CXXVIII

Supongo que debo explicarme mejor. Bueno, yo sé que Henry no podría ser descrito como una «buena persona». Ha hecho demasiado daño —y le han hecho demasiado daño— como para que pueda serlo.

Lo entiendo, y hasta ahora intento aceptarlo.


Un mes más sin que nada ocurra: un mes sin que el otro Henry dé señales de vida, un mes más de Eleven guardando silencio.

Ha notado que ella ha desarrollado el hábito de escribir un diario, y supone que eso la alivia lo suficiente. Si ese es el caso, él no la increpará —ahora mismo, de todas maneras, hay asuntos mucho más urgentes que tratar—.

Henry no lo dice, mas una parte suya está feliz de que ella no sienta que deba ocultárselo.

Ambos saben que el diario existe.

Ambos saben que —tal y como respeta los confines de su mente— él no osará leer sin un buen motivo palabras que ella ha decidido guardar para sí.


—No tengo nada que decirte. Lo siento. —Esboza un rictus al decir lo último, pues sabe que no tiene por qué disculparse.

—No seas así, Chrissy —ruega Jason, bajando los hombros y dejando caer la mandíbula como si estuviese tratando con un infante particularmente terco—. Estoy dispuesto a perdonarte, incluso.

Una risa ahogada deja sus labios, mas se apresura a acallarla. ¿Perdonarla? ¿Jason, a ella?

—Debo irme, Jason —anuncia cerrando el casillero con algo más fuerza de la necesaria—. Chau.

—¡Chrissy…!

La voz de Jason resuena por el pasillo, mas ella tan solo camina más rápido.

En lo único que puede pensar es en Eddie, con quien ha quedado para esta tarde…

Ya está esquivando los autos estacionados y perdiéndose entre la multitud de estudiantes con un paraguas para repeler la fina llovizna que ha empezado a caer cuando un perfil familiar llama su atención.

Nuevamente, es el hombre rubio, sentado frente al volante del automóvil negro que Chrissy recuerda de aquella noche tan bonita con Eddie…

Y Jane subiendo a sentarse junto a él.


Chrissy traga saliva. No puede seguir ignorando esto. En primer lugar, Angela ha desaparecido. Y aunque supuestamente se ha mudado de colegio… ¿Es esa la verdad? Ha pasado gran parte de la noche en vela, cuestionándose al respecto.

—Jason, ¿puedo hablar contigo un momento?

Obviamente Jason tiene otras ideas acerca de sus motivos para hablarle tras la práctica —o eso indica su sonrisa—, mas Chrissy no lo deja formular palabra, sino que le pregunta:

—¿Sabes algo de Angela?

—¿De Angela? —La pregunta lo sorprende, o eso indica su entrecejo fruncido—. ¿Por…?

—Solo contéstame. —Y luego agrega, porque es Chrissy—: Por favor.

—Uh… —Jason se rasca la cabeza a la par que se encoge de hombros—. Sinclair era su compañero… Dijo algo de que se cambió de colegio porque a su papá le surgió un nuevo trabajo…

—Pero ¿ella no te dijo nada?

—¿No? No es como que fuera a extrañarla, tampoco.

No tendría por qué dudar de la historia, ¿o sí? Angela se ha mostrado más de una vez como una persona superficial, capaz de generar y cortar lazos sin mayores miramientos.

No obstante, presiente que hay algo más en esta historia. Algo extraño. Algo…

«Pero no te preocupes, nena —Angela pronuncia el apodo que Jason suele usar con ella con todo el veneno posible—: tu novio ya no me interesa. Estoy saliendo con alguien mucho más atractivo».

Atractivo. Y es más que eso, incluso: a diferencia de Jason o de sus compañeros de equipo, el desconocido ostenta una belleza madura; la de un hombre, pues, en contraposición con la de un chico adolescente.

Además, ¿está en buenos términos con Angela lo suficiente como para visitarla en su casa, al menos— y con Jane?

Y… es bastante mayor que ambas chicas.

¿Chrissy…? A lo lejos, Jason la llama, pues Chrissy ya lo ha dejado para dirigirse hacia el vestuario femenino—. ¿Adónde vas…?

¿Podría ser… un depredador?

Incluso con lo ingenua que sabe que puede ser, Chrissy comprende que no es normal que un hombre adulto ande rondando chicas adolescentes.

Si ese es el caso…, ¿debería acudir a la Policía?, pondera mientras se ducha.

Pero Chrissy ya ha estado aquí antes, ¿o no? Ha intentado ayudar a Jane antes, ¿y cómo le hubo ido entonces?

Esta vez no cometerá ese error.

No, decide a la par que se lía en su toalla. Esta vez no.


¿Jane? ¿Tienes un momento?

Eleven voltea y sonríe al ver de quién se trata.

Chrissy. Uhm, ya me iba, pero ¿supongo que puedo quedarme un poco más?

Por favor. Chrissy esboza esa sonrisa incómoda con la que Eleven es sumamente familiar, aunque raras veces la ha visto (la ha sentido, pues). Es… uhm, tal vez estoy exagerando o algo, pero es por eso por lo que me gustaría corroborarlo contigo…

¿Sí?

Chrissy toma su mano y tira de ella con suavidad.

Ven conmigo. Hablemos en privado.


Sentadas frente a una mesa de madera en el bosquecillo detrás de Hawkins, la conversación es lo suficientemente inocente al principio. Aparentemente, Chrissy la ha visto con Henry, y no ha sabido qué pensar.

Es mi primo y tutor. Tiene práctica murmurando esta media verdad; a estas alturas enuncia las palabras sin dudar. A veces viene a buscarme si llueve o nieva. Se encoge de hombros.

Oh. Nota que la tensión abandona los hombros de Chrissy—. Es un alivio saberlo. Pensé… Bueno, no sé qué pensé…

Eleven asiente y se pone de pie, asiendo la correa de su mochila.

Si eso es todo…

Uh, no, en realidad… la detiene Chrissy—. En realidad, hay algo más. Verás, la última vez que hablé con Angela, ella me dijo…


Eleven escucha en silencio sus palabras.

… Y entonces, cuando pasé por allí, lo vi a… Henry… frente a su casa…

De pronto, todo lo que la rodea parece cobrar un tinte surreal. Sus músculos se aflojan.

—… con ella.

Su mochila azul cae al suelo lleno de hojas marchitas con un sonido sordo.


Pero, sea el tipo de persona que sea, lo acepte yo o no, Henry está de mi lado.

Sí, estoy segura de eso: Henry está siempre de mi lado.