Maximum Rhapsody: Si, Loki será el antagonista del arco del ragnarok
Panzer693: Ahora si viene lo chido como diría lusito.
Darkness-1997: que bueno que el fic te animara a ver el anime de dbz, ojalá pueda seguir contando contigo en los siguientes capítulos.
Capítulo 18: Reunión de las facciones.
¿Qué es lo que conoceríamos como el cielo?
El cielo representa un reino divino, un lugar de paz eterna donde moran los justos después de la muerte. Sin embargo, en el cristianismo, el Cielo es más que un simple destino; es la manifestación del Reino de Dios, una promesa de salvación ofrecida por el creador de todo para poder estar en comunión con él.
Los cristianos afirman que Dios, en su infinita misericordia, envió a su Hijo Jesucristo, a la Tierra para redimir a la humanidad. Su sacrificio en la cruz fue el precio pagado por los pecados de todos, abriendo así las puertas del Reino de los Cielos para aquellos que creen en Él y siguen sus enseñanzas.
Mateo 4:17
"Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado."
Mateo 5:3
"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos."
Mateo 13:31-32
"El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas."
Mateo 13:44
"Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello, va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo."
Muy bonito y poético ¿No es así? ¿Pero realmente qué vendría siendo el Reino de los Cielos
Ordenadamente escrita en parábolas y epístolas, la Biblia ha sido una herramienta excepcional para describir aquel mítico lugar, comparándolo con un tesoro escondido, una semilla de mostaza que crece hasta convertirse en un gran árbol, o un banquete preparado para los elegidos. No se trataba solo de un sitio sagrado, sino de una realidad espiritual, un estado de comunión con Dios que comenzaba en la Tierra y se perfeccionaba en la eternidad.
Sin embargo, la verdad distaba mucho de la imagen idealizada en los relatos sagrados. Elohim había caído en aquella guerra implacable, dejando un vacío imposible de llenar. Su muerte trajo consigo el caos y el desequilibrio, amenazando con desgarrar el delicado orden del mundo entero.
Y, a pesar de todo, la facción celestial siguió en pie, porque su existencia dependía de algo aún más poderoso: la fe de sus seguidores. Eran ellos quienes sostenían el equilibrio del mundo, el último bastión contra la ruina total. Pero si su fe se debilitaba, si la duda se apoderaba de sus corazones, todo se desmoronaría y el caos sería inevitable.
Por esa razón, Michael, pese a no estar preparado para el cargo, asumió el rol de regente de los cielos para arreglar la situación. Consciente de que el destino de su facción dependía de él, trabajó incansablemente para preservar la paz y el orden, apoyándose en el sistema refinado que Elohim había dejado atrás, aquel que permitía que los milagros siguieran manifestándose en la Tierra.
Sin embargo, necesitaba más que solo reglas y estructuras. Necesitaba un faro de esperanza, una figura en la que los creyentes pudieran depositar su fe, un símbolo que guiara a la humanidad en tiempos de incertidumbre.
Y así nació la fábula de Jesús de Nazaret.
Él se convirtió en la leyenda que las almas desesperadas anhelaban, el héroe de la historia, la luz en medio de la oscuridad.
A través de esa figura, de ese símbolo, Michael concentró todos sus esfuerzos en mantener vivo el legado de su gran padre, usando la imagen de Jesus creó parábolas ambiguas inspiradas en las enseñanzas divinas de Elohim, moldeando un estilo de vida que los hombres debían seguir para estar en comunión con Dios.
Con suma cautela, eligió a los profetas que llevarían el mensaje de la facción celestial al mundo. Cada palabra, cada revelación, fue calculada con lujo y detalles, pues sabía que en su misión no había margen de error.
Hoy en día, aunque el sistema creado por su padre no funcionaba a su máximo potencial, había logrado mantener un equilibrio estable. La pérdida de creyentes había sido significativa con el paso del tiempo, pero, aun así, la facción celestial prosperó, consolidando su posición como una de las más grandes y poderosas dentro del mundo sobrenatural.
El firmamento celestial, que alguna vez estuvo marcado por tristes recuerdos y reducido a un lugar casi en ruinas, ahora estaba habitado por innumerables seres alados. Aunque sus filas aún no alcanzaban la magnanimidad que tuvieron antes la Gran Guerra, las cosas marchaban bien. En este sitio emanaba una pureza indescriptible, reforzando la imagen del Paraíso en su máxima expresión.
Desde su trono, el arcángel contemplaba su reino con una ligera sonrisa, la armonía y prosperidad que reinaban en su dominio eran prueba de que estaba haciendo un buen trabajo. Su padre estaría orgulloso de él.
Sin embargo, incluso en el más puro de los reinos, existían sombras que no podían ser ignoradas. La "Santa Inquisición", por ejemplo, donde humanos, en su errada interpretación de la fe, derramaban sangre en el "nombre de Dios". Y más recientemente, el Proyecto Espada Sagrada, un error que le pesaba especialmente.
Aunque las leyes divinas le prohibían interferir en los asuntos humanos, esta vez había hecho una excepción. Cuando descubrió que Kokabiel había continuado con aquel abominable experimento junto a Valper Galilei, ordenó al Vaticano intervenir. Pero lo que no esperaba era que enviaran a solo dos exorcistas para solucionar semejante atrocidad. Aquella decisión irresponsable no quedaría impune; reprendería y castigaría a quienes tomaron semejante resolución, pues, en esencia, los habían enviado como carne de cañon.
Esos recuerdos aún lo atormentaban, recordándole que ni siquiera en el Cielo todo era perfecto. Tal vez por eso esta posible alianza le parecía tan importante: una oportunidad para remediar, aunque fuera un poco, los errores del pasado.
Decidió apartar esos pensamientos por un momento. Se levantó de su trono y salió a recorrer los pasillos del Cielo, observando con satisfacción a los ángeles y almas que transitaban por ellos, ocupados en sus deberes, sus pasos lo llevaron hasta un mirador, un sitio que últimamente visitaba con frecuencia. Sin embargo, él no era el único, negando con una sonrisa, decidió continuar su camino y subió hasta el tercer piso de la planta. Y, tal como lo esperaba, allí estaba ella.
La arcángel Gabriel.
El ángel más hermoso del Cielo permanecía de pie, embelesada, con la mirada fija en el firmamento. Desde lejos podría parecer que simplemente admiraba la inmensidad del horizonte, pero el arcángel sabía que no era así.
—¿Aún sigues observándolo? —Preguntó con voz calmada mientras se situaba a su lado.
Gabriel se sobresaltó girando la cabeza un poco asustada…
—Lo siento querida hermana, parece que te asuste —Añadió él con diversión, pero al mismo tiempo expectante — ¿Y bien?
—B-bueno Y-yo —Respondió la rubia, recuperando la compostura y volviendo la vista al frente—. Es que… no puedo dejar de mirarlo.
El arcángel dirigió la mirada hacia el mismo punto que ella, comprendiendo perfectamente a qué se refería.
—Deberías estar agradecida con Odín-dono —Murmuró, con los ojos fijos en aquella imagen—. Nos permitió observar Asgard y, por consecuencia, al chico. Uno increíble, por así decirlo.
Los ojos de ambos brillaban con fascinación, posándose en aquel mundo sacado de cuentos de hadas. Aunque no podían observar todo entre los reinos como lo hacían Heimdall u Odín. Gracias al apoyo del Padre de Todo, podían ver lo que acontecía en su facción, pero lo que realmente captaba su atención no era lo que el reino les mostraba.
Veían con sumo interés al joven, aquel que, según los rumores, había aparecido en el inframundo como si fuera una bola de fuego. Un ser quien, a palabras de muchos, era un intruso venido de una línea temporal, dimensión, o la mierda que fuera…
En fin, en estos momentos estaba siendo acompañado por Frigg, mientras manejaba unos pequeños muppets para divertir a los niños. Gabriel no pudo evitar reír suavemente al notar el entusiasmo, pero al mismo tiempo la torpeza del guerrero del futuro. Se le veía algo incómodo, como si no supiera bien cómo interactuar con ellos, pero a su vez, la dedicación que ponía en tratarlos y hacerlos reír le enterneció bastante. Pese a su actitud seria y la dureza que emanaba de su ser, sentían una pureza casi intacta en su alma, como si aún guardara una chispa de inocencia en medio de tanta tragedia y muerte.
—Es un chico interesante —Comentó el Arcángel con su característica sonrisa, pero de súbito, su rostro cambio a una expresión más seria —, pero las circunstancias de su llegada aun son sospechosas sin mencionar que su alma desprende algo turbulento.
—Lo sé, ha pasado por muchas cosas —Respondía la serafín con algo de tristeza—. Su corazón y alma están muy afectados —Mencionaba logrando tranquilizarse un poco y secando las lágrimas que amenazaban con salir —. Pero al parecer, en Asgard logró mitigar un poco ese dolor. Ya sonríe un poco más —Comentaba, al verlo más tranquilo y un poco más social.
—Puedo notar que tiene mucha más paz mental—Decía el líder del cielo, sonriendo levemente—. Sea lo que sea que haya devastado su mundo, debió ser terrible. Pero ya lo está superando. Me alegro por él.
Algo en lo que destacaba Michael, además del poder, era en sabiduría. No era tan vasta como la de Elohim u Odín, pero tenía lo suyo.
Esa misma sabiduría le permitió comprender que Trunks no pertenecía a esta realidad. Un ser con un poder tan colosal, capaz de rivalizar e incluso superar a los dioses dragones cientos o hasta millones de veces, no podía pasar desapercibido.
No podía comprender cómo alguien que no era una deidad había alcanzado esos niveles de poder tan aterradores.
El día en que llegó a esta realidad, Gabriel entró en un estado de ansiedad y casi éxtasis, pues pudo sentir, aunque fuera de manera momentánea, su energía, así como su corazón y alma. Era algo tan surrealista de ver y creer.
Cayó de rodillas y lágrimas; conmovida por un alma pura, casi intacta de malicia, aunque no exenta de emociones negativas como tristeza e impotencia. Pero, en definitiva, muy pura. Nunca había sentido un alma así, ni siquiera de los hombres más puros que alguna vez tuvieron el cargo de Papa en el Vaticano.
Eso fue lo que despertó su interés. Aunque mantenía cierto escepticismo por lo que su hermana le había contado, no quería desconfiar de ella. Sin embargo, lo que describía le parecía una exageración. A pesar de todo, la curiosidad fue más fuerte, y decidió reunirse con Odín. Cuando logró que el padre de todos accediera a dejarle ver lo que ocurría en su facción en relación con el joven, su sorpresa fue inmensa. Lo que Gabriel había dicho era cierto, y quedó tan impresionado como su hermana. Fue entonces cuando decidió también observar todo lo que pudieran acerca del joven recién llegado, hasta el día de hoy.
No se arrepintieron para nada de esa decisión.
—Ojalá pronto se recupere de sus heridas emocionales —Comentaba la serafín con pena, pues notaba que, tras ese rostro tranquilo, se escondía un gran dolor y tristeza—. Y pueda encontrar un nuevo propósito para vivir.
El arcángel observo a su hermana de forma reflexiva.
—Yo también lo espero —Respondió Michael, para luego preparar un círculo de transporte —. Me retiraré por el momento. Debo hacer la entrega de Ascalón al actual Sekiryuutei antes de la reunión de las tres facciones.
Aquella afirmación sorprendió a la serafín.
—Creí que se la cederías a Trunks —Dijo ella con mucha curiosidad dando a entender que conocía el nombre del chico.
—Esa era la idea principal… —Mencionó el arcángel, reflexionando por un momento—. Pero tras pensarlo detenidamente, mejor decidí otorgárselo al actual Sekiryuutei. Es una mejor opción.
Dicho esto, el líder del cielo se retiró, dejando a Gabriel llena de curiosidad. Sin embargo, decidiría ahondar en eso más tarde. Por ahora, debía seguir observando al chico. Tenía que descubrir cuáles eran esos problemas que enmarcaban una alma tan pura como la de él.
Si tan solo Gabriel supiera la historia de Trunks y Mai, no pararía de llorar jamás. Ella, siendo una de las seres más sensibles del mundo, no podría soportar las atrocidades que esos dos habían vivido a lo largo de los años. Tiempos de oscuridad y muerte, donde todas las vidas se perdieron, sin distinción alguna entre hombres, mujeres y niños, por todas las amenazas que llegaron a su era. Solo Trunks había sido el pilar y faro de esperanza para todos ellos, aunque al final todos perecieron, haciendo sentir al guerrero del tiempo como una burla de los dioses.
Gabriel quería confortarlo, ofrecerle apoyo y consuelo. Pero antes, debía conocer bien al chico.
Y ya tenía una idea de cómo hacerlo.
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Mai y Trunks se encontraban desayunando juntos, mientras él le relataba todo lo que había sucedido el día anterior. Sin embargo, por alguna razón que no lograba comprender, Trunks tenía la sensación de que ella no estaba prestando mucha atención.
—En resumen, Odín-sama me pidió que asistiera al mundo humano —comentó Trunks, tras terminar su jugo de frambuesas mientras observaba a Mai.
Mai untaba un poco de mantequilla sobre una rodaja de pan, que ya tenía mermelada de arándano. Se movía de forma automática, hasta que, de repente, al escuchar la última frase, detuvo todo lo que estaba haciendo de inmediato.
—¿Irás al mundo humano entonces? —Preguntó la exlíder de la resistencia, ahora con un tono ligeramente más interesado—. ¿Por qué querían que fueras? No le veo mucho sentido...
Trunks suspiró, sintiendo la presión de tener que repetir lo que ya le había contado con anterioridad.
—Bueno, ya te lo había dicho antes, pero no te preocupes, puedo explicártelo de nuevo.
*Flashback*
El panorama era intrigante. El líder de la facción de los ángeles caídos se hallaba junto al soberano de Asgard en el salón principal del palacio, ahora completamente desprovisto de cualquier presencia para garantizar la privacidad.
El saiyajin observaba con atención al cadre, analizando cada uno de sus gestos, expresiones y el flujo de su energía. Para alguien con una percepción experta del ki, la naturaleza de Azazel resultaba confusa. No era un aura maligna, pero había algo turbio en ella, como si existieran huecos oscuros en su esencia. Si tuviera que describirlo en palabras simples, diría que era como un estanque de agua pantanosa en medio de un bosque de coníferas: ni pura ni del todo corrupta, sino algo intermedio y difícil de descifrar.
Trunks desconocía el propósito de esa inesperada reunión y no entendía por qué su presencia también era requerida en ese momento.
—Noto que llevas un buen rato observándome fijamente —Comentó Azazel con un tono relajado y divertido—. Parece ser que no te agrado mucho.
El guerrero del futuro mantenía una mirada seria. Esa actitud despreocupada y burlona del cadre comenzaba a irritarlo de sobre manera.
—He escuchado cosas sobre ti —Respondió el saiyajin con frialdad —. Cosas sumamente desagradables.
—Me lo imagino —Azazel esbozó una sonrisa arrogante, se encogió de hombros como si la respuesta fuese de nula importancia para el —. Aunque, para ser sincero, no es algo que me quite el sueño.
Los dos se mantuvieron en un silencioso duelo de miradas, midiendo al otro sin ceder terreno. Uno con una expresión seria y desconfiada, el otro con su habitual aire de burla y desinterés. La tensión era palpable, y Odín lo notó de inmediato; así que decidió intervenir antes de que la situación escalara a mayores.
—Supongo que este es un buen momento para que expliques el motivo de tu visita, Azazel —Intervino Odín con voz firme—. ¿Qué es eso tan importante de lo que quieres hablar?
El caído desvió su atención del saiyajin y se dirigió al padre de todo con su característica actitud despreocupada.
—Oh, claro —Respondió con una leve sonrisa—. En realidad, no debería sorprenderte. Dentro de poco se llevará a cabo una reunión entre las tres facciones, pero supongo que ya lo saben.
Odín suspiro y observo a Trunks quien se mostró sorprendido ante la respuesta del cadre. No dijo nada, mantuvo su atención hacia Azazel.
—Sin embargo —Continuó Azazel, mientras sacaba un cigarrillo y lo colocaba en sus labios—, necesitamos que este joven nos honre con su ilustre presencia.
El guerrero del futuro alzó la mirada con suspicacia.
—¿Y por qué es importante que yo asista a esa reunión? —Preguntó Trunks, cruzándose de brazos y arqueando una ceja, pudiendo notar claramente el tono sarcástico en las palabras del ángel caído.
—Porque necesitamos tu testimonio sobre lo sucedido con Kokabiel, Kenshi-kun —Azazel sonrió de manera despreocupada —. Como mencione anteriormente, precisamos de todos los detalles…
El simple sonido de ese nombre hizo que Trunks afilara la mirada. Recordaba perfectamente la asquerosa y nauseabunda energía de ese ser. Si tuviera que compararlo con alguien, sería con Freezer o Black. No se acercaba a su nivel de poder, pero su maldad era de la misma calaña. Acabar con él había sido lo mejor que pudo hacer.
—¿No es suficiente con los chicos? —Preguntó Trunks con desconfianza.
—Queremos recopilar todas las versiones posibles —Respondió Azazel con una pizca de seriedad, aunque sin perder su actitud burlona—. Y eso incluye la tuya, por supuesto.
Trunks vaciló. No le preocupaba tanto la reunión en sí, sino el dejar Asgard desprotegida. La presencia de la diosa dragona le había inquietado profundamente; sus intenciones eran demasiado enigmáticas, algo en su interior le decía que debía quedarse, por si ella decidía aparecer de nuevo. Y, por si fuera poco, asistir a esa reunión también significaba volver a ver a Serafall, algo que realmente preferiría evitar a toda costa.
Pero entonces sintió algo sobre su hombro, era la mano de Odín, quien le brindaba una mirada comprensiva
—Aún tienes dudas, y lo entiendo —Dijo el Padre de Todo con tono comprensivo —. Pero piénsalo de este modo, quizás con tu presencia sea mas importante de la que crees.
Trunks tenía sus reservas. A su juicio, no había razón alguna para estar allí. Lo único que había hecho había sido ayudar a unos jóvenes indefensos a escapar de las garras de un demente homicida; nada más. El resto involucraba complicados asuntos entre facciones con las que él no tenía ningún vínculo. No lograba comprender qué tan útil podría ser su testimonio, especialmente cuando ya había demasiados testigos. Todo parecía confuso.
Además, la idea de verse involucrado en disputas y otros asuntos que no le concernían en absoluto, solo le causaba incomodidad. Para él lo más sensato era mantenerse al margen, lejos de esos altercados, acuerdos y luchas políticas que no tenían nada que ver con él.
—Lo que ocurrió con Kokabiel no tiene importancia en el gran esquema de las cosas —dijo con tono serio, mientras miraba a Azazel y a Odín —. El sujeto fue aniquilado y por consecuente, la paz volvió a reinar.
Azazel soltó una risa ligera, la respuesta de Trunks le divirtió bastante. Resultaba hilarante que un ser con tanto poder pudiera ser tan ingenuo por no decir idiota.
—Te equivocas, Kenshi-kun. Lo que sucedió con Kokabiel puede ser mucho más importante de lo que crees —Respondió el ángel caído con una mirada enigmática —. Créeme, estos eventos pueden ser la antesala de algo cuyas consecuencias ni siquiera podemos imaginar. A veces, un solo acontecimiento, por insignificante que parezca, puede desatar una reacción en cadena imposible de detener.
Trunks frunció el ceño, mientras analizaba con sumo cuidado las palabras de Azazel. Había algo en su tono que le resultaba inquietante. ¿A qué se refería exactamente? ¿Qué tan grave podría ser el impacto de un solo enemigo eliminado? La curiosidad comenzó a arraigarse en su mente, sembrando una incómoda inquietud, pues los recuerdos de su mundo volvieron a cruzar por su mente. Tal vez Azazel tenía un punto a su valor. valía la pena considerar seriamente su petición.
—¿Cuándo será dicha reunión?
—Será el día de mañana en la noche —Respondió Azazel, despreocupado y sonriente. A Trunks le sacaba un poco de sí su comportamiento tan misterioso—. En la academia Kuoh, donde eliminaste a Kokabiel.
—Bien, ahí estaré. Pero no irá Mai —aclaró con seriedad, dejando claro lo que quería decir—. Ella no estuvo ahí ese día, no tiene nada que ver con esto. Así que, si no les importa, la dejaré fuera.
Las palabras de Trunks eran afiladas y amenazantes. Esa tal Mai debía ser alguien muy importante, como para que Trunks la protegiera con tanto recelo. Sonaba a un nombre femenino, y desde ahí, Azazel comenzaba a hacerse una idea del porqué. Eso le llamó la atención. ¿Qué sería para él? ¿Una pariente? ¿Una amiga? ¿Amante? Cualquiera podría ser una opción. Solo Odín y el resto de los asgardianos sabían la relación de esos dos.
—Muy bien, no tengo motivos para negarme —Respondió el pelinegro restándole importancia a la situación—. Solo necesitamos tu versión de los hechos. Es todo.
—De acuerdo, así será —respondió Trunks con seriedad, mirando fijamente al ángel caído.
—Gracias por tu cooperación —Respondió satisfecho el líder caído, mirando a los tres presentes—. Me retiraré ahora mismo. Debo informarles a los demás líderes de tu participación.
Cuando Azazel finalmente se marchó, el silencio se apoderó del gran salón. Trunks suspiró, pasándose una mano por el cabello mientras miraba el suelo donde segundos antes había aparecido un círculo mágico que Azazel uso para marcharse de ahí.
—Aun no entiendo por qué es necesario todo esto… —Murmuró con fastidio, pasando una mano por su cabello en un intento de despejar su mente y olvidar lo tedioso del asunto.
Odín, con su característica sonrisa relajada, le dio un par de palmadas en la espalda.
—No le des más vueltas, chico. A veces es mejor aceptar las cosas como vienen. Mejor trata de descansar.
Trunks podría haber ignorado aquella respuesta simplona si no fuera por un pequeñito detalle: la sonrisa de imbécil que ahora adornaba el rostro de la anciana deidad.
—Después de todo… al parecer, tuviste bastante acción con la más leal de mis guardaespaldas.
Trunks parpadeó desconcertado por un instante, hasta que finalmente encajó las piezas del rompecabezas. Lo que al principio le pareció una broma de mal gusto comenzó a cobrar sentido. Y, siendo objetivos, la escena no podía verse de otra manera: había entrado a una habitación con una mujer inconsciente en brazos y ahora salía de la misma. Cualquiera que lo viera sacaría sus propias conclusiones, y los rumores no se harían esperar.
—¡Solo la lleve a una de las habitaciones porque estaba muy cansada! —Exclamó con todas sus fuerzas mientras su rostro cambiaba de diferentes tonalidades de rojo —¡NO CREE MALENTENDIDOS INNECESARIOS!
—Ohohohohoho tiene sentido. Digo, quizá alguien más podría molestarse si esto llegara a pasar —comentó con una mirada traviesa mientras se acariciaba la barba—. ¿Cómo crees que lo tomaría Mai-chan?
Un escalofrío recorrió la espalda de Trunks al imaginar tal cosa.
—Sí... mejor le hago caso… ya me está dando sueño —Respondió rápidamente, dando un bostezo de lo más fingido para después darse la vuelta de inmediato. No iba a darle a Odín más oportunidades para seguir divirtiéndose a sus costillas.
El padre de todos solo río con satisfacción mientras lo veía huir del salón.
Trunks caminaba por los pasillos de la fortaleza asgardiana con paso tranquilo, aunque su mente aún seguía ocupada en la conversación con Azazel y Odín. Suspiró pesadamente. Decidió tomar un desvío y, sin darse cuenta, llego hasta un corredor más apartado.
En ese momento había sentido un Ki demasiado familiar… tenue, sutil, un poco turbulento pero inconfundible.
Se detuvo frente a una puerta de madera ornamentada, seguramente a estas horas Mai estaba profundamente dormida. Por un momento, dudó en abrirla, pues no quería molestarla, pero algo dentro de él lo impulsaba a verla. Quizá solo quería asegurarse de que estuviera bien.
Tomó aire y tímidamente giró lentamente el picaporte.
La luz de la luna se filtraba por una de las ventanas de la vasta habitación, iluminando la figura dormida de la joven. Mai descansaba plácidamente sobre el lecho, su cabello oscuro esparcido sobre la almohada y el rostro relajado le embelesaron por unos segundos.
Tal vez era el efecto del sueño inducido por la presencia de Ophis, o quizá su mente lo llevaba de vuelta a aquellos días en los que ambos fueron aliados en la lucha contra Black. En más de una ocasión, compartieron una habitación por estrategia (aunque dormían en catres separados), preparados para reaccionar al instante si el falso dios aparecía. Aquellos tiempos forjaron un lazo de confianza entre ellos, y ahora, mientras la observaba bajo la luz de la luna, no pudo evitar sentir un eco de esos recuerdos.
La respiración de ella era pausada y tranquila, y una leve brisa movía los mechones de su flequillo.
Había algo en ella que le sacaba más de un suspiro, siempre la había visto hermosa, pero en ese instante, envuelta en la suave luz plateada, rostro sereno y su piel bañada por el resplandor nocturno, le pareció casi irreal. Su belleza no era la de una princesa de cuentos de hadas, sino la de una mujer fuerte, decidida, con una dulzura que rara vez mostraba, pero que él conocía bien.
Se quedó allí, en silencio, sin atreverse a romper aquel momento efímero. La observó con la misma reverencia con la que un artista contempla su obra maestra, con la certeza de que, ante sus ojos, tenía la más exquisita y hermosa de todas.
Habría pasado toda la noche mirándola, pero cayó en cuenta de que también necesitaba descansar. No quería despertarla, no quería perturbar su descanso.
Así que, con una última mirada, cerró la puerta con cuidado y se alejó en silencio, sintiendo que, por primera vez en todo el día, su corazón latía con calma.
Tras terminar su relato (sin mencionar la parte en la que la observó dormir en su habitación), Mai mantenía una mirada algo distante y desapegada mientras Trunks hablaba. La indiferencia con la que lo observaba comenzaba a incomodarle. Algo no encajaba.
—Entiendo... —Dijo Mai sin mucha emoción, mientras continuaba untando de mantequilla su rodaja de pan —. Si es algo importante que debes hacer, no veo problema alguno.
Trunks parpadeó sorprendido por su respuesta. En otras ocasiones, ella le habría mostrado cierta preocupación, le habría dicho que tuviera cuidado o que algo no le sonaba bien, pero ahora se limitaba a dar una respuesta fría, casi desinteresada. Su comportamiento no era el mismo de siempre, y Trunks no pudo evitar preguntarse qué había cambiado.
—De hecho, ni siquiera sé por qué me lo cuentas —Añadió Mai, como si fuera una simple formalidad, mientras ponía el tocino de jabalí recién dorado sobre su rodaja de pan, mirando el plato con más atención que a él—. Si Odín-sama te ha encomendado algo tan importante, ¿Por qué debería preocuparme? No hay razón para dudar, ¿O sí?
Trunks frunció el ceño, confundido por la frialdad de su respuesta. Había algo en la forma en que hablaba, algo en su tono, que no era el mismo de siempre. Mai nunca solía ser tan distante con él, y esa indiferencia inexplicable le hacía sentirse desconcertado.
—C-creí que sería importante comentártelo —Dijo el guerrero del futuro aun estupefacto
Mai dio una mordida a su recién creado emparedado, se tomo su tiempo de masticar antes de responder
—Bueno, no es como que fuéramos tan cercanos como para que me avises de cualquier cosa que suceda —Respondía ella mientras bebía su jugo de naranja —. Solo fuimos compañeros de batalla, tratando inútilmente de salvar un mundo que ya estaba condenado. Y como puedes ver, fallamos miserablemente. Así que, en cierta manera, es bueno para ambos. Podemos encontrar otro propósito, adaptarnos mejor a este mundo, forjar nuevos… "lazos"
Trunks sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras, como si algo en el aire hubiera cambiado entre ellos. La forma en que hablaba Mai, la falta de emoción, de afecto, le hacía pensar que había algo mucho más profundo ocurriendo, algo que no lograba comprender.
La batalla que ambos habían librado, los sacrificios que hicieron, todo parecía estar siendo desechado por ella con una indiferencia que lo descolocaba. Aunque ella no lo decía de forma directa, Trunks podía sentir que había algo más en su tono, algo de resignación, quizás incluso de dolor.
Pero, ¿Por qué ella parecía tan distante ahora? ¿Por qué parecía que todo lo que habían compartido, todo lo que había sido tan importante para él, de repente no significaba nada para ella?
Mai seguía masticando en silencio, mientras Trunks la observaba con una creciente sensación de inquietud. Había algo en su actitud que no lograba descifrar. Sus ojos, que antes solían brillar con una chispa de curiosidad o de cariño, ahora parecían apagados, distantes…
—¿E-esta todo bien? —Preguntó finalmente, con un tono vacilante. Su mirada se cruzó con la de ella, buscando algún indicio, alguna respuesta, su voz vacilo antes de hacer la pregunta—. ¿Hi-hice algo que te molestara?
Mai levantó la vista lentamente, como si le costara el simple esfuerzo de mirarlo. No había urgencia en su movimiento, y la indiferencia en su rostro era palpable. Pasaron unos segundos de tenso silencio entre los dos, la atmósfera cargada de algo que no se decía pero que se sentía en el aire. Trunks se preguntaba si ella lo escuchaba, si le importaba.
Finalmente, Mai negó con la cabeza, pero no con la rapidez de alguien que realmente se sentía tranquila, sino más bien con una pereza que parecía querer evitar la conversación. Una ligera sonrisa apareció en sus labios, pero no era la típica sonrisa genuina que él solía ver en ella. Era forzada, taimada, una mueca que apenas podía disimular la frialdad en sus ojos. No había nada de auténtico en esa expresión, y Trunks no pudo evitar sentir que algo no cuadraba.
Trunks observó en silencio cómo Mai continuaba con su desayuno, como si nada de lo que estaba sucediendo entre ellos tuviera importancia. La sonrisa que había mostrado, esa mueca vacía, solo aumentaba su sensación de desconcierto. Algo dentro de él comenzó a preguntarse si realmente había cometido un error, si en algún momento había hecho algo que la hubiera herido de una forma que ni él se daba cuenta.
—No te preocupes, todo en orden —Respondió ella con esa sonrisa fingida — Como te había dicho, hay mucho que aun no terminamos de asimilar, por eso creo que es mejor para ambos descubrir nuestro camino por separado.
Trunks trago en seco al escuchar tal frase.
¿Por separado? ¿Había escuchado bien? jamás había esperado que Mai formulara esa oración con esas palabras, era como si habría decidido alejarse, como si ya no hubiera espacio para lo que habían compartido y aunque Trunks intentaba comprender porque había ella decidido tal cosa, algo dentro de él se sentía perdido.
—Mai... —Susurró con voz apenas audible, mientras sus ojos buscaban los de ella, intentando encontrar alguna señal, alguna respuesta que pudiera explicar este repentino distanciamiento. Pero nada en su expresión le ayudaba a entender.
—¿Por qué me estás diciendo todo esto? —Las palabras parecían atorarse en su garganta —. Después de todo lo que hemos pasado, ¿realmente crees que es lo mejor?
Mai estaba a punto de responder, pero antes de que pudiera abrir la boca, Trunks se adelantó, sintiendo que no podía quedarse callado más tiempo.
—Sé que soy torpe en muchos aspectos y que, a veces, no entiendo todo lo que pasa, pero... —El saiyajin continuó con un tono afligido, casi quebrado—. Me esfuerzo por comprender las cosas, por mejorar, por ser alguien en quien puedas confiar. Creí que habíamos prometido que, si algo sucedía, nos lo diríamos el uno al otro. Por favor, ten la confianza de decírmelo, dime lo que está pasando.
La sinceridad de sus palabras, la vulnerabilidad que transmitía Trunks, hizo que Mai reconsiderara un poco su decisión, pero algo en su interior la detuvo. Recordó cómo se había mostrado tan entregado a Ophis, cómo la besaba con pasión y cómo casi intimaron frente a sus ojos, como si no hubiera nadie más en el mundo para él en ese momento. Esa imagen de él sucumbiendo ante los encantos de aquella inmunda serpiente, de cómo su cuerpo y su alma respondían sin dudarlo ante aquella impostora quedaron grabadas en su mente.
Lo que más le dolía, era que él no había sido capaz de distinguirla a ella de una impostora. Creyó que, después de todo lo que habían compartido, él podría haber percibido su esencia, su ki, cómo se movía, sus gestos, su actitud. Mai pensaba que, por todo lo vivido, él debería haber sido capaz de reconocerla en cualquier circunstancia. Sentía que, con todo el tiempo que habían pasado juntos, él debía saber mejor que nadie, que Mai no se entregaría así de buenas a primeras.
Jamás se le olvidaría, nunca olvidaría tal escena.
Nunca lo perdonaría.
—Te digo que no pasa nada, no seas tan melodramático —Respondió esta vez intentando sonar más natural, esforzándose en sonreír para que esta vez sonar más convincente mientras movía una mano al aire restándole importancia al asunto —, te preocupas por cosas menores… enserio a veces puedes llegar a ser muy pesado.
Las palabras de Mai, aunque intentaba sonar despreocupada, eran como cuchillos invisibles que se clavaban en el corazón de Trunks. La forma en que restaba importancia a todo lo que sentía, a todo lo que había vivido, lo dejaba desorientado.
Apretó los dientes y los puños, luchando por mantener la compostura. Algo definitivamente no estaba bien, y necesitaba saber qué había sucedido. No podía quedarse con esa incertidumbre.
—No te creo —dijo con firmeza, el dolor detrás de sus palabras evidente mientras Mai lo miraba, levantando una ceja en respuesta.
Antes de que pudiera decir algo más, la voz de Frigg interrumpió el tenso momento. La diosa apareció de repente, visiblemente agotada, con el rostro algo preocupado.
—Qué bueno que te encuentro, querido —dijo Frigg con un tono agotado, su expresión reflejaba una mezcla de cansancio y una ligera ansiedad.
—Ahora no, Frigg-sama, estoy un poco…
—Ve —interrumpió Mai —. Es importante. Al parecer, nuestra querida anfitriona necesita de tu ayuda.
Trunks miró a Mai, no se sentía de a, pero no podía ignorar el tono urgente de Frigg. A pesar de lo que estaba sucediendo entre ellos, algo en su interior le decía que debía atender la llamada de la diosa.
—Está bien, voy —Respondió Trunks con resignación.
Se levantó rápidamente y comenzó a caminar hacia la salida, pero antes de hacerlo, miró una última vez a Mai. Las palabras que quería decirle se quedaban atascadas en su garganta. Había algo en ella, algo que lo estaba distanciando, pero no podía comprender qué era. ¿Por qué esa frialdad? ¿Por qué esa actitud distante después de todo lo que habían compartido?
Mai no dijo nada. Simplemente le dio la espalda, mordiéndose el labio para evitar que sus propios sentimientos la traicionaran, ocultando la tristeza y el vacío que sentía. Sabía que no podía dejarse llevar por sus emociones, que no podía debilitarse, pero la imagen de Trunks con Ophis seguía golpeteando en su mente como un panal de furiosas abejas.
Frigg observó la tensión en el aire entre ambos, notando los sutiles matices en sus expresiones y gestos. Sin embargo, decidió no intervenir por el momento; ya habría tiempo para hablar con Mai y averiguar qué estaba ocurriendo.
Un ligero peso de culpa comenzó a asentarse en su interior. No había considerado que Mai pudiera tener sentimientos por Trunks cuando envió a una de sus mejores valquirias a tener una cita con él. Ahora, viendo la frialdad en la mirada de la joven y la confusión en los ojos del saiyajin, empezaba a cuestionar si su decisión había sido la correcta.
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Academia Kuoh: media noche
Trunks llegó a la Academia Kuoh a través de la runa que Odín le había obsequiado. Suspiró levemente; le agradaba la compañía de la diosa madre, pero incluso para él había sido excesivo ayudarla a entretener a los niños bajo su tutela. No podía quejarse, le había servido para distraerse, pero al mismo tiempo se alegraba de que finalmente hubiera terminado.
Sabía bien que esta reunión era de gran importancia, y aunque su presencia no era estrictamente necesaria, comprendía completamente las implicaciones. Lo último que quería era decir algo inapropiado que pudiera incomodar a los líderes presentes y, en el peor de los casos, comprometer la firma del acuerdo de paz.
Esa era, precisamente, la razón por la que había aceptado asistir. Si su mera presencia podía ayudar a que las tres facciones alcanzaran un entendimiento, entonces estaba dispuesto a cooperar. Además, esta reunión le ofrecía una oportunidad para distraerse. Con todo lo que había sucedido con Mai, su mente estaba hecha un caos, y quizás centrarse en este asunto le ayudaría a despejar sus pensamientos, al menos por un rato.
Afiló la mirada mientras contemplaba el edificio escolar frente a él. No solo la estructura le resultaba peculiar en este contexto, sino que también podía percibir varias presencias en su interior, muchas de ellas claramente no humanas. Algunas destacaban por encima del resto, probablemente los líderes de cada facción. Sin embargo, lo que realmente captó su atención fueron dos auras en una torre cercana.
Reconoció de inmediato una de ellas: Koneko, la pequeña de cabello blanco y expresión estoica del grupo Gremory. La otra, en cambio, le era completamente desconocida. No recordaba haber interactuado antes con esa persona, pero su energía era… digamos intrigante.
A pesar de la solemnidad del momento, un escalofrío recorrió su espalda. Una sensación inquietante se instaló en su pecho, una advertencia silenciosa de que algo no estaba del todo bien. No parecía estar relacionado con la reunión en sí, sino con algo más... algo ajeno pero presente.
Aun así, decidió ignorarlo por el momento. Exhaló lentamente, relajando los músculos y despejando su mente. No podía permitirse distracciones. Con paso firme, comenzó a avanzar hacia el edificio.
Los líderes estaban reunidos en la mesa de conferencias, escoltados por sus más cercanos aliados y figuras de confianza. Por parte de los demonios, Sirzechs Lucifer y Serafall Leviatán ocupaban sus respectivos lugares; Azazel representaba a los caídos, mientras que Michael asistía en nombre de los ángeles. Pero esta vez, el arcángel no estaba solo.
Para deleite de los varones presentes—especialmente de Azazel—y para el leve disgusto de Serafall, Gabriel, la más hermosa serafín del Cielo y la eterna "rival" de la Maou Leviatán, había decidido acompañar a su hermano como su escolta personal. Sus razones eran claras: deseaba conocer a Trunks en persona. La idea surgió en el momento en que Azazel le envió un mensaje confirmando la participación del guerrero en la reunión. La emoción la embargó de inmediato y, sin darle opción a Michael, prácticamente lo obligó a llevarla consigo.
Desde su asiento, Gabriel lanzaba miradas furtivas a la puerta del salón, esperando que Trunks apareciera en cualquier momento. Trataba de ser discreta, pero su emoción era tan evidente que Michael no podía evitar reír internamente ante su torpe intento de disimulo.
No todos compartían su entusiasmo. Serafall, por su parte, tenía sentimientos encontrados con respecto a la llegada del saiyajin. Su presencia despertaba viejos miedos y traumas que había intentado enterrar por años. Pero más allá del temor, lo que realmente la consumía era la ira.
Quería matarlo con sus propias manos. Deseaba verlo caer, desaparecer de su vista para siempre. Lo irónico del asuntó fue que cuando tuvo la oportunidad de hacerlo, cuando pudo acabar con todo con un solo ataque de energía pura, decidió salvarlo.
Aquella muestra de compasión la atormentaba. No entendió porque decidió hacerlo, no entendió porque tuvo que dudar en ese momento… Apretó los puños con fuerza bajo la mesa, tratando de sofocar el torbellino de emociones que amenazaban con consumirla. No podía permitirse perder el control, no ahora, no frente a los demás.
—¿Cuánto más va a tardar ese mocoso? —Preguntó Azazel, impaciente por la demora—. Ya debería estar aquí.
—Debemos ser pacientes —respondió Michael con su característica sonrisa serena—. Además, si tarda, es por tu culpa. No le diste la hora correcta de inicio.
Azazel chasqueó la lengua, sin molestarse en ocultar su desinterés. Era cierto, se le había pasado ese pequeño detalle. Los demás lo observaron con diversión, disfrutando la rara oportunidad de burlarse del líder caído, quien solía ser demasiado astuto como para caer en este tipo de situaciones.
Por otro lado, la comitiva Gremory estaba encantada con la inminente llegada de Trunks. Por alguna razón, cuando él estaba cerca, se sentían más seguros. Incluso Ddraig admitía que el peliazul le caía bien y reconocía su inmenso poder. Tal vez, solo tal vez, con su guía Issei finalmente se convertiría en alguien digno del Boosted Gear y no solo en un pervertido empedernido.
El mencionado compartía ese entusiasmo. Issei esperaba con ansias la llegada de Trunks, pues deseaba desesperadamente que lo entrenara. Incluso ya había hecho todos los arreglos necesarios, obteniendo el permiso de sus padres para que el guerrero se hospedara en su casa. Solo esperaba que la reunión terminara rápido para poder invitarlo y conocerlo mejor.
Curiosamente, el séquito Sitri también esperaba su llegada con cierto interés, aunque su líder se negaba rotundamente a admitirlo. Aun así, tenía algo en mente: le debía una disculpa a Trunks por la incómoda situación en aquella tienda de anime. De hecho, ya tenía un plan para obligar a su hermana a disculparse también.
Pero al final, no tuvieron que esperar mucho más.
¡Click!
—Vaya, al fin llegas —comentó Azazel con una sonrisa burlona, cruzándose de brazos—. La puntualidad no es lo tuyo, ¿verdad?
Trunks lo miró con una mezcla de disgusto y paciencia, pero decidió no dejarse provocar. No valía la pena permitir que el líder de Grigori le arruinara el momento, así que, en lugar de responder, dirigió su atención a los líderes que presidían la reunión.
—Buenas noches a todos. Les ofrezco mis más sinceras disculpas por el retraso —Dijo con una ligera reverencia, mostrando respeto.
Los líderes lo observaron en silencio mientras el guerrero del futuro avanzaba hacia la mesa, debían admitir que el chico tenía modales, pese a ser un ser que los convertiría en polvo de universo en menos de un suspiro.
—¡Es un ser hermoso! —Pensó la Serafín conmovida hasta lo más profundo de su ser, sentía que su corazón se aceleraba —. Una cosa era contemplarlo desde el paraíso… pero verlo en persona…
Desde el cielo había observado a Trunks de manera constante, pero ahora que lo tenía frente a ella, sentía el aura que lo rodeaba, quedándose sin aliento. Pudo sentirlo con claridad: su alma era cálida, pura… más de lo que jamás había imaginado.
Las ganas de acercarse a él y abrazarlo eran enormes, pero se contuvo. No podía dejarse llevar por la emoción, debía mantener la compostura y conservar su imagen profesional. Aun así, no pudo evitar sonreírle con dulzura cuando Trunks finalmente la notó. Para su alegría, él le devolvió el saludo, aunque con una expresión de ligera confusión. Aquello solo reforzó su percepción de él: un alma noble, pero naturalmente desconfiada.
—¡ANIKI! —La voz de Issei resonó en la sala mientras se separaba rápidamente de su grupo para recibir a Trunks—. ¡Qué bueno que llegas! Al principio me pregunté por qué no supe nada de ti en muchos dias, pero me alegra saber que estás bien.
El joven saiyajin se rascó la cabeza con un gesto de ligera incomodidad.
—Tuve algunos contratiempos —Dijo el sin saber exactamente qué explicación dar—. Lamento haberme ido sin avisar.
—¡Bah, no es problema! —Respondió Issei con una sonrisa entusiasta—. Cuando termine esta reunión, podremos ponernos al día.
Trunks asintió con una leve sonrisa, pero rápidamente pronto notó cómo la nobleza Gremory lo observaba con expresiones genuinas de calidez. Aquella recepción le tomó por sorpresa, pero la apreció sinceramente. Aunque, en el caso de Xenovia, decidió evitar su mirada; algo en ella le transmitía una sensación de peligro que no podía ignorar.
—Me alegra verte de nuevo, Trunks-san —dijo Rias acercándose con su característico porte refinado, caminando con elegancia hacia él.
—Lo mismo digo, Rias-san. Me complace verte de nuevo —respondió el saiyajin con respeto, realizando una ligera reverencia —. Y me gustaría aprovechar la ocasión para expresar mi agradecimiento por lo que hiciste por mí la última vez.
Rias sonrió suavemente, su rostro reflejaba una sinceridad que Trunks no pudo evitar notar, y el cálido y genuino tono de su voz le hizo sentirse más relajado.
—Fue un placer, Trunks-san. Estoy feliz de haber podido ayudarte en esa ocasión —respondió con una sonrisa que hacía que su porte serio se suavizara aún más.
Antes de que la conversación pudiera continuar, un ligero carraspeo rompió el momento. Trunks desvió la mirada hacia el origen del sonido y se encontró con Sirzechs Lucifer junto a… Serafall Leviatán. Trunks no pudo evitar apartar la vista de Serafall casi por reflejo procurando mantenerse fuera de su campo de visión en todo momento.
—Bienvenido, Trunks —Saludó Sirzechs con su característico tono sereno, mostrando una sonrisa que reflejaba tanto cortesía como una ligera camaradería—. Es un honor tenerte aquí con nosotros.
—Gracias, Sirzechs-sama también es un honor para mí estar aquí. —Respondió el guerrero del futuro sonriendo de manera cortes.
—Me alegra escuchar eso. Por favor, escoge el lugar que más te guste —dijo Sirzechs con una sonrisa tranquila, dando a Trunks la libertad de elegir su lugar en el salón.
Trunks asintió y comenzó a caminar por los bordes del elegante salón, notando cómo la presencia del Hakuryuukō lo seguía de cerca. Podía sentir la penetrante y retadora mirada de este, quien, al igual que él, no dejaba de observarlo. Era evidente que el deseo de enfrentarse seguía latente en Vali. Trunks intuía que Hakuryuukō buscaría cualquier excusa para desafiarlo, pues la última vez que se vieron, le había prometido que lo mataría de una forma horrible. Heh pobre mocoso ingenuo…
Al llegar a una esquina alejada y relativamente tranquila, Trunks se recargó en la pared, cruzándose de brazos. No deseaba atraer la atención, sobre todo de la Maō Leviatán. Sabía que no quería repetir lo sucedido en la cafetería, aquella escena vergonzosa y confusa que había dejado espacio para malentendidos.
Serafall, aunque trataba de mantener la calma, no podía evitar sentir una inquietud creciente. Lo observaba de reojo, incluso cuando él hacía todo lo posible por mantenerse fuera de su campo de visión. Era como si el deseo de controlar la situación fuera más fuerte que su intento por relajarse. Sin quererlo, empuñaba su cetro bajo la mesa con tal fuerza que su brazo comenzaba a temblar. Aunque no estaba consciente de ello, su cuerpo parecía prepararse para cualquier amenaza que pudiera surgir.
De hecho, tenia el deseo de atacar ante la más mínima provocación.
Esa reacción no pasó desapercibida para Gabriel, quien captó de inmediato las emociones turbias de quien se había autoproclamado su rival. No comprendía por qué Serafall sentía temor frente a un ser tan maravilloso como lo era el joven de cabello azul. La pureza de su alma, tan evidente, contrastaba con la inquietud que percibía en la Maō, dejándola desconcertada.
Una vez que Trunks se acomodó en su lugar, Sirzechs, con una pequeña sonrisa, carraspeó para llamar la atención de todos.
—Perfecto, ahora que ya contamos con la presencia de Brief-dono, podemos comenzar la reunión —El satán rojo carraspeaba un poco.— Como bien sabemos, la razón de esta reunión es discutir la situación actual y las posibilidades de una paz duradera entre nuestras facciones —Exclamo con tono firme y claro, dirigiéndose a todos los presentes—. Hemos tenido nuestras diferencias en el pasado, pero es esencial encontrar un camino que beneficie a todos.
Todos prestaban atención a las palabras del satán rojo pero al parecer el ambiente era tenso, pues muchos de los presentes se miraban de reojo, reconociendo rencores añejos que habían sucedido hace siglos, Azazel rápidamente noto esto y decidió intervenir para tratar de relajar la atmósfera.
—Y yo que pensaba que este sería un encuentro aburrido —Comentó con su típica sonrisa burlona, pero, para su sorpresa, nadie se rió, ni siquiera un poco.
—Este no es el momento para bromas. — Michael rápidamente reprendió al cadre —. Lo que está en juego es mucho más importante que eso.
Una vez aclarado aquel asunto, Sirzechs procedió a continuar. Los demás líderes de las tres facciones estaban sentados en la misma mesa, pero aún quedaban rencores no resueltos, vestigios de la guerra que casi había desencadenado una catástrofe apocalíptica.
El líder de la facción celestial tomó la palabra, relatando los eventos ocurridos tras la muerte de Dios. Brief observó la tristeza en los ojos de Asia. Aunque intentaba mantener la compostura, sus emociones eran evidentes, un dolor palpable que no podía ser ignorado. No hubo palabras de consuelo, solo un silencio incómodo que se apoderó de la sala.
Fue entonces cuando Azazel tomó la palabra, aclarando que las acciones de Raynare y sus secuaces no habían sido orquestadas por él. Explicó que estaba al tanto de la cacería de los usuarios de Sacred Gear y de la ambición de Raynare por cumplir su retorcido deseo de ascender en la jerarquía. Además, mencionó que los sobrevivientes responsables de los eventos relacionados con el proyecto de la espada sagrada estaban siendo debidamente enjuiciados.
Aunque sus palabras fueron una respuesta necesaria, Azazel también incluyó algunos comentarios que no parecían tener mucho que ver con la reunión. Quizás lo hacía para justificar su falta de liderazgo o, tal vez, porque realmente consideraba que esas cuestiones eran importantes. Sin embargo, la mención de ciertos detalles adicionales solo contribuyó a la sensación de que el tema de la reunión estaba siendo diluido.
O quizás no.
—Por eso me gustaría escuchar lo que opinan estos tres, que no forman parte de las facciones principales, pero cuyo poder podría afectar al mundo —dijo Azazel, de forma enigmática, apoyando su mentón en sus manos—. Sekiryuutei, Hakuryuukou y… Brief. Me gustaría saber qué piensan sobre todo esto.
—Hmp —Vali fue el primero en hablar, con un tono indiferente—. Me da igual lo que pase, mientras haya sujetos fuertes a los que enfrentarme —Dijo con énfasis, mirando al guerrero del futuro—. Que haya paz o guerra no es algo que me quite el sueño.
—Típico de ti —comentó Azazel mientras giraba la mirada para mirar a Issei—. ¿Y qué me dices tú, Sekiryuutei?
—¡Ehh! —respondió Issei, visiblemente confundido—. No podría responder una pregunta tan complicada de inmediato.
Desde su asiento, Trunks negó con la cabeza, exasperado por la ineptitud de su futuro discípulo para responder. Sin embargo, una parte de él se sintió aliviado. Al menos, Issei no había experimentado la barbarie de la guerra y había tenido una crianza tranquila, algo que él mismo hubiera querido en su juventud.
—Pongámoslo de esta manera —Dijo Azazel, impaciente por ver la reacción de Issei y de Rias ante su atrevida analogía—. Si la guerra estalla a causa de nosotros… no podrías hacer el amor con Rias Gremory.
—¡¿EHH?! —La reacción de Rias no se hizo esperar. Su rostro se tornó rojo como un tomate, claramente sorprendida por el comentario. Su séquito estaba igual, aunque Akeno sonreía ligeramente, disfrutando del espectáculo.
Issei se quedó pensativo, como si de pronto hubiera llegado una gran revelación. No podía dejar de imaginar el hermoso escenario que Azazel había planteado en su mente.
—Piénsalo, si nosotros declaramos la paz, lo único que deberías preocuparte es propagar la especie al lado de tu querida ama.
Un brillo apareció en los ojos de Issei, y su mente voló hacia las infinitas posibilidades de lo que sería estar cerca de Rias Gremory. La idea de estar apretado junto a ella, de tenerla tan cerca… de tener sus suaves y enormes oppais en la cara, lamerlos, apretarlos, chuparlos y toda clase de cochinadas que su mente pervertida podría concebir.
—¡¿PROPAGAR LA ESPECIE?! —exclamó, completamente desconcertado.
—Así es, propagar la especie.
Trunks miraba incrédulo la reacción de Issei. Aunque ya había escuchado rumores sobre la fama del portador de la Boosted Gear, conocido por ser un pervertido sin remedio, comprobarlo por cuenta propia fue algo que definitivamente no se esperaba. Negó con la cabeza, reconsiderando seriamente la idea de entrenar al castaño.
Si decidía entrenarlo, sabía que tendría que ser mucho más estricto con él para intentar corregir su comportamiento, aunque no veía fácil cambiarlo. Al menos lo intentaría.
—Con la paz, podrías pasar tiempo de calidad con tu querida ama —Dijo Azazel con tono divertido, disfrutando de la expresión de Issei—. En cambio, con la guerra, eso sería imposible. Como la siguiente líder de su clan, es su obligación saltar al frente del campo de batalla para luchar por el bien del inframundo —. Azazel no tenía reparos en jugar con las emociones de los demás; su habilidad para manipular y convencer a la gente rivalizaba con la del propio dios del engaño—. Y sobra decir que ya no podrías hacer bebés con ella.
La mirada incrédula de Issei se cruzó con el furioso sonrojo de Rias, quien claramente no esperaba que la situación tomara ese giro. El Sekiryuutei meditaba con más atención la pregunta de Azazel, barajando las posibilidades que podría tener a su favor y en contra. Gracias a eso, Hyōdō finalmente llegó a una conclusión satisfactoria.
—¡VOTO POR LA PAZ! ¡LA PAZ ES LO MEJOR! —Exclamó con entusiasmo, mientras un extraño vapor escapaba de sus fosas nasales—. ¡CON LA PAZ PODRÉ HACER EL AMOR CON LA PRESIDENTA TODOS LOS DÍAS!
La mayoría de los presentes miraron a Issei con caras de incredulidad, y Trunks no pudo evitar llevarse una mano al rostro, avergonzado por el comportamiento del castaño. Era como tener un segundo Maestro Roshi a su lado.
—Eh, Issei-kun, Sirzechs-sama está enfrente de nosotros —Advirtió Kiba, dándose cuenta de la magnitud de la metida de pata.
Issei quedó congelado al escuchar a Kiba, pero el Maō Lucifer, lucía más divertido que nunca, soltando algunas risas por lo ridículo de la situación. En cuanto a Trunks, tenía una gota gruesa de sudor resbalando por su nuca, manteniendo la mano en su rostro mientras trataba de olvidar lo sucedido, una vergüenza que también fue observada por Rias, quien desearía que la tierra la tragara en ese momento.
—¿De verdad sería correcto entrenar a Issei? —Se preguntaba Trunks internamente, aún avergonzado por el espectáculo protagonizado por el castaño. No quería que lo vincularan con alguien depravado solo por tomarlo como discípulo…
—Aun así —exclamó Issei, alzando uno de sus puños con determinación—. ¡Yo solo usaré mis poderes para proteger a mis amigos, solamente! ¡LO JURO!
Ante esta declaración, Rias y los demás sonrieron, contagiando a Trunks de igual manera, quien comenzó a pensar que tal vez no sería tan mala idea entrenar a Issei después de todo.
—Bueno, bueno, interesante respuesta, a decir verdad —Comentó Azazel, posando su mirada en Trunks—. En fin, me gustaría escuchar qué opina nuestro inesperado visitante.
—Es cierto —Dijo el arcángel Michael, dirigiéndose a Trunks—. Trunks-dono proviene de un mundo diferente al nuestro. Por eso, los presentes aquí desconocemos qué costumbres practican en el mundo del que vienes, si el concepto de paz o guerra es similar o diferente al nuestro.
Michael ya tenía una idea en mente, pero su curiosidad lo llevó a querer escuchar directamente de Trunks. La respuesta que daría sería una pieza importante para entender su perspectiva.
Todas las miradas estaban enfocadas en él lo cual hizo que tragara en seco ya que aun no estaba acostumbrado a ser el centro de atención, pero rápidamente tranquilizo sus pensamientos. Por su parte, Issei no dejaba de observar a Trunks con un brillo de admiración en los ojos, ansioso por aprender todo lo que pudiera de él, lo que solo añadía otra capa de complejidad a la ya cargada atmósfera.
—Entiendo la importancia de esta reunión, y aunque mi participación pueda parecer... ajena, me comprometo a hacer todo lo posible para que las diferencias sean resueltas de la mejor manera posible. Mi objetivo es, ante todo, la paz —Dijo con tono serio, dejando en claro que no tomaría esto a la ligera.
El silencio se hizo nuevamente en la sala, cada uno de los presentes reflexionando sobre las palabras del saiyajin, especialmente los líderes de las facciones. Lo que parecía un simple gesto de respeto se convertía en un recordatorio de que este joven guerrero podía ser una fuerza impredecible, y su presencia podía ser la clave para un futuro más estable o, quizás, un detonante de nuevos conflictos.
—Solo hay algunos detalles que no entiendo del todo.
Los murmullos no se hicieron esperar, todos estaban expectantes a lo que Trunks fuera a preguntar.
—Por favor, explícate —Pidió el Maō Lucifer, con una mirada que denotaba desconcierto.
—Muy bien —Respondió Trunks, su mirada volviéndose más afilada—. Me parece sumamente hipócrita que Azazel-dono predique la paz y el amor como si fuera un gurú espiritual, como si fuera una costumbre que, por cierto, muchos de sus seguidores no comparten —Hizo una pausa, mirando de reojo a los jóvenes que se encontraban cerca de él—. ¿Debes saber a qué me refiero, no?
Azazel lo observaba en silencio, igual que los demás presentes. Sin embargo, Serafall intentaba mantener la compostura, aunque no podía evitar sentirse cada vez más asfixiada por la situación.
—Bestia miserable, ¡¿como te atreves a hacer el papel de chico bueno?!
—Es algo confuso para mí —Continuó Trunks, increpando a Azazel—. Usted es alguien que pone la paz por encima de todo, que está de acuerdo en que todos vivan felices y en armonía. Sin embargo, lo que no logro entender es... ¿por qué permitió que algunos de sus subordinados socavaran los mismos planes de paz que usted había estado forjando durante tanto tiempo?
Azazel, sin perder la compostura, se limitó a sonreír levemente, mientras Trunks lo miraba con desaprobación.
—Aniki —Interrumpió Issei, agradecido por la empatía que su futuro sensei mostraba.
—Mire a estos dos jóvenes —Exclamó Trunks, señalando a Asia e Issei—. Fueron asesinados por un ángel caído que, según tengo entendido, era muy devota a usted y seguía sus órdenes al pie de la letra. Si no fuera por la intervención de Rias Gremory, ellos estarían muertos ahora mismo.
El caído chasqueó la lengua, sabedor que todo lo que Trunks sabia provenía del padre de todo el padre de todo. ¡Maldito vejete degenerado!
—Y no solo ellos —prosiguió Trunks, su voz cargada de indignación—. Raynare asesinó a muchas personas simplemente por tener algo especial dentro de ellos algo que podría cambiar el mundo para bien. Y aunque estoy consciente de que usted no le ordenó cometer esos asesinatos, la pregunta sigue siendo la misma: ¿Qué hizo al respecto? Sabía perfectamente que ella y otros tres más estaban matando a sangre fría. ¿Por qué no movió ni un solo dedo para detenerlos?
Azazel, en lugar de responder, se quedó en silencio, estudiando a Trunks con una mirada fría y calculadora, como si estuviera buscando una forma de contrarrestar la estrategia que el guerrero del futuro estaba desplegando.
Los demás líderes, incluyendo a Sirzechs, notaron la tensión que se había acumulado. Aunque Sirzechs conocía algo del poder de Trunks, no estaba preparado para lo que ese joven era capaz de mostrar. Y lo que Trunks había revelado hasta ahora era solo una fracción de lo que realmente podía hacer.
—Justo como pensé, no hay respuesta. ¡Qué novedad! —Exclamó Trunks, un poco impacientado por el misticismo del ángel de los sacrificios—. Bueno, ya que te encanta dejar que tu silencio hable por ti, no me queda otra opción que pasar a un tema mucho más importante. Tan importante que estarás obligado a hablar, quieras o no —Dijo, dirigiendo su mirada hacia los Maōs—. Le aseguro, señor, que a quien realmente le debe explicaciones es a los Maōs presentes aquí. Después de todo, el caso de Kokabiel, fue muy sonado.
—Déjate de rodeos de una buena vez, Kenshi-kun —masculló Azazel, de brazos cruzados, pero esta vez sin la habitual sonrisa arrogante—. ¿A qué quieres llegar?
—Es algo muy simple, algo que incluso usted ya debe saber a qué me refiero, Azazel-dono —Respondió Trunks, agradecido de ver cómo el ángel comenzaba a comprender la gravedad de la situación. Aunque esperaba el efecto deseado, aún estaba ansioso por escuchar la "gran" explicación que Azazel tendría que dar—. ¿Por qué no detuvo inmediatamente a ese malnacido de Kokabiel? Si sabía que alguien conspiraba a sus espaldas para arruinar la paz que tanto le gusta, ¿por qué su respuesta fue tan mediocre? ¿Por qué no coordinó mejor sus acciones?
Esta vez, Trunks fijó su mirada penetrante en el portador de la Divine Dividing.
—Sus errores fueron tantos que incluso envió a este sujeto, que, a leguas, no hizo nada a sabiendas de que estos pobres chicos estaban a merced de ese genocida, ¿Y cuál fue la gran justificación de Vali para no intervenir? simple y sencillamente fue porque quería "observar". —El aludido sonrió de forma cínica—. ¿Realmente era necesario enviar a alguien que solo le interesa pelear? ¿Por qué no fuiste tú en persona a arreglar las cosas?
—Vaya, parece que me tienes resentimiento —Respondió Vali, adoptando una postura algo amenazante, acercándose al guerrero del futuro mientras su poder comenzaba a manifestarse de manera peligrosa—. Si quieres, podemos resolver esto ahora mismo. Yo también tengo cuentas pendientes contigo.
Trunks lo observó con calma, analizando los gestos del Hakuryuukō. Issei miraba la escena, sintiendo algo de lástima por Vali, pero solo un poco, porque sabía que su amigo no iba a tener problema en barrer el piso con él de nuevo, tal como le había dicho Ddraig.
¡Fiz!
En un parpadeo, Trunks desapareció de la vista de todos. Vali no caería en la misma trampa dos veces, así que giró rápidamente y lanzó un golpe cargado de magia y poder demoníaco. Sin embargo, esta vez se llevó una gran sorpresa.
Trunks no estaba detrás de él.
—¿Qué…?
Abrió los ojos con sorpresa, y los demás líderes presentes también se quedaron sorprendidos. El peliazul había aparecido frente al Hakuryuukō, quien al darse vuelta, sintió una mano firme sobre su nuca. Al mismo tiempo, Trunks apretó un punto de presión. Vali había quedado paralizado.
Estaba incrédulo, nuevamente a merced de este tipo. Albión intentó intervenir, pero era inútil. El dragón blanco no podía hacer nada para liberarlo. Trunks observaba al chico paralizado con una mirada fría, casi neutra. No quería llegar a estos extremos, pero las ansias de pelea de Vali eran demasiado peligrosas. Quiera o no, debía tranquilizarlo, aunque fuera a la fuerza. No era el momento ni el lugar para luchar.
Serafall observaba la escena con creciente inquietud. En cada movimiento de Trunks, veía más similitudes con el monstruo psicópata que causó tantos desastres en la Gran Guerra. Recordaba perfectamente lo indefensa que se sintió frente a ese monstruo, y ahora ese joven le estaba transmitiendo una sensación similar. Trunks era como una bomba de tiempo que podría explotar en cualquier momento.
Manteniendo su mirada fija en Vali hasta que, finalmente Trunks suspiro derrotado, luego, soltó su cuello, y Vali se alejó rápidamente de él, mirando al guerrero del futuro con incredulidad. Se llevó una mano al cuello, como si no pudiera asimilar que había estado completamente dominado solo unos segundos antes. Era un momento demasiado impactante para él.
—¿C-Como…?
[Vali, ya te lo había dicho. No te entrometas con él] resonó la voz de Albion dentro de su mente, cargada de nerviosismo. [Nada bueno saldrá si llegas a enfrentarlo.]
—Solo me tomó por sorpresa —Respondió Vali, sin querer creer lo fácil que había sido para Trunks someterlo. Albión bufó molesto, claramente frustrado por la terquedad de su portador—. ¿Pudiste absorber su energía?
[No, no pude] Respondió el dragón, sorprendiendo a Vali. [Su poder es tan colosal y denso que no pude absorberlo.]
—Debes estar bromeando —Respondió Vali, con incredulidad. No importaba quién fuera, todos caían ante la suprema habilidad de la divine dividing. ¡Esto no tenía sentido! —. ¿Quieres decir que este tipo…?
[Así es, Vali] Respondió el dragón, causando consternación en su portador. [Mis habilidades no funcionan con él.]
Vali abrió los ojos en shock. Frente a él había un ser único, algo de lo que verdaderamente debía temer. Ese sujeto era una anomalía en el equilibrio natural de las cosas, alguien cuyo poder superaba todo lo que conocía.
Mientras el dragón blanco dividía, el rojo aumentaba, pero esas habilidades palidecían frente al poder de Trunks.
—No eres el oponente indicado para mí —Dijo tranquilo pero serio. No quería sonar arrogante, pero sentía que debía dejar las cosas claras de una vez—. Así que te agradecería que abandonaras tus ansias de luchar conmigo.
— ¡¿QUÉ MIERDA ESTÁS DICIENDO?! —Vali preguntó, visiblemente irritado, sin comprender del todo las palabras de Trunks.
—Deja de buscar pelea en este sitio, no es el momento ni el lugar adecuado para eso —Respondió Trunks con seriedad, cruzándose de brazos y mirando con calma, pero firmeza—. Están tratando de llegar a un acuerdo pacífico, no lo arruines.
La ira de Vali se desbordaba, apretando los dientes y clavando su mirada desafiante en la de Trunks. Las tensiones entre ambos se sentían palpables, y el aire en la sala se volvía cada vez más denso. Incluso Issei tragó grueso, sintiendo el peligro inminente.
—Tranquilo, Vali, no vale la pena —Intervino Azazel, alzando una mano en señal de detener la confrontación. No quería que la reunión se fuera al traste—. El Hakuryuukou chasqueó la lengua con molestia, sintiendo que las palabras de Trunks lo desbordaban—. Bueno, ya que te crees una especie de héroe bienhechor, casi rosando el complejo de niña exploradora, y que de repente te entusiasmas con aprender sobre los asuntos del mundo sobrenatural… —Azazel hizo una pausa, carraspeando—. Déjame decirte que yo también tengo algunos puntos débiles en tu planteamiento.
—¿De qué estás hablando? —Trunks, ya harto, dejó a un lado sus modismos al notar que Azazel lo estaba atacando con la misma ironía que él había utilizado momentos antes.
—Jaja, me sorprende mucho que alguien que se jacta de estar tan bien informado ignore un hecho crucial —Respondió Azazel, soltando una risa algo cínica.
Trunks estaba a punto de exigirle que se explicara mejor, pero antes de que pudiera decir algo, fue Sirzechs quien tomó la palabra.
—Se refiere al pacto de tregua que firmamos al final de la Gran Guerra —Explicó Sirzechs, dirigiéndose al peliazul para aclarar sus dudas—. Después de las enormes pérdidas que sufrimos en el conflicto, decidimos firmar un pacto de armisticio. Un acuerdo para no atacarnos entre las tres facciones, con el fin de recuperar lo que habíamos perdido durante la guerra.
Serafall y Gabriel suspiraron al recordar la época oscura en la que la guerra había devastado sus mundos. Habían creído que todo había terminado, hasta que esa terrible amenaza desapareció. La paz parecía una posibilidad real, pero también una señal de que, a pesar de la tragedia, podría haber una segunda oportunidad para las facciones. Por ello, decidieron firmar dicho pacto, sabiendo que lo último que querían era continuar con los enfrentamientos.
—Pero, ¿debieron esperar a que todo esto ocurriera para tomar una decisión? —preguntó Trunks, un tanto confundido —. Inocentes de todos los bandos estuvieron en peligro debido a la acción de Kokabiel. Si alguno de esos jóvenes hubiera muerto, la guerra probablemente habría estallado de nuevo, y los resultados habrían sido aún más desastrosos.
—Lo sabemos, Trunks-dono —Respondió Michael se podría notar una ligera aflicción en su tono de voz —. Las palabras que dices son acertadas. La relación entre las tres facciones, incluso hoy, sigue siendo inestable.
—Y por eso estamos aquí —Dijo Gabriel, esbozando una encantadora sonrisa mientras volvía a dirigirse al joven—. Para limar asperezas y evitar que algo como esto vuelva a ocurrir.
Azazel miraba fijamente a Trunks, con una expresión seria que contrastaba con su habitual actitud relajada. Había algo en su mirada que mostraba que estaba dispuesto a poner las cartas sobre la mesa.
— Muy bien, ya hemos aclarado eso, todo fue muy lindo y conmovedor, pero ahora quiero tocar un tema que, indudablemente, a muchos les interesa. Sobre todo, porque veo que nuestro visitante es un ser bastante curioso —Comenzó Azazel, con un tono cargado de sarcasmo, pero con un dejo de seriedad que no dejaba lugar a dudas—. Somos bastante parecidos en esto, creo que en el fondo podemos congeniar.
Trunks frunció el ceño, confundido, como si aún no entendiera a qué se refería Azazel.
— ¿De qué estás hablando? —Preguntó Trunks, irritado y sin esconder su incredulidad. El guerrero del futuro no lograba entender por qué Azazel había cambiado repentinamente el tono de la conversación.
— Tu llegada aquí no fue precisamente un paseo tranquilo, Trunks —Continuó Azazel, cruzado de brazos y sonriendo de forma arrogante —. Tus acciones afectaron gravemente a muchos ecosistemas. Destruiste hábitats enteros, y eso no es todo. A tu paso, varias especies de fauna fueron aniquiladas. Bosques completos, ríos, y hasta montañas se vieron alterados por la energía de tu presencia.
Trunks lo miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo podía estar diciendo eso? ¿Cómo se atrevía a acusarlo de semejante desastre? Azazel, el mismo ser que solía mostrarse relajado, ahora parecía serio, casi severo.
— ¡Estás mintiendo! —Exclamó Trunks, acercándose al dispositivo de manera amenazante. No podía aceptar esa acusación sin más, sobre todo viniendo de alguien como Azazel, quien a menudo parecía más interesado en hacer bromas que en dar lecciones.
Azazel levantó una ceja incrédulo. Con una calma que contrastaba enormemente con la intensidad de la situación, sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo y lo activó. En segundos, un holograma apareció ante los ojos de todos. Trunks observó cómo se proyectaban escenas de lo que parecía ser el impacto de su llegada: enormes zonas devastadas, árboles caídos, ríos contaminados, y montañas derrumbadas.
— ¿Mintiendo? —Azazel dejó escapar una risa baja, pero llena de ironía—. Yo recopilé toda clase de pruebas. —Dijo el cadre mientras apretaba un botón del dispositivo, y más imágenes comenzaron a llenar la sala de reuniones—. ¡Y mira, sé que esto te va a encantar!
La primera imagen mostró una vasta extensión de tierra arrasada, cubierta de cenizas y cadáveres de animales dispersos por el suelo. La siguiente escena mostró una zona boscosa convertida en un mar de llamas, con especies de flora y fauna extinguidas por el fuego. Los ríos que antes fluían limpios ahora eran aguas turbias, incapaces de sustentar la vida. Las secuelas eran evidentes.
Trunks, ahora pálido y con la garganta cerrada por la sorpresa, observó las imágenes con incredulidad. Aunque no quería admitirlo, las pruebas que Azazel le mostraba no podían ser ignoradas.
— Esta es solo una parte —Continuó Azazel —. Hay más, mucho más. Permíteme mostrarte los daños colaterales que causaste.
— Pero... —Trunks no sabía qué decir. No era fácil enfrentarse a la realidad de sus propias acciones—. Yo... no sabía que esto sucedería. No fue mi intención...
Azazel lo miró fijamente, sin mostrar ni un atisbo de compasión, mientras las imágenes seguían pasando en la pantalla.
— Díselo a los afectados —respondió Azazel con indiferencia—. ¿Crees que podrás reparar los daños de tu llegada solo porque te sientes culpable y triste?
Trunks comenzó a hiperventilar, las imágenes de la destrucción pasando por su cabeza como una película que no podía detener. Los ecosistemas destruidos, los animales muertos, los paisajes arrasados... No era algo que pudiera ignorar. Se sentía impotente ante la magnitud de los daños que había causado sin querer. Nunca había imaginado que su llegada provocaría algo tan catastrófico.
Azazel observó a Trunks con una mezcla de desdén y diversión, sin mostrar ni una pizca de piedad. Los chicos estaban igual de impactados, Issei estaba en las mismas, pero no pudo evitar sentir cierto repudio hacia el ángel de los sacrificios, pues, aunque podía notar la lucha interna del joven guerrero, no sentía ningún tipo de remordimiento por exponerlo a la cruel realidad de lo que había causado.
—¿Vas a quedarte callado ahora, o vas a intentar justificar tus acciones con excusas patéticas? —Preguntó Azazel de manera desafiante, sus ojos fijos en Trunks.
El guerrero del futuro estaba sin habla, mirando las imágenes una y otra vez, como si quisiera escapar de ellas. De repente, rápidamente volteó su mirada hacia el resto de los líderes, buscando una respuesta, una salida a la tormenta que asolaba su mente.
—Díganme una cosa... —Tragó en seco, le costaba trabajo formular la pregunta—. ¿Y-yo maté a...? ¿M-maté a alguien?
Michael suspiró levemente, mirando al joven con una expresión algo comprensiva.
—Las zonas afectadas tenían poca o nula población —Explico el arcángel con calma—, pero ciertamente eran ecosistemas ricos. Hemos investigado junto con Azazel para buscar víctimas mortales, pero hasta ahora no ha habido resultados.
El alivio de Trunks fue inmediato, pero una nueva pregunta surgió, nublando aún más su mente.
—¿Y por qué me ocultaron esto? —Dijo con ansiedad, sin poder evitar sentir que algo no encajaba.
Sirzechs, manteniendo su postura tranquila, respondió con serenidad.
—Porque sabemos que fue accidental y no te encontrabas en condiciones para asumir todo eso en ese momento.
Sirzechs, con una mirada seria pero comprensiva, dio un paso hacia adelante, para dirigirse al afligido joven.
— Trunks, sé que esto es devastador para ti, y comprendo que no entiendas por qué te ocultamos esta información —Comenzó el satán rojo con voz firme pero tranquila—. Pero lo hicimos porque sabíamos que aún no estabas listo para enfrentarlo. Sabíamos que lo que sucedió fue un accidente, y que no tenías control sobre las circunstancias.
Gabrielle, aún en shock por las imágenes que acababan de pasar frente a sus ojos, no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Las escenas de destrucción masiva, el caos que había dejado Trunks a su paso, la hicieron quedarse en silencio, sin saber qué decir. Sin embargo, a pesar de todo el dolor que le causaban esas imágenes, su confianza en él no flaqueó ni por un momento. Sabía lo que Trunks representaba. No solo por su fuerza, sino por su carácter.
Aunque la situación era compleja, Gabrielle estaba segura de que Trunks no era un ser que actuara sin remordimientos. Si algo sabia del guerrero del futuro es que haría lo necesario para enmendar lo que hizo.
—Es cierto, no te ocultamos la verdad para ponerte en una situación más difícil, sino porque en ese momento estábamos enfocados en entender la magnitud de los sucesos recientes —dijo Michael con tono comprensivo—. Las zonas afectadas, como mencionó Azazel, tienen una baja o nula población. Pero eso no significa que no haya sido importante. La vida en esos ecosistemas se perdió, y las secuelas son profundas. Sin embargo, al no encontrar víctimas mortales, creímos que la mejor idea era solucionar el asunto del proyecto de la espada sagrada y luego enfocarnos en resolver este problema.
Azazel, sin perder tiempo, tomó la palabra nuevamente.
—Supongo que también hemos aclarado eso, lo cual nos lleva a preguntarte: ¿Por qué estás aquí y cuál es tu intención? ¿Realmente eres el bienhechor del que tanto te gusta presumir, o tus intenciones son otras?
Casi todos los adolescentes de la sala miraron a Azazel de forma furtiva, el ambiente se cargaba de tensión.
—¡Oye! —dijo Issei, molesto por la acusación del caído—. Te estás pasando de límite. ¿Insinúas que aniki vino aquí a acabar con todos?
Azazel suspiró con pesadez.
—En el gran esquema de las cosas, esa es una gran posibilidad.
—¡SUFICIENTE!
El poder de Trunks se desató de forma violenta, y su ki se elevó con una furia inesperada. Los estantes de vidrio cercanos estallaron al romperse bajo la presión de su energía. Los cabellos de Trunks se alzaron ligeramente, recordando el aspecto de aquel ser que preferirían olvidar a qué ser temido. El silencio volvió a llenar la sala.
—E-Esa a-apariencia... —Pensó Serafall, temblando al ver cómo el poder de Trunks cambiaba súbitamente, evocando los recuerdos de un monstruo del pasado. Su mente se nubló por completo. —Es él, es él, ¡nos va a matar! ¡Tengo que detenerlo, si no... nos va a matar!
Serafall, incapaz de controlar el miedo que la consumía, se levantó temblorosa, con la mente arrastrada a los recuerdos de las masacres cometidas por esa bestia. La ansiedad comenzó a apoderarse de ella, y su capacidad de razonar se desvaneció poco a poco.
—¡Serafall, tienes que calmarte! —Exclamó Sirzechs, notando las respiraciones entrecortadas de su hermana—. No es quien tú crees.
Trunks, confundido, miraba a Sirzechs, sin entender a qué se refería. ¿Quién era ese ser al que mencionaban? ¿Qué significaba todo esto?
Trunks completamente alertado, observó con sorpresa cómo Serafall, levantándose de su asiento, sacaba su cetro mágico. La punta del cetro brillaba con una energía descomunal, y las manos de Serafall temblaban, apuntando directamente a Trunks. Si disparaba esa onda de energía, las consecuencias serían devastadoras. La onda podría acabar con todos los presentes en la sala, y los daños colaterales serían impredecibles.
—¡NO LO HAGAS, SERAFALL! —Gritó Sirzechs, intentando detenerla, pero su voz llegó demasiado tarde.
—¡TIRENSE AL SUELO, TODOS! —Gritó Trunks, dándose cuenta de la gravedad de la situación. La energía de Serafall era peligrosa, y si no actuaban rápidamente, podría destruirlos a todos.
La tensión en la sala era palpable. Los dos séquitos, aterrados por la magnitud del ataque inminente, reaccionaron al instante, tirándose al suelo para protegerse. Issei uygsujetó a Rias y Asia con firmeza, tratando de asegurarse de que estuvieran lo más lejos posible de la zona de impacto. Saji hizo lo mismo con Sona y Tsubaki, rodeándolas con su cuerpo para minimizar cualquier riesgo.
—¡DESAPARECE, MALDITO MONSTRUO! —Gritó Serafall, su voz temblorosa y llena de pánico mientras lanzaba el ataque sin dudar. Su mano temblaba, pero su determinación estaba clara. No le importaba la destrucción que pudiera causar, estaba demasiado aterrada por lo que veía.
¡Foooooosh!
El ataque se disparó con velocidad, avanzando rápidamente hacia Trunks. Azazel, salto hacia un lado, buscando una ruta de escape, aunque sabía que no podría salir indemne si el ataque explotaba.
—¡Maldita sea! —Maldijo Azazel, mirando cómo la energía de la Maou avanzaba hacia Trunks con una fuerza imparable.
—¡Hermana! —Gritó Michael, abrazando a Gabriel mientras extendía sus alas protectoras para formar un escudo. Los dos serafines se cubrieron con el mayor esfuerzo, mientras observaban con preocupación el desenlace.
Gabriel, aunque mantenía la calma, no podía evitar mirar a Trunks con preocupación. Sabía que era fuerte, tal vez incluso más de lo que podía imaginar, pero, aun así, el resultado era incierto para ella.
Trunks observaba la esfera de poder acercándose rápidamente. Aunque sabía que podía destruirla fácilmente con una ráfaga de ki, también sabía que eso causaría una enorme explosión, borrando gran parte del área, y desviarla hacia el cielo podría provocar una destrucción masiva de la academia. Tenía que pensar rápido, o las consecuencias serían fatales.
El séquito de Gremory y Sitri estaba completamente aterrorizado, sintiendo el poder de la Maō en su máxima expresión. Nadie sabía si saldrían con vida de esa situación.
—Debo suprimirlo, forzosamente —Trunks extendió sus manos hacia la esfera de poder que venia aproximándose rápidamente.
Para sorpresa de todos, Trunks atrapó la esfera sin dificultad, deteniendo su avance con ambas manos. La mueca en su rostro demostraba el enorme esfuerzo que estaba haciendo para evitar que la energía causara más destrucción. A medida que la presión aumentaba, Trunks no dejó que nadie saliera lastimado.
Su ki comenzó a envolverse alrededor de él, intensificándose a un nivel impresionante. Los presentes se quedaron atónitos al sentir la magnitud de su poder. Trunks estaba esforzándose para neutralizar el ataque sin que este desatara daños colaterales.
Poco a poco, la esfera comenzó a reducir su tamaño, su fuerza de empuje disminuía mientras el ki de Trunks deshacía la energía, disipándola hasta que desapareció por completo. Cuando todo sucedió lentamente los chicos se ponían de pie.
La sala ahora en silencio todos estaban en shock y que decir de los adolescentes… lo que presenciaron fue una locura de otro nivel.
—¿Qué demonios pretendías hacer? —Preguntó Trunks, un rictus de furia aparecía en sus facciones, mientras observaba cómo una parte del salón había quedado agrietada por el impacto del poder que había detenido —. ¿Tanto es tu resentimiento hacia mí que no te importa poner en peligro a los chicos? ¡MIRA LO QUE HAS HECHO! ¡¿CUÁL ES TU MALDITO PROBLEMA?!
Su mirada feroz se clavó en Serafall, quien, a pesar del miedo palpable que sentía, no apartaba los ojos del saiyajin. Había algo en su expresión que desbordaba odio, algo más allá de la lógica o la razón. Una rabia tan profunda que ni siquiera parecía de este mundo.
— ¿Y qué vas a hacer al respecto, ¿eh? ¡¿Vas a matarme?! Hazlo, ¡HAZLOOOO! Muestra tu verdadero rostro a todos, ¡MONSTRUO MALDITO!
Trunks estaba tan impactado por la furia descontrolada de Serafall que, en un acto reflejo, estuvo a punto de soltarla. Su mente no lograba procesar lo que acababa de escuchar, pero algo dentro de él comenzaba a estallar. No podía entender cómo alguien podía llegar a ese nivel de desesperación, cómo alguien podía odiarlo tan profundamente sin conocer toda la verdad.
— ¿Pero qué demonios estás diciendo? —Su voz tembló de rabia, apretando con más fuerza el agarre en el cuello de la camisa de la Maō—. ¿Es por el caos que ocasionó mi llegada que eres así de hostil conmigo? TENGO NOTICIAS PARA TI, MAŌ DE PACOTILLA: NI SIQUIERA ESTUVE CONSCIENTE DE LO QUE SUCEDIÓ. —Trunks sentía cómo su furia iba creciendo, y sus palabras salían con más intensidad—. ¡SIEMPRE ME VEO ENVUELTO EN ESTAS MALDITAS SITUACIONES! ¡Y PESE A TODO LO QUE SUCEDE NO SIEMPRE ES MI CULPA, TRATO DE ENCONTRAR UNA SOLUCION!
La Maō, completamente desbordada, respiraba de forma agitada, casi hiperventilando con cada palabra. Sus ojos brillaban con una furia ciega, consumida por la emoción que la dominaba por completo.
(Naruto shippuden ost – burial)
— ¡Claro, siempre eres la víctima! ¡Siempre el que sufre! ¡VETE A LA MIERDA! —Gritó con todas sus fuerzas, mientras su cuerpo temblaba por la presión de las emociones—. DEBI HABERTE MATADO CUANDO TE ENCONTRÉ HERIDO Y YA NO TENDRÍA PROBLEMAS...
El grito de Serafall resonó en cada rincón, y la rabia que emanaba de ella se sintió como una descarga eléctrica. Trunks estaba tan desbordado por la furia y la confusión que no podía procesar sus palabras. La situación había llegado a un punto crítico, Serafall no podía hablar más. Su cuerpo temblaba mientras las lágrimas caían de sus ojos, pero no por tristeza, sino por una rabia acumulada que solo podía manifestarse con palabras hirientes.
— ¡DESPUÉS DE TODAS LAS COSAS HORRIBLES, AHORA TE HACES EL OFENDIDO! ¡NO TIENES NINGUNA MALDITA VERGÜENZA, MALDITO ASESINO! —La voz de Serafall era un susurro entrecortado por la rabia, pero cada palabra estaba impregnada con una furia tan intensa que Trunks nunca había visto antes.
La furia que ardía en el pecho de Serafall era palpable, un odio tan abrasador que parecía consumirla desde lo más profundo de su ser. No podía dejar de pensar en lo que Trunks representaba para ella. Esa figura, ese ser que había traído caos y destrucción a su vida, estaban marcado en sus pensamientos
Aunque su mente le decía que Trunks no era aquella criatura del pasado, que él no era esa monstruosidad, algo dentro de ella se negaba a soltar la rabia acumulada durante milenios. Todo el sufrimiento y el dolor de habérselo guardado por tanto tiempo estallaron con furia descontrolada contra el joven guerrero, aun cuando él no tuviera culpa de nada.
— ¡POR TU CULPA…! ¡POR TU MALDITA CULPA LO PERDÍ TODO… TODO! —La voz de Serafall se quebraba, más y más, siendo incapaz de contener la tristeza y rabia de hace milenos atrás.—. Mi familia, mis amigos, mi maestro, mis compañeros… ¡ME LO QUITASTE TODO! —Las lágrimas resbalaban por su rostro, pero su furia no disminuía—. Eres un animal, una bestia sádica y sedienta de sangre, no tuviste piedad de nadie, ni siquiera de ancianos, de niños ni de bebés… ¡ESPERO QUE TE MUERAS! ¡ESPERO QUE MUERAS DE UNA MANERA HORRIBLE Y QUE TUS RESTOS SEAN DEVORADOS POR LAS RATAS Y QUE TU ALMA SUFRA POR EL RESTO DE LA ETERNIDAD!
Trunks se quedó paralizado, sin palabras, No se esperaba tal cosa de ella. El tiempo pareció detenerse mientras las palabras de la Maō resonaban en su mente, golpeándole con fuerza como si fueran piedras afiladas. Lo único que pudo sentir tras esas acusaciones sin fundamento fue rabia, una rabia absoluta, sin el embargo el shock era tremendo.
—¡¿PERO DE QUE DEMONIOS ESTAS HABLANDO?!
— ¡Ya basta, Serafall! —Intervino rápidamente Sirzechs, deteniendo los ímpetus de Trunks. Inconscientemente, su ki había aumentado tanto que la presión que ejercía sobre el ambiente comenzaba a poner en peligro a todos los presentes.
— ¡Tus acciones imprudentes podrían desatar una nueva guerra! —gritó Sirzechs, su tono grave y cargado de preocupación. — ¡¿ACASO TE VOLVISTE LOCA?!
— ¡¿ME ESTÁS JODIENDO?! —Serafall respondió con furia, en un audaz movimiento sostuvo los hombros de Sirzechs. — ¡¿SOY LA ÚNICA QUE LO VE?!¡¿EN QUÉ MALDITO MOMENTO SE LES OCURRIÓ QUE SERIA BUENA IDEA TRAER A ESTA ABOMINACIÓN AQUÍ?!
Sirzechs comenzaba a irritarse, su paciencia estaba al borde del colapso.
—Piénsalo Sirzechs, estamos todos los lideres, nos mata a todos y nuestros mundos quedarían a su merced, y aun así sabiendo eso ¡¿POR QUÉ INTERVIENES?!
— ¡¿POR QUÉ INTERVENGO?! —Ya visiblemente alterado, Sirzechs rápidamente tomó a Serafall por el cuello y la estampó contra la pared. — ¡PORQUE ESTUVISTE A PUNTO DE MATAR A MI HERMANA, MALDITA LUNÁTICA!
Sirzechs respiró profundamente, soltó a Serafall y se masajeó las sienes, buscando calmar su furia y ordenar sus pensamientos.
— Deberías agradecerle a esta... abominación, que actuara a tiempo. Si no lo hubiera hecho, mi hermana y todos los chicos a su alrededor habrían muerto irremediablemente, incluida Sona-san. —La mirada de Sirzechs se endureció aún más, y su tono se volvió aún más implacable. — Si eso hubiera sucedido, te habría matado en el acto, sin importar en lo más mínimo convertirme en enemigo de los Sitri, sin importarme en lo más mínimo si tu clan decidiera tomar represalias. No dudaría en llevar esto hasta las últimas consecuencias, no dudaría en liquidarlos y que no quede ningún solo Sitri con vida…
Las frías palabras de su hermano cayeron como un balde de agua helada sobre Rias Gremory. Aunque su hermano a veces podía ser molesto, ella siempre lo había tenido en alta estima. Jamás había visto esa faceta suya, y la aterraba. Nunca pensó que Sirzechs sería capaz de llegar tan lejos.
—¡Por favor, ten calma, onii-sama! —Exclamó Rias, acercándose rápidamente hacia Sirzechs. Su tono estaba lleno de súplica, el miedo era palpable en su voz, pero su determinación por detener la espiral de violencia que su hermano podría desatar era firme—. Entiendo que estés enfadado, pero esto no solucionará nada. ¡Tú no eres así!
Trunks visiblemente mas tranquilo, se acercó a Sirzechs tocandolo en la espalda de manera comprensiva, buscando captar su atención.
— Su hermana tiene razón, Sirzechs-sama. Usted es un líder sabio, justo y con buen juicio, no permita que la ira nuble su mente —Intervino Trunks con un tono calmado y comprensivo, mientras posaba una mano en la espalda de Sirzechs, en un intento de transmitirle su apoyo—. Créame, sé lo que se siente perder a un ser querido, y entiendo sus sentimientos. Pero como usted dijo, afortunadamente no pasó a mayores, su hermana está sana y salva. No hay necesidad de que tome decisiones impulsivas.
Sirzechs se quedó en silencio, la mano aún estaba apoyada sobre su sien, mientras las palabras de su hermana y de Trunks resonaban en su mente. La furia que lo había impulsado a actuar de manera tan drástica comenzaba a disiparse lentamente. Su respiración seguía agitada y su mirada, aunque menos feroz, aún reflejaba la intensidad del conflicto interno. Las sinceras palabras de Rias y Trunks, lograron calmar un poco la tormenta que había desatado.
—Sabes… Una diosa muy sabia me dijo una vez que no tengo por qué tolerar insultos ni desmanes de los demás. Que no es justo que yo pague por los traumas de otras personas. —Comenzó Trunks, caminando hacia Serafall. Su mirada era tranquila, desprovista de furia o cualquier otro sentimiento negativo, solo había indiferencia—. Cuando ocurrió aquello, me pregunté qué fue lo que hice para que me odiaras de esta manera. Y, por lo que he escuchado ahora, empiezo a entender mejor el panorama…
Trunks suspiró un poco, recordando el incidente en la cafetería, y continuó.
—Dices que yo soy el villano, el monstruo abominable que cometió los peores crímenes imaginables… ¿no es así? —Trunks habló con voz firme, su mirada afilada como una daga. Entonces, extendió el brazo y señaló a su alrededor. —Pues mira bien lo que has hecho.
El caos era evidente. Grietas cubrían las paredes, el suelo estaba destrozado y varios de los presentes habían sido convertidos en piedra. El aire aún vibraba con la energía destructiva de Serafall.
—Mira atentamente todo este desastre —Continuó Trunks, su voz cargada de dureza—. Ahora dime… ¿quién es realmente el monstruo aquí?
La frase dejo helados a casi a todos los presentes. Incluso Sona sintió un dolor punzante en su pecho al escuchar la certera acusación de Trunks hacia su hermana.
—Eres un peligro para los que te rodean, eres inestable, y espero que, cuando termine esta reunión, Sirzechs-sama y el resto de los Maō tomen cartas en el asunto y te den toda la ayuda que necesites.
Sirzechs, que aún luchaba por recuperar la compostura, miró a Trunks, sintiendo la presión de su mirada. Aunque sus propios sentimientos eran complejos y difíciles de manejar, la frialdad y claridad de Trunks no podían ser ignoradas. Su acusación hacia Serafall era hiriente, pero no podía decir que no tenía algo de razón. La Maou había llegado a un punto en que su desequilibrio emocional era un peligro real para todos a su alrededor.
— No te preocupes, así se hará Trunks-dono —Dijo Sirzechs con un tono grave, tras un largo silencio. Sirzechs dirige su mirada a Serafall quien inconscientemente trago en seco — Estuviste a punto de crear una barbarie, no solo casi matas a mi hermana, si no a la tuya también, definitivamente nos encargaremos de tratar este asunto cuando esto termine.
Sin embargo, de un momento a otro, varios de los presentes en la sala se transformaron en estatuas de piedra, congelados en sus posiciones, como si un hechizo los hubiera atrapado en el mismo instante.
Aquellos que no parecían haber sido afectados eran los líderes de las facciones: Gabriel, los dos dragones celestiales, Rias, Asia y Trunks. Todos se miraban entre sí con preocupación, al darse cuenta de que algo fuera de lo común estaba ocurriendo.
—Aunque supongo que esto va a tardar un poco...
Fin del capitulo
