Flash forward…

Estamos en la casa de los Heeler. Los padres de Mackenzie se habían acordado con los Heeler para cenar juntos para celebrar el logro de sus hijos en la universidad, Bluey se graduó como escritora infantil y Mackenzie como psicólogo.

—Ahora nuestros muchachos tienen un campo laboral muy grande por delante —bromeó Chili.

Todos los que estaban presentes se rieron al oír el chiste que había hecho chili a los dos chicos. Durante la cena Mackenzie sintió que era el momento, la oportunidad de llamar la atención de todos los presentes en aquella reunión. Se levantó de su silla, caminando en dirección de Bluey, para estirarla. La Heeler confundida tomó su mano y se levantó de su lugar, entonces, comenzó a hablar.

—Bluey, desde que tengo 6 años te he conocido, y desde esa vez que jugamos por primera vez, entendí que sería una persona muy importa en vida, incluso cuando Winston nos hizo esa broma, era muy inmaduro para aceptar los sentimientos que siento por ti, pero ahora que han pasado los años y que formalizamos nuestra relación, en estos 5 años me he preguntado si tú quieres…

Bluey lo besó delante de todos, este lo tomó por sorpresa. Bluey al separarse de los labios de Mackenzie, sonrió y le dio su respuesta.

—¡Sí, Mackenzie!, ¡sí quiero ser tu esposa! —contestó Bluey.

—¡Gracias!, ¡gracias!, GRACIAS, BLUEY —celebró Mackenzie, que como reacción la abrazó dando vueltas con ella mientras que los dos reían.

Mackenzie dejó de dar vuelta para que dejara a Bluey en el suelo, pues no pudo creer que Bluey había aceptado ser su esposa. Mackenzie abrió la cajita que tenía consigo para ponerle el anillo a Bluey en su dedo para besarse delante de todos. Los presentes de la fiesta comenzaron a aplaudir.

Durante 3 meses los dos estuvieron planeando la boda, sin embargo, debía buscar a un juez o sacerdote que los pudiera casar, o eso era lo que ellos creían.

—¿Entonces, tú y Mack, aún no encuentran un juez para la ceremonia? —preguntó Indy.

—No, no sabemos a quién llamar, y Joff Bush ya no trabaja como juez ni DJ.

La Heeler agachó la cabeza con el semblante caído, todo parecía estar perdido, no había forma alguna de que se conociera a alguien que trabajara como sacerdote o juez en Brisbane.

—Yo conozco a alguien que es sacerdote y juez, él nos puede ayudar —reveló Coco un tanto sonrojada.

—¿Lo dices en serio coco? —preguntó Bluey asombrada.

—Sí, a él le dará mucho gusto casarlo.

—Bueno, no se diga más, el día de la boda vamos a contar con él para la ceremonia —dijo Honey levantándose de la mesa descendiendo su mano hecha un puño para ser atrapada por la que tenía libre.

Las chicas, después de seguir conversando acerca de los planes de la boda, Coco se comunicaba con aquella persona que conocía para que asistiera a la boda el día que se habría de realizar todo y más específicamente ella que debía estar para la ceremonia de la boda.

—¿Entonces…?

—Sí, Coco, decía que conocía a alguien, nos puede casar, entonces, podemos estar tranquilos en ese punto —dijo Bluey terminando por dejarse caer en el estómago del Border Collie.

—¡Ay! —chilló al sentir el peso de Bluey caerle en cima—, me da mucho gusto que tú y Coco estén bien después de pelear por este tonto.

—Oye, no te digas así, yo amo a este Border Collie que me enamoró desde el primer momento en el que lo vi.

—Je, je, je, bueno, está bien. Pero yo te amo más Heeler.

Los dos se miraron a los ojos para darse un beso en la boca, no podían creer que estaban a punto de casarse, pero, aun así. Esa noche sería la despedida de soltero de los dos, y sus amigos ya tenían todo planeado. Por parte de las amigas de Bluey todo era tranquilo y aburrido.

—¡¿Coco que ninguna de ustedes contrató un stripper?! —reclamó Chloe al ver que solo había juegos de mesas y unas botellas de vino tinto y blanco.

—Bueno, Bluey dijo que si veía un solo hombre en la fiesta nos mataría —dijo la Poodle viendo a su amiga que parecía darle rabia.

—Pues le salió mal, yo tengo un stripper a la puerta —sonrió de manera frenética.

—Qué bueno… espera, ¡¿qué?!

Todas tenían los ojos bien abiertos. Aunque el departamento de Honey era para 4 personas, Coco le había pedido a Bluey que fuera a la habitación de Honey, donde ella le daría un regalo, que terminaría mal: la puerta se abrió y de esta entre un labrador de pelaje oscuro, vestido de policía y llevando un antifaz, Bluey al verlo abrió los ojos como loca, estaba furiosa con sus amigas, ellas sabían que nada de stripper y le había desobedecido. El joven labrador hizo a sonar de su bocina Mr. Saxobaeth, y la Heeler lo atacó con tumbarlo al suelo, sin piedad le dio un puñetazo en el rostro, que quería nada con él. Los gemidos del Stripper se escuchaban por toda la casa. Las amigas de Bluey estaban impresionadas de escuchar al stripper gemir, pero de dolor, no eran gemidos de placer.

—Vaya, Bluey sí que tenía hambre, por eso nos prohibió traer Stripper.

—Esos gritos no son de gemidos, de placer, son de dolor —exclamó Chloe al salir corriendo hacia donde estaba Bluey.

Todas abrieron los ojos al escuchar lo que su amiga había dicho. No quería que su amiga fuera a la cárcel para asesinar a su Stripper. La dálmata al entrar vio que la Blue Heeler estaba asfixiando al labrador contra el suelo.

—Bluey, ¡no suelta a Jean-Luc!

Cuando Bluey escuchó que se trataba de su amigo, lo soltó, para darle una bofetada.

—¿Qué bajo has caído Jean-Luc?

—Lo siento, Bluey, nadie le dijo a Coco que nada de Strippers —confesó Chloe rascándose la nuca teniendo en su rostro una sonrisa nerviosa.

—Bueno, ya sabe, nada de hombres, y ahora quiero papás fritas —rabió Bluey al levantarse para caminar con dirección a la cocina.