Capítulo 6. Trampa u oportunidad (2ª parte).

Tomoyo se sentó en suelo con la espalda apoyada junto a la chimenea rememorando tiempos mejores mientras miraba la portada de uno de sus best sellers, "Retracciones". En la portada se dejaba claro que era una novela ganadora del prestigioso Premio Nacional de Literatura, mientras que en la contraportada se podían leer comentarios de críticos literarios que aseguraban que Tomoyo Daidouji volvía a convertirse en una leyenda de la literatura japonesa con esa novela. Pero aquellos días parecían muy lejanos y habían quedado atrás.

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–"Clow Novels" ya ha salido. –dijo Shaoran dejándole a Sakura la nueva edición de la publicación sobre su mesa. Ella tomó la publicación para ver la portada, donde venían algunos de los títulos de las novelas serializadas que se podrían encontrar dentro. –Tengo la corazonada de que este nuevo capítulo se va a convertir en la nueva obra maestra de Tomoyo.

–Sí. –dijo Sakura algo ausente buscando el capítulo que ella misma había escrito.

–Bien. Decidle a Tomoyo que espero deseoso el próximo capítulo. –dijo Shaoran.

–Entendido. –dijo Kaho, al ver que Sakura estaba demasiado centrada en ver su capítulo publicado.

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Ya en su apartamento, Sakura entró en internet para ver las críticas que había recibido el primer capítulo de "Residente en la fantasía" por parte de los lectores de "Clow Novels". Al acabar de leerlas no pudo evitar que se le formara una gran sonrisa de satisfacción. Al fin y al cabo, todas las críticas habían sido positivas y esta vez no se trataba sólo de una trama, sino de un capítulo escrito íntegramente por ella.

Los lectores pensaban que "Residente en la fantasía" era excelente y muchos pensaban que Tomoyo Daidouji había superado su bache. Otros aseguraban que con capítulos así, "Residente en la fantasía" acabaría convirtiéndose en el serial favorito de muchos y que no podían esperar por el siguiente capítulo.

A continuación, comenzó a escribir una novela para Tomoyo: "El canto del cerezo".

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Por su parte, Tomoyo también estaba leyendo los comentarios. Aunque de alguna forma esos comentarios positivos salvaban su estatus como escritora, la realidad era que no hacían sino hundirla más, puesto que le recordaban continuamente que en realidad, esas alabanzas no iban dirigidas a ella, sino a su escritora fantasma.

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–Buenos días. –saludó Sakura cuando llegó al día siguiente a su lugar de trabajo.

–Buenos días. –saludó Kaho desde su mesa.

–Oye, Kaho. Sobre mi sueldo, ¿no crees que ha habido un error? Es demasiado. –preguntó Sakura sacando su cartilla bancaria.

–No está mal. Tomoyo quería recompensarte por trabajar tan bien. –dijo Kaho sin quitar su mirada de su ordenador.

–No me lo esperaba. Me lo estaba tomando como unas prácticas remuneradas. Por eso me ha sorprendido ver este sueldo. –dijo Sakura.

–No te preocupes por eso. –dijo Kaho.

–Pero esto es como si…

–¿Cómo si qué? –preguntó Kaho sin dejar acabar su comentario.

–No, nada. –dijo Sakura, que pensó que era mejor dejar el tema.

–Supongo que eres consciente del próximo plazo. –dijo Kaho como una forma de decirle que se pusiera a trabajar de una vez en "El canto del cerezo".

–Sí. –dijo Sakura. Entonces entró Tomoyo.

–Buenos días. –saludó Kaho.

–Buenos días. –saludó Sakura también.

–Buenos días. –saludó Tomoyo.

–Tomoyo. Tenemos una petición para un coloquio. –informó Kaho.

–¿De quién? –preguntó Tomoyo.

–De Naoko Yanagisawa. Pero no creo que necesites ir. –añadió Kaho, consciente de que le incomodaba la vuelta de Naoko a la novela. Además, aunque casi imperceptible, Kaho la conocía demasiado como para que le pasara desapercibido el rictus en la cara y la tensión que desprendía su cuerpo.

–Lo pensaré. –dijo Tomoyo.

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Cuando Sakura llegó al apartamento no supo por qué, pero se le vino a la cabeza las grandes expectativas que tenía Tomoyo sobre ella, al igual que la última charla que tuvo con Eriol, asegurando que era la única que podía ayudar a Tomoyo. Después volvió a mirar el saldo de su cuenta de ahorros y se preguntó si estaba haciendo lo correcto. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el tono de su móvil.

–Hola, Yukito. –saludó Sakura.

–Hola. ¿Cómo estás? –preguntó Yukito.

–Bien. –dijo ella, que aún se sentía algo aturdida por los pensamientos que le habían venido a la cabeza antes de que el teléfono la interrumpiera.

–Me debatía entre si debía llamarte o no, pero…

–Claro que sí. –dijo Sakura haciéndole saber que se alegraba de que la hubiera llamado. Aunque hubieran roto su compromiso, habían quedado como amigos y siempre se iban a guardar mucho cariño.

–Mientras estés bien, me alegro, pero no dejo de pensar en Tomoyo Daidouji. Es genial que te abras camino y estés trabajando en Tokio, pero creo que no deberías estar con ella. A saber en qué está pensando. Creo que no es normal. –dijo Yukito, que con el único encuentro que mantuvo con ella en aquella tensa cena, sentía que la famosa escritora no era trigo limpio.

–No te preocupes. Estaré bien. –dijo Sakura.

–Está bien. Como quieras. –asumió Yukito. –Nos vemos.

–Adiós. –se despidió Sakura. Aunque no quiso preocupar a Yukito, sí que era cierto que había algo que Sakura sentía que no estaba bien.

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Prácticamente había pasado un mes y Sakura no había parado de trabajar. No sólo había tenido que escribir "Residente en la fantasía", sino que también había escrito la nueva novela para Tomoyo en tiempo récord. A falta de unos retoques, saldría al mercado en breve. De hecho, ya se estaba anunciando en el tablón de la entrada al edificio de la editorial Clow. La cara de Tomoyo presidía el tablón principal para convencer a los lectores de comprar su última novela.

Sakura entró al edificio y esperó a que apareciera Eriol, que esta vez la recibiría en un despacho privado.

–Siento haberte llamado con tan poco margen de tiempo. Sé lo ocupado que estás. –se disculpó Sakura cuando entró Eriol con un gran sobre en la mano.

–¿Qué necesitas? –sentándose en el sofá de enfrente de Sakura.

–Quería saber durante cuánto más tiempo esperas que escriba bajo el nombre de Tomoyo. ¿Cuándo crees que se encontrará mejor para escribir? Sospecho que está cansada de formas que ni siquiera me puedo imaginar, pero no acaba de convencerme lo de escribir novelas por ella.

–La he leído. –dijo Eriol entonces sacando un tocho de folios sujetos por una pinza. Era la novela que ella entregó impresa a Shaoran Li antes de que comenzara a trabajar para Tomoyo: "A mi segundo yo". –Estamos haciendo los preparativos para publicarla.

–¿Eso significa…? –Sakura estaba casi sin palabras porque no vio venir aquello.

–Y por supuesto, esta vez lo haremos con tu firma. –aseguró Eriol.

–¿Lo dices en serio? –preguntó Sakura.

–Ya te dije que tendría tus intereses en consideración. –dijo Eriol, que se levantó y le extendió la mano. –Felicidades por tu debut.

Sakura se levantó y le estrechó la mano.

–Muchas gracias.

–Eso sí. Confío en que continúes escribiendo las novelas serializadas de Tomoyo. –dijo Eriol.

–De acuerdo. –dijo Sakura, que aunque era algo con lo que no se sentía demasiado cómoda, no podía negarse. Al fin y al cabo, Eriol la estaba ayudando para publicar su propia novela y con su propio nombre.

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–¿Sakura Kinomoto? Jamás había oído hablar de ella. –dijo el jefe del departamento de contabilidad cuando Eriol le planteó la idea de publicar a esa escritora desconocida y del que necesitaba el visto bueno para ver si era viable económicamente.

–Serían tres mil copias. –explicó Eriol.

–¿Con pérdidas de dos millones de yenes? Pensaba que no publicabas lo que no se podía vender. ¿Qué ha cambiado?

–Por favor. –insistió Eriol sin dar explicaciones.

–Estás tramando algo de nuevo, ¿verdad? –dijo el contable alzando la voz, de manera que algunos trabajadores giraron la mirada hacia allí.

–Claro que no. –dijo Eriol

–¿Estás en apuros? –preguntó el contable más bajo para que nadie les oyera.

–Por favor.

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Tomoyo y su hijo Yue cenaban en silencio. O al menos Yue cenaba, porque Tomoyo sólo mantenía la mirada en su hijo.

–Me estás dando miedo. –dijo Yue al notar que su madre no apartaba su mirada de él. –¿Qué miras?

–Al principio creía que escribía novelas por tu bien. –dijo Tomoyo.

–¿Qué?

–Pensé que si se vendían bien, podría escribir en casa y trabajar a mi propio ritmo. Tú eras pequeño y creía que sería una buena forma de tener tu compañía. Pensé que sólo tendría que ser paciente hasta que mis obras comenzaran a venderse. Pero no ocurrió de esa manera. Cuanto más vendía, más querían los lectores. Esperaban que siguiera escribiendo al mismo nivel. Pero eso se acaba cuando ya no puedes escribir más. Nunca se sabe cuándo te quedarás fuera de este mundo. Por eso aceptaba todos los encargos que podía. Pero lo cierto es que quería hacer las cosas normales que hacen las madres, como prepararte los obentos para el colegio.

–Genial, excusas. –dijo Yue fríamente.

–Tienes razón. –admitió Tomoyo.

–¡Gracias por la cena! –le dijo Yue a la sirvienta, que se encontraba en la cocina limpiando.

–Espero que te haya gustado. –dijo la sirvienta. Yue se levantó y dejó sola a su madre con la cena que todavía no había probado.

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Tras la cena, Tomoyo se reunió con Eriol en su despacho de la casa de la costa, que también era como un refugio de su vida personal.

–Esto es estúpido. –dijo Tomoyo. –¿Tengo que aferrarme al hecho de que valga la pena aprovecharme de Sakura?

–¿Vas a dejarlo, entonces? –preguntó el editor.

–Ahora no puedo dejar el trono de reina de la literatura. No quiero dejarlo. –dijo Tomoyo.

–Sakura Kinomoto no es una mujer tan admirable como crees. Me ha pedido publicar su novela a cambio de seguir siendo tu escritora fantasma. –dijo Eriol, tergiversando la verdad.

–¿Ella ha hecho eso? –preguntó Tomoyo sin poder creérselo. Hasta donde ella creía, Sakura tenía una personalidad honesta, sincera e incluso inocente.

–No es una mosquita muerta. No eres tú quien se está aprovechando de ella, sino al revés. Es ella la que se está aprovechando de ti. –dijo Eriol.

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–Buenos días. –saludó Kaho cuando vio a su jefa bajar las escaleras.

–Buenos días. –saludó Sakura.

–Buenos días. –saludó Tomoyo. Sakura vio que Tomoyo se había fijado en las tres fiambreras que sostenía.

–Mi madre me ha enviado una tonelada de comida y he traído por si queríais probar. –dijo Sakura con una sonrisa amable.

–Claro. –aceptó Tomoyo.

–Hay muchísimo. –puntualizó Kaho.

–Sí. Ya sabes cómo son las madres. Te envían comida como para un regimiento. Dice que trabaje duro si realmente quiero ser novelista. Supongo que no quiere que me quede sin energía. Casi no había hablado con ella desde que cancelé la boda. –dijo Sakura.

Aquella conversación sin apenas importancia hizo que Tomoyo recordara a su madre, por lo que tras algunos quehaceres, se dirigió hacia la residencia donde vivía su progenitora.

Al entrar, vio a Sonomi sentada leyendo tranquilamente el capítulo uno de "Residente en la fantasía".

–Tus textos son tan ordinarios como siempre, Tomoyo. –comentó Sonomi antes de cerrar la publicación y dejarla con desgana sobre la cama.

–Pues todavía me llaman la "Reina de la literatura". –dijo Tomoyo acercándose a su madre y apoyándose en una pared. –He escrito durante quince años y he trabajado muy duro.

–¿Conoces a mi hija? –preguntó Sonomi sin reconocerla.

–Sí. La conozco bien. –dijo Tomoyo siguiéndole la corriente a su madre. –Ha ganado mucho dinero. Tiene todo lo que cualquiera desearía. Pero no importa cuánto la admiren, la envidien o la respeten. Siempre está nerviosa porque nada de todo eso era lo que ella realmente quería.

–¿Entonces qué quieres? –preguntó Sonomi.

–¿Y tú qué crees? –preguntó Tomoyo manteniendo la mirada con su madre, que no dijo nada. Tomoyo tenía los ojos húmedos y hacía un esfuerzo sobrehumano por mantener la compostura. –No lo entenderías aunque te lo dijera.

–¿Podrías ir a preguntar qué hay de cena? –preguntó Sonomi con mirada, cuyo momento de lucidez parecía haberse esfumado a juzgar por cómo cambió su mirada.

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Tras la visita a su madre, Tomoyo volvió a la casa de la costa y se sentó en el lugar acostumbrado de la terraza mientras miraba el horizonte pensativa.

–Aquí tienes. –dijo Kaho llevándole un té.

–Acepta lo del coloquio con Naoko Yanagisawa. –ordenó Tomoyo antes de que Kaho se marchara.

–¿Estás segura? No te sientas forzada por las circunstancias. –preguntó Kaho no muy convencida de que aquello fuera bueno para el estado anímico de su jefa.

–No me siento forzada.

–Entendido.

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Unos días después, Tomoyo acudió al coloquio. El lugar no era muy grande, pero sí estaba decorado de forma elegante. En el centro y al fondo, había un gran jarrón con flores. A un lado, estaba Tomoyo sentada en una butaca, vestida con un elegante pero sencillo traje blanco que contrastaba con su pelo negro y las medias también de color negro. Al otro lado, y también sentada en otra butaca, Naoko Yanagisawa vestía una chaqueta de color mostaza y una falda blanca estampada con motivos negros y mostaza que recordaban a unas acuarelas.

La conductora del evento se encontraba de pie a un lado otorgándole todo el protagonismo a las novelistas.

–En primer lugar y antes de empezar, ¿queréis dedicaros algunas palabras la una a la otra? –sugirió la presentadora.

–Bienvenida de nuevo. –dijo Tomoyo.

–Gracias. –agradeció Naoko.

Ante las sonrisas de ambas escritoras, el público presente aplaudió, mientras Kaho y Sakura se encontraban en un costado viendo cómo se desarrollaba el debate.

–Bien, pues comencemos con el coloquio. Se comenta que habéis vuelto a declararos la guerra. –dijo la presentadora. –¿Qué podéis decir a eso?

–Si eso crea interés, me parece bien. –tomó la palabra Tomoyo. –Por desgracia, la venta de libros ha decrecido en los últimos diez años.

–Señora Yanagisawa. Ha pasado una década sin publicar nada. ¿Qué tiene que decir al respecto? –preguntó la presentadora.

–Aunque he estado apartada de la escritura, Tomoyo ha tenido una gran presencia en mi vida. Por supuesto, he leído todas sus novelas. –dijo Naoko.

–Pensé que lo harías. –dijo Tomoyo. –Tú también has estado presente en mí, Naoko.

–Señora Yanagisawa, ¿cómo ha sido estar fuera de la industria literaria? –preguntó la conductora del evento. Tomoyo puso atención a lo que tenía que decir Naoko al respecto, porque de alguna forma, ella se estaba sintiendo con un pie fuera de dicha industria.

–Debo reconocer que he envidiado a Tomoyo durante todo este tiempo. Para ser sincera, estos dos últimos años he tenido la sensación de que Tomoyo ha tenido algunos apuros para escribir. No obstante, con las novelas serializadas que ha estado escribiendo a lo largo de este año parece que ha cobrado una vida nueva, especialmente con la última, "Residente en la fantasía". Me dejó fascinada. –dijo Naoko mientras Tomoyo sonreía. –Creo que Tomoyo Daidouji jamás dejará de sorprenderme.

–Gracias. –dijo Tomoyo.

–¿Puedes hablarnos de ese serial? –preguntó Naoko. Tomoyo miró a Sakura para después dirigirse al público.

–Esta serie es especial para mí. Es una historia muy querida que he tenido guardada en el cajón durante cinco años. Cuando era pequeña, tenía como vecino a un hombre mayor que vivía solo. No se relacionaba demasiado con los vecinos y desprendía un aura de misterio. –explicó Tomoyo.

–Vaya, un viejo misterioso. Me gusta. –opinó Naoko.

–Siempre había querido escribir una historia sobre cómo me sentía en aquel entonces. –dijo Tomoyo mientras Sakura estaba sorprendida al ver que su jefa estaba utilizando su propia experiencia para salir del paso.

–¿Sería justo decir que has echado el resto en esta serie? –preguntó Naoko.

–Sí. –asintió Tomoyo.

–Me lo creo, aunque prácticamente acabas de empezarla. –dijo Naoko. –Yo también he echado el resto con mi nuevo trabajo.

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Unos días después, Tomoyo entró en su correo electrónico para ver que no tenía mensajes nuevos. Tomoyo esperó con ansia unos segundos para volver a refrescar la bandeja de entrada, pero seguía sin recibir el correo que tanta prisa tenía por recibir. Sin poder esperar más, llamó a Sakura por teléfono.

–Sakura, ¿no decías que me ibas a enviar el capítulo para el serial de la editorial Keiyo hoy? –preguntó Tomoyo cuando Sakura descolgó.

–Lo siento, pero todavía no lo he terminado. –dijo Sakura.

–¿Cuánto crees que tardarás? –preguntó la morena.

–Sólo voy por la mitad. –respondió Sakura.

–¿Me estás diciendo que no vamos a llegar a tiempo?

–Lo siento.

–No puedo incumplir fechas límite. Si estás bloqueada podemos hablarlo. –sugirió Tomoyo. –Iré a tu apartamento ahora mismo.

Pero cuando Tomoyo comenzó a caminar hacia la salida y abrió, se encontró a Sakura en la puerta de su despacho sosteniendo su móvil en la oreja mientras en la otra mano sostenía unos folios sujetos por una pinza.

–¿Qué pasa? –preguntó Tomoyo sin comprender nada.

–Lo siento. Sólo quería gastar una pequeña broma. El capítulo está terminado. –dijo Sakura entrando, dejando a una Tomoyo paralizada con la manilla de la puerta todavía en la mano, hasta que por fin se giró.

–No sé qué pretendías con tu bromita, pero no ha tenido gracia. –le reprochó Tomoyo mientras Sakura dejaba el texto en la mesa.

–Y a mí me sorprendió mucho lo que hiciste en el coloquio. Dijiste que mi historia del viejo vecino la tenías en un cajón durante cinco años y ni siquiera puedes escribir. –dijo Sakura.

–No te culpo por estar molesta por eso. –dijo Tomoyo sin mirarla a la cara.

–Tomoyo, no me estás enseñando. Me estás utilizando. –dijo Sakura. Ante aquella declaración, Tomoyo se acercó a Sakura riendo para después ir hacia una de las estanterías del despacho, de la que extrajo un gran folio protegido por un plástico.

–Es una gran portada. "A mi segundo yo", de Sakura Kinomoto. –dijo Tomoyo mostrándole la portada que había diseñado la editorial Clow para la novela de Sakura. –¿Creías que no lo sabía? Eres tú la que me está utilizando a mí. Escribir mis novelas a cambio de que te publiquen.

–¡Eso no es así! –dijo Sakura.

–He oído que van a publicar tres mil copias en la primera edición. ¿Sabes lo que eso significa? –preguntó Tomoyo. Pero Sakura no dijo nada. –Hay unas quince mil librerías en el país. Eso significa un libro cada cinco librerías. Lo que significa que, evidentemente, no estará en los estantes principales, sino en un rincón. Nadie va a comprar tu libro. Pero aunque seas tú la que escribas con mi nombre, consigues doscientas mil copias en la primera edición, ocupando el lugar principal de las estanterías, para que todo el mundo lo vea. ¿Crees que es injusto? Me ha costado quince años llegar tan lejos. Escúchame bien, Sakura. Nadie puede remplazar a Tomoyo Daidouji. Pero, ¿se puede remplazar a Sakura Kinomoto? Hay muchas por ahí.

Tras decir eso, Tomoyo se sentó en la tumbona, dejando a Sakura sin palabras.

–No puedo esperar a la fecha de lanzamiento, Sakura Kinomoto. –dijo Tomoyo con una sonrisa prepotente.

Sakura Kinomoto tiene talento. Y yo me aproveché de él.

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La fecha del lanzamiento del libro de Sakura Kinomoto ya había llegado. Y además, coincidía con el lanzamiento de "El canto del cerezo", de Tomoyo Daidjouji, pero que en realidad había escrito Sakura. A diferencia de con los libros de Tomoyo, no tuvo ningún acto publicitario. Sakura lo vio claro cuando entró en una librería. "El canto del cerezo", firmado por Tomoyo Daidouji ocupaba lugares preferentes en las librerías. Había un montón de copias que estaban al alcance de todos. Mientras que de "Mi segundo yo", encontró una sola copia en un rincón de una estantería entre otros tantos libros sin tirón comercial.

Sakura se sentía víctima de una trampa disfrazada de oportunidad en la que cayó por la dulce tentación del debut a cambio del pecado.

Mientras que Sakura veía su libro publicado, pero invisible a todos, Tomoyo seguía con la promoción de "El canto del cerezo" de plató en plató y de entrevista en entrevista.

Era curioso cómo dos libros escritos por la misma persona tenían estatus diferentes en función de quién los firmara.

Sabía que lo que había hecho era imperdonable, pero entonces, no conocía realmente a Sakura Kinomoto. No sabía lo terrible que podría llegar a ser.

Continuará…