N/A: ¡Lo siento, lo siento, lo siento! Llego con retraso ❤️

Para todos los que estaban esperando esto, estoy viva, solo tuve un caso "grave" de bloqueo de escritor en junio.

Espero que todavía estéis por aquí ;)


"And the walls kept tumbling down in the city that we love
Grey clouds roll over the hills bringing darkness from above

But if you close your eyes
Does it almost feel like nothing changed at all?
And if you close your eyes [...]"

– Pompeii (Bastille)

Capítulo 45. Con los ojos abiertos I

El exclusivo restaurante vibraba con el tintineo de vasos y las risas mientras Lukas y Lawrence Yee estaban sentados uno frente al otro, su conversación giraba hacia los negocios y el futuro. Lawrence, bregado en esas lides y satisfecho por la posibilidad de la venganza y una asociación prometedora, dirigió su atención hacia Lukas con un brillo de complicidad en sus ojos. – Felicitaciones por la inminente paternidad, Lukas. Es un gran paso – dijo Lawrence, su tono estaba lleno de curiosidad.

Lukas, cogido a contrapié por la mención inesperada, consiguió dibujar una sonrisa de agradecimiento. – Gracias. Sin duda, será una nueva aventura...

Hubo una breve pausa mientras la mirada de Lawrence se detenía en Lukas, un atisbo de perspicacia cruzaba sus rasgos. Lukas no pudo evitar sentir una punzada de inseguridad.

– ¿Todo bien? – Preguntó Lawrence Yee, su voz mesurada, pero insinuando una comprensión más profunda.

Lukas parpadeó, intrigado por el cambio de tono. – ¿Curioso? – respondió, con un matiz de irritación filtrándose en su voz.

Lawrence se encogió de hombros, con una sonrisa de complicidad en sus labios. – Puede.

Lukas humedeció los labios. – Entonces conoces a Lavinia – continuó – Es mi mejor fichaje este año.

Lawrence asintió. – Perdona mis modales. La conocí hace unos meses en una fiesta con… ya sabes, Hosseini. Me han dicho que has hablado con otras personas para el cargo de director ejecutivo, pero supongo que a él debo descartarlo…

Lukas rió entre dientes fingiendo participar de la broma. – No hay ninguna posibilidad. En cambio contigo, Yee, hablemos…

Lo cual era tal vez perder el tiempo porque ya estaba explorando la idea de Tom en su cabeza.

De alguna manera, se contempló brevemente la idea de tolerar a Shiv: era inteligente y, aunque no deseaba realmente el trabajo que ofrecía, tal vez solo hubiera que estar cerca.

Ello podría incluso hacerle sumar puntos con Lavinia.

Hache también se enfadaría si seguía manteniendo a la pelirroja en la oscuridad hasta confirmar que tenía todos los votos asegurados.

Pero Siobhan significaba demasiados problemas… No necesitaba más ideas ni preocuparse por un golpe de estado.

Aunque no le importaría optar por un CEO con menos experiencia… Shiv nunca se conformaría con las condiciones que él ponía.

Yee asintió con la cabeza, sus ojos brillaban de diversión. – ¿Qué quieres saber?

La tensión que había flotado brevemente entre ellos se disipó, reemplazada por una sensación de camaradería mientras reanudaban su comida.


La intervención médica salió bien, salvo algunas pequeñas molestias, Lavinia no notó ningún síntoma de alarma ni dolor en toda la semana.

Pero salir de su propia cabeza fue más difícil.

Él ha hecho todo lo razonablemente posible para ganarse tu perdón...

No puedo seguir contigo, no puedo seguir sin ti. Me vas a volver loca…

Tal vez todavía se culpaba y culpaba a Stewy cuando pensaba en la amenaza de aborto que había vivido. El estrés al que había estado sometida…

Hace apenas unas semanas, él todavía no estaba convencido de su futuro juntos, lo que sí le había roto el corazón, pero no había sido una sorpresa.

Hemos causado mucho estrés a los bebés y si…

Era un embarazo de riesgo y no podía permitirse más sustos.

Su relación había sido desordenada y tóxica desde que la ganaron las inseguridades y después llegó la montaña rusa de su embarazo, GoJo…

Stewy había abrazado la idea de la paternidad por ella, ¿pero estaba realmente listo?

Podía imaginarlo parado en el pasillo con un bebé en brazos y pánico en su rostro, mientras ella consolaba al otro.

¿Se sentiría siquiera atraído por ella cuando pareciera una muerta viviente con un camisón manchado de leche, un moño deshecho y unas ojeras preocupantes?

Los primeros meses de embarazo en solitario, sin apoyo, ya habían sido un viaje emocionalmente muy difícil. Las incertidumbres, el estrés…

Volver a perderle la hundiría.

Sé que una vez que nazcan tendrás derechos como padre. Solo espero que podamos llegar a ese punto en primer lugar.

Lavinia, con el pelo recién lavado y la blusa desabrochada, se paró frente al espejo de cuerpo entero de su habitación, contemplando su reflejo. Se giró hacia un lado, admiró la sutil curva de su vientre que se volvía más pronunciada semana a semana. Su mano descansó naturalmente sobre el pequeño bulto.

Y venían dos… ¿Sería buena madre?

Mientras trazaba el contorno de su creciente estómago, no pudo evitar sentirse insegura ante los cambios que había experimentado su cuerpo desde aquel día con el predictor en el baño de su apartamento.

Las náuseas y fatiga que había experimentado en el primer trimestre ahora habían dado paso a este impás en el que había estado prisionera entre estas paredes.

Estaba ilusionada, pero también tenía muchos miedos.

Sus dedos se pausaron sobre su abdomen, dudando de si había sentido el suave aleteo de los dos pequeños acurrucados dentro de ella. Todavía era una sensación efímera, como un ligero aleteo de mariposas que solo percibía al permanecer muy quieta.

Las primeras veces fue acostada en la cama y no estaba segura si se lo imaginó.

Perdida en sus pensamientos, Lavinia susurró con ternura: – Estamos juntos en esto, ¿vale? Moveré montañas para manteneros seguros aquí conmigo hasta que sea el momento.

Aunque sus bebés no podían entender sus palabras, ella confiaba en que sentirían el amor y la promesa que les enviaba.

Continuó mirando su reflejo, intentó gustarse, aceptar los cambios que su cuerpo estaba experimentando para nutrir esas dos preciosas vidas por venir.

Sus cabellos una masa alborotada de color castaño.

Tomó el Doppler fetal portátil de su mesita de noche y lo colocó con cuidado contra su vientre en crecimiento, consciente de las limitaciones del dispositivo.

Cerrando los ojos y respirando profundamente, se concentró en los latidos rítmicos que llenaban la habitación: los corazones sincronizados de sus bebés.

Una sonrisa apareció en sus labios mientras escuchaba atentamente, saboreando el momento antes de dejar a un lado el Doppler a regañadientes para prepararse para su compromiso laboral esa tarde.

Hoy fue el regreso a su rutina habitual.

Se había levantado, desayunó, atendió la llamada del hospital con los resultados del NIPT que mediante un análisis sencillo pudo descartar toda una serie de anomalías cromosómicas, y luego bajó a la planta inferior donde había presenciado el intercambio entre Lukas y Shiv.

No hay razón para sospechar nada fuera de lo normal – la voz del obstetra fue sosegada y tranquilizadora al otro lado de la línea. Los resultados de la prueba estaban disponibles y todo era normal, una ola de alivio la invadió ante la noticia.

Debía continuar adelante, reducir el estrés, mantener baja la presión arterial y asegurar un embarazo y parto tranquilos lo más a término posible.

Una cosa que quiero que intentes cambiar es la cantidad de estrés que estás experimentando. Es fácil decirlo, ¿no? Pero toda la cortisona del estrés en tu cuerpo puede afectar a los bebés. No puedo dejarte hacer deporte, pero tómate momentos de tranquilidad para sentarte y sentirte centrada.

El doctor le recordó que todavía había un cierto riesgo de preeclampsia y le recetó una dosis baja de aspirina diaria para controlar su presión arterial.

Por lo demás sólo tenía que ser prudente.

Aunque, creciendo con los cambios de humor de Marianne, las crisis, había aprendido a moderar siempre sus expectativas, manteniéndolas realistas, nunca demasiado altas.

Le provocaba escalofríos, al igual que las pesadillas y las historias de fantasmas que contaba el viejo John Finnigan.

El embarazo, desde esa perspectiva, era francamente aterrador.

A veces somos nuestros peores enemigos.

Lavinia sabía que tenía que tomar medidas hacia cualquier cosa que alterara su paz mental, no deseaba más complicaciones, muchas gracias.

Antes de finalizar la llamada, el tono del médico se suavizó y la curiosidad de Lavinia se despertó mientras escuchaba atentamente. – Ah, y una cosa más, Lavinia. También tenemos el sexo de tus mellizos.

No estaba segura de si debería haber comenzado a prepararse para sus bebés y si conocer su sexo antes de que nacieran era un error.

Le preocupaba que si algo salía mal, no sería capaz de afrontarlo.

Por eso no había empezado a hacer las grandes compras: necesitaba más ropa que unos pocos bodies, y juguetes, cunas, cambiador, tronas… Tenía el historial de Internet lleno de búsquedas de ese tipo.

A pesar del peso en su pecho, tras la llamada de esta mañana, se sorprendió a si misma dibujando una sonrisa cansada pero contenta.

Te daremos una cita de seguimiento para que podamos controlar que todo está bien. ¿Te digo la noticia?

Sí, por favor…

Pudo adivinar un tono más cercano en la voz del teléfono. – Es un niño y— también una niña… Felicidades. Llámanos si hay algo, ¿de acuerdo?

No entendía por qué sentía un nudo en la garganta, pero logró murmurar un "vale" en señal de agradecimiento.

Un sentimiento de felicidad se apoderó de ella.

Esto los hacía mucho más tangibles, tocando las fibras de su corazón de formas que nunca habría imaginado.

Y a ella realmente le hacía gracia el factor niño niña.

Es posible que incluso lo hubiera deseado en secreto…

Porque no sabía si volvería a pasar por otro embarazo, ¿verdad?

No estaba segura de poder olvidar lo poco apoyada que había estado hasta hace poco como para no sentirse de una cierta manera ante la posibilidad en el futuro.

Un niño y una niña era la combinación perfecta. Ella esperaba que tuvieran un gran vínculo.

Pero inmediatamente también sintió inseguridad.

Una niña.

Sabía cómo apañárselas con un niño… lo había hecho con Greg mientras crecían y este era el hijo de Stewy... No parecía tan aterrador. Pero ¿y si no era una buena madre para ella? ¿Con qué ejemplos contaba? El cerebro le mostró una imagen tras otra de su madre todas ellas desmoralizadoras.

¿Puedes ser mala hija y buena madre? Ella sabía lo difícil que era vivir las relaciones madre-hija. Ella no quería…

¿Estás bien? – insistió el médico ante su silencio.

Más que bien, creo… Lo haré, gracias de nuevo, doctor.

Todas las pruebas hasta ahora habían salido bien, lo cual era lo más importante.

Pero daba miedo sentirse tan ligada a algo tan incierto y frágil.

¿Tendría Stewy una opinión sobre el sexo de los bebés?

Había especulado sobre lo de Mini V pero... No estaba hablando en serio ni tenía realmente preferencia por una niña, ¿verdad?

No era lo mismo que para ella.

Estaba claro que le importaba aunque fuera solo por la forma en que actuó en el hospital, se dijo a sí misma.

Él se preocupa por esto a pesar de los miedos y las cosas que han pasado.

No pudo evitar sentirse tentada de enviarle un mensaje, pero esperó.

Acordaste que lo mantendrías al día. En las citas médicas y tal vez quedando para un café cuando haya algo importante que comentar… Bueno, como estos resultados.

No hay por qué esperar. Entonces ¿por qué dudas?

No era una conversación para tener por teléfono, merecía ser una conversación en persona.

Claro, le darás un resumen de las novedades y él te escuchará, pero eso es todo.

No es que esté esperando que hagáis una gender reveal party o algo así.

Deja de castigarlo para siempre solo porque no estaba tan dispuesto como tú a ser padre. Él quiere adaptarse y tú deberías estar agradecida...

Tal vez hay... momentos en las relaciones que no se pueden deshacer. Él tenía miedo y fue doloroso de oír. ¿Te lo va a reprochar cuando sea difícil? ¿Por haberlo atrapado?

Con Stewy inmerso en el ajetreo de la vida en Maesbury, entre fiestas de negocios y demás, era complicado no sentir preocupación por el futuro.

Él saldría con sus colegas, conocería chicos y chicas, se iría a casa acompañado o con pintalabios en la camisa… quizás al final, tanto va el cántaro a la fuente…

Había cosas de esa vida que llevaba que no le gustaban.

Pero odiaría ponerle condiciones.

Y le preocupaba que le susurrara cosas para las que no se sentía preparado.

Incluso sus manos temblaron ante el recuerdo de él abrazándola en esa cama del Prebysterian.

Lo del anillo… Dios… era una locura.

¿Qué pasaría si volviésemos juntos y la cosa no funcionase?

No podéis hacerle esto a dos niños.

Si dudo, volveremos a tropezar... será maravilloso hasta que no lo sea, y entonces será un desastre. Le quiero pero no sé si puedo aceptar el riesgo de que se vaya cuando esto resulte demasiado para él.

Puede que lo ame a él y a esta relación, pero él no quería tener hijos. ¿Los quiere ahora? ¿O simplemente ha aceptado lo que no puede cambiar? ¿Qué significa esto para vosotros?

¿Es porque todavía me siento herida?

Su reacción al embarazo había sido mucho peor que las náuseas y los vómitos durante el primer trimestre. Horrible.

Algo que no le desearía ni a su peor enemigo.

Sería especialmente malo si todo se desmoronara en los primeros meses de vida de los niños. Si acabara aburriéndose de la vida familiar y distanciándose después de estar allí.

No podría soportar la idea de convertirse en una madre que llora hasta quedarse dormida por un hombre que la ha abandonado.

Como le ocurrió a la suya, pensó Lavinia.

¿Y al igual que Marianne qué podía reprocharle?

Stewy no quiso ser padre, no se podía obligar a nadie a ser padre.

Quizás lo que necesitaba era tiempo.

Dejar que sus acciones hablaran más que sus palabras.

Era un buen hombre pero Stewy tenía muchas opciones por ahí: no estaría en el purgatorio para siempre por ella.

Si no acabaran siendo una pareja, al menos no echarían a perder la oportunidad de mantener un cierto grado de afecto el uno con el otro.

Lavinia suspiró.

Era capaz de vivir en el presente.

Tenía que acabar de arreglarse.

Tenía plena conciencia de que debía concentrarse en el día siguiente, podría ser un punto de inflexión en su carrera profesional.

Volvió a mirar el espejo de la pared que reflejaba su imagen. Su rostro mostraba signos de agotamiento, aunque se sentía más recuperada que la semana pasada.

Tomó una respiración profunda al sentir un profundo malestar atravesándole el pecho.

Por el momento, debía concentrarse en sí misma y en su situación, porque además se lo debía a sí misma y a esos niños.

Lo mejor que podía hacer por ellos era tener seguridad financiera y modelar una relación sana con su padre, incluso si no era romántica: tal vez no estaban en una relación pero aún compartían un vínculo.

Necesitaba centrar sus esfuerzos en el trabajo ahora mismo.

Aunque todavía deseaba compartir con él las noticias más recientes...

Su portátil emitió un pitido suave.

Rápidamente se ajustó la camisa, asegurándose de lucir presentable. Entonces, Lavinia se encontró frente a la imagen de Karolina que acababa de surgir en la pantalla de su ordenador, devolviéndole la sonrisa. Era su tercer videochat de esta semana.

– ¿Así Matsson está de acuerdo? – preguntó Karolina, sacándola de su ensimismamiento – ¿La nota sobre la nominación tiene vuestro visto bueno? Ebba me comentó que estás de nuevo al mando a tiempo completo. Sé que has estado trabajando mucho, pero... bueno, como Ebba ha estado en algunas reuniones esta semana...

Lavinia suspiró con resignación y dudó.

No quería hacer esto.

Lukas había estado reuniéndose individualmente con los miembros de la junta, intentando persuadirlos, ganar su voto. En restaurantes por todo Nueva York.

Por supuesto, fue noticia en la prensa.

Lukas Matsson estaba a punto de obtener el imperio al completo de Logan Roy sumándolo a su oferta de streaming, deportes y redes sociales.

Había revuelo en los medios de medio mundo.

Aun así, se las habían arreglado para colar a Ebba en Waystar el día anterior para discutir los detalles del Día D con el equipo de Karolina, y Lavinia había participado de forma remota. Como equipo de comunicaciones estaban hablando de cosas como el anuncio inmediatamente posterior, el fotógrafo…

Lukas no estuvo presente, no era prudente acercarse a la puerta de Waystar hasta que todo estuviera resuelto.

No es que seguridad fuera a dejarlo pasar.

Todavía contaban con que la prensa no insinuara de antemano que el acuerdo peligraba.

También lograron mantener en secreto la cena con Lawrence.

Aunque no estaba segura de que el esfuerzo acabara sirviendo para mucho.

– Lukas… está considerando algunos cambios. Dejaremos un espacio en blanco para el nombre, por ahora.

Karolina levantó la mirada, pero no comentó nada.

Era un cambio de último minuto.

– Está bien, me alegra verte.

Lavinia se encogió de hombros amablemente.

Aun así, se mostró dubitativa.

– Gracias. Ahm, Karolina yo… Sé que te hemos mareado – se disculpó – Pero Lukas… quiere mantener toda la información embargada. Para evitar conjeturas.

Karolina asintió y frunció los labios en un gesto de comprensión. – Entendido, claro.

Realmente Lavinia no creía que pudieran detener los rumores.

Pero apenas pudo reunir la energía para sentirse incómoda por participar en esta última maniobra.

Sólo estás siguiendo órdenes… Un poco… cliché, ¿no?

Nunca tuvo la intención de perjudicar a sus primos, pero Lavinia era consciente de los riesgos al aceptar la oferta de GoJo.

Eran dos bandos opuestos que se querían matar entre ellos.

No que a sus primos no les interesara sola una cosa, Waystar, ellos mismos.

Era diferente saber que Lukas estaba considerando otro candidato a CEO además de Shiv, cuando su prima no estaba respirando la victoria que creía ganada bajo este mismo techo.

Había esperado que las cosas se decidirían dentro de un cierto margen.

Todavía ayer la decisión parecía poder cambiar un par de veces más.

Pero ahora todo avanzaba rápido y Lukas no daba señales de informar a Siobhan.

Permitir que Shiv votara sin toda la información pareció un golpe bajo, especialmente después de las promesas que su prima daba por hechas.

Aun así, Lukas simplemente se encogió de hombros cuando ella mostró interés por cómo se lo pensaba decir.

Oh, todo a su debido tiempo, Hache – dijo con un guiño.

A pesar de sus dudas, había asumido un compromiso y ahora tenía que cumplirlo.

Solo podía intentar hacer su trabajo lo mejor que pudiera y eso implicaba no sabotear a GoJo.

Su relación con Shiv tampoco daba exactamente para empezar ese tipo de conversación…

Shiv tenía sus propias fuentes… Todos habían visto más o menos a Lukas marear la perdiz con el tema del CEO estadounidense. Esto fue lo que más la desconcertó. ¿Su prima no sospechaba nada? ¿Le había mentido Lukas descaradamente cuando estaban a solas?

Tras colgar la videollamada, Lavinia pasó de la silla de su escritorio a la cama y se desplomó sobre las almohadas. Se frotó el rostro, liberando la tensión.

Alargando la mano hacia el otro extremo del colchón, sostuvo uno de los sonajeros de jirafa que Stewy le había hecho llegar cuando ella estuvo en Noruega.

Le había pedido a Greg que le trajera algunas pertenencias de su apartamento.

Acarició delicadamente la tela mientras cerraba los ojos, buscando consuelo en el tacto. Tenía un trabajo que le gustaba y pronto podría alquilar un apartamento más adecuado en Nueva York o Estocolmo, no necesitaba que fuera lujoso.

Necesitaría que alguien la ayudara con el cuidado de los niños después de la baja por maternidad, esperaba que Lukas fuera generoso con ese periodo.

Pero también sabía que sería caótico. Lukas llamará y enviará mensajes... si no es que está allí, pero eso sólo será si…

Entonces, no entendía por qué se sintió repentinamente incómoda con el tema de Shiv.

Todavía esperaba que Kendall dara por finalizado su relación laboral con un poco de consideración. Roman había intentado encalzarla en el nuevo proyecto, pero todo el tiempo fue forzado.

No se le escapaba que seguramente Lukas le había salvado media vida con este trabajo.

Había sido un golpe de suerte en su carrera, que de otra manera no habría ido más allá de acabar empleada en cualquiera de las numerosas agencias de comunicación de la ciudad.

O de chica de redes en cualquier empresa parecida a la que estaba en Bélgica.

Sospechaba que querrían que tuviera más seguidores en las redes sociales de los que tenía. A decir verdad, incluso había decidido mantener privada su cuenta de Instagram después de la noticia de "su romance" con Lukas.

Quizás tendría menos dudas morales en uno de esos trabajos, pero sin duda sería un milagro sobrevivir como madre soltera trabajando hasta tarde todas las noches y en un apartamento de una habitación.

Al imaginar una versión alternativa de sí misma, sola, asustada, desempleada y enfrentando la complejidad de un embarazo, no pudo evitar sentir gratitud por Lukas.

Nunca tendría que haberse involucrado con su jefe a ese punto.

Como si no tuviera suficientes problemas…

¿Y ahora qué?

Amas a Stewy, le susurró una voz interior. Y tienes responsabilidades que deberían ocupar tus pensamientos, no esto… ¡Basta!

Cerró los ojos, necesitaba centrarse.

Volvió a posar su mano sobre su vientre. Se había sentido deprimida, ansiosa y de mal humor, pero después de semanas de miseria, no quería más dramas ni sentimientos desbocados.

Le parecía que, si seguía confinada más tiempo, caería aún más profundo en la espiral:

Algunos días las paredes de esta habitación le brindaron seguridad, pero otros habían parecido cerrarse sobre ella, provocándole una claustrofobia insoportable.

Afortunadamente, los médicos le habían dado luz verde para retomar sus actividades.

Recibió una notificación en el móvil.

Anoche intentó buscar en Internet si había otros hombres que se habían acercado a la paternidad después de una reacción negativa.

No había información interesante, pero acabó en un fórum de dudosa procedencia con el título "Odio ser padre".

El usuario Bored Panda lo tenía claro: "Me he vuelto cruel, estoy enfadado, malhumorado, distante, no reconozco en lo que me he convertido".

Había un montón de comentarios como ese.

Ella no quería hacerle eso a Stewy ni podía hacérselo a sus hijos.

Lavinia aún llevaba el cabello suelto y húmedo de la ducha. Sus puntas castañas mojadas habían empapado la blusa, que daba un aspecto de vulnerabilidad y crudeza. Se sentía segura con ella, era nueva, de color crema, con botones delicados y un corte que se ensanchaba sutilmente en el estómago.

No es que quisiera ocultar su vientre, pero se sentiría inapropiada con un suéter o una camisa más ajustada con tejanos en este ambiente.

¿Por qué era tan complicado encontrar ropa de maternidad adecuada para trabajar en Manhattan?

Al menos todavía no estaba más grande que un camión. Era un misterio cómo dos bebés formados iban a caber allí dentro.

En cierto modo, admiraba el estilo de Shiv con sus blazers y chaquetas oscuras. Pero siendo realistas, llegaría al punto en que un mono de maternidad cómodo y bonito parecería bastante tentador, hasta que probablemente se arrepintiera de ello cada vez que terminara sentada en topless en el cubículo de un baño de Waystar.

Lo único que le faltaba era el peso del escrutinio público… y verse en fotos en los periódicos.

La prensa estaba fascinada con la idea de que Lukas Matsson saliera con ella, la sobrina de Logan Roy. La noticia había corrido de boca en boca.

Imágenes de ambos en el funeral de Logan y de su regreso del hospital la semana pasada habían inundado Internet.

Intentaba distraerse enfocándose en los correos electrónicos de trabajo y no pensar demasiado.

No podía evitar cuestionarse a sí misma cómo había acabado en esa situación. Esperando los hijos de Stewy, siendo la novia de pega de Matsson ante el mundo...

No deseaba ser el foco de los medios de comunicación.

Al cerrar varias pestañas en el navegador de su móvil pensó para sí que no sabía dónde demonios estaba Roman.

Tabitha había creado un chat grupal para averiguar qué estaban haciendo, ya que ambos habían desaparecido de la recepción en el Saint Regis.

Fiel a su estilo, Rome las había ignorado... Hasta que le envió una nota de voz a Tabitha vaciando el buche con todo lo que tenía en la cabeza y horas más tarde él escribió:

"Stewy tiene suerte de que no haya reclutamiento para Vietnam, ¿eh? Por cierto, yo si fuera tú, tendría cuidado porque Greg le chiva cosas a Ken y esos dos son como culo y mierda".

Perfecto.

Exhaló un suspiró.

La llamada del Presbyterian esta mañana fue un alivio: efectivamente, los gemelos no presentaban anomalías cromosómicas y sólo tenía que vigilar su presión arterial.

Buenas noticias antes de la ecografía de diciembre.

Le programarían un par de visitas antes para comprobar que todo andaba bien con el cerclaje.

Lavinia no podía negar la nueva emoción que sintió al conocer el sexo de sus bebés.

Se preguntó, mordisqueando una uña, si se habría sentido menos emocionada con dos niños en lugar de un niño y una niña.

Le dio vueltas toda la mañana.

Ella no creía en vestirlos o tratarlos de manera diferente. Fue solo…

Era más difícil ser una niña.

La sociedad te genera muchísima autoexigencia.

Hay un sesgo de género que hace que siempre se les pida menos a ellos.

Por eso mismo necesitaba crear una mujercita fuerte y segura de sí misma, tal como esperaba ayudar a Kian a convertirse en un chico sensato, amable y decidido…

Su relación con Marianne hacía que sintiera mucho vértigo, pero estaba decidida a darles a ambos una infancia mejor que la que ella tuvo.

Un niño y una niña… reflexionó, pensando en que diría Stewy con la mirada perdida en el vacío por un instante.

Se los imaginó jugando a la búsqueda del tesoro y peleando de una manera que no podía imaginar en ningún otro escenario.

Protegiéndose uno al otro.

La gente se sentiría menos inclinada a verlos simplemente como "los gemelos" y más como personitas con sus únicas personalidades.

Al final, tú los querrás a los dos igual…

Lavinia podía fantasear con el sonido de su risa resonando por toda la casa y la forma en que los dos se aferrarían a ella cuando necesitaban consuelo.

Cuando se levantó y miró por la ventana del dormitorio la ciudad debajo de ella, encontró consuelo en la amplia extensión de rascacielos y calles concurridas.

El nuevo pequeño fragmento de información los convertía en personitas plenas para ella, en parte porque no se imaginaba jugando al gato de Schrodinger con sus nombres durante todo el embarazo.

Ahora sería Kian y… ella tenía varias opciones y quería que Stewy dijera al menos algo sobre ellas. Nina, Sara, Neda, Emma, Maya, Mia…

No estaba segura antes, pero se dio cuenta que en algún lugar de su mente ya habían sido una niña y un niño todo este tiempo.

Limón y mandarina hasta nuevo aviso.

Porque era un poco raro que uno tuviera nombre y el otro no.

Un poco injusto, pero eso fue porque la pequeña señorita se había escondido bien en Bélgica. Sonrió con una mano en el estómago.

Lavinia leyó la invitación a la galería de arte sobre el escritorio por segunda vez; Greg le había pedido la opinión al respecto. Volvió a leer la dirección cuidadosamente.

Al parecer Tom estaba nervioso.

Ella por fin podía salir de los confines de estas cuatro paredes, pero con precaución. Al fin…

Sintió que alguien la observaba.

– ¿Vendrás? – preguntó Lukas desde la puerta que ella había dejado abierta. Acababa de terminar una videoconferencia con los inversores de GoJo.

– No debería estar mucho tiempo de pie, pero os acompañaré media hora, luego nos veremos en el restaurante.

Él asintió, frunciendo ligeramente el ceño.

– Como quieras. Pero eres la que entiende de esas cosas así que… Un coche nos estará esperando en la puerta.

Lavinia no sonrió, pero asintió sutilmente.

El médico le había dado luz verde para la mayoría de cosas, excepto para correr, subir muchas escalera o estar de plantón.

Nada que pudiera forzar su cuello uterino.

Tampoco podía tener sexo durante una semana más, no que eso importara.

Al menos tenía de nuevo cierta libertad, ya no estaba confinada a esa maldita cama ni al taburete de la cocina, pero debía reservar el caminar y estar de pie para situaciones inevitables como la votación de este viernes, no para pasearse por la ciudad.

Lukas, por su parte, no supo si era el momento adecuado. Siempre había tenido dificultades para determinar cuándo era oportuno hacer algo, como cuando intentaba ligar con una chica en el instituto, interrumpir a dos personas en una fiesta para presentarse o excusarse cuando la conversación no daba más de sí.

Algunos tenían un talento natural para eso, pero él no…

Vaciló un instante.

– Mmm.

– ¿Sí? – Lavinia lo miró mientras seguía en la puerta.

– Me alegra que estés mejor. Ahora podremos, no sé, festejar la victoria…

Ella asintió con un atisbo de sonrisa.

Lavinia volvió a sentarse en la cama, su refugio en los últimos días. Vio cómo Lukas se alejaba por el pasillo para atender otra llamada.

La cita en la galería era importante, pero en ese momento, todo lo que anhelaba era un instante más de tranquilidad antes de prepararse para salir.

Toffee había elegido un lugar acogedor en un rincón de la habitación, durmiendo sobre una pila de cojines.

Tras lanzar una última mirada a los sonajeros de jirafa sobre su cama, una expresión de preocupación suavizó sus facciones mientras salía de la habitación para buscar unos documentos que esperaba Karolina.


Lavinia, que llevaba días sin pintarse, se estiró las pestañas con unas tijeras especiales.

Se había hecho los ojos discretos, y había elegido un lápiz de labios rojo para dar un poco de color. Había terminado improvisando un moño que le recogía la melena y le esterilizaba la nuca.

Con el cabello recogido, se introdujo en la falda negra fifties que tenía en el suelo. Se la puso por los pies y con un movimiento automático la subió. Se abrochó laboriosamente los tres cordones de la cintura y se contempló en el espejo antes de ponerse la chaqueta.

Vestía una gabardina London Fog de invierno, con el cinto situado alrededor de la cadera y zapatos de vestir planos.

Miró a la taza que dejaba sobre la mesita.

Había dejado de tomar café. Estos días solía prepararse té de frambuesa, con un azúcar.

Aunque se había acostumbrado a llevar siempre consigo una taza que nunca terminaba de beber.

Las dejaba olvidadas por la habitación o en la barra de la cocina.

Tiró de la colcha para hacer la cama y cogió el bolso.

Una voz la sacó de sus pensamientos.

– ¿Has visto las fotos de Styrso en el dropbox?

Miró a Lukas de nuevo.

Tenía el móvil lleno de sus mensajes.

Styrso parecía un lugar pintoresco, una antigua comunidad de pescadores rodeada de embarcaciones deportivas con banderas suecas y con playas rocosas donde las casas de madera blanca se apiñaban a lo largo de angostas calles por las que solo transitaban bicicletas, y donde un multimillonario sin límites claros había comprado muchas hectáreas.

Se preguntaba si los vecinos estaban indignados o si simplemente se habían resignado.

La tentaba la idea de la nieve, el paisaje blanco siempre había sido terapéutico para ella de alguna manera, pero alguien le había asegurado que en Nueva York también había alguna que otra nevada.

Tal vez ya se veía cruzando la Quinta con dos palmos de nieve como Carrie Bradshaw pero sin abrigo de pieles.

Quizás lo que realmente necesitaba era el colapso del mundo exterior.

Lo que haría que su asociación con GoJo fuera perfecta en retrospectiva.

Muchas cosas colapsarían mañana.

– En realidad… creo que trabajar aquí ayuda. Lukas… Lamento que mi vida sea un desastre ahora mismo. Pero no estoy segura de que sea buena idea subir a un avión y salir corriendo justo después de firmar... No estaría haciendo mi trabajo como directora de Comunicaciones si te lo recomendara…

Lukas le guiñó un ojo, aunque se sintió inseguro.

– Sí, sobre eso… Con calma. Pero hay wifi en toda la isla. No puedes decir que no tienes un jefe genial que no se opondría a que pasáramos un par de semanas allí... Lavinia – su tono cambió – Va a ser desagradable. Vamos a dejar la empresa en los huesos, vamos a apurar hasta el máximo… Colocaré un pararrayos delante, créeme, no querrás que la prensa me atrape paseando por Central Park.

Ella frunció el ceño y rodó los ojos con una pequeña sonrisa de aceptación.

– Bueno, ya veremos. Primero lo primero, ¿la salida es realmente para admirar la galería de esa lituana, Gina, Gina algo? He leído en Internet que todos andan locos por ella.

– Nah. Solo quiero aterrorizar a Wambsgans. Se me ocurrió una idea loca…

– ¿Lo que implica?

Lukas soltó algo parecido a una risa sarcástica.

– Ser muy desagradable y encontrar un CEO estadounidense. No te tomes mal nada de lo que diga, ¿vale?

Lavinia dudó. – Está bien. Fantástico...

Aunque no estaba completamente contenta.

Él lo sabía.

– Sé que te sientes mal por tu prima…

– No me sentí bien llamando a Karolina y pidiéndole que retiren su nombre, no.

Hizo una expresión de comprensión.

– ¿Puedo compensarte?

– ¿Con que?

– Pregúntame.

– No lo sé. ¿Qué quieres de Tom?

– Estaba entrevistando a Yee y… sólo no podía parar de pensar en nuestro amigo, ¿no es increíble? – bromeó.

Lavinia dudó.

Realmente tenía curiosidad por saber cómo había ido la cena entre Lukas y Lawrence Yee, pero había estado recluida aquí.


Asistieron a la inauguración de una exposición de arte en una galería ubicada en la esquina de la Calle 42 con la Segunda Avenida. La lluvia había cesado, dejando tras de sí charcos relucientes en el asfalto que reflejaban las luces de la ciudad como pequeños espejos.

Lavinia, no queriendo mojarse los zapatos, se apoyó en la puerta y bajó dando un pequeño salto para evitar un charco. Salía música del interior del local.

Perdida en sus propios pensamientos, casi pasó por alto el peculiar cuadro que había en la ventana: un collage de la dadaísta Hannah Höch, formado por trozos de negativos fotográficos y periódicos rotos.

Se detuvo en la puerta del local con los ojos pegados al móvil revisando las redes de GoJo, mientras Lukas la observaba a ella vistiendo ese jersey bohemio suyo de mohair.

Tuvo que buscar qué era eso en el amigo Google viniendo hacía aquí.

Al parecer una lana suave proveniente del pelo de la cabra de Angora. No quiso saber el precio.

– Sobre el tipo que dibujó la caricatura… – empezó él a decir.

– Dime.

– ¿Qué tal si le mandamos flores? ¿Tal vez cardos escoceses? Cada hora, durante un año – Lukas sonrió con picardía.

Ella chasqueó la lengua, mirándolo. – Creo que haré como si eso estuvieras diciendo eso en serio...

– Pueden ser otras flores…

Lavinia rodó los ojos con una sonrisa. – Deberías ir entrando, ahora vengo…

Él se dispuso a adelantarse, con Oskar.

Pero antes…

Lavinia suspiró.

– Lukas…

– ¿Sí?

– ¿Le enviamos unos cactus? – bromeó.

Él levantó la comisura de la boca en una mueca insolente: – Sabía que no estabas tan enfadada conmigo, Hache.

Lavinia acabó de dar un repaso a los últimos tweets que Lukas había publicado, antes de seguirlos al interior.

Dentro de la galería, el ambiente era vibrante y animado, con personas influyentes de Nueva York mezclándose y bebiendo vino mientras admiraban la mezcla ecléctica de pinturas que adornaban las impolutas paredes blancas.

El brillo de dos lámparas de araña moderna se reflejaba en toda la sala.

Lavinia se encontró observando a Tom y Lukas que estaban más adelante frente a una de las obras. Oskar y Greg los acompañaban, aunque no hablaban entre ellos.

Ella estudió a su hermano que trataba de hacer la pelota a Lukas desvergonzadamente.

La verdad es que se sentía un poco mosca con él.

Lukas le lanzó una mirada oblicua a la distancia y luego sonrió antes de seguir conversando con los chicos: – ¿Qué opinas, hombre? – preguntó a Tom.

– ¿Qué pienso? Bueno, uhm, los—los colores van bien…

Mientras discutían los colores y la composición de una pieza en particular, Lavinia no pudo evitar poner los ojos en blanco ante su incómodo intercambio.

Lukas hizo un gesto con la boca distraído. – De coña, macho. Si me disculpas un momento…

Greg se quedó atrás con Tom.

Ughhh. ¡Maldición! "Los colores combinan bien". ¿Es esa una frase?

¿'Los colores van bien'? Sí, los colores pegan juntos. Claro, sí… sí.

Greg te he traído conmigo para intervenir… que me ayudes con el swing… Escucha lo que habla con su equipo, con tu hermana, tío, qué comentan de mí por ahí…

Lukas se había excusado para ver cómo estaba Lavinia. – ¿Está todo bien en Twitter? – preguntó con genuina curiosidad.

Lavinia alzó la mirada, una sombra de preocupación cruzó su rostro y dijo: – No había necesidad de volver a insultar a Kendall. Eso de retuitear el comentario donde le decían que era un ¿Ros de imitación? con complejo de Edipo. ¿En serio? Si ya tienes la ventaja... deja Twitter por 24 horas... ¿Trato?

– Mm. Está bien…

Pero un momento después un destello de seriedad cruzó por sus ojos y la miró con abierta curiosidad: – ¿Crees que ganaremos?

– ¿Tú no?

De manera casual, Lukas pasó su brazo alrededor de sus hombros, atrayéndola hacia sí. Ella se sintió descolocada por un momento, pero puso una mano sobre su brazo para detenerlo. – Lukas... – empezó a decir, pero él se inclinó y murmuró:

– Sobrevolaremos estas calles con la multitud abajo antes del sábado. Te lo prometo.

Se detuvo para encontrarse con su intensa mirada azul. Pero entonces de nuevo...

Con esos ojos, podría llevar a alguien a las profundidades del Hades por el tiempo que quisiera, objetivamente hablando.

A menos, por supuesto, que tu equipaje fuera demasiado pesado para confinar tu corazón.

Mientras avanzaban adelante, Oskar los alcanzó.

– ¿Te puedo interrumpir después un momento? – preguntó.

– Sí, claro, tío. Interrumpe lo que tú quieras – respondió Lukas alegremente.

Lavinia saludó al marido de Shiv con la cabeza.

Todavía tenía el móvil en la mano.

Entonces Lukas se giró hacia ella exultante, buscando su opinión. – ¿Qué opinas de todo esto? ¿Tiene algo de sentido para ti?

Lavinia frunció los labios, pensativa. – No siempre se trata de entenderlo, sino de observarlo y sentir las emociones que evoca… Si te despierta algo, todas esas cosas – contestó.

Lukas reflexionó sobre sus palabras por un momento. – Hmm… No estoy del todo seguro. ¿Todo este asunto del arte visual? Siempre tengo la sensación de estar fingiendo, de imaginar lo que alguien como yo podría pensar. ¿Me entiendes?

Greg chasqueó la lengua, envalentonándose. – Uuh…El art-bot tres mil de Lukas no funciona correctamente… – dijo con voz robótica. Oskar lo miró incrédulo, sin saber qué hacer con ello.

Eso la pilló también por sorpresa a ella.

¿Había ganado su hermano suficiente confianza para lanzar una indirecta a Lukas o simplemente los tomó por sorpresa?

Pero Matsson rió y se limitó a darle una palmada en la espalda, claramente disfrutando de la confusión que siguió.

Greg intentó reevaluar el momento. – Eh… – murmuró, improvisando.

Tom, sintiendo la tensión, se movió nerviosamente entre ellos, su inquietud era casi tangible en el aire.

Fue cuando Lukas se giró, estudiándolo. – Entonces, cuéntame. ¿Qué llevas puesto, amigo?

Tom vaciló, un atisbo de incertidumbre cruzó por su rostro mientras intentaba descifrar la broma. Tal vez recordaba otros comentarios de Shiv o Roman sobre sus trajes.

Pero Lukas no se detuvo en ello. – ¿Conoces un buen lugar para cenar o no? – le cuestionó.

Lavinia, que permaneció atenta a las interacciones a su alrededor, volvió a mirar hacia la calle. Las siluetas fugaces de los transeúntes se reflejaban en el cristal de la ventana.

Matsson se alejó discretamente con Oskar, y entre susurros durante su conversación, mencionaron a Sonya.

Poco tiempo después la directora de la galería llamó la atención a los asistentes para hacer un discurso. La escuchó un momento darles la bienvenida pero poco después acabó de nuevo junto a Lukas.

Se encontraron una vez más ante un cuadro cautivador, cuyos colores danzaban en la galería.

– ¿Te gusta?

Lavinia asintió con aprobación, con un atisbo de diversión en sus ojos. – Sí, es bonito. Me alegro de haber venido.

– ¿En serio?

– He estado en cama, así que esto para mí es como una velada en París…

Él chasqueó la lengua. – Bueno, sólo que si estuviéramos en París te propondría sexo en el guardarropa.

Lavinia alzó una ceja.

– Oh, ¿sí?

Entonces Lukas señaló al fondo de la sala con un toque de humor:

– ¿Ves ese Chester verde? Parece que está puesto para contemplar el otro cuadro de allí, y detrás están los canapés. ¿Vienes?

Lavinia pareció interesada. – ¿Conoces el arte óptico de Vasarely?

– Nah, Oskar se ha ido de la lengua. Ven, siéntate.

Con manos suaves sobre sus hombros, la condujo hacia el sofá, orientándola de cara a la obra de arte de formas geométricas.

Se sentó después de ella.

– ¿Qué opinas? – preguntó Lukas.

– No lo sé. ¿A ti que te parece?

Giró la cabeza perezosamente, apoyado en el respaldo del sofá. – ¿Quieres que mienta?

Ella sonrió y le pellizcó la pierna. Él fingió por un segundo que le había dolido.

Lavinia insistió: – Pero no apartes la vista, míralo con cuidado...

Una sonrisa juvenil tiró de los labios de Lukas: – ¿Quieres hipnotizarme?

– Lukas, hazme caso… un segundo – pidió.

Se quedaron allí durante un momento.

– ¿Puedo decir algo?

Al mirar de cerca, los hexágonos azules y blancos de la pintura parecían bailar y girar ante sus ojos. – ¿Qué estás mareado?

Lukas se pasó la lengua por los dientes.

– Depende…

– Eso no depende – se quejó.

Él dejó su mano encima de la de Lavinia y apretó los dedos sobre los suyos.

La expresión de Lavinia cambió con una sensación de urgencia.

– Hache…

– Antes de cenar tengo que hacer algo – Ella se avanzó.

Lukas sintió el cambio en su comportamiento, un destello de preocupación cruzó por su rostro. – ¿Te encuentras bien? – la cuestionó, sus ojos buscando respuestas en los de ella.

– Sí, pero mañana es un día importante y quiero estar totalmente concentrada. Hay algo que debería hacer hoy…

– No me has dicho si – empezó – Te lo han contado ya, ¿no? El amiguito o amiguita de Kian… ¿Qué es…?

Ella sonrió un poco, pero quería dar esa noticia correctamente.

– Por eso tengo que ir a un sitio antes de cenar.

– Lavinia…

Muy seria le colocó una mano en la pierna. – No voy a estar mucho…

Lukas tiró el cuello hacia atrás como para relajar los músculos.

Por un segundo le pareció que estaba confuso, pero entonces puso una mueca sin que le acabara de nacer la sonrisa. – ¿Así esto significa que tendré suerte en los negocios? Ya sabes lo que dicen…

Ella no quiso…

– Es… complicado.

Pero Lukas ladeó la cabeza con algo en la mirada.

Pese a la tensión, le sonrió. – Contigo siempre es complicado, Hache.

– Eso no es…

Lukas no parecía dispuesto a rendirse.

– Te quiero, Lavinia. Me siento feliz de veras trabajando contigo. Juntos podríamos ser una puñetera leyenda. Dame un mes y no te arrepentirás.

Lo miró. Abrió la boca para hablar pero…

Él la interrumpió posando la mano en sus labios. – Escucha, todos piensan que somos pareja... Soy un buen partido. ¿Qué tal si empezamos a salir y si no funciona, me dejas? Sé que es como al revés, pero...

Frunció el ceño.

Lavinia sabía que él no se tomaba en serio una negativa amable pero tal vez era cierto que había una especie de indecisión dentro de ella.

Sería fácil dejar que él tomara las riendas.

Sin dramas. Casi.

– Me siento más como tu cómplice en el crimen ahora mismo – señaló, mordiéndose la mejilla.

No estaba contenta con su papel en el asunto de Shiv…

– Yo prefiero llamarlo mi arma secreta… Piénsalo, ni siquiera tenemos que ser buenos en público. Y ya no tienes que hacer reposo… Deberíamos dar un paseo en barco por el Göta, escalar una montaña – bromeó.

Lavinia se inclinó un poco pasándose una mano por la pierna donde había sentido un pequeño calambre.

Lukas dudó y su sonrisa se disipó un poco.

Entonces, cuando se iba a apartar, se inclinó hacia adelante y la besó en la boca. Le pilló desprevenida y su cerebro tardó unos segundos en reaccionar. – Lukas… ¿Como amigos, recuerdas? – protestó.

No tenía ni idea de que iba a decir a continuación, pero se giraron al oír la voz de Oskar que le llamaba.

Él parpadeó. Luego, la ayudó a levantarse ofreciéndole una mano – ¿Debó esperar que recibas alguna oferta? Con los hermanos Marx a la desesperada…

Ahora era ella la confundida.

– ¿Quieres decir mis primos?

– Sé que eres una chica leal y me he estado… columpiando un poco con lo de Shiv.

Apretó los labios. – No yo…

– ¿Has hablado con Roman?

– No, apenas. Pero no de esto. Ni siquiera estoy segura de que él siga queriéndolo…

– Lo que ofrezcan, lo doblo. Solo tienes que pedirlo.

Greg se acercó a Tom.

Tom se quejó.

– Como gane, como entre, estás jodido. Bien jodido. Si me despide, te vas a tomar por el culo.

– No, creo que esto es bueno… ¡Tengo química con Matsson!

Tom lo miró con un destello de irritación. – No, escúchame… Es la marcha fúnebre familiar.

Greg vaciló.

– Uh…

– ¿Cuál es el mejor restaurante de Nueva York? No el que dice la gente, pero ¿cuál es realmente? – Tom lo ignoró.

Greg tenía algunas ideas. – Mm… El Nougatine, el Eleven Madison, el Musket Room, ¿el Carbone?

– Eh, Lavinia – la interrumpieron unos minutos después cuando Lukas hablaba con la propietaria de la galería.

– ¿Tú por qué crees que a la gente le gusta mirar un cuadro?

Ella se encogió de hombros.

– Vivimos en una época de mucho ruido… Creo que es una experiencia distinta, especialmente con el arte abstracto. Las pinturas nos hablan de lo que queremos escuchar, para algunos son manchas, para otros no – expuso – Bueno, todo eso…

Ella sabía que Tom realmente no estaba prestando atención. Él solo quería...

– ¿Qué restaurante dirías que le gusta a Lukas? Ayúdame, por los viejos tiempos…

Frunció el ceño. – ¿Qué viejos tiempos—

– Quiero decir, tuvimos una conversación interesante en Italia. Me acuerdo, échame una mano…

Ella levantó una ceja, pero miró a Greg y luego asintió: – ¿Quieres decir cuando dijiste que podríamos conspirar para hacer a Greg conde antes de que heredara un ducado sin querer?

Su hermano titubeó. – Eso… es—

Tom defendió como si lo regañara: – ¡Es porque estabas muy pesado con esa princesa, Greg!

Lavinia observó a Lukas de perfil al final de la galería. Tenía que tomar una decisión: elegirlo o dejarlo ir. No podía seguir dándole largas, o no estaba muy segura qué estaba haciendo…

Se sentía deshonesta.

Pero GoJo… Él… habían sido los únicos que mantuvieron su cordura estas dos semanas.

Greg le tocó el hombro.

Le preguntó directamente si creía que le iban a bajar el sueldo.

– Bueno, espero que sea que suben el mío, sabes que mi salario es inferior a 200.000, ¿verdad?

– En-Entonces… ¿es verdad esa tontería sobre… la modernización? ¿Europeización? ¿Cómo se supone que debo vivir en Nueva York? ¿Cómo vives tu?

No supo que decir. – Greg, te quiero pero yo no decido los sueldos…

Dejó de hacer caso a su hermano poco después.

Estaba demasiado absorta en sus pensamientos, incluso cuando intentaba no estarlo.

– Por cierto – le informó su hermano – apareces en una foto que han publicado en las redes sociales los encargados de la galería. Se ve genial.


Justo cuando Stewy salía de una sala de reuniones en Maesbury, recibió un mensaje de texto: "¿Estás en la ciudad? ¿Tienes tiempo para un café?" Es curioso cómo reaccionó su cuerpo incluso antes de ver al remitente: esa sensación familiar y dura en su pecho como si hubiera adivinado quien era.

Tal vez de ahora en adelante sería así cada vez que su teléfono hiciera algún ruido. Pero lo cierto es que hoy su teléfono no había parado de zumbar como una abeja hiperactiva, porque Ken había estado llamando sin cesar durante horas.

Quizás era porque había estado pensando en ella en ese momento.

Tomó la decisión fácilmente y envió un "Estoy libre" antes de pedirle a su asistente que hiciera su magia y despejara su agenda de compromisos para el resto de la tarde.

No estaba precisamente desocupado. Pero joder, habría mandado a tomar por culo cualquiera que se interpusiera…

Debería sentirse aliviado, en cambio, su garganta se cerró y estaba ansioso por verla.

Esto iba a acabar matándolo. "¿Dónde nos encontramos?" – Ella preguntó, y su pecho se tensó.

"Puedo ir hacia ti, solo dame media hora"

"No, por favor, Stew. Quiero acercarme. Dime"

No podía negar que quería verla, pero se recordó que esta era ahora su maldita vida.

Lavinia había tenido un primer trimestre difícil y cualquier parte del segundo en el que estuvieran, pero lo había manejado como una leona.

Ella era fuerte y, para ser honesto, pensó que esa era parte de la razón por la que se había enamorado de buen principio.

Esta vez no lo arruinaría.

No habría súplicas ni ruegos. Ni celos, incluso si todos los rumores de la prensa sobre Matsson y ella lo estaban volviendo loco.

Y él estaba... Bueno, también estaba cada vez más frustrado. No sabía qué más podía hacer, aparte de disculparse todos los días por el resto de su vida.

Déjate de tonterías, Hosseini, decir "uy, lo siento" un montón de veces no lo arreglara.

Era su responsabilidad recuperar su confianza para que pudieran superar esto.

Lo que dijo una vez no se podía retractar, todo aquello de pedirle que abortara. Él no había querido el embarazo, esa fue su verdad. No le mintió.

Tenía más miedo de esto de lo que había tenido nunca. Pero había cambiado de opinión. La quería y a los mocosos que habían empezado a cambiar su figura. Haría todo lo posible por compensarla.

La última conversación que tuvieron en el hospital lo había dejado hecho polvo.

Mucho más de lo que le dejó ver a ella.

Trato de arrancar pero no puedo. Voy a medio gas.

Recordaba que Lavinia había mencionado unas pruebas médicas cuyo resultado había quedado pendiente.

Pero si algo estuviera mal... No, su mensaje no habría sido tan tranquilo.

Releyó sus mensajes y después fue a su perfil de Instagram donde había subido una foto nueva.

Livy mantenía la mirada fija en un punto más allá de la cámara, dirigida hacia una pintura. Su cara, enmarcada por el cabello castaño recogido con mechones sueltos cerca del rostro, reflejaba una expresión abstraída.

La fotografía había sido tomada desde cierta distancia, permitiendo adivinar su nueva figura. Sin duda, era parte de la colección de fotografías de algún evento reciente. Observó con cierta amargura al hombre que quedaba fuera del encuadre, en el fondo.

Ella era… maravillosa. Era hermosa, inteligente, divertida, todo lo que podría haber deseado. Lavinia era afectuosa y generosa, cualidades poco habituales en estos círculos, pero que a él le habían enganchado.

Temía perder eso para siempre debido a su mala cabeza.

Tuvo la mala suerte de que Joey le interrumpiera delante del ascensor antes de tener que salir. – ¿No vas a lo de Seddon?

– Los Roy – mintió haciendo un gesto con la mano en la que tenía su móvil. De alguna manera.

– Oh, diles que se vayan a la mierda…

Stewy emitió un sonido ambiguo. Pero la verdad era que tenía el buzón lleno de mensajes de Ken. Los escuchó mientras saltaba a un coche y luego al café del que le había enviado la dirección a Lavinia.

«Stewy, colega, no te escondas de mí, ey. Te veo desde aquí arriba. Ven conmigo, Stew. Podemos ganar, ¿vale?»

Esa cafetería, un lugar pequeño en una esquina bulliciosa de Nueva York, desprendía un ambiente acogedor con su iluminación tenue y el aroma del café recién hecho y pastas suspendido en el aire.

Era la primera vez que entraba.

La mitad del espacio estaba dedicada a la librería, ofreciendo un entorno agradable para la lectura en medio del caos de la ciudad.

Era cerca de la empresa pero no un lugar donde encontrarías a ningún tipo de finanzas.

No era un escenario para traiciones corporativas.

Pero pensó que allí nadie que conociera los interrumpiría.

Lo último que necesitaba era a uno de sus colegas de Maesbury soltar una burrada delante de ella. Le habían estado haciendo comentarios después de que Joey dejara caer que iba a ser padre.

Ella entró en el local diez minutos tarde sobre la hora pactada con las manos en el cinto de la gabardina.

Laviniamiró a su alrededor. Stewy estaba allí, exudando confianza y elegancia mientras revisaba su teléfono y su mano descansaba casualmente sobre la mesa.

Sintió un cosquilleo al verlo.

Bajo la luz del local se le debió ver completamente la cara de tonta que hizo al mirarlo pero no había nada que hacer.

Decir que estaba nerviosa sería quedarse corto.

Tan pronto como Stewy la vio, se levantó de su asiento, con una sonrisa asomando en las comisuras de sus labios. Sus ojos se encontraron, encendiendo una chispa entre ellos que se sintió a la vez emocionante y familiar, con una buena dosis de jodermivida.

Seguía habiendo anticipación, expectación, tensión entre ambos.

Se miraron unos instantes, mientras ella se acercaba, Stewy preguntándose, como se saludaba a alguien que le hacía querer estrecharla entre sus brazos y suplicar compasión al mismo tiempo.

– Me alegro de verte – expresó Stewy, con un matiz de preocupación en su voz. – Quería verte – la miró, quedándose mentalmente con los cambios.

El vientre era cada vez más inconfundible.

Stewy estuvo a punto de dar un paso adelante para darle un beso en la mejilla en señal de saludo, pero se detuvo.

Lavinia decidió la cuestión, quitándose la gabardina y colocándola sobre el respaldo de la silla. – Por fin me permiten estar en pie – dijo con una sonrisa prudente en sus labios y un brillo en sus ojos cuando volvió a alzar la mirada hacia él.

Incluso pensar en el tacto de Stewy parecía desencadenar una tormenta bajo su piel.

Esa sensación de vértigo que era lo que menos le convenía a su embarazo.

Stewy frunció el ceño, preocupado.

Tenía frente a él un café humeante descafeinado y un cronut intacto.

Una de sus manos seguía golpeando con los dedos sobre la mesa.

– Lavinia, yo… he estado preocupado, pero no quería... ¿Estás bien? Recuerda lo que dijo el médico, que si había cualquier cosa...

Ella asintió con suavidad. – He estado bien. Sin dolor, sin problemas. Aún da miedo, pero intento no pensar en lo peor...

Se detuvo un segundo en su diatriba.

– Por favor, siéntate – le indicó Stewy, invitándola a tomar asiento con una mirada inquisitiva.

Su voz resonó con firmeza, aunque sus sentidos permanecían alerta tras su aparición.

Puede que todavía estuviera sorprendido que ella le hubiera enviado ese mensaje.

Lavinia se veía completamente tranquila, pero también triste.

Necesitaba asegurarse de que ella estuviera realmente bien...

Estaba muy guapa. No era nada nuevo, era hermosa, de hecho. Pero definitivamente tenía mucho mejor color que el día del funeral.

– Livy…

Stewy recordaba como si fuera ayer la primera vez que la miró, que realmente la miró.

Fue esa chispa. Era el tipo de sensación que te produce mariposas en el estómago y hace que el tiempo se detenga.

En el momento en que la presionó contra la mesa en su habitación en ese castillo inglés, sostuvo sus caderas y le susurró incoherentemente al oído, su mundo se puso patas arriba.

Sin embargo, no era solo su cuerpo el que reaccionaba a la intensa atracción física que sentía hacia ella.

Desde su primer encuentro, supo que ella podía desafiarlo y cautivarlo con un diálogo estimulante. Liv…

El silencio con Lavinia duró un poco más de lo que Stewy había anticipado, pero vio la mirada suplicante de ella.

– Stewy… – comenzó, su voz teñida con un toque de urgencia.

El ceño de él se arrugó. – ¿Hay algo mal? ¿Estás bien?

Hasta que ella llegó, toda mi vida giraba en torno al dinero, los negocios, el trabajo, ganar dinero, ganar en las cosas.

– Tengo los resultados de las pruebas – anunció Lavinia, acomodando sus manos cruzadas sobre la mesa al sentarse. – Dijimos que te mantendría al día y realmente no quería… no creo que sea una conversación que debamos tener en Waystar…

La mirada de Stewy estaba fija en ella, buscando respuestas mientras tomaba asiento enfrente suyo.

Los ojos de Lavinia se pasearon por su rostro concentrado.

Ella estaba hablando hace un momento, pero sintió como si su lengua estuviera atada un millón de veces.

Sabía que tenía que ser capaz de ponerlo al día sin sentir toda esa mezcla de emociones en el pecho.

Es importante que te sientas emocionalmente protegida en tu relación con él.

Parece que te sentiste abandonada en ese momento y ahora no sabes si es una opción segura para ti.

– Dime – pidió Stewy, inclinándose un poco en su asiento hacia delante.

– No hay factores de riesgo. Lo confirmarán en la ecografía de los cinco meses, pero creen que son fetos sanos…

Lavinia se detuvo al ver el alivio que inundaba los ojos de Stewy. Él logró esbozar una sonrisa y empujó el plato con el cronut hacia ella. – Estaba seguro… ¿Quieres un poco? Por favor, come.

La nieta de Ewan lo observó, sintiendo que había algo en su mirada que no podía describir. Con un gesto amable, extendió la mano hacia el plato, sin tocar el cronut.

La cafetería bullía de conversaciones, pero en medio del ruido, Lavinia sólo podía sentir el frenético golpe de su corazón contra su pecho.

Estuvo tentada de comentar la inusual falta de apetito en Stewy; su amor por la comida era un rasgo que ella admiraba.

Pero se detuvo porque no quería ser dura o sonar demasiado cínica.

No quería decir nada de lo que pudiera arrepentirse y se afanaba por no dejarse llevar por la profundidad de la mirada de él.

Stewy mantuvo sus ojos en ella mientras Lavinia miraba hacia abajo. Su cabello más rojizo por la luz del local.

El tiempo parecía escaparse.

– ¿Algo más? – preguntó él, su tono suave.

Lavinia mantuvo la compostura.

– La doctora Toure tenía razón, uno será niño – hizo una pausa, con el labio atrapado entre los dientes – y el otro…

Los ojos de él se abrieron de par en par al comprenderlo.

Stewy se tomó un momento para digerir la noticia: un niño y una niña. Su primer instinto fue saltar de su asiento, abrazarla y besarla con fuerza. Pero resistió el impulso, permitiendo que el impacto inicial se calmara. En cambio, alargó la mano y tomó la de ella entre las suyas, dándole un suave apretón. – ¿Lo sabes con seguridad? – preguntó.

El tacto de Stewy le brindó consuelo mientras deslizaba suavemente su mano hacia su muñeca, dejándole una sensación cálida. Lavinia confirmó la noticia con un pequeño asentimiento, mientras Stewy buscaba sus ojos escurridizos con los suyos, asimilando la noticia.

– Sí, sí... No entiendo cómo pueden estar seguros con ese tipo de prueba, pero sí.

Un empleado de la cafetería se acercó para preguntarle qué quería de beber. Lavinia pidió una botella de agua y comenzó a buscar su cartera en el bolso.

Stewy notó que ella llevaba uno de sus sonajeros en su bolso.

Lavinia respiró y preguntó: – ¿Qué piensas...?

Stewy encontró su mirada con una sonrisa contagiosa y sus ojos cálidos la estudiaron. – Maldita sea, Livy… ¿Puedo abrazarte? – se rió – En serio, ¿cómo diablos hicimos esto?

Él sentía… Todo aquello seguía siendo bastante surrealista.

No importaba tanto si serían un niño y una niña. Stewy esperaba que tuvieran algo como la amabilidad de su madre y su cabezonería... Pero era una coincidencia fantástica. Joder, no podrían haberlo planeado.

Lavinia parpadeó desconcertada por su reacción, soltó su mano de la de él y jugueteó con una servilleta, buscando las palabras adecuadas. – Stew...

Stewy la miró con cariño. No habían sido descuidados, aunque hubo momentos en los que casi se olvidaron de todo a su alrededor.

Ella quedó embarazada a pesar de las pastillas: esperaban gemelos, y además, uno de cada uno.

Menuda puntería la nuestra.

Stewy chasqueó la lengua, la sonrisa aun danzando en sus ojos, se ajustó en su silla: – ¿Cuántas probabilidades hay que esto suceda? ¿Deberíamos subir a la mesa y anunciar a esta gente que somos la hostia? – se detuvo, sacudió la cabeza y extendió la mano, con la palma hacia arriba.

Lo haremos, Livy. No me cabe duda, aunque esté acojonado.

Y yo que no quería ser padre…

Los dos intercambiaron otra mirada. – ¿Puedo? – Él repitió.

Antes de que ella pudiera expresar su confusión, Stewy se puso de pie y tirando de su mano la envolvió en un fuerte abrazo, poniendo su mejilla junto a la de ella. Stewy no supo si lo hacía bien. Si ella pudo notar una prudencia, inconsciente, en la forma de abrazarla.

Pero ese contacto hizo que una oleada de calidez recorriera a Lavinia, quien respondió rodeándolo con los brazos.

Lavinia respiró profundamente contra él. Stewy siempre olía bien: a café con avellana, a esa tarde de lluvia, a su colonia costosa de ámbar y notas amaderadas.

Ella extrañaba terriblemente su aroma cada puñetera vez.

Se sintió inmediatamente reconfortada cuando la besó en la sien. – Oye, doble problema, doble alegría, ¿no es así? Voy a ser un padre cojonudo – murmuró Stewy con una mezcla de afecto y seriedad – Por favor, necesito estar seguro de que tienes todo lo necesario. ¿Estás bien?

Tenía la oportunidad de actuar de la manera correcta ante ese anuncio, no como lo había hecho la última vez cuando ella le dijo que estaba embarazada.

Su expresión fue firme.

– Creo que sí…– respondió Lavinia.

Ella es mi puto universo… Si soy completamente sincero, no sé cómo conseguí una mujer como ella... Solo tengo miedo de no recuperarla. Y tal vez sea culpa de mi propio egoísmo.

Las manos de Stewy temblaron levemente mientras la presionaba más fuerte contra su pecho, intentando ocultar la emoción reprimida por el error que los había conducido a esa situación.

¿Por qué ese mal momento tenía que ganar a todos los buenos?

Se mantuvieron abrazados por un momento más.

Lavinia contuvo la respiración, su cabeza todavía enterrada en su americana… En ese momento le era imposible apartarse.

Sé que puedo lidiar con muchas cosas pero estoy en desventaja cuando se trata de él.

Stewy reflexionó sobre el futuro mientras la sostenía, todavía lidiando con las malas cartas que él mismo se había repartido cuando le dijo que no se veía a sí mismo siendo padre.

La respiración lo delataba.

Imposible de definir esa sensación.

Esperó, despeinando con la nariz los mechones sueltos de su rostro encantador, moviéndolos de un lado a otro como si soplara una suave brisa. – Nena…

Lavinia cerró los ojos. – Así no – protestó con voz turbada.

Stewy le alzó la barbilla con dos dedos para que ella levantara la mirada: – Te quiero... con todas las letras. ¿Lo oyes?

Ella asintió con un gesto delicado.

Dentro de diez años… Lavinia seguiría siendo preciosa. Sí... es difícil creer lo afortunado que eras, ¿eh? Sabía que se enamoraría aún más de ella después de tener a los niños…

Pero estaba preocupado de que no fuera lo suficientemente bueno.

Me preocupa que crezcan y me odien o que no me necesiten en absoluto.

Me preocupa que estéis lejos de mí... Me preocupa que esté tan absorto en mi trabajo que nunca pueda pasar tanto tiempo con ellos como debería y que llegues a la conclusión de que tenías razón.

Que ahora tienes razón, cariño…

Mierda, he visto a Ken hacer de padre. Él lo intenta pero… demonios, es terrible.

¿Y qué pasa si soy una decepción como padre como alguna vez me he sentido como hijo?

Quiero decir, ciertamente no seguí todos los pasos que mis padres esperaban de mí. Llamo muy poco, visito menos.

Stewy retiró las manos de la espalda de Lavinia y dio un paso atrás.

Su voz fue baja como si dudara en hablar.

– Una niña – entretuvo la idea.

– Y un niño.

Stewy lo repitió en su cabeza. – Eso es estupendo…

Livy iba a ser madre de sus dos hijos: una parte de él, una parte de ella.

Incluso su ego masculino, vanidoso e insensato, podía sentirse complacido por la idea.

Pero no se trataba solo de eso.

– No puedo esperar para conocerlos. Livy… ¿Te imaginas lo guapos que serán nuestros dos hijos? – dijo él con una sonrisa jugando en sus labios, mientras posaba su mano suavemente sobre su codo.

Lavinia se mordió la mejilla, frunciendo levemente el ceño. – Y poco humildes por lo que veo… – sonrió.

Stewy parpadeó y su expresión se volvió seria.

La miró con tanta intensidad que Lavinia estuvo tentada de apartar la vista para no ruborizarse. – Sé todas las cosas que dije, pero creo que nunca me había detenido a pensar en serio en algo así – Stewy admitió.

Ella parecía confundida. – ¿En algo así?

– En tener una familia. No es como… mírate, es real y creo que también es hermoso. Dios mío, Livy...

No querría nunca a nadie más como ella.

Lavinia frunció los labios. Entonces ¿estaba dudando?

Nadie creía ya en príncipes azules perfectos. Stewy era solo un hombre, no podria con todo pero, quizás menos de todo, esto que no había elegido…

La acercó de nuevo con la mano en su codo. – Livy…

Se había hecho a la idea de tener un hijo e imaginado compartir momentos padre e hijo. Esperaba que, con la guía de Lavinia.

Pero la noticia de tener también una hija trajo un nivel completamente nuevo de anticipación.

Era un nuevo ajuste.

Él ni siquiera tenía hermanas.

Si Stewy hubiera tenido que elegir el sexo de ese segundo bebé, sí, probablemente se hubiera inclinado por una niña. Una versión en miniatura de ti…

Oye, el pequeño Kian también sería genial, pero pensó en cómo dos chicos tienden a influenciarse mutuamente y meterse en situaciones bastante estúpidas, como Ken y él en Buckley.

Me siento algo nervioso ante la idea de ser padre de una niña, me llevará de su dedo meñique, pero eso no garantiza que no acabe odiándome…

Un día puede estar sentada en un café como este, contándome qué asco de padre soy.

No es que no le pusiera nervioso ser el padre de un niño que se pareciera mucho a él.

Hizo algunas idioteces cuando era un adolescente ansioso por experimentar y esperaba que no siguiera sus pasos.

Al final, tengo miedo de estropear las cosas con ellos, como me pasó contigo…

Por toda la cháchara sobre mi ego… No quiero que miren mi rostro y vean que mis defectos se transmiten a ellos… Mucho para una prístina confianza en mi mismo, ¿eh?

Stewy la miró mientras le pasaba la mano por el brazo con dulzura. – ¿Te ha dolido algo estos días?

Ella negó con la cabeza. – No.

– ¿Estás contenta? – sondeó.

Pareció como si hubiera tocado un nervio.

– Stew… – comenzó ella, pero él la interrumpió.

– Por favor…

– Me siento culpable… No debería importar lo que sean… pero la idea de una niña es especial y algo intimidante si pienso en mi propia madre… Nuestra relación… bueno, lo has visto. Hablastéis. Ella es diferente con Greg… ¿Qué pasa si no sé cómo hacerlo bien?

Él le colocó un mechón de cabello suelto detrás de la oreja y se dio cuenta que la foto que vio era de ese mismo día: – No, joder, Lavinia… Van a ser niños increíbles… Deberíamos celebrarlo – sugirió.

Lavinia respiró hondo y le sostuvo la mirada. – ¿Celebrarlo?

– ¿No es lo que hace la gente?

– No puedo quedarme mucho… Hay una cena y… – Ella ladeó la cabeza.

Él frunció los labios, con un atisbo de decepción en sus ojos.

– Lavinia…

– Dime…

– Lo siento mucho, Liv… Por todo, joder. Pero realmente creo que estaremos bien. Odio verte así, sentirte lejos. No quiero presionarte y no sé qué más hacer para arreglar esto que destrocé, pero lo resolveré sin empeorarlo para ti – prometió Stewy, sus ojos fijos en los de ella con determinación.

¿Qué puedo hacer para romper esa coraza que te has puesto, Livy? Stewy reflexionó para sí mismo, con el corazón pesado.

Te quiero demasiado como para culparme por siempre de no estar juntos.

Se quedaron en silencio. Stewy miró a su alrededor por un momento antes de tomar suavemente su mano. – Ven conmigo…

Lavinia se sintió confundida por la repentina petición: – ¿Adónde? No puedo – comenzó, pero Stewy la interrumpió.

– No es eso…

Se dejó llevar al baño su palma apretando la suya.

– Stew… – protestó levemente cuando él le puso la mano en la cintura, guiándola hacia el de inválidos.

Al mirarla pudo ver la batalla que estaba librando consigo misma.

La observó con ojos suaves y afectuosos.

– No te preocupes, solo quiero… Por favor…

Él tenía un aspecto terriblemente solemne y se sintió extrañamente conmovida.

Le levantó un poco la blusa para acariciar su vientre de embarazada. Su piel estaba tirante pero increíblemente suave al tacto. Sus dedos trazaron su ombligo.

Lavinia de repente se sentía abrumada por sus sentimientos.

La sensación de sus dedos rozando su piel la dejó hormigueando por todas partes, su corazón latiendo más rápido de lo normal.

– ¿Los notas?

– Solo… alguna vez… como mariposas.

El rostro de Stewy se iluminó con sus palabras.

La besó en la oreja.

– Esta puede ser nuestra oportunidad, cariño. Un nuevo comienzo para nosotros. Sin presión, Livvy. Podemos tener una buena vida. – Sugirió con una sonrisa, con la mano apoyada en su vientre – Yo me ocuparía de los tres. Sólo – acarició su vientre una vez más – Significas todo para mi, Livy. Y si ambos decidimos que seguir adelante no funciona... Pensaremos en algo, ¿vale? – La tranquilizó, con una mezcla de determinación y ternura en su voz. Entonces, bajando la vista: – Hey, bebés… sed buenos con mamá, ¿de acuerdo?

Lavinia había olvidado esa expresión pensativa de su rostro y la pura honestidad en sus ojos, haciéndolo parecer más joven de lo que realmente era.

Ella extendió la mano para acariciarle el rostro con cariño en un gesto afectuoso.

Él se ha disculpado, se ha arrastrado, te ha dado tiempo… Llegado a cierto punto, depende de ti dejar de retener tu relación como rehén. Quieres que se ponga a prueba, que…

– ¿Confías en mí?

La miró a los ojos, buscando permiso para aventurarse más, deslizando con cuidado su mano bajo la cinturilla de su falda. – No puedes. Sólo –murmuró. –Lo sé. Por favor –respondió él, mientras esperaba su indicación. Lavinia acercó su mano, sus dedos entrelazados con los suyos, guiándolo hacia los delicados rizos entre sus piernas que él ahuecó con ternura.

Ella cerró los ojos.

Stewy se limitó a absorber su calor, acariciándole el vello.

Le gustaba la sensación sedosa y mullida del pelo entre sus dedos.

No fue más allá, se limitó a dejar la mano inerte sobre la parte de Lavinia que daría a luz a sus hijos.

No fue sexo ni hubo intención alguna, todo lo que quería Stewy era sentir consuelo en su calidez con un gesto íntimo.

Ella evitó como pudo que se le desbordaran las lágrimas.

Finalmente, Lavinia apoyó las manos sobre su camisa. Se quedaron muy quietos.

– Te amo.

– No se supone que me hagas sentir…

– ¿Estás bien? ¿He hecho algo que no…? – Se preocupó él.

– Me haces cosquillas – admitió ella sonriendo.

Stewy sabía que no podía causar ninguna perturbación, e incluso si pudiera, habría tenido demasiado miedo de lastimarla.

Le dio un beso en los labios antes de dar un paso atrás ayudándola a acomodarse la ropa antes de que un ruido en el pasillo los interrumpiera.

– No hagamos que nadie se enfade ahí afuera – dijo, dándole una última mirada prolongada antes de salir silenciosamente del baño.

Cuando se fue, ella se deslizó hacia atrás contra la pared y cerró los ojos, experimentando una dolorosa sensación de pérdida.

Ese momento la llevó de regreso a innumerables recuerdos.

Había pasado demasiado tiempo desde su último momento íntimo, llevaba perfectamente la cuenta porque habían engendrado estos niños la última vez.

Lo siguió un momento después.

Volvió a la mesa donde todavía estaba su gabardina, conmocionada, pero manteniendo el tipo.

Stewy no podía evitar sentir un tirón en el corazón mientras la miraba, por lo que se aclaró la garganta antes de hablar.

– No me has preguntado qué voy a votar en la junta – dijo Stewy.

Hubo una pequeña sonrisa.

Se sintieron un poco extraños, sacudidos hasta el tuétano.

Ambos de pie para la despedida.

Lavinia rodó los ojos y trató de seguir la corriente. – No estoy aquí para influir en tu voto.

– Entonces… ¿Qué piensa Ewan? – preguntó Stewy con calidez.

Sus dedos jugaron la manga de la gabardina de ella en la silla.

– No esperarás que te de información privilegiada…

Él negó con un brillo en los ojos. – ¿Estamos de acuerdo en que gane el mejor?

Estaban parados en la cafetería, junto a la mesa que Stewy había ocupado originalmente.

Ella todavía adoraba esta versión de Stewy: confiada y sardónica.

Lavinia se mordió el labio. – Tal vez él mismo te lo diga si le preguntas, después de todo, conspirasteis en el funeral – bromeó ella con cariño.

Stewy la estudió atentamente.

– Solo para asegurarse de que cuido bien a su nieta... Pero dudo que esté emocionado después de lo del hospital...

– Stew...

Sus palabras rebosaban honestidad. – Yo también me culpo...

Él se puso serio una vez más.

Lavinia negó con la cabeza. – No deberías.

– Tú lo haces. No lo niegues…

Mientras el sol se hundía en el horizonte, proyectando un cálido resplandor dorado sobre las calles de la ciudad, compartieron un momento de tranquilidad de pie en el bar.

Su mirada se detuvo.

– Por favor, come algo – insistió él. – ¿Puedo traerte una bebida caliente?

– Tengo una cena en quince minutos... En el Jules Verne.

Su expresión la hizo preguntarse si este momento era real... Todo tenía la calidad de un sueño.

Pero Stewy no dejó que sus sentimientos alteraran el tono suave de la conversación.

Puso una última sonrisa. – ¿Y crees que esos niños prefieren una ensalada o un pescado a un delicioso cronut?

Ella no pudo evitar sonreír entonces. – No si son como baba…

– Te iba a… – Hablaron al mismo tiempo. – Perdona.

– No, por favor – le animó.

– He estado pensando en el apellido de los bebés… – comenzó, pero su teléfono vibró. –Tengo que ir.

Stewy bajó los brazos y asintió. – Vale, pero estoy aquí, ¿ok?

Ella dejó ir un poco de aire. – Vale…

– Voy a demostrártelo – empezó.

Voy a demostrártelo y te voy a recuperar, se prometió.

Ella le miró todavía procesando… todo.

– No deberíamos haber…

La expresión de Stewy parecía convulsa.

– Haré lo que me pidas, Livy, no puedo hacer más… Siento mucho no haber estado allí para ti.

Eso la hizo vacilar.

– No digo que tenemos que ser amigos pero… Necesito espacio para pensar…

– Lo haremos como tú quieras – aseguró Stewy.

Oh, sí, vendrá a almorzar en Midsommar contigo y con Lukas; se reprochó Lavinia.

Te aferras a las heridas y no avanzas, ¿qué pasa si eres tú quien está dañando la relación ahora? ¿Estás privando a los niños de algo positivo?

Lavinia bajó la mirada hacia sus manos.

– Voy tirando…

– Ve con cuidado – dijo Stewy, un ruego reflejado en sus ojos.

Cuando se dio la vuelta para marcharse, evitó mirarlo. Pero si se hubiera detenido y se hubiera dado la vuelta, habría visto a Stewy parado solo bajo las luces del local, con las manos en los bolsillos.

En su pecho había una mezcla de emociones: conmoción, culpa, alivio, arrepentimiento y, en ese momento, la sensación de que una solución no era imposible.

Pero no era inmediata.

Habían creado juntos algo extraordinario.

Cuando la acompañé a esa ecografía en la que nos dijeron que eran dos y oí los latidos…: Tal vez fue el sonido lo que lo convirtió en padre.

O el impulso de protegerles.

Todavía miraba las fotos de la ecografía a veces.

Quizás debería detenerla, correr tras ella y suplicarle que no asistiera a más cenas con Lukas Matsson. Conocía a suficientes personas en la ciudad como para ofrecerle todas las oportunidades que ella necesitara.

No se quejaría porque ella tuviera ese trabajo, pero maldita sea, Matsson podría volver a Suecia mañana y de alguna manera llevársela consigo… y con ella todo

Él tendría derecho como padre, pero no querría pelearse con ella.

Una adolorida y triste sonrisa cruzó su cara.

Finalmente, decidió llamar a Kendall.

– Stewy, eh, menos mal. ¿Estás conmigo, sí o no?

– Eh… ¿Y si digo que sí?

– Uhm. Bien, buen chico, buen chico… sabía que tú no me la jugarías…

Soltó un suspiro. Realmente era una pregunta. Joder, Ken.

– ¿Dónde estás, tío?

– Pues estoy haciendo una parada técnica. He encontrado a Roman… Bueno, siempre he contado con él, pero por asegurarlo del todo.

Se humedeció los labios.

– Ya veo. Matsson tiene una especie de cena esta noche… solo para que lo sepas. ¿Por qué no estás torturando a Frank, colega?

– Vale. Bueno, ehm… ¿Con Lawrence Yee? ¿El de Vaulter?

Se percató de que no había estado lo suficientemente atento como para hacer esa pregunta. – No, no lo sé... ¿No tenías todo bajo control? Ken...

– Vale, sí, sí. Ayúdame aquí. Entonces, ¿cuántos seríamos ya?

– Pues… Eso tienes que decirlo tú, tío…

– Te tengo a ti, a Paul, a Dewi, a Ewan, a Roman… No me falles ahora, vamos.

– Siempre dices eso Ken…

– ¿Y? ¿Por qué tanto miedo? Si eres el primero en querer cortársela, no me jodas, Stew.

Suspiró a través del teléfono. – Ken, mira… Realmente no sé si hacerlo un eunuco haría una diferencia suficiente... Háblame, háblame de pasta.

Después Stewy colgó el teléfono, aun sopesando todo en su mente.

Lo cierto es que aquello que consideraba importante: la carrera, el dinero, las fiestas... de alguna manera, había quedado en un segundo plano.


Mientras el Uber que había solicitado avanzaba por las concurridas calles de Nueva York, Lavinia no pudo evitar que sus pensamientos se desviaran hacia los bebés.

Por un lado, sintió una sensación de inquietud y miedo. Su propia relación con Marianne había estado plagada de tensión y tristeza… Las constantes críticas y juicios habían dejado un impacto duradero en su autoestima y todas sus relaciones. A Lavinia le preocupaba no poder ser la madre que su hija necesitaba y merecía. Sus hijos— pero la relación con su madre hacía que una niña la asustara más. ¿Y si fallaba?

La oportunidad de romper el círculo era a la vez apabullante y esperanzadora.

Lavinia imaginó los momentos que compartiría con sus niños, el vínculo que formarían, el amor genuino.

Mirando por la ventana el caótico paisaje urbano que la rodeaba, las bocinas a todo volumen y las luces intermitentes se desvanecieron en el fondo mientras se concentraba en las pequeñas vidas que crecían dentro de ella.

Las calles de Nueva York parecían extenderse infinitamente ante ella, un laberinto de posibilidades.

Iba a ser la mejor madre que ambos pudieran tener.

Si tuviera que señalar cómo se sintió durante el funeral, especialmente en la parte de la misa, bueno, las emociones abrumadoras habían amenazado con asfixiarla… El colapso de Roman, la confesión de Lukas, los incómodos celos de Stewy, su habilidad para meterse bajo su piel…

No era extraño que hubiera terminado en esa espantosa carrera hacia el hospital. Cómo sobrevivió a aquel día era un enigma.

El susto de hace una semana la había sacudido hasta lo más profundo, fue una llamada de atención para priorizar su bienestar emocional y la salud de sus pequeños en camino.

Pero el encuentro hoy, en la cafetería… todavía estaba hecha un flan por dentro.

Era más fácil olvidarlo cuando se comportaba como un capullo.

Tenían que ser capaces de acordar unos puntos básicos...

Se dio cuenta de que, a pesar de todo su dinero, no había temido la idea de que Stewy intentara quitarle a sus hijos, pero ahora que él deseaba esta paternidad, ya no sería complaciente.

Había pasado el tiempo en que todavía podía desaparecer con sus hijos y pensar que él no la buscaría.

No estaba de acuerdo con lo de Suecia, por ejemplo. Ella sabía que no lo estaba.

Quizás estaban posponiendo una discusión hiriente para el futuro.

Tal vez simplemente tenía que aceptar que había riesgos, miedos e inseguridades que debía enfrentar para poder volver con él, se preguntó qué había hecho de esa valentía que Stewy solía decir haber visto en ella.

¿Es esto lo que quieres para el resto de tu vida?

Sin embargo, ella estaba siguiendo el consejo médico.

Habrá muchas conversaciones difíciles, compromisos a los que llegar y sentimientos en conflicto si sigues adelante.

Haz una pausa y respira profundamente.

Déjalos crecer seguros aquí.

Se llevó las dos manos al vientre como si los sostuviera.

Él fue honesto desde el principio; ¿por qué mentiría ahora?

Tú decidiste tener los bebés, sabiendo que él no quería formar una familia. Pero ahora él ha decidido quedarse y hacer esto contigo.

¿Qué más quieres de él? ¿Qué quieres ver? Ponlo en palabras…

Cuando miró a través del retrovisor, pudo ver al conductor mirándola con curiosidad.

Observó las calles de Nueva York pasar por la ventanilla mientras su coche la llevaba en dirección al restaurante donde se encontraba Lukas.

Era inevitable que empezara a pensar en lo que necesitarían sus hijos. Mamelucos, una cuna... ¿Dónde cabría todo? Quizás la caja de cerillas que era su apartamento serviría un tiempo, pero ¿y cuando los niños comenzaran a gatear? ¿A andar?

Por primera vez desde que llegó a esta ciudad abrió su móvil para buscar pisos en alquiler en Nueva York.

En algún momento, ella había considerado incluso la idea de rechazar cualquier ayuda financiera de su parte.

Pero ahora era irrelevante.

Él había cubierto la factura del hospital sin decirle una palabra.

Sólo lo supo cuando llamó a su seguro para saber cómo tenía que gestionarlo.

No quiso decirle nada en la cafetería porque ya sabía que él quería hacer esto.

Ella se sintió conmovida por la forma en que él había reaccionado ante la noticia de los sexos.

¿Qué estaba haciendo?

Tal vez, pensó, debería pedir el número del psicólogo que Roman le ofreció una vez en broma. La terapia siempre había parecido un concepto lejano, pero ahora se preguntaba si podría haberla ayudado a evitar esta abrumadora sensación de estar perdida.

Había recuerdos de su infancia, historias que preferiría no contar a un extraño. Sin embargo, esto era diferente…

Casi había descartado la sugerencia de su mejor amiga de ver a una terapeuta cuando estaba pensando en cómo darle la noticia de su embarazo a Stewy. Casi.

Y después… hace días que apenas podía respirar con facilidad, flotando en la superficie de todo ese caos sin darse cuenta…

Mientras estaba sentada en el coche, con el peso de su decisión presionándola, no pudo evitar sentirse dividida. Por un lado, estaba el padre de sus hijos, el hombre con el que había querido construir una vida y que quería. Por el otro lado, sabía que tenía que tomar la mejor decisión, centrarse en lo que era mejor para ella y sus hijos.

Y si dejar tiempo pasar significaba que él seguía adelante sin ella… entonces…

Cerró los ojos, respiró profundamente e intentó aclarar su mente. Era cierto que se había sentido atraída de ciertas maneras que no había podido explicar por Lukas, pero aunque pudiera considerar su propuesta y no fuera mucho más complicado que un sí, no podría arriesgarse a poner en peligro la estabilidad que tanto estaba trabajando para crear.

Mantendría las cosas de manera profesional, se concentraría en su trabajo, su salud y sus bebés. Tenía unas 24 horas bastante intensas por delante.

Cuando el Uber se detuvo en su destino, Lavinia respiró hondo y mientras salía del vehículo y se dirigía hacia la cena con Tom, una sensación de determinación se instaló en su pecho.


Lavinia llegó a la cena de Lukas y Tom en el momento más inoportuno.

En realidad, buscaba a Oskar y a Greg pero no corrigió al chico cuando la guió hacia el comedor principal. – Gracias – murmuró después de unos pasos.

¿Los ve?

Al principio no lo hizo, pero alguien la saludó.

Pasó entre las mesas.

Kara de Dust. Bueno, ex Dust.

Hola.

Hola.

Se dieron dos besos.

¿Qué estás haciendo aquí?

Ella le explicó que había venido por trabajo.

Kara le presentó a una amiga.

Dios, mírate – sonrió Kara. – ¿Cómo te va? Tenemos que quedar algún día.

Ellos compartieron algunas cortesías más.

Luego la dejó con su cita.

Pero cuando caminó de vuelta a la salida, pudo ver a Lukas de espalda

Y cuando se acercó sus voces se hicieron más claras.

A medida que la conversación viró hacia un territorio más incómodo, Lavinia no pudo evitar poner los ojos en blanco.

Retrocedió discretamente.

No deberías inmiscuirte.

– ¿La caricatura?

– No. No la caricatura. No, joder. Eso fue divertido. Pero… Ella fue muy insistente con lo de la India. Y yo al principio… pensé que la familia y la continuidad podría ser positiva. Ella es muy inteligente, ¿sabes? Pero yo tengo un montón de ideas ya. ¿Y no sé si quiero más ideas? Necesitaba contactos a nivel político y tal. Pero ¿sabes qué? Es la hostia de sencillo, está tirado y tengo a Lavinia. Creo que sé cuánto debo saber.

– Jajajaja. ¡Cierto! Lo haces, hombre.

Lukas se movió en su asiento.

– Además, con Shiv, ¿sabes? También hay… – La expresión perpleja de Tom se encontró con la críptica explicación de Lukas.

– ¿Uh huh?

Entonces profundizaron en una discusión que la hizo sentir cada vez más incómoda.

¿Qué era esto? ¿Una especie de test?

– Honestamente, ella es algo... ¿Hay un ligero tira y afloja?

– ¿En qué sentido? – Tom esperaba que aclarara su frase.

– En plan que – me la quiero follar – un poco. Y tal vez, no… Sería raro, pero creo que, en la situación correcta, tal vez ella también follaría conmigo.

Tom bajó la cabeza. Lo miró. – ¿Ah?

– Perdón por ponerme raro. ¿Te resulta incómodo?

– No, no. Somos hombres.

Lavinia se humedeció los labios atónita: Oh, hostia. Iros a la mierda…

No sé qué me pasa, se dijo. Parezco tonta. Es que veo a Stewy y…

Harías todo lo que te pida. En el fondo, lo harías. Y luego vienes aquí y te encuentras el Billionaire Boys Club fest.

Sí sabes qué te pasa, estuviste a punto de ceder...

– Pero sí, eso, no lo necesito. El desorden. Así que me he puesto a pensar, si yo podría tener a cualquiera en el mundo, ¿sabes? ¿Por qué no tener al tío que le hizo el bombo en vez de a la tía del bombo? Ja, ja

Que os jodan… Mucho.

Notó una mano en el hombro antes de girarse. Mierda.

Oskar la interrumpió por sorpresa. – Por aquí. Estamos en el fondo… – miró por encima de su hombro – ¿Algo interesante, hum?

– Nada…

Sintiéndose frustrada, Lavinia decidió asentir ante la mirada de Oskar y distanciarse de la conversación.

Aunque le dejó un mal sabor de boca.

Más tarde, cuando vio a Lukas acercándose a la barra donde esperaba su bebida, todavía estaba bastante enfadada.

Cuando él la saludó con una sonrisa, ella levantó una ceja: – ¿Cómo estaba tu lubina?

Por su tono de voz, parecía molesta, advirtió Lukas.

Eso hizo que la mirara con confusión.

Lavinia se encogió de hombros.

– Escuché tu conversación en la mesa antes y debo decir que me dejó sin palabras – Dijo mordiéndose la mejilla.

Lukas comprendió que había metido la pata… Técnicamente.

Mesuró su respuesta: – Bueno, creo que ha funcionado… Solo estaba tanteando el terreno y me ha gustado la conclusión.

Su obvio enfado la hacía todavía más hermosa, pensó él.

Había algo diferente en este par de horas desde la última vez que la había visto.

Lavinia suspiró, puso su barbilla sobre una mano, el brazo apoyado en la barra del bar donde acababa de picar unos frutos secos. Ella movió la cabeza y preguntó con un dejo de ironía: – ¿Para tirarte a Shiv?

Estaba enfadada pero tal vez no era con él.

Tal vez era con sí misma que últimamente no estaba segura de qué hacía.

Él se permitió una sonrisa mesurada. – ¿Tienes celos?

Lavinia pareció sorprendida ante la pregunta.

Esta táctica le había resultado efectiva en Noruega.

No le iba a servir ahora. ¿Por qué tendría que hacerlo?

Optó por ignorar su descaro.

Pero ella no se sentía feliz con él ahora, lo cual era…

Pareces el perro del hortelano, chica…

No había razón para que le molestara la innegable química entre Lukas y Shiv.

Ella todavía podía sentir la sensación de la mano de Stewy.

Son los comentarios los que más la molestaron…

Casi se sintió insultada por asociación.

No que ella fuera a ser directora ejecutiva de ningún lugar…

Pero aun así, sí, algunas otras personas allí afuera probablemente hicieron comentarios groseros sobre su embarazo.

¿Nunca fue ventajoso? ¿O sí?

De repente te vieron menos capaz, menos disponible, menos centrada, menos feroz.

Menos follable, bueno, si no eras Lukas Matsson. Al parecer.

– ¿Y ahora qué harás? – dio un vuelco a la conversación.

– Ahora le nombro mi marioneta suprema para que yo pueda reinar desde Saturno. Necesito un americano para que no haya una estampida y este le agrada a Mencken… si se diera el caso.

Lavinia cuestionó: – ¿Entonces es Tom?

– ¿Por qué no?

Ella lo pensó.

Negó con la cabeza. Vale, bueno…

Lukas la estudió.

– Estoy disfrutando de veras haciendo esto contigo – alzó una copa por ella – Me refiero a GoJo. Lamento que me hayas escuchado, solo estaba jugando un poco con el ratón.

¿Así que tú eres el gato gigante?

Se mordió la lengua cuando Oskar volvió a la barra con Greg y propusieron entre ellos un brindis con chupitos de vodka.

Dio un trago de su vaso de agua.

Hablaron en sueco.

Greg pareció algo distraído.

– ¿Todo bien? – le preguntó a su hermano cuando se apartó de la barra.

– Ehh… sí. ¿Por… Por qué?

No pudo evitar sentirse como si Greg también la tratara a ella como si fuera una pieza alrededor de la que danzar. – Solo curiosidad…

Se volvió a quedar sola con Lukas un poco después.

Lavinia observó como el camarero servía a otra pareja en la barra.

Había algo sólido y confortable en la manera que esa pareja se trataba… Sintió envidia.

Lukas también los observó.

– Entonces… estás muy enfadada conmigo – Él intentó.

Lavinia suspiró. Eres más listo que el hambre… ¡No te hagas el tonto!

Simplemente ahora no tenía energía para el jefe del patriarcado vikingo.

Maldito alto, insufrible, geek, Barba Azul…

Oh, y Tom era un imbécil de la peor calaña…

Tom solo… Puede que no debería juzgarle.

Lavinia no deseaba ser una rebelde ni una santa, solamente… Oh, no te excuses, aceptaste el cargo de Comunicaciones.

¿Cuándo una historia tan descabellada como la de Ebba siendo acosada en el trabajo dejó de ser tu señal para salir corriendo?

Se mordió el labio, un poco frustrada.

– No me alegra el modo en el que has dicho que quieres follarte a Shiv – dijo con un suspiro – Quiero decir que eres libre, pero… Ella es mi prima por si no recibiste la nota. Es extraño.

– ¿Mucho? – ahora parecía divertido.

¿Qué? Oh.

Abrió los ojos.

La mirada de sordina en los ojos de Lukas hizo que ella quisiera cargárselo.

Lavinia entendió enseguida cuál había sido su línea de pensamiento... Cerró los ojos para no matarlo o algo así.

Él estaba sonriendo por el amor de Dios.

– ¡Oh, no te atrevas!

Lukas alzó las manos como para defenderse.

– No planeo tirármela… Ella es atractiva pero soy un hombre de ideas fijas… lo sabes de sobra. Te quiero a ti y todo lo que hay alrededor. ¿No crees que somos un buen equipo? – gesticuló hacia ella.

Lavinia observó la bebida sin alcohol que tenía delante. – Lo somos – admitió.

Ella estaba segura que había hecho muchas cosas para alentarle.

Aunque había intentado hablarle de manera sincera y franca en el funeral.

– Ves…

Pero daba igual porque la conversación con Tom se le había atravesado...

Lavinia gimió en su fuero interno.

– "Oh, estamos entre hombres" – imitó a Tom – Es como si fuéramos trozos de carne… Un bombo, ¿mm? ¿También vas a dar un cargo al hombre que me puso los bebés a mí, no sé, para saberlo? Aunque Shiv te matará antes, así que... tampoco importa…

Lukas se lamió los labios, escuchando atentamente.

– Nunca le diría lo mismo a tu ex. Y no, si mis gorilas no la dejan acercarse… Y por supuesto que no eres en absoluto un trozo de carne. Lavinia, escúchame…

Subió la mirada.

Vale, pica el anzuelo. – ¿Por qué no se lo dirías a… a mi ex? No te ha importado decírselo a Tom.

Lukas chasqueó la lengua, estudiándola de cerca.

– Hay gente que se ha batido en duelo al amanecerpor mucho menos... No, en serio, no quiero darle más motivos a Hosseini para que quiera pelear conmigo. Sería una idiotez – Sus ojos brillaron de un modo peculiar – Wambsgans no creo que se lo vaya a decir a Shiv, y nosotros tampoco – le guiñó un ojo.

Se encontró sintiéndose rebotada con Tom. – Es un imbécil.

– Uno que me dará libertad para dirigir esta empresa desde donde quiera. No seas dura con él…

Lavinia se cruzó de brazos con escepticismo.

– Está bien – concedió.

Lukas le mostró una sonrisa traviesa, ligeramente torcida.

– Piensa en lo que te dije, Hache. Ponme a prueba – dijo – Te prometo que nos divertiremos, y podrás contar conmigo para cualquier cosa, sin peros. ¿Puedes al menos pensar en ello?

Jugueteó con su teléfono por un momento antes de dejarlo en la barra.

Entonces Lavinia lo miró con seriedad.

– Yo… Es importante para mí saber si hay condiciones, Lukas. Esto, GoJo…

Lukas inclinó la cabeza.

– No voy a renunciar a una gran Jefa de Comunicaciones por mi polla. Si lo hiciera, Oskar me la cortaría.

Ella asintió aunque no del todo convencida.

– Está bien.

Lukas apartó la vista, evitando la mirada de ella.

– Pero en serio, Hache, sería un idiota si te dejara escapar.

Lavinia quitó la pajita del vaso que le molestaba.

Lukas le cogió la mano entre las suyas.

– Hache, necesito que pienses qué es lo que quieres… Quizás no lo parezca, pero incluso yo necesito concentrarme para gestionar todo esto…

Después de unos segundos, Lavinia apartó su mano con culpabilidad.

Ella odiaba decepcionar a la gente.

Tienes que poner límites.

Miró al camarero durante un largo momento.

– ¿Cuál es el plan?

Lukas pareció confundido. – Aparte de ganar… pues…

Lavinia notó que tenía una llamada perdida. – Creo que podría estar allí mañana desde primera hora…

– ¿Qué quieres decir?

– En la empresa… – Ella aclaró, con una sensación de incertidumbre en su tono.

Lukas alzó una ceja.

– Mmm… Ellos podrían echarte hasta que termine la votación. Después de todo, todavía no eres oficialmente una empleada – señaló.

–Pero mi abuelo quiere que esté allí, ¿y no quieres que vigile a Frank? Podría cambiar de opinión... – se quedó en silencio.

Lukas frunció el ceño. – Estaría descuidando su deber hacia los intereses de los accionistas...

– Vale, pero aun así… Algunas personas quieren hablar contigo después de la reunión. Esperarán fuera de la sala de juntas y, si parecen estar de tu lado, podrían ayudar a mantener las mareas bajo control – dijo Lavinia.

– ¿Quiénes? – preguntó Lukas, extrañado.

– Josh y Phillipe Layton. Particularmente Josh. Quieren ser los primeros en conversar con el nuevo mandamás, como todavía van a tener algunas acciones...

– ¿Cómo lo sabes? – insistió.

– Recibí un mensaje de Josh. Tenía curiosidad por las intenciones de mi abuelo – reveló.

– ¿Y? – Lukas presionó para obtener más información.

Lavinia lo miró atentamente ahora. – Mi abuelo no irá en contra de la familia.

– ¿Incluso si estás trabajando en el lado opuesto?

– No lo sé… No, creo que no.

– Ya veo que mi presentación no caló para nada… – adoptó un tono más conspirativo.

Ella negó con la cabeza. – Bueno, es un hombre bastante obstinado…

Se sintió medio culpable porque el único voto que tal vez pudo haber decidido de alguna manera fue el de Stewy, y habría sido de manera totalmente involuntaria.

Excepto que… él votaría por Kendall o por el dinero.

Especialmente ahora que ambos parecían llevarla de todos modos a Suecia.

No se atrevería a presumir de tener ese poder…

Lukas agitó una mano. – No le gusto, ¿uh? Lo capto, vale. Inténtalo… estemos sobre el terreno. Pásame toda la info que puedas, rollo minuto a minuto y eso. Quién sabe… Y sé simpática con Layton, quiero tener contento a todo el mundo de momento – añadió con una sonrisa burlona.

Lavinia enarcó una ceja y bromeó. – ¿Solo con Layton?

Lukas chaqueó la lengua. – Aaronson te escribe sin mantenerme al tanto. Es un pequeño bribón al que voy a hacer todavía más rico y sospecho que quiere tocarme lo que suena.

Lavinia sospechaba que Lukas podría haberle dejado de caer en gracia cuando hizo ese tuit sobre Living+.

Se mordió el carrillo, pensativa. – No puedo prometer que no me echarán si las cosas se calientan...

Él sonrió en respuesta. – Oh, bueno, pensándolo bien… Eso sería increíblemente insensible. Tal vez deberíamos alertar a la prensa... ¿Vas a estar bien?

– Te estaré esperando abajo si las cosas se ponen tensas… No es que me vaya a arriesgar que un segurata me arrastre ni nada. Pero no lo creo.

Estaba totalmente comprometida con el desempeño de sus funciones mañana. Ella tenía permiso médico para estar allí afuera.


Cuando salieron a la calle se dio cuenta que tenía una llamada perdida de Ken.

Luego, otra.

Se apartó del grupo para contestar el teléfono.

– ¿Hola?

Lavinia pudo escuchar la tensión en la voz de Kendall.

– Hola, soy Ken. Tengo una pregunta para ti, si hay algo de verdad en ella, no digas una palabra. ¿Está Lukas hablando con otras personas?

– ¿Com—

– Lo sé por Greg…

Genial.

Lavinia no dijo otra palabra.

¿Qué haces?

Si Kendall ganase, se haría con el control de la empresa.

Una parte de ella sospechaba que no lo compartiría con Roman o Shiv. Entonces, ¿por qué los remordimientos?

Sin ofender a Ken, pero hasta donde recordaba a él no le había importado un comino prescindir de ella.

Llegó a la conclusión de que al menos esto era más justo para Shiv.

Y antes de que ella pudiera decidir decir algo, él colgó.

Lukas la miró cuando volvió al grupo. – ¿Algo interesante? – preguntó inocentemente.

– Estás a punto de recibir una llamada de Shiv muy cabreada…

Lukas arqueó una ceja sorprendido. – ¿Tom?

– No – Ella dudó por un momento.

– Vale – Él la tomó del brazo suavemente sin hacer más preguntas pero elevando una ceja.

Era tarde en la noche y la ciudad estaba llena de ruidos de bocinas y risas.

Ella paró sobre sus pasos.

– ¿Qué pasa? – lució preocupado.

– Lo que has dicho antes… Lukas… Necesito darme espacio para mí misma – se mordió la mejilla inquieta – Pero también necesito límites, no funciona si intentas besarme como en la galería y me siento fatal porque… – ¿Qué iba a decir? ¿Qué dejó acercarse demasiado a Stewy en el café? – Sé que me he aprovechado de tu amabilidad estos días en tu apartamento y lo siento.

El rostro de Lukas se mantuvo quieto, aparentemente escuchándola con atención.

– Si es por lo que ha pasado con Tom… Hache, yo… lo siento mucho.

Sus ojos se encontraron con los de él y sacudió la cabeza: – No es por eso. Me importas y me sacas de quicio, y quiero que trabajemos juntos y hagamos algo genial en la empresa. Pero tienes razón, mereces que sea clara…

Lavinia hablaba de corazón. Por supuesto. Era lo único prudente que podía hacer.

Su voz sonó seria.

Era cierto, ella podría haber amado a este hombre.

Quizás no era lo mismo que sentía por Stewy pero…

Lukas asintió con una mirada preocupada en su rostro.

– La pregunta es, ¿si existirá ese espacio que dices que necesitas? Estuviste con él esta tarde. Esa llamada que has recibido. ¿Has pensado en todo lo que te costó llegar hasta dónde estás? No te vas a ir, ¿verdad?

Era tan sincero como podía serlo, sin ningún atisbo de trampa a la vista, pero...– Me gustaría quedarme como jefa de Comunicaciones en GoJo – dijo Lavinia, que ya no se sentía aliviada por esta conversación.


Cuando Lavinia entró en el apartamento poco iluminado, no pudo evitar la sensación de tensión que parecía llenar el aire. Miró a su jefe, cuya expresión era indescifrable mientras caminaba detrás de ella.

Sintió una punzada de culpa por haberlo decepcionado con la conversación de antes, pero sabía que era lo correcto.

Sin decir mucho, Lavinia se dirigió a su habitación, sintiendo el peso de su presencia en el corredor.

– Buenas noches…

Cuando cerró la puerta detrás de ella, dejó escapar un suspiro de alivio, agradecida por el momento de soledad.

Se puso ropa más cómoda y se sentó en el borde de su cama, pasándose una mano por el cabello mientras intentaba darle sentido a la situación.

Después de la llamada de Kendall, Lavinia todavía sintió la necesidad de marcar el número Roman.

Le pareció escuchar el sonido de las olas del mar al otro lado de la línea.

– ¿Estás con Ken?

– ¿Por qué quieres saberlo?

Ella suspiró. – Solo… me preguntaba si… ¿qué está pasando?

– Oh, no te voy a decir una palabra – Rome respondió con recelo.

– Vale, sí, claro… Ya – se pasó una mano por la cara – Perdóname, es que… él sí me ha llamado, y puede que yo haya no-hablado más de la cuenta… ¿Dónde estáis? ¿Está Shiv también aquí?

Roman sólo gruñó: – ¿Así que tú también? Él solo ha mencionado a Greg lengua de serpiente. En Barbados… Con mamá y Peter – se burló.

Eso interrumpió un momento sus pensamientos. – ¿En el Caribe? ¿Los tres?—

La respuesta de Roman fue sarcástica. – Si bien…

– Nada, sólo es… os jugáis la empresa mañana.

– Dice la dulce Lavinia desde la cama del oso – le contestó Roman con un cierto retintín.

Vale, era justo.

– Sí, bueno…

– ¿Cómo siguen tus dos bichos bola? – El tono de su primo se suavizó.

Aunque era impertinente.

– Bien, Rome… gracias por tu interés

– Shivy dice que es raro, ya sabes… todo el rollo de tener un gremlin dentro. Aunque los tuyos y de Stewy se multipliquen…

Tomó eso como la confirmación que Shiv estaba con ellos…

Sintió un peso menos.

Se alegró que Shiv supiera como estaban las cosas.

Siguió el hilo de Roman: – Bueno, espero que no se multipliquen… con dos tendré bastante trabajo… ¿hum?

– Así… que todavía vas a estar con él, ¿o esto es un cambio de bando? – señaló Rome.

– Oh, no, no. Solo son mis remordimientos…

– ¿Porque el cretino de Matsson mató a mi padre?

– No, porque yo ayudé a escribir ese comunicado del que después borramos el nombre de Shiv – aclaró Lavinia.

Roman resopló con una risa corta.

– Ahh, mi hermana te pondrá en una lista y va a llamar a un francotirador. Espero que seas consciente… No te va a dar puntos de pena el estar preñada, ella también lo está, así que… ¿No había ese videojuego en el que atropellar embarazadas valía doble? ¿No jugábamos a él?

Lavinia se humedeció los labios al otro lado del teléfono. – Sí, el Carmaggedon. Vale… Me hago a la idea.

– ¿Todavía crees lo que dijiste de… ya sabes, cuando mi padre quería que fuera yo en la ATN?

– ¿El qué?

– Que podría ser yo.

Por un instante, pensó en decir que sí. Pero luego se dio cuenta de que ya no estaba segura...

– ¿Tú quieres serlo?

Sonó un poco forzado. – Sí, por supuesto que lo quiero. ¿Qué pregunta es esa?

Lavinia intuyó que tal vez no esperaba una respuesta. – ¿Estás en la playa?

– ¿Huh?

– Solo estoy retrasando la pregunta que harás a continuación…

– ¿Sobre tus domingas?

Haciendo caso omiso de su comentario, Lavinia continuó: – ¿Crees que sería muy raro si voy a eso que ha organizado Connor mañana?

– No. ¿Por qué? Sólo vas a ayudar a arrebatarnos la empresa. Todo el trabajo de la vida de mi padre – fue sarcástico Roman.

– Ya. Mensaje captado. Buenas noches, Rome.

– Oye, ¿gracias? Tal vez Shiv no te torture antes del fusilamiento… ya sabes, físicamente.

Suspiró.

Mientras estaba sentada en silencio, escuchó un suave golpe en la puerta. Dudó un momento antes de gritar: – Pasa.

Lukas entró en la habitación y la miró a los ojos por un momento antes de hablar.

– Lukas, ¿estás enfadado?

Él sacudió la cabeza.

– ¿Yo? No, no… ¿Por qué? Solo quería volver a decir que lo entiendo. Aprecio tu honestidad, Hache – arrugó el ceño – ¿Puedes mañana hacerle un placaje a Frank cuando llegues a la empresa? Tenemos que asegurarnos de que está donde dice que está. Al parecer no está cogiendo el teléfono a Oskar.

Hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

– Lukas...

Él se movió, incierto de qué hacer con sus brazos. – Hache, me siento un poco desmotivado, pero se me pasará...


Stewy intentó pensar en esta venta en términos solo empresariales.

Entonces, ¿por qué seguía a Kendall?

No sería sorprendente que el precio de la empresa disminuyera mientras el mercado evaluaba su rendimiento bajo su gestión. Era un riesgo considerable.

Personalmente, ni siquiera tenía ninguna seguridad de qué opción le garantizaba que ella se quedara en la ciudad. Quizás ninguna…

Había tenido momentos de frustración y desesperación en los últimos días.

No estaba seguro de que estuviera preparado para no ser un imbécil egoísta. Pero…

El café de ayer por la tarde le mostró que todavía había maneras de compartir esto con ella, por el momento tenía que bastarle.

No quiero nada más que lo mejor para ti, pero me rompe el corazón no poder mantenerte abrazada.

No iba a renunciar al amor que sentía por la madre de sus hijos. ¿Entonces?

Stewy se paró frente al espejo, ajustándose el polo por lo que parecía la centésima vez. Hoy era un gran día para la maldita empresa, con una votación crucial que potencialmente podría cambiar el curso de la vida de su amigo, pero también que podía darle muchos quebraderos de cabeza. Necesitaba estar alerta, concentrado y tomar la decisión correcta.

Después, podría encontrar una manera de navegar su complicada relación con Lavinia sin perderse en el proceso.

Pero mientras miraba su reflejo, lo único en lo que podía pensar era en ver a Lavinia antes de la reunión. Aunque ayer habían logrado mantener las cosas en términos relativamente buenos, él sentía su ausencia con una necesidad física.

No estaba seguro de estar de acuerdo con que ella estuviera en medio del desastre en potencia de hoy…

Cada vez que él la veía, su corazón daba un vuelco y tenía que resistir el impulso de estrecharla entre sus brazos y no soltarla nunca.

Pero él entendía que ella necesitaba tiempo, especialmente ahora que la salud de su embarazo era más importante que cualquier otra cosa.

Respirando profundamente, Stewy intentó dejar de lado sus tumultuosas emociones y concentrarse en la tarea que tenía entre manos. Decidir su voto.

Tal vez quería que esto funcionara para Kendall y tal vez si podía lograr una manera de tener un ojo en él…

Pero Matsson estaba pagando una prima por Waystar, una prima sobre una prima, en realidad. La elección que la mayoría de los inversores harían en su posición era vender.

Vender con una ganancia masiva y buscar su próximo proyecto de inversión, tal vez quedarse con algunas de las acciones del nuevo Gojo.

Mientras tomaba su iPad y salía por la puerta, no pudo evitar sentir el peso de sus emociones conflictivas presionándolo.

Dejando atrás sus tumultuosos pensamientos, Stewy salió a la brillante luz del sol de la mañana, decidido a afrontar el día que le esperaba con la mente clara y una resolución firme. Tomar la mejor decisión quizás podía ser una que le diera más acceso a la empresa.

Quizás incluso ser un buen amigo.

Trabajar para convencerla de que se quedará aquí pase lo que pase.


Ewan odiaba que le pidieran el pasaporte en la recepción de Waystar para darle acceso a las oficinas.

– ¿Todo correcto? – preguntó Lavinia a la mujer que les tomaba los datos.

– Sí, un momento.

Pero…

– Y usted es… – pidió la recepcionista.

– Ella es mi nieta. Por si no se había fijado en esto – dijo mostrándole el bastón.

Era su forma de indicar que tenía problemas de movilidad.

Lavinia había contactado con su abuelo durante la semana, pero su capacidad auditiva por teléfono parecía haber empeorado, o tal vez fingía que así fuera para no hablar de GoJo.

A duras penas pudieron mantener una conversación completa.

– Abuelo – probó.

– Si vas a pedir que vote por ese chico…

– Pensaba que odiabas lo que había hecho Logan.

– No te hagas la tonta conmigo, ¿eh? Me consuelo pensando que confías en las buenas intenciones de ese joven, Lavinia, pero no creí ni una palabra de lo que dijo.

Aaronson y Layton los interrumpieron. – Ewan, Ewan, ¿qué tal? – preguntó Josh.

Su abuelo gruñó. – Como ves, intentando no perder la paciencia.

Layton sonrió. – ¿Cómo estás, Lavinia? Ah, felicidades – comentó – Las noticias vuelan.

– Gracias.

Los tres hombres continuaron su conversación en el ascensor.

Ella revisó su móvil: los nervios iban creciendo.

No había hablado con Lukas de nada más que de la firma y de cómo atrapar a Frank desde el principio. Como si la conversación de anoche nunca hubiera ocurrido, o quizás precisamente porque sí ocurrió.


En el instante en que Lavinia emergió del ascensor, el corazón de Stewy, que acababa de llegar hace unos minutos, dio también un vuelco al verla.

Parecía radiante, con un suave brillo rodeándola mientras caminaba del brazo de su abuelo, el hermano de Logan. Con un traje chaqueta holgado. Josh Aaronson estaba de pie junto a Ewan, alternando su mirada entre el grupo con una sonrisa cómplice.

Ella primero vio a Roman entrar en su oficina. Así era verdad que había tenido gresca con los manifestantes.

Stewy se acercó al grupo que acababa de llegar. – Buenos días – la saludó con una sonrisa afectuosa. – Josh, señor Layton, señor Roy. Es bueno verlos a todos aquí hoy.

El abuelo de Lavinia respondió con un gesto afirmativo de reconocimiento, mientras Lavinia asentía con un atisbo de familiaridad en sus ojos. – Buenos días – dijo en voz baja.

Josh Aaronson intervino con una sonrisa interesada: – Bueno, bueno, qué agradable sorpresa. Parece una pequeña reunión familiar la que tenemos hoy aquí, como es habitual… ¿Cómo estás, tío?

Había un gran afecto en sus ojos por Stewy.

Este le dio un pequeño abrazo. – De puta madre.

Haciendo caso omiso del resto, Stewy volvió su atención a Lavinia. – ¿Estás bien?

El rostro de Lavinia se suavizó. – Lo estoy, hablemos después de la reunión. ¿Te parece? – ella dijo con un gesto cordial.

Stewy asintió.

Pero luego ella reconsideró. – ¿Puedo comentarte algo?

– ¿Abuelo? – comenzó, dándose la vuelta.

– Vete, vete… – fue la respuesta.

Lavinia llevó a Stewy junto a un gran ventanal, lejos de miradas indiscretas, en una zona apartada.

No pudo evitar sentir la urgencia de extender la mano y tomar la suya, pero dudó. El recuerdo de su breve momento de intimidad en ese baño todavía persistía en su mente.

Temió ser devorada por la ferocidad de sus sentimientos, especialmente por la manera en que él la miraba.

Stewy, sintiendo el peso del momento, esbozó una pequeña sonrisa.

Bromeó para romper el hielo: – Vas a sobornarme – se mordió el labio con un brillo travieso en los ojos.

Lavinia lo miró.

En esta planta, todos estaban ocupados, había mucho ajetreo, no hacía falta hablar tan cerca como para ver solo sus ojos.

– Solo quería darte las gracias, sé que no lo estoy poniendo fácil. Yo… quería dejar claro que no es una vendetta ni nada por el estilo. Quiero lo mejor para ellos, necesito que estés seguro, eso es todo…

Stewy asintió con la cabeza.

– Los bebés y tú tendrías que haber sido lo primero, pero voy a hacer que no tengas dudas…

Lavinia hizo una pausa, humedeciéndose los labios:

– Bueno, tenemos unas 20 semanas para… Stewy, pensaba en… Podrías enviarme nombres para ella si tienes alguna idea. Yo tengo una lista y podríamos discutirlos, que vayan bien con Kian y que nos gusten – sugirió.

La expresión de Stewy cambió. Sus ojos tenían un brillo nuevo.

– Eso está hecho. Pero ya sabes que dicen que…

Ella sonrió. – Que eres fatal con los nombres.

Stewy hizo un mohín: – En realidad eso no…

Ella levantó la barbilla y sofocó una risa. – Por ahí va Frank, tengo que perseguirle…

No intentó pararla.

– Ve.


– ¿No corres tras él? – dijo Karl a su izquierda, después de que ella le pasara una llamada de Oskar a Frank.

Ella negó con la cabeza. – No, está bien…


Perdido en sus pensamientos, se dirigió a lo que siempre había sido la oficina de Logan.

– Hola tío, lo tenemos.

– ¿Pero te tenemos a ti? ¿Si no? – inquirió Shiv.

Puso su mejor máscara.

– Tengo ciertas dudas sobre si subirme al carro con el vegetal. Pero claro, soy una persona egoísta, o sea que…

– ¿Invitamos entonces a Stewy? ¿Le damos un puesto?

– No ejecutivo, solo de activista pacifista.

– ¿Un puesto? No sé… Me mola el sexo kinki, chicos, las drogas chungas. Soy un individuo muy complicado…

– Chorradas, te gustan las tortitas, los gofres y morrear a tíos si vas de eme. No eres el corazón de las tinieblas, eres un sándwich de queso con la polla chupada. Déjanos cuidarte.

Pensó que Kendall entendía el maldito chiste… Aunque le gustaran las drogas y el afecto desvergonzado, disfrutaba de lo que había ahí afuera para él… Al menos antes de dedicarse a perder a Lavinia…

Era algo impensable para los Roy.

Pero no era realmente una persona complicada.

Ken puso los pies encima la mesa del despacho.

– ¿Por qué no lo pensamos un poco, eh?

– Ahá – hizo Shiv un poco rara.

– Y Shiv, sabes, creo que si le diéramos un caramelo a Sandy, seguramente comería de nuestra mano.

Shiv asintió.

Entonces dudó si hacerle un comentario a Roman sobre el incidente con Lavinia.

En vez de eso, pensando en la noche de las elecciones, dijo: – Y tú, estuviste de putísima madre.

Le puso una mano en el brazo.

Sabía que Lavinia estaría agradecida de que alguien le levantara el ánimo.

En realidad, siempre lo había visto como el hermano pequeño molesto de Kendall.

Si hubiera ocurrido algo grave con Lavinia ese día del funeral, las manifestaciones, el hospital, probablemente ni siquiera habría pensado en culpar a Roman.

Él era la persona más culpable que existía allí.


Lavinia observaba varios movimientos sucediendo al mismo tiempo. Stewy, con una sonrisa en el rostro, estaba enfrascado en una conversación profunda con Kendall y otras personas. Entonces eso era: habían llegado a un acuerdo.

Se sintió extraña al mirarlo tan sonriente.

Y luego estaba Roman, luciendo más perdido que nunca. Notó que su rostro se veía en peores condiciones que cuando lo vio de lejos, como si sus heridas se hubieran reabierto. ¿Qué demonios le había pasado?

Se acercó indecisa a su primo. – ¿Estás bien?

Él le devolvió una mirada burlona con una especie de tic.

– ¿No parezco estar bien? ¿Qué haces aquí de todos modos? ¿Puedes estar aquí? ¡Seguridad! – bromeó. Ignorando la expresión preocupada de Lavinia, se dirigió a Frank que pasaba por el lado de ambos. – Eres un mierda Frank. ¿La has colado tú?

Kendall se acercó.

– Perdona, Vinnie. No sé si deberías estar aquí antes de la votación.

Ella dudó, encogiéndose de hombros. Ella ya había podido asegurarse de que Frank tomara la llamada de Oskar, así que – Puedo esperar abajo.

Alguien de seguridad se había acercado por el teatro de Roman. – ¿Pasa algo?

Ken intervino. – ¿Puedes acompañarla por favor?

– Eso no es necesario – Ella objetó.

Pero antes de que pudiera protestar más, Josh los interrumpió interesado por la situación. – ¿Hay algún problema?

Stewy también se había acercado en este momento, apoyando una mano protectora sobre el hombro de Lavinia. – ¿Estás bien? Ken, tío…

– Vale, no… lo siento, ¿sí? Es poco ortodoxo pero – su primo se pasó una mano por la frente – No hay problema.

Kendall miró a Rome por un momento que hizo un gesto incómodo. – ¿Qué? Estaba bromeando, hombre... Tenemos los votos, ¿verdad? ¿Qué van a hacer con ella aquí? ¿Vudú?

– Hey, ¿sigues bien? – Stewy le insistió a ella. Ella asintió en silencio.

Él permaneció inmóvil pero en su mirada se reflejó la agonía de tener que mantener el tipo delante de toda esta gente:

– No tienes porque…

– Puedo hacer esto.

Cuando la gente se hubo dispersado Kendall comprobó con su amigo:

– No pretendía… ¿Todo bien?

Stewy hizo un gesto con las manos. – Sí, tío… Solo, un día me vas a matar de un infarto. Mantén al de seguridad lejos de ella, ¿quieres? Estoy encantando de hacer eso contigo, simplemente relájate. Concéntrate en lo que vas a decir ahí dentro.