¿Esto va en sserio?

No puede ser posible.

¡Pero si no pegan ni con cola!

¿Van agarrados de la mano?

Están juntos, pero literalmente, muy juntos...

Esos y más comentarios fueron los que rodearon a la pareja durante toda esa mañana. Con alguna risa floja, miradas de extrañeza, de incomprensión, incredulidad, algunas de envidia y, sobre todo, de sorpresa.

Porque no todos los días te encuentras a quien en su día se proclamaba príncipe de las serpientes socializando con la chica más "alternativa" de la casa de las águilas.

Además, ella iba un curso por debajo de él. No es que hubiera mucha diferencia de edad. Pero sí de estilos, ¿Cómo es que a pesar de todo ello estaban tan tranquilos desayunando juntos? Con una naturalidad además que daba la impresión de que llevasen años con esa rutina...

Desde luego, en el castillo Hogwarts de magia y hechicería nunca dejaban de pasar cosas increíbles. Después de un curso tranquilo por primera vez en años, habiendo celebrado ya un año de la Guerra mágica en la que Voldemort pudo ser derrotado, ni Harry Potter ni el resto pensaban ya en conflictos de ningún tipo con respecto a sus antiguos némesis de Slytherin, pero la imágen de aquella mañana le hizo arquear una ceja a modo de alerta.

Por su parte, Luna Lovegood y Draco Malfoy sabían a lo que tendrían que enfrentarse ese día. Ninguna de esas reacciones les pillaba por sorpresa. Procuraban centrar su atención en el otro y evitar el contacto visual innecesario con los demás comensales.

La pareja de rubios esa mañana se encontró en la entrada del comedor, se dieron los buenos días y entraron juntos a desayunar tomados de la mano.

Desde que la guerra había terminado en algunas horas del día no era necesario que todos los miembros de una casa se sentasen todos juntos, pero en su mayoría cada mesa seguía teniendo un número dominante de alumnos de diferentes casas. Ellos procedieron a ocupar una en la que su mayoría estaba siendo ocupada por Ravenclaws.

—Draco —susurró ella-, ¿te encuentras bien?

—Ya te dije que estoy seguro de esto. Prefiero darles algo nuevo de lo que hablar sin tener que poner excusas y escondernos —le dio la mano a la chica mientras percatándose de que Goyle pasa cerca de su mesa y les dedicaba una mirada que el chico no supo interpretar— De todas formas, si no es de esto iban a criticarme por cualquier otra cosa, ya lo sabes.

—Lo sé...

—Mejor mandarles a todos al infierno. —el comentario hizo que Luna dirigiera la mirada hacia su vaso de zumo algo entristecida. El chico se dio cuenta— ¿Tú qué tal te encuentras? —Draco sabía que el qué dirán era algo que le afectaba más a el que a ella, pero sabía que por lo único que Luna estaba preocupa era por cómo lo tomarían sus amigos. El resto le importaba muy poco.

—Bueno, querría haber encontrado otra forma de decírselo, ya sabes, prepararles más el terreno, pero como ha sido tan complicado coincidir con todos estos días...

—Bueno, pues es cuestión de que se acostumbren.

Luna rememoró la charla del día anterior con sus amigos de Gryffindor.

Aprovechó una de sus frecuentes reuniones de domingo en la cabaña de Hagrid para quitarse la tirita lo más rápido posible, no es que le gustara hacer esa comparación en concreto sobre su situación con Draco pero una parte de ella tenía miedo. Siempre quedaba con Ginny, el trio dorado y con Neville. De entre su nuevo círculo de amigos ese era el más íntimo y el que más problemas había tenido con el chico Slytherin. Ya pensaría en como decírselo al resto de amigo que hizo tras el E.D.

Esa tarde ellos también parecían más serios o extraños de lo normal a su parecer.

Mientras el robusto guardabosques salía a buscar agua al pozo para hacer té. La joven Lovegood aprovechó para darles la noticia, pero sin preverlo, Ron se le adelantó:

—Luna -intervino con tono de hacer ver a la chica si estaba en sus cabales- ¿eres consciente de que está mañana tenías a Draco Malfoy llevando tus libros por el pasillo?

—Ronald —susurró Hermione —dijimos que con tacto...

—Pues si, se ofreció. La verdad es que ese el punto al que quería llegar. Chicos... Sé que habéis notado que últimamente he coincidido mucho con Draco Malfoy...

—Sí... —afirmó Harry intuyendo algo.

—Bueno, el caso es que no han sido coincidencias...—la rubia dio su suspiro— Al menos no en su mayoría.

A pesar de que Luna les hubiera contado todo lo que había surgido estos meses entre ella y Draco. La extraña visión desde la mesa de los leones de ambos tan juntos en el comedor les daba la sensación de que no estaban preparados para haberles encontrado así.

No tenían ningún gesto en especial entre ellos. Simplemente estaban sentados juntos y el mayor acto de cercanía era que de vez en cuando se tomaban de la mano pero eran muy "formales".

—Es como si ambos estuvieran hechizados –comentó Neville dirigiendo una mirada de pocos amigos al rubio trajeado.

—Y tú ya lo sabías —increpó Harry a Ginny con indignación.

—Luna me pidió que lo mantuviese en secreto hasta que ella viera oportuno contárselo a todos. ¿Qué podía hacer? —dijo la Weasley encogiéndose de hombros.

—Vaya, pues no sé, contármelo a mí, que soy tu novio... —añadió irónico— Lo habéis mantenido en secreto un mes... —Harry seguía incrédulo. Ante ese comentario Hermione asintió algo dolida por observarse excluida del secreto entre Ginny y Luna. Sentía que al no haberse contado también. Mismo tiempo que a Ginny, era una señal de que aún no tenía mucha confianza con la Raven.

—Luna es mi mejor amiga y confió en mi para guardarlo en secreto porque precisamente tenía miedo de vuestra reacción —respondió Ginny en un tono que usaba muy poco con Harry, pero en ese momento estaba dispuesta a abrirle los ojos y le daba igual como sonara— Por favor, que no es una niña. No tiene que pediros permiso.

—Luna siempre ha tenido un gusto muy raro para todo, pero esto... –comento Ron.

—A mí lo que me preocupa es que parece que se ha olvidado de que estuvo secuestrada en su casa —señaló Hermione con tono de exasperación y recordando lo horrible que fue pasar por la Mansión Malfoy—, ¡por Merlín! A Malfoy se le debería caer la cara de vergüenza...

—Bueno, Luna ya nos ha contado cómo pasó suyo —añadió Ginny— Tampoco Malfoy es santo de mi devoción y ya le he advertido a Luna que seré la primera en lanzarle un Mocomurciélago como le haga daño. Pero ¿qué podemos hacer?

—Ya, bueno, ella puede que esté viéndolo todo muy claro, pero no me fío de él —dijo Neville.

—Ni yo —asintió Harry— Puede que ya no sea el matón que fue tras la guerra, pero Luna con el tiempo está siendo una hermana para mí, y no me gustaría que saliera mal parada.

—Y otra cosa —dijo Ron de repente con el rostro iluminado al recordad algo— ¿No sé supone que el señor Lovegood había denunciado a los Malfoy por el secuestro de Luna?

—¡Es verdad! —respondió Hermione cayendo sorprendida— ¿Veis? A eso me refería.

—Esperad —dijo Neville arqueando una ceja—. No creeréis que Draco esté intentando disuadir al padre de Luna usándola con la excusa de empezar una relación, ¿verdad?

Un silencio sepulcral en el grupo señaló que para los leones se había sembrado la duda.

Desde la otra punta de la sala, en la mesa ocupada por la antigua pandilla de Draco, los comentarios tampoco faltaban.

Está de moda hablar sin tener ni idea. Eso pensaba Draco.

No daban crédito a ver a Malfoy tan tranquilo junto a Lovegood. Durante todo ese año parecía que había estado intentado evitar a todo el mundo, tanto de su casa como de las demás, en plan ermitaño. No parecía relacionarse con nadie y en ese momento su antiguo séquito de serpientes se encontraba con una imagen que a las chicas les dejaba con la mandíbula desencajada y cuchicheando de los gestos que tenían. Y los chicos se limitaban a observar y a señalar las cosas raras que le notaban a Draco ese año.

—No puedo creerlo —dijo Pansy Parkinson apretando una cucharilla de té—, ¡nos rechaza hasta para hacer los trabajos del curso y ahora se junta con Lunática Lovegood!

—¿Crees que le ha podio echar algo en la bebida? —dijo Zabini con sorna.

—No lo descarto... Pero quién a quién.

—Bueno, él ya nos dejó claro que no estaba enfadado con ninguno de nosotros.

—Ya, pero, ¿hasta cuándo va a seguir ignorando a Goyle? Acaba de cumplirse un año... ¿Y ni siquiera le va a decir nada?

—Te noto muy sentimental hoy, Pansy.

—Lo que estoy es alucinando.

Y con todo ese tipo de lagunas mentales entre los conocidos Luna y Draco se iban formando todo tipo de suposiciones que ellos no veían venir. Solo sabían que sería un día largo que acababa de empezar.

El desayuno deba paso al comienzo de las clases. Se dirigieron a la entrada siguiendo el recorrido de muchos otros alumnos mientras iban charlando sobre el horario que les tocaba ese día a cada uno y fueron interceptados por Ginny, que bajo petición de los otros tres Gryffindor, que a pesar de ser de un curso mayor y de tener clase en otra dirección, pidieron ala pelirroja que se acercase para romper el hielo y no quitaban tampoco ojo a la pareja. Se quedaron a un par de metros atrás a esperar y la chica pelirroja intervino algo incómoda:

—Esto... Perdón, Luna, ¿vamos juntas o prefieres ir por tu cuenta?

—Hola, Gin. Buenos días —respondió la aludida con naturalidad mientras el chico se las quedaba mirando y observó que tras la Gryffindor, Potter y el resto no les quitaban ojo. Lo cual se esperaba—. Sí, vamos juntas —Luna se dirigió a Draco— Si quieres, luego nos reunimos para almorzar.

—De acuerdo —respondió Malfoy.

Ella se iba a limitar a despedirse con un cálido apretón de manos. Pero él optó por dejarse llevar y tomar las cosas con más naturalidad y se despidió de ella tomándola por el mentón con delicadeza y dándole un beso en la mejilla. Lo que tomó a la joven Lovegood por sorpresa, no por el gesto, porque ya estaba familiarizada con esa muestra de cercanía por parte del chico, sino por el momento escogido para ello.

Ese gesto hizo que el rellano en el que se encontraban se llenase de murmullos, risas y algún silbido.

Él se separó para ir a sus clases sin dignarse a fijarse en nadie más porque sabía lo que había a su alrededor, pero no le importaba, aunque otra parte de él quería salir de ahí antes de delatarse algo ruborizado. Y ella le despidió con una sonrisa jovial y con la mano. Junto a una Ginny sorprendida y aguantando una leve risa ante la reacción de su amiga y ante unos atónitos Gryffindor.

Ginny y Luna se pusieron en marcha hacia el cuarto piso para su primer clase y por el camino fueron arrolladas por Lavender y las hermanas Patil, que decidieron hacer un desvío hacia sus respectivas clases:

—¡Luna! —exclamo Padma casi sin aliento al alcanzarlas— ¿Esto va en serio?

—¿El qué? —preguntó la rubia algo despistada.

—¿Cómo que el qué? —dijo Lavender — ¡Malfoy y tú os acabáis de despedir como una parejita!

—¡Nos hemos perdido algo muy fuerte! —añadió Parvati.

—Chicas, os diré lo mismo que les he dicho a Harry y a los demás. No espero que lo entendáis– señaló la joven Ravenclaw– pero si que lo respetéis. Si sois mis amigas y me apreciáis sé que haréis un esfuerzo.

Y con ese último comentario dejó sin palabras a las jóvenes brujas y se dispuso a seguir su camino hacia el aula que le tocaba, notando cómo alguna de ellas agachaba la mirada.

—Si, va en serio, al parecer — les dijo Ginny en susurro y siguió a su amiga.

Continuará