- . My Hero Academia 180 grados. -

16. Donde Deku acompaña a Uraraka a su casa y ella le cuenta sobre Himiko Toga


Ya en la calle y todos apropiadamente vestidos, Uraraka hizo una reverencia frente a Deku y él empezó a hacer gesticulaciones con las manos para indicarle que dejara de hacerlo.

—Por favor, perdóname —dijo Uraraka seriamente.

—No, no. Yo tuve la culpa —replicó Deku, nervioso—. Debí haber salido de inmediato cuando vi que podías respirar.

—¿Aún te duele? Ya de por sí estabas lastimado por la pelea con Bakugo— preguntó Uraraka poniendo su mano tiernamente sobre la mejilla de Deku, con cuidado de no tocarlo con los cinco dedos. El gesto fue tan tan delicado, que Deku sintió su corazón acelerar al instante, pero intentó soportarlo porque de alguna forma se sentía realmente bien.

Por un momento, no supo si debía apartar la mirada o perderse en esa cálida sensación. Pero antes de que pudiera decidir, Todoroki, que había estado observando en silencio, comenzó a alejarse.

—Pero Todoroki... —Midoriya lo llamó al notar que se iba.

Todoroki se detuvo, volteando ligeramente hacia ellos.

—Tengo que regresar a casa o mi padre hará un escándalo.

Deku apretó los labios, recordando la conversación pendiente.

—Pero lo que ibas a contarme...

Todoroki le dedicó una mirada tranquila, casi resignada, mientras el viento jugaba con su cabello bicolor.

—Creo que tienes razón. Te lo contaré cuando todo esto termine. Confiaré en que las cosas saldrán bien.

Midoriya sonrió.

—De acuerdo —respondió finalmente—. Acompañaré a Uraraka a su casa.

Todoroki asintió, dando un último vistazo a ambos.

—Tengan mucho cuidado. Parece que los locos están apareciendo por todas partes.

—Sí, tú también —respondió con seriedad.


Caminando por una calle casi desierta, donde aún quedaban pequeños charcos brillando bajo la luz tenue de los faroles, Uraraka y Deku avanzaban lado a lado. La brisa era suave, y el ambiente tranquilo contrastaba con la conversación pesada que compartían.

—Entonces, ¿esa chica tiene el quirk de transformarse en las personas de las cuales bebe su sangre? —recapituló Deku, su voz llena de asombro y preocupación.

Uraraka asintió con un leve movimiento de cabeza.

—Cuando la conocí —empezó a explicar, su mirada perdida en los recuerdos—, me dijo que había nacido sin un quirk. Al parecer sus padres querían evitar que se supiera lo de su peculiaridad para guardar las apariencias y le hacían decir eso

Deku frunció el ceño, su mente analizando la situación.

—Supongo que habrá sido molestada al pretender no tener un quirk— asumió Midoriya.

—En realidad, no tanto —Uraraka se encogió ligeramente de hombros—. Pasaba algo desapercibida. Nunca sonreía, y siempre estaba muy concentrada en la escuela. A simple vista, no llamaba la atención. Pero un día, nos hicimos amigas, y fue entonces cuando comencé a conocerla un poco mejor.

El silencio cayó entre ellos, pero no era incómodo. Era el tipo de silencio lleno de pensamientos no dichos, preguntas que se acumulaban en la mente de Deku. Había una en particular que lo había estado molestando durante mucho tiempo, y aunque no quería incomodar a Uraraka, sabía que ese momento tranquilo era la mejor oportunidad para sacarlo a la luz.

—Uraraka... —empezó con cierta vacilación—, ¿ella... tiene algo que ver con el hecho de que me salvaras el día en que nos conocimos?

Uraraka mantuvo la mirada seria y parecía que ya había anticipado la pregunta.

—Sí... —respondió—. Himiko Toga se obsesionó con un chico de nuestra escuela que... era muy parecido a ti, Deku —al decirlo, intentó sonreír, pero la expresión le salió rota, forzada—. Por un tiempo no me di cuenta de lo profundo que era ese sentimiento en ella, de la obsesión que sentía. Cuando lo hice... ya era demasiado tarde.

—¿Tarde? —preguntó, aunque una parte de él temía la respuesta.

—Toga se le declaró, pero él la rechazó —explicó Uraraka, cada palabra pesando sobre sus hombros como una carga—. Después de eso, robó su sangre, se transformó en él y... saltó desde el techo de la escuela. Creo que... quería matar simbólicamente a la persona que amaba si no podían estar juntos bajo sus términos.

La imagen que esas palabras evocaban en la mente de Deku era terrible. Pudo imaginar a Toga, transformada en su obsesión, cayendo al vacío con una mezcla de desesperación y locura. Pero lo que más lo golpeó fue la mirada de Uraraka. Sus ojos reflejaban algo más profundo, un recuerdo que aún la atormentaba.

En su mente Uraraka recordó el cuerpo lleno de sangre a medio transformar en el suelo y ella arrollada frente a su amiga, pensando que le donaría toda la sangre que pudiera si eso la salvaba.

—Poco antes de eso —prosiguió Uraraka—, intentó explicarme lo que se sentía estar enamorada de alguien. Yo pensé que hablaba con metáforas, sobre querer ser como la persona que amas. Le respondí desde mi propio punto de vista, pero... tal vez si me hubiera esforzado un poco más en entenderla...

—Es difícil ponerse en los zapatos de los demás —Deku intentó consolarla, recordando sus propias luchas para a Kachan.

Uraraka asintió, aunque sus ojos seguían llenos de culpa.

—Para Toga la culminación del amor que sentía era beber su sangre y convertirse literalmente en la persona que quería.

—¿Por qué?

—La verdad es que aún ahora no lo tengo claro. Y creo que esa fue la razón principal por la que me atacó el día de hoy. Por no lograr comprenderla— al decirlo se sobó la nuca donde había sido golpeada— Aunque no creo que haya tenido la intención de asesinarme realmente.

La preocupación en el rostro de Deku se intensificó al notar el dolor en los gestos de Uraraka. No podía soportar la idea de que estuviera herida y no hubieran hecho nada hasta ese momento.

—¡Deberíamos ir al hospital para que te revisen! —exclamó, alarmado, tomando su mano con firmeza—. No sé por qué no lo pensé antes.

Uraraka lo miró sorprendida por su repentina reacción. Sin embargo, la calidez de su toque le transmitió una calma que no había sentido desde el comienzo de la conversación. La fuerza con la que él sujetaba su mano, como si no quisiera dejarla ir, la reconfortaba de una manera que no esperaba.

—Estoy bien, Deku. De verdad. Es solo un golpe. Pero gracias —susurró, sin soltar su mano.

Deku seguía preocupado, lo notaba en la forma en que la miraba, como si cualquier señal de debilidad fuera suficiente para insistir en llevarla al hospital. Pero decidió confiar en que Uraraka sabía lo que hacía. Por su parte, ella sentía que sus sentidos seguían algo embotados por lo ocurrido. Aún así, se permitió sujetar con suavidad la mano que los unía con la otra, consciente de que no podía avergonzarse más de lo que ya lo había hecho.

—Tuve suerte de que estuvieras ahí para salvarme de nuevo —murmuró con una sonrisa apacible.

Midoriya notó la calidez con la que le estaba diciendo esto, parecido a lo que había sentido con la hermana de Todoroki, cuando le había pedido que no dejaran de ser amigos, y en lugar de sentirse nervioso por la cercanía se sintió cautivado.

—Yo siempre estaré ahí para protegerte, Uraraka —dijo, su voz cargada de sinceridad, sus ojos reflejando una promesa que no pensaba romper.

Uraraka mantuvo su sonrisa, recordando la promesa que habían hecho fuera de la comisaría, cuando el caos apenas comenzaba a envolver sus vidas.

—Eso espero —respondió en voz baja, su tono suave pero firme—. No me hubiera gustado que cualquier persona se quedara con mi primer beso.

Entendiendo que se refería a cuando le dio respiración de boca, la escena regresó a su mente con una claridad casi dolorosa, y aunque su cuerpo lo traicionó, sonrojándose hasta las orejas, no dejó que eso lo hiciera soltar la mano de Uraraka. La calidez que sentía en ese simple contacto era algo que no quería perder.

Al mirar a los bonitos ojos marrones de Uraraka le parecieron que tenían un brillo especial.

—Estoy contenta de que haya sido con la persona que me gusta —añadió Uraraka, dedicándole su mejor sonrisa, una mezcla de ternura y timidez.

El corazón de Midoriya dio un vuelco, latiendo tan fuerte que casi dolía. Era como si cada célula de su cuerpo estuviera respondiendo a esas palabras. Las mariposas en su estómago revoloteaban sin control, sus orejas ardían, y sus manos comenzaron a sudar. Toda esa oleada de emociones lo envolvía, pero a pesar de la intensidad del momento, permaneció inmóvil, su mirada perdida en los pensamientos que lo inundaban.

Sin embargo, al no ver una reacción aparente desde su punto de vista, Uraraka se armó de valor para decirlo de nuevo y para que no hubiera rastro de duda de lo que estaba declarando.

—Tu me gustas Deku.

De nuevo Midoriya sintió muchas cosas, que no fueron perceptibles en el exterior y permaneció con la mirada perdida.

'¿Qué estaba diciendo? '¿Cómo una persona tan increíble como Uraraka podría fijarse en alguien como yo?' pensó, su mente lanzándose a una espiral de incredulidad. 'Debe estar confundida por el golpe... Sí, eso tiene que ser.'

Pero antes de que pudiera vocalizar sus dudas, Uraraka soltó su mano suavemente, avanzó un par de pasos y luego se giró para mirarlo. Sujetaba su propia muñeca detrás de la espalda, su expresión algo nerviosa.

—Supongo que debo parecerte muy rara al decirte esto después de todo lo que ha pasado... —susurró, su voz temblorosa.

Como si algo se rompiera en la mente de Deku, al fin pudo reaccionar.

—¡No eres rara! —exclamó, con la urgencia de alguien que no quería que se malinterpretara ni una sola palabra—. Eres fuerte y valiente. Y tu corte de cabello... te queda perfecto. Además, eres amable, honesta y...

—No vi eso venir— lo interrumpió algo ruborizada, sin saber cómo tomarlo y entrecerró los ojos con ganas de llorar.

'¿Así... la estaba rechazado?'

Pero antes de que esa idea pudiera hundirse en su corazón, Deku continuó, su voz temblorosa pero llena de determinación.

—Lo que quiero decir es que... es imposible que no me gustes, Uraraka.

Se acercó a ella de nuevo, esta vez tomando suavemente la mano que ella mantenía a su espalda.

—Ahora que lo pienso —dijo, con los nervios a flor de piel—, creo que he estado enamorado de ti desde el principio.

Uraraka lo miró de perfil y luego se secó una lágrima con su otra mano, intentando sonreír. Era un alivio. Por un momento se había asustado.

—Yo tardé un poco más en darme cuenta de mis sentimientos... —admitió, su voz suave—. Pero cuando te vi sonreír por primera vez en nuestra cita, no pude dejar de pensar en ti desde entonces.

—¿Mi... sonrisa? — se sorprendió Midoriya.

—Tienes una hermosa sonrisa, Deku —le confirmó, y esta vez, en lugar de sus palabras, fue su mano la que habló. Tocó suavemente la mejilla de Deku, la misma que había abofeteado por error. Ese toque, tan ligero y lleno de significado, lo desarmó por completo. El calor de su mano le recorrió todo el cuerpo, y no pudo evitar ruborizarse aún más, sintiendo cómo cada latido de su corazón resonaba en sus oídos.

Lleno de determinación, Midoriya tomó aire, sintiendo cómo una oleada de coraje lo envolvía. Esta era la oportunidad, el momento que tanto había imaginado pero que nunca creyó que llegaría de manera tan repentina.

—¿Quieres ser mi novia, Uraraka?!—preguntó, su rostro completamente sonrojado—. ¡Prometo siempre darte lo mejor de mí!

Uraraka sintió cómo mil flechazos atravesaban su corazón, dejándola sin aliento. Abrió la boca ligeramente, a punto de contestar, pero antes de que pudiera emitir cualquier sonido, volvió a cerrarla. El peso de la emoción la abrumaba. Hizo algo de presión en la mano de Deku, apretando su propio puño mientras sus ojos se encontraban con los de él.

—¿Crees que... puedas esperar un poco por mi respuesta?

La sorpresa en el rostro de Midoriya fue evidente. No era lo que esperaba. En su mente, esta era la parte en que, como en los programas de televisión, ella aceptaba y ambos vivían felices para siempre. Pero en lugar de eso, un sentimiento de decepción comenzó a crecer en su pecho.

'Tal vez quiere que nos conozcamos un poco más antes de ser algo más que amigos' pensó, tratando de encontrarle lógica a la situación. 'Sí, eso tiene sentido.'

—Si quieres que nos veamos más seguido, podemos ir a un parque de diversiones este fin de semana... o, tal vez, mañana podríamos ir a comer crepes después de tus clases de artes marciales. Conozco un lugar que... —empezó a sugerir, con nerviosismo.

Pero Uraraka negó con la cabeza antes de que él pudiera terminar. Esa pequeña acción, tan simple, lo llenó nuevamente de una decepción que no podía controlar. Por un momento, Deku sintió que todo lo que estaba diciendo estaba mal. Como si, a pesar de sus palabras, ella no sintiera lo mismo que había confesado antes.

Pero, antes de que pudiera sobrepensarlo aún más, Uraraka acortó la distancia entre ellos y, con una suavidad que lo tomó completamente desprevenido, le dio un pequeño beso en la comisura de los labios, justo del lado izquierdo.

El cuerpo de Midoriya se estremeció, como si una corriente eléctrica lo recorriera de pies a cabeza. Ese contacto breve pero tan íntimo lo dejó aún más confundido de lo que ya estaba. Sus pensamientos se desordenaron, y por un instante, no supo si debía sentir felicidad, sorpresa o una mezcla de ambas.

—No quiero interponerme entre tú y tu sueño de ser un héroe, Deku —dijo Uraraka, su voz ahora llena de una ternura que, en contraste, también parecía cargar un poco de tristeza—. Por eso no te hablé de mis sentimientos antes. Y por eso creo que deberíamos esperar un poco antes de estar juntos.

De repente, como si una realidad más amplia lo golpeara de lleno, Midoriya recordó que había un mundo más allá de ellos dos. Recordó sus metas, sus sueños... el inmenso desafío que aún tenía por delante. El examen de ingreso a la U.A. se avecinaba y, si no lograba superarlo, su camino como héroe podría desmoronarse antes de empezar. ¿Cómo había podido olvidarse de algo tan crucial?

'Es cierto', pensó, sintiendo una mezcla de urgencia y determinación. 'Si no logro ingresar a la U.A., será difícil que podamos vernos o seguir este camino juntos...'

Una nueva determinación se apoderó de él, llenando sus ojos de una firmeza que no había mostrado antes.

—Juro que entrenaré al máximo —dijo, con una convicción inquebrantable—. Daré todo de mí para entrar a la UA, Uraraka!

Uraraka lo miró, y aunque su sonrisa seguía siendo cálida y reconfortante, había algo en sus ojos que no podía ocultar. Una ligera sombra de tristeza, casi imperceptible, se reflejaba en sus pupilas. Ella también sabía lo difícil que sería el camino que ambos debían recorrer, cada uno persiguiendo sus propios sueños, y esa realidad pesaba en el aire entre ellos.

—Creo que no podría imaginarte de otra forma, Deku —respondió, su sonrisa ampliándose un poco, pero esa pequeña tristeza aún permanecía, enterrada bajo la superficie.

A pesar de la sonrisa, Deku no podía dejar de sentir que algo se estaba quedando sin resolver. Pero, al mismo tiempo, sabía que no podía prometer más de lo que su corazón y sus habilidades podían ofrecer. De hecho, sentía muchas cosas juntas y era casi demasiado abrumador.


Notas de la autora.

Listo el capitulo dieciséis. Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Saludos!