Fragilidad

Capítulo 16

La vida con otros ojos

Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, esta historia es de mi total autoría no está permitida su publicación en otros sitios sin previa autorización. -Azulen-

Summary: ¿Amor? – bufó sarcásticamente- Lo que quiero es que te largues y me dejes en paz… -siseó con rabia contenida - ¿Es… realmente eso lo que deseas? ¿Serás feliz ahora Sasuke? ¿Dejarás que el odio te envenene el corazón? - ¿Qué hubiera pasado si Sasuke nunca se hubiese ido de Konoha?

•••

Aún con los ojos cerrados, sintió cómo todo a su alrededor giraba en un inestable espiral producto de la soberana resaca que tendría esa mañana y aun así se sentía relajado y de buen humor, inhaló profundamente y el delicado aroma floral que impregnaba el aire inundó sus sentidos.

Lo conocía bien.

Sintió el peso cálido de un cuerpo enredado en el suyo, el cosquilleo de una respiración acompasada contra su pecho… Su boca se sentía pastosa, su estómago revuelto y su espalda rasguñada ardía con un leve cosquilleo.

Entreabrió los ojos y lo primero que vio fue una cascada de cabello rosa desparramado sobre su piel desnuda.

Sakura.

Dormía plácidamente entre sus brazos, acurrucada contra él, con el edredón enredándose en su silueta, durante un instante, se quedó inmóvil, observándola, memorizando la forma en la que su respiración tranquila hacía ascender y descender su pecho contra su piel, sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa se deslizó por sus labios.

¿Estaba soñando?

Ella se removió, adormilada, su frente rozando suavemente su clavícula antes de entreabrir sus ojos jade con una mirada perezosa, lo observó con ligera confusión, pero enseguida sonrió tontainamente, esa sonrisa dulce y desprevenida que tenía el poder de hacerle perder la cabeza por momentos.

-Buenos días, Sasuke-kun… -bostezó suavemente contra su puño antes de incorporarse.

El edredón resbaló por su piel con un movimiento lento, revelando su pecho desnudo antes de que ella se sobresaltara con un chillido ahogado, el rubor extendiéndose velozmente por su rostro cruzando los brazos sobre los rosados pezones sintiendo un repentino ataque de pudor.

-¡Oh, Dios! ¡Sasuke-kun!

Llevó ambas manos a su cabello, descubriendo su pecho nuevamente, su respiración acelerada subia y bajaba su pecho desnudo y no podía culparlo por no poder despegar la mirada de ese punto, volvió a chillar por la súbita consciencia de su estado, sus ojos danzaron inquietos cubriéndose con las manos, hasta encontrarlo de pie a su lado, solo para descubrir que él la observaba con una expresión un tanto divertida, sus manos cayeron sobre su regazo tirando del borde del edredón para cubrirse un poco mejor.

-¿Q-qué hicimos? Tú y yo… tú y yo tuvimos…

-¿Sexo?- completó él, arqueando una ceja con un deje de diversión en su tono, la crudeza de la palabra consiguió que la embargara la vergüenza.

Sakura se encogió sobre sí misma bajo el edredón, ocultando su rostro sonrojado tras la tela, Sasuke tiró con suavidad del borde, revelando su expresión entre nerviosa y azorada.

-¿Estás bien?- su tono adquirió un matiz más serio- ¿Acaso te arrepientes? Bebiste anoche quizás… no fue lo correcto…

Ella negó rápidamente con la cabeza.

-¡N-no! No es eso… no es como si hubiera estado ebria- rio nerviosa, jugueteando con la tela entre sus dedos- Supongo que solo estoy… sorprendida… yo… esto…

Su mirada era honesta, reflejando una mezcla de timidez y emoción latente, Sasuke sostuvo su mirada por un instante antes de permitir que una pequeña y auténtica sonrisa se formara en sus labios.

-Vístete- dijo mientras recogía su propia ropa- Vamos a desayunar fuera, Kakashi lleva algunos días en una misión y a mí no me gusta cocinar.

Su tono sonó más seco de lo que pretendía, deseó golpearse y pensó en corregirse, pero Sakura no parecía haberlo tomado a mal, de hecho, ni siquiera parecía importarle su cortante manera de hablar, se había envuelto en la toalla que colgaba sobre el respaldo de la silla y lo miraba con una tímida expectación.

-¿T-te molesta si me ducho antes?

Sasuke negó con la cabeza, desviando la mirada cuando ella pasó junto a él con una sonrisa aún visible en su rostro.

-Adelante, yo iré después.

Y mientras escuchaba la puerta de la habitación cerrarse tras ella, no pudo evitar pensar que despertarse con alguien a su lado no le resultaba extraño ni incómodo, se sentía… bien.

•••

-¿En serio no compran comida para hacer en casa? ¿Por qué los hombres son tan… descuidados?- rio Sakura con suavidad, arrugando la nariz y cruzando las manos tras su espalda mientras caminaba a su lado con ese aire animado que la caracterizaba.

Sasuke la observó de reojo y sin poder evitarlo, una sonrisa apenas perceptible se dibujó en sus labios, un sentimiento cálido, casi nostálgico, le inundó el pecho.

Después de todo… al fin todo había regresado a la normalidad.

No más Naoki.

No más Sakura deprimida.

Y sin embargo, tras todo lo que habían vivido, supo con certeza que nada volvería a ser igual, pero quizás… solo quizás… podría ser incluso mejor.

-Ya te lo dije… Kakashi últimamente no está y a mí no me gusta cocinar- explicó con su habitual tono sereno, carente de emociones.

Sakura giró la cabeza hacia él con una sonrisa radiante antes de dar un pequeño salto y adelantarse unos pasos, aún con sus manos cruzadas tras la espalda y su sonrisa traviesa.

-Entonces puedes venir a comer a casa cuando Kakashi no esté, o te vas a desnutrir, mamá estará encantada, ella te adora.

El sol se filtraba entre los edificios de la aldea, iluminando su rostro con un brillo cálido y envolvente, y en ese instante, Sasuke lo entendió.

Esa sonrisa era solo para él.

Ella siempre sería de él y él de ella.

Su pecho se comprimió con una dulzura inesperada viéndola sonreír, con sus mejillas y nariz sonrosadas por el frío, su piel nívea acariciada por la luz dorada del sol besando sus cabellos rosas, había algo tan puro en ella, en su risa clara y despreocupada, en la manera en que su presencia disolvía las sombras que él llevaba cargando tanto tiempo con su sola existencia, con su tierna inocencia.

El sentimiento lo tomó desprevenido, una oleada de afecto genuino que no intentó contener, sin pensarlo, llevó una mano a su rostro y deslizó los dedos en una caricia apenas perceptible, sus ojos oscuros se suavizaron al recorrer su expresión, como si quisiera memorizarla, como si por primera vez en mucho tiempo permitiera que su corazón hablara más alto que su mente.

Y sin importar que estuvieran en pleno centro de la aldea, que hubiera tanta gente a su alrededor, tantas historias escribiéndose a su lado con el pasar de cada consciencia ajena que desaparecía de su campo de visión, porque ella era todo lo que podía ver en el momento en el que se inclinó ligeramente y dejó un beso fugaz en su coronilla intentando devolverle solo un poco a menso todo el cariño que ella le brindaba, un gesto tan simple y delicado… pero que lo significó todo en sus vidas.

Sakura rio con ternura, sus brazos rodearon su torso con fuerza y hundió el rostro contra su pecho risueña, él sintió el golpe de su acelerado corazón y por primera vez, no trató de huir de esa sensación.

Estoy enamorado de ti.

El pensamiento le cruzó la mente con una claridad arrolladora.

Ya no había dudas.

Ya no había miedo.

La felicidad se filtró en su ser como un bálsamo, reemplazando la ira y el odio que por tanto tiempo habían sido su motor, disipando el dolor que le había perseguido durante años, Sakura había sido la única capaz de hacer pedazos esa coraza e imponerse con fuerza sobre la oscuridad que aquejaba a su corazón.

Y en un gesto torpe, discreto, pero sincero, correspondió su abrazo por primera vez, de los miles que quizás ella le habría dado para ese momento, y sintió que quizás debió haberlo hecho mucho antes, rodeó sus hombros con los brazos, sin apretarla del todo, con la leve inseguridad de quien teme romper algo demasiado valioso, sintiendo la calidez de su cuerpo pequeño filtrarse entre su ropa hasta tocar su corazón.

Ella elevó el rostro aun pegada a él, sus mejillas teñidas de rosa y sus ojos verdes brillando al contemplarlo inundados de amor.

-¿Qué vamos a comer?- preguntó sin soltarle, con una sonrisa que parecía iluminarlo todo.

-Me gustan los onigiris de la tienda de conveniencia- respondió con simpleza encogiéndose de hombros.

Sakura infló las mejillas con indignación.

-Eso no es un desayuno, Sasuke-kun- regañó en un tono dulce y empalagoso que, en lugar de molestarle, le causó gracia- además, la tienda de conveniencia no es un buen lugar para una primera cita- rio.

Sin darle tiempo a replicar, tomó su mano con naturalidad y comenzó a arrastrarlo con ella.

-Ven, vamos a desayunar a mi casa, si tenemos suerte mis padres se habrán ido temprano.

Su risa jovial flotó en el aire, ligera como el viento.

Sasuke bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas, en otra ocasión, se habría apartado instintivamente, habría buscado poner distancia y aún así no pudo evitar sentir cierta resistencia.

Pero esta vez no lo hizo.

Esta vez, fue él quien dio un suave apretón a su mano.

Y en ese instante, se dio cuenta de algo importante.

Su mente había estado llena de ideas preconcebidas, de creencias limitantes, de muros que él mismo había construido para restringirse de sentir felicidad, pero ahora, Sakura estaba ahí, con él.

Y por primera vez, dejó que esa felicidad lo envolviera sin resistencia.

•••

Se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados, observándola.

El sol de la mañana se filtraba por la ventana de la cocina, tiñendo todo con una luz cálida y dorada a pesar del frío en el exterior, Sakura estaba de espaldas a él, con el cabello aún húmedo por la ducha de antes, recogido en un moño descuidado, en cuanto llegaron a casa había subido a cambiarse quejándose de haber tenido que llevar esa incomoda ropa bajo su chaqueta.

Su elección del día había sido una camiseta blanca ligera y unos pantalones cortos de color gris que dejaban sus piernas al descubierto, acostumbrado a la visión de su cuerpo se sorprendió a si mismo con los ojos fijos en su piel expuesta, se movía con soltura, tarareando una melodía pegajosa mientras rompía un huevo en la sartén y casi conseguía contagiarle su alegre estado de ánimo.

¿Le importaría demasiado a sus padres que se mudase con él? Tenía un bonito departamento solo para los dos…

El aroma del arroz recién hecho y el sonido del aceite chisporroteando le dieron una sensación extraña de tranquilidad mientras se sentaba en silencio en la barra sometiéndola a su intensa mirada oscura.

Pero no se sentía incómoda.

Porque francamente le encantaba tener esos ojos sobre ella.

Nunca había prestado demasiada atención a escenas como esa, tampoco es como si las hubiera vivido seguido, Sakura cocinaba para ellos de vez en cuando, muy pocas veces, pero lo doméstico, lo simple, lo cotidiano ahora… ahora se sentía diferente.

El suave vaivén de sus movimientos, la manera en que su ceño se fruncía levemente cuando se concentraba, la forma en que su cuerpo se balanceaba con naturalidad mientras cocinaba… Había algo tan grandiosamente íntimo en la escena que le asombraba no sentirse abrumado, por el contrario, se sentía en paz, por primera vez en años… se sentía seguro, por primera vez en años había dormido plácidamente sin ninguna pesadilla que perturbara su sueño, sin sobresaltos en la madrugada, sin la sensación constante de ser acechado.

Se sentía seguro.

-Podrías ayudar, en lugar de quedarte ahí mirándome el trasero- dijo de repente sin voltear, pero con un tono claramente divertido.

Sasuke arqueó una ceja por su broma subida de tono, no acostumbraba a escuchar a Sakura hacer comentarios así.

Pero no le disgustó.

-No sé cocinar.

-No es excusa, hoy aprenderás- rio suavemente- así no tendrás que sobrevivir a base de onigiris.

Se giró y le dedicó una sonrisa brillante, sosteniendo la espátula en alto como si estuviera a punto de darle una orden de batalla, él negó con la cabeza, resignado, pero se acercó de todos modos, apoyando las manos en la encimera con una ceja encorvada, incrédulo.

Sakura le ofreció un bol con arroz caliente y le indicó que lo mezclara con un poco de sésamo y sal, Sasuke lo hizo en silencio, sus movimientos algo rígidos al principio, hasta que la sintió acercarse por detrás.

-Así, mira- susurró, colocando su mano sobre la suya, guiándolo con suavidad- con más energía o no quedará bien, la comida queda mejor cuando la haces de buen humor, tienes que hacerlo con cariño.

Él sintió la calidez de su piel sobre la suya, la cercanía de su cuerpo, su aliento apenas rozándole la nuca, fue solo un instante, un gesto insignificante, pero el efecto fue inmediato.

Su pecho se tensó y por un segundo, olvidó cómo se respiraba con normalidad, recuerdos de la noche anterior empezaron a calentar su sangre.

-Estoy de buen humor y se me ocurren otras cosas que también podemos hacer con cariño- declaró con deje de diversión en la voz y poniendo los ojos en blanco para espantar a los libidinosos pensamientos que le susurraban que la tomase en brazos y se encerraran en la habitación el resto del día.

¿Querría Sakura?

-Pues no se nota- rio abiertamente sonrojándose por su comentario- vamos, lo haces bien, Sasuke-kun- dijo ella con dulzura, apartándose con su risa ahora ligera antes de volver a concentrarse en lo que se cocía en la sartén.

Él parpadeó un par de veces, sintiéndose absurdamente atrapado en el momento.

Ridículo

Pensó, volviendo a centrarse en la tarea asignada, aunque sin poder evitar que una diminuta sonrisa tierna se formara en la comisura de sus labios.

Cuando finalmente sirvieron la comida, Sakura se dejó caer en la silla con un suspiro satisfecho.

-¿Ves? No fue tan difícil.

Sasuke tomó un bocado en silencio.

-Hn.

Ella rodó los ojos.

-Eso fue un "gracias, Sakura, la comida está deliciosa" en el idioma de Sasuke-kun ¿verdad?

Su sonrisa traviesa le hizo mirarla con algo parecido a la diversión.

-Tal vez.

Sakura rio con suavidad y en ese instante, con la calidez de la comida, la tranquilidad de la mañana y la mujer que amaba sonriéndole desde el otro lado de la mesa, Sasuke se dio cuenta de algo, su vida no estaba vacía, las formas antes grises que inundaban su mundo cobraban repentinamente vida y color.

No había sido la venganza, ni el poder, ni siquiera la idea de redención u honor lo que necesitaba para sentirse completo…

Solo había necesitado esto.

Respirar.

La tranquilidad de una mañana silenciosa de invierno y la calidez de un desayuno preparado con amor.

Porque muy en el fondo de su corazón siempre lo supo y siempre rehuyó de aquello, porque sabía de sobra que aquella molesta pelirrosa cumpliría su promesa con una facilidad agobiante, porque sabía muy en el fondo de su consciencia que su amor era un bálsamo en su alma que se negaba tozudamente a aceptar… pero solo le quedaba rendirse, rendirse a esa paz.

Porque él era lo suficientemente fuerte y capaz para proteger a Sakura del mundo si hiciese falta, pero… ella era la única capaz de protegerle a él de sí mismo.

•••

-¿Qué estás viendo?

-Ahm… Primera vista, es un programa rosa de citas a ciegas que pasan los domingos, es entretenido, sobretodo cuando se llevan fatal y salen decepcionados- sus palabras fueron acompañadas por una risilla traviesa antes de darle un gran bocado a su postre favorito.

Ignorando lo que reproducía la televisión, se sentó a su lado sintiendo en automático como ella se acurrucaba bajo su brazo volteó hacia él para sonreírle y fijó sus ojos en su faz tranquila mientras jugaba con la cucharilla entre los labios, mirando a la pantalla con una diversión ligera en sus ojos jade.

Solo una mañana tranquila compartida entre los dos, pero lentamente parecía tomar un significado distinto, era extraño sentir aquella libertad, poder tenerla así, desprevenida y suya, descansando acurrucada en su calor con toda la confianza de la que ella en realidad siempre había disfrutado sin ser plenamente consciente de ello, pues si lo meditaba profundamente, en algún punto había dejado de oponer resistencia a su contacto, permitiéndole rodearle con los brazos, tomarle de la mano y acurrucarse siempre volteando hacia ella con mirada aburridas y curiosas, sin apartarla, tal como en ese momento… como si el tiempo se hubiese detenido solo para ellos en medio de un instante que hasta unos meses… le parecía una idea inconcebible pero era consciente… nunca había estado tan lejos de ser… o simplemente siempre fue así, la diferencia es que ahora era oficial.

Sonrió.

Un impulso primitivo lo dominó, antes de que pudiera analizarlo demasiado, le arrebató la cuchara de los labios y atrapó su boca en un beso, quiso ser delicado pero su instinto le exigía apropiarse de su boca así… profundo y exigente, como si quisiera marcar cada fibra de su ser con su presencia, se había contenido todo ese tiempo… con la certeza de que podía tocarla cuando quisiera, no tenía por qué resistirse más.

Sakura jadeó contra su boca siendo reclamada con fiereza, sorprendida, pero no tardó en relajarse y corresponder, abriéndose paso entre sus labios con una dulzura que contrastaba con la ferocidad de su contacto, el beso se tornó pausado, degustándose mutuamente y percibió el sabor afrutado del anmitsu en su lengua, una mezcla embriagante de dulzura y calidez que se mezclaba con el deseo latente entre ambos.

-¿No te sientes… mareada?- susurró contra sus labios, su aliento cálido rozando su piel.

-¿A-a qué te refieres?- parpadeó, algo aturdida.

-Creo que tengo resaca- confesó con una mueca, frunciendo el ceño cuando ella estalló en carcajadas rompiendo por completo la tensión en el ambiente.

-Así que por eso pareces más amargado de lo normal- rió, la alegría iluminando su rostro.

-No estoy amargado- protestó, dejando caer la cabeza sobre su pecho en busca de su calor, sintió cómo su risa se transformaba en una ternura envolvente cuando sus manos se deslizaron sobre su espalda en suaves círculos, reconfortándolo con caricias cálidas y ligeras, entonces, un cosquilleo familiar recorrió su cuerpo cuando el chakra curativo de Sakura fluyó a través de su piel, disipando el malestar con una gentileza que solo ella poseía, le hacía sentir adormilado.

-¿Mejor?- preguntó, su voz suave, casi susurrante.

Sasuke levantó el rostro apenas unos centímetros, su mirada oscura atrapándola en un instante cargado de intención.

-Mucho mejor…- murmuró antes de volver a besarla, esta vez con una lentitud embriagadora.

La atrajo a su regazo con un movimiento fluido, disfrutando de la sensación de su cuerpo encajando perfectamente contra el suyo, sus labios se entrelazaron en un vaivén pausado, explorándose sin prisas y sus manos viajaron por su cintura, descendiendo con un roce ardiente hasta sus caderas, incitándola a moverse sobre él, un estremecimiento recorrió su espalda cuando sintió el sutil vaivén de su cadera sobre su entrepierna excitándole, un roce tentador que lo encendió aún más.

Sakura dejó escapar un gemido ahogado, apenas un susurro atrapado en su garganta cuando su erección rozó su intimidad, suficiente para incendiarlo, su piel se estremeció cuando deslizó las manos bajo la camiseta blanca y descubrió con una satisfacción perversa que no llevaba sujetador, sonrió contra sus labios, disfrutando de su propia osadía, masajeando sus senos con suaves caricias circulares, haciéndole gemir con suavidad cada vez que paseaba sus pulgares por los rosados botones que decoraban sus pechos, una mano traviesa descendió hasta sus shorts introduciéndose para palpar la humedad de su entrepierna, los gemidos de Sakura restregándose contra sus dedos rápidamente trepaban puestos en la nueva lista de cosas que le gustaban.

-¿Habitación?- murmuró ella entre jadeos, sus mejillas ardiendo contra su piel.

Sasuke cerró los ojos un instante, la realidad golpeándolo con un rastro de lucidez.

-N-no… podemos… - susurró con la respiración entrecortada- Los condones están en casa…

Antes de que Sakura pudiera responder, el sonido de una llave girando en la cerradura los separó de golpe.

Ambos reaccionaron con una sincronización casi cómica, Sakura se apresuró a alisar su cabello con las manos temblorosas, mientras Sasuke cruzó las piernas con disimulo limpiando los fluidos de Sakura con el borde de su camiseta, reprimiendo una maldición sin saber bien como disimular su prominente erección, apenas giró la cabeza cuando la silueta de Mebuki Haruno apareció en el umbral de la sala luciendo furiosa.

-¡Sakura! ¡No dormiste en casa anoche!- La voz de su madre resonó con una mezcla de indignación y reproche- ¡Te pedí que volvieras a más tardar las dos! ¡¿Dónde estabas?!

-¡C-con Sasuke-kun, lo juro! ¡Fuimos a lo de Kakashi-sensei y nos quedamos dormidos!- se defendió la pelirosa, su rostro completamente encendido desviando la mirada hacia el en búsqueda de apoyo, mordió su labio inferior apenada por la reacción inesperada de su madre.

Bueno, en realidad… debía esperárselo…

El gesto severo de Mebuki se suavizó al instante cuando sus ojos se posaron en él.

-¡Oh, Sasuke-kun! Hace un tiempo que no te veía por aquí- dijo con tono más amable y genuina alegría filtrándose en su tono, aunque con un destello inquisitivo en la mirada- ¿Por fin se han reconciliado?

-¡Mamá!- protestó Sakura, con las mejillas ardiendo tiernamente.

Sasuke apenas pudo evitar la punzada de incomodidad que lo atravesó, por primera vez en mucho tiempo, se sintió… torpe. No como con sus armas, no en el campo de batalla, sino en un terreno aún más desconocido para él… las relaciones humanas.

¿Qué se suponía que debía hacer en este tipo de situaciones?

Por un momento, barajó las palabras en su mente, buscando la manera correcta de decir lo que sentía.

Sakura y él ahora estaban… ¿saliendo? No… era mucho más que eso, la había tocado… las cosas iban en serio, había escuchado que cuando se iniciaba una relación de pareja, era común presentarse formalmente ante la familia, declarar las intenciones a los padres de la señorita, era algo así como… la etiqueta.

¿Cierto?

Así que, sin pensarlo demasiado, dejó salir las palabras con la misma naturalidad con la que empuñaba su katana.

-Si me lo permite… quiero tener una relación con su hija.

Un silencio denso cayó en la habitación.

Sakura lo miró como si hubiera perdido la cabeza, los ojos abiertos de par en par y el rostro al borde del colapso, era anticuado… ¡Por Dios que era anticuado! Pero quizás debería de esperarlo… aún así… ¿Qué clase de modales finos eran esos?

¡¿Era un anciano acaso?!

Mebuki pestañeó, evaluándolo por unos segundos antes de soltar una carcajada enternecida.

-Eres un chico muy bueno- dijo con una sonrisa genuina- Sabes, no es necesario que me pidas permiso para salir con Sakura, eso es cosa suya.

Suavizó la expresión y con una mirada de complicidad, añadió:

-Pero agradezco mucho tu formalidad, es dulce de tu parte, los chicos de ahora ya no son tan caballerosos- apoyó la palma sobre la mejilla con un puchero en sus labios, sus mejillas sonrojadas en un gesto soñador.

Dicho eso, su semblante cambió al instante al volverse hacia su hija con severidad.

-¿Ves? Deberías ser educada como Sasuke-kun- regañó con firmeza, dándole un leve coscorrón en la cabeza- Más te vale no ser una mala influencia para él, niña malcriada.

Sakura gimió indignada, pero Mebuki ya se marchaba escaleras arriba, satisfecha.

-Eres bienvenido cuando quieras querido- anunció ya desde la escalera.

Sasuke observó la escena con una media sonrisa, sorprendiéndose a sí mismo.

No había esperado esa reacción de su parte, ni tampoco que decir aquellas palabras le resultara tan sencillo.

Quizás porque eran verdad.

-Sasuke-kun… vives en el siglo uno…- masculló ella con un puchero formándose en sus labios.

•••

Dejaron las bolsas con las compras en la mesa, el sonido del plástico arrugándose quedó flotando como un eco lejano en la cocina, desde su declaración ante Mebuki, Sakura había irradiado una felicidad casi absurda, como si llevara una flor invisible naciendo en su cabeza que florecía con cada paso que daba, irradiando luz y alegría por toda la aldea.

No le había soltado la mano en toda la tarde.

Sasuke lo notó.

La forma en la que sus dedos se aferraban con delicadeza, pero con firmeza, como si temiera que él pudiera desvanecerse en el aire si lo soltaba, como si ese simple contacto fuera un ancla que lo mantenía aquí, con ella.

Como si su amor, ahora tangible, fuera demasiado frágil y cualquier descuido pudiera hacerlo desaparecer.

Pero Sasuke Uchiha no era de los que retrocedían a sus decisiones, le había costado demasiado poder llegar a ese punto.

Retroceder…

"Nunca retrocederé a mi palabra."

El recuerdo de Naruto irrumpió en su mente sin cuidado, pensó en el alboroto que armaría cuando se enterara de que en su ausencia, él finalmente había movido ficha a pesar de sus advertencias, como hombre, no podía evitar sentir su honor cuestionado.

Como un mal amigo…

Naruto había estado enamorado de Sakura durante años… pero podía quedarse con la chica Hyūga, aunque rara era una buena persona, su calma y paciente ser encajaban mejor con el caos irritante que era Naruto, le brindaba cierto equilibrio, no le desagradaba al igual que Neji, los Hyuga habían escalado un par de posiciones ganándose algo muy similar a su aprecio.

Recordó que debía devolverle el favor cuando Naruto volviese, no se veía a sí mismo como un casamentero y realmente odiaba meterse en los asuntos de los demás, pero mientras veía a Sakura rellenar el refrigerador con una suave sonrisa genuina en su rostro pensó que todos merecían poder sentir algo así.

Amor.

Ese sentimiento que había irrumpido en su vida como un huracán, derribando sin piedad cada una de sus barreras, un torrente avasallante que lo empapó sin advertencia como el estruendo de una represa al romperse, colándose en cada grieta de su alma hasta convertirse en algo inevitable e innegable, sin embargo, aún no tenía idea de qué hacer con todo ese caos dentro de sí.

Acostumbrado al silencio, casi no hablaba.

"¿Por qué nunca compartes nada conmigo?"

El eco de aquellas palabras, pronunciadas en la noche en que la abandonó, lo golpeó con la fuerza de un puñetazo, uno de los de ella, de esos que te rompen las costillas y te dejan una semana en cama en el hospital…

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Desde niño había sido receloso con sus sentimientos, con sus emociones en general… no era alguien expresivo, salvo en la intimidad de su hogar, ese hogar que ya no existía, recordaba en silencio y con cierta melancolía aquellos días en los que había sonreído, reído y amado, permitiéndose ser vulnerable solo ante su familia, acunado en los brazos tiernos de su madre, motivado por la grandeza de su padre, pero ahora, esos recuerdos estaban teñidos de sangre, de viseras esparcidas en el suelo, de cadáveres fríos, de un hermano que lo había destrozado con una sola mirada carmesí que el resto de su vida lo sometería a crueles pesadillas, a sofocos nocturnos y episodios de pánico contra los que había luchado todos esos años… completamente solo.

Un nudo se formó en su garganta.

Era un ciclo interminable de odio y dolor.

Cada vez que Sakura iluminaba su mundo con su calidez, las sombras del pasado lo reclamaban de nuevo, como un abismo que se negaba a dejarlo escapar.

"Descansaste suficiente"

Sintió el pensamiento como un tétrico soplo en su nuca, la sombra de la muerte y de las almas que debía vengar arrastrándolo con manos heladas hacia aquel rincón al que pertenecía.

Y la ira lo golpeó súbitamente, muy hondo en cada fibra de su ser.

Sasuke sintió su cuerpo tensarse, su mandíbula apretarse con fuerza, era una furia antigua, visceral, la misma que lo consumía desde aquella noche en la que su mundo se desmoronó en un baño de sangre, su respiración se volvió pesada, sus pupilas se oscurecieron con un vacío peligroso.

Lo notó en el instante en que Sakura dejó de moverse.

-¿Sucede algo?- preguntó con cautela, cerrando la puerta del refrigerador y tomando otra bolsa con víveres para guardar en las repisas, su mirada jade reflejando absoluta preocupación.

Su voz suave lo ancló de vuelta a la realidad, como un bálsamo que disipaba el fuego en su interior, se sintió repentinamente como si se aferrara a una boya naufragando en medio del mar, un mar tormentoso sumido en un diluvio.

No podía saber cuanto aguantaría esa pequeña boya sosteniéndole antes de que se ahogara definitivamente.

Sasuke la observó por un momento, atrapado entre el deseo de callar y la necesidad de sacar la espina que atormentaba su alma, sabía lo que tenía que hacer, sabía que ella lo esperaba.

Pero era difícil.

Difícil como aceptar un consejo paternal de Kakashi.

Difícil como declararle su amor.

Difícil como enfrentarse a su hermano.

Apretó los puños un instante, reuniendo las palabras, forzándolas a salir de su garganta.

-Recordé a Itachi, me preocupa… no… me enoja, pensar en él…- murmuró, su voz más grave de lo usual- Tengo la tarjeta de vuelta, así que retomaré mi entrenamiento mañana- sentenció más frío y distante de lo que quisiera.

Pero le era inevitable encerrarse de ese modo cuando se sentía tan lastimado.

El silencio se alargó un segundo antes de que Sakura le dedicara una sonrisa, pero no era como siempre.

Esta vez, sus ojos brillaban cristalizados por las lágrimas no derramadas, había algo distinto.

Sasuke frunció el ceño.

-¿Dije algo malo?

Ella bajó la mirada un instante, respirando hondo como si tratara de contenerse antes de romper a llorar y luego rió, muy despacio, conmovida.

-No es nada, solo… me he emocionado… Al menos esta vez me has dicho lo que tienes en la cabeza, normalmente… me evitabas y me mandabas a callar… para que no me meta en tus asuntos… - susurró.

El nudo en su garganta se apretó de nuevo, pero por razones diferentes.

Ella lo miró con dulzura, con una comprensión que le resultaba desconcertante, sin reservas, sin juicios, solo con la certeza de que siempre estaría ahí para él.

-Me pediste que confiara en ti.

-Sí… Puedes confiar en mí, Sasuke-kun, siempre…- recargó su cabeza en su pecho y le rodeó con los brazos sosteniéndole, el contacto se sintió como un ancla en el mundo- confía siempre en mi…

Su mundo.

Le acarició con cuidado, como si temiera espantarlo y ascendió las manos acunando su rostro con ternura entre sus cálidas palmas, el roce de sus dedos sobre su piel era cálido, reconfortante, una promesa silenciosa de que no tenía que cargar con todo solo esta vez, que podía contar con ella para consolarle cada vez que los recuerdos le apretaran el pecho, cada vez que el miedo no le dejase dormir.

Luego, sus labios se encontraron en un beso tenue, casto y pausado, pero tan cargado de significado que Sasuke sintió su corazón latir con fuerza.

Su mano se posó sobre la de ella, sosteniéndola en su mejilla con la misma delicadeza con la que se aferra algo irremplazable.

-Gracias, Sakura.

•••

-¿Crees que tus padres se enfaden si duermes aquí otra vez?- murmuró, dejando que sus dedos vagaran por la tersa piel de su espalda desnuda, garabateando sobre ella líneas invisibles, distraído y relajado, como deseando memorizarla con el tacto.

Sakura suspiró suavemente, su aliento cálido se deslizó por su cuello despertando un cosquilleo agradable en él.

-¿Uhm? A mi padre le dará igual… y mi madre… se le pasará si eres tú, no te preocupes… ahora que ha visto tus modales de abuelo creerá que no eres capaz de ponerme un dedo encima -murmuró con un deje de diversión en la voz arrastrada por el sueño, su rostro hundido en el hueco de su clavícula, refugiándose en el calor de su piel.

Deseaba permanecer así para siempre, tan cerca de él.

Sasuke entrecerró los ojos, dejándose envolver por el peso ligero de su cuerpo sobre el suyo, por la cadencia acompasada de su respiración, por la sensación de pertenencia que florecía en su pecho con cada latido pausado de ella contra su piel. El frío de la noche se filtraba por la ventana, pero no podía alcanzarlos allí, enredados entre las sábanas, envueltos en un calor que iba más allá del contacto físico.

Con un leve movimiento, estiró el brazo y tomó su camiseta del suelo. Sakura pestañeó con lentitud, sus ojos jade asomaron somnolientos y curiosos cuando sintió la tela oscura deslizarse sobre su cabeza.

-Hace frío… -susurró él, su voz un eco bajo, grave y adormilado en la penumbra.

Ella alzó los brazos con pereza, dejándose envolver por la prenda, impregnándose del aroma familiar que tanto amaba, ese olor tan suyo, mezcla de lluvia y bosque, de fuego apagado y algo indefinible que siempre le hacía cerrar los ojos y respirar hondo envuelta en su fría y gentil presencia.

La tenue luz de la mesita de noche desapareció con un clic suave, Sasuke acomodó el edredón sobre ambos con un gesto pausado, y cuando la calidez volvió a abrazarlos, sintió la delicada presión de su mano posándose sobre su abdomen, sus dedos, apenas un roce, delinearon el contorno de su piel con la delicadeza acurrucándose en su calor como quien teme dejar ir algo maravilloso.

-Buenas noches, Sasuke-kun… -susurró ella presionando sus labios contra su mejilla en un roce delicado y cariñoso.

-Descansa, Sakura…

Ella cerró los ojos comenzando a fundirse en el sueño y pensó que tal vez ya estaba soñando, que la calidez de su cuerpo a su lado era solo un espejismo, una fantasía creada por su mente hambrienta de afecto

¿Y si despertaba en su cama, sola, con el eco de su nombre aún enredado en su garganta?

¿Y si el tacto cálido de su piel era solo, una ilusión? Una cruel broma de su propio deseo…

Pero estaba ahí, su respiración tranquila invadido por el sueño profundo, su presencia tangible apretándose contra su cuerpo, la forma en que su figura se amoldaba a la suya como si siempre hubiera pertenecido allí, él la sostuvo, como quien teme que la realidad le arrebate lo más hermoso que ha tenido entre sus manos.

Porque Sakura amaba amar a Sasuke.

Y Sasuke a su manera callada y contenida, la amaba también.

Su mente, tan brillante como solo ella podía ser, lo había comprendido mucho antes de que él mismo pudiera aceptar la verdad.

Había aprendido a leerle en sus silencios, en sus sutiles gestos, en la manera en que sus dedos usualmente encontraban los suyos durante las misiones, de forma distraída en medio de una anécdota y ella en silencio apretaría su mano y se sonrojaría por el contacto, sin acusarle en nada, para que no le soltara, porque él a veces sin darse cuenta, le daba cálidas sonrisas que le llenaban el corazón de ternura, y sus sentimientos se deslizaban en la forma en que su brazo se posaba en su cintura con naturalidad cuando herido se apoyaba en ella para caminar y en la tímida necesidad que él tenía de contacto, oculta bajo su estoicismo y su necia negación hacia el afecto.

Porque Sakura lo sabía, Sasuke siempre había sido… táctil, aunque le costara admitirlo, no con palabras, sino con acciones, con esos pequeños gestos que hablaban más fuerte que cualquier confesión, porque él nunca rechazaba su toque cuando estaban a solas.

Porque, sin darse cuenta, se había rendido, le había vuelto una adicta a interpretar sus prolongados silencios, sus miradas tan distantes aquellas en donde parecían abrumarle los pensamientos.

Se preguntó si era posible encontrar redención en el amor, si ella, con la paciencia infinita que le tenía y su ternura inquebrantable, podría ser la brújula que le ayudara a encontrar otro camino, uno que no estuviera pavimentado por la venganza, ni el odio, ni la promesa de un derramamiento de sangre sino por la posibilidad de algo nuevo.

Algo como la paz.

Algo como la felicidad.

Algo como el perdón.

Porque era consciente de las delicadas manos de Sasuke al tratar a los animales, a los seres más indefensos, porque sus manos estaban destinadas a proteger y lucharía con todas sus fuerzas por esa mirada cálida que a veces le daba y que, sin palabras, le suplicaba a gritos ayudarle a encontrar otra manera de ver la vida.

Ella lo abrazó más fuerte, su respiración acariciando su cuello confesando entre susurros adormilados cuánto lo amaba y en ese momento deslizando sus manos lentamente por su cuerpo, Sasuke pensó que tal vez, solo tal vez, encontrar otro camino no era un sueño inalcanzable.

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Notas de la autora:

¡Feliz día de Sam va lentín! Con esto cerramos el primer arco de esta historia, este es de los capítulos más bonitos y difíciles que he escrito, no quiero arruinar la experiencia explayándome tanto esta vez, vamos a dejar las notas de autor por aquí.

¡Gracias por leer!

Con cariño,

Azulen.