"My pride, my ego, my needs, and my selfish ways
Caused a good strong woman like you to walk out my life
Now I never, never get to clean up the mess I made, oh
And that haunts me every time I close my eyes […]
Now my baby's dancing
But she's dancing with another man"
– When I was your man (Bruno Mars)
Capítulo 40. La fiesta preelectoral II
Hubo un silencio tenso.
Stewy redirigió su mirada y se concentró en la copa de vino que acababa de entregarle el camarero.
– Si me disculpáis.
Lukas Matsson lo miró con una expresión bastante neutra pero algo en la sonrisa le delató enseguida.
Las manos dentro de esa chaqueta dorada casi insultante a la vista.
– Creo que tal vez sepas dónde hay algo que he perdido.
Eso pareció noquearle. Su boca dibujó una mueca, su frente arrugándose.
Se refería a Lavinia.
Hijo de la gran puta.
– No estoy al corriente, no – su voz oscura y su impronta estática.
Matsson alzó los hombros indiferente.
– Qué pena.
La mente de Stewy trabajó por un segundo para ordenar sus pensamientos.
La intrusión de Matsson se sintió como una violación, una intrusión en un ámbito privado que estaba destinado sólo a él y a Lavinia.
La emoción que siguió no le sentó bien a Stewy.
¿Cómo se atrevía Matsson a hablar de Lavinia como si entendiera su conexión? ¿Como si tuviera derecho a interferir?
La sonrisa de Matsson se hizo más amplia y las líneas alrededor de sus ojos se hicieron más profundas.
Stewy respiró hondo y se recompuso grácilmente. Sabía que no podía permitir que Matsson viera su vulnerabilidad.
No podía permitir que este hombre, que parecía disfrutar de estos juegos mentales, tuviera la ventaja. El cabrón no tenía ningún derecho—
Pero no podía dejar que sus emociones se apoderaran de él.
No estaba celoso. Eso sería patético.
Honestamente, él también había perdido todos los derechos.
La mano de Stewy se apretó alrededor de su copa de vino, la fría superficie le proporcionó una distracción momentánea de la tormenta que se gestaba en su interior.
No sigas por ahí.
Se obligó a respirar, intentando decirse a sí mismo que era mala idea responder, que tendría que limpiar el daño si la conversación se torcía demasiado.
La luz blanca cálida del apartamento de Shiv se derramaba sobre la sala.
Toda la energía de la interacción haría que uno se sintiera incómodo.
Tenía que empezar a hacer lo que estaba en su mano para mejorar esto y montar una especie de número no iba a ayudarlo con Lavinia.
Dio un trago de su copa.
Se le puso la piel de gallina y sintió que sus músculos se tensaban, sus nudillos blancos al apretar una mano.
Este… vino.
Stewy tomó un sorbo del repulsivo líquido, tratando desesperadamente de ahogar la oleada de emociones que amenazaba con abrumarlo.
Sintió una oleada de asco que crecía dentro de él pero no era solo por el vino.
Se odiaba a sí mismo por fallarle a Lavinia, por lastimarla, y no podía soportar la idea de que Lukas Matsson, o cualquier otro hombre, la mirara así de presuntuoso o posesivo.
Incluso si él estaba… manteniendo el tipo con todo aquello.
Necesitaba que ella le creyera cuando decía que quería y asumiría la responsabilidad de estos niños.
Que te comportes como un imbécil en este momento no va a solucionar nada. ¿Qué te pasa?
Este sujeto era su jefe y Livy no se sentiría agradecida al descubrir que esta escena era sobre sus malditos celos. Él debería saber mejor que nadie que Matsson lo estaba incitando.
Al final levantó las manos con las palmas hacia arriba:
– Lo que sea, hombre.
Lukas lo miró con la sonrisa silenciosa todavía en su rostro.
Las entrañas de Stewy se revolvieron con una mezcla de ira y frustración. ¿Cómo es posible que Lukas Matsson se mostrara tan indolente sobre… sobre ella?
Había una máscara ahí, en alguna parte.
– La verdad es que no esperaba verte, Hosseini – dijo Lukas, con la voz llena de entretenimiento – Qué panorama más aburrido, ¿no crees? La fiesta.
Stewy presionó la mandíbula y apretó los puños a los costados.
No quería nada más que arremeter contra Lukas, borrar esa sonrisa arrogante de su rostro. Pero sabía que tenía que mantener la calma.
– Supongo que no se puede culpar a nadie – respondió Stewy, su voz mezclada con una neutralidad forzada.
Esto hizo reír a Matsson.
– ¿Un apretón de manos?
– ¿Por?
– ¡Bien, bien, hombre! Creo que me atrapaste allí. ¿Has visto, Shiv?
La hija de Logan abrió los ojos fingiendo no haber estado escuchándolos.
– No, perdón. ¿El qué? Por cierto, no te vi en la lista de invitados, Stewy, pero supongo que eres el más uno de mi hermano – Siobhan ofreció.
– Quería un refuerzo.
– Uhmm.
– ¿No por mi culpa, no? – preguntó Lukas de alguna manera fingiendo inocencia.
Stewy quiso lanzarse de cabeza a la batalla, figurada, contra este tipo.
Ken no tendría que insistirle mucho más después de hoy.
Sonaba perfecto.
Se ajustó el botón de uno de los puños de su americana.
– No, descuida.
Joder… No era un idiota.
Había sido testigo brevemente de la indiscutible química entre Lavinia y Matsson más temprano, la forma en que interactuaron después de romper el minuto de silencio que Ken había iniciado tan solemnemente para su difunto padre.
Estaban más cerca de lo que seguramente podría asumir con la cabeza fría.
¿Pero cuál era el problema? Trabajaban juntos.
Ese pensamiento racional, aunque tranquilizador en cierto modo, no ayudó al enorme agujero dentro de su pecho.
¿Era posible que estuviera sacando las cosas de quicio, dejando que su mente tejiera una red de exageraciones? Stewy reflexionó. Después de todo, él solo se había bastado para arruinarlo todo cuando insistió con vehemencia en que nunca podría ser padre.
En su momento la idea pareció pesarle mucho, cargándole con una responsabilidad para la que no se había sentido preparado.
Debería haberlo pensado más detenidamente antes de abrir la boca, haber cuidado de Lavinia y de sus hijos por nacer desde el primer minuto. Al diablo con sus necesidades egoístas y su ego.
Lukas elevó una ceja. Pareció que quería decir algo más pero decidió no hacerlo.
Shiv le susurró algo a media voz a Matsson sobre Valerie Edmond de la Comisión Federal de Comercio, tirando de su brazo hacía atrás.
– Discúlpame, hombre, Hosseini.
– Claro.
Stewy se quedó allí, con el peso de la situación presionando sobre sus hombros, incapaz de comprender completamente cómo todo se había salido de control con ella.
Sin embargo, a pesar del miedo que amenazaba con consumirlo, un destello de determinación ardía en su pecho en este punto.
Estaba decidido a hacerlo mejor.
Por ella.
Por los dos.
Anhelaba tenerla en sus brazos, sentir la calidez de su presencia y no dejarla escapar. No como seguía haciendo una y otra vez desde que la había cagado.
Ella sin dejar espacio a ser un cobarde.
La mitad de esos niños procedería de Lavinia y la otra mitad de él.
No es que hubiera elegido ser padre, sino que estaba sucediendo con o sin él.
Stewy había dejado que esa idea le calara.
Si la hubieras querido, no hubieras hecho nada de lo que hiciste.
Era como si se hubiera inyectado ese pensamiento. Por mucho que siguiera teniendo miedo de no poder ser todo lo que ella merecía, la idea se aferró a él tenazmente, negándose a soltarla.
Puede que no fuera el mejor padre pero no quería ser uno ausente.
¿En qué estaba pensando? ¿Soy idiota? Sin duda.
Habría sentido curiosidad por el pequeño o la pequeña a su manera en otras circunstancias, mientras que alguien que lo conocía menos lo dejaba ir y venir y ser un completo idiota al respecto.
Pero maldita sea, dio las gracias que fuera con ella.
Pudo escuchar los engranajes del universo moviéndose alrededor de él.
Se dio cuenta de que solo las excusas y su egoísmo podían impedirle ser considerado y presente incluso si Lavinia nunca regresaba con él.
Si había roto algo irreparable… entonces…
Stewy respiró hondo y su mente se aceleró con una mezcla de emociones.
No podía permitir que la presencia de Lukas Matsson o sus insinuaciones lo distrajeran de lo que realmente importaba. Lavinia y sus hijos eran su prioridad y necesitaba demostrarse a sí mismo y a ella que podía ser el padre que se merecían.
Mientras observaba a Matsson hablar con Shiv, Stewy sintió una oleada de determinación. Había terminado con la autocompasión y las dudas que lo habían consumido hasta ahora.
No había estado a la altura de lo que Livy quería de él.
Pero si Lavinia... si no hubiera estado tan dispuesta a dejarlo ir… si le hubiera permitido esa segunda conversación en persona que acabaron teniendo por teléfono de madrugada…
Me acojoné y no supe explicarme ni pedirle ayuda y nos fuimos a la mierda.
Su pensamiento inicial fue que un bebé no encajaba en su apartamento con su vida actual, y mucho menos preocuparse por ello, sí...
Y todavía te atreves a pensar que ella se rindió contigo demasiado rápido.
¿Qué querías? ¿Que te suplicara? No, no, no.
Excusas, Stewy.
Excusas y peros.
Patético.
Al final aquí estaba, haciendo este teatro ahora en el lado opuesto a este tío.
Lukas miró hacia fuera y dibujó una mueca divertida.
– Vale, tío. ¿Crees que Furness quiere hablar conmigo? Unas hamburguesas americanas quemadas y unas ensaladas…
– Estoy seguro que podemos arreglarlo.
Fue automático, los hombros de Matsson se destensaron, siguió sonriendo.
Shiv miró a su alrededor hasta dar con Roman algo preocupada.
Roman hizo una señal discreta, señalando la sien con el dedo: «Hazles creer que está loco». Shiv fingió asentir estar en ello mientras empezaba a alzar una ceja por la animosidad de los dos hombres. Jesús, ¿habéis terminado?
Afortunadamente para la hija de Logan alguien más se acercó.
Era una mujer bajita. Tenía el cabello negro rizado, corto, ojos grandes, castaños y verdes al mismo tiempo, ligeramente saltones, mejillas altas, graciosamente arrogante.
– Hola, Carly. ¿Conoces a Lukas?
– ¡Ey! Oh, cómo lo he intentado. Todavía no lo había logrado. ¿Qué tal los subscriptores?
Lukas fue vagamente consciente de la mirada de Shiv invitándole a ser simpático, pero no hizo caso hasta un momento después, se lanzó a ello con una amplia sonrisa y un apretón de manos.
Stewy contempló la escena callado con una fina línea en la boca y aprovechó para retirarse intercambiando una mirada con Shiv.
A Logan le había gustado el sueco. Lo había considerado mejor que sus propios hijos.
Sí. Bueno, iban a ir al revés vikingo o lo que sea que dijera Ken.
Él podría… Intentaría hacer algo de control de daños para Ken en el camino. No podría ser tan malo.
¿Y si Lavinia acaba en Suecia después de esto?
La fiesta estaba en pleno apogeo ahora, y los camareros se abrían paso con aperitivos kitsch americanos. Los invitados elegantes completaban sus conjeturas electorales en el tablero de espuma contra la pared.
Stewy consultó su reloj de pulsera, se palpó la americana en busca de su paquete de tabaco y un encendedor.
Salió al balcón.
Necesitaba un cigarrillo, pensó. El clima no era tan malo, por lo que tenía tiempo antes de tener que volver a entrar.
Stewy miró hacia abajo.
No sintió vértigo.
Oyó que lo llamaban.
Ken.
Pero fue Nate con su abrigo de vestir gris en el brazo quien intervino primero.
– ¿Estás bien, tío? Antes no quería interrumpir…
– No pasa nada.
Nate miró a Kendall como si fuera su segunda vez diciendo esto.
– Yo en verdad me estaba despidiendo. A Daniel no le gusta que haya venido.
– Le decía a Nate que le daríamos un mejor trato en los primeros días. Me gustaría revisar la ATN. Creo que bajaremos el tono. Esa rana se puede deshervir bastante rápido.
¿Tenía que fingir que creía eso él también?
Roman apareció por detrás.
Llegó con una sonrisa satisfecha con una capa de burla y risa.
– ¿Queréis escuchar algo desagradable sobre alguien terrible?
Stewy adivinó de qué se trataba.
Y no quería volver a oírlo particularmente.
¿Qué clase de persona deja que ese loco se acerque a la madre de sus hijos?
Joder… no, ni en coña.
¿Pero qué se suponía que debería hacer?
Matsson no era probablemente peor que los tíos con los que trabajaba.
La mayoría eran psicópatas. Aspirantes a Bernie Madoff.
Seguramente él mismo merecía que ella no quisiera saber nada de lo que tenía que decir.
– Por lo visto ha estado controlando a Ebba, mandándole cosas chungas. Sangre, mechones de pelo… A saber qué más.
Kendall se giró, estudiando a su hermano y luego a sus amigos.
– ¿Lo has escuchado Nate?
Pero Nate estaba negando con la cabeza. – Oye, oye, lo hemos hablado, yo me tengo que ir. Qué disfrutéis la velada.
Kendall se señaló a sí mismo y después a Stewy. – Vale, de acuerdo… pero quedamos en eso… ¿entonces?
– Eso, es un poco chanchullo así que… eh, tíos, lo siento. No me siento cómodo con el cáliz de la conversación.
– Nate, yo creo que esto habría que hablarlo. Las preocupaciones son reales. Díselo a Daniel. Os podemos asegurar la máxima audiencia. No vayas de ético conmigo. Te conozco.
El mismo Stewy intentó frenar a Kendall cuando endureció el tono con una perorata nerviosa. – Ken…
Así no le estás convenciendo, colega.
Un camarero les ofreció una bandeja con copas que Kendall indicó que se llevaran.
Bien… Porque ese vino seguramente contenía arsénico.
¿Intentaba Wambsgans matar a las 30 personas más influyentes de Nueva York para conservar el puesto?
Nate le puso una mano en el brazo a Ken. – No sé qué creerás que es esto. No soy Gil ni tu eres Logan. Lo cual es bueno – Luego hizo un gesto de despedida a Stewy: – Cuidaros, ¿sí? Y felicidades.
Él asintió serio.
Cuando Nate se hubo ido, Kendall pareció desinflado.
Stewy suspiró.
– Hermano, no hagas eso…
– Vamos, hombre, yo… ¿Has escuchado a Roman? Roman, ¿puedes volver a repetírselo? Es un jodido pirado al que no podemos cederle el negocio. Ni siquiera dos minutos antes estabas ahí jugando… a lo que sea. Te gusta menos que a mí, Stewy.
– Me pregunto por qué será – Roman ironizó, apoyándose en una de las mesas altas del balcón, en la que alguien había dejado una copa con la que se puso a jugar hasta que casi la vuelca – ¿Crees que ya ha empezado a mandarle basura a Lavinia?
– Vete a la mierda, Ro. ¿Quieres? Tú la conoces. Ella no estaría allí si él hiciera algo así. No especialmente ahora...
Él sabía que Lavinia sabía cuidar de sí misma. Es fuerte, testaruda.
Tiene mejores instintos. Se dijo a sí mismo.
Pero no estaba tranquilo.
Stewy levantó la cabeza para mirar a la ciudad, frustrado y molesto, pero ocultándolo bastante bien.
Les habían dejado solos en ese balcón con vistas.
Ken lo observó. Movió la cabeza en negación.
Debería conocerlo mejor. Ese era Stewy, su tercer amigo más antiguo. El único con el que todavía hablaba y con el que compartía una historia de la que ya no hablaban nunca.
Alguien que aparte de darle palmaditas en la espalda también estaba dispuesto a ser sincero con él.
Tuvo un extraño momento de clarividencia.
– Ni siquiera pareces sorprendido…
Stewy miró el cigarrillo encendido en sus manos. – Le encargué a un tío que conozco que escarbara un poco.
– ¿Y no dijiste nada antes? Joder, Stew.
Se encogió de hombros.
– Todavía no estoy convencido de que tu plan sea mejor que simplemente dejar que se quede con todo y el resto disfrutemos de nuestra inmensa riqueza. Dulce, dulce, capitalismo, ¿recuerdas?... Además, de las cuestiones legales. Está el consejo. Tu obligación es proteger a los accionistas. El resto es una sopa de letras. Quiero mi dinero, Ken.
Y no la quiero a ella y a mis hijos en la jodida Laponia.
Así que si me disculpas…
Sabía que la había cagado pero encontraba absolutamente desmedido que su castigo fueran cuatro mil millas de distancia.
– Al preservar el negocio familiar, de hecho estoy salvaguardando sus intereses. Lo hemos hablado; el 50 que da es en acciones y esas se verían comprometidas por su comportamiento errático. ¿Qué crees que dirán los mercados? ¿y los medios?
– Ken…
– ¿No posees suficiente casas todavía, Stewy? – protestó Kendall.
– ¿Qué quieres que diga a eso?
Ejerció presión sobre el puente de su nariz con dos dedos.
Ken persistió, preguntándole: – ¿Qué mierda piensas de verdad? Honestamente. Sobre él. No vas a votar por Matsson, vamos. No seas nenaza – presionó.
Luchando contra el peso de su propio agotamiento, Stewy logró recuperar una apariencia de compostura y exhaló un profundo suspiro.
– ¿Y? – se empeñó Kendall.
Stewy se pasó la mano por los ojos disconforme.
Su expresión fue difícil de interpretar. Ken, amigo mío, eres un imbécil.
Pero su mirada se posó en su amigo tomándose un momento más para ordenar sus pensamientos sobre él antes de responder:
– No sin taparme la nariz – admitió a regañadientes – ¿La verdad completa? Odio que esté respirando el mismo aire que ella. ¿Estás contento? quiero decir, ¿la has visto? Me tendría que haber llevado un ojo morado. Me he comportado como un completo imbécil – continuó, sus palabras marcadas por una mueca – Pero ese es mi problema, ¿no? ¿Qué pasa contigo? ¿Estás seguro que puedes ganar, Ken?
Ella no era alguien con quien había tenido un rollo, era el amor de su vida.
Aun así Stewy se sentía increíblemente incomodo estar a punto de tomar decisiones de negocios con las vísceras. Iba contra todo lo que había creído siempre.
Ken se apoyó en la mesa y respiro hondo.
– Por supuesto. Stew, a ella sólo dile que eres un gilipollas, ¿uhm? Como lo somos todos en algún momento. Matsson puede volver a cascársela en un garaje… Y vamos, amas demasiado tu estúpida cara como para querer que cualquiera de nosotros te la toque. Pero siendo un vampiro de los cojones, no iría tentando a la gente con eso, si fuera tú… – aligeró el tono en un momento de espontaneidad.
Stewy ladeó la cabeza con una sonrisa amarga. – Ken, ella y yo somos…
Roman se sintió desconcertado por la franqueza de la conversación entre los otros dos, simplemente aquí en abierto... incluso si técnicamente no había nadie alrededor.
Nadie excepto él.
– ¿Codependientes? – inquirió con falsa curiosidad – No soy un fan de que la dejaras con un regalito y te fugaras a por un cartón de leche. ¿Uhm? Sería bastante humillante si dejáramos que el maldito Greg intentara darte primero. ¿Pero podéis cortar la sesión lacrimógena? ¿O al menos os lo habláis cuando os encerréis después en el lavabo a hacer manitas? ¿No has estado escuchando, Stewy? Claro que podemos ganar. Los reguladores van a pasarle por la guillotina. Zas, fuera el sueco.
Por supuesto, deseaba el apoyo de Stewy en la causa contra Matsson. No importaba si una vez más le consideraba persona non grata por meterse con alguien cercano a él.
¿Iba a follarse a Shiv cuando estuvieran en el asilo a continuación?
Sin embargo esto le recordaba demasiado a intentar implorar la atención de Ken durante sus días de infancia.
Stewy se pasó la mano por el cuello de la camisa y frunció el labio en actitud contemplativa.
Su tono suave denotó una concesión implícita:
– Vale. Vete a tomar por el culo, Ro-Ro. Sabes que, quiero de la hostia a tu prima. Y ahora, ¿sois ambos conscientes que vuestra hermana trama algo, o me obligaréis a deletrear explícitamente el asunto para los dos?
Esperaba concluir allí el tema. Si quieres hacer una fiesta para autocompadecerte, este no es el momento.
Stewy fijó su atención en sus manos. Su cerebro anhelaba algo más fuerte que esta nicotina.
Si volviera a pronunciar el nombre de Lavinia, le quedaría atrapado en los labios. Probablemente.
Necesitaba concentrarse en los otros aspectos de la situación por un momento.
Dio una calada a su cigarrillo y se recordó a sí mismo que Kendall lo había invitado allí para brindarle su perspectiva. Y para cubrirle las espaldas mientras se acercaba al viejo Frank Vernon, lo que Stewy consideraba no era tan buena idea.
Stewy odiaba a Frank.
Había estado ahí para Ken pero, en última instancia, siempre del lado de Logan.
Suspiró.
Ken pareció preocupado por un segundo. – Quieres decir… ¿Shiv— uhm, Matsson? No, que va. Le hemos pedido nosotros que lo distraiga.
– Sí, es Shiv, la agente doble – aseveró Roman.
– Oh, sí, jodidamente brillante, lo que sea, ¿estáis seguros?
Kendall no lo estaba.
Ciertamente había contemplado la posibilidad.
– Yo… bueno, también le he pedido a Greg que esté atento, ¿de acuerdo? Que le encuentre unos petas o ponga su polla en dirección a material fisible.
Stewy chasqueó la lengua.
¿Cuánto le importaba?
Si Matsson ganaba, podría conseguir un montón de dinero. Si no, Kendall había hecho promesas serias de negocios.
Podía actuar por amistad aquí.
Y lo que fuera.
De soslayo vio a Lavinia hablar con el sueco desde el lugar donde se encontraban. El grandullón que llamaban Oskar estaba con ellos mientras Shiv había desviado rumbo hacia Tom.
Stewy respiró hondo y sintió el peso de sus emociones presionando contra su pecho.
No podía deshacerse de la inquietud que se había acabado apoderando de él, alimentada por la visión del toque familiar de Matsson en el brazo de Lavinia.
Cómo éste la rodeó para que prestara atención a lo que estaba diciendo, sólo aumentó la creciente sensación de cólera hacia el gigante de la tecnología.
Por el amor de Dios, contrólate.
La voz por detrás de Roman, con un tono de burla, no le ayudó. ¿Pero cuando lo hacía?
– Míralos. Estoy seguro de que están follándose el uno al otro – comentó, un toque de sagacidad bailando en su voz.
Stewy intentó fingir una fachada de ambivalencia, pero en el fondo sabía que las palabras de Roman tocaban una fibra sensible.
Se hacían eco de las dudas que habían estado invadiendo su mente.
Pero no iba a hacer esto completamente aquí.
Lavinia… quería recuperarla. Eso era todo.
Stewy le indicó a un camarero que pasaba que le pidiera un whisky.
El chico fue sorprendentemente rápido a traérselo durante el espacio de tiempo que Roman había cambiado el tema a Connor.
Mientras el líquido bajaba por su garganta, sintió un respiro temporal. Pero la opresión en su pecho persistió, un recordatorio constante del peso de la emoción ahí. El último botón de la impoluta camisa que llevaba abrochada hasta la clavícula le apretaba.
No sólo le importaba Lavinia, había esos dos pequeños; y lo que fuera que significara en términos de ser el compañero que ella merecía, él no tenía ni idea.
Despreciaba la idea de que pelearse por ella como si fuera un premio o un juguete…
Tiene motivos suficientes para dudar de mí, se dijo Stewy.
De psicópata corporativo a figura paterna. Era un espacio vacío sin más.
Lo haremos como tú quieras, con tus condiciones, Livy… Lo que tú quieras, sólo no te asustes si al principio soy mediocre. Ya llegaré a ello.
No le importaba que fuera la cosa más difícil que tuviera que hacer en la vida.
¿Era justo que cargara ella con esa responsabilidad?
De entrada no había joyas, vestidos, ni flores enviadas a millas de distancia en el mundo que bastaran. Nada que fuera suficiente para compensar su mal pie.
Sólo podía imaginar que las últimas flores habían acabado en la basura…
Joder, había tantas cosas desde el último verano que podría haber hecho de otra manera.
Intentó deshacer el nudo en la garganta.
Entonces no sabía que iba a perderla tan fácilmente. Pero siempre estuvo a una idiotez suya de joderlo, ¿no?
Quizás no se puede arreglar y hasta yo soy consciente que… se acabó.
Ken dejó ir a Roman y se paró un momento más en el balcón, el humo de su cigarrillo persistiendo en el aire.
– Yo…, eh, tienes mi apoyo, hombre. Pase lo que pase. Al fin y al cabo, todo el mundo comete errores – pronunció con un toque de simpatía.
– Gracias, tío.
– Demuéstraselo. ¿Sabes? Incluso si… Sé cómo va. No te rindas. Pero también podrías considerar consultar a un abogado si no llegáis a poneros de acuerdo. Lucha por tus derechos si tienes que hacerlo. La ley os protege legalmente a ambos.
La expresión de Stewy mostró sorpresa. – Jesús. ¿En serio, hombre?
– Estoy tratando de echarte una mano.
– Tu versión de ayuda es un enfoque bastante interesante, Ken – comentó Stewy, con un brillo de diversión en sus ojos.
– Esa no era mi intención – Kendall intervino.
El rostro de Stewy se suavizó mientras inconscientemente se mordía el labio inferior.
– Intento ganarme su perdón, no que se compre un muñeco vudú con mi cara para clavarle agujas – hizo una pausa por un momento y sacudió levemente la cabeza – Los mocosos la necesitarán y yo ya me he comportado como un auténtico gilipollas. Todo este asunto del embarazo, hermano, es abrumador. Ni siquiera puedo empezar a entender el peso que ella lleva. Joder, no quiero sonar como un idiota, Ken – continuó juntando las cejas – pero no es tu divorcio con Rava, podremos hablarlo.
– Uh.
– ¿Qué?
– Bueno para empezar no estáis casados…
– Y quiero solucionar eso. Pero incluso si nunca sucede, estoy de rodillas, Ken.
– Te has vuelto loco…
– Como digas… pero por lo menos no planeo ponerme como un basilisco porque les deja salir a la calle, como tú antes por teléfono. ¿Qué fue eso? – preguntó con un mohín.
– Te lo explico luego. Quería tener tu opinión de todos modos.
– ¿Sobre?
– Sophie.
Frunció más el ceño. – Tío, apenas si me hago a la idea de bebés con pañales... No puedo ayudar con tu hija adolescente.
– No, es… luego lo hablamos.
Stewy observó su reflejo en un espejo cercano cuando entraban.
Estaba ojeroso y necesitaba desesperadamente un corte de pelo porque en la nuca el alisado no era perfecto si el cabello había crecido no importa cuánto gel usara.
– Maldita sea, estoy hecho un asco.
Ken se rió dándole una palmada en el hombre y lo guió hacia el interior de la habitación.
– ¿Estás… limpio, Ken? Habrá preguntas si sigues con tu plan.
– Dice Stewy desde el círculo polar. Si algo me pone a tono en este momento es conseguir todo esto.
Stewy le miró, una especie de soniquete familiar entre ellos: – Bueno…
– Vas a tener hijos con mi prima. Quiero decir… maldita sea. Siempre has estado ahí. Pero nunca pensé que literalmente te convertirías en familia… Excepto, bueno…
Stewy rodó los ojos. – Yo también te aprecio, tío. Y ella técnicamente no es una Roy. Así que…
– Sigue repitiéndote eso a ti mismo. Como diría Rome...si se parecen un poco al tío Ewan y eso puede ser un hecho, nacerán viejos.
Arrugó la frente a la defensiva. – Despacio ahora con mis hijos, hombre.
La atención de Stewy se desplazó a otro asunto después de que saludaran a ese tal Coop del círculo demócrata.
Dejó su vaso vacío en una especie de estantería y se quedaron apoyados en la pared.
Esperó que dejara de teclear el móvil, y dijo:
– Después de todo, supongo que te debo dar las gracias por arrastrarme a la boda de Shiv y luego abandonarme en medio de ese caos. Ese fin de semana se me inflamó más que el vello del pubis, ¿huh?
Quizás no hubieran logrado tener el mundo a sus pies como habían planeado tantas veces de críos… Pero conociéndose puede que hubiera sido la única vez en que pudiera cruzarse con Lavinia con una hoja totalmente en blanco delante.
Ella se habría ido por las colinas si hubiera sabido lo de Ken antes de cuando Rome se lo contó en Argestes.
Recordaba la sensación de un puñetazo en el estómago ante lo muy atraído que se sintió. La primera conversación. El sexo alucinante.
Los meses que siguieron.
Grecia. La lucha por retenerla en esos días de finales de verano. Hacerle entender que la quería.
El brutal adiós en Italia.
Durante los últimos meses, nada en su vida había ido según lo planeado. Pero se dijo a sí mismo que ella era el plan.
Ken sonrió y se aclaró la garganta pidiendo una bebida no alcohólica en una de las barras que Shiv y Tom habían dispuesto en el apartamento.
Vaciló como siempre que sacaba el tema de la boda de su hermana.
– Sólo, estoy aquí para ti si necesitas algo. Hey, ¿sí?. Conozco gente que le metería el dedo en el culo a un juez de familia. Pero lo entiendo, lo entiendo. Compartí ese sentimiento, cuando el divorcio – afirmó, en tono serio, y luego cambió el tenor de su voz a un timbre algo más animado – Por cierto, eh, yo te veo impecable como siempre. Algo blando en los bordes como un peluche con una puta flecha de Cupido, pero impecable, Stu. Tío, uhm… también— por lo que respecta a mí, permítame asegurarte que estoy mucho mejor. Voy a tope.
Entendía bastantes cosas sobre Ken, excepto por qué abandonó la adquisición.
Y vamos Ken, sé sincero, ningún juez que no necesitara ayuda él mismo habría aceptado una súplica de custodia por tu parte cuando ella te pidió el divorcio.
Stewy se tomó una pausa larga.
– ¿Lo estás?
– Totalmente. Centrado en lo que va después, en términos... en términos de Waystar. Sólo tenemos que deshacernos del sueco.
Stewy estaba teniendo un presentimiento realmente horrible acerca de esto.
– No hago promesas, pero por lo que respecta a la junta, al voto… te escucho. Te estoy escuchando.
– No puedo creerte.
– ¿Qué?
Roman lo miró como si fuera un completo idiota. – No le ofreciste a uno de tus desagradables abogados para joder a Vinnie cuando el mini goblin o los mini goblins o lo que sea todavía son como la medida de ¿qué? una bola de pelo de gato.
– Solo estaba siendo un amigo. Yo no… no era un ofrecimiento solo un comentario.
– Oh, qué buen amigo que eres.
– ¿De qué lado estás? ¿Además qué fue ese comentario?
– ¿Acerca de? Oh, ¿hice que se sintiera mal al decir lo obvio sobre Matsson y Vinnie?
Lavinia se recompuso después de haberse lavado la cara en uno de los baños y volvió a la fiesta. Se le hizo un nudo en el estómago.
Sus ojos se habían llenado de lágrimas tan pronto como estuvo sola frente al espejo, regodeándose en su pena y comiéndose la cabeza.
No había podido evitar estremecerse por dentro con la presencia de Stewy, y se odió a sí misma por ello. Nerviosa cuando se habían extralimitado al besarse.
Se encontró teniendo discusiones imaginarias despierta con su voz. Oh, Stewy. ¿Cómo llegamos aquí?
¿Por qué me preguntarías que me casara contigo cuando siempre pensaste que era un dolor de cabeza?
Ya sabes, el sueño de cualquier chica, una boda de penalti con un novio reacio porque ella queda embarazada.
Sería más fácil si pudiera asegurar que esto era un juego para él.
Porque estar muy enfadada con él la ayudaría a superarlo.
Estuvo tentada de protestar en voz alta por algo de fair play del universo por una vez.
Lo peor era que Lavinia se sentía en parte responsable. Ella era quien había querido el bebé aun si no tenía al padre. Él era diferente, especial, alguien aparte de los demás hombres que había conocido en el pasado, pero no el padre de los hijos de nadie.
"¿Por qué no me crees?"
¡Lo hacía! Lavinia sabía que él creía que la quería. Ese no era el problema.
Tampoco se trataba sólo si podía perdonarlo. Es que… a veces el amor no basta.
Estaba convencida de que él se sentiría sofocado como padre de una manera que ella nunca podría compensar.
Entonces se perdería de vista a sí misma.
Necesitaba estar más tranquila, más segura y más firme cuando llegara el gran día en unos meses. Sin tener que preocuparse por él.
Se había aplicado lápiz labial rojo oscuro para desviar la atención de sus ojos húmedos antes de dar un paso fuera del baño. Respirando profundamente otra vez, se enderezó y salió a la sala llena de gente.
Habría dado lo que fuera por un Stewy que la acompañara a descubrirse en esta faceta, a experimentar ese amor por sus hijos, crecer juntos durante la nueva etapa.
Pero esa sólo era una fantasía.
Su respuesta a "Estoy embarazada" había sido "¿puedes abortar?"… Era difícil creer que él cambiara de opinión y no simplemente eso… que su primera respuesta fue su respuesta real.
¿Qué pretendía Stewy que hiciera ahora?
No había nada que hubiera deseado más que ganar más tiempo antes que su nueva vida fuera una realidad para gastarlo con él.
Apenas tenía fotos de ellos juntos.
De él en Grecia pero no mucho más.
Todavía quería amar, trabajar, salir a comer, caminar de su mano por las playas griegas…
Había soñado al principio del embarazo con otros piececitos pequeños en la arena.
Pero nunca podría ser con él.
O con él realmente disfrutándolo.
¿Stewy realmente se mostraría indiferente cuando viera sus caritas o la primera vez que los sostuviera?
Ella no lo sabía, pero no podía odiarlo por no tener fiebre por los bebés.
Ella había tomado sus decisiones sabiendo bien a lo que se atenía.
No tenía estos niños para amargarle la vida ni para entregárselos de facto a la niñera como si fuera una dama elegante de su círculo social atrapada en una mansión en la Quinta Avenida.
¿La gente todavía hacía eso?
No que… ella no conociera a Lady Caroline Collingwood en persona.
Tener a alguien mientras ella trabajaba o en ocasiones especiales era una idea diferente… pero no una niñera nocturna y todo ese jazz.
Lavinia se mordió el labio.
Entonces ella hizo lo que había hecho desde la infancia.
Tirar de la manga de su vestido o blusa y secarse las lágrimas de las mejillas.
Hablando de Roma...
Greg se plantó enfrente de ella tan alto como era.
El estilo de Marianne era más bien dejarles a su aire y esperar que no se metieran en un lío.
A veces se preguntaba si, además del hospital, el primer recuerdo que tenía de su hermano no era cuando Marianne compró ese VHS para entrenar el bebé a dormir con el método de un médico que salía mucho por la tele.
Esa vez que se quedó trabado con su propio llanto de tanto llorar en la cunita.
Liam y Marianne habían logrado que volviera en sí sacudiéndolo cuando hubo un silencio repentino en la casa.
Después se pasaron la noche discutiendo.
No iba a dejar a ningún bebé suyo dormirse de estar agotado de llorar.
Oh, ahora que están aquí dentro parece muy fácil, ¿quién dice que vas a ser una buena madre?
Podrías sufrir depresión posparto y hacerles daño sin querer.
– Hola.
– Hola.
– Ken me ha pedido que mantenga un ojo en Matsson.
Alzó una ceja. – ¿Así que…?
– Eres mi hermana favorita…
Ella sonrió. – Soy tu única hermana, Greg.
– Esto también. Mira, es, uhm, él ocasionalmente ha expresado un disgusto en particular por mi persona. Pero tú le gustas... Todos están de acuerdo en eso, entonces...
Negó con la cabeza. – ¿Por qué me lo cuentas…? Trabajo con él, ¿sabes? Se supone que debo protegerlo de Ken y compañía. Lo siento pero...
Se puso una mano en la nuca e hizo una mueca.
– Bueno, no dije que iba a hacer todo lo que dice Ken. Soy un agente libre. Vamos Vinnie, no hemos pasado mucho tiempo juntos últimamente. ¿Cómo están mis sobrinos?
Oh, él era incorregible, ¿verdad?
Esperaba que no fuera nada que hubiera aprendido de sus desayunos tempranos y de sus carreras a la escuela mientras ella todavía vivía en casa.
A esa edad en la que se habían divorciado sus padres, ella quizás era un poco sabelotodo pero seguro que no lo había alentado a ser el pequeño "terrorista" descarado que era ahora.
Había tenido poco tiempo entre hacer los deberes y tener puesto un ojo para asegurarse de que él y su amigo Dan no salieran lastimados mientras hacían el trasto en el jardín trasero.
En la escuela, estaba rodeada de un grupo animado de niñas a las que les encantaban los juegos de cuerdas y el voleibol. Apestaba a ello — y eso la hacía sentir bastante cohibida. Tal vez por eso nunca se molestaron en llamarla durante las vacaciones o… tal vez fue porque a ella misma le daba corte contar cosas de casa e invitar a alguien al salir de clase estaba simplemente fuera de discussión… bueno, excepto por el Dan de Greg, claro. Ese niño siempre fue bienvenido.
Qué diferencia con ella y Monique en bicicleta por las calles empedradas de Brujas o mucho después en Ámsterdam…
O en cierta manera esos veranos, de los que ella se dio cuenta mucho más tarde de que Rome había pagado la peor parte por algunas de sus transgresiones... Aparentemente, Logan no tenía ganas de aterrorizarla completamente ni que fuera para atraer a Ewan de regreso, y poder ¿qué solían discutir por entonces?
– Lo siento, lo sabes.
– ¿Acerca de?
– El tiempo perdido. Tendría que haberte llamado más cuando estaba con papá…
– Oh, oh, sin resentimientos. Pero ahora podrías – le puso ojos inocentes.
Asintió todavía sin estar del todo convencida.
Se detuvo en seco después de un segundo, todavía pensativa. – Nunca más podré dar noticias sobre este embarazo, ¿verdad? Todos seguís pasándoos información. Vivo con el miedo de que puedas decirme el sexo de ellos antes que mi médico o algo así – bromeó.
– Bueno, mamá dice que si realmente son niños probablemente tengas menos náuseas.
– Eso es genial – apuntó. – Simplemente genial…
Recordatorio diario que la mordiste en el trasero incluso antes de nacer, Vinnie.
Intentó no pensar demasiado en eso…
Quizás Marianne tenía problemas.
Y tenían una pésima relación madre-hija con recuerdos en los que no quería pensar.
Pero con el embarazo… había pensado mucho en cuando se fue con papá después de esos tres años de silencio… aunque ahora entendía que nunca había tenido ningún poder sobre ello.
¿Qué pasaría si Stewy algún día fuera también algo brillante y fascinante para sus gemelos en vez de ella porque no era el que imponía castigos?
– Espera a mi señal, ¿sí?
Se movió hasta donde estaban Lukas y Oskar, aparentemente hablando en privado.
– Chicos.
Oskar fue el primero en sonreír. – Y aquí está ella, sana y salva. Lukas habló con Carly pero ¿no eras tú quien tenía que hacerlo?
Mierda.
– Lo siento mucho.
Sin embargo, Lukas no pareció molesto en lo más mínimo. – Bueno, ella quería que fuéramos generosos con la información sobre el trato, sólo he dicho hola, así que después búscala y déjale saber cosas, pero con medida, ¿sí? Como por ejemplo, que estoy considerando cambios en la ATN y que molo mucho.
– Entendido. Voy para allá – sonrió todavía un poco destemplada.
Lukas masticó su chicle. – No, espera, ven.
Ella notó su mano sobre la de ella. – ¿Todo bien?
Ella dudó. – Sí.
Lukas buscó el ángulo para una conversación privada, prácticamente bloqueándola de la habitación, inclinándose y con un brillo en los ojos.
Lukas sobresalía por su altura y su cuerpo la abrumó por un momento.
– Porque, bueno, conozco gente. Matones – usó una voz conspiradora.
– No te burles de mí, ¿mm?
– No me atrevería.
Lavinia vaciló. – Voy a ir a por Carly. Sólo…
– Dime…
– ¿Podrías ser agradable con mi hermano? Todavía está con Ken y Rome pero creo que se portará bien.
– Hecho.
– ¿Así de fácil?
– Es tu hermano. Eres mi número 3, vamos a ser hospitalarios.
Su número 3.
Como en… GoJo. Eso era como… una de las empresas más importantes del globo. Meses antes trabajaba para una start up de la que lo último que sabía es que Angela y Kara parecían haber partido peras.
Sus miradas se cruzaron. – Gracias. ¿Quieres que vaya a por Carly ahora o?
Lukas afirmó con la cabeza.
– Sí, pero después, quédate cerca. Es cierto que no siempre leo bien a la gente. El lenguaje no verbal y eso no se me da bien… Cuando les pillo la onda soy jodidamente fantástico pero prefiero que estés alrededor – le echó una mirada escrutadora pero divertida – Quiero que me digas que lo estoy haciendo genial, Hirsch. Sabes, pensé que estas personas serían muy complicadas, pero es… no lo son, solo quieren hablar de chismes y de dinero, está chupado…
– Gossip Girl sigue siendo el pináculo de la vida de los ricos – concedió permitiéndose una ligera ironía.
Lukas junto las manos como en un aplauso, luego sonrió, mostrándole sus perfectos dientes. – Exacto. Está chupado, pero no te pierdas de vista, ¿eh?
– Pensé que Shiv…
Lukas frunció el ceño.
– Ella es buena con el ángulo político. Pero espera que yo le de cosas, un papel importante, todo eso.
– ¿Y tú vas a…?
Su gesto pareció genuino. – No lo sé. Yo, ¿sabes?… estoy empezando a pensar que me has roto algunos circuitos – se mofó bajando la voz haciendo unos ruidos de robot.
– ¿Por?
– Oskar tiene la teoría de que estoy desarrollando algo por las mujeres embarazadas.
Arrugó el ceño exageradamente. – ¿Por qué?!
– Se metía conmigo porque expresé la idea que… ¿tu prima también…? – hizo un gesto como si el también estuviera en estado.
Lavinia pestañeó.
– No estás hablando en serio.
Se encogió de hombros. – Es bastante en serio.
Lavinia estaba muy segura de si iba en broma o donde quería llegar. – Ni de coña…
Sonrió con suficiencia.
– Bueno, desplazó su bonito dedo por los archivos de notas de su móvil y vi el nombre de una de esos botes de vitaminas que llevas a todas partes y luego digamos que usé mis ojos hábilmente entrenados. ¿Sabes que hay uno de esos en mi habitación, verdad?…
Lavinia se mordió la lengua. – Todo eso no suena tan mono como crees, Lukas.
Hizo un ruido con la garganta.
– ¿Tú qué opinas?
– ¿Cómo voy a saberlo? Esas cosas no se llevan escritas en la cara – dijo con cautela.
– Ehm… mm…
Oh, Lukas, muchas gracias…
Lavinia evitó analizar esto; porque él quería que ella observara ¿qué? No iba a "escrudiñar" a Shiv de esa manera. Joder no.
– No estoy participando en esto.
– Bueno.
Pero hizo que se quedara pensativa un momento.
Se cruzó de brazos.
– ¿Eso cambiaría…?
Parecía confundido. – ¿Dime?
– ¿Sus posibilidades de que le des lo que te ha pedido?
– ¿Sinceramente?
– Sí.
– Quiere el puesto más alto. No lo sé.
Ahora estaba claramente incómoda. – Mmm.
– Lavinia… Liiv, escúchame.
Su mano estaba ligeramente en su codo.
Estaban murmurando entre sí:
– Liv no…, ¿vale? Por favor.
Él lo pilló a la primera. – Está bien. Sólo digo que hay un puto universo a considerar para el puesto más alto. Además ella no quiere el trabajo, cree que lo quiere pero créeme, ella quiere ser Logan, no mi simpático títere personal aunque sea en un cargo con muchos muy importante delante, ¿eh? Pero nada es definitivo.
Lavinia no se sintió convencida. – No sé qué decirte… – y arrugó la frente – Pero no lo entiendo. Tú eres el CEO.
– Sí, sí. Yo soy el CEO. ¿Pero quiero delegar? ¿En América? Tal vez. Yo codificando y elaborando estrategias en las nubes y alguien más soportando la mierda del día a día. Estoy realmente tentado pero no puede ser cualquiera.
Se preguntó si otras personas podían ver la forma en que él se sentía como en casa con su mano en su brazo.
Lukas le guiñó un ojo. – Hablaremos de esto. Después de las elecciones, ¿vale? Quiero que Oskar y tú estéis al tanto.
– De… acuerdo.
– Lavinia.
– ¿Sí?
– ¿Te he dicho lo radiante que estás hoy?
Se movió para saludar a Carly.
– ¿Tú eres Lavinia, no? Carly Flight. Encantada.
– Igualmente.
Se sonrieron.
– Le decía antes a Lukas que estoy como loca para traerle al pódcast. ¿Tú crees que podrías convencerlo?
Le dirigió otra sonrisa de cortesía.
– Estoy segura que le encantaría pero ahora mismo tiene una agenda de locos.
El pódcast de Carly era como ella: irreverente, encantador, arrogante, un balón de energía. Y Carly era excelente fingiendo ser educada con sus invitados.
Pero… Afirmarías un hecho, algo aparentemente incontrovertible como "Creo que el sol sale por las mañanas" y ella balbucearía que a cambio podrías considerar por un momento la posibilidad de que hubieras sido mal informado.
Podrías sentirte tentado a rechazarlo porque ella te estaba retando a hacerlo.
Y luego ella te destruiría.
Entonces no…
Bajo su supervisión, Lukas no diría que sí a una entrevista en su pódcast.
No que no hubiera sido algo grandioso de contemplar.
Como una lucha en el Coliseo.
El propio Lukas, bueno… Podría empezar a prometer cohetes al sol o lo que fuera.
Pero lo necesitaban en su mejor comportamiento por ahora.
Carly le devolvió la sonrisa. – Él es la nueva ola. Aire fresco después de tu tío Logan. ¿No te importa, verdad? Todo el mundo sabe…
– No, claro…
– Él tiene a Ebba y te tiene a ti. Mujeres jóvenes. Y perdóname porque ya sabes, eso que dicen, a una mujer no se le pregunta si está embarazada aunque vaya a dar a luz… pero si no tengo muy mal ojo… – le dio una mirada cómplice – Me alegro que los tiempos estén cambiando. .
– Sí. Claro – intentó no parecer tan poco entusiasmada.
La verdad, ya no tenía ni idea.
Carly siguió hablando. – Tengo que confesar que Lukas me ha dejado encantada en persona. ¿Cómo es de cerca?
– El mismo que ves. Sueco, directo, obsesionado por su compañía en el buen sentido.
– Fue una pena, el último tweet – disparó Carly.
Vale, Lavinia.
Dile lo que quiere escuchar.
– Tú sabes cómo es. Nuestros dedos van más rápido para expresar una idea por ahí que en la vida real. No me malinterpretes, fue muy desafortunado.
– Sí, lo entiendo.
Lavinia hizo lo posible por salir ilesa de ese "jardín" tomando un trago de la botella de agua que llevaba.
Se le ocurrió que 'encamarse' con billonarios era como ese refrán.
«Quien con niños se acuesta, mojado se levanta».
Pero en minipuntos para el infierno.
Vio a Stewy cuando acabó la conversación con Carly.
Su apariencia elegante y su traje bien entallado junto con su arrogancia casual eran inconfundibles. Incluso cuando no parecía feliz.
Hizo que todo su cuerpo sintiera un hormigueo en contra de su mejor juicio.
Era ese perturbador hormigueo y reconocimiento que la consumía cada vez que él entraba en una habitación. Tragó saliva y se negó resueltamente a mirarlo aunque estuvo segura que su escrutinio caía en ese momento sobre ella.
Siempre le sorprendió lo rápido que Stewy era capaz de hacerle sentir todo ese maldito calor en sus tripas. No necesitaba su mirada incisiva sobre ella ahora mismo.
El agravio era mucho menos llevadero aquí entre un pequeño ejército de testigos.
Lavinia sintió un pequeño estremecimiento.
Stewy estaba hablando ahora con un hombre calvo con una risa escandalosa. Su nombre era Len. Kendall estaba cerca de él y actualmente revisaba fervientemente uno de los feeds de de su teléfono.
Había estado evitando buscarlo entre la gente desde que lo dejó atrás en el guardarropa.
Ella odió su beso y sus palmas presionadas contra sus mejillas, sobre todo porque fue agonizantemente cuidadoso y sintió el beso más que nunca.
¿Qué tenían que decirse más?
Llevas a sus hijos contigo. No hay nada que vaya a cambiar eso.
Normalmente acabas una relación y ya está… pero vosotros seguiréis vinculados toda la vida.
Va a ser así haga lo que haga Stewy.
Y él no va a ninguna parte.
No realmente.
Ya te lo ha dicho.
Bajó la cabeza para volver a cruzar la sala. Obligando sus piernas a funcionar, de nuevo un poco inestable.
Algo en su cerebro estaba demasiado agotado para ser lógico. Pero…
Dio una señal a Greg.
Ahora el equipo de GoJo estaba en el piso de abajo.
Oskar vapeando sin ninguna preocupación en el mundo.
Solo necesitaba sentarse por un momento. Reagrupar la estrategia con Lukas, hablar de política estadunidense con los redactores del Journal y del Washington que se interesaran por GoJo y funcionar en autopiloto.
Había estado revisando sus perfiles esta tarde.
Por un breve momento, sintió que podía hacer esto. Podía ir y hacer su trabajo.
Y no pensar en Stewy.
¿Cuál era la alternativa?
Se apartó a tiempo.
Oskar dejó ir una gran nube de humo del vaporizador que Greg recibió de pleno.
Fue adrede.
– Ja. Es… Es genial. Mis amigos suecos…
– Maldito parásito. Eres un puto moscón...
Lavinia intervino molesta con Oskar. – Eh, frena ¿no?
– ¿Quieres?
– No te atrevas.
Si él la exponía a esta mierda a propósito, ella tendría que matarlo.
Y luego se sentiría enferma por ponerse en esta situación.
Automáticamente se preocupó de que él se lo tomara como un reto…
Pero Oskar simplemente se encogió de hombros y volvió a acomodarse en el sofá.
Lukas intervino.
– Eso, no hombre. Estoy tratando de ser majo. ¿Te puedes comportar?. ¿Estás bien, chico? ¿Greg, no? Únete a nosotros. Lavinia…
– Gra-gracias – expresó Greg torpe.
Oskar siguió metiendo bulla. – Vete a la mierda, zagal.
Lavinia se encogió de hombros sentándose en el sofá lo más apartada posible de Oskar que seguía vapeando.
Oskar se quejó. – No eres divertida Lavinia.
– No te haces a la idea…
Lukas volvió a acomodarse bien en el sofá.
Una mano en la rodilla de Lavinia a su derecha.
Se quedó sentada en guardia, las piernas tensas.
Lavinia notó sus dedos desplazarse un poco y luego retirarse mientras hablaba con una sonrisa.
– ¿Deberíamos despedirle? ¿Ehm? ¿Qué te parece?
Ella sólo negó con la cabeza.
– No, ves. Lavinia es demasiado amable. Pero Ebba seguro que quiere despedirte. ¿Me ayudas aquí?
Hubo un intercambio entre el equipo original de GoJo que subió de tono. Un cambió de humor repentino en Lukas.
Fue una broma, tal vez hasta el momento en que dijo el nombre de ella.
Luego pareció insatisfecho.
Lavinia prácticamente no había reparado en la presencia de Ebba en una butaca frente a ellos.
– ¿Te resulta aburrido? – le preguntó Oskar a la jefa de Marca.
– Le he visto cortarte los huevos cientos de veces. Sí, ya me ha aburre un poco.
No estaba segura si se había perdido algo en algún momento, pero pudo percibir bien una leve conmoción.
De repente, Lukas estaba diciendo en voz alta:
– Me encantaría despedir a Ebba, pero no puedo porque ella ha fomentado una situación, ha creado una situación en la que me resulta difícil hacer lo que desearía. No digo que lo hayas hecho expresamente. ¿Pero es curioso eso de que seas casi inamovible porque nos liamos?
Entonces Ebba no se mordió la lengua.
Su mirada se fue a Lavinia pero sólo fugazmente como si hubiera sido sin querer.
Bueno, ella no la culparía por tomar la sangre de Lukas y comenzar a cometer crímenes. ¿Qué diablos?
La mano con la que Ebba sostenía el móvil con que antes había estado escribiendo bajó de golpe. Apuntó su mirada directamente a Lukas.
– Qué conveniente. Puedes memorizar este mismo discurso para cuando vuelvas a necesitar reciclarlo en el futuro. Qué curioso que no sea descabellado que pase, dado que se supone que fui yo quien creo la situación.
– Podemos ir juntos a Recursos Humanos si eso te contenta por fin. Que nos pongan a copiar cien veces "no me liaré con quien no debo".
– Lukas.
– Eb-ba.
– Quiero decir, sé que estás bromeando pero – se metió Greg sin acabar de pillarlos – ¿Yo podría ayudar? La despediría ahora mismo si quieres. He tenido experiencia recientemente en este ámbito.
– ¡Oh, este chico puede ayudar!
Después de que Greg metiera baza, Ebba ya estaba harta y se levantó infeliz.
Para ese momento la mitad de los asistentes de la fiesta tenían la atención puesta en lo que pasaba.
Lavinia sintió dolor de cabeza y aversión por el pequeño canapé que había conseguido de una de las bandejas.
Pero no podía salir a buscar a Ebba.
No sabría qué decirle.
A parte de disculparse.
Por su hermano.
Por Lukas. ¿Aunque como ella iba a disculparse por Lukas? ¿Por qué?
De alguna forma se sintió mal.
¿Había juzgado todo esto… correctamente?
No es que tu radar esté averiado, conoces las señales rojas que todo el mundo ve.
Pero aun así elegiste desdibujar las líneas y eso te hizo sentir bien.
Eres un desastre y esto es un desastre.
Y tal vez estés geopardizando tu trabajo en medio de todo.
No podía estar segura de cuánto tiempo había pasado cuando escuchó la voz de Lukas.
– Hirsch…
Ella no contuvo su contrariedad con un gesto con la cabeza.
– Eres un idiota. Y deberías disculparte con ella – murmuró bajo su aliento para que ni siquiera Oskar la escuchara.
– Ja. Lo siento. Es que estoy dándole vueltas a la cabeza.
Lavinia lo miró estupefacta. – A Ebba… Deberías pedirle perdón a Ebba…
Estaba molesta con él pero también necesitaba que no hiciera esto.
Vio en su cara que no tenía argumentos válidos contra lo que le decía pero no iba a aceptar el error.
Como su jefa de Comunicación. ¿Qué demonios le pasaba hoy?
No podía discutir en público con alguien de su equipo. Era una actitud irresponsable que les traería problemas. Sobre todo, si implicaba exponer sus relaciones personales.
Lavinia entendió que se había perdido alguna discusión previa que calentó los ánimos, pero aun así era una mala idea.
– Está todo bien. Volverá. Puso su nombre en la lista de Oskar para la fiesta de esta noche.
Lavinia se sintió confundida. – ¿Fiesta? Estamos en la fiesta de esta noche...
Lukas lo negó subiendo un poco su barbilla para mirarla.
– No, no. La verdadera fiesta. Vamos a un club bastante exclusivo que Oskar ha estado investigando.
Lavinia colocó su propia mano sobre su rodilla donde antes había estado la de él.
– Uhm, bueno… creo que mi tiempo de salir de discotecas ya pasó. Intenta no hacer esto más grande.
– ¿No vas a venir?
– Si no es importante creo que quiero retirarme en cuanto nos marchemos de aquí.
– Todo es siempre importante. Pero… Lamento escuchar eso. Sólo puedo decir que estaremos en un reservado del área VIP si eso te hace sentir mejor – Lukas miró por encima de ella después de parecer demasiado ingenuo para su propio bien – ¿Te apuntas, Greg?
– Oh, claro, sí, sí.
– ¿Ves?
– Lukas…
– Prometo que nos comportaremos. Ebba estará bien. Le diremos a Michiko que la mime o eso.
– ¿Michiko?
– Oh, aparentemente ella me ha remplazado. Desde hace un par de días.
Lo miró confundida.
Entonces él murmuró en su oído: – Qué les den a Ebba y Michiko, tengo cosas más importantes que atender. Pero estoy bastante… bastante cabreado con ella… ¿vale? porque ahora le estoy pagando a la geniecilla japonesa ¿para qué? Irse también en febrero.
Lavinia sabía que se arrepentiría de la pregunta en el momento que se escuchó hacerla.
Era una batalla perdida de antemano.
Pero suspiró y lo miró entrecerrando los ojos: – ¿Estás celoso?
Sus cabezas estaban demasiado cerca para que Oskar o Greg, que ahora hablaban animadamente de Greg despidiendo toda esa cantidad ingente de gente de la sección internacional de la ATN, los escucharan.
Sus pestañas se batieron cuando su mirada se fijó en la de ella, y cuando respondió supo la respuesta.
Ni siquiera iba a tomarse la molestia de ser sutil.
– ¿De Michiko?
– Sí, ¿por qué, no?
Él esbozó una renuente sonrisa.
– Lo estoy. De tu ex.
Ella dudó.
– Lukas…
– Pero podemos hacer como si no hubiera dicho eso.
El Lukas impulsivo, inseguro sobre Ebba que sintió la necesidad de mandar su sangre todavía estaba allí, de algún modo.
Pero supo que decía la verdad.
Estaba enojado por perder a Michiko, pero acababa de sacarle otra verdad incómoda que podría haber evitado perfectamente.
Cuando Ebba salió al balcón y Ken la siguió, le hizo un gesto sutil a Roman. Stewy prestó atención al intercambio desde el interior de la habitación.
En ese momento flotaba en el aire una pregunta: ¿qué clase de hombre era realmente Matsson?
Se dirigió hacia unas escaleras que conducían al piso inferior y vio al sueco, con un brazo descansando casualmente en el respaldo del sofá, entablando una intensa conversación con una Lavinia visiblemente molesta.
Sin embargo, parecía haber suficiente confianza entre ellos como para que Livy no se moviera ni un centímetro de su posición.
Una atmósfera de confidencias compartidas y tal vez algunos secretos profesionales o no.
Stewy se sintió lívido.
¿Por cuánto tiempo había estado sucediendo esto?
Lavinia se disculpó para ir al baño poco después.
Fue un momento en el que Stewy vio que podía volver a acercarse. Pero ¿qué podría ser diferente esta vez?
Joder... ¿Qué podría hacer sino seguir intentándolo?
En el fondo sabía que era imposible desenamorarse y conformarse con… un simple acuerdo entre dos personas que eran padres.
Stewy avanzó hacia ella entre la concurrencia de la fiesta. – ¿Le importa? Gracias, disculpe – se movió sin molestarse en mirar ninguno de los rostros que estaban de cháchara.
Stewy extendió la mano y la tomó suavemente del brazo, alejándola de las miradas indiscretas y llevándola a un pasillo vacío, donde sus voces podían ser protegidas de oídos indiscretos.
Lavinia retrocedió unos pasos vacilante.
Pasó un momento antes de que Stewy la sujetara de los brazos para darle la vuelta. Su espalda se apoyó contra la pared y Stewy presionó el cuerpo de ella contra el suyo.
Protestó, mirándolo. – Stewy.
Su ceño se arrugó notablemente y eso la hizo sentir atraída por él a pesar de lo mucho que deseaba lo contrario.
Había algo allí que no creía haber visto antes.
Pero tenía que mantener límites claros, por el bien de ambos.
No eran pareja así que no cabían un abrazo… una caricia o un beso más.
– ¿Sabes qué pasó realmente con la última Jefa de Comunicaciones?
– Sí, lo sé. Lo que sea que te han contado…
Él la miró extrañamente quieto con esos amplios orbes marrones. – ¿No estás preocupada?
Ella fue firme. – No.
Lavinia ajustó cautelosamente su postura, tratando de restablecer el equilibrio en sus pies. Exhaló suavemente.
Pero la mano de Stewy permaneció firmemente unida a su codo, una conexión que amenazaba con debilitar su resolución.
Él bajó la cabeza para que quedaran frente a frente y habló con toda la franqueza que usaba cuando se trataba de ella. Sus ojos consternados. – ¿Estás segura?
Parecía genuinamente preocupado por ella y ella odiaba eso.
Hazle saber que no sabes… que no sabes si la puerta entre vosotros dos está cerrada…, pero que no te sientes cómoda con esto en este momento.
Vinnie… va…
Esto no es su problema.
Lavinia luchó por reprimir el impulso de alejarse.
Incluso la suave música ambiental pareció detenerse, y las notas armoniosas contuvieron la respiración con ella.
– ¿Tienes algo más que decir? – preguntó con su voz llena de aprensión.
– Lavinia sólo puedo disculparme una y otra vez…
– No sé si me vale.
Stewy asintió lentamente. – Lo sé. Adelante, grítame... Dime lo horrible que soy si eso ayuda… No te culparé.
– Es que no es eso…
Quería estar más enfadada, pero en general era sólo dolorosamente realista. Sabía que el embarazo era aterrador para él.
Y también sabía que era un riesgo que no habían considerado antes de que todo esto pasara.
El silencio se reanudó entre ellos, inquietando a Stewy.
Se mordió el labio inferior.
– Mis padres lo saben – anunció con una mezcla de seriedad y hesitación – Están felices de ser abuelos, quieren conocerte, Livy. No como mi pareja, no si no quieres, simplemente... Quieren estar en sus vidas, en la tuya. Les he confesado lo idiota que he sido.
Sus dedos acariciaron su brazo y su corazón martilleó salvajemente dentro de su caja torácica como si fuera a escapar de su pecho.
La cabeza de Lavinia cayó hacia atrás con resignación.
– Me alegrará conocerlos cuando lleguen los bebés, ¿sí? Ahora, Stewy. No puedo seguir haciendo esto aquí.
Lavinia sintió una fugaz sensación de déjà vu, pensó que era sólo porque ya habían tenido diferentes versiones de esta conversación: al principio de esta noche, la tarde de la ecografía, en cierto modo en el cumpleaños de Logan, afuera en la calle—
Excepto que en realidad ese día él no… Stewy todavía no parecía pensar que pudiera hacer todo esto.
Stewy no respondió, estuvo a punto de dar un paso atrás, pero algo más lo movió.
A ella la sensación de sus manos en la cintura de su vestido inundó sus sentidos. Su colonia le trajo recuerdos. Y esos ojos suyos... no lo volvió a mirar directamente a ellos hasta que no pudo evitarlo.
Los labios de Stewy se movieron y luego él presionó su boca contra la de ella como en el guardarropa, pero un poco más bruscamente; su mano acariciando un mechón de pelo.
La besó apasionado, moviendo su boca sobre la suya. Ella sintió que el aire abandonaba su cuerpo y cómo él la estrechaba con más fuerza, consciente de no ejercer demasiada presión sobre su vientre.
Stewy bajó su rostro, presionando un beso en su cuello. Su respiración era pesada. Ella podía sentir su corazón latiendo a través de su camisa.
Lavinia enterró su mano en su cabello como para alejarlo cuando regresó a sus labios, pero él no la soltó. Por un momento fugaz, la idea de golpearlo en el pecho cruzó por su mente, aunque Stewy mantuvo sus manos firmemente en su cintura, anclándola a él, y los dedos de ella simplemente se deslizaron sobre su oreja sin resistencia, sintiendo la calidez de su piel.
Llevaba el cabello cuidadosamente peinado, pero tal vez medio dedo más largo. Lavinia pensó estúpidamente que echaba de menos esos rizos naturales que apenas se insinuaban.
¡No es el momento para esto!
No puedes dejar que te bese cada maldita vez y lo mismo ocurre contigo.
Cuando estuvo segura de que su corazón no iba a estallar, se separó más firmemente, apartando la mano de su cabeza, pero sin abandonar nunca su cuerpo.
Livy lo miró por un segundo, incapaz de encontrar palabras para expresar su frustración consigo misma y con él.
Al hablar, la voz de Stewy fue suave y casi tranquilizadora. Pero también había una nota de preocupación en su voz.
– Nada de esto fue justo contigo. Me equivoqué, fui inmaduro, quiero ser tu marido y no un padre satélite.
Ella le apretó suavemente el brazo con la mano. – Déjame ir, Stewy. Deberíamos movernos antes de que alguien venga y lo encuentre inapropiado.
Stewy asintió pero dejó caer su frente contra su cabello con los ojos cerrados.
El pelo de la barba le hizo cosquillas en la cara provocándole un escalofrío por la espalda.
– Stewy... – la voz de Lavinia vaciló.
– Sólo necesito un momento – murmuró.
Con un movimiento delicado, su pulgar rozó su estómago a través de la tela de su vestido, un gesto cargado de significados.
Su mano frotando círculos incandescentes en la cintura.
– ¿Por qué no me dejas que te lo compense? – preguntó, suplicándole.
– Stew…
Lavinia pudo verlo luchando contra el impulso de insistir antes de abrir los párpados. Se frotó la frente y dejó caer los brazos derrotado.
– No soporto estar lejos de ti. Di lo que sea que quieras que haga. Todo estará bien, por favor, Livy...
Él no tenía razón. Nunca nada estaría bien.
– ¿Lo que sea?
– Sí.
Respirando profundamente por la nariz, trató de parecer fuerte. Estar tan frustrada por la incapacidad de alejarse no lo hizo fácil.
– Estoy tratando de concentrarme en mi salud, los bebés, ¿vale? Yo sólo... desearía que doliera menos pero necesito poner mis reglas. No me convertiré en mi madre, encerrada en casa y deprimida por un hombre – Lavinia descarriló su tren de pensamientos. Aquella idea de antes, la de que para mayor ofensa ella se había ido con su padre, se entrometió – Yo ni siquiera tengo un ejemplo pero quiero darles algo sano. Creo que necesito verte hacerlo… No quiero jugar a juegos donde tienes que pasar por el aro y luego yo decidiré si eres digno, sólo… No sé que va a pasar con nosotros, pero quiero que estos bebés tengan un papá, ¿mm?
Sus palabras flotaron en el aire.
Y entonces de pronto notó sus labios en su sien.
¿Pero por qué?
Oh, es por eso. Sus lágrimas fluían libremente. Intentó desesperadamente reprimirse, secándose la cara con las manos. Pero fue inútil.
– Oye – su voz se suavizó, más tranquilizador. – Respira. Sólo respira. Joder, lo siento. Lo siento tanto... Mierda.
Lavinia se apoyó pesadamente contra su pecho y cerró los ojos mientras sus brazos la rodeaban. Su mano le acarició la espalda tranquilizándola.
Su barbilla descansó contra su frente. El aroma de su camisa la envolvió. Contrariada encontró un respiro en su abrazo.
Para o acabarás pareciendo una magdalena. ¡Tú no eres así!
Le gustaba pensar que al menos había esperanzas de relacionarse con respeto y cariño.
Joder. Stewy era amigo de todos sus ex...
– Odio mi cara de llorera. Y mi estúpida boca… Todos mis estúpidos problemas cuando no se supone que tenga que estar aquí escondida – se quejó ella.
– Está bien. Está bien – susurró – No somos tus padres – Stewy volvió a besar su cabeza con un gesto de comprensión – Lo estás haciendo bien. Lo hiciste fantásticamente en el médico y estás aquí con un bien precioso, siendo lo mejor que esos suecos pueden desear. Dios, lo siento…
Los dedos de Stewy rozaron con suavidad el lóbulo de su oreja, notando la ausencia de sus aretes. Fue un toque tierno. Y entonces, una confesión escapó de sus labios: – Estoy malditamente celoso – dijo en un tono muy quieto.
No te atrevas…
Ella quiso protestar, pero una sonrisa amarga apareció en su rostro.
Stewy estaba tratando de restarle importancia pero con… evidentemente malos resultados a juzgar por esas arrugas en su frente.
Lavinia se inclinó hacia delante y lo besó, volcando toda su agitación en ese gesto. Era como si sirviera para sustituir una reprimenda por sus palabras.
Ella todavía sentía esta atracción por él... Incluso confundida o enfadada o desconsolada... todavía lo quería.
Stewy pareció sorprendido por un momento antes de dejarse llevar.
Él ahuecó su mejilla con una mano y le mordió suavemente el labio inferior.
Lavinia también odiaba eso de él: Le frustraba lo fácil que podía llegar a ella, cómo sabía exactamente qué botones presionar para meterse bajo su piel.
Mantuvo sus labios presionados contra los de él con una respiración suave.
Las palabras de Stewy brotaron, fragmentadas entre espacios: – ¿Estoy equivocado…? Matsson…
Su mano en su cuello con delicadeza.
Pero no parecía querer una respuesta, y ella no podía soportar darle una de todos modos. En cambio, pasó los dedos por la tela de su camisa, una súplica silenciosa, antes de besarlo una vez más. – Eres un idiota – exhaló.
– No puedes hacer esa mierda – respiró contra sus labios – Me amas…
– No estoy segura que puedas decidir lo que puedo hacer, Stewy.
Ella sintió que se ahogaba en el beso.
No estaba completamente excitado pero Lavinia pudo notar el creciente interés de su cuerpo, atrapando el aliento en su garganta.
– Lo siento… – murmuró Stewy mientras retrocedía ligeramente, y ella no supo si se disculpaba por ese momento, por todo, o simplemente porque la estaba reteniendo aquí, mientras apenas una pared y una escalera los separaban de cuarenta de los 'peces' más gordos de América.
No es que a ninguna de esas personas ellos les importaran una mierda.
¿Qué estaban haciendo?
– Stewy, por favor. Esta es una mala idea – dijo. Por un momento, logró recuperar el sentido – Y tengo que ir al baño de todos modos. Sola. ¿Puedo?
– Espera…
– Stew…
– Lo haré… lo que digas. Incluso si es sólo ser su padre.
– Sólo…
– No quiero decir eso… No de esa forma.
Ella apretó los labios. – ¿Puedo? ¿El baño?
La miró pasar a través de él, entrar y cerrar la puerta del baño pero no se movió. Se perdió en sus pensamientos. Le dijiste que no querías tener hijos y que no funcionaría. Tú te hiciste tu cama y es hora de dormir en ella, campeón.
Escuchó el agua del grifo pero no se movió.
Tuvo un momento de claridad: "El estrés creciente, la presión terrible. No quieres someterla a tanta tensión".
Después de un par de segundos más, ella volvió a salir. Lavinia se frotó la sien, antes de mirarlo.
– Realmente tengo que volver al trabajo – dijo en voz baja, casi inexistente.
– Déjame traer algo para cenar a tu casa mañana o ven a la mía. Para hablar – la mano de Stewy se acercó nuevamente a su medio centro pero no la tocó, volvió esa hermosa cabeza suya para mirarla – Lo intentaré una vez más y si dices que no… Al menos podemos ver cómo lo vamos a hacer, quiero venir a los escáneres y ayudarte a comprar cosas y me gustaría que conocieras a mi madre… cuando te sientas cómoda con ello… El resto del tiempo te dejaré en paz si tú quieres. Lo digo en serio.
Lavinia abrió los ojos intentando decidir qué decir primero, qué tenía sentido.
– Todo eso puede hablarse más adelante… Me gustaría esperar hasta la la semana 20 para hacer la mayoría de cosas, por si acaso… Ahí es cuando se hace el escáner anatómico para asegurar que todo está bien.
Por primera vez sonó dolorosamente candoroso, sus cejas rufas: – ¿Y eso es?
– En diciembre.
Stewy pareció pensativo.
Ella percibió algún tipo de contrariedad en su rostro.
– Stewy…
– Había pensado… hacer un espacio para la guardería en mi apartamento, también guardaré espacio en el armario para ti. Incluso si nunca vienes. Haré planes para vosotros tres. No me importa si me haces esperar dos malditos años.
– Stewy…
– Pero no más interrupciones en fiestas ni en Waystar… La doctora dijo que el segundo trimestre era un buen momento para los muebles. Te ayudaré con tu piso si es allí donde eliges quedaros, pero no porque quiera… Fui un tonto.
No hablaba del todo en serio en eso último. Ambos sabían que ella necesitaba otro lugar antes de la próxima primavera.
Mucho antes si no quería escatimar tiempo y esfuerzos en la habitación de los bebés.
Pero Stewy intentaba no dar la impresión de que estaba trayendo de vuelta la idea de un apartamento para ella pagado por él.
Eso los había fulminado esa vez.
Él quería que ella no volviera a pensar en eso, actuando como si su pequeño apartamento fuera un lugar del que no se quejaría todo el tiempo si de verdad iba a estar en la vida de esos niños.
Tal vez sí necesitaban una charla.
Donde pudieran ser realmente honestos sobre lo que sucedió, como se sentían y encontrar el camino a seguir.
Si el trato con GoJo funciona, necesitas un lugar para un adulto, dos bebés y un gato en Nueva York.
Y tal vez algo más en Suecia.
A Stewy no le gustaría eso…
– Son las elecciones. Estaremos trabajando para siempre. Pendientes de cómo vaya…
– No me importa la hora. Sólo llama cuando termines. Si quieres que hablemos. Piénsalo. Lavinia…
– Tal vez.
Forzó una sonrisa, aunque el sabor era amargo en sus labios.
Stewy estaba haciendo promesas que Lavinia no se atrevía a creer del todo.
Dio un paso atrás y observó cómo Livy daba uno adelante saliendo del baño.
El sonido de la puerta del baño cerrándose y el tap, tap, tap de sus tacones resonó en sus oídos cuando ella se reincorporó a la fiesta.
Mientras tanto, Stewy se apoyó pesadamente contra la pared del corredor, con la mano presionada firmemente contra la frente.
Al abrir la boca, se dio cuenta de que estaba llena de sabor a ceniza.
Roman fue el siguiente en acorralarla cuando volvió a la fiesta después de una breve conversación con ese tipo llamado Len que le preguntó si Lukas iba a apostar por un ganador en la pizarra.
– Tengo una adivinanza para ti – Roman irrumpió.
– ¿Sí?
– ¿Qué tiene una polla como una buena olla? A ver no es eso. ¿Toda esa mierda de la India es cierta?
Intentó no reaccionar a eso.
Pero era difícil para ella.
Su cara era naturalmente expresiva. Se la podía leer fácilmente y en este momento estaba especialmente alterada.
Además, Roman la conocía demasiado.
Trató de parecer sorprendida.
– No sé de qué me hablas.
– Ya. O sea que sí. Ebba también dice que Matsson es una estafa. Además de una persona horrible.
Lavinia arrugó la nariz.
Le replicó: – Bueno, está claro que a todos les gusta GoJo, de lo contrario ambos no estaríais tan preocupados por acosar a Ebba. Eso sí que es un poco de genialidad...
Lo que había conseguido Lukas era infinitamente relevante, números de GoJo modificados o no. No se podía decir que fuera exactamente Anna Delvey, ¿no?
Sin embargo, recordó que Lukas se sentía generalmente aburrido y resentido desde el principio en esta fiesta en el apartamento de Tom y Shiv en el bajo Manhattan.
Así que rogó para que nada más saliera mal.
– Eso no es lo que dice ella para nada. ¿Puedes fiarte?
– Lo hago. Me gusta mi trabajo. No voy a decirte nada contra mi jefe.
– Sí, sí, claro.
Roman pareció molesto, los brazos en jarra, y luego volvió a mirarla.
– Vas a matar a Hosseini si realmente te follaste a nuestro querido Lukas. ¿Lo sabes, no?
– ¿Sí? Porque él se ha hecho monje seguramente… ¿ehm?
No fue ni siquiera un comentario en contra de Stewy.
Era lo que era.
Se había acostado con otra a los dos días de dejarlo en agosto.
Ella no creía que estuviera exactamente haciendo celibato no importa cuánto quisiera estar con ella.
No es que parezca importarte cada vez que se presenta la ocasión.
Ambos debemos pensar, decidir lo que queremos y luego actuar en consecuencia.
– Estás siendo obtusa ahora. Está colgado el muy capullo. Con toda esa «Estos niños la necesitarán, colega» pedorreta.
– ¿Lo estaba discutiendo contigo?
– Kendall, claro. Y un servidor también estaba. «Quiero de la hostia a tu prima, Ro-Ro». Felicidades. Has roto a Stewy Hosseini. Las modelos y los mariposones de Manhattan ya te odian. No descartaría que estuviera usando mucho… su mano derecha estos días…
Intentó acallarlo. – ¡Roman, por favor…!
– Trabajas y te refriegas con Matsson, no seas la señorita corrección política ahora.
Pero Roman se quedó mirando al fondo de la sala un momento como perdido. – Ahora vuelvo.
Gerri.
Lavinia suspiró.
Tabitha había estado haciendo explotar su teléfono en cuanto en un mensaje le había contado que Stewy estaba aquí.
Porque por supuesto, Tabs tuvo que preguntar por los invitados.
Estaba segura que lo había sabido de antemano por Roman.
"¿Has hablado con él?"
Lavinia escribió, sus dedos listos para desatar una parrafada que pensó que borraría. No quería descargar todo esto sobre su amiga, pero al final presionó enviar mordiéndose la mejilla por dentro:
"Dice que quiere ser parte de nuestras vidas. ¿Puedes creerlo? ¡Hablando de giros de guión! Así que ahí estamos".
"¿Tú cómo estás?
"Como un flan pero… tenemos dos pequeños seres humanos en camino. Son mucho más importantes que este drama".
"Un hecho dice más que las palabras", respondió Tabitha, toda filosófica y esas cosas.
"Lo juro, me siento como si fuera la mala de la película. ¿Soy demasiado dura? Me siento algo fuera de equilibrio con todo lo que está pasando".
"Porque todavía le quieres".
"Sí. Pero él está… demasiado centrado en nosotros y no sé cuánto en los bebés… sí él lo dice pero… ¿Cómo ha cambiado de opinión tan drásticamente? ¿está preparado?...y ahora habla de… Oh, me enfada pensarlo. De matrimonio como si esto fuera Storybrooke. Le mataría… ¿puedo matarlo?".
"¿Te ha pedido que os caséis?". Tabitha añadió el emoticono de una novia y varias exclamaciones. "¿El pueblo de los cuentos?".
Sabía que era… sólo para su beneficio. A Tabs le gustaba tanto la idea de casarse como al propio Stewy. Le parecía un dolor de cabeza legal y financiero.
"¿Se ha arrodillado?", preguntó Tabitha cuando ella no contestó enseguida.
Joder.
"Sí, claro. ¡Noo! Sólo… lo ha dejado ir".
"¿Os habéis puesto… tiernos?".
Maldita sea, Tabitha.
"Me ha besado. Está bien, puede que yo también le haya besado. Y me he frustrado y llorado. Pero no puedo dejar que… Sé que mis hormonas y emociones están por todos sitios pero no puedo hacerlo, eso le da la imagen equivocada. Él quiere cenar mañana después de las elecciones. Sinceramente yo solo querré irme a dormir a esa hora".
"¿Una cita? Puede que se arrodille entonces", Tabitha sugirió, como si estuviera desterrando algún chisme jugoso.
"Para hablar".
"Vale, vale. Estoy de acuerdo. Necesitas consistencia especialmente para los bebés. Mmm. ¿Solo te ha besado una vez?"
¿Qué le pasaba a su amiga?
"Estamos en una fiesta llena de carcamales"
"Oh, sí, eso siempre os ha detenido a los dos. No en serio. Los hombres son criaturas simples. Si les dejas tener sexo, piensan que todos los problemas desaparecen".
Luego, siguió: "¿Y el sueco?"
"No lo sé. Tabs, estoy cuestionando seriamente mis elecciones de vida en este momento".
Tal vez se había aprovechado del hecho de sentirse bonita, deseada, pero era una mala idea y… Oye, Vinnie, Deja de darle vueltas.
Para empezar sus bebés necesitarían una madre feliz, con o sin Stewy, cualquiera que fuera la decisión que tomara, tenía que prometerse a sí misma que encontraría la manera de estar satisfecha, contenta.
Estar enamorada le había resultado doloroso.
En cierto modo se sentía desalentada.
"Siempre puedes hacer las maletas y venir a California".
"No quieres adoptarnos a mí y a dos bebés llorones", bromeó, pero en el fondo, escaparse unos días cuando pudiera, sonaba extrañamente atractivo.
"No cambiaré pañales, pero seré la tía divertida. Y puedo acompañarte en el hospital. ¿Cuándo te toca? ¿Abril? ¿Mayo? Creo que todavía me atrae lo animal de toda la experiencia".
"Calla, no pensaré en el parto hasta… el séptimo mes o la primera contracción y antes tu y yo nos veremos por Navidad".
"También vendré al funeral de Logan".
Estaban en el cuarto de juegos del apartamento.
Shiv no podía creerse…
– ¿Qué está pasando con tus números?
– ¿Qué números?
– Lukas…
– ¿Oh, en la India?
– Sí, en la India.
– ¿Ha sido Ebba u Oskar? ¿No Lavinia?
– Huh.
Perdió un momento la noción del tiempo.
Pero entonces vio salir a Lukas de una de las habitaciones con Shiv.
Necesitaba concentrarse en GoJo el resto de la noche.
Suspiró. – ¿Todo controlado?
Su expresión de la cara cambió. – Creo que Ebba ha hablado de más sobre la India.
– Sí algo me ha llegado hace un momento…
– No me gusta que me digan que tengo que hacer.
– Bueno…
Lukas la miró. – Aunque… ¿tendríamos que hacer algo? No sé si quiero hacer algo. No quiero que unos americanos imbéciles me racaneen.
– Hay algunas ideas que podríamos explorar si quisieras. Sé que dijiste que de momento no querías hacer nada pero apunté algunas opciones.
Se rascó la nariz. – Sí, vale. Hablaremos de ello.
Él acabó sentado en el umbral de una ventana.
Ella en el sofá blanco inmaculado.
No podía dejar de pensar en Stewy.
– Esta ciudad es como una versión muy mala del mago de oz y tus primos son los hombres de hojalata.
– Pero quieres ir de clubes esta noche.
Él le puso las dos manos en el hombro y se inclinó para confirmárselo.
– Solo a un club. Me sentaré y haré bailar al resto.
Lavinia sonrió pero giró un poco los hombros para romper el contacto. – No sé por qué me temo que eso es literal.
– ¿Huh? ¿Sí? – hizo una mueca con complicidad.
Lukas podía ser muchas cosas, pero le resultaba una buena compañía, compartían desde largos silencios cómodos a las conversaciones más surreales.
Cuando no se estaba comportando como un gigante salvaje destructor de universos o algo así.
Podría haber sido divertido ir a ese club otra noche, pero no estaba segura si era adecuado. Estaría preocupada por un posible golpe, el ruido y el calor.
Tenía que tomarse todo esto con calma cuando podía.
Connor y Willa estaban hablando cerca.
Había pensado antes en buscar a Willa para hablar con ella y escapar de todos pero se suponía que debía estar estableciendo contactos para GoJo entre algunos capitostes de la prensa que acechaban por aquí.
– Eh, Vinnie.
– Hola.
– Hola.
Se saludaron con Matsson. – Vota por mí, amigo.
– Oh, uhm, te presentas claro, sí, sí. Mucha mierda, ¿eh?
Lukas no le dijo que no votaba en Estados Unidos.
Por su tono estaba claro que tomaba a Connor tan en serio como el resto del mundo.
Pero su primo le empezó a contar aquello de que podía conseguir un puñado de votos en algunos estados como Alaska.
Se quedó como traspasada mirando la ciudad, pensando en Stewy y… de repente, Roman estaba diciendo cosas increíblemente groseras a Connor y Willa.
Kendall se dio cuenta y se acercó para calmar los ánimos.
Connor se levantó de donde había estado sentado para defenderse y defender a su mujer.
– Hay aquí una persona que no me ve como un fantoche y es a quien voy a hacer caso…
Todo a continuación pasó muy deprisa.
Lukas y Kendall acabaron discutiendo.
Lavinia pestañeó.
Stewy estaba a unos pasos apoyado en una columna mirándolos.
– A ver, ¿alguien piensa salir esta noche en esta condenada ciudad? ¿Alguien? Debo decir que es bastante deprimente desde aquí arriba. Realmente se puede ver lo segundo mundo que es – dijo Lukas para empezar señalando a la ventana.
Eso ofendió a Ken.
– No sé, es una ciudad famosa por su bullicio.
– ¿Sí? ¿Y es en serio?
– Sí.
Así que Lukas metió más cucharada con su pintoresca perspectiva: – Comparado con Singapur, Seúl… es como Legoland.
Las cosas no fueron a mejor después.
Lukas rió entre dientes: – Correcto. Bueno. Bueno, en Nueva York no pasa nada que no pase en todas partes.
– Deberías escribir eso en una taza. Eso se vería genial. Podrías venderlo en una tienda especializada en Rotterdam.
Vio a Stewy murmurar algo en voz baja.
Supo por su cara que tenía que ser algo mordaz. Y luego…
¿Lukas acababa de decir a Kendall que sus números eran gays?
Un momento después, Lukas estaba abrazando a Kendall, y besando su cuello.
Por algún motivo, Lavinia recordó su pequeño intercambio sobre Stewy siendo "como de la familia" en referencia a Ken y el funeral.
No estaba segura que fuera una puya al azar…
Pero también le gustaba provocar la confusión a su alrededor.
Oh. No quería nada que ver con ninguno de ellos ahora mismo.
– Eh – Lukas la alcanzó después que las cosas se hubieran calmado.
Pareció honestamente confuso. – ¿Dónde vas?
– A casa.
– La noche no ha acabado…
Lavinia suspiró.
– No sé si me encuentro bien.
De repente pareció preocupado.
– ¿Quieres que haga que nos acerquen a… un hospital?
Frunció el ceño. – No, no es eso.
– ¿Entonces?
Se mordió el labio inferior.
– Eso que dijiste fue… homófobo, ¿no crees?
Abrió los ojos. – ¿Sí?
No le iba a dejar hacerse el inocente ahora.
– Tu insinuaste que… – se pasó las manos por la cara para despejarse – Da igual. Pero las DOS veces que te conté que la pareja de mi padre era un hombre hiciste… esa cara. Sí, esa – le señaló con un dedo.
Estaba confuso.
– No te sigo.
– No sé… Es que ese comentario… delante de toda esta gente. ¿Por qué?
Él pareció atar cabos poco a poco.
– Primero, si me hubiera parecido remotamente fuera de lo común, habría recordado que lo mencionaste la primera vez. Ya me conoces, tengo una visión completamente abierta cuando se trata del sexo – hizo un gesto con la mano abarcando el espacio entre los dos y entrecerró los ojos con una chispa de picardía – Y segundo, vale, sus números fueron bastante terribles y pensé que así le cabrearía más.
– ¡Lukas!
Alzó las palmas como en su defensa. Ella miró al fondo de la sala un segundo.
– Deberías haber considerado que tenías a esos columnistas del Times y el Post y a Carly del pódcast de moda como público.
Lukas aceptó lo que le estaba diciendo frunciendo el ceño: – ¿Es esto sólo una reprimenda profesional entonces?
Lavinia miró al techo un segundo.
– No. Sí. Yo sólo… no me ha gustado.
– Anotado. De hecho… antes estaba pensando que estaría bien conocer a tu padre, Greg me ha chivado que estará en Nueva York en pocos días.
Ahora la confusa era ella. – ¿Por qué Greg te ha dicho eso?
– Nos estábamos haciendo colegas. Me gusta Greg. Joder, con tu hermano…
Ella cogió aire.
Greg… joder…
Acabó subiendo a uno de los elegantes coches de GoJo con Greg al lado.
– El club está aquí – anunció Oskar, que venía desde otro coche, señalando el vibrante edificio.
Lavinia se dio la vuelta y su mirada recorrió la calle. Aunque no estaba lleno de gente, se sentía asfixiantemente abarrotado e insoportablemente ruidoso. Su estómago se revolvió y una oleada de náuseas la invadió.
Le dio la impresión que la música sonaba más agresiva que lo normal, fuerte. Sonó en sus oídos cuando abrió la puerta del auto. Lukas, que iba en el otro coche, tomó su mano cuando iba a salir del vehículo. Se sintió cálido y tranquilizador.
– ¿Estás bien? – preguntó con incertidumbre en su rostro.
Ella dudó por un momento, con la mano apoyada en su estómago. – Todavía no creo que deba venir. Estar embarazada en un club, con toda esta gente y ruidos fuertes y el calor... – se calló, su incertidumbre era evidente.
Lukas sonrió y sus ojos brillaron con seguridad. – No te preocupes. Estaremos en un reservado en el área VIP, donde podremos pedir que pongan la temperatura que nos dé la gana y también elegir la música. Y estoy aquí.
La canción cambió cuando entraron dejando atrás los cuatro gorilas de la discoteca.
Lukas puso sus manos en la cintura de Lavinia. Ella intentó vislumbrar su rostro y la forma en que la luz se reflejaba en su cabello rubio. Pero el ruido lo desdibujó todo, hasta que de repente se encontraron en un lugar más tranquilo.
– Tendrás mucho tiempo para relajarte en casa. Pero cuando te quieras ir llamamos a un chófer, sólo dilo – le ofreció Lukas.
La música se suavizó y la multitud disminuyó. Se acomodaron en una mesa en su reservado, esperando sus bebidas. Ella realmente no pidió nada.
No le apetecía ni un zumo.
Menos aquí.
Todavía… ella se acordaba del imbécil de Reece.
La mente de Lavinia divagó, pensando ya en el día siguiente. Anticipó despertarse exhausta, pero tal vez podría disfrutar de un desayuno tranquilo o incluso de un almuerzo tranquilo antes de que estuvieran pegados al televisor toda la tarde. ¿A qué hora terminaría su turno mañana? Probablemente no hasta la medianoche o incluso más tarde.
No es como si estuvieran en un canal de noticias.
Sólo iban a estar atentos al resultado.
Por ahora… al parecer les convenía que ganara Jiménez.
¿Realmente llamaría a Stewy? La idea la hizo dudar.
Tal vez sí necesitaban una conversación tranquila donde decidir qué esperar los días que vendrían y él había prometido no insistir después. Pero…
Una parte quizás irracional de ella fantaseaba muy muy bajito con dejar a un lado los miedos y las dudas y amarlo como una niña, sin medida como la noche de su cumpleaños. Ella nunca lo había amado más que ese día desde… desde que lo amó por primera vez.
Pero ahora, con independencia de lo que sintiera por Stewy, su primera prioridad no era ella misma.
La voz de Lukas interrumpió sus pensamientos. – Dejaré que tu hermano pruebe algo absolutamente repugnante – bromeó, con un brillo travieso en sus ojos.
Lavinia lo miró y una suave sonrisa se dibujó en sus labios. Incluso en la oscuridad de la habitación, en medio del caos y la trepidación de la otra gente, los ojos de Lukas brillaban juguetonamente. – Lukas... No dejaré que envenenes a mi hermano pequeño.
Él fingió una cara triste antes de levantarse. – Bien, bien. No digas que no intenté ser amable.
Lavinia no pudo evitar sonreír al ver cómo Lukas salía por la puerta y desaparecía entre el gentío del área VIP. Después de unos momentos, ella también se levantó.
Estaba cansada. Todo el día había pasado demasiado rápido, como un torbellino. Tenía ganas de volver a casa. Empezó a escanear las otras mesas.
Tan pronto como llegó a la barra, la música se volvió aún más animada pero no más fuerte.
Al menos no en esa zona.
Cerró los ojos intentando empaparse del ritmo, las luces pulsantes y la atmósfera despreocupada, una mano en su vientre.
Pero en vez de eso sintió un vértigo.
Ella realmente necesitaba una pausa.
Una vez que la vio acercarse, Lukas, fue hacía ella. Tomando una de sus manos entre las suyas, la acercó cuando la vio tambalearse un poco con el zapato de tacón. – Sht.
Lavinia cerró los ojos y se encontró apoyada en el pecho de Lukas, que la rodeó con su cuerpo de manera protectora cuando chocó con él.
Se permitió un momento hasta que la sensación de mareo se esfumó.
Ya había decidido que no se quedaba… cinco minutos y estaba fuera. Tenía ganas de descansar, de dormir… de dejar de sentirse embotada por la conversación con Stewy.
– Gracias.
– Espero que no te hayas levantado para pedirme un baile – bromeó dejándola ir despacio.
– Más te vale. ¿Qué pensabas darle a Greg?
– Nada que pueda matarlo – Lukas respondió frotándose la barbilla y la boca.
Ella le devolvió la sonrisa ligeramente.
En ese momento, intentó dejar la mente en blanco.
Terminaría en una cama en reposo si sus niveles de estrés continuaban elevándose por las nubes.
Lukas le tendió la mano amigablemente, ella se mostró reacia al principio, pero acabaron balanceándose suavemente, moviéndose al ritmo de la música. – ¿Y ahora qué, Hirsch? Estás superrara.
Lavinia apoyó la cabeza en su pecho y cerró los ojos, sintiendo que su respiración se hacía más profunda.
Escuchó la voz de Lukas por encima de la música. – ¿Habéis hecho las paces?
– No sé qué quieres decir – le mintió.
– Eso es un no, ¿uh? Entonces todavía puedo pedirte que te pienses si tú y yo... podríamos… dejar de jugar al gato y al ratón… Estoy muy a gusto contigo – dijo con tono conspirador y elevando la comisura de los labios – Me imagino un futuro —
Levantó la cabeza. – Lukas…
Pero los interrumpieron. Una voz cortó el aire, rompiendo el momento. – Me gusta tu vestido – dijo la voz, con admiración goteando de cada palabra – Se ve bien.
Sorprendidos, tanto Lavinia como Lukas se giraron para ver quién se había inmiscuido. No era otra que Carly, la misma Carly que habían encontrado antes. – Oh, hola – la saludó Lavinia, su tono aturdido. – ¿No sabía que estabas en el club?
Lukas simplemente se encogió de hombros en respuesta, sin estar muy convencido de cómo reaccionar ante la repentina aparición de la periodista.
La sonrisa de Carly se ensanchó mientras se encogía de hombros. – Lo siento, no puedo evitar darme cuenta... – comenzó, señalando tanto a Lavinia como a Lukas – ¿Estáis vosotros dos... juntos?
La pregunta de Carly quedó en el aire y Lavinia le echó una mirada perpleja. Lukas se volvió hacia Lavinia. – ¿Estamos?
Oh, no, no, no hagas eso.
Pero Lavinia, interpretando el papel de publicista, mantuvo el tipo quietamente. – ¿Perdón? – preguntó, su voz traicionando un atisbo de incredulidad.
Dejó escapar un pequeño suspiro al darse cuenta de que este encuentro sin duda llegaría al pódcast de Carly. Justo cuando pensaba que las cosas no podían complicarse más, Carly continuó entrometiéndose.
– ¿Os conocéis desde hace mucho entonces? – preguntó, con los ojos llenos de curiosidad – Sólo puedo imaginar cómo es tener de jefe a tu novio. ¿Por qué sois pareja, no? ¿Antes o después de…? A Len también se lo pareció. Es una chica muy afortunada. Eso es lo que dijo… Len, genio y figura.
– ¿Y yo no?
¡Lukas!
– Claro… Eso es lo que le he dicho yo y felicidades a los dos. Por… todo – su voz se perdió por encima de la música. – ¿Entonces os conocisteis cuando te contrató o…?
– El cumpleaños de KenRoy – simplificó Lukas.
– Oh, claro, la familia…
Lavinia podía ver que la conversación se dirigía hacia territorio peligroso.
No quería una página entera dedicada a su vida personal en Page Six.
Estaba a punto de hablar cuando Carly, aparentemente satisfecha con la información que había reunido, se disculpó y se despidió con una leve inclinación.
– Nos vemos por la ciudad. ¡Ah! Me ha encantado tu momento Lexi Featherston.
Lukas pareció despistado por un segundo.
– Es… un personaje de Sexo en Nueva York – Lavinia inmediatamente explicó después de la partida de Carly.
– Entonces… ¿Me estaba insultando?
– No estoy segura. Ella... ella es una fan. En su pódcast hace referencia a ese y otros programas de los 90 de vez en cuando.
– Oh, hiciste bien esos perfiles de la prensa, ¿uh?
– Bien…
Carly, que se había quedado hablando con alguien a un par de metros, les guiñó un ojo a ambos y se dio la vuelta por completo.
Al principio, Lukas no reaccionó. Pero luego, como para afirmar su afecto por Lavinia, se inclinó y le plantó un beso en los labios.
Lavinia frunció el ceño, sintiendo una mezcla de emociones. – Creo que estoy muy cansada, probablemente debería pedir un taxi.
Lukas negó con la cabeza con una mirada de determinación en sus ojos. – No hay necesidad – le aseguró – Mi gente te llevará a casa. ¿Quieres que…
– No, por favor. Quédate, estoy agotada.
– Entendido… – le cogió de la mano como si tuviera la necesidad de volver a comprobar que estaba allí – Entonces prometo no intoxicar demasiado a Greg. ¿Te parece bien?
Sabía que él simplemente tenía preferencia por el caos, pero... esto iba a acabar ahí afuera de alguna manera…
Y ni siquiera podía estar enojada con él… hizo lo que un Jefe de Comunicaciones querría de él en ese momento.
Entonces... su explicación a Carly era mejor.
Era conveniente para Lukas tener algún tipo de imagen de estabilidad... y no el jefe que se folló a su empleada...
