El sol empezaba a ocultarse detrás de los edificios de la ciudad, tiñendo el cielo de un cálido naranja, mientras Shiho caminaba sin rumbo fijo. El aire fresco rozaba su piel y los árboles, aún con hojas amarillas, parecían susurrarle secretos que no podía entender. Su mente estaba llena de pensamientos confusos, recuerdos de un matrimonio que comenzó siendo un simple acuerdo entre dos desconocidos, pero que había acabado destrozando el poco romanticismo que quedaba dentro de ella.

No se habían vuelto a ver desde que se marchó de su casa dando un portazo nada más entregarle los papeles del divorcio, y las semanas siguientes, se habían convertido en un mar de soledad y melancolía, volviendo a pintar las paredes de su vida con ese oscuro negro que tanto odiaba. Había perdido la casa de sus padres y la vida a la que había empezado a acostumbrarse, y aunque sabía que era lo mejor para ambos, el vacío que había dejado su extraña relación, seguía presente, como una sombra que la acompañaba a cada paso.

Pasear sin un rumbo fijo era lo único que parecía apaciguar su inquietud y dejar a otro lado los recuerdos y pensamientos que la atormentaban. El aire fresco la envolvió y, por un momento, sintió que podía respirar libremente, como si cada inhalación le diera la fuerza suficiente que necesitaba para seguir adelante.

Entró en una cafetería cercana para saciar la repentina necesidad de un café bien cargado y una pequeña sonrisa se instaló en sus labios cuando percibió el aire en la cafetería impregnado de un aroma a café recién hecho y dulces horneados. Pagó la bebida antes de dirigirse de nuevo hacia la puerta y la pequeña sonrisa se apagó cuando apartó sus pensamientos para encontrarse justo de frente a la figura que tanto había tratado de evitar: Shinichi.

Los corazones de ambos se detuvieron por un instante. Shiho sintió cómo su pecho se oprimía y, en un impulso automático, intentó dar media vuelta y esquivarle para marcharse. Pero él, con su característica determinación, la detuvo.

"Shiho…" Dijo haciendo que su voz resonase en el aire como una melodía familiar.

Ella apretó los labios sintiendo el nerviosismo recorrer todo su cuerpo. Habían pasado meses desde la última vez que vio a Shinichi, y aunque la decisión de tomar caminos separados hubiese sido propia, había algo en su encuentro que la mantenía anclada en el lugar. Había intentado convencerse a sí misma de que ya no le importaba, pero al verlo de nuevo, el dolor y los reproches emergieron como un torrente en su interior.

No sabían qué decirse, el silencio se instaló entre ellos, cargado de emociones no expresadas y de palabras no dichas.

Shinichi, decidido a no dejarla ir tan rápido, sacó un documento de su bolsillo. "He estado pensando…", comenzó, y antes de que Shiho pudiera reaccionar, sacó de su maletín los papeles del divorcio firmados.

Su gesto era un alivio para ella, pero al mismo tiempo una herida que se reabría. Ella intentó mostrar indiferencia, pero no pudo evitar que sus ojos buscaran los de él, donde aún brillaba la familiaridad de tiempos mejores.

Él esbozó una sonrisa genuina que parecía iluminar la penumbra de su encuentro. "Sé que esto nunca fue fácil, y que hemos arrastrado un dolor que no merecíamos. Pero quiero que sepas que, a pesar de todo, me duele haberte hecho daño. Estos papeles son solo una liberación, pero quiero que sepas que no solo vienen de una obligación. Quiero que seas libre de verdad." Comentó con un tono firme a la vez que acercaba su mano para entregarle los papeles.

Shiho los agarró con un pequeño temblor en las manos.

"Es hora de dejar atrás lo que no funcionó." Dijo él sin apagar esa sonrisa que empezaba a molestarla.

Ella asintió lentamente con la cabeza sin ser capaz de emitir palabra. Su mente luchaba entre el deseo de marcharse y la atracción que la mantenía inmóvil. Volvían los recuerdos de risas compartidas, de momentos de complicidad y de la sombra de Ran que siempre había existido entre ellos, inundando su ser. Se sentía atrapada, como si esos recuerdos fueran cadenas invisibles que la mantenían atada a una historia que había sido demasiado dolorosa.

Su pecho volvió a encogerse cuando lo vio sacar el anillo que aún llevaba de su dedo anular para acabar lanzándolo al suelo, como si pudiese deshacerse del pasado en un solo gesto.

"No más cadenas" Afirmó Shinichi, y sus palabras resonaron en el silencio entre ellos.

El anillo brilló fugazmente antes de caer al suelo y ella no pudo evitar observarlo caer para verlo correr en círculos antes de acabar en una de las grietas de las baldosas, el sonido del metal al chocar contra el suelo resonaba como un eco de su propia tristeza.

Shiho sintió que ya era suficiente, que ya no había lugar para cargar con más dolor y que lo más inteligente, era marcharse de ahí e intentar rehacer su vida como pudiese. Arrugó los papeles en su mano y Salió por la puerta con más rapidez con la que había entrado. Sin embargo, el olor de su colonia le hacía saber que él seguía tras ella.

"Shiho, espera…Sé que aún estás pensando en ella. En cómo la quise y cómo eso nos dañó. Pero..."

"Está bien, ahora puedes hacer lo que quieras. Ya estamos divorciados." Explicó alzando los papeles de su mano sin detener el paso.

"Dame solo un minuto, por favor." Pidió agarrándola del codo para que dejase de escabullirse. "He cambiado."

"¿Has cambiado?" Preguntó parando el paso para mirarle con las cejas apretadas. "¿Y qué pasa si yo también he cambiado?"

Shinichi tragó saliva sintiendo su mirada penetrante recorrer todo su cuerpo. No podía obligarla a seguir a su lado, ni sabía si ya había rehecho su vida durante estos meses que no se habían visto.

"¿Estás saliendo con él?" Preguntó con más rapidez de la que pretendía. Sus dientes de apretaron cuando la escuchó resoplar y apartar la mirada sin responder, haciendo florecer los celos que hacía tiempo que no sentía. "¿Estás enamorada de él?"

"No, Kudo. Tampoco sé de él desde hace tiempo…supongo que me he dedicado a alejarme todo." Respondió sintiéndose culpable por todo el daño que había causado en otras personas. "Por una vez, necesito encontrar cual es mi lugar...necesito tener una vida real."

El silencio volvió a instalarse entre ellos haciendo que su distancia se sintiese más lejana.

"Entonces, ¿Qué te parece si empezamos por una presentación sincera?" Preguntó levantando su mano para estrecharla con la suya como si se tratara de un primer encuentro.

Ella frunció el ceño a la vez que la incertidumbre llenó el aire, pero algo en la forma en que él la miraba la molestaba. Su corazón latía con fuerza, recordándole que, a pesar de las cicatrices, el amor que una vez sintió aún existía en algún rincón de su ser. La conexión entre ellos no había desaparecido; simplemente había estado oculta bajo la pena y el rencor.

"Me llamo Shinichi Kudo." Le sonrió. "Soy un detective y un cobarde a todo lo referente a las mujeres y al amor. No vengo a prometerte un final feliz, pero estoy enamorado de ti, y me muero de ganas por seguir conociéndote."

Aquel instante fue decisivo. Shiho dudó un momento, pero la confianza y seguridad que había percibido en él la envolvió por un momento. Y con una sonrisa tímida, extendió su mano hacia él. Shinichi, al ver su gesto, sintió cómo una nueva esperanza florecía entre ellos.

"Shiho Miyano." Respondió ella todavía con cierta incertidumbre. "Científica y una absoluta decepcionada en el amor, así que no creas que no te voy a patear el culo como se te ocurra fallar a tu palabra."

Aquel apretón de manos era más que una simple presentación; era la promesa de una nueva oportunidad, un renacer en medio de las cenizas de lo que una vez fue su matrimonio.

Mientras el sol se ocultaba por completo, dejando solo un rastro de luz en el horizonte, ellos se miraron a los ojos, listos para descubrir juntos si realmente podían volverse a encontrar. La vida, con todas sus sorpresas y giros inesperados, les ofrecía una segunda oportunidad, y esta vez, no estaban dispuestos a dejarla pasar.