Capítulo 2


De alguna forma, Harry había logrado evitar las preguntas de Hermione alrededor de su agotamiento físico. No es que no quisiera a su amiga, es que ella creía tener derecho a cualquier información que ella quisiera, en el momento mismo en que ella la solicitaba. Para Harry, que toda su vida había sido el niño fantasma, ese niño ignorado por todos, era simplemente demasiado y Hermione no entendía la necesidad de Harry de retener información.

Tampoco es que le molestara tanto la actitud de Hermione. No habiendo tenido amigos antes, Harry ignoraba como deberían ser ese tipo de relaciones pero a la vez, sabía que los amigos podían tener secretos entre ellos. Su única referencia eran los amigos de Dudley y sabía que Dudley tenía secretos que ni Piers Polkiss, el mejor amigo de Dudley, sabía de este y viceversa.

Entonces, Harry quería mantener esto en secreto. No creía que fuera algo que deberían saber sus amigos.

¿Hermione se sentiría obligada a decírselo a un maestro? Esa solía ser su reacción a cualquier cosa que no pudiera resolverse con los libros y en la experiencia de Harry, los adultos estaban tan perdidos como los niños cuando ciertas cosas les superaban.

¿Ron seguiría siendo su amigo si se enteraba que ahora era incluso más rico que Lucius Malfoy, el padre de Draco? No, la experiencia con Ron y sus cambios de humor al escuchar cualquier cosa relacionada al dinero de Harry, el decían que no. Además, Ron no podía mantener un secreto, ya que la mirada de Molly Weasley acobardaba a cualquiera y soltaban cualquier secreto ante ella.

No, lo mejor era mantener su ascendencia en secreto y planear su escape de los Dursley. Por lo que le había dicho Blood-Dagger a Harry, tan solo la fortuna Potter era considerable por sí misma, y la bóveda que él había estado usando estas dos ocasiones, solo era la bóveda de gastos escolares, o mejor dicho, era como su bóveda de mesada. Había sido creada solo con el propósito de pagar su escuela, útiles, ropas escolares y cualquier cosa que se le antojara comprar como juguetes o libros y dulces.

Cuando fuera mayor de edad, podría tomar control de su herencia, tener un asiento en el Wizengamot que era el equivalente de las cámaras de los lores y comunes pero fusionada en una sola y hacer nuevos negocios o deshacer algunos que seguían activos.

Blood-Dagger accedió a seguir siendo el goblin con el que hacer negocios por una cantidad mensual aceptable de 5 galeones (ya que solo le dedicaría un par de días al mes) y también accedió a enviarle información sobre su patrimonio y deberes como un miembro del Wizengamot cuando tuviera la edad requerida.

Al parecer, a los magos y brujas con un escaño en el Wizengamot, se les concedía también un título de Lord. Entonces, el padre de Draco era considerado un Lord. Harry sería un Lord porque heredaría el puesto que dejo vacante su padre con su fallecimiento y si alguien como Hermione hacía algo impresionante para la comunidad mágica, se le ofrecería un puesto en el Wizengamot y se le concedería un título de Lady.

Claro está que había cosas que un Lord o Lady no hereditario tenía que cumplir como tener propiedades a su nombre y una bóveda con cierta cantidad de galeones, ya que al tener el título de Lady, se convertía en algo un poco feudal y ese Lord o esa Lady fungían como un señor que debía cuidar el bienestar de sus vasallos.

Harry se alegraba más que nunca de solo tener 12 años aun y que todavía tenía 5 años de aprendizaje, y que afortunadamente, su maestro de historia de la escuela primaria había sido un entusiasta de los múltiples reyes, duques y demás nobles antiguos, así que Harry tenía bastante conocimiento sobre que se esperaba de él como un futuro Lord.

Todo esto ya lo había interiorizado luego de una semana de esa noche en que su vida tomo un giro aún más raro de lo habitual. Lo que actualmente tenía a Harry preocupado era su propio cuerpo.

Se había logrado escabullir de sus amigos y estaba actualmente en el baño del campo de quidditch. Aunque aún no era el toque de queda, no había practica y siempre podía dar la excusa de querer tener un vuelo tranquilo para despejarse de todos los chismes.

Ahí, frente al espejo y sin camisa, Harry estaba observándose todo lo posible. Hagrid le había dicho que se parecía mucho a su padre James Potter y en las fotos que había visto de su padre, había visto un joven atractivo de ojos café, buen cuerpo y con ese cabello revuelto que él mismo poseía. Su madre, Lilian Potter había sido una belleza. En las fotos tenía este cabello rojo intenso, casi como una rosa en plena floración y unos ojos de un verde impresionante.

Ambos padres tenían un rostro bastante atractivo, su padre tenía el rostro cuadrado pero su madre tenía un rostro parecido a un corazón. Su padre tenía la mandíbula un poco dura pero la de su madre era suave y ligeramente angulada. Harry tenía la forma del rostro de su madre, sus ojos y cierto tinte rojizo sobre el cabello negro. Ese tinte solo se veía en la luz solar porque dentro del castillo, su cabello indomable era negro como ala de cuervo.

Habiendo visto las fotos de su madre, Harry podía entender como su madre había heredado su belleza de su abuela. Tenía formas muy femeninas pero había algo en su postura que la hacía parecer una princesa. Bueno, ahora sabía que su madre si había sido una, aunque ella lo ignorara. Lo cruel es que eso quería decir que su tía también era una. Y a todo esto, ¿Por qué su tía no heredo la belleza de su abuela? Quizás era algo como la magia y simplemente sus genes no pudieron darle magia.

Era evidente que su abuela Marian no había heredado la magia de Rosalind. Fue hasta su madre Lily que la magia se activó y entonces nació él. Harry nació con magia pero conforme más se veía en el espejo, no encontraba nada tan atractivo como la belleza de sus padres. ¿Podría ser porque no se había alimentado bien?

Era flacucho, tenía las articulaciones nudosas, su piel no era la mejor y su cuerpo tampoco, no había mucho musculo y aunque su rostro era más o menos "atractivo", no había más. E incluso esa "belleza" podía ser efímera, como esos niños que durante su niñez eran bonitos pero al crecer, algo pasaba durante su adolescencia y de adultos eran desde muy normales hasta feos.

Podría ser que ese fue el caso de la tía Petunia y quizás pudiera ser su caso a futuro. Por el momento, Harry solo quería observarse un poco y ver si había algo en él que pudiera indicar su naturaleza de incubo. No había encontrado mucho en sus libros sobre ellos y los libros de la biblioteca eran inútiles, ya que hacían referencia a libros que se encontraban solo en la sección prohibida.

Harry no creía que pudiera encontrar nada de valor en los libros de Hogwarts pero todavía tenía varios meses por delante antes de poder regresar al mundo muggle. Cierto que no podía comprar libros pero había una biblioteca pública cerca de Privet Drive, así que podía esconderse ahí y buscar libros de fantasía. Recordaba que algunos libros de fantasía hablaban sobre súcubos e íncubos. Los libros religiosos no iban a ayudar pero varias de las cosas que venían en los libros muggles de fantasía, resultaron ser ciertos en la realidad, como el comportamiento de los dragones.

Quizás esos libros de fantasía podrían darle una idea sobre su naturaleza de criatura. siempre cabía la posibilidad de que no desarrollara su herencia de criatura pero como lo improbable o imposible solía perseguirlo, Harry no pondría ni un knut en esa apuesta.

Justo cuando Harry estaba poniéndose la camisa de vuelta, un pop de un elfo lo puso en guardia. No era Dobby, el extraño elfo que casi hace que lo encierren permanentemente con los Dursley, pero si era un elfo muy serio y que no estaba impresionado (o al menos no lo demostraba) por como Harry levanto su varita contra él con un reflejo extremadamente rápido.

Como fuera, la pequeña criatura, vestida con un paño limpio y con el grabado de Gringotts, le extendió a Harry una carta sellada. Harry la tomó y el elfo desapareció. Harry entonces bajo su varita y abrió la carta.

Al parecer, su bisabuelo había salido de su "retiro forzoso" y esperaba hablar con él en algún momento en el futuro, posiblemente en sus vacaciones de verano y quería establecer una comunicación por cartas para empezar.

Había tantas cosas mal en esa carta, empezando por el hecho de que un Señor Oscuro había logrado escapar de una prisión teóricamente a prueba de idiotas y quería conocerlo. Harry no sabía si era peor que Grindelwald hubiera escapado y nadie en el mundo se hubiera dado cuenta (una noticia así, sería difícil de pasar) o que genuinamente quisiera conocer a un pariente suyo de sangre.

Si, quitando todo lo de Señor Oscuro y eso, al menos este Señor Oscuro no estaba intentando matarlo... hasta donde sabía. Mientras Voldemort tenía algo contra él, Grindelwald fue muy anterior a sus padres y ya había sido derrotado una vez. Además, si Harry podía hacer que este Señor Oscuro decidiera protegerlo, Voldemort pasaría un momento más difícil para llegar a él.

Si esto no fuera suficiente, una de las razones que Dumbledore uso para defender por que puso a Harry con los Dursley es que eran su familia de sangre y no había familia de sangre en el mundo mágico. Algo de que la sangre de su madre era importante. Bueno, ¿No serviría mejor la sangre mágica de su bisabuelo que aparentemente quería establecer un vínculo familiar que la sangre de Petunia que lo despreciaba?

Cualquier juez en el mundo muggle, preferiría poner a un niño con parientes que si lo quisieran que con uno que no. Claro que estaba el asunto de cómo lo mantendrían pero esperaba usar su recién descubierta fortuna como un aliciente para cualquier problema con quien se encargara de los cuidados infantiles en el mundo mágico.

Como fuera, Harry escondió su carta debajo de su ropa (Harry sabía cómo doblar papel tan pequeño y apretado que pasaría por un paquete de chicles) y se envolvió con su capa invisible para regresar a la escuela.

Para fortuna del chico, no había nadie cuando llegó a la Sala Común y pudo escabullirse de forma que parecía haber tomado una larga siesta cuando llegaron sus amigos y lo instaron a bajar al Gran Comedor para la cena.

La carta de su abuelo estaba guardada en unos calcetines que nadie querría tocar dentro de su baúl. Le escribiría pronto y por fortuna, su abuelo le había dicho que solo tenía que llamar al Elfo de Gringotts, llamándolo precisamente así, para entregar su carta de respuesta, ya fuera positiva o negativa a cartearse.

Harry decidió que empezaría a escribir su carta después de la cena.


Mientras Harry escribía sus primeras líneas a su bisabuelo, Gellert Grindelwald estaba en el Museo Británico, más exactamente en la sección de Historia y mucho más exactamente en la sala dedicada a la Segunda Guerra Mundial. Aparentemente, la caída de su aliado fue mucho más rápida de lo que previo, luego de que Albus lo encarcelo en Nurmengard.

Sin los consejos de Gellert o la magia para ayudarle en sus planes, Hitler cayó rápidamente ante los aliados y sus propios aliados cayeron luego de que él mismo cayó. Leer lo que paso en Nagasaki e Hiroshima fue ciertamente un recordatorio para Gellert de que los muggles que una vez considero bestias, no eran así. Ya desde Hitler había aprendido que no eran bestias, pero luego de lo de Japón... estaba desarrollando un saludable miedo a los muggles.

Dado que no podía vestir sus túnicas de mago, había transfigurado sus ropas en algo más muggle y por fortuna para él, su habitual gabardina negra, suéter justo de angora gris y sus pantalones casuales de color negro, combinaban bien con su rostro envejecido y aun levantaba algunas miradas a su paso. Cierto que su cabello rubio ahora era canoso y sus ojos azules se veían avejentados por algunas arrugas, pero su cuerpo aún estaba en forma y su barba le daba cierto aire agradable. Algunas muggles maduras le habían guiñado el ojo y también algunos caballeros bastante atractivos. Gellert era vanidoso y gustaba de esta atención.

Ya había estado en Gringotts y un goblin muy agradable llamado Blood-Dagger (un nombre apropiado) le había dicho que él era quien le escribió y le explico cómo es que su hija había cruzado caminos con un squib y como había tenido descendencia.

Aparentemente los Destinos no solo eran caprichosos sino crueles porque no conformes con dejar a un niño huérfano y a merced de la "piedad" de una tía sin poderes y que posiblemente creía ser completamente muggle, su bisnieto era el heredero aparente de Hogwarts y sus terrenos circundantes.

Gellert llegó a la misma conclusión de que Albus Dumbledore no sabía sobre esto o nunca habría dejado al niño con muggles. Hubiera preferido tener al niño bajo su ala para que no adquiriera ningún conocimiento fuera del que él quisiera proveerle. Lo hubiera tenido tan fuertemente sujeto que jamás se habría enterado de que era su bisnieto.

Ese pensamiento hizo temblar a Gellert, tanto de terror como de excitación. Albus siempre había sido cruel y despiadado pero a la vez quería ser visto como alguien benévolo e infalible. Entonces esa dualidad entre querer ser un dictador pero a la vez ser amado por su pueblo, excitaba y horrorizaba a Gellert. Albus había sido la persona que más había amado en todo ese tiempo... al menos su concepto de amar.

Alguna vez, cuando estaban en su idilio juvenil, Gellert le prometió a Albus que él sería su esposo y lo poseería en cuerpo y alma. Albus simplemente sonrió y lo beso. Luego le pidió a Gellert que le hiciera el amor y pasaron un par de horas jadeando. El simple recuerdo de esa ocasión hizo sonreír a Gellert. Si, debería cumplirle esa promesa a Albus y buscar la manera de poseerlo en cuerpo y alma.

Aunque había visto su tarjeta de la rana de chocolate, Gellert sabía que Albus no debía verse así de anciano. Seguramente usaba alguna poción envejecedora o algún glamour, ya que tenían más o menos la misma edad y Gellert sabía que solo debería verse como una persona de edad madura pero no un anciano.

Seguramente era alguno de los estratagemas de Albus. Alguna cosa de verse como "un amable anciano" y dejar que sus enemigos se confiaran, pensando que su fuerza era menor. Sinceramente, dudaba que su antiguo amante hubiera disminuido su fuerza y con esa varita, mucho menos.

Oh, cuanto anhelaba volver a enfrentarse en un duelo con Albus, pero tenía que dejarlo ir por el momento. Su prioridad era el pequeño Harry y dado que Albus ignoraba la cantidad de dinero que tenía en Gringotts y en el mundo muggle, bajo uno de sus muchos alias, Albus no sabría qué podía permitirse comprar varias mansiones, muchos juguetes y cualquier cosa que su bisnieto deseara.

Además, el dinero seguro convencería a sus guardianes actuales de cederle la custodia o en su defecto, permitirle algunas visitas. Ahora, ¿Debería comprar ese departamento de 4 habitaciones cerca del Támesis o esa casa de campo en Cornualles con 5 habitaciones y el campo de quidditch? Quizás debería consultarlo con el pequeño, ya que esperaba que quisiera visitarlo.

También tendría que comprar algunas revistas y libros muggles para ver qué estaba pasando en esta época. El museo había sido una buena idea, pero era evidente que el mundo había cambiado muchísimo durante su ausencia. No sabía que el refresco de naranja creado por su aliado, ahora pertenecía a la compañía Coca-Cola.

Luego estaban cosas como los tabloides. Oh, la cantidad de maldad que podría hacerse con este tipo de revistas en su mundo... o podría ser que ya existieran. Tendría que averiguarlo. Si, en lo que esperaba una carta de su bisnieto, ya fuera que aceptara o no cartearse con él, él tendría que actualizarse respecto a ambos mundos.

Usando su encanto natural, Gellert sacó a una señora muy guapa la información sobre un par de librerías y un lugar llamado Harrods donde podría comprar ropa más acorde a su situación financiera.

Al menos la moneda muggle no había cambiado mucho y aun entendía cómo funcionaba, aunque los precios habían subido desde que estuvo en Londres.

Quizás sería buena idea enviarle algunos dulces a su bisnieto para empezar a echarlo a perder. Unos buenos chocolates muggles y quizás unas latas de refresco, ya que parecían ser populares con los niños y adolescentes. Tal vez debería agregar algunas otras cosas a un paquete de cuidado. Bueno, tenía todo el tiempo del mundo.


Petunia Dursley era una mujer que se jactaba de ser normal. Ciertamente ella se consideraba el epitome de la normalidad aunque sus vecinas hablaban muchos rumores acerca de ella. El primero era que no podía ser considerada una buena persona, ya que trataba a su sobrino como escoria.

Los Dursley habían corrido rumores de que Harry era un vago incorregible y un delincuente juvenil, que estaba en San Bruto, una academia para niños problemáticos como él. Sin embargo, para la mayoría de sus vecinos, esa mentira tenía más agujeros que un queso suizo.

Para empezar, el muchacho era escuálido, bajito y se veía como esos perritos callejeros y maltratados. Sin embargo, cuando acudían a alguna autoridad para que hicieran algo por el niño, solo parecía que dicha autoridad olvidaba el caso y nadie venía.

Más de una vez, alguno de los vecinos intento denunciar el trato de los Dursley hacia Harry pero aunque levantaban el reporte, algo sucedía y nadie acudía. Era como si algo o alguien estuviera borrando los registros o impidiendo de alguna forma que una autoridad pudiera ayudar al pequeño.

Conforme pasó el tiempo, los vecinos dejaron de intentarlo y en su lugar, ofrecieron pequeñas ayudas al muchacho. Claro está, ayudas secretas, ya que si algo bueno llegaba a manos del niño, el cerdo que tenía por primo se lo arrebataba o lo acusaba de haber robado y Petunia Dursley era rápida para castigar con pellizcos y bofetadas al pequeño Harry.

Así que los vecinos solían dejar algunos dulces escondidos en los setos que ponían a Harry a cuidar. A veces le pedían ayuda para meter sus compras a sus casas y le ofrecían una bebida fría o caliente dependiendo de la estación. Otras veces le pedían a Petunia les prestara a su sobrino para hacer alguna compra y le pagaban al niño con un plato de sándwiches o le compraban alguna golosina que pudiera comer rápido en el viaje de regreso a Privet Drive.

Si, Petunia creía ser la mejor persona en ese vecindario pero la mayoría de sus vecinos la detestaban y solo acudían a sus fiesta de té para poder verificar que el pequeño Harry siguiera lo más saludable posible. Incluso lograron que Petunia le dejara participar en algunas fiestas, aunque instaba mucho al niño a que trajera las bandejas de bocadillos u otra tetera de té. Y dado que se vería mal que un niño no comiera, Petunia no podía decir nada cuando sus invitadas le insistían al pequeño que comiera alguno de los bocadillos.

Algunos vecinos, sobre todo los varones, investigaron sobre las absurdas acusaciones de que Harry era un delincuente y descubrieron que era su gordo primo, pero los pequeños que habían sido golpeados por el obeso niño, no querían problemas y dado que algunos de sus padres trabajaban bajo la dirección de Vernon, el padre de Dudley, era lógico porque no querían meter a sus padres en un problema con su jefe.

Estos hombres solían pedirle a Vernon que les prestara a Harry para ayudarles con algunas labores caseras en los garajes y áticos. Solían dejar que Harry eligiera alguna prenda de ropa y dado que los vecinos le decían a Vernon que se la dieron a Harry porque era "basura", Vernon solía dejar que se quedara esas prendas o zapatos.

Era poco lo que podían hacer los vecinos por Harry, pero no dejaban de intentarlo.

Así que tomando en cuenta ese cariño de closet que sentía el vecindario por el pequeño Harry, fue una sorpresa que un hombre de aspecto oficial llegara a Privet Drive. El hombre llevaba un traje sastre gris junto con un maletín de aspecto oficial. Toco a la puerta de los Dursley y una vez que Petunia abrió, le entregó un sobre de aspecto aún más oficial a la mujer y luego se retiró.

Petunia decidió abrir el sobre y empezó a leer una carta que hizo que la mujer se pusiera pálida y torció sus gestos a algo más feo que su caballuna cara. Lo que fuera que estaba escrito en esa carta, hizo mella en Petunia.

Los vecinos pensaron que pronto se enterarían y desgraciadamente, a pesar de los gritos de Vernon cuando este llegó y Petunia al parecer le comentó sobre la carta, no pudieron sacar mucho más allá de un par de frase: "Pensé que todos tus parientes estaban muertos" y "¿Crees que se puedan llevar al fenómeno?".

La primera frase no era algo tan impresionante. Simplemente indicaba que quizás Petunia tenía más parientes además de su difuntos padres y hermana, quizás algún tío político. En cuanto a la segunda, era más intrigante. Si su primera deducción era correcta y había un pariente del que no sabían, este pariente podría tomar la custodia de Harry.

Los vecinos de Privet Drive cruzaron dedos y elevaron una plegaria al Dios de su elección, deseándole a Harry Potter que consiguiera un nuevo guardián. Imploraron con toda su fe y amor hacia ese pequeño, esperando su Dios pudiera ver su verdadero deseo de que el pequeño obtuviera un alivio en su desgraciada vida.


Nota al margen: Por favor, por amor a todo lo sagrado y lo que más amen ¡No pidan actualizaciones! Ya he expuesto varias veces que por el momento no puedo actualizar de forma constante y mi proceso creativo no funciona establemente, y mucho menos bajo presión. Además, sufrí una perdida familiar muy cercana y no estoy en un buen momento mental. Así que por favor, no pidan actualizaciones. Creo que me estoy esforzando bastante para crear cada capítulo y hay momentos que escribo mucho, pero hay bastantes donde no quiero escribir. Es más, ni siquiera quiero levantarme de la cama.

No quiero tener que tomar la decisión de dejar de escribir porque me sienta agobiada por los mensajes de "actualiza". Ya sufrí bastante en dos ocasiones por esa presión constante y no quiero vivir una tercera situación que me ponga al límite.

Si esto les parece molesto, lo siento mucho, no creo ser lo que buscan. Estoy segura de que hay muchos otros autores que pueden hacer lo que ustedes quieren y los conmino a buscarlos y seguirlos. Seguro se alegrarán mucho de tener nuevos lectores/seguidores.

Para los lectores que han sido muy buena onda y solo han preguntado con curiosidad pero respetando mis limites, ustedes son un solecito y a algunos ya les he contestado sobre las actualizaciones.