Capítulo 1 ~La Nueva Vida de Una Reina Caída~
Musutafu, era una prospera y colosal metrópolis, tan viva como ruidosa, tal cual como sería cualquier otra ciudad común sumergida en sus rutinas naturales. Con los altos edificios que sobresalen junto a sus calles pavimentadas y los autos en sus andares moderados.
Una primera vista haría pensar que no es nada más que un digno panorama de una localidad común y corriente, más el mundo en si no lo era.
Esto era así pues algunos de los peatones tenían características ajenas a lo que antes se consideraba un humano promedio. Unos pocos contaban con cuernos, otros con colores extravagantes en sus pieles y deformaciones monstruosas en alguna parte de su estructura anatómica. Y los que aparentaban una mayor normalidad podían sostenerse en el aire antes de caer en un accidente por distracción o controlar algún aspecto de la naturaleza.
Pero sobretodo, una cantidad inconmensurable de objetos y vehículos tan extraños como fascinantes para la vista, claro que solo si ignorabas el hecho de que sus mecanismos eran incomprensibles para la joven fémina que pese a haber pasado dieciséis años viviendo, no terminaba por entender.
Este era el nuevo mundo moderno con el cual Azra se había visto obligada a coexistir desde que despertó del eterno abismo que era la inexistencia. Y si era completamente honesta, no podía encontrarme más fuera de lugar.
Un mundo repleto de anormales de todas las formas y tamaños, con diversos poderes a la vez tan familiares a los elementos pero tan diferentes a su manera. Y sobre todo, una historia mundial completamente ajena a la de los cuatro reinos elementales.
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Paso una mano por su cabello oscuro puramente peinado hasta la cintura, con sus rasgos que se arrugan al pensar por mucho más tiempo en esto.
Azra o ahora nombrada por su nueva familia como Adelaida Von Aldrich. Se encontraba recostada en la azotea de su nueva casa, contemplando con un grado de fascinación y de repudio en partes iguales el destino que los espíritus le habían impuesto por sus acciones tan blasfemas y peligrosas. Más está no se arrepentía, pues su decisión no había sido un gran error del todo.
Claro, ya no ostentaba de algún título o de alguna clase de sangre real como en el pasado y de los lujos que esto conlleva, su antigua vida repleta de beneficios se había desvanecido en la nada junto al resto de su antigua vida... pero esto no le quitaba la satisfacción.
Había conseguido devorar aquel astro...
Y pese a encontrarse con aquel poder sellado. Aún podía sentirlo en lo más profundo de su corazón marchito...
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Ella sería el azote de la divinidad espiritual...
"¡Ja! Si buscaban castigarme espíritus, debían pensar en una mejor idea." Se jactó la mujer al encender una pequeña llama elegante en su palma. "Tal vez ya no sea una reina, pero cuando descubras como liberarme de estás ataduras, volveré a imponerme incluso en este mundo tan raro."
Verán, por el conocimiento que había adquirido todos estos años, tanto por parte de libros como de sus progenitores, el mundo en el cual se encontraba actualmente poco tenía que ver con todo lo que entendía de él. Una realidad donde el progreso industrial y tecnológico llegó más allá de lo que podía comprender. Junto al hecho de que un día simplemente la humanidad comenzó a presentar particulares habilidades y deformidades increíblemente fantásticas.
De hecho, el primer minuto en que recobro la conciencia y vio a uno de aquellos seres, pensó en un inicio que se trataba de espíritus coexistiendo con humanos.
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...¿Ridículo no?...
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Ningún espíritu aceptaría que los humanos vivieran cerca de ellos, siempre pensaron que no son nada más que seres ambiciosos y egoístas que solo velan por sus propios intereses... y ciertamente están en lo correcto.
"¡Jajajaja! Pues yo soy la prueba viviente, ¿no?" Soltó una carcajada ante la mera idea. "Esos estúpidos espíritus, siempre tan cerrados de mente, incapaces de ver el panorama completo." Finalizó su línea de pensamientos bebiendo por última vez de una cajita de jugo antes de aplastarla e incinerarla hasta las cenizas. "Entidades absurdas".
Posteriormente fue a ponerse de pie, estirando sus extremidades con un ligero crujido. Caminando de regreso al interior de su casa, o la casa que llegaba a compartir con sus progenitores, pese a que en este momento se encontraban en un viaje de negocios, pues eran ejecutivos muy distinguidos en el extranjero, no al nivel de ser millonarios, pero si de encontrarse en una posición socioeconómica muy favorable a los ojos de su hija ahora conocida como Adelaida.
Su nombre por su parte, también era un enigma para ella, por lo que sabía, su familia tenía ascendencia de otro país conocido como Alemania, pero su madre era nacida en este país Japón. Y esto, le desagradaba en un inicio, pues en toda su antigua vida como maestra fuego y miembro de la realeza, nunca se le pasaría por la cabeza las uniones de individuos de diferentes naciones... pero eso era cosa del pasado. Si quisiera tener un gran estatus en esta nueva vida, tendría que acostumbrarse a sus costumbres e ideas por más absurdas que fueran.
Lo primero, sería volverse una 'Heroína' como lo llamaban por aquí, vaya título sin duda, porqué por lo que había escuchado, esto parecía ser más una organización militar similar al reclutamiento de soldados de la nación del fuego que otra cosa.
Y por lo que sabía, la UA sería su opción más aceptable, pues era la facultad de mayor renombre del país al salir de este un sin número de héroes de alto calibre y calidad cómo podría serlo aquel al que llamaban el hombre más fuerte de Japón.
Todo Poderoso.
Por años escucho de él, tanto de parte de la boca de sus padres, como en aquella brillante caja tecnológica donde podía apreciar en primer plano al héroe realizar acciones tan inconmensurables que Adelaida no podía evitar compararlo con un dios... claro que ella no había devorado un cometa para nada.
En fin, su objetivo primordial era ingresar a aquella escuela. Y está tenía completa fe en sus capacidades tanto físicas como de poder puro. Tantos años entrenando en el gimnasio de su padre, practicando y evolucionando su 'Quirk' como lo llamaban por aquí, confirma que aún conservaba su técnica, no todo su poder pero si su ingenio militar. Obvio que no sabía si su poder natural en el elemento de su nación contaba como el equivalente de aquí.
Pues ella sabía que su fuego iba más allá. Antes de cumplir cinco años, Adelaida podía sostener el fuego en la palma de su mano con poca dificultad. Y a diferencia de los mocosos que pasaban su tiempo jugando en el barro, está se había nutrido de todo el conocimiento que pudiera con respecto a la historia del mundo y sus diversas materias, por lo que el examen escrito no sería tan molesto.
Si, puede que haya perdido su mundo, su origen, su nación y su título con aquella decisión. Pero está nunca se arrepentiría, pues su reinado solo estaba a punto de resurgir.
Continuará...
