Siempre he querido hacer un fanfic de Naruto y he tenido múltiples ideas para hacerlo. Desde un Naruto de la generación de Kakashi, que es el último descendiente de la familia real de los Uzumaki, hasta un Naruto Uchiha, hijo de Madara y una Uzumaki, que es parte de la generación de Tsunade, e incluso un Naruto que es parte de la generación de Minato y Kushina. Pero la idea que ha ganado el honor (o la deshonra) de ser el primero fue esta.

La idea surgió hace alrededor de un año mientras leía una novela en la que una raza era capaz de sellar sus conciencias dentro de cristales y, de esa manera, traspasar sus conocimientos. Y dije: ¡Oye, esto quedaría muy bien en Naruto! ¿Qué tal si los Uzumaki, que eran maestros de Fūinjutsu, pudieran sellar sus conciencias con sus conocimientos en cristales? ¿Qué tal si los Uzumaki fueran más que solo maestros en el Fūinjutsu? ¿Qué tal si fueran la aldea con la mayor calidad de ninjas? Así fue como nació esta idea.

Y si quieren apoyar mis escrituras para dedicarme más tiempo a esto, no duden en convertirse en mecenas de donde pueden obtener ventajas como leer el siguiente capítulo de este fanfic y otros. Escribe "www. P atreon(barra)ApheliosFanfic (sin espacios) (barra) = /

Ahora los dejo con el capítulo.

—Dialogo —Accion del personaje (dijo, comento, miro, se encogio de hombros)—. Continuacion del dialogo.


Capítulo 1: Naruto Uzumaki

Hace mucho tiempo, existía un zorro de nueve colas. Cuando sus colas oscilaban, destruía montañas y provocaba tsunamis. Para contrarrestarlo, la gente reunió a los ninjas. Un ninja selló al monstruo en un combate de vida o muerte, y murió. Ese ninja era conocido como el Cuarto Hokage.

Uzumaki Naruto corría con un balde de pintura en mano, explotando en carcajadas.

—¡Hey, Naruto! ¿Qué estás haciendo? —preguntó uno de los dos ninjas que lo perseguían.

—¡No vas a hacer 'eso' nunca más! —exclamó el otro ninja.

Naruto saltaba entre los edificios con gran habilidad, de uno a otro. Al fondo, su travesura, su broma perfecta, podía ser admirada por cualquiera que transitara las calles de Konohagakure.

—¡Cállate! —gritó Naruto con una gran sonrisa.

El Monumento de los Hokages, donde los rostros de todos los anteriores Hokages están tallados en señal de honor y prestigio, había sido pintado por la mano de Naruto.

—Ninguno de vosotros puede hacer eso, ¿puedes tú? —preguntó Uzumaki—. ¡Pero yo puedo! ¡Soy el mejor!

Naruto continuó saltando entre los edificios, siendo perseguido por los dos ninjas. Bajó a las calles para luego saltar a otro edificio, y los dos ninjas lo siguieron. Sin embargo, cayeron en la trampa. Naruto nunca había saltado de la calle. Los había engañado con tanta facilidad que no pudo evitar reírse de lo tontos que eran por caer en algo tan sencillo.

—¡Demasiado fácil! —comentó Naruto con tono alegre.

—¡Hey, Naruto! —Una voz gritó a la espalda del Uzumaki, asustándolo. Naruto soltó un chillido y saltó para alejarse de la voz. Al darse la vuelta, se encontró con su maestro de la Academia, Iruka Umino.

—Iruka-sensei, ¿cómo haces para aparecer siempre de improviso? —cuestionó Naruto con el ceño fruncido.

—¿Qué estás haciendo durante la clase? —replicó Iruka, señalándolo con el dedo.

Iruka forzó a Naruto a regresar al aula de clase, amarrándolo con una soga para que no pudiera moverse.

—Escucha, Naruto, has fallado en el último examen final y en el examen antes de ese. No debes bromear sobre ello —regañó Iruka con los brazos cruzados y una mirada severa.

—Lo que usted diga. —Naruto rodó los ojos y desvió la mirada, soltando un bufido de aburrimiento.

Iruka apretó la mandíbula al ver esa reacción y rápidamente se giró a ver al resto de la clase.

—¡Examen de "Henge no Jutsu"! ¡Todos en fila! ¡Deberán transformarse perfectamente en mí! —exclamó Iruka con firmeza.

—¿¡Quéééé!? —gritó toda la clase con descontento por la decisión repentina de Iruka.

Unos momentos más tarde, todos los alumnos se habían puesto en fila y uno por uno iban pasando.

—¡Haruno Sakura se va a transformar! —dijo una chica de cabello rosado, para luego lanzar el jutsu. Una nube de humo se hizo presente y cuando se dispersó, la chica se había convertido en una copia de Iruka.

—Vale. —Asintió ligeramente Iruka, colocando una nota positiva para Sakura.

—¡Lo hice! —El jutsu se deshizo y la chica regresó a su estado normal. Estaba radiante de alegría—. ¿Has visto eso, Sasuke-kun? —preguntó la chica cuya mirada se clavó en Sasuke.

—Siguiente, Uchiha Sasuke —llamó Iruka a Sasuke. El mejor alumno de la Academia, y descendiente del prestigioso clan Uchiha, que había sido uno de los fundadores de Konoha junto al clan Senju.

—Bien. —Sasuke asintió y dio un paso adelante, ignorando a la chica de cabello rosa.

Sin decir nada, Sasuke se transformó en una copia perfecta de Iruka. Con su largo cabello castaño atado en una cola de caballo en punta, su cicatriz en la nariz idéntica a la del original, sus ojos negros y la piel clara junto con su traje típico de la aldea de Konoha.

—Vale —habló Iruka en tono impresionado—. Siguiente, Uzumaki Naruto —continuó a la vez que Sasuke regresaba a su forma original y salía de la fila.

—Todo es por tu culpa —le murmuró uno de sus compañeros a Naruto.

—Perdón… ¿dijiste algo? No hablo idioma de ninja del montón —replicó Naruto lanzando una mirada desdeñosa a su compañero, para luego dar un paso al frente.

"Vaya, esto es un asco…", pensó Naruto con molestia. "¡Bien, allá voy!", continuó en su mente, arreglándose las gafas de la frente.

—¡Henge! —Naruto hizo el sello característico del Jutsu y el chakra fluyó por su cuerpo. Una bocanada de humo apareció en su lugar. Pero, a diferencia de sus compañeros, Naruto no se convirtió en una copia de Iruka. No. Naruto se había convertido en una hermosa mujer esbelta, desnuda, con figura envidiable, con mirada seductora y cabello rojo escarlata amarrado en dos colas gemelas.

Iruka quedó petrificado; sus ojos recorrieron las curvas apetecibles de la mujer y un chorro de sangre salió de su nariz un instante después.

Naruto regresó a su forma original con una bocanada de humo. Sus carcajadas resonaban por toda la clase.

—A esto le llamo "Sexy no Jutsu" —dijo el Uzumaki entre risas e hinchando el pecho con orgullo.

—¡IDIOTA! —gritó Iruka, silenciando a su estudiante—. ¡No inventes técnicas estúpidas!

Al terminar las clases, Iruka se llevó a Naruto para que arreglase la travesura que había hecho. Naruto murmuraba una maldición tras otra mientras, con un trapo húmedo, limpiaba la superficie rocosa de la cara del Primer Hokage.

—No te voy a dejar ir hasta que lo hayas limpiado todo y lo dejes como estaba —dijo Iruka con tono firme y los brazos cruzados.

—Como si importara, total nadie me espera en casa —dijo Naruto con tono molesto, alzando la mirada para ver a su maestro. Luego la bajó para continuar limpiando el rostro del Primer Hokage.

La seriedad en el rostro de Iruka se desvaneció, dando paso a una mirada empática dirigida a su alumno.

—Naruto —llamó Iruka suavemente.

—¿Qué? —Naruto levantó la mirada con los ojos entrecerrados.

—A ver, veamos… —Iruka comenzó con timidez, rascándose la mejilla—. Si lo dejas todo limpio, te llevaré esta noche a comer ramen.

La mirada de Iruka se sorprendió al ver cómo los ojos azules de Naruto se iluminaron llenos de esperanza.

—¡En serio! ¡Voy a trabajar tan duro como pueda! —gritó Naruto, para luego empezar a limpiar con mayor ánimo y velocidad.

La tarde pasó rápidamente y, cuando la noche cayó con su cielo amatista plagado de puntos plateados que simbolizaban las estrellas, Iruka y Naruto estaban en Ichiraku Ramen disfrutando de unos buenos ramen.

—Naruto —habló Iruka, observando a su alumno que sorbía los fideos de su platillo—. ¿Por qué le hiciste eso a los monumentos? ¿Sabes quiénes fueron los Hokages? —preguntó.

—¡Por supuesto que lo sé! —afirmó Naruto con un ligero asentimiento—. Básicamente, los que obtienen el título de Hokage son los ninjas más fuertes de la aldea, ¿cierto? —continuó el Uzumaki, haciendo un gesto con la mano—. Y entre ellos está el Cuarto Hokage, el héroe que salvó a esta villa del zorro endemoniado.

—Entonces, ¿por qué? —indagó Iruka con curiosidad.

—Bien, un día yo voy a obtener el título de Hokage —anunció Naruto con la boca llena de comida—. ¡Y cuando eso pase, voy a superar a todos los anteriores Hokages! —prosiguió con voz determinada, señalando a Iruka con los palillos—. Así voy a hacer que la villa reconozca mi fuerza —terminó ante la mirada sorprendida de su maestro.

—Um… Iruka-sensei, puedo pedirte algo —habló Naruto con una sonrisa tímida, juntando sus manos.

—¿Quieres otra taza de ramen? —Iruka ladeó ligeramente la cabeza.

—No… ¿Puedo pedirte prestado el protector de tu cabeza? —pidió Naruto con suavidad.

—¿Oh, esto? —Iruka se acomodó la bandana azul que llevaba en la frente, en cuyo centro había una hebilla de metal con el símbolo de la aldea grabado—. No. Esto lo obtienes después de graduarte. Es un símbolo de que te has graduado. Quizás puedas obtenerlo mañana —declaró.

—¡Vaya lío! —se quejó Naruto con una mirada inconforme.

—Así que por eso te has quitado las gafas —mencionó Iruka, algo divertido.

—¡Quiero más ramen!

—¿Qué?

Al día siguiente, había llegado el día del examen final de la Academia. Aquel examen determinaría si el ninja era apto para salir de la Academia como estudiante y convertirse en un Genin.

—Para graduarse, tendrán que hacer un "Bushin no Jutsu". Cuando se les llame, vengan a la siguiente clase —reveló Iruka a todos los estudiantes.

Naruto se rio ligeramente desde su asiento, una risa extraña que llamó la curiosidad de sus compañeros.

—¿Sucede algo, Naruto? —preguntó Shikamaru con curiosidad—. Tienes esa mirada en tu rostro de cuando estás pensando en una travesura.

—Solamente se me acaba de ocurrir algo interesante —respondió Naruto con una sonrisa zorruna.

—Tengo la sensación de que será un dolor de cabeza —habló Shikamaru para luego suspirar.

—Para ustedes no. Para los ninjas superiores quizás sí —comentó Naruto enigmáticamente. Su mirada seguía fijamente al segundo instructor, Mizuki.

—¡Naruto Uzumaki, pasa a la siguiente clase para realizar la prueba! —anunció Mizuki con voz seria.

Naruto se levantó de su asiento con una sonrisa y les dirigió una última mirada a sus compañeros.

—Deséenme suerte. Aunque no la necesite —declaró Naruto, retirándose del salón.

—Shikamaru —habló Choji fijando su mirada en el Nara—. ¿No tienes la sensación de que…?

—Tiene algo planeado. Sí, la tengo —confirmó Shikamaru, frunciendo el ceño ligeramente.

Naruto se detuvo en el centro del aula siguiente. Delante de él, detrás de dos escritorios, estaban los encargados del examen: Iruka y Mizuki. En el escritorio había docenas de bandanas ninjas con el símbolo de Konoha grabado en la hebilla de metal.

El rostro de Iruka era serio, pero había suavidad en su mirada y una chispa de esperanza por Naruto. El de Mizuki era un rostro amable con una mirada gentil, pero algo se ocultaba detrás de sus ojos claros.

Naruto tomó una respiración profunda y soltó un largo suspiro. Al recibir el asentimiento de Iruka, Naruto empezó a hacer los sellos de mano.

—¡Bushin no Jutsu! —Una bocanada de humo se creó y al lado de Naruto apareció un clon. Un clon, pero tirado en el suelo con la lengua salida y sin la capacidad de moverse. Un clon defectuoso.

El silencio reinó en la sala durante un momento. Naruto adoptó una mirada nerviosa, incluso temerosa, mirando a Iruka. Las palabras que no deseaba oír llegaron a los oídos del Uzumaki.

—¡Reprobado! —determinó Iruka con seriedad.

—Iruka —intervino Mizuki con tono suave y conciliador—. Es su tercera vez y ya puede crear un clon. No muy bien, pero lo ha conseguido. Podríamos aprobarlo… —propuso de manera educada.

—Todos los demás estudiantes pueden crear dos clones. De ningún modo. —Iruka hizo un gesto de negación con la mano—. Y Naruto solo crea un clon inútil. No puedo aprobarlo —concluyó Iruka, lo que provocó una mirada de ira del Uzumaki, quien se retiró sin decir nada más del aula.

Al concluir los exámenes, era mediodía y el sol brillaba fuertemente con sus rayos dorados desde la cima del cielo, bañando la entrada de la academia con su cálida luz. Todos los estudiantes habían aprobado la prueba. Todos salvo Naruto. Todos habían sido recibidos por sus familias, quienes se regocijaban del éxito de sus hijos. Todos salvo Naruto, quien no tenía a nadie, ni siquiera para ahogar sus penas en una madre que lo abrazara y le dijera que todo estaba bien.

Por ello, Naruto observaba todo con una mirada sombría y melancólica desde la distancia, sentado en un columpio en las sombras de un árbol.

—¡Gran trabajo! ¡Ese es mi hijo!

—¡Ahora ya eres todo un hombre!

—Estoy orgullosa de ti. ¡Te haré tu cena favorita hoy!

Al escuchar los comentarios alegres y orgullosos de las familias de sus compañeros, el Uzumaki no pudo evitar sentir una pizca de ira y envidia por ellos.

—Hey, ese chico… —comentó una madre cuya mirada estaba fija en Naruto.

—Sí, es "él" y es el único que no aprobó —dijo otra madre. La mirada de ambas era fría y llena de rencor.

—Bueno, eso es algo bueno —habló la primera con una sonrisa, alegrándose por el fracaso de Naruto.

—No debería ser un ninja dado que él es… —comentó la segunda madre con tono venenoso.

—Sh… —La primera silenció a su compañera con un gesto—. No se nos permite hablar sobre eso.

Naruto, quien había sido capaz de escuchar toda la conversación llena de odio hacia su persona, no pudo evitar sentirse triste. Colocándose sus gafas para ocultar sus ojos al borde de las lágrimas, se retiró del lugar.

—Necesito hablar contigo, Iruka —declaró el Tercer Hokage, quien había visto todo lo ocurrido. Su rostro pétreo no mostraba emoción, salvo por la mirada decepcionada grabada en su rostro.

—Sí, señor… —Iruka tenía el ceño fruncido, mirando a las dos madres con decepción. Puede que Naruto no haya pasado el examen, pero no era justo que dos personas lo trataran de esa manera. Lo único que pudo hacer el maestro de la Academia fue observar el alejado y triste lugar en el que Naruto había estado sentado.


—Iruka-sensei es una persona seria. Sus padres fueron asesinados cuando él era joven y tuvo que cuidarse solo —reveló Mizuki a Naruto, observando el cielo del atardecer.

Mizuki se había encontrado con Naruto y le había pedido que hablaran, por lo que ambos se encontraban sentados en el borde de un tejado.

—¡Pero! ¿¡Por qué solo se pega conmigo!? —preguntó el Uzumaki, apretando sus puños. Sus labios formaban una fina línea delgada y tensa.

Mizuki observó a Naruto con una mirada amable.

—Probablemente se ve a sí mismo en ti —confesó Mizuki con tono tranquilo—. Probablemente está pensando que quiere que te vuelvas realmente fuerte.

Naruto estrechó los ojos hoscamente y bajó la mirada.

—Trata de entender los sentimientos de Iruka. Tú tampoco tienes familiares.

Naruto se quedó en silencio por unos segundos, con la mirada ensombrecida por su cabello grasoso y liso de color escarlata opaco.

—Pero yo quería aprobar… —reveló el Uzumaki con tono triste.

—En ese caso… —Mizuki le sonrió a Naruto, quien lo miró confundido y sorprendido—. Te voy a contar un secreto especial.


La noche reinaba en la cima del cielo púrpura oscuro. Tal y como Mizuki le había dicho, Naruto se movió con sigilo e ingresó a la mansión del Hokage por la ventana que el anciano siempre dejaba abierta. Miró a su alrededor. Gracias a Mizuki, sabía a qué habitación tenía que ir. Pero tenía que ser cuidadoso. Al ser el Hokage la figura más importante, era normal que la mansión tuviera mucha vigilancia. No obstante, Naruto tenía una ventaja: conocía bien la mansión y los horarios de los guardias.

Se movió con sigilo entre los pasillos, esperando los momentos precisos en que los guardias se distraían con sus propias conversaciones. Aprovechando el eco de sus risas, que se perdía entre las sombras, avanzó sin ser detectado. Cada paso lo acercaba más a la cámara secreta donde reposaba el pergamino secreto. Mientras más cerca estaba, más Naruto se relajaba y empezaba a caminar con mayor tranquilidad.

—El viejo debería conseguir mejores guardias —comentó Naruto de manera reflexiva—. Si un alumno de la academia puede infiltrarse en su mansión de manera tan fácil, no quiero pensar qué puede hacer un ninja de alto nivel de las otras aldeas —continuó con un murmullo—. Aunque bueno, también es injusto para ellos. Después de todo, yo puedo perci...

—¿Qué estás haciendo en mi casa? —interrumpió una voz familiar desde la espalda de Naruto, quien se estremeció.

—¿Eh? —Naruto se giró con la mirada más inocente e ingenua que pudo darle—. Viejo, qué agradable sorpresa encontrarte.

—¿En serio? A mí no me parece bien que un niño entre a mi casa sin decírmelo. Ni siquiera tú, Naruto —señaló el Tercer Hokage con una mirada aguda.

—Sí, bueno, estaba buscándote porque quería mostrarte algo —explicó Naruto con un gesto que intentaba tranquilizar al viejo.

—¿Algo que no podía esperar a mañana?

—Sí. Verás... ¡Sexy no Jutsu! —Naruto rápidamente utilizó su Jutsu para transformarse en una hermosa y agraciada mujer desnuda.

—¿¡Qué!? —Hiruzen se petrificó de la misma manera que Iruka lo había hecho el día anterior y, un momento más tarde, un chorro de sangre salió de su nariz hasta que cayó inconsciente.

—Lo siento, viejo —se disculpó Naruto regresando a su forma original—. Pero necesito ese Jutsu. Ayudará mucho a mi crecimiento, haciéndolo más versátil y rápido. Es la clave para dominar no solo mi chakra, sino también para entender mejor las antiguas técnicas de los Uzumaki. —Luego frunció el ceño y miró a Hiruzen con decepción—. Aun así, caer por un Jutsu tan simple... ¿Realmente eres el ninja más poderoso de nuestra aldea?

Naruto se encogió de hombros con gesto desinteresado y continuó por su camino. Encontró el lugar que había venido a buscar: la habitación de los pergaminos. El Uzumaki empezó a revisar entre los pergaminos más antiguos, buscando con cierta impaciencia lo que había venido a buscar.

"¿Dónde está?" se preguntó mentalmente Naruto con impaciencia. "No debe faltar mucho tiempo para que encuentren al viejo inconsciente y la guardia se haga más estricta." Continuó en su mente cuando su mano alcanzó un gran pergamino lleno de polvo. "Lo encontré." Naruto sonrió al ver el nombre del pergamino.

Naruto estaba a punto de salir cuando, de repente, se ocultó rápidamente detrás de una estantería. Unos segundos más tarde, la puerta de la habitación se abrió. Un dúo de guardias entró a la habitación de los pergaminos.

—No entiendo por qué tenemos que vigilar este lugar. Está lleno de ratas y polvo —se quejó la voz de un joven, no mucho mayor que Naruto.

—Idiota. Este lugar contiene todas las técnicas de la aldea. ¿Sabes lo importante que es? —amonestó otra voz, más adulta y experimentada.

—Ilumíname —pidió el más joven, aunque Naruto pudo sentir la ironía en su voz y su falta de interés.

—La mayoría de los Jutsu que todos aprendemos están registrados aquí. Si una aldea rival se hiciera con ese conocimiento, podría idear tácticas para hacer que nuestros Jutsu fueran inservibles o incluso podrían mejorarlos al adquirirlos.

—¿Y de dónde salieron esos Jutsu? —cuestionó el más joven con un tinte de curiosidad en su voz.

—La gran mayoría vienen de los Clanes. Al unirse a Konoha, tienen que entregar algunas de sus técnicas; normalmente ofrecen las menos importantes para ellos, pero que en manos de otras personas pueden ser un arma increíble —respondió la voz mayor, mirando algunos pergaminos que Naruto había examinado hacía pocos minutos—. ¿Sabes cuál es el apodo del Tercero? —preguntó el más veterano.

—El Dios Shinobi, ¿no? —respondió el más joven.

—El otro apodo.

—¿El Profesor?

—Sí. —Naruto observó de reojo cómo la sombra del más viejo asentía—. Se dice que el Tercero ha dominado todas las Técnicas y Jutsu que hay aquí adentro.

—Asombroso —comentó el guardia más joven con un silbido de admiración.

De repente, un pergamino cayó al lado de Naruto, provocando el sobresalto de este último, quien levantó la mirada con confusión y descubrió que una rata había sido la causante.

"Maldita hija de puta", pensó Naruto, aunque ganas no le faltaron para decirlo.

Los dos guardias se habían callado y Naruto notó el retumbar de sus pasos lentos y silenciosos acercándose a la estantería en la que estaba escondido.

"Mierda. Mierda", pensó Naruto, quien podía sentir el sudor frío recorriendo su espalda. Su mente trabajaba frenéticamente, ideando una manera de escapar. Las sombras se acercaban más y más, y con cada paso que daban, el corazón de Naruto latía con mayor fuerza, y un nudo se formaba en su garganta.

Repentinamente, pasos rápidos resonaron desde el pasillo, alarmando tanto a Naruto como a los dos guardias que se acercaban a su ubicación.

—¡Tenemos una emergencia! ¡El Tercero ha sido atacado! —declaró un nuevo guardia desde la puerta. Tan rápido como lo dijo, se fue seguido por los otros dos guardias.

Naruto se permitió suspirar, relajando su cuerpo tenso, cuando las pisadas se desvanecieron en la distancia. Sin perder más tiempo, se levantó y, no sin cierta ironía, dedicó un gesto grosero a la rata que, sin querer, había revelado su escondite.

El Uzumaki salió al pasillo y se deslizó por una de las ventanas, perdiéndose en la oscuridad de la noche. Vagó hasta llegar al bosque donde Mizuki le había dicho que fuera. Una vez ahí, se sentó y abrió el pergamino.

—A ver, veamos… ¿la primera técnica es el Kage Bushin no Jutsu? —leyó Naruto—. ¡Pero qué…! ¡¿Por qué empieza con la que peor se me da?! —se quejó Naruto para luego sonreír como un zorro astuto—. Debería decir, ¿no? —Se rio para sí mismo y luego se concentró en aprender todo lo que podía del pergamino y la técnica que había venido a buscar. Tendría algo de tiempo hasta que lo encontraran y no planeaba desperdiciarlo.


Iruka se encontraba acostado en su cama, mirando el techo de su habitación, meditando sobre las palabras que el Hokage le había dicho.

Iruka…

Sí, ¿Hokage-sama?

Comprendo cómo te sientes, pero Naruto ha madurado sin conocer el amor de un pariente, como tú… —reveló el Hokage con tono algo triste.

Los pensamientos de Iruka rápidamente lo llevaron a aquel día hace doce años. El zorro de nueve colas peleaba contra todos los ninjas de la aldea, sus patas aplastaban casas enteras y sus colas provocaban huracanes que destruían todo a su cercanía. El aullido de dolor de los ninjas resonaba. Uno de los ninjas alejaba a Iruka del campo de batalla.

¡Déjame ir! ¡Mi padre y mi madre aún están peleando! —exclamó el joven Iruka con lágrimas brotando de sus ojos. Intentó liberarse, pero el agarre del ninja que lo alejaba era muy fuerte.

Había algo que quedó grabado en la cabeza de Iruka y era la mirada furiosa y sedienta de sangre del zorro de nueve colas, con su ojo color escarlata. Era un recuerdo que le hacía tener pesadillas por las noches, recordando aquel fatídico día en que había perdido a sus padres.

Un golpe estrepitoso resonó contra la puerta de su apartamento y sacó a Iruka de sus pensamientos.

—¡Iruka-sensei! ¡Despierta! —Era la voz de Mizuki, que parecía angustiado por algo.

Iruka se levantó y rápidamente se dirigió a la puerta para abrirla. Mizuki estaba jadeando, su cabello plateado estaba despeinado, y en sus ojos había una gran preocupación.

—¿Qué sucede? —preguntó Iruka con un nudo en la garganta. ¿Acaso estaban bajo ataque?

—¡Debemos ir con Hokage-sama! —respondió Mizuki con seriedad—. Naruto ha… cogido el pergamino de las técnicas prohibidas como una travesura —reveló Mizuki, con el rostro pálido y sudor frío recorriéndole la frente.

Iruka no pudo evitar jadear sorprendido.

—Hokage-sama, ¡no podemos permitirle esta travesura! —declaró uno de los Jōnin, molesto.

—Sí, es un pergamino prohibido demasiado peligroso. Prohibido por el anterior Hokage —estuvo de acuerdo otro Jōnin—. Si se usa para el mal, puede causar grandes problemas.

—Si lo transporta fuera de la villa, puede ser aún peor —añadió otro ninja en tono preocupado.

—Ya ha pasado medio día desde que tomó el pergamino —reveló el Tercero con una mirada seria—. ¡Debemos darnos prisa y hallar a Naruto! —ordenó.

—¡Sí, señor! —Todos los ninjas se desplegaron por toda la aldea con la misión de encontrar a Naruto.


Iruka jadeaba pesadamente. Se detuvo en la cima de un edificio, y sus ojos vagaron por sus alrededores. Había buscado en los lugares que Naruto solía esconderse, pero no había rastro del Uzumaki.

"Debería buscar en el bosque…" decidió Iruka para luego emprender su camino.

Mizuki, no muy lejos de donde estaba Iruka, recorría las calles de la aldea con una sonrisa malévola, con dos shuriken gigantes enganchadas a su chaleco ninja.

"Voy a correr la voz por todo el pueblo", pensó Mizuki con una sonrisa siniestra. "Después me ocuparé de Naruto y haré que parezca que desapareció con el pergamino. ¡Y así el pergamino prohibido será mío!" Continuó en su mente para luego empezar su trayecto hacia el lugar de encuentro con Naruto.


Naruto respiraba entrecortadamente después de entrenar vigorosamente para aprender los Jutsu del Pergamino Prohibido. Unos pasos resonaron, lentos y calmados, pero de alguna manera, Naruto pudo sentir la ira en ellos. El Uzumaki elevó la mirada para encontrarse con Iruka.

—Hey, Naruto —habló Iruka con una expresión exhausta, pero sus ojos brillaban con molestia.

Naruto se rio divertido, rascándose la nuca.

—Me has encontrado… solo he podido aprender dos jutsu —reveló Naruto con una sonrisa alegre.

—¡Oye! Estás todo magullado. ¿Qué estabas haciendo aquí? —interrogó Iruka con curiosidad al ver que toda la ropa de Naruto estaba llena de polvo, incluso algunas partes estaban rasgadas y hechas jirones.

—Da igual. ¡Hey! ¡Hey! ¡Voy a intentar hacer un Jutsu increíble! —declaró Naruto en tono entusiasmado—. Si lo puedo hacer… ¡Dejarás que me gradúe!

Iruka ensanchó la mirada, sorprendido.

"Pero… ¿qué tanto había estado practicando el Uzumaki como para estar así…?" se cuestionó mentalmente Iruka.

—Naruto.

—Hm.

—¿De dónde sacaste ese pergamino? —interrogó Iruka con interés.

—¡Oh! ¿Esto? —Naruto giró su cabeza para ver el pergamino atado a su espalda—. Mizuki-sensei me habló de él y también de este sitio. —Naruto esbozó una gran sonrisa—. Dijo que si te enseñaba este Jutsu… de seguro me aprobarías.

Iruka se quedó quieto como una estatua.

"Mizuki", pensó sorprendido para luego escuchar el silbido en el aire. Rápidamente reaccionó y empujó a Naruto. Unos kunais viajaron estrepitosamente hasta clavarse en la piel de Iruka, quien retrocedió hasta chocar contra la pared de madera de la pequeña cabaña que había cerca.

—¡Buen trabajo encontrando al idiota! —alabó Mizuki desde la cima de la rama de un árbol con voz sarcástica.

—Ya veo… Así que esto es lo que está pasando… —comentó Iruka haciendo una mueca por el dolor. Tenía kunais clavados por todo el cuerpo, podía sentir la sangre manar por todas sus heridas.

Naruto se quedó quieto, confundido y sin saber qué hacer.

—¡Naruto, dame el pergamino! —ordenó Mizuki con seriedad.

—¿Eh? ¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa aquí?! ¡¿Hey?! —La cabeza de Naruto giraba de un lado a otro, su mirada viajando de Iruka a Mizuki en repetidas ocasiones.

—¡Naruto! Pase lo que pase, no les des el pergamino —replicó Iruka, sacándose uno de los kunais del pecho—. ¡Es un pergamino peligroso que contiene Jutsus prohibidos en su interior! Mizuki te usó… ¡para tenerlo en sus manos!

Naruto le dirigió una mirada desconfiada y feroz a Mizuki, quien simplemente sonrió de forma burlona y despectiva.

—Naruto… No tiene sentido que tú lo tengas. Te diré la verdad —declaró Mizuki, sorprendiendo a Iruka.

—N… ¡No! ¡No lo…! —Iruka intentó detenerlo, pero Mizuki continuó.

—Hace 12 años… sabes acerca del zorro demoníaco que fue sellado, ¿no? —comentó Mizuki, inclinándose un poco hacia adelante—. Desde ese día… se creó una nueva regla especial en esta aldea.

—¿Una nueva regla? —preguntó Naruto, sorprendido y con los ojos abiertos como platos.

—Pero Naruto… esa regla no se te podía contar a ti —Mizuki cerró los ojos en una expresión molesta.

—¿A mí no? ¿Cuál es esa regla? ¡Dímela! —exigió Naruto con un grito.

Mizuki se rio divertido, una risa tenebrosa y malévola que hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo del Uzumaki.

—¿Qué… tipo de regla? —volvió a preguntar Naruto, todavía con el rostro estupefacto.

—La regla es que nadie puede decir que tú eres el zorro demoníaco de las nueve colas —reveló Mizuki con una mirada fría.

—¿Qué? —Naruto dio un paso atrás, las piernas le fallaron y cayó de espaldas. Su rostro pálido y anonadado, sus ojos se abrieron tanto que parecía que iban a salirse de su lugar—. ¿Qué quieres decir?

—¡Para! —Iruka gritó con todas sus fuerzas en un intento de detener a Mizuki.

—Quiere decir que tú… —empezó Mizuki con una sonrisa burlona, que rápidamente se tornó malvada—. Eres el zorro demoníaco. Eres el que mató a los padres de Iruka y destruyó la aldea… ¡Tú fuiste sellado por el Hokage que tanto admiras!

—¡Cállate! —rugió Iruka, intentando moverse, pero un latigazo de dolor de sus heridas lo dejó quieto donde estaba. Las palabras del Hokage regresaron a su cabeza.

Iruka, Naruto ha crecido sin conocer el amor de un pariente y ha sido odiado por culpa del incidente. Hace todas esas travesuras para llamar la atención de la gente. De todas formas, él quiere averiguar el origen de su existencia. A pesar de todos esos actos, Naruto actúa duro, pero realmente está sufriendo más que nadie…

—¡Fuiste ignorado por todo el mundo! —continuó Mizuki—. ¿No pensaste que era raro que nadie te hiciera caso? —prosiguió, tomando uno de los shuriken gigantes de su espalda y haciéndolo girar, listo para lanzarlo—. ¡Iruka ha hecho lo mismo! ¡Él te odia! —declaró Mizuki con una risa enfermiza—. ¡Nunca nadie te aceptará! —añadió con tono venenoso—. ¡Ese pergamino se usó para sellarte! —terminó, lanzando el shuriken hacia Naruto, que se quedó paralizado.

El Uzumaki se dio la vuelta y cerró los ojos, esperando que el dolor llegara. Pero nunca llegó. Cuando abrió los ojos, vio a Iruka protegiéndolo con el shuriken gigante clavado en la espalda.

Naruto se quedó petrificado, congelado como si fuera una estatua de hielo, pero con una expresión de sorpresa grabada con gran detalle en su rostro, por lo que su maestro acababa de hacer. Un poco de la sangre de Iruka salpicó hacia la mejilla del Uzumaki.

—¿Por qué? —fue lo único que Naruto pudo decir.

—Porque tú eres igual que yo —reveló Iruka con voz tranquila—. Toda mi familia murió, nadie se preocupaba por mí. Era un mal estudiante, siempre metía la pata durante la clase porque quería captar la atención de la gente. Nadie se fijaría en mí si hubiera sido un buen estudiante. Por eso, siempre he actuado como un idiota, haciéndome el duro —el tono de Iruka se quebró lentamente. Lágrimas brotaron de sus ojos y se derramaron por sus mejillas hasta caer en el rostro de Naruto, cuyos ojos se ensancharon—. Naruto, tú siempre has estado solo, ¿no? ¿Te has hecho el duro siempre…? —preguntó Iruka con voz rota mientras lloraba—. Lo siento, Naruto… No te sentirías de esa forma si me hubiera dado cuenta…

La expresión de Naruto se suavizó y en sus ojos brilló algo parecido a la esperanza.

Mizuki se rio levemente.

—¡No me hagas reír, Iruka! ¡Tú lo has odiado desde que mató a tu familia! —exclamó Mizuki con fiereza—. Él solamente quiere el pergamino —continuó mientras lo señalaba.

La expresión de Naruto se convirtió en una de desconfianza y echó a correr por el bosque.

—¡Naruto! ¡Naruto! —exclamó Iruka, extendiendo su mano, intentando alcanzar a su pequeño estudiante.

Mizuki se bajó de la rama del árbol con una pequeña risa socarrona.

—¡Naruto no es el tipo de persona al que puedes hacerle cambiar de parecer! —declaró Mizuki, divertido—. Va a vengarse de la villa con ese pergamino. ¿Has visto sus ojos, los recuerdas? Son los ojos del Zorro.

—Naruto no hará eso. —Iruka se sacó el shuriken gigante de la espalda y se levantó lentamente, arrojándoselo a Mizuki, quien lo esquivó con facilidad moviéndose hacia un lado.

Iruka, mejor que nadie, conocía la mirada del zorro de nueve colas. Había soñado con esa mirada durante noches enteras. Naruto no tenía los ojos del Zorro. Aquellos ojos azules no eran los ojos rojos del zorro; no había ni sed de sangre ni furia, sino un sentimiento de tristeza, soledad y un profundo deseo de aceptación.

—Voy a matar a Naruto y apoderarme del pergamino —habló Mizuki con confianza—. Luego me encargaré de ti —añadió, para luego perseguir a Naruto.

—No te lo permitiré —decidió Iruka con una mirada determinada, persiguiéndolo.


—¡Deberíamos haberlo matado! —exclamó una voz furiosa. Un grupo de Jōnin enfurecidos se reunieron en el patio de la mansión del Hokage y discutían sobre Naruto.

—Ahora hay que encontrarlo antes de que libere el poder del zorro demoníaco —declaró otra voz con urgencia.

—Es muy peligroso. Si lo encuentran, ¡mátenlo! —ordenó una tercera voz, seguida de gritos de aprobación.

En el interior de la mansión del Hokage, el Tercero observaba todo lo sucedido desde su bola de cristal.

—Por fin lo encuentro y ya lo veo —habló el Tercer Hokage, algo aliviado. La bola de cristal le mostraba a Naruto saltando entre las ramas de los árboles—. Mizuki se lo dijo. Ahora ni yo mismo sé qué va a hacer Naruto —continuó preocupado.

"Y el poder que está sellado puede ser liberado…" pensó el Hokage, preocupado. "Y además lleva el pergamino de sellos. Las posibilidades de que rompa el sello y libere al zorro de las nueve colas son una entre un millón, pero no es imposible…" meditó el Hokage con una expresión tensa y amarga. "Y si eso sucede…" El Tercero hizo una mueca ante lo que podía suceder.


Iruka saltaba entre las ramas de los árboles cuando vio un pequeño destello escarlata. Era Naruto.

"Lo encontré", pensó Iruka, aliviado.

—¡Naruto! —llamó Iruka a su estudiante—. ¡Dame el pergamino! ¡Mizuki viene por él!

Naruto se detuvo un momento con una mirada determinada y saltó con todas sus fuerzas hacia Iruka, haciéndole un placaje.

"¡¿Huh?!" Iruka ensanchó la mirada cuando sintió un agudo dolor recorrer su cuerpo al chocar Naruto contra su pecho.

Ambos cayeron al piso. Naruto se tambaleaba, jadeando cansadamente. Dio unos pasos atrás y se recostó contra un árbol.

—¿Qué? —Iruka se levantó con una mueca de dolor—. ¿Por qué, Naruto?

Una bocanada de humo se hizo presente y Iruka se transformó en Mizuki.

—¿Cómo sabías que no era Iruka? —terminó con una mirada furiosa.

Naruto se rio ligeramente y otra bocanada de humo se hizo presente.

—Porque yo soy Iruka —reveló Iruka cuando el humo se dispersó.

—Ya veo… —Mizuki se levantó con una leve sonrisa.

Sin que ninguno de los dos lo supiera, Naruto no estaba muy lejos del lugar. Escondido detrás de un árbol y abrazado al pergamino, escuchaba atentamente todo lo que sucedía.

—Je je je… incluso has sido capaz de transformarte en el asesino de tus padres para protegerlo —se burló Mizuki con desprecio.

—No le voy a dejar el pergamino a un idiota como tú —replicó Iruka con el ceño fruncido.

—Tú eres el idiota. Naruto y yo somos iguales.

—¿Iguales? —Iruka estrechó la mirada sin saber bien a qué se refería Mizuki.

—Si usas lo que hay en esos pergaminos… podrás hacer lo que quieras —reveló Mizuki con una voz soñadora y una expresión ambiciosa—. No hay manera de que ese zorro no intente usar el poder de los pergaminos. Tienes que asumirlo, aunque no te guste —determinó Mizuki.

—Sí… —aceptó Iruka.

Los ojos de Naruto se ensancharon de sorpresa al escuchar eso. Luego bajó la mirada con tristeza.

"Mierda, lo sabía. Incluso Iruka-sensei lo admite", pensó Naruto, abrazando el pergamino. "No confía en mí…"

—El demonio zorro lo haría. Pero Naruto es diferente —continuó Iruka con una sonrisa débil—. Él es… creo que él es… uno de mis mejores alumnos —declaró Iruka, sus ojos se suavizaron—. Puede que no sea el más trabajador, y es el más travieso, y por eso nadie lo acepta. Pero él ya sabe lo que es sufrir dolor en su corazón. —Iruka levantó la cabeza con una mirada determinada—. Él ya no es el zorro de nueve colas —dijo con tono decidido—. Él es un miembro de la aldea oculta de la hoja. ¡Él es Uzumaki Naruto!

Naruto no pudo evitar soltar una risa que formó una sonrisa feliz en su rostro. Una lágrima brotó y se derramó suavemente por su mejilla.

Mizuki gruñó levemente, apretando los dientes con ira.

—De acuerdo… como tú lo digas… —dijo Mizuki. Se llevó una mano a la espalda para tomar el último shuriken grande que le quedaba.

Iruka intentó moverse, pero la herida de su espalda le envió un dolor punzante que lo hizo estremecerse. Iruka gruñó y vio cómo la sangre manaba a borbotones de la herida. Luego regresó la mirada al frente.

—Iruka, dije que me ocuparía de ti más tarde, pero he cambiado de opinión —declaró Mizuki, empezando a girar el shuriken—. ¡Date prisa y muere! —continuó con una sonrisa maliciosa.

Iruka se quedó quieto, observando la mirada llena de odio y sedienta de sangre de Mizuki. Era extraño, él le recordaba más al zorro demoníaco que a Naruto. "Así que este es…" Iruka cerró los ojos, esperando su fin.

Pero antes de que Mizuki pudiera arrojar el shuriken, alguien lo golpeó y el shuriken salió volando, rebanando la rama de un árbol.

"¡Naruto!" pensó Iruka, sorprendido.

—¡No debiste haber hecho eso! —habló Mizuki, furioso.

Naruto se levantó con una mirada determinada y su liso cabello escarlata ondeando al viento. El pergamino prohibido estaba a su lado.

—No toques a Iruka-sensei o… ¡te mataré! —declaró Naruto de manera sombría.

—Idiota, ¿por qué has venido? —exclamó Iruka, preocupado—. ¡Corre!

—No te preocupes, Iruka-sensei. Esto será fácil. —Naruto hizo un gesto desdeñoso con la mano, sonriendo audazmente con una confianza abrumadora—. Oye, Mizuki, ¿no? Tengo algo que revelarte —Naruto le dedicó una sonrisa zorruna—. Yo ya sabía sobre el zorro y la ley —confesó.

—¡Cállate! ¡A un enano como tú lo derroto de un solo golpe! —habló Mizuki con arrogancia.

Iruka, ¿qué sabes del clan Uzumaki? —La conversación con el Tercer Hokage regresó a la cabeza de Iruka.

Que son originarios de Uzushiogakure, que fue destruida durante una de las guerras ninjas.

¿Sabes por qué?

Porque eran maestros del Fūinjutsu.

No eran solo maestros del Fūinjutsu. Eran maestros del chakra en general, conocían los secretos del chakra mejor que ninguna aldea. Por eso los Chūnin de Uzushiogakure tenían el nivel de Jōnin de cualquier otra aldea. En pocas palabras, durante su época de esplendor, eran la aldea más poderosa en términos de calidad de ninja. Muchos nombres de Uzushiogakure son famosos hasta hoy en día. —El Tercero se enderezó y elevó la mirada—. El Demonio Celestial. El Doctor Divino. El Guerrero Invencible. El Pintor de Pesadillas. El Tejedor de Sombras. El Remolino Infinito, y, por último, el líder de todos, El Iluminado. —El Tercero regresó su mirada hacia Iruka—. Se dice que la aldea fue destruida, pero no había ningún pergamino, por lo que ninguna de las aldeas que se unieron para acabarla pudo obtener el conocimiento de Uzushiogakure. Para cuando nuestros exploradores llegaron, solamente encontraron tres cristales azules. Hice que el Cuarto Hokage, un experto en Fūinjutsu, los analizara y llegó a una conclusión aterradora.

Iruka sintió un nudo en la garganta, pero logró formular la siguiente pregunta.

¿Cuál?

Los Uzumaki consiguieron una forma de sellar su esencia y sus mentes dentro de esas piedras para conservar su conocimiento hasta que un descendiente llegase para reclamarlo. Es por eso que hace tres años le entregué los tres cristales a Naruto como regalo de cumpleaños. Quería ver qué podía aprender Naruto, y tengo la sensación de que Naruto es posiblemente el Genin de su generación más poderoso.

Iruka regresó al presente, observando a Naruto hacer un sello de mano con una mirada determinada.

—¡Inténtalo! —retó Naruto con una mirada confiada—. ¡Te devolveré el dolor multiplicado por mil!

—¡Entonces hazlo, zorro demoníaco! —gritó Mizuki de manera provocativa.

—¡Kage Bunshin no Jutsu! —Naruto invocó el Jutsu que había aprendido del Pergamino Prohibido, sorprendiendo tanto a Iruka como a Mizuki.

El bosque entero se había inundado de clones de Naruto. Centenares, no. Eran miles de clones de Naruto.

Mientras Mizuki estaba sorprendido viendo tal cantidad de clones, el verdadero Naruto se movió a una velocidad estrepitosa. Podía ser incluso superior a la de Sasuke Uchiha, el mejor Genin de la generación de Naruto.

Uno de los clones de Naruto barrió el suelo y Mizuki quedó en el aire, cayendo en cámara lenta mientras el verdadero Uzumaki se preparaba para su ataque.

—1ª Etapa: Puño de la Tortuga Negra. —Naruto colisionó un poderoso puño contra la cara de Mizuki, creando una onda de choque. Mizuki salió volando hasta chocar contra un árbol con el rostro destrozado. Cayó al suelo, inconsciente.

Iruka se quedó estático y sin palabras, sorprendido por lo que acababa de presenciar.

"Heh… Realmente ha conseguido replicarse más de mil veces. Y, además, ninguna es una ilusión. Un chico tan joven usando tan fácilmente el Kage Bunshin. Además, esa velocidad y fuerza… Él… podría superar a los anteriores Hokages," meditó Iruka con una sonrisa.

—Creo que me he pasado un poco —comentó Naruto con una pequeña risa al ver el rostro destrozado de Mizuki.

—Naruto, ven aquí —pidió Iruka con una sonrisa—. Hay algo que quiero darte.


—¡¿Alguien lo ha encontrado?! —preguntó uno de los ninjas en tono desesperado.

—¡No! —respondió otro, preocupado.

—¡Mierda! Esto no es bueno —comentó un ninja con una mueca.

—¡Seguramente esté lejos de aquí a estas horas! —advirtió otro ninja con tono serio.

—No hay que preocuparse —intervino el Tercer Hokage, acercándose al grupo.

—¡Hokage-sama! —Todos los ninjas se volvieron para observarlo.

—Volverá pronto —declaró el Tercer Hokage con una sonrisa en el rostro, fumando de su pipa.


—¿Ya, sensei? —preguntó Naruto, algo impaciente.

—Sí, ya puedes abrir los ojos —respondió Iruka.

Naruto abrió lentamente sus ojos para ver a Iruka. Pero había algo extraño, le faltaba algo. Se dio cuenta rápidamente de que le faltaba su protector ninja.

—¡Felicidades por graduarte! —declaró Iruka con una sonrisa. Los ojos de Naruto se ensancharon al notar que tenía algo en la frente. No eran sus lentes. Era un protector ninja, el protector de Iruka—. ¡Vamos a celebrarlo! Te invito a comer un tazón de ramen.

Naruto no dijo nada, sus ojos ensombrecidos por su cabello escarlata. Iruka abrió los ojos para ver si sucedía algo. Un instante después, Naruto se había arrojado a sus brazos.

—¡Hey, eso duele! —comentó Iruka con una sonrisa.

"Pensaba decirle a Naruto que la parte más difícil de ser un ninja había comenzado… Bueno, esperaré a que lleguemos al restaurante," reflexionó Iruka, para luego devolverle el abrazo a su preciado alumno.


¡Bueno! Eso fue todo por el capítulo de hoy. Espero que les haya gustado. En este fanfic, vamos a ver a un Naruto que, aunque va a ser reconocido como un genio, también va a ser reconocido como alguien que se esfuerza mucho. Sobre la pareja, todavía no estoy seguro, creo que va a ser un harem, con algunas parejas que son mayores que él.

Antes de irme y proceder con el final, ¿les gustaría que subiera un fanfic de Naruto en DxD? Sería de Naruto reencarnando en DxD, en pocas palabras, empezando de cero, naciendo como un noble aristocrático del Inframundo. Solamente comento la idea porque, a pesar de que he visto muchas historias de personajes de Naruto reencarnando en DxD, la mayoría son de Uchiha, y unas pocas de Naruto. Se puede ver que el clan favorito son los Uchiha, no los culpo.

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