Dori me
Interimo, adapare
Dori me
Ameno, Ameno
Latire
Latiremo
Dori me
Ameno
Omenare imperavi ameno
Dimere, dimere matiro
Matiremo
Ameno
Omenare imperavi emulari, ameno
Omenare imperavi emulari, ameno
Ameeeenooo Dooooriii meeeeeeeeeeeeeee!
Lala Lulu: Hoolaaaaaaaaaaa!He vueltoooo! T-T Ay mis cielas, cómo las he extrañado. Esta historia espero no se extienda por muchos capítulos, pero sí que sí tendrá sabrosura. Dudé un poco sobre el primer cap porque no había seppso. Hasta me miraba al espejo llorando "¿En qué te transformaste?" Peeerooo, sip, ya hay cossshitas, ya hay tensiones y un mini cliffhanger por es que van a acordarse de mi madrecita, jajaja. Así que pido perdón por adelantado XD
¡Advertencia!Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sinoSmut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero,explicaciones después. Así que esto es para adultos¡Porque soy una maldita pervertida!
No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…
Capítulo 1
En un reino alejado, donde los castillos ascienden, abandonados los despojos de lo que alguna vez fue una promesa de la Galaxia. Meros esqueletos crujen, mientras en el cielo ni los rayos del sol pueden dar luz o esperanza a su población diezmada.
Como si la desgracia fuera poca, las naves del ejército invasor barren las nubes.
Se asientan y el polvo desértico se levanta. Unas botas blancas de punta dorada avanzan paso a paso, se acercan a ver por el enorme ventanal de la nave. Se sostiene un poco del techo y siente la agitación del aterrizaje completo.
—Nappa…—La voz rasposa y algo agotada le señala adelante. Un par de soldados que parecen casi gemelos le hacen señas.
—Mierda, más trabajo nos llevó llegar hasta aquí que los recursos que obtendremos. –El soldado con la cicatriz le habla a su par.
—Sí, ni hablar de la pelea. —Escupe de lado. — Decepcionante. –Recuerda como con apenas un dedo barrió con el patético intento de ejército de ése planeta.
—Kakarotto, hijo…—Suspira y pone los ojos en blanco. Más le duele a Bardock el hambre y la falta de agua que sufrieron en la nave.
Los pobladores, civiles tan muertos de hambre como ellos, pero con una patética resistencia a condiciones extremas.
—Ya sabía… Que nada más el plato vacío…—Escuchan la voz de mando, mientras la compuerta se abre. Dos figuras gigantes hacen temblar a los espectadores, creen que son ésas bestias que hicieron temblar la tierra anoche. –Pff, que asco de lugar. –Creen que el comentario sale del gigante calvo e intimidante o del greñudo con el extraño collar. Pero todos se hacen lugar, como una especie de respeto, se descubre una figura poco intimidante a simple vista, el más bajo de ellos. Hasta que la mirada asesina los hace a todos achicarse contra el suelo.
—Príncipe Vegeta. –El de la cicatriz saluda con el puño en el pecho.
—Capitán…—El Príncipe levanta una ceja. Sabe que no es de respeto que se echan al suelo, sino en rendición, en sus últimas y resignadas existencias.
—Así que… Planeta Tierra le dicen sus pobladores…—El que vieron transformarse en mono gigante habla. Se parece mucho al de la cicatriz.
— ¿Tierra?—Nappa levanta una ceja, verifica en su scouter. –Está hecha casi por 70% agua.
—Contaminada, será que más les valía comer barro. –El Príncipe se frota el puente de su nariz, todo huele a cobre, tierra quemada y sudor. Mira sus guantes sucios y con algunas roturas.
—Trato de pensar ¿A qué carajos nos mandaron aquí?—Bardock escanea alrededor, envía en su scouter un mensaje a la nave nodriza de Freezer, indicando que es zona segura para la negociación.
—Ni comida, ni agua… ¿Será la bruja? ¿La reina?— Kakarotto.
— ¡Jajajajaja! ¡¿Se imaginan?!—Un tipo alto y todavía más greñudo aterriza de golpe, muerde lo que parece una fruta. –La bruuujaaa te va a hechizar hermanito. –Mueve sus dedos y hace muecas encima de su cabeza.
—Raditz. Basta de—Kakarotto se frena de golpe. —¡Oye! ¡¿Qué estás comiendo?!— Se abalanza sobre su hermano mayor.
— ¡Yo lo encontré! ¡Salte de encima! ¡Grrr! –Raditz lucha para que no le quite lo que está comiendo.
—Ojalá sea venenoso. –Vegeta escupe de lado con desdén ante ésos hermanos tan insoportables.
— ¿Y ahora?—Bardock espera instrucciones de Vegeta.
—Esperar a negociar. Nappa le responde. — Si es que queda algo para hacer eso…—Toma tierra en su puño, el scouter solo detecta aridez, ni nitrógeno o carbono para alimentar vida.
En un castillo alto, en lo que parece la central del planeta, la nave nodriza del ejército de Freezer aterriza. En una silla que flota, una figura con cuernos se rebela. La poca gente que a escondidas espiaba, se esconde todavía más al sentir la mirada de éste nuevo extraño. Suponen que es imposible que los haya visto.
Pero nada es imposible con los nuevos scouters de escaneo y vigilancia de Lord Freezer.
Un azote de su cola pone a todo su ejército en alerta, firmes para recibirlos con la cabeza gacha y rodilla al suelo.
— ¡Buen trabajo mis monos! ¡Jajaja!—Muy burlón, Lord Freezer avanza, se regodea al ver como ofende al Príncipe de los Saiyajin. Le parece curioso, que no haya importado lo mucho que lo denigre o torture, ése orgullo Saiyajin parece intacto.
Vegeta presiona su puño contra el suelo, traga saliva y le duele la garganta, es mucha la rabia que debe reprimir. –Lord Freezer, Señor. –Mantiene su mirada al suelo y su tono respetuoso mientras siente que avanza hacia el castillo.
Una estructura que parece de cristal oscuro, como agujas que tocan el cielo, y frío y lúgubre como su apariencia advierte.
El Príncipe camina junto a él y lo pone al tanto de la situación. —...Tomamos el planeta en tiempo récord, ni siquiera hizo falta avanzar hasta aquí. Su ejército en el sur fue diezmado por Kakarotto. Creemos que era dos especies diferentes, unos de carne y hueso y otros seres de carbón, que se hacían cenizas. Ésos dieron más lucha, en tanto que los seres de carne todos se rindieron al ver la forma de Mono del idio—Tose para corregirse. –Del Soldado Kakarotto.
—Haaa, qué decepción, de verdad… Cuando los rumores y leyendas no son nada más que eso. –Freezer avanza en su silla, las puertas se abren, solo soldados de su ejército hay por dentro y por fuera.
En un pasillo largo, reflejos de luz en los muros de cristal. Un trono que lo hace sonreír un poco de lado, ornamentos en forma de garras y una figura esquelética apenas sosteniendo su mano sobre un orbe de cristal.
—Lord... Freezer…—Su voz es apenas un suspiro quebrado.
— Jeje… Así que usted es la dichosa bruja. –Muy burlón levanta su mentón.
— ¡Reina! ¡Reina Beryl! –Exasperada con su último suspiro, una corriente de energía trata de atacar al ser extraño.
Freezer recibe el patético ataque de frente, no le hace ni cosquillas. Aclara su garganta. –No pretenda que merece ése título. –Levanta su índice, escanea el lugar. –Al parecer absorbe la energía ¿Qué le hizo pensar que consumiendo a éstos seres patéticos la haría más poderosa?
Sólo uno de sus ojos puede verse en la oscuridad, brilla en la anticipación de su final, el miedo de enfrentar su propio juicio en el más allá. Presiona los dientes, rechista ¿Podría ser que su secreto fuera revelado? ¡No, imposible! Si ése poder no se reveló ante ella ¿Por qué habría de reaparecer con éstos otros seres llenos de maldad?
—Si el poder no es mío…—Se ríe hacia sus adentros. —¡No será de nadie!—La Reina Beryl se pone de pie, carga el poder en sus manos y de pronto sus ojos pasan a estar viendo al ras del suelo. Casi imperceptible, un rayo láser le da un golpe final, partiéndola a ella y a su trono en transversal.
Resopla por la nariz, ninguno de los soldados de su ejército movió un músculo, ya sabían su final. –Considere una muerte rápida como una cortesía profesional de mi parte. –Lord Freezer le habla al cuerpo que se hace cenizas.
Todos quedan en silencio, suponen que Lord Freezer querrá desaparecer el planeta, debido a que no hay recursos de ningún tipo. Vegeta lo siente en silencio, le está empezando a hartar estar aquí, pero puede que sea el simple cansancio, sed y hambre combinados. Una orden lo despabila.
— ¡Príncipe Vegeta!—Freezer vocifera con enojo.
Vegeta de inmediato se acerca y de rodillas se disculpa. Tiene la cabeza tan gacha que huele el suelo quemado del reciente asesinato. –Lord Freezer…—Sale como una disculpa.
—Hmmm…—Lord Freezer pone los ojos en blanco, hay veces que sus mascotas se comportan muy tontas. – Que escaneen el área, sáquenlo que puedan. –Mira hacia el suelo. —Que no quede ni una roca en pie sin revisar.
—Sí. –El Príncipe afirma, sus camaradas Saiyajin se arrodillan junto a él.
—Y… Para que vean lo generoso que soy, si hacen un buen trabajo, quizás hasta les regale ésta bola de lodo. –Lord Freezer voltea y se retira.
Por detrás un lacayo salta. –Pe-Pero Lord Freezer…—Murmura.
—Soldado Sorbet, aún recuerdo cuando les prometí darles un patio de juegos. –Freezer le recuerda.
— ¡Oh Señor! ¡Usted es tan generoso! ¡Incluso con los soldados más roñosos!—Sorbet se desvive en halagos.
—Lo sé, lo sé… —Freezer pone los ojos en blanco. Al salir una tormenta de arena parece avecinarse. –Sí, qué otra cosa podrían tener aquí, más que un arenero donde revolver su mierda.
Dentro del Castillo, en el subsuelo, varios pasillos dividen pasadizos secretos. Nappa escanea y puede ver que hay una especie de sistema para correr las paredes de piedra. Todo luce como una cárcel subterránea. Sigue revisando su scouter para poder abrirlos.
¡Pum! Una lluvia de escombros cae sobre el Calvo Comandante, resopla un poco hastiado.
—Después de usted. –Raditz se burla después de hacer tal desastre. En un instante todos miran como los pasillos se dividen en tres.
—Raditz. –Vegeta lo llama, no iba a arriesgarse a que Kakarotto haga equipo con él. Hace señas para dividirse y cubrir más terreno.
Nappa mira a los lados, y Bardock ya se iba con su soledad a Broly a paso firme.
— ¡Sí! ¡Vamos Nappa! ¡Quizás encontremos unos buenos prisioneros a quienes patearles el trasero!—Kakarotto se va saltando de alegría detrás de ése Comandante gruñón.
Nappa se resigna, suspira ¿Qué otra cosa podría pasarle? Después de todo, los corajes ya lo dejaron calvo. Piensa mientras camina y observa los orificios de ventilación, hay varios, sin embargo entre ratas, humedad y el hacinamiento es complicado respirar. Lo toma como una forma de tortura; lo suficientemente ventilado para mantener a los prisioneros vivos y lo suficientemente horrendo para hacerlos vivir en un purgatorio.
En lo que parece un domo central, todos los Saiyajin arriban guiados por la luz del sol. Se miran entre ellos. Hay cinco celdas con las puertas viendo al centro, sus scouters no detectan más que terrícolas comunes y corrientes.
—Genial, además de ésos roedores terrestres. –Vegeta patea a uno a un lado.
— ¡Cuidado! –Kakarotto le advierte. –Fácilmente podría comerse.
—¡Aaaahh! –Un grito de batalla les llama la atención.
Una figura sale de la nada, con un bastón de madera hecho una lanza casera, envuelta en harapos se lanza con todas sus fuerzas. No le importa a quien, ella prometió ayudar a sus amigas.
Con una mano, como si fuera una de las ratas, Bardock la sostiene, pero la capucha del atacante se le rasga. Logra atacar a Kakarotto.
Kakarotto mira a su costado, la lanza se hace pequeñas astillas contra su abdomen. Los ojos saltones y negros lo miran con miedo ante eso.
Los Saiyajin ni se alteran contra estos seres débiles, sí les llama la atención sobre ellos, la sombra de lo que parecen dos animales con cola.
¡Miauuu! ¡Grrr! Las dos fieras salvajes saltan sobre la cara de los Saiyajin.
—Ay carajo. –Vegeta rechista, las garras no lo arañan gravemente, para él es como si nada. Tanto él como Bardock azotan de un revés a las bestias.
Kakarotto tampoco se quedó atrás y de una sola patada la estrella contra el muro de piedra.
— ¡MILK NO! ¡Por favor no!—Una voz femenina sale de una de las celdas. Una mano se acerca rogando por la ventanilla.
— ¡No le hagan daño! ¡No, No! –Unos golpes resuenan, como si con todo el cuerpo hiciera temblar las paredes.
Eso les parece raro, Bardock se acerca, suenan como hembras, pero es la de ésta puerta la que parece tener más fuerza, tanta que… Que nada, al acercarse la ve desfallecer del esfuerzo. Supone que son los últimos pataleos de un moribundo, cosa que ha visto antes.
Kakarotto se acerca a ver a su atacante, también es una figura escuálida, con el rostro cubierto de cabello negro. –Hm, parece hembra ¿Se comerá?
Nappa patea en el suelo a esos animales que los atacaron. –Pfff, ni carne que sacarles tienen.
—Sí, con razón quieren darnos este planeta. –Vegeta mira con curiosidad, el símbolo en ambas bestias, en su frente una luna creciente.
—¡POR FAVOR NO!—De nuevo una voz chillona y desesperada, ante el silencio repentino, teme lo peor por su amiga Milk.
Vegeta escucha la voz, se percata que las demás también son hembras, las escucha llorar. Pero se acerca a ésta celda donde los ruegos no se detienen. Unas débiles manos se aferran tan fuerte a la pequeña ventanilla de barrotes, está seguro de ver sangre en sus uñas de tanto arañar la piedra.
Se aleja de un salto, un ojo negro, con un aura asesina la espanta. Tiembla del miedo, no puede parpadear y sus ojos son una cascada de lágrimas. Toda una vida prisionera y ahora enfrenta la muerte. Se aferra al pequeño libro de rezos que le ha dado consuelo en éstos años. Quizás la muerte le revele la verdad, del porqué ha estado encerrada desde que tiene memoria.
Vegeta se aleja, solo alcanzó a ver una figura cubierta con una capa y capucha. Ahora solo ve a ésa terrícola hecha una pelota debajo de la tela, aun rogando entre lágrimas. Se cruza de brazos, le entra una pequeña curiosidad. El lugar se ve de difícil acceso, al menos para cualquiera que no tenga sus recursos. Estas celdas están muy alejadas de las celdas de prisioneros comunes, en el centro, en el fondo del castillo tenían a éstas hembras encerradas como si fueran verdaderamente peligrosas. Pero está seguro que hasta la mordida de ésas bestias de Luna Creciente le podría hacer más daño que ellas.
—Vegeta. –Broly afila su nariz. –Aquí no hay nada. –Mira alrededor, le recuerda a su encierro de niño, quiere irse.
—Q-Qué…—La voz de Milk trata de recuperarse junto a su aliento, vuelve a la realidad.
—Oye, eres bastante resistente. –Kakarotto le comenta con una sonrisa ladina.
— ¿La quieres de mascota? –Raditz se acerca también a olerla.
—Si Nappa tiene ¿Por qué yo no?—Kakarotto reclama con los brazos cruzados.
—Ama de llaves y mascota no es lo mismo. –Nappa se ofende un poco. –No somos como Lord Freezer, los Saiyajin tenemos un código.
—¡Shhhtt! –Bardock advierte. –Recuerden apagar los scouters cuando quieran hablar sin filtros. –Les señala y se los quitan.
—¿Tú crees que le importe lo que hacen unos monos sucios?— Kakarotto imita la voz de Freezer, con Raditz largan unas risitas.
—Le importó lo suficiente una vez para destruir nuestro planeta. –Bardock les recuerda señalándole que aún no apaga el scouter, lo regaña con la mirada para que tenga cuidado con lo bocón que es.
—¡Prefiero morir! ¡¿Me escuchan?! ¡Prefiero morir antes que ser mascota de unos monstruos! –Milk les escupe, se frustra al ver que con una mano la detienen.
Broly la levanta como si fuera otra de ésas pequeñas bestias que lo atacó con sus garras, la huele un poco.
—¡Milk por favor ya basta!—Unos ruegos salen con dolor. Clava sus uñas en el suelo de roca. –Ya basta…Mátennos.
Vegeta se acerca de nuevo a la celda, con una mano y sin esfuerzo arranca la puerta. Camina hasta la figura hecha pelota. Sus pasos resuenan en el silencio, las demás en su celda sostienen su corazón y su respiración. El fin de todo parece asomarse.
—"Iré al otro mundo, con mis amigas… Y aún si no hay nada, ya no habrá dolor…"—Reza mientras la levantan de un brazo, abre los ojos, está mareada. La figura extraña de un cabello de flama la hacen parpadear.
Unos enormes ojos azules brillan en ése rostro sucio e inflamado de tanto llorar. Vegeta hace un gesto fruncido mientras la ve con atención, si no la mata ahora, con lo débil que está seguro muere lentamente en unos días. La hembra huele tan sucio como cualquier Saiyajin después de la guerra.
—¡SERENAAAA!—El grito de todas las hembras parece limpiar el lugar.
Vegeta sube un poco las cejas. –Serena…—Le parece irónico el nombre, ya que está todo menos eso. — Supongo que ésa es guardiana de ustedes o algo así ¿Milk?
Serena se hiperventila, conecta sus ojos a Milk, rogando que en su arrebato no empeore las cosas. –E-Ella… Es Un-Nuestra amiga…—Trata de ver a ése ser extraño a los ojos, pero no puede, le da demasiado miedo. Baja la vista y le da más miedo al ver que es una especie de monstruo con cola, la tiene envuelta en su cintura.
—Abran las otras puertas. –Vegeta ordena, no sabe porqué pica tanto su mente y su curiosidad la situación de éstas hembras. — ¿Quiénes son ustedes?
Las sacan a todas, las arrojan en el centro, donde cae directo el sol. — ¿Nosotras? –Hiperventilada como las demás, con nada que perder, una de ellas tiene tono desafiante. — ¿Quiénes son ustedes invasores?
Ven descubrirse el rostro, una mujer de ojos verdes y cabello castaño. La ven sostenerse el brazo, era la que azotaba la puerta con todas sus fuerzas, una mancha negruzca crece más y más en su hombro.
—Lita por favor. –Le resoplan y le hacen bajar la cabeza. –Usa los sesos, por favor.
—Escucha a tu amiga. –Nappa la señala, por unos segundos ésa consejera de cabello azulado parpadea y se esconde agachando la mirada. –No sé qué pretendes Vegeta. –Nappa sube y baja los hombros, son mujercitas indefensas.
—Averigua quienes son…—Vegeta le responde. –Usa cualquier método a la mano. –Las mujeres hacen un suspiro de miedo. –Cualquier método…—Sonríe de lado y saborea un poco el susto que les da a ésas hembras.
Alineadas, con unas simples sogas eran atadas una junto a la otra. Agradecen que no sean frías y pesadas cadenas.
— ¿Qué vamos a hacer?—Murmura una de ellas.
—Ssshh… Mina.
—Ay Ami ¿No hay mejor estrategia que guardar silencio?—La rubia se queja y mientras habla se choca una pared sin querer. –Auch…
—Mirar tu camino también es buena estrategia. — Una morena que estaba callada como las piedras le habla ¿Era esto lo que su instinto le advertía? Sus ojos tienen una infección y apenas puede ver, es peor cuando la brisa la golpea junto al sol. Vuelve a cubrirse y tose doblándose.
—Rei. –Serena trata de acercarse y un tirón de la soga la obliga a seguir. Da un paso afuera, aire, sol… Por unas milésimas su mente imagina libertad, eso que los libros e historias que les traía Milk a escondidas hablaban. Hasta que ve a su alrededor, gente desolada, con miedo, la tierra quemada. Todo parece cubierto de dolor y eso hiere su pecho. Camina hacia un bunker de seguridad que instalaron los invasores.
Las escanean, pero nada más por protocolo. Ni las armas más poderosas de éste planeta le hicieron cosquillas. En soledad, Nappa interroga a cada una, todas puestas bajo un foco de temperatura y escaneo cerebral para detectar mentiras.
Serena presiona su libro de oraciones, le pide a Dios que ya se termine. Al igual que Rei, reza por una muerte rápida y sin dolor. Todas y cada una dicen la verdad, sus nombres y que han estado aisladas desde que tienen memoria y que su único contacto con el exterior era el aire de la ventilación, el rayo del sol, las ratas…Y Milk.
—… Es todo lo que sé. –Milk responde, presiona su ropa como si fuera a romperla.
— ¿Por qué protegerlas así entonces?—Nappa le pasa un vaso con agua.
—No espero que una bestia sucia entienda la amistad. –Milk quiere tirarle el agua por la cara, pero mierda, tiene demasiada sed. Cuando está por darle el primer trago desesperado duda, puede que tenga alguna droga o algo así.
Nappa la sigue escuchando con todo y sus faltas de respeto. –Jeje, no está envenenada. Prefiero quitar una vida con mis propias manos. –Truena sus dedos contra la mesa. Sale de la sala.
Vegeta estaba al otro lado, se da cuenta que su pequeña sospecha no tenía fundamentos. Quizás fue solo una demostración de fuerza a la población, capturar esas niñas y torturarlas. Bien sabe Vegeta lo que es una criatura con poder y sadismo.
Nappa entra y saca a Vegeta de su meditación. –Nada, nada de nada. Son terrícolas corrientes.
— ¿Esclavas?
—Solo la que nos atacó con la lanza. Ella al parecer era encargada de llevarles de comer y agua. –Nappa le muestra los reportes de cada una en los hologramas. –Una de ellas tiene una infección en los ojos y en las vías respiratorias. Dice llamarse Rei Hino, luego la que golpeaba la puerta casi se disloca el hombro, Lita Kino. Como condición general están todas deshidratadas y desnutridas. Si no hubiéramos llegado, quizás en una semana o dos morían ahí abajo.
—Hmp. –Vegeta piensa. –Qué más, si pasan la semana vivas, quizás hasta nos hicimos de unas sirvientas. –Le golpea el pecho con el revés de la mano. –No serás el único con mascota.
—Asistente. –Nappa le aclara con algo de enojo. Envía por su scouter la orden de que les den algo de su ración de cada uno ellos, para ellas.
Kakarotto pasa con curiosidad, ve varios platos ir a un lugar y peor se altera al ver el mensaje de que parte de su ración va para ésas hembras. — ¡Oye!—Trotando se acerca, a través del vidrio de la puerta las espía.
Los ojos de las chicas se agrandan sin querer, no saben de qué será esa especie de plato con baba gris, pero se ve caliente y comestible. Sin pensarlo arriman el plato y devoran todo.
— ¡Agua!—Grita Mina y como cachorros desesperados se abalanzan a la jarra.
—Agh, el sabor, es como cartón, pero…—Lita saborea. –Tengo tanta hambre.
—No parece tan malo… Hasta nos dieron unos paños para higienizarnos, no era agua, pero hizo el trabajo. — Ami hace conversación, mira por la ventanilla a ése soldado vigilando, luego mira sus amarres en las muñecas. Se desanima ante la realidad.
—Nunca vi a nadie comer con tantas ganas ése vómito de proteínas. –Raditz está detrás de su hermano, también espiando quienes son las hembras que se quedaron con parte de su ración. — ¿Va a quedarse ciega?—Le señala a la pelinegra con vendas en los ojos.
—Eso o quizás muera. –La escuchan toser y levantado con dificultad su plato para comer.
—Ya Rei… Tranquila. –Ami la ayuda, revisa un poco sus vendajes, parece un intento legítimo por curarla. Su amiga también da bastante pelea, agradece que no haya pasado eso ahora, pero también le preocupa ya que es señal de su estado de salud deteriorado.
Nappa también se acerca a verlas, en lugar de espiar, entra a la sala comedor improvisado para ellas. –Espero disfruten. — Camina alrededor para intimidarlas. –Y se comporten como se debe. — Un escupitajo aterriza en su pecho.
—Milk, por amor a Dios. –Ami la sacude. –Por Dios todas, usen la razón.
—N-No la…No la castigue, so-solo quier—Serena se frustra al ver que ni una frase completa le sale por el miedo. El Saiyajin se acerca a verla de frente. –Castígueme a mí s-si debe. –Presiona sus manos en su falda.
Nappa suspira. –Solo compórtense, y puede que hasta una muerte rápida e indolora las espere.
Rei resopla con alivio ante ésa frase. Morir parece un regalo del cielo, no es que ella quiera morir específicamente, simplemente quiere dejar de sufrir.
Nappa las deja y les hace señas a los hermanitos para que las dejen tranquilas. Sus bunker están conectados, son estructuras temporales, muy fáciles de cargar en cápsulas de Tech-Tech. Entra a su cuarto.
—Amo ¿Cómo estuvo el día?—Una mujer con un delantal improvisado lo saluda, calentaba agua para ponerla en un recipiente para sus pies.
—Michiru, que no eres mascota. Eres Asistente. —Nappa se desploma en el borde de su cama.
—Pues empiece por dejarse asistir... —Los dos resoplan una risita.
— ¿Y a ti? ¿Cómo fue tu día? ¿Contenta al volver a tu hogar?
— ¿No me diga que aceptó éste trabajo solo por eso?—Michiru pone sus manos en la cintura.
— ¿Acaso puedo elegir?—Nappa le niega con la cabeza.
—Hm, bueno, quítese las botas, estoy por terminar de calentar la comida. Aunque no sé porqué es menos que otras veces.
Nappa iba a explicarle hasta que recuerda—Oh, traje algo para hacer más grande la porción. –Descubre una jaula, las dos pequeñas bestias gruñendo y siseando.
—Awww, mire Señor, ésos no se comen ¡Son gatos!—Muy contenta los saluda y esos pequeños salvajes siguen atacando. –Auch. –Recibe un arañazo en la mano. –Aunque sus pieles me harían unos lindos guantes. –Les frunce el ceño para asustarlos.
—Jeje, pensé lo mismo. Quédatelos si te sirve de algo. Haaa… —Descansa sus pies en agua caliente, iba a regañarla por usar la poca agua que tienen para esto, pero se le pasa al verla servirle la comida y sentarse junto a él.
—Le juro, mis recuerdos quizás están distorsionados, pero recuerdo mucho verde y agua, agua pura brotando de las montañas. –Michiru relata.
—Pues qué decepción debes de sentir ahora. —Nappa estira el cuello, mira a la jaula. — ¿Qué comen ésas cosas?
—Hmmm, pájaros, roedores… Peces. –Michiru le explica.
—Tal vez sean buenos para cazar las ratas de aquí, las comería si no tuvieran tantas enfermedades que no conozco.
—Mmmm… Hirviéndolas o al vapor, quizás se desinfectan y son comestibles. —Michiru lo ve asentir y casi desmayándose del sueño. –Vamos señor, es un día que todavía no termina. –Suspira y sí le da tristeza haberse encontrado con el panorama tan devastador.
En la jaula cuando ya todo parecía caer en la oscuridad y el silencio, el felino blanco despierta a su compañera. –Luna…Luna…— Susurra.
—Artemis…—Luna está agotada, peor es al apenas abrir los ojos su estómago ruge.
— ¿Qué nos va a pasar Luna?—Artemis suspira con zozobra.
— Ya no lo sé. Y ni siquiera estoy segura de sí las encontramos o no. — Luna suspira y se recuesta sobre su compañero. –Eran niñas débiles, no sentí nada de nada al verlas ¿Y tú?
—No Luna… De verdad que no. No recordé nada. —Se hacen una sola bola de pelos, acurrucándose juntos.
Al otro día en la guardia médica, unos gritos desaforados llaman la atención de los Saiyajin.
—Grrr… —Vegeta hastiado se acerca a paso firme. –La voy a estrangular hasta que se desmaye, así se calla la boca. –Murmura con los dientes apretados.
—¡REI! ¡Basta por favor! – Serena pone las manos adelante, sabe que ésos soldados pueden noquear a su amiga de un golpe.
— ¡No! ¡No quiero! ¡¿Dónde me van a meter?! –No puede ver nada, quiere arrancarse las vendas, pero sus ojos duelen tanto que las lágrimas la queman.
— ¡Van a golpearte para que hagas caso! ¡¿Eso es lo que quieres?!— Mina trata de asistir con Serena, la mala cara de los soldados le advierten que también puede ganarse una paliza.
—Fue advertida. –Vegeta se acerca sin ser percibido, todos se alejan del susto. La captura del cabello y va a darle un golpe. La hembra se sigue sacudiendo, gritando y rasguñando como si eso fuera a ayudarla. La siente quedarse sin aire, supone que es por su infección respiratoria.
— ¡No! ¡Por Favor NO! –Serena deja a todos fríos del susto, se cuelga del brazo del Príncipe Vegeta. El olor a agrio y sucio que tiene éste Saiyajin es igual a los demás soldados, hasta lo ve igual de poco higiénico que los demás, a pesar de su condición de "Príncipe" con la que a veces lo tratan.
Parece un pequeño mono, un insecto que no le hace ni cosquillas. Fue su asombro lo que lo detuvo, no la fuerza de la hembra. —Es por su bien. –La mira a los ojos. A su nariz ya no llega ése aroma a sucio que ella tenía cuando la encontró.
—Lo sé. –Serena no puede bajarle la mirada, está muerta del miedo. Sabe que su amiga está ya delirando de fiebre y solo va a empeorar. Suelta su brazo, como si en verdad lo estuviera deteniendo. Baja la vista como diciendo "Adelante".
Pero no hizo falta, la morena se desmaya. –Rápido. —Vegeta se queja ante la inutilidad de los científicos que no pueden lidiar con éstas debiluchas.
Iba por el pasillo. Nappa se acerca. — Príncipe Vegeta…
—Comandante. –Vegeta lo ve de lado, luego vuelve a verlo. — ¿Qué sucede Nappa?
Nappa le pasa el scouter. Tal parece que Lord Freezer quiere hablarles personalmente. Rechista, esto puede ser o muy malo o terrible.
En su nave nodriza, Lord Freezer recibe a los Saiyajin.
—Lord Freezer. –El Príncipe Vegeta se inclina con respeto, sus compañeros Saiyajin lo siguen. Algo le huele mal, la última vez que lo reunió así, fue para informarles de que su planeta y su raza habían desaparecido.
—Príncipe Vegeta… Verá, sobre ésas terrícolas que encontraron en el fondo del castillo…
Vegeta muerde el interior de su mejilla, quizás se enteró sobre lo escandalosas que son o no le cae bien que las tomen de sirvientas. Supone que es por una demostración de jerarquía y poder. Mira de lado a Nappa, muy distinto es lo que pasa entre Nappa y la hembra terrícola.
—Según he visto, los reportes médicos. Su ADN es compatible. –Lord Freezer se acerca flotando, con sospecha frunce su mirada. — ¿Qué pretenden con ellas?
Vegeta traga duro. — ¡¿Qué clase de pregunta es ésa?! ¡Jamás pretend—Toma aire al recordar frente a quién está hablando. Un monstruo que por mero capricho puede cortarle el cuello, que por mero capricho, destruyó su hogar y su raza. Parpadea y se hecha al suelo, presiona la frente contra el piso. –No crea que pretendemos algo sin su permiso. No nos multiplicaríamos o planearíamos reconstruir nuestra raza sin s—Detiene sus palabras al sentir que se baja de su silla flotante.
Lord Freezer se acerca, lo toma del cabello y lo tironea para verlo a los ojos. El mono apesta a miedo. — ¿En serio cree Príncipe Vegeta, que a mí me haría sentir amenazado que ustedes se reproduzcan o reconstruyan su reino? Con un dedo, Príncipe. –El índice de Lord Freezer se ilumina, los Saiyajin dejan de respirar al sentir el aire lleno de letalidad. —Con un solo dedo borré toda su historia…— Sonríe de lado, lo suelta contra el piso. —Pero… Como voy a dejarles éste patio de juegos, para que vean mi benevolencia, y como fueron buenas mascotas…Quiero cruzarlos, experimentar con ésas hembras.
Los Saiyajin se miran entre ellos con la cabeza inclinada. — ¿Qué? —Kakarotto dice entre dientes, se mira con Broly sintiendo asco.
—Lord Freezer. —Vegeta no puede creerlo. —Creo que sería una deshonra, para mi raza unirme a—
—¡SILENCIO! —Azota su cola, la nave completa tiembla. — ¡De verdad que no entiendo ésta insolencia! ¡¿Acaso debo explicarme o dar razones para hacer lo que yo quiera con lo que es mío?!
—Pe-Perdónelo Mi Lord, él solo quiere mantener la tradic—Nappa trata de defender a Vegeta y queda sin aire al sentir el rayo láser cortando su cola, colapsa contra en suelo.
—Ya sabía yo que cuando uno les da un dedo, ya empiezan a creer que pueden hacer y deshacer a su gusto.
Vegeta tiembla involuntariamente, mira de reojo a Nappa, piensa en lo estúpido que fue al interponerse. Él ya no es ése niño y nunca fue indefenso. —Discúlpelo, discúlpeme a mí. Y—Yo pagaré con el castigo pertinente. — Vegeta levanta la cabeza, pero no en desafío, sino ofreciendo su cuello.
—Hmmm…—Camina de largo, se detiene junto al Guerrero. —Mira a Broly… Tan obediente…—Le da una palmadita en la cabeza, como si de un perro se tratara. —Lástima que hubo que cortarle la cola para controlarlo, sería ahora más poderoso que usted, Príncipe. Un desperdicio, pero… Ganancia a lo largo.
Broly queda con gesto inexpresivo, como si no estuviera ahí, debe hacer como si no tuviera alma, frío y sin emociones. Siempre ha sido su única manera de sobrevivir.
—Deberían estar agradecidos por todo lo que les doy, y aun así… —Lord Freezer vuelve a su asiento.
—Gracias, Mi Lord…De verdad que…No lo merecemos. —Vegeta sigue rogando, traga su furia y su orgullo. Es el orden natural, el fuerte domina al débil y punto final. Alguna vez tuvo esperanza…
—Eso es todo, van a cruzarse con éstas hembras. —Se voltea y con un ademán los excusa.
— ¿Po-Podemos unirnos a ellas? —Raditz consulta, todos se voltean a verlo. — Mi Lord, lo siento, me refiero a si…Si podemos hacerlo en la tradición Saiyajin, ya que éste ahora es nuestro…Pla-Planeta.
Hace gesto de asco. Lord Freezer pensaba meterlas en un tanque e inseminarlas hasta que dieran por lo menos 10 crías cada una o hasta morir. Pero da igual. — Soldado Raditz, ya les dije, las hembras y el planeta, es un regalo para ustedes.
Bardock mira a Nappa, trata de ayudarlo a pararse, lo ve con un par de lágrimas de rabia. Mira a su hijo mayor, le asiente. Fue una buena movida, no sabe porqué no le agradaría para nada que usaran su genética como a Lord Freezer le pareciera. —"Además, para qué quiero yo revolcarme con una de ésas patéticas hembras. Seguro desearán morirse antes de que las toquemos, tampoco me atraen las inmaduras". —Piensa que tranquilamente podrían ser hijas suyas.
—Voy a hacer los arreglos para retirarme, ya no soporto estar en ésta asquerosa bola de lodo. —Lord Freezer sonríe completamente, ve a los Saiyajin hacer reverencia y dar la vuelta para retirarse. — Ah… Príncipe…Por su insolencia y por la insolencia de todo su escuadrón al hablar mal de mí a mis espaldas.
Quedan fríos, todos observan a Nappa. Seguido el sonido como si de una rayo se tratara; el golpe frío y letal del disparo láser de Lord Freezer.
En su bunker Michiru atendía a Nappa. —Por dios, mire nada más…—Posa el paño tibio en la herida enrojecida.
—Grrr ¡Aaaah!
—Jeje, no llore, sea fuerte. —Se burla, pero de verdad le da pena.
—Es una zona muy sensible para un Saiyajin, es… Era…La fuente de nuestro poder. —Nappa se entristece, boca abajo hunde el rostro en la almohada.
—Aún sigue siendo fuerte para mí. —Michiru remoja otro paño, éste con agua fría.
— ¿Pero ahora qué pasará? Ya no podemos transformarnos en Ozaru, ni podremos superar nuestra fuerza. Nos hizo lo mismo que a Broly.
—¡Maldita sea! ¡Maldita, Maldita sea! — En el comedor Kakarotto aun renegaba y escupía veneno por su destino. — ¡¿Por qué nos hizo esto?! ¡¿Por qué?! ¡Por ésas malditas hembras! —Sus sueños de superar sus fuerzas se han ennegrecido.
—Es obvio hijo…—Bardock se sienta sobre una camiseta vieja, fría y mojada. —Le gusta demostrar que somos de su propiedad, que puede hacer lo que quiera con nosotros.
—Cierto… ¿Crees que le importa si nos unimos a ésas hembras por inseminación o lo que sea? —Raditz se recuesta en el suelo boca abajo. —El maldito solo nos trajo aquí para abandonarnos, como si fuéramos despojos.
— ¿Acaso no somos eso? —Vegeta habla sentado en la punta de la mesa, le duele, le duele como la mierda y cree que eso es bueno, que el dolor lo fortalece. —El despojo de una civilización muerta, como éste planeta.
Broly trae más paños, sabe muy bien que el corte de la cola es una tortura en vida. Vegeta lo empuja y sigue a su habitación. —No deberías caminar, de hecho ninguno de ust—
Bardock le levanta una mano para que se calle, quedan todos sin poder decir nada. Solo les queda como siempre, seguir su camino, hacia adelante, aunque la nada, el vacío los espere. —"Gine…"—Reza a sus adentros, a veces hubiera preferido desaparecer con ella y su planeta, abrazados, en su hogar.
Esclavo aquí, prisionero allá, todo es igual para Vegeta. Camino a descansar cae y apoya su rodilla para amortiguarse. —Grrr, maldita, maldita sea. —Sisea, presiona los dientes, el sudor corre por su frente. Piensa que quizás la idea de Raditz fue buena, es mejor eso a ver a Freezer hacer y deshacer monstruosidades con su ADN. —"Unirme a un ser tan débil… Qué humillación. El sadismo de ésa maldita lagartija parece no tener fondo." — Alguna vez, en un tiempo muy lejano, imaginó unirse a una guerrera Saiyajin. Ser la imagen y representación perfecta de su raza, con sus herederos poderosos. Pero todos ésos deseos tuvo que tirarlos a un pozo profundo, al igual que cualquier anhelo de libertad. Toma una botella de alcohol, una ración escondida que era para alguna ocasión especial. —Voy a casarme, quizás sí sea una ocasión especial. — Trata de sentarse y da un salto de dolor. — Aaah, con un demonio… —Le da varios tragos grandes. —Al menos para las apariencias, que Lord Freezer piense lo que quiera, no pienso tocarle un pelo a ninguna de ésas…
Pasaron 3 días, en ésos 3 días no habían visto a los Saiyajin y Rei se recuperaba favorablemente en el tanque. La veían abrir los ojos y asustarse sin entender qué hacía ahí dentro. Empieza a golpear el vidrio, creyendo que están experimentando con ella.
—Rei, Rei, cálmate. Ya basta. —Mina ondea sus manos, aparece Serna detrás.
—Es un tanque para curarte. —Serena le señala a Lita, le descubre el brazo. — ¿Ves?
Lita le sonríe y levanta su pulgar, en unas horas había quedado como nueva, hasta jura sentir el brazo más fuerte.
En el comedor, ya no les parecía tan atractiva la comida sabor a cartón, pero recordar el hambre les saca la delicadeza. Ami se daba cuenta que solo unos pocos soldados parecían estar por quedarse en el planeta, hace ratos que no ven a los Saiyajin, que según averiguó son una especie de Guerreros que pueden transformarse en simios. Por la ventanilla ve mucho movimiento, no pueden salir, pero al menos no están hacinadas. —Parecen estar reclutando terrícolas como guardias y sirvientes. Pero la nave Principal va a irse. — Ami señala al cielo.
— ¿Quién crees que quede a cargo? —Mina consulta.
— ¿No es obvio?—Rei habla con tristeza frente a su plato. —Ésos Saiyajin…
—Hmmm…Pero…— Serena también estira el cuello para ver si alguno de ellos anda por ahí. —No los he visto en varios días, creo que desde que metimos a Rei al tanque.
—Pfff, ni me lo recuerdes. —Ami azota su cubierto—Qué locura la tuya de ir y acercarte así a ése que llaman Príncipe.
—Tú siempre estás en ése modo pasivo Ami, a veces hay que tomar acción. —Milk presiona su cuchara como si fuera un arma letal.
—Se llama actuar con inteligencia, tantear el terreno. Es la manera de sobrevivir. —Ami levanta su índice.
—Y hablando de eso…—Rei musita. — ¿Por qué nos quieren vivas? —La pregunta deja a todas en silencio.
Un azote de la puerta y un ser muy extraño parece estar a punto de resolver sus dudas.
—Así que… Estas son las hembras compatibles…—La voz maliciosa y el traqueteo en su silla flotante las ponen nerviosas.
—¡De rodillas frente a Lord Freezer! —Sorbet les grita y las señala. Las muchachas se postran al suelo sin pensar.
— ¡¿Podrás dejar de gritar Soldado Sorbet?! —Lord Freezer se harta de éste ser tan lambiscón.
Las chicas tragan duro, al parecer éste sí es el Jefe de Jefes, se hace llamar Lord Freezer y está conquistando la Galaxia. Ya sabían ellas que esto era para condición de esclavas, pero lo que en verdad no se esperaban, era la segunda noticia. Quedan en shock, no lo quieren creer.
—…Hubiera preferido meterlas en un tanque e inseminarlas hasta que algo de mi agrado diera resultado pero… Haaa… Soy tan generoso con mis mascotas. —Lord Freezer se burla.
— ¡No! ¡No quiero! — Milk se levanta y toma su plato para golpearlo, un disparo láser la deja con las manos vacías.
Nadie se mueve, creen que lo peor le ha sucedido a su amiga, en cambio Lord Freezer la tiene de frente, apuntándola con su índice encendido, justo en su ojo.
La ve a punto de cerrar la mirada. —Cierra el ojo y te abro las entrañas. —Lord Freezer sisea. —Esto es bueno, así saben realmente a quién temer…
Milk se pregunta cuál será una movida sabia; si responder y morir de una vez o estar muerta en vida y unida a ésas bestias. — ¡Ah! — La arrojan al suelo como saco de huesos.
—Bien, espero ya no me den excusas para matarlas… — Freezer las ve alinearse sin levantar la cabeza y arrodilladas, como si pidieran piedad, eso le agrada.
—Tal vez ni siquiera sobrevivan Mi Lord. —Sorbet dice con malicia. —Bien hemos visto como los Saiyajin destrozan a las hembras con las que se aparean. —Sonríe de lado al verlas temblar. —Pobrecitas…
—Jeje, por Favor, Comandante Sorbet, guarde demás comentarios para usted. —Se voltean y se retiran. —Ah, una cosa más… Dar a todas una repasada de Di-Sci-Pli-Na. —Las risitas malignas les erizan la piel a las muchachas.
Caminaban custodiadas, escuchaban comentarios alrededor, ya tenían humanos trabajando en las instalaciones.
—Pobrecitas…Van a violarlas hasta morir…
—Qué horror, dicen que los Saiyajin arman Harenes ¿Crees que se turnen con cada una?
—…Que tienen tanta fuerza bruta que solo al tocarlas van a partirle los huesos…
Solas en la sala del Búnker, las chicas digerían la noticia, aún con el dolor de garganta que no les permite ni el aire. Se envuelven en los trapos y colchas que les dejaron, como si fueran simples animales.
Rei mira por la ventanilla, otra tormenta de arena, gente sumida como esclava con los invasores. — No hay esperanza… —Musita, mira sus muñecas, se pregunta si dolerá mucho cortarse.
—Rei. —Serena la sacude. —Rei ¿Qué piensas Rei? — Le acomoda un mechón de cabello detrás de su oreja, no le gusta para nada ésa mirada decidida de su amiga y no sabe porqué.
—Está pensando lo mismo que yo. —Milk ve por la ventanilla, luego mira por el borde de la puerta, las cerraduras y la frecuencia de la vigilancia. —Hay que aprovechar los momentos que no nos vigilan ni nos atan como ahora y huir.
— ¡Sí! ¡Estoy contigo! — Lita la apoya.
— ¡¿Qué?! —Ami interviene, las hace bajar la voz. — ¿Creen que no nos están vigilando ahora mismo? —Mira alrededor por cámaras o algún otro sistema de vigilancia. En esos día pudo corroborar todos los avances tecnológicos que éstos seres tienen, es inimaginable que hasta le parece magia.
Al fin los Saiyajin se recuperaban, les pareció denigrante tener que usar el tanque para curar la herida de su cola. Pero tarde o temprano tendrían que salir y que todo el mundo los viera sin el rabo. Por suerte, intimidan lo suficiente para que nadie pregunte por ello.
Los Saiyajin caminan hacia la sala de entrenamientos, miran unas formalidades como dónde van a instalarse a vivir y qué otro recurso pueden aprovechar aquí, en especial comida. Algo les llama la atención, varios soldados yendo a la sala de las terrícolas capturadas.
Vegeta levanta una ceja y sostiene a uno del hombro. — ¿Qué sucede? —Exige.
—No es asunto suyo Príncipe. —La voz de Sorbet responde. —Lord Freezer debe impartirles disciplina a ésas hembras. Mientras más temprano entiendan la lección, mejor para ella.
— ¿Qué? —Bardock los ve ir con varas a la sala.
—Ja ¿En serio? —Raditz se mete en la conversación. —Una casi se muere por estar expuesta al frío.
—No se preocupen, las dejaremos suficientemente vivas para su "Noche de Bodas". —Sorbet prosigue. El Príncipe Vegeta se interpone.
Kakarotto se acerca antes de que Vegeta los meta en un castigo a ellos también. —Déjalos, seguro es culpa de ésa bocona que nos atacó, que aprenda a meterse con los de su tamaño. —Siente que hasta quiere ver qué tan grande es la soberbia de ésa tal Milk frente al castigo.
—Pero si son "nuestras", soy yo quien debe castigarlas. —Vegeta le insiste, se hace lugar y entra azotando la puerta. Las encuentra discutiendo, al instante que lo ven las ve tirarse al suelo como reverencia, pero por el miedo parecen querer esconderse. —Escuchen bien…—Camina, con voz de mando y mirada asesina las escanea. —No sé qué hicieron para que les impartieran el castigo que les van a dar. Tampoco me importa saber culpa de quién fue, pero que les sirva de lección. —Se detiene ante la muchacha "Serena", que una vez más está todo menos eso; temblando y casi llorando del terror. —No crean que soy diferente a Lord Freezer, yo haría lo mismo, si una de ustedes hace o dice algo que no debe… Las colgaría a las inocentes frente a la culpable. —Vegeta hace señas con la cabeza para que procedan.
Raditz se había quedado afuera, al salir Vegeta lo intercepta. — ¿Hacía falta hacer eso? —Murmura— Son débiles, con un revés de la mano las podemos controlar. —Lo escucha gruñir hastiado. —A ver, a ver…—Se lo lleva a un rincón. —Creo que nadie, ninguno de nosotros se ha puesto a pensar en esto. Lord Freezer nos deja aquí. —Le abre grande los ojos y sonríe. Vegeta en cambio parece no entender. —Solos ¿Entiendes? So-los, nos dejó elegir quién queremos que se quede, los cuales serán soldados de nuestra confianza y estamos reclutando terrícolas como guardias y sirvientes. Podemos hacer lo que queramos.
—Agh, algo me dice que ya has encontrado burdel aquí. —Hace gesto de asco y quiere irse, pero Raditz lo empuja del pecho y lo vuelve a arrinconar.
—No…No he tenido tiempo. —Raditz muy profesional, se defiende. — Y lo de ésas hembras ¿No ves que es mejor así, bajo nuestras condiciones? Ni hace falta que les toques un pelo, haremos como si sí aceptáramos lo que Lord Freezer nos impone, con el tiempo se olvidará de los "despojos" y ya, estamos aquí, sin Freezer para hacer nuestra voluntad.
—¡Aaaah! —Escuchan el primer grito después del golpe de las varas, los dos miran en dirección de la sala. Al parecer van a hacerlo una por una.
—Dile a Broly y a Bardock que vigilen que no las terminan matando. —Vegeta absorbe las palabras de Raditz. Hasta parecen esperanzadoras. Qué final tan penoso para unos guerreros Saiyajin como ellos. Ruega que en el más allá su padre no vea su deshonra.
Michiru comenta a escondidas, con uno de los técnicos de radar. —…No sé, me dieron pena sus gritos. Les dieron como 20 golpes a cada una.
—Hmp ¿Trasero o espalda? —Consulta el soldado mientras está reparando la parte de debajo de una nave.
—Ay Haruka ¿Qué diferencia hace eso? —Sisea y le da una patadita.
—Pues mucha, la carne de los muslos es más grande y abundante, la espalda puede resistir, pero un golpe mal dado en un vértebra, pfff…—Sale de abajo y se seca el sudor.
—Bueno, cambiando de tema…—Michiru une sus manos en pequeños aplausos. —Vas a quedarte aquí.
—Haaa ¿En serio? —Levanta una ceja, hace gesto de asco. — ¿A cambio de qué? ¿Sabes que todo el mundo dice que eres amante del Comandante Nappa?
— ¿Y qué si lo fuera? —Michiru recoge el guante, ondea su cabello. —Es un hombre de palabra, muy distinto a como los demás creen.
— ¡Jajajajaja! ¡Ni siquiera es un hombre! ¡Es un Saiyajin!
—Bueno, si quieres irte allá tú. Que tengas linda vida. —Michiru se cruza de brazos y le da la espalda.
El llanto y las lágrimas corren entre todas, arrojadas al suelo, una por una soportó el dolor de la otra para entrar a ésa sala y recibir su castigo. Rei cerraba su puño de la rabia, le gustaría tener el poder de cobrar venganza, de prender todo esto fuego junto con ella misma. No piensa darles el gusto de seguir usándola como objeto.
Al pasar los días, se curaron entre ellas, con algunos paños que les daban. Creyeron que iban a meterlas en los tanques, pero Ami dedujo que era para que recuerden bien su impertinencia. De a ratos siente que debe estar vigilante, especialmente con Milk y Lita que son las más confrontativas. Pero es Rei quien le preocupa, cree que aún está con estrés post traumático por todo esto.
Su mirada llena de odio preocupa a las dos rubias. Mina cree que quizás ella tenga algún acercamiento a Rei que sea distinto. —Oye… —Le toca el hombro. —Quizás las chicas tienen razón y yo… Pues, puede que esté pecando de ingenua. Pe-Pero… Podría ser peor, ahora estamos aquí, pero antes estábamos en un lugar peor. No somos libres, la comida no es la mejor, pero comemos, el agua no es mucha y aquí, todas juntas, es mejor que en la celda con ratas ¿No crees?
— ¿Cuál es tu punto Mina? —Rei odia ésta charla cubierta de tono de lástima.
—Que…Las cosas parecen mejorar. —Todas se voltean a verla como si estuviera loca. —Miren, seremos sus esposas, no creo que nos traten mal o sea, algún beneficio tendremos ¿Para qué nos harían pruebas médicas sino?
—Para ver nuestra pureza, si podemos darles hijos…—Serena dice con tristeza, en tanto cambia los vendajes de su espalda baja. Llegó un momento donde realmente deseó la muerte, cierra los ojos y es como revivir los gritos y el golpe de las varas.
Mina aclara su garganta. —Bien, no sé ustedes, puedo llegar a pensar que quizás sea bueno ir por el que le llaman Príncipe. Debe tener algún estatus o algo así.
—Sí, y miles de amantes o concubinas. —Ami le dice con asco, al menos eso deduce de algunos libros de historia con civilizaciones parecidas a los Saiyajin. —En vez de interesarte en libros de cuentos, debiste mirar más los de historia.
—Hmmm, pero Milk nos traía muy pocos, los mínimos y muchas veces ilegibles por lo deteriorados. —Mina continua con su buena actitud. —No sabemos si estos invasores serán iguales. Una galaxia nos divide. Casi ni nos han venido a ver, no sabemos bien como son. —Justo que Milk iba a cerrarle la boca de un golpe en la cabeza…
Tock, Tock.
—…Si nos disculpan…—Un soldado entra al lugar, junto con varios empiezan a recoger sus cosas. Ante la actitud exaltada de las mujeres se explica. —Vamos a llevarlas a un lugar adecuado hasta su unión con los Saiyajin.
—¿Qué? —Suspiran todas al unísono.
—¡Jaaaa! ¡¿Se los dije o no se los dije?! —Mina levanta las manos en triunfo, corre las cortinas. Es un enorme y viejo castillo. —No estamos en una celda, estamos en un cuarto, una habitación enorme, sin rejas y-
—¡Ratas! —Salta hasta el cielo Ami.
—Ah, pues miren quién se desacostumbró a nuestros antiguos compañeros de cuarto. —Mina pone las manos en su cintura y saca la lengua.
Rei mira por la ventana, parece que éste será el lugar donde se instalarán. Mira al atardecer, aprovechar cada día…Cada cosa buena por mínima que sea. —"No pude vivir bajo mis condiciones, pero… Moriré bajo las mías…"—Una vez más en la mente de Rei, la muerte parece una hermosa promesa al final del camino.
En el patio, veían los Saiyajin como todo se instalaba. —Preferiría mi propio castillo, pero meeh, no puedo quejarme. —Raditz bromea, pasa un brazo por encima de su hermanito.
—El lugar es enorme, espero las hembras ésas sepan limpiar. —Kakarotto se cruza de brazos, no quiere ni saber con cuál le tocará vivir.
—Serán nuestras mujeres, tenemos cierto rango, ellas no son sirvientas. —Bardock escucha a su hijo menor berrear. Se imagina que si Gine estuviera, le golpearía la cara a su vástago por sugerir tal cosa de una mujer.
—A todo esto ¿Cuál nos va a tocar? —Broly hace una pregunta que ninguno se ha hecho hasta ahora.
—No siempre hablas, pero cuando lo haces… —Raditz levanta un dedo y sonríe.
—Pareces muy contento hijo, no quiero creer que quieres sentar cabeza con una de ella. —Bardock pone una mano en su pecho, como un viejo con últimas esperanzas.
—Ni creas tanto que ésta noche piensa fugarse a uno de ésos bares que abrieron los terrícolas. —Kakarotto le informa.
—Shhht, maldito bocón. —Raditz golpea a su hermano.
—No entiendo para qué, los terrícolas nos temen. —Broly mira a un soldado terrícola que cargaba unas cajas y casi lo hace orinarse con su mirada asesina.
—Como siempre acostumbro, me mezclo entre la gente. No voy a ir con mi uniforme, ahora ni necesito esconder mi cola. —Raditz cuenta sus planes de viernes en la noche.
Milk camina por el pasillo, no las dejan salir a todas juntas, pero sí con vigilancia. Lleva con ella y otras sirvientas varias telas que les han conseguido para vestirse. Entra y en el baño la esperaba Rei.
— ¿Y…?—Rei le pregunta en voz baja.
—Los habitantes parecen ya haberse adaptado, reconocen a los Saiyajin como monstruos que los dominan. —Milk presiona los puños con ira. —Y hasta confirmé los rumores… Hay bares y restaurantes que han abierto para entretener a los invasores e incluso a los terrícolas que ahora trabajan para ellos.
— ¿Restaurantes? —Rei levanta una ceja. — ¿Y qué hacen? ¿Ratas asadas? —Milk la mira por el reflejo del espejo roto por la mitad, le levanta los hombros con un mohín. — ¿El bosque que rodea el castillo puede traspasarse?
Milk asiente muy seria. —Sí, los terrícolas no se atreven, creen que el bosque muerto está embrujado, jaja, ingenuos. —Comparten unas risitas. —Rei… ¿Qué planeas? ¿Por qué quieres saber éstas cosas?
—Pues… No planeo escapar de mi destino Milk. —Ambas morenas se miran por el espejo. —Haré lo que Mina me recomendó. Voy a disfrutar las pocas alegrías. —Toma unas telas, ve unos colores bonitos, toma unas tijeras y hasta sonríe al pensar en coser y zurcir el vestido. —Si he de morir en mi noche de bodas, lo haré como yo quiera. No será mientras un monstruo abusa de mí. —Si la pureza es por lo que los médicos las revisaron, entonces debe ser importante para ellos. Rei planea perder la virginidad, está segura que el Saiyajin se sentirá deshonrado y la matará. No sabe porqué, pero sonríe de felicidad al imaginar la cara de ésa bestia cuando lo descubra.
Los días pasan, cada noche, Serena mira a la Luna, ruega por un milagro, algo, lo que sea que la saque de éste martirio. Lo que sea que impida ésa unión. —Dios por favor, por favor…Tengo miedo…Mucho, mucho…No quiero, por favor no quiero. —Presiona su libro de oraciones, las lágrimas corren sin parar. Sigue murmurando sus ruegos, no quiere alterar a nadie, cada noche llora hasta dormirse.
La noche, parece más llena de vida de lo que creyó. Rei y Milk al fin urdían su plan. Milk se sorprende y hasta se llena de cierta fe o esperanza, solo han pasado semanas y estos invasores no parecen haberse metido a quitarles lo poco que les quedaba. Sí se nota una jerarquía y preferencia con los uniformados del ejército Saiyajin.
—Parece que celebran que estemos aquí. —Vegeta está disfrazado al igual que Raditz, unas botas de cuero marrones, pantalones algo holgados y una capa que llega a cubrir su distintiva cabellera.
—Supongo que agradecen que no los hayamos eliminado. —Raditz se sienta en la barra.
—Se necesitan esclavos y subordinados que hagan ciertas tareas. Además ¿Qué otra mierda le íbamos a quitar? Solo agua sucia, polvo y arena. —Vegeta hace señas para que le sirvan de ésa bebida para intoxicarse. Trata de no ver a nadie a los ojos para no ser reconocido.
—Mmm, tal vez haya razón en lo que dices. Además son bastante escuálidas las mujeres de aquí, habría que planear una forma de mejorar los alimentos. Lo digo por nosotros también, ya que nos vamos a quedar aquí.
—No he visto bien la compatibilidad genética, hasta podríamos comer un par de pobladores. —Vegeta comenta sin querer, el cantinero se asusta al escucharlo. —Tranquilo, no soy de ésos caníbales que rondaron por aquí hace unos años. —Vegeta había escuchado esos rumores, que no le parecen muy locos al darse cuenta de la hambruna.
—Milk, Milk. Por favor, ya estamos aquí. —Rei la tironea, en el momento de la verdad a su compañera de aventura se le enfrían los pies.
—No voy a entrar ahí, es un bar de mala muerte. —Milk saca el pecho, se le descubre la cara y vuelve a taparse con la capucha. —Mira si abusan de nosotras o algo así. —Le repugna ver tanto borracho revolcándose en su propia suciedad y riendo con mujeres, casi en el acto sexual.
—O algo así, es para eso que yo he venido. —Rei saca el pecho, se cubre bien su cabellera debajo de su capa. Se siente un poco fuera de lugar, demasiado aseada, toma tierra y barro se la pasa por la ropa y el rostro. —Ahem, permiso. —Da el paso adentro y deja a Milk petrificada ante tal atrevimiento.
Le da otro trago, la bebida sabe bien, pero se le irá la vida tratando de emborracharse como se debe. —Es suave, demasiado ¿Cómo dices que se llama? —Raditz consulta, ve a los débiles terrícolas caer de borrachos.
—Cerveza señor, ante la falta de agua, tenemos eso y vino. Todo de barriles que encontramos cuando cayó el Negaverso ante los invasores. —El cantinero le sirve otra jarra, se asombra que éstos tipos ya no estén desmayados.
Supone que será fácil, una sonrisa o la mera insinuación. —Supongo que ésa profesión también la hará algún hombre ¿No? —Se pregunta a sí misma, mientras se arrepiente al ver el menú.
—La barra. —Milk le murmura y al tocarle el hombro la hace saltar del susto.
—Mil…Mi…Miranda. —Rei teme decir sus verdaderos nombres.
—Te olvidaste esto Re…Re… Señora. Fingiré ser tu sirvienta. —Le pasa una bolsa con alhajas viejas que encontraron en el castillo. —Deberíamos aprovechar y huir.
—Jaja ¿A dónde? ¿Crees que no nos encontrarán? Tienen naves, ejército y tecnología, sin contar que me dijiste que pueden volar. Yo solo lo he visto al tal Príncipe que ellos llaman y solo de reojo cuando estoy postrada al suelo.
—Y una cola horrenda y peluda. Tuviste suerte de no verlos desde el inicio ¿Serán peludos en todas partes? —Milk hace el comentario sin filtro, se mira con Rei y estallan a carcajadas. Se esconden y piden unas cervezas. —Guacala, huele fuerte, como a alcohol puro.
—Bien, no lo tomemos, usémoslo para escondernos y mezclarnos. —Rei mira a un par de personajes igual de encapuchados que ellas. Presta atención y tienen ropa terrícola, no puede verles bien claro el rostro. Se frota un poco los ojos, quizás perdió algo de vista luego de la infección. —Milk… Mira ésos… —Milk dirige la mirada, se esconden detrás de la jarra. — ¿Qué crees? ¿Serán… Tú sabes?
— ¿Qué cosa? —Milk no les ve los rostros, solo una pila de jarras vacías y uno que señala mujercitas. —Tienen ropa terrícola, es raro… Deben tener dinero o algo para beber así… O sea es obvio para la mujer. —Señala a unas muchachas bastante ligeras de ropa, con un estilo de corset viejo y unos vestidos rotos en zonas indiscretas. Muy, pero muy obvias.
—Les voy a preguntar. —Rei toma un trago de valentía líquida y casi vomita del asco. Se acerca despacio, de cerca uno de ellos se ve gigante. Lo escucha reírse, ella se ríe como si supiera el chiste o la conversación que están teniendo. Pone una mano en su brazo. —Ho-Hola… Usted…
Raditz siente a alguien murmurarle, lleva la vista al delicado toque en su brazo. Sus ojos se conectan y en segundos se pregunta. —"¡¿Qué mierda hace esta hembra aquí?!"
— ¿Usted es un prost…Prost…—Se muerde los labios, no lo puede decir. — ¿Es acompañante sexual?
Al carajo, soberano carajo ¿Esos ojos fueron siempre de ése color? Ahora recuerda que ella tenía dañada la vista las únicas veces que se encontraron, siente a Vegeta musitarle unas cosas para llamarle la atención y… ¡CIERTO! ¡VEGETA! Vegeta va a cabrearse y es capaz de matarla. —"Mierda Raditz, piensa ¡Piensa rápido!"
Pasa un silencio incómodo, Rei está por irse, los ojos de éste hombre están desorbitados. Desvía la mirada, es la primera vez en su vida que se acerca así a un hombre y verlo así fijamente es demasiado vergonzoso. Está por emprender la huida, se disculpa entre dientes y lo siente detenerla.
—Un segundo. —Raditz se voltea a Vegeta. —Oye… ¿Ya viste algo que te guste?
Vegeta levanta una ceja, escanea alrededor, le gustaría tener una función en el scouter para seleccionar mujeres que lo entretengan. Siempre ha sido difícil para él elegir una con la que tener una buena noche de placer. —En éste planeta tan débil no creo que haya una que me llegue a los talones. —Resopla con desdén, se baja una jarra de vino.
—Mmm… — Raditz se voltea a la mujer, se inclina asustándola. Le hace señas de silencio y con la vista le apunta a la parte de atrás. Le guiña un ojo y la ve ruborizada.
Rei se pone de todos colores, empieza a sudar frío. Se voltea a Milk, camina hacia ella.
Milk clava sus uñas en el brazo de Rei. —No, por favor Rei, ya, ya no hagas más locuras, debemos irnos, nos van a descubrir. —Se toma de la capucha y se cubre completamente la cara, ya siente la mano de un Saiyajin presionándola en el cuello y partiéndolo como cáscara de huevo.
Rei saca el pecho, de pronto es ella la valiente y corajuda. —Ya que eres mi sirvienta, has algo útil y vigila en la puerta. —Camina hacia la parte de atrás.
Vegeta se inclina de lado para ver el botín de su amigo, tal vez le consulte qué tal son las terrícolas en la cama. Mientras tanto, no piensa ni perder su tiempo. —Mañana hay cosas que hacer, no llegues tarde. —Le da un revés con la mano y ni pierde su tiempo en ver la compañera sexual que se lleva agarrada del brazo. Está por usar el scouter a escondida y ver el nivel de ésa hembra, pero le incomoda al recordar que Lord Freezer siempre está vigilándolos.
—O-Oiga, te-tenga cuidado. —Rei se queja un poco de su agarre, es demasiado fuerte. —"Ay por dios ¿Será un extraterrestre o algo así? Hmmm…Se ve terrícola ¡Ah! Cola ¿Tendrá cola?" —Busca con su vista y nada. Sólo puede notar que el tipo es enorme y de contextura muy firme.
Raditz se la lleva hacia un pasillo, escondida con su cuerpo. Mira atrás y no hay señales de Vegeta. —Habitación. —Casi como una orden le dice a una mesera que se iba con una bandeja de jarras vacías. Le señalan una puerta y se mete.
Rei empieza a sentir las rodillas débiles. Empieza a arrepentirse, pero debe tomar el toro por los cuernos. Mira hacia atrás, una habitación polvorienta, parece una establo abandonado. Una lámpara de aceite a media luz. Una cama hecha de heno, el hombre se voltea, como si la regañara con la vista.
—Me pregunto cómo mierda una mujer como tú logra estar por aquí. —Raditz saca el pecho, frunce el ceño.
—Y-Yo vine con mi-mi-mi sirvienta. —Rei se cubre todavía más con su capa. —Ella está vigilando, si algo me pasa o si me escucha gritar. —Levanta un dedo con gesto enojado.
Raditz le atrapa la muñeca, mira ése dedo impertinente y la actitud altanera de ésta mujer. Le asombra el coraje, luego parpadea ante otra sorpresiva declaración.
—Usted es un acompañante sexual. —Le muestra la bolsa con su otra mano. —Si no me quiere dar sus servicios, busco a otro.
Un prostituto, la mujer cree que él es un simple prostituto. —"Je, si mi padre y mi hermano vieran ésta escena ¿Qué pensarían?" —Una sonrisita malvada se le dibuja de lado, la mira de pies a cabeza, son ésos ojos llenos de fuego lo que atrapan su atención. No es un fuego sexual, pero sí muy pasional. —Señora, a sus servicios. Deje el dinero de lado. —Se quita la capa y se suelta el cabello. Probará carne terrícola, podría ser peor…
…
Saluditos…
Baia, baia. Así que así dejamos el primer capítulo, como siempre muchas gracias por su tiempo, gracias por ponerme en favoritos y seguir mis locuras. Como siempre un ¿Cómo estás pndeja? Es bien recibido XD así como cualquier crítica y sugerencia. Muchas gracias a todo el Fandomcito, porque es gracias a ustedes que todo esto es posible.
