Capítulo 28
* * * P.V.A * * *
A cada paso que doy y estoy más cerca de la casa de Genji, noto que me pongo más nerviosa. Tengo un mal presentimiento.
Desde el sábado él ha estado evitándome de todas las formas posibles, y cuando he logrado que me preste atención ha estado muy serio y frío, y no lo entiendo.
¿Qué le pasa? ¿Por qué está haciendo esto desde lo que ocurrió con esa gente en el bar? No entiendo absolutamente nada, y esa sensación de incomprensión hace que cada día me sienta más nerviosa e impotente, y si a eso le sumamos encima el miedo después de lo pasado, al saber que esa gente ha declarado la guerra directamente a Genji...
Me obligo a dejar la mente en blanco en cuanto llego ante la puerta de su casa, y tengo que inspirar con fuerza para calmarme antes de llamar, dándome cuenta de que estoy rezando porque me abra y a la vez porque no. No sé ni qué decirle, pero necesito que me hable.
Con sorpresa veo como me abre la puerta poco tiempo después. No ha salido de casa en todo el día, ya que no se ha engominado el pelo, y es algo imprescindible para él, y lleva puesta esa ropa oscura ancha que usa para estar en casa.
Su rostro rígido cuando me ve no augura nada bueno, pero me sorprendo cuando me dice de forma indiferente que pase, haciéndose a un lado para que entre. Enseguida soy yo la que le sigue a él para adentrarnos en el salón. Me quedo de pie en medio de la estancia, viendo como él coge su tabaco y se enciende un cigarro sin decir nada, casi ignorándome, lo que me hace tener valor para hablar primero con un tono en el que no puedo disimular la angustia.
-¿Qué pasa? ¿Por qué estás pasando de mí desde lo del bar, Genji?
-No estoy pasando de ti. He estado ocupado, y tú también.
-No mientas. –Digo con un quejido a modo de risa sin dejar de mirarlo fumar, antes de hablar de nuevo, yendo al grano. –Quiero ayudarte, no causarte problemas. No voy a hacer nada por mi cuenta, sé que esa gente es peligrosa, pero debes hacer algo o esto acabará mal, Genji; lo sabes. Lo haremos juntos, ¿vale?
-No. No haremos nada juntos. –Añade tajante, clavando sus ojos en los míos con una frialdad que me estremece. -Tienes que salir de todo esto antes de que se ponga feo, porque va a hacerlo. Tienes que alejarte de mí antes de que te hagan daño.
-¿Qué? No voy a separarme de ti porque las cosas se pongan jodidas. Estamos juntos para lo bueno y para lo malo.
Él guarda silencio tras mi comentario con un deje de reproche, y tras exhalar el humo con parsimonia, vuelve a hablar.
-Si no me dejas tú, te dejaré yo. No podemos estar juntos ya. Se acabó.
Siento como si me golpearan el pecho con un enorme mazo al escucharlo decir eso, y de esa manera, y mientras mi mente trata de buscar palabras él apaga el cigarro. Cuando soy capaz de pensar y salir del colapso, me acerco a él tratando de relajarme.
-¿Qué coño estás diciendo, Genji? ¿Quieres dejarme en serio por esa gente? ¡Tú mismo lo dices, esto no tiene que ver conmigo, además de qué servirá que nos separemos para que ellos paren! –Alzo la voz mientras me acerco a él, agarrándole del brazo para que me mire, pero sólo consigo que se deshaga de mí con algo de brusquedad.
-No te dejo por eso. No quiero estar contigo más, me he cansado de ti. Ya no te quiero.
Hago un gran esfuerzo por mantenerle la mirada y no venirme abajo al escuchar eso que, aunque sé que no es cierto, me afecta igualmente.
-Eso es mentira. Si me dejas no es por mí, es para que alejarme del asunto de la mafia, pero no valdrá de nada.
-Piensa lo que quieras, pero se acabó, Airi. No me busques más ni me llames ni vayas por el bar. Vete.
Empiezo a notar como mi ritmo cardíaco se acelera más y más hasta que me cuesta incluso respirar y mis ojos amenazan con llorar, aunque estoy tan colapsada mentalmente que no doy crédito, y ni siquiera puedo hacerlo. Va en serio totalmente, y yo cada vez más asustada y perdida.
-No te creo, Genji. Dime la verdad. Lo haces porque tienes miedo por mí, porque piensas seguir haciéndoles frente. Tú me quieres. –Susurro despacio mirándole, tratando de no derrumbarme al hablar, pero sus nuevas palabras cortantes y firmes me cortan como una espada.
-Si te quisiera no te estaría engañando con Theia. Ve al bar un día y verás que no miento –agrega ante mi cara de estupefacción, hablando de nuevo para rematarme-. Me la he tirado. Fue aquel día que te dije que discutí con ella porque volvió a entrarme. Te mentí, Airi. Al principio me resistí, pero después le seguí el rollo y acabamos follando. A fin de cuentas, soy un tío.
-Me estás mintiendo para que te deje. –Logro murmurar, aunque la voz se me quiebra. Él sin embargo sigue igual.
-No, ya te he dejado yo. Si no te lo crees pasa a verlo tú misma; Con la suerte que tienes igual nos pillas montándonoslo en el almacén. Vete a tu casa.
Me está mintiendo, tiene que estar haciéndolo, o eso es lo que me repito todo el rato como si fuera mi mantra, pero al verlo delante de mí con esa templanza e indiferencia me hace hasta dudar. No, claro que es una mentira, pero quiere hacerme daño para que me aleje, está claro.
A pesar de saber que es mentira me siento fatal y no puedo detener esta horrible sensación de ahogo que me invade, ni el dolor en el pecho al oírle decir todo eso, con esa inexpresividad; no puedo creerme que me esté dejando de verdad, ni que recurra a estas horribles artimañas. Esto tiene que ser una pesadilla.
-Genji, por favor, hablemos de esto y...
-¡Lárgate!
En cuanto me grita con aquella saña me quedo quieta y callada cual estatua, recordando que no es un sueño, es la realidad ocurriendo en este preciso instante en el que la verdad me golpea, y noto como las primeras lágrimas derraman de mis ojos quemándome intensamente.
-Está bien, suerte. –Logro susurrar sin perder la calma, vislumbrando a Genji dándome la espalda, volviendo a encender otro cigarro como si yo no estuviera.
Obligo a mis piernas a moverse y me dirijo a la salida, poniéndome los zapatos rápidamente para dirigirme a la puerta, y cuando agarro el pomo y abro, no puedo evitar volver la vista atrás para ver a Genji a lo lejos una última vez; la última vez… y es entonces cuando sintiendo que el mundo se me echa encima al preguntarme qué voy a hacer sin él, si se ha convertido en mi mundo.
* * P.V.G * *
Oigo como la puerta se cierra despacio a la vez que lanzo una bocanada de humo al aire, y me giro para encontrar la casa sola otra vez, igual de silenciosa que al comienzo, pero sin embargo ahora soy incapaz de aguantar este silencio.
Apago el cigarro casi entero y avanzo hasta la puerta de salida, sintiéndome mal como nunca antes, y en cuanto recuerdo la cara de Airi después de todo lo que he dicho siento un odio hacia mí desconocido, pero no es nada en cuanto me detengo en el hall a escuchar sonidos fuera.
Me acerco a la puerta hasta pegarme a ella, y escucho como un peso muerto cae al suelo, e inmediatamente después un llanto desgarrador, lleno de dolor y rabia que hace que mis ojos se humedezcan al instante.
No podré perdonarme el daño que le he causado, pero prefiero vivir con ello y que Airi pueda vivir su vida lejos del miedo y toda la mierda que rebosa en mi mundo, a que viva siempre con temor y discutiendo conmigo, hasta que un día me maten de un balazo o puedan matarla a ella. Pero, aunque esto sea lo mejor no puedo aliviar el dolor que oprime mi pecho y se intensifica a cada lamento de Airi tras la puerta. No sé como voy a olvidarme de ella, pero con que ella se olvide de mí es suficiente. Me lo merezco, yo tengo la culpa de esta situación desde el principio.
Escucho como Airi solloza mi nombre y dice que soy un idiota, y siento una rabia tan grande que no puedo contenerme, y tiro con saña las cosas que hay sobre uno de los muebles del vestíbulo, golpeando con el puño un espejo de la pared hasta romperlo.
Me detengo jadeante entre cristales rotos y varias cosas por los suelos, a la vez que la mano derecha me gotea sangre al haberme cortado, y de inmediato la tristeza toma el puesto de la furia y me apoyo contra la puerta, dejándome caer al suelo con desanimo mientras dejo que las lágrimas fluyan libres, cada vez con más ganas a cada sollozo que escucho al otro lado de la puerta y se clava en mí como un puñal.
