a Greg. No creo que nadie vaya a prestar atención, pero en caso de que se corra la voz – se pasó la mano por el rostro. – Como dijiste en Nueva York la última vez... Ya no soy tan joven, soy inteligente, puedo manejarlo – No entendía por qué se ponía nerviosa ahora enfrente de un teléfono.
Ewan no respondió por unos minutos y cuando habló, hubo un tono más grave en su voz.
– No tan sabia. Pero ya veremos. Solo… Recuerda que eres la única en la que todavía tengo puesta alguna esperanza, pero no muchas… no muchas – Hizo una pausa por varios momentos. Luego, casi a regañadientes añadió – Estoy seguro de que harás un buen trabajo cuidándote a ti misma y al bebé. Es bueno saber que esa niña lista que venía al rancho a ver los caballos no abaja la frente. ¿Lavinia?
Se sintió algo destemplada después de eso.
– ¿Sí?
– No tomes decisiones que no hayas meditado bien.
– Claro.
– Porque el diablo es escurridizo.
– ¿Perdón?
– El trabajo. No quiero que participéis en la obra despreciable de Logan, pero no tengo suficiente información sobre el nuevo. Puedo hacerme a la idea pero no te voy a decir qué hacer porque lo más difícil en esta vida es saber qué puentes hay que cruzar y cuáles hay que quemar. Al fin y al cabo vas a ser madre… Ve con cuidado.
– Lukas ni siquiera está comprando la ATN así que... Estaré bien.
No deberías haberle llamado «Lukas».
– Mmh… Si tú lo dices – dijo pese a que su voz parecía transmitir que por su parte no esperaba alargar la conversación. – Ese sinvergüenza… el padre… ¿va a tomar alguna responsabilidad contigo y con su hijo?
El corazón le retumbaba dentro del pecho y tuvo que hacer un esfuerzo para tragar saliva.
– Stewy. Puedes llamarlo por el nombre. Quiere hablar de dinero. Pero… no estoy tan segura que sea una buena idea.
Ewan pareció valorarlo quietamente.
– Créeme, algún día lo lamentara amargamente…
– No se trata de eso. No puedo hacer que se comprometa con esto a la fuerza. Pienso que no sería justo para nadie obligarle a ser padre.
– Patrañas. Claro que se trata de eso. Es tarde, no pierdas más el tiempo con este viejo, ¿quieres?
– Solo quería… Gracias… Ok... hablamos, abuelo.
Respiró poco a poco.
Se sintió mal cuando dejó el teléfono sobre la mesa aunque no tenía claro por qué. No podía quitarse de encima la sensación de que de alguna manera su abuelo Ewan seguía siendo una figura algo distante pero tremendamente familiar para ella que le hubiera gustado haber descifrado a estas alturas.
Por alguna razón idiota, su aprobación parecía muy importante.
Cogió el collar de su abuela en un impulso y volvió a encerrarlo en la caja fuerte.
Se pasó una mano por inercia por el lóbulo de una oreja donde llevaba los pendientes de Stewy.
Le encantaban.
Al final… esos no se los había querido quitar.
Estuvo trabajando con su portátil por el resto de la tarde.
Tan concentrada como pudo.
Tabitha la llamó un par de veces pero no se dio cuenta hasta más tarde.
En cambio, respondió a una de las videollamadas de trabajo que tenía programadas.
Llevaban horas retrasando la hora de la conexión.
¿No dormían nunca en Suecia?
Eran unas cuantas horas más en Escandinavia que en Nueva York.
Movió el ratón que usaba para trabajar.
– Hola, Oskar – sonrió al ver la pantalla.
– Acabarás llamándome por ese nombre. Siento decepcionarte – le contestó Lukas con un brillo en los ojos.
– Perdón. Sólo creía…
– Hemos tenido una reunión un poco movida con los abogados y te necesito aquí – su rostro se hizo más prominente en la pantalla – Esta noche.
Lavinia se irguió extrañada en la silla de su comedor. – Lukas… sabes que, como lo diría… hay ocho horas de vuelo y existen los fusos horarios...
– Lo sé, lo sé… pero si te ponemos un avión, digamos a las 10 de la noche de Nueva York... Ok, no llegarías esta noche pero todavía así me serviría… Olvídate de lo del plan de juego para incorporarte y los permisos legales. Ahora mismo ya eres mi jefa de Comunicación, y sí, ve haciéndote al puesto con nuestra directora de marca favorita y Andreas pero te necesito aquí desde ya… Ya jugaste a la buena sobrina, es el momento.
Lavinia miró un momento a los apuntes que tenía en la libreta enfrente de ella. – ¿Pero y la junta?
– Parece que las cosas pueden complicarse un poco, está habiendo movimientos de última hora que no esperaba. Te lo explicaré mejor aquí, ¿mm?
Estaba la boda de Connor.
Pero sabía que no podía decirle que no.
Había tomado ventaja de que le daba un poco de cancha manteniéndose en su terreno durante la conversación telefónica que habían tenido el día anterior.
Lo que sea que fuera ese buen rollo que parecía entestado en tener con ella.
Era su jefe.
De todos modos, no iba a tener una imagen clara de lo que se encontraría en su trabajo en GoJo hasta que diera este paso de manera definitiva.
Se apartó un mechón de cabello que le había caído hacía delante con una mano: – Vale. Estamos… ¿En qué clase de comunicación quieres que trabaje de camino para aquí?
– Nah. Solo descansa… En el momento que llegues por la mañana Ebba te pondrá al día, te dará las llaves del castillo y tal. Ella está aún involucrada con la parte más… voy a lanzar toda una nueva imagen corporativa. GoJo Waystar. Su tarea consistirá a partir de ahora en coordinar el lanzamiento internacional de nuestros productos. A ti te necesito dando caña a la jodida prensa, me tienen muchas ganas. Se dedican solo a lanzarme puñales por la espalda. Si hay algún comunicado mañana con buenas o malas noticias sobre el trato no quiero que sea solo de una parte, ¿vale? Nos tendremos que avanzar. Si al final se celebra el consejo… viajarías conmigo en la vuelta. Siento marearte.
– Claro.
– Así me gusta.
Por primera vez en esa llamada perdió el tono nervioso y puso cara de bendito: – Lavinia…
– ¿Sí?
– Si quisiera decirles directamente a esos primos tuyos que si quieren tener sus maletines llenos en muy poco tiempo es mejor que no me provoquen. ¿Qué me dirías?
Dudó.
– ¿Qué es mala idea?
Frunció el ceño.
– Sí, eso dice Oskar…
Ella mordió el caparazón del bolígrafo que se había llevado a los labios.
Hacía eso cuando pensaba. – Vas a hacerlo igualmente, ¿verdad?
Lukas miró a la cámara de su teléfono, luego cerró los ojos y los abrió como si estuviera cansado. – Pse. Creo que sí. ¿Alguna sugerencia?
Lavinia lo pensó un momento.
– Bueno, creo que no quieres ninguna sugerencia…
Le sonrió. – Quizás no, ¿peroo…?
– Pero como tu persona de Comunicación, debería recordarte que si eres demasiado directo, podrían interpretarlo de varias maneras, incluso filtrar una versión interesada a la prensa a deshoras. ¿Por qué crees que…
Le vio respirar conteniendo algo que parecía una protesta.
– No paran de llegarme historias sobre… esos activistas del consejo quejándose sobre el precio. Han empezado a colgar cosas en las redes. Ni siquiera lo conozco bien, ya sabes, Lavinia, pero tu ex me está cayendo mal a lo grande. Sí, lo sé, sé lo que dijiste, solo se trata de dinero, solo quieren una gran cifra, sigue siendo una cagada. ¿Es consciente de que si me levanto de la mesa con esto de Waystar nos quedamos en Estocolmo hasta la próxima, todo el equipo…? ¿Es idiota? – hizo una mueca.
– Lukas… prefiero que esto no… no quiero mezclar cosas.
– Lo sé. Pero si lo mando todo a la mierda… ¿vas a seguir, no? La gente siempre acaba decepcionándome. Creo sinceramente que eres una muy buena incorporación – dijo rascándose la mejilla como si algo le irritara – Ebba a parte del sueldo… tiene stock… meh, un poco… como el resto de mi núcleo duro… Ha estado des del principio, han pasado cosas, las dinámicas se vician… Conmigo pero también Oskar… es todo un gran pifostio… He visto el salario de Karolina Novotney. No es un millón al año lo que te estoy ofreciendo, soy un rácano, ¿vale? Habrá recortes a lo bestia si me meto allí pero, hey, voy a hacer algo grande. Sé que te va a gustar, Hirsch.
Ella sonrió a su pesar.
– Acabo de firmar el contrato así que… es mi día de suerte.
Fue a decir algo más pero él la cortó guiñándole un ojo. – ¿Estarás a las 10 en el aeropuerto?
Aquí ya estaba apretando su suerte, pero realmente necesitaba un poco de margen.
– ¿Me das media hora más de cintura?
– Hecho.
Suspiró.
Volvió a colgar el vestido de la boda en el armario y sacó un par de jerséis del cajón.
Le supo mal por Connor.
Le hubiera gustado ir a la ceremonia.
Se había portado siempre bien con ella.
«La hija de Marianne».
Era curioso pensar que Connor conocía una versión de su madre que ella no.
Pero…
Quizás podía pasarse a felicitarles esta noche de camino al aeropuerto.
Sí, haría eso.
Tenía unas tres horas.
Bueno, menos, porque tenía que acabar de firmar los otros documentos que le habían mandado con el contrato oficial y llegar al aeropuerto.
Recuperó las llamadas perdidas de Tabitha.
Su número dio varios tonos sin respuesta.
Había ruido de bar cuando contestó.
– Chica, por Dios… – su voz estaba animada, alguien gritó sobre suyo. Otra chica repitió varias veces el estribillo de una canción – Estamos haciendo varias intervenciones aquí y es una pena que no estés.
Empezó a hacer la maleta mientras iba arriba y abajo por su habitación con el móvil.
Las vitaminas prenatales, las cremas…
Llamar al servicio de canguro para mascotas.
Si todo iba bien… ¡serían un par de días y luego se firmaría por fin ese acuerdo!
– Tabs… ¿Estás en Nueva York?
– Solo unas horas. He venido a ver a mis padres… ya sabes cómo ha sido, les tenía preocupados. Mañana como con ellos en el Eleven Madison Park.
– ¿Entonces…
– No, no voy a estar en la boda de tu primo el mayor. Willa me invitó pero… Roman puso una cara… No se lo tengas en cuenta… yo no lo hago. Está todo rayado por ya sabes – murmuró – la abogada. Mejor, en pequeñas cantidades y en mi nuevo terreno, en California. No es como si no saliera con un buenorro de San Diego. No es una de esas relaciones serias de la hostia pero… Da igual. Estoy aquí con Willa y unas amigas suyas, ¿recuerdas a Jennifer? – ahora de repente su tono fue divertido – ¿Por qué no te apuntas? Tenemos alcohol y acabamos de conseguir alguna cosita más… Nos acabamos estas e iremos caminando hacia un garito que conozco en Wiliamsburg.
Lavinia se sentó un momento en su cama.
– No digas nada en voz alta aún pero tengo un vuelo en unas horas. Yo tampoco voy a estar mañana.
– ¿Qué? ¿Por qué?
– De hecho supongo que tendré que disculparme con Connor y Willa. Si lo llegó a saber habría ido al ensayo. ¿Crees que os puedo pillar un momento en el puente?
– Sólo está Willa… obviamente. Pero sí, – habló a otros y luego de vuelta a Lavinia – ¿dice que si nos pilla en el puente? Ven con algo de tiempo porque tienes que ayudarme aquí… hay un poco de situación. ¿Te guardamos… algo? ¿Una petaca de ginebra? ¿Un cigarrillo de la risa? – hizo broma.
– Creo que no.
– ¿Cómo qué no? Tía, estamos en una emergencia en este lugar, tienes que ayudarme a despejar el aire. ¡La otra vez ya bebiste agua toda la noche!
– No soy una alcohólica – bromeó.
Aunque en algún momento echaba de menos una copa de vino antes de cenar para relajar los nervios. Tampoco tienes una relación sana con el alcohol… qué bien…
– ¿Tanta abstinencia no será una reacción adversa a quién no debemos nombrar, no? ¿Una reacción autoinmune? – Tabitha se rió con una carcajada.
Lavinia miró a su mesilla de noche un momento.
– ¿Algo así? – ironizó con una sonrisa leve.
– ¿Qué quieres decir…?
– Ya te lo contaré. Lo prometo.
– Te quiero, ¿vale? Ven. Trae Kleenex.
Las encontró en el puente de Brooklyn una hora y media después.
A lo lejos eran un grupo de mujeres de despedida de soltera cualquiera. Un grupo de chicas excitadas y vestidas para una fiesta elegante.
Ella era la única con un jersey gris claro de lana y unos pantalones de vestir con un cinturón con una hebilla grande.
Le pidió al taxista que la esperara.
Jennifer fue la primera en verla.
– ¡Lavinia! – Gritó y corrió hacia ella. – ¡Has venido!
Obviamente estaba muy borracha.
El resto de las amigas de la actriz miraron a la recién llegada entre risitas.
Willa y Tabitha iban bastante sobrias pero también la saludaron calurosamente.
– Me alegro de verte al final – dijo Willa abrazándola.
Le dio un beso en la mejilla. – Mi nuevo trabajo es… un poco loco. Me sabe mal porque me lo acaban de confirmar, pero no voy a poder venir mañana, Willa. Lo siento – se mordió el labio en un nudo. – Dile a Connor que lo siento mucho mucho mucho.
Willa frunció el ceño. – ¿No?
– Me sabe muy mal…
No le daba tiempo a decírselo también en persona a su primo.
El aeropuerto de Terterboro estaba en las afueras.
Entonces, la novia de Con sonrió. – Y yo que pensaba que eras la única de la familia no obsesionada con el trabajo… Pero bueno, Connor ni siquiera sabe seguro si su padre y sus hermanos van a llegar a tiempo o si los tendremos que recoger con otro barco o esperar o… – se encogió de hombros. ¿Hay una reunión del consejo de administración, no?
– No estoy segura. Podría haber cambios de planes por lo que me han dicho.
Willa ladeó la cabeza. – ¿De qué es el trabajo que…
Dudó si explicarlo.
Tenía bastante con Rome ignorando su teléfono.
Aunque tampoco estaba segura que fuera por ello.
– Es complicado – dijo.
Pero Willa enseguida le quitó importancia arrastrándola con ella del brazo.
– No tengo un buen día. Como puedes ver – explicó la chica con un mohín. – Explícame algo alegre.
Tabitha sonreía cerca pero se había quedado a unos pasos como si estuviera estudiándola.
El grupo empezó a caminar a través del puente.
Willa seguía hablando en voz alta sobre cambios en el plan original y fotos para la prensa en la estatua de la libertad.
No estaba contenta.
En un momento dado la soltó y se acercó a la estructura en la que había la baranda de seguridad del puente. – ¿Y si tiro el móvil al agua y corro con Tabitha a San Diego, Lavinia?
– ¿Qué ha pasado? – preguntó suavemente.
Jennifer sonrió como si fuera evidente. – Está teniendo dudas sobre si casarse o no con tu primo.
– Sí, me pregunto por qué – Tabitha fue sarcástica sumándose por fin a ellas.
– Pero es simpático, ¿no? Es guapo. Es un buen hombre – corrigió Willa haciendo una mueca.
– Llevamos dos horas hablando de ello.
– Y los 40 minutos en el baño – sonrió Jennifer.
Se sintió mal por Willa.
Había cuestionado los motivos de Connor pero ahora su prometida parecía sinceramente contrariada.
No habían tenido mucha relación fuera de la familia en los últimos meses, pero literalmente la había salvado dejándole un vestido en la boda de Shiv.
Puede que eso le hubiera cambiado la vida.
Así había empezado su historia con Stewy y éste seria para siempre alguien muy importante.
Sintió una punzada de incertidumbre.
Ella tendría algo de los dos para siempre.
– Si puedo hacer algo…
– No, pero gracias por venir. Le diré a Connor que te sabe fatal, lo entenderá.
Algunas de las otras chicas habían ido avanzando por el puente.
Escuchó gritar a una: – ¿Tenéis hambre? ¡Me muero de hambre!
Al principio, Lavinia estaba preocupada que regresaría sola al taxi porque había un grupo de jóvenes muy ruidosos fumando con pintas un poco extrañas un trozo más atrás que le habían dicho algo como «esto es una puta mierda, zorra» a una de las chicas, pero Willa insistió en volver a recorrer ese trozo juntas.
Lavinia se encontró ahora junto a Tabitha mirando hacia el río Hudson.
El cielo nocturno era un hermoso telón de fondo de nubes oscuras.
– ¿Estás bien? – se interesó Lavinia mirando a Tabitha. – Parecías aliviada en Los Ángeles, pero estaba Rome… no quería preguntar mucho.
Tabs negó con la cabeza, sus rizos rubios moviéndose con el aire.
– Oh, ¿eso? Sí. Me agobié. No, más bien me agobiaron. Me presionaban sobre lo que comía, lo que no, les molestó que no me quedara tan fácilmente como pensaban. ¡Tía, yo tendría que estar más molesta… cuando me ofrecí pensaba que íbamos a usar mi ciclo normal y casi me vuelven loca con las inyecciones! Por suerte, me di cuenta a tiempo que no encajábamos. No pienso hacerlo… ¡Pero me encanta California… No me arrepiento de haber ido aunque ahora me quede por otras razones! Ey, que no me olvido que tú y yo tenemos un negocio – le apretó el brazo.
– Según Tony, la viña se planta en primavera pero mantener la uva hasta la llegada de las heladas en enero no será fácil. Si nos ponemos de acuerdo podremos hacerlo el próximo año…
Tabitha se rió riñéndola. – ¡Ya estamos de acuerdo!
Una de las amigas de Willa entregó a ésta una bebida en un vaso de plástico.
Lavinia preguntó:
– Entonces, ¿supongo que ya habéis estado antes en ese lugar al que vais en Williamsburg?
Tabitha asintió.
Pero Willa siguió bebiendo con concentración. – Yo no.
Finalmente llegaron cerca de donde le esperaba el taxi.
Las farolas proyectaban una luz tenue a su alrededor.
Después de un par de minutos, apartó la mirada de ellas.
Tabitha la miraba: – ¿y tú?
– ¿Yo?
– Estás diferente.
Intentó negar con la cabeza. – No creo…
– Sí.
– Debe ser la luz en este puente. Es uno de mis lugares favoritos de la ciudad… – desvió la atención mirando a su alrededor.
– ¿Qué tal con... Stewy?
Eso la sobresaltó por un segundo.
Se humedeció los labios. – Nada que hacer.
Frunció el ceño: – ¿En serio?
Meneó la cabeza en silencio.
Después, cuando iba a subir al taxi Tabitha bajó la voz:
– ¿Estás… mátame si es que no… no te enfades… pero…
La miró vacilando un segundo.
– ¿Estoy…
– ¡Preñada!
Se rió pero de sorpresa.
Habría apostado que el primero en decirlo así sería Roman.
– ¿Cómo lo sabes? – susurró.
– Tengo buen ojo. No te lo noté en Los Ángeles, pero no cataste el vino ni los gin-tónics ni quisiste compartir un cigarrillo. Allí no le di importancia pero… Llevo meses mirando revistas de embarazos porque pensé que no tenía un par de amigos idiotas, ¿recuerdas? – Entonces frunció el ceño – Además…
– ¿Sí…
– Llevas escrito en la cara que ha pasado algo muy gordo con Stewy. Más gordo. Tía, os vi en tu cumpleaños, lo que teníais brillaba… dabais envidia cochina. No me puedo creer... que sea un cobarde. ¿Tengo razón o…?
– Tabs…
– ¿Tengo que matarle?
– No, por favor – musitó.
– ¿Y estás feliz por esto o…
Lavinia se mordió la lengua levemente.
No se sentía muy feliz.
– Voy a hacerlo. Es abrumador… pero estaré feliz, solo tengo que ajustar algunas cosas – recitó como si lo hiciera de memoria.
Willa seguía hablando con otra de sus amigas.
Tabitha la estudió un momento más. – ¿Y no has pensado en… interrumpirlo?
Lavinia se mordió los labios, haciendo de ellos un nudo. – Sí, pero tengo un montón de hormonas traicioneras y es largo de explicar—
– Seguro que tus motivos son buenos.
Puso una mano en la puerta del coche para abrirla. – No sé…
– Señorita – le pidió el conductor.
– Un segundo…
Miró a Tabitha. – Soy una tonta por quererle… – ya no hablaba del bebé.
– Te llamaré más a menudo, estamos en contacto, ¿vale?
Asintió.
Dudó un segundo.
– ¿Crees que Willa va a…
– Creo que va a casarse. Vinnie…
– ¿Sí?
Le puso una mano en el brazo. – No se te ocurra venirte abajo. Ya sabes que yo lo he defendido mucho… pero qué le den. Me da mucha rabia cuando me quitan la razón y él lleva en maratón para quitármela ¿cuánto? Demasiado tiempo si me preguntas. Yo casi siempre tengo razón.
Necesitaba cerrar el trato lo antes posible, también estaba cansado. Una cosa no negaba la otra.
Tuvo una actitud directa por FaceTime. Tenía que ser respetado.
– Tu padre va a vender pero como me vuelva a apretar, no me interesara. No es por ser agresivo, sé que a veces da la impresión de que lo soy, pero para nada, lo que ocurre es que me caes bien… quería aclarártelo antes de que nadie cargue un misil – Lukas hizo un gesto con la mano plana mientras comía aquellos aperitivos suecos – O sea que o paráis con esto o yo desaparezco.
– Entendido. Alto y claro.
– Bien. Entonces aclarado KenRoy.
El hombre era un idiota, no confiaba en él, pero si eso acababa con aquella tontería de tocarle los cojones, mucho mucho mejor.
– ¿Dónde, señorita?
– Al aeropuerto de Teterboro.
Lukas le hizo otra videollamada esta vez iba en camiseta interior de tirantes.
Estaba comiendo chuches.
¿Pero qué hora era en Suecia?
– ¿Vas para allá?
– Sí.
Hizo una mueca. – Ha habido un problema. No sé qué hacer, Lavinia, necesito que me salves la vida...
– ¿Qué pasa?
– El maldito Waterloo. Los siervos de tu tío acaban de hablar con Oskar. Él va a venir con todo su puto ejército. Todo de nombres que ni recuerdo la verdad. Frank, Karl, Tom, Karolina… Es una puta invasión. No me gusta… Quiero repasar todo el plan de medios, contactos con consejeros independientes por si la cosa se va a la mierda. ¿Me puedes volver a llamar cuando despeguéis? Haremos plannings de todo. Listas de pros y contras sobre los tiempos. Oh, y va a ser a las 12. Lo siento pero se ve que no hay suficiente con tener el avión, necesitabais un permiso para despegar que ha tardado bastante más de lo que pensaba. Alguien va a pagar por ello mañana. Era una petición razonable, ¿verdad? – y rompió en improperios en su idioma natal.
El imprevisto le tenía de mal humor.
Lavinia asintió con prudencia.
– ¿No planeas… dormir?
Suavizó su voz, alzando la cabeza para mirarla: – No. Una vez que lo hayamos repasado todo, dormiré. ¿Estás… cansada?
Negó con la cabeza.
No podría correr una carrera de obstáculos pero sí seguramente aguantar despierta unas cuantas horas más. Más allá del trabajo tenía muchas cosas en la cabeza para poder dormirse enseguida.
Cuando anoche Stewy había subido al coche cerca de 80th Street, vio su silueta al alejarse, ella estaba tan seria que se preguntó si alguna vez volvería a verla sonreírle como otras veces.
Le estaba haciendo una canallada.
¿Por qué no podía limitarse a comprometerse con ella?
Pensó en presentarse en la boda de Connor.
Solo que… todavía no…
Si aprietas ella terminará…
Kendall por fin había contestado su mensaje.
"Envíame los detalles de las comparables"
Ese era un cambio interesante.
"Te los envío ahora"
Stewy era un hombre de un apetito grande, insaciable… detrás de dinero… comida… placeres terrenales…
Era competitivo.
Stewy tomaba las noticias que llegaban... pensaba, veía los ángulos, las posibilidades y los problemas—
Esto era muy diferente.
Su único ángulo aquí es que la quería… lo sabía porque cuando lo decía… ese sentimiento le explotaba dentro.
Pero el reloj iba en su contra.
– Os quiero pero no… no sois gente seria – Eso había dicho Logan Roy a sus hijos aquella noche en un karaoke de Nueva York.
Hacía al menos un par de horas.
Roman fue a verle a casa.
– Hola, papá.
– Hombre…
No escatimó "elogios" para Tom. – Ala, quien está aquí… ya decía yo que olía a vaca, paleto – Y después, a su padre: – Escucha papá, lo de antes ha sido un poco confuso y estaban muy alterados, así que…
Logan sonrió benevolente.
– Ya sabemos cómo se las gastan. He aplazado la reunión. Quiero que vengas conmigo a ver a Matsson mañana. Me vendrá bien tu ayuda.
– ¿Sí? Hombre, es la boda, la de Con. Pero bueno… ya veremos…
– Tom…
– Os dejo un momento.
Logan le advirtió que se avecinaba la noche de los cuchillos largos, que iba a reinventar la ATN.
– Necesito una boca de incendios, un cabrón sin piedad que haga lo que haya que hacer.
Tenía que esperarse por el retraso del avión.
Roman le contestó inesperadamente las llamadas del día.
Algo de haber perdido un vuelo de helicóptero.
Una foto borrosa de Connor en un karaoke.
– ¿Dónde estás?
– Teterboro.
Había algo nuevo en la voz de su primo.
Dudaba que de pronto le urgiera verla.
– ¿Te largas a Suecia?
– Algo así.
Esperó minutos enteros en el asiento trasero del coche y luego otro coche apareció. Una limusina negra.
Pagó al taxista y se dirigió hacia ésta.
No puedo creerlo.
– ¿Qué haces aquí?
– ¿En serio vas a trabajar para Matsson? – Preguntó su primo con una ceja alzada, esperando que entrara al vehículo. – ¿De verdad?
Su voz sonaba irritada, pero aun así... – Quiero decir, sé que yo te lo presenté. Pero mi padre va a apretarle bien los tornillos. Puede sacarle 100 millones más. Matsson apesta. En cambio quizás el menda aquí presente empiece un reino del terror en la tele – se señaló.
No estuvo segura que hablara de Pierce con aquello de la televisión.
Se pasó una mano por el cabello.
– Suponiendo que no se largue si le apretáis y me tengas que ir a visitar a Estocolmo. No es que fueras a venir pero – se apoyó en el cómodo asiento de piel del coche.
Sonrió, pero luego su sonrisa se apagó: – Roman…
– ¿Va de farol o…
– No lo sé.
Todo el asunto era absurdo. Pero a decir verdad, en primer lugar, no eran la mejor familia ni la más cercana.
No tenía ninguna deuda con ellos.
Se había limitado a aceptar un trabajo.
– ¿Qué puedo hacer por ti?
Roman negó con la cabeza.
No tenía ni idea de por qué la había llamado.
– Podría ser yo… reinando en la ATN. Podría ser brutal – su sonrisa fue inestable.
– ¿Pero y Pierce…?
Rome se quitó un zapato.
– No le he dicho a Ken y a Shiv todavía que podría no estar siguiendo a través de nuestros planes. No lo haré mañana— Connor… Es su boda. No quiero que se cague en una bolsa si todo se pone tenso. Yo, en la ATN, ¿qué me dices?
Sus ojos empequeñecieron un poco.
Había una cierta desazón en él.
Automáticamente supo que no se trataba de Pierce, ni Con, ni Matsson. Probablemente era más sobre toda la situación con su padre.
Ro nunca hablaba de forma directa sobre cómo se sentía sobre Logan, y ella tampoco le preguntó abiertamente. No quería que se cerrara en banda.
– Bien por ti…
Roman miró al teléfono. Al coche. Por la ventana aunque fuera solo había la luz de una farola.
Estaba como… torturándose a sí mismo.
No la miró directamente. – Y a ellos dos que les den… Ken, Shiv…
– Tú no piensas eso…
Estaba convencida que Rome no sólo quería de verdad a su familia, sino que la necesitaba.
– Por supuesto que sí. Qué les den.
Sintió el tambaleo en su voz, por eso no se abstuvo de volver a protestar: – Ni de coña…
– Eres tan mona…
– No te creo, Rome. ¿De verdad vale la pena?
Se puso gallito: – La ATN. Cambiar las cosas al lado de mi padre. Claro.
Lavinia cogió aire otra vez, dispuesta a callarse, pero, otra vez, no pudo.
– Estar a malas con Ken y Shiv.
Eso le ofendió. – Tú no me conoces, que jugáramos de críos no quiere decir nada. Tu hermano tenía una cabeza asquerosa, te fuiste a Europa con básicamente don nadies, yo fui a Saint Andrews. Nunca pregunté, no estaba tan interesado. ¿Qué? No quiero ser malo. En realidad, eres increíblemente… dulce por pensar en esos dos. Simplemente poco interesante – una pausa después – Estoy bromeando… o no.
Pensó en bajarse del coche, pero en vez de eso respiró hondo mirándole. – Vete a la mierda.
– Ya, sí… ahora.
Lavinia frunció el ceño.
Se le veía más incómodo de lo que solía estar con soliloquios como ese.
– No necesitas apartar siempre a todo el mundo. ¿Lo sabes, no? Yo para… variar… si pregunté por ti a Ewan varias veces. Él casi ya no se hablaba con tu padre y no sabía decir mucho pero… a mí sí me parecías interesante… aunque fueras un imbécil – se limitó a mirarle, sus brazos cruzados. – ¿Estás… bien?
Él se encogió de hombros.
– Yo como que… la vez que destrocé el Lamborghini de Leo Pasher con pintura y un soplete pensé en que te hubiera gustado esa broma.
El comentario le hizo gracia pese a si misma, alzó una ceja cuestionando su sanidad:
– Hubo un vídeo en las noticias.
– A los 19 ya era un genio.
– Fue horrible.
– Era una especie de broma entre amigos.
– Escribiste "marica" en el auto, ¿cómo se suponía que debía participar en eso?
– Como venganza a tu padre homosexual.
Frunció el ceño.
– Eso es terrible.
– No lo es.
– Sí lo es – le corrigió – Nunca estuve enfadada con mi padre por a quien quería, Rome. Sólo por ya sabes… la parte donde se largó… y luego volvió… y con mi misma porque quería ir con él. Pero luego… bueno Roger, mi padrastro, hizo de padre la mayoría de las veces así que… No me llevo muy bien con mi madre y no creo que eso hubiera mejorado con el tiempo pero últimamente… a veces me preguntó si fue justo o soy una hija de mierda.
– ¿Te estás tirando a Matsson?
Parpadeó.
– ¡No!
– Sí, por supuesto – fue escéptico.
Ella lo silenció con la mirada.
– No es así. ¿Por qué estás aquí?
– Supongo que quería disculparme contigo – Roman hizo una mueca – Por marearte con The Hundred. Al parecer todo el mundo pensaba que era una mierda… debí decirte que era una mierda.
– ¿Lo era?
Le miró como si fuera evidente. – Claro que era una mierda. No me disgustaba vivir en Los Ángeles ni hacer nuestra cosa… pero obviamente.
Lavinia miró a fuera.
Iba siendo hora de subir al avión de Lukas.
Había por fin movimiento en la entrada del hangar.
– Me habría gustado que fuéramos amigos en la adolescencia – dijo pensando en lo del Lamborghini. – ¿Quién tiene un Lamborghini con 19?
– Mucha gente que conozco.
– Por supuesto.
– No te hubiera descrito mi primera paja si hubiéramos sido colegas a los 15. No te hagas ilusiones.
Suspiró. – ¿Puedes dejar las coñas sexuales por una vez? Es medio raro…
Roman se burló. – ¿Ahora te molesta?
– ¿Qué te hace pensar que no me molestaba antes?
La miró escéptico entrecerrando los ojos. – Que no usabas ese tonillo para amonestarme, profe.
Se lo pensó un momento, pero él había disparado primero sobre Matsson así que supuso que no sería demasiado malo preguntar.
– ¿Y qué pasa con la abogada de la que siempre habla Tabitha… ¿Gerri?
Rome hizo un gesto como de asco. – No quiero hablar de esa tontería… ¿Stewy?
– Si te sirve… yo tampoco hablo de él…
Roman rodó los ojos.
– Sois ridículos…
Estuvieron repasando las estrategias de comunicación que usarían si mañana la visita de Logan iba bien, si iba mal... Eran todo un montón de papeles.
La prensa estaba cada vez más interesada en saber qué se cocía entre los dos magnates.
Se quedó concentrada en el portátil incluso después de que Lukas despidiera la videollamada.
Había dormido cuatro horas.
Esperaba a uno de sus chóferes cuando llegó a Estocolmo.
Pero quien le recibió al bajar las escaleras del avión fue él con un curioso jersey con el que parecía un pijo en el movimiento hippy.
– Lukas…
– He pensado que podíamos seguir nuestra conversación desayunando.
Miró a su alrededor. – ¿Y Ebba? ¿Andreas?
– Estás sola ante el peligro ahora que ya has firmado el contrato. Tenemos un par de horas. ¿Es un problema?
– No… sólo, no pasa nada… como quedamos he supervisado el copy de todas las traducciones del comunicado que escribimos al despegar, en caso que haya que aplacar a la prensa si hay una filtración.
– Sí, las he leído.
Asintió, expectante. – ¿Y bien?
– No me gusta la letra pequeña de tu e-mail donde creo que sugieres que no haga ningún tuit si Logan me toca los huevos y me limite a compartir una captura de pantalla del comunicado – alzó una ceja.
Contuvo una sonrisa.
– Entendido.
No iba a hacerle puto caso en ello.
– Ven, vamos…
– ¿El acuerdo está a salvo?
Se encogió de hombros, lo que parecía casi incómodo en el cuerpo de un hombre tan alto. – Tal vez. No lo sé todavía. Tú eres la que cree que voy de farol cuando digo que me retiraré si me tocan mucho la moral. Todavía creo que un comentario formal es… insuficiente si Logan, ya sabes, se pasa de la raya.
– Yo no he dicho en ningún momento que no lo crea…
Le sonrió. – Pero te leo como la palma de mi mano.
Fueron conducidos a un restaurante en un lujoso hotel cercano.
Donde les sentaron juntos en una mesa enorme en medio de la habitación.
Él pidió un plato de salchichas y ella unas tostadas con mermelada de fresa.
El camarero se fue sin decir palabra y cuando volvieron a mirarse el uno al otro había una especie de dilema presente en el aire.
Trabajar directamente con Lukas era... diferente que con el resto del equipo. Le resultaba más relajado, más fácil. Pero también… más imprevisible.
Por contradictorio que fuera, la mantenía alerta.
Se aclaró la garganta y sus manos se movieron a los cubiertos para cortar un trozo de la tostada.
– ¿Crees que Logan está aquí por más dinero? ¿Cuál es la posición de tu junta? – Preguntó ella, tratando de ir al grano.
– Hay espacio para un compromiso y espero que funcione. – Una pausa. – Pero no me gusta toda esta caza de brujas que han montado algunos. Podría abandonar la mesa si la cosa se pone desagradable.
– ¿Pero? – inquirió.
Estaba segura que había un pero.
– Hablaremos de eso más tarde. ¿Quieres otra bebida? – Dijo Lukas y levantó el brazo para llamar la atención del camarero. Ella asintió. – ¿Puedo ofrecerle algo, señor?
Él le hizo una señal con la cabeza para que pidiera.
– Café no, por favor. Manzanilla con miel.
Los ojos de Matsson se agrandaron en un gesto que supo que era refiriéndose a su embarazo.
– ¿Cuánto tiempo te quedas aquí en Estocolmo?
Ladeó la cabeza, curiosa.
– No lo sé. Diría que eso lo decide mi jefe…
Lukas asintió lanzando una risita con sordina. – Está el retiro en Noruega. No quiero ser pesado pero tienes que acabar de conocer a todo el equipo. Es importante para nuestro funcionamiento. Por cierto, Oskar te agradece que te hayas apuntado a clases de sueco.
– Tenía esa sensación.
Él sacó su teléfono de un bolsillo y envió un mensaje de texto antes de guardarlo. Luego acercó la silla a su lado y le continuó hablando.
Ella prestó atención, un poco vacilante por la proximidad.
– Sé que podemos hablar más libremente ahora, así que hagámoslo rápido antes de que tengamos que ponernos al día con Oskar – expresó Matsson. Hizo una pausa por otro segundo. – ¿Qué energía sientes hasta ahora con el equipo?
Había una sonrisa en sus labios que le hizo pensar que probablemente se refería también a él.
Parpadeó.
– Está todo bien.
El camarero regresó con sus bebidas, dándoles a ambos una mirada que sugería que su opinión de Lukas era ambivalente y siguió caminando hacia el área del servicio.
Luego, Lukas continuó, mirándola directamente con una mirada que ella no entendió. – Perfecto. Pero a veces no te creo – Había una nota extraña en su voz ahora, una que no pudo acabar de describir, algo parecido a la curiosidad o la diversión. – Como ahora. Sé que no somos fáciles. Por ejemplo, mira a Oskar, que prefiere perder un brazo que cambiar de idioma en el lugar de trabajo – Ella frunció el ceño y él continuó. – ¿Bien? Eso no me parece muy creíble en absoluto.
Otra pausa: – Y como hemos decidido que trabajarás aquí a tiempo completo como mi jefa de Comunicación, entonces, ¿cómo se supone que debo ignorar que piensas lo peor de mí sobre mi relación anterior con Ebba?
Lavinia lo miró fijamente, completamente atónita. – Yo no he dicho nada de eso.
– Nope. Pero por lo que hablamos en Londres, es bastante claro. Además, quería sacar el tema porque mira puede ser que me traiga problemas en el futuro. Necesitaré pedirte consejo.
Lavinia se quedó pensativa, y él añadió:
– Me interesaría escuchar tu opinión. Alto y claro. Y la razón por la que se convierte en una pregunta en este momento tan poco oportuno es la suposición de que me darás una respuesta honesta. ¿Mm?
Lukas suspiró y dejó el café sobre la mesa, inclinándose un poco hacia atrás.
– Como ya habrás visto, no tengo problema con las relaciones en el trabajo. Puede ser una mierda… de acuerdo. Pero sólo si se complica y no debería complicarse. Pasamos muchas horas juntos – Los ojos de él cambiaron, conforme iba recorriéndole la cara – Te gustará el ambiente en Noruega, te doy mi palabra.
Eligió pensar que todavía era una conversación estrictamente profesional.
– Podría ser bueno aprender sobre lo que sucedió entre tú y Ebba, por si acaso se hiciera público – aceptó.
El tono de Lukas fue casual. – Ja,... aunque… no es sólo lo que ven, Lavinia, si no lo que creen.
Lavinia se mojó los labios tragando saliva y puso la vista en su infusión, tirante. – Sé un par de cosas sobre eso… por mi trabajo como relaciones públicas – ironizó en voz baja.
Lukas la estaba mirando fijamente, podía sentirlo.
Pero aun así dijo: – Después de la visita de Logan, hablaremos. Lo prometo. – luego como una broma – Va a ser el día más largo de mi vida.
Lavinia sintió una leve tensión pero aligeró el tono ante eso.
– Dios, eso me asusta tanto como tu jefa de Comunicación como si simplemente me dijeras que vas a empezar a soltar bombas en el campo sueco…
Le dedicó una carcajada cálida.
El restaurante estaba vacío y el camarero les miró un momento desde el fondo de la sala.
– Bienvenida oficialmente.
Ella meneó la cabeza. – Encantada.
Se quedó un momento pensativa. – ¿Entonces en Londres…
– Estuviste fantástica, mejor de lo que esos británicos merecen…
– Yo no subí al escenario a hablar.
– Pero construiste el relato con el equipo. Los periodistas ya no escriben, sólo copian las notas de prensa. A partir de ahora, tus notas de prensa.
Alzó la vista para mirarla. La sobresaltó cuando cogió su mano en el aire a través de la mesa.
Estaba tibia.
– ¿No te ofenderás si le doy un poco de caña a tu tío, verdad?
Se soltó con una expresión vacilante.
Vale, tenía que decirlo.
– ¿No será un fetiche tuyo, no?
– ¿El qué?
– Lo de mi puesto.
Lukas alzó una ceja interrogante pero vagamente entretenido.
– Ya sabes, con una habitación prohibida en la planta baja de GoJo con las anteriores jefas de comunicación encerradas a lo Barba Azul sueco.
Se puso serio.
– ¿Te preocupa?
– No literalmente – no supo por qué pensó que era bueno aclararlo – Pero es que es raro.
Lukas Matsson la estudió.
– ¿Qué es lo que te gusta tanto de él? – apartó su plato y le hizo una señal al camarero para que viniera a recogerlo – Dejemos el trabajo por un momento. Échame una mano. Creo que tengo curiosidad.
Respiró pausadamente.
Sin perder un segundo, Lukas ofreció: – Puedo decirte qué me gustaba de Ebba.
– Lukas… – le advirtió.
