Cuando hablé con mi ginecóloga me indicó que era imposible darme cita hasta dentro de dos semanas así que pese al descontento de Edward, cogimos un avión desde Japón hasta Ibiza.

Nada más llegar deshicimos las maletas y nos pusimos al día con las cosas del trabajo y la boda.

Había decidido que mi vestido fuera diseñado exclusivamente para mí y que nadie más tuviera un vestido similar. Carmen me recomendó diseñadores de la isla y así fue como llegué a las manos de Charo Ruiz, una diseñadora ibicenca que trabaja con moda adlib.

Quería un vestido sencillo, de tirantes y espalda descubierta, que me permitiese sentirme como una novia pero también me dejase bailar y disfrutar de mi gran día. Tras varias reuniones con la diseñadora y habiéndome tomado las medidas, hoy tenía la primera prueba del vestido.

Estaba en el probador vestida con una bata de raso cuando una de las dependientas entró con mi vestido dentro de un porta ropa.

Abrió la cremallera y sacó el vestido sonriente mientras le dejaba colgando de la percha.

-¿Has traído unos zapatos similares a los que usarás ese día?- me pregunta alisando la tela impoluta.

Asiento alargando la mano y tocando la suavidad de la prenda.

-Te dejo que te lo pruebes, estoy aquí fuera si necesitas algo- me indica saliendo del probador.

Sonrío mirando al vestido y me quito la bata quedándome en ropa interior y en los zapatos negros de Jimmy Choo que me regaló mi prometido por mi cumpleaños.

No van a ser los de la boda pero es lo más similar que tengo.

Me enfundo en el vestido con paciencia porque no quiero dañarle y debe quedar bastante ajustado al torso, igualmente aún tiene puestos alfileres lo que me hace ir con cuidado.

Cuando finalmente subo los tirantes le siento demasiado ajustado y salgo del probador.

La dependienta frunce el ceño nada más verme.

-¿Debe quedar tan ajustado?- pregunto señalando la zona de mis pechos que está aplastada dentro del vestido.

-No, o sea debe ceñirse al cuerpo pero ese vestido te está pequeño. Habrá que tomar medidas de nuevo.

-Yo…- digo dudosa.

-No te preocupes, estamos acostumbradas a tener que reajustar los vestidos- me tranquiliza.

-Es que mi cuerpo está cambiando- anuncio.

Su mirada se queda fija en mis pechos y luego en mi abdomen.

-Ya veo- sonríe- ¡enhorabuena!

-Gracias- digo sintiéndome un poco extraña dado que es la primera persona a la que le cuento que estoy embarazada.

-Avisaré a Charo, habrá que cambiar los patrones del vestido para que se adapte.

-Tal vez tenga que elegir otro tipo de vestido, uno más amplio- sugiero.

Este es el vestido con el que me veía caminando hacia Edward, me encanta y no quiero cambiarle pero no sé si un vestido así queda bien en una embarazada.

Charo entra en el probador sonriente y tras darme la enhorabuena coloca su mano en mi cadera.

-¿De cuánto estás?

-Dos meses- indico mirando hacia abajo.

Hay días donde mi abdomen se abulta en la zona baja con una redondez típica del embarazo que nada tiene que ver con la hinchazón que a veces he sentido tras una comida copiosa.

Hoy es uno de esos días.

-O sea que no sabías que estabas embarazada cuando tomamos las medidas.

Niego.

-Ha venido por sorpresa- sonrío.

-¿De sorpresa pero deseado?

-Muy deseado- le digo acariciando mi bultito.

-Si estás de dos meses y estamos a mediados de julio, eso significa que para la boda estarás de cuatro o cinco. Habrá que sacar tela de los costados y quizás del pecho- dice tomando medidas de nuevo.

-Tal vez este no es el vestido adecuado para casarme- le comento dudosa.

Ella frunce el ceño y alza la mirada.

-¿Por qué?

-Porque siento que todas las miradas se van a centrar en mi tripa y este escote…- comento intentando reajustarle- tengo la sensación que mis pechos se van a salir.

Ella suelta una carcajada.

-Si no te sientes cómoda con el vestido podemos pensar en otro sin ningún problema pero si es solo porque estás embarazada este vestido es ideal. Muestra a la perfección que en vuestro matrimonio hay amor- me dice tocándome la tripa- por el pecho no te preocupes, de eso me encargo yo. Unos frunces aquí y allí y tendremos el pecho controlado. Estás creando vida Bella, hay que lucirlo.

Me miro al espejo y es cierto que la imagen que veo no me gusta pero el vestido me encanta.

Decido confiar en Charo y mantener el vestido tal cual lo he imaginado en mi mente.

-Está bien- sonrío.

Una hora después llego a casa donde Edward está trabajando en el portátil.

Paso mis brazos por su cuello desde atrás.

-Hola- le digo besándole el cuello.

-Hola- sonríe girando la silla para mirarme de frente- ¿qué tal estáis?- me pregunta besando mi abdomen.

Sonrío acariciándole el pelo y me siento en su regazo.

-Estamos muy bien, ¿qué estás haciendo?- le pregunto girando la cabeza para mirar la pantalla del ordenador.

-Calcular fechas- me responde girándonos a ambos en la silla.

-¿Para?

-Para la luna de miel. Deberíamos acortar el viaje- determina mirándome serio.

Suspiro.

-Ya sé que queríamos una luna de miel extensa pero vas a estar muy avanzada y dios no lo quiera pero no me gustaría que te pusieras de parto en medio del Índico.

-¿Por qué no te aguantaste las ganas de dejarme embarazada unos meses más?- le reprocho.

Edward se ríe y me besa.

-¿Yo? Échale la culpa a él o a ella que sorteó todas las barreras posibles para meterse en tu útero- me dice señalando el lugar donde está nuestro bebé.

Me río y niego.

-¿Cancelamos?

-Dame un par de días para pensármelo- le pido.

Sé que tiene razón pero hemos puesto tantas ganas y tanta ilusión en este viaje que me da rabia tener que adaptarlo.

No obstante no me veo capaz de pasarme casi 24 horas en un avión con un vientre de ocho meses.

-Cuando nazca podremos ir.

-Si ya- le digo irónicamente- cuando tenga 18.

Edward se ríe y niega.

-Tengo un jet privado, para cuando nuestro hijo tenga 10 años va a conocer todos los países del mundo.

Me río.

-Y sus hermanos- añade.

-¡Edward!- le regaño dándole un manotazo en el hombro.

Él suelta una carcajada pero me besa el cuello.

-Sabes que voy a volver a dejarte embarazada.

-Eso será si me dejo- le digo.

-¿Si te dejas?- se ríe- esta mañana me ha dado la sensación de que sí te ibas a dejar y anoche y ayer por la tarde en el coche.

-¡Calla!- río avergonzada- son las hormonas, me tienen…

-¿Caliente?

Asiento y le beso.

-¿Qué vas a hacer este fin de semana sin mí?

Este es el primer fin de semana de Tomorrowland y aunque en principio iba a viajar con él, decidí quedarme en casa y descansar. No obstante él estará en Bélgica hasta el domingo.

-Usar los juguetes de Japón- respondo refiriéndome al sexo.

Edward niega y se carcajea.

En realidad siento un poco de aprensión a quedarme sola pero no se lo he dicho.

En general me encuentro bien pero las mañanas están siendo difíciles. Las nauseas se apoderan de mí y el mareo se mantiene conmigo hasta el mediodía.

-No me apetece irme- confiesa golpeando mi abdomen con las yemas de sus dedos.

-Ni a mí que te vayas.

-Recógeme en el aeropuerto el domingo por favor.

Asiento besándole.

-Mándame fotos del bebé- pide.

-Vale- acepto.

Me levanto de su regazo para dejarle trabajar y llamo a mi madre mientras preparo la comida.

No hemos contado nada a nadie aún, nos gusta que sea nuestro secreto.

Edward se une a mí para ayudarme a cocinar.

-Os veo muy felices y relajados- dice mi madre a través de la pantalla- pensaba que estarías histéricos con la boda y la casa.

-Está todo controlado Renée- le asegura Edward asomándose a la cámara por encima de mi hombro.

No lo está, pero hemos puesto la boda en segunda prioridad.

Lo primero el bebé, el bebé está sano y está bien y eso es lo que nos hace estar felices.

-Me alegro de que hayáis dejado atrás el agobio que teníais encima hace unas semanas.

-Las cosas han cambiado, se han puesto mucho mejor- le asegura mi prometido poniendo una mano en mi abdomen.

Me congelo y se la aparto con disimulo sin quitar la sonrisa de mi cara.

Cuando corto la llamada le regaño.

-Tienes que controlarte-

-No puedo- se defiende él encogiéndose de hombros.

-Tienes que hacer por poder-

-¿Qué más da? Es una buena noticia Bella, va a ser abuela, no pasa nada porque se entere.

-Aún no.

-¿Por qué no?

-Porque hasta que no pase el primer trimestre no quiero decírselo a nadie y porque no quiero que pongan expectativas sobre mí que no estoy segura de poder cumplir.

-Entiendo lo del primer trimestre pero Bella, faltan unas pocas semanas para eso.

-Lo sé.

-En dos semanas vienen James y Helen y lo van a notar. ¿Se lo vamos a negar?

-No lo sé.

No he pensado en eso pero sin duda algo tengo que hacer.

-No tienen por qué enterarse si tú actúas normal y yo uso ropa holgada- le comento.

-¿Qué ropa holgada vas a usar en la playa?

-No lo sé- repito.

-Bella deja la cabezonería. Tu cuerpo grita que estás embarazada y en dos semanas más aún. Mírate- me indica frustrado señalando mi abdomen.

Miro hacia abajo donde mi crop top se abulta levemente hacia fuera.

-No quiero hacerlo público aún.

-¿Por qué nena?- continúa poniendo sus manos abiertas en mi abdomen.

-Porque sigo asustada. O sea sí, emocionada y con ganas de conocerle pero cada día tengo un nuevo temor.

-Y yo también. Quiero ser buen padre, quiero que esté sano, que no le pase nada, que sea feliz, quiero protegerle del mundo pero no ocultarle.

-Por favor, son solo unas semanas más- le pido.

-De acuerdo- suspira- pero si alguien pregunta no pienso negarlo.

-Vale- acepto- y tira eso, huele fatal- le indico señalando la carne que ha sacado de la nevera.

-¿La carne picada?- dice cogiendo el cuenco con las manos y oliéndola- no huele mal.

-Huele muy fuerte.

-¡Menos mal que con ropa holgada no se nota que estás embarazada eh!- se ríe- tu olfato también te delata.

Edward me obliga a salir de la cocina mientras él termina la comida.

Días después los albañiles nos indican que la casa va a retrasarse por falta de stock de materiales y eso nos trunca un poco los planes.

La idea era estar ya instalados allí cuando naciera el bebé.

-Supongo que habrá que empezar a usar la habitación infantil para lo que realmente es- le comento volviendo a casa.

-No- responde rápidamente frunciendo el ceño mientras conduce.

Me río.

-Al menos ya tenemos cuna-

-No- repite de nuevo- nuestro bebé no va a pasar sus primeros meses de vida en una habitación que usamos de despacho y mucho menos en una cuna que ha sido utilizada como basurero.

-Nadie la ha usado como basurero- le recuerdo.

-Está llena de cajas vacías de paquetes que hemos ido comprando por internet.

-¿Entonces? No pienso poner su habitación en el piso de abajo lejos de nosotros.

-Buscaremos otra casa- propone como si nada.

-Ni hablar, no pienso hacer dos mudanzas embarazada.

-Pues que duerma con nosotros.

Me quedo callada valorando la opción que acaba de darme.

-Podría dormir con nosotros- acepto- podemos comprar una cuna y ponerla en nuestra habitación. Para cuando sea un poco mayor ya tendrá su habitación en la casa nueva.

Edward sonríe, le encanta la idea.

-Sí- acepta- que duerma con nosotros sería perfecto cariño.

.

La noche de antes de que se vaya a Bélgica salimos a cenar y al llegar a casa me tiro en el sofá completamente agotada.

-Ten- me dice Edward dándome un vaso de agua fría.

Bebo el líquido sin pausa hasta que se acaba.

-¿Estás mejor?

-No, tengo calor, estoy sudando un montón y me pesan las piernas- digo acariciándome el gemelo.

Edward coge el mando del aire acondicionado y lo enciende.

-Ven aquí- me dice sentándose a mi lado en el sofá y subiendo mis piernas a su regazo.

Me quita las sandalias de tacón y las tira al suelo.

-Si te cansas más con los tacones ¿por qué te los pones?

-Porque me gustan. Me gusta ponerme un par de zapatos de tacón y sentirme sexy y guapa.

Edward se ríe y niega mientras acaricia mis piernas masajeándolas.

-No te hace falta tacones para ser sexy o guapa.

-Yo creo que sí. Mírame, con el maquillaje chorreando, el pelo encrespado, las piernas hinchadas y las tetas enormes saliéndose de todos los escotes.

Edward sonríe y niega.

-Estás preciosa- me asegura guiñándome un ojo.

-No, no digas eso, eso es lo que dicen todos a las embarazadas y no es verdad- gimo en tono de queja.

-En ti es verdad, estás preciosa, no te hace falta maquillaje, tienes el pelo brillante, las piernas no están hinchadas y me vuelven loco tus escotes. Tus tetas llenas y duras con los pezones oscuros, me encantan.

Sonrío y muevo los tirantes de mi vestido negro dejando que mis tetas salten hacia fuera.

Mis pezones están cambiando sí. A Edward le vuelve loco que estén más oscuros y más puntiagudos.

Cojo ambos pechos con mis manos y los acaricio.

-Siempre he querido una talla más de sujetador y ahora tengo como tres más. Me abruman.

-A mí no-

Me río y le golpeo juguetonamente con el pie.

Él se ríe y sube sus manos de mis pantorrillas a mis muslos.

-Tengo que comprarme sujetadores nuevos- le digo sintiendo sus manos en la parte posterior de mis rodillas.

-O puedes no usar sujetador- propone.

-Me molestan si no están sujetos.

-Yo me ofrezco a sujetártelos.

Echo la cabeza hacia atrás y suelto una carcajada.

Él también se ríe de su broma.

-Siempre me has gustado Bella, tu cuerpo me ha encantado desde que te conocí hace ocho años pero ahora simplemente… no sé, no puedo quitarte los ojos ni las manos de encima. Todos esos defectos que dices tener yo no los veo como tal, adoro mirarte y ver como cambia tu cuerpo sabiendo que dentro de ti llevas a nuestro hijo o hija. No puedo apartar la mirada de tu cuerpo que además de ser cada día más perfecto está dando vida a una persona.

-Edward- digo emocionada.

-Shh déjame demostrártelo.

Asiento.

Noto como sus manos suben por la cara interna de mis muslos y llegan hasta mi tanga que desliza fácilmente de mi cuerpo.

-Te amo- me asegura mirándome fijamente-

-Lo sé- le sonrío flexionando mi pierna y apoyando el pie de la misma sobre su muslo cubierto por tela.

-Dejarte embarazada ha sido lo mejor que he hecho en mi vida.

Me río y niego.

Sus manos acarician mi entrada hipersensible.

-Debería ducharme antes- le digo cohibida.

Estamos en medio de una ola de calor en la isla y parece que el embarazo ha puesto a funcionar a toda máquina mis glándulas sudoríparas.

-Me gustas así-

-Estoy sudada-

-Como yo, como todos en esta isla cuando el termómetro marca 28 grados y son las once de la noche.

-Pero…- comienzo a decir pero dos de sus dedos se introducen en mi interior bajo la falda de mi vestido.

-Ah-

Sus dedos me acarician al tiempo que bombean en mi interior y tan solo dos minutos después mis caderas se retuercen en el sofá, mis ojos están cerrados y mi mano agarra con fuerza el respaldo del sofá mientras me corro.

Abro los ojos sintiendo placer aún.

Le sonrío.

Saca sus dedos de mi interior para quitarse la camisa al tiempo que yo me quito el vestido que en estos momentos tan solo cubre mi abdomen.

Desabrocho el botón de sus pantalones y bajo sus calzoncillos.

Acaricio su pene entre mis manos y chupo solo la punta.

Él suelta un gemido y echa la cabeza hacia atrás.

Mientras le introduzco en mi boca se me ocurre hacer algo que nunca hemos hecho antes.

Masturbarle con mis pechos.

Le saco de mi boca y apoyo su polla en mi esternón mientras junto con mis manos mis pechos.

-Joder nena- dice mirando hacia abajo donde le estoy dando placer.

Agarra su pene con ambas manos y golpea mis pechos con él antes de agacharse y subir mis pies al sofá dejándome completamente abierta para él.

Su boca chupa mis pechos, mi cuello, deja un beso mojado sobre nuestro hijo y luego su lengua me da placer provocando que me corra en su cara de nuevo.

-¿Quieres ponerte arriba?- me pregunta incorporándose.

Niego.

Hoy quiero sentir todo su peso sobre mí.

Así que me tumbo de nuevo en el sofá abriendo mis piernas donde él se coloca y se encaja en mí.

Cuando se corre en mi interior me besa con ternura y con calma al tiempo que sale de mí y baja por mi cuerpo hasta besar la curva bajo mi ombligo.

Su cabeza se apoya en mi abdomen mientras nuestras respiraciones recuperan su cadencia habitual y mis manos se pierden en su pelo mojado por el sudor.

-¿Cuándo crees que le hicimos?- me pregunta acariciándome con un dedo.

Me río y me encojo de hombros.

-En algún momento de mayo. Solo espero que no fuese la noche de inauguración de Ushuaïa.

-Dudo que fuera esa noche.

-¿Por?

-Porque estábamos ambos borrachos, ni si quiera estoy seguro de que te lo hiciera.

-Oh, me lo hiciste, ya te aseguro que me lo hiciste. Contra el lavamanos del baño de abajo de hecho. Sería muy triste haber concebido así a nuestro bebé.

-Pensemos que no, pensemos que fue en nuestra cama o alguna de las mañanas en cala Olivera estando solos.

-Ojalá en cala Olivera. Es un sitio importante para ambos.

-Sea como sea lo importante es que está aquí con nosotros- me dice besando mi abdomen de nuevo.

-Pero tú mañana no vas a estar aquí- le recuerdo cambiando un poco de humor.

-Si me dices eso mientras me miras así no voy a irme, no voy a poder- me confiesa encontrándose con mi mirada.

-No, tienes que irte pero tienes que volver en cuanto puedas, rápido.

-Por supuesto, ¿dónde más quisiera estar que con vosotros?

A primera hora del viernes acompañé a Edward al aeropuerto donde me prometió estar aquí en menos de 48 horas.

Se me hizo muy extraño estar en casa sin él las primeras horas, no obstante aproveché para descansar y para darme un atracón de series que tenía pendientes desde hace meses.

Cuando el domingo por la mañana llegó, Edward me escribió sobre las 10 de la mañana informándome de que estaba ya en el aeropuerto de Bruselas esperando a que saliera su vuelo.

Quise hacerle una comida de bienvenida pero simplemente mi cuerpo rechazaba el olor de la mayoría de alimentos. Sobre la una del medio día me quité el pijama para ponerme ropa de calle y descubrí que los shorts vaqueros no me cerraban.

-Joder- digo forzando los extremos de la tela.

Voy hasta el espejo y me pongo de perfil para observar que mi tripa está mucho más hinchada que otros días.

Mi bebé está creciendo pienso acariciando la piel con la yema de los dedos.

Ahora ya sí que era perfectamente perceptible a ojos de los demás.

Cambio los shorts vaqueros por unos shorts de deporte elásticos y encima me pongo una camiseta de manga corta que disimula mi estado.

Cojo las llaves del coche y conduzco hasta el aeropuerto, concretamente hacia la zona donde aterrizan los jets privados.

El avión de Edward ya está ahí cuando aparco pero aún no han abierto las puertas.

Aprecio su cara de cansancio según baja de las escaleras. Ha tenido dos sets seguidos y no han pasado ni seis horas desde el último, ha viajado directamente a Ibiza sin dormir.

Pese a todo su cara se transforma y una sonrisa se instaura en la misma en cuanto me divisa.

Camino apresuradamente los últimos metros que nos separan y me lanzo a sus brazos.

-Hola- digo abrazando su cuello.

-Te he echado de menos nena- me dice buscando mi cara y besándome- ¿qué tal estáis?- pregunta acariciando mi tripa por encima de la camiseta.

-Muy bien. Ahora que papá está en casa estamos muy bien- le aseguro poniendo mi mano sobre la suya y besándole de nuevo.

Conduzco de camino a casa pero Edward me convence de aprovechar la tarde en la playa y me desvío hasta nuestra cala favorita.

Una vez allí extendemos la inmensa toalla que siempre guardamos en el maletero del coche y la ropa desaparece.

-¿Sabes qué?- pregunto recogiéndome el pelo aun con la camiseta puesta- que mientras no estabas ha pasado algo.

Él frunce el ceño.

-Cierra los ojos y dame la mano, te va a encantar- le digo sonriente.

Se ríe pero hace lo que le digo.

Cojo su mano y la coloco por debajo de mi camiseta, su palma abarca todo mi abdomen.

Abre los ojos sorprendido.

-¿Es…?

Asiento emocionada.

-¿Ha crecido?

Vuelvo a asentir.

-Déjame verlo- me pide quitándome la camiseta y dejándome completamente desnuda.

-¡Vaya!- expresa emocionado antes de romper a reír- definitivamente estás embarazada.

Me río al tiempo que siento sus labios contra mi piel.

-Creo que ya no tiene sentido ocultarlo, podemos decírselo a los abuelos- le digo tocando el lugar donde nuestro hijo se hace notar.

-Estás preciosa- me dice besándome y acariciándome- cuando lleguemos a casa llamamos a tus padres y a mi madre, ¡van a alucinar!- se ríe.

Completamente desnuda me baño en las aguas del Mediterráneo junto a mi próximo marido y papá de mi bebé.

Para cuando me canso de estar en el agua Edward lleva un rato esperándome en la toalla con el móvil.

Miro como me enfoca con el aparato a medida que avanzo hasta él.

-¿Qué haces?- le pregunto dejándome caer de costado sobre la tela.

-Unas fotos, quiero inmortalizar estos momentos- me explica.

Sonrío y me pongo boca arriba dejando que mi barriga se muestre en todo su esplendor.

-Oye- me llama Edward a los pocos minutos- ¿y si nos hemos equivocado con las fechas?

-¿Respecto a qué?- pregunto sin abrir los ojos y notando como el sol seca mi piel.

-Respecto al embarazo.

Ahora sí abro los ojos y le miro seria.

-¿Qué estás diciendo?- le pregunto poniéndome un poco más erguida gracias a mis codos.

-Que según los libros que he leído sobre embarazos, esa tripa no se corresponde con un embarazo de nueve semanas mi amor.

Miro mi abdomen abultado.

Yo no tengo ni idea de tamaños.

-Creo que estás de más tiempo- afirma él.

-No puede ser, tuve la regla en mayo- le recuerdo.

-Ya pero… mira- me dice enseñándome el teléfono donde hay una mujer mostrando una tripa similar a la mía pero diciendo que está de 12 semanas- hay mujeres que siguen teniendo la regla aún estando embarazadas.

-Eso es imposible-

-Lo he leído- defiende.

-No sé de cuanto estoy Edward, vamos a seguir pensando que de nueve semanas hasta el miércoles cuando tenga cita con mi ginecóloga.

-Vale- acepta no muy conforme.

-He hablado con Yann y le he dicho que el jueves harás tu sesión en HÏ un poco más tarde. Volveremos de Londres antes de la hora de comer pero por si acaso se retrasa el vuelo prefiero prevenir.

-Deberíamos cancelarlo.

-¿Por qué?

-Porque no me gusta la idea de que cojas aviones tan seguidos y mucho menos si vas a tener una intervención pocas horas antes de volver. Podríamos volver el sábado tranquilamente.

-Sabes perfectamente que no puedes hacer eso- le digo hablando como su manager y no como su pareja.

Él suspira.

-Pues quédate en Londres con tus padres, yo cojo el jet vengo, trabajo y vuelvo. Podríamos regresar incluso el lunes.

-No va a hacer falta cielo- le digo riendo y girándome hacia él- me quitarán el DIU y tendré alguna molestia durante unos días pero prefiero pasar ese momento incómodo aquí en nuestra casa que en casa de mis padres, de hecho no quiero ir a casa de mis padres. Prefiero el hotel.

-¿Segura?

Asiento.

-Entonces no podemos darles la noticia hoy. Si se enteran de que vas a Londres y no pasas a verlos sabiendo que estás embarazada se enfadarán incluso más que cuando se enteraron de la boda- me recuerda.

Suspiro.

-No, desde luego, habrá que esperar a contárselo.

-Odio tener que callarlo- se queja acariciando mi redondez.

Sonrío poniendo mi mano sobre la de él.

-Impaciente- le digo.

-También conocido como papá primerizo- me responde riendo besándome.

-Tengo que ir a comprarme ropa- le informo sin romper nuestra postura- hoy no me abrochaban los vaqueros.

-Podemos ir mañana, también deberíamos comprar ropa para el bebé- propone.

-Dios no me creo que esto nos esté pasando a nosotros- le digo riendo con incredulidad.

-¿El qué?- pregunta girando su cabeza hacia mí.

-Esto, el estar embarazada de ti, el tener un hijo juntos.

-Es increíble sí, tan solo lo sabemos desde hace unas semanas y se ha convertido en el centro de mi mundo. Me levanto y lo primero que hago es tocarle- confiesa tocando mi piel- todo el día pienso en ti y en él o ella. Intento imaginar como será su pelo, su cara, su voz…

-Gracias- le digo emocionada.

-¿Por qué?

-Por convertirme en madre, por darme un hijo y ser el mejor marido y padre que alguien nunca pudiera imaginar. Te amo y esto se siente tan bien- le confieso mirando hacia nuestro bebé.

-Gracias a ti por darme un hijo, inesperado pero amado- me dice besándome.

-Es raro porque aún no ha nacido pero mi mente ya ha cambiado. Me siento madre y te veo a ti y veo al padre de mi bebé, ¿no es increíble?

-No, no lo es. Yo también me siento padre, no ha nacido pero somos sus padres y por eso nos sentimos así.

Al volver a casa de la playa me siento agotada y Edward me acompaña a echarme una siesta en nuestra cama.

Me despierta un ruido que no he escuchado nunca y cuando abro los ojos veo a mi novio llevando algo en la mano.

-¿Qué estás haciendo?- le pregunto sentándome en la cama para mirarle mejor.

-Estoy midiendo el espacio que hay entre la pared y la cama.

-¿Para?

-Para poner la cuna- me responde metiendo la cinta métrica en el carrete.

Me río y me apoyo completamente sobre el cabecero.

-Aún no tenemos cuna- le recuerdo.

-Pero podemos comprarla mañana cuando vayamos a la ciudad o en Londres dentro de unos días. Es mejor saber las medidas de antemano.

-Está bien super papá. Compraremos la cuna ya aunque falten meses para que nazca.

Él me guiña el ojo y me regala una sonrisa torcida.

Al día siguiente acudimos a una tienda especializada en bebés en Ibiza ciudad, Babymoon tiene las mejores reseñas de la isla y nada más entrar nos encontramos con una dependienta que nos bombardea con información.

Tan solo 20 minutos después me doy cuenta de que no sé nada de bebés, no sé qué necesitan ni como funcionan. Me agobio y me abrumo y salgo de la tienda dejando a Edward junto a la dependienta en el pasillo de las sillitas para el coche.

-Bella- me llama Edward saliendo detrás de mí.

Respiro profundo una vez más antes de girarme para verle.

-¿Estás bien?- pregunta acercándose a mí.

-No sé nada de bebés. Voy a ser una madre de mierda, este bebé merece una madre mejor- le confieso.

-Tú eres la mejor- me dice llegando hasta mí.

-No, no es cierto- niego comenzando a llorar- una buena madre debería saber si su recién nacido va a dormir en una cuna normal o en una de colecho, si va a necesitar biberones de tetinas médium o no, si usará chupete de látex o de silicona o si no queremos que use chupete. No sé nada Edward y creía que faltaban muchos meses e iba a tener tiempo para prepararme pero creo que no va a ser suficiente, creo que va a nacer y no voy a saber ni como darle el pecho- confieso llorando.

-Ven aquí- dice abrazándome.

Continuo llorando apoyada sobre su pecho y cuando me calmo siento sus labios en mi frente.

-No tenemos que saber eso aún mi amor, tal vez ha sido mala idea venir a comprar la cuna tan pronto. Deberíamos habernos informado primero y luego venir aquí donde la dependienta debe de tener familia numerosa como para saber tanto de bebés- comenta haciéndome reír- creo que vas a ser una madre maravillosa y que nuestros hijos van a tener suerte de tenerte a ti como mamá.

-¿Lo dices de verdad?

-Lo digo de verdad- confiesa acariciándome la mejilla antes de besarme- yo tampoco tengo ni idea de bebés pero aprenderé porque tú me has elegido para ser el padre de tus hijos y tengo que estar a la altura.

-Tú ya lo estás. Siempre leyendo esos libros y pensando en el futuro. Él o ella podría nacer mañana y tú ya serías el mejor padre del mundo- le confieso poniendo su mano bajo mi camiseta tocando mi tripa.

-Pienso lo mismo de ti. Somos un equipo, siempre vamos a ser un equipo.

-Te amo- le digo abrazándole.

-Y yo a ti- responde besándome.

-Creo que podemos volver dentro pero solo para mirar, para hacer una prospección del terreno- le propongo.

-¿Estás segura?

Asiento.

-Pero solo nosotros, sin dependienta preguntando cosas que no sabemos.

Volvemos al interior y para nuestra suerte la dependienta está ocupada bombardeando a otra pareja lo que nos permite caminar por los pasillos descubriendo cosas que no sabemos que necesitamos.

-¡Madre mía esto es carísimo y es un cacho de tela!- expreso mirando la etiqueta de un fular portabebés.

Edward mira el precio sobre mi hombro y silva.

Continuamos por el pasillo de los coches y mis ojos inmediatamente van a un cochecito convertible color arena.

-¡Oh es precioso!- digo acercándome para agarrar el manillar.

-¿Te gusta?-

Asiento.

-Puedo verme paseando con él por el barrio- afirmo.

Edward agarra el manillar y camina un poco hacia delante y hacia atrás.

-Me gusta, parece robusto- me dice.

Verle con un coche de bebé no era algo que hubiera imaginado antes pero me gusta la imagen y me gusta mucho más pensar que dentro llevará a nuestro hijo.

-También es carísimo- le digo viendo el precio.

-El dinero no es problema y lo sabes.

-Lo sé pero me asombran los precios.

-Este bebé va a tener todo lo que necesite cueste lo que cueste- me asegura.

-Ya estás empezando a hacerle un consentido- le critico riendo.

-No quiero que le falte de nada- sonríe.

Continuamos por los pasillos de las cunas y al igual que con el cochecito me enamoro de una nada más verla. No sé si es una cuna que se hace cama, si es de colecho o si es tipo nórdico, lo que sí sé es que quiero que mi bebé descanse en ella.

-Puedo imaginarme esta cuna en nuestra habitación- le digo a Edward tocando las cortinas de gasa blanca que caen sobre el colchón.

-Puedo imaginarme a nuestra hija durmiendo en ella- me responde de acuerdo conmigo.

-¿Niña?

-Ahí dentro llevas a nuestra hija Victoria y lo sabes- me asegura tocando mi abdomen.

-Nuestra hija Victoria- repito sonriente- me gusta como suena. ¿Qué pasa si es niño?

-Es niña- asegura dándome un beso.

Me río y niego.

-Aun no sabemos el sexo.

-Estoy seguro de que será una niña. Ahí dentro está Victoria, que tendrá el pelo oscuro, los maravillosos ojos marrones de su madre y será tan valiente y determinante como ella. Saldrá con mi gusto musical, por supuesto, pero todo lo demás será como tú.

Me limpio una lágrima emocionada.

-Me gustaría que tuviera tus ojos- discuto- y tu sonrisa. Que sea tan generosa como tú y por supuesto que suba con su papá al escenario.

-Oh Bella- dice ahora él emocionado.

Le beso compartiendo un momento así de íntimo y de importante.

-¿Nos la llevamos?- le digo mirando la cuna.

-Nos la llevamos- afirma sonriente.

Seguimos recorriendo la tienda y cuando salimos dejamos la cuna encargada así como la silla para el coche. Nos llevamos un móvil para la cuna y dos chupetes, uno de látex y otro de silicona.

Por la noche me desvelo a las tres de la mañana seguramente debido a que me quedé dormida a las diez y siento un deseo inmenso por el hombre que duerme a mi lado.

Retiro las sábanas revelando nuestros cuerpos completamente desnudos y toco su pene con el dedo índice.

Cuando está completamente levantado comienzo a darle placer con mi boca y cuando él se despierta todo toma un ritmo trepidante.

-¿Te gusta así?

-Más fuerte- le pido inclinada hacia abajo en la cama con su polla enterrada hasta el fondo en mi interior.

Su ritmo aumenta y nuestros cuerpos sudorosos chocan.

-Fóllame tú a mí- me pide saliendo de mi interior y tumbándose en la cama boca arriba.

Le monto sin problema y llevo sus manos a mis pechos.

Después estas se deslizan a mi abdomen y abarcan a nuestra hija mientras mis caderas buscan el placer de ambos.

Cuando ambos estamos a punto de corrernos él se incorpora sentándose en la cama sin salirse de mi interior.

-Guau- comenta parando el ritmo de mis caderas.

-¿Qué?- digo mirando sus manos en mi abdomen.

-No sabes lo increíble que se siente esto- me explica acariciándome.

Frunzo el ceño sin entenderle.

-Sentir la redondez de tu abdomen contra el mío mientras estoy dentro de ti, saber que esto que nos separa es nuestra hija es simplemente increíble- ríe.

Río con él retomando el ritmo y sus manos no abandonan a nuestra hija en ningún momento.

-Dios- digo cayendo sobre él tras nuestro orgasmo- siento haberte manchado pero ha sido tan bueno.

Él se ríe y pasa sus brazos por mi espalda girándonos en la cama con cuidado de no apoyar todo su peso en mí.

-Hacer eyacular a mi mujer siempre será un orgullo y nada por lo que sentirse avergonzado.

-Sí pero es que últimamente es cada vez y empiezo a cansarme de mojar las sábanas.

-Es lo más caliente que he visto jamás. Amo cuando te corres así.

Me río y le beso el cuello.

-¿Crees que es por el embarazo?

-¿La eyaculación?-

Asiento.

-No, creo que es porque soy muy bueno haciéndotelo- responde riendo.

Me uno a su risa y le beso.

-También siento haberte despertado pero… me apetecía- le digo encogiéndome de hombros.

-Puedes despertarme siempre que quieras sexo.

-Eres el mejor- le digo besándole y bajándome de su cadera.

.

A la mañana siguiente estamos haciendo las maletas para viajar a Londres esta misma tarde cuando mi teléfono suena con una videollamada.

-Hola Victoria- le digo doblando un vestido.

-Hola Bella- me responden dos voces y veo a Rosalie junto a Vic a través de la pantalla.

-¿A qué se debe una llamada tan pronto?

-A que no nos has dicho aun cómo quieres despedirte de tu soltería.

Me río y niego.

-Ya os dije que no quiero despedida de soltera.

-Ya pero algo hay que hacer.

-Es que no tengo tiempo-

-Pues vamos nosotras a Ibiza, sé que hay alguien que nos puede colar en Ushuaïa- propone Victoria.

Me río al ver como se refiere a Edward.

-Yo preferiría otro plan, uno donde pueda participar una embarazada- dice Rosalie.

En ese momento me doy cuenta de que además del tiempo, con un bebé en el vientre no puedo permitirme la despedida de soltera que propone Victoria.

-Yo también prefiero un plan tranquilo. Una cena o una comida estaría genial- les digo sentándome en la cama y acariciando mi tripa de forma distraída.

-Aburrida-

Rosalie y yo nos reímos cuando escuchamos el tono de queja de nuestra amiga.

-¿Qué finde no está Edward?-

-Está todos- le respondo.

-Mierda.

Está todos los findes en casa y sabiendo lo del bebé no va a separarse de mí.

Corto la llamada cuando mi novio sale del baño con una toalla en la cintura.

-¿Despedida de soltera?- pregunta sacando ropa de un cajón.

-Victoria quiere una gran fiesta pero ¿dónde voy yo con esto de fiesta?- me quejo señalando mi tripa- Rosalie también está embarazada y prefiere un plan más tranquilo así que creo que optaré por ello.

-¿Y les dirás que estamos esperando un bebé entonces?- pregunta con curiosidad mirándome.

-No creo que haga falta decir nada…

-¡Bella!- responde quejándose.

-No hará falta decir nada porque se me nota a simple vista- le indico terminando la frase.

Él sonríe complacido.

-¿Rosalie y tú estáis embarazadas del mismo tiempo?

-No- río- Rosalie está de cinco meses y yo solo de dos. Nunca se me pasó por la cabeza pensar que estaría embarazada al mismo tiempo que una de mis amigas, eso es cosa de películas.

-No estás de dos- discute vistiéndose.

Me río y niego.

-Mañana saldremos de dudas- aclaro- ¿Por qué tienes tanto ímpetu en que esté embarazada de más tiempo?

Él se encoge de hombros simplemente.

-Porque quiero que nazca ya, cuanto antes mejor.

Me río y niego.

-Pero es que Victoria aún es muy pequeñita- le digo.

-Lo sé- dice acercándose a mí- estás muy bien ahí dentro de mamá ¿eh?- le pregunta a mi vientre besándole- pero tengo ganas de que nazcas Victoria. Cuando estés aquí vamos a llevarte a conocer cada rincón mágico de esta isla donde mamá y yo nos conocimos y donde te hicimos a ti. Ya tienes tu habitación en la casa nueva y estoy deseando de que llenes ese espacio con tus sonidos de bebé.

-Edward- le digo emocionada.

Él se levanta y me abraza besándome el pelo.

-Es la niña más querida del mundo y aun no ha nacido- me asegura.

-Y tú eres el mejor padre del mundo. Te oigo hablar así con nuestra hija no nacida y me da tanta ternura y amor que me entran ganas de tener más hijos contigo.

-Es que va a haber más, Victoria no va a ser hija única. ¿Cuántos quieres darme? Porque yo quiero muchos, me gusta demasiado esto- indica señalando mi abdomen.

Me río y niego.

-Podríamos tener a Victoria, luego cuando cumpla un año podríamos buscar un hermano para ella, más tarde otro y otro y otro...-propone riendo.

-Ni hablar, no pienso dejar que me embaraces año sí año no.

Ahora es Edward el que suelta una carcajada.

-Entonces tal vez habría que apuntar bien y conseguir dos de una vez.

-¡Eso sí que no es negociable! ¿Dos bebés al mismo tiempo? No estoy dispuesta ni preparada.

-Podrías estar embarazada ahora mismo de dos bebés- me asegura- lo sabremos en unas horas.

-No me hace gracia eso- le digo.

Él se ríe y niega.

-Nunca se sabe pero ya sería mucha casualidad que te quedases embarazada sin querer porque el DIU está caducado y encima fuera de gemelos.

-Aquí solo hay una niña- le aseguro señalando mi tripa.

-Yo siento que solo hay una niña sí, pero seré feliz con todos los hijos que quieras darme- asegura besándome.

-De momento solo esta-

-Soy muy feliz con esta-

Sonrío y le beso retomando la tarea de hacer la maleta.

Nuestro vuelo sale a las 12 del medio día desde Ibiza por lo que tomamos un pequeño snack antes de embarcar.

Una vez sentados en el avión no encuentro una postura cómoda y me muevo demasiado.

-¿Tiene pinchos tu asiento?- pregunta riendo.

-Me molesta la espalda- le indico reajustando mi postura.

-Ven aquí- me indica abriendo su brazo para tumbarme sobre él.

El vuelo es tranquilo y cuando llegamos a Londres está lloviendo y el cielo es gris.

Voy al baño en cuanto ponemos un pie en tierra porque no me aguanto para hacer pis y cuando salgo Edward está esperándome frente a la puerta del baño de hombres.

-¿Qué pasa?- dice al ver mi cara.

-Estoy sangrando- le digo recordando el papel manchado que acabo de tirar por el váter.

.

.

.

Victoria ya se hace notar. Edward es el papá perfecto porque se preocupa mucho por sus chicas. De hecho está convencido de que Bella lleva embarazada más tiempo porque su abdomen está abultado, ¿estará en lo cierto?

Respecto al final del capítulo, ¿qué será ese sangrado? ¿Algo sin importancia o algún problema inesperado?

Esperando leer vuestras teorías en las reviews.

Publicaré fotos del capítulo en el grupo de Facebook, recordad que es Feeling the Reading: Bella Bradshaw.

¡Muchas gracias por leer y por darme el feedback que toda autora necesita para crear historias!