N/A: El día de las elecciones. Mencken alert.
Siento mucho el retraso... el trabajo, la navidad; ¡lo que me ha costado darle el último empujón!
Espero que hayáis tenido una genial entrada de año.
"[…] In the land of Gods and Monsters
I was an angel living in the garden of evil
Screwed up, scared, doing anything that I needed
Shining like a fiery beacon
You got that medicine I need
Fame, liquor, love, give it to me slowly"
– Gods and Monsters (Lana Del Rey)
Capítulo 41. America Decide
Ya eran las dos de la madrugada: llevaba una hora intentando dormir. Hacía algo de frío cuando llegó, pero había subido el termostato.
Todas las luces estaban apagadas y todas las puertas de las habitaciones abiertas. Se envolvió con la manta mientras intentaba aclarar su mente.
El aire estaba frío contra su piel casi desnuda.
Podía ver desde aquí la puerta abierta de su habitación y el pasillo oscuro. No había luz por ninguna parte.
Deseaba un sueño blanco y profundo.
Finalmente cerró los ojos, entregándose al tranquilo silencio que envolvía la casa.
Sin embargo, incluso en ese momento, no pudo ignorar el sonido distante de pasos que resonaban desde el piso de arriba.
El familiar tictac del pequeño despertador analógico de la mesita de noche que encontró en uno de los cajones del armario cuando se mudó.
Inhalando profundamente, cambió de posición, decidida a dejar de lado sus preocupaciones sobre Stewy.
Después de todo, ahora tenía un buen trabajo, un trabajo prometedor y potencial. Más responsabilidades de las que podía abarcar.
Había otras cosas en las que debería concentrarse, cosas que había descuidado durante demasiado tiempo. Como leer esos libros sobre embarazo y parto que había tachado de su lista de deseos de Amazon. Y empezar a cuidarse mejor. Pero...
La memoria de Stewy durante la fiesta en el apartamento de Shiv y Tom le atravesó las cejas, las pestañas, los párpados, como una imagen que intentaba reprimir.
Esa noche todos daban vueltas alrededor de todos e intrigaban. Y ahora las cifras de la India habían salido a relucir. Debería haber estado más centrada en su papel en GoJo, aunque Lukas no le había dado ninguna señal de descontento.
Pero su mente seguía volviendo a Stewy… Su mirada, seria y profunda, mientras sus manos en sus brazos la tenían anclada a él.
Stewy presionó sus labios contra los de ella, en un gesto que acarreaba el peso de no saber si sería la última vez que se besaran.
Lo estaban convirtiendo en algo demasiado difícil.
Su presencia le causaba un torbellino de emociones, dejándola desorientada, pero seguía sintiendo que le quería con todo su ser.
En cualquier otra ocasión, habría acogido sus promesas sin dudarlo, pero esta vez era infinitamente más complicado.
Se propuso tomar una decisión madura, resistir el impulso de rendirse a la sacudida que aún resonaba en ella.
«Me equivoqué, fui inmaduro, quiero ser tu marido y no un padre satélite».
«No puedes hacer esa mierda. Me amas».
Sus palabras estaban arraigadas en su cerebro, grabadas allí.
Él quería… casarse con ella. No, eso era… impreciso y no tan importante. Stewy pensaba que era lo que tenía que hacer porque estaba embarazada.
Sí, no se trataba de nada más que de su sentido de la responsabilidad, se dijo ella en un tono dolido.
Tener un plan sólido ahora era esencial, especialmente con la futura llegada de esos preciosos bebés.
¿Podrían ser generosos con el otro como dos padres que hacían su vida por separado?
Esos te quiero espontáneos, las risas, las caricias... ¿el amor? Mirando hacia el techo oscuro, se preguntó si todo eso se había perdido.
Te amo tanto que esto me pone enferma…
Se mantuvo en la cama, con la piel en carne viva, el cerebro acelerado y bufó cuando se dio cuenta que la había removido por dentro sólo con abrazarla.
Sus párpados temblaron levemente.
Su propia mano recorrió su cuerpo apenas como una caricia y luego insistió como una súplica.
Todavía recordaba la habilidad que Stewy había tenido cuando hacían el amor. Y esa sonrisa dada por la osadía, por el clímax... Las vibraciones que creía estaban olvidadas en el centro de ella.
Necesitaba vaciarse, acallar su mente.
¿Pero, qué estaba haciendo?
Su respiración se contrajo y respiró hondo.
Entonces Lavinia decidió intentar concentrarse sólo en el silencio a su alrededor.
¿No era algo natural que su cuerpo le pidiera liberar esas emociones? ¿Por eso…
Volvió a explorar su propia piel de manera superficial. Como si fuera un analgésico que la ayudaría a desconectar algo en su mente.
O el bisturí del cirujano que rasga la piel para poder sanarla.
Esforzándose en sentir su cuerpo como si tuviera el peso de una pluma.
Una de sus manos se deslizó bajo las sábanas, imaginando la sensación física de la piel caliente, las cosquillas de su barba, su boca bajando por su cuello.
Fuera de esta habitación el mundo seguía girando.
Habían sido meses complejos, estado sometida a mucho estrés.
Estaría mintiendo si dijera que no había pensado en él así desde que todo se desmoronó, con destellos de besos tiernos, sábanas arrugadas, la presión fantasma de su cuerpo contra el de ella.
No quería permitirse el lujo de castigarse más con su corazón roto, pero eso no significaba que no pudiera ceder a un momento de fragilidad como este.
Sintió el hormigueo creciendo en su piel. Su corazón latía con fuerza contra su esternón. Respiraba agitada.
Sólo intentaba apagar su cerebro por una noche.
Se lo imaginó recorriendo con la boca aquellas zonas que más le gustaba que besara; el lóbulo de su oreja, sus pechos, la piel que cubría sus costillas, su vientre, el espacio caliente entre sus piernas.
El bello rostro de Stewy lleno de ángulos y sombras en la penumbra.
Tal vez así se mantendría cuerda.
Un cosquilleo le corría entre los senos y por el interior de los muslos.
Si el sexo no podía dañar a los bebés, esto también tenía que ser aceptable...
Decían que durante el cuarto mes las hormonas se descontrolan. Eso fue todo. Chasqueó la lengua y se apartó el pelo con la mano izquierda.
Estaba cansada, un poco al límite, confundida, frustrada…
Últimamente, al parecer, ese era su estado permanente en lo que a él se refería.
Lavinia se mordió el labio con más firmeza.
No debería pensar en él.
Sino concentrarse única y exclusivamente en lo que estaba sintiendo su cuerpo al estimularlo.
Pero esto sólo era un poco de locura disfrazada dónde no la veía nadie. Ella estaría bien sin él. Con el tiempo.
Imaginó las manos de Stewy deslizándose por sus costados. Lo necesitaba terriblemente.
Si Stewy estuviera aquí acariciándola, si fuera a bajarle las braguitas y a entrar en ella empujando con un gruñido muy suave… Embistiendo y aspirando el olor de su cuello y el del sexo. Repitiéndole que la quería…
Entonces, ella podría fingir que todo estaba bien.
Se tomó unos segundos para conectar con esa fantasía.
Lavinia trazó la curva de sus pechos con las yemas de los dedos, imaginándose sus movimientos pausados, los dedos de ella enredados en su cabello despeinado, el aliento de Stewy sobre la piel de su cuello, sus manos grandes y frías, si él había venido del exterior.
Se estremeció, y su mano bajó, finalmente presionando círculos contra el calor entre sus piernas debajo de la tela de su ropa interior.
Luego, moviéndose levemente, gimió y bajó la pieza de lencería sencilla por sus piernas.
La sensación persistió como si estuviera aquí con ella, haciéndola apoyar los pies en la cama para subir levemente su cadera contra su mano derecha.
Podía sentirse más húmeda con cada momento que pasaba. Usando sus dedos los deslizó de forma ligera y suave por su sexo.
Abrió más las piernas gobernadas por su deseo. Suspiró.
Apartó un poco la manta cuando se acostumbró a la temperatura de la habitación.
El estrés era malo para los bebés.
Pero no todas esas endorfinas fluyendo en su sistema. Se mordió el labio.
La imagen de Stewy la asaltó con una desesperación que reverberó en ella.
Le quería en su vida.
Espera…
Él tendría que hacer renuncias que no estaba segura de que no resintiese después…
Las drogas, las fiestas salvajes, el sexo… aunque… se había jactado de ello al principio; encerrarse en baños con directores financieros para hacer unas rayas, los flirteos, pero…
Parecía tener un control fantástico hasta el punto de que por momentos ella había pensado que todos los motivos de su preocupación estaban en su cabeza.
Rhomboid, sus ex… nada había parecido completamente real después de un tiempo.
Incluso con todas esas mujeres atractivas y otros hombres que llamaban su atención en esos clubes, él sólo había tenido ojos para ella cuando salían.
Siempre un amante tierno y que se tomaba su tiempo con ella.
Tú mismo dijiste que no querías tener hijos, supondrían el fin de tu libertad...
Lo pensó cómo lo había visto esta noche pasada.
Él y sus ojos cuando ella se alejaba a través del corredor… casi no pudo obligarse a sí misma a caminar de vuelta a la fiesta…
Lavinia no pudo deshacerse de la sensación de inquietud en su estómago. Según Monique, nuestra elección de pareja reflejaba quiénes somos.
Y ella había elegido a quien tenía más probabilidades de acabar marchándose. Después… se sentó, habló, caminó, comió y durmió durante medio año esperando las consecuencias de amarle… hasta que éstas llegaron.
Su mano derecha tocó la parte interna de su muslo, volvió a subir hasta el vello rizado y sintió la misma emoción como si alguien más la estuviera tocando, acariciándola, y pudiera sentirse admirada sin abrir los ojos.
Stewy y su mirada profunda, que la volvía una tonta. Tierno pero con una tormenta en la pupila.
Habían pasado meses desde que había visto su cuerpo desnudo. ¿Qué pensaría si la viera sin ropa como ahora, con su figura transformada por el embarazo?!
Su vientre aún tenía mucho por crecer.
Llegaría un momento en el que se miraría al espejo, y vería cómo su cuerpo había cambiado y, seguramente, las marcas moradas de las estrías, a pesar de llevar meses untándose con crema de cacao. Temería que él aborreciera su cuerpo hinchado, lo aborrecería ella… Sus inseguridades colándose a plena vista.
Lavinia optó por no explorar ese pensamiento.
Ah, mierda. Su dedo ahora frotaba círculos alrededor de su clítoris. Sentía placer pero…
Rápidamente la invadió una profunda sensación de descontento.
Su cabeza hecha un lío.
¿Por qué se castigaba con esto?
Estas últimas semanas sin Stewy… Dolió.
Si estabas tan enamorada, ¿por qué acostarte con otro hombre?
Luchó desesperadamente contra el impulso de dejar escapar un grito de frustración.
Sus ojos se cerraron con fuerza recordando la… la sensación del peso de Stewy encima de ella.
Entonces apreció la urgencia que la invadió, porque pensó que el alivio estaba cerca de ella. Eso la hizo gemir en voz alta.
No podía dejar de pensar en su complexión, la variación de tono en su voz. Su cara, sus ojos oscuros, sus labios, sus manos. Stewy eligiendo un ritmo y manteniéndolo, mientras los sonidos de ambos se hacían más fuertes a medida que se acercaba el orgasmo.
Todavía rebosaba de él, cada centímetro de su ser y cada respiración que tomaba.
Había un entendimiento agridulce que tal vez no volviera a tenerlo de esa forma.
¿Con cuantas personas se había acostado Stewy desde su separación?
Una pequeña e irracional punzada de celos hormigueó en su interior, molestándola por su irracionalidad.
¿Qué pasaría si su respuesta al miedo genuino de Stewy por la paternidad sólo había exacerbado la situación?
Ella quería que sus hijos tuvieran padre. Ella lo amaba. ¿Entonces?
Si fracasaban al principio, no es como si los bebés fueran a recordarlo.
Tenían algo de tiempo para figurarse las cosas.
Subió la mano con delicadeza por su vientre y luego se quitó el sujetador.
Lavinia intentó pellizcar un pezón entre dos dedos, no estaba segura si regodeándose en el placer o en el leve dolor.
No se molestó en acallar sus gemidos o jadeos; nadie podía oírla. Ni siquiera él… muy lejos en Tribeca.
Cerró los ojos con más fuerza para imaginarlo aquí con el ansia de sentir algo parecido a lo que él le habría producido al empezar a moverse rítmicamente.
Si lo intentaba, podía escuchar los te quiero dentro de su cabeza y tal vez incluso decirlos en la misma cadencia.
Continuó acariciando ese punto que le daba placer, pero aún no se sintió lo bastante colmada por ello.
Su mente vagó por diferentes escenarios con él a pesar de la urgencia.
Deberías haberte asustado más por el poder que le diste. Tarde o temprano iba a abusar de él aunque no fuera algo intencional…
Le vino a la mente él… desnudo, sin filtros, con el cabello enredado, el pene asomando entre la fronda de vello, en un estado que sólo podría describirse como indecente…
Había algo en Stewy que la hacía sentir el deseo de acurrucarse dentro de él.
Podría haberle propuesto matrimonio a su barbilla cuando estuvo a tiempo.
Al piercing en su pecho.
A su nuez moviéndose cuando tragaba saliva.
Con todo esto del embarazo sentía un montón de cosas diferentes.
Lavinia se agitó insatisfecha. Odiaba no poder replicar la sensación exacta. Cómo se sentía su piel bajo las yemas de sus dedos mientras entraba y salía de ella. Cómo su boca sabía a sirope de arce con notas saladas.
Cómo se sentía presionarse el uno contra el otro mientras dormían o durante el sexo. Sus pechos rozando sus pezones, enviando chispas por su columna.
El calor trepando por la distancia entre sus caderas y hasta llegar a su centro.
Se escuchó a sí misma dar pequeñas respiraciones agitadas cada vez que hundía más su mano. Sus constantes impulsos produjeron ese placer en su pubis.
Había todavía demasiado vacío.
Tal vez una parte de ella estaba enfadada consigo misma desde el momento que puso su propia mano bajo las sábanas.
Lavinia se mordió el labio inferior y sacudió levemente la cabeza. Esto no la estaba ayudando en absoluto.
– No – susurró. – Para.– Se apartó el cabello de la frente, resoplando con la punta de la nariz. Su mano cayó sin fuerzas sobre su regazo, bajo las sábanas.
Tal vez era una cobarde porque no soportaría que Stewy le volviera a romper el corazón y prefería no arriesgarse a intentarlo.
Sus manos cálidas… la boca de Stewy junto a tu oído y tus dedos enredados en su pelo. Lamiéndote al besarte. Palabras de aliento: "Cariño, He nacido para esto, joder". Tú con las piernas alrededor de su cadera.
Su cuerpo traicionando su deseo de esperar mientras empuja sus caderas contra las tuyas para ayudaros a los dos, los jadeos en el aire cargado, su lengua en tu boca…
Las yemas de los dedos de Stewy marcadas en tus muslos.
Su sexo, su corazón, su cabeza se sintió a punto de caer al vacío…, todo a la vez.
Su mano continuó acariciándose, presionando con el índice y el pulgar.
Tanteó dentro toscamente con dos dedos.
Dios.
Hubo una colección de espasmos y su nombre mezclado en ellos.
Sintió como si el tempo iba a acelerarse y caer, como en una canción, y luego no lo hizo por un momento... hasta que, abandonándose, se dejó ir.
Después de una suave respiración, quedó completamente rendida, el corazón acelerado en su pecho, un último temblor en su columna. Se giró de lado con gran desgana, y hundió el rostro en la almohada enfadada consigo misma.
Se tumbó de nuevo con la vista hacia el techo y, después de unos minutos se levantó, y arrastró los pies hacia el baño.
Ahora sólo queda dormirte.
Si esto hubiera sido real, se abrazaría contra él como si estuviera tratando de establecer tantos puntos de calor como fuera posible… Pero sólo tenía el maldito cojín…
De vuelta en la cama, escuchó su móvil de fondo recibir un mensaje.
Estiró la mano, pero no abrió los ojos.
La última vez que habían hecho el amor, una estación atrás, los días eran más largos y hacía calor, y habían creado esto maravilloso… y complicado que llevaba refugiado en su útero… un nuevo comienzo.
Era una prueba de lo mucho que se habían querido… No olvides la parte en la que una maldita pastilla falló y él te suplicó que tomaras otro camino… pero fuiste testaruda y tal vez algo egoísta, se dijo, encogiéndose.
Si se hubiera quedado en Bruselas con Monique y nunca se lo hubiera contado, ambos podían ser libres.
Pero ella nunca habría podido esconderse para siempre.
Y todo el mundo merecía saber de dónde viene.
Quizás hoy tendrías que haberte quedado en la discoteca con el equipo de GoJo… al menos no estarías aquí con la sábana de sudor pegada a tu espalda y sola y ¡oh! con la cabeza tan llena de todo.
Lavinia pensó que si no estuviera embarazada se levantaría, se iría a la cocina y se serviría una copa de vino, y que sólo así podía sentirse más perdida que ahora.
Podía ser bueno que no pudiera hacerlo.
Resopló contra sí misma, se revolvió entre las sábanas durante unos minutos más.
Y finalmente se durmió.
Los primeros rayos de sol se colaban entre las rendijas de la ventana, que nunca cerraba del todo. Lavinia intentó quitarse la pereza y, aún con los ojos medio cerrados, suspiró.
De buenas a primeras le costó recordar cómo y cuándo se había quedado dormida.
Dejó ir un gruñido de queja.
Tenía uno de esos dolores de cabeza que iba de menos a más y lo que parecía dolor de ligamentos a un lado de su vientre. Como síntoma eran mucho mejor que las náuseas y el vómito.
Sólo porque no tenía que correr al baño y podía volverse a cubrir con las sábanas.
Cerró los ojos de nuevo.
Cuando volvió a abrirlos, buscó el móvil en la mesita con una mano y miró la pantalla.
Eran las dos de la tarde.
Lo quiso comprobar en el despertador, pero en algún momento de la noche anterior le había quitado la pila.
¡Se había quedado dormida!
Había necesitado descansar casi tanto como respirar.
La luz del sol entraba a través de las cortinas de su habitación con mucha más fuerza que la primera vez.
Gracias a Dios no era hasta más tarde que tenía que ir al apartamento de Lukas en el Upper East Side. Después de la fiesta, hoy toda la prensa anunciaría que Lukas Matsson había hecho por fin una aparición pública en Nueva York.
Has perdido toda la mañana...
Se dio cuenta de que fácilmente podía disculparse diciendo que había estado trabajando en algunos documentos y haciendo un primer barrido de medios y redes sociales desde casa.
Haría uno en el coche durante la siguiente hora ya que predijo que estaría atrapada en el tráfico un buen rato.
El resto del equipo de GoJo también habría tenido una mañana tardía. Enviaría un resumen corto a Oskar y pospondría el problema.
Esperaba que no se hubiera publicado ninguna primera impresión de la visión de Lukas sobre Nueva York en ninguno de los grandes medios que ayer enviaron jefazos a esa fiesta. El Post, el Journal…
Era muy probable que lo hubiera.
Pediría un Uber antes de entrar en la ducha.
Tenía varios mensajes en su teléfono.
Shiv.
Suspiró al leerlo y se hundió en el edredón.
Le informaba que había hablado con Lukas esta mañana sobre las cifras de la India.
"Tendríamos que preparar un comunicado".
¿Qué significaba el plural? ¿Ella? ¿Shiv? ¿Ambas?
Frunció el ceño.
Shiv le había enviado el mensaje esta mañana, pero había sido como a las 8.
Si Lukas tenía razón acerca de que Shiv estaba embarazada, lo que seguramente no tenía ninguna base— Vale, la admiraba por tener la habilidad de comunicarse con otras personas a esa hora. Lavinia literalmente soñaba con un café súper fuerte y amargo cuando necesitaba estar funcionando tan temprano.
Aunque para no sentirse peor consigo mismo se conformaba con leche manchada de café.
Ni siquiera podía poner su tragedia griega como excusa porque Tom y Shiv… no sabía dónde estaban como pareja, pero también parecía doloroso.
La app del embarazo le había recomendado no más de 200 miligramos de cafeína diarias.
Eso que esa cosa no sabía que vivía nadando en tensión. Era consciente de que había más riesgos asociados con los gemelos.
Sólo tenía muchas ganas de dormir, todos los días, todo el día…
A su favor, desde que trabajaba con GoJo había perdido la cuenta de la cantidad de días que había acabado a las tantas y no había tenido fines de semana para ella.
Básicamente, siempre estaba de guardia.
Comprobó que la bandeja de entrada de su correo estaba inundada de artículos de primera hora que intentaban captar el sentir de la calle, la mayoría con opiniones claramente sesgadas de sus analistas de cabecera para uno u otro lado.
Había una sonora preocupación por la campaña ultraderechista de Mencken en las dos costas y los estados más progresistas que sinceramente Lavinia compartía.
Pero en medio de todo el ruido, prevalecía la sensación de que los demócratas estaban preparados para recuperar la Casa Blanca y gobernarían durante los próximos cuatro años.
Repasó el resto de alertas que tenía activadas.
Prácticamente ni siquiera podía imaginarse su vida a un año vista y mucho menos a cuatro.
Pensó brevemente que para entonces ya no tendría dos bebés, sino dos niños que empezarían a despuntar con sus propias personalidades.
Había leído que entre los 4 y los cinco años empezaban a ser sus propias personitas.
Era un pensamiento absolutamente surrealista.
Salvo que…
Por lógica, podía imaginar que Stewy interactuaría mejor con esos niños que con dos bebés.
¿Pero era una lógica basada en la realidad?
Sospechaba que cuando era niño, Stewy, al ser el más pequeño de la casa, habría sido un poco gamberro pero también una ricura.
Ella había sido una niña muy seria y tímida… Aunque menos en vacaciones…
Tal vez ellos…
Basta.
Suspiró.
Era hora de centrarse en el presente y tomar con cautela lo que el futuro le deparara.
No podía seguir la vieja historia de la lechera aferrándose a la desesperada súplica de Stewy de la noche anterior. Él todavía lo estaba haciendo POR ella. Era lo que era.
¿Por qué los mensajes de Lukas no decían nada de un comunicado sobre la India?
Era solo una serie de fotos de la discoteca y de otro local… Algunas de madrugada y otras ya esta mañana.
"Me temo que Oskar se pasó un poco". "Hubo algunos juegos. Pero te prometo que Gregory se divirtió. Es un chico lleno de sorpresas. ¿Sabías que comía pajaritos prohibidos? Repitió esa historia a cualquiera que quisiera escucharla anoche en el club".
Le siguió una fila de emojis de difícil interpretación.
Pero había pájaros, calaveras, un jugador de rugby ¿? y varias verduras.
Y allí estaba un vídeo de Greg que entraba a la pista de baile con una sonrisa como perdida y alguien lo empujaba hacia un hombre con cabello blanco. Alguien llevaba una camiseta transparente a su lado.
Oskar gritaba de fondo algo ininteligible y luego bromeaba mientras daba un sorbo a su vaso de cubata: – Este lugar tiene de todo, vibraciones indecorosas, viejos con los que puedes bailar, bebidas cuestionables – hizo un chascarrillo bastante intoxicado – Y litros de san… ¿Dónde está Ebba? No, no. Ella nos ha dejado por Michiko. ¿Habéis visto esa falda de cuero? Perdón. Perdón. Tenemos a molly… Ya me lo agradeceréis. ¡Hey, Greggor ven aquí!
La imagen se movió y Lukas se enfocó un momento a sí mismo haciendo un gesto impasivo con los ojos fríos azules.
Lukas... Se le olvidaba la forma en que sabía pasar de encantador a distante, empresario duro, genio vulnerable y viceversa.
Parecía perdido en sus pensamientos en esos diez segundos de imagen.
Sólo medianamente interesado en el pedal que llevaba Oskar hacia el final.
No sabía si quería saber toda la historia.
Un momento, paró la imagen. ¿Era ese Lawrence Yee?
"¿Y tú? ¿Te divertiste?".
"Así así. Me pareció jodidamente aburrido en comparación con el comienzo de la noche, sobre todo por la compañía". "¿Entonces…"
Lavinia protestó para sí misma porque la luz que entraba a través de la ventana le molestó los ojos.
Le contestó mientras suspiraba:
"Dame una hora. Por cierto, tengo el borrador de un posible comunicado. Pero necesitaré las cifras exactas para ajustarlo. He recibido un mensaje de Shiv".
Lavinia estiró los brazos por encima de la cabeza y bostezó dejando un momento el móvil sobre el colchón. Lukas no tardó en responderle: "¿Cuándo lo has escrito?"
"No, yo… solo tengo un pendrive que preparé por si tuviéramos una emergencia con ese tema. No está en la nube. Ya sabes, por seguridad. Es sólo… un recuento de ideas de qué decir que puede cambiar".
"Está bien… A ver, todavía no estoy convencido de que vayamos a publicarlo, pero eso me gusta, Hirsch. Previsora y encantadora como siempre...". Puso más emoticonos. Esta vez con caras felices y ojos grandes.
Y a continuación: "Aunque puede que todavía quiera mantener mi terrible secreto, ¿un secreto?" "¿Qué piensas?". "¿Has visto las fotos?".
"¿Yee?".
"No. De eso hablaremos más tarde. Solo… ¿las fotos? Tu hermano mola".
El teléfono sonó en ese momento.
Una videollamada.
Lukas al otro lado del receptor.
Mierda, se puso con prisas la parte de arriba del pijama.
Él arrugó la frente cuando ella descolgó. – Tengo que confesar algo.
– Di…
– Hubo un pequeño juego de bienvenida. Ya sabes… los chicos se animaron y hubo algunos juegos de beber con penalizaciones y castigos, uno fue una pinta de saliva combinada de todos.
Se quejó más por la reacción que sintió en su estómago que por la propia imagen.
– No… Lukas. ¡Dioss!
– Pero eso es todo. Lo juro.
Vio el absoluto desmadre que era su aspecto cuando miró su imagen pequeñita en la parte de debajo de la pantalla.
Suspiró.
– Vale… ¿seguimos por mensaje? Estoy… estoy hecha un desastre…
Quiso agregar que era porque estuvo toda la mañana en el portátil en la cama, pero ¿a quién quería engañar?
– Sí, claro… Pero me gustas así. Y también estoy en pijama.
– Oh, sí, podríamos trenzarnos el cabello más tarde – bromeó ladeando la cabeza,
– Si quieres...
Lavinia no pudo evitar sentirse un poco rígida al colgar.
Las líneas entre el trabajo y cualquier relación indefinida que tuviera con Lukas eran borrosas.
No me malinterpretes… es que…
Sentía gratitud y simpatía por él, se mordió los labios pensativa.
Le había causado un enorme alivio saber que alguien aun podía desearla. La hizo sentir reconfortada.
Y le dio un poco de control sobre sí misma. Cuando descubrió que estaba embarazada, no había imaginado que podría volver a despertar eso en un hombre en mucho tiempo.
Lukas había sido sorprendentemente afectuoso y directo con ella…, desarmándola con su desconcertante honestidad.
Pero ella tenía a Stewy en la cabeza y no debería haberse dejado llevar, y Lukas… no pudo evitar preguntarse qué estaría pensando Lukas de esa relación...
No creía que hubiera nada incontrolable o amenazante per se en lo que habían compartido. Claro, aparte de su historia con Ebba.
¿Pero decía esto algo bueno de ella? Quizás no.
Continuó la conversación por mensaje de texto:
"He visto todas las fotos. Por desgracia… ¡Todavía espero que me hables de Lawrence!".
"Lo haré". "¿Sabes? Pensé en… mandarte otro contenido, pero no sabía si sería bienvenido…"
Lavinia dejó caer la cabeza contra la almohada antes de contestarle.
"El tipo de material en el que estoy pensando no es tan sexy como los tíos soléis creer…".
Casi podía imaginarse a Lukas haciendo una mueca con un brillo travieso en sus ojos. "¿Oh, de verdad?".
"De verdad", confirmó.
"Si insistes. Ha sido una mañana tranquila para todos y creo que podría seguir holgazaneando en pijama, si ninguna dama protesta. ¿Vienes?. Te envío un chofer", ofreció Lukas.
"Eso sería genial", respondió Lavinia, sintiéndose más despierta.
"Por cierto, todavía no estoy seguro si procederemos con lo de la India, pero te agradezco que te guardaras una carta escondida". "A Oskar le preocupaba que nos precipitáramos con algo sacado de la chistera de la reina roja de Alicia a última hora".
Cerró los ojos por un momento, convenciéndose de que todo estaba bajo control.
Haciendo un esfuerzo por levantar el ánimo y con los pies fríos en el suelo de madera, salió de la habitación y se dirigió al pequeño baño en el pasillo.
Su cabello castaño caía en cascada a ambos lados de su rostro y descansaba suavemente sobre sus hombros. Se tomó su tiempo, se lavó lentamente las manos y la cara y se quitó con cuidado las pestañas atrapadas.
Lo que fuera que fuera a pasar en su relación con Stewy —
¿No disfrutaría siquiera de un poco de satisfacción si Stewy estuviera loco de celos?
Con ese pensamiento sólo logró sentirse molesta.
Después de tomar una ducha rápida, ella se envolvió en una toalla más grande, pero su cabello mojado todavía goteaba ligeramente.
Había dejado un pequeño charco en el suelo al salir de la bañera.
Mientras se miraba en el espejo, no pudo evitar notar su rostro ligeramente sonrojado y congestionado. – Un resfriado es lo último que necesito – murmuró para sí misma, con un dejo de preocupación en su voz.
Lavinia se vistió con un traje chaqueta gris oscuro de mujer y una impecable blusa blanca holgada. Los pantalones de maternidad negros a rayas.
Era algo más neutro de lo que habituaba.
Cuando volvió a sentarse en la cama había un mensaje en su teléfono que no había visto antes. ¿Pero cómo?
Se dio cuenta de que había sido marcado como leído, lo que indicaba que debía haberlo abierto sin querer mientras aún estaba medio dormida.
Intentando silenciar las notificaciones como hiciste con el despertador, reflexionó, reprendiéndose mentalmente por el descuido.
Se sintió nerviosa antes de abrirlo y leerlo.
Era un mensaje de Stewy de la madrugada pasada.
Lavinia luchó una vez más con sus emociones y prioridades después de una fiesta tensa como la de ayer: trataba de proteger a sus bebés por nacer mientras navegaba por su complicado deseo por Stewy.
¿Cómo era aquello? Él estaría insatisfecho y ella sería infeliz…
Puso una mano sobre su pecho, sintiendo un poco de malestar.
Estar embarazada la había hecho sentarse y pensar mucho en su infancia.
Ella sentía que quería proteger esos pequeños de todo lo que estaba mal con el mundo.
El móvil con el mensaje de Stewy ardía todavía en la palma de su mano.
Quizás estés siendo injusta.
"Por favor, piensa en lo que te dije. No puedo justificarme, pero necesitamos discutirlo en un lugar tranquilo. No puedo cerrar los ojos… Estoy en vela, imaginando que hace semanas fui más valiente… Estaré esperando tu mensaje".
Pudo reproducir en su mente su tono sereno, los tics con la lengua mojando su labio como única señal que delataba su desespero.
Lavinia se dio cuenta de que ella misma tenía el labio cortado. Hacía frío en la calle temprano en la mañana cuando el coche de GoJo la dejó en la puerta de su casa.
Sus dedos vacilaron mientras escribía ahora:
"Pero si todo va bien tenemos por lo menos 24 semanas por delante, ¿vale?... No hace falta que lo decidamos ahora, y de momento no me voy a ninguna parte, no me moveré de Nueva York hasta la firma".
Con cautela colocó el teléfono sobre el suave colchón, con los ojos fijos en la pantalla brillante. ¿Era esto realmente lo que ella quería? ¿Dejarlo en el limbo cuando tal vez todo estaba dicho?
Sintió una sensación de alivio cuando lo vio conectarse unos minutos después. "Por favor…".
"Tienes que estar seguro".
"Lo estoy. Siempre y para siempre, Livy".
"No lo sé, quizás debería darte una salida fácil antes que nos hagamos más daño. Porque no sería justo si después te arrepientes".
En el fondo, Livy no podía ignorar la creciente culpa. Alejarlo después de la ecografía había sido su forma de autoconservación, pero se sentía como un arma de doble filo.
La respuesta de Stewy apareció en la pantalla: "Me duele cuando no me escuchas. Sé lo que quiero y sé que he hecho las cosas muy mal. Déjame arreglarlo".
Lavinia deslizó su dedo por las letras en la pantalla con un hormigueo en el estómago intentando no pensar más en ello, recuperar la capacidad de comunicarse entre ellos sobre otras cosas.
"¿Votas?", preguntó. Toqueteó su móvil sobre su regazo.
Estaba casi segura de que nadie tan rico se molestaba en votar.
Stewy se volvió a conectar y ella vio como aparecía un escribiendo debajo de su nombre.
"¿Quieres que vote?"
No seas tonto.
"Curiosidad".
Aparecieron diferentes notificaciones en su móvil que desplazó hacia un lado.
Atascos, un vídeo sobre la jornada en un centro de votación de Chicago, actos de vandalismo. Agitación en Florida y Denver.
Se lo imaginó arrugando el entrecejo mirando su iPhone cuando su móvil marcó que volvía a escribir.
"Trato de cumplir con mi deber cívico y mi dinero. Pero seamos realistas, todo es un gran circo". "Sin impuestos, baby".
"¿Y eso significa?".
"Significa que, si soy honesto, normalmente prefiero la menor cantidad de regulaciones posible, mantener las cosas simples". "Sé que no estás de acuerdo".
En su mente, casi pudo oírlo chasquear la lengua con una sonrisa de juego en la comisura de sus labios.
"¿No serás votante de Connor, ¿verdad?". Lavinia puso los ojos en blanco, por su propia broma.
"¿Connor era candidato?".
Stewy tecleó algo más que no llegó a enviar pero los puntos suspensivos tardaron en desaparecer de la pantalla.
Después de un momento, Lavinia escribió: "Espero que esto de hoy no se convierta en una pesadilla".
Stewy era un hombre inteligente, cuyos padres habían venido a este país cuando él era un bebé. Lavinia sabía que entendía las posibles ramificaciones de estas elecciones.
Desafortunadamente, mejor que ella.
"Lo sé… Dejando de lado las discusiones sobre desregulación y las bromas, debo confesar que a mi tampoco me gusta Lex Luthor". "Simplemente voy con quien tenga el balón pero…". "¿Vendrás?".
"No… no lo tengo claro. Si no vengo… nos vemos mañana en el funeral, ¿verdad? ¿Crees que podríamos ensayar eso de saludarnos como dos personas razonables?".
"Pondré lo mejor de mi parte", prometió, y Lavinia releyó la conversación en su pantalla, sintiendo una mezcla de emociones.
Stewy escribió de nuevo: "Estoy planeando estar en la última fila. Ya sabes, por si empieza a salir mucho humo".
Ella no pudo evitar sonreír ante su comentario. "No seas tonto. Una vez le tiré agua bendita encima a Rome y nada. No funciona", bromeó.
Se había puesto de pie y esta vez dejó su teléfono celular en el alféizar de la ventana mientras se tomaba un momento para mirar afuera.
"Livy… te amo ¿vale?".
"Sé que lo haces". "Creo".
Justo cuando estaba perdida en su propio mundo, hubo un gran golpe en el comedor que la sobresaltó.
Toffee pasó corriendo por el pasillo hacia su habitación, su gato derrapó hasta debajo de la cama, por el estruendo. De repente, Lavinia recordó que anoche se había vuelto a levantar por un momento. Cuando tocaron el timbre.
Greg.
Alguien le había empaquetado hacia su casa cuando iba bastante contento y al parecer incapaz de dar su dirección.
Puede que Oskar.
– Augh – se quejó.
– ¿Qué haces…? – Ella se apoyó en la puerta del comedor con un suspiro.
– Me he tropezado con esto – El rascador de Toffee estaba tirado en el suelo.
Lavinia se pasó la mano por el cabello notando un nudo puñetero en el cabello que bien podía parecer que un pájaro había hecho su nido allí.
Tenía que secarse el cabello y acabar de peinarse.
– ¿No trabajas?
– Tengo que estar allí a las 3. Bueno – miró el reloj frunciendo las cejas – más bien las 4.
– Vale.
Casi le hizo cosa preguntar. – Greg, ¿todo fue bien anoche?
– Sí… bueno – su hermano pareció incómodo – me gastaron un par de bromas y bailé, bueno… ya sabes, se supone que es una de las discotecas más difíciles de entrar pero no como esa a la que fuimos en la despedida de soltero de Tom…había una cola afuera que nos saltamos…–Se dio cuenta que él era reticente en contarlo – Cambiamos de sitio, ¿sabes?. Fue atroz.
– ¿Te trataron mal?
Su cara dijo que sí.
Pero contestó: – Bueno… No, no así…
– Greg, puedes contármelo… Mataré a Oskar.
Pero su hermano ya le estaba preguntando:
– ¿Tuve la impresión Lukas y Shiv… son… algo como una especie de, ehm, aliados en los negocios…? Hubo muchas conversaciones sobre ella con Oskar… no, no me acuerdo bien pero… Eran, creo que eran en sueco.
Lavinia elevó las cejas. – ¿No bebiste demasiado para querer hacer de espía?
Sonrió ligeramente porque Greg hizo una expresión que era una confesión.
Entonces, acabó pasándose una mano por los ojos. – Me voy a preparar el almuerzo Greg. En 20 minutos tengo el coche abajo. ¿Comes algo o?
– Si me preparas algo…
Asintió con un suspiro, pero luego: – Estaba pensando… ¿está mamá ya en la ciudad?
– Esta noche.
– ¿Y papá?
– Cogía el primer avión de la mañana.
Lavinia frunció el ceño. – ¿La mañana de aquí o de allí?
– No lo sé.
– Entonces en realidad no sabemos si llegará al funeral. ¿Lo hacemos?
– Mmm.
– ¿Cuál de los dos le pedirá que no intente hacer una entrada triunfal?
Greg carraspeó. – ¿Tú? Eres la que vivía con él, así que…uhm…
Claro, fantástico... ¡Cómo si no tuviera suficiente carga!
Empezó a preparar una ensalada sencilla en la cocina.
Greg se quedó sentado en el sofá medio grogui. – Me ronca el estómago – se quejó en voz alta.
– ¡No voy a traerte una bolsa de patatas fritas y una cerveza hasta mi sofá gris claro para que puedas mancharlo! ¡ya puedes venir hasta aquí! Y si lo pienso bien – comentó con más ánimo después de permitirse picar de una bolsa de almendras saladas que guardaba en un armario – yo no soy su hijo Goebbels… diría que papá estaría encantado que le llamases otra vez. Está… está haciendo un esfuerzo.
– Eso no es justo…
La cabeza de Lavinia apareció por la puerta de su pequeño salón donde su hermano protestaba.
– Ven si quieres pollo en la ensalada César, no soporto el olor.
Greg la siguió hasta la cocina. – Uhhh, eso no es lo que… hace de la ensalada César, ensalada César?
Lavinia rodó los ojos. – ¿No me digas?
– ¿Está caducado?
Apretó los labios en una línea.
– No, no tengo pollo caducado… ¡Greg! Solo es una de las ventajas del embarazo, échame una mano, va – dijo poniendo la sartén al fuego.
Greg accedió a regañadientes.
Por inercia, Lavinia comió y dejó el plato en el fregadero para lavar por la noche.
Tenía una carta del médico citándola para los análisis de la semana 16 al lado del microondas.
A este paso sería antes de la firma de la empresa.
Se tocó el vientre en un gesto protector.
Era otro paso para asegurarse que todo estuviera bien y con esa prueba le dirían el sexo de los dos. Todavía no podía entender el hecho de que podían hacer eso a través de la sangre, especialmente siendo dos.
Tenía la corazonada de que la doctora tenía razón en el sexo del que dijo que parecía ser un niño. Y él ya era su chico precioso con rasgos de papá en su mente, pero solo podía hacer especulaciones con el otro.
Pensó brevemente que era más difícil ser una niña.
A ella básicamente se le atribuía el mérito de arruinar la vida de su madre.
No que no fuera en si mismo más complejo ser una chica en ese vasto y aterrador mundo de allí fuera.
Pero le había estado rondando la idea de una.
No porque quisiera muñecas y caballos rosas, tal vez para verla crecer acompañándola en esos momentos en los que ella había tenido que aprender un poco por su cuenta.
Con Marianne y lo de vivir con papá y el novio de papá en plena adolescencia y todo eso. Aunque Roger había hecho lo que había podido.
Sacudió la cabeza.
Ella adoraría a dos chicos también.
– Os quiero salvajemente a los dos, seáis lo que seáis, no hagáis mucho caso a mamá hoy.
Greg que estaba colocándose el abrigo en el recibido la interrumpió. – ¿Decías algo?
– Nada…
Cuando salieron por la puerta empezó a lloviznar.
Pero, el conductor de Lukas se había extraviado, por lo que dieron un paseo con paraguas hasta el final de la calle mientras él daba vueltas para encontrar la dirección correcta.
– ¿Puedes dejarme en la ATN? – preguntó Greg con esos ojos de cachorro desamparado.
Lavinia asintió con una mueca en respuesta.
– Si no me queda otra opción – dijo, mirando a su hermano – ¿Y por qué no dejas de hurgar en tus bolsillos, Greg?
Greg se encogió de hombros inocentemente. – Oh, nada. Simplemente no quería dejar nada atrás.
Probablemente no quieras saberlo.
Lavinia tosió y se sintió un poco destemplada. Tendría que haber usado ropa más de más abrigo anoche y ahora para salir de casa.
Prácticamente había salido recolocándose la americana sujetando el abrigo con el codo.
– Entonces… ¿te registraste para votar? – preguntó Greg, tratando de entablar una nueva conversación.
Ella miró hacia la calle, perdida en sus pensamientos. – Sí. Pararé a votar de camino sino te importa que vayamos un poco justos de tiempo…
– ¿Jiménez? – Greg sonrió invitándola a seguir con la conversación.
Lavinia ladeó la cabeza. – Dada la cantidad de alternativas… En realidad, sé que tengo la doble ciudadanía… pero es bastante raro pensar que puedo votar aquí.
– Bueno, ahem, papá es oriundo de Portland y… y eso. ¿No se fugaron mamá y él a California cuando… bueno cuando se quedaron embarazados pero el abuelo les dijo que nunca mandaría un dólar si se quedaban? Cuando menos, somos bastante estadunidenses – afirmó Greg. – El abuelo simplemente es terco con eso, como con todo lo demás.
Lavinia soltó una risa suave.
– ¿Oriundo, Greg? Y te aseguro que papá no quedó embarazado…
Él tartamudeó levemente: – Uh, sí… perdón…
Las elecciones podrían durar horas y ella podría estar sentada en un sofá con su portátil en el regazo hasta las dos o tres de la madrugada. Las urnas cerraban en diferentes horarios por las diferentes zonas de este país y todo el jazz.
Cuando finalmente llegó al apartamento de Lukas, las noticias sobre intimidación y violencia callejera en ciertas partes del país parecían haber aumentado. Era una señal preocupante, pero los suecos no parecían dejar que eso les debilitara el ánimo.
Estaban charlando ruidosamente.
Stewy despertó esta mañana en la oscuridad de su apartamento. La somnolencia persistió mientras abrió los ojos, sintiendo como si sólo hubiera parpadeado.
La transición de la noche al día le pareció abrupta y desorientadora.
La noche anterior, al no poder conciliar el sueño, le había enviado un mensaje a Lavinia, pero pasaron las horas y no hubo respuesta hasta pasado el mediodía.
Había soñado con ella. Estaba bastante seguro de haber soñado que le hacía el amor. Pero lo que más recordaba... Cuando ella se fue, él se aferró a su pequeña y cálida mano, sin querer soltarla. Y suplicó.
"Quédate", había rogado. "Por favor, quédate". Y por un breve momento, al despertar, casi esperó que ella estuviera acostada a su lado.
La realidad se estrelló contra él como una ola implacable, obligándolo a enfrentarla. Lavinia tenía motivos para no perdonarle, y si deseaba criar a sus hijos sola, él tendría que darle el espacio que pedía.
Stewy no le pediría mucho, siempre que, de vez en cuando, le permitiera verla a ella y los niños. Aunque eso significara perder una parte de sí mismo en el proceso, si era su elección, la dejaría ir.
Pero se odió por considerar siquiera aquella posibilidad.
La ausencia de Lavinia en su apartamento seguía siendo ensordecedora, un recordatorio constante de lo que había perdido.
Encontrarla en la fiesta y luego soñar con ella había destrozado cualquier ilusión de construir muros alrededor de su maldito órgano sangriento.
Sintiendo un peso en el pecho, Stewy miró su iPhone que estaba sobre la mesa de su despacho. La pantalla se iluminó con varios mensajes no leídos de Kendall. "Nuestro precio está subiendo. Hagámonos cargo y deshagámonos del sueco, tal como papá hubiera querido".
"Tío...".
Stewy sabía que en el centro de Kendall estaba este hombre que sólo quería ganar todo el maldito asunto. Y bueno, eso estuvo bien, porque Stewy quería lo mismo.
Los dos habían pasado juntos por las buenas y por las malas, más de un par de veces. Además de haber tenido ya esta conversación en el velorio, y los Ángeles, y la fiesta de anoche.
Fue una noche completa, eso seguro.
Saliendo del apartamento de Siobhan, Ken por fin mencionó el incidente que había involucrado a un fan de Ravenhead y Sophie. Pero, honestamente, no estaba en el estado mental adecuado para explorar la historia en su totalidad.
– Te sigues viendo como una mierda, amigo. Vamos hombre, ¿qué está pasando?
– Bien, oh, yo… Tengo que aumentar la seguridad de los chicos. Sophie… Alguien la empujó. Un fanboy de Ravenhead. No lo sé.
Stewy miró a su amigo e instintivamente puso una mano en su hombro. – ¿Se encuentra ella bien?
– Sí, creo… eso creo.
La mirada de Stewy vagó hacia la calle.
Hubo una presión sombría de sus labios como si intentara reprimir algo.
– Esos son nuestros coches— ¿Cómo fue? – sus palabras flotaron en aire, por un momento.
– No he podido hablar con Sophie… Ha sido un día complicado. Entonces… ¿Más seguridad? ¿Qué opinas? – preguntó Ken, su voz teñida de incertidumbre.
– Joder… Ken… – hizo un ademán de no tener una respuesta.
– ¿Qué?
Stewy se mordió la lengua en un gesto vago.
– No lo sé. No... ¿Cuándo fue la última vez? Creo que deberías ir. Llámala. Diablos, Ken, no hagas que te lo tenga que decir yo.
Kendall sonrió sin humor.
– Tiene gracia que seas tú sí.
Stewy movió su cuello y se llevó una mano a la nuca. – No estoy tratando de sermonearte, Ken. Me has preguntado. ¿Quieres que admita que soy un idiota? Porque acabo de hacer eso ahí dentro. Acaba de pasar.
– Rava dice que es difícil para Sophie porque la ATN promueve a Mencken, ya sabes…
Se puso las manos en los bolsillos del pantalón. – Puedo verlo. Ken, vamos.
– ¿Sí?
– Oh, hombre... Joder… Mi dinero también está enterrado en tu canal de televisión de mierda, así que supongo que en realidad no importa lo que pienso.… Pero tiene bastante sentido.
Stewy parecía perdido en sus pensamientos por una vez.
– Entonces… más seguridad… y… tal vez… mantener un ojo en ella… ¿huh?
Quizás Stewy no tenía todas las respuestas que su amigo quería, pero sabía otras cosas.
Después de todo, estuvo en Nueva York durante toda la primera larga década de este siglo.
La vaga oleada de disgusto le llevó a morderse el carrillo por dentro mientras movía la pierna inconscientemente. Nunca había formado un vínculo estrecho con los hijos de Ken, pero Stewy no pudo evitar sentir simpatía por la chica.
Estaba siguiendo el día con su iPad a medida que se desarrollaba.
¿Qué fue esa maldita cosa que le soltó Fisher Leishman mientras le daba un golpecito en el hombro cuando empezó a trabajar en el distrito financiero con 22 o 23 años?
"Pero tú eres uno de los buenos, Hosseini". Al diablo con él.
Había aprendido a operar con toda clase de imbeciles en esta industria.
Stewy se dejó caer contra el respaldo de su silla de cuero negro y la hizo girar, todavía con mal cuerpo.
Leila lo había puesto en palabras por él cuando le llegó la noticia ayer:
Ahora, tendría a cargo a… sus propios patitosa los que poner en fila y proteger junto a Lavinia.
No, nunca lo planeé, pero será contigo y eso es más que suficiente.
En la televisión se alternaban colegios de votación, gráficos…
Mencken en Long Island. Jiménez en Denver.
El país estaba claramente dividido con vandalismo cerca de los centros de votación y las historias de sabotaje e intimidación.
Los expertos en pantalla comentaron que los demócratas confiaban en una victoria cómoda en Wisconsin.
Pero no se podía decir lo mismo de Pennsylvania y Arizona.
Parecía una locura que alguien como Mencken pudiera disputarse estas elecciones de forma tan reñida con una opción que parecía, al menos, cuerda.
Los niveles de demencia que escuchó en la radio hasta aquí la hicieron sentir enferma.
– Y esa eres tú – la recibió Lukas de pie con un guiño en un salón lleno de gente de GoJo.
Lukas había estado tomando una ensalada, y Oskar un kebab que había sobrado la noche anterior, calentado en el microondas.
Su jefe llevaba un vaso en la mano con algún tipo de pastilla efervescente para la resaca y una camiseta negra de manga corta que hizo obvio su trabajo en el gimnasio, incluso si ella no podía precisar cuándo diablos tenía tiempo porque siempre estaba con el teléfono o manteniendo un ojo en la compañía como un atractivo Sauron o el Rey Brujo de Angmar o algo así. – ¿Has estado siguiendo toda esta locura?
Lavinia asintió. – Sí.
Ellos también necesitaban a Jiménez para que no bloqueara la adquisición.
– Ven. – Lukas puso la mano en la parte baja de su espalda invitándola a unirse al resto.
Pero frenó el paso para mirarla otro momento. – Me gusta este look tan serio de negocios. ¿Puedo…
Le sujetó el pelo como si fuera a hacerle una coleta ante su ceño fruncido y dijo: – Así.
– Lukas…
– Pero tienes que prometerme que iras así en la firma. Es en serio.
Lavinia puso los ojos en blanco.
Estaban Oskar y un pequeño grupo de GoJo.
Luego, colaboradores a los que habían invitado.
Lukas había hablado con Nate, quien era asesor de Jiménez, anoche en la fiesta de Siobhan. Esperaban poder hacer bueno el entendimiento que había existido allí si ganaban los demócratas.
Lavinia alzó la vista hacia el jefe de GoJo.
Relajó los hombros y su tono se suavizó. – Temía una fiesta de pijamas.
–Soy el único portador de pijama que permiten las reglas aquí.
Él sonrió rascándose la barba, y con ese gesto y el pijama pareció relajado.
Lavinia se dio cuenta que la habían agregado a un grupo de mensajería donde algunos de sus compañeros de GoJo comentaban lo que iba pasando.
Phyllis subió el volumen con el mando a distancia.
Seguían las elecciones en el impecable sofá de color crema del comedor de Lukas. Un televisor plano gigante al frente. Doce horas por delante.
Mirándolo de cerca, se dio cuenta de que no era la habitual algarabía capitaneada por Oskar u otro de los chicos.
Era más la sensación de una rana que se estaba hirviendo lentamente.
La impresión era que con Logan ya habrían firmado la adquisición.
Ahora la incerteza podía alargarse hasta diciembre.
Se había corrido la voz que quienquiera que ganara las elecciones podía poner obstáculos regulatorios — así que era importante tener todos los ángulos cubiertos.
Pero Lukas se limitaba a confiar en dos personas y el resto estaba impaciente.
Eso le confesó Rasmus cuando apareció por sorpresa.
Estuvo contenta de tener otras dos manos de confianza por aquí.
Alguien encargó comida a domicilio para más tarde.
Greg le había enviado un mensaje al entrar en la ATN con una foto de la redacción. El texto: "Base de operaciones. ¡Allí vamos!". Luego: "Si tienes una tele a mano pon la ATN. Necesitamos petarlo de audiencia".
Le respondió: "Es que creo que a Lukas le interesan los hechos reales". "Pero haremos zapping. No dejes que cierren la ATN después de esta noche", le lanzó una puya.
"Es Estados Unidos. No se puede cerrar una tele. ¿Eso… Eso no puede pasar, no?".
Lavinia se pasó una mano por el pelo.
Tal vez un moño no era tan mala idea.
"Bromeaba. Está la primera enmienda, así que estáis a salvo". Le mandó un guiño con una lengua fuera.
Se había puesto en contacto con algunos periodistas que tenía más o menos controlados de su época con Kendall, y por supuesto Lukas seguía en contacto con Shiv, de manera que contaban tener información por canales no oficiales durante la jornada.
Una felicitación en el momento adecuado podría ayudar a sentar una buena base.
Lukas quería convertirse en poco tiempo en un actor importante en la economía de este país. Así que seguramente algunos también estarían hablando de él en las tertulias.
Lavinia miró distraída durante un momento el techo abovedado del enorme salón donde estaban.
Mordió el boli sacando el portátil de su bolsa.
Estuvo tentada de pedirle a Lukas que le dejara acabar de trabajar en el comunicado sobre los números de la India en la sala con cocina americana de la planta de su dormitorio. Tenía una gran isla central, sofás, un proyector de cine, encimeras de mármol y una serie de grandes ventanas con vistas a la ciudad.
Agradecería la concentración que le brindaría ese lugar.
Pero se hacía cargo que probablemente sería una petición extraña.
Había gente del departamento de Comunicación que esperaba participar más tarde en una reunión con ella y la gente de Ebba para discutir el relato que seguirían los próximos días —y también estaban aquí para hacer equipo.
Afuera, en Nueva York, empezaba a oscurecer de nuevo.
Lavinia se dio cuenta que su persona despertaba más interés de lo normal.
No sabía si era por Lukas o por su barriguita… No es que fueran dos cosas especialmente nuevas, pero hoy se les había unido un último grupo que venía desde Estocolmo.
Lavinia abrió varios documentos en el portátil y revisó un momento la pantalla.
– ¿Quieres verlo? ¿El borrador?
Lukas se sentó muy, muy cerca.
– Déjame leerlo.
Lavinia propuso: – Lo tengo en copia.
– No, así está bien…
Siguió repasando el texto con un ojo puesto en la televisión.
Los tertulianos, los analistas…
Nunca envidió a Monique cuando cubría elecciones locales.
Todas las llamadas y las prisas.
Lukas dio un vistazo rápido sobre su hombro cuando su móvil volvió a sonar.
– ¿Qué dice Gregory Peggory? ¿Quién crees que ganará?
Alzó la vista hacia él con cuidado:
– Honestamente, pensaba que Jiménez. Pero ahora mismo el resultado parece muy ajustado.
– Ya.
– Por cierto – suspiró levantando una ceja – No sé si me siento muy cómoda con ese mote para Greg después de las cosas que me habéis contado de la fiesta y el resto que me he imaginado.
Lukas se humedeció los labios con una leve sonrisa, volviendo a recostarse en los cojines del sofá. – Sólo tomamos unas bebidas y creamos un poco de leyenda divertida alrededor. No fue para tanto, lo prometo.
Lavinia lo miró indecisa. – Vale… Oye, ¿tengo algo en la cara?
– ¿Por?
– Maja… allí – movió los ojos con discreción.
– Sólo son como moscones inquietos porque quieren pasar la Navidad en casa. Te necesito concentrada con eso de la India, ¿huh?
Lukas apretó suavemente su hombro, ayudándola a centrarse.
Sorprendentemente tuvo un efecto calmante mayor de lo que ella había previsto.
Con una sonrisa juguetona, Lukas puso su mano sobre la suya que descansaba sobre el panel táctil del portátil para hacerle mover el cursor. – ¿Podemos poner esta parte aquí arriba?
Tenían que conseguir que el comunicado fuera lo más inocuo, gris posible.
Así, si al final lo publicaban con la vorágine postelectoral, tenía más números para terminar en una pequeña columna en lugar de en la portada todo color.
Por eso tampoco le preocupó mucho si Carly Flight decidía comentar lo que fuera que había pensado que veía en el club durante su siguiente podcast.
Cuando el reloj marcó las 7, se desarrolló una oleada de actividad en todo el país. Las urnas en Georgia, Carolina del Sur, Virginia, Vermont, Indiana y Kentucky estaban cerrando.
¿GoJo tenía un plan si Mencken lo lograba?
Muchas cosas continuaban pasando en la tele.
Las "furgonetas de la victoria" de Mencken recogiendo gente para votar en Florida y abandonándoles en áreas de servicio. Luego… ¿un fuego en Milwaukee?
Paranoia, caos…
Todavía no había suficiente información de lo qué estaba pasando.
Todo cambió cuando alrededor de las 9 se empezó a decir que el fuego en Wisconsin probablemente había destruido un porcentaje significativo de las papeletas del estado.
Un analista de la PGN vaticinó que el desastre podría prolongarse durante semanas hasta que los tribunales decidieran cómo contabilizar esos votos faltantes.
Era un relato diferente del que se estaba dando en la ATN quienes en un principio no estaban dando datos del incidente. Y luego… bueno, luego sí.
Oskar se quejó ruidosamente cuando la pantalla táctil del mapa electoral de la cadena comenzó a enloquecer. – Putos inútiles…
– Pronto podrás hacer que cuelguen al culpable – comentó Lukas mofándose.
Greg estaba mensajeando directamente a Lukas que llevaba un rato con el móvil y los auriculares de música puestos.
Se sintió un poco molesta cuando su hermano mismo le confirmó que estaba haciendo eso. "Hay bueno rollo, me dio su teléfono… así que os mando mensajes a los dos".
"¿Estás seguro de saber qué haces?".
"Claro, sí. No te enfades".
"No me enfado. Pero ve con cuidado. Kendall y Roman te van a colgar si te pillan pasándonos información".
Cambió de posición incómoda, después de estar sentada por mucho tiempo, alternando el ordenador portátil entre su regazo y la mesa baja frente a ellos.
– Buf…
– ¿Te encuentras bien?
Intentó mantener buena cara.
Las constantes actualizaciones de Greg no ayudaban, porque hacía que estar en ATN en ese momento sonara terrible.
En ese punto empezaba a dar miedo no saber cómo iban a ir las cosas, y estaba físicamente incomoda.
– Sí. Ningún problema…
Lavinia se levantó para estirar las piernas y observó las calles de abajo. Bajo el cielo nocturno, la atmosfera le pareció llena de una sensación de tensión.
Pero se dijo que era ella sugestionándose.
Mientras Lavinia volvía su atención a la pantalla plana, los presentadores de la ATN hablaban ahora sí del incendio de Wisconsin.
Ravenhead, conocido por ese tipo de comentarios, comenzó una perorata sobre la extrema izquierda y los supuestos ataques de los antifascistas, lo que generó controversia entre algunos de sus colegas de GoJo.
– ¿Creéis que sabe que eso es ridículo?
– ¿Lo cuálo? Me he perdido, tío. ¿Están culpando a las personas trans? – cuestionó alguien, incrédulo.
Lo absurdo de todo aquello amenazaba con provocar las risas de esos dos.
Lavinia se contuvo de decir algo.
Ella tampoco podía obligarse a escuchar más de un segundo a Ravenhead. América…
Pero nadie estaba completamente a salvo de los lunáticos.
Lukas parecía concentrado.
En medio del caótico ciclo de noticias, el teléfono de Lavinia vibró, indicando la llegada de un mensaje. Era Roman.
Sin embargo, hoy, sus mems y bromas sólo sirvieron para que se pasara las manos por los ojos con irritación.
Todo era una pantomima de Halloween para él.
Estuvo tentada de llamarlo y gritarle que dejara de enviarle aquellas cosas.
En caso de que no lo hayas notado, mis hijos tendrán una herencia mixta, persa y americana. ¿Qué te hace pensar que lo estoy disfrutando, idiota?
Ella se conformó con el mismo mensaje de texto sin el idiota.
Eso se lo diría en persona cuando hubiera pasado lo del funeral.
Él respondió casi enseguida:
"No va contigo, no seas ridícula".
Roma quería que ganara Mencken. Menuda noticia.
De hecho, él mismo le dijo que estaba en el hotel en el que estaba ese hombre y su equipo.
Volvió la atención al portátil y a su móvil, intranquila.
Quizás podría ver el ángulo de la estrategia si Mencken no le pareciera tan dañino.
Dios, acababa de pedirle a Rasmus que dejara por ahora el expediente de Daniel Jiménez y echara un vistazo al que tenían sobre Jeryd Mencken. ¿Qué más necesitaban saber de él?, ¿de dónde venía?, etcétera.
Pero... joder.
Eso era sólo su trabajo.
Un trabajo que no tendría que hacer si Roman no estuviera conspirando para esta ida de olla.
Alrededor de las 11 de la noche supieron por su hermano que en esos momentos las oficinas de la ATN daban mucho miedo. Tom les estaba gritando a los empleados. Roman, Kendall y Shiv le gritaban a Tom. Ravenhead estaba desbocado.
– Entonces, Lavinia. ¿Lo tienes? – le pidió Lukas todavía sentado, levantando la rodilla izquierda y colocando el pie sobre el sofá.
Lavinia marcó en el teléfono de Lukas el número que él mismo le había indicado, mientras éste consultaba algo de último momento con Oskar.
– Toma…
Él le guiñó un ojo. – Gracias…
– ¿Qué demonios está pasando? – Lukas se dirigió al interlocutor en el teléfono mientras se ponía en pie, compartiendo una mirada con ella – ¿Todo bien? ¿Tengo que preocuparme? ¿Me mentalizo para ponerme cariñoso con ese tío tan espeluznante o…?
Aparentemente, Shiv le tranquilizó al otro lado de la línea.
Aunque Lavinia no pudo escuchar su parte de la conversación.
– Si porque Greg dice que las cosas se están poniendo peliagudas. Que no me rompan mi juguetito, ¿vale? ¿Shiv?
Lavinia reconoció el ceño fruncido de su jefe al colgar.
– ¿Es serio? – preguntó.
– No abre el pico.
Intuyó que le iba a caer la del pulpo a Greg…
Pero, de nuevo, fue Greg quien había empezado a mandar mensajes a Lukas, en lugar de dejar que ella hiciera de puente de una forma más discreta.
A medianoche, ya había limonada en los ojos de gente, Connor había dado un discurso de concesión y la ATN anunció Wisconsin para Mencken.
El desenlace de las elecciones todavía pendiente.
La ATN se jugaba los derechos de circunscripción electoral si se consideraba que no había habido juego limpio.
La idea de Mencken… Era inquietante pensar en ello ahora que parecía una posibilidad real.
Se mordió una uña agobiada.
Lukas pareció darse cuenta. – ¿Todo correcto?
El resto de sus compañeros se habían acercado a la televisión, con los ojos pegados a los resultados que se desarrollaban. Por supuesto, el atractivo de las cajas de pizza en la mesa cercana también pudo haber influido.
Oskar salió al balcón conversando con alguien por teléfono, creando sin querer un espacio seguro momentáneo para que Lavinia compartiera sus preocupaciones. Pero…
– No, olvídalo. La idea de Mencken me asusta. No creía que pudiera ganar de verdad, pero ahora…
Lukas arqueó una ceja, estudiándola: – No necesitas preocuparte. Encontraremos una manera de encantar al Sr. Siniestro. Después de todo, soy alto, rubio y guapo…
Lavinia puso los ojos en blanco. – Bueno, eso definitivamente es parte del problema – murmuró.
Volvió a morderse la uña hasta llegar a la carne.
– Oh.
Ella inclinó la cabeza, imitando su expresión. – Oh.
La sonrisa de Lukas no llegó a sus ojos. Lavinia se dio cuenta de que su cabeza estaba considerando lo que hablaban.
– Entiendo.
– Es sólo… Tengo la sensación de que es peor de lo que pensábamos... Quiero decir, imagina traer niños a este mundo de locos, quiero pensar que los sabré proteger pero… Me avergonzará mucho tenerles que explicar un día lo que está pasando hoy.
– Hirsch…
Oskar les interrumpió, dejándose caer en el sofá al lado de ellos, mirando fijamente la televisión. – ¿Habéis acabado? ¿Creéis que saldrán los Beach Boys en el discurso de la victoria?
Ella hizo un esfuerzo por no reaccionar. – ¿Cuántas décadas hemos retrocedido?
Oskar señaló la televisión, ignorándola. – Una cada cinco minutos. Es absolutamente de tarados.
Lukas respondió en sueco, el significado de sus palabras perdido para ella.
La gente se había ido retirando del salón de Lukas en la última hora y habían aplazado reuniones.
Había que esperar.
Los dos se habían trasladado al piso de arriba.
A la sala con cocina americana con vistas espectaculares de la ciudad.
Mientras ella tomaba un té de jengibre y él una copa de vodka con tonic surgió de nuevo la pregunta que Lavinia había querido hacer más temprano.
Pero la sacó él a colación.
– ¿Recuerdas que me has preguntado por Lawrence? – Lukas cuestionó.
– Sí.
– A Oskar le parece que Yee podría ser un buen encaje con esa idea del CEO americano. Se ha mantenido milagrosamente en el sector después de que sucedió con Vaulter y odia al dúo tralará.
Frunció el cejo. – Entonces no sería Shiv…
– Pff. Joder… Qui lo sá. El puesto que quiere ella no está disponible y no te enfades conmigo, porque cualquier cosa que creas que estoy diciendo no es lo que estoy diciendo… Pero incluso tú admitirás que tenemos una situación bastante comprometida, si está…
Ella rodó los ojos.
– ¿Me has mirado de cerca últimamente?
Él tuvo el descaro de sonreír.
– Muy de cerca y sé que te he prometido una baja maternal sueca aunque algo freestyle, y no habría problema, ¿vale?, pero al CEO es para pasearlo y que se coma todos mis marrones en América.
– Uno… todavía no sabes seguro si está embarazada, y dos… tal vez tiene su propio plan infalible – frunció el ceño.
Lukas sonrió entre dientes.
– La defiendes mucho – dijo en un tono que dejaba claro que pensaba que no era mutuo. – Pero ella ha estado de acuerdo en que tu texto es perfecto sólo por mi encanto.
Lavinia no iba a caer en su juego.
Pero quizás no necesitaban tener la discusión en este momento.
Suspiró.
Cerca de las dos de la mañana, el móvil de Lavinia fue bombardeado con los mensajes frenéticos de Greg.
"Lo van a anunciar. Joder, joder. Lo digo en serio".
Decidió llamarlo, levantándose del sofá bajo la atenta mirada de Lukas. Activó la cámara para ver el rostro de Greg y que Lukas lo escuchara.
– Greg, mierda.
– Estoy aquí con... con Jess... – Lavinia escuchó la voz del asistente de Ken de fondo, y luego vio su cara detrás de Greg. La atención de su hermano se centró en la otra chica. – No es como si nada fuera a cambiar, así que voy a bajar y dar... la orden de Tom, ¿verdad? – volvió brevemente a ella – ¿Lavinia?
– No, a mí… No me gusta esto, Greg… Pero mierda. ¿Están seguros que…? ¿Pueden hacer esto?
Greg nerviosamente colgó la llamada antes de despedirse.
Mierda…
La expresión de Lukas se volvió seria.
– Y tú querías Bloomberg News…
– Bueno, reconozco que esa idea era mucho más aburrida que incendiar eso que les gusta llamar la democracia más antigua del planeta.
Lavinia frunció el ceño. – ¿'Les gusta llamar'…?
– Difiero en la opinión.
La ATN anunció a Mencken como el ganador.
Vio cómo había un gran revuelo en Internet y otros canales de televisión.
Lukas volvió a hablar por teléfono.
– Jesucristo, ¿qué está pasando?
– Publicaremos las cifras en un plazo de 24 horas. Se van a cagar – le dijo Shiv, saliendo del edificio de la ATN a la calle.
– Sí, estáis locos…
– Están más que locos, Lukas.
– Sí, pero es una locura… – colgó – ¡Maldita sea!
Era tarde.
Lavinia escuchó el discurso de Mencken sentada a los pies de la cama en el dormitorio de Lukas.
Vino porque lo había oído maldecir en voz alta.
Para entonces, el resto ya se había retirado hacía mucho tiempo.
Orgulloso y puro como lema. Mierda.
Ni siquiera respondió al último meme que le había enviado Rome.
¿Qué has hecho?
Lukas la miró en silencio por un momento antes de sentarse a su lado, ella lo dejó jugar con los dedos de su mano.
– Aceptaré algunos pases a Marte cuando Elon te los venda – le dijo en voz baja.
De alguna manera, la mano de Lukas aterrizó en su brazo, tomándola desprevenida.
– Eh. Si alguien envía un paquete tan preciado como ese a Marte, tendré que ser yo quien dirija la operación, no otro tipo – arrugó la frente – ¿Quieres quedarte esta noche?
– No lo sé.
Le puso un dedo en la barbilla para llamar su atención. – Me gustaría que te quedaras a pasar la noche. Oye, pase lo que pase ahí fuera... No tienes de qué preocuparte, ¿vale?
– Creo que debería retirarme. Mañana nos espera otro día de esos...
Quizás por un momento pensó que quería quedarse. No tenía ganas de estar sola. Él estaba aquí y se sentía bien. Pero él no era la persona que ella quería aquí con ella.
¿Lo era?
Los dedos de Lukas se deslizaron por su mandíbula y ella abrió los ojos nuevamente para mirarlo. El tono de sus ojos recordaba los cielos más claros del verano, pero siempre había un atisbo de oscuridad acechando. El toque de barba incipiente que adornaba sus rasgos le daba ahora un aspecto más joven.
Su pulgar rozó su labio inferior mientras ella pensaba. El mismo pulgar que había usado otras veces que se besaron. Ella no se movió. Simplemente se quedó frente a él con los ojos cerrados. El dedo de Lukas finalmente se retiró con una caricia.
Lukas había decidido que felicitar o no a Siniestro esta noche era lo de menos, lo harían en su momento. Tenían a Shiv para guiarlos.
– ¿Quieres que nos quedemos en el sofá de ahí afuera viendo llegar el día? – Él preguntó. Le retiró un mechón de cabello: – Después podemos dormir unas horas.
Ella no respondió de inmediato.
Tenía que ver a alguien. Hoy. Por lo menos.
Lukas se inclinó y la besó de nuevo. Esta vez más profundo que en la discoteca. Su cabello olía bien… Él la empujó suavemente atrás en el colchón. Como si esto fuera lo más natural del mundo para él. Como si esto fuera lo que siempre pasó entre ellos.
Lavinia puso una mano en su pecho. Suficiente para que se retirara.
– Lukas... ahora no...
– Vale.
Se lo quedó mirando. – Tengo que irme. Nos vemos mañana.
Él le pasó una mano por el brazo como dándole calor.
– Me alegro de que formes parte de todo esto.
Lavinia asintió y se levantó apretando los labios. – Lukas…
– No mañana pero en unas horas. Vete a la cama Lavinia.
Pero esa última frase sonó demasiado impostada. Como si no creyera esa parte.
Ella recogió su teléfono y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Abrió la aplicación para pedir un coche.
Fue directamente donde un Uber la esperaba estacionado en la calle y se sentó en la parte de atrás. Tenía los hombros tensos y las manos le temblaban ligeramente. El conductor giró la llave para arrancar el coche.
– ¿Tribeca?
Stewy miró hacia la ventana, con los ojos fijos en el extenso paisaje urbano.
Sintió una aversión en la boca del estómago. Puede que él no fuera un santo, pero ciertamente no quería un nazi de presidente.
Tampoco es que Jeryd Mencken estuviera siendo muy sutil.
Cerró el televisor que seguía encendido en el salón.
Lavinia no había dicho una palabra, lo que significaba que no vendría. Eran las 3:30 am y no pudo evitar sentir también una punzada de decepción.
Podría haber supuesto eso una vez se anunció un ganador y no hubo llamada.
Después de todo, ella no estaba trabajando en los medios. Era sólo otra noche más con los acólitos de GoJo.
Lavinia podría haberse ido antes, tal vez a medianoche. ¿Realmente necesitaba estar allí a esa hora?
Stewy no podía dormir, no podía respirar. Entonces, llamó a alguien que imaginaba cabreado con él por ignorarle.
Inexplicablemente Tabitha le había enviado un mensaje esta tarde…
Supuso que Roman era quien le había dado este número.
Con toda probabilidad no el día de hoy (o bueno, ayer).
"Como los ex oficiales en esta familia, creo que deberíamos juntar esfuerzos para apoyarles en el funeral. ¿Qué opinas?" – La ex pareja de Roman le había preguntado en su mensaje. "Quiero decir, habría llamado a Rava… pero no es lo mismo, y tú me sirves el doble. Lavinia es mi amiga y tendrá a su madre y su padre allí. Alguien debería estar pendiente de ella. Los dos sabemos que sus padres ponen el des- en desorden".
"Todavía pienso que lo que le hiciste fue una canallada. Lamentablemente ella te quiere y creo que necesitaré soporte con Roman, no quiero que eso también recaiga en ella".
Stewy suspiró cuando la voz de Tabitha llegó a través del teléfono móvil sin ningún saludo formal:
– ¿Oh, al final contestas? – La chica mezcló la pregunta con un humor deslenguado.
Se escuchaba algo de música de fondo, pero gradualmente se desvaneció a medida que su conversación tomó prioridad.
Stewy jugueteó con su teléfono, tratando de encontrar una posición cómoda inclinado sobre la ciudad desde lo alto de su apartamento.
– No podía dormir.
– Bueno, parece que tengo que recurrir a medidas drásticas para llamar tu atención, Hosseini. No me digas que no has leído mi mensaje hasta ahora… ¿Posees un reloj? Espero que eso no sea tu versión de una llamada de botín porque tendría que cortarte las pelotas – le advirtió.
– Era tu número o la cocaína en mis pantalones.
Con el cansancio evidente en su voz, no pudo evitar inyectar un toque de honestidad.
Tabitha se rió.
– ¿Y no vas a tomar coca, por qué?
– La esperanza de los tontos.
La música se desvaneció gradualmente.
– Está bien, háblame – instó, su tono cambió a uno de curiosidad.
Cuando la música se apagó completamente, la conversación tomó un giro más serio. Stewy respiró hondo, con la mente llena del peso de una confesión que seguramente estaba fuera de lugar.
– Quiero casarme con ella.
Hubo una pausa al otro lado de la línea, Tabitha abrió la boca para protestar pero la cerró…
Finalmente, la amiga de Lavinia habló, con voz mesurada y cautelosa. – Sí, algo me había llegado. Entonces, ¿estás hablando en serio? – preguntó.
Stewy jugueteó con la cajita de terciopelo azul que tenía en la mano y sus dedos trazaron sus bordes distraídamente.
Hasta un momento antes la había llevado en el bolsillo del pantalón.
– Compré un segundo anillo hoy – reveló.
Tabitha levantó una ceja, su curiosidad se apoderó de ella.
– ¿Qué pasó con el primero?
– Era común. Jodidamente caro pero común.
– Ya veo.
– ¿Qué es lo que ves?
– No quiero que la hagas sufrir más.
– Nunca ha sido mi intención – le aseguró.
Con un dejo de escepticismo, Tabitha investigó más:
– Entonces… ¿cuál es tu plan? ¿Te vas a casar, y ser un padre de familia, así sin más…? Perdóname, ¿eh? Sé que no te conozco tan bien. Pero eso es un cambio del demonio – cuestionó, su tono teñido de duda.
Stewy exhaló.
– Haré todo lo que ella me deje. Me niego a perderla, pero yo… respetaré sus deseos si ella quiere que me aleje.
Tabitha le advirtió, sus palabras mezcladas precaución por el corazón de su amiga. – Ten cuidado con las promesas que haces.
– ¿Qué otra opción tengo?
Tabitha pensó unos instantes y, entonces, como si se resistiera a darle una tregua:
– Siempre fue impresionante saber que tenías las agallas para ser el padrino de boda de tu ex, por el amor de Dios – concedió incrédula – Roman me lo contó. Sigo pensando que no te la mereces pero apuesto que algo se te ocurrirá...
Apoyando la frente contra el frío cristal, Stewy contempló sus siguientes pasos.
– Haré lo que sea necesario. Se lo he prometido.
Tabitha reconoció la necesidad de apoyo, pero solo dijo: – Si sólo hubieras comenzado por ahí.
Stewy chasqueó la lengua y respiró hondo.
– Daría cualquier cosa por haberlo hecho de otra manera.
– No me malentiendas. Lo pillo. Tener un hijo debe ser una de las cosas más estresantes de la vida. ¿Pero sabes qué? Creo que a Lavinia le iría genial sola. Si das este paso, no le empeores las cosas. No creo que te rindas como dices. ¿Cuál es tu plan?
Stewy no pudo evitar contemplar su propia incertidumbre. – ¿Sentirme una puta mierda es un plan? – cuestionó.
– No siempre.
Su conversación fue abruptamente interrumpida por el timbre de la línea fija de Stewy.
Nadie llamaba allí excepto desde la portería del edificio.
– Creo que esa es mi señal – dijo forzando la voz, algo más en ella – Discúlpame.
– Te busco mañana antes de entrar en la iglesia, ¿huh? Necesito de tu ayuda y quiero tenerte vigilado. Además no quiero sola a ese funeral y sentarme al final al lado de algún secreta.
Cuando colgaron, Stewy sabía que el camino por delante sería difícil, lleno de obstáculos e incertidumbre. Pero estaba decidido a afrontarlo de frente, a luchar por Lavinia.
Al menos hasta que ella realmente le pidiera que no lo hiciera.
Alguien interrumpió a Tabitha colocando un gin-tonic frente a ella. – ¿Vas a entrar de nuevo?
– Sí. El ex de mi amiga necesita terapia
– ¿Qué ha hecho?
Ella simplemente se encogió de hombros. – Ser un idiota.
– ¿Sólo eso?
– Puede. No sé si debería animarle.
Stewy descolgó el otro teléfono, sólo para sentirse confundido con la voz de apuro del portero de su edificio.
– Perdón por llamar tan tarde, señor Hosseini.
– ¿Qué pasa, Lance?
– Ha venido una señorita a verlo.
Stewy frunció el ceño. – ¿Por qué no la has hecho subir?
– Me pidió que llamara a su apartamento, señor Hosseini, pero luego... me dijo que no me preocupara y salió al portal. Pensé que avisaría a otro coche y se iría pero se ha quedado en la calle con su móvil. La reconocí de la última vez. Perdón por molestarle a esta hora – Stewy parpadeó mientras el hombre intentaba explicarse – Pero yo sólo… quiero decir, no es mi lugar y no quiero causar ningún problema. Sólo he pensado... A estas horas, con este frío y chispeando…
– No te preocupes. Gracias, Lance– interrumpió Stewy dejando el auricular antes de que el portero pudiera terminar. Dio una carrera hacia el ascensor.
Cuando la puerta del ascensor se abrió en el vestíbulo del edificio, Stewy vislumbró el pasillo a través de la entrada de cristal. Lance le saludó con un buenas noches.
Miró al frente y allí estaba ella. De pie en la calle junto a la puerta de entrada, parecía perdida en su teléfono, su cabello bailando con la lluvia.
Sobre su hombro colgaba el bolso en el que solía llevar su ordenador portátil. Su abrigo, no lo suficientemente grueso para el frío, estaba abrochado hasta la barbilla. Stewy no pudo evitar notar la leve arruga de su nariz mientras desafiaba el aire frío.
Dios, qué guapa era.
– Lavinia...
Ella se giró con un sobresalto cuando escuchó su nombre.
Se pasó una mano por la cara.
– Stewy. Lo siento. Le dije que no te avisara. Me di cuenta de que no era buena idea subir a las 4 de la mañana. Ya he llamado a otro coche – se disculpó.
Sabía perfectamente por qué no podía subir a esta hora a su apartamento.
Lo había sentido en los huesos cuando el portero se giró para marcar a su piso la primera vez.
La trepidación que la hizo sentir como si estuviera demasiado cerca de una casa en llamas.
Stewy la estudió atentamente. – Ésta es tu casa. Mierda, Liv. Pero siento haber insistido con que vinieras tan tarde… Deberías estar descansando.
Ella quitó importancia a eso con su expresión. – He pasado sentada gran parte de la tarde. Fue... Incómodo. Y el discurso ganador de Mencken… horrible. Viniendo hacia aquí en la radio alguien que se hacía llamar moderado dijo que no era obvio que era un fascista. '¿Cómo sabemos que no será bueno para Estados Unidos?'. Por favor…
Stewy la escuchó, sabiendo que tenía que mentirle a ella y a sí mismo. – Todo estará bien. Permíteme...
Lavinia vaciló un momento más y luego se inclinó para dejar que él la sostuviera con un brazo.
El movimiento casi le hace perder el equilibrio. Él tomó el bolso de su hombro y ella se apoyó pesadamente en él.
– Livy… amor.
Lavinia se enderezó y dejó escapar un suspiro con una pequeña sonrisa. – He decidido que no quiero hablar de nada más… Esta noche no…
– No hay problema. Ahora, por favor, ven conmigo arriba.
Lavinia vaciló un momento y miró hacia el vestíbulo del edificio. – ¿Podemos sentarnos aquí un momento? Hasta que llegue mi coche – pidió.
Sorprendido de sí mismo por no protestar, Stewy asintió con voz suave. – De acuerdo.
Se avergonzó de haberle insistido para que ella viniera a esas horas.
Aparentemente nunca fue suficientemente obvio lo embarazada que estaba, o él no podía dejar de comportarse como un imbécil.
Stewy no pudo evitar notar el agotamiento en los ojos de Lavinia.
– ¿Estás bien? – preguntó Stewy.
Lavinia bajó la cabeza y extendió la mano hacia la de él. – Eso me asustó... El discurso – admitió. Ella le apretó la mano suavemente.
Stewy le devolvió el apretón de la mano. – Ven, sentémonos allí.
La guió a través del vestíbulo principal hacia un sofá delante de donde estaba el puesto de Lance, y dejó que ella tomara asiento. – Quédate.
– Tengo que levantarme en cuatro horas. Ni siquiera debería decirte eso, pero estamos con algo, tengo que estar despejada mañana – Stewy estaba en la junta. Y con Kendall. No podía revelarle los detalles de la estrategia de la India.
– Sólo quédate a pasar la noche – le susurró.
–¿Podemos estarnos aquí sólo un momento? – Ella preguntó, con los ojos momentáneamente cerrados.
– Por supuesto – asintió. – Lo que tú quieras, cariño.
Stewy decidió que tenía que añadir algo más.
Se inclinó y tomó suavemente sus manos entre las suyas. – Livy… Tengo varias cosas para ti arriba – comenzó – ¿Crees que podría ir a buscarlas?
– Sí – lo miró con un atisbo de curiosidad.
– Pero no te vayas – pidió en voz baja sin querer perderla ni por un momento de vista.
– Vale…
Respiró hondo, sintiéndose ridícula, una cría, una tonta… cuando vio como Stewy vaciló. Él esperaba totalmente no encontrarla allí cuando regresara.
Echó un vistazo a su cuenta de Twitter y vio que hoy muchas personas sufrían de insomnio.
Cuando volvió a levantar la vista, Stewy se acercaba a ella con una bolsa.
Parpadeó.
– Stewy…
– Quiero que veas esto. Esta tarde vi una farmacia y pensé… Bueno, compré esto – le mostró una caja.
– Esto es…
– Un detector fetal, por si cuando estés en casa relajada quieres, bueno… puedes grabar y escuchar el corazón de los bebés… aunque si sientes que algo va mal, la mujer ha insistido que siempre debes ir a un médico para estar segura.
No pudo evitar sonreír.
– Entonces has pagado un juguete caro del que no nos podemos fiar. Como esos walkie talkies de los noventa.
Él se mordió el labio.
– Digamos que ¿sí? Pensé… Que así podíamos seguirles la pista como "ey, tú" y guardar algún recuerdo para ellos.
Si hubieran sido pareja, ella definitivamente lo habría besado allí, pero solo puso la mano sobre la suya. – Gracias…
Se sentía increíblemente contradictoria, pero no podía evitar serlo cuando no podía aclarar su cabeza.
– También me vendió un libro, pero había pensado en quedármelo prestado – anunció Stewy.
Jugueteó con una mano en la cajita escondida en el bolsillo de su pantalón, pero no se movió.
Quería hacer eso correctamente.
Era lo que quería y necesitaba hacer.
No como la última vez.
No era suficiente repetirle sólo aquellas palabras.
Tenía que hacer que contara.
La notificación de Uber se activó en el móvil de Lavinia. – Ese es mi aviso.
Stewy no la presionó. Decidió tener paciencia.
Tomó la mano de Lavinia en la suya una última vez. – Cuando estés preparada para esa conversación…
Lavinia se sorprendió diciendo. – Deberíamos cenar como dijiste, pero tal vez no aquí, y deberíamos prometernos que nos quedaremos hasta que los dos estemos de acuerdo en la conclusión. Stew… necesitamos centrarnos en ellos.
– Sí.
Ella se marchó a casa pero apenas durmió.
Recibió el ok definitivo y final de Oskar sobre el comunicado sobre las 8.
Lo tenía que enviar y luego… Oskar había adjuntado el link de otra noticia.
"Lukas Matsson estrena romance y paternidad".
Oh, Dios. Dios, Dios.
Era un artículo de Carly Flight en el Atlantic. ¿No tenía sólo el podcast?
Un momento. Acababa de escuchar a medias su podcast sobre las elecciones y se le ocurrió que probablemente era el más escuchado jamás. ¿Había dicho esto allí? Había detenido el audio antes del final.
[La joven es sobrina nieta de Logan Roy y trabaja con el mega multimillonario sueco desde el pasado verano…]
Ese subtítulo era… ¡Joder, les había hecho fotos!
[Uno de los hombres más ricos del mundo, Lukas Matsson, de 43 años, fue captado por esta periodista en compañía de su nueva novia, Lavinia Hirsch, de unos 30, disfrutando de la noche de la ciudad de Nueva York. Se espera que la pareja asista hoy al funeral del titán Logan Roy de quien se prevé que Matsson adquiera la empresa en las próximas semanas].
Bien, le habían quitado años, ¡y metido en una tremenda incómoda situación! Se suponía que ella no debía ser el foco de nada en esa iglesia.
No sé si he hecho bien en traeros a este mundo de locos.
[Hirsch, vestía un bonito vestido de Zadig ¡y barriguita de embarazada!, mientras que el dueño de GoJo portaba una bomber dorada de marca japonesa de street style Needles. Se le vio abrazando a Kendall Roy después de una animada y extraña charla. ¡Qué manera de entrar en una familia!].
Fue estúpido, pero pensó sarcásticamente: Stewy va a estar súper contento, ¿huh? Él sabe que no es verdad, pero aun así…
Podía llamar y pedir una rectificación, pero en ese clima eso hacía de Lukas una persona confiable. Y gracias a la excéntrica interpretación de Carly, maldita familia.
Lavinia permaneció en trance.
Tenía un comunicado sobre la India que distribuir, un vestido negro que ponerse, un abuelo que recoger, ¡y a mamá!. Porque Greg también estaría trabajando hasta el último minuto.
Todavía no había llamado a papá.
Apenas se había hecho de día.
Y estaba famélica. ¿Todavía tenía esas almendras?
Tendría que haber parado en algún lugar abierto con comida para llevar de camino a Queens.
De repente, en la calle, el sonido de una sirena partió el aire, un vehículo de emergencia de alguna clase.
Se puso el vestido y se dirigió al departamento de Lukas, sintiendo náuseas durante la última hora.
Los disturbios habían empezado de madrugada.
Cuando entró el amplio recibidor, Oskar ya estaba allí.
– Oye – saludó.
– Hola. Felicitaciones – respondió Oskar, su tono estaba lleno de sarcasmo.
Frunció el ceño.
– Sí, lo que sea. Con todo lo que está sucediendo en la ciudad y después de las elecciones, ¿a quién le importa realmente? Por eso publicamos hoy todo el asunto de la India, ¿no? Nadie está mirando.
– Bueno, um, ¿la gente en las redes sociales para quienes los números son sólo un galimatías? ¿Suecia? ¿Sus 'haters'? ¿el futuro editor de Ebba?. Pero sí, tienes razón. Nadie va a mencionarlo junto con la foto de Lukas y tuyas en el funeral – Oskar divagó con una sonrisa pedante, como si le dijera "yo avisé" y "pero eh milagrosamente es algo bueno". "Al menos no están diciendo que es un acosador".
– Mira, solo quería consultar rápidamente con Lukas sobre la India, y tengo que irme, mi madre y mi abuelo me están esperando – explicó.
Y entonces, allí estaba él.
– Oye, oye, oye... mi chica – saludó Lukas en tono de broma.
Sus ojos brillaban como si la estuviera viendo por primera vez. La rodeó con sus brazos y le plantó un suave beso en la frente. – Buenos días.
Ella le devolvió la sonrisa quieta, tratando de no reaccionar mal, pero fracasó. Lukas la miró fijamente y su expresión de repente fue seria. – Podemos publicar una carta diciendo lo que te parezca más cómodo. Oskar no cambiará ni una sola coma – sugirió.
– No, supongo que no importa. Dejemos que la historia se ahogue en el desastre de hoy, tal como tiene que ocurrir con lo de la India – respondió, descartando la idea.
– Está bien entonces. ¿Estamos listos para partir? – inquirió Lukas.
– Sólo necesito llamar y recoger a mi abuelo y a mi madre. Nos vemos en la iglesia – respondió.
– Lleva a uno de mis chóferes – ofreció Lukas.
– Gracias.
– Lamento que tengas que lidiar con todo este asunto de India y monitorear todo lo demás hoy – ofreció Lukas.
– No, está bien. Tengo mi teléfono. Me las arreglaré – le aseguró.
– Entonces eso está arreglado.
Luego, Lavinia metió la mano en su bolso y sacó su teléfono para llamar a su madre. Le aseguró que todavía estaba viva y en camino. Tuvo una conversación similar con su abuelo. Al finalizar esas llamadas, recordó que necesitaba comunicarse con Stewy, pero de todos modos se verían en un par de horas.
El avión de su padre aterrizaría en dos horas, por lo que llegaría tarde. No era gran cosa. Podría entrar discretamente y quedarse atrás.
Le dejó un mensaje en el contestador.
Había disturbios en medio Manhattan, una tensión que flotaba en el aire como una tormenta en el horizonte. La energía de la ciudad crepitaba de inquietud.
– ¿Estás enfadada? – Preguntó Lukas, su voz inquisitiva.
Lavinia suspiró frente al ascensor una vez en el garaje y sus ojos se alzaron hacia él en el pasillo que llevaba donde les esperaban los coches. – No esperaba... – se interrumpió.
Alguien se acercó para hablar con Lukas.
– Seguridad no me daba luz verde para salir pero ya está arreglado – dijo éste. – ¿Dónde está el conductor que tiene que llevarte? ¿Y si voy contigo?
– ¿Por qué harías eso? – preguntó Lavinia, despertada su curiosidad.
– Sólo para asegurarnos de que los dos lleguemos – respondió Lukas – ¿Puedo confesar algo?
Lavinia asintió con la mirada fija en él. – Sí.
– Si las regulaciones no me frenan, pero los hermanos siguen buscándome las cosquillas, voy a tener que pedir el voto a tu abuelo – dijo Lukas, su voz apenas era un murmuro – y mierda, a tu ex, ¿pero eso no servirá de mucho, verdad? – sonrió.
Lavinia asintió pensativa, pero respondió. – Lo sé... sólo esperaba que no fuera el día del funeral.
– No diré nada inadecuado – prometió Lukas, su voz suave pero firme. – Sólo quiero darle mi pésame.
Lavinia se mordió el labio. – Necesitamos la menor atención puesta en ti hoy.
– Así estamos de acuerdo que es mejor si soy discreto. Mira, de esa forma me aseguro que tu abuelo sepa que me preocupo por ti como… jefe y también me cercioro que llegas a la iglesia sana y salva.
– No estamos en una zona de guerra.
– Pero hay calles cortadas y gente muy enfadada.
– Está bien – aceptó Lavinia, su voz teñida de frustración.
Un chófer y los guardaespaldas de Lukas se acercaron a él.
– Permanece a mi lado hasta que estemos en Sant Regis. Parece que lo van a blindar con seguridad.
– ¿Mencken?
– Sí, así que estará el servicio secreto por todos lados.
Caroline miró a la puerta de la catedral perdida en sus pensamientos por un momento.
– Oh, Dios. Es una copia a carbón.
Frank estaba cerca. – Louise…
– Su abuela ya tenía madera de Helena de Troya…
El hombre sacudió la cabeza.
Karl habló con su colega un momento después de que Caroline siguiera por el pasillo de la iglesia.
– Entonces esta Helena se queda en Esparta, ¿uh?
Stewy encontró la noticia en Twitter.
Fue peor que la última vez que Lavinia apareció en un artículo con Matsson.
Se sintió enfermo.
