-Esta es una adaptación de la serie "House of the Dragon" y del libro "Fuego & Sangre" de George R.R. Martin, más específicamente el arco conocido como "La Danza de Dragones". Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, mas los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidades, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Bittersweet" de Within Temptation para Sakura, "Unholy" de Sam Smith para Sasuke, "Family Line" de Conan Gray para Baru, "Darkside" de Neoni para Hanan, "Good Luck, Babe!" de Chappell Roan para Ino, "Die With A Smile" de Bruno Mars & Lady Gaga para Sasuke & Sakura, y "Noble Blood" de Fleurie & Tommee Profitt para el contexto del capitulo.
1-Diálogos en cursiva para "Alto Valyrio".
2-Breves textos en cursiva para pensamientos.
3-Texto con dialogo en cursiva par flashbacks
Dos Semanas Después
La vida estaba repleta de todo tipo de emociones, en un momento se podía ser inmensamente feliz y al siguiente igualmente desdichada, y eso era lo que sucedía ese día a ojos de Ino Yamanaka, la doncella más querida de la reina y que había paralizado completamente su rutina, enviando a sus hijo Daisuke y Sarada con su madre tras la carta que había llegado para su muy querida amiga, anunciando que su padre lord Inoichi Yamanaka, señor de Alto Jardín, había fallecido y ella se hallaba consolándola como amiga a solas en sus aposentos, contando con la presencia de Hinata y Tenten que se habían convertido igualmente en sus compañeras inseparables. La Yamanaka era el centro de atención, ocupando uno de los divanes sobre el que se hallaba sentada, mas inclinada con los codos sobre sus rodillas y observando a la nada, siempre encantadora con un exuberante vestido de seda malva suave—en honor a Dreamfire—de escote en V que resaltaba generosamente sus atributos, con falda de velo, el corpiño repleto de bordados plateados en forma de rosas y dragones, marcadas hombreras y un corte en la espalda que dejaba está al descubierto y su largo cabello rubio peinado para caer sobre sus hombros y tras su espalda por una compleja red de trenzas, resaltando el cinturón de rosas de plata al frente de su vestido. Sin embargo, la rosa de Alto Jardín se hallaba más melancólica que nunca, de hecho, era la primera vez que Sakura veía triste a su amiga, Ino siempre era buena ocultando cómo se sentía, minimizando los problemas o diciendo que la vida era ya lo suficientemente seria todo el tiempo como para agregarle más seriedad…pero en ese momento no parecía tener ánimo para nada.
—Lo siento muchísimo, Ino— habló Hinata, siendo la primera en romper con el silencio tras que ella les hubiera informado de lo ocurrido.
—Sí, te ofrecemos nuestras condolencias— secundó Tenten con una expresión de tristeza.
—Lord Inoichi era un gran hombre, se contaban grandes cosas del lord de Alto Jardín— reafirmó Sakura, habiendo crecido escuchando de él.
—Un gran guerrero y murió durmiendo— suspiró Ino, no sabiendo si sentir pena o reír ante lo irrisorio que era. —Vaya fin— quería estar triste, pero ni siquiera podía volver a su hogar ni con su familia debido a la guerra y no iba a intentarlo siquiera.
Nadie supo que decir, perder a un familiar tan cercano como un padre era muy delicado y las mujeres presentes sintieron inmediata incomodidad, observándose entre sí, la única que se atrevió a hacer algo fue Hinata, levantándose de su asiento y acercándose más a Ino, envolviéndola en un cálido abrazo. Uzumaki por matrimonio, esposa de lord Naruto uno más de los miembros de la rica casa que gobernaba Casterly Rock, Hinata llamaba inmediatamente la atención por sus finos ropajes casi a la altura de una reina; portaba un vestido turquesa claro de escote en V, muy recatado y anudado desde el escote a la altura del vientre, con bordados de aves y mariposas en los hombros, codos y a lo largo de la tela, con mangas acampanadas, ceñido a su cuerpo por un cinturón cobrizo con cristales engarzados, y falda lisa que se abría a los lados para exponer la falda inferior, verde oliva con bordados cobrizos para replicar el zorro que caracterizaba a su familia política, con su largo cabello azul oscuro cayendo tras su espalda y despejando su rostro de facciones suaves a la par que destacando el medallón alrededor de su cuello y en que llevaba una miniatura de su esposo. La sucesión dentro de familia Yamanaka estaba clara, lord Inoichi había engendrado cinco hijos en su matrimonio; Deidara que era el mayor y natural heredero—por ende, se convertiría en el nuevo lord de Alto Jardín—, luego estaba Ino, Ayumi que se había desposado con un lord de la casa Amagiri, Orino desposada con el lord de la casa Hirasaka, y Eri que era la menor y continuaba soltera, pensar en su familia de quienes había crecido separada, siempre en Desembarco del Rey al servicio de su reina, hizo que Ino sintiera alivio, pues su familia estaría bien durante la transición de poder.
—Ahora será sucedido por mi hermano, Deidara, al menos se mantendrá la paz— meditó Ino más para sí que para su reina y amigas. —Debería estar aquí en un par de semanas, para jurar lealtad como nuevo lord del Dominio— añadió observando a su reina, siendo un asunto de estado y que garantizaría la lealtad de su casa ante la guerra existente.
—¿Hay algo que podamos hacer para ayudarte?— consultó Sakura, alargando una de sus manos para entrelazarla con la de su amiga. —Perder a un padre no es fácil— ella había perdido al suyo hacía un par de meses apenas.
—No lo sé— negó la Yamanaka encogiéndose de hombros con melancolía e indecisión.
—Creo que yo sí— consideró Hinata en voz alta, haciendo que todas la observasen. —Majestad, los sastres, zapateros, orfebres y peleteros esperan presentar sus sugerencias para su nuevo ajuar— recordó volviendo el rostro hacia su reina. —Este es un buen momento— obvió, pues las animaría a todas.
—Tienes razón, Hinata, haz que vengan— asintió la Uchiha nada más oírla, dándole su permiso. —Tenten, haz que preparen dulces y aguamiel para nosotras, necesitaremos ánimo para semejante exhibición—delegó a su otra doncella, ambas levantándose de sus respectivos asientos al mismo tiempo.
—Sí, Majestad— asintieron tanto la Uzumaki como la Namiashi, al unísono.
Hasta entonces sentada junto a su reina, Tenten Namiashi se levantó de su asiento y la reverenció antes de proceder a retirarse para cumplir con sus órdenes igual que Hinata, con sir Arsen abriéndoles las puertas tan pronto llamaron a estas; Tenten era hija del lord de la casa Namiashi, vistiendo mucho más sencillamente, un vestido malva de recatado escote en V, con falda de velo, que pasaba desapercibido bajo una chaquetas superior violeta oscuro estampada en conchas marinas—el emblema de su familia—de profundo escote en V, cerrada a su cuerpo por un cinturón plateado, con mangas acampanadas, falda abierta bajo el vientre, y su largo cabello castaño cayendo tras su espalda, despejado su rostro por una trenza cintillo y una cadena de plata alrededor de su cuello. Tan pronto como las puertas de sus aposentos se cerraron, Sakura observó largamente a Ino y se levantó de su asiento para acercársele y sentarse a su lado, entrelazando sus manos y confortándola de esa forma, no teniendo necesidad de decir nada; ambas tenían experiencias muy diferentes sobre sus padres, mientras que en el caso de Sakura su padre el rey Tajima ni siquiera parecía haber reparado en su existencia a lo largo de su vida, Ino si había tenido un padre presente, aunque siempre hablaba de lo ebrio que había sido, de las amantes que había tenido o de lo opulento que era...mas, se escuchaba como un padre consentidor y al que extrañaba, debía ser devastador para ella no haber podido estar ahí para él en sus últimos momentos, aunque no lo verbalizara. Sakura no era buena demostrando afecto con nadie más que sus hijos, la habían educado para aferrarse a la dignidad, pero en ese momento acompañó a su amiga y la consoló…
Puede que la reina Sakura no fuera lo que se esperaría de una reina, prefiriendo pasarse el tiempo encerrada en sus aposentos y leyendo, bordando o cuidando de sus hijos, no era alguien que buscará ascender en la corte y tomar decisiones en comparación con su hermano el príncipe Sasuke, pero cuando sus doncellas convocaron a los sastres, peleteros, zapateros y orfebres a sus aposentos, estos lo hicieron cargados de entusiasmo y presurosos, alegrando a las cuatro damas que se sonrieron entre sí con ánimos renovados, viendo a los sirvientes ayudar a estos señores y desplegar los lienzos de tela para que la reina eligiese, colocar los zapatos, tocados, guantes, abanicos o joyas sobre almohadones de seda y presentar todo ante su curiosa mirada. Otra tanda de sirvientes ingresó, aquellos que Tenten había hecho llamar y que trajeron consigo platos repletos de dulces, pasteles, galletas, pero también carne, moluscos, peces y verduras, así como generosas cantidades de vino, aguamiel—el favorito de la reina—y jugo de diversos sabores; normalmente una reina no se permitiría ser tan cercana con sus doncellas, quienes habían sido destinadas a su servicio desde los once años—cuando había comenzado a sangrar—, no las había elegido sino que lo había hecho su madre, eran damas de sangre noble, no sus amigas pese a que estas la sirvieran cada día…mas, Sakura se había encariñado profundamente con Ino, Hinata y Tenten, había aprendido a verlas como sus amigas y se sabía en absoluta confianza con ellas. Normalmente, solo Ino la tuteaba, Hinata y Tenten eran demasiado protocolares como para pedirles eso, mas Sakura río a gusto, cubriéndose los labios mientras tomaba otro dulce del plato.
—Oh, me encantan estos zapatos— jadeó Sakura, examinando un par de tacones, —¿Quieres unos, Ino?— consultó a su amiga, que no tardó en situarse a su lado.
—Sí, son hermosos, pero los míos en purpura— condicionó la Yamanaka, sabiendo que su amiga le obsequiaría un par, aunque ella protestase.
—Unos en purpura y otros en verde, por favor— solicitó la reina al zapatero, que tomó nota de todo al igual que el sastre.
Normalmente, cuando los sastres, peleteros, orfebres o zapateros visitaban los aposentos de la ahora reina viuda Hanan—ya desde antes de que enviudara, cuando había sido reina y desde sus años de juventud—, la reina ordenaba que sus doncellas ayudasen a desplegar las obras de estos hombres que se dedicaban a crear auténticas maravillas, elegía con que deseaba quedarse y era rápida en sus decisiones...lo contrario ocurrió con la reina Sakura, que sonrió a sus doncellas, invitándolas a probarse o tocar lo que quisieran, ya fueran guantes, zapatos o joyas, disfrutando de verlas deleitarse con elementos que le resultaban muy ostentosos a ella y a sus gustos muy selectivos, pues no era mentira decir que ella no usaba lo que usarían las demás damas de la corte. Los sirvientes se mantuvieron cerca del grupo de jóvenes damas, y tan pronto como veían sus copas vaciarse de sus respectivos contenidos, estos las rellenaban, esbozando sonrisas, contagiados por la alegría de la reina, que siempre se mostraba serena, distante y melancólica, y las cajas de joyas, zapatos y guantes continuaron abriéndose una tras otra ante los ojos hambrientos de las damas así como de la reina, todas actuando como niñas pequeñas cargadas de euforia y no era para menos, los platos de dulces pronto se hallaron vacíos con el paso de los minutos, la comida comenzó a acabarse en medio de la emoción general, pero ninguno de los sirvientes se atrevió a traer más a menos que la reina o alguna de sus doncellas así lo verbalizaran. No era una broma decir que todas las damas estaban emocionadas a partes iguales, ver tan ricas y tan diversas telas era fascinante, una experiencia sin igual y que parecía no tener fin, mas lo tuvo, y había llegado el momento de elegir.
—Los bordados de oro son preciosos, y también las perlas— suspiró Tenten, simplemente extasiada por la belleza que veían sus ojos.
—Debería mandar a hacer un vestido con esta seda, Majestad— sugirió Hinata, sosteniendo la tela y volviendo la mirada hacia su reina.
—Esta moda no me sienta bien a mí, no sabría lucirla, pero ustedes si deberían comprarla— difirió Sakura, no considerando que fueran bien con su estilo. —Señores, finalmente me he decidido por comprar estas telas— informó, levantándose de su asiento y señalando un grupo en particular. —Hinata, asegúrate de pagarles bien— instruyó a su doncella, que se acercó para entregar una generosa cantidad de dinero a cada hombre. —Y en cuanto al diseño de los vestidos, quisiera algo más…natural, qué sea cómodo para moverme, pero también bello. No debemos saltarnos los colores; verde, esmeralda, pero también zafiro, morado, gris y negro— obvió, ante lo que los hombres asintieron de inmediato. —Y con respecto a las demás telas, esas serán para mis doncellas y quisiera que se hicieran vestidos nuevos para ellas— añadió finalmente, sonriendo.
—Majestad…— jadeó la Uzumaki, cubriéndose los labios a causa de la emoción.
—No lo merecemos— negó la Namiashi, completamente obnubilada.
—Yo decidiré eso— discutió la Uchiha, volteando a verlas con una ligera sonrisa. —Pueden retirarse, señores, y gracias— despidió finalmente, habiendo tenido suficiente.
Las reinas tenían doncellas como acompañantes, al final las llamaban por sus apellidos y ni siquiera las consideraban, las casaban con lores y las despedían a los pocos años de servicio, reemplazándolas por doncellas más jóvenes, su madre lo hacía cada pocos años, pero Sakura no podía; Ino, Hinata y Tenten le servían lealmente pese a estar casadas o comprometidas en el caso de la Namiashi, ella se sabía sus nombres y las llamaba como tal desde su primer día juntas, no por sus apellidos, aspiraba a ganarse su respeto como persona antes que como soberana. El entusiasmo tras recibir sus nuevas posesiones fue evidente por parte de Hinata y Tenten, que se aproximaron a los sirvientes para reunir sus pares de zapatos, joyas, guantes o demás, no sus nuevos vestidos, pues estos deberían ser confeccionados por los sastres, y la reina no tardó en liberarlas de su presencia para que acudieran a sus respectivos aposentos para probarse todo cuanto gustaran, excepto Ino que le indicó a una sirvienta que llevase todos a sus aposentos para guardarlos ella más tarde, mas permaneciendo junto a su reina en tanto el grupo de hombres se retiraban reverenciando respetuosamente a su reina, ansiosos por la generosa paga que sabían recibirían de ella al finalizar su trabajo, era conocido que la reina Sakura era amable con todos. Escuchando a Hinata y Tenten reír al desaparecer en el umbral, con las puertas abiertas por sir Arsen que las cerró tras la partida de tan numerosa comitiva de sirvientes y trabajadores, Sakura volvió la mirada hacia Ino, entrelazando una de sus manos contra la suya y sintiéndose aliviada al verla sonreír igual que antes, olvidándose temporalmente de su tristeza, lo que coincidió con el repentino ingreso de su Guardia Real.
—Majestad— reverenció el Konohagakure nada más ingresar.
—¿Si, sir Arsen?— consultó la reina, extrañada por su exabrupto al entrar sin anunciarse.
—Lord Deidara Yamanaka de Alto Jardín está aquí y pide audiencia— comunicó el Guardia Real, esperando sus órdenes.
—¿Mi hermano?— Ino estaba simplemente desencajada a causa de la sorpresa.
Decirse sorprendida sería un eufemismo para Sakura, hacía apenas unas horas habían llegado las noticias de la muerte de lord Inoichi, ella al igual que Hinata y Tenten se habían empeñado en intentar consolar a Ino en su duelo y darle ánimos, ¿Cómo es que su hermano estaba de visita en la corte en menos de un día? Sakura dedujo la razón mientras soltaba la mano de Ino—a quien observó atentamente por el rabillo del ojo—, mas prefirió no decir nada a causa del estupor de su doncella, indicándole silenciosamente a sir Arsen que permitiese el ingreso de lord Deidara, retirándose este con una reverencia y finalmente permitiendo el ingreso del ilustre lord. El hombre que ingreso debía tener unos veinticinco años cuando mucho, era alto y extremadamente guapo como cualquier nativo de Alto Jardín, con largo cabello rubio como el de Ino y más allá de sus hombros, peinado en una coleta alta para hacerlo destacar aún más, resaltando sus brillantes ojos azules, portaba un elegante jubón verde jade oscuro, de cuello alto y cerrado, con mangas ceñidas hasta las muñecas y faldón hasta las rodillas, abierto en A bajo el vientre, repleto de bordados dorados para replicar el emblema de la casa Yamanaka, pantalones negros y largas botas de cuero, con una espada pendiendo del cinturón que cerraba su atuendo. Iba contra el protocolo que Ino tanto intentaba seguir, pero todo cuanto la Yamanaka hizo al ver a su adorado hermano mayor, fue levantarse de su asiento y correr eufórica hacia Deidara, que no dudo en cargarla en brazos igual que había hecho de niña, sonriendo al escucharla reír de emoción y abrazándolo vehemente, ambos hermanos siendo observados por la reina que sonrió para sí mientras los veía.
Era una imagen enternecedora.
Ya que Hinata y Tenten se hallaban ocupadas en sus propios aposentos, y no deseando ella separar a los dos hermanos que acababan de reunirse tras largos años separados, la reina ordenó a los sirvientes que trajeran unos pequeños refrigerios para agasajar al lord de Alto Jardín, todos ocupando su lugar en la pequeña sala de recepción cuando la comida llegó, las sirvientas dejando los dulces sobre la mesa y sirviendo el té. Por su parte, el nuevo lord de Alto Jardín observó atentamente a la reina de Poniente, junto a cuya diestra se hallaba sentada su hermana Ino; portaba un femenino vestido rosa suave de escote redondo—con un falso escote en V ligeramente más alto—, cerrado por seis botones de igual color, con mangas acampanadas que cubrirían sus manos si estas no se hallaran cruzadas sobre su regazo, con falda de velo de múltiples capas, encima una chaqueta superior de seda de igual color repleta de bordados de dragones dorados—por Sunfire, el dragón de su esposo—, escasamente cerrada a la altura del vientre formando una falda abierta en A y de mangas abiertas desde los hombros como lienzos, y sus largos rizos rosados caían sobre sus hombros y tras su espalda, peinados por una trenza cintillo y decorada por una diadema de oro y diamantes rosa en forma de mariposa a juego con un par de pendientes en forma de lágrima. Sakura nunca había visto a lord Deidara, pero sabía que era una leyenda encarnada, se decía que todos los chicos en el Dominio aspiraban a ser como él, era amado y admirado por todos, y todas las mujeres deseaban irse a la cama con él, sin embargo, Deidara estaba felizmente casado y su esposa le había dado un hijo hacía ya dos años y estaba esperando un segundo según ella sabía.
—Té de jazmín— suspiró Deidara tras probar el té, conmovido. —Es muy amable conmigo, Majestad— sentía como si estuviera en casa.
—Es lo menos que puedo hacer por el hermano de mi amiga más querida— negó Sakura, no creyendo merecer ninguna felicitación. —Espero que su visita sea venturosa en la corte, mi lord— manifestó sinceramente, —¿Cuál es el propósito?— consultó, genuinamente interesada al igual que Ino.
—Además de informar de la muerte de mi padre, he venido a ser reconocido por el rey como lord de Alto Jardín y a jurarle lealtad al rey Baru— informó el Yamanaka, explicando porque la noticia del fallecimiento de su padre había llegado ese día.
—¿Y lo ha hecho?— más bien afirmó la reina, habiendo intuido que se trataba de eso.
—Sí, él me reconoció y le manifesté mi lealtad— confirmó el lord de Alto Jardín, —pero no puedo jurarle lealtad como señor del Dominio, pues primero he de convocar a mis abanderados, mas espero que estos sigan la tradición y lo reconozcan como rey— aclaró a su reina, viéndola asentir al comprender su situación.
—Me alegra, queremos tener a nuestros amigos cerca— sonrió la Uchiha, aliviada por aquellas noticias.
—No debería haber problema, eras el primogénito y heredero de nuestro padre— recordó Ino en voz alta, tan deslenguada como siempre.
—Siempre hay personas que resentirán nuestra posición y tratarán de quitarnos de en medio, Ino— protestó Deidara, no queriendo que se confiase. —Alto Jardín no es solo belleza, como bien sabe, Majestad— obvio al volver a concentrarse en la reina y sabiendo por las cartas de su hermana que era una mujer muy inteligente.
Los Yamanaka habían sido una familia menor en las Tierras del Dominio hasta la llegada de Baru "El Conquistador", habían servido a la casa gobernante Kamizuru hasta que esta había sido completamente eliminada durante la conquista de Baru I—más concretamente en su enfrentamiento contra la casa Kamizuru y los Uzumaki en las Llanuras del Dominio—quien había dado todo el poder a los Yamanaka como servidores leales, desde entonces ellos eran quienes regían Alto Jardín y eran la envidia de todos…pero, que llevaran décadas, más de un siglo en el poder, no quería decir que no tuvieran enemigos. Los Uchiha habían tenido que imponerse "A Sangre y Fuego"—el lema de su familia—durante décadas y décadas, en ocasiones con crueldad para qué tontos de mente pequeña no pudieran deshacerse de ellos y debían mucho al rey Daisuke "El Cruel" por la posición en que se hallaban, Sakura lo agradeció en ese momento, mas desviando la mirada hacia Ino sentada a su lado en el diván y con quien entrelazó una de sus manos; la tradición de los rehenes reales imponía a miembros de las ilustres familias de Poniente permanecer en la corte como servidores de la realeza, a la par que como amigos o confidentes, que era como ella veía a Ino, y no podía imaginar que ella tuviera que apartarse de su lado y regresar a Alto Jardín. Era egoísta de su parte y Sakura lo sabía, Ino acababa de perder a su padre, desear volver a las Tierras del Dominio con su familia era su derecho…pero, ella no podía imaginarse dejándola partir, tenía a Hinata y Tenten a su lado para acompañarla y asistirla, pero Ino era su primera y más querida amiga, y de igual modo ella había intentado ser lo mismo para ella hasta el día de hoy.
—Lo principal es que usted está aquí, mi lord, y que fue reconocido como señor del Dominio que es— celebró Sakura, no queriendo ignorar la presente situación. —Ya lo demás vendrá a su debido tiempo, confió en ello— sosegó, viéndolo asentir de igual forma. —Y, confió en que el acuerdo entre nuestras casas se mantenga— añadió, aludiendo a Ino sentada a su lado y temiendo que regresase a Alto Jardín.
—Por supuesto, Majestad— confirmó Deidara, para tranquilidad de ambas mujeres. —Sé del lazo que las une y no me atrevería a romperlo. Además, mi hermana sigue siendo indispensable aquí— la tradición de los rehenes reales se mantendría.
—Me alegra— sonrió la reina, profundamente aliviada. —Odiaría perder a Ino, es mi amiga más valiosa y mi servidora más honesta, no sabría que hacer sin ella— admitió, orgullosa de ello y el vínculo que compartían.
Deidara no necesitaba escuchar nada de aquello, conocía perfectamente a su hermana, ambos se llevaban unos pocos años de diferencia y habían crecido siendo extremadamente unidos antes de que ella fuera enviada a la corte a servir a la princesa, pero escuchar de boca de la reina lo imprescindible que era Ino lo llenó de orgullo, porque significaba que el dolor de crecer separados en los últimos años, tener que comunicarse por cartas y ver la melancolía adueñarse de su familia había valido la pena, porque era imprescindible y eso lo era todo. Escuchando las palabras de la reina, cargadas de tanto afecto, admiración, consideración y ternura, Ino se sintió indigna de que su amiga y soberana pensase tan bien de ella y por lo que bajo la mirada, pensó en todas las veces en que pasaba la noche en los aposentos de sir Sai, casada con Tokisada que la evitaba como la plaga y viceversa; la reina y ella compartían secretos, hablaban de la intimidad que experimentaban con sus respectivas parejas y se daban consejos la una a la otra…sin embargo, Ino jamás le había dicho a la reina quien era su amante secreto, sabía que en el caso de la reina se trataba del príncipe Sasuke, pero en su caso ella jamás lo había admitido y en ese momento se sintió como una vil mentirosa, porque no era honesta en absoluto, ¿Dónde estaba su lealtad si le ocultaba aquello a su reina? Cuando la reunión terminó y su hermano Deidara se marchó, siempre comportándose dignamente y con la galantería que lo caracterizaba, Ino lo despidió con un cálido abrazo, así como aún muy incómoda en el fondo de su corazón, no pudiendo mirar a la reina a los ojos y sintiendo que no era nada de lo que su dulce amiga pensaba que era…
Lord Deidara se había marchado hacía ya un par de horas y el resto de la tarde se había desarrollado de forma apacible, ella se había ocupado de sus hijos que habían regresado de su jornada con su madre la reina viuda Hanan, cenando juntos a la luz de las velas y acompañados por Ino, Hinata y Tenten, sus hijos naturalmente extrañaban a Sasuke y nuevamente le preguntaron cuándo volvería a visitarlos, pero Sakura solo pudo decirles que le transmitiría su mensaje al príncipe tuerto y que no prometía nada. La reina acercó sus pasos hacia la habitación de sus hijos tras cambiarse de ropa, sonriendo al verlos a ambos profundamente dormidos en sus respectivas camas y su sonrisa creció al verlos abrazar sus mantas y que le habían pedido bordar; la de Sarada era violeta rojizo con bordados de aves, ciervos, lobos, toda clase de flores y dragones surcando el cielo, mientras que la de Daisuke era verde oscuro, con los dragones de la conquista volando sobre Poniente; Balerion, Meraxes y Vaghar que afirmaba era su favorito. La reina portaba un camisón aguamarina de escote corazón, con encaje ligeramente más claro en el centro del corpiño y la altura de los codos para replicar mariposas, con mangas holgadas que se ceñían en las muñecas formando cortos holanes y larga falda, con su largo cabello rosado cayendo sobre sus hombros y tras su espalda, sabiendo que no le facilitaba la vida a Ino, que siguió sus pasos mientras la peinaba de forma meditabunda hacia su habitación privada, deseándoles buenas noches por sobre su hombro a Hinata y Tenten que permanecerían en la sala vigilantes como siempre, en tanto que Ino se retiraría a dormir tras terminar de ayudarla a prepararse para irse a la cama.
—Has estado callada desde que tu hermano se fue— comentó Sakura rompiendo con el tenso silencio, —¿Sucede algo, Ino?— preguntó volviendo la mirada por sobre su hombro.
—Me siento culpable, Majestad— admitió la Yamanaka bajando la mirada con vergüenza.
—¿Por qué?— cuestionó la Uchiha, volviéndose hacia ella por completo. —Sabes que puedes hablar con confianza cuando estamos solas— obvió, siendo buenas amigas.
—Lo sé— sintió la rubia, aliviada. —Es solo que…siento que te he fallado como amiga— admitió, desconcertándola todavía más. —No soy honesta ni confiable como crees, te guardo secretos— aludió, siendo su amiga y soberana su confidente.
—Jamás te he interrogado al respecto— recordó la reina en voz alta, serena.
—Lo sé, pero no disminuye mi culpa— volvió a discutir Ino, mortificada. —Mi amante secreto es…sir Sai Shimura— confesó por fin, esperando su reacción.
No lo había hecho de buenas a primeras con intención de engañar a su esposo, no había sido planeado en absoluto, de hecho, todo había comenzado la noche que había compartido la cama con su esposo, había salido desconsolada de su habitación, demasiado abrumada…habría cometido una locura con seguridad si Sai no la hubiese encontrado y llevado a su habitación para calmarla, se había quedado dormida inevitablemente y ambos habían comenzado una rutina en que hablaban de todo cada noche, se habían convertido en amigos muy cercanos, e inevitablemente la pasión había surgido, ella se había sentido inmensamente protegida con un hombre tan tierno. Era una locura e Ino lo sabía, hacía que Sai quebrantase sus votos a la Guardia Real, pero él siempre le decía que no importaba, que el voto implicaba no casarse ni tener hijos y que lo que ambos tenían era solo suyo, eso atenuaba las consecuencias que caerían sobre ambos si alguien se enterase de su relación, pero Ino se sabía deshonesta y en ese momento esperó las consecuencias que sabía merecía, bajando la mirada ante su reina y aguardando por una reprimenda que sabía merecía, y que sin embargo no llegó, ella lo comprobó al alzar la mirada hacia la reina Sakura, que la observó con una ligera sonrisa. Ino nunca le había confesado que su amante secreto era sir Sai Shimura—el guardia consagrado de su hermano Sasuke—, pero Sakura llevaba intuyéndolo desde hace tiempo, ambos compartían miradas cuando creían que nadie los veía, igual que Sasuke y ella, también había tenido un par de sueños o visiones sobre ambos y ahora Ino acababa de confirmárselo, por lo que no era motivo de sorpresa en absoluto.
—No parece sorprendida, Majestad— pareció la Yamanaka, entre sorprendida y extrañada.
—Ya lo sabía— contestó la Uchiha con simpleza para sorpresa de su amiga. —Primero, tengo ojos y puedo notar como lo ves cuando no hay nadie cerca, es como yo veo a Sasuke— señaló, sonriendo al afirmarlo. —Y segundo, esta habilidad de ver cosas es un vínculo de una vía, pero que ve más de lo que me gustaría a veces— completó, aludiendo sus visiones. —Una rosa de Alto Jardín fluyendo al viento, en una gran tormenta; solo hay una interpretación— nombró, viendo la comprensión en sus iris azules. —No te preocupes, tu secreto está a salvo, pero…creo que necesitaría manejar más información, para guardarlo bien— condicionó con su inocente aire burlón.
—Gracias— apreció Ino con un suspiro de alivio. —¿Qué quieres saber?— no tendría problema en contarle lo que ella quisiera.
—¿Cómo es?, ¿Gentil o rudo?— inquirió Sakura en voz muy baja, —¿Qué te ha hecho que no me hayas enseñado?— siempre le gustaba poder aprender algo nuevo para ponerlo en práctica con Sasuke.
—Majestad— la rubia jadeo falsamente escandalizada. —Pues…— inició con una pícara sonrisa.
No estaba en la naturaleza de Ino escandalizarse, habían muy pocas cosas que pudieran sorprenderla a ella que transgredía los valores del matrimonio y engañaba a su esposo cada vez que este le daba la espalda—él hacía lo mismo desde el día uno—, mas fue buena pretendiéndolo de buenas a primera, indicándole a su reina y amiga que se acercaran a la parte trasera de la cama para hablar, ambas sentándose y viendo por el rabillo del ojo que no hubiera nadie cerca para interrumpirlas y confirmándolo ante las puertas cerradas que separaban la habitación privada del resto de la estancia. No es que Sakura sintiera que hacía falta a algo en su relación con Sasuke, dudaba que muchas mujeres estuvieran tan sexualmente satisfechas como ella misma, pero nunca estaba de más aprender algún truco que nunca hubiera puesto en práctica o alguna insinuación nueva si de complacer a Sasuke se trataba, siempre enternecida de que él le hiciera el amor con tanta devoción y ternura—él siempre aseguraba sentirse satisfecho de brindarle placer—, mas deseando despertar su libido más profundo, de hacerlo perder el sentido con ella que era la única capaz de complacerlo como él a ella. Sasuke llegaría tarde a visitarla otra vez, ahora que la amenaza de la guerra estaba más latente que nunca, debía patrullar cada noche a lomos de Vaghar por alrededor de una o hasta dos horas, sobrevolando Desembarco del Rey…pero, cuando regresara ella estaría encantada de recibirlo en su cama y poner en práctica los consejos que Ino procedió a darle y que la hicieron ruborizar a la par que jadear de sorpresa, cubriéndose los labios al tener deseos de reír y lo que solo motivo a Ino a continuar hablando.
Siempre había algo nuevo que aprender.
Un Mes Después
Atrás habían quedado esos días de preocupaciones diplomáticas, la guerra continuaba, pero de forma silente, ningún bando había tomado acción alguna aún y ello permitía a Sakura estar tranquila...aunque no sabía si "tranquila" era la palabra más apropiada para describirla en ese momento. La Uchiha echó la cabeza hacia atrás y gimió ante el placer que sentía, descendiendo la mirada hacia el sedoso cabello azabache azulado de su hermano y que acariciaba, mientras el príncipe tuerto se hallaba enterrado bajo su falda, veía su cabeza enterrada entre sus piernas y que mantenía sobre sus hombros, devorándola con su lengua, arrodillado frente a ella que se hallaba sentada en la parte posterior de la cama, con la falda del camisón alzada, cubriéndose los labios frenéticamente con una de sus manos cuando sintió la lengua de Sasuke deslizarse entre sus pliegues, con hambre desmedida. Era muy temprano aún, ambos acababan de despertar, mas temprano de lo usual y aún tenían unos momentos juntos antes de separarse, pero Sasuke no había podido evitar concederse aquel capricho nada más terminar de vestirse, gustosamente de rodillas y entre las piernas de su hermana que gemía y suspiraba su nombre; el príncipe tuerto deslizó una de sus manos entre las piernas de su hermana, penetrando en su interior con sus dedos de forma perezosa, disfrutando de aquella sensación, sonriendo contra el sexo de su hermana al sentir como la hacía estremecer el roce de su lengua, lamiendo gustoso el elixir que emanaba de ella, sintiéndola abrir más las piernas y darle completa libertad de hacer lo que quisiera con ella, meciendo sus caderas contra su lengua y dedos, dejando que las olas de satisfacción la envolvieran.
Separándose brevemente del sexo de su hermana, Sasuke besó suavemente el interior de sus muslos, sonriendo al sentir sus suaves manos jugar con su cabello azabache azulado y él no dudo en regresar a su labor, devorando su exquisito interior con su lengua; en ese momento, todas las preocupaciones de Sakura se hallaban muy lejos, se sentía inmensamente segura de que Sasuke la amaba y deseaba, atrás habían quedado sus temores y preocupaciones pasadas sobre su relación y ella no sentía remordimiento alguno por haber dejado que Sasuke fuera el padre de sus hijos, su Daisuke y su Sarada aún dormidos en la habitación contigua. El placer comenzaba a ser más y más abrumador para Sakura, que mecía sus caderas hacia el rostro de su hermano, enardecida por cada lamida o succión de sus labios y lengua, penetrada por sus largos dedos y que abandonaron su interior, trepando por su anatomía para amasar sus pechos a través de la ropa; a Sasuke le encantaba la forma en que Sakura gemía su nombre, la forma en que sus manos se aferraban a su cabello o a la ropa de cama, y la forma en que sus muslos se apretaban alrededor de su cabeza. Sintiendo la tensión acumularse más y más entre sus piernas, estallando prácticamente, Sakura se cubrió los labios y ahogó el grito que salió de sus labios al alcanzar el clímax, temblando de sobreestimulación al sentir a Sasuke lamer cada gota proveniente de su sexo, y en respuesta ella sujeto firmemente su cabeza entre sus piernas, acariciando su cabello, queriendo disfrutar del momento lo más posible…Concluyendo su labor, Sasuke se levantó y le acomodó la falda, relamiéndose los labios al hallarse a su altura, pareciendo un dragón hambriento.
—Daisuke fue felicitado por el Maestre Dan, dice que ya lee muy fluidamente para ser tan joven— compartió Sakura en voz alta al recuperar el aliento.
—Tiene cinco años, me sorprendería que no lo hiciera— Sasuke no se sorprendió por ello, era su hijo después de todo.
—Se parece a ti, le encanta leer, casi parece imaginar los sucesos en su mente— celebró la reina en voz alta, como si le leyera el pensamiento y estando orgulloso de ello.
—La mayoría comienza a recibir las clases que él a los seis años e incluso más tarde— asintió el príncipe tuerto con una sonrisa ladina. —Nuestro hijo es diferente a todos los otros niños— presumió, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de su ābrazȳrys.
—Lo sé— ella volvió a sonreír, igualmente orgullosa de su niño. —De hecho, el Maestre Dan habló conmigo, dijo que quizás era un buen momento para comenzar a enseñarle Alto Valyrio, y pensé que era una buena oportunidad para que ambos pasaran más tiempo juntos— planteó finalmente, tomándolo por sorpresa para su alegría. —Nadie habla el Alto Valyrio con tu fluidez— era el mejor maestro posible y así ambos pasarían más tiempo juntos, los dioses de Valyria sabía que ambos lo deseaban.
—Excepto tú— difirió él, orgulloso del fluido manejo de la lengua de sus ancestros que tenía su hermana. —Muchas gracias por considerarme, de verdad— apreció con voz suave, pegando su frente a la suya, anhelando pasar más tiempo con su hijo.
Ya de por sí era raro que un príncipe supiera leer a una edad tan temprana, Sasuke recordaba haber tenido la edad de Daisuke cuando le habían enseñado a leer, tras alrededor de un año postergándolo cuando él había comenzado a exigir más al ver a sus hermanos mayores—Baru y Sakura—asistir a sus clases, sin embargo, Daisuke había aprendido a leer por deseo personal, quizás por ver a su "tío" aparecer constantemente en los aposentos de su madre desde su más temprana infancia, siempre con un libro nuevo y relatando historias para entretenerlo a él y a su hermana Sarada—quien ya sabía leer fluidamente—, de hecho, su "tío" le había enseñado la pronunciación de las letras cuando él se lo había pedido. Pese a ser tan pequeño, el joven príncipe se había aburrido prontamente de sus juguetes, aún los tenía y sentía un profundo afecto por estos, pero parecía ser muy consciente de su deber, un parecido que había heredado de su verdadero padre, no del ahora rey Baru, aunque nadie podía saberlo; Sakura sonrió al pensar en su Daisuke, con sus diminutas manos apretadas contra sus mejillas y leyendo con gran concentración, siempre estudiando un libro que parecía demasiado grande para él, moviendo los labios sin hacer ruido, siempre acompañado por el Maestre Dan Kato que era su tutor, apenas deteniéndose una vez cuando creía que la palabra pronunciada no era correcta. Sin embargo, el corazón de Sakura volvió a ser atenazado por la preocupación, cada noche el mismo sueño acudía a ella y parecía ser más y más incesante, escuchaba a su Daisuke gritar, corría a su habitación, pero no podía llegar a tiempo y veía las ratas saltar sobre él…¿Qué significaba ese sueño?
—¿Ocurre algo malo?— preguntó Sasuke acunando delicadamente su rostro entre sus manos y viéndola a los ojos.
—Tengo miedo de las ratas— confesó Sakura con preocupación, viéndolo a él como su única esperanza.
—¿Ratas?— repitió el príncipe tuerto con extrañeza. —Hay cazarratas en toda la Fortaleza Roja, ninguna se acercará a ti o a los niños— aseguró, mas aun viendo el temor y la inseguridad en sus ojos. —Sakura, estamos a salvo aquí, la capital está muy bien vigilada, tenemos hombres apostados fuera de cada entrada y salida, tenemos dragones. Estamos a salvo— prometió punto por punto, no queriendo que ella se preocupara por nada.
—¿Prometes que me protegerás y a nuestros hijos?— preguntó ella en casi un murmullo.
—Siempre, mi amor, te lo juro— se comprometió, siendo su mayor y más sincero deseo.
No sabía cuál era la repentina razón de Sakura para sentir temor de las ratas, en su mente no tenía sentido, pero cualquier cosa que evocase su temor era digna de preocupación para él y mentalmente se decidió a buscar al jefe de personal tan pronto abandonase los aposentos de su hermana para encargarse del problema, aliviado al ver una sonrisa volver a adornar los labios de su hermana y que él no tardó en reclamar, sin haber saciado aún su deseo por ella y necesitando tenerla al menos una vez esa mañana. No necesitaba prepararla más para recibirlo, por lo que no perdió tiempo y la instó a recostarse sobre la cama, sonriendo contra sus labios cuando ella se dejó hacer dócilmente y se recostó debajo suyo, abriendo las piernas para situarlas a cada lado de su cuerpo y él no perdió tiempo en subir la falda de su camisón con una mano, mientras con la otra se desabrochaba los pantalones al mismo tiempo en que se recostaba sobre ella; rompiendo el beso para recuperar el aliento, el príncipe tuerto contempló con fascinación el semblante de su hermana, tan suave, bello y amable, como todo su ser, todos en la familia eran ángulos afilados y sus rasgos tan implacables como sus personalidades, pero Sakura era diferente, una diosa de la tierra, una figura a la que adorar y amada por todos ahora que era reina. Sakura sonrió cuando Sasuke la besó en la frente y naturalmente ella alzó sus manos para situarlas sobre sus hombros a través de su jubón, y ascendió para acunar su rostro, sonriendo aún más al ver la amatista en su ojo izquierdo expuesta, pues aún no se había colocado el parche, pero el momento solo fue interrumpido cuando Sasuke le quitó el camisón por encima de la cabeza…al menos ella podía desvestirse.
Ambos se fundieron en un nuevo beso, Sakura gimiendo al sentir la lengua de Sasuke reclamar el interior de su boca y envolviéndose contra la suya, ella entregándose al beso y dejándolo a él hacer lo que quisiera con ella, sintiendo sus manos amasar sus pechos…Sasuke tembló de deseo al recorrer el perfecto cuerpo de su hermana con sus manos, sus perfectos pechos que habían crecido desde el nacimiento de sus hijos hacía ya cinco años, la curvatura de su cintura y sus generosas caderas, puede que él estuviera completamente vestido, pero de alguna forma Sasuke sentía poder percibir la sensación de sus pechos contra su torso, subiendo y bajando ante cada respiración suya. Ambos rompieron el beso para recuperar el aliento, viéndose con ojos hambrientos, Sakura envolvió sus brazos alrededor del cuello de su hermano y sus piernas alrededor de sus caderas, aferrándose fuertemente a él, encantándole lo fuerte que se sentía, tan alto y guapo para hacerla sentir como una loca por la pasión que él le provocaba, se sentía segura con él y sus sueños parecían un recuerdo lejano, entregándose al tacto de Sasuke, quien finalmente guio su miembro hacia su interior, hundiéndose profundamente en ella que echó la cabeza hacia atrás y gimió su nombre, al mismo tiempo que él enterraba su rostro contra el costado de su cuello, gruñendo su nombre, ambos completamente unidos. Sasuke tuvo que morderse el labio inferior para no gemir al hallarse tan íntimamente unido con su hermana, ella era absolutamente perfecta para él, que se sentía hecho para ella, retirándose lentamente y volviendo a embestir, recibiendo un nuevo gemido entrelazado con su nombre, instándolo a marcar un ritmo acompasado a la par que profundo mientras le hacía el amor.
Sasuke ya le había dado un orgasmo, parecía difícil que la simple mecánica de retirarse y embestir pudiera ser mejor...pero lo era, y Sakura se encontró gimiendo entregada, halando fuertemente las sabanas debajo de ella y dejándose hacer mientras Sasuke retenía sus caderas entre sus manos y se retiraba casi por completo para volver a embestir, profundamente, haciéndole saber que era completamente suya y ella asintió en silencio, ansiosa por recordarle a él que era igualmente suyo. Siempre era igual, Sasuke se sentía seducido por el coro de cantos de sirena que eran los gemidos de su hermana, lo volvía loco sentirla arquearse debajo suyo, tan necesitada y hermosa, recordándole que él solo podía darle el placer que ella ansiaba, igual que ella era la única que podía enardecer sus sentidos, ella era tan hermosa así, tan vulnerable y abierta para él...Sasuke sintió un ápice de temor, sintió el orgasmo formarse velozmente y con cada embestida, sintiendo la tensión crecer al interior de su cuerpo, pero su temor se esfumó tan pronto como sintió los gemidos de su hermana aumentar y su respiración tornarse más agitada, anunciando igualmente su inminente clímax. Tras una agónica espera, el placer que la reina y el príncipe tuerto sentían llegó a su punto máximo, ella cubriéndose los labios para ahogar un grito y Sasuke gruñendo contra sus pechos, derramándose en su interior y sintiendo a Sakura mecer sus caderas hacia las suyas, prolongando de alguna forma su éxtasis; ambos se fundieron en un cálido abrazo, con sus manos entrelazadas y sus cuerpos presionados uno contra el otro, permaneciendo así por largos minutos, negándose a que nada interrumpiera su felicidad...
Tristemente aquella feliz forma de iniciar el día no había podido durar, Sasuke había tenido que regresar a sus aposentos e iniciar su jornada diaria y ella nuevamente había iniciado su propia rutina, tomando un baño y luego vistiéndose, desayunando junto a sus hijos y dedicándose terminar su más reciente bordado sentada junto a la chimenea, se trataba de un jubón para Daisuke y que estaba repleto de bordados dorados y esmeralda de dragones, acompañada por su hija Sarada que igualmente bordaba un pequeño pañuelo, pidiéndole consejo de vez en vez, pero siendo más bien autodidacta. La reina portaba un vestido de seda azul oscuro de escote corazón, cerrado por seis botones de diamante hasta la altura del vientre, ceñido a su figura, con falda de una sola capa y mangas ceñidas a las muñecas, encima una chaqueta superior de igual color, pero repleta de bordados plateados—en honor a Deamfire—que replicaban dragones, de escote redondo ligeramente más bajo, con mangas que se abrían desde los hombros como lienzos y falda abierta en A bajo el vientre, con el centro del corpiño emulando un falso corsé frontal, y su largo cabello rosado caía en ordenados rizos tras su espalda, peinado por una trenza cintillo que despejaba su rostro y mantenía en su lugar una corona de plata y zafiros a juego con unos pendientes en forma de lágrima y que le rozaban los hombros. Esa mañana ya había visitado a su madre la reina Hanan y había acudido a dejar a Daisuke a sus clases en la biblioteca real, pero ya que pronto tendría lugar la reunión del Consejo, podía quedarse junto a su hija en sus aposentos, murmurando y mascullando para sí mientras bordaba, inquieta por las voces en su cabeza.
—Él será el único que sobreviva al fuego...— meditó Sakura en voz baja, intentando buscarle sentido a aquellas palabras, viendo a Ino levantarse para anotar presurosa sus palabras sobre los muros con un pincel.
La pequeña princesa Sarada escuchaba los murmullos de su madre e intentaba darles sentido, igual que a las imágenes que veía bailar frente a sus ojos y que parecía plasmar en su bordado, buscándole sentido; la pequeña princesa portaba un femenino vestido rosado de escote recto, con mangas ceñidas hasta los codos donde se abrían como lienzos y falda de velo, y encima una chaqueta verde oliva de escote en V ligeramente más bajo, cortas mangas ceñidas hasta los codos y falda abierta en A bajo el vientre, con su largo cabello azabache cayendo sobre sus hombros y una diadema de oro y cristales rosas adornando su coronilla. En ese momento, las puertas de la estancia fueron abiertas por sir Arsen desde el exterior, permitiendo el ingreso del rey Baru, que acercó sus pasos hasta donde se hallaban su esposa e hija; el rey portaba un elegante jubón verde oliva de cuello alto y cerrado, con marcadas hombreras y mangas holgadas que se ceñían desde los codos a las muñecas, con faldón abierto en A bajo el vientre, con el cuello y hombros repletos de bordados dorados de dragones—en honor a Sunfire, otro de los jubones bordados por su esposa—a juego con las hebillas doradas en el centro del pecho, pantalones negros y botas de cuero, con su corto cabello castaño elegantemente peinado y resaltando la corona de rubíes y acero Valyrio sobre su cabeza. Sakura apenas y alzó la mirada para saludar a su esposo con la mirada al verlo acercarse a Sarada, sabía que Baru amaba a sus hijos, pero no podía relacionarse con ellos pese a sus buenas intenciones, que hubiera dejado de prostituirse no implicaba que sus problemas pasados fueran a resolverse, y seguía ahogándose como siempre en la bebida como prueba.
—Hola, papi— saludó Sarada alzando la mirada hacia su padre, ajena a su decepción por estar ella y no Daisuke ahí.
—Hola, princesa— correspondió Baru con una sonrisa ante su tierno saludo. —¿Dónde está Daisuke?— inquirió, centrando su mirada en su esposa.
—Recibiendo sus lecciones— contestó Sakura, alzando escasamente la mirada hacia él.
—¿Dónde es eso?— insistió el rey, claramente entusiasta por ver a su hijo.
—¿Para qué lo necesitas?— preguntó la reina con un suspiro, concentrándose en su minucioso bordado.
—Lo llevaré al Consejo, será rey un día y debe comenzar su instrucción— anunció él, claramente orgulloso de ello.
—¿Has pensado que tal vez no quiere ser rey?— cuestionó ella en voz alta para ser oída.
No había dado a luz a Daisuke para que hubiera un heredero al trono, al momento de concebirlo aquel tema no había sido tan apremiante, Sasuke y ella lo habían concebido porque se amaban, ebrios de pasión y anhelo el uno por el otro igual que a Sarada, ¿Qué madre quería poner sobre los hombros de un niño el peso de todo un reino? Su fallecido padre el rey Tajima nunca lo había hecho, los había menospreciado e ignorado hasta el hartazgo, para él solo había existido Izumi y ahora ella buscaba hacerles la guerra en venganza por la muerte de Yuudai, Sakura no deseaba transmitir lo mismo a sus hijos. El mismo Daisuke se hallaba en sus lecciones porque disfrutaba de aprender, no porque nadie le estuviera exigiendo que fuera un digno heredero al trono, y ella jamás lo había visto como el futuro rey, como madre todo cuanto ansiaba era que su hijo, su adorado niño, fuese el pequeño más feliz sobre los Siete Reinos y el mundo conocido, puede que Sasuke defendiera más el reclamo de su hijo al trono, mas estaba igualmente preocupado por su felicidad; normalmente, en su rutina, Sakura buscaba entretener a sus hijos con historias y juegos cuando estos no acudían a sus lecciones, intentaba distraerlos de las historias de la guerra, que comenzaban a filtrarse en los terrenos del castillo de parte de soldados y comerciantes. No sabiendo si sentirse enternecido o preocupado por aquella pregunta—jamás pudiendo entender del todo la criptica forma de hablar de su esposa—, Baru recargó sus manos en sus rodillas y se inclinó hacia Sakura, observándola con ojos de cachorro como siempre había hecho con su madre en la infancia cuando quería conseguir algo, y si bien ella inicialmente lo ignoró, no tardó en entornar los ojos y volver la mirada en su dirección.
—¿Dónde está?— preguntó Baru en voz baja y solo para que ella lo escuchase.
—En la biblioteca— contestó Sakura por fin, cediendo en ello. —No debes interrumpir su costumbre, ya va adelantado en sus clases y no quiero que sea un perezoso— advirtió seriamente tan pronto lo vio erguirse.
—No haré eso— sosegó el rey con una inevitable sonrisa. —Nuestro hijo se parece a ti— añadió, intercambiando una mirada con su hija antes de proceder a retirarse.
—Baru— llamó la reina, haciendo que su esposo se detuviera. —Tengo miedo— admitió preocupada, demasiado inquieta para callar sus temores.
—No tienes porque, serían necios en atacar con Vaghar protegiendo la ciudad— sosegó él, extrañado porque albergase aquella inquietud.
—No de los dragones; las ratas— aclaró ella, no pudiendo entender que significaba aquello.
Se lo había dicho a Sasuke esa mañana, y Sakura quería creer que si alguien podía hacer algo para protegerla ese alguien sin duda era Sasuke, pero nunca se podía estar seguro de nada y, aunque fuera motivo de burla, ella confesó sus temores a su esposo, Baru era el rey después de todo y ella quería creer que él sí podría protegerla, se trataba de sus hijos después de todo. Las palabras de su hermana-esposa desconcertaron profundamente al rey, que desvió su mirada hacia cada rincón de la habitación, como si quisiera comprobar que allí se encontraba la fuente de su temor…pero no había nada, ni el más leve rastro, ni siquiera había trampas para esos roedores, ¿Y por qué Sakura sentía temor por las ratas de repente? Tenía colecciones de mariposas, arañas y toda clase de insectos, ¿Por qué de la nada comenzaba a temer por inofensivos roedores? Desvió la mirada hacia las doncellas de su esposa, mas estas solo permanecieron en silencio, Ino regresando a su lugar sobre uno de los divanes y bordando igual que hacía Hinata, ambas observando por el rabillo del ojo si había algún roedor rondando, a la par que buscando interpretar las palabras de la reina en caso de que se tratase de una nueva visión. Quizás, la persona menos inquieta fue la princesa Sarada, ella ya había escuchado a su madre murmurar sobre las ratas desde hace días y ella misma había tenido un sueño en que las ratas saltaban sobre la cama de su hermano que intentaba alargar su mano hacia la suya, pero ella salía corriendo por miedo y ambos se alejaban, Sarada sentía pánico de que tal escenario se hiciera realidad, pero sonaba irrisorio que hubieran tantas ratas en la Fortaleza Roja, apenas había visto una o dos en su joven vida.
—La reina es un perdurable misterio, ¿No es cierto?— comentó Baru únicamente, con inevitable sarcasmo. —Descuida, Sakura, ordenaré que vengan más cazarratas, nada te perturbara— sosegó, intercambiando una mirada con su hermana.
En otros tiempos, Baru se habría burlado, habría considerado que las palabras de su hermana eran ridículas, pero últimamente su relación con Sakura—pese a no haberla llamado a su cama desde hacía ya un tiempo—estaba mejorando, ambos se entendían muy bien y Baru creía hacerla sentir bien en la cama cuando la compartían, lo mínimo que le debía era respeto y en el fondo deseaba entender cómo funcionaba su mente tan excepcional. No teniendo nada más que hacer en aquel lugar, el rey finalmente se retiró, llamando a la puerta y que sir Arsen le abrió, reverenciándolo y cerrando la puerta tras él, ajeno a la inquietud que dejaba atrás, pues Sakura no pudo concentrarse en su bordado pese a desearlo desesperadamente, suspirando y viendo a la nada para preocupación de Ino que se levantó de su asiento y se acercó a ella, entrelazando una de sus manos contra la suya, de esa forma trató de recordarle que llevaban registro de todas sus visiones, las paredes índigo estaban repletas de dibujos color blanco producto de la pintura, lo habían cubierto prácticamente todo…Además, ¿Ratas? Había individuos encargados únicamente de colocar trampas y encargarse de las alimañas, nadie tocaría a la reina ni a sus hijos, estarían a salvo y la misma Sakura intentó convencerse de ello, estrechando la mano de Ino contra la suya e indicándole que estaría bien, finalmente regresando a su bordado—casi terminado, y quería terminarlo—del jubón para su Daisuke, mas continuó murmurando por lo bajo las mismas palabras sobre las ratas, intentando darle sentido y ajena a la forma en que su hija sentada a su lado las murmuraba casi al mismo ritmo, porque había visto lo mismo en sus sueños.
Ser un Soñador era una maldición.
Normalmente Sasuke no podía considerarse de "malas", si, su humor nunca era excepcionalmente bueno a menos que Sakura estuviera cerca, pero esa mañana haberse separado de ella había sido más difícil que otras veces y había acudido—tras asistir a sus lecciones de siempre—a patrullar a lomos de Vaghar y luego a descargar su furia al patio de entrenamiento contra cualquier imbécil que se le cruzara por delante, siendo interrumpido sin embargo por un paje del rey y que le había informado que su hermano deseaba verlo. Que Baru lo quisiera cerca era una novedad, se había pasado las semanas tras su regreso de Bastión de Tormentas agasajándolo de todas las formas posibles, llamándolo "la verdadera sangre de dragón", lo consideraba un héroe, pero Sasuke creía que aquello ya había pasado, mas ahora el príncipe tuerto acudía a la sala del Consejo con andar soberbio, pues su hermano le había dado un lugar en la mesa, lo invitaba a tomar decisiones y ello lo llenaba de deseos de hacer más, porque se sabía más capaz que su burdo hermano si de gobernar se trataba. La reunión del Consejo de hoy—en palabras del paje, que lo había informado—se trataba de debatir la carta que Izumi finalmente había enviado para responder por la muerte de Yuudai ocurrida hacía poco más de un mes, en ella se decía; "Tendré mi trono, Baru el Usurpador, o tendré tu cabeza. No me arrodillaré ante un usurpador, y si lo que desean tu familia y tu es la guerra, la tendrán. Al final, todas las cabezas Verdes serán colgadas en picas para que todos vean lo que les sucede a los traidores". Era una declaración de guerra y que hizo hervir la sangre de Sasuke, porque ni muerto dejaría que lastimaran a sus hijos, a Sakura o a su madre.
—¡Tío Sasuke!— gritó una entusiasta voz infantil, regresándolo a la realidad.
Se trataba de su hijo Daisuke, quien soltó la mano de lady Tenten—quien como siempre se ocupaba de escoltarlo a donde fuera—y corrió hacía él para abrazarlo, una imagen inusual de contemplar para cualquier sirviente o noble que circulase por los pasillos, mas no había nadie cerca en ese momento y Sasuke lo apreció, pudiendo arrodillarse para estar a la altura de su hijo y corresponder a su abrazo, ¿Qué estaba haciendo Daisuke ahí?, ¿No debería estar en sus lecciones? El pequeño príncipe de cinco años portaba un jubón verde claro de cuello alto y cerrado por una serie de diminutos botones hasta la altura del vientre, encima una chaqueta sin mangas verde esmeralda con dragones bordados en el contorno interior de la misma, de cuello en V y ceñido a su cuerpo por un cinturón de cuero, con corto faldón hasta los muslos y abierto en A, con pantalones verde oscuro y cortas botas de cuero negro debajo, con su corto cabello azabache ligeramente despeinado como siempre y que Sasuke revolvió tan pronto como ambos rompieron el abrazo. Siendo la doncella de la reina, una de sus personas de confianza y más si se cuidar a su hijo se trataba, Tenten observó en silencio las interacciones entre el príncipe tuerto y el príncipe heredero…Cualquiera no habría visto los rasgos físicos en común, habrían dicho sin lugar a dudas que el príncipe se parecía a su padre el rey o a sus tíos porque compartían la misma sangre, para todos en la corte el príncipe Sasuke y el príncipe Daisuke eran solo tío y sobrino, y que bueno que todos pensasen así, porque en ese momento y frente a frente—cuando el abrazo se rompió—resultaba abrumador el parecido físico entre ambos, parecían verdaderamente padre e hijo.
—Hola, pequeño príncipe— saludó Sasuke, inclinando ligeramente la cabeza ante su sobrino que río divertido. —¿Qué estás haciendo aquí?— inquirió, no estando Sakura o Sarada cerca para justificar su presencia.
—Papá quería que asistiera a la reunión del Consejo y aprendiera, no sé por qué— contestó Daisuke encogiéndose de hombros despreocupadamente.
—Y ahora me llamó a mí— comparó el príncipe tuerto señalando las puertas con la mirada. —Veré que quiere— añadió al erguirse, revolviendo el cabello a su hijo. —Ve con tu madre y cuida de ella por mí, ¿sí?— encomendó, sabiendo cuánto disfrutaba su hijo de sentirse útil y viéndolo asentir.
—Mamá dijo que me enseñarías Alto Valyrio— comentó el pequeño príncipe, observando emocionado a su tío ante la idea de pasar más tiempo juntos.
—Así es, comenzaremos cuando tú quieras— asintió Sasuke, igualmente entusiasmado con la idea.
—¿Vendrás a jugar más tarde?— inquirió Daisuke, observando intensamente a su tío.
—No puedo negarme si me invita el príncipe— obvió el príncipe tuerto reverenciándolo tanto en apariencia como a modo de broma. —Cuida de tu hermana— añadió, sonriendo ladinamente al pensar en su hija.
—Hasta pronto, tío— se despidió el pequeño príncipe, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de su tío en un abrazo.
Viendo a su hijo ofrecer su mano a lady Tenten, que lo escoltó con gusto, Sasuke aguardó un par de segundos hasta ver desaparecer a Daisuke, sonriendo para sí cuando lo vio volver la mirada por sobre su hombro y despedirlo con la mano…Sasuke deseaba rebelarse contra su hermano, pero Baru adoraba a Daisuke, era su orgullo, incluso hablaba de conseguir un tutor personal que le enseñase a usar una espada pese a lo joven que era y hablaba de traer a un Maestre de la Citadell para que enseñara a Sarada, todas las cosas que su padre el rey Tajima jamás se había molestado en hacer con ninguno de ellos. Finalmente, el príncipe tuerto dirigió sus pasos hacia las puertas de la sala del Consejo y que los guardias le abrieron, ingresando sin necesidad de ceremonias y aproximando sus pasos hacia la mesa, sabiendo que debía permanecer leal a Baru sentado al frente de la mesa, todo por su hijo, no podría vivir si no le diera el mejor futuro posible a Daisuke. Sentada a la mesa a la diestra de su padre el lord Mano, la atención de la reina viuda Hanan se centró inmediatamente en su hijo favorito; la reina viuda portaba un elegante vestido de seda esmeralda oscuro, de escote redondo—con un falso escote en V, hecho de gasa—y cerrado por seis botones hasta la altura del vientre, falda de velo de múltiples capas que se revelaba tras la falda superior abierta en A bajo el vientre, con mangas ceñidas hasta los codos y que se tornaban acampanadas, vistiendo encima una chaqueta de encaje y bordados plateados de profundo escote en V, escasamente cerrada a la altura del vientre y sin mangas, con su largo cabello rosado recogido tras su nuca y resaltando la corona de oro y esmeraldas a juego con unos pendientes ovales.
—Sasuke, ¿Qué estás haciendo aquí?— interrogó Hanan tan pronto como las puertas se cerraron tras el ingreso de su hijo.
—El rey me convocó— contestó Sasuke escuetamente, no ocupando el lugar vació a la mesa, sino que aproximándose al mapa junto a esta.
—No tienes un lugar en el Consejo— contrarió la reina viuda, no pudiendo justificar su presencia en decisiones que debían ser secretas.
—Sasuke es mi hermano y nuestro mejor guerrero, siempre es bienvenido— aclaró Baru, defendiendo a su astuto hermano. —¿Qué crees que debemos hacer, hermano?— consultó, viéndolo examinar las piezas que representaban a sus tropas.
—El camino a Desembarco del Rey es a través de las Tierras de los Ríos, es natural que elijan ese camino, por lo que deberíamos establecer un puesto en Harrenhal— meditó el príncipe tuerto, siendo una decisión natural.
—Los señores de los Ríos me juraran lealtad, o se enfrentaran a Vaghar y Sunfire— asintió el rey, completamente de acuerdo. —Y podríamos quemar el bloqueo de esa forma— la primera decisión de Izumi y lord Butsuma había sido impedir el pase de los comerciantes y por ende intentar hacer que el pueblo pasara hambruna.
—Izumi también tiene dragones— protestó Hanan, pensando estratégicamente.
—No tan grandes; nosotros tenemos a Vaghar, Dreamfire, Sunfire, Tessarion y los jóvenes Morghul y Shrykos— enumeró Baru, saltándose solo a los dragones salvajes que había en el Foso de Dragones y que no poseían jinetes. —En ese orden de tamaños— añadió con una sonrisa presumida.
—Si enviamos a los dragones, nos quedaremos sin defensa. Debemos ser cautelosos— discrepó la reina viuda, intercambiando una mirada con su padre.
—No, el seboso lord Morino alza mi estandarte o yo quemaré el suyo— insistió el rey, aludiendo al segundo lord más importante de las Tierras de los Ríos. —Debemos volar a Riverrun— decidió mientras veía a Sasuke ocupar su lugar en la mesa.
—Majestad, usted es el rey, es impensable que se exponga— protestó sir Kakashi de pie tras su asiento como Comandante de la Guardia Real.
—Y necesitamos a Vaghar aquí, si Izumi toma represalias para vengar la muerte de su hijo— recordó Hanan, dirigiendo una severa mirada a Sasuke.
—En los días posteriores a la muerte del rey Tajima se cometieron errores, y no debemos agravarlos, eso es obvio— medió lord Kizashi finalmente ante la tensión en el ambiente. —Ya ha demostrado su poder, Majestad, pero ahora hemos de favorecer la paciencia y la templanza. Envió cuervos a cada hora, y muchas más casas le juraran lealtad muy pronto— aseguró y ante lo que su nieto hizo rodar la esfera de color que simbolizaba su poder, aburrido. —La historia y los precedentes juegan a su favor— obvió, pues todos lo tenían más que claro.
Escuchando a su abuelo como lord Mano, Sasuke apoyó sus manos sobre la mesa, esperando que su hermano mayor dijera algo inteligente, que defendiera la estrategia que él acababa de darle, que se impusiera como el rey que era, que tomara decisiones...pero, nada de ello sucedió, Baru simplemente dejó que su abuelo Kizashi y su madre Hanan lo controlarán, que ellos tomaran las decisiones, y mentalmente Sasuke entornó los ojos de frustración, diciéndose que había mucho para intentar hacer algo a favor de su bando en la guerra, si su madre y abuelo lo permitían con su zonza diplomacia. Que su madre lo responsabilizara en público de la muerte de Yuudai le daba igual, era una realidad y él lo había aceptado, necesitaría algo mucho fuerte para ofenderlo, al menos tenía a su hermano el rey de su lado y el día ya había mejorado mucho por haberse encontrado con Daisuke antes de entrar, y él no iba a dejar que nadie arruinase su humor….Que fácil sería su vida si él fuera el rey y no su hermano, tendría poder, podría reconocer a sus hijos, tendría a Sakura y Baru sería libre de irse a donde fuera y a vivir como quisiera, y quizás así ambos por fin podrían llevarse bien y tolerarse. Sin embargo, el trono y la estabilidad de la dinastía implicaba cumplir roles que no deseaban—en contraste con el actuar de Izumi—, Baru el de rey, Sakura como reina, Sasuke como el heredero de repuesto y todos siendo permanentemente infelices, por ello es que a menudo Sasuke no soportaba pensar en Baru; el primogénito que deseaba ser el segundo y el segundo hijo que deseaba ser el primogénito, soñando con cambiar el mundo, pero el presente era una realidad que debía soportar, por Sarada, por Daisuke y por Sakura…
La reunión del Consejo había terminado hace horas, antes del mediodía, pero Sasuke no había conseguido olvidar los temas que se habían discutido y el resto de la tarde se encerró en su habitación repasando las casas nobles que componían el mapa de poniente desde Desembarco del Rey a Harrenhal, intentando pensar en una estrategia, sentado ante la mesa baja de su sala de estar, con está repleta de libros, anotaciones y velas para iluminar la estancia ahora que el sol se había ocultado, incluso la mesa en que desayunaba estaba igualmente repleta de libros y su espada Sueña Fuego estaba apoyada en el diván contiguo donde se hallaba sir Kakashi Hatake, liberado de su larga jornada y a punto de irse a dormir como merecía ese día. Los aposentos del príncipe tuerto no eran tan amplios como los del rey o la reina, pero igualmente elegantes a la par que austeros, con las paredes de roca sólida, con estatuas en forma de dragón en las paredes y que obraban de candeleros, y un prominente balcón—compuesto por columnas de mármol con escamas y dragones esculpidos—que dividía la sala de recepción de su habitación privada cuyas puertas se hallaban cerradas, con una mesa baja y tres divanes que componían la sala de estar y del otro extremo el comedor, y una serie de libreros muy bien atestados de documentos, libros, manuscritos, documentos minuciosamente doblados…eran los aposentos que debería tener un rey. Inclinándose sobre la mesa baja que lo separaba del príncipe Sasuke, Kakashi tomó su copa y dio un largo trago, agradeciendo la generosidad del príncipe que siempre lo invitaba a beber o a disfrutar de su cena, sonriendo ladinamente con orgullo ante el hombre en que se había convertido.
—Hemos desperdiciado valiosas semanas en esta guerrera de plumas y cuervos; las palabras son viento— suspiró Sasuke, frustrado con la situación. —Tu deberías abrir la marcha, Kakashi, yo te cubriría en Vaghar, así ningún castillo alzaría el estandarte de Izumi en nuestra contra, y pondríamos a todas las tierras de la corona de rodillas en semanas— sugirió, siendo lo que él decidiría hacer si fuese el rey.
—Quizás podríamos pedírselo al rey, en privado— sugirió el Hatake calmadamente. —Empezaríamos con Rossby y Stockwork, castillos pequeños a la sombra de Desembarco del Rey y que no nos querrían como enemigos— movió las monedas de oro sobre ambos lugares del mapa, emulando la toma de dichas posiciones.
—Sumaríamos sus lebas a las nuestras, y el ejército crecería a medida que avancemos— asintió el Uchiha, moviendo las monedas hacia un punto medio en el mapa.
—Un plan muy astuto, Alteza— celebró el dorniense, orgulloso de su agudo intelecto.
—Gracias, pero es inútil— negó el príncipe tuerto, dándole un ligero trago a su copa. —Baru está en manos de mi abuelo y mi madre, y ellos solo quieren evitar una guerra de dragones— era absurdo pensar en algo así siquiera.
—Es inevitable— incluso Kakashi lo comprendía pese a no haber visto jamás a los dragones en batalla. —¿Qué los ciega a actuar?— inquirió en voz alta.
—Kizashi no quiere alterar el orden de las cosas, y mi madre solo está...furiosa, me culpa por comenzar esta guerra, cuando ella conspiró con el Consejo para usurpar el trono— dedujo Sasuke, siendo bueno para meterse en la mente de las personas. —La reina viuda tiene dos caras— era su madre, pero también una víbora venenosa.
—Su madre tiene buen corazón— intentó mediar el Hatake, teniendo en alta estima a la reina viuda, —e Izumi es una araña astuta, que atrajo a la reina viuda a su red y la envenenó, como a tantos otros— no culpaba a la reina por no desear tomar la vida de la hija más querida del anterior rey, su fallecido esposo.
—Mi madre siente piedad por el enemigo y eso es de necios— juzgó el príncipe tuerto, siendo objetivo en su crítica.
Su madre podía juzgar duramente su actuar al haber matado accidentalmente a Yuudai hacía ya un mes atrás, pues dos podían jugar el mismo juego, y de igual modo Sasuke podía ser igualmente bueno juzgando el carácter de su progenitora, una mujer envidiada y admirada por muchos por su caridad, su humanismo, su bondad, su piedad para con los más necesitados, virtudes que le había transmitido a Sakura… pero, mientras que en Sakura aquellas características no obstaculizaban su juicio, en el caso de su madre solo entorpecían las decisiones que debería tomar en la guerra a su entender, pues no usar a los dragones en el conflicto y dilatar el enfrentamiento solo empeoraba las cosas y haría que muchos continuaran sufriendo. Ya sea que Kakashi estuviera de acuerdo con las palabras del príncipe tuerto o bien discrepase al respecto, el Hatake no dijo nada, lo que permitió que él y el príncipe tuerto escuchasen el eco de pasos cerca, las puertas abiertas de los aposentos del príncipe hasta que este se iba a dormir permitían percibir lo que sucedía en los pasillos, ambos cesando en su conversación para ver de quien se trataba, igualmente tensos en sus respectivos lugares…hasta que Kizashi Haruno, el lord Mano, emergió en el umbral. Por protocolo, siendo Comandante de la Guardia Real, Kakashi se levantó de su asiento y se mantuvo firme tan pronto como vio al lord Mano ingresar, por otro lado, el príncipe Sasuke se mantuvo sereno e imperturbable, regresando su atención al mapa que yacía sobre la mesa baja frente a él, teniendo una pierna cruzada sobre la otra, estando a gusto en sus propios aposentos y libre de responsabilidades hasta volver a salir a patrullar dentro de menos de una hora, su abuelo era el intruso.
—Abuelo, buenas noches— saludó Sasuke, pretendiendo que no ocurría nada.
—Buenas noches, querido nieto— correspondió Kizashi, pasando su mirada por la estancia y enfocándola en el Comandante de la Guardia Real.
—Lord Mano— Kakashi inclinó la cabeza, cumpliendo lo que se esperaba de él.
—Retírese, lord Comandante, quisiera hablar a solas con mi nieto— despidió el lord Mano, sabiendo que el dorniense había terminado su jornada diaria.
No resultó nada agradable para Sasuke el actuar de su abuelo, puede que tuviera un solo ojo, y por ende un punto ciego más amplio que la mayoría, pero el príncipe tuerto vio perfectamente como su abuelo se movía por sus aposentos como si fueran los propios, dándole la espalda como si así no pudiera delatarse y aproximándose a la mesa del comedor para examinar los libros que él estaba leyendo, como si lo espiase…Sasuke centró toda su atención en su abuelo, apenas y notando a sir Kakashi quien lo reverenció respetuosamente y se retiró de inmediato, llevando su espada consigo. En su día a día, Sasuke solo dejaba que Sakura—cuando visitaba sus aposentos a través del pasadizo que unía ambas dependencias—ingresara en sus aposentos, moviera sus cosas o tocara cuanto quisiera, todo lo que él poseía era suyo, pero eso no se aplicaba al resto del mundo, desde los trece años su madre no podía siquiera visitarlo sin llamar a la puerta antes, él era en extremo receloso con sus posesiones por pequeñas o escasas que fueran, y la única razón por la cual el príncipe tuerto no dijo nada a su abuelo en ese momento, fue por respeto y porque no quería que nadie descubriera sus planes o las ideas que daban vuelta por su mente. Kizashi no detuvo su análisis a los aposentos de su nieto tras la partida de sir Kakashi, examinó los libros superficialmente, todo meticulosamente ordenado, las fruslerías o frivolidades eran escasas, solo un par de tapices adornando las paredes, representando escenas de la conquista de Baru I, como su quema de Harrenhal a lomos de Balerion; Sasuke era alguien muy austero y Kizashi lo recordó, habiendo transcurrido mucho tiempo desde la última vez que había estado en aquella estancia.
—Me preocuparía que se urdieran planes a espaldas del rey y de su mano, Sasuke— comentó Kizashi por fin, volteando a ver a su nieto.
—¿Crees que yo haría algo así?— cuestionó Sasuke sosteniendo la mirada a su abuelo. —Me han recordado toda la vida que he de inclinar la cabeza y ver al suelo— obvió mientras su abuelo se acercaba para ocupar el diván contiguo a él. —Si hay alguien que juega según las reglas, soy yo— había crecido siguiendo las reglas…y quebrantando aquellas que nadie veía, así había conseguido desposar secretamente a Sakura y tener hijos con ella.
—Te devora la ambición, lo sé, yo también fui joven— empatizó el lord Mano, viendo más allá de lo que su joven nieto permitía ver a la mayoría, pero él no era como la mayoría.
—Solo deseo servir al rey y a mi casa— discutió el príncipe tuerto, siendo a medias verdad, pues solo acallaba su ambición para que su hijo llegase a ser rey.
—Tienes anhelos y ambiciones que superan lo que otros dictaron para ti, y te prometo que un día tendrás todo lo que quieres— sosegó el Haruno, observando a su nieto. —No olvides que Vaghar y tú son el mayor poder del reino; si no era obvio antes, ahora ciertamente lo es. Pero, hay muchas piezas en juego, algunas que aún no puedes ver— su nieto era muy astuto, comprendía la importancia de seguir las reglas y esperaba que su conversación se lo recordase. —Obtendrás todo lo que ansias, Sasuke, pero debes controlar tus impulsos, porque ambos sabemos que tu hermano no puede— Baru era un rey poco eficaz…mas, quizás un día Sasuke pudiera ser Regente de ser preciso, cuando la guerra pasara y él ya fuera muy viejo para ser lord Mano, convirtiéndolo en su sucesor.
Kizashi estaba orgulloso de todos sus nietos, de Baru no evidentemente—pese a probar ser un hombre que deseaba convertirse en un rey digno—, mas si de Kagen en Oldtown, de Sakura que había asumido como reina consorte siendo la imagen de la dignidad, y de Sasuke…de quien más estaba orgulloso era de Sasuke, el príncipe tuerto encarnaba todo lo que Kizashi había esperado que Baru fuera desde su más temprana infancia, era tan inteligente, sagaz, implacable, decidido, mesurado, valiente, mas desgraciadamente no era el rey y por ende no podía hacer todo lo que quisiera pese a desearlo, y como abuelo él se lo recordó con una mirada seria. Las palabras de su abuelo podían ser honestas, quizás lo fueran, pero a entender de Sasuke eran mera condescendencia; nadie podía darle lo que él deseaba, porque en tanto Baru viviera, Sakura siempre sería de otro, puede que fuera su ābrazȳrys según el antiguo rito Valyrio, pero nadie salvo ellos dos lo sabían y si alguien lo descubría, todos creerían que eran meros amantes, cuando eran mucho más que eso. No, nadie podía darle lo que él deseaba, nadie podía entender el dolor y satisfacción que le provocaban amar tanto a una mujer, a quien se había sentido unido y destinado desde su primer aliento, la mujer a la que pertenecía, a quien amaba, la madre de sus hijos, y a quien sin embargo no podía amar como haría cualquier hombre, porque ninguno de los dos era libre; le gustase o no, él continuaba comprometido con la sosa Mirai Sarutobi, y ansiaba que la guerra terminase rápido para anular dicho compromiso antes de que se concretase, porque no tendría otra esposa que Sakura, era una promesa hecha a ella, a sus hijos, a su amor y a sí mismo, y no la quebrantaría.
Un día todo su sufrimiento valdría la pena.
PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las siguientes actualizaciones serán "Vesprada, luego "A Través de las Estrellas" y por último "Kóraka: Luna Creciente" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su constante apoyo, consejo y asesoría en cada nuevo proyecto), a Karen Yareli (dedicándole esta historia por ser la primera persona en aprobar la historia), a Isabel Vazquez (agradeciendo su apoyo y hermosas palabras, dedicándole esta historia como agradecimiento), así como a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.
Personajes; Bando Verde:
-Sakura Uchiha como Helaena Targaryen (20 años) -Sasuke Uchiha como Aemon Targaryen (19 años)
-Baru Uchiha como Aegon II Targaryen (22 años) -Kagen Uchiha como Daeron Targaryen (16 años)
-Daisuke Uchiha como Jaehaerys Targaryen (5 años) -Sarada Uchiha como Jaehaera Targaryen (5 años)
-Hanan Haruno como Alicent Hightower (43 años) -Kizashi Haruno como Otto Hightower
-Ino Yamanaka como Fernande Tyrell (20 años) -Hinata Uzumaki como Alyssa Lannister (personaje original)
-Tenten Namiashi como Daena Westerling (personaje original) -Deidara Yamanaka como Máxime Tyrell, Lord de Alto Jardín (25 años)
Personajes; Bando Negro:
-Izumi Uchiha como Rhaenyra Targaryen (34 años) -Itachi Uchiha como Daemon Targaryen (50 años)
-Yuudai Senju como Lucerys Velaryon -Junichi Senju como Jacaerys Velaryon (15 años)
Guardias Reales:
-Kakashi Hatake como Ser Criston Cole (44 años) -Arsen Konohagakure como Willis Fell (guardia de la princesa Sakura)
-Sakon Otogakure como Arryk Cargyll (guardia del príncipe Baru) -Sai Shimura como Rickard Thorne (guardia del príncipe Sasuke)
-Ukon Otogakure como Erryk Cargyll (guardia de la princesa Izumi) -Kotetsu Hagane como Steffon Darklyn (guardia del bando negro)
Transición & Algo Oscuro: Este capitulo inicialmente no estaba contemplado en la obra o no como acabe escribiéndolo. Tuve que inventar ciertas escenas para que cuadraran con lo que sucederá más adelante; el personaje de Ino, originalmente llamada Fernande en el material original, esta basado en una amiga muy querida para mi, por lo que quise desarrollar más su personaje y su importancia en la historia, pues será fundamental y ello también me permitió desarrollar a las demás doncellas de Sakura y su personalidad como reina, así como la forma en que es percibida por la corte. El capitulo también sirve como transición, mostrándonos la vida cotidiana en la Fortaleza Roja, vemos a Sasuke comenzar a unirse más al esfuerzo político por frenar o evitar una guerra que él mismo desató y lo vemos interactuar más con su hijo Daisuke, algo fundamental en relación con lo que esta por venir; también, vemos a Baru relacionándose con su "hija" Sarada, vemos cuanto ha mejorado su relación con Sakura y profundizamos en el vinculo poco explorado de Sasuke con su abuelo Kizashi al final del capitulo y todas las cosas que el príncipe tuerto se calla o ha callado, explorando también sus frustraciones y ambiciones personales. Sin embargo y por más oscuro que sea, lo más destacable es la profecía de Sakura, quien incluso la comparte con Baru debido al enorme temor que siente; "ratas" esa palabra definirá lo que ocurrirá en el siguiente capitulo y demostrara a todo el bando Verde, pero en especial a Sasuke, que en una guerra se ha de pagar un precio, más cuando se cometen crímenes consciente o inconscientemente.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
