Lo prometido es deuda. Aprovechando que hoy es día de San Valentín, aquí les dejo el Penúltimo capítulo de Cruel Amor. Espero que la lectura sea de su agrado. Disfrútenlo :)
Capitulo 28: Nuestro destino...
Entreabrió los ojos completamente cansado, apenas si podía mantenerse despierto, pero lo hizo con gran esfuerzo.
Lo primero que pudo observar, fue el color blanco de la habitación en la que se encontraba. Un pequeño rayo de luz se colaba por lo que parecía ser una ventana. De inmediato, sintió que una oleada de dolor se extendió por todo su pecho. Intentó moverse, pero le resultó un tanto doloroso. Notó que del antebrazo en dónde tenía tatuada la marca tenebrosa, le habían colocado una vía que estaba conectada a lo que parecía ser suero y medicamentos.
Draco se llevó una mano a la intravenosa, pero tan pronto como lo hizo, una enfermera ingresó a toda prisa.
La mujer se acercó a él, revisando la vía atentamente, mientras realizaba un hechizo con su varita y apuntaba algo en una libreta.
-Es muy afortunado, señor Malfoy.-sonrió, al mismo tiempo que el chico continuaba un tanto aturdido y se llevaba una mano a la cabeza.-Logramos detener la hemorragia a tiempo, y pudimos extraer las balas sin causar más daño al tejido. Según el sanador a cargo, usted está respondiendo favorablemente a los medicamentos y encantamientos de sanación.
Draco se quedó sin decir nada por unos segundos, hasta que luego pareció reaccionar de aquel prolongado letargo. Poco a poco, iba recobrando la memoria.
-¿Dónde está Hermione?-fue lo primero que salió de sus labios. Preocupado, porque sólo tenía recuerdos vagos de lo que había sucedido antes de perder el conocimiento. Lo último que se le venía a la mente, era ver a Hermione llorando desesperadamente al lado de Potter, mientras él se desangraba.
Demonios, pensó llevándose una mano hacía su pecho, justo donde Astoria le había disparado.
-La señorita Granger está aquí. -le anunció la enfermera.-Le avisaré que usted ha despertado. Se quedó toda la noche y el día a su lado.
-¿Ella está bien?-continuó preguntando aún confundido y desorientado.
-Oh, por supuesto, que sí. La señorita Granger está perfectamente bien.-le respondió rápidamente.-Estuvo aquí todo el día, sólo salió hace unos minutos para hablar con el ministro Kingsley quien vino a darle actualizaciones sobre lo sucedido.
Draco asintió en silencio, intentando asimilar todo lo que había sucedido y en lo grave que había resultado ser toda esa situación. Pero antes de que pudiera pensar en otra cosa, Hermione ingresó por la puerta de la habitación, y tan pronto como lo vio, corrió a su lado.
El corazón del rubio se aceleró tan pronto como ambos cruzaron sus miradas, y no pudo evitar sentirse a salvo. Finalmente, ambos estaban a salvo.
Hermione besó brevemente sus labios, asegurándose de no abrazarlo demasiado por temor a lastimarlo, pero eso no le importó a Draco, quien se apoyó sobre sus codos y volvió a acercarla hacía él para continuar con aquel beso que tanto necesitaba.
La castaña acarició su rostro tiernamente, mientras Draco se deleitaba con la suavidad de sus labios. Ambos tuvieron que detenerse por la falta de oxígeno, y no pudieron evitar reírse sobre eso.
-No puedo creer que hayas despertado en el preciso instante en que salí de esta habitación.-le regañó Hermione con la voz entrecortada.
Draco sonrió en respuesta.
Se detuvo a observarla fijamente, recordando que la última vez que la había visto ella estaba al borde de las lágrimas y la desesperación. Aquello fue como un recordatorio de los terribles acontecimientos que habían sucedido, y todas las memorias del día anterior golpearon intempestivamente en su cabeza. Para su pesar, no pudo evitar recordar cada segundo de aquel traumático evento. Draco quería pensar que sólo había sido una maldita pesadilla, pero todo había sido real, y ver a Hermione a salvo frente a él, le hizo sentir un enorme alivio en su interior, sin embargo, la culpa comenzaba a invadirlo.
Dirigió su vista hacía el rostro de su novia, buscando cualquier daño que pudiera tener, pero lucía perfecta, sólo tenía unas heridas minúsculas en su mejilla izquierda, y llevaba el antebrazo derecho completamente vendado.
Draco sabía que el desenlace podía haber sido otro muy diferente a este.
-Lo lamento.-murmuró tan pronto como pudo.
Hermione lo observó un tanto confundida. ¿Por qué demonios se culpaba?, pensó sin poder imaginarse una respuesta, aunque podía sospecharlo.
-¿De qué hablas, Draco? No tienes nada que lamentar.-le aseguró esbozando una sonrisa y tomando su mano entre la suya.-Estoy bien, en serio, lo estoy.-continuó mientras alzaba su brazo vendado y pudo adivinar en lo que su novio pensaba.-Sólo necesité diez puntos de sutura, y el sanador se encargó de darme una poción para recuperarme de los efectos de la maldición Cruciatus.-le explicó de la manera menos traumática posible.-Tú te recuperarás muy pronto, dragón. Estoy feliz... No sabes lo feliz que me hace verte a salvo.
Draco bajó la cabeza.
-Yo también estoy feliz. Pero esto no tenía que ser así. Yo no pude protegerte, preciosa.-admitió sintiendo que su pecho dolía.
Hermione dejó salir un largo suspiro, mientras alzaba el rostro de su novio con ambas manos y lo observaba detenidamente.
-Todo eso ha terminado. No importa lo que haya sucedido en esa mansión. Estamos a salvo, Draco. Tú me salvaste, y no puedo estar más que agradecida de verte con vida.-empezó a decir mientras su visión se empañaba y su voz se entrecortaba.-Estuviste en coma durante varias horas... Perdiste demasiada sangre. Los doctores me dijeron que si hubieran dejado pasar un minuto más, habrías muerto, mi amor. Y eso es algo que jamás habría podido perdonarme.-le confesó al mismo tiempo que tibias lágrimas empezaban a resbalar por su mejilla.
Draco se sintió afortunado. Pero no afortunado de estar con vida, sino afortunado de que Hermione fuera suya. Ella siempre encontraba la manera de calmarlo en los momentos en los que él se sentía que la tempestad lo invadía, y sólo ella podía hacerlo. Nadie más, sólo Hermione.
De inmediato, él estiró su mano y limpió las lágrimas que caían por el rostro de su prometida, esbozando una sonrisa satisfecho.
-Gracias, preciosa.-sentenció al mismo tiempo que ella volvía a abrazarlo.- No llores, por favor, no puedo verte llorar. Tus lágrimas hacen que esto sea más difícil para mí.-le pidió al mismo tiempo que intentaba calmarla.- Tienes razón. Toda esta pesadilla, al fin se ha terminado. No sabes la impotencia que sentí tan pronto como me dijeron que esa demente te había secuestrado. Nunca antes había sentido tanto miedo.
La castaña asintió dándole la razón.
-Fue una maldita pesadilla, lo sé.-admitió intentando parecer más calmada de lo que en verdad se sentía. Hermione sabía perfectamente que todo ese caos había sido un completo infierno, pero no pensaría en ello. Por ahora, sólo quería disfrutar de la compañía del hombre que amaba.- Pero ya ha terminado. Estamos a salvo.
Ambos se sonrieron mutuamente, y luego de eso, Hermione se aseguró de revisar que la intravenosa que Draco llevaba en el dorso de su mano no se hubiera movido de lugar.
-Estoy bien, pequeña sabelotodo.-bromeó al mismo tiempo que ella volvía a sonreír.
-Estamos bien.-concluyó ella besando tiernamente su frente.
Al cabo de unos minutos, el Sanador a cargo de Draco ingresó a revisarlo y checar sus signos vitales. Pronunció varios encantamientos de curación sobre las lesiones del muchacho, y agregó un medicamento en su vía. Después de eso, le hizo beber una poción rehabilitadora, que Draco tragó espesamente, y Hermione no pudo evitar reír por la mueca que el rubio había hecho.
Draco rodó los ojos, y se bebió el resto de la poción sin ganas.
El sanador conversó con él por unos breves segundos, explicándole todo lo que le habían realizado, mientras se encontraba inconsciente en la sala de emergencias. Le indicó que debía guardar reposo y que se quedaría internado por seis días más en San Mungo, bajo observación.
-Lo sé.-murmuró Hermione, tan pronto como el sanador salió de la habitación.-Me hicieron beber la misma poción y sabía terrible.
-¿Terrible?-inquirió Draco asqueado.-Sabe espantoso.
Hermione volvió a reír, y no tardó en alcanzarle un vaso con agua.
-Pues tendrás que bebértela todos los días, para que sanes más rápido, dragón.-le respondió demandante.
-¿Y tú serás mi enfermera personal?-le preguntó Draco arqueando una ceja.
Ella se lo pensó por unos segundos, sólo para molestarlo.
-Por supuesto.-sentenció.-Siempre cuidaré de ti. Lo sabes.
Draco sonrió.
-Debo de ser el paciente más afortunado.-empezó a decir un tanto tentador.-Tú, siendo mi enfermera personal y dándome todos y cada uno de los cuidados que necesito.-finalizó con una sonrisa en el rostro.
Y Hermione se dio cuenta de ello.
-Eres terrible, Draco Malfoy.-le dijo rodando los ojos.-Pero me encanta.-añadió con complicidad.
Luego de eso, Hermione se sentó en la silla que estaba al lado de la camilla de su novio.
-¿Cómo está tu brazo? Hemos hablado todo este tiempo sobre mí, pero me olvidé por completo de tu brazo.-dijo un tanto arrepentido.
De inmediato, su novia lo calló con una cálida sonrisa.
-Ya te lo expliqué. Estoy perfectamente bien, dragón. Sólo fueron un par de suturas.-sentenció.-Sobreviviré.
Draco dejó salir una larga exhalación, y luego la observó.
-¿Qué es lo qué quería Kingsley?-preguntó de pronto.-¿Qué te dijo?
Hermione se tardó unos segundos en responder, y se quitó un mechón de cabello que caía traviesamente por su mejilla.
-Kingsley me comunicó que tan pronto como redujeron a Greengrass, la trasladaron a Azkaban, y es ahí donde permanecerá confinada hasta el día de su juicio. Aún no hay fecha exacta, pero nos enviarán una lechuza cuando hayan llegado a un acuerdo. Además, mencionó que nosotros al ser las víctimas, tendremos que subir al estrado a dar nuestras declaraciones.-le explicó de la mejor manera posible.-Daphne y Pansy también serán llamadas para que den su testimonio durante el juicio. Inclusive Theo también estará presente como testigo del acoso de aquella demente.
-Me alegra saber que ellas están bien.-respondió Draco un tanto pensativo y recordando el estado deplorable en el que había encontrado a Daphne.
-Sí. Es un alivio saber que Pansy esta bien. Y Daphne...-dijo Hermione con frustración.-Me siento tan mal por ella. Sólo Dios sabe las cosas que le hizo ese maldito mortífago.
La castaña tuvo que contener las lágrimas otra vez. Aquel evento traumático, definitivamente la había marcado de por vida, pero necesitaba lucir fuerte frente a él. No quería quebrarse, no aún. Pero aquello no pasó desapercibido por Draco, y tomó su mano entre la suya.
-Debí haber estado contigo. Debí haber hecho algo tan pronto como supe que esa psicópata había regresado a Londres. Es por mí, que tuviste que pasar por todo eso.
Hermione tomó su rostro entre sus manos.
-Draco, escúchame, ya hablamos sobre eso...-empezó a decirle otra vez.-Sé que fue una experiencia espantosa y que desearía olvidar, pero lograré superar todo esto a tu lado. Mientras estés conmigo, todo eso quedará en el pasado. Te lo prometo.-le dijo sabiendo que aún era muy pronto para asegurar que superaría todo eso.
Definitivamente, lo haría. Pero aún era demasiado pronto.
-No, Hermione, te prometo que seré yo quien se encargará de que todo esto quede enterrado.-admitió Draco sabiendo que tomaría tiempo, pero los dos lo lograrían.
Ambos esbozaron una suave sonrisa, y antes de que pudieran volver a besarse, alguien ingreso por la puerta interrumpiendo el romántico momento. De hecho, no fue una sola persona. Para el asombro de Draco, Theo, Luna, Narcissa, Pansy y Harry ingresaron a la habitación con globos y flores para él.
-¡Mírate! Pareciera como si nada te hubiera pasado, querido amigo. Eres invencible.-exclamó Theo al mismo tiempo que le daba un abrazo, y llevaba consigo un globo rosado con estrellitas y unicornios de colores, que decía un "RECUPÉRATE PRONTO" en mayúscula.-Lo siento, no tenían en color azul.
Todos empezaron a reír. Y aquello avivó el espíritu de Narcissa, quien tan pronto como vio a su hijo, corrió a abrazarlo con lágrimas en los ojos.
-Oh, Draco, hijo. Cuanto lo siento. Esto jamás debía de haberte pasado.-decía secándose las lágrimas.-¿Podrás perdonarme? Me siento tan culpable por todo esto.
-No te preocupes, mamá. Estoy bien. El sanador me dará de alta en seis días.-le indicó para alivio de su madre.
Y luego, la mujer se acercó a Hermione y le dio un fuerte abrazo.
-Perdóname, querida.-murmuró volviendo a llorar.-No sabes lo feliz que me hacer ver que ambos están a salvo de esa maldita desquiciada.
-Todo esta bien, señora Malfoy.-le respondió sonriendo.-Sólo me colocaron un par de puntos de sutura en el antebrazo.
La mujer esbozó una sonrisa, y luego volvió a llorar, siendo consolada por Hermione, quien le dijo que todo estaría bien y que la pesadilla ya había terminado.
Luego de eso, Pansy se acercó de pronto, y abrazó a la castaña fuertemente.
-Gracias a dios, capturaron a esa estúpida loca.-sentenció tan pronto como se separaron.-No sabes lo feliz que me hace verte a salvo a ti y a Draco. Cuanto lo siento, chicos. En serio, no sé qué mierda de seguridad tienen en ese ministerio, porque ese par de locos lograron ingresar sin ningún obstáculo. Pero es un alivio verlos juntos. Ugh, los quiero tanto.-sentenció acercándose para abrazar delicadamente a Draco.
-Gracias, Pansy.-respondió el rubio esbozando una sonrisa.-Nos alegra saber que también te encuentras bien.
Luego de ello, Luna abrazó a Hermione y se sintió feliz de ver a su amiga y a Draco con vida.
-Chicos, nos hicieron pasar horas de terror.-les anunció la rubia un tanto apenada.-Tan pronto como me enteré del secuestro, no pude evitar echarme a llorar, y si no fuera por Theo, tal vez habría ido junto a Harry y los aurores a la mansión de esos dementes.
Hermione se acercó a ella y volvió a abrazarla.
-Eso es tan tierno de tu parte, Luna.-le respondió agradecida.
Cuando se separaron, la rubia se acercó a Draco y cuidadosamente, sacó algo de una caja de regalo.
-Esto es un Wyverny.- se apresuró en decir, mientras colocaba una pequeña planta de color púrpura en la mesita que estaba al lado de la camilla.-Tiene propiedades curativas con su dueño. Sólo debes regarla tres veces por semana, y verás que te ayudará con tu recuperación, Draco.
El chico sonrió con curiosidad.
-Eso es muy amable de tu parte, Luna. Gracias por este regalo. Me encargaré de seguir todas las indicaciones y sé que me ayudará.-le contestó agradecido de que él y Hermione, tuvieran un grupo de amigos que, en verdad, se preocupaban por ellos. Y se sintió feliz de estar rodeados por toda las personas que más apreciaba en este mundo.
-Yo mismo escogí el color.-murmuró Theo, mientras colocaba un brazo sobre los hombros de Hermione.-Es un alivio verlos a salvo, chicos. Sé que jamás olvidaremos esto, pero aquí estamos por si nos necesitan.
-Siempre podrán contar con nosotros.-complementó Pansy con una sonrisa.
-En verdad, nunca imaginé que aquella loca tuviera la osadía de hacer de todo eso.-sentenció Theodore moviendo la cabeza.-Pero ahora esta dónde lo merece.
Desde un rincón, y luego de haber esperado pacientemente de que todos hubieran dicho sus palabras, Harry dio un paso al frente, y miró a Draco y después a Hermione.
La castaña no lo dudó ni un segundo más, y se acercó a Harry con una sonrisa, y el azabache no tardó en darle un fuerte y largo abrazo a su amiga.
-Gracias, Harry.-le susurró ella, sintiendo que los ojos se le empañaban de lágrimas.-Gracias por no permitir que me separaran de Draco.
-Todo ha terminado, Hermione.-le dijo tiernamente y sin soltarla.-Greengrass esta en Azkaban, ustedes están a salvo, y no se levantará ningún cargo en contra de Draco por el uso de la maldición Avada Kedavra.
De inmediato, todos empezaron a festejar y celebrar por aquel importante detalle.
-Gracias, muchacho. En verdad, serás un excelente auror.-le agradeció la señora Malfoy a Harry, dándole un abrazo también.
-No tiene nada que agradecerme.-sentenció Harry sonriendo suavemente.-Hermione es una hermana para mí, y pronto, Draco también será como un hermano.-finalizó en referencia a la boda.
Draco no pudo evitar sonreír, y con solo una mirada, ambos al fin habían hecho las paces.
-¡Es hora de festejar!-exclamó Theodore sacando un champagne que traía escondido bajo su abrigo.
Pansy abrió los ojos como dos resortes por la sorpresa, pero luego rió. Theodore siempre era el alma de la fiesta, inclusive en los hospitales.
El castaño se encargó de darle un vaso a todos los presentes, a excepción de Draco, quien sólo podía tomar agua.
-Brindo por mis amigos y por todas las personas aquí presentes. Brindo porque esta pesadilla al fin ha terminado, y brindo porque el amor triunfó sobre el odio.-sentenció.
-Eso sonó tan cursi para ti, Theo.-agregó Pansy riendo junto a los demás.-Pero apoyó absolutamente todo lo que dices, amigo.
Luego de disfrutar de la compañía de sus amigos, conversar, bromear y festejar por varias horas. La enfermera a cargo, les invitó a retirarse, puesto que el horario de visitas se había terminado, y además Draco necesitaba descansar.
El bullicioso grupo se despidió del rubio, y casi al final, Narcissa se acercó a Hermione, mientras otra enfermera entraba y se encargaba de colocar una medicina en la intravenosa de Draco.
-Espero que algún día puedas perdonarnos, querida.-le murmuró en referencia a ella y a Lucius.-Se que todo ha sido un verdadero infierno, y ni tú ni Draco se merecían esto. Me siento completamente culpable, Hermione. Sé que cometí un gran error. Mi esposo y yo no apoyamos a Draco, cuando más nos necesitaba.
-Señora Malfoy...
-No te preocupes, no tienes que decirme nada ahora.-sentenció Narcissa colocando una mano en su hombro.-Estoy feliz con su compromiso. Estoy feliz de que te vuelvas parte de nuestra familia. Mi hijo ha sabido escoger a una excelente jovencita a la que tomará como esposa. Estoy orgullosa de ambos.
Hermione esbozó una sonrisa, sintiendo una inmensa felicidad en su interior.
-¿Han decidido la fecha?-preguntó.
-Aún no, pero probablemente sea en un par de meses.-sentenció la castaña.
-Estaré tan feliz de ayudarlos. Será una gran fiesta, querida. Eso te lo puedo asegurar.-le dijo dándole un último abrazo.-Ahora, descansa.
Ambas se despidieron y Hermione retornó a la habitación en dónde se encontraba su novio.
Él empezó a parpadear, y una sonrisa se dibujó en sus labios tan pronto como la vio.
-No te vayas, preciosa.-le pidió extendiendo su mano hacia ella.
Draco comenzaba a sentir los efectos de la medicina, no quería dormirse, pero sentía que no podía mantenerse despierto ni un segundo más.
-Por supuesto que no me iré, dragón.-respondió Hermione acercándose a él y tomando su mano entre la suya.-Jamás me iré. Me quedaré aquí, y pasaré todas estas noches a tu lado. Ahora, duerme y descansa. Ha sido una larga tarde. No iré a ningún lado.-le aseguró mientras sus ojos miel se encontraban con los grises de Draco.
-Eres tan hermosa...-dijo apenas despierto, y luego cerró los ojos, cayendo en un profundo sueño.
Es lo mejor, pensó ella sonriendo dulcemente, y le dio un tierno beso en los labios.
-Te amo tanto, Draco.-susurró mientras apagaba la pequeña lamparita, y volvía al sillón donde acompañaría a su futuro esposo por el resto de los días.
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Los días pasaron tan rápido que se convirtieron en semanas. Las hojas de los árboles, terminaron por marchitarse completamente, y con ello un manto de nieve helada que superaba el metro de altura cubrió todas y cada una de las calles de Londres.
Draco no había demorado demasiado en recuperarse en cuanto salió del hospital. De hecho, su rehabilitación fue bastante rápida, tal y como les había prometido el Sanador.
El antebrazo de Hermione también había sanado, y era curioso, pero el día en que le sacaron los puntos de la sutura, ambos notaron que la cicatriz que había dejado la daga de Astoria, cubría y eliminaba perfectamente la palabra "Sangre Sucia", aquella infame marca que Bellatrix le había hecho años atrás. Por extraño que pareciera, la nueva cicatriz era un poco pequeña, y todo rastro de la despreciable palabra había desaparecido.
Para alivio de los dos, las situaciones desagradables iban quedando atrás, y continuaron creando nuevas memorias.
Draco amaba el hogar que había formado con su novia en aquel penthouse en el centro de Londres. Había días en los que Hermione cocinaba las mejores recetas muggle que Draco hubiera probado jamás, y otros días, simplemente, ordenaban comida rápida y se tendían en la sala junto a Crookshanks para ver una película en la enorme televisión que el rubio había comprado. Para él, la tecnología muggle era fascinante, y no podía creer que se hubiera estado perdiendo de todo eso por tantos años. Poco a poco, volvían a la rutina, disfrutando de su noviazgo, y con ello también retomaron las clases en la universidad mágica.
Todo empezaba a ordenarse una vez más. Sin embargo, luego de dos meses sin pensar en ello, dos meses en los que empezaron sanar física y mentalmente. La realidad tocó a su puerta, y había una última cosa más con la que ambos tenían que lidiar. Aquello sería lo último de aquel abominable problema llamado "Astoria Greengrass", después de ello, finalmente el caso quedaría cerrado.
El juicio había sido rápido, durando casi una semana. Las pruebas contra la acusada eran inminentes y su defensa lo sabía.
Día tras día, todos los implicados habían tenido que asistir a Azkaban en dónde se había decidido llevar a cabo la sesión. Aquella fría y gélida prisión que era custodiada por cientos de dementores, y que hacían que Hermione se sintiera más triste de lo normal, Draco sabía que era por los efectos de esas criaturas, porque él sentía lo mismo cada día que asistían.
Todos y cada uno de los presentes, fueron llamados al estrado para que dieran su testimonio y contaran todo lo que suscitó aquel infame secuestro e intento de asesinato provocado por Astoria Greengrass y el mortífago Marcus Wilkes en la mansión Greengrass y en el ministerio de magia.
Primero subieron los testigos de menor relevancia como Narcissa Malfoy explicando lo que conllevaba el contrato matrimonial al que había sometido a su hijo años atrás y el acuerdo al que había llegado con la familia Greengrass, luego Theodore Nott testificó y relató las cosas que había observado durante todos esos años como amigo de Draco y Hermione, dando fé de todos los actos cometidos por Astoria y el constante acoso que sucedía desde que estaban en Hogwarts.
Los padres de Astoria Greengrass también estuvieron presentes durante todo lo que duró el juicio, pero prefirieron no subir al estrado y no dijeron ni una sola palabra.
Al tercer día, Pansy Parkinson fue llamada a dar su testimonio frente al jurado, y luego de que relatara lo que le hizo Astoria Greengrass, le siguieron al estrado todos los aurores que habían participado en la misión, incluidos Kingsley el ministro, y por último Harry, quien dio cada detalle de aquel fatídico día.
Finalmente, el penúltimo día de aquel exhaustivo juicio, Daphne Greengrass dio su declaración en calidad de víctima, y aún se encontraba afectada por todo lo que había vivido en manos de su propia hermana y del mortífago Marcus. Cada testimonio era más aborrecible y despreciable que el anterior, y sólo hacía que la sala se llenara de indignación.
Hermione no tardó en ser llamada por el juez, y para su pesar, tuvo que volver a relatar toda la pesadilla que había vivido aquel día, desde el secuestro en el ministerio hasta el ataque en la mansión Greengrass, todos los crucios a los que había sido sometida por parte del mortífago, y como Astoria había apuñalado su antebrazo, luego de atacarla.
Draco tuvo que mantenerse en su sitio con ambos puños apretados escuchando el espantoso testimonio de Hermione. Él había hablado con la castaña sobre ese espantoso día, pero habían detalles que ella había preferido guardarse, y para no preocupar a Draco, prefirió omitirlos. Sin embargo, en el estrado decidió revelar todo ante el juez, mencionando la cantidad exacta de cruciatus que había recibido, las cosas que Astoria le había dicho y como había enloquecido tan pronto como vio el anillo de compromiso en su mano, lo que llevó a que la apuñalara.
Hermione retuvo las lágrimas y decidió enterrarlas en lo profundo de su corazón, no le daría el gusto de que Astoria la viera llorar. Como una buena gryffindor explicó con valentía cada detalle y pidió justicia para ella, para su prometido, para Daphne y para todos los afectados por aquella psicópata.
Durante los primeros días, Astoria no había hecho acto de presencia por su propia seguridad, puesto que había intentado cometer suicidio en varias ocasiones en su celda, pero los últimos días, sí estuvo presente para que escuchara el daño que le había ocasionado a sus víctimas. La trajeron esposada, con cadenas tanto en las muñecas como en sus tobillos. Su rostro casi siempre estaba cubierto por su enmarañado cabello azabache, y destilaba odio con su mirada.
El último en subir al estrado fue Draco. Subió, y mientras enumeraba cada una de las cosas que aquella demente le había hecho a él, la observaba con rabia. Si las miradas mataran, Astoria ya estaría muerta. La desquiciada chica esbozaba una sonrisa enferma, pero tan pronto como Draco mencionó la palabra "prometida", en referencia a Hermione y todo lo que aquella loca le había hecho, la azabache cambió la sonrisa por una expresión llena de ira y asco.
A pesar de que claramente, Astoria Greengrass tenía una enfermedad mental, eso no le quitaba la responsabilidad de sus actos.
De pronto, todos se pusieron de pie para escuchar la sentencia dictada por el juez, y el esperado momento, al fin había llegado.
-El jurado presente ha decidido que la acusada Astoria Greengrass, será condenada a veinte años de prisión en Azkaban. Diez años por el intento de asesinato en contra del señor Draco Lucius Malfoy, ocho años por el secuestro y tortura de la señorita Hermione Jean Granger y de la señorita Daphne Greengrass, y un adicional de dos años por aliarse con un mortífago convicto. Después de haber cumplido su sentencia en esta prisión, será transferida y recluida de por vida en el Hospital Psiquiátrico de Saint Patrick, en dónde permanecerá internada en el área de pacientes altamente peligrosos. Dicho esto, doy por cerrado el caso Greengrass.-sentenció el juez haciendo sonar su mazo y dando por concluida la sesión.
En ese preciso instante, Astoria comenzó a gritar como una auténtica lunática. Decía cosas sin sentido, y mencionaba el nombre de Draco, jurando venganza y maldiciéndolo, y llamándose a sí misma estúpida, por no haber asesinado Malfoy y a la sangre sucia cuando tuvo la oportunidad.
-¡Por el amor de dios, que alguien le coloque un encantamiento silenciador!-ordenó Mcgonagall, quien también había estado presente y apoyando a sus ex alumnos durante todo el proceso.
Los guardias la tomaron por los hombros, haciendo caso a las órdenes de la directora de Hogwarts, y se llevaron a la prisionera de vuelta a su fría celda en Azkaban.
Hermione se quedó observando a Greengrass por una última vez, la desquiciada mujer continuaba forcejeando con los guardias, y en ese momento, se preguntó si podía enloquecer por amor, tal cual lo había hecho Astoria, aunque para la azabache aquello nunca había sido amor, sólo había sido una repugnante obsesión.
La castaña prefirió no seguir pensando en eso, y simplemente, sintió una gran satisfacción al saber que aquella mujer estaría encerrada de por vida, y nunca más volvería a verla.
-Todo ha terminado.-le susurró Draco abrazándola y mirándola a los ojos.
-Lo sé. Al fin, se ha acabado.-respondió mientras notaba que sus amigos venían en su dirección.
Theo abrazó a ambos chicos, y luego Luna hizo lo mismo.
-Salgamos de aquí.-sentenció Theodore con una enorme sonrisa en el rostro.-Todos están invitados a una gran fiesta en el penthouse de Draco.
El rubio no pudo evitar reír, y a Hermione no le quedó de otra más que aceptar. En verdad, todo eso había terminado y que mejor que celebrarlo con la gente que más querían y apreciaban.
-Suena tentador.-respondió Pansy, al mismo tiempo que le daba un gran abrazo a Hermione.-Fuiste muy valiente. Eso no fue nada fácil.
Hermione asintió en silencio. Y le agradeció por sus palabras.
-Se terminó.-agregó Luna acercándose a ellas.
-Entonces, ¿Qué estamos esperando? Vamos a festejar.-dijo Pansy divertida, mientras Theo le daba la razón.
-Bien dicho, Pans.-contestó feliz.-¡Es tiempo de celebrar!
Todos empezaron a desaparecerse con destino al apartamento de Draco y Hermione, pero antes de dejar Azkaban, la castaña sentía que había una última cosa que le quedaba por hacer.
Casi todos los presentes ya se habían retirado, pero tan pronto como pudo, Hermione alcanzó a una persona que había sufrido inclusive más que ella.
-Daphne.-murmuró la castaña.
-Hermione.-exclamó ella sorprendida.
Al parecer, la rubia se estaba secando las lágrimas y Hermione no tardó en abrazarla.
-Lamento todo esto. Sé que fue una tortura, y que nada podrá remediar lo que pasamos esa noche en la mansión de tus padres, pero quiero que sepas que si necesitas algo, lo que sea, puedes contar conmigo. Siempre tendrás a una amiga en mí.-le prometió sabiendo que aquella chica necesitaría bastante terapia y el apoyo de sus padres y familiares.
Daphne volvió a llorar.
-Gracias, Hermione. Muchas gracias por ser tan buena conmigo.-sentenció sin poder evitar derramar más lágrimas. Se veía tan frágil, que la castaña sintió demasiada pena por ella, y volvió a abrazarla.
-Te veré pronto, ¿sí?-le dijo al mismo tiempo que Draco esperaba por Hermione.
-Sí.-respondió Daphne sonriendo un tanto abatida.-Por cierto, felicidades por tu compromiso. Sé que tú y Draco serán muy felices.
Ambas se despidieron. Daphne volvió de regreso con sus padres, quienes no le dirigieron ninguna palabra ni mirada a Hermione ni a Draco, y la familia desapareció tan pronto como pudo de ahí.
-Eres una buena persona, preciosa. Siempre lo he dicho y lo volveré a repetir. Tú siempre fuiste y será mejor que yo.-sentenció colocando un brazo alrededor de los hombros de su prometida, y juntos se desaparecieron con destino a casa, para nunca más volver a pisar la prisión de Azkaban.
Un capítulo más en la vida de ambos, acababa de terminar, y no podían estar más felices por ello.
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Hermione abrió la pequeña ventana que había en la acogedora sala, y se sentó en el alfeizar observando el hermoso paisaje frente a sus ojos. Una cadena de montañas se extendía por toda la cordillera, rodeadas de nieve y del clima frío, que caracterizaba esa zona.
De inmediato, sacó un pequeño libro que llevaba leyendo desde hacía varios días y que la tenía intrigada. Disfrutaba de la lectura, le apasionaban los libros, pero sobre todo amaba las novelas románticas. Al cabo de unas horas, continuó perdida en las páginas de aquel libro, y ni si quiera escuchó cuando Draco, se acercó a la chimenea para avivar el fuego.
Ambos habían decidido irse por tres semanas a la cabaña que los padres de Hermione poseían en la zona montañosa de Escocia, y en donde la pareja podría tomarse unos días para ellos dos, descansar de la ciudad, de los estudios, poder sanar heridas internas y disfrutar de la naturaleza. La castaña adoraba ese lugar desde que era tan sólo una pequeña niña, y siempre solía pasar ciertas temporadas con sus padres ahí.
-¿Qué estás leyendo?-le preguntó Draco tomando asiento en un sillón y observando a su prometida con curiosidad.
Hermione alzó su rostro hacía él.
-Una novela romántica.-contestó sonriendo.
-Pues, esa novela esta quitándome el tiempo que deseo pasar con mi futura esposa.-le dijo en broma.
Hermione rodó los ojos, y luego hizo un ademán con su mano.
-Oh, vamos. Eso no es verdad.-protestó desde la ventana.
Draco río.
-Lo sé, sólo me gusta tomarte el pelo de vez en cuando.
Hermione simplemente negó con la cabeza. Sabía que aquellos hábitos no morían fácilmente.
El rubio se puso de pie y se sentó a su lado.
-¿Cuál es el nombre del libro?-le preguntó con curiosidad.
Ella sonrió.
-Se llama "Cuando los lobos descienden".-le respondió un tanto entusiasmada.-Trata sobre un chico que carga con una maldición que lo transforma en lobo y se enamora de una muchacha en la Inglaterra del siglo dieciocho. Su amor es imposible, pero están destinados a estar juntos. Es demasiado romántico. A veces, imagino que somos tu y yo.-dijo riendo y cerrando el libro.-Amo esta historia.
Draco volvió a sonreír.
-No sé si me gustaría convertirme en lobo. Pero por ti, preciosa, lo haría.-dio por sentando.
-Tal vez lo fuimos en nuestras vidas pasadas.-bromeó ella, y ambos empezaron a reír.
Luego de eso, Hermione se encargó de preparar una deliciosa cena que ambos disfrutaron al atardecer, y continuaron conversando sobre cosas banales y haciendo que la velada fuera tranquila.
-Extraño a Crookshanks.-comentó ella de pronto.
-¿Pero si apenas hemos llegado ayer?
La castaña esbozó una tierna sonrisa.
-Pues, lo extraño. Es mi bebé.-le aclaró llevándose un cucharada de helado con sabor a menta y chispas de chocolate.
Draco dejó salir un suspiro.
-Debo admitir que yo también lo hago.-aceptó él, sabiendo que aquel gato se había ganado su cariño desde el primer día en que lo había conocido. Era como si el animal hubiera sabido que se quedaría al lado de Hermione y vivirían juntos.-Pero sé que tus padres cuidarán muy bien de él hasta que volvamos.
-Oh, sí. Eso tenlo por seguro.-respondió ella sonriendo.
Los dos se miraron por unos segundos, y no pudieron evitar sentirse completamente felices con las cosas más simples de la vida.
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Cuando llegó la noche, Draco se aseguró de traer más leña que tenían apiñada a las afueras de la cabaña. Había empezado a nevar rápidamente, y probablemente pronto tendrían metros de nieve congelada alrededor del acogedor hogar.
-Déjame ayudarte.-exclamó Hermione tan pronto como lo vio haciendo un esfuerzo al traer los leños.
-Estoy bien. Ya han pasado tres meses, amor.-le aseguró Draco sintiéndose en perfectas condiciones.-Las heridas han sanado por completo. Pero adoro cuando haces eso.
-¿Hacer qué?-preguntó Hermione con falsa inocencia y sabiendo a lo que se refería.
Draco también lo sabía.
-Preocuparte por mí.
Ella le abrió la puerta para que pudiera ingresar con los leños en sus brazos, y tan pronto como los puso en la chimenea, Hermione lo rodeó por detrás.
-Ya te lo he dicho... Jamás dejaré de preocuparme por ti.-le dijo al mismo tiempo que se separaba de él para colocar una alfombra aterciopelada, sobre el suelo frente a la chimenea.
Hermione se sentó sobre la alfombra, y con sus manos acarició el suave y acogedor material del que estaba hecha, y Draco no tardó en unirse a su lado.
Ambos veían las llamas del fuego mecerse frente a sus ojos.
-Antes de que partiéramos a Escocia, mi madre me entregó una carta de Lucius.-murmuró Draco sin quitar su vista del fuego.-Él lamenta todo lo sucedido, y nos pide perdón a ambos.-le comentaba un tanto reflexivo.-Inclusive nos dio su bendición para la boda.
Hermione sonrió de lado.
-Me alegra escuchar eso.-le dijo colocando una mano en su hombro.
Draco se tomó unos segundos antes de responder, hasta que finalmente lo hizo.
-Siento que es muy pronto para perdonarlo.
-Draco, creo que tus padres ya han pasado por tanto. Sobre todo, Lucius. Aún sigue en Azkaban y no saldrá hasta dentro de otros cinco años.-le recalcó imaginándose las terribles condiciones en las que el hombre podía estar.
-Lo sé, Hermione. Pero si él no me hubiera comprometido con aquella demente, tú estarías a salvo.
-Pero estoy a salvo.-le replicó tan pronto como pudo.
Draco era consciente de ello, pero no podía evitar sentirse culpable por la tortura a la que su novia había sido sometida. Hermione le decía que estaba bien, y así parecía estarlo la mayor parte de los días, pero por las noches la castaña lidiaba con unas pesadillas que la levantaban llorando y él se apresuraba en consolarla.
Hermione lo sabía.
-Esto no es culpa de nadie.-sentenció calmando a su novio.-Esto sólo es culpa de esa psicópata. Ella está en dónde lo merece. No tenemos que preocuparnos nunca más.
-Es que tuve tanto miedo de perderte, Hermione. Jamás en mi vida había sentido algo así.-le confesó llevándose una mano al pecho, justo donde estaban las marcas de los disparos.-Eres todo lo que tengo en esta vida, y no puedo concebir un mundo sin ti... Yo... yo le dije a Potter que acabara conmigo, si algo llegaba a sucederte.-le confesó dejando a Hermione atónita.
En ese momento, una lágrima resbaló por la mejilla de la castaña e intentó limpiarla rápidamente. Tenía demasiadas emociones encontradas.
-Yo también sentí mucho miedo.-le confesó ella de pronto, al mismo tiempo que su novio la observaba detenidamente y en silencio.
Tan pronto como aquellas palabras habían escapado de sus labios, Hermione sintió que una aguja se había clavado en su corazón.
-Pero no por el secuestro, ni por lo que Astoria pudiera hacerme...-le explicó sintiéndose vulnerable, pero dispuesta a confesarle lo que ella también había sentido.- Yo sentí miedo cuando creí que iba a perderte.-le dijo sin poder retener las lágrimas y sintiendo que finalmente, podía soltar todo lo que llevaba reprimido en su interior.- Creo que ya lo sabes, pero... yo tampoco puedo imaginar un mundo sin ti. No puedo imaginar mi vida sin ti. Y se lo hice saber a Harry cuando escapamos de la mansión.
Draco se quedó absorto por unos segundos, sintiéndose dichoso, al igual que muchas veces se había sentido en su vida desde que Hermione había llegado a él, pero en esta ocasión sentía que aquello había sido mucho más profundo, y sabía perfectamente que ella estaba intentando mantenerse fuerte por él.
Ambos le habían dicho exactamente lo mismo a Potter. Y nuevamente, sentía que aquello de las almas gemelas, por cursi o patético que sonara, era real. Al menos, para ellos lo era. Hermione era su complemento perfecto, y sabía que ella era única.
-No sabes cuánto te amo, preciosa.-respondió el rubio perdiéndose en esa preciosa mirada miel que tanto adoraba.
Ambos juntaron sus labios, y lo que comenzó como un beso suave y romántico frente a la chimenea, evolucionó en uno más apasionado. Al punto que Draco no tardó en quitarle su suéter a la castaña, empezando a sentirse invadido por el deseo y dejándola únicamente en brassier. La vista era espectacular ante sus ojos, pero algo más llamó su atención.
Hermione esbozó una sonrisa libidinosa, y antes de que pudiera decir algo, el rubio tomó su brazo en dónde estaba la cicatriz de aquel evento desafortunado, y dejó un camino de cálidos besos sobre la piel afectada.
-Gracias, mi amor.-sentenció Hermione acercando sus labios nuevamente hacía los de él, y deleitando a Draco con ello. Lo besó cálidamente, e introdujo su traviesa lengua, penetrando la boca de su novio y saboreando sus labios con pasión. Aquello fue suficiente para que él decidiera cual sería su siguiente movimiento. El cuerpo de Hermione era perfecto, y no veía las horas de quitarle absolutamente todas las prendas de ropa que llevaba encima.
La chica se deshizo de su brassier sutilmente, y Draco no pudo evitar perderse entre sus pechos, asegurándose de besarlos, saborearlos y probar sus duros pezones.
-No hay prisa, dragón.-le dijo ella sonriendo, pero fue incapaz de poder resistirse a la forma en la que él succionaba sus senos.-Demonios, adoro cuando haces eso.-gimió arqueando la espalda.
-Y nos espera una larga noche, hermosa.-sentenció Draco relamiéndose los labios con una sonrisa lasciva al verla tan excitada como él.-Me aseguraré de que sea perfecta.
-Siempre lo es.-le dijo Hermione quitando unos cabellos platinados que caían desordenadamente por la frente del rubio, y sintió una emoción en el pecho, tan pronto como recordó que la boda sería en tres meses.-Contigo todo es perfecto, dragón.
Ambos se miraron por unos segundos, y sin perder un solo minuto más, Draco la atrapó entre sus brazos, ella era tan liviana bajo su cuerpo, que fue maravilloso, y se embriagó con la esencia de su novia. Aquello fue suficiente para que decidiera que le haría el amor durante toda la noche.
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Gracias por leer. No olviden dejar un review si la lectura fue de su agrado, y por favor díganme que tal les pareció. Toda crítica es bien recibida, puesto que me ayuda a mejorar mi escritura. Espero no haberlos decepcionado, ni aburrido :)
No puedo creer que vaya a escribir esto, pero la próxima actualización será la última de Cruel Amor! Finalmente, se acerca el gran final. Gracias a todos ustedes por haberme leído. Significa mucho para mí.
Spoiler de lo que se viene en el ÚLTIMO CAPÍTULO: Boda, luna de miel y lemon! :)
Próximamente: Capítulo Final.
