Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling. La historia pertenece a Inadaze22
xxx
Capítulo cuatro
Primera parte: Solo uno
«—Bien... Eso parece un problema personal —esas palabras parpadean en mi cabeza una y otra vez».
Como luces de neón.
—Sabes, Draco —hablo con la mandíbula apretada y la sangre hirviendo—. Me imaginaba que dirías algo así —me enderezo, sacudiendo la cabeza, intentando calmarme, aunque sin éxito—. Ni siquiera sé por qué gasté saliva en decírtelo.
Me mira como si fuera la primera vez.
—Espera, ¿es mío?
—No, es producto de una inmaculada concepción —replico con sarcasmo—. ¡Claro que es tuyo, idiota! —saco la ecografía del bolsillo. La he mirado al menos unas mil veces, tanto que los bordes están arrugados, pero la ojeo por un momento y se la arrojo con desdén. Tiene suerte de que le lance una imagen y no el plato de galletas de chocolate... O una imperdonable, que es realmente lo que quiero lanzarle ahora mismo—. Es tuyo.
Draco se queda mirando la imagen, igual que yo cuando el doctor Rattan me la dio. Está a casi cinco centímetros de su rostro y sus ojos casi se ponen bizcos para ver la mancha que es nuestro bebé en el centro. Sus ojos permanecen fijos en la imagen y, poco a poco, la expresión severa de su rostro se transforma en una que nunca había visto antes. Es de asombro, incredulidad y... Espera un momento, miedo.
Miedo.
No me había dado cuenta de que el miedo es una emoción típica de un Malfoy.
Claro que ha tenido momentos en los que sintió miedo, pero no conmigo.
Siempre ha sido una torre de fuerza y valor.
Ahora mismo parece un ciervo ante un automóvil.
Momentos después, la máscara vuelve a su sitio y él se asegura de que todo lo que hay en la mesita está perfectamente alineado y organizado.
Siento que me sube la presión y que se me ruborizan las mejillas por la rabia.
Draco toma la palabra, pero su voz suena extrañamente ahogada.
—¿Estás segura de que es mío?
—Sí. Es tuyo. —Me froto mi dolorida cabeza, repentinamente me siento muy sensible, se me quiebra un poco la voz—. Eres el único con el que he estado, Draco. No soy una cualquiera que se acuesta con todos los hombres con los que entra en contacto —sacudo la cabeza tristemente, con los ojos llorosos—. ¿Sabes una cosa? Ni siquiera me importa lo que digas... He decidido que no me lo quedaré.
Eso lo hace inclinarse hacia delante en su asiento, con la imagen aún en la mano y la voz seria.
—¿No te lo vas a quedar?
Miro hacia abajo, apoyo la mano en mi vientre plano y uso la mano libre para secarme los ojos.
Estoy mintiendo descaradamente y no sé por qué lo hago.
—No.
—¿Por qué no?
—No actúes como si te importara, Draco. Es un error. Como lo fue esa noche, como lo fueron todos los encuentros anteriores a esa noche.
Él mira la imagen antes de mirarme a los ojos.
—¿De verdad crees eso?
—No sé a qué atenerme contigo... Nunca lo he sabido. Y no has hecho nada para demostrarme lo contrario.
Sus palabras son tan intensas que casi me ahogo con ellas.
—Y tú nunca me has dejado intentar decirte cuál es mi postura sobre ti, así que no vengas a sentarte aquí para hacerte la maldita víctima.
Intento desesperadamente no gritar ni llorar delante de él.
—Mira —empiezo, con la voz abatida—. Estoy cansada, de mal humor, he estado horneando todo el puto día y no quiero discutir contigo esta noche. No sé. Es una gran decisión para mí —me pongo justo delante de la mesa de café, me froto la sien con un movimiento circular tal y como me aconseja Pansy—. Solo estaba intentando ser una buena persona y que lo supieras, eso es todo. Me sentía obligada a decírtelo y ahora que ya lo he hecho, no sé por qué sigo malgastando mi aliento y tu tiempo. Voy a darle una patada a Ginny...
—Bueno, ¿acaso no importa mi opinión? Después de todo, soy el padre.
—En realidad, no, no para mí y no ahora. He oído suficientes opiniones tuyas en esta vida. Este es mi cuerpo y haré lo que me dé la gana. No quiero criar un bebé en... La mierda que sea esto. Simplemente, no quiero. No es justo ni para él, ni para ti, ni para mí.
Se levanta despacio, aún con el ultrasonido en la mano.
—Solo...
—¿Por qué te resistes tanto, Draco? —estoy frustrada y lo único que quiero hacer es gritar—. Este es mi problema personal, según tú.
Él baja la mirada hacia la imagen.
—Admito que esa no fue la mejor reacción...
—Siempre sabes qué decir para hacerme sentir insignificante —murmuro enfadada—. Pero gracias por tener esa reacción, Draco, hace que sea un poco más fácil decidirme.
Se hace el silencio entre nosotros.
Me encuentro mirando por la ventana que esta junto a la chimenea y él sigue mirando la ecografía de la misma forma que Ginny y Ron estudian los libros de Quidditch. Quiero tirarme del cabello y gritar.
«—Es solo una mancha en un papel 4D —pero no puedo formular las palabras, estoy muy cansada».
Así que ahora miro por la ventana, observo la lluvia y suspiro, porque mirarlo hará que me ponga a llorar y es mucho más fácil mirar las nubes.
Doce minutos después, sigo mirando la lluvia.
Quizá si no me hubiera ido. Tal vez si me hubiera quedado con el seco y condescendiente Theodore Nott. Puede que... Ya no importa.
Puedo culpar a lo que sea, a quien sea, puedo preguntarme "¿y si...?", pero todo eso es el pasado. Esto es el ahora.
Miro por encima del hombro y lo observo durante un minuto mientras él ordena la mesa auxiliar y luego se queda mirando la imagen unos segundos, cambiando metódicamente de una cosa a otra. Me doy la vuelta. Odio que haga eso. Tanto ordenar y organizar. Quizá lo hace para no volverse loco, tal vez sea uno de sus hábitos nerviosos, puede que sea obsesivo-compulsivo, no lo sé. Solo sé que es tan prístino, perfecto y metodológico... Que es molesto.
Y ahora, mirando la lluvia, no estoy segura de si me molesta su costumbre, o si solo me molesta él.
O solo estoy malditamente molesta en general.
—Hermione... —Draco rompe el silencio.
Me doy la vuelta y nuevamente está mirando la ecografía.
—¿Qué?
Hizo una pausa, toma aire y levanta la vista, decidido.
—Quiero a este bebé.
Acaba de... Por supuesto que no, ¿verdad? Parpadeó, atónita.
—¿Has dicho que quieres este bebé?
—Sí, lo he estado pensando y lo quiero. Estoy dispuesto a hacer lo que sea para que cambies de opinión.
—No lo entiendo, Draco. Ayúdame a comprender por qué de repente quieres al bebé.
Me mira, un poco enfadado.
—Nunca dije que no lo quisiera. Solo lo supusiste.
—No se te conoce precisamente por querer hacerte responsable de tus actos.
—Igual que tú no eres conocida por ser muy franca —me responde con vehemencia.
Mi temperamento se dispara, así como así.
—¿Franca? Yo soy...
—Eres la persona más reservada que conozco —Draco responde en tono simple.
Me cruzo de brazos y resoplo con terquedad.
—Es curioso que digas eso, yo digo exactamente lo mismo de ti.
—No nos desviemos del tema, Granger. Quiero ser padre de ese bebé. No quiero que te deshagas de él solo porque me odias. Este bebé merece una oportunidad.
Caemos en otro tenso silencio.
Mi cabeza palpita por las lágrimas de frustración que se acumulan detrás de mis párpados y Draco está ahí de pie, tranquilo, mirando esa maldita imagen. Me dan ganas de estrangularlo hasta que se desmaye. Este personaje maduro, arrogante, responsable, con su: "Mírame, quiero ser padre". Sí, Draco, eso funcionará de verdad. Saldrá realmente bien. Muchas gracias, Draco... Me siento como una gran imbécil que es culpable por toda esta situación.
Agotada y a punto de romper en llanto.
—Eso no va a arreglar nada.
—Siento discrepar —y suena extrañamente sincero—. Pero después de todo, puede que sea el único hijo que tenga.
—Por favor —me burlo—. Estoy segura de que tienes un montón de brujas que están listas y dispuestas a tener al próximo heredero Malfoy.
Fue como pisar una bomba. Todo pasa de tenso a malditamente insoportable. Con la imagen 4D en la mano, me lanza una mirada que podría derretir bloques de hormigón y probablemente lo haría. Su voz sube varios decibeles.
—No sé quién mierda crees que soy, Granger, pero te diré algo. No soy un maldito prostituto que se acuesta con cualquiera.
Por supuesto, estoy aquí, replicando.
—Y no soy exactamente una sangre pura, Malfoy. Por si los años de trabajar para ti te han provocado un repentino ataque de amnesia, permíteme que me presente. Me llamo Hermione Granger y soy una bruja nacida de muggles. El bebé que llevo en mi vientre es un mestizo. Según tú y la doctrina Malfoy, yo y este bebé representamos la mismísima inmundicia que desprecias. Y yo represento la suciedad con la que dices no acostarte, pero lo haces y lo hiciste en cada maldita oportunidad que tuviste.
Por un segundo, creo de verdad que va a estrangularme; tiene las manos flexionadas y todo. Atraviesa el salón y lo siguiente que sé es que me mira desafiante. Agarrándome por los hombros, Draco habla con un nivel de ira que nunca había visto.
—Sangre pura, mestizo, nacida de muggles, he dejado en claro que eso no significa nada para mí. Combatí en esa maldita guerra, luché contra la misma doctrina que juré defender y también peleé por los derechos y la libertad de todos.
Eso era verdad.
Pero aun así le quito las manos de encima.
—No…
—¿Y crees sinceramente que si te considerara una basura te hubiera contratado, te hubiera pagado más de lo que gana el maldito ministro de magia y te hubiera puesto al mando de más de la mitad de mi empresa y de todas sus actividades?
Vuelvo a intentar decir algo.
—D...
—Te contraté porque eres Hermione Granger, todo lo que tocas se convierte en oro y consigues que las cosas se hagan. Y ¿sabes qué? Me adherí a una regla Malfoy cuando te perseguí y seduje. Uno: Los Malfoy merecen lo mejor. No eres basura. Hasta mi padre lo pensaba; nacida de muggles o no, siempre dijo que eras la mejor... Y lo eres. Y este bebé también será el mejor.
—¿Eso es todo lo que te importa, Draco? Ser el mej...
—¡No! Eso no importa. No quiero a este bebé solo porque será el mejor; quiero al bebé porque lo hicimos juntos y no quiero que lo deseches como basura. No considero que nosotros ni nada de lo que vivimos sea basura, Hermione.
¿Q-U-É M-I-E-R-D-A?
Esas eran probablemente la frase que podría usar para describir cómo me siento ahora mismo, pero la verdad es que hay muchas otras palabras y emociones dando vueltas en mi cabeza que no puedo describir del todo. Estoy tan abrumada por sus palabras, tan impactada que apenas puedo respirar. Lo único que puedo hacer es quedarme aquí y dejar que lo que dijo se repita una y otra vez en mi cabeza, como un disco rayado.
¿Por qué lo hicimos juntos? ¿No somos basura? ¿Signifiqué algo para él?
Se hace el silencio cuando termina de despotricar; el único sonido es el de su acelerada respiración y mis suspiros temblorosos.
—¿Qué quieres decir con eso? —tartamudeo, tratando de encontrar la verdad.
—Da igual lo que quiera decir, diablos —escupe Draco con frialdad—. Ya tomaste tu decisión cuando no leíste la carta y ahora ya has decidido sobre...
—¡No puedes soltar algo así y no decirme lo que significa! —le gritó a casa.
—Eres la bruja más brillante de nuestra generación, averigua esa mierda. He terminado de intentar que entiendas lo que siento por ti. Se acabó.
Las lágrimas me nublan la vista.
—No quiero averiguarlo, mierda, Draco, ¡dímelo!
No dice nada, simplemente se aparta de mí; esa fue su última señal de rechazo. Aun así, me encuentro estudiando rápidamente al hombre enfadado que está de pie a menos de dos metros de mí, escudriñando cada cosa de él. Llego a la conclusión de que Draco no es el hombre que creía conocer. De repente me doy cuenta de que no sé nada de él. Es un extraño para mí.
—Draco, yo... —De algún modo, consigo encontrar mi voz a través de las lágrimas no derramadas, pero él no me deja decir nada más.
Con la imagen en la mano, se dirige hacia la chimenea, dejándome aquí, preguntándome cómo fue que todo terminó así. No sé por qué está enfadado. La enojada debería ser yo. Nada en esta noche había salido como yo pensaba. Se suponía que se burlaría y negaría su paternidad; creía que sería una decisión unilateral y fácil...
Y así, como todo entre nosotros, se complicó y se jodió.
Ahora no sé distinguir la izquierda de la derecha, arriba de abajo; todo me da vueltas y no puedo aguantar.
La presa se rompe y me encuentro temblando entre sollozos.
—¿Por qué? —hablo con voz quebrada, derramando lágrimas—. ¿Por qué no puedes ser sincero conmigo?
Justo cuando está a punto de tomar los polvos flú y meterse en la chimenea, Draco se congela y se da la vuelta; todavía estaba muy acalorado y lívido.
—¡Fui sincero contigo, pero no quisiste leer la carta! ¡Pero bueno! ¿Quieres sinceridad? De acuerdo —hace una pausa y me mira fijamente, pronunciando sus siguientes palabras con una intensa rabia tan—. Ni siquiera sé por qué mierda te estoy diciendo esto, pero déjame ser muy claro esta noche, Granger: eres la única mujer a la que he querido. Solo a ti. Siempre has sido tú.
Draco se acerca a la chimenea, deja caer el polvo flú y desaparece en un estallido de llamas verdes.
Cuando Ginny vuelve a casa una hora después, me encuentra en el suelo... Hecha un mar de lágrimas.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Segunda parte: Falta de comunicación
16 de agosto
La realidad se hunde y finalmente acepto la verdad.
Me equivoqué con Draco. Fui ciega y estúpida y me siento fatal.
Merlín, pasé tanto tiempo queriendo ser algo más para él, provocar algo más profundo en él. Pasé más de dos años deseando que mi nombre invocara emociones en él... Y es así. Siempre lo ha sido... Y yo no me daba cuenta de que ya era importante para él. Pero esta falta de comunicación no es algo de lo que pienso culparme, porque es culpa de ambos.
Yo no le di una oportunidad, no escuché lo que no dijo e ignoré todo lo que sí dijo. Me aguanté hasta que decidí cambiar mi vida para fastidiarlo.
Pero Draco no lo intentó, no bajó la guardia lo suficiente como para dejarme entrar y no transmitió... Bueno, ninguno de sus sentimientos. Lo contuvo todo hasta que estalló.
Puede que sean las hormonas o la angustia que siento, pero empiezo a llorar, lo que se convierte en fuertes sollozos en cuestión de segundos. Apenas puedo respirar mientras mi espalda se arquea y se hunde con cada lágrima. Me duele, y por alguna desconocida razón, deseo sentir más dolor; quiero que duela para así dejar de pensar en Draco y en sus malditas palabras. Quiero hacer que su imagen desaparezca de mi mente. Lloro hasta que me duelen los pulmones, se me acalambran los dedos y me duele la espalda.
—Shh. —Desde la silla junto a mi cama, la reconfortante voz de Ginny aplaca mis sollozos, reduciéndolos a pequeños suspiros que terminan en hipidos. Lleva ahí casi toda la noche, escuchándome despotricar y llorar—. Cálmate. —Me aparta el cabello del rostro mojado por las lágrimas—. Todo va a ir bien.
Realmente quiero creerle, pero me siento desesperada.
Frotándome los ojos, suspiro, salgo de la cama y me planto en mi escritorio, mirando la carta que Draco me envió hace dos meses.
Me muerdo las uñas, con ganas de tomarla, abrirla y leerla, pero de repente soy una cobarde.
Mi puerta chirría cuando Pansy la abre. Acaba de recibir el mensaje de Ginny y ha salido corriendo de casa de su madre en la primera oportunidad que tuvo. Se abalanza sobre mí y me abraza. Me aferro a ella con fuerza durante unos minutos antes de separarme.
—Espera a que ponga las manos...
Apoyando la mano en su hombro para detenerla, la interrumpo.
—Quiere al bebé... Y al parecer también a mí... O al menos lo hacía.
Pansy palidece y se queda boquiabierta.
—Lo sé —me río con pesar—. Puse la misma expresión que tú cuando me lo dijo.
Le tiembla la voz.
—¿Qué vas a hacer?
—Sinceramente, no lo sé. Es difícil. Una parte de mí piensa: olvídate de él y de lo demás y ten este bebé por tu cuenta. Y la otra parte dice: ¿para qué molestarse? Mi cabeza está hecha un lío, pero mi corazón... —Me quedo a medias, con lágrimas en los ojos.
Ella asiente cuando sus ojos ven la carta. Inmediatamente reconoce la letra.
—¿La has abierto?
—No creo que pueda, la tengo desde hace seis semanas, pero ahora me parece el momento adecuado para leerla. —Ginny se une a nosotras en el escritorio y la miro—. Léela tú, Gin.
—Pero...
—Por favor, no puedo hacerlo.
De mala gana, suspira, toma la carta y la abre, sacando el pergamino lentamente y desplegándolo...
Hermione,
Estoy seguro de que pasarán horas, días, semanas e incluso meses antes de que leas esto, pero si la estás leyendo, sé bien que tu curiosidad o tu sentido común le han ganado a tu terquedad... O tal vez hemos tenido una terrible discusión. No siempre articulo con palabras mis sentimientos y no siempre digo las cosas correctas en el momento adecuado, por lo que pido disculpas. No está en mi naturaleza expresar mis sentimientos verbalmente o ser sentimental, pero creo que deberías saber que no eres una amiga con ventaja, nunca lo has sido, al menos no para mí, y te pido disculpas si alguna vez te hice sentir así. No fue mi intención hacerte sentir menos de lo que eres. En realidad, significas mucho para mí, pero nunca he sabido a qué atenerme contigo. Creo que deberíamos empezar de nuevo y volver a intentarlo; quizás esta vez podamos ser sinceros el uno con el otro. Si quieres contactarme, ya sabes dónde estoy.
Draco Malfoy.
Nos quedamos en silencio durante lo que parecen horas.
Creo que todas hemos leído la carta unas seis veces cada una, como si fuéramos a encontrar secretos escritos entre líneas... Y no estoy de humor para eso. Cada vez que leo su carta, me siento como la mayor imbécil del planeta. Y luego me siento como una idiota por haberle hablado como lo hice. Y luego me siento estúpida y mala. Me siento como una perra y me duele la cabeza, el corazón y el estómago. Necesito olvidarme de todo esto.
Así que me levanto.
—Me voy a trabajar.
Ginny suspira.
—Herm...
—Necesito salir de esta casa. Me estoy volviendo loca.
Pansy habla, mientras deja la carta sobre el escritorio.
—¿Te sientes bien?
—No, pero lo estaré.
Ginny me echa una dura mirada.
—Bueno, prepararé algo para desayunar…
—… Y iré contigo. Tómate las vitaminas.
Asiento con la cabeza. Realmente tengo a las mejores amigas.
Seis horas después, vuelvo a suspirar y me paso una mano por el cabello. Me encuentro bien. Tengo que creer que estoy bien y, mientras pueda creerlo, sé que al menos lo estaré. Tiene que estarlo. No tengo ninguna otra opción.
Ha sido un día ajetreado para mí y venir a trabajar es una de las mejores decisiones que he tomado hasta ahora.
Muchos pacientes, varias urgencias y algunos jugadores de Quidditch heridos... Todo eso debería significar que no tuve tiempo para pensar.
Y así fue, algunas veces.
Me siento la mujer más ocupada del mundo y aun así tengo demasiado tiempo para pensar en él, en este bebé y en todo.
En los segundos que espero en el ascensor, mi mente vuelve a la discusión frente a la chimenea. En los veinte minutos que bebo mi té y espero a la siempre tardía Pansy Parkinson, pienso en el día en que le di una bofetada. Estoy sentada junto a la mesa donde eso ocurrió. En la hora que tengo de descanso, mi mente se desvía hacia la ecografía que se llevó. De todos modos, no la necesito. Prácticamente, la he memorizado.
Haga lo que haga, parece que siempre está presente en mis pensamientos. Recorro casi todo el hospital y, aun así, no puedo escapar de los recuerdos...
Estoy revisando al paciente que estará internado de por vida cuando choco con fuerza con algo o, mejor dicho, alguien.
Sobresaltada, levanto la vista y veo a Theodore Nott.
Sonrío.
—Qué alegría encontrarte aquí.
—Sí, estaba visitando a mi tío. ¿Trabajas aquí?
—Sí, como Sanadora en el área de daños.
Él murmura.
—Siempre pensé que harías algo mejor.
Eso me hizo sentir ofendida, agraviada y hormonal.
—¿Qué mierda se supone que significa eso? Ser Sanadora es un trabajo muy gratificante e importante. Si no fuera por mí...
—Solo quise decir que siempre te imaginé como una dedicada trabajadora del Ministerio.
—Nunca trabajé en el Ministerio y, para ser sincera, nunca quise hacerlo. Eso se lo dejo a Harry.
—Ah, ¿así que siguen siendo amigos?
—Sí, claro, seguimos siendo mejores amigos, aunque hayan pasado tantas cosas. Ron también —siento que me emociono un poco al pensar en mis amigos. Maldito embarazo. Siento que mis ojos arden y me abanico repetidamente mientras pienso en todo. No los veo mucho porque estamos ocupados, pero cuando nos reunimos es como si nunca nos hubiéramos separado. La separación de Harry y Ginny hace que las cosas sean un poco más tensas, pero en general, no elijo bando. Ginny es importante para mí, al igual que Harry.
—¿Estás bien?
Me limpio los ojos.
—Sí, solo estoy un poco cansada.
«—... Y embarazada.»
Se acerca y su colonia me hace querer vomitar.
—¿Quieres ir a tomar un café o algo?
—Lo siento, no puedo. Estoy de ronda y mi turno aún no termina.
«—... Y no quiero que me menosprecien otra vez, muchas gracias».
Un destello de decepción recorre su rostro.
—Oh, bueno... ¿Te gustaría ir a cenar?
—De nuevo, lo siento, pero hoy mis amigas y yo vamos a ir a cenar juntas. Es una especie de tradición.
«—... Cosa que no haremos esta noche porque Pansy y Ginny tienen citas y yo tengo una cita con mi cama».
—Entiendo —otro rayo de decepción pasa por su rostro—. Bueno, ¿Y el viernes?
Pienso un momento en cómo salir de eso y se me viene e a la cabeza.
—Estoy de guardia nocturna.
«—... Lo cual es una total mentira».
Parece un poco ofendido.
—Empiezo a pensar que estás inventando excusas.
—¿Por qué iba a hacer algo así? —preguntó inocentemente, mintiendo descaradamente—. Soy una mujer muy ocupada, eso es todo.
—Ya veo —pero no parece creerme.
Sus actitudes me confunden.
—De todas formas, ¿por qué quieres pasar tiempo conmigo? —pregunto, cruzándome de brazos.
—Es fácil hablar contigo, me escuchas.
«—... Eso es todo lo que puedo hacer contigo porque no haces ningún intento por ocultar que no te importo lo suficiente como para escucharme».
Compruebo mi reloj; aún quedan cuatro minutos hasta que tenga que ver a mi siguiente paciente, pero tengo que irme, ya.
—Lo siento, tengo que ir a ver a un paciente. Nos vemos... —Le doy una sonrisa fugaz y me dirijo al pasillo, casi corriendo.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Tercera parte: Cena
21 de agosto
Ginny invita a Susan Bones y a Katie Bell a cenar después de un entrenamiento de Quidditch especialmente riguroso.
Todas somos muy buenas amigas, así que, con renovada energía, decido cocinar. Pansy casi se atraganta cuando le digo que voy a cocinar, pero está siendo dramática, como siempre. Mientras Ginny les enseña nuestro departamento, Pansy y yo picamos verduras para el arroz frito con verduras que estoy preparando. De vez en cuando, mira el horno para echar un vistazo al pollo.
Satisfecha, vuelve a picar.
Pansy toma otro pimiento.
—¿Cómo estás?
—Bien... Excepto que esta mañana vomité en el florero de un paciente, pero lo limpié antes de que alguien se diera cuenta.
—¡Qué asco! —exclama Pansy, palideciendo.
—No pude evitarlo —me rió entre dientes al recordarlo—. Era el jarrón o sobre el paciente.
Pansy se ríe y utiliza su varita para empezar a cocinar el arroz. Cuando se inclina sobre mi hombro y me hace la gran pregunta.
—¿Ya te has decidido?
Me encojo de hombros.
—No del todo. Mi corazón dice que me lo quede y mi cabeza dice que no.
Por suerte, ella cambia de tema.
—Hoy he hablado con Blaise.
Mis oídos se agudizan ante la mención del mejor amigo de Draco, pero mi respuesta es muy vaga.
—Ah, ¿sí? ¿Cómo está?
—Oh, él está bien... Draco, por otro lado...
Mirándola, enarco una ceja.
—¿Qué pasa con él?
Pansy no me mira, sino que se dedica a cortar verduras mientras habla.
—No está de buen humor. Despidió a una chica que intentó coquetear con él y se niega a contratar a alguien para que ocupe tu puesto, así que está trabajando más, ya que hace tu antiguo trabajo y el suyo. Blaise dice que es un desastre, el negocio no, él. Draco le contó... Lo del bebé. Le mostró la ecografía y todo. Parecía orgulloso. Blaise dice que quiere que te quedes con el bebé, Hermione.
Para ser honesta, eso me sorprendió.
No es de los que se enfurecen, ni de los que se sinceran con sus amigos y no es de los que pierden la calma por cualquier cosa. Pero también perdió la calma en mi salón, así que supongo que no puedo estar segura de lo que sé sobre él. Sabía que estaba molesto, pero no esperaba que fuera corriendo a contárselo a Blaise. La verdad es que estoy tan aturdida por todo esto que no soy capaz de responder.
Sigo picando pimientos y cebollas... Y cambio de tema.
—Leí todos los folletos que me dio el médico, también fui a la biblioteca, investigué sobre ambas alternativas... Y sí, le dije a Draco que había tomado mi decisión, ojalá no lo hubiera hecho, pero estaba tan enojada con él.
—Bueno, estoy segura de que tomarás la decisión correcta.
Una voz habló desde la puerta.
—¿La decisión correcta sobre qué?
Miro a Katie por encima del hombro y le lanzo una sonrisa, respondiendo rápidamente.
—Sobre si servir helado o galletas para el postre.
Katie me mira incrédula un momento antes de poner una sonrisa en su rostro, entrar y echar un vistazo a la cocina, se asoma por encima de nuestros hombros para ver lo que estamos haciendo.
—Bueno, galletas con helado me parece bien... ¿Necesitan ayuda?
—¡Que no se acerque al fuego! —grita Ginny desde la otra habitación y en un instante tanto ella como Susan están de pie en la puerta—. Ese es mi único consejo; que no se acerque a la estufa.
Mi ceja se alza.
—¿Hay algo que deba saber sobre Katie y las estufas? —me limpio las manos con un paño de cocina.
Katie mira con enojo a la sonriente Ginny y a Susan, que niega en silencio con la cabeza, antes de responder obstinadamente.
—¡No!
Vuelvo a intentarlo.
—Umm... ¿Kate?
—Fue solo un pequeñísimo incendio.
—Ah, ya veo —miro alrededor toda la comida y luego vuelvo a lo que estoy haciendo—. ¿Qué tal se te da cortar verduras para el arroz frito? —me alejo para ofrecerle el trabajo. Ginny asiente con la cabeza y Susan sonríe.
—Creo que puedo manejar un cuchillo... —Katie se sonroja—. Ah, y gracias por no preguntar por el incendio.
Sonrío.
—No hay problema.
Por supuesto, la descarada de Pansy sonríe.
—Bueno, si ella no lo hace, lo haré yo. ¿Qué pasó con el incendio, Kate?
—Había un sartén, grasa que estallaba, una hamburguesa y muchas llamas —sacude lentamente la cabeza como traumatizada por el mero recuerdo—. Fue muy feo.
—Lo sabemos —Ginny sonríe y hace un gesto hacia ella y Susan—. Estábamos allí.
Suelto una carcajada. Se siente tan bien reírse de algo, porque últimamente no hago nada más que llorar.
Nos sentamos a cenar veinte minutos más tarde. Mientras todas parlotean y beben su vino, yo picoteo mi arroz frito con verduras y el pollo, bebiendo té dulce descafeinado.
—¿Qué tal estuvo la fiesta de Parvati? —le pregunta Ginny a Susan, dando un sorbo a su vino.
Todas fuimos invitadas, pero yo no me encontraba bien, Ginny no quiso ir y Pansy tuvo una cita. Katie, al parecer, tampoco asistió. Creo que lo que más me sorprende es que Susan asistiera. Siempre ha sido callada y un poco sentimental, incluso en el colegio. Con los años, hemos llegado a la conclusión de que, en cualquier acto social, podremos encontrar a Susan pegada a la pared, observando a todo el mundo y rehuyendo cuando algún hombre le pedía bailar o algo así.
—No estuvo mal —asegura Susan—. Incluso baile.
Todas nuestras expresiones son de puro asombro, pero la voz de Pansy resuena entre todos nuestros jadeos.
—¿Lo hiciste?
Complacida por nuestra sorpresa, asiente con entusiasmo.
—No bromeo. Me quedé tan sorprendida como ustedes cuando me sacó a bailar. Bueno, no me lo pidió exactamente. Fue más bien una declaración —Susan está descaradamente emocionada y tiene ganas de que sepamos todos los detalles de la noche anterior—. Él fue arrogante y él sabía que no aceptaría si me lo pedía, ni que caería en sus brazos o algo así por arte de magia. Y, oh, Merlín, cuando puso sus manos en mis caderas. Estaba en las nubes.
Katie levanta las manos.
—¡Espera un maldito segundo, amiga! ¿Quién es él? ¿Y qué quieres decir con que te puso las manos en las caderas? ¿Estaba coqueteando? —dice la última pregunta burlonamente, contenta por su amiga.
—Jaja, ojalá —Susan ríe—. Probablemente, moriría de un ataque al corazón si lo hiciera…
Exasperada, Ginny levanta las manos.
—¿Quién fue?
Sonríe.
—Dean Thomas.
Si antes no estábamos conmocionadas, ahora estamos completamente atónitas. Ginny parecía confusa. Katie abrió sus ojos a más no poder. Pansy se ahogó con su vino.
Mi mandíbula está prácticamente sobre mi plato.
—¿Dean Thomas, el chico guapo? ¿Dean Thomas, el exnovio de Ginny? ¿Lo dices en serio?
Susan asiente.
—Estaba hablando con Ron y Seamus, me miró, se acercó y me dijo si quería bailar.
—Vaya.
—Sí, había mucha gente de Hogwarts. Blaise Zabini, Theodore Nott, Michael Corner, Cho Chang, Justin Finch-Fletchley, Lee Jordan, Harry y Ron también estaban…
Ginny se tensa, pero pasa desapercibido para todas, excepto para mí.
—… Y Draco Malfoy también estaba allí…
Esta vez yo me tenso.
—¿Qué estaba haciendo allí? Odia las fiestas —comenta Pansy, con expresión de confusión.
—Yo lo vi. Miró a su alrededor un segundo, habló un momento con Blaise y se fue. Fue muy raro.
—Sí —Pansy me mira desde el otro lado de la mesa—. Muy... ¿Era como si estuviera buscando a alguien?
Le doy una patada por debajo de la mesa y ella hace una mueca de dolor, pone mala cara y me mira con enojo.
Susan chasquea los dedos.
—De hecho, sí.
Hago una mueca cuando me encuentro con la mirada de Pansy. Nuestros ojos se cruzan, ella sonríe maliciosamente y yo miro mi plato. No sé a dónde quiere llegar y no voy a averiguarlo. Intento darle otra patada, pero fallo y me rindo, bebo agua y me aseguro de darle a Pansy una mirada mortal.
Katie sonríe y, tras unos minutos de silencio, vuelve su atención hacia mí.
—Hermione, ¿cuántos meses tienes?
Escupo el agua por todo mi plato... Y por el de Pansy también.
Susan jadea.
Ginny se ríe.
Katie sonríe.
Pansy salta literalmente de su silla.
—¡Qué demonios, Hermione! ¡Estaba comiendo eso!
Me sonrojo y toso hasta el punto de atragantarme.
—Lo siento, Pans —ella suelta un bufido jocoso y lleva nuestros platos a la cocina mientras Ginny me palmea la espalda hasta que recupero el aliento y le sonrío tímidamente a Katie, que me mira con curiosidad—. No, yo no...
—Oh, mierda, sí que lo estas. Me puedo dar cuenta.
—¿Cómo puedes...?
—Mi hermana tiene siete hijos. Me doy cuenta antes que nadie. Estás bebiendo té descafeinado en vez de vino, estás picoteando tu comida, odias el perfume de Susan que decías amar hace tres meses y estás como resplandeciente...
Bueno, estaré de...
—Tengo unas nueve semanas, creo.
Susan jadea.
—Hermione, ¿estás embarazada de verdad? Wow, ¡eso es genial! Felicidades.
—Gracias, pero no estoy segura si me lo quedare.
—¿Por qué no? —pregunta una horrorizada Susan Bones.
—Por muchas razones. Tengo una o dos semanas más para tomar una decisión.
—¿Qué piensa el padre?
—Quiere quedárselo —respondo entumecida—. O eso dijo la última vez que hablé con él.
—Eso es bueno, ¿verdad? ¿Quién es?
Pansy vuelve a entrar en la habitación y se sienta, retorciéndose las manos inocentemente. Ginny y yo intercambiamos miradas antes de contestar.
—Prefiero no decirlo... Para ser sincera. Realmente no quiero que esto se sepa, en caso de que decida abortar.
—Podemos mantenerlo en secreto, ¿no? Podemos hacer un Voto Inquebrantable, si quieres.
Mi ceja se levanta. Bueno, eso es un poco demasiado.
—Eso no será necesario.
—Prometemos no contarlo, ¿verdad, Kate?
Ella levanta la mano y la pone sobre su corazón.
—Lo juro.
—Ustedes dos no pueden contárselo a nadie —veo que asienten con la cabeza. Respiro hondo y suelto—. Draco Malfoy.
El sonido de la copa de vino de Susan rompiéndose contra el suelo resuena en mis oídos.
Cuando se recuperan del shock, me hacen un millón de preguntas.
¿Son novios?
¿Crees que cambiará de opinión?
¿Cuándo te enteraste?
¿Cuándo se lo dijiste?
¿Qué dijo cuando se lo contaste?
Evidentemente, Katie dijo que siempre pensó que había algo entre nosotros dos, pero no sabía exactamente qué.
Me alegro de haber satisfecho su curiosidad.
Tengo que informar a Susan de que no, no estamos saliendo y no, ni siquiera estoy segura de querer este bebé.
Ella me dice.
—Entre tu intelecto e ingenio y su carisma, este bebé será lo más cercano a la perfección humanamente.
La miro como si ella estuviese loca y luego me río mientras tomo mi té.
¿Perfecto? Creo que no. Está claro que los dos somos personas muy estúpidas.
Después de que Susan y Katie se marchan, ambas juraron fidelidad y que mantendrían esto en secreto. Ginny amenazó con hechizar a cualquiera que lo contara; las tres nos sentamos en la terraza de nuestro departamento. Ellas bebían daiquiris de fresa y yo agua... Con limón para darle un toque divertido. Esta noche hacía calor. La noche estaba calurosa y extrañamente húmeda. El aire era diferente, pero al menos había una ligera brisa.
La ciudad está tranquila... Y nosotras también.
—Hoy le escribí a Luna —Ginny rompe el silencio—. Le conté todo lo que ha pasado... Cree que deberías quedarte con el bebé.
Tomo unos tragos de agua con limón.
—¿Crees que debería quedarme con el bebé?
—Esa no es mi decisión.
—Tienes razón, pero ¿me darías tu opinión? La tuya también, Pans.
Pansy y Ginny intercambian miradas; casi parece que discuten en silencio sobre a quién le toca hablar.
Finalmente, Ginny lanza una mirada severa y Pansy suspira.
—Bien, bien —gime y me mira—. Ginny y yo... Creemos que deberías quedártelo. Será divertido tener un bebé por aquí y me gusta mucho la idea de ser la tía Pansy —sonríe de solo pensarlo—. Y el bebé no se quedará sin padre. Sé lo que sientes por Draco, pero no será un padre ausente y creo que eso ya lo sabes. En cuanto se calme, sabrás que volverá a discutir contigo sobre el bebé hasta que se le ponga el rostro de color azul.
Miro al cielo. Ella tiene razón.
—Lo sé. De hecho, he estado esperando que aparezca y me grite hasta que decida quedármelo. Creo que la discusión que tuvimos en la que él intentó convencerme de que me quedara con el bebé, lo hizo muy evidente. El problema no es él. El problema soy yo —admito en voz baja y con lágrimas en los ojos—. Para ser sincera, estoy completa y absolutamente aterrorizada de convertirme en madre.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Naoko Ichigo
