"He says, 'Ooh, baby girl, you know we're gonna be legends
I'm the king, and you're the queen, and we will stumble through heaven
If there's a light at the end, it's just the sun in your eyes
I know you wanna go to heaven, but you're human tonight' […]"

– Young God (Halsey)

Capítulo 46. Con los ojos abiertos II

Lavinia llevaba un traje marrón oscuro que disimulaba su figura. El blazer con botones y bolsillos, jugó inconscientemente con la solapa.

Se había vestido de forma conservadora, tal vez en parte para controlar su propia narrativa.

Puso los ojos en blanco.

Para los tabloides, era como si Lukas adquiriera la empresa de su tío abuelo, y para deleite de los mentideros de las redacciones, con el negoció hubiera conseguido un bonito adorno que colgar del brazo. ¿O tal vez fue lo contrario— la empresa pasaba indirectamente a otra facción de la familia? Lavinia sabía que estaban escribiendo tonterías y que habían revisado sus redes sociales para encontrar fotos de ella, las que aún no había borrado o que estaban en posesión de otros de todos modos.

Nunca se habría imaginado que fotos de sus años universitarios, como aquella en la que aparecía con una falda bastante inmodesta, montando de paquete en la bici de Monique y usando demasiado delineador de ojos, terminarían en Page Six.

También había historias sobre su abuelo antagonizando a Logan.

Se alisó la parte delantera de la americana, sintiendo la tela suave contra sus dedos, y miró por los gigantescos ventanales de cristal del edificio de Waystar. La inmensa extensión de la ciudad de Nueva York se extendía ante ella, un laberinto de hormigón y cristal que parecía intimidante de navegar diariamente sola, especialmente con dos bebés.

Ahora mismo se sentía algo monumental.

Lavinia no quería que se escribiera ni una sola línea más sobre ella hoy.

Aunque ahora tenía dudas sobre la estética del estilo holgado de su blazer.

Josh la saludó de nuevo. – Ey.

– Hola.

Él no llevaba corbata pero iba más formal que ella recordaba de otras veces.

Excepto quizás por el funeral.

Traje y camisa negra.

Una especie de barba incipiente en la cara.

– ¿Qué tal Kitty?

– Ya sabes… con su madre – sonrió con aquella pose de tipo serio y amable.

Lavinia permaneció en pie, contemplándole. Tuvo un fugaz pensamiento sobre lo que diría Logan Roy esta mañana. Bárbaros en la muralla. Pero eran los bárbaros que él había elegido.

Josh Aaronson hizo un gesto con la cabeza: – Mira eso – señaló hacia Kendall y Stewy – Les tengo a los dos en estima, sé que no tanto como tú – concedió con una sonrisa – Más a Stewy, si me permites, pero… ¿soy el único que siente que si un meteorito viniera hacia aquí para impedir esto, quién sería yo para bloquear su camino?

Ella pareció confundida.

¿Se trataba de simple sinceridad o había algún motivo oculto en juego?

En este momento Ken tenía que saber que tenía los votos necesarios, lo que dejaba a GoJo fuera.

Por eso su primo estaba mostrando una actitud confiada.

Realmente no esperaba que Josh Aaronson se tomara un momento para hablar con ella. Menos, justo ahora.

Al otro lado de la sala un hombre muy mayor reía a un comentario de Kendall mientras le daba la mano. Stewy sonreía a su lado.

Seguía poseyendo ese carisma especial que te hacía sentir afortunado de estar cerca y hacía que cada habitación pareciera más luminosa con su presencia.

Debería estar más importunada por la dirección que parecían estar tomando las cosas para GoJo.

Una cosa era planificar, y otra muy distinta ejecutar esos mismos planes...

– Pensé que te habíamos perdido con el tuit de Lukas cuando lo de Living+… – le comentó Lavinia a Josh.

Josh hizo un sonido poco comprometido a eso. – Puede. Pero ahora estaba pensando más bien en los baños del Parlamento Británico convertidos en Scarface. Yo que creía que los lores y los comunes tomaban el té… Ya te he dicho que los quiero, pero… ellos juntos… ¿Qué hay al respecto? ¿Es buena idea?

Lavinia parpadeó. – ¿Perdona?

Su rostro se tensó.

Josh sonrió.

– Mira, Stewy es… Conozco a Stewy desde hace mucho tiempo. Suele ser el más sensato de los dos, pero no estoy seguro de que esto beneficie a nadie. ¿Es bueno para ellos? ¿Para todos nosotros? – Dijo y la miró deliberadamente – Es muy poco probable. Aunque por mi parte, quiero el dinero y cerrar mi etapa aquí. Como inversor, no puedo esperar a largarme. Eso suena bien… ¿Cuáles son tus planes?

Estaba trabajando con Lukas, estaba claro lo que quería que ocurriera. Pensó que Josh… ¿Por qué empezar siquiera esa conversación?

Una parte de ella se sentía insegura por no saber realmente mucho de Aaronson. Él hablaba como si fueran amigos y, efectivamente, como si ella todavía fuera la pareja de Stewy. Toda sonrisa lobuna.

¿Qué quería?

Arrugó la expresión con una sonrisa no tan segura de que decir.

– Probablemente no tendría que decir esto pero…

Josh no tenía voto y no era malo que le vieran hablar con su equipo… De todos modos, las cartas prácticamente estaban echadas.

Josh la interrumpió. – Pero tú crees que Stewy podría encarrilar a Kendall… si la cosa se tuerce… Ser la voz de la razón. Por lo que me han contado, le ha propuesto ser consejero no ejecutivo.

Pasó gente por su lado y ella se movió levemente para hablar más privadamente.

Se humedeció los labios antes de decir: – Y piensas que estoy equivocada…

Su respuesta pareció haber hecho gracia a Josh, que sonrió al replicarla.

Casi como si hubiera estado esperando exactamente esta discusión.

– Creo que está claro que le quieres y te concedo que Stewy tiene un don para saber cuándo dar un paso atrás – declaró Josh con naturalidad – Pero tu primo es un adicto y le cuesta encontrar un equilibrio entre el entusiasmo y la arrogancia, incluso cuando está al borde de ser excesiva. Yo diría que para primavera se habrá ganado la antipatía de la opinión pública…

Lavinia lo miró en silencio. Parecía tomárselo con humor pero…

Bajó el rostro.

– Sabes que debería estar vendiéndote lo bien que lo hará GoJo – intentó corregir el rumbo de la conversación.

La mueca de él fue reflexiva.

– Genial, hagámoslo – respondió Josh tratando de mantener el tono ligero, golpeando las palmas – No, mira… Tengo que ser sincero. Siempre ha sido genial salir por ahí con Stewy, el tipo realmente sabe cómo mantener las cosas entretenidas. Pero la primera vez que entré en un reservado y vi una mesa llena de rayas de cocaína, confieso que aluciné… Quiero decir, siempre he pecado de ser un buen chico de Boston – continuó levantando una ceja como si estuviera a punto de revelar el secreto de la condenación eterna – Recuerdo haber saludado a Kendall esa noche y pensé que había tropezado accidentalmente con una gira de reunión de los Stones: Un error y los artículos de prensa caerán sobre nuestras cabezas. No digo que Matsson sea un santo, pero una vez que salga de este circo, ya no será asunto mío…

Ella sabía lo que estaba diciendo: Bueno, sí. No se le da el puesto de director ejecutivo a un adicto a la cocaína. ¿Cómo se encontraba Kendall?

– Si fuera el caso supongo que ahí es donde Karolina hace su trabajo – Ella tanteó. No yo, no con Kendall y Stewy al cargo... De alguna manera, se sintió aliviada por eso.

Sacudió la cabeza con una leve incredulidad.

– ¿Sí? – inquirió Josh.

– La verdad… parece que quieres que defienda el bando opuesto.

– ¿Uhm? Oh, no, no. Por favor, no me delates con Matsson. Solo pensaba en voz alta…

Lavinia frunció el ceño. – Ahm…

– Bueno… No soy un experto, pero definitivamente, los viejos hábitos son difíciles de eliminar y todo eso… Solo… no parece una buena idea – sugirió Josh. – No me malinterpretes, me gusta KenRoy, es testarudo… Tal vez desearía que lo fuera… Una buena idea. Me sentía bastante cómodo con la imagen de empresa familiar que presentaba Logan, eso es todo. Papá Warbucks… Estuvo bien mientras duró. Esperaba que al final todos nos ahorráramos la disputa cainita, pero aparte…

Tal vez Josh sólo estaba tratando de provocar algún tipo de reacción, pero había descrito acuradamente la dinámica entre Stewy y Kendall.

Su amistad había superado numerosos desafíos y cambios a lo largo de los años.

– No te enfades conmigo – continuó Aaronson.

– No – hizo un gesto tranquilizador.

Se quedó pensativa.

Siempre se había sentido incómoda pensando en la parte de él que usaba drogas en los baños o como estrategia en los negocios. Más bien, preocupada.

Pero…

Estaba tan decidida a no ponerle ninguna condición que tal vez hubiera reprimido el enfado hacia él por el incidente con Toffee.

Se había planteado muchas veces si Stewy se había tomado esa discusión en serio.

Stewy tenía reputación de ser una criatura de la noche, pero había un encanto innegable en la forma en que conseguía una apariencia de orden en su vida mientras mantenía intacta esa faceta.

Era bueno en su trabajo. Tierno en sus relaciones.

Estaba asustada, no quería… no podía… Quizás no se atrevía descubrir si era lo bastante importante para él para dar ese paso.

Recordó eso de que Kendall había dejado restos de coca en el iPad de los chicos.

Puede que Stewy vuelva a entrar en pánico, se olvide de las obras de teatro de la escuela o los cumpleaños, te rompa el corazón de un millón de maneras, pero no os haría esto...

De repente, una ola de aprensión la invadió mientras contemplaba el potencial de la victoria de Kendall y Stewy. Dos colegas que se conocen desde la universidad, ya sabes cómo es: los viejos hábitos son difíciles de eliminar.

Estaba a punto de ser padre. Lavinia tomó nota mental de que probablemente deberían hablar de esto, aunque fuera solo una charla entre amigos.

Sigue diciéndote eso a ti misma…

– Estoy segura que has visto que no estoy aquí en calidad de familiar... No creo que estén contentos con mi papel en esto – dijo firmemente.

Josh se encogió de hombros. – Lo sé… Una familia complicada, ¿uhm?

– Bueno…

Shiv pasó junto a ellos.

Josh Aaronson la saludó con un apretón de manos. En ese momento, el móvil de Lavinia sonó. Era Lukas. Pero era más prudente decir…

Shiv la observó.

– Es Greg, disculpadme… – murmuró, mientras se escabullía para buscar un poco de silencio.

Presionó el teléfono contra su oreja.

– Están a punto de votar… – le dijo a Lukas en voz baja y urgente.

– ¿Cómo dirías que está la votación? Menuda mierda. ¿Sabes lo que es? Es teatro. No van a votar por él.

Hubo una pausa, un momento de contemplación.

– Tenemos a Frank, Sonya, Diane… Tenía dudas sobre Sonya pero lleva una hora hablando con Phillipe… y los inversores que él representa no es que estén muy entusiasmados a favor de Kendall. ¡Tampoco Josh Aaronson! Nos hubiera venido bien que tuviera voto en la junta… pero Lukas…

– ¿Qué pasa con los Furness? – Lukas preguntó a través del teléfono con apremio.

Había tenido la impresión de haber visto a Shiv salir de una de las oficinas antes de saludar a Josh, pero tenía dudas sobre con quién había estado.

¿No la había visto charlando con Stewy momentos antes?

Hace cinco minutos habían estado con Kendall y Rome en el despacho de Logan.

Ese lugar que ahora era una especie de santuario de los grandes logros de su tío más que una oficina. Había atribuido a ello los rostros serios de Roman y Shiv cuando salieron de él.

Lavinia se encontró toqueteando nerviosamente con los botones de su chaqueta, con la atención todavía en el teléfono. – He oído que los Furness están pensando en vender – dijo – Pero ya sabes cómo es esto: alguien podría haber hablado con Sandi. Stewy está con Kendall, no es que no supiéramos eso. Lukas, si tienes un truco bajo la manga, ahora es el momento de jugarlo.

Lanzó una rápida mirada a Stewy.

Ella no había ayudado mucho a hacer campaña a GoJo en ese campo.

En otro universo, habría habido una especulación incesante sobre por qué alguien como él dudaba en respaldar lo que parecía una apuesta segura.

Pero tal vez era una cuestión simple: Stewy querría trabajar con Kendall si eso se alineaba con sus intereses, pero además ¿quién no elegiría dominar el mundo junto a su mejor amigo? ¡Se conocían desde niños!

Se los imaginó como adolescentes, en sus años escolares, prometiéndose ascender en la jerarquía y gobernar la junta a medias, soñando en grande y conspirando contra todos los demás en su vida.

Mientras calculaba los votos, los números bailaban en su mente: Kendall tenía 7 de los 13 votos, contando a Stewy.

Era un margen muy estrecho. Algo inesperado todavía podía inclinar la balanza a favor de GoJo… Como el meteorito que Josh deseaba…

– Lavinia. ¿Lavinia…? ¿Estás ahí? – La voz de Lukas interrumpió su ensoñación con impaciencia.

Volviendo al presente, respondió: – ¡Claro! Pero, honestamente, no tengo idea de lo que está planeando Sandi Furness...

– Tienes que estar segura. No puedo permitir que se me vaya de las manos – insistió.

Su energía nerviosa crepitaba a través de la línea, y Lavinia casi podía visualizarlo caminando de un lado a otro, como un animal atrapado.

– Puedo hacerlo – Ella le aseguró.

– Está bien, solo… ¡Ebba! – Sus palabras salieron acompañadas de una ráfaga de maldiciones en sueco.

Por un momento, la conversación se quedó en silencio, y ella se preguntó si había colgado. Pero luego llegó el sonido de su respiración constante, aunque impaciente.

– Sigo en línea – dijo ella, rompiendo el silencio.

– Sí, por supuesto, sí…

– Sobre Aaronson… – comenzó, antes de hacer una pausa como si buscara las palabras adecuadas.

– Di. Háblame, eh – la instó, su voz era una mezcla de preocupación y desesperación. – Te tomó un tiempo responder a mi llamada. ¿No la oíste? ¿Qué pasa con míster Boston?

Fue innecesariamente brusco.

– Nada importante, en realidad. Sólo estábamos hablando… Él querrá hablar contigo más tarde. Fue una tontería...

– Necesito que te concentres. No te distraigas con las moscas como los otros idiotas inútiles que tengo a mi alrededor.

– Claro.

Debió notar algo en su voz porque…

– ¿Hache? – Pareció preocupado por medio segundo.

Ella casi bromeó: – No, olvídalo. Pensé que tenía inmunidad. Lo siento – se corrigió rápidamente con una media sonrisa en la voz – Mal momento.

– Deberías verme poner a trabajar a estos malditos zombis aquí. Necesito esto. Habla con Sandi, tu abuelo, lo que sea. No tiene ningún sentido que vote otra cosa. Ni siquiera voy a arrojar a tu hermano debajo de un autobús. Por ahora…

Ewan… tal vez ella no creía realmente que pudiera decir algo que cambiara las cosas.

Tal vez pudiera pero…

Ella no quería que su gran aportación fuera desperdiciar cinco minutos en comprobar que lo que ella pensaba realmente no tenía peso para Ewan.

«Cobarde».

Pensar en sus propios problemas familiares mientras pisaba este edificio de oficias se sentía extraño, cuando crecer bajo el yugo de Logan Roy parecía bastante terrible en sí mismo. Puede que fuera afortunada…

– Es solo cuestión de minutos antes de que entren allí… Tienes razón, necesitamos concentrarnos. Déjame ver cómo respira Sandi –ofreció – Puedo intentar hablar con Sonya más tarde, pero no queda mucho tiempo y solo soy tu jefa de comunicaciones. Esta gente ya te ha escuchado a ti y a Shiv toda la semana – Lo hicieron cuando su prima pensó que había asegurado los votos para Lukas y para ella misma para el puesto de CEO en Estados Unidos.

– No puedo permitirme perder, Hache. Si pierdo hoy todo el negocio podría irse a la mierda, así que, por favor.

– Lo sé – Lavinia suspiró mientras terminaba la llamada. Reprodujo mentalmente la conversación con Josh Aaronson nuevamente.

– Por cierto – dijo Lukas antes de colgar.

– Dime…

– Bien hecho. Frank. Antes.

– Sí, vale… Lukas, también tengo el material que me envió Oskar. Los detalles de la financiación para la nota de prensa. Tendremos que darle una vuelta si no g—

– Lo haremos, maldita sea, ¿vale?

– Vale.

Su mirada volvió a Stewy por un momento más.

Le tomaría tiempo dejar de sentirse herida al verlo en el día a día.

No es más que eso, un riesgo… Tienes que dar el salto y sumergirte en la vida… Si no lo haces vas a perderte todo lo mejor.

Necesitaba pensar en él y ella… el compromiso, los bebés, el anillo... Todavía no estaba lista para confiar plenamente.

Fuera como fuera Stewy podía guiar a Kendall en la dirección correcta, y Kendall era en realidad un buen frente cuando no estaba en crisis o se sentía paranoico.

La presentación de Living+ fue un buen ejemplo.

Intentó centrarse.

¿Qué más podían hacer para asegurar que GoJo prevaleciera?

Lukas había hablado con todo el mundo que importaba. Entonces…

Se acercó al grupo de Ewan, Sonya, Paul y los dos Sandis.

– Así, esta es tu heredera – intervino Paul bromeando. Era una descripción osada considerando la lista de condiciones y estipulaciones que su abuelo aún tenía.

Lavinia se había negado a dar muchas vueltas a lo que había dicho su abuelo aquella vez, algo sobre un fondo y que Pugh tendría que aprobar las grandes disposiciones de dinero.

Quizás mañana decida dárselo también a Greenpeace.

Ewan la observó por un instante, poco comunicativo. – Mi nieta mayor. Vinnie…

Sandi le sonrió. – ¿Cómo te sientes? – preguntó.

– Bien… Gracias.

Stewy estaba a varios pasos de distancia, hablando con Viktor y Ken. Lavinia aprovechó. – ¿Me das un minuto, Sandi?

Por un momento, notó la mirada de su abuelo fija en ella.

Le devolvió la mirada.

Siempre se había dicho a sí misma que Ewan cuidaba de ellos a su manera particular. Tenían una casa grande a pesar de los problemas de Marianne... Tuvieron una vida decente de clase media y su abuelo pagó la universidad de Greg.

Era suficiente aunque no fuera un estilo de vida lujoso.

Pero ¿cuánto le importaban?

Puede que Lavinia no esperara que el anciano votara por GoJo, pero había visto cómo miraba a Kendall en el funeral… Ewan era sin duda un hombre complicado con una relación complicada con su hermano y todo lo que le rodeaba.

Sí, era una persona mayor… ¿pero por qué tenía que ponerlo tan difícil?

No tenía idea de si él estaba muy contento con sus elecciones de vida en general. Pero eran suyas. Ciertamente no había protestado tanto su trabajo como lo hacía con Greg...

Al menos no durante todo este caos.

Volvió su atención a Sandi Furness. – No quiero molestarte, pero…

– Mmmm. ¿Por qué no me acompañas a refrescarme un momento? – Sandi propuso y luego dirigió su atención al asistente de su padre: – Regreso enseguida, ¿te encargas? – Le hizo una señal a Lavinia para que abriera el paso.

Hablaron dentro del baño, frente al espejo de los lavamanos.

Stewy no necesitaba quedar bien con nadie, porque ya nadie allí tendría poder real…

Así ¿realmente estaba votando diferente a Furness?

Lavinia, algo insegura y confundida porque había asumido que eran una sola entidad, no podía entender qué esperaba que ella hiciera con eso, especialmente considerando que si perdían, su futuro laboral estaba en Suecia.

Ella no pretendía ser parte de su decisión, pero de repente se encontró sintiéndose contrariada sin querer.

Si el acuerdo se concretaba, todos los involucrados obtendrían un pago por la venta. ¿Entonces?

– Lo siento, sólo me preguntaba…

– Oh, queremos el dinero, no tienes que preocuparte por nosotros – aclaró la mujer rubia.

Lavinia asintió. – Pensaba que tal vez Shiv…

La hija de Sandy parecía saber de lo que le hablaba. Aunque la corrigió:

– No, no he hablado con ella.

– Pero…

– Para ser honesta, Stewy me dijo que querían hablar conmigo – su expresión se suavizó frente al espejo del baño – no sé qué ha pasado. ¿Cómo lo llevas, Lavinia? Me refiero a lo personal. He estado trabajando con Stewy durante meses, y más vale que esté preparado para escuchar lo que pienso sobre lo que va a hacer allí afuera. Pero permíteme preguntar si todo está bien contigo – dijo quizás por curiosidad – No es muy comunicativo, pero ciertamente podría deducir un poco de lo que ha estado sucediendo detrás de escena desde que os conocisteis... Debe dar un poco de vértigo.

Él no quería tener hijos en absoluto y ahora de repente los tendría. Como para no marearse... Lavinia evitó el tema por completo.

– Supuse que votaríais juntos – Lavinia dudó, pero comentó de todas formas. – Al menos antes de hoy…

Sandi hizo un sonido afirmativo que no pudo identificar. «Ya…».

– Si quieres saber qué pienso, creo que es un blando… Debajo de toda esa fachada. Por ti, por su amigo. Es mejor que no sea el voto decisivo porque no quiero tener que cargármelo con mis propias manos – Sandi sonrió – Nunca pensé que diría esto al principio, pero le he cogido afecto. Ambicioso, astuto y aparentemente muy leal...

Lavinia la observó un instante.

La mujer hizo un gesto: – ¿Vamos?

Al regresar, todos los miembros del consejo estaban en la sala de juntas, mientras que los abogados y los inversores que habían venido, conversaban en grupos afuera.

Varias personas, incluidos Stewy y Roman, dirigieron miradas curiosas hacia ella cuando Sandi entró y se disculpó por el retraso.

El padre de Sandi estaba allí con su asistente, un chico de ojos brillantes de ascendencia del este de Asia, que pronto se marchó para atender otros asuntos.

La mirada que le dirigió Kendall le dio pausa.

Para él era el mensajero del enemigo: a pesar de que no más de 12 horas atrás le confirmó el chivatazo de Greg.

Desde el pasillo Lavinia observó la forma en que Kendall intentaba dominar la sala, como pedía pasar directamente a la votación sin defender su posición. Apenas momentos antes, su primo había caminado por ésta sirviendo agua con un aire de confianza sin esfuerzo que quizás rayaba en la inseguridad.

– Ewan, has venido.

– Desde luego, vaya por Dios.

Josh tenía razón, ¿verdad?

Algo en su mirada le hizo pensar en la naturaleza fría de Logan y en las heridas aparentes de Roman. ¿Qué había pasado en ese despacho?

Lavinia también miró a Roman y Stewy durante un momento.

Su primo menor, incómodo, usó un pañuelo para presionar su herida por un momento.

Stewy había levantado la vista escudriñando la habitación para buscarla con sus ojos a través de la vidriera. Sabía exactamente cómo hacerlo para que su corazón latiera más rápido pero probablemente ni siquiera fue a propósito.

Lavinia sintió el calor de su mirada sobre ella como una suave caricia.

Por un instante, casi olvidó el peso del mundo que la rodeaba.

Pero el orgullo puede ser una bestia obstinada y Lavinia se encontró luchando con él.

Las decisiones que había tomado hasta ahora…

La guerra contigo misma tiene que llegar a su fin, porque si dura demasiado, puedes salir derrotada de manera cruel.

Stewy era el padre de los bebés que estaba esperando.

Pero amarse no significaba necesariamente estar juntos.

Se podía amar y compartir la vida y diferentes roles con alguien, sin ser pareja, especialmente ahora que había algo más importante.

Mierda… Eso suena bastante tonto.

Él no era un exnovio cualquiera.

Con un suspiro, dio un paso atrás ligeramente, sintiendo que la gravedad de la situación la atraía de nuevo a la habitación.

Ewan, de espaldas, no giró la cabeza hacia su nieta, pero incluso eso se sentía personal.

Lavinia se quedó en silencio, casi fuera de la vista de la sala. Estaba apoyada en el escritorio de alguna secretaria que había ido a por un café, en el mismo espacio donde otros esperaban que el consejo votara. Tenía una nueva llamada perdida de Lukas en su móvil. A pesar de saber que quería ponerse al día, decidió deliberadamente no responder esta vez. Era como si estuvieran en la calma antes de la tormenta y tuviera miedo de que cualquier perturbación la desencadenara.

Desviar la dirección del meteorito definitivo, lo que fuera…

No entendía exactamente cuál era la estrategia de Kendall. Tal vez estaba equivocada y a la gente le gustaba esa arrogancia.

La enormidad de todo aquello por fin empezaba a calar. Si GoJo perdiera... o incluso si triunfara… ¿Estaba preparada para vivir largas temporadas en Suecia?

Estaba comprometida con este trabajo, con esta oportunidad. Stewy lo había dicho mejor, incluso en ese tono suave de él mezcla de resignación y broma: "Que gane el mejor". ¿Qué significaba eso realmente para el futuro?

Ella se sintió un poco asustada por un momento. ¿Lo estaba él?


Ewan se quitó las gafas.

– Lo primero no hacer daño, no.

Entonces fue el turno de Stewy.

Team Ken, baby. Soy un no.

Ajustó su silla girándose ligeramente y esbozó una sonrisa petulante cruzando una mirada con Ewan.

Estaban sentados uno al lado del otro.

Roman al otro lado de Stewy.

Desde fuera solo podía escuchar las voces como apagadas.

Pensó en las palabras de Josh Aaronson.

Lo del meteorito estaba bien.

Pero necesitaba que todos sobrevivieran al día de hoy.


Cuando Stewy entró en la sala de juntas esa mañana, su mente todavía estaba dando vueltas a su proceso de decisión. No podía escapar ni que hubiera querido hacerlo.

Le costaba pensar y le costaba aún más ordenar los razonamientos.

Por un lado, era muy consciente de que dar su apoyo a Kendall Roy podría muy bien hacer mella en su relación con los Furness. Pero por otro lado, no podía ignorar el hecho de que la oferta de Kendall le abriría la oportunidad de supervisar el futuro de la empresa. Qué mejor momento que ahora para darle a su amigo un voto de confianza, ¿verdad?

Después de todo, no era exactamente un salto al abismo; se sentía como una apuesta relativamente segura. Pero no era ingenuo; sabía que la historia tenía la molesta costumbre de repetirse. El mayor obstáculo de Kendall era su inclinación por el pensamiento mágico. "¿De verdad, Kendall? ¡El mundo real no se doblega porque chasquees los dedos!". Aun así, Stewy creía en el fondo que su amigo podría cambiar las cosas si alguien pudiera mantener sus pies en el suelo.

Unos meses atrás, no había visto venir que Kendall lo iba a traicionar con el infame abrazo de oso. ¿Pero ahora? Ahora, no había ningún Logan cerniéndose sobre ellos.

Seguro, la mayoría de los ejecutivos de Maesbury levantarían las cejas ante esta elección. Estaba autorizado a tomar la decisión, pero sabía que Joey Stuhlbarg no sería el único que se quejaría al respecto. Más le valía tener un argumento sólido.

Quería vomitar ante la mera idea de aceptar algo del sueco. ¿Era esa una razón suficientemente buena?, se preguntó sarcásticamente. Ciertamente no era el único factor en juego. Si Ken no ganaba hoy… Bueno… igual se encontrarían nadando en el dinero extra que Lukas Matsson les estaba ofreciendo, ¿no?

Después de votar por Kendall, no pudo evitar sentirse satisfecho. Estaba genuinamente contento por su amigo. Se sentía bien.

Observó la pose seria de Ewan.

Debería estar más ansioso por la posible reacción del mercado ante la coronación de Kendall como el nuevo director ejecutivo único de Waystar. Eso podría cabrear a mucha gente, además de los Sandis.

Cuando la hija de Sandy Furness entró la última en la sala de juntas, Stewy había buscado con la mirada a Lavinia.

No pudo evitar sentir una oleada de orgullo por ella, incluso si eso lo ponía en conflicto con sus propios intereses. Tal vez Sandi no necesitaba mucha persuasión para vender, pero su llegada tardía ayudó a aumentar la energía nerviosa que se arremolinaba en la sala… y Livy estaba radiante.

Ella lo miró y él permaneció inmóvil por un momento.

Soy consciente de nuestra jodida situación y el dolor que me causa me hace apartar la mirada intentando no delatarme… Nena…

Ken ni siquiera estaba tratando de presentar un argumento sólido. "Relájate", pensó Stewy, "solo explica tu parte, tus números. ¡No olvides destacar el completo y absoluto caos de la India!".

Le había sugerido a Shiv que hablara ella con Sandi, pero al final esta pareció estar distraída.

Había otras muchas cosas en su cabeza.

Por ejemplo la idea de que, sin importar el resultado de la votación, no estaba muy seguro de cómo mantener a Lavinia cerca después del día de hoy.

No se trataba solo de su relación; ¡Suecia estaba a la friolera de 4.000 millas de distancia! Tal vez, en el fondo, creía que ella no se iría si se lo pedía. Que todavía le importaba lo suficiente como para quedarse.

Se aferraba a la esperanza de que volvieran a estar juntos. Físicamente juntos. Para siempre.

No es que si GoJo ganaba hoy, las probabilidades de que ella se quedara por largos periodos fueran mucho mejores…

Esta había dejado de ser la opción más probable cuando Matsson decidió hacer del puesto del CEO estadunidense una entidad propia.

Cuando vuelvas a mi te abrazaré fuerte y nunca te soltaré— se prometió a sí mismo. Quizás ahora, desde la cafetería, estaba más convencido que ese reencuentro no era solo una fantasía.

Estaba seguro de que ella había temblado bajo su tacto. Hubo unos preciosos segundos de silencio, donde casi podían sentir la respiración del otro mezclándose en el aire.

Era difícil concentrarse con esa memoria. Mierda, no podemos...

Era demasiado tarde para los reproches. Él era muy consciente de eso. Cuando tuvieron esa conversación sobre el embarazo, si él hubiera insistido en que…

Cada día desde que te conocí, cuando cierro los ojos he visto tu sonrisa, a mi lado.

No quiero estar separado de ti, y definitivamente no quiero que vueles al otro lado del mundo. ¡Maldita sea! Quiero brindarte la vida que te mereces… conmigo. Aquí.

Se miró brevemente la mano derecha y luego se llevó el bolígrafo a los labios.

La distancia entre ellos se sentía insoportable.

¿Vamos a permanecer en este estado en el que te amo y tú me amas mientras intentas seguir adelante sin darme una oportunidad?

Le costaba aceptar la idea de ella marchándose a Estocolmo en las próximas semanas. Por poco o mucho tiempo.

Solía pensar que sabía lo que era el amor, antes de ella.

No puedes marcharte sin más y dejarlo todo atrás, ¡y menos para ir a ese país! No voy a dejar que cruces el océano, dejándolo todo, incluyéndome a mí… Joder. Pero tampoco era justo, ¿verdad? En realidad no había nada que pudiera hacer excepto asegurarse de que Lavinia supiera que había alternativas.

Tenía que haber un lugar perfecto para ella en la empresa si Kendall daba un paso al frente para tomar el timón; le daba igual cómo.

Ella era malditamente competente y ni siquiera tenía la mira puesta en ascender en la escala corporativa como todos los demás.

Esta vez Kendall tenía que tomarla en serio. Se encargaría de ello, de lo contrario, la verdad es que él mismo se opondría a que ella renunciara a GoJo... Mierda.

Internamente estaba hecho un desastre y sentía que continuaba defraudándola una y otra vez. Como si repitieran cada día la primera conversación en la que él metió la pata…

La generosidad no era exactamente su punto fuerte. Pero Livy se merecía lo que estaba construyendo para sí misma profesionalmente.

Debería haberlo visto con esta claridad hace días…

Y entonces, de la nada, dio lo mismo... El destino de la empresa y lo que fuera que conllevara había estado sellado desde el principio.

– Shiv… – La voz de Ken salió con un temblor nervioso.

– Necesito… dadme un momento.

Mientras Stewy observaba a Shiv levantarse abruptamente y salir de la habitación, pensó: "Oh, vamos, ¿en serio?". Se frotó la cara con una mano, sintiendo la tensión hirviendo en el aire. Fantástico.

Se puso de pie mientras esperaban ajustándose la americana. Había confiado en las posibilidades de Ken de ganar la votación, pero la repentina partida de Shiv desmanteló la frágil ilusión cuidadosamente construida por su amigo.

Ahora estaba rogando en la otra sala de conferencias con paredes de cristal, a la vista de todos.

La alegría siempre era un momento fugaz para los hermanos Roy, y esta vez, la frágil tregua se había convertido en caos con esa pelea explosiva en la sala de conferencias.

Ser familia nunca había impedido que un Roy pisoteara a otro; era prácticamente un deporte para ellos. Logan se había asegurado de que sus hijos siempre compitieran entre sí. No es que le gustara cómo su amigo lo había hecho hasta ahora. "¡Ahora no es el momento para el ego, Ken!", pensó, sacudiendo la cabeza mientras recordaba todas las veces que la imprevisibilidad de Ken había descarrilado sus planes.

La tensión era lo suficientemente espesa como para cortar con un cuchillo mientras los hermanos Roy discutían justo detrás de las paredes de cristal.

Sus voces estaban apagadas, pero su lenguaje corporal los dejaba expuestos.

Kendall y Shiv estaban discutiendo. Roman se pellizcó el puente de la nariz.

Stewy se preparó para el inevitable control de daños una vez que esto terminara, con una mezcla de incredulidad y frustración.

De alguna manera, había permitido que Kendall complicara su vida profesional más de una vez. La verdad era que esto le habría pateado el trasero tarde o temprano.

Stewy se sintió como un observador silencioso de un momento embarazoso para los tres. Críos peleándose por una corona. Podía ver la emoción cruda y el conflicto desarrollándose frente a él, y no pudo evitar sentir una sensación de déjà vu sobre el resultado de la votación.

Hace solo seis meses, hubiera sido una bendición disfrazada para Kendall, pero ahora... Stewy podía ver la desesperación grabada en el rostro de su amigo, de pie allí frente a sus hermanos. Un engranaje construido para una sola cosa.

Con un profundo suspiro, Stewy deambuló por la sala de juntas, sintiendo el peso de la inevitabilidad presionándolo. No era la peor situación que podía imaginar tener que afrontar, pero Kendall había dejado que la victoria se le escapara de entre los dedos y alguien tendría que intervenir para recoger los pedazos. Se cruzó de brazos.

Esperaba que Rava no hubiera establecido sus límites con demasiada firmeza esta vez. Estaba ahogado en su propio desastre como para hacerlo solo.

Cuando volvió a mirar a Lavinia a través del cristal, sus ojos se encontraron y pudo ver la preocupación reflejada en su mirada. "¿Ves? Por supuesto, algo así tenía que pasar..." Ella negó con la cabeza, un breve momento de entendimiento pasó entre ellos.

Alguien le sugirió a un Ewan silencioso "¿Deberíamos...?" cuando las cosas comenzaron a ponerse tan tensas que Rome pareció tener que separar a Kendall de Shiv.

Pero así como así, de un modo no tan inesperado, todo terminó.


Estaban gritando, sus voces resonaban contra la pared de vidrio que los separaba del resto de la compañía. A pesar de la intensidad de su discusión, Lavinia permaneció inmóvil con la mirada fija en la escena que se desarrollaba a través de la barrera de cristal.

Lavinia se volvió hacia Stewy, que había cambiado de posición y ahora estaba de pie junto a la pared de cristal de la sala de votación y frunció los labios.

¿Qué estaban haciendo?

Podía ver la conmoción y la tensión grabadas en el rostro de Stewy mientras sus primos se lanzaban acusaciones en la otra habitación.

Observando la cara de Stewy y los otros, una sensación de inquietud la invadió. Los Roy eran como una bomba de relojería, lista para explotar en cualquier momento.

No pudo evitar preguntarse cuánto más caos y destrucción dejarían a su paso y si el polvo de la batalla se asentaría una vez esta terminara.

Frank salió y le dijo a Hugo que estaba faltaba el voto de Shiv.

Los sonidos apagados de su acalorada discusión llegaron a los oídos de Lavinia, y se esforzó por distinguir los detalles. En medio de las voces que se elevaban, fragmentos de frases atravesaron la barrera: menciones de la muerte de alguien, Kendall asegurando que él era el hijo mayor, Roman pronunció algunas cosas que no tenían sentido, algunos "no", "unos cualquiera", algo de "un oficinista".

Lo que sea que se decían, solo pareció intensificar la tensión de la habitación.

Quería intervenir, detener la espiral destructiva antes de que se saliera de control especialmente cuando Kendall se abalanzó encima de Roman.

Pero sabía que con los Roy, las cosas nunca eran tan sencillas.

Y ella no, no podía…

Así que se quedó de pie al final del pasillo, observando en silencio el caos que se desarrollaba ante ella. Cuando la tensión entre los Roy alcanzó su punto máximo, Lavinia, retrocedió hasta un punto donde más empleados observaban.

Mientras Shiv salía furiosa y frustrada, Ken se apoyó derrotado contra la pared.

Rome sentado sobre la mesa de conferencias con las piernas cruzadas, la boca curvada en una mueca.


Kendall salió, hizo un último intento con Frank, pero acabó dirigiéndose hacia el ascensor. Se quedó observando una pequeña placa de metal grabada en la pared: Waystar Royco, antes de desaparecer dentro de él. Menos de un minuto después, Frank y los abogados salieron de la sala de juntas una vez dada por terminada la reunión.

Lavinia observó cómo los abogados intercambiaban varios documentos y firmas, finalizando el trato. Con el rabillo del ojo, notó a Stewy y vio llegar a Tom.

"Felicidades…", le escribió a Lukas en medio del alboroto de voces a su alrededor.

"¡Joder, sí!". Ignoró los emojis de celebración.

Lukas le envió un audio que dejó pendiente, con la intención de escucharlo más tarde.

Cuando oyó la voz de Stewy, instintivamente levantó la cabeza. – Felicitaciones, haremos grandes cosas, hombre.

Estrecharon la mano con Tom.

Lavinia también vio a Hugo intentando congraciarse con Tom y, por alguna razón, se descubrió aborreciendo todavía más a ese hombre… Aunque no podía precisar muy bien por qué.

Un Wambsgans pletórico le preguntó a este: – ¿Dónde está Karolina?

Entonces asintió y miró a su alrededor.

Luego, dos cosas sucedieron en rápida sucesión: Greg llegó, visiblemente tenso después de su última interacción con Tom, y Oskar hizo su entrada.

No tenía idea de lo que había pasado entre Tom y Greg.

Greg se había estado reservando muchas cosas los últimos días. No estaba segura de cómo se sentía al respecto, pero tenía la impresión de que la mitad del tiempo su hermano sólo decía lo que ella esperaba oír.

Hacían el trámite de hablar sobre las cosas, pero Lavinia cada vez lo notaba más lejos.

Sí que hubo complicidad entre Tom y Greg.

El nuevo CEO le pegó unas pegatinas en la frente de forma burleta. Oskar pasó caminando tranquilamente, les ignoró, aunque se cruzó en su campo visual y auditivo.

Sostenía el teléfono en la mano: una llamada de Lukas, que estaba viniendo hacia aquí, estaba segura. Se acercó un par de pasos y le ofreció el dispositivo a ella.

– ¿Seguimos adelante con el plan de las fotos de la firma? ¿Hablas con Karolina? ¿Hugo? – la cuestionó el sueco grandullón.

Lavinia se mordió el labio, sabía con antelación que insistir en una sesión de fotos tradicional para la ceremonia de firmas podría llevar a más que unos pocos dolores de cabeza. Sin embargo, era vital para la cobertura de prensa; después de todo, esas fotos aparecerían en las portadas al día siguiente y en el mundo digital solo unas horas después.

Oh, Logan lo habría odiado, pensó, pero la alternativa (tener a la prensa esperando abajo, ansiosa y zumbando como abejas) no era una mejor opción.

No que eso hubiera impedido a varios medios acampar en la calle. Se lo pasarían pipa si corría la voz sobre la escena de los Roy.

La perspectiva de ver a Frank y Karl en las portadas le provocó un escalofrío en la espalda. Porque eso levantaría muchas preguntas sobre porque los hijos de Logan no estaban en la foto.

Pero Lavinia sabía cuánto odiaría Roman posar con Lukas, especialmente después de... Fue ingenuo pensar que si ganaban, los egos no chocarían en esa foto. Entonces, ¿cuál era el plan?

– Creo que puedo manejarlo – Aventuró. Oskar le entregó el teléfono con una sonrisa sarcástica. Oh, él pensaba lo contrario, ¿no?

Al otro lado de la línea estaba Lukas, por supuesto.

– Entonces, el plan para el anuncio... – La voz de Lukas pasó a través del receptor, seria.

Lavinia se obligó a concentrarse. – Voy a hacer todo lo posible para cumplir con lo que hemos hablado – prometió, con voz firme a pesar de las dudas que había en su mente.

– Confío en ti – respondió Lukas, y su tono se aligeró justo antes de colgar. – Eh, buen trabajo.

Lavinia respiró hondo y se dio la vuelta para caminar por el pasillo, pero se detuvo a mitad de camino. Ella y Oskar habían sido francamente groseros. ¿No se suponía que debían informar al nuevo director ejecutivo?

Ahora, Tom estaba frente a frente con Oskar, con la mirada inquisitiva como si estuviera evaluándolos. Era una vista curiosa.

Lavinia captó la mirada del marido de Shiv en el mismo momento. – ¡Oh! ¡Lo siento, felicidades! ¡Enhorabuena, Tom! – La expresión de Tom cambió por un instante de la confianza a la duda.

– Uh, por supuesto... sí, sí – resolvió Tom, tratando de recuperar el equilibrio.

Lavinia miró a Oskar, que tenía una sonrisa maliciosa tirando de las comisuras de su boca.

– Tengo que… – comenzó disculpándose, mirando al sueco. – Dile a Lukas que me encargaré de ello.

– Como siempre – respondió Oskar, con los ojos brillando con ironía.

Se dio cuenta de que habían dejado al nuevo director ejecutivo confundido.

Allí estaba Tom, con una sonrisa que parecía más una máscara que algo genuino.

A su vez, la expresión de Oskar rezumaba un candor que solo podía describirse como perverso, como un gato esperando a los ratones… Para él todo era un pasatiempo divertido.

Aunque le constaba que era una grandísima mano derecha para Lukas.

Lavinia era consciente que Lukas veía a Tom como un simple títere que facilitarle las cosas en América, pero esa no la concernía en este momento.

Tenía suficiente trabajo con lidiar con la prensa.

Se suponía que Tom era el nuevo superhombre de Nueva York, pero su mente seguía volviendo a ese incómodo intercambio con Lukas en el restaurante...

¡Dios, Shiv era su esposa! Y estaba embarazada de su hijo. Menuda joya de ex… o de marido o lo que fuera…

No es que Lukas tuviera excusa alguna, con ese papel de barón medieval que interpretó. Ella se sintió francamente disgustada.

Solo le faltó reclamar el derecho de pernada…

La cosa es que era crucial para el jefe de GoJo fichar a un adulador, alguien que obedeciera sus órdenes sin cuestionarlas. El hecho de que descartara a Shiv como directora ejecutiva no se debía solo a que fuera atractiva, ¿o sí? Después de todo, enviaba ladrillos de sangre congelada a sus empleadas. ¡Hablando de una relación complicada! Tal vez eso debería preocuparla, pero ahora mismo, necesitaba concentrarse.

Lavinia sacudió la cabeza, deshaciéndose de esos pensamientos. Tenía que afrontar esta relación de trabajo con Lukas de frente, ahora que había sido honesta con él. Lo había rechazado con tanta gentileza como pudo, pero nunca le había parecido un hombre que aceptara un no por respuesta; con suerte, no habría congeladores llenos de sangre involucrados…

Con Lukas había pasado eso que pasaba a veces con alguien que apenas conoces… que empiezas a contar cosas y… Hubo momentos de intimidad que casi la hicieron creer que podía ser…

Lavinia todavía se preguntaba qué estaba haciendo consigo misma la mitad del tiempo. ¡Mierda!

Con una última mirada a Tom, dijo: – Tengo que terminar de asegurar el tema fotos, debo darme prisa. Pero Karolina tiene todos los detalles, ¿vale?

El tiempo era esencial; Roman saldría corriendo de ese lugar en cualquier momento, sin mirar atrás.

Ahora se encargaría de Comunicación de forma global, mientras que Karolina se enfocaría en el segmento estadounidense de la compañía.

Volviendo sobre sus pasos, una breve risa de Oskar le llamó la atención, y podría haber jurado que le estaba dando a Tom una palmadita juguetona en el hombro. –Buena suerte, hombre... ¡La vas a necesitar!

En ese momento más gente se unió para felicitar a Tom.

Mientras Lavinia caminaba por el pasillo lleno de gente, escuchó a Stewy conversando con Josh. Su tono era ligero y relajado. – Sí, nos vemos. Claro, estamos en contacto… –. Ella aminoró el paso, atraída por la cadencia de su voz. A pesar de una vocecita interior que la instaba a no quedarse demasiado tiempo, los ojos de Stewy se encontraron con los de ella al avanzar por el corredor y le regaló una media sonrisa que hizo que su corazón se acelerara sin querer.

El cálido sonido de los zapatos contra el piso de mármol sacó a Lavinia de su tribulación, y entonces allí estaba él parado frente a ella, con un gesto adorablemente resignado y una mueca en la boca.

Desde que Sandi había entrado tarde en la sala de juntas, Stewy no la había perdido de vista.

Él inclinó la cabeza.

Había algo irresistiblemente encantador en la forma en que se movía, la sonrisa relajada y juvenil que jugaba en sus labios, un atisbo de humor irónico bailando en las comisuras de los labios. – Me debes una cena…

Lavinia asintió, reprimiendo una sonrisa. – ¿En serio? – fingió considerarlo.

Pero la mirada de Stewy brilló con un ligero desafío, y sintió que las comisuras de su boca se contraían a pesar de sus mejores esfuerzos por mantener la compostura.

– En un maldito buen restaurante… Livy… Joder…

Se mordió el labio, sintiendo que su determinación se tambaleaba. – Tomo nota...

Había algunas reuniones programadas para los próximos días, pero ninguna parecía ofrecer una excusa legítima para verlo pronto, ni por negocios ni por los Roy.

– Hay un coreano que, de hecho… – empezó Stewy.

Lavinia se encontró acariciándose el costado distraídamente, un nuevo hábito que había desarrollado. – Puede que más adelante... – ofreció, su tono ligero pero más serio. Todavía no estoy lista.

Stewy hizo una pausa, una expresión pensativa cruzó sus rasgos mientras sopesaba sus palabras. Finalmente, se conformó – Por supuesto…

Sintiendo un aleteo de ansiedad, Lavinia se movió, jugueteando con el bolígrafo que había encontrado escondido en su americana. – ¿Vas a tener algún problema después de esto? – preguntó, su voz teñida de preocupación.

–Probablemente no – respondió él con un encogimiento de hombros casual, aunque una sombra bailó en su rostro – Pero a Joey no le hará mucha gracia mi pequeño desvío... Me salí del guión al votar por Ken.

– Lo siento – murmuró, con genuina empatía coloreando sus palabras.

Los labios de Stewy se fruncieron de esa manera familiar que tenían cuando estaba sumido en sus pensamientos. – Gajes del oficio. Me las apañaré…

Ella había olvidado ese gesto suyo hasta hacía un momento.

Mirando el reloj de la pared, Lavinia recordó que tenía prisa. – Debería irme...

Pero Stewy la agarró del brazo con suavidad, su tacto cálido y tranquilizador, asentándola en el momento. – Llámame para la próxima cita con el médico, ¿de acuerdo? Si hay una urgencia o necesitas fresas a las cinco de la mañana... no me importa – dijo, sus ojos sostuvieron los de ella con una intensidad que hizo que su corazón latiera más rápido.

– Stewy…

A Stewy no se le escapó su tono y se sintió complacido porque indicaba que ya no estaba luchando contra él.

– Si no quieres llamarme, puedes llamar a Diego… Tienes su número, ¿verdad? Solo avísale si necesitas algo, o si necesitas que te lleve a algún lado… Quiero que uses el coche, ¿vale? Él ya lo sabe.

Una mueca alcanzó los rasgos de Lavinia, su corazón se enredó en el afecto envuelto en sus palabras.

Enamorarse de él había sido ridículamente fácil desde el principio, e incluso ahora, su mirada la envolvía en calidez, pero tal vez su tono suave y su sonrisa fácil eran solo su forma de escapar, de patear la pelota hacia adelante.

La mano de Stewy casi se extendió para acariciar su rostro, para rozar sus labios contra los de ella en señal de despedida, pero un destello de precaución lo detuvo. No podía permitirse seguir siendo la causa de su estrés.

La vida es frágil, preciosa, fugaz…

– Necesitamos parar y respirar… Han sido unas semanas complicadas – murmuró ella.

El tiempo se alargó entre ellos mientras se sostenían la mirada. Finalmente, Stewy rompió el silencio y su voz un poco más seria. – He preparado una habitación para los bebés en mi apartamento. No quiero presionarte, pero quería... pensé... sentí que debía hacer algo.

Lavinia miró hacia el pasillo frente a ella, pensativa.

No puedes saltar con dos bebés de Europa a América cada semana...

La conversación de repente se volvió pesada y ella se encontró queriendo evitarla, tal vez saboteándose a sí misma en el proceso.

– Stew… Me gustaría darles el pecho durante el mayor tiempo posible, es demasiado pronto para una habitación en tu apartamento... Quiero que puedan quedarse contigo, pero… Tendremos que hablar como lo hacemos.

Él arrugó la frente. – No quise decir… Mi apartamento estará esperándoos a los tres, Livy. Pero… Mira Lav, he visto a Ken ser un padre realmente terrible. No quiero apestar en ello...

Se encontró perdida en las profundidades de sus ojos oscuros, atraída por algo profundo y vulnerable allí. – Stewy…

Ella podía ver cómo esto lo estaba devorando vivo.

Habría un momento para eso, pero Stewy no estaba tratando de iniciar una conversación para llegar a un acuerdo de visitas o algo así.

– No quería presionarte – Él aclaró suavemente – Tómate todo el tiempo que necesites. Esperaré. Quiero ser su padre, eso es todo…

No deseaba dejarla ir, pero en el fondo entendía que sería injusto esperar una discusión sincera en ese momento, supo que debía darle espacio.

GoJo estaba celebrando.

"Dios mío, Livvy. Te ves increíble en este papel…" Stewy no pudo evitar pensar en todo lo que había sucedido desde esa noche de marzo en que siendo una desconocida le insinuó que era un presumido al que le gustaba alardear de su dinero y se rió. Una voz pequeña y molesta en su cabeza susurró: "¿Qué pasa si hago más cosas mal?", "¿Qué pasa si me vuelvo a equivocar?" Suponía que era parte de este proceso.

– Livy… – repitió, apenas audible.

– Gracias, agradezco escucharlo – respondió Lavinia, con voz cálida.

Él luchó por morderse la lengua.

Lo siguiente fue una súplica suave.

– No puedo imaginarme verte con Matsson durante los próximos dieciocho años – admitió quieto, como si el peso de sus palabras pudiera romper el momento – Seguiré queriendo esto. Sea lo que sea que elijas, seguiré queriéndolo... En los días de intercambio, los cumpleaños, las reuniones escolares… Seguiremos queriéndonos el uno al otro, incluso si no podemos tenerlo. Sé que es lo correcto, solo piénsalo…

Nos convertirás en dos tramposos, reflexionó en silencio, sus ojos buscando a los suyos.

Pero Lavinia desvió la mirada.

Hablaban tratando de no levantar la voz, cada paso medido.

– Viviríamos con ello...

– Nena…

Lavinia ganó un momento de tiempo mientras él continuaba mirándola.

Su tono fue cariñoso pero firme. – Stew no…

Él bajó la cabeza frotándose la sien.

– No pretendo agobiarte, tarda todo lo que quieras…

Es la única cosa que ella le había pedido en toda su vida: tiempo.

Pero te sientes impaciente porque las cosas no van como habías planeado y tú… Por favor, dame esto por una vez, pensó Lavinia.

– ¿Podemos hacer esto como amigos? Sé que te dije que no te lo estaba pidiendo… pero me gustaría. Por ahora – preguntó ella, buscando con la mirada su comprensión.

– Claro…

Stewy la observó alejarse, un torbellino de emociones arremolinándose dentro de él, instándolo a perseguirla, a abrazarla y nunca soltarla… Pero se encontraba de manos atadas: el momento lo era todo, y necesitaba respetar eso.

Lavinia avanzó hacia la oficina de Roman con la mayor seguridad posible.

No esperaba que su primo entrara en esa sala para firmar simbólicamente un acuerdo que ya estaba en vigor. Pero no podía decirle a Lukas que no lo había intentado.

Lo haría si no fuera su primo, ¿no es así? Si Roman no le importara…

Así que también tenía que hacerlo ahora.

No hizo falta llamar a la puerta del despacho.

Estaba completamente abierta.

– Roman...

– Que te jodan.

– Necesitamos a alguien que firme para... – suspiró – la foto.

Entendería si Roman le lanzara algo a la cabeza.

Él solo levantó la mirada. – Que te den – repitió, pero con menos hostilidad que antes. – Tráeme los papeles y los firmaré, ¿de acuerdo? Es que no quiero salir con él en ninguna puta foto… Menuda sandez.

Se tocaba la ceja con una mano.

El horizonte de Nueva York se extendía detrás a través de las ventanas.

Lavinia dudó. – Puedo...

– ¿Qué? – él chasqueó.

– Hacer algo por eso – señaló su cara.

– Vete con Matsson o a la mierda.

Un empleado de nivel medio pasó en dirección contraria a la que ella había venido.

Observó a Lavinia y a Roman. El hijo del gran hombre, y la chica que había visto en algún periódico junto al nuevo jefe. Un breve momento de vacilación cruzó el rostro del oficinista mientras Lavinia hacia una pequeña señal en su dirección.

– ¿Hay algún botiquín de primeros auxilios cerca? Solo para limpiar una herida.

– No me toques – Roman advirtió como si fueran niños. – Que te jodan, Vinnie – agregó, poniendo los ojos en blanco.

Lavinia se mordió el labio. – Te estás volviendo repetitivo…

– Pff. Me da todo igual, ¿vale?

El empleado volvió con tiritas y alcohol.

Ella levantó los brazos en un gesto de rendición. – Tú decides…

– Odio esto. Que firme Karl.

– Como quieras. Oído – Ella dijo, pero se acercó para limpiarle las heridas.

Para sorpresa de nadie, él solo le permitió tocar el corte sobre su ceja, y aunque le sacudió la mano, no hizo ningún esfuerzo real por empujarla hacia atrás.

Después de un momento, se puso en marcha con paso firme, incómodo. – Nunca se te ha dado bien el papel de enfermera… Escuece, joder – protestó.

Lavinia intercambió una mirada con Lukas cuando se unió en la sala a un grupo formado por Hugo, Karolina, Frank, Karl, Oskar y Ebba.

Fue un proceso rápido. Roman garabateó un papel mientras un fotógrafo corporativo les retrataba, insultó por lo bajo a Lukas y se fue.

Ella lo siguió, pero solo hasta el ascensor. Había aprendido la lección la última vez, eso estaba claro.

Roman pulsó repetidamente el botón del ascensor, pero este parecía ignorarle. Lavinia le lanzó una mirada de preocupación. – Roman... – comenzó, pero luego él se dirigió hacia las escaleras de emergencia mientras ella se quedó sujetando la puerta que llevaba a estas.

– Son setenta pisos – frunció el ceño, medio exasperada.

– Lo tomaré una planta por debajo – respondió Rome, mientras ella se mordía el labio con culpa.

– Escucha... – intentó, pero Roman ya estaba bajando las escaleras.

– Maldición, olvídalo – él se interrumpió.

Lavinia respiró profundamente y reunió coraje: – Nos vemos, ¿de acuerdo? ¿Fin de año? Tabitha propuso…

Su tono era casual, pero temía que este día supusiera el final de cualquiera relación que hubiera tenido con su primo.

Al fin y al cabo, ella se quedaba y él se iba. Eso fue jodidamente extraño. Con un resoplido de fastidio, Roman se giró y se apoyó en la barandilla.

– Pero no lo traigas – advirtió – a quienquiera que elijas, no quiero socializar con ninguno de ellos. Y dile a Matsson otra vez que se vaya a la mierda por mí.

Con eso, se dio la vuelta y sus pasos resonaron escaleras abajo.


Cuando Lavinia regresó, el aire vibraba de anticipación mientras el equipo se preparaba para la siguiente tanda de fotos. Tom y Matsson estaban de pie frente al fotógrafo de la empresa, con sonrisas amplias, mientras Shiv observaba a través de la pared de vidrio, con su postura tan inmóvil como una estatua, perdida en sus pensamientos.

Lukas le lanzó una mirada juguetona a Lavinia después de terminar sus fotos con Tom – Ahora Jesús y sus discípulos – bromeó.

La miró directamente y extendió la mano con una inclinación curiosa. Ella vaciló un instante.

– ¿Qué…?

Todavía tenía el paquetito de tiritas en la mano.

Se lo entregó como un gesto espontáneo, pero entonces él le sostuvo la mano, sus dedos rozando su muñeca. – ¿Vienes? – preguntó, su tono burlón pero de alguna manera sincero.

Lukas la miró, esperando una respuesta. Ella se demoró en reaccionar.

Él llevaba jersey de cuello alto naranjo oscuro bajo la americana de un marrón cálido.

Una decisión que destacaba sobre un mar de lacayos vestidos de gris, azul marino y tonos más oscuros como el suyo.

Él continuó bajando la voz a un susurro conspirador: – A mi derecha. Pero no hay necesidad de pelearse por quién es mi apóstol favorito. Lavinia, sería extraño hacer esto sin ti.

Su mano se demoró en la de ella, su gesto al mismo tiempo invitador y tranquilizador mientras le hacía un gesto para que liderara el camino.

– Lukas, sobre ayer – murmuró – me siento terrible. Quería explicarme mejor pero todo es un caos...

– De nada. Para eso están los amigos. Pero hoy no te escapas de brindar con champagne aunque sea mojándote los labios –dijo Lukas con humor, pero con un dejo de provocación. – Tienes que salir en las fotos, es una orden. ¡Soy el nuevo mesías!

Lavinia miró a su alrededor y vio que solo estaba Karolina cerca.

Sonrió un poco, haciendo una concesión. – Si sigues así, alguien le contara a la prensa que estás blasfemando. Quien sea que llame, la prensa, la televisión… déjame hablar con ellos. Esto no es Suecia.

A pesar de su frustración con Lukas por lo que había sucedido el día anterior, decidió reclamar su lugar en GoJo con esa foto.

Lukas mantuvo el ambiente alegre durante toda la sesión, incluso hizo una broma a Greg. – ¡Si hasta Judas está presente!

Estaba claro que la dinámica con su hermano habría cambiado…

Desearía que al menos le hubiera pedido consejo.

Respiró hondo.

Ella no iba a resultar mucho más simpática a Ken o Shiv después de hoy.

¿Y su abuelo? Bueno, había estado inusualmente callado, dejándola adivinando sobre sus pensamientos. Este era su trabajo, así que no podía imaginar que estuviera sorprendido, pero ¿qué estaba pasando por su mente?

Siobhan... cualesquiera que fueran sus motivos, era una decisión tomada.

Ella todavía no lo entendía del todo.

Todavía estaba en el juego, aunque en un espacio bastante frío e inquietante, tambaleándose entre la victoria y la derrota sin realmente caer en ninguno de los dos lados.

Tal vez por una larga temporada.

En cambio, había visto en Roman una especie de resignación. Tal vez ahora estaba entumecido, pero estaría bien, ¿no es así? …

Pero oh, por favor, no dejes que Kendall haga algo drástico o pierda el control…

Lavinia temía aquello y era un miedo totalmente egoísta del que no supo deshacerse.

Ella sabía a quién llamaría.


Nunca había puesto un pie en el techo del rascacielos Waystar antes. Aunque los altos paneles transparentes se cernían a su alrededor, la vista era absolutamente impresionante. Mientras estaba allí, de pie, con el sol poniéndose bajo y pintando el horizonte de tonos naranja y rosa, se tomó un momento para recordarse a sí misma que podía hacer esto: concentrarse en su trabajo, abrazar su independencia y mantenerse fiel a sí misma.

Lukas probablemente tenía gente que le informaba de sus pasos porque, poco después, interrumpió su ensoñación.

– Te estaba buscando. ¿Estás bien? – preguntó, pero sus ojos ya estaban volviendo hacia la ciudad de Nueva York.

– He estado aquí pensando... – respondió en voz baja. Lukas asintió, tratando de redirigir la energía.

– Sí, lo veo, ¡pero deberíamos estar celebrando! Toma – le entregó una copa de champagne que ella tomó pero solo se quedó mirando.

Un breve silencio quedó suspendido en el aire.

– Ha sido un año bastante intenso, ¿sabes? – dijo, finalmente, con un tono reflexivo.

– Para todos. Estoy deseando que nos pongamos manos a la obra... – Él dijo, jugueteando con la manga del blazer marrón de ella, su energía contagiosa.

– Lukas, lo siento... No voy a venir a celebrar esta noche, pero le he dejado las señas del reservado del club a Ebba – explicó, con tono de disculpa pero firme.

– ¿Hay algo que pueda hacer para convencerte?

– No, hoy tenía que cumplir con el trabajo, pero habrá más cosas que hacer el lunes y… – agitó la mano antes de pasársela por el rostro con una mueca de cansancio – tenemos que descansar por aquí. ¿Te importa si me voy?

Lukas parecía contemplativo, pero no protestó. – No te lo voy a poner fácil a partir del lunes... Tenemos una montaña de trabajo por delante – le advirtió con una sonrisa burlona en las comisuras de los labios.

– Lo sé…


Kendall se sentó solo en un banco desgastado en Battery Park, con el peso del mundo presionando sus hombros. Los sonidos de la bulliciosa ciudad se desvanecieron en el fondo mientras miraba fijamente hacia adelante, perdido en un mar de pensamientos y arrepentimiento.

En algún momento empezó a dolerle el pecho.

Un cosquilleo en las manos.

Probablemente estaba al borde de un ataque de pánico.

La luz dorada del atardecer sobre el agua.

De repente, sonó su teléfono y respondió vacilante, con la voz cargada de desesperación.

Llevaba horas recibiendo llamadas que no se había molestado en coger.

– ¿Hola? – La voz tensa de Kendall tembló en la línea, su ánimo pesado por la carga de su reciente pérdida.

– Kendall, ¿dónde estás? ¿Estás bien? – La voz preocupada de Stewy.

– Stewy, yo… creo que voy a morirme – la voz de Kendall se quebró por la emoción de fracaso, la necesidad abrumadora de desaparecer aplastando cualquier intento de quitar importancia a lo que acababa de decir.

El tono urgente de Stewy atravesó la desesperación de Kendall. – No hagas nada precipitado, tío. Podemos resolver esto. ¿Dónde estás? Vengo para aquí.

Colin lo condujo a casa.

Cuando una hora después, Kendall levantó la vista, con lágrimas brillando en sus ojos, en uno de los balcones de su apartamento, vio a Stewy caminando hacia él, con una mirada de profunda preocupación grabada en su rostro.

Alguien del servicio le había abierto y había tomado el ascensor directo a este piso.

Una docena de habitaciones para un solo hombre, estética vacía más que comodidad.

Recordaba haberlo criticado por lo ridículamente rígido que era el sofá de su último apartamento, pero este no era mejor.

Stewy caminó hacia Kendall, una mano tranquilizadora en su hombro, una promesa silenciosa de solidaridad.

No se movió de su puesto en la barandilla del balcón.

– Kendall, háblame. Colega…

La voz de Kendall vaciló, el peso de la traición de su hermana y la pérdida pesaba en su pecho. – ¿Cómo? Estoy hecho para una sola cosa y Shiv me la ha arrebatado…

No se le ocurría un peor destino.

Stewy se encogió de hombros. – No así, tío. Encontrarás una manera de reconstruirte. No te dejes llevar por la autocompasión, ¿huh?

Kendall sorbió su nariz con disgusto hacía sí mismo.

Cuando Stewy colocó una mano reconfortante sobre el hombro de Kendall, una sensación de camaradería en el aire.

Pero a su amigo las palabras le parecieron vacías.

En ese momento, la mirada de Kendall se encontró con la de Stewy.

Kendall lo observó mientras se inclinaba hacia delante y se frotaba los ojos con los dedos en círculos, recordándole miles de conversaciones que habían tenido desde la universidad.


Lavinia se centró en la atención a la prensa en los días siguientes.

El amor a veces es ir en contra uno mismo, porque es todo sentimiento.

Estaba trabajando pero secretamente se sentía aliviada de que su embarazo le hubiera ahorrado un viaje de último minuto a los estudios en Los Ángeles.

Aunque la oficina de Waystar en Nueva York era un nido de víboras. Necesitaría inteligencia, tiempo y paciencia para trabajar allí.

Ella había estado coordinándose con Karolina, Hugo inusualmente simpático con su compañera, según le habían dicho.

– ¿Qué es… un cerclaje?

Se encogió de hombros.

– Básicamente es que te cosan el cuello del útero para cerrártelo.

Su amiga Monique hizo una mueca. – ¿Dolió?

– No… Estaba sedada, y después al principio los puntos molestaban un poco, pero al día siguiente estaba bien.

Monique Martens abrió los ojos compungida.

Parecía que el resultado de las elecciones se iba a decidir en los tribunales y la belga había permanecido más tiempo en el país para realizar un nuevo reportaje.

Había estado dos veces en Washington desde el funeral.

Y un fin de semana en Chicago con un acompañante misterioso.

Lavinia pensó que sería una buena idea invitarla a desayunar el Día de Acción de Gracias antes de que se marchara de vuelta a Europa.

Fue pocos días después de la junta de Waystar.

Estaba pasando el día sola, con un montón de trabajo remoto.

Todo periodista del país quería cinco minutos para entrevistar a Lukas.

El viaje a esa isla sueca olvidado.

Monique siguió hablando en tono de broma, aunque con cierta preocupación por su mejor amiga: – ¿Podrías recordarme cómo la humanidad ha decidido seguir reproduciéndose hasta ahora? No sé si eres muy valiente o simplemente estás loca por embarcarte en esto del embarazo.

Lavinia le quitó importancia con un gesto de los ojos y una media sonrisa. – Venga, déjame echarle un vistazo a esa cámara que tienes tan chula – sugirió. Tomó la Panasonic compacta de Monique en sus manos. Levantó la máquina con las manos para poder estudiarla mientras estaba sentada en el taburete de la cocina abierta de Lukas.

A Monique le resultó extraño mirarla y ver su barriga que se redondeaba aún más con esa camiseta ajustada que llevaba. Siempre había tenido clara una cosa: el embarazo era un rotundo no-no en su lista. Toda la idea le parecía un billete de ida al dolor, la incomodidad y más incomodidad. Por no hablar de aquel vídeo sobre el parto que vieron en el instituto… El riesgo no le parecía justificado.

Su amiga, en cambio, tenía todo eso por delante, pensó sin envidiarla.

Respiró hondo y se recordó que era algo que Lavinia estaba decidida a hacer, y si algo tenía era que era una cabezota.

Lavinia quería ver crecer a sus hijos y fomentar su curiosidad, darles una infancia maravillosa llena de amor incondicional. Lo haría genial; además, ella misma sería una tía estupenda que les llevaría regalos de sus viajes.

Ella era consciente de que Vinnie estaba tratando de prepararse mentalmente para el hecho de que todavía le quedaban meses de embarazo, dispuesta a hacer todo lo que estuviera a su alcance para asegurarse de que todo saliera bien, a pesar de que estaba trabajando de nuevo después de todo eso de la adquisición de Waystar.

Por eso no había viajado en esta ocasión.

Lavinia estaba preocupada por cómo sería el parto, si lograrían que no se avanzara mucho, en qué posición vendrían… Así que Monique no mencionó nada sobre sus propias fobias.

– ¿Estás bien? – dijo al verla dibujar una mueca.

Lavinia asintió. – Sí.

– No sé si a mí me lo parece.

Ella alzó la cabeza.

– No, de verdad que sí. Un poco desbordada, ni siquiera sé si de verdad pensaba que iba a tener que hacer esto no solamente sola, sino que parte del tiempo en Suecia, ¿sabes? Quieren mantener al equipo aquí y al equipo allá…

– No me sorprende… Lavinia, si hay algo que pueda hacer… – vaciló su amiga.

– No, no… Es que después de la adrenalina de todos estos días me ha venido un poco de bajón. Se me pasará…

Monique miró a su alrededor como si intentara imaginarse cómo se vivía entre las cuatro paredes del apartamento de Lukas. Aunque Lavinia volvía a dormir en Queens todas las noches.

No es que hubieran crecido en la pobreza, pero este apartamento era increíble, con sus techos altos y sus ventanales estilo italiano con vistas al Empire State Building. – ¿Qué te parecen las fotos…? – le preguntó a su amiga, mientras jugueteaba con el molinillo de pimienta.

Lavinia le sonrió, dejando la cámara junto a su plato en la isla central de la cocina. – Son geniales. Sabes, deberías trabajar en Nueva York –dijo, pero luego su voz adquirió un tono más de broma. – ¿Quieres que le preguntemos a Lukas? ¡Mi tío era dueño de un montón de tabloides y ahora todos son propiedad de GoJo!

Cuando su rostro adquirió una expresión de horror absoluto, Lavinia se echó a reír.

– De ninguna manera…

– ¡Estoy bromeando…! Pero deberías enviar tu currículum al Times o al Post…

Monique lo consideró un momento. Aunque la idea solo le provocó una sonrisa divertida – Está bien. He cambiado de opinión. ¿Con quién dices que vamos a cenar para que nos contraten…?

Por un segundo, Monique se vio en uno de estos grandes diarios en Nueva York. Como en una de esas películas clásicas, con el aire cargado de humo y el sonido de las máquinas de escribir, la hora de entrega acercándose. Pero sabía que la versión real se parecía más a la suya: una persona estresada intentando tomar notas en su coche de alquiler después de cubrir una protesta.

Todo para que el director de turno acabara pidiéndote un titular para pescar clics…

Ella ya era co-jefa de redacción donde estaba. Era un periódico pequeño pero apreciaba la libertad que tenía.

Puso los ojos en blanco, al menos hasta que vio a Lavinia moverse incómoda con las manos en el vientre. Apretó los labios, no le gustaba verla así.

Mientras Monique miraba los papeles esparcidos en una mesa auxiliar, se fijó en los bocetos que Lavinia había hecho de cosas al azar: hojas, plantas, la Torre Chrysler, la silueta de Toffee...

Lavinia solía garabatear en los bordes de sus apuntes universitarios, y su amiga pensaba de verdad que tenía talento para ello, pero había tenido demasiado miedo a seguir los pasos de su padre.

Vinnie quería ser tomada en serio, algo que, a Liam, incluso en Brujas, no se le daba bien. Todo el mundo conocía a Liam Hirsch por haber presentado varios programas de radio en la emisora local por los que apenas cobraba y por pintar cuadros que apenas se vendían.

Mientras, la conversación derivó hacia el artículo que Monique había escrito justo antes de las elecciones, sobre la oposición de los nativos americanos a Mencken.

Monique había visitado una reserva en Wyoming antes de estar en la sede del Partido Demócrata en Denver.

Lavinia estaba sentada cerca, con una expresión entre contemplativa e incierta, y un mordisco habitual en el labio delataba su diálogo interno.

Si bien Monique no era exactamente la mayor fan de Stewy, no había venido a hablar mal de él.

Por eso habían estado hablando de otras cosas…

No era habitual que Monique se mordiera la lengua, nunca se abstenía de decir lo que pensaba, y ahora estaba especialmente cabreada en nombre de su amiga.

Lavinia intuyó que era para no hacerle más daño, consciente de que siempre acababa defendiéndolo y sintiéndose aún peor en el proceso.

Monique tomó aire y dudó de nuevo, pero se sintió obligada a decir algo: – Escucha, quiero que te cuides cuando me vaya, ¿vale? – imploró con una sonrisa cálida – Tú y yo no nos debemos explicaciones. Haz lo que te haga feliz… Pero si terminas otra vez en el hospital, asegúrate de llamarme, porque vendré a matar gente…

– No fue culpa de nadie – comenzó Lavinia, pero Monique la interrumpió:

– Aun así. Te mereces algo mucho mejor que este desastre. Sabes que no tienes que hacerme siempre caso, ¿verdad?

Lavinia inclinó la cabeza y miró a Monique; la curiosidad iluminó sus rasgos. – ¿Qué quieres decir…?

– Eres una tía independiente y sabia, aunque a veces te haya dado la lata – le aseguró Monique – Tenlo en cuenta, ¿vale?

– Vale… – Lavinia vaciló, con un toque de incertidumbre ensombreciendo su expresión.

Monique se maldijo internamente para finalmente decir:

– En realidad estoy orgullosa de que estés pensando en hacer todo esto por tu cuenta, yo preferiría saltar haciendo puénting. Pero si sientes que dar un salto de fe con él es lo que quieres, entonces hazlo… Solo… no quiero verte así…

Lavinia suspiró y se miró el abdomen con el mismo mohín que antes.

Sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa. – ¿Sabes lo que daría por una margarita ahora mismo? Ni siquiera puedo recordar la última vez que bebí...

Monique parpadeó. – ¡La falta de cafeína sería peor para mí!

– Bueno, eso también… – Lavinia asintió, su ánimo se animó un poco – Se merecen un padre, ¿sabes? Debería saberlo mejor que nadie – gesticuló – Con lo del divorcio de mis padres…

Lavinia intentaba parecer resuelta, pero su voz se oía distinta. Monique percibió que sonaba contrariada.

– Vinnie…

– Stewy quiere estar ahí para ellos, no es tan malo… Deberíamos empezar a planificar cómo haremos los primeros seis meses porque quiero amamantarlos y serán demasiado pequeños para pasar la noche lejos…

Monique era la descreída de las dos... Arrugó la nariz escuchando a su amiga.

– ¿Nada que añadir? – Preguntó Lavinia, sorprendida por el repentino silencio de su amiga.

– Es que no me lo creo… Que estés conforme con eso – finalmente habló Monique.

Recuerdo cómo había tormenta y llegabas corriendo bajo la lluvia… Nunca dejaste que nada se interpusiera en tu camino.

– ¿Por qué soy tonta y blandita? – preguntó Lavinia, su tono era una mezcla de broma y sinceridad.

– Porque aún le amas, mal que me pese – miró hacia el pasillo como si esperara que alguien apareciera – nos pesa a todos en esta casa.

Lavinia se encogió de hombros, el escepticismo grabado en su frente.

– No lo sé, todavía estoy demasiado enfadada con él para verlo claramente. ¿Eso me convierte en una bruja? – expresó, dividida entre sus sentimientos por Stewy y sus dudas sobre si su compromiso era real y blindado al pánico de una nueva paternidad. – Tal vez no me siento segura sabiendo que la razón de su cambio es algún sentido de obligación hacia mí y los bebés. Tal vez estoy siendo demasiado difícil –añadió, con la voz teñida de vacilación. – ¿Sería tan malo querer ver cómo actúa como padre primero?

Su amiga estaba intrigada.

Monique se revolvió el pelo y la miró pensativamente. – ¿Cómo ponerlo a prueba? No, no lo sé… Por supuesto, no eres ninguna bruja… Los hombres se comprometen y luego te dejan sola ante el peligro – repuso – y terminas compartiendo paternidad con la veinteañera que se tiran… como mi padre y su Marie Antoinette. Sin mencionar a tu padre… con todo el aprecio que le tengo.

Lavinia la interrumpió con suavidad: – Oye…

Monique inclinó el cuerpo hacia adelante: – No, no me hagas ni caso. Perdón… Pero no estás sola, ¿vale?

– ¡Lo sé!

Profundizando en la conversación, Monique contó un par de historias sobre la jubilación de su padre.

Para ser sincera, Lavinia odió la idea esa de la veinteañera que había lanzado su amiga.

Quizás ella había esperado que su amiga disipara sus temores.

Pero Monique no era de las que la dejarían indulgir en una fantasía.

Tal vez, después de todo, Stewy acabaría haciendo un buen uso de ese anillo…

Sabía que habría alguien nuevo en la vida de él algún momento si no volvían a estar juntos…

Se horrorizó sólo de pensarlo: Alguien nuevo que estaría enamorada de él y les haría monerías a sus bebés mientras ella fingiría no odiarse a sí misma…

Stewy era un hombre con un gran apetito por vivir rápido, era inquieto y tenía una agenda increíblemente ocupada, por lo que es posible que se olvidara de ella y de los niños con el tiempo…

Su amiga picoteó un pedazo de queso del plato, que también contenía uvas y nueces.

Lavinia escuchó mientras Monique continuaba: – Solo necesito saber que estarás bien. Puede que me ponga un poco triste porque mi mejor amiga está al otro lado del mundo. Sé feliz, ¿quieres? ¿Por qué no lo intentas?

Lavinia guardó silencio, sumida en sus pensamientos. – ¿Orgullo? – confesó.

– Vinnie…– Monique arqueó una ceja. – ¿Vais a estar en contacto?

– Le pedí que nos diéramos espacio el uno al otro, al menos por un tiempo – Lavinia frunció el ceño, con un dejo de duda en sus rasgos.

– ¿Y crees que él va a respetar eso? – Monique insistió suavemente.

Lavinia vaciló. – Sí… Llevaba un anillo... En el hospital, ¿sabes? Era precioso… He tenido cientos de conversaciones con él en mi cabeza. Además de las que hemos tenido todos estos días. A veces estoy muy enfadada…

– No sé – dijo su amiga – Yo creo que tienes miedo de volver a ser vulnerable…

El embarazo tenía que ser su prioridad número uno en este momento.

Él debería quedar en un segundo plano en su mente. Entonces, ¿por qué todavía se sentía tan insegura?

En seis meses, tendría que estar totalmente concentrada en esos bebés, dándoles el pecho, calmando su llanto, cambiando pañales, ahuyentando monstruos o simplemente dándoles un abrazo.

Ella sabía cómo dolía ser un niño no deseado.

Se había estado convenciendo a sí misma de que podía quererlos el doble para compensar la ausencia de Stewy, pero no si se veía sobrepasado y se lo tragaba la tierra una vez que pudieran recordarlo…

Cuando ya fueron capaces de echarlo de menos.

En un intento de cambiar de tema, agregó: – Detesto esto, es como si me hubiera perdido una temporada entera de tu vida, Monique. Siempre hablamos de mí…

– No es verdad – replicó Monique con complicidad.

– No lo sé… Siento curiosidad sobre ese tipo que va intentando seducir periodistas extranjeras… – Lavinia presionó a su amiga para obtener más detalles.

– No la tengas. Deber haber docenas de tipos como ese en Washington – dijo Monique con cierta ironía en su voz.

Lavinia pensó en eso.

– Dicen las malas lenguas que Washington DC es terrible, todos esos equipos de secretarios y asesores de imagen. Lukas lo llama "Hollywood para gente fea"…

– No se refería a Jiménez ni al nazi, ¿huh?

– Ni a tu hombre. Seguramente – Lavinia bromeó.

Monique guiñó un ojo a Lavinia y depositó un beso tranquilizador en su mejilla. Estaba sentada en un taburete, y se abalanzó para abrazarla, como cuando de niñas, bromeaban y se echaban una encima de la otra para inmovilizarse y hacerse cosquillas hasta mearse de la risa.

– ¿Crees que los americanos estaban celosos de la fama de guapo de Trudeau?

– Creo que tendremos mayores problemas que ese – sacudió la cabeza.

Monique se puso seria: – Ya… ¡Qué mierda!

Era consciente de que su amiga aún luchaba consigo misma, pero confiaba en que un puñado de bromas arrancaría una sonrisa a Lavinia.

– No te sabe mal, ¿no?

– ¿A mí? – Lavinia se sorprendió.

– Que haya venido con las maletas. Lamento que tu padre tampoco pudiera quedarse.

– No, no… Moni…

– Ya sé que yo tenía que estar en Nueva York más días, pero todo el tema de las elecciones se ha ido de madre – volvió a explicar su mejor amiga – Le he prometido al director de mi periódico esos reportajes... Tal vez me hagan volver en enero.

Monique soltó a Lavinia, quien se puso de pie, arregló su camiseta y se sirvió un vaso del agua que salía directamente de la nevera. – Uno no quiere a un o una periodista sin saber que un incendio lo va a mandar volando a por la exclusiva – sonrió a su mejor amiga.

No quiso cargar más a Monique con sus problemas.

Ella no quería ser esa amiga que te arrastraba continuamente a sus dramas.


Connor había insistido en que fuera al reparto de cosas de su padre, pero ella no dio el paso hasta días después. Sólo había pretendido hacerles una visita a él y a Willa mientras se decidía si viajaban a Eslovenia.

Dependía del éxito que tuviera Mencken en mantener su reclamo sobre la presidencia.

Al llegar, saludó con dos besos a Willa mientras ella daba órdenes a unos trabajadores que trasladaban un sofá de piel de vaca a una de las salas de estar.

– Siento no haber venido antes…

– ¡Oh, no, no! – intervino Connor, dándole una palmadita amistosa en la espalda. – ¡Tenía algo guardado solo para ti! Sígueme.

Subieron por las escaleras a la biblioteca y le acabó entregando una foto que no había visto antes: de la boda de Logan y la madre de Connor.

El escenario era una iglesia con poca luz, las paredes de un claustro, posiblemente aquí mismo en Nueva York.

– Debo confesar que una vez le prometí a tu madre que le conseguiría una copia de esta foto – dijo Connor.

Era una foto de grupo en un marco de plata, estaban los novios junto a Ewan y Louise que llevaba en brazos a una Marianne de no más de medio año.

– Gracias. Me sorprende que la cámara no haya explotado por toda la tensión – Lavinia comentó, sonriendo ante la idea.

Connor parpadeó y se le formó una sonrisa. – Oh, no creo que se sintiera así en ese entonces. Fue más bien una acumulación gradual, ¿no crees? La foto estaba en un cajón pero recuerdo que mamá la tenía en una vitrina.

Se quedó allí, perdida en sus pensamientos. – Le haré llegar esto a mi madre, si quieres. ¿La ha visto Greg?

– No, pensé que tú las cuidarías mejor. Esta también es para ti…

Sus dedos rozaron el borde de otra fotografía: una escena animada de la recepción de la boda, Ewan hablando con alguien que no conocía. Al lado, su abuela fue captada mirando directamente a la cámara. – ¿Estaba en el álbum? – preguntó con curiosidad.

– Despegada, sí. Pero estas cosas son viejas y se deterioran.

Ella asintió.

Connor la interrumpió cuando iba a volverle a dar las gracias. – ¿Te acuerdas de ese libro que le regalaste para su cumpleaños? Está ahí mismo en la mesa. Deberíais guardarlo, creo que le gustó. Hay más libros en la biblioteca que pueden interesarte si quieres dar un vistazo…

Miró a su primo un momento.

– Me alegro que le gustara. No, de veras… – Entonces, se quedó pensativa. – ¿Sabes algo de Kendall?

La expresión de Connor cambió ligeramente. – No, no coge el teléfono. Ninguno de ellos de hecho. Sólo Roman y me dijo que me fuera a la mierda, creo que está en California. ¿Crees que está con esa amiga vuestra?

– ¿Tabitha? Se lo preguntaré pero creo que me lo hubiera dicho…

– Entonces tal vez está solo en esa casa que tiene allí. Si te enteras de algo, mándame una señal, para que sepa que está bien – Connor sonrió con una mueca.

Ella asintió.

Dudó en decir lo siguiente, pero…

– Lamento mucho que Lukas haya decidido reciclar la gala Recny, sé que los preparativos estaban en marcha antes de que Logan falleciera y pienso que debería haberla conservado la familia como algo social. No es como si Lukas no quisiera hacer muchos cambios y GoJo tiene sus propias fundaciones para la caridad… Escuché que originariamente fue idea de tu madre…

– Oh, no, no. He oído hablar de eso. En su lugar, habéis programado la fiesta de coronación de Tom, ¿es eso lo que será? Apuesto a que Shivi estará allí.

– Bueno, está invitada, claro. El 21 de diciembre – dijo, con un suspiro.


Al salir, Lavinia se quedó mirando su teléfono por un momento. Decidió hacer una llamada, pero Stewy no debía tener cobertura porque le salió el contestador automático.

Era tarde, al anochecer.

Pensó que estaría en algún lugar de la ciudad.

– Hola, Stewy. Soy yo. Sé que decidimos no llamarnos por un tiempo, pero… Pero pensaba que podríamos discutir algunos nombres para la bebé… a juego con Kian… y lo del apellido… Piénsalo y lo hablamos otro día. Yo… Bueno, eso era todo. Cuídate, ¿sí? – dudó antes de colgar.


N/A: Se acerca el final ❤... Mi plan para el fic en este momento son 52 capítulos y un epílogo; y tratar de actualizar más rápido ;) ¡Os leo en los comentarios!