"Las Sombras de Midgar"
Capítulo 1: La Espina en la Flecha
En las oscuras profundidades del edificio Shinra, la atmósfera estaba cargada de tensión mientras se celebraba una reunión importante entre los altos mandos. Algunos de ellos entraban y salían precipitadamente de una suite privada, sufridos por el agobiante calor y las presiones políticas en constante aumento.
Cloud Strife, un SOLDADO de primera clase y el más prometedor novato que Shinra había visto nunca, esperaba paciente ante la puerta principal del edificio. Había recibido una llamada urgente de Angeal Hewley, su superior inmediato y mentor, instándole a acudir a esta reunión de emergencia. Nunca antes había sido requerido para algo así y eso lo intrigaba...
Mientras Cloud esperaba, escuchaba los murmullos y risas provenientes de dentro del edificio. De repente, la puerta se abrió y un hombre alto y elegante, con un cabello largo y plateado, y un rostro sereno y frío, salió a su encuentro.
— Cloud —dijo Sephiroth con voz suave y calmada como un río glacial—. Me alegra verte aquí. Tu presencia nos honra.
Cloud se sintió desconcertado por el trato especial de Sephiroth. Ninguno de los superiores se había dirigido a él de esa manera antes. El general extendió su mano para estrechar la de Cloud, quien, con un gesto automático, se la ofreció.
— Cloud, tu destreza en combate me ha impresionado. Espero que esta ocasión sea igual de emocionante.
A lo que Cloud respondió con un simple:
— Gracias.
Después de aquel intercambio de palabras corteses, Sephiroth guió a Cloud hacia el despacho de Angeal Hewley. Cuando llegaron, encontraron a éste y a otros altos oficiales reunidos en torno a una gran mesa. Angeal se dirigió al joven SOLDADO con una expresión grave.
— Cloud, necesito que te unas a mí en mi investigación sobre un posible incidente en el Sector 5 —explicó—. Al parecer, una de nuestras operaciones de limpieza se ha saldado con más víctimas de lo previsto.
Sephiroth se unió a ellos, observando con interés mientras Angeal explicaba los detalles. Cloud notó que el general mantenía sus ojos fijos en él durante un momento prolongado, lo que hizo que se sintiera incómodo. Luego, Sephiroth se giró hacia Angeal y preguntó:
— ¿Qué crees que está pasando en el Sector 5, Angeal? ¿Hay algún problema con nuestra limpieza?
Angeal tomó una respiración profunda antes de responder.
— Desafortunadamente, sí. Nuestros informantes en el sector han reportado un número excesivamente alto de civiles muertos después de la operación. No podemos descartar la posibilidad de una falla en nuestras estrategias o mala interpretación de inteligencia.
La respuesta de Angeal confirmó su sospecha de que algo iba mal. Sephiroth se mostró receptivo y curioso, lo que intrigó a Cloud, quien ya comenzaba a descubrir la complejidad detrás de la apariencia fría y distante del general.
Sephiroth asintió con calma, su semblante imperturbable. Sin embargo, su tono de voz cambió levemente cuando habló.
— Entiendo. Debemos investigar este incidente más a fondo. Cloud, me gustaría que me acompañaras en este análisis. Tu perspectiva fresca podría ser útil.
Aunque sorprendido, Cloud asintió y se comprometió a ayudarlo. Ningún otro superior le había pedido su colaboración de esa forma.
Sephiroth les indicó que comenzaran su investigación en el Sector 5 inmediatamente. Mientras descendían en ascensor del edificio hacia el exterior, Cloud notó que el general se mantenía callado, absorto en sus propios pensamientos. Era extraño ver a Sephiroth tan silencioso, dado su carácter expansivo y hablador.
De repente, Sephiroth rompió el silencio con una pregunta inesperada.
— Cloud, ¿has experimentado alguna vez la sensación de estar fuera de lugar? Como si no pertenecieras a tu propio mundo...
Cloud se sorprendió por la intimidad de la pregunta, pero respondió honestamente.
— A veces... En realidad, siempre he sentido que no encajo del todo en mi rol de SOLDADO. No sé si es porque soy demasiado humano o si simplemente no soy adecuado para este trabajo.
Sephiroth giró su cabeza para mirar directamente a Cloud, y éste notó una mezcla de curiosidad y comprensión en los ojos del soldado.
— Yo también he experimentado ese tipo de sentimientos —confesó Sephiroth—. A veces siento que estoy por encima de este mundo, que no pertenezco a él. Sin embargo, mi deber me lleva a cumplir un papel determinado dentro de esta organización. No siempre es fácil, pero tengo que aceptarla.
La sinceridad en la voz del general sorprendió aún más a Cloud. Nunca lo había visto hablar así, revelando aspectos personales. Esto los aproximó un poco, y el joven SOLDADO se dio cuenta de que quizás existiera algo más detrás de aquella fachada fría y controladora.
Al llegar al borde del depósito de chatarra en el Sector 5, el ambiente ya revelaba las condiciones desfavorables y peligrosas que prevalecían allí. Los sonidos de chirridos, estallidos y gritos procedentes de la masa de restos de maquinaria y basura se combinaban en una sinfonía hostil que golpeaba los nervios.
Mientras avanzaban entre la chatarrería, Sephiroth y Cloud continuaban su conversación. La sincera confidencia del general parecía haber abierto una pequeña brecha en el muro que rodeaba su personalidad, y el joven SOLDADO aprovechó el momento.
— Sé lo difícil que puede ser ajustarse a un rol determinado cuando no es el que queremos.
Pero incluso con ese reconocimiento mutuo, el ambiente áspero y la tensión inevitable de su misión pronto los sacó del tema íntimo. Al cruzar un puente precario sobre el arroyo contaminado, Cloud señaló el túnel que se extendía a lo lejos. Un tren subterráneo de Shinra acababa de salir de él, emitiendo una nube de humo sucio y ruidoso que reverberaba en la cavernosa atmósfera.
— Allí debe ser la estación que conecta con el barrio marginal —indicó Cloud, observando la plataforma de embarque junto al andén.
Sephiroth asintió y se acercó al borde, contemplando el desorden y la miseria que se extendía más allá del andén.
— Sí. Aquí es donde nuestra investigación comienza.
Se acercaron a la estación y un vendedor ambulante llamó su atención con voces insistentes. Estaba vendiendo comida enlatada y bebidas refrigeradas desde su pequeño carro, probablemente uno de los pocos recursos económicos para los pobres residentes del Sector 5. Cloud miró con aprensión alrededor, la suciedad que reinaba en ese extremo marginal de Midgar.
Mientras tanto, Sephiroth parecía fascinado por los diferentes ruidos y olores que rodeaban la estación, como un científico examinando una muestra extraña. Se acercó a un poste donde había un mapa de los barrios bajos del Sector 5, marcando el cruce de varias calles importantes. El general estudió detenidamente el mapa, moviendo su dedo sobre las marcas y líneas. De repente, su pulgar se detuvo en una pequeña X dibujada en el extremo sur del sector, cerca de la línea divisoria con el Sector 6.
— ¿Este punto aquí? —preguntó a Cloud, quien se acercó para ver mejor—. Según nuestros informes, esto corresponde a la ubicación exacta donde se produjeron las muertes más numerosas durante nuestra última operación de limpieza.
Cloud observó la posición en el mapa y recordó las noticias de la tragedia.
— Así es, está cerca de la casa de Aerith. Oí decir que hubo varios muertos allí durante la operación.
Sephiroth guardó silencio unos momentos, su mirada perdida en el mapa como si viera algo más allá de las líneas dibujadas. Luego, se volvió hacia Cloud con un gesto decidido.
— Vamos a investigar ese lugar en particular. Puede que allí encontramos pistas clave para entender qué salió mal.
Sin darle tiempo a Cloud para responder, Sephiroth comenzó a caminar rápidamente hacia la salida de la estación. El joven SOLDADO lo siguió, sintiendo una mezcla de curiosidad y preocupación. El general nunca le había ordenado directamente, pero su autoridad y convicción eran innegables.
Al salir del refugio de la estación, se enfrentaron a la brutal realidad del barrio marginal. Las callejas tortuosas del barrio estaban repletas de gente hambrienta y desvalida que sobrevivía en un entorno de ruinas y mugre. Cualquier signo de normalidad o bienestar parecía ajeno en ese lugar. Sephiroth avanzó con confianza por entre la multitud, atravesando tiendas de segunda mano que ofrecían objetos rotos y usados a precios absurdos. Sus altos pasos y porte imponente no parecían afectar a la gente, que apenas lo miró pasar.
Mientras tanto, Cloud tenía problemas para mantener el ritmo, distraído por el panorama caótico que lo rodeaba. La miseria y el desamparo de esos seres humanos lo conmovían en lo más profundo. Sephiroth notó que el joven SOLDADO tropezaba un poco con cada paso, su atención dividida entre seguirlo y procesar las imágenes deprimentes del barrio marginal. Con una sorpresa momentánea, el general se detuvo abruptamente en mitad de la calle, haciendo a Cloud detenerse. Sephiroth extendió sus brazos y envolvió al joven SOLDADO en un abrazo firme, lo que sorprendió mucho a Cloud. El joven de cabello rubio se quedó quieto por un momento, sorprendido por la inesperada demostración de cercanía, y luego devolvió el abrazo con cierta torpeza. Sephiroth lo apretó contra su cuerpo, con una calidez sorprendente.
— Todo irá bien, Cloud —murmuró el general en su oído—.
Sus palabras resonaban en la oreja de Cloud como un ruego de seguridad en un momento en el que ni siquiera el joven SOLDADO sabía si realmente se podía encontrar esperanza allí. Durante aquel breve intervalo de intimidad, Cloud experimentó un torrente de sensaciones: la tranquilizadora estabilidad que irradiaba Sephiroth, su incomparable fortaleza en medio del caos; la compasión latente detrás de esos fríos ojos.
Poco después, el hombre alto y de cabello plateado lo soltó, aunque sus dedos se retuvieron un instante sobre el uniforme de Cloud antes de desprenderse. La tensión volvió a afirmarse en el gesto sereno y altivo del general.
Sephiroth se apartó, su mirada recuperó su brillo distante y su postura se enderezó de nuevo, como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, para Cloud, la impresión del abrazo y la seguridad que había transmitido estaba aún viva.
— Vamos, tenemos trabajo que hacer —dijo Sephiroth, volviendo a avanzar con decisión a lo largo de la calle.
Cloud lo siguió, sus pies retomaron el ritmo y su mente empezó a enfocarse en la tarea que los esperaba. La conversación anterior y la extraña demostración de solidaridad del general aún flotaban en el aire, pero el joven de cabello rubio optó por no profundizar en ellas, por ahora.
Después de una caminata larga y tormentosa a través del barrio marginal, llegaron a una zona relativamente menos degradada, con calles más anchas. Justo antes de llegar a la calle principal que marcaba la frontera con el Sector 6, Sephiroth se detuvo ante un edificio destartalado, rodeado de un amplio espacio vacío.
— Este es el lugar —dijo, su tono calmado y analítico—. Aquí se produjeron algunas de las muertes durante la operación.
Cloud miró alrededor y vio una zona aplastada en el suelo, donde las piernas y brazos de algunos cuerpos sobresalían de la maleza. El general se acercó a uno de los cuerpos, sus ojos felinos de un verde más claro que la esmeralda analizando detenidamente la posición y el estado de los decrépitos cadáveres.
— Parece que murieron por causas violentas —comentó—. Hemorragias internas, fracturas y lesiones por impactos.
Cloud se unió a él, observando los restos. Era difícil creer que esto hubiera sucedido durante una operación oficial de limpieza de Shinra.
— ¿Crees que los nuestros podrían haber causado esto por error? —preguntó Cloud, dudando que su equipo pudiera ser tan imprudentes—.
Sephiroth sacudió la cabeza lentamente, negando con firmeza la idea de un accidente.
— No, Shinra no comete errores. Cuando queremos eliminar a alguien o algo, lo hacemos de manera efectiva.
Se acercó aún más a los cadáveres, inspeccionando las ropas y objetos personales dispersos. Mientras tanto, Cloud seguía mirando los restos, analizando detalles que hasta ahora habían pasado desapercibidos. Fue entonces cuando reparó en una mancha de sangre roja oscura en el suelo, cerca de un charco más oscuro y espeso en la dirección al jardín de Aerith, que se encontraba a unos cuantos metros de distancia. La conexión entre la escena de la muerte y el jardín de Aerith se hizo evidente para el joven SOLDADO en ese momento. La sangre se extendía por el suelo, marcando un camino hacia el pequeño oasis verde entre la degradación del barrio marginal.
Con un nudo en el estómago, Cloud se dirigió hacia la fuente de la sangre, su mente tratando de encajar las piezas de la información disponible. ¿Qué relación podría haber entre Aerith y este horrible descubrimiento? Se detuvo en el borde del jardín, mirando hacia las flores.
— Sephiroth, creo que encontramos la conexión —dijo, su voz apenas audible—. La sangre lleva hasta aquí, hasta el jardín de Aerith.
Sephiroth se acercó a Cloud y, juntos, examinaron la entrada al jardín. El general se detuvo un momento, sus pensamientos también intentando dar sentido a los datos recopilados. La posible implicación de Aerith en este trágico evento lo intrigaba.
— Tienes razón —aceptó Sephiroth finalmente—. Esta es la ruta que seguía la sangre, y el jardín de Aerith está en la vecindad. Si Shinra está involucrado en algo sospechoso, es probable que esa mujer esté en el centro de todo.
Mientras tanto, la energía del jardín parecía vibrar en el aire, invitando a explorar más a fondo aquel oasis de paz en el corazón de la miseria urbana.
Aerith apareció abriendo la puerta de su casa, sorprendida al ver a Cloud y Sephiroth. Su cabello trenzado y castaño claro, adornado con una cinta rosa, se movía suavemente al viento, mientras que sus ojos verde esmeralda brillaban con una luminosidad natural. Aunque el joven de cabello rubio nunca había manifestado interés romántico por ella, la Cetra siempre había mantenido una atracción inconsciente hacia el joven SOLDADO. Esa debilidad emocional la hacía vulnerable en un momento en el que la realidad era sombría.
— ¡Hola, Cloud! —saludó con su sonrisa característica—. ¿Qué te trae por aquí?
Su voz era melodiosa y optimista, pero Cloud podía detectar una nota de ansiedad detrás de su alegría. Se sintió incómodo al encontrar a Aerith allí, y su respuesta fue cortés pero evasiva.
— Hola, Aerith. Sephiroth y yo estamos investigando unos hechos en el barrio. No queríamos molestarte.
Desvió la mirada, nervioso, al darse cuenta de cómo su presencia afectaba a la mujer que siempre había mostrado simpatía hacia él, a pesar de su distancia emocional.
Aerith observó a Sephiroth con curiosidad, consciente de su reputación como general de SOLDADOs, y notó su presencia imponente y seria.
— ¡Oh! Investigaciones, ¿eh? Bueno, si puedo ayudarte en algo... —dijo, tratando de mantener la conversación ligera—. Esta zona es tranquila en general.
Sephiroth permanecía en silencio, observando a los alrededores con atención mientras la mujer hablaba. Cloud notó su gesto y decidió tomar la palabra, deseando cambiar el rumbo de la conversación.
— No te preocupes, Aerith, estamos bien. Solo queremos saber más sobre lo que pasó aquí.
El peso del descubrimiento se hacía sentir, pero Cloud necesitaba encontrar una forma de compartirlo con la amistosa Cetra sin despertar sospechas. Aerith notó la seriedad en el rostro del joven rubio, y su optimismo se veía sombreado por la inquietud.
— ¡Hmm! Bueno, yo no sé de nada sospechoso. Como mencioné, esta área es tranquila...
Sin dejar que Aerith terminara su respuesta, Sephiroth interrumpió, su voz calmada pero firme.
— Existieron muertes aquí, Aerith. Sangre en el suelo y cadáveres cerca de tu hogar. Nosotros investigamos porque no está claro quién o qué podría ser responsable.
El general habló con precisión, exponiendo los hechos sin dramatismo, pero la gravedad de su declaración era inmutable. Aerith palideció, su sonrisa se desvaneció y los ojos se ensancharon. Mientras tanto, Sephiroth no podía evitar notar la forma en que la Cetra se fijaba en Cloud, con un brillo especial en sus ojos verde esmeralda que no había advertido antes. Una sensación de molestia, inexplicable a primera vista, comenzó a crecer dentro del general.
Sephiroth no entendía por qué la visión de Aerith mirando a Cloud con ese brillo especial en los ojos lo incomodaba tanto. Él era Sephiroth, el legendario SOLDADO, el más poderoso y héroe. ¿Por qué debería sentir celos por el interés de una simple humana hacia otro hombre? Pero aquella sensación persistía, una mezcla de envidia y frustración que lo sacudía por dentro. Lo arrancó de sus pensamientos la respuesta de la mujer, que habló con una voz débil pero firme.
— ¿Muertes cerca de mi casa? ¿Sangre? Oh, no... Esto es terrible. Pero no tengo idea de quién podría ser el culpable. ¿Podría estar relacionado con mi condición de Cetra?
Sephiroth se centró nuevamente en la investigación, intentando ignorar el nudo que sentía en el estómago. Podía ser que simplemente estuviera reaccionando al shock de las muertes y no tenía nada que ver con el afecto que sentía por Cloud, que todavía no reconocía como tal.
— Probablemente esté relacionado, Aerith —dijo con su tono neutral—. Shinra ha estado persiguiendo a tu gente debido a ciertas habilidades que poseéis.
Mientras hablaba, observó de reojo a Cloud, que seguía nervioso y evasivo. Sephiroth no entendía por qué, pero se sentía impulsado a proteger al joven SOLDADO de las miradas intensas de aquella mujer.
— Vamos a investigar más —continuó Sephiroth, haciendo un gesto hacia los restos—.
Juntos, Cloud y Sephiroth comenzaron a inspeccionar los restos de los civiles caídos, examinando las ropas y señales de batalla que quedaban. La escena era sombría y triste, pero ambos se sumergieron en la tarea con una determinación serena.
Mientras tanto, Aerith observaba desde un costado, su mirada volviéndose cada vez más insistente hacia Cloud. Él, sin embargo, mantenía la concentración en la investigación, ignorando las tentativas de la Cetra de capturar su atención.
— Cloud, ¿te sucede algo? —le preguntó Aerith, aproximándose con una expresión preocupada—. Estás muy callado hoy.
Cloud se encogió de hombros, evadiendo su mirada.
— Todo bien, Aerith.
Sephiroth se dio cuenta de la insistencia de Aerith en molestar a Cloud y decidió intervenir, su voz calmada pero firme resonando en el aire.
— Aerith, necesitamos concentrarnos en la investigación. Por favor, déjanos trabajar.
La Cetra retrocedió un paso, su sonrisa desapareciendo temporalmente bajo la leve irritación.
— Oh, discúlpame.
Después de asegurarse de que la mujer se apartara, Sephiroth regresó al lado del joven SOLDADO, sus ojos felinos analizando la escena de la batalla.
Mientras trabajaban, el general no pudo evitar reflexionar sobre los sentimientos que Cloud provocaba en él. Esa resistencia constante a sus avances, combinada con la creciente dependencia que sentía, lo hacían sentir... como una espina en la flecha que se clavaba lentamente dentro de él. Una sensación extraña, dolorosa y al mismo tiempo atractiva. Sephiroth nunca había experimentado algo así antes. Era como si el joven rubio hubiera disparado una flecha en su corazón, una punta afilada que se hundía profundamente, desafiando su voluntad de control. Esa flecha representaba el poder que Cloud tenía sobre él, un dominio implícito que él no podía negar. Y a medida que la investigación avanzaba, la sensación crecía, hasta el punto de que el general comenzaba a perder la noción de quién estaba investigando a quién.
Después de una meticulosa inspección, Sephiroth y Cloud finalizaron su análisis de los restos. Entre las pertenencias encontradas, había un diario personal que pertenecía a uno de los fallecidos. Con cuidado, el hombre de cabello plateado lo abrió y comenzó a leer.
— Cloud, mira esto —dijo, mostrándole una página concreta—. Este hombre habla sobre una figura misteriosa que ha estado ayudando a los habitantes del Sector 5, especialmente a los más pobres y marginados. Algunos incluso la han visto como una especie de ángel protector.
Cloud leyó el pasaje y se sorprendió al darse cuenta de que el texto se refería a Aerith.
— Está claro, —dijo Cloud— se trata de Aerith.
Sephiroth guardó el diario con gesto reflexivo.
— Si su teoría es correcta, Aerith sería la persona descrita como una figura misteriosa que ayuda a la comunidad. Pero, según esto, parece que nuestro intento de "limpiar" el Sector 5 fracasó miserablemente, y fue su presencia la que provocó este resultado adverso. —Sephiroth entrelazó sus dedos, pensativo—. No podemos permitir que una individuo como Aerith siga obstaculizando nuestros planes. Quizás debamos tomar medidas drásticas contra ella, ya que está claro que no es amiga de Shinra ni del orden que nosotros promovemos.
Después de una pausa, Sephiroth se levantó, su figura imponente dominando la escena.
— Vamos a informar a Angeal sobre nuestros hallazgos. Es hora de que se tome una decisión sobre qué hacer con respecto a Aerith y el Sector 5.
Cloud asintió, aunque no compartía del todo la postura del general. Sabía que Aerith era inocente y que Shinra era el verdadero culpable detrás de la tragedia.
— Deberíamos investigar más antes de tomar decisiones —sugirió, tratando de ser prudente—. Podría haber más cosas que no sepamos aún.
Sephiroth giró la cabeza hacia Cloud, su mirada penetrante revelando una determinación inflexible.
— Ya hemos recopilado suficiente información, Cloud. No tenemos tiempo para investigaciones adicionales.
Mientras tanto, Aerith se acercó discretamente, escuchando atentamente la conversación. Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de preocupación y determinación propias de alguien que sabía demasiado sobre la situación real del Sector 5.
— ¿Y qué propones hacer conmigo, Sephiroth? —preguntó, su voz suave pero cargada de tensión—. ¿Crees que soy un peligro para ti y tus planes?
Sephiroth miró a la mujer con un gesto desagradable.
— Tú eres la amenaza, Cetra. Tu presencia aquí es un desafío a nuestra autoridad.
Cloud colocó una mano en el brazo de Sephiroth, intentando moderar su enfado.
— Sephiroth, vamos hablar con Angeal primero. Necesitamos coordinar nuestras acciones.
Con una expresión enigmática, Sephiroth desvió la mirada hacia Cloud, sus ojos rasgando el espacio que los separaba. Al sentir su mano, el general experimentó un escalofrío que lo recorrió desde la punta de los dedos hasta el fondo de su alma. Fue una sensación desconocida, aterradora en su intensidad, pero también irresistible. Se sintió invadido por una corriente de deseo, pero se contuvo.
— De acuerdo —aceptó, su voz un poco más suave que antes—. Vamos a hablar con Angeal.
Sin decir ni una palabra más, Sephiroth dio media vuelta y se dirigió hacia la salida del jardín. Cloud lo siguió, con un corazón acelerado que apenas podía explicar.
Mientras Sephiroth y Cloud se marchaban, Aerith se quedó sola en el jardín, su corazón golpeando con fuerza en su pecho. Observó cómo el joven rubio caminaba junto al general, sin una sola mirada atrás para despedirse de ella. La Cetra lo amaba, con toda su alma, pero ahora, veía que Cloud había encontrado otro objetivo...
La mujer sintió una amarga tristeza inundarla, una sensación de pérdida irreversible. Con la cabeza baja, se dirigió lentamente hacia su casa.
Sephiroth y Cloud avanzaban por los barrios marginales del Sector 5 mientras se sumergían en sus pensamientos solitarios. El general no podía quitarse de la mente la impresión que el joven SOLDADO había tenido en él, como una fuerza que lo había vuelto loco de deseo. Esa sensación de control absoluto sobre él era nueva y confusa.
Por otro lado, Cloud se sentía abrumado por sus propias emociones, especialmente su creciente atracción hacia Sephiroth, a pesar de todas las dudas y miedos que generaba en su interior. ¿Qué pasaba con él? Nunca se había sentido de esa manera antes.
Ambos intentaban mantener las apariencias, caminando erguidos y en silencio hacia Shinra donde esperaba Angeal Hewley.
