Cuando estaba viva, Arian nunca había sido mucho de dar o recibir regalos y Draco no hubiera pensado nunca en darle algo, a menos que fuera una ocasión sumamente especial y tradicional en la casa Black.

Y sin embargo, la muerte es tan definitiva que no hace más que cambiar las cosas.

Así que, ¿Quién lo diría? A Draco le gustaba prenderle veladoras a su prima en esos días lluviosos en los que presentaba sus respetos. Podría haberle dicho a su madre o a Theodore que iba a visitar a Arianhrod, pero la verdad es que prefería hacer visitas a su tumba en solitario.

Su dolor era muy privado y se sentía egoísta tras todo lo que había pasado. Nunca pensó que él, de todos los involucrados, sufriría tanto su ausencia, pero con el paso del tiempo Arian se convirtió en algo parecido a la hermana que nunca tuvo y aunque se llevaban como el perro y el gato, en el fondo compartían cosas que no podían explicarle a nadie.

Draco Malfoy recordaba muy bien el día en que su vida había cambiado para siempre. Había sido durante aquellas vacaciones de verano después de su tercer año en Hogwarts, cuando había invitado a sus verdaderos amigos a casa de sus padres y les había pedido que los acogieran, no por un par de días como solía ser su costumbre, sino por todas las vacaciones.

Extrañamente, su padre se había mostrado de acuerdo con él, aunque rara vez celebraba sus ideas. Draco sabía muy bien que sus compañeros de Slytherin eran invitados para crear conexiones políticas y aumentar el poder e influencia de su familia y por tanto de él, pero también para poder calcular competencia alguna, si es que la había, por parte de los otros estudiantes. Algunos, más inteligentes que otros, comprendían la oportunidad detrás de esa prueba de competencia pero la mayoría no alcanzaba a comprender lo mucho que eran probados en aquellas cenas fastuosas.

Draco se había sentido muy indignado cuando Arianhrod declinó sus invitaciones los dos primeros años. Desde su punto de vista, aquello era realmente grosero, sobre todo porque Arian no tenía una familia poderosa que pudiera respaldarle. Él la había incluido por cortesía y también porque todavía no sabía si podía ser una potencial aliada, dado que eso era lo que Theodore le había pedido que investigara para dar las menos explicaciones posibles de por qué le gustaba estar tanto con aquella señorita.

Si pudieran tener la aprobación de los señores Malfoy...

Pero no hubo manera. En aquel tema, Arian resultó ser tan esquiva con el tema de sus padres como con Blaise acerca de darle un beso y Draco supuso que no quería conocer a sus padres simplemente para molestarle, por lo que trató de no demostrar que, en efecto, se sentía muy molesto.

Empero, y justo cuando sus padres le dejaron invitar a sus verdaderos amigos todo el verano y él consideró seriamente no invitarla sólo para evitar ser rechazado por tercera vez, ella cambió de opinión.

En honor a la verdad, Draco no le dio demasiadas vueltas a aquel asunto en el momento. Suponía que Theodore había tenido qué ver en la resolución del conflicto y decidió dejarlo pasar: por aquellos días Arian era muy agradable, aunque muy callada y no representaba ningún tipo de amenaza o inquietud en su cabeza. Era una slytherin de estatus más bien bajo pero era muy inteligente y Draco había sido educado de tal forma que podía ver su potencial, así que simplemente archivó todo para más adelante.

Ya hablaría con ella sobre lo que significaba declinar una invitación como la suya: no se le olvidaba que ella había crecido lejos de su comunidad y decidió ser magnánimo y apoyarla.

Podía permitirse hacerlo: Arian no era una sangre sucia, y aunque sospechaba que carecía de fortuna, era Slytherin. Estaba muy seguro que podía ayudarla y obtener algo a cambio.

Al menos, ese era su pensamiento sobre su compañera entonces. Sus padres siempre le habían enseñado que cada relación que cultivaba era una transacción y debía tener cuidado con quién se relacionaba: existían estándares que no podía dejar de lado.

Ella era aceptable: no ideal, pero de nuevo, aceptó a Crabbe y Goyle sólo por su apellido, así que consideraba que podía tolerarla mejor.

Así que hizo su lista de amigos, tachó de Arian de la lista de problemas por resolver, puesto que ya lo había resuelto y continuó con su vida.

Pero Draco nunca olvidaría la cara que puso su madre cuando miró a Arianhrod por primera vez.

No es que él, siendo un niño en aquel entonces, adivinara todo lo ocurrido. Pero él conocía muy bien a sus padres y sabía leerles en todos los modos posibles. Era algo necesario que tuvo que aprender porque muchas veces él era llamado a cumplir ciertos papeles pequeños en reuniones importantes con personas de diferente índole: Y aunque cumplía su papel de forma impecable, también sabía que las reuniones podían salir mal o podían cambiar por cualquier detalle.

Por todo esto y porque sabía que su madre era muy discreta, se dio cuenta que algo ocurría pero no entendió muy bien qué: Después entendería que lo que ella sintió fue un escalofrío de reconocimiento y que por supuesto que supo quién era ella antes de presentarse.

Y con todo, logró esconderlo muy bien: Lucius estaba distraído contando una anécdota a Draco y Blaise para notarlo y Theodore consiguió alejar muy rápido a Arianhrod de la escena; esto era para evitar que Lucius la examinara más de cerca.

Aquella primera noche Pansy, Daphne y su madre terminaron en una salita donde ella habló con ellas ampliamente y las escuchó y tomó nota de sus personalidades, de sus sueños y deseos y Draco estaba tan inmerso en la conversación con su padre, y Blaise, mientras vigilaba la aprobación de su madre con respecto a Pansy, que no se dio cuenta que Theodore aprovechó el tiempo para "mostrarle a Arian el arte de la casa".

Blaise debió pensar que Theo quería pasar tiempo con Arian y Draco supuso que estaría ayudándola a pasar la prueba trampa con sus padres, pero en realidad lo que ellos estaban haciendo era ganar tiempo.

Poco a poco llegó la cena y después cada quien fue separándose para hacer otras cosas: Draco apenas tuvo tiempo de advertir como Theodore, Arian y su madre se dirigían a los jardines cuando su padre le pidió que fuera a su despacho.

Su padre tenía grandes noticias para él y para su próximo año en Hogwarts y otras cosas en el tenor. Todo aquello era de vital importancia y sin embargo ninguno de los dos tenía idea de cuán importante era la conversación que Narcisa, uno de sus mejores amigos y la prima que no sabía que tenía estaban teniendo en el Invernadero de su hogar.

De hecho, permaneció ignorante del tema dos benditos días más. Notó, en efecto, que su madre estaba sonriendo más que de costumbre y que ahora Arianhrod parecía pasar más tiempo a su lado del que creería posible para alguien que rehúso dos invitaciones a su casa en el transcurso de dos años. Pero Draco siguió sin preocuparse, porque no parecía tener mucho que ver con él y siguió disfrutando de sus vacaciones, de la compañía de Pansy y sus amigos y agradeció la compañía de su padre, aunque ésta, como siempre, era abrumadora en sus expectativas sobre lo que él debía ser.

La bomba le llegó al cuarto día de aquel descanso de verano. Uno de sus elfos domésticos lo despertó temprano con una invitación de su madre a mirar el amanecer desde el Invernadero y tomar té y aunque él le extrañó la invitación, fue, solo.

Su madre ya estaba en el Invernadero. Cosa curiosa, Draco recordaba muy bien lo hermosa que ella era y lo bien que se veía aquel día. Estaba vestida de color marfil, con un vestido muy elegante y una capa ribeteada de delicado encaje para soportar el frío sobre su cabeza, tapando la mitad de sus rubios cabellos. Él la quería tanto que pensó, como siempre, que acababa de ver un ángel, aunque sin alas.

Sus manos, delicadamente manicuradas, sostenían una taza de porcelana de diseño caro y exquisito.

Pero, otra vez, eso era el sello de los Malfoy. Y de casi todas las familias de sangre pura, aunque había menos y más.

Con una sonrisa que le iluminó el hermoso rostro, ella lo saludó y le pidió que se sentara.

- Desayunemos juntos.- le dijo con soltura y ambos lo hicieron en silencio, uno que él recordaría más tarde como uno "Serio."

Eso debería haberle puesto en guardia. Pero eran vacaciones y hasta ahora la vida había sido buena.

En otras palabras, Draco no tenía ni idea.

- Tengo qué decirte algo.- dijo su madre y por un momento un poco loco él sintió que ella le iba a decir que iba a tener un hermanito, algo que llevaba esperando mucho tiempo, aunque sabía que era poco probable. Su madre continuó.- Sin embargo, debes prometerme que me escucharás sin interrumpirme, sean cuales sean tus sentimientos respecto al tema que he de tratar contigo hoy.-

Draco lo prometió, aunque empezó a inquietarse. Algo, la breve sensación nebulosa de un cambio, llegó a su mente.

Narcisa Malfoy, de apellido Black cuando era soltera, habló calmadamente:

- Hace muchos años, antes de que tú nacieras, incluso antes de casarme, hubo una disputa por el liderazgo de la casa Black. En ese entonces los Black estábamos divididos en tres feudos: Los herederos de Orión Black, los herederos de Walburga Black... y la heredera de Katherine Black.

Tu tía Bellatrix y tu tía Andrómeda, así como yo misma heredamos la mayor parte de la riqueza Black porque mi padre Orión era el hijo mayor... asi como se suponía que Walburga heredaría el resto porque su hermana era demasiado pequeña y se casaría con el Black restante, el primo Charles Black. Sin embargo... las cosas se pusieron complicadas cuando nuestros abuelos decidieron que cambiarían el derecho de sucesión y decidieron que sería Katherine y no Walburga quien heredaría la otra mitad de todo.

Decir que mi tía Walburga estaba enfadada es decir poco... pero no pudo hacer absolutamente nada hasta que sus padres murieron. Entonces, reclamó el título nobiliario de los Black... pero lo cierto es que la fortuna de Katherine se quedó en sus manos... y terminó heredándola tu prima, Rigel Black, su hija.-

Draco abrió los ojos sorprendido, porque no sabía nada de una prima tan cercana, pero no interrumpió: estaba demasiado bien educado para eso.

- Verás, esto nos puso en un aprieto a todos. Se suponía que tras todo el problema con Sirius y Regulus y la muerte de Walburga, la herencia Black se había repartido entre mis hermanas y yo y cuando naciste, ya tenías el mayor rango posible, porque pertenecías a las dos familias más poderosas de los Sagrados Veintiocho... pero tu prima Rigel era la que ponía todo en peligro. Ella es unos meses mayor que tú, y tiene mayor derecho al título nobiliario de los Black... por lo que tu padre y el padre de Theodore tuvieron que arreglar las cosas. -

Draco tragó saliva. Estaba bastante seguro de cómo lo arreglaron, porque no sabía nada de esa rama de la familia.

- El caso es que tu prima creció en un orfanato... - terminó su madre.- Y está aquí en casa hoy. Tú la conoces como Arian Blackthorn... pero su verdadero nombre es Arianhrod Rigel Black. -

Draco sintió que se hundía en un pozo profundo. Se mareó, sintió que se ahogaba, estuvo a punto de boquear. Era imposible, improbable...

- Tienes que entender la importancia de este secreto, Draco. La familia de Rigel fue asesinada para que tú pudieras ser lo que eres ahora... ella no te reprocha eso, pero pide mi protección. Accede a renunciar a todos sus derechos siempre y cuando no volvamos a poner una diana en su espalda. ¿Serías capaz de hacerlo?-

Draco no supo qué decir al principio. Le pareció que todo eso era demasiado, que él no debería estar tomando esa clase de decisiones. Pero estaba tan acostumbrado a cumplir con su papel en su familia, que asintió apagadamente tras un momento.

- Si crees que es lo que debemos hacer...- dijo, aunque estaba pálido.-

Su madre le sonrió dulcemente.

- Nunca has tenido un hermanito y sé que lo deseabas. Quizá no podré darte una hermana, pero podrás encontrar en Rigel algo muy parecido. Ella podría apoyarte con todo lo que yace sobre ti, ya sabes. Es tan Black como tú y yo.-

Draco miró a su madre con todas las dudas del mundo pero en ese momento entró Rigel, que él conocía como Arian. Vestida con una túnica de terciopelo violeta, los cabellos trenzados en un modo aristocrático que él conocía bien, le sonrío de medio lado de un modo tan inconfundiblemente Black que él la reconoció de pronto. Había visto aquella belleza afilada en sus tías Bellatrix y Andrómeda e incluso la había reconocido en su madre, que era la única Black rubia de la familia.

Se quedó estupefacto y se preguntó cómo es que no se había dado cuenta antes.

- Hola primo.- lo saludó ella con voz musical.- Espero que sepas perdonar que no haya compartido mi secreto contigo inmediatamente. -

Draco la saludó formalmente, pero no encontró qué más decir. Se sentía muy perdido y bastante humillado.

Su madre lo ayudó a salir del problema:

- Dado que ni tu padre ni el padre de Theodore pueden enterarse de esto, me encargaré de que la verdad nunca esté a su alcance. Pero los dos son familia y deben aprender que la familia es lo más importante en este mundo. Sé bien que ninguna ha hecho juramento inquebrantable alguno todavía pero esto lo amerita. Puede que otros Black se hayan enfrentado pero no quiero hacerlo así esta vez. Jurarán proteger este secreto, a ustedes mismos y al otro por el resto de su vida. Yo seré su testigo.-

Narcisa Malfoy apareció ante ambos niños entonces como un ángel severo que los guiaba hacía la mejor solución. Ambos aceptaron, ya que era la única forma de evitar un derramamiento de sangre innecesario.

Y así como así, Draco prometió guardar un secreto que lo consumiría por dentro con los años.

Porque si bien no tenía problemas con que Rigel fuera su prima, en el fondo de su alma, donde nadie lo veía, sabía muy bien que él no era el legítimo heredero y que si alguien se enteraba, podría poner sus aspiraciones y ambiciones a prueba.

Fue duro para él aceptar esta noción cabalmente. Él había sido criado en la convicción de que su sangre pura lo ponía encima de todos los demás y no en vano era llamado el Príncipe de Slytherin. Todas las esperanzas y sueños de las viejas familias se habían cristalizado en él y ni siquiera Theodore o Blaise tenían un rango tan elevado como el suyo.

Él lo había tomado como su derecho natural y esa convicción era lo que lo mantenía en el camino que escogieron para él desde antes de que naciera.

Sin embargo, la aparición de Rigel rompió todo en pedazos: existía alguien que podía desafiarlo si quería. Existía alguien que podría posicionarse como igual y que si no tenía cuidado, también podría apoderarse de lo que amaba.

Incluso aunque sabía que la lealtad de Rigel era a toda prueba, Draco no podía olvidar ese hecho. Y aunque trató por todos los medios posibles de ocultarlo, no existía forma en que ese pensamiento saliera de su cabeza. Además, Rigel no era dulce ni dócil con él, por lo que las cosas empeoraron con mucha facilidad.

La amistad que podrían haber formado si sólo hubieran sido compañeros de casa, se convirtió en un anhelo doloroso repleto de expectativas que ambos sabían bien que no podían cumplir.

Él no actuaba del modo maduro y responsable que requería su poder e influencia como hubiera querido Rigel. Tuvieron infinidad de discusiones por todas las veces que ella le pidió que moderara su conducta y él se quejó amargamente de su falta de confianza y su insubordinación. Cuando ella pasó a poner en duda su liderazgo, esa herida tardó mucho en cicatrizar.

Ella no lo apoyaba incondicionalmente como Draco quería. Acostumbrado a obtener todo lo que deseaba, esperaba que Rigel fuera un apoyo en tiempos difíciles y no discutiera ni sus fallos ni sus virtudes. Sin embargo, Rigel tenía un carácter fuerte y no dudaba en recriminarle sus errores si creía que era necesario. Draco debió haber entendido en algún momento que sus críticas también eran un modo de respaldarlo, pues no lo criticaba delante de personas que pudieran lastimarlo, pero Draco se sintió atacado y actúo en respuesta. Eso les dejó heridas a ambos de humillación y abandono.

Cuando ambos accedían a dejar el apellido de lado, que era lo que los unía, paradójicamente, les iba mejor. Se reían juntos porque les divertían las mismas cosas y accedían a ser más considerados con lo que el otro necesitaba. Tal vez si la guerra no hubiera ocurrido, ellos podrían haber limado sus diferencias pero la guerra llegó y el liderazgo de su grupo recayó, como era de esperar, en Draco y cuando él no estuvo a la altura, Rigel no se lo perdonó.

La poca paciencia de ambos explotó cuando Draco decidió separarse de Pansy. Y Draco se había dado cuenta que algo se rompió entre ellos en esos años que trataban de sostener a flote a la familia. Sentía muy dentro suyo que Rigel no veía por qué había tenido que darle su lugar a Draco cuando él no había hecho nada relevante con su nombre.

En sus peores momentos, Draco le daba la razón. Se sentía un impostor y no sabía cómo arreglar las cosas. Y nunca pudo explicárselo con claridad, porque era demasiado orgulloso para aceptar en voz alta lo que tenía por cierto en el corazón.

Su silencio fue su ruina. Y cuando su prima murió, se sintió como un farsante. En cierto modo castigándose con la soledad que sentía que merecía después de haberle fallado a su familia, se alejó de todo aquello que pudo haberle hecho feliz.

Pero no le dio explicaciones a nadie, guardando el secreto como una pesada losa que lo estaba ahogando hasta que le gritó a Blaise la verdad.

En honor a la sinceridad, él había deseado que el Juramento que hizo siendo niño lo matara.

Su corazón se hundió un poco más cuando no pasó nada y comprendió que no tenía sentido guardar nada ahora, que el cuerpo de su prima estaba seis metros bajo tierra.

Así que estaba allí en ese momento, mirando a la tumba de Rigel. El nombre verdadero de ella estaba en la lápida escrito detrás de un poderoso glamour que él mismo colocó. La tumba se encontraba inesperadamente limpia y se preguntó quién había visitado a su prima recientemente.

Hablo con su prima un rato y de pronto sintió la cálida mano de su madre en su hombro.

- No pensé que estuvieras aquí hoy, hijo. ¿Le cuentas tus penas al viento o esperas que Rigel te escuche donde quiera que esté?-

...

"-¿Qué fue lo que pasó, Theodore Nott? -"

"- Pasó lo inevitable en el tipo de familia que tenemos: Draco sabía que sólo podía ser el Príncipe Sangre Pura mientras Arian se lo permitiera. Ante el resto, sus peleas eran simples escaramuzas, pero entre ellos, eran verdaderas luchas de poder. Arian le cedió el trono a Draco, pero quería que hiciera un buen trabajo ... y él deseaba complacer sus expectativas tanto o más que la de sus padres. Porque al final, él sabía que fue causante, aunque no culpable, de la muerte de los padres de Arian. Y creo, querida Pansy, que una parte de él no creía estar haciendo un buen trabajo. Pero no podía abdicar ni alterar la realidad. Debe haber sido complicado vivir en ese equilibrio, para ambos. Y creo que la peor parte es que se querían muchísimo, pero no se perdonaban nada. Por eso es que Draco no es feliz. No quiere serlo, no ahora que su prima murió. Supongo que ha de pensar... que vive una vida que no le corresponde tener.