Quiero dedicar esta historia a FalknerZero quien fue pilar de mi inspiración para unirme a la comunidad de escritores

Nami había perdido la cuenta de cuántos barcos pirata había abordado en los últimos ocho años. La mayoría de las veces, se trataba de visitas rápidas y furtivas: entrar sigilosamente, asaltar la cámara del tesoro y desaparecer antes de ser descubierta. Sin embargo, había ocasiones en las que su estadía se alargaba. En esos casos, se dedicaba a engatusar a la tripulación, ganándose su confianza con una sonrisa astuta y logrando que bajaran la guardia. Su método favorito era desafiarlos a un concurso de bebidas, sabiendo que, al final, el botín sería suyo mientras ellos caían rendidos al alcohol. Estas incursiones siempre eran las más lucrativas, pero también las más arriesgadas.

Múltiples cicatrices contaban la historia de sus atracos más complicados. Marcas finas y otras más profundas cubrían sus brazos y espalda, testigos silenciosos de los momentos en que un paso en falso casi le había costado caro. Pero para Nami, apenas eran algo digno de mención. Su mirada siempre estaba fija en el siguiente objetivo, en la próxima oportunidad de llevarse el botín que la acercara a su verdadera meta. Porque, al final, ella siempre tuvo su propósito bien claro.

Sí, definitivamente, Nami no podía recordar en cuántos barcos había estado. Pero había uno que siempre permanecería en su memoria, un barco pequeño y modesto, y el extraño par de piratas que lo comandaban. Porque, a diferencia de todos los demás, ese encuentro no solo cambió su rumbo, sino también la forma en que veía el mundo.

Luffy y Zoro contrastaban con todas las ideas que tenía sobre los piratas, y eso la desconcertó desde el primer momento. Navegaban sin un rumbo fijo, en un barco que parecía más un bote de pesca que un navío pirata, y lo hacían con un aire de despreocupación que bordeaba lo absurdo.

Pero más que su falta de ambición, lo que realmente la sorprendió fue su actitud. Eran diferentes a todos esos sanguinarios sedientos de fama, que no dudaban en aplastar a los débiles. Y esa sensación, una mezcla de desconcierto y curiosidad, se intensificó al verlos luchar con todo su ser por un pueblo lleno de desconocidos, especialmente al observar la lealtad inquebrantable que se tenían entre ellos. Era una conexión que parecía forjada a lo largo de toda una vida, pero que sabía que apenas tenía días de haberse formado. Esa camaradería, tan natural y genuina, era algo que Nami no había visto jamás, ni siquiera en los tripulantes más antiguos y experimentados de los barcos que había abordado. Fue entonces cuando algo se agitó profundamente en su pecho, como un eco de lo que había perdido hacía tanto tiempo.

Definitivamente eran unos tipos muy extraños.

Durante todo ese tiempo, trató de justificarse, de encontrar un pretexto que explicara por qué se había embarcado con ellos. Claramente, no tenían tesoros, lo que automáticamente los descartaba como un objetivo lucrativo, en definitiva, pertenecían a la categoría de personas con las que nunca haría una alianza.

En principio, se conformó diciéndose a sí misma que viajar con gente lo suficientemente fuerte le daría un pequeño respiro. Con ellos enfrentando cualquier amenaza, tendría tiempo para centrarse en su verdadera misión. Pero incluso esa explicación se sentía insuficiente. Sabía que viajar con tipos fuertes nunca era una buena idea. Por experiencia, había aprendido que la fuerza solía traer problemas, y los problemas significaban retrasos... y riesgos.

Y claro que eso quedó confirmado en Villa Syrup.

Fue allí donde todo ese supuesto "respiro" se convirtió en caos. Enfrentarse a un capitán pirata con un plan tan retorcido y siniestro como el de Kuro no estaba en su lista de prioridades. Si hubiera estado sola, lo habría evitado por completo, tomando lo que necesitara y desapareciendo antes de que las cosas se pusieran peligrosas. Pero con ellos, las cosas nunca eran tan simples.

Fue entonces cuando comenzó a repetirse una nueva idea: al menos estando con ellos, no necesitaba vigilar su propia espalda. Antes, habría estado alerta a cualquier señal de desconfianza o peligro por parte de los piratas con los que viajaba, siempre lista para escapar en el momento en que algo se torciera.

En lugar de cuidarse de cualquier mirada lasciva, podía permitirse bajar la guardia. No había intenciones ocultas, ni risas maliciosas detrás de ella. Por primera vez en años, podía dormir profundamente sin temer que alguien intentara aprovecharse de un momento de vulnerabilidad. Ellos ni siquiera habían dudado en dejarle tomar la mejor habitación del barco para ella sola. Una pequeña consideración, quizás, pero para Nami era algo más: una prueba silenciosa de que ellos eran diferentes.

Esa sensación era desconcertante, casi inquietante. Había pasado tanto tiempo confiando únicamente en sí misma que el simple hecho de relajarse se sentía como un lujo que no se podía permitir. Y, aun así, se sorprendía a sí misma riendo con ellos, dejando que su instinto de supervivencia se tomara un descanso.

Sin duda, estar con ellos era diferente a cualquier otra cosa.

Después de ocho años, fue la primera vez que acarició la idea de escapar. No de un barco, ni de un enemigo, sino de la vida que había llevado hasta ahora. Una pequeña parte de ella, apenas un susurro, se preguntó cómo sería seguir viajando con ellos sin el peso de su misión, sin la constante necesidad de planear su próxima traición. Era una idea absurda, casi ridícula, pero ahí estaba, aferrándose a los bordes de su mente.

Se sintió fatal de tan solo haberlo pensado. ¿Cómo podía siquiera considerar abandonar a su aldea? Dejar de repente a su hermana, sin explicación alguna, era una traición que no podría perdonarse. Ella había hecho un trato, uno que no podía romper, no mientras Arlong siguiera reinando sobre su hogar. Quería liberar a todos de la sombra que los oprimía, y estaba cada vez más cerca de lograrlo. Cada acción que tomaba, cada barco que abordaba, cada mentira que contaba, era por ellos.

Intentó ahogar el pensamiento, enterrarlo bajo la fría lógica que siempre había guiado sus decisiones. Ellos no eran más que un medio para un fin, se dijo a sí misma una y otra vez. Sin embargo, el calor de sus risas, la forma en que la trataban como si fuera parte de algo más grande, seguía siendo un recordatorio incómodo de lo fácil que era imaginarse quedándose.

Es por eso que Nami decidió huir de ellos, antes de que esa idea absurda echara raíces. No podía permitirse el lujo de ceder a sus emociones, no cuando el precio era tan alto. No si la gente que amaba terminaba en peligro por culpa de sus sentimientos.

Pero al mismo tiempo, había algo dolorosamente difícil en alejarse. Pero al mismo tiempo, había algo dolorosamente difícil en alejarse. Especialmente cuando Luffy estaba cerca.

Había algo en la despreocupación con la que vivía, en su incapacidad de guardar rencor, que hacía que Nami se sintiera vulnerable. Era un contraste demasiado marcado con la oscuridad que había conocido. Él era todo lo que ella no podía permitirse ser: libre, auténtico, sin miedo a creer en los demás.

Y, sin embargo, ahí estaba ella, fingiendo que no le importaba, que no sentía ese tirón que parecía atraerla hacia él. Porque admitirlo sería catastrófico. Sería poner en peligro todo lo que había luchado por proteger, sería admitir que, en algún rincón de su corazón, deseaba algo que nunca podría tener.

Cada vez que él le hablaba, cada vez que hacía algo que parecía destinado únicamente a alegrarle el día, Nami sentía que el peso de sus decisiones se volvía un poco más insoportable. Era un recordatorio constante de lo que nunca podría permitirse: un momento de paz, una amistad sincera, un atisbo de esperanza.

Pero Luffy no sabía nada de eso, y nunca lo sabría. Porque, por mucho que doliera, ella no podía permitirse bajar la guardia. Y simplemente, no podía quedarse más tiempo.

Que sorpresa, una actualización en una historia de hace 6 años. Lo cierto es que tenía muchas ganas de seguir con este fic, pero siendo franca, al igual que la mayoría de gente, cambié mucho en este tiempo y eso incluye mi redacción por lo que el capítulo antes de la edición, aunque igual en sustancia, no me gustaba por completo, así que antes de continuar la historia quise hacerle una ligera corrección de estilo.

Siempre reitero mis respetos a la gente que escribe, sobre todo de forma constante, en estos seis años sigo firme en mi postura de que es realmente complicado y más mantener el ritmo.

Quiero hacer una mención especial a Jafar2000 cuyo trabajo también ha inspirado algunas de las ideas que tengo en mente.

A la gente que lea esto un agradecimiento y una disculpa, sobre todo si leyeron la versión anterior, espero que no queden decepcionados.

En fin, lamento ser tan extensa en esto, si tienen quejas criticas o sugerencias agradecería mucho su review.