Aclaraciones:
Bla bla bla –narración general (POV)
—blablabla— diálogos
«blablabla» pensamientos
(N/A)— nota de la autora
Fanfic fusión/híbrido: contiene elementos (poderes) y referencias a otras obras ficticias adaptadas al universo de Naruto y la trama del fanfic (comenta si logras detectarlas ;D)
Los personajes de Naruto no son mios sino de su autor Masashi Kishimoto.
CAPÍTULO 1
(POV Yue)
Matrimonio…
…siempre que escuchaba esa palabra pensaba en dos personas enamoradas uniendo sus vidas después de superar las dificultades que los separaban, tal cual los cuentos de hadas o las novelas románticas, pero ignoraba la otra cara, el matrimonio como instrumento político, que a pesar de ser una realidad me parecía más irreal que los cursis finales felices de las historias que devoraba en las noches imaginando mi propio destino amoroso.
Después de la invasión fallida de Sunagakure y la Aldea del Sonido, la aldea de la Arena rápidamente se disculpó y buscaron formar una alianza con nosotros, pero sigo pensando en que es algo apresurado tomar tal decisión, aunque claro, debe ser fácil para esos viejos de los concejos, pues no son ellos quienes se casarán con un desconocido, sino yo, ¡yo! Una kunoichi de Konoha.
—Así que esta es mi vida —comenté para mí misma con desgana, pues fui elegida precisamente para el tipo de matrimonio que tan lejano y absurdo se me hacía, un matrimonio político con el Kazekage de la aldea de la Arena para afianzar la recién reformada alianza que se encontraba débil por el reciente conflicto—. ¡Soy una kunoichi, joder! —exclamé abriendo una de las cortinas de mi medio de transporte, un palanquín que era cargado por cuatro shinobi de Konoha.
—Yue ¿Qué crees que haces? —preguntó mi primo Hao sentado en a mi lado, quien sostenía una caja en su regazo.
— ¿Que no ves?, voy a saltar y caminar, así llegaremos más rápido, deberías hacer lo mismo —le respondí sin dirigirle la mirada. En ello el caliente aire del desierto me golpeó apenas aparté el tapiz bordado que me cubría, asimismo la luz brillante del sol me encegueció un momento, tal vez no era buena idea caminar después de todo.
—Mejor siempre no —dije encerrándome de nuevo en mi transporte, ignorando el comentario de 'te lo dije' de Hao—. ¿Cómo puede alguien vivir en semejante ecosistema? Tsk —protesté, pues lo único que veía era arena y más arena, y ni hablar del calor que hacía.
—La gente de la aldea de la Arena es muy orgullosa y fuerte debido al duro ambiente en que viven, deberías mostrar un poco de respeto —me recriminó.
—Claro el mismo respeto que tuvieron por mí al ni siquiera preguntarme si deseaba formar parte de este compromiso o no —respondí con sarcasmo.
—Oh vamos, no empieces de nuevo con lo mismo, sabes bien que eres la única que puede hacer esta misión.
"Misión", esa era la palabra que me decía siempre, como tratando de romantizar o minimizar el ser obligada a casarme con un viejo verde.
»Quién mejor que una de las honorables nietas del Daimyou del país de Fuego.
—Patrañas —murmuré.
Habían pasado 4 días desde que salimos de Konoha hasta que finalmente llegamos a la entrada de la aldea de la arena (hubieran sido 3 si me hubieran dejado ir caminando desde un principio). Los ninjas de la guardia fronteriza nos hicieron pasar y uno de ellos nos guio a un complejo residencial que tenía varias habitaciones alrededor de una galería abierta.
Uno de los ninjas que cargaban el palanquín abrió una de las cortinas para que yo bajara; una vez mis pies sintieron la tierra y gravedad que tanto extrañaba se nos acercó un hombre alto con vendas en la cabeza y la mitad de la cara tapada con un velo, detrás de él tenía a tres muchachas.
—Sean bienvenidos a la Aldea de la Arena, mi nombre es Baki, y seré su servidor y acompañante este día —dijo haciendo una reverencia, a lo cual Hao, los otros cuatro shinobi y yo respondimos devolviendo el gesto.
—Es un honor que nos reciban en su tierra —habló mi primo, quien además me acompaña como mi consejero y representante, pues es el encargado de la parte legal de este trato entre ambas naciones.
—Y tú debes ser la princesa, Yue Li —se dirigió a mí el jounin.
—Es un honor estar en la aldea de la Arena —respondí con propiedad, porque aunque no lo crean modales sí tengo.
—Bueno, creo que lo mejor será no perder más tiempo. Ustedes acompañen a Li-sama a alistarse para la ceremonia de esta tarde —dijo Baki dirigiéndose a las chicas detrás de él.
«¿Ceremonia?¿Cuál ceremonia?» pensé alarmada.
Miré a Hao quien tenía una expresión de culpa, mientras entregaba la caja que llevaba a una de las jóvenes, entonces tuve un golpe de realidad: no vine sólo para conocer a mi prometido, sino a casarme ya mismo, "pequeño" detalle que nadie, absolutamente nadie se dignó en contarme.
—Estarás bien, yo tengo algunos detalles legales que ultimar con Baki-san —dijo Hao sin más.
—Sígame por favor Li-sama —dijo una de las jóvenes, a lo cual simplemente obedecí.
Me llevaron a una de las habitaciones del complejo, no está demás decir que su interior me impresionó: estaba decorado con azulejos de color azul y turquesa que formaban pequeñas formas geométricas que contorneaban los marcos de las ventanas y puertas contrastando con el color mostaza de las paredes y las columnas. También había muebles y objetos decorados con los mismos motivos, todo bastante diferente al sobrio exterior árido.
—Es hora de que se cambie Li-sama— dijo una de las señoritas haciendo que vuelva a la realidad.
—Ah…sí —respondí con desgana al ver el elaborado vestido que estaba en la caja que Hao entregó hace un momento. Este era rojo con los puños negros, llevaba bordados dorados y era de corte recto y largo (N/A: como los vestidos de la dinastía Qing).
« ¿No podrían haber elegido otro color? El rojo me va fatal», pensé mientras el cortejo de damas me ayudaba a vestirme y arreglarme.
—Listo, se ve hermosa Li-sama —comentó una de las chicas al terminar de ponerme un tocado decorado para terminar. Ahora sí me veía como una verdadera representante de la familia Li, la dinastía que gobierna el país del fuego.
Cuando salí arreglada de esa habitación mi séquito estaba ya listo esperándome con mi medio de transporte al que volví a subir sola esta vez, si bien al principio me parecía innecesario que me transporten de esa manera, al estar así vestida me parecía el mejor invento del mundo, no quería ser vista por nadie.
Tras unos quince minutos de caminata (o transporte para mí) finalmente nos detuvimos. Había llegado la hora, iba a conocer a mi futuro…"esposo", es tan raro pensarlo de esa forma, más aun siendo una adolescente de 13 años solamente.
Durante todo el trayecto me sentí como una zombi, ya me había resignado a la idea de casarme y empecé a considerar todo esto como una misión como mecanismo de defensa, tal como cierta personita traidora quería hacerlo parecer; mi sentido del honor y el deber era fuerte, y mentalizarme con la excusa de una "misión" y de "llevar el orgullo y destino de mi nación en la espalda" fue de mucha ayuda hasta ahora.
Nunca había estado tan nerviosa, sentí un horrible hormigueo en las extremidades y el estómago, me dolía la cabeza y hasta fiebre me dio, pero no había marcha atrás, después de todo acepté este compromiso en lugar de huir como estaba acostumbrada a hacer.
«Es por la tierra del fuego, por Konoha, y por la seguridad de mis amigos que soy parte importante de esta alianza».
Entre el mar de pensamientos, emociones y sensaciones no me di cuenta que había bajado del palanquín y me encontraba frente al concejo de Suna a los pies de la enorme edificación con el kanji de viento que indicaba que era la oficina y el centro administrativo del Kazekage.
—¿Todo bien? —susurró Hao a mi lado, como mi acompañante tenía que estar a mi lado todo el tiempo, bueno, casi todo el tiempo.
—Mhm —respondí sin voltear a mirarlo para mantener la compostura que se me había inculcado como la nieta del Daimyou.
Observé a todas las personas presentes, la mayoría eran señores mayores en largas túnicas, probablemente del concejo de Suna, quienes estaban formados en un medio círculo.
Entonces mi vista se centró en un pequeño grupo conocido por mí que se ubicaba al medio de la formación; eran ellos, el temible equipo de la arena de los exámenes chunin, aunque claro, ahora eran aliados nuestros pues nos ayudaron con el berrinche del Uchiha.
En el centro estaba Baki, quien nos recibió más temprano, y a su lado estaba el menor de los hermanos esos, quien también vestía una túnica blanca y encima una especie de capa de color negro con exquisitos bordados de oro en los puños y borde de la prenda la cual lo distinguía del resto de los presentes. (N/A esta prenda externa se llama Bisht en el mundo árabe)
Es con ese detalle con el que caí en cuenta que era él, mi prometido era el temible Gaara del desierto, contenedor del Shukaku que casi destruye Konoha y, según tenía entendido, un asesino sádico que mataba por puro placer al creer que ese era su objetivo en la vida.
—¿Tú? —susurré volteando a ver a Hao buscando una explicación, ¿en verdad era él? ¿Ese monstruo, era mi prometido?
—Yue-sama, por favor —dijo Hao en voz baja.
—N-no… —dije negando con la cabeza y dando un paso hacia atrás; tenía ganas de correr, de desaparecer, pero al final no hice nada al ver la mirada suplicante de mi acompañante para que no vaya a arruinar este circo, digo, "boda".
—Lamentamos este pequeño imprevisto —dijo mi acompañante haciendo una reverencia, a lo cual yo hice lo mismo al volver en mí.
—No se preocupe, nosotros sabemos cómo es tratar con jóvenes rebeldes —respondió Baki con una sonrisa mirando de reojo al pelirrojo a su lado.
El aludido dio dos pasos al frente por indicaciones del jounin, y yo hice lo mismo quedando ambos frente a frente.
Lo observé un instante y no pude evitar pensar en lo gracioso que era que yo fuera más alta que ese sujeto, lo cual me llenó de cierto aire de superioridad, más aun considerando la posición de toda su aldea, como la de un perro con la cola entre las patas.
Él en cambio me miraba fijamente sin expresión alguna, pero pude notar que ese aire de maniático que exudaba en los exámenes chunin había desaparecido, aun así no podía olvidar lo que hizo en Konoha, y el hecho de que deba casarme con él me hervía la sangre.
Sin decir nada, Gaara se inclinó a modo de saludo, a lo que hice lo mismo con tal de no romper el protocolo, pero al enderezarme mantuve la mirada baja, evitaba mirarlo a toda costa.
Luego del "saludo" me dieron la indicación de posicionarme junto a Gaara, entonces, una señora muy mayor de edad se acercó con un incensario. Gaara se inclinó para que la mujer pasara alrededor suyo con el artefacto, para luego hacer lo mismo conmigo mientras recitaba algo en una lengua que no conocía, supongo algún dialecto ancestral de la zona o algo así.
—Gaara y Yue, Viento y Fuego se unirán para la alianza, estabilidad y prosperidad de nuestras naciones— dijo mientras con su mano libre dibujo un símbolo imaginario en nuestras frentes.
—Hoy es un día histórico, tenemos el honor de recibir a un miembro de la familia del Daimyou de la tierra del Fuego para formalizar la alianza conjunta con la tierra del viento a través del matrimonio con el heredero a Kazekage de nuestra aldea —dijo Baki a los presentes.
«¿Kaze..kage? ¿Gaara será Kazekage»
Había olvidado ese detalle, me mandaron para casarme con el Kazekage, pero Gaara es muy joven aún, y ni siquiera era el Kazekage oficialmente.
De cierta forma me sentí aliviada porque pensaba que iba a casarme con un treintón o un señor mucho mayor, ¿pero por qué tenía que ser justo él?
—Ahora todos pasemos al gran banquete —dijo Baki una vez terminada la ceremonia, para después guiarnos a todos al interior del edificio administrativo.
El interior de este edificio era sobrio y se veía casi igual que el exterior de piedra tallada y arena, sin embargo el gran comedor al cual pasamos era bastante grande, con exquisita decoración y relativamente pomposo, con azulejos decorativos, adornos y alfombras de intricados diseños.
El trayecto desde la entrada del comedor hasta la mesa no era demasiado largo sin embargo atravesar todo el salón se sintió como una eternidad, pues estaba lleno de más "gente importante".
Tanto Gaara y yo atravesamos el salón a paso moderado, lado a lado con un brazo de distancia entre nosotros. Los presentes hacían reverencias a medida que pasábamos por el pasillo que se formó en medio de los invitados.
Yo respondía de vez en cuando inclinando la cabeza levemente, cosa que Gaara no hacía y me pareció muy antipático y arrogante de su parte; no, yo no era así, siempre odié que las personas me trataran de forma especial por ser nieta del Daimyou, así como el comportamiento esnob de mi familia y en general.
—Yue-hime —dijeron un par de niños de entre los presentes, estaban bien vestidos y me otorgaron un pequeño ramo de flores. Encantada lo tomé, me incliné hacia ellos y les sonreí ampliamente, en verdad me agradaban los niños.
Les agradecí, y al levantarme Gaara estaba de pie esperando por mí, con el rostro apenas girado y mirándome por el rabillo del ojo con una fría mirada, como si estuviera molesto por haber "roto el protocolo", borrando así la sonrisa que esos pequeños habían generado en mí.
Volví a su lado con expresión seria y mirando al frente, tratando de ignorar las miradas de los invitados sobre mí, así como sus cuchicheos:
—Es adorable, ¿no crees? —fue uno de los comentarios.
—Es sólo un niña, siento lástima por ella —eran los más inocentes, pero también habían quienes decían cosas más zafadas…
—Es una extranjera, sólo está aquí para desestabilizar nuestra aldea, no es de confiar.
—Tienes razón, mira que distraerse con un par de niños y arruinar el desfile con Lord Gaara.
—Mira lo que lleva puesto, es demasiado elaborado, sólo vino a alardear.
…y hasta hirientes.
—Se ve como una cualquiera, no es digna de nuestro Kazekage.
—Es verdad, se ve que es una muchacha fácil por decir lo menos, sólo le traerá vergüenza a Gaara-sama.
A pesar de esos comentarios no me inmuté ni un poco, a decir verdad estaba acostumbrada a ese tipo prejuicios sobre mi persona.
Ya habiendo alcanzado la gran mesa, la cual era muy larga y baja, y los asientos eran sedosos y esponjosos cojines. Gaara y yo nos sentamos lado a lado en el centro.
Mentiría si dijera que no me gustaba o sorprendía ese nivel de "lujo" que la aldea de la arena podía llegar a tener, no es que esté feliz por este matrimonio, pero al menos es bueno saber que me tocó un pez gordo, al menos bajo los estándares de este país.
«Creo que no será muy difícil acostumbrarme a esta vida» pensé riendo por lo bajo, hasta que volteé y vi de reojo a Gaara, entonces caí en cuenta de que ni siquiera nos habíamos dirigido la palabra en ningún momento.
«Rayos, tengo que hablar con él eventualmente, qué incómodo»
Justo cuando quise decir algo para interactuar con él Baki habló en voz alta, dio un discurso sobre nuestra unión y la alianza, y al final brindamos, para luego dar paso a la gran cena acompañada de música en vivo.
Kebabs, falafel, hummus, pan pita, no eran muchos los ingredientes, pero la diversidad de platos que se podían crean con ellos era sorprendente. Y no sólo eso, sino la presentación era muy estética, y hasta curiosa, pues también habían trozos de carne en espadas, ¡malditas espadas!
—Adelante, debes tener hambre por el viaje —dijo una voz profunda que me estremeció y me devolvió a la realidad, recordé que Gaara estaba a mi lado, y lo que es más, ¡acababa de hablarme!
—S-Sí, gracias —le respondí.
Él tenía la vista fija en mí, sin decir absolutamente nada, pero yo no pude sostenerle la mirada y rápidamente rompí el contacto visual para volver mi atención a la comida y servirme algo. Sentí mis mejillas arder ante lo amable que sonó y sólo pensaba en que ojalá él no hubiera notado mi sonrojo.
«Tontarrona, estoy con capas de maquillaje y rubor, por supuesto que no va a notar nada» me reprendí mentalmente.
Tomé un poco de todo lo que había en la mesa y me enfoqué en comer para retrasar lo inevitable; no está demás recalcar que todo estaba delicioso, algo condimentado, pero estaba segura que me acostumbraría.
Miré de reojo a mi lado al pelirrojo que comía en silencio al igual que yo.
—Está muy bueno ¿cierto? —comenté para entablar una conversación.
—Sí —respondió frío después de un silencio de dos o tres segundos que se sintieron eternos.
Me quedé viéndole un rato esperando que completara su respuesta, pero eso nunca pasó, siguió comiendo su cena sin voltear a verme en ningún momento. Apenas era el primer día, y el pensar que tenía que pasar el resto de mi vida con alguien así me cayó como un balde de agua fría.
Apreté los puños y bajé la mirada a mi regazo, tratando de contener las lágrimas que querían escapar.
«No llores Yue, por lo que más quieras no llores, no aquí» me repetía una y otra vez. En verdad odiaba ser así de estúpidamente sensible, y era frustrante que cualquier pequeña cosa podía romperme en los momentos y lugares menos adecuados.
A partir de ese momento no recuerdo bien el resto de la cena más allá de comer y beber en silencio sin mirar a ningún lado en particular, como si fuera un robot en piloto automático; cuando me di cuenta todos los invitados se habían ido, la música había cesado y Hao estaba a mi lado indicando que ya era tarde y debía dormir.
—En nombre de la aldea de la arena esperamos disfrute su estadía en su futuro hogar, por favor acompáñenme a que los lleve a sus aposentos —dijo Baki, pero con la última frase casi me da un infarto ¿en serio esperaban que Gaara y yo hiciéramos…"eso"? es lo que se espera en la noche de bodas, pero...
—Muchas gracias Baki-san, ciertamente estamos agotados por el viaje, así que estamos ansiosos por descansar cómodamente —respondió Hao.
—Gaara, puedes retirarte —ordenó el jounin, a lo cual el susodicho asintió y se despidió de todos con una reverencia antes de desaparecer por la puerta principal. —Síganme por favor —continuó guiándonos a mi primo y a mí a habitaciones diferentes.
Baki nos despidió, y tan pronto desapareció yo me metí a la habitación de Hao para charlar un rato, ese joven necesitaba darme muchas explicaciones.
—Sé que dirás —se adelantó al ver mi expresión de molestia apenas entré— y no te culpo que estés enojada por no haberte dicho que habría una ceremonia de compromiso.
— ¿C-cómo?¿cómo que compromiso? —repliqué confundida.
— A decir verdad yo también desconocía la magnitud del evento, esperaba que fuera sólo la ceremonia de unión, y no toda una festividad con cena y música en vivo. Si así festejan por un compromiso imagínate cómo será la boda.
De ser posible mi boca estaría abierta hasta el piso, ¿toda esa parafernalia no fue más que una formalización del compromiso entre Gaara y yo? Ahora entendía (y agradecía) por qué no dormiríamos juntos, hasta me cacheteé mentalmente por pensar en esas cochinadas, ciertamente juntarme mucho con Naruto y Konohamaru me estaba afectando.
Me sentí aliviada que no nos hubiéramos casado de verdad, pero aun así le exigí a mi primo que me diera todos los detalles de este compromiso y no me ocultara nada esta vez.
—No me iré de aquí hasta que lo sueltes todo, traidor —le dije acostándome en su cama, no iba a darle espacio ni para sentarse ni lo dejaría dormir cómodo hasta que me explicara todo.
—Bueno... —contestó después de un largo suspiro.
Después de un largo día, se nos venía una larga noche a los dos.
Hola, si llegaste hasta aquí muchas gracias por leer este fanfic, es el primero que publico y espero te guste. Es posible que ya lo hayas leído antes cuando lo publiqué por primera vez y te preguntes qué pasó con los otros capítulos, simplemente decidí retomar este fic y editarlo un tanto para otorgarle una mejor historia a mis lectores :3
Tal vez ya de hayas dado cuenta, pero quise desarrollar el universo Suna desde el aspecto cultural introduciendo elementos de pueblos de próximo y medio oriente y Asia central, aclaro que desde el punto de vista de apreciación cultural ^^
Mencionar también que cada cierto tiempo releo los caps y los edito generalmente para corregir detalles y errores gramaticales, como también añadir o quitar cosas respecto a la trama.
También cambié el rating a T, cuando llegue el momento lo pasaré a M.
De nuevo muchas gracias por leerme, y nos vemos en el siguiente capítulo.
