PETUNIA, PARTE 1

El sol brillaba intensamente en el parque donde se celebraba el evento muggle. Harry y Hermione caminaban juntos, disfrutando de la atmósfera festiva. De repente, Harry se detuvo en seco, su rostro palideciendo. Hermione siguió su mirada y vio a los Dursley, que también se habían percatado de su presencia.

— Harry Potter — gruñó Vernon, sus pequeños ojos llenos de desprecio — ¿Qué estás haciendo aquí?"

— Hola, tío Vernon — respondió Harry con un tono de cortesía forzada — Tía Petunia. Dudley.

Petunia frunció los labios, su rostro una máscara de disgusto.

— Nunca esperé que te dejaran entrar a eventos decentes como este — dijo con voz cortante.

Hermione, que había estado observando en silencio, sintió que la ira se agitaba dentro de ella. Dio un paso adelante, poniéndose entre Harry y los Dursley.

— Eso es suficiente — dijo Hermione con una calma peligrosa — No tienen derecho a hablarle así.

Dudley soltó una risita.

— Oh, vamos, siempre fue un bicho raro.

La magia de Hermione comenzó a manifestarse, haciendo que el aire a su alrededor se cargara de energía. Las hojas de los árboles cercanos comenzaron a temblar y las hojas en el suelo se levantaron en pequeños remolinos. Los Dursley dieron un paso atrás, asustados.

— Hermione… — murmuró Harry, poniendo una mano en su brazo. La magia de Hermione retrocedió un poco ante su toque, pero la furia en sus ojos permaneció.

— No tienen ni idea de quién es Harry — dijo Hermione, su voz firme y clara. — Es una de las personas más valientes y nobles que he conocido. Y no permitiré que lo insulten de esta manera.

Vernon intentó replicar, pero la intensidad en la mirada de Hermione lo hizo retroceder.

— Nosotros solo... decimos la verdad — balbuceó, aunque con menos convicción.

— La verdad es que Harry es mucho mejor persona de lo que ustedes jamás serán — dijo Hermione, dando un paso más cerca de los Dursley — Y yo no permitiré que lo vuelvan a tratar así.

Petunia, con los labios fruncidos, lanzó una última puñalada.

— Nunca mereciste el afecto de nadie, Harry. Ni siquiera el de esta bruja a tu lado.

Los ojos de Hermione brillaron con una furia contenida, y por un momento, Harry sintió que la magia de ella podría estallar. Pero en vez de eso, Hermione se mantuvo firme, su voz fría y controlada.

— No tienen idea de lo que significa merecer el afecto de alguien. Harry lo merece todo y más. Y tú — Hermione se dirigió a Petunia — nunca tendrás el honor de saber lo que se siente ser amada por este hombre.

Harry, asombrado por la defensa apasionada de Hermione, sintió una oleada de gratitud y admiración. Los Dursley, viendo que no ganarían esta batalla, se retiraron, murmurando entre ellos.

Hermione tomó la mano de Harry y lo guió lejos de los Dursley, alejándose del parque hacia un lugar más tranquilo.

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Harry y Hermione regresaron a su casa después del encuentro con los Dursley. El viaje de regreso estuvo lleno de un silencio tenso, cargado de las emociones desbordantes de Hermione y los pensamientos reflexivos de Harry. Al cruzar el umbral de su hogar, Hermione se dirigió directamente a su habitación, con Harry siguiéndola de cerca.

Al entrar, Hermione arrancó furiosa su gabardina beige y la lanzó sobre la silla del rincón. Sus movimientos eran bruscos, y la magia en el aire vibraba con la intensidad de sus emociones.

— ¡Esa mujer y esa familia! — exclamó, despotricando contra los Dursley — ¡Van a arrepentirse de haberte tratado tan mal! — La furia se apoderaba de cada palabra, cada gesto.

Harry, percibiendo la siguiente explosión, la siguió al interior de la habitación.

— Hermione...— comenzó, tratando de llamar su atención y calmarla.

Hermione se volteó hacia él, sus ojos en llamas de indignación.

— ¡No, Harry! ¡No puedo soportar que te hayan tratado así! ¡Nunca debieron haberte hecho sentir que no mereces ser amado! — Su voz temblaba con la mezcla de furia y pasión, mientras su magia chisporroteaba en el aire, haciendo vibrar los objetos de la habitación.

Harry avanzó con calma, acercándose a ella con pasos firmes. Sentía el calor de su enfado, pero también el amor y la protección que emanaba de ella. Sujetó suavemente su rostro con ambas manos, obligándola a mirarlo a los ojos.

— Hermione, mírame — dijo con suavidad, pero con firmeza.

Los ojos de Hermione, llenos de rabia y determinación, se encontraron con los de Harry. La intensidad de su mirada empezó a disipar la tormenta interna. Harry sabía perfectamente que sus ojos siempre lograban calmarla, como un ancla en medio del mar agitado.

— Estoy bien — dijo Harry, su voz baja y tranquilizadora — Te tengo a ti. Eso es lo que importa.

Hermione respiró hondo, absorbiendo la calma que él le transmitía.

— Pero no soporto que te hayan tratado así... de que te hayan hecho sentir que no mereces amor.

— Ya no tienen poder sobre mí — respondió Harry suavemente, acariciando su mejilla con el pulgar — Tú me has enseñado eso. Y tú me has dado más amor del que jamás soñé tener.

Hermione cerró los ojos por un momento, dejando que la ternura y la seguridad de Harry la invadieran. Al abrirlos de nuevo, encontró sus ojos y se calmó.

— Nunca dejaré que te hagan daño de nuevo — murmuró, susurrando la promesa como un juramento sagrado.

Harry sonrió, inclinándose hacia ella.

— Lo sé — dijo, acercándose más — Y te amo por eso.

Los labios de Harry se encontraron con los de Hermione en un beso lleno de ternura y gratitud. La magia en el aire finalmente se calmó.

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