¡Hola! Sé que me tarde mucho en actualizar. Pero si soy sincera, no me gustaba cómo quedaban los capítulos y los volví a hacer un montón de veces. Subo hasta donde alcancé a acabar para no desaparecer demasiado tiempo.

En fin... ¡Comenzamos!

Capítulo 25 - El culpable de todo.

ZORO RORONOA.

Fui como un endemoniado a la casa de SANJI luego de lo que me dijo Trafalgar. Ahí me encontré con una extraña escena. La siempre afable y sonriente Reiju, a punto de matar a su padre a golpes. Su esposo hablaba con alguien por teléfono y miraba ceñudo a su suegro cómo si fuera una escoria. Dejando que su mujer hiciera lo que quisiera con su suegro. Ella estaba histérica, exigiéndole una y otra vez que usara sus influencias para sacarlo.

-¿Reiju? – Ella volteo hacia mí, soltó a su padre del cuello y corrió a abrazarme.

-¡Tenemos malas noticias! – Katakuri agradeció a quien sea que estuviera del otro lado de la línea y caminó hacia nosotros. Tenia una cara que jamás había visto en su inexpresivo rostro, ira. Parecía una persona completamente diferente.

-Lo acaban de ver entrar a Mary Geoise con dos miembros del CP0 – Miró al hombre mayor que sangraba en el suelo – Enviaste a tu hijo a manos de unos dementes.

-¿Qué?

La historia que me contó la hermana del rubio, hizo que mi sangre hirviera de ira. Iba a matarlo con las espadas qué tenía en el auto. Lo cortaría en rodajas y le daría sus partes a los peces. Ese tipo volvió a acercarse a sus hijos y a la primera oportunidad que tuvo de salvar su pellejo, entregó a Sanji a los Tenryubitos. No tenía idea para que lo querían y sinceramente, no creo que le importara. Ellos le pidieron que alejara al rubio de sus protectores y él lo hizo sin dudar.

No pude controlarme, lo golpee tan fuerte que le tiré algunos dientes. Su hija ni siquiera me reclamó eso - ¡¿CÓMO TE ATREVISTE HIJO DE PUTA?! – Perdí la capacidad de razonar. Solo sentía ira.

Antes de que pudiera golpearlo de nuevo, Katakuri me detuvo – Ya tendrás tiempo para eso. Ahora tenemos que ir a buscarlo.

-¡¿Sabes donde está?! – Asintió – ¡Te acompaño!

Él no se negó, tampoco dijo nada sobre mi arrebato. Simplemente abrazó a su esposa, le dio un beso en la frente y camino a su auto, siendo seguido por mí. Una vez dentro de este, piso el acelerador cómo un demente y se adelantó a cada vehículo que iba un poco lento, con una facilidad increíble. Sentía que estábamos en una película de acción, escapando de unos policías - ¿Dónde aprendiste a manejar así?

-Solía hacer encargos para mi madre – Dijo con tranquilidad. Decidí no preguntar más tampoco. Su vida familiar según me dijo Sanji. Es un tabú en esa casa.

Llegamos a un lugar hermoso y elegante, por lo que yo con mi aspecto, evidentemente no podría entrar por la puerta grande. Una mujer con cara inocente y de dos coletas, se acercó a nosotros, abrazo a Katakuri y le entregó un par de trajes - ¿Confías en él? – Ambos me miran y él asiente.

-Tiene el mismo objetivo que yo.

Me pasa una de las prendas y me obliga a cambiarme. Lo hago tras el auto y este ni siquiera se esconde. Una vez que ambos estamos vestidos, subimos en el coche de la chica y ya cuando estamos sentados en los mullidos asientos la chica habla. Me llamo Puddin y seré su guía. Mi hermano ha estado inactivo un par de años, por lo que no sabrá que decir.

-¿Sanji está adentro? – La chica asiente.

-Tu serás nuestro guarda espaldas, no hables con nadie y si ves a los lunático con la pecera en la cabeza, baja la cabeza cómo en una reverencia.

Dudé un poco pero acabe aceptando - De acuerdo.

-Yo los ayudaré a entrar, pero para salir estarán por su cuenta hermano.

-¿Sabes si cambio algo de la infraestructura?

-Arriba si, pero me parece que abajo sigue siendo la misma suelo bajar por obvias razones – Este asintió y una vez que llegamos a la entrada, se cubrió la boca con una bufanda.

Fue realmente fácil pasar la entrada del lugar. La familia de Katakuri parecía ser más importante de lo que pensaba y para mi desgracia, tuvimos que disimular nuestro objetivo, conviviendo con algunas personas ahí por un tiempo largo.

La chica le dijo a uno de los encargados qué quería un esclavo nuevo y éste asintió. Nos guió por un ascensor a los niveles inferiores y el alma se fue de mi cuerpo cuando vi a cuantas personas tenían ahí. Había de todo, hasta animales y niños en exhibición. Sentí un asco tremendo. Katakuri ni siquiera pestañeo – Quiero un hombre. Carne fresca para entrenar. Si sabes a lo que me refiero - Ante el pedido de la mujer, volvimos al ascensor y descendimos unos niveles más.

Este lugar era cada vez peor. Podías escuchar los gritos de la personas a través de las paredes. Todas éstas víctimas estaban aterradas. Yo que estaba fuera de las jaulas sentía pánico, no quiero ni imaginarme estar en el lugar de ellos. Cuando el encargado fue a una habitación a parte, Katakuri tomó mi brazo y me guió por otro pasillo. No dije nada, sólo lo seguí.

Miró a través de los vidrios cuadrados de cada habitación, hasta que eligió una y entró. Yo lo seguí, pero no estaba preparado para lo que vi. Sanji estaba amarrado, la cara chorreaba sangre por la comisura de la boca, su perfecta piel de porcelana, llena de cardenales de todos los tamaños y formas. No levantaba la cabeza, parecía muerto…

Katakuri cerró la puerta con llave y me dio indicaciones de qué hacer al ver que no me movía. Me acerqué a su cuerpo y pude ver el dolor en su mirada. Aunque también algo de alivio, al ver mi rostro. Lo liberé y con ayuda de su cuñado logré ponerlo de pie - Te sacaremos de aquí – No tenía idea de cómo lo haríamos, pero de que saldría de aquí, así sería.

Escuchamos la llave que encajó en la cerradura de la puerta y ésta ser abierta. El hombre que ingreso con los auriculares puestos y una bata de plástico, no noto nuestra presencia hasta que fue demasiado tarde para él. Lo reduje y silencie antes de que alertara a nadie. Cuando le quité la capucha y vi el asqueroso rostro del ex novio de Sanji, mis ojos pasaron de él al rubio un par de veces. Los engranajes encajaron en mi cabeza y la ira, se desbordó - ¿Tu le hiciste eso? – La voz me salió más oscura de lo que esperé.

El sujeto parece que no midió el peligro y asintió orgulloso. Estaba muerto – No es momento Zoro – El cuñado de Sanji trató de pararme, pero ya era tarde.

-Nos haremos de tiempo mientras le saco los intestinos – El maldito se encogió en su lugar – Vas a desear que te mate. Pero te dejaré vivo y sufrirás el resto de tu vida animal.

LUFFY MONKEY

El lugar dónde estaba Sanji, se veía bonito por fuera. Pero la habitación en la cuál nos metió Torao, era otra historia. Podía oler la sangre y prácticamente, parecía que una docena de gatos muertos, se descomponían ahí. Una vez que todos nos cambiamos, salimos por los pasillos en dirección a mi amigo. Torao encabezaba la fila con la cara descubierta.

Una mujer vestida de manera atrevida y muy guapa nos interceptó. Conocía a Torao, además de que evidentemente le tenía ganas y éste se prestó para sus insinuaciones. Me repetí una y otra vez que era por el bien de la misión, pero me dejó un mal sabor de boca. Cuando salgamos de aquí, podré reclamar o por lo menos molestarme un poco. Ahora solo quiero encontrar a Sanji.

Nuestro cabecilla miraba en cada habitación buscando al rubio a través de los vidrios y una vez que lo encontró, la abrió cómo un ladrón experto. Dentro de esta, estaban cuatro personas. Quien colgaba de las muñecas, y tenía muchos golpes, era el ex novio de Sanji. Busque a mi amigo con la mirada y el tenia una ropa parecida a la mía. Pero se veía cansado y adolorido.

-¿Qué estás haciendo Zoro? – El susodicho se estaba quitando la camisa.

-Cobrando una cuenta – Antes de que pudiera hacer nada, Torao lo detuvo.

-Será en otra ocasión, tenemos que salir de aquí ahora. No hay mucho control en ésta área, pero si hay guardias – Katakuri se puso del lado de mi novio, pero había algo diferente en los ojos de Zoro. Agarró el bate qué estaba en el suelo y estuvo a nada de pegarle a Gin, hasta que el susurro de Sanji lo hizo congelarse.

-No lo hagas, sólo vayámonos – Habló tan bajo, que apenas lo escuchamos.

Se notaba que le costaba horrores no pegarle al maldito, pero parece que aceptó el pedido. Al menos fue así hasta que el idiota ese habló y se le ocurrió decir qué éramos unos cobardes. Amenazando con volver a buscarnos y que mataría a cualquiera que Sanji amaba, se escuchaba cómo un demente. El sonido del disparo nos sobresalto a todos. Quien había hecho la ejecución, fue Katakuri.

-Nos vamos – Ayudó a mi amigo a caminar sin siquiera voltear la cabeza hacia el cadáver. Yo iba a mirarlo, pero Torao no me dejó.

-No querrás esa imagen en tu memoria – Su voz era grave – Usaremos la ventana por la que entramos para salir.

No pudo terminar de dar las explicaciones necesarias. Una alarma comenzó a sonar una y otra vez. Los altavoces decían que todo el lugar estaba bajo ataque. Supimos que era verdad, cuando una pared se desplomó a nuestras espaldas. Un pedazo de escombro salió volando y a pesar de que Torao me cubrió, una piedra me golpeó la frente. En el único espacio que quedaba al descubierto y la herida comenzó a sangrar.

Ellos tomaron un ritmo más acelerado, pero se me hacia difícil seguirles el paso entre la avalancha de personas, con mi vista reducida casi en un 50 por ciento a causa de la sangre. Una vez que me solté del agarre de Torao, fui arrastrado entre la marea. Lo único que logré hacer, fue evitar que me pisaran, caminando en la misma dirección que ellos. Por unas larguísimas escaleras, subiendo a trastabillones y empujones.

En un lugar más apartado del desastre, vi como alguien con una pecera se llevaba a rastras a una chica de cabello rosado en contra de su voluntad. Entonces tomé la decisión de ayudarla. Pues podrían hacerle algo malo y no me perdonaría jamás si yo lo hubiera podido evitar. Ella se veía sumamente aterrada.

El tipo con la pecera le gritaba y le decía que se callara la boca. Que ella era suya, pues el la compró y sólo le tocaba obedecer. Corrí hasta llegar a sus espaldas y cuando él se percató de mi presencia, ya era tarde. Lo golpee con un palo de metal que había tirado entre los desastres y logré aturdirlo. Le tendí mi mano a la chica y la aceptó sin dudarlo. Comenzamos a correr hacia una de las salidas, pero mi pierna cedió y un dolor inmenso me atravesó. Giré la cabeza para ver el motivo. Alguien me había disparado en el tobillo. Al levantar la cabeza y ver al idiota ese con cabeza de pecera, maldije no haberle pegado más fuerte o en la cabeza cómo mínimo.

Eran muchas las personas que corrían de aquí para allá. Todos huían de la amenaza. No sé si porque seguían lanzándole cosas al edificio o si lo más preocupante para ellos era el idiota cabeza de pecera – ¡Corre! – Le grité a la chica de cabello rosa.

-No puedo dejarte aquí – A pesar de que ella era alta y grande, si me carga con la pierna así, la retrasaría demasiado.

-¡VETE! – Ella dudo unos segundos, pero una bala hizo caer a un sujeto que pasaba por detrás y asustada acato la orden.

Una vez que el pasillo comenzó a despejarse, supe que llegó mi momento. No pude ir muy lejos arrastrándome durante la estampida y el tipo de la pistola seguía parado en el mismo lugar. Cansado, herido y un poco asustado, me giré para enfrentarlo. Era un ser humano asqueroso. Comenzó a reírse al ver mi estado y sorbió por sus mocos por la nariz… Desagradable.

-¿Quién te dio permiso de tocar mis cosas simple humano? ¿Te atreves a desafiar a los dioses?

-Sólo veo un gordiflón con una pecera en la cabeza ¿Dónde está Dios?

-¡Yo soy tu dios! – ¡Fantástico! ¡ME TENÍA QUE CRUZAR CON EL LOCO CON COMPLEJO DE MESÍAS!

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Nos vemos en el siguiente capítulo :3

Qué tengan una buena semana o/