Hola, hola, cuanto tiempo sin pasarme por aquí, lo siento tenía pensado publicar mucho tiempo antes, pero las ocupaciones de la vida me lo habían impedido. Espero estén muy bien.
Ojalá les guste este nuevo fic que es continuación de "Pan y circo".
Me disculpo de antemano por las faltas de ortografía que seguro habrá y como siempre nos leemos al final del capítulo.
Sin más por el momento, que disfruten la lectura.
Capítulo 1:
.
Ranma
El bosque permanece en silencio, lo único que puedo escuchar es mi propia respiración y hasta cierto grado los latidos acelerados de mi corazón. Mi vista se pierde en los destellos de los rayos del sol que parecen joyas sobre el agua del lago, me distraigo por segundos cuando el vaho de mi respiración hace volutas blanquecinas frente a mis ojos, siento el frío en la punta de la nariz y en el rostro. Un azor pasa sobrevolando la superficie del lago, como si jugara con su reflejo y yo, daría lo que fuera por ser como esa ave, libre.
Mis pies empiezan a hormiguear, necesito ponerme de pie, he estado en cuclillas demasiado tiempo, pero es que tuve que poner mi cabeza entre mis rodillas para poder tranquilizarme luego del maldito ataque de pánico, porque solo así, perdido en mis pensamientos y viendo la naturaleza y la nieve acumulada ha sido la única manera de controlar mi agitado corazón, cuando creí ver a Picolet sonriéndome siniestramente detrás de los árboles que han empezado a acumular en sus ramas la poca nieve que ha caído durante la noche.
Mi madre me ha dicho que es estrés postraumático, yo digo que es una mierda que aun después de haber sobrevivido a los juegos tenga que pasar por las pesadillas y estos malditos episodios en los que vuelvo a sentirme en los juegos, dentro de esa maldita arena. Mi madre no sabe nada, no tiene ni idea, nadie sabe lo que me pasa y espero que nunca lo sepan. Mucho menos Akane.
Escucho la nieve crujir debajo de sus botas, aunque es sumamente silenciosa la nieve la delata. Intento sonreír, pero el solo pensar en que día es hoy, hace que mi rostro se endurezca y cualquier atisbo de sonrisa desaparezca en una mueca áspera.
-No creo que consigas muchas presas estando ahí, no es como si los pocos animales que no están hibernando fueran a venir voluntariamente frente a ti.
Me aclaro la garganta antes de hablar. – Lo sé, es solo que… - dejo la frase sin concluir, porque en realidad no he venido a cazar el día de hoy, vine porque necesitaba respirar y estar solo con mis pensamientos, aunque sé que su familia lo necesita. Siempre podría darle dinero, pero sé que a ella no le agradaría en lo más mínimo, ya fue bastante difícil convencerla de aceptar mis presas. No es como si yo las necesitara luego de convertirme en vencedor.
Además, tontamente olvide que hoy es domingo, el día que nos vemos para cazar, el único día que ella tiene libre desde que cumplió los 18, se graduó de la escuela y empezó a trabajar en uno de los únicos dos restaurantes del distrito, el de los Daimonji, el padre de Sentaro el amigo de Akane. El otro es más bien una especie de puesto de comida de dudosa procedencia, el de Sae la grasienta.
-Todo estará bien Ran-chan, solo… ella estará contigo ¿no? – la escucho chasquear la lengua, - no estarás solo en esto. Y cuando vuelvas si lo decides, sabes que estaré aquí para ti, te esperare el tiempo que sea necesario.
Guardo silencio porque desde que todo paso y ella se sinceró completamente conmigo, hace esta clase de comentarios y yo simplemente no sé qué decir, me incomoda profundamente. Ella guarda la esperanza de que cumpla la promesa de nuestros padres, pero yo nunca podré cumplirla, nunca me casare y menos con Ukyo. Siento un estúpido nudo en la garganta porque recuerdo que nunca, jamás podre estar con nadie más, porque mi destino esta trazado ya y no merezco el amor de nadie, porque estoy pagando con creces mi truquito de las bayas o así es como lo llamo el presidente Hapossai.
Siento su suave toque en el hombro y cientos de recuerdos que más parecieran pesadillas explotan en mi mente. Me pongo de pie, alerta como un animal acorralado, apartándome de su mano como si quemara, no sé qué es lo que ella ve en mis ojos ya que solo puedo ver la sorpresa en su cara.
-Vi algunas codornices por el camino a la veta. – dice simplemente mientras camina dándome la espalda, esperando que la siga y lo hago.
Caminamos en silencio por varios minutos hasta que la veo empezar a marchar con más precaución aun, empezando a agacharse mientras camina hasta quedar detrás de unos arbustos, me mira unos segundos señalándome con la mirada el sitio y coge una piedra para después lanzarla, las codornices vuelan asustadas y yo lanzo al instante tres cuchillos, uno detrás del otro dando en el blanco.
-Esta hará un buen caldo, - dice ella sonriendo y guardando el ave en un saco de tela, yo intento contestar su gesto de la misma manera, pero simplemente no puedo. Me es imposible sonreír. – Estas más callado que de costumbre ¿estás bien?
-Sí estoy bien, no te preocupes, simplemente es… no me gusta mucho el Capitolio sabes, demasiados fenómenos andando por ahí supongo.
- ¿Ya cuantas veces has ido desde que… ganaste los juegos? – pregunta cómo no queriendo la cosa.
-Demasiadas. Pero insisto, estoy bien, no debes preocuparte por mi Ukyo.
Ella se acerca a mi después de haber recogido las tres aves mirándome fijo con sus grandes ojos azules. - Vamos, acaso crees que engañas a tu "prima" tan fácilmente. - Dice ella poniendo los ojos en blanco mientras me entrega los cuchillos y yo los coloco en las fundas de mi cinturón. No le agrada decir que es mi prima, pero es que cuando vinieron a hacer las entrevistas a nuestras familias del Capitolio luego de que quedáramos solo 6 en la arena se inventaron aquello de que Ukyo era mi prima, sugerencia de Tofu según me lo confirmo él mismo un tiempo después. Supongo que no era muy coherente que después de profesarle mi amor eterno a Akane y de que todo Panem nos declarara como los amantes trágicos del distrito 12, para nada cuadraba que me pasara todo mi tiempo libre con una bella chica que no era precisamente la hija del panadero.
No contesto, solo resoplo. Es obvio que no estoy bien, pero no me ayuda el hecho de que ella me vea como a un animal herido. – Vamos, – digo y empiezo a caminar.
Andamos en silencio hasta que vemos a la distancia el humo de las estufas y chimeneas del distrito.
- ¿Nos veremos cuando regreses? – pregunta aun a mis espaldas, pero me detengo porque ella lo ha hecho.
Volteo a verla, me observa con sus grandes ojos azules llenos de esperanza y aunque no está bien que lo haga, que le dé esperanzas, lo hago.
-Por supuesto U-chan. – Y por fin le sonrió, una sonrisa que no llega a mis ojos, pero supongo que ella no lo nota, porque al instante se lanza rodeándome con sus brazos. - Solo serán 15 días y luego nos veremos el domingo como siempre.
-Lo sé, - me contesta y luego ella hace algo que no hacia desde aquel fatídico día. Me besa y yo le respondo con más ímpetu del que me creía capaz, aunque en el mismo instante me odio por ello, pero debo confesar que es agradable olvidarme de todo, sus labios son muy distintos a los de Akane lo cual me hace añorarla demasiado porque la extraño y no puedo tenerla y a la vez me hacen olvidar lo suficiente mis demonios y las pesadillas que me atosigan a cada segundo, aun así me aborrezco porque solo la estoy utilizando, ella es mi amiga, no quiero herir sus sentimientos, así que me aparto y dándole la espalda me marcho dejándola sola en el bosque.
Camino por el centro del distrito sin saludar a nadie como siempre ha sido, aunque después de convertirme en uno de los favoritos del Capitolio, el rechazo se ha hecho más intenso e incómodo, no obstante, algunos de los habitantes de la veta, el área más pobre del distrito, aun me saludan y sonríen, supongo que recuerdan que gracias a nuestra victoria reciben un paquete de comida al mes y lo harán hasta que se cumpla un año, se celebren unos nuevos juegos y con ellos llegue un nuevo vencedor. Es entre los comerciantes que el desprecio se ha hecho cada vez más notorio, supongo que les molesta que solo yo, un ex habitante de la veta esté recibiendo el favor del Capitolio y no Akane o ambos, pero ellos no tienen idea y yo estoy conforme con que así sea. Entonces la veo caminando frente a mí a unos 30 metros de distancia, ya no usa el bastón desde hace meses y el rengueo es mínimo, lleva una bolsa de papel entre las manos, pan seguramente, para Tofu, para mi madre y para Ranko y me gustaría pensar que también para mí. Recuerdo los labios de Ukyo de hace unos minutos mientras compartíamos aquel beso y vuelvo a sentirme el ser más despreciable.
No te merezco Akane, nunca lo hare.
-Sabes cuñadito, sería más sencillo si solo hablaras con ella y te disculparas por lo que sea que hayas hecho.
Francamente estoy más deprimido que sorprendido, esta chica sí que llega a ser un incordio.
-Ya te dije que dejes de llamarme así Nabiki, yo y Akane ya no somos nada.
-Son un par de tarados, eso es lo que son, – dice dirigiéndose a la panadería dándome la espalda y negando con la cabeza, - nos vemos en la estación cuñadito.
- Te dije que no me dig… - corto la frase, molesto, pero no tiene caso que continúe porque ella se ha marchado.
Camino más por inercia que otra cosa, no quiero llegar a mi casa en la aldea de los vencedores que esta algo alejada del distrito en sí, el única área elegante y refinada de todo el distrito, hasta el momento solo tres casas están ocupadas, la de Tofu, la de Akane y su familia y la mía, las demás siguen vacías, lo cual es bastante bueno porque me da la privacidad que necesito, hay días en que creo que me volveré loco… aunque en realidad, creo que ya lo estoy.
Me quedo atrás adrede, no quiero tener que toparme con ella, no soporto la frialdad que nos invade desde hace tres meses, me mira como si fuera un gusano y después de todo supongo que eso es lo que soy, es algo de lo que Hapossai se ha encargado a la perfección, de convertirme en una alimaña.
Aún es muy temprano así que decido que descansare antes de que llegue Portia y mi equipo de preparación, la caminata por el bosque de esta madrugada y parte de la mañana me ha dejado exhausto emocionalmente.
Entro por la puerta blanca de madera y me limpio las botas en el tapete que está en la entrada antes de ingresar del todo, mi madre se ha encargado de darle calor de hogar y de mantener impoluta esta inmensa casa y no quiero llenar el piso de barro.
-Ya llegué.
-Hijo ¿Cómo te fue en tu paseo?, - pregunta mi madre que ha aparecido rápidamente frente a mí con un aire nervioso, estrujando entre las manos un paño de cocina, estoy a punto de contestarle que no fui de paseo, pero me detengo porque es obvio que ella sabe en donde estuve.
- ¿De paseo? – pregunto confundido.
- Tienes visita hermano, - dice Ranko impidiendo que prosiga y acercándose a mí, dándome una significativa mirada. Eso confirma mis sospechas, pero ¿quién podría ser para que mi madre y mi hermana se comporten así?, es entonces cuando noto por fin a los dos agentes de la paz detrás de mi madre, sosteniendo sus armas entre las manos y observándome detrás de sus cascos que ocultan sus rostros. Ranko me mira con sus ojos azules inmensos, inundados de miedo.
Trago saliva, no tengo ni idea de quien podría ser, ¿pero no creo que ninguno de esos malditos fenómenos se haya atrevido a venir hasta mi casa cierto? Eso sería aberrante y definitivamente la gota que colmaría el vaso, no permitiré que mi familia se entere de nada, no es el trato que hice con Hapossai, dijo que ellas no se enterarían de nada ni correrían peligro si aceptaba y lo hice. Una furia ciega empieza a invadirme y casi podría jurar que he empezado a ver rojo, hasta que entro por fin al despacho escoltado por los agentes y lo veo sentado detrás del escritorio de caoba, tan regio e imponente a pesar de su baja estatura, como si él fuera el dueño de esta casa y no yo, sus ojos oscuros y rasgados que me recuerdan tanto a los de una serpiente me observan atentos con una ceja alzada, analizándome y viéndome de pies a cabeza, y lo odio, lo odio más que nunca porque me hace sentir pequeño e indefenso.
-Buenos días señor Saotome, ¿ha sido agradable su caminata?, - pregunta mirándome fijamente y tal y como siempre que estoy cerca de él, el inconfundible aroma de sangre y rosas me golpea causándome náuseas.
Guardo silencio por más tiempo del correcto hasta que recuerdo que debo contestarle. – Sí, - digo simplemente y me acerco precavido hasta sentarme en la silla de terciopelo color crema frente al escritorio que él me ha señalado con un ademan.
- ¿A qué debo su visita señor presidente?, - me atrevo a preguntar, impaciente, porque no entiendo esto, nunca imagine ser tan importante como para que el mismísimo presidente de Panem viniera a visitarme personalmente hasta mi casa, aunque temo por su respuesta.
-Tan directo como siempre ¿verdad?, - un tímido toque en la puerta del despacho lo hace callar unos segundos. – Adelante, - dice nuevamente con aquel tono suntuoso que me hace sentir como un invitado en mi propia casa. La puerta se abre y entra mi madre con una sonrisa aparentemente apacible en su rostro y una bandeja con té y galletas.
-Pensé que podría apetecerle un aperitivo señor presidente, – dice mi madre casi en un susurro y pone la bandeja en el escritorio.
-Es muy amable señora Saotome, casi nadie recuerda que yo también soy un ser humano y como tal siento hambre, - dice educado y amable con una delicada sonrisa en sus curtidos labios.
-Oh, ¿hambre?, si gusta puedo prepárale algo más consistente, – dice ella de pronto apenada y casi con urgencia.
-No, no se moleste, esto es simplemente perfecto, - comenta sosteniendo y observando con atención una delicada galletita con el glaseado de un lirio blanco y luego observa a mi madre en silencio con una mirada apacible y que sin lugar a dudas significa que se marche. Ella se despide dándome una última mirada de pánico y se marcha, dejándonos nuevamente solos.
- ¿La señorita Tendo supongo?, - dice alzando la pequeña galleta frente a su rostro.
-Sí. - Contesto sin más y tomo la taza de té sin molestarme en ponerle azúcar ni leche, solo quiero algo que me evite seguir contestando y nada mejor que un trago de té caliente mientras me dedico a observar las galletitas con hermosos glaseados, delicadas y perfectas, como ella, como Akane y siento un nudo en la garganta que solo puedo aplacar dándole un nuevo trago al té que prácticamente está hirviendo. Ella se ha dedicado a mantenernos surtidos de galletas y panes dulces no solo a nosotros sino también a Tofu.
- Y ¿Cómo va su adorable relación? ¿Tan enamorados como siempre?, - dice poniendo un terrón de azúcar en su té mientras admira las demás galletitas con hermosos glaseados de distintas flores.
- ¿Cómo dice?, - pregunto yo a su vez porque no vi venir eso, es obvio que él conoce los términos de mi relación con Akane luego de lo que él me ha obligado a hacer.
-Vera señor Saotome, le voy a ser completamente sincero, lo cierto es, - dice por fin soltando la galleta y fijando sus terribles ojos en los míos, - que necesito que usted y la señorita Tendo me ayuden, hay una especie de… inconformidades en los distritos. ¿Sabe?, empezó un ridículo rumor en ellos, - dice sin apartar la mirada, - dicen… que su episodio de las bayas no fue un acto de amor desesperado, dicen… que fue un acto de rebeldía en contra del Capitolio, dicen… que fue un plan para humillarme directamente a mí, para protestar en contra de los juegos y por ende del sistema que ha mantenido la paz en este país durante más de 70 años.
Guardo silencio unos momentos analizando sus palabras y luego contesto, - ¿y como exactamente podríamos ser Akane y yo de ayuda?, nosotros no tenemos el poder para cambiar lo que cientos de personas creen, en todo caso eso solo significaría que el sistema del que me habla es más débil de lo que parece si solo por un episodio como usted lo ha llamado, lo hace tambalearse. – Digo y al instante me muerdo la lengua y le doy otro trago al té que ya está más templado para no seguir hablando.
-Cierto, el sistema es débil, pero es el que ha sostenido la paz, es el que ha mantenido a salvo a su familia y a su adorada señorita Tendo. – Dice y luego se come de un bocado la galletita del lirio blanco, se toma su tiempo masticando y luego le da un trago al té. – Entiendo que para usted debe de ser difícil lo que ha tenido que hacer como castigo, luego de que yo descubriera la verdad detrás de lo de las bayas señor Saotome, pero es justo, porque yo siempre soy razonable y cumplo mis promesas, me he enterado lo bien que se ha portado, ha mantenido su parte del trato y como ve yo he mantenido la mía, pero… ahora quiero cambiar el acuerdo si usted está dispuesto. – Calla y me observa analizando el efecto que sus palabras han hecho en mí.
-Depende. – Solo a eso me atrevo, porque no confió en él, pero si este nuevo trato que él intenta proponerme beneficia a mi familia y a Akane estaré dispuesto como la última vez a aceptarlo. Él solo sonríe y puedo notar el hilillo de saliva mezclada con sangre entre sus labios, que se limpia de inmediato con un pañuelo color vino que siempre lleva en el bolsillo interior del saco.
- Vera, quiero que convenzan a todo Panem de su amor. Quiero que no quede la más mínima duda de que lo que hicieron en la arena con las bayas fue un acto de desesperación y amor trágico. Y a cambio, usted dejara de hacer sus exclusivas visitas mensuales al Capitolio a pesar de que probablemente sus admiradores protesten por ello.
Hago una mueca de desagrado por su última frase, pero no puedo negar que lo de dejar de ser exclusivo suena maravilloso. Detengo mi entusiasmo porque siempre hay un truco con este maldito anciano. – ¿Y si no lo conseguimos, sino logramos convencerlos?
-Bueno, verá, me queda perfectamente claro que la señorita Tendo lo ama profundamente así que convencer a Panem de su amor no significara ningún problema, aunque últimamente se les ha visto más que fríos en su relación, pero lo entiendo después de… - deja la frase sin terminar con una sonrisita de satisfacción y yo siento unas ganas tremendas de destrozarlo y a la vez me entra el miedo porque ¿Cómo sabe eso? ¿Cómo sabe lo que pasa entre Akane y yo? – Pero la pregunta aquí es ¿usted realmente la ama a ella señor Saotome?
¡¿Qué si la amo?! Esa pregunta es una soberana idiotez. ¡Claro que lo hago! ¿Por qué sino acepte su maldito trato? Me tranquilizo un poco para no escupirle a la cara lo que pienso. – Usted conoce a la perfección la respuesta señor presidente, - contesto simplemente de manera severa.
-No me queda del todo claro, es confuso para mí, ¿sabe?, - y luego saca de su saco un móvil que despliega ante mi vista una proyección en 3D de una grabación, por el ángulo, es seguro que fue grabada desde el distrito, porque se alcanza a ver perfectamente el camino que siempre utilizo para entrar al bosque, justo por donde se ve a Ukyo y a mí mismo caminando cerca de la valla del distrito y luego ella lanzándose a mis brazos para besarme y yo respondiendo a su beso. Justo lo que sucedió por la mañana. Trago saliva, soy un idiota. – Si no lo consiguen señor Saotome,- dice finalmente contestando a mi pregunta sobre lo que pasaría si no logramos convencer a todo Panem, - la señorita Tendo sufrirá el mismo destino que usted durante sus pequeñas visitas al Capitolio de los últimos meses, pero serán indefinidas, quizás se vuelva una de las favoritas del Capitolio o mía, justo como la señorita Shampoo, - y se a lo que se refiere, maldita sea, lo sé, - y usted, su familia, la familia de la señorita Tendo e incluso la de su queridísima "prima", quizá… ya no vuelvan a ver un nuevo amanecer. Aunque a lo mejor, para su pequeña hermanita halla una oportunidad de servir a Panem, - agrega con una sonrisa libidinosa que me hiela la sangre. - Bien, - continúa poniéndose de pie y disfrutando de lo que ha causado en mi la grabación que me ha mostrado aunada a sus palabras. - Parece ser que mi estadía en el distrito se ha alargado demasiado, pronto llegara el tren y sus equipos de preparación para la gira, no lo entretengo más tiempo señor Saotome.
-Espere, - digo poniéndome de pie al igual que lo hizo el, - ¿Cuánto tiempo tenemos?, para convencerlo.
-Hasta que su tour llegue al Capitolio. Convénzame señor Saotome. Convénzalos a todos.
Dice finalmente y se marcha, dejándome más que claro que me tiene en sus malditas garras una vez más, soy un idiota, debí saberlo, debí prever que nos tendrían vigilados en todo momento y en todo lugar, incluso en el distrito y en el bosque. Lo escucho marcharse y despedirse con alegría de mi madre y de Ranko, y eso es lo que me hace salir de mi aturdimiento, salgo hecho una furia no quiero que la toque con sus malditas y asquerosas manos, pero cuando salgo él ya sale por la puerta trasera escoltado por los agentes que lo acompañan y suben al coche oscuro que esta estacionado detrás y se marchan. Estoy temblando y a punto de quebrarme, por eso cuando mi madre se acerca con una mirada de intensa preocupación me alejo de inmediato.
-Iré a despertar a Tofu, me pidió que lo hiciera. – Miento saliendo de la casa, porque no quiero un interrogatorio de mi madre y tampoco quiero que Ranko me vea así, no quiero que se entere de nada, aunque en realidad no es una mala idea eso de despertar a Tofu, después de todo él sabe lo que he tenido que hacer desde hace meses para mantener a salvo a los que quiero.
Camino tambaleante por el pánico hasta la casa de Tofu, es un alcohólico empedernido, pero hoy mejor que nunca comprendo porque, y necesito mitigar la culpa con alguien, decirle lo que está pasando, pero me detengo en seco cuando entro a su casa por la ventana que me queda más cerca que la puerta y la veo mirándome fijamente y a Tofu empapado y con un cuchillo en la mano, siento el impulso de protegerla y me lanzo de inmediato frente a ella, resguardándola con mi cuerpo de cualquier intento de ataque de Tofu.
Ella suelta un bufido de burla y condescendencia y se aparta de mi acercándose a Tofú y le quita de un manotazo el cuchillo, luego toma una botella de licor del piso que seguramente se le cayó al hombre cuando despertó por el chapuzón y empapa la hoja del cuchillo con el líquido, nuestro mentor la mira, atónito y luego se deja caer de nuevo en la silla en la que estaba mientras se quita la camisa empapada y deja a la vista la que trae debajo que está aún más asquerosa que la que tenía encima. Akane por su parte ni se inmuta y se dedica a limpiar los restos de licor del cuchillo en el dobladillo de su suéter para después acercarse a la mesa y empezar a cortar una hogaza de pan con nueces y pasas.
- ¿Gustas?, - me pregunta sin verme a la cara, con ese tono formal que ha adoptado cada vez que me habla desde lo sucedido, al menos no me ha declarado la ley del hielo y aunque lo agradezco no lo entiendo, porque no merezco el privilegio de escuchar su dulce voz.
Sacudo la cabeza afirmativamente. – Sí, gracias. – digo mientras tomo la rebanada que me ha ofrecido y rozo sus dedos por accidente, lo que hace que un estremecimiento me recorra de pies a cabeza.
-Brrrr, - dice Tofu mirándonos y le da un trago a la botella, - demonios, son tan fríos, tienen que calentar las cosas antes de que lleguen las cámaras. – Dice sin más y le da una mordida a una rebanada de pan.
-Me marcho – dice Akane y sale de la cocina en menos de lo que canta un gallo, la observo caminar cuidadosamente sobre la poca nieve que empieza a derretirse por el sol hasta entrar a su casa que esta justo frente a la mía, que a su vez está a un lado de la de Tofu.
-Tienes que hablar con ella, te lo he dicho. Ella lo comprendería.
- ¡No!, y no te atrevas a decirle nada. – Le digo amenazante.
-Tranquilo chico, eso no es asunto mío, solo digo que las cosas serían más sencillas si se lo dijeras, al menos de esa manera ella entendería tus constantes cambios de actitud y tus visitas al Capitolio Ranma.
-Ya no habrá más visitas al Capitolio. Las reglas han cambiado.
Él me observa atentamente y de pronto más sobrio que nunca. - ¿Cuándo?, - pregunta simplemente, aunque hay mucho más en su mirada, sé que lo ha entendido.
-Esta mañana, en mi casa.
- "Lo hablaremos en el tren", - gesticula solo moviendo los labios y sin decir una sola palabra, pero lo entiendo a la perfección. – Bien, creo que es hora de que vayas a tomar un baño chico, ya casi es hora.
-Sí, tu deberías de hacer lo mismo, – comento y me marcho luego de escuchar su gruñido y observando lo ordenada que esta su casa, lo que es curioso porque dudo que él le dedique un solo minuto a la limpieza, lo cierto es que si no fuera porque Akane y Kasumi mantiene su casa limpia seguramente Tofu viviría en un chiquero.
Hace 6 meses.
Akane
Aún tomados de la mano, observo a nuestro alrededor, los habitantes de nuestro distrito y los reporteros que vienen del Capitolio corean nuestros nombres, aplauden y vitorean. Sonrío sin parar porque realmente estoy feliz y aunque pareciera que estoy recitando las palabras de Hinako nuestra escolta (que no ha parado de repetirlas hasta el hartazgo), realmente hemos hecho historia, nunca antes había pasado esto. Dos vencedores y del distrito más pobre de todo Panem. Los amantes trágicos que resultaron victoriosos. Supongo que sigo un poco en shock. Ahora no puedo más que ver el futuro que nos espera, juntos. Porque nunca me apartaré de su lado, a menos que él me lo pida. Volteo a verlo y él a mí y no me cabe duda, nuestro amor es mutuo. Juntos enfrentaremos a nuestros demonios y juntos dejaremos atrás todo.
-Y díganos señor Tendo, ¿Qué opina de la relación de su hija y Ranma?, - le pregunta un reportero genérico del Capitolio, con el cabello verde limón y un exagerado maquillaje, tal y como suelen llevarlo todos y cada uno de los capitalinos, ya sea hombre o mujer. Yo intento mirar a mi padre a la cara, necesito tener su aprobación en esto.
- En realidad, comprendo que se aman y no puedo estar más feliz por mi pequeña Akane, pero, - dice mi papá haciendo una pausa. – Ranma y yo tendremos que hablar de algunas cosas bastante serías. – Dice mirando gravemente a Ranma que nervioso se rasca la nuca e intenta soltarme la mano ante la insistente mirada de mi padre, pero yo se lo impido, afianzando el agarre de nuestras manos.
-Jujuju, - ríen varios reporteros tontamente y las luces de los flashes se intensifican.
– Problemas en el paraíso. – Grita, jocoso, alguno de ellos de cabello esponjoso y color rojo encendido.
-Creo que a papá no le gustó mucho esa última noche en la arena. – Comenta otro y yo siento las mejillas arder y escucho que Ranma carraspea intentando aclararse la garganta avergonzado y aunque no puedo verlo, estoy segura de que debe estar tanto o más rojo que yo.
- ¡Debe entender que así es el amor juvenil! – Exclama otro, indignando e intentando defendernos.
-Eso lo entiendo claramente, pero mi hija es demasiado joven para algunas demostraciones de amor y también Ranma, ¿no es así señora Saotome?, - pregunta mi padre quitándole hierro al asunto con una sutil sonrisa y mirando a la madre de Ranma que está al lado de él.
-Supongo que tiene razón. Aun son muy jóvenes, tienen mucho tiempo por delante. – Contesta sonriente y me guiña un ojo cuando mi padre no la ve.
Caminamos rodeados de nuestra familia y de toda la gente que nos esperaba en la estación hasta el ayuntamiento, donde el alcalde nos hará entrega de las llaves de nuestras nuevas casas en la aldea de los vencedores y además hará todos los arreglos para que recibamos de ahora en adelante los ingresos económicos que recibiremos de por vida. Adiós pobreza, adiós hambre.
Ha sido difícil pasar estas noches sin él en esta casa inmensa y extraña, tan fría y hermosa, a pesar de que la mayoría del día lo pasamos juntos, extraño enormemente el estar protegida entre sus brazos para que calme mis pesadillas durante la noche, incluso he estado planteándome seriamente dejar la ventana abierta de mi habitación para que él entre por las noches, aunque obviamente a papá no creo que le agrade la idea de que durmamos juntos.
Abro los ojos y observo el techo blanco de mi habitación y las sombras de los muebles que proyectan imágenes aterradoras, mi corazón aun late con fuerza y siento el sudor frío en todo mi cuerpo y el flequillo pegado a la frente, el viento cálido del verano entra por la ventana haciendo revolotear las cortinas rosadas y relajando mis músculos que permanecen tensos debido a la horrible pesadilla en la que Ranma moría de nuevo en mis brazos.
Escucho las voces de mi familia abajo, aun no amanece, deben estarse preparando para ir a la panadería, yo ya no tengo que hacerlo y no porque no quiera sino porque son órdenes directas del Capitolio, debo pasar de ahora en adelante todo el tiempo posible dedicada a ser la mejor en el talento que haya elegido. Como decorar pasteles no es algo muy popular en la capital del país, me he decidido por la pintura y el dibujo (sugerencia de Cinna), antes no podía permitirme perder el tiempo de esta manera, dibujando o pintando a menos que fuera alguna tarea de la escuela y por supuesto con los materiales más básicos, porque jamás podríamos permitirnos el que yo gastara dinero en algo tan banal como el arte, teniendo que sacar a flote la panadería, pero supongo que ahora puedo permitírmelo y Cinna me ha dicho que en una o dos semanas me mandara todo lo que necesito desde el Capitolio para que empiece a perfeccionar mi talento.
Ranma ha elegido las artes marciales, dicen que en el Capitolio están de moda y no porque sean necesarias para ellos ya que ellos no necesitan ir a los juegos, obviamente, sino porque dicen que moldea el cuerpo y las katas son sumamente afrodisiacas. Aunque yo sé que Ranma las ha elegido porque quiere aprender para poderle enseñar a Ranko a escondidas ya que en teoría es ilegal entrenarse para los juegos, (aunque nunca he visto que castiguen a alguno de los profesionales). Y él quiere aprender y enseñar a Ranko porque por terrible que parezca, ella aún podría salir seleccionada para los juegos en algún momento y es una espantosa "casualidad" que los juegos en los que los hijos, hermanos o familiares cercanos de algún antiguo vencedor son un enorme éxito y sucede más comúnmente de lo que debería.
Me levanto lentamente de la cama, procurando poner primero la pierna buena, ya he tenido algunos accidentes por apoyarme primero en la pierna falsa, suelo perder el equilibrio con mucha más facilidad. Tomo el bastón y camino por la habitación hasta el baño. Después bajo a despedirme de mi familia.
-Oh, Akane lo siento ¿te despertamos?, deberías intentar dormir un poco más, recuerda que ya no es necesario que te levantes tan temprano. – Me dice Kasumi apenada acercándose a mí.
-Supongo que el hábito de levantarse a las 4 de la mañana es difícil de cambiar y es el culpable de que no pueda dormir hasta tarde, - digo yo sonriendo, pero se por la mirada que ella me lanza que no me cree, sabe que ha sido otra pesadilla.
- Deberías ir al bosque hoy, despejarte y respirar aire fresco alejada de todos. – Dice Nabiki, aunque yo lo he sentido más como una orden.
Veo que mi padre está a punto de decir algo, sé que no le ha gustado nunca que vaya al bosque, pero se detiene. Él también sabe de las pesadillas, supongo que ellos tampoco han dormido muy bien gracias a mis gritos nocturnos.
-Es una idea maravillosa, además Ranma estará contigo y él puede ayudarte si tienes alguna dificultad, - dice mi hermana mayor mirando de soslayo mi pierna. Eso me molesta.
-Ya veré lo que hago, no se preocupen por mí, – digo más duramente de lo que pretendía, aunque no me arrepiento y me doy la vuelta para volver a subir las escaleras.
Escucho la puerta cerrarse luego de que se marchan. Las cosas han estado siendo difíciles, mis cambios de humor han sido complicados y siento que nadie a excepción de Ranma me comprende, al menos él no siente lastima por lo de mi pierna y si la siente no me lo demuestra en lo más mínimo y se lo agradezco.
Logro dormir unas horas más y cuando despierto ya ha aclarado lo suficiente. El sol empieza a asomar por el horizonte y de pronto la idea de Nabiki no me parece tan descabellada, no he ido al bosque desde que volvimos hace una semana.
Me visto con unos pantalones ligeros, una camisa de tela delgada y botas gruesas. Luego voy a la cocina y preparo un desayuno que consiste en pan, fruta y agua. Lo pienso un rato, pero decido que no le diré a Ranma, necesito hacer esto sola, saber que, aunque estoy incompleta no soy una completa inútil.
Camino más lentamente de lo que me gustaría gracias a este tonto bastón, menos mal que no es aquel tapizado de piedras brillantes que me hizo Cinna, este es más sobrio, negro y sin ninguna decoración, justo lo que necesito y no más.
Paso con cierta dificultad por debajo de la cerca y me encamino con cuidado de no ser vista hasta el tronco en el que el arco del papá de Ranma está escondido, por costumbre camino hasta el otro tronco en el que guarda la funda con los cuchillos y me sorprende ver que no están. Ranma ha venido al bosque y no me ha dicho nada, aunque yo tampoco le he dicho nada a él, pero de todos modos esto no me gusta. Quizá este con Ukyo. Siento una bilis amarga subir hasta mi garganta y una furia seca recorrer mi cuerpo.
Hoy es domingo así que es muy factible que ella este aquí en el bosque con él, se dé buena fuente que ella trabaja en el restaurante de la ciudad con los Daimonji y que su día libre es este. No sé en qué momento sucedió, pero he estado caminando furiosa por el bosque sin mi bastón y voy tan cegada en mi furia que de pronto me topo de lleno con algo duro que suelta una exclamación de sorpresa y diversión. Alzo el rostro y ahí está él, mirándome con sus bellos ojos azules llenos de curiosidad, sigo molesta y me mosqueo aún más cuando escucho la voz de Ukyo detrás de él. Es un imán para mí, mi padre tenía razón, siempre lo encuentro sin siquiera proponérmelo.
- ¿Qué pasa Ran-chan?
Y es ahí cuando me doy cuenta de que no estoy usando el bastón para sostenerme, sino que lo aprieto con tanta fuerza que me duelen los dedos y un ligero traspié me hace perder el equilibrio, pero los fuertes brazos de mi chico cazador me sostienen por la cintura para no caer. - ¿Qué haces sola en el bosque? – me pregunta ignorando la pregunta de Ukyo y aunque siento un ramalazo de satisfacción por ello, me molesta el tono que ha usado, como si yo fuera una frágil criatura que no puede valerse por sí sola.
Me aparto con delicadeza y le contesto con voz acre. – Supongo que lo mismo que "ustedes", - digo remarcando sin querer el ustedes y alzando el arco que llevo en la espalda.
-Hola Akane, - dice la castaña en tono gélido, mientras observa a Ranma con atención, pero él solo me observa a mí y aunque parezca tonto eso hace que la ira se esfume de mi cuerpo y sonriendo la saludo.
- Hola Ukyo.
El sonido de mi voz la hace prestarme realmente atención, me barre de pies a cabeza con su azulina mirada, deteniéndose unos segundos en el arco y las flechas que sobresalen colgando en mi espalda y me incomoda la forma en que observa mis piernas, supongo que intentando ver la diferencia, adivinar cual de las dos es la falsa, veo la lastima en su mirada y me enfurezco nuevamente.
-Hoy es el día de descanso de Ukyo y vine a cazar con ella. Fui temprano a tu casa para avisarte, pero vi salir a tu familia rumbo a la panadería y no quise molestarte por si aún dormías.
-Ya tengo todo lo que necesito por hoy Ranma, así que me voy. - Dice ella en tono tajante y se marcha sin esperar respuesta.
Rama la ve marcharse en silencio y con un ligero dejo de abatimiento en la mirada, - rayos, tendré que llevarle esto a su madre más tarde cuando Ukyo no este, - dice alzando un conejo gordo de pelaje cenizo.
- ¿Por qué cuando ella no este?
-No quiere mis limosnas, - dice torciendo los ojos – es una orgullosa y necia, pero pienso seguir ayudándola, aunque no quiera, – dice mientras una ligera sonrisa ilumina su rostro. Eso me cabrea nuevamente.
Se que es infantil y egoísta, pero la relación que tiene con la ojiazul me sigue molestando, Ranma es solo mío y no quiero tener que compartirlo con ella ni con nadie más.
-Me encanta tu cara enfurruñada – dice tocándome la punta de la nariz con el dedo índice, mientras sonríe burlón y aunque lo intento no puedo seguir molesta con él. Me da un pico inocente en los labios e instantáneamente quiero más, así que lo tomo de la nuca e intensifico el beso hasta que los dos terminamos separándonos jadeantes por la falta de aire, pues no habíamos tenido la oportunidad de estar solos desde que regresamos de los juegos a pesar de pasar gran parte del día juntos.
- ¿Qué diría tu padre si nos ve así?, - pregunta mientras besa mi cuello y me acerca más a él.
-Si piensan seguir con estas demostraciones de… afecto, en público, tendrán que casarse, ¡no puedes seguir degradando el honor de mi hija de esta manera jovencito! - digo intentado imitar la voz de mi padre y suelto una carcajada.
-Claro y en el Capitolio harían paro nacional solo para ver como eliges el vestido de novia, - dice riendo. Pero de pronto las sonrisas se apagan y ambos nos quedamos en silencio, porque sabemos que esté escenario podría realmente presentarse si no somos precavidos y aunque amo a Ranma con toda mi alma, sigo renuente al matrimonio y sé que también él.
Pasamos el resto del día caminando por el bosque y cazando cuando la ocasión se nos presenta, besándonos a cada oportunidad, como si no hubiera un mañana y diciéndonos todo lo que no pudimos decir mientras estábamos en el Capitolio, en la arena y en el tren. Le explico lo del arco, el como su padre me permitió usarlo luego de que el mío se destruyera y él me platica muchas cosas de su infancia y anécdotas de su padre y él en el bosque. Nos ponemos al día en tantas cosas que para cuando nos damos cuenta estamos exhaustos, hambrientos y con la garganta rasposa de tanto hablar.
-Conozco un lugar cerca de aquí, - me dice mientras me toma de la mano para dirigirme por una senda que esta casi oculta detrás de unos cipreses. Caminamos por un rato, la trayectoria del sol me indica que es poco más de las 2 de la tarde. Siento un dolor intenso en la pierna justo donde se une a la prótesis, pero lo aguanto porque no quiero romper el momento, no quiero ver en su rostro la misma mirada que todos me dedican en el distrito por lo de mi pierna. No podría soportar su lástima.
-Ya casi llegamos, solía venir con mi padre en verano, justo en días como este, - me dice con una sonrisa mientras ambos admiramos el extenso lago de hermosos tonos azulados y verdes. – Mira ahí está el lugar. – dice señalando una pequeña cabaña pintoresca y un poco deteriorada por los años. – Creo que mi papá la construyó hace muchos años, cuando todavía no se casaba con mi madre o al menos eso es lo que decía el viejo, - dice con una sonrisa melancólica.
- Aun lo extrañas mucho, ¿verdad? – le pregunto mientras abre la puerta y quita algunas telarañas de la entrada. Se aclara la garganta y asiente en respuesta, y yo no puedo evitar abrazarlo, porque, aunque por años le guarde rencor a su padre, se que era un buen hombre y que amaba a su familia a pesar de todo.
- ¿Qué te parece si preparo una de estas y luego nadamos un rato? – me pregunta alzando una ardilla grande.
Entramos en el lago después de haber comido y descansado un rato, me pierdo observando el agua deslizándose en su piel, mientras nada a mi alrededor en una zona poco profunda, yo no puedo nadar por obvias razones a pesar de que el medico del Capitolio dijo que podría hacer cualquier cosa con práctica y aunque me molesté al principio por no poder nadar aún, ahora disfruto viéndolo retozar en el agua en ropa interior, se que es tonto pero cuando sugirió nadar y se empezó a desvestir me invadió una pena inmensa, es tonto porque ya nos hemos visto en poca ropa antes durante los juegos, así que saque valor e hice lo mismo que él hasta quedar en ropa interior y aunque pude ver su mirada oscurecida por el deseo, se contuvo y me llevo con cuidado hasta esta área, sin propasarse en ningún momento y es que aunque en la arena estaba dispuesta a entregarme completamente a él, ahora que tenemos todo el tiempo del mundo, prefiero llevar las cosas con calma y creo que él también.
Ha pasado un mes desde que volvimos como vencedores, me alegra ver las caritas sonrientes de los niños del distrito, satisfechos por fin luego de toda una vida de hambre, si hay algo bueno de los juegos es que les entregaran de ahora en adelante unos paquetes de comida al mes, durante un año. Eso y que mi relación con Ranma por fin es lo que tanto deseé por años, miro nuestras manos entrelazadas y admiro la cadencia que tiene al caminar, silencioso y cautivador, como un depredador. Aunque aun no comprendo porque lo han mandado llamar del Capitolio, solo a él. Observo su rostro, intenta ocultar su nerviosismo, pero no lo consigue completamente.
-Me gustaría acompañarte. – digo en un suspiro mientras lo abrazo con fuerza en el andén, antes de que entre al tren en donde ya lo espera Tofu, alcoholizado como de costumbre y tambaleándose mientras nos ve con cara fea.
-A mi también me gustaría que vinieras conmigo, - me dice y se que mientras no este conmigo no podré dormir de la preocupación luego de ver la extraña mirada con la que Tofu lo observa. Tengo un mal presentimiento, pero no quiero ponerlo más nervioso así que me obligo a sonreír.
-Pronto estarás de regreso, solo serán unos días y cuando vuelvas, - me acerco tomando valor, para susurrarle al oído lo siguiente, – me encantaría ir a al lago contigo y terminar lo que empezamos aquella vez. – digo haciendo referencia a lo que estuvo a punto de pasar en la cueva y es que después de meditarlo no quiero perder más el tiempo, amo a Ranma y él a mí, así que ¿por qué esperar?
Él me observa con incredulidad, traga duramente y si cabe aún más nervioso de lo que ya estaba, pero un nerviosismo diferente, un nuevo brillo en su mirada me lo hace notar. - ¿Estás segura? – me pregunta en un susurro con la voz temblorosa.
-Solo si tú también quieres, - le digo mientras siento la cara arder.
- ¡¿Pero que pregunta es esa?!, - dice abriendo mucho los ojos. – Es una cita entonces, -me dice dándome un suave beso en los labios, como despedida.
Espero que esto lo haga estar más tranquilo durante su viaje y que este tan ansioso por regresar como lo estoy yo de que vuelva a pesar de que se acaba de ir. El tren se aleja y un agente de la paz empieza a acercarse a mi para que me marche, la estación del tren esta restringida.
Ranma aparece en televisión la primera noche, luciendo tan encantador como la primera vez que Pantimedias Taro lo entrevisto, vestido tan elegante y guapo que entiendo perfectamente los gritos de euforia de los admiradores que lo vitorean cuando sale a escena, aunque me molesta la actitud de la vencedora del distrito cuatro de hace tres años, que aparece en la misma entrevista con él y el chico del distrito siete que gano hace 4 años, Ryoga, quien es atractivo no puedo negarlo, agresivo y un poco desquiciado, cosa que le fascina al Capitolio.
Shampoo la vencedora del cuatro, tan melosa y empalagosa, se dice que vende su compañía a los más ricos de la capital a cambo de joyas, ropa de diseñador y más cosas inútiles por el estilo, lo que me parece una inmensa estupidez porque siendo una vencedora, no le hace falta absolutamente nada y puede darse esa clase de lujos ella misma, así que yo solo creo que la locura del Capitolio se le contagio y ahora se cree una más de ellos. Me repugna y me enfurece, más la forma en que se le cuelga del brazo a mi Ranma.
Ranma volvió hace tres días, ¡tres! Y aún no lo he visto, llego por la madrugada a la estación del tren y no me enteré de que había llegado sino hasta varias horas después. Tofu se ha encargado de mantenerme alejada de él, y eso me enloquece, porque no me ha querido dar ninguna explicación, solo dice: el chico te lo dirá cuando él quiera. Lo que me enloquece aún más porque es obvio que Rama no quiere hablar conmigo, ni con nadie, también he visto rondar a Ukyo por aquí, pero al igual que a mí, Tofu la aleja sin siquiera dejarla tocar la puerta.
No he podido dormir de la preocupación, tenía un mal presentimiento y más después de la última entrevista que le hizo Taro, Ranma se veía mal, perdía el hilo de la conversación con Taro y su mirada estaba perdida, aunque sonreía lo hacia más falsamente que de costumbre.
Sigo pensando seriamente en irrumpir en su casa aunque tenga que patearle el trasero a Tofu y a quien se interponga en mi camino cuando el ruido fuera de mi ventana me saca de mis cavilaciones, las cortinas se mueven y el susurro de su ropa es lo único que escucho cuando entra a mi habitación por la ventana, me observa silencioso, sin decir ni una palabra y se acuesta a mi lado, no decimos nada, no hace falta por el momento, escucho su corazón acelerado y se que necesita que lo abrace fuerte.
-Te amo, - le digo suavemente, - ¿tú aún me amas? – le pregunto porque necesito oírlo más que nunca.
-Siempre, - dice y su corazón desacelera tranquilizándose por fin, me abraza con fuerza acomodando mi cabeza en su pecho, hasta quedarnos dormidos.
.
Continuara….
.
Y bien aquí esta la continuación de PAN Y CIRCO, ¿Qué les ha parecido este primer capítulo? Espero de todo corazón que les haya gustado. Ya saben espero ansiosa sus reviews.
Saluditos.
