Disclamier : Los personajes son de S. M, yo solo hago hostorias para salir de la vida cotidiana.

L@s invito a mi grupo de Facebook : Las Historias De May Jhonson, donde estatr subiendo fotos y las actualizaciones.

~~~~~


Cuando desperté más tarde ese día, lo hice completamente sola. Edward ya se había marchado de la habitación.

Me levanté lo más rápido que pude, me vestí a toda prisa y salí de allí. Por suerte, Seth estaba en el lobby, esperándome como si supiera que en cualquier momento lo necesitaría.

Han pasado un par de días desde entonces, y no lo he visto aparecer por la casa ni tampoco en el trabajo cuando voy a cumplir con mis tareas.

A pesar de todo, sigo aquí. No me he marchado como dije que lo haría. Algo me retiene. Quizás sea él. O quizás sea el simple deseo de verlo una vez más antes de largarme.

Alice y la rubia, tal como Edward había dicho, se han ido. La casa se siente más tranquila sin ellas, pero también más pesada, como si el vacío que dejaron amplificara el eco de mis pensamientos.

Después de ducharme y vestirme, decido bajar a almorzar algo. Es fin de semana y tengo el día libre. Al llegar al pie de la escalera, me encuentro con Elizabeth. Camina con ayuda de su andadera y, aunque su fragilidad es evidente, su sonrisa mantiene una calidez reconfortante.

—Hola —saludo, acercándome con una leve sonrisa.

—¿Cómo estás, Bella? —pregunta con dulzura, deteniéndose un momento para descansar. Su mirada chispea de curiosidad antes de añadir con un tono juguetón—: ¿Y cómo te está tratando mi nieto?

El calor sube a mis mejillas al instante. Estoy segura de que mi cara está más roja que un tomate.

—Lo ha hecho bien hasta ahora —respondo, pero en cuanto las palabras salen de mi boca, me doy cuenta del doble sentido que tienen.

¡Maldición!

Por suerte, Elizabeth no parece notarlo, o tal vez decide ignorarlo. Su expresión sigue serena, y agradezco no tener que enfrentar una situación aún más incómoda. La sola idea de que imagine a su nieto y a mí sin ropa es suficiente para querer desaparecer.

Intento distraerla rápidamente:

—¿A dónde vas, abuela?

Me reprendo de inmediato por llamarla así. La vez anterior lo hice solo para fastidiar a Edward, y ahora él no está aquí. "Elizabeth" habría sido mejor.

—Iré a la cocina. Sue está preparando algo para Esme y para mí —responde, retomando su camino con pasos lentos y seguros—. ¿Y tú? ¿A dónde vas?

—Es algo tarde, pero he bajado a almorzar —respondo, metiendo las manos en los bolsillos de mis jeans.

—Es normal dormir más de lo habitual en días tranquilos —dice con tono comprensivo.

La acompaño hasta la cocina. Allí están Sue y Esme, conversando animadamente. Y también está Edward, claro. Mi corazón da un pequeño salto al verlo, sentado a la mesa, luciendo despreocupado y, por supuesto, increíblemente atractivo. Intento tranquilizarme.

Esme se levanta con una sonrisa cálida y me saluda con un beso en la mejilla antes de ayudar a Elizabeth a sentarse.

—Todo listo, Elizabeth. Relájate un poco —dice Esme mientras acomoda a su suegra con cuidado.

Edward sigue en silencio, pero siento su mirada sobre mí. No sé si eso me pone más nerviosa o ansiosa.

—¿Se quedarán a comer? —pregunta Edward a su madre.

—No lo creo —responde Esme, negando con la cabeza—. Solo vinimos a recoger algunas conservas que Sue preparó para nosotras. Elizabeth tiene una cita médica más tarde y vamos para allá. Pero me encantaría que planeáramos una comida familiar pronto.

—Claro —responde Edward.

Esme revisa su elegante reloj de pulsera y suspira.

—Oh, cielos, ya deberíamos irnos. ¿Me ayudas con esto, Bella? —pregunta, señalando una cesta llena de frascos.

—Por supuesto —respondo, tomándola rápidamente.

—Edward, ve por la silla de ruedas de la abuela. Ya ha caminado suficiente por hoy.

Edward desaparece un momento y regresa empujando la silla de ruedas. Detrás de él viene Seth, y entre ambos ayudan a Elizabeth a sentarse y luego a subir al coche que la llevará a su cita médica.

Antes de que Esme suba, me acerco a ella y le entrego la cesta con los frascos en conserva. Ella me dedica una amplia sonrisa.

—Gracias, Bella —dice con amabilidad—. Fue un placer verte. Nos veremos pronto, querida.

—Claro —respondo.

Observo el coche alejarse y me quedo ahí un momento, hasta que me doy cuenta de que ahora estoy sola con Edward.

Doy media vuelta y lo miro de frente.

—Creo que necesitamos hablar —me atrevo a decir finalmente.

Edward me observa con una ceja alzada y asiente una vez.

—De acuerdo. Hablemos.

Miro a mi alrededor para asegurarme de que podemos hablar con tranquilidad.

¡Maldita sea! Solo quiero decirle que me voy y que lo que pasó entre nosotros fue bueno, pero no va a repetirse.

—Lo que pasó... —empiezo a decir.

Edward me hace un gesto para que guarde silencio. Luego me toma de la muñeca y me jala, guiándome hacia el despacho.

Una vez dentro, me suelta y cierra la puerta tras de sí.

—Termina lo que querías decir —me anima.

Lo miro a la cara y asiento una vez.

—Quiero que sepas que lo del otro día fue bueno, pero que no va a ocurrir de nuevo. ¿Entiendes? Solo me quité la comezón y ya está. Y también quiero que sepas que voy a irme a mi departamento. Seth puede recogerme o puedo ir por mi cuenta a terminar el trabajo que me asignaron por lo que queda del mes.

Edward da un par de pasos al frente hasta quedar justo frente a mí. Su mirada se ha oscurecido y hay un brillo en sus ojos que hace que mi piel se erice.

—¿Segura de que solo fue una comezón? —cuestiona, acercándose más y colocando ambas manos sobre mis caderas.

Trago con dificultad porque ahora mismo mi pulso está acelerándose.

—Claro —suelto, tratando de sonar firme. Llevo mis manos a las suyas e intento apartarlas, pero él se niega y me atrae hasta que quedo pegada a su cuerpo.

No aparto mi mirada de la suya. Edward se inclina poco a poco hasta que su boca queda a centímetros de la mía.

¡Maldita sea!

Soy yo quien cierra la distancia entre nosotros, alzándome sobre la punta de los pies. Junto nuestras bocas y lo beso.

¿Por qué estoy comportándome así? ¿Por qué soy tan débil ante él?

No nos separamos hasta que ambos necesitamos aire.

—Aclararemos esto más tarde. Por ahora, tengo trabajo que hacer. Pero cenemos juntos esta noche —dice.

Frunzo los labios ante su propuesta.

—¿Una cena, eh?

Edward se ríe. Yo hago lo mismo. Es extraño verlo reír delante de mí, pero aquí está, haciéndolo. Se está comportando de manera civilizada, no como el gran idiota que fue.

—Sí, una cena. Y aclaramos todo.

Lo pienso por un par de segundos. Supongo que es una buena idea.

—Bien.

—Te veo a las siete. Le pedí a Sue que prepare algo, así que cenaremos aquí.

Asiento.

En ese momento, su teléfono suena y se apresura a responder. Me deja sola en el despacho.

Me quedo ahí, inmóvil, viéndolo salir del despacho

~~~~~


Estoy de regreso por aquí para dar fin a la historia. Ya nos faltan pocos capitulos.Nos vemos pronto