Ni Marvel ni High School DxD son de mi propiedad, pertenecen a sus respectivos autores. Yo hago esto sin ánimo de lucro, solo para pasar el rato. Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.
—comentarios.
—pensamientos.
—*hablando por teléfono, comunicador, etc.*
—[Ddraig, Albion, etc.]
Capítulo 4:
ACLIMATARSE
El sonido ensordecedor de la alarma resonó por toda la academia, rompiendo la tranquilidad de la madrugada. Eran las cinco de la mañana y, sin previo aviso, la rutina de los reclutas daba inicio. Issei despertó de golpe, aturdido por el estridente sonido que indicaba el comienzo de su primer día de entrenamiento en S.H.I.E.L.D.
Se incorporó en la cama de inmediato, aunque aún medio dormido y su cuerpo aún resentido por los cambios recientes en su vida. Miró alrededor y escuchó el movimiento apresurado de sus compañeros en los dormitorios cercanos. Sabía que no había tiempo que perder. Se vistió con rapidez, poniéndose el uniforme de entrenamiento y asegurándose de llevar todo lo necesario antes de salir al pasillo. La academia no daba margen para la pereza.
Nada más abrir la puerta, se encontró con otros reclutas de primer año, todos con expresiones que oscilaban entre el sueño y la determinación. Algunos ya parecían acostumbrados a la rigurosidad del entrenamiento, mientras que otros, como él, aún intentaban asimilar el nuevo ritmo de vida.
—¡Vamos, novatos! —gritó un agente veterano, caminando por el pasillo con paso firme—. ¡Tienen dos minutos para estar en la explanada! ¡El que llegue tarde, correrá el doble en el entrenamiento matutino!
Sin perder más tiempo, Issei siguió a la multitud, sintiendo la tensión en el ambiente. Cuando llegó a la explanada, pudo ver a los demás reclutas de primer año formados en líneas ordenadas. Había una diversidad de personas, tanto en edad como en apariencia. Algunos se veían claramente preparados para este tipo de vida, mientras que otros tenían la misma incertidumbre reflejada en su mirada. Uno de los instructores, un hombre alto y de complexión robusta, con un corte de cabello al ras y una presencia imponente, avanzó hasta quedar frente a ellos. Su uniforme negro de S.H.I.E.L.D. estaba impecable, y su mirada afilada recorrió a cada uno de los reclutas.
—Soy el instructor principal, Sakamoto —declaró con voz firme y sin margen de tolerancia—. Desde hoy, ustedes son reclutas de S.H.I.E.L.D. y serán entrenados para convertirse en agentes competentes. No me interesan sus antecedentes, su estado físico actual ni sus excusas. Solo me importa ver si tienen lo necesario para estar aquí.
Los reclutas se mantuvieron en silencio, atentos a sus palabras.
—Antes de que puedan sentarse a desayunar, quiero ver de qué están hechos. ¡Empezamos con el entrenamiento físico obligatorio! —añadió, su voz resonando en la fría mañana.
El entrenamiento comenzó con una serie de ejercicios extenuantes. La carrera de resistencia fue lo primero. El frío matutino se clavaba en los pulmones de los reclutas mientras corrían por el amplio campo de entrenamiento. Sus pisadas resonaban en el suelo húmedo por el rocío, y el aliento de cada uno formaba pequeñas nubes de vapor en el aire gélido. Issei sintió de inmediato el impacto en sus piernas, cada zancada se volvía más pesada conforme avanzaban.
Algunos reclutas se destacaban por su increíble resistencia, moviéndose con soltura sin mostrar señales de agotamiento. Otros, en cambio, ya jadeaban con dificultad después de los primeros minutos. A su lado, un joven de complexión media pero con una energía inagotable corría con una sonrisa en el rostro, como si disfrutara el desafío. Su cabello negro estaba recogido con una cinta y su uniforme ya mostraba signos de sudor.
—¡Vamos, no te quedes atrás! —le dijo a Issei mientras corrían.
—Estoy… intentando… —respondió Issei entre jadeos, sin detenerse—. Si esto es el calentamiento, prefiero no saber qué sigue… —pensó mientras hacía un esfuerzo por acelerar un poco.
Más adelante, otra recluta destacaba por su increíble resistencia. Era una joven de estatura media, cabello oscuro recogido en una trenza y un porte seguro. A diferencia de la mayoría, su respiración seguía controlada y su ritmo no parecía decaer.
—Si sigues controlando la respiración en intervalos cortos, tu cuerpo lo resentirá más —comentó sin mirarlo, manteniendo su carrera constante—. Prueba a seguir un ritmo más prolongado.
Issei asintió con la cabeza, sorprendido por el consejo. No esperaba ayuda de alguien que parecía tan concentrada en su propio desempeño. Después de la carrera, los reclutas fueron llevados a la siguiente fase: entrenamiento de fuerza. Flexiones, abdominales, levantamiento de peso corporal. Issei se obligó a seguir el ritmo, sintiendo cómo sus músculos ardían con cada repetición. Descubrió rápidamente que su capacidad física estaba por debajo de la media en comparación con algunos de sus compañeros. No era el único que tenía dificultades, pero eso no lo hacía sentir mejor.
El instructor Sakamoto caminaba entre ellos, observando con atención. Cuando notaba que alguien flaqueaba, se detenía frente a él y simplemente decía:
—¿Eso es todo lo que tienes? Si es así, puedes marcharte ahora mismo.
El orgullo y el miedo a fallar empujaron a muchos a continuar, incluso cuando sus cuerpos ya querían rendirse. Issei, con el rostro empapado en sudor, se obligó a no detenerse. No iba a ser el primero en caer. Cuando llegó el turno de los ejercicios de resistencia de peso corporal, Issei sintió que su energía estaba a punto de agotarse. Mientras intentaba completar una serie de dominadas, escuchó la voz de la instructora corregir a algunos reclutas cercanos.
—¡No sirve de nada hacerlo rápido y mal! La forma es más importante que la cantidad. Si no lo hacéis bien aquí, en el campo real no tendréis una segunda oportunidad.
Finalmente, llegó la última fase de la rutina matutina. El entrenamiento matutino terminó con un circuito de obstáculos diseñado para medir agilidad y velocidad de reacción. Saltos, equilibrios y pasos calculados eran clave para superarlo. Issei cometió varios errores al principio, tropezando con algunas plataformas y necesitando repetir ciertos tramos. Sin embargo, poco a poco comenzó a adaptarse, comprendiendo la importancia de cada movimiento y cómo economizar su energía. Su estrategia le permitió compensar sus carencias físicas con movimientos calculados.
Al final del entrenamiento, los reclutas estaban exhaustos. Issei, con la respiración agitada y empapado en sudor, se dejó caer en el suelo por un momento, mirando al cielo. A pesar de todo ello, el instructor Sakamoto simplemente asintió con aprobación.
—Han sobrevivido al primer entrenamiento. No se acostumbren a que sea fácil —fue lo único que dijo antes de ordenarles dirigirse al comedor.
Mientras caminaban con el cuerpo adolorido, Issei sintió que había logrado pasar la primera prueba.
—Y pensar que esto solo ha sido el inicio del día… —murmuró.
XXXXX
El comedor era un espacio amplio y funcional, con largas mesas organizadas en filas donde los reclutas se iban sentando en orden. El aroma de la comida flotaba en el aire, aunque la atmósfera seguía siendo rígida, sin el bullicio propio de un instituto convencional.
El menú del día era simple pero nutritivo: arroz, pescado a la parrilla, sopa de miso y una ración de vegetales. Issei tomó su bandeja y buscó un sitio libre. Muchos reclutas se sentaban con quienes ya conocían o con quienes habían compartido el entrenamiento, creando pequeños grupos que comenzaban a formarse de manera natural.
—¿Aquí está libre? —preguntó el joven enérgico que había corrido junto a él—. Soy Takeda Renji, por cierto. Creo que no tuve oportunidad de presentarme antes.
—Sí, claro —respondió Issei, aliviado de no tener que comer solo—. Hyōdō Issei.
Renji tomó asiento y comenzó a comer con entusiasmo. Durante unos momentos, ambos se concentraron en su comida, pero finalmente Renji rompió el silencio.
—Así que, Issei, ¿qué te trajo aquí? No pareces el típico recluta de S.H.I.E.L.D.
Issei pensó por un momento su respuesta. No podía decir toda la verdad, pero tampoco tenía razones para ocultar que su vida había cambiado drásticamente en los últimos días.
—Digamos que fue… una oportunidad inesperada. No lo tenía planeado, pero alguien creyó que podía encajar aquí —respondió, eligiendo sus palabras con cuidado—. ¿Y tú?
Renji sonrió de lado, como si ya estuviera acostumbrado a recibir respuestas vagas.
—Digamos que lo mío fue más tradicional. Crecí en una familia con antecedentes en fuerzas de seguridad, así que seguir este camino era casi inevitable —dijo, encogiéndose de hombros—. Pero no me quejo, siempre quise algo así.
—¿Siempre? —preguntó Issei, curioso.
—Desde niño. No me imagino haciendo otra cosa. Me gusta la acción, la estrategia… y, bueno, siempre tuve facilidad para el combate físico. —Renji levantó los brazos y flexionó ligeramente los músculos en tono de broma—. Aunque después de lo de esta mañana, creo que aún me falta mucho por mejorar.
Issei soltó una leve risa.
—Sí, el entrenamiento fue brutal. No pensé que me costaría tanto.
—Si este fue el primer día, no quiero imaginar cómo serán los próximos —comentó Renji antes de dar otro bocado—. Pero bueno, al menos no estoy solo en esto. Es bueno conocer a alguien desde el inicio.
Issei asintió. Renji tenía una energía contagiosa, y aunque apenas se conocían, ya sentía que podía contar con él como compañero. Al terminar el desayuno, los reclutas fueron guiados a una de las salas de reuniones donde serían asignados a sus equipos. Issei observó con atención mientras los instructores daban las instrucciones.
—Cada equipo estará compuesto por cinco miembros —explicó Sakamoto—. Se asignarán de acuerdo con el balance de habilidades y el desempeño en la evaluación inicial.
Uno a uno, los reclutas fueron nombrados y asignados a su respectivo equipo. Durante el proceso, algunos reclutas se miraban entre sí con alivio al ser emparejados con conocidos, mientras que otros parecían menos entusiasmados con sus asignaciones. Murmullos discretos se escuchaban en la sala, aunque un solo gesto de Sakamoto bastó para que el silencio se restaurara de inmediato.
—No les estamos asignando a estos equipos por simple azar —continuó el instructor—. Cada uno de ustedes tiene habilidades específicas, ya sean físicas, tácticas o intelectuales. Han sido emparejados con otros reclutas con el propósito de complementarse. En el campo, el trabajo en equipo lo es todo. Si no pueden cooperar con sus compañeros, no solo pondrán en peligro sus misiones, sino sus propias vidas. Recuérdenlo bien. Cuando llegó el turno de Issei, escuchó los nombres de sus compañeros:
—Hyōdō Issei, formarás parte del equipo Delta junto a Takeda Renji, Aoyama Kenta, Nakamura Hiroshi, Fujimura Naomi y Yamada Sayuri.
Issei miró a su alrededor y pronto vio a los que serían sus compañeros. Renji sonrió con confianza, como si ya hubiese esperado algo así. Luego estaba Kenta, un hombre de contextura fuerte y mirada seria, con una postura rígida que indicaba que estaba acostumbrado a la disciplina. Parecía ser el tipo de persona que prefería la acción antes que las palabras. Hiroshi tenía un porte más relajado, observando su entorno con calma y con una ligera sonrisa, como si todo aquello no fuese una gran preocupación para él. Sayuri, una joven de cabello recogido y expresión calculadora, observó a cada uno de los miembros de su equipo antes de asentir levemente, evaluando sus fortalezas sin decir una palabra. Naomi, en cambio, de cabello corto y actitud observadora, mantenía los brazos cruzados, lanzando una mirada rápida a todos sus compañeros antes de hablar.
Issei sintió una mezcla de alivio y ansiedad. No conocía bien a sus compañeros, pero al menos había un rostro familiar con Renji. No obstante, la presión de trabajar con desconocidos y demostrar su valía era innegable. Durante toda su vida, siempre había actuado en solitario en los aspectos importantes. Ahora, dependería de otras personas y ellos de él.
Los instructores les dieron un breve período para interactuar con sus compañeros antes de continuar. Durante ese tiempo, algunos equipos comenzaron a intercambiar impresiones sobre sus habilidades, mientras que otros simplemente se miraban en silencio, evaluándose mutuamente.
—Parece que estaremos juntos en esto —dijo Renji con una sonrisa mientras le daba una palmada en la espalda a Issei—. ¡Hagamos lo mejor posible!
Sayuri cruzó los brazos y asintió levemente.
—Espero que todos podamos complementarnos bien. No será fácil, pero es mejor que aprender solos. Naomi observó al grupo en silencio antes de hablar.
—Cada uno tendrá que demostrar lo que vale. Aquí no hay lugar para los que no dan el máximo.
Kenta y Hiroshi no dijeron mucho, pero Issei sintió que era solo cuestión de tiempo para que el equipo comenzara a entenderse. Con sus asignaciones hechas, el primer paso en su entrenamiento había comenzado oficialmente. Los instructores no les dieron mucho tiempo para relajarse. Apenas se formaron los equipos, se les informó que pasarían por su primer ejercicio de cooperación.
—Antes de pasar a la teoría, queremos evaluar qué tan bien pueden trabajar en conjunto con desconocidos —anunció Sakamoto—. Esto no es un reto individual. Si piensan que pueden salir adelante solos, descubrirán rápido que están equivocados.
Cada equipo fue llevado a un área cerrada dentro del recinto de entrenamiento, donde se les presentó un problema a resolver. Se trataba de una simulación sencilla: un edificio en ruinas con una serie de obstáculos que requerían que trabajaran juntos para encontrar una salida. Dentro del espacio había estructuras inestables, caminos bloqueados y secciones que exigían trabajo en equipo para superar.
—Tienen treinta minutos para salir de aquí —dijo un instructor antes de cerrar la puerta tras ellos.
El equipo Delta intercambió miradas.
—Bien, si queremos hacerlo rápido, lo primero es entender lo que tenemos alrededor —dijo Naomi, tomando la iniciativa.
—Yo puedo escalar hasta un punto alto y ver el camino —propuso Renji.
Sayuri examinó una pila de escombros.
—Aquí parece haber un acceso, pero necesitaríamos mover algunas cosas.
Issei asintió. Era el momento de demostrar que podía encajar en S.H.I.E.L.D. y, más importante aún, que podía confiar en los demás tanto como ellos en él.
XXXXX
El equipo Delta se encontraba en el interior de la simulación, un vasto complejo de estructuras en ruinas con escombros dispersos, pasillos estrechos y obstáculos estratégicamente ubicados. El objetivo era claro: encontrar la salida en menos de treinta minutos. Sin embargo, la dificultad del ejercicio no radicaba solo en la complejidad del entorno, sino en su capacidad para colaborar efectivamente a pesar de apenas conocerse.
—Bien, no tenemos tiempo para quedarnos parados —dijo Naomi, cruzándose de brazos—. Lo primero es entender qué tenemos delante.
Renji echó un vistazo a los alrededores y señaló una estructura de metal oxidado que se elevaba sobre los demás obstáculos.
—Podría subirme allí y darnos una mejor perspectiva del terreno.
—Hazlo —asintió Sayuri—. Pero cuidado, si esa estructura no es estable, podrías lastimarte.
Renji no esperó más y se acercó a la torre metálica. Con una agilidad impresionante, comenzó a escalar, utilizando los huecos y salientes para impulsarse. Desde arriba, escaneó el área rápidamente.
—Tenemos dos rutas posibles —informó desde su posición—. Hacia la derecha hay un túnel angosto bloqueado parcialmente por escombros, y hacia la izquierda hay un camino más amplio, pero parece haber una especie de mecanismo en el suelo.
—¿Trampa? —preguntó Kenta.
—Posiblemente. Tal vez sea una simulación de un terreno minado.
Issei frunció el ceño. No era un experto en situaciones tácticas, pero sabía que avanzar sin evaluar correctamente el terreno era un error.
—Si intentamos mover los escombros, podríamos tardar demasiado —señaló—. Pero si ese otro camino tiene una trampa, podríamos quedar atrapados o peor.
—¿Podemos probar desactivar el mecanismo? —preguntó Sayuri, observando el camino sospechoso.
—Lo dudo —respondió Naomi—. No sabemos qué tipo de presión lo activa. Podría ser sensible al peso, o tal vez solo se active si no se sigue un patrón específico de pasos.
—Entonces no tenemos más opción que abrirnos paso entre los escombros —concluyó Kenta—. Yo puedo encargarme de la parte más pesada.
Sin perder tiempo, el equipo se movió hacia la pila de escombros. Kenta, con su fuerza, comenzó a levantar las piezas más grandes de concreto y metal, mientras Hiroshi ayudaba a identificar qué partes podían retirarse sin causar un colapso mayor. Issei se unió, moviendo los fragmentos más pequeños y despejando el camino con rapidez.
—Asegúrense de que no haya algo inestable en la parte superior —advirtió Naomi—. Si removemos lo equivocado, nos enterrará vivos.
Trabajaron en sincronía, aunque no sin dificultades. Sayuri, con su capacidad de observación, indicó qué piezas se debían retirar en qué orden para evitar problemas, mientras que Issei trataba de seguir el ritmo sin ralentizar al equipo. Sin embargo, pronto notaron que su tiempo se agotaba rápidamente.
—Llevamos más de quince minutos —advirtió Naomi—. No nos dará tiempo si seguimos a este ritmo.
—Pues habrá que apresurarnos —dijo Renji desde arriba—. La salida está más adelante, pero necesitamos movernos ya.
Kenta gruñó y aceleró su trabajo, forzando su cuerpo al máximo. Issei, al notar su esfuerzo, se sintió obligado a dar más de sí mismo. Se concentró en retirar las piezas más problemáticas, ayudando a Kenta a encontrar un patrón eficiente. Finalmente, tras un esfuerzo conjunto, lograron despejar lo suficiente para poder atravesar el túnel. El problema era que solo había espacio para que pasaran de uno en uno.
—Primero el más ágil para comprobar si es seguro —dijo Sayuri.
—Voy yo —respondió Renji sin dudar.
Se deslizó entre los escombros con facilidad y emergió al otro lado ileso.
—¡Está despejado! ¡Vamos!
Uno por uno, fueron cruzando. Issei lo hizo con cierta dificultad, pero logró pasar sin problemas. Naomi fue la última en cruzar y, en cuanto lo hizo, una alarma resonó por toda la simulación.
—Cinco minutos restantes —anunció una voz automatizada.
—¡Corre! —gritó Kenta.
El equipo Delta avanzó sin detenerse, esquivando más obstáculos hasta alcanzar la salida. Justo cuando cruzaron la línea de meta, la simulación se detuvo y las luces de la sala se encendieron.
—Ejercicio completado en veintinueve minutos y treinta y dos segundos —informó un instructor al revisar su cronómetro—. Apenas lo lograron.
El equipo Delta respiró con alivio, aunque aún recuperaban el aliento del esfuerzo. Issei sintió una sensación extraña en su pecho. No fue solo la presión del tiempo, sino la experiencia de haber trabajado con un grupo por primera vez en su vida. No era solo su victoria, sino la de todos.
—Bien hecho, reclutas —dijo el instructor—. Ahora, prepárense para la siguiente fase de entrenamiento.
Mientras los demás conversaban sobre lo ocurrido, Issei notó el orden y la seriedad con la que todo estaba estructurado. No se permitía el caos ni la improvisación sin control. A diferencia de su antigua vida, donde todo era flexible y despreocupado, aquí cada acción tenía un propósito. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Naomi comentó:
—Lo que pasó hoy no significa nada si no aprendemos de ello.
Issei miró a su alrededor. Sus compañeros parecían agotados, pero también concentrados. Esta no era una simple competencia estudiantil; aquí la exigencia era real. Si bien había logrado completar la prueba, sabía que aún le quedaba mucho por demostrar. Por primera vez, sintió que tenía un verdadero desafío delante.
XXXXX
Tras el exigente ejercicio de cooperación, los reclutas tuvieron un breve descanso para asearse y cambiarse de ropa. Se les proporcionó uniformes cómodos y funcionales, adecuados tanto para la actividad física como para las clases teóricas. Con el cuerpo aún resentido por el entrenamiento matutino, pero con la mente alerta, el equipo Delta se dirigió al aula asignada para su primera lección formal.
El aula era amplia y moderna, equipada con tecnología de vanguardia. Las paredes estaban adornadas con imágenes históricas de S.H.I.E.L.D., capturando momentos clave de su evolución a lo largo de las décadas. Había fotografías de agentes en acción, avances tecnológicos revolucionarios e incluso imágenes de figuras legendarias como Peggy Carter y Howard Stark.
Los reclutas tomaron asiento en filas ordenadas. Algunos todavía recuperaban el aliento del esfuerzo físico anterior, mientras que otros, como Naomi y Sayuri, sacaban libretas digitales para tomar notas. Issei observó a su alrededor y notó que, a pesar de la fatiga, todos estaban atentos. El ambiente en la academia no daba espacio para la relajación o la distracción innecesaria.
El instructor Sakamoto ingresó con paso firme. Alto, de presencia imponente y con una voz clara y dominante, proyectaba la autoridad de un veterano con años de experiencia en el campo.
—Buenos días, reclutas —inició, mirando a los presentes con seriedad—. Hasta ahora, han sido evaluados en resistencia física y trabajo en equipo. Pero S.H.I.E.L.D. no solo requiere cuerpos capaces, sino también mentes estratégicas. Hoy aprenderán quiénes somos y cuál es nuestra misión.
Con un gesto, activó la pantalla holográfica detrás de él. El logotipo de S.H.I.E.L.D. apareció en el aire, girando lentamente.
—S.H.I.E.L.D. —continuó—, la "Strategic Homeland Intervention, Enforcement and Logistics Division", fue creada con un propósito fundamental: proteger al mundo de amenazas que van más allá de lo convencional.
La imagen cambió a una serie de fotografías antiguas en blanco y negro, mostrando soldados y científicos reunidos en instalaciones militares.
—Nuestra historia comienza en la Segunda Guerra Mundial, cuando la humanidad se enfrentó a su primer gran enemigo global: el Eje, y en nuestro caso más específico, HYDRA. La organización terrorista, liderada por el Cráneo Rojo, representaba una amenaza no solo para las fuerzas aliadas, sino para la humanidad en su conjunto.
La pantalla mostró imágenes de Steve Rogers, el Capitán América, liderando incursiones contra HYDRA.
—Para contrarrestar esta amenaza, se creó la Reserva Científica Estratégica, un grupo de élite enfocado en el desarrollo de tecnología avanzada y operaciones de inteligencia. Esta unidad jugó un papel clave en la derrota de HYDRA y sentó las bases de lo que hoy conocemos como S.H.I.E.L.D.
Los reclutas observaban con interés, algunos más familiarizados con la historia que otros. Issei, en particular, se sorprendió al darse cuenta de cuán profunda era la influencia de la organización en eventos históricos.
—Tras la guerra —continuó Sakamoto—, la Reserva Científica Estratégica evolucionó, y en 1949 se fundó oficialmente S.H.I.E.L.D., con el objetivo de prevenir amenazas globales antes de que se materialicen —La pantalla mostró eventos a lo largo de las décadas: la Guerra Fría, crisis internacionales, etc—. Nuestro trabajo no es sencillo. A diferencia de otras agencias de inteligencia, S.H.I.E.L.D. opera más allá de las fronteras gubernamentales y enfrenta amenazas que van desde terroristas hasta seres sobrehumanos y entidades de origen desconocido.
Issei notó cómo la atmósfera en el aula se volvía más seria con cada palabra. S.H.I.E.L.D. no era solo un grupo de espías y soldados; era una línea de defensa global contra lo que la mayoría de la humanidad ni siquiera sabía que existía.
—Ahora que comprenden el contexto —Sakamoto hizo una pausa, observando a los reclutas—, pasaremos a una evaluación táctica inicial. No basta con conocer nuestra historia. Queremos ver cómo piensan y cómo reaccionan bajo presión.
La pantalla holográfica cambió nuevamente, mostrando un escenario urbano tridimensional.
—Tienen frente a ustedes una simulación: una célula terrorista ha tomado rehenes en un edificio. Su misión es neutralizar la amenaza y rescatar a los civiles. Tienen cinco minutos para planificar su estrategia.
El aula se llenó de murmullos mientras los reclutas procesaban la información. Issei sintió la adrenalina correr por sus venas. Esto no era solo una clase; era una prueba de fuego. El equipo Delta se reunió rápidamente después de recibir la información sobre la simulación. Issei permaneció en silencio por un momento, observando cómo los demás analizaban la situación. Como era de esperarse, Renji fue el primero en hablar.
—Podemos hacerlo de forma agresiva y rápida. Kenta y yo entramos por la puerta principal y llamamos la atención. Mientras tanto, Issei y Hiroshi se infiltran desde la parte trasera y neutralizan a cualquier enemigo que esté de guardia. Yamada y Fujimura nos cubren desde arriba con apoyo táctico.
Kenta asintió, parecía cómodo con la estrategia directa. Sin embargo, Naomi entrecerró los ojos, cruzándose de brazos.
—Es demasiado precipitado. No tenemos información suficiente sobre la cantidad de enemigos dentro del edificio ni sobre su posición exacta. ¿Y si tienen a los rehenes cerca de la entrada? Si entráis a lo bruto, podrían matarlos antes de que podamos hacer algo.
Sayuri intervino con su tono sereno.
—Lo ideal sería obtener más datos antes de actuar. Fujimura tiene razón, no podemos entrar a ciegas.
Renji frunció el ceño, pero no discutió.
—¿Y qué propones? No tenemos tiempo ilimitado.
Hiroshi, que hasta el momento había escuchado atentamente, finalmente habló.
—Podemos usar drones para hacer reconocimiento. No tardarán mucho en darnos una visión clara del interior. Mientras tanto, podríamos posicionarnos estratégicamente sin alertar a nadie.
—Buena idea —asintió Sayuri—. Pero necesitaríamos una distracción menor en caso de que haya vigilancia en el exterior.
En ese momento, Issei, que había estado procesando todo, levantó la mano ligeramente.
—Si los drones identifican una salida de emergencia o una ventana accesible, podríamos usar eso como una segunda vía de entrada en lugar de depender solo de la parte trasera. Además, podríamos usar gas lacrimógeno para desorientar a los enemigos y reducir el riesgo para los rehenes.
Los demás se giraron hacia él. Naomi lo miró fijamente, evaluando su propuesta.
—No es mala idea, pero tendríamos que asegurarnos de que no afecte a los rehenes.
—Podríamos cerrar los conductos de ventilación antes de usarlo en la zona principal —agregó Hiroshi.
Renji, que inicialmente quería un enfoque más agresivo, pareció relajarse un poco.
—Está bien, hagámoslo así. Pero si algo sale mal, improvisamos. Nada de quedarnos paralizados.
Una vez que todos estuvieron de acuerdo, iniciaron la simulación. Los drones enviados por Sayuri y Naomi proporcionaron un mapa detallado del interior. Había cinco terroristas bien armados y al menos seis rehenes distribuidos en dos habitaciones separadas. La buena noticia era que la estructura del edificio permitía más puntos de entrada de los previstos.
—Los terroristas patrullan en pares, excepto el líder, que está cerca de los rehenes principales —susurró Naomi mientras revisaba la información—. La salida trasera tiene un guardia, pero la ventana del segundo piso está despejada.
—Entonces tomamos la ventana —dijo Hiroshi—. Hyödö y yo podemos entrar por ahí, mientras Takeda y Kenta toman la puerta principal.
Issei sintió un leve nerviosismo, pero asintió. Esta era solo una simulación, pero la presión era real. El equipo se dividió y comenzó la infiltración. Renji y Kenta avanzaron hacia la entrada principal, listos para la distracción. Mientras tanto, Hiroshi e Issei escalaron hasta la ventana del segundo piso. Issei respiró hondo antes de deslizarse dentro, siguiendo a Hiroshi. En el interior, el silencio era absoluto. Avanzaron lentamente hasta una esquina, donde vieron a uno de los terroristas de espaldas.
Hiroshi hizo una señal y ambos se movieron al mismo tiempo. Con un golpe certero, neutralizaron al enemigo sin alertar a los demás. Issei sintió la adrenalina correr por sus venas; había sido más fácil de lo que esperaba. En la planta baja, Renji y Kenta hicieron su entrada, forzando la atención de los enemigos. Se escucharon gritos y el sonido de disparos simulados. Sayuri y Naomi, desde su posición elevada, identificaron los movimientos restantes de los terroristas y guiaron a los demás.
—¡Dos enemigos dirigiéndose hacia la escalera principal! —advirtió Sayuri.
Issei y Hiroshi se movieron con rapidez. Uno de los terroristas estaba a punto de tomar un rehén como escudo cuando Issei reaccionó sin pensar, lanzándose para derribarlo. Se produjo un forcejeo corto antes de que Hiroshi terminara la contienda con un golpe bien colocado.
La simulación se detuvo abruptamente y las luces de la sala volvieron a encenderse.
—Misión completada —anunció el sistema de evaluación—. Resultado: Éxito con margen de mejora.
El instructor Sakamoto observó a los reclutas con su típica expresión severa antes de hablar.
—No estuvo mal para su primera simulación. Demostraron capacidad de adaptación y trabajo en equipo. Sin embargo, hubo errores.
El silencio se hizo en el grupo mientras esperaban la crítica.
—Takeda, tu idea inicial de una entrada agresiva podría haber comprometido la seguridad de los rehenes. En un escenario real, un movimiento apresurado podría costar vidas. Asegúrate de considerar todas las variables antes de actuar.
Renji asintió, aceptando la crítica sin protestar.
—Fujimura y Yamada, buen uso de los drones y coordinación táctica. Anticiparse a los movimientos del enemigo es clave.
Ambas asintieron con profesionalismo. Sakamoto se giró hacia Issei.
—Hyōdō, tu propuesta del gas lacrimógeno fue útil, pero no evaluaste todos los riesgos. Si hubieran estado en una habitación cerrada sin ventilación, podrías haber puesto en peligro a los rehenes.
Issei sintió un ligero peso en el pecho, pero asintió. No había pensado en eso.
—Aun así, tu reacción en el combate cuerpo a cuerpo fue efectiva. Te falta técnica, pero supiste actuar en el momento adecuado. Sigue trabajando en ello.
Issei sintió una leve satisfacción. Tenía mucho que mejorar, pero al menos no había sido un desastre total.
Finalmente, Sakamoto concluyó:
—La planificación y la ejecución deben estar en equilibrio. No siempre tendrán cinco minutos para decidir su curso de acción. Aprendan a evaluar la situación en segundos.
Los reclutas asintieron, comprendiendo la lección.
—Descansen. La tarde les depara más desafíos.
Con esa despedida, la primera evaluación táctica había concluido. Issei se quedó pensando en todo lo que había pasado. Por primera vez en su vida, sintió que realmente estaba entrando en un mundo donde cada decisión contaba.
XXXXX
El equipo Delta salió del aula con una mezcla de emociones tras la evaluación táctica. Algunos estaban satisfechos con su desempeño, mientras que otros reflexionaban sobre los errores cometidos. Issei, en particular, sentía un peso en su pecho. Había logrado contribuir al plan, pero también se había dado cuenta de lo mucho que aún le faltaba por aprender.
—Bueno, al menos no morimos en la simulación —comentó Renji con una sonrisa, intentando aliviar la tensión del grupo.
—Por poco —replicó Naomi con seriedad—. Si hubiéramos entrado sin la información de los drones, habríamos comprometido la seguridad de los rehenes.
—Pero lo hicimos bien para ser la primera vez —dijo Hiroshi, con su usual tono relajado—. El objetivo se cumplió y todos aprendimos algo.
Sayuri asintió levemente mientras caminaban hacia el comedor.
—Siempre habrá margen de mejora. Al menos ya sabemos cómo trabaja cada uno.
—Pero está claro que conforme aprendamos irán poniendo la cosa más difícil. Es obvio que era una prueba sencilla dado que nunca antes nos hemos visto en algo así.
—Ciertamente.
Issei guardó silencio durante la conversación. No estaba acostumbrado a este tipo de interacciones en equipo. En el instituto, él y sus amigos no tenían que preocuparse por estrategias o simulaciones de combate. Ahora, cada acción tenía peso, y cada error podía marcar la diferencia. El comedor de la academia era espacioso y eficiente, diseñado para servir rápidamente a un gran número de personas. Los reclutas tomaron sus bandejas y se unieron a la fila. El menú del día consistía en arroz, pollo a la plancha, vegetales y una sopa ligera, una comida equilibrada para mantener el rendimiento físico.
—Aprovechad para recuperar energías —comentó un instructor que supervisaba el comedor—. La tarde no será más fácil que la mañana.
—Genial —susurró Renji en tono sarcástico—. Como si ya no estuviéramos muertos de cansancio.
Issei tomó su bandeja y miró alrededor. Había muchas mesas ocupadas por otros equipos, cada uno con su propia dinámica. Algunos grupos conversaban animadamente, otros comían en silencio, concentrados en su propio mundo. Finalmente, el equipo Delta encontró un espacio y se sentaron juntos. Hubo unos momentos de silencio mientras comenzaban a comer, pero pronto la conversación resurgió.
—¿Cómo os sentís después de la evaluación? —preguntó Hiroshi, mirando a los demás.
—No fue tan mal —respondió Renji—, pero no puedo evitar pensar que podríamos haberlo hecho mejor. Me precipité demasiado al principio.
—Fue una experiencia útil —comentó Sayuri—. Lo importante es que ahora sabemos qué debemos mejorar.
Naomi miró a Issei con interés.
—Tú no hablaste mucho en la planificación, pero propusiste lo del gas. ¿Cómo supiste que funcionaría?
Issei se encogió de hombros, sintiendo la presión de la atención sobre él.
—No lo sabía con certeza. Solo pensé que si los desorientábamos, tendríamos una mejor oportunidad de reducirlos sin que los rehenes estuvieran en peligro inmediato.
—Fue una buena idea —dijo Sayuri—, pero en una situación real, hay que considerar todos los factores antes de usar algo así. Como dijo el instructor, podríamos haber afectado a los rehenes también.
—Sí, lo entiendo —respondió Issei, tomando un sorbo de su sopa—. Lo tendré en cuenta.
El grupo continuó conversando mientras terminaban su comida. A pesar del agotamiento, poco a poco se estaban acostumbrando a la rutina de la academia.
Para Issei, la diferencia entre su antigua vida y esta nueva realidad se hacía cada vez más evidente. Antes, en el instituto, sus días eran simples: se sentaba en clase sin preocuparse demasiado, pasaba el tiempo con Matsuda y Motohama hablando de chicas y tonterías, e incluso se permitía alguna que otra travesura. Su mayor preocupación era que las profesoras lo descubrieran espiando o que fallara en un examen. Ahora, sin embargo, cada momento en la academia tenía un propósito claro. No había espacio para distracciones absurdas, ni para bromas con sus amigos. Matsuda y Motohama no estaban allí, y por primera vez sintió lo mucho que los extrañaba. No podía enviarles un mensaje ni contarles sobre su día. No había chicas a las que espiar ni risas sin preocupaciones. Todo lo que hacía estaba bajo la estricta supervisión de S.H.I.E.L.D., y cualquier error podría tener consecuencias. Era una sensación extraña, como si de repente lo hubieran sacado de su mundo habitual y lo hubieran lanzado a otro donde no podía permitirse ser el mismo de antes. Tal vez eso era parte del proceso de adaptación, pero aún así, se sentía... solo, de alguna manera.
Después de almorzar, los reclutas tuvieron unos minutos de descanso antes de dirigirse a la siguiente fase del día: el entrenamiento en habilidades básicas. Issei estiró los brazos y suspiró.
Cuando los reclutas llegaron al área de entrenamiento, fueron recibidos por una instructora de complexión delgada, estatura media y una expresión calmada, pero firme. Su uniforme estaba impecable, y su postura denotaba una confianza absoluta. No tenía el físico imponente que algunos podrían esperar de una combatiente experta, pero algo en su mirada transmitía la sensación de que sabía perfectamente lo que hacía. Issei no pudo evitar contemplar cómo el uniforme de combate se pegaba a cada curva de la instructora, pero rápidamente echó a un lado esos pensamientos, pues no quería recibir ninguna reprimenda, aviso o castigo en su primer día. No quería imaginar lo que podría ser eso en S.H.I.E.L.D.
—Bienvenidos a su primera sesión de combate —dijo con voz firme—. Mi nombre es Shiori Kanzaki, y si esperáis aprender algo útil, más os vale prestar atención. No estamos aquí para jugar ni para pelear sin sentido. Vamos a enseñaros a defenderos de manera eficiente y a sobrevivir en el campo de batalla.
Algunos reclutas intercambiaron miradas. Issei notó que más de uno parecía preguntarse si una mujer de su complexión realmente podía enseñarles algo sobre combate. Shiori lo percibió y, sin cambiar su expresión, llamó al recluta más alto y robusto del grupo.
—Tú. Ven aquí —ordenó.
El joven, que superaba el metro noventa y tenía una musculatura trabajada, dio un paso adelante con un aire confiado. Shiori se colocó frente a él con naturalidad.
—Intenta derribarme —dijo, como si le estuviera pidiendo algo trivial.
El recluta dudó un segundo antes de lanzar un ataque, intentando sujetarla por el brazo. En un instante, Shiori giró su cuerpo con fluidez, utilizando su propio impulso en su contra. Con un solo movimiento limpio y calculado, el joven voló por los aires y cayó de espaldas al suelo con un estruendo seco. Se hizo un silencio absoluto.
—Lección número uno —dijo Shiori con tranquilidad mientras el recluta se incorporaba con una mezcla de sorpresa y vergüenza—. No subestiméis a nadie por su tamaño o apariencia. Hay múltiples formas de combate, y os enseñaré las que sean más adecuadas para cada uno de vosotros.
Con esa demostración inicial, la atención de todos quedó completamente fijada en ella. Issei tragó saliva. Algo le decía que este entrenamiento sería mucho más difícil de lo que había imaginado. Los reclutas se alinearon en filas ordenadas, manteniendo la disciplina. Aunque ya había participado en la evaluación táctica, nunca había recibido un entrenamiento formal en combate. Lo único cercano que había experimentado era alguna que otra pelea callejera que siempre terminaba con él en el suelo.
—Antes de empezar, quiero dejar algo claro —continuó la instructora—. No importa lo fuerte que creáis que sois. Aquí, todos empezáis desde cero. Los que ya tienen experiencia en artes marciales o defensa personal, olvidaos de lo que sabéis. Vais a aprender el método S.H.I.E.L.D., y os garantizo que no tiene nada que ver con lo que habéis practicado antes —Algunos reclutas intercambiaron miradas, pero nadie habló—. Empezaremos con los principios básicos de defensa personal. No se trata solo de golpear. Se trata de evaluar amenazas, reaccionar con rapidez y utilizar la mínima cantidad de esfuerzo para neutralizar al enemigo. Y lo primero que aprenderéis es cómo moveros —Katō mostró una postura básica de combate y explicó la importancia de la estabilidad y el equilibrio. Luego, ordenó a los reclutas que imitaran su posición—. Si no tenéis una base sólida, cualquier golpe os hará caer. Mantened el peso distribuido y los pies separados al ancho de los hombros. No os quedéis rígidos, pero tampoco perdáis el control.
Issei intentó imitar la postura. Le pareció incómoda al principio, pero pronto entendió la razón detrás de cada ajuste
—Bien. Ahora, vamos a trabajar en los desplazamientos. Moverse correctamente es más importante que lanzar golpes sin sentido. Si no podéis evitar un ataque, estáis muertos.
Con eso, comenzó el entrenamiento formal. Issei sabía que este sería un desafío completamente diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado antes. La instructora Shiori inició con ejercicios de reflejos, ordenando a los reclutas que se colocaran en parejas y trataran de esquivar golpes simulados sin utilizar las manos. Issei se sintió torpe al principio, incapaz de reaccionar a tiempo, pero notó que no era el único con problemas. Renji se frustraba con cada intento fallido, mientras que Sayuri mostraba una notable agilidad desde el inicio.
Después, pasaron a ejercicios de resistencia y control corporal. Shiori los hizo realizar secuencias de esquivas y bloqueos, obligándolos a mantenerse en constante movimiento sin perder el equilibrio. Issei cayó varias veces, pero también vio a Kenta perder la compostura ante un mal giro. Finalmente, la instructora los observó en silencio por un momento antes de hablar.
—El combate no se trata solo de fuerza. Se trata de control, reacción y saber adaptarse. No siempre podréis atacar de frente, y cuanto más rápido entendáis eso, mejor preparados estaréis.
Issei respiraba con dificultad, sintiendo el sudor recorrer su frente. Aún tenía mucho por mejorar, pero al menos ahora entendía mejor en qué consistía realmente el combate, no una simple pelea de adolescentes. El entrenamiento con Shiori continuó con un último ejercicio de enfrentamiento en parejas. Los reclutas fueron agrupados de acuerdo con sus niveles de habilidad, y a cada equipo se le asignó una breve simulación de combate donde debían aplicar lo aprendido.
—Quiero que recordéis lo que hemos practicado —anunció Shiori—. Manteneos en movimiento, utilizad la mínima energía posible y priorizad la defensa sobre el ataque descontrolado.
Issei fue emparejado con Renji, lo que le hizo sentirse más cómodo al menos. Enfrentarse a un desconocido en un primer combate habría sido más difícil.
—No te confíes, Hyōdō —bromeó Renji mientras adoptaba la postura indicada por la instructora.
—No lo haré, pero no prometo que no termine en el suelo —respondió Issei con una sonrisa tensa.
El entrenamiento consistió en ejercicios repetitivos para grabar la mecánica en sus cuerpos. Issei descubrió que su velocidad de reacción era decente, pero su técnica era torpe en comparación con otros compañeros. Sayuri, por ejemplo, tenía una agilidad natural que le permitía esquivar con facilidad, mientras que Kenta confiaba en su fuerza para resistir ataques. Al principio, los movimientos de ambos fueron torpes, pero poco a poco empezaron a captar la esencia del ejercicio. Issei intentaba seguir las instrucciones de Shiori, pero cada vez que intentaba bloquear, Renji cambiaba su ataque con rapidez. Por su parte, Renji tenía problemas con la estabilidad, y más de una vez perdió el equilibrio al moverse de forma apresurada.
Los demás reclutas tampoco lo tenían fácil. Naomi mostraba una gran precisión, aunque su fuerza no era suficiente para ser realmente efectiva contra oponentes más robustos. Kenta, por otro lado, tenía una gran potencia, pero carecía de la velocidad y técnica necesarias para hacer un uso eficiente de su fuerza. Después de varios minutos de enfrentamiento, Shiori dio la orden de detenerse.
—Interesante —comentó, observando a cada grupo con detenimiento—. Puedo ver algunas fortalezas individuales, pero aún estáis lejos de entender lo que significa el combate real —Hizo una pausa antes de continuar—. Lo que hicimos hoy fue solo una introducción. Con el tiempo, os enseñaré técnicas más avanzadas y os ayudaré a encontrar un estilo que se adapte mejor a vuestras capacidades. Hasta entonces, recordad: la eficiencia es más importante que la agresividad.
Los reclutas asintieron, algunos jadeando por el esfuerzo. Issei sintió que le ardían los músculos, pero al mismo tiempo, había algo gratificante en la sensación de haber completado la primera sesión.
—Descansad unos minutos —añadió Shiori—. Luego os dirigiréis al siguiente módulo de entrenamiento, donde aprenderéis sobre el equipamiento estándar de S.H.I.E.L.D. No quiero ver caras de agotamiento, esto es solo el comienzo. Ah, y un último apunte: esto no es un simple curso de defensa personal —les advirtió—, si queréis ser agentes, tendréis que entrenar como tales, y eso significa que cada fallo os costará caro en el campo real.
Issei se dejó caer sobre una de las colchonetas, sintiendo el sudor recorrer su frente. Apenas habían pasado unas horas desde que el día comenzó, pero sentía que llevaba en la academia semanas enteras. Sus compañeros parecían igual de exhaustos, pero al menos ya no eran completos desconocidos. Compartían el mismo agotamiento, el mismo esfuerzo. Y eso, de alguna manera, hacía que todo fuera más llevadero.
XXXXX
Los reclutas apenas tuvieron tiempo para recuperar el aliento tras la intensa sesión de combate antes de ser dirigidos a la siguiente área de entrenamiento. A pesar del cansancio, nadie se quejó. En S.H.I.E.L.D., cada minuto contaba, y la jornada aún estaba lejos de terminar.
El grupo entró en una sala amplia y bien iluminada, con mesas metálicas alineadas en filas y diversos dispositivos organizados sobre ellas. A simple vista, no parecían más que simples aparatos tecnológicos, pero todos sabían que lo que tenían frente a ellos no era equipamiento común. Cada mesa tenía una serie de herramientas dispuestas con precisión milimétrica, y monitores en las paredes mostraban esquemas de funcionamiento de los distintos dispositivos.
Frente a la sala, esperándolos con los brazos cruzados, estaba una mujer de cabello negro recogido en una coleta baja. Su porte era impecable y su expresión neutra, pero sus ojos denotaban una inteligencia afilada. Vestía el uniforme de S.H.I.E.L.D. con una chaqueta táctica, mostrando claramente su rango como instructora.
—Bienvenidos a la primera introducción al equipo estándar de S.H.I.E.L.D. —dijo, con voz firme—. Mi nombre es Asuka Tsurugi y, a partir de ahora, seré su instructora en tecnología operativa. Eso significa que aprenderán a usar correctamente cada herramienta que se les entregue, sin excepciones. Si alguien piensa que podrá depender solo de sus músculos, está equivocado.
Varios reclutas se acomodaron en sus posiciones, algunos enderezando la espalda al notar el tono serio de la mujer. Issei tragó saliva. Hasta ahora, cada instructor parecía imponer su propia marca de disciplina, y Asuka no era la excepción.
—Lo que veis aquí —continuó, señalando los dispositivos sobre las mesas— son herramientas estándar que usaréis en entrenamientos y, eventualmente, en misiones. No estamos hablando de armas de fuego ni de dispositivos letales, sino de equipamiento táctico que permite operar con eficiencia sin necesidad de recurrir a la fuerza bruta.
Se acercó a una de las mesas y tomó un pequeño dispositivo circular del tamaño de una moneda gruesa.
—Este es un rastreador de corto alcance. Se adhiere a cualquier superficie y transmite su ubicación a nuestro sistema interno. Puede parecer simple, pero su utilidad en campo es incuestionable. En manos de alguien capacitado, puede marcar la diferencia entre localizar un objetivo o perderlo para siempre.
Dejó el rastreador y tomó otro objeto: un comunicador de muñeca compacto.
—Estos comunicadores funcionan con canales seguros encriptados. Olvidaos de teléfonos móviles, aquí nos manejamos con una red cerrada para evitar interferencias y filtraciones.
Se giró hacia las pantallas de la sala y activó una demostración holográfica. En el aire aparecieron proyecciones tridimensionales de varios dispositivos en funcionamiento, mostrando la interfaz de los comunicadores y la forma en que los rastreadores podían adherirse incluso a superficies en movimiento.
—También contamos con gafas de visión avanzada, que incluyen filtros de espectro infrarrojo y detección de firmas térmicas. Además, estos guantes tácticos que veis aquí incorporan sensores de presión que permiten manipular objetos con precisión sin dejar rastro de huellas dactilares.
A medida que Asuka presentaba cada pieza de equipo, los reclutas tomaban notas mentales. Algunos dispositivos, como las gafas de visión avanzada o los guantes tácticos con sensores, parecían sacados de una película de ciencia ficción, pero para S.H.I.E.L.D., era tecnología cotidiana.
—Ahora viene la parte práctica —dijo finalmente—. Quiero que cada uno de vosotros tome un rastreador y un comunicador. Os asignaré parejas y tendréis que cumplir una tarea simple: localizar y colocar un rastreador en un objetivo móvil sin ser detectados.
Issei intercambió una mirada con Renji antes de recoger su equipo. Esta prueba no era física como la anterior, pero eso no significaba que fuera más fácil. Aquí no se trataba de fuerza o resistencia, sino de discreción e ingenio. Y él no tenía experiencia en ninguna de las dos. Los reclutas recogieron su equipo y esperaron a que la instructora continuara.
—El objetivo de este ejercicio es enseñaros la importancia de la discreción. No basta con tener acceso a la mejor tecnología si no sabéis usarla correctamente. En el campo, muchas veces tendréis que actuar sin ser vistos ni oídos —Los monitores cambiaron de imagen y mostraron un mapa del área de entrenamiento—. En unos momentos, activaremos una serie de drones de patrulla que harán el papel de vigilancia enemiga. Vuestra misión será cruzar la zona designada sin ser detectados y colocar el rastreador en el objetivo marcado. Si sois descubiertos, el ejercicio reiniciará para vuestro equipo —Issei sintió un leve escalofrío. Aún no había probado nada parecido a la infiltración y la idea de moverse sin ser visto le parecía un reto completamente nuevo—. Las parejas han sido asignadas en base a vuestras habilidades —continuó Asuka—. Hyōdō, irás con Nakamura. Takeda, con Fujimura. Yamada, con Kenta.
El resto de los nombres fueron mencionados, y cada uno se posicionó con su compañero. Issei miró a Nakamura, quien le devolvió una leve inclinación de cabeza.
—Será interesante ver cómo nos va —comentó Nakamura con tono relajado.
—Sí… espero no meter la pata —admitió Issei con una risa nerviosa.
—Por eso estamos aquí. Mejor fallar ahora y aprender que fallar cuando importe de verdad.
Asuka miró a todos con atención.
—Bien, en posición. El ejercicio comienza en tres… dos… uno… ¡ya!
Las luces de la sala cambiaron a un tono rojizo y las puertas hacia el área de simulación se abrieron. Issei sintió su adrenalina dispararse mientras él y Nakamura se movían hacia la zona de entrenamiento, listos para su primera misión de infiltración. Pero desde el primer momento, las cosas no fueron como esperaban. Issei y Nakamura intentaron avanzar agachados entre las coberturas, pero subestimaron la velocidad de los drones de vigilancia. Un escaneo rápido detectó su movimiento y una luz roja parpadeante se encendió sobre ellos.
—¡Equipo Hyōdō-Nakamura, detectados! Reiniciando simulación. —La voz mecánica de la sala resonó en sus oídos.
Mirando a su alrededor, notaron que no eran los únicos. Otros equipos también habían sido descubiertos por errores similares: ruido innecesario, movimientos mal calculados o falta de coordinación. Solo un equipo logró cumplir la tarea, demostrando un nivel de sincronización y comunicación más eficiente que los demás, aunque seguían siendo reclutas de primer año. La diferencia entre quienes lograron adaptarse rápido y los que no era evidente.
Durante la siguiente hora, los reclutas realizaron varias pruebas bajo diferentes condiciones. Algunos equipos lograron avanzar más que otros, pero la mayoría seguía fallando por errores comunes: ruido excesivo, mala comunicación o movimientos torpes. Solo un equipo consiguió completar la tarea, demostrando un nivel de sincronización superior. La instructora Asuka no hizo comentarios inmediatos, pero su mirada crítica dejaba claro que esperaba mucho más de todos ellos.
XXXXX
Después de la última prueba del día, los reclutas fueron enviados de regreso a sus dormitorios. Exhaustos, pero aún con la adrenalina del entrenamiento recorriendo sus cuerpos, la mayoría optó por quedarse un rato en la sala común antes de retirarse a descansar. Issei se dejó caer en uno de los sofás, sintiendo el cansancio acumulado del día.
Mientras sus compañeros conversaban sobre la jornada, Issei no pudo evitar sentir una punzada de nostalgia. Apenas habían pasado unos días desde que dejó su hogar, pero la ausencia de sus padres y amigos se hacía más notable con cada minuto de silencio. Instintivamente, llevó la mano a su bolsillo, pero recordó que su teléfono le había sido retirado. No había forma de enviarles un mensaje o escuchar sus voces. Sabía que S.H.I.E.L.D. tenía reglas estrictas sobre la comunicación con el exterior. Los reclutas solo podían contactar con sus familiares en momentos programados y bajo supervisión. No podía simplemente llamar cuando quisiera. Esto le hacía sentirse aún más desconectado de su vida anterior. Renji se sentó a su lado con un suspiro.
—Vaya primer día, ¿eh? —comentó, estirando los brazos—. No esperaba que nos pusieran a prueba tan rápido.
Sayuri, que había estado bebiendo agua, asintió.
—Se nota que esperan mucho de nosotros. No es solo cuestión de fuerza o velocidad, sino de coordinación y disciplina.
Naomi cruzó los brazos, pensativa.
—No estamos acostumbrados a trabajar en equipo de esta manera. Todos fallamos por detalles tontos, pero si queremos mejorar, vamos a tener que aprender rápido.
Issei asintió, sintiendo el peso de sus propias fallas.
—Sí… no fue nada fácil. Tengo que mejorar mi sigilo y mi capacidad de reacción. Me confié demasiado.
Hiroshi, quien había permanecido en silencio, finalmente habló.
—Ese es el punto de estos entrenamientos. Nadie esperaba que lo hiciéramos bien a la primera. Pero si queremos sobrevivir aquí, tenemos que aprender a adaptarnos rápido.
El grupo permaneció en silencio unos momentos, reflexionando sobre la jornada. Finalmente, uno a uno se fueron retirando a sus habitaciones, preparándose mentalmente para el siguiente día. Issei se dejó caer en su cama mientras los últimos pensamientos del día terminaban por desvanecerse, se permitió un momento de calma en su habitación. El cansancio era absoluto, pero su mente no dejaba de repasar cada error cometido, cada lección aprendida.
Se giró en la cama, mirando el techo. Sabía que no podía comunicarse con su familia a su antojo. Las normas de S.H.I.E.L.D. eran claras: el acceso a la comunicación externa estaba limitado y supervisado. El peso de la distancia comenzó a caer sobre él. Apretó los puños. Echaba de menos a sus padres, a Matsuda y Motohama. Por mucho que estuviera comprometido con esta nueva vida, no podía evitar el sentimiento de aislamiento. Respiró hondo y cerró los ojos. Después de todo, aquello era solo el inicio. Tenía que demostrar que estaba a la altura.
XXXXX
El aire nocturno de Kuoh estaba en calma, pero la atmósfera en el parque ocultaba una tensión evidente. Bajo el manto de la oscuridad y la barrera demoníaca que cubría el área, dos facciones se encontraron cara a cara: los demonios de la Casa Gremory y Sitri, y los ángeles caídos que operaban en la ciudad. Rias Gremory y Sona Sitri se encontraban al frente, con sus respectivos séquitos a cierta distancia, atentos a cualquier movimiento sospechoso. Frente a ellas, Dohnaseek, Kalawarner y Mittelt se mantenían en guardia, aunque sin mostrar hostilidad abierta.
—No esperaba que nos convocarais así —comentó Dohnaseek con su habitual tono respetuoso, pero con un matiz de cautela en sus palabras—. Supongo que tenéis alguna información para compartir.
—Lo mismo podríamos decir de vosotros —respondió Sona ajustándose sus gafas, su expresión analítica escudriñando cada reacción de los ángeles caídos—. Nos preguntamos qué podríais querer de nosotras.
Kalawarner cruzó los brazos, con una mirada afilada.
—Nuestra compañera Raynare ha desaparecido —declaró sin rodeos—. La última vez que se la vio fue en este territorio. Creemos que sabéis más de lo que aparentáis.
Rias arqueó una ceja. Era cierto que Raynare había estado operando en la ciudad y que ellos mismos tenían sospechas sobre su relación con Issei, pero hasta el momento, desconocían su paradero.
—No tenemos información sobre Raynare —afirmó con tranquilidad—. No ha habido ningún movimiento inusual por parte de nuestra facción, ni hemos intervenido en sus asuntos. De hecho, nosotras también hemos notado que algo extraño ha ocurrido.
Mittelt soltó un bufido, claramente molesta.
—¿De verdad esperáis que nos creamos eso? Raynare no es el tipo de persona que simplemente desaparece sin dejar rastro.
—Lo mismo podríamos decir de uno de nuestros antiguos estudiantes —intervino Sona con un tono más directo—. No estamos seguras de qué ocurrió con Raynare, pero hay más de un elemento extraño en todo este asunto. Su desaparición coincide con la de otro individuo.
Dohnaseek observó a ambas demonios en silencio, midiendo sus palabras.
—¿Insinúas que la desaparición de esa persona está relacionada con la nuestra?
—No lo insinuamos, lo afirmamos —respondió Rias con seriedad—. Sin embargo, no tenemos pruebas concretas de lo que ha sucedido. Si las tuviéramos, créeme, estaríamos actuando de inmediato.
El silencio se prolongó unos segundos. Ambas facciones tenían demasiado en juego como para dejar que el conflicto escalara sin pruebas claras. Finalmente, Dohnaseek exhaló con resignación.
—Si decís la verdad, entonces también estamos en la oscuridad. No podemos permitirnos ignorar lo que ha pasado con Raynare.
Kalawarner y Mittelt intercambiaron miradas. La información no les dejaba satisfechas, pero al menos ahora sabían que los demonios tampoco sabían nada con certeza.
—Mantendremos nuestra búsqueda —anunció Dohnaseek finalmente—. Si descubrimos algo, os lo haremos saber… siempre que nosotros recibamos la misma cortesía.
Rias y Sona intercambiaron una mirada antes de asentir.
—Si encontramos algo relevante, lo consideraremos —respondió Sona, manteniendo su diplomacia intacta.
Sin más palabras, los ángeles caídos se retiraron, desapareciendo en la noche. Una vez que la barrera se disipó y la presencia de los caídos dejó de sentirse, Rias y Sona se volvieron hacia sus compañeros.
—Esto se está complicando cada vez más —murmuró Rias, cruzándose de brazos.
—Ya no es solo un misterio sobre la partida de Hyödö —añadió Sona, ajustándose las gafas—. La desaparición de Raynare hace que todo esto sea aún más preocupante. No podemos seguir simplemente esperando respuestas.
Rias frunció el ceño y permaneció en silencio por un momento. Entonces, su mirada se endureció ligeramente.
—Hay algo que me inquieta —dijo en voz baja—. Antes de su desaparición, Hyödö había sido objetivo de Raynare. Fingió ser su novia con el propósito de asesinarlo. Sabíamos que tenía un Sacred Gear, aunque en ese momento no teníamos claro cuál era.
Sona parpadeó y sus ojos se afilaron con comprensión.
—¿Crees que su desaparición está relacionada con su Sacred Gear?
—Es una posibilidad que no podemos descartar —respondió Rias—. Si alguien intervino para evitar que Raynare lo matara, significa que él podría estar en manos de una tercera facción.
—Y si esa facción tiene interés en los Sacred Gears, entonces Hyödö no es solo un estudiante desaparecido —razonó Sona—. Se ha convertido en un activo valioso para alguien.
El peso de la revelación se asentó entre ambas demonios. Sona cerró los ojos por un momento, procesando la información, antes de suspirar.
—Necesitamos un nuevo enfoque. Si seguimos esperando a que las respuestas vengan a nosotras, estaremos perdiendo tiempo.
Rias asintió lentamente.
—Buscaremos otra manera de obtener información.
—Y tenemos que empezar por intentar averiguar cuál es su nuevo «centro educativo».
Ambas se quedaron en silencio por un momento. Las piezas del rompecabezas aún no encajaban, pero ahora sabían con certeza que algo más grande estaba en juego.
Poco a poco esto va tomando forma. Si os soy sincero, hasta hace no mucho no sabía cómo demonios seguir esta historia, pero últimamente me han venido cosas a la mente, a ver qué tal se desarrollan.
Ahora las respuestas a comentarios:
Darkness-1997: gracias por la corrección, se me debió pasar cuando lo pasé a otro archivo para repasar la ortografía ja, ja, ja. Bueno, por ahora va una detrás de la otra.
Y sin más que decir, me despido.
¡Nos leemos!
