Capítulo 74: Confianza

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Inhaló y exhaló.

La novela que había traído para leer lo estaba aburriendo.

¿Y ese aroma?

Inhaló, exhaló e inhaló profundamente.

Aún podía percibir su aroma, el de Kyoko y su perfume. Había quedado impregnado en alguna parte. Tal vez en el asiento del copiloto o tal vez en su camisa o simplemente en él.

Frunció el ceño cuando percató que no había parado de olfatear el aire en busca de su olor y además con una sonrisa boba en su cara.

¿Se había vuelto un pervertido?

Se rió entre dientes hasta que una idea lo hizo ponerse serio.

El olor de ella impregnado en él.

Carraspeó, pero la imaginación hizo lo suyo y soñó durante un largo minuto con su cama y con Kyoko desnuda en ella.

Sacudió con fiereza su cabeza apenas logró salir del trance. Necesitaba tomar algo helado o, incluso mejor, necesitaba que le tirasen un balde de agua fría. No podía sacarla de su mente, aunque tampoco es que quisiese lo contrario.

Sonrió como un bobo hasta que frente a sus ojos vio la silueta de una persona que le era conocida.

Parpadeó y apenas lo reconoció, tocó la bocina.

Ichiro Thompson giró y cuando lo reconoció se acercó con una irritante sonrisa estampada en sus labios.

Yukihito respiró hondo y salió del coche. Al menos ya no era necesario un balde de agua fría.

—Hey, ¿trajiste a la linda Kyoko-chan aquí? —Ichiro llevó una mano sobre su hombro y asintió con la cabeza—. Hombre, te admiro, no puedo creer que hayas dejado a tu chica hablar a solas con otro y de noche en su departamento —exclamó lo último con tono burlón.

—Confío en Kyoko y aunque no confíe en Ren, él sigue siendo mi amigo —respondió con un suspiro. En algunas, no, en realidad, en muchas ocasiones, ese hombre era doblemente irritante. Aun así era un insoportable que lo ayudaba a entrenar la paciencia—. ¿Y tú, qué haces aquí? —preguntó exhalando otro suspiro.

—Solo pasaba a dejar algunas cosas en el buzón de Ren —comentó con una sonrisilla—. No quiero subir y arruinar el momento —insinuó enarcando las cejas—. Bueno, ha sido un placer encontrarnos —dio media vuelta, pero Yukihito lo detuvo.

—Antes de que te vayas, hablemos.

Ichiro se volvió y al ver su seria mirada rió entre dientes.

—¿Qué pasa con esa cara? Sabes, ya es de noche, prefiero tener la compañía de una chica en vez de…

—Hablemos —ordenó con expresión severa—. Ahora por favor.

—Si pones esa cara…¡Bien! —Caminó y pasó hacia su lado, aproximándose al coche hacia el lado del copiloto—. No te importa que hablemos dentro, ¿no, Yashiro Yuki?

—¿Qué…? —Sus pies avanzaron apresurados y antes de que este abriese completamente la puerta, lo empujó a él y volvió a cerrarlo—. Aquí no —dijo con una sonrisa forzosa.

—No sabía que fueras así de agresivo, Yuki —Entrecerró los ojos e intentó coger la manija de la puerta para abrirlo, pero Yukihito fue más rápido y cogió de su muñeca antes de siquiera alcanzarlo—. ¿Qué estás…?

—Aquí no —Soltó su muñeca y, reposando su espalda por la puerta, le hizo un gesto con su mentón—. Podrías sentarte tras el volante, Ichiro-san, si es que no te molesta, claro —pidió con cortesía—. O bien, podríamos salir a tomar afuera algo.

—Ichiro-san…—repitió, pausando durante largos segundos con el semblante serio —. No sabía que fueras tan lindo, Yuki. Por cierto, prefiero el coche —sonrió y giró hacia la otra puerta—. Es la primera vez que me llamas por mi nombre —se rió—. Tan lindo.

Yukihito exhaló un suspiro, entró al coche y se sentó en el asiento del copiloto. No dejaría que un hombre triplemente intolerable se sentase donde Kyoko solo podía.

Mientras ponía el asiento más atrás, oyó el inconfundible sonido de olfateo. Agrandó los ojos y enseguida se volvió a mirarlo.

—¿Y ese sútil pero rico aroma femenino…? —Ichiro siguió olfateando el aire—. No será de Kyoko-chan…

—No te atrevas —murmuró entre dientes abriendo la ventana de su lado.

—Que. Bien. Huele —canturreó—. Como. Me. Lo. Esperaba.

Yukihito rechinó sus dientes, maldiciendo el momento en que lo reconoció y le pidió que hablasen.

Inspiró y exhaló. El aroma de Kyoko, que irónicamente quería que desapareciera, llegó a sus narices y lo tranquilizó.

—Un caballero solo debería verse tentado por el aroma de su novia, Ichiro-san —replicó con tono sereno—. Que uno se deleite con el aroma de una mujer ajena me parece una falta de respeto.

—Novia —asintió con la cabeza—. Así que eres tan egoísta que solo tú quieres disfrutarlo.

—Me parece que aún no lo entiendes —pausó dirigiendo su mirada hacia sus ojos—. Hablo de respetar a Sayuri-san, tu novia.

Creyó verlo tensarse, pero en un segundo su expresión retornó a uno burlesco.

—Eres muy celoso, Yuki —sonrió—, pero un verdadero caballero —admitió echando la espalda hacia atrás—. Solo te estoy molestando.

Yukihito parpadeó. Cuádruplemente irritante, pero algunas veces razonable. Le había dado la impresión de que él siempre le fastidiaba adrede, tal vez no simpatizaba con él por alguna razón, así que momentos como ese lo dejaba atónito.

—Y bien, ¿qué querías decirme, Yuki? —preguntó Ichiro, curioseando los alrededores del coche.

—No quiero alargar esto porque no sé cuándo vendrá Kyoko, así que seré directo —Lo siguió con la mirada mientras él hurgaba en la consola central—. Lo sé todo. Me refiero al embarazo de Hitomi-san.

Ichiro detuvo su mano en la consola y alzó la cabeza, entornando los ojos.

—¿Qué? —dijo con tono cortante.

—Sé que Hitomi-san está embarazada y que Ren es el padre —repitió más preciso. No sé espero la mirada hostil ni tampoco las siguientes palabras que salió de su boca.

—¿La has mandado para decírselo? —interrogó molesto.

—No. Ren es mi amigo, no le haría algo así —respondió con calma—. ¿Por qué se lo estás ocultando?

Ichiro desvió la mirada hacia el parabrisas.

—¿Por qué se lo contaría?

El impacto que tuvieron sus palabras en él lo dejaron paralizado.

—¿Qué…?

—Nunca llegaron a ser novios y siquiera están casados —explicó pausadamente—. Hitomi no quiere que se entere y Ren no está preparado para cargar con un niño. ¿Crees que un joven celebridad saldría indemne si se difundiese que tendrá un niño fuera del matrimonio?

—Eso no es el problema —replicó elevando la voz por el enojo—. Ren tiene derecho a saber que será padre. Es él quien debe decidir lo que hará, es él quien debe responsabilizarse.

—Es muy fácil para ti decirlo, ¿no, Yuki? —Ladeó la cabeza y lo miró airado.

Yukihito apretó los puños y las deshizo, intentando sosegarse.

—No lo es —replicó severo—. No me ha resultado nada fácil. Y, aunque sé que piensas en el bien de Ren, espero que cuando pienses en el bebé, no pienses en la imagen perfecta proyectada del actor Tsuruga Ren, sino en la persona que en realidad es.

Ichiro suspiró con molestia

—Digamos que Ren se hubiese enterado antes —comentó—. ¿Has considerado los sentimientos de Hitomi? ¿Qué hubiese sucedido si él le pidiera que aborte? Ahora ya no puede hacerlo, pero él aún puede desconocerlo —pausó y ladeó la cabeza para mirarlo—. Yuki, Hitomi quiere tener al niño y no dirá ni pedirá nada a Ren porque sabe que él no la ama. El hecho de que Ren se entere y lo rechace, puede matarla, ¿sabes?

Yukihito lo escudriñó, suspenso por lo que había oído. No era la primera vez que alguien le decía algo similar, pero en ese momento sus facultades mentales estaban activas y muy claras.

—Por un momento hasta me hicieron creer en la probabilidad de que Ren sea un hombre despiadado —le dijo a él y a sí mismo—. Pero Ren no es así, Ichiro-san. Ren podrá tener mil defectos pero jamás haría nada de lo que has mencionado, y si realmente piensas así, debo entender que jamás lo has conocido de verdad.

Ichiro Thompson se quedó mirándolo durante largos segundos con una expresión que no podía descifrar.

—Por más que lo he intentado y te he defendido, en realidad siempre te he detestado, Yashiro Yukihito.

Yukihito parpadeó, perplejo. Lo vio abrir la puerta, pero antes de que pudiese siquiera salir lo detuvo.

—Si realmente te preocupas por Ren, espero que se lo digas —expresó con severidad—. Si no lo haces yo se lo diré.

—¿Quieres darle un golpe final? ¿De verdad lo consideras tu amigo?

—Es por eso que te lo digo —le advirtió—. Que yo se lo diga le dolerá mucho, así que espero que le confieses toda la verdad.

Ichiro lo insultó entre murmullos. Bajó del coche y se pasó la mano por el cabello en un gesto de nerviosismo.

—Ah, Ichiro-san —Yukihito salió del coche, viéndolo sacudir sus hombros al llamarlo. Cuando éste giró e hizo una expresión de irritación, no pudo evitar sentir una sensación de maligno deleite—. Cuida a Sayuri-san, no le acongojes con tu misterioso y extraño comportamiento.

—¿Qué? ¡Maldita sea, el celular! —exclamó pegando la puerta del coche con una mano.

—No solo eso, al parecer ha descubierto que has transferido dinero a alguien.

Ichiro agrandó los ojos y se despeinó el cabello, histérico.

—Maldita sea, sus hermanos me mataran —exclamó mientras se alejaba del coche.

Yukihito tatareó y giró hacia su asiento, tras el volante. Pese a saber que era malicioso y además de que la situación no lo ameritaba, una sonrisa de satisfacción no podía desvanecerse de su cara. Por primera vez, había conseguido irritar al quíntuplemente irritante, Ichiro Thompson.

Caminó rápidamente hacia el coche, pero cuando no lo atisbó en el asiento del conductor ni en ninguno de los otros asientos, se detuvo.

Kyoko parpadeó y se acercó a la ventana, tratando de vislumbrar tras el vidrio polarizado. No estaba ahí, así que sacó su celular hasta que de repente logró captar algo que estaba tras los asientos traseros. Abrió la puerta, y lo encontró acostado, riéndose entre dientes al cruzarse con su mirada.

—¿Me estabas mirando? —interrogó simulando un deje de molestia. En realidad, se estaba conteniendo una sonrisa al verlo tan despreocupado.

—Te veías muy linda tratando de ver tras las ventanas —dijo con una amplia sonrisa.

Kyoko entrecerró los ojos como si estuviese enfurruñada.

Observó el espacio que ocupaba en los asientos. Él no se veía muy cómodo con las piernas flexionadas.

—Hazme espacio.

—¿Qué?

Antes de poder captar a qué se refería, Kyoko entró lentamente haciéndose espacio encima de él, acto que resultó complejo no solo por el espacio sino por la posición de sus cuerpos.

—Preciosa, aquí no entramos…

Contuvo la respiración. Tuvo que abrir las piernas para que Kyoko pudiese caber, y estaban cada vez más en una posición incómoda, cómica pero peligrosa.

Sentir su cuerpo arrastrándose pegado al suyo, lo estaba poniendo tenso y con algunos síntomas de infarto, como sudoración, palpitaciones y dificultad para respirar.

Que los cielos lo amparasen y lo librasen de caer en la tentación.

—Ah, la puerta —murmuró Kyoko y entonces entrevió que, estirando una pierna, logró de alguna forma cerrarla con la punta del pie.

Yukihito carraspeó, cuando Kyoko volvió a acomodarse en su pecho. Aquello era realmente incómodo con el enredo de brazos y piernas. Cuando sus miradas se encontraron, ambos no pudieron contenerse la risa.

—Hey, preciosa, si alguien nos ve así…

—¿Sí? —dijo coqueta, clavando la mirada a sus ojos.

—Nos podrían demandar por exhibicionismo.

Las mejillas de Kyoko se encendieron en rojo vivo.

—Bueno…—cuchicheó muy bajo—. Apenas me estas tocando —bisbisó, aunque si lo hiciera estando en esa posición, su corazón podría sufrir un infarto. Pese a eso, deseaba que él la mime—. ¿Por qué no? —interrogó—. ¿Te niegas a darme un beso como hace rato? ¿Puedo pedir tu permiso, Yashiro-san? —dijo con tono travieso.

—Rencorosa —susurró—. Ven aquí.

Cuando intentó acercarse y acercarla a sus labios, se tambalearon al casi caer en el hueco próximo a ellos, pero era demasiado pequeño para que pudiesen siquiera poder descender. Lograron equilibrarse y rieron por largos minutos, mientras intentaban incorporarse y salir del enredo en el que se habían metido.

Una vez consiguieron salir y se sentaron enfrente, suspiraron.

—No lo volvamos a hacer —murmuró Yukihito, encendiendo el motor.

Kyoko escupió una risotada que en segundos lo contagió.

—Fue divertido —le comentó ella mientras salían a la autopista.

—Preciosa —la llamó luego de largos segundos—. ¿Qué tal te ha ido con Ren?

Al notar el prolongado silencio, ladeó la cabeza para averiguar su expresión.

—Bien —Cerró los ojos y resopló.

—¿Sí?

—No —desmintió—. Estoy tan enojada que de solo recordarlo me pone malhumorada.

—Entonces será mejor que esa conversación lo dejemos para mañana —propuso en tono conciliador.

Kyoko le miró a la cara y se sonrojó. Sabía que debió haber sido difícil para él, no obstante, él le había demostrado su paciencia y confianza desde que regresó al coche.

—Gracias, Yuki —susurró con cariño.

Llegaron al aparcamiento de su departamento y se despidieron con un corto beso en los labios. Era una costumbre desde que se hicieron novios, pero en ocasiones los besos cortos de despedida se prolongaban con besos más profundos.

Kyoko se sonrojó anticipadamente y lo atrajo de nuevo a su boca. Le gustaba tentarlo, le gustaba sentir sus caricias y su boca. Cada día lo amaba mucho más que la asustaba.

Le mordisqueó suavemente, incapaz de soportar esa emoción tan intensa. No podía controlarlo.

Se apartó lentamente de su boca, y se halló con su mirada apasionada.

Se quedaron mirándose durante un largo minuto, mientras él la acariciaba la mejilla.

—Yuki —susurró ruborizada—. Quédate conmigo esta noche.

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N/A: Muchas gracias a todos los lectores por seguir leyendo esta fanfic, ¡me hicieron muy feliz! :D

Por otra parte, no sé si solo me pasa a mí, pero desde hace meses los capítulos en fanfiction son complicados de ver. Algunas veces, en la web, no me permiten verlo por algún error, pero entonces minutos más tarde aparece. Sin embargo, en la app es peor, no me aparecen ninguno de los capítulos que estoy subiendo.

Si alguien tiene este mismo error, por favor, me avisan.

¡Besos y abrazos a todos! :D