Ni Marvel ni High School DxD son de mi propiedad, pertenecen a sus respectivos autores. Yo hago esto sin ánimo de lucro, solo para pasar el rato. Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.

—comentarios.

pensamientos.

—*hablando por teléfono, comunicador, etc.*

—[Ddraig, Albion, etc.]


Capítulo 6:

LAS PRUEBAS


La sala de pruebas estaba lista. El equipo de científicos había dispuesto una serie de instrumentos de medición para registrar cada reacción de la Sacred Gear de Issei. Magnus y Christina observaban desde un lado con los brazos cruzados, mientras Nick Fury y el Director japonés de S.H.I.E.L.D. miraban sin intervenir.

—Bien, empezaremos con la prueba de soporte —anunció Akihiko Griffin, uno de los principales expertos en Sacred Gears—. Vamos a analizar si tu Sacred Gear tiene algún tipo de propiedad de refuerzo o transferencia de energía.

Issei, aún adaptándose al peso del guantelete rojo en su brazo, asintió con nerviosismo.

—¿Y qué tengo que hacer? —preguntó.

Griffin señaló a un asistente que sostenía un objeto metálico, similar a una pequeña estatua de pruebas.

—Quiero que concentres tu energía y trates de transmitir poder a este objeto. Algunas Sacred Gears de tipo soporte permiten reforzar armas, incrementar la energía física de un usuario o incluso potenciar las habilidades de otros.

Issei frunció el ceño y miró el guantelete en su brazo. Sentía la energía recorriendo su cuerpo, pero no tenía ni idea de cómo «transferir» algo. Levantó su mano y tocó la estatua con la palma de la garra metálica. Se concentró, tratando de hacer que algo sucediera… pero nada pasó. Los sensores no detectaron cambios.

—No hay variación en los niveles de energía —informó uno de los técnicos, revisando los monitores—. No parece haber interacción con el objeto.

Christina ladeó la cabeza y cruzó los brazos.

—Intenta concentrarte en la sensación que tu Sacred Gear te da cuando la activaste —sugirió—. Quizás estás tratando de forzar algo en lugar de dejar que fluya.

Issei lo intentó de nuevo. Cerró los ojos y trató de recordar la presión en su pecho cuando su Sacred Gear despertó, el calor que recorrió su cuerpo. Se enfocó en la gema verde incrustada en el guantelete y la presionó contra el objeto. Nada. Ni un solo cambio.

—Nada aún —murmuró Magnus—. Quizás esta no es una Sacred Gear de tipo soporte después de todo.

—No podemos descartarlo tan rápido —intervino Müller, observando detenidamente la pantalla—. Hay una ligera fluctuación en la resonancia cuando la energía se acumula en su brazo. Es débil, pero hay algo más en juego aquí.

El Director japonés asintió lentamente.

—Entonces, ¿cuál es la conclusión preliminar?

—Por ahora, no parece tener habilidades de soporte o sanación activas —admitió Griffin—, pero hay una leve reacción a la energía acumulada. Podría necesitar una activación más específica o ser un tipo de soporte que requiere ciertas condiciones para funcionar.

Nick Fury no dijo nada, simplemente observó a Issei con su característico rostro impasible. Finalmente, levantó la mano.

—Pasemos a la siguiente prueba —ordenó—. Veamos si esta cosa tiene capacidades defensivas.

XXXXX

El ambiente en la sala de pruebas se mantenía tenso, pero la expectación era innegable. Después de la primera evaluación para determinar si el Sacred Gear de Issei tenía propiedades de soporte o potenciación, ahora debían comprobar si poseía cualidades defensivas. Si bien no había mostrado indicios evidentes de tener una barrera o un campo protector, los investigadores no podían descartar nada sin realizar pruebas concretas.

El espacio estaba diseñado para soportar impactos de alta intensidad, con paredes de un material resistente similar a los utilizados en instalaciones de contención de S.H.I.E.L.D. El Director japonés y Nick Fury observaban desde la plataforma de observación, mientras los expertos en Sacred Gears ajustaban los parámetros en los monitores. Magnus y Christina, los otros dos portadores de Sacred Gear, se mantuvieron atentos, listos para intervenir si era necesario. Issei, por su parte, observaba su brazo izquierdo, el cual aún brillaba con el resplandor carmesí de su recién despertado artefacto.

—Esta prueba tiene como objetivo evaluar la capacidad defensiva de tu Sacred Gear. Simularemos ataques de distintos niveles y analizaremos la reacción de tu Sacred Gear —explicó el doctor Griffin, ajustando los parámetros en la pantalla frente a él—. No sabemos cuáles son sus propiedades exactas, así que vamos a probarla contra distintos niveles de fuerza e impacto. Comenzaremos con impactos de baja intensidad y aumentaremos gradualmente hasta ver si hay alguna respuesta automática de defensa.

Issei observó su brazo izquierdo. El guantelete rojo seguía allí, su joya verde brillando con intensidad. Aunque ahora sentía que algo nuevo fluía a través de él, aún no tenía idea de sus verdaderas capacidades.

—Empezaremos con un impacto controlado de bajo nivel —anunció Müller.

Issei asintió, tragando saliva. Aún no comprendía completamente lo que era capaz de hacer con aquel guantelete rojo, pero si había una forma de averiguarlo, esta era la oportunidad. Para el primer experimento, se dispuso de un brazo mecánico que proyectaría impactos de fuerza controlada contra el Sacred Gear de Issei. Los científicos configuraron el dispositivo para un impacto inicial suave, equivalente a un golpe de un humano promedio. La máquina se activó y un pistón se extendió rápidamente hacia el guantelete rojo.

¡Clank!

El sonido metálico resonó cuando el golpe impactó la armadura. Issei sintió el contacto, pero no hubo dolor ni retroceso significativo. Se miró el brazo y frunció el ceño.

—No sentí mucho —comentó con sorpresa.

—Interesante… —murmuró la doctora Müller, tomando notas—. No parece absorber la energía, pero la estructura del guantelete podría estar reforzando la resistencia física de su portador.

—Aumentemos la potencia —indicó Griffin, ajustando la potencia del mecanismo.

El siguiente golpe tuvo el doble de fuerza. Esta vez, el impacto fue más pronunciado, obligando a Issei a afirmar su postura, pero nuevamente no sintió un daño real. La joya verde en el dorso de su mano emitió un leve brillo tras la colisión, algo que no pasó desapercibido para los observadores.

—Sigo sin sentir nada… —musitó, observando la joya en el guantelete.

De repente, la voz mecánica resonó en su mente una vez más.

[BOOST].

Un escalofrío recorrió su cuerpo. La joya verde brilló con más intensidad y, aunque no estaba seguro de por qué, sintió que su cuerpo se fortalecía. Como si el simple hecho de portar el guantelete le estuviera infundiendo más poder.

—¡Lo ha activado otra vez! —exclamó el doctor Griffin, monitoreando las lecturas—. Parece que el BOOST incrementa su capacidad de resistencia en tiempo real.

—Si esto sigue el patrón de las Sacred Gears de refuerzo, podría tener aplicaciones tanto ofensivas como defensivas —dijo Magnus, cruzándose de brazos—. Pero sigue sin darnos una idea clara de cuál es su límite.

—Intentemos una prueba final —intervino el Director japonés—. Un impacto equivalente al de un golpe de un súper soldado.

Los científicos se miraron entre sí, pero no objetaron. Issei preparó su postura y esperó el impacto. El golpe lo hizo retroceder varios pasos, pero, para asombro de todos, no cayó. Su guantelete vibró con energía acumulada, disipando parte del impacto antes de que pudiera causarle daño real.

[BOOST]

Un nuevo destello recorrió su cuerpo. Issei sintió una oleada de energía recorrer sus músculos. Respiró hondo, sintiéndose extrañamente más fuerte, más resistente que antes.

—Increíble… —susurró Christina—. Su Sacred Gear no solo incrementa su fuerza, sino también su resistencia con cada activación.

Nick Fury, quien había permanecido en silencio todo el tiempo, finalmente habló.

—No estamos ante algo común. Sea lo que sea este artefacto, no es un Sacred Gear ordinario.

Todos asintieron en acuerdo. Si bien las pruebas defensivas habían dado resultados prometedores, seguían sin poder identificar el nombre o la clasificación exacta de la Sacred Gear de Issei. Finalmente, se decidió probar cómo reaccionaría el Sacred Gear de Issei en un enfrentamiento controlado. Magnus sería su oponente, utilizando ataques físicos a velocidad reducida para evitar un daño real.

—No voy a contenerme mucho —advirtió Magnus con una sonrisa confiada—. Vamos a ver si esa armadura te protege de algo más que simples golpes.

Issei se preparó, alzando el brazo instintivamente para bloquear. Magnus lanzó un golpe controlado, impactando directamente contra el guantelete. El impacto resonó, pero Issei apenas sintió el golpe. Sin embargo, cuando Magnus lanzó una patada dirigida al torso, Issei tuvo que retroceder, pues el Sacred Gear solo protegía su brazo.

—Parece que la protección es limitada a la zona donde aparece el guantelete —comentó Fury desde la plataforma.

—Lo cual significa que, si es una Sacred Gear defensiva, su uso es parcial y no cubre el cuerpo completo —añadió el Director japonés.

Magnus continuó con algunos golpes más, probando distintas intensidades y ángulos de ataque. Issei podía bloquear con el guantelete sin problemas, pero cada vez que intentaba proteger otra parte de su cuerpo, recibía el impacto sin amortiguación.

—No parece ser una barrera protectora —dijo el doctor Khatun, tomando notas—. Si bien mitiga el daño en la zona cubierta, no genera un escudo general.

—Entonces eso significa… —murmuró Christina.

—Que su Sacred Gear no es puramente defensivo —concluyó Magnus con una media sonrisa—. Aún queda mucho por descubrir.

Issei dejó escapar un suspiro y miró su brazo. No sabía exactamente qué significaba todo aquello, pero sí tenía claro que, aunque su Sacred Gear ofrecía cierta resistencia, no era un escudo absoluto.

—Bien, terminemos aquí —indicó Griffin—. Hemos descartado que sea un Sacred Gear especializado en defensa total, pero su capacidad de absorber impactos y energía sigue siendo un dato interesante.

El Director japonés cruzó los brazos y miró a Issei con expectación.

—Descubriremos exactamente qué puedes hacer, recluta Hyōdō. Apenas estamos comenzando.

Nick Fury, quien hasta ahora había permanecido en silencio, esbozó una leve sonrisa.

—Sigamos con la siguiente prueba.

XXXXX

Con la prueba de defensa finalizada y los datos recopilados, los expertos en Sacred Gears comenzaron a preparar el siguiente experimento. Nick Fury, con los brazos cruzados, observaba en silencio mientras el equipo técnico recalibraba los sensores y ajustaban los parámetros de la nueva evaluación. El ambiente en la sala de pruebas se había vuelto aún más tenso tras las evaluaciones defensivas. Aunque Issei había mostrado ciertas habilidades con su Sacred Gear, seguía sin ser posible catalogarlo con precisión. Ahora era el momento de probar sus capacidades ofensivas.

Nick Fury, con su característica expresión imperturbable, cruzó los brazos mientras observaba desde la plataforma junto a los Directores de S.H.I.E.L.D. y los científicos especializados. Magnus y Christina estaban cerca de Issei, listos para intervenir si la situación se descontrolaba. El Director japonés se giró hacia Issei, quien seguía flexionando los dedos dentro del guantelete rojo, tratando de acostumbrarse a la sensación de su energía fluyendo de manera tan inusual.

—Muy bien, Hyōdō —dijo el Director japonés con tono serio—. Has demostrado que puedes reforzar tu defensa, pero ahora necesitamos saber qué puedes hacer en combate. Pasaremos a evaluar el potencial ofensivo de tu Sacred Gear —anunció el Director con un tono firme—. Hasta el momento, hemos visto que responde a estímulos de defensa y refuerzo, pero ahora necesitamos comprobar qué tanto puede incrementar su poder de ataque.

Issei tragó saliva. Aún no comprendía completamente cómo funcionaba su Sacred Gear, pero después de la última prueba, algo dentro de él le decía que tenía un gran poder esperando a ser desatado. Magnus y Christina intercambiaron una mirada. Magnus sonrió con interés.

—Si realmente puede potenciarse a sí mismo, entonces deberíamos ver un incremento notable en su rendimiento ofensivo —dijo Magnus—. Lo más probable es que su habilidad funcione en conjunto con su capacidad física.

Uno de los científicos ajustó los controles del sistema de medición.

—Hemos instalado varios objetivos reforzados en la sala de pruebas —explicó—. Queremos que Issei ataque sin restricciones y utilice toda la fuerza que pueda reunir. Los sensores analizarán la fuerza de impacto, la velocidad del golpe y la emisión de energía.

Issei tragó saliva. Hasta ahora, nunca había sido alguien particularmente fuerte o hábil en combate, pero algo en su interior le decía que con el guantelete en su brazo, las reglas del juego eran diferentes. Aún tenía dudas, pero su desempeño en la prueba de defensa le había dado un poco de confianza.

—Entendido —dijo finalmente, poniéndose en posición.

Se colocó frente al primer objetivo, una estructura metálica reforzada con polímeros diseñados para absorber impactos de alta intensidad. Respiró hondo y cerró el puño.

—Bien, Hyödö—dijo Christina, observándolo con atención—. Intenta primero un golpe normal, sin activar tu habilidad. Queremos medir tu fuerza base.

Asintió y lanzó un puñetazo directo. Su golpe hizo vibrar la estructura, pero apenas dejó una abolladura superficial.

—Fuerza estándar dentro del promedio humano —informó uno de los expertos—. Ahora, intenta canalizar la energía del Sacred Gear en tu brazo antes de atacar.

Issei miró la gema verde en el dorso de su guantelete. Recordó la sensación de energía recorriendo su cuerpo cuando la voz resonó en su cabeza. La joya emitió un resplandor carmesí y un pulso de poder recorrió su brazo. Sintió su sangre arder con una energía desconocida, como si su cuerpo se volviera más fuerte de un momento a otro. La misma sensación que había experimentado en la prueba anterior, pero ahora estaba más consciente de su potencial.

—¡Vamos, Hyōdō! —exclamó Magnus, con emoción—. ¡Usa esa fuerza y golpea con todo!

Issei dejó escapar un grito y lanzó un nuevo golpe. Esta vez, el impacto fue demoledor. Un estruendo retumbó en la sala cuando el objetivo tembló violentamente, mostrando una grieta profunda en su superficie.

—¡Increíble…! —murmuró la doctora—. La energía liberada en el impacto se duplicó en comparación con su golpe inicial.

—Interesante… —comentó el doctor Khatuns, ajustando los datos en su tableta—. Parece que su Sacred Gear acumula energía antes de liberar un golpe más fuerte.

Nick Fury observó la escena con su expresión imperturbable.

—Nada mal —comentó finalmente—. Pero quiero ver hasta dónde puede llegar.

Issei jadeó, sintiendo su cuerpo vibrar por la descarga de energía. Aún no entendía completamente cómo funcionaba su habilidad, pero era evidente que tenía el potencial de aumentar su fuerza de manera exponencial. Christina se acercó un poco y le habló en un tono más calmado.

—Prueba a concentrarte. La energía del Sacred Gear responde a tu voluntad. Intenta sentir cómo fluye dentro de ti y, en lugar de liberar todo de golpe, contrólala y condénsala en un solo punto antes de atacar.

Issei asintió. Cerró los ojos por un momento, tratando de visualizar la energía en su interior. Sintió la presión creciente en su brazo izquierdo, la acumulación de poder concentrándose en su puño. Su respiración se hizo más profunda.

Abrió los ojos y, con un rugido, descargó un golpe final sobre el objetivo. Esta vez, el impacto fue devastador. El material reforzado no solo se agrietó, sino que se deformó por completo, dejando una marca visible del poder que había liberado. Las alarmas de los sensores se iluminaron con datos en tiempo real.

—El incremento de fuerza fue casi cuatro veces superior al primer golpe normal —informó el doctor Griffin—. Si sigue desarrollando esta habilidad, podría alcanzar niveles aún más altos.

Magnus cruzó los brazos, con una sonrisa de satisfacción.

—Bien, chico. Tienes un gran potencial, pero apenas estás arañando la superficie de lo que puedes hacer.

Christina silbó con admiración.

—Ese incremento de poder… Si realmente puede seguir acumulándolo, entonces este artefacto es algo completamente diferente de lo que conocemos.

Fury asintió, manteniendo su aire analítico.

—Parece que hemos confirmado que su Sacred Gear es un potenciador de fuerza —dijo—. Pero aún no hemos identificado sus límites. Seguiremos evaluando.

Issei respiró hondo, sintiendo la adrenalina bajar. Sabía que aún tenía mucho por aprender, pero por primera vez desde que comenzó este proceso, sintió que realmente pertenecía allí. Los científicos seguían analizando los datos, pero era claro que habían dado con algo inusual. Magnus cruzó los brazos y sonrió.

—Sigamos con la prueba. A ver hasta dónde puede llegar antes de alcanzar su límite.

Las torretas restantes comenzaron a moverse con mayor velocidad, aumentando la dificultad del desafío. Issei tenía mucho por descubrir aún sobre su propio poder.

XXXXX

El aire en la sala de pruebas aún estaba cargado de tensión tras la última demostración de Issei. La evaluación ofensiva había demostrado que el guantelete poseía un enorme potencial, pero todavía quedaban muchas incógnitas sobre sus limitaciones. Ahora, el siguiente paso era determinar cuánto podía soportar antes de alcanzar su límite. Nick Fury, que hasta el momento se había mantenido en segundo plano, cruzó los brazos y lanzó una mirada inquisitiva a los científicos.

—¿Cuál es el plan para esta prueba? —preguntó con su tono autoritario.

El doctor Khatun, tomó la palabra.

—Queremos analizar la capacidad de acumulación del Sacred Gear. Hasta ahora hemos visto que puede aumentar su poder en intervalos de tiempo. La cuestión es cuántos aumentos puede soportar el usuario antes de llegar a un punto crítico.

—Y si hay algún indicio de sobrecarga —añadió el doctor Griffin, ajustando su tablet.

Issei, que ya empezaba a sentir el cansancio acumulado en su cuerpo, se frotó la nuca.

—Déjenme adivinar… ¿Voy a tener que seguir aumentando mi poder hasta que ya no pueda más? —preguntó con un suspiro.

Magnus, quien observaba desde un lateral con los brazos cruzados, dejó escapar una leve risa.

—Bingo. Pero no te preocupes, te atraparemos si te desmayas. O al menos intentaremos que no te rompas nada al caer.

—Gracias… supongo —murmuró Issei.

Issei se posicionó en el centro de la sala, con sensores adheridos a su cuerpo para monitorear su frecuencia cardíaca, presión sanguínea y actividad neuromuscular. Christina y Magnus observaban atentamente desde la plataforma elevada, listos para intervenir en caso de que algo saliera mal.

—Muy bien, recluta —dijo el Director de la rama japonesa—. Cuando estés listo, comienza la acumulación de energía.

Issei tomó una bocanada de aire y concentró su mente en el guantelete rojo que cubría su brazo izquierdo. Apenas un instante después, la joya verde incrustada en el dorso comenzó a brillar.

[BOOST]

El eco de la voz resonó en su mente mientras una oleada de energía recorría su cuerpo. Su respiración se volvió más pesada, pero aún se sentía bien. Había experimentado este poder antes, aunque aún le resultaba extraño.

—Primera acumulación estable —reportó Müller—. Continúa, Hyōdō.

[BOOST]

Otro aumento. Esta vez sintió una ligera presión en su brazo. Nada preocupante, pero sí notoria.

—Los niveles de energía han aumentado en un 100% en comparación con el estado base —señaló Khatun, mientras analizaba las lecturas—. Sigue.

[BOOST]

Un tercer incremento. Issei sintió que su temperatura corporal subía ligeramente. Su cuerpo estaba reaccionando al aumento de poder. Aunque todavía podía moverse con normalidad, la tensión en sus músculos se hacía más evidente.

—Frecuencia cardíaca aumentando —advirtió Griffin—. Está dentro de parámetros normales, pero hay signos de estrés físico.

[BOOST]

La cuarta acumulación fue diferente. Un sudor frío recorrió su espalda y sintió un ligero mareo. Su brazo izquierdo comenzó a pesar más de lo normal.

—La actividad muscular en el brazo izquierdo ha aumentado un 180% respecto a su estado base —continuó el doctor Griffin—. Parece que el Sacred Gear impone una carga física progresiva al usuario.

[BOOST]

La quinta acumulación llegó con una punzada de dolor. Issei apretó los dientes. Su respiración se volvió más errática y sus piernas empezaron a temblar. Un leve zumbido se instaló en su cabeza, como si algo dentro de él le estuviera advirtiendo que no siguiera.

—Basta por ahora —intervino Magnus, levantando una mano.

Issei dejó escapar un suspiro de alivio y cayó de rodillas al suelo, apoyándose con el brazo derecho para no desplomarse.

—Cinco Boosts consecutivos… No está nada mal para un primer intento —comentó Christina, aunque su expresión reflejaba cierta preocupación.

Los expertos revisaron los datos mientras Issei recuperaba el aliento. Tras unos minutos de silencio, Khatun habló.

—Parece que el Sacred Gear impone un costo físico directamente proporcional a la cantidad de aumentos acumulados. También notamos que, aunque los Boosts incrementan la energía disponible, su cuerpo no está totalmente adaptado para manejar más allá de cierto límite sin sufrir efectos adversos. El margen de seguridad parece estar en torno a cuatro o cinco acumulaciones antes de que la fatiga se vuelva demasiado peligrosa. Con entrenamiento adecuado, quizás pueda extenderlo.

Fury, que hasta el momento había observado sin inmutarse, intervino con su tono característico.

—Lo importante es que ahora tenemos un punto de referencia. Y que el chico aprenda a manejar su propio poder antes de que termine en un estado crítico.

Issei, todavía en el suelo, levantó una mano con sarcasmo.

—Agradezco la preocupación, Director Fury…

Magnus le ofreció una mano para levantarse.

—Vamos, novato. No te desmayes aún. Todavía queda más por hacer.

Issei dejó escapar un suspiro. Aún quedaban más pruebas por delante, y apenas había empezado a descubrir los límites de su nuevo poder.

XXXXX

Issei salió del área de pruebas sintiendo cómo su cuerpo protestaba con cada paso. La intensidad de los experimentos, el uso constante del guantelete y la exigencia física lo habían dejado agotado. Apenas habían pasado unas horas desde que despertó su Sacred Gear y ya sentía que había sido exprimido al máximo.

El grupo se dirigió a una sala de descanso especialmente preparada para estas situaciones. El lugar era sencillo, con varias sillas, una mesa con botellas de agua y algunos suplementos energéticos. Nada de lujos, pero suficiente para reponerse. Magnus y Christina entraron junto a él, manteniendo un aire relajado a pesar de la situación. Magnus fue el primero en dejarse caer sobre una silla con una expresión despreocupada.

—Nada mal para tu primer día usando un Sacred Gear, novato —comentó Magnus, con una leve sonrisa mientras tomaba una botella de agua y la lanzaba en dirección a Issei, quien la atrapó con reflejos tardíos.

Christina, por otro lado, se cruzó de brazos mientras lo observaba con atención.

—La mayoría de los usuarios tardan semanas en notar una reacción tan clara. Puede que aún no entendamos exactamente qué Sacred Gear posees, pero es evidente que no es uno ordinario.

Issei bebió un largo sorbo de agua, sintiendo cómo el líquido refrescante recorría su garganta seca. Su mente aún intentaba procesar todo lo sucedido. Apenas podía creer que poseía una habilidad tan extraordinaria, aunque en este punto, más que emocionante, resultaba agotador.

—Esto es una locura —murmuró, apoyando los codos en sus rodillas—. Ayer mismo no tenía nada de esto, y ahora mi brazo brilla en rojo y hay una voz en mi cabeza diciéndome "Boost" cada cierto tiempo.

Magnus soltó una leve carcajada.

—Bienvenido al club. Te acostumbrarás.

Christina, sin perder su expresión analítica, añadió:

—La pregunta es qué tan rápido puedes adaptarte. S.H.I.E.L.D. no recluta a cualquiera, y si te han traído aquí, significa que esperan algo de ti.

Antes de que Issei pudiera responder, la puerta se abrió y uno de los expertos en Sacred Gears ingresó, consultando una tableta con los resultados preliminares.

—El Director quiere continuar con las pruebas en veinte minutos —anunció sin preámbulos—. Asegúrense de que el recluta Hyōdō esté listo.

Issei suspiró y se recostó en la silla. Veinte minutos no eran mucho, pero al menos era tiempo suficiente para recuperar un poco de energía antes de volver al campo de pruebas.

—No hay descanso en S.H.I.E.L.D., ¿eh?

Magnus sonrió con diversión.

—Bienvenido a tu nueva vida, recluta.

XXXXX

El laboratorio estaba en completo silencio, con todos los presentes observando atentamente a Issei mientras se preparaban para la siguiente evaluación. Luego de las pruebas anteriores, el joven recluta había demostrado que su Sacred Gear poseía un gran poder de refuerzo, además de una capacidad ofensiva impresionante. Sin embargo, aún quedaban categorías por descartar, y la siguiente prueba se centraría en determinar si el guantelete poseía alguna propiedad regenerativa.

Uno de los científicos, el doctor Griffin, ajustó su bata y se acercó a la mesa de pruebas con una expresión meticulosa. Frente a él, sobre una pequeña bandeja de acero, descansaba una hoja quirúrgica esterilizada.

—Para esta prueba —comenzó a explicar con voz calmada—, haremos un pequeño corte superficial en tu antebrazo. No será nada grave, solo una incisión mínima para comprobar si tu Sacred Gear tiene capacidades curativas.

Issei tragó saliva, observando la hoja con cierto nerviosismo. Sabía que S.H.I.E.L.D. no tomaría riesgos innecesarios, pero aun así, la idea de cortarse voluntariamente no le resultaba agradable. Aun así, asintió y extendió el brazo derecho sobre la mesa, con el izquierdo aún cubierto por el guantelete carmesí.

—Hazlo rápido —murmuró, sin apartar la vista.

El científico asintió y, con una precisión casi quirúrgica, deslizó la hoja apenas unos milímetros sobre la piel de Issei. Un leve ardor recorrió la zona mientras una fina línea roja apareció en su antebrazo. No fue un corte profundo, pero sí lo suficiente para observar si había alguna reacción inusual. Todos esperaron.

Issei observó su herida en silencio, con el ceño ligeramente fruncido. Magnus y Christina intercambiaron miradas desde la otra esquina de la sala. En muchos casos, los Sacred Gears de tipo sanador reaccionaban inmediatamente al daño, cerrando heridas en cuestión de segundos. Pero tras varios momentos de espera, la sangre siguió manando de la pequeña incisión sin ningún signo de sanación acelerada.

—No parece haber ninguna respuesta automática —comentó. Griffin, tomando notas en su tableta.

—Tal vez necesite un estímulo mayor —sugirió Khatun.

—O tal vez no tenga ninguna capacidad curativa en absoluto —intervino Christina, cruzándose de brazos—. No todos los Sacred Gears poseen múltiples habilidades. Hasta ahora, el suyo ha demostrado características ofensivas y de refuerzo, pero nada que sugiera sanación.

Nick Fury observó la herida con la misma expresión impasible de siempre.

—Aseguraos de descartar todas las posibilidades antes de asumir resultados definitivos —ordenó con su tono autoritario habitual.

Siguiendo la recomendación, intentaron varios métodos adicionales. Issei intentó enfocar su energía en la herida, como si pudiera transferir la fuerza del guantelete para regenerarse. También intentó activar un Boost con la esperanza de que la acumulación de poder desencadenara algún efecto regenerativo. Sin embargo, nada cambió. El corte permaneció tal cual, sin la menor señal de cerrarse. Después de varios intentos fallidos, el Director japonés dejó escapar un leve suspiro y miró a los expertos.

—Creo que podemos descartar la categoría de sanación.

—Coincido —asintió el doctor Griffin, registrando los resultados—. No hay indicios de que su Sacred Gear posea facultades regenerativas.

Issei, por su parte, simplemente se encogió de hombros. No le molestaba en lo absoluto. Después de todo, no esperaba que su poder le permitiera curarse. Para él, los Sacred Gears siempre habían sido un misterio, y recién ahora comenzaba a comprender su funcionamiento. Magnus le dio una palmada en la espalda con una sonrisa.

—Bueno, al menos sabemos que no eres del tipo sanador. Nos ahorrará esperanzas inútiles si alguna vez nos hacen trizas en una misión.

Christina sonrió levemente ante el comentario, mientras Fury, con su habitual pragmatismo, se giraba hacia los científicos.

—Pasemos a la siguiente prueba.

Tras un breve descanso, los expertos decidieron pasar a la siguiente fase de pruebas. Hasta el momento, no se había observado ningún indicio de que el Sacred Gear del recluta Hyōdō tuviera capacidades de sanación o refuerzo en terceros, por lo que ahora se centrarían en examinar si podía influir en el entorno de alguna manera.

—Para esta prueba —explicó Müller—, veremos si tu artefacto es capaz de modificar la materia, crear estructuras o influir en el espacio a tu alrededor.

Issei, todavía algo fatigado pero mucho más centrado, observó los materiales dispuestos en la sala. Había diversos objetos: bloques de metal, madera, piedras e incluso algunas herramientas científicas dispuestas para registrar cualquier anomalía.

—Bien, recluta Hyōdō —intervino Magnus con los brazos cruzados—. Intenta enfocar tu energía en cualquiera de estos objetos y ve si ocurre algo.

Issei asintió, aunque no estaba del todo seguro de cómo proceder. Hasta ahora, su Sacred Gear había mostrado un aumento progresivo de poder, pero no había dado indicios de que pudiera crear algo o influir en su entorno. Respiró hondo, cerró los ojos y concentró su energía en su brazo izquierdo, donde el guantelete rojo resplandecía con un brillo tenue. Extendiendo la mano hacia una de las piedras cercanas, intentó visualizar que algo cambiara, que algo ocurriera. Nada. Frunció el ceño e intentó de nuevo, esta vez con un poco más de esfuerzo. Su guantelete emitió un leve resplandor, pero no hubo ningún cambio en la roca. Issei soltó un suspiro frustrado.

—Tal vez necesitas otro enfoque —sugirió Christina—. Algunos Sacred Gears de esta categoría requieren un comando mental o una imagen clara en la mente del usuario.

Issei intentó visualizarlo de nuevo. Se enfocó en la idea de manipular la piedra, en moverla de alguna manera. Pero nuevamente, no ocurrió nada. Luego trató de imaginar que creaba algo a partir de ella, que la transformaba, pero el resultado fue el mismo. Müller observó los monitores con atención antes de negar con la cabeza.

—No hay alteración en la composición molecular del entorno, ni signos de creación de materia.

Nick Fury, que hasta el momento había permanecido en silencio, cruzó los brazos y observó detenidamente al joven recluta.

—Parece que podemos descartar esta categoría. Al menos por ahora.

Issei bajó la mano y se recargó en la mesa más cercana, sintiendo una mezcla de frustración y alivio. Si su Sacred Gear tenía habilidades ocultas, aún no era capaz de usarlas. Sin embargo, al menos habían reducido las posibilidades de su clasificación.

—No te preocupes, novato —comentó Magnus, dándole un leve golpe en la espalda—. No todos los Sacred Gears pueden hacerlo todo.

—Supongo… —murmuró Issei.

—Bien —intervino el Director japonés—, pasemos a la última prueba.

Después de completar la prueba de creación y alteración, los expertos en Sacred Gears decidieron continuar con la última evaluación del día: determinar si el guantelete de Issei poseía algún tipo de influencia sobre otros seres o su propia mente y cuerpo.

El grupo de especialistas ajustó los parámetros en sus dispositivos de medición mientras Issei se ubicaba en el centro del área de pruebas. Magnus y Christina se mantenían atentos, intercambiando miradas con los científicos. Nick Fury, como de costumbre, observaba con su habitual expresión inescrutable, esperando los resultados.

—Hyōdō, esta vez queremos ver si tu Sacred Gear tiene alguna capacidad de control —explicó Müller, revisando los datos en su pantalla—. Puede manifestarse de varias formas: manipulación de la voluntad, aumento de concentración o incluso influencia sobre otros seres.

—¿Manipulación de la voluntad? —Issei frunció el ceño—. No suena a algo que pueda hacer.

—Es exactamente lo que vamos a comprobar —intervino Christina—. Algunas Sacred Gears tienen efectos psíquicos o pueden despertar habilidades latentes en su usuario. Tu Sacred Gear ya ha mostrado capacidades de potenciación, así que es improbable que tenga algún poder de dominación, pero debemos estar seguros. Magnus se cruzó de brazos y sonrió.

—Sería interesante ver si puedes potenciar tu propia percepción o reflejos. ¿Has sentido algo distinto desde que despertaste tu Sacred Gear?

Issei pensó por un momento antes de responder.

—No lo sé… Me siento más fuerte, pero no noto nada raro en mi cabeza. No oigo voces ni siento que pueda controlar a nadie.

—Bien, haremos un par de pruebas —indicó Khatun—. Primero, intentaremos medir si tu capacidad de concentración mejora cuando activas el guantelete.

Uno de los asistentes trajo una serie de ejercicios de enfoque visual y auditivo. Se trataba de identificar sonidos específicos en medio de ruido blanco, detectar patrones de movimiento en una pantalla y mantener la atención en un solo punto durante un tiempo prolongado.

—Primero lo harás sin activar el guantelete —ordenó el científico.

Issei realizó las pruebas con un desempeño aceptable, aunque sin destacar en ninguna. Luego, repitió el proceso con la Sacred Gear activada. Para su sorpresa, en la segunda ronda su percepción del sonido y la vista parecieron mejorar levemente. No era una mejora extraordinaria, pero sí una diferencia notable.

—Curioso… —murmuró Magnus—. No parece ser una Sacred Gear de control mental, pero definitivamente influye en el estado del usuario.

—Podría estar mejorando sus sentidos de forma indirecta —sugirió Christina—. Tal vez su cuerpo responde al aumento de energía con un ligero incremento en sus capacidades cognitivas y físicas.

Griffin revisó los datos en su pantalla.

—No lo clasificaría como control mental, pero sí como un tipo de sinergia con su usuario. Está claro que la Sacred Gear no domina a otros, pero podría potenciar la concentración y los reflejos del portador a niveles más altos con el tiempo.

Fury, que había estado en silencio todo este tiempo, finalmente habló.

—Entonces, ¿confirmamos que no hay influencia sobre otros seres? —preguntó con su tono grave.

Griffin asintió.

—Exacto, Director Fury. No hay indicios de que Hyōdō pueda manipular la voluntad de otros, ni siquiera de forma inconsciente. Su Sacred Gear parece enfocarse completamente en él.

Issei dejó escapar un suspiro de alivio.

—Bueno, al menos sé que no tengo que preocuparme por eso.

—No te relajes demasiado, recluta —intervino Magnus con una sonrisa—. Aún no sabemos hasta dónde pueden llegar tus límites.

Con esa afirmación, las pruebas habían concluido. Habían obtenido información valiosa sobre la Sacred Gear, aunque todavía quedaban muchas incógnitas por resolver. Issei se sentó en una de las sillas disponibles dentro de la sala de pruebas, aún sintiendo el peso del agotamiento tras la intensa jornada. El sudor se acumulaba en su frente y sus músculos estaban adoloridos, pero más que el cansancio físico, su mente estaba sobrecargada con la información de las pruebas que acababan de realizar.

Frente a él, los expertos en Sacred Gears revisaban los datos recopilados en los monitores. Magnus y Christina observaban en silencio, con los brazos cruzados, mientras el director japonés de S.H.I.E.L.D. discutía en voz baja con los científicos. Nick Fury permanecía en su lugar, con su expresión impenetrable de siempre, observando cada reacción sin intervenir todavía.

Finalmente, el profesor Khatun tomó la palabra.

—En base a las pruebas realizadas, podemos afirmar algunas cosas sobre tu Sacred Gear, recluta Hyōdō. Primero, sin lugar a dudas, se trata de un artefacto de gran poder. Su activación ha generado un aumento exponencial en tu fuerza física y resistencia, lo que indica que tiene propiedades de refuerzo corporal. Esto lo ubica dentro de la categoría de Apoyo y Refuerzo.

Issei asintió lentamente, procesando la información. No era una sorpresa después de lo que había experimentado con los "Boost", pero escuchar la confirmación de los expertos le daba un nuevo peso a sus habilidades.

—También hemos detectado un patrón de acumulación y liberación de energía en intervalos regulares —continuó Griffin—. Sin embargo, todavía no comprendemos los límites exactos de este proceso. Es posible que puedas aumentar tu poder a niveles que aún no hemos visto, lo cual es potencialmente peligroso si no se controla de manera adecuada.

La idea de perder el control de su propio poder hizo que Issei sintiera un leve escalofrío, pero se obligó a mantener la compostura.

—No hemos identificado ninguna capacidad de sanación, alteración ambiental o invocación —intervino la doctora Müller—. Hasta ahora, todo apunta a que tu Sacred Gear se especializa en potenciar al usuario, pero aún nos faltan pruebas para determinar si tiene algún efecto adicional.

El director japonés de S.H.I.E.L.D. asintió con gravedad.

—Por ahora, el plan es seguir monitoreando tu progreso. Este artefacto que posees tiene más profundidad de la que esperábamos, y antes de tomar cualquier decisión definitiva, debemos analizar todos los datos en profundidad. Recluta Hyōdō, seguirás entrenando como hasta ahora, pero con sesiones adicionales para estudiar tu Sacred Gear con mayor detenimiento.

Nick Fury, que había permanecido en silencio hasta ahora, finalmente habló.

—Lo que tienes, recluta, es algo poco común. No sabemos todavía a qué nos enfrentamos, pero una cosa está clara: si no aprendes a controlarlo, será un problema tanto para ti como para los que te rodean. Y S.H.I.E.L.D. no puede permitirse riesgos innecesarios.

El peso de sus palabras cayó sobre Issei como una losa. No solo tenía que dominar su nuevo poder, sino que también debía demostrar que era capaz de manejarlo sin representar un peligro para la organización.

—Haremos una evaluación más profunda en las próximas semanas —añadió el doctor Griffin—. Cuando tengamos resultados definitivos, te informaremos.

Magnus le dio una palmada en el hombro a Issei, con una sonrisa tranquilizadora.

—No te preocupes, novato. Todos pasamos por esto. Solo es cuestión de práctica y paciencia.

Christina asintió con una leve sonrisa.

—Exacto. Aprende a usarlo bien, y tal vez en el futuro nos sorprendas.

Issei soltó un leve suspiro y asintió. Sabía que aún tenía un largo camino por recorrer, pero al menos ahora tenía un punto de partida.

El director japonés se levantó y dirigió la mirada a los expertos.

—Bien, si no hay más observaciones por ahora, podemos dar por concluida la sesión de pruebas de hoy.

Los científicos asintieron y comenzaron a recopilar sus informes. Issei se puso de pie con esfuerzo, sintiendo que su día apenas había comenzado. Aún quedaba mucho por hacer, mucho por aprender y, sobre todo, mucho por demostrar.

—Ah, antes de que te vayas, hay algo más —intervino Magnus, el cual miró a los científicos antes de continuar—. Hemos estado discutiendo sobre el problema que podría surgir con la acumulación de energía de tu Sacred Gear. Como no sabemos los efectos que podría tener si te excedes en los "Boost", Khatun y su equipo desarrollarán un dispositivo especializado para que puedas liberar el exceso de energía sin peligro.

—El dispositivo tardará unos días en estar listo —añadió Khatun—. Pero cuando lo tengamos, deberás entrenar con él para acostumbrarte a su uso. Hasta entonces, evita acumular demasiados "Boost" seguidos sin supervisión.

Issei asintió, agradecido por la consideración. A pesar de todo, sentía que S.H.I.E.L.D. realmente quería ayudarle a controlar este nuevo poder. Nick Fury se levantó, cerrando el informe que había estado revisando.

—Bien, recluta. Espero que estés preparado.

Con esas palabras, la sesión finalizó oficialmente. Issei salió de la sala con muchas preguntas en su mente, pero también con una determinación renovada. Sabía que este era solo el primer paso de un camino mucho más largo.

XXXXX

Después de las pruebas, Issei sintió cómo el cansancio lo golpeaba de lleno. Había sido un día largo, y su cuerpo lo estaba resintiendo. No solo era el esfuerzo físico de las pruebas, sino la carga mental de haber descubierto y comenzado a comprender la magnitud del poder que ahora tenía en su interior. Necesitaba reponer energías antes de volver a la academia.

Tras una comida rápida en la instalación de S.H.I.E.L.D. de Tokio, Issei tuvo algo de tiempo para descansar. Se quedó en una sala de descanso, apoyado contra el respaldo de un sofá, dejando que su mente divagara por unos momentos. Sus pensamientos regresaban una y otra vez a la imagen del guantelete rojo cubriendo su brazo, la sensación de la energía fluyendo a través de él y la voz resonando en su cabeza: "BOOST".

Tengo un Sacred Gear…, pensó, mirándose la palma de la mano.

Si bien ya se lo dijeron el día que aceptó ser recluta de S.H.I.E.L.D., no era lo mismo que ahora que había logrado invocarlo y usarlo. A pesar de que en ese momento su brazo estaba normal, sentía una conexión latente con la energía que había despertado. S.H.I.E.L.D. aún no había determinado qué tipo exacto de Sacred Gear tenía, pero lo que sí era seguro es que poseía un poder fuera de lo común.

Suspiró profundamente. No podía evitar preguntarse qué habría sido de él si aquella noche en el parque no hubiera sido rescatado. Probablemente estaría muerto. O, peor aún, su vida habría tomado un rumbo completamente distinto si Rias Gremory lo hubiera encontrado antes que S.H.I.E.L.D. ¿En qué clase de mundo habría terminado? ¿Sería aún él mismo? Sacudió la cabeza, como intentando apartar esos pensamientos. Ahora estaba en S.H.I.E.L.D., y debía concentrarse en seguir adelante. No tenía sentido perderse en el «qué habría pasado si…». Finalmente, un agente se acercó para informarle que su transporte estaba listo. Era hora de regresar a la academia.

El trayecto de vuelta fue tranquilo. Issei miraba por la ventanilla del vehículo, observando el paisaje urbano de Tokio antes de perderse en las carreteras que lo llevarían de regreso a la academia. La fatiga aún pesaba sobre su cuerpo, y aunque físicamente estaba agotado, su mente seguía repasando cada detalle del día. Cada prueba, cada comentario de los expertos, Magnus y Christina, y sobre todo, la sensación de la energía acumulándose en su brazo con cada Boost. Tenía demasiado en qué pensar… y aún más por aprender.

Cuando llegó a la academia, el sol ya se estaba poniendo en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados. Apenas cruzó la entrada de la zona de dormitorios, su equipo lo estaba esperando, apoyados en la pared o sentados en los bancos cercanos. No tardaron en rodearlo con miradas expectantes.

—¿Por fin decides aparecer? —comentó Renji con los brazos cruzados—. Nos hemos pasado el día preguntándonos qué habías hecho para que te llevaran a la sede en Tokio.

—Se ha hablado bastante, pero nadie dijo para qué fuiste llamado —añadió Naomi, entrecerrando los ojos mientras lo examinaba—. Estás entero, así que asumo que no fue nada peligroso… ¿o sí?

—Tuvieron que ser pruebas de algún tipo —dijo Sayuri, con una expresión pensativa—. No creo que manden a alguien como tú hasta Tokio sin una buena razón.

Issei se rascó la nuca, buscando la mejor forma de responder sin revelar demasiada información.

—Algo así —dijo, intentando sonar casual—. Me hicieron algunas pruebas y evaluaciones. Nada de lo que preocuparme.

—¿Y qué clase de pruebas? —preguntó Hiroshi con curiosidad—. Porque dudo que fuera solo una evaluación física.

Issei exhaló un suspiro. Sabía que sus compañeros no se conformarían con una respuesta vaga, pero tampoco podía darles detalles concretos.

—Clasificado —respondió con una leve sonrisa.

El grupo intercambió miradas entre sí. No era raro que en S.H.I.E.L.D. algunas cosas fueran confidenciales, pero seguía siendo frustrante no poder obtener más información.

—Hmph, qué conveniente —murmuró Naomi, cruzándose de brazos.

—Bueno, al menos sigues vivo —dijo Kenta, quien había permanecido en silencio hasta ese momento—. Pero ya puedes ir preparándote, porque mañana te va a tocar ponerte al día con todo lo que te has perdido.

—No esperaba menos —respondió Issei, encogiéndose de hombros.

A pesar de la curiosidad que aún flotaba en el aire, la conversación pronto se desvió a otros temas más ligeros, y poco a poco, el grupo comenzó a dispersarse. Issei sintió un leve alivio al ver que no lo presionaban más. Cuando finalmente entró en su habitación, dejó escapar un largo suspiro y se dejó caer sobre la cama, sintiendo el peso de la jornada sobre sus hombros.

Todo lo que había sucedido hoy… el despertar de su Sacred Gear, las pruebas, la sensación abrumadora de poder recorriendo su brazo… era demasiado para asimilar en tan poco tiempo. Cerró los ojos, sintiendo su respiración acompasarse lentamente. A partir de mañana, su entrenamiento no solo sería para convertirse en un agente de S.H.I.E.L.D., sino también para aprender a controlar el poder que ahora latía dentro de él.

Mañana será un nuevo día…

Con ese pensamiento, el cansancio finalmente lo venció y se sumió en un profundo sueño.

XXXXX

En un viejo almacén convertido en refugio, Freed Sellzen sonreía con satisfacción mientras limpiaba la hoja de su espada de luz. El brillo pálido de la habitación mal iluminada realzaba su expresión maniaca, los ojos brillando con un placer sádico.

—Eres una idiota —se burló Freed, girando su espada de luz entre los dedos—. ¡Tenías un trato perfecto! Un techo, comida, protección… pero no, decidiste ponerte moralista.

Asia Argento, sentada en un rincón de la habitación con las manos atadas y el rostro marcado por la desesperación. Su resolución estaba clara desde el momento en que se negó a seguir ayudándolo. Aunque la habían expulsado de la Iglesia y ya no tenía un lugar a donde ir, aún conservaba su fe y su sentido del bien.

—No puedo hacer daño a los inocentes —susurró ella finalmente.

Freed se llevó una mano a la frente y dejó escapar una carcajada exagerada.

—¡Dios santo, qué santurrona eres! Raynare te traía como su mascota, pero ahora que ella no está, los otros pajarracos pasan de ti. ¡Nadie se preocupa por ti!

Asia tembló. No por miedo a la muerte, sino por la oscura sensación de vacío que emanaba de Freed. El exorcista desterrado la señaló con su espada.

—Tu amiguita Raynare nos dejó tirados, ¿eh? Qué desconsiderada. Se suponía que debía entregarme tu bonito Sacred Gear en bandeja de plata, pero ahora tengo que hacer el trabajo sucio.

Asia apartó la mirada.

—Si Dios lo permite… alguien vendrá.

Freed soltó una carcajada burlona y se llevó la mano al pecho con dramatismo.

—¡Dios, dice! Querida, me temo que a Él le importa una mierda lo que pase contigo. Si le importaras, ¿por qué te dejó en manos de un loco como yo?

Asia cerró los ojos con fuerza, repitiendo oraciones en su mente para no sucumbir al miedo. Freed se levantó de un salto y giró sobre sus talones, levantando los brazos.

—Bueno, pues qué más da. Raynare no está, pero el espectáculo debe continuar. Hasta que esos tres pajarracos decidan qué hacer, seguiré divirtiéndome —Su mirada se volvió más oscura cuando murmuró para sí mismo—. Quizás debería empezar a actuar por mi cuenta. Si Raynare no vuelve, no veo por qué no puedo tomar decisiones por mí mismo.

Asia tragó saliva.

—¿Qué… vas a hacer?

Freed sonrió ampliamente, sus ojos brillando con malicia.

—Oh, tranquila. No te mataré todavía. Pero quiero que entiendas bien tu situación. Eres mía. O haces lo que digo… o te dejo tirada en algún rincón de esta maldita ciudad para que te coman los demonios.

Asia se estremeció, sintiendo que su esperanza se desmoronaba. Freed soltó una risotada y se alejó.

—En fin, tengo cosas más importantes que atender. No voy a esperar órdenes de esos tres incompetentes —Su sonrisa se torció en una mueca perversa—. Y lo primero será limpiar esta ciudad a mi manera.

Asia cerró los ojos, rezando en silencio.

XXXXX

Las noches en Kuoh habían perdido su tranquilidad habitual. Rias y Sona estaban en la sala de reuniones del consejo estudiantil. Sobre la mesa había documentos esparcidos con toda la información que habían recopilado hasta el momento sobre la desaparición de Issei, los movimientos inusuales en la ciudad y la creciente presencia de los ángeles caídos. Respecto a Issei no había nada. Era como si simplemente hubiese desaparecido del mundo. Un suspiro a su lado la sacó de sus pensamientos.

—No tiene sentido —murmuró Rias, frunciendo el ceño mientras revisaba por enésima vez los registros que lograron obtener—. Si esto fuera solo un traslado a una academia especial, no debería haber tantos bloqueos de información.

Sona ajustó sus gafas con un suspiro.

—No solo bloqueos. Quienquiera que esté detrás de esto se aseguró de que la información original fuera difícil de rastrear. Intenté acceder a los registros administrativos de Kuoh y… hay un vacío. Como si alguien hubiera intervenido en los archivos sin dejar rastro.

Akeno, apoyada contra la pared con los brazos cruzados, sonrió con calma.

—Nos hemos topado con un muro. Y no es cualquier muro, sino uno construido con una precisión inhumana.

Sona miró los documentos con expresión impasible.

—Si no podemos rastrear a Issei directamente, tendremos que buscar otro enfoque.

—¿Los padres? —preguntó Shinra.

Rias negó con la cabeza.

—No han olvidado a su hijo, pero solo saben lo que se les ha dicho: que fue transferido a un centro especial.

—¿Y sus amigos?

Akeno suspiró.

—Lo mismo. Han tenido contacto con él, pero apenas ha revelado información. Sus respuestas han sido vagas, sin detalles significativos.

Sona presionó sus dedos contra su sien.

—Es demasiado meticuloso. Ningún demonio o ángel caído podría hacer esto sin dejar al menos un pequeño rastro.

—Eso nos deja solo una opción —dijo Rias, mirando a su amiga.

Sona asintió.

—Contratar a un especialista en rastreo y manipulación de información. Alguien que pueda moverse fuera de nuestro alcance sin levantar sospechas. Hay algunos contactos en el inframundo que podrían tener información sobre movimientos inusuales en el mundo humano. Pero tardaremos en obtener respuestas.

Rias cerró los ojos un instante, respirando hondo.

—Entonces, mientras tanto, seguiremos vigilando a los ángeles caídos. Si su atención sigue puesta en Hyödö, significa que aún hay algo que desconocemos.

Shinra entrecerró los ojos.

—Eso nos pondría en riesgo.

—Lo sé —reconoció Sona—, pero hemos agotado nuestros métodos.

Rias exhaló lentamente.

—Si vamos a hacer esto, lo haremos con sumo cuidado.

Akeno sonrió con diversión.

—¿Desde cuándo las reinas demonio juegan con tanta cautela?

—Desde que nos enfrentamos a un enemigo desconocido —respondió Rias con seriedad.

Pero aquel no era el único problema que estaban enfrentando las jóvenes hermanas de los Reyes Demonios. Aquella noche en Kuoh era tranquila, pero la tensión en el aire se podía sentir incluso a través de la barrera demoníaca que Rias y Sona habían desplegado. Habían recibido información sobre extrañas actividades en un viejo complejo de edificios abandonados en las afueras de la ciudad.

No era la primera vez que escuchaban rumores sobre humanos que se adentraban en territorio demoníaco, pero esta vez el reporte era diferente. Se hablaba de un exorcista rebelde, alguien que atacaba a cualquiera que tuviera la más mínima conexión con seres sobrenaturales. Freed Sellzen.

—Si esto es cierto, no podemos ignorarlo —murmuró Rias mientras avanzaba con su grupo por la zona en ruinas.

Sona, caminando a su lado, con su séquito detrás, ajustó sus gafas con un gesto calculado.

—Nos aseguraremos de que es él antes de actuar. No quiero iniciar una confrontación si podemos evitarlo.

Las sombras de los edificios proyectaban figuras extrañas mientras avanzaban. Finalmente, al doblar una esquina, se encontraron con un hombre de cabello plateado y una sonrisa demente.

—¡Oh, miren nada más! —Freed alzó su espada de luz con una expresión de éxtasis—. ¿Qué tenemos aquí? Un par de lindas princesitas demonio con sus séquitos.

Kiba, cuya sangre ardía al ver al exorcista, dio un paso al frente, pero Rias levantó una mano para detenerlo.

—Freed Sellzen, exorcista caído en desgracia —dijo con calma—. Me sorprende verte aquí después de que la Iglesia te expulsara.

El exorcista se carcajeó.

—¡Oh, sí, eso fue un pequeño malentendido! Parece que no les gustó mi estilo de purificación. Pero ¿qué importa? ¡Todavía puedo hacer mi trabajo!

—Matar humanos que han tenido contacto con demonios no es un trabajo —intervino Sona con frialdad—. Es un acto de locura.

Freed ladeó la cabeza, fingiendo estar pensativo.

—¿Locura? Nah, nah, nah. Locura sería no acabar con la escoria como ustedes. ¡Ja! Pero qué más da, siempre he querido saber qué se siente arrancarle la cabeza a una noble demonio.

La tensión en el ambiente aumentó instantáneamente.

—Si te atreves a levantar tu arma contra nosotras —dijo Rias con una mirada gélida—, no saldrás vivo de aquí.

Por un instante, Freed la observó en silencio, evaluándola. Luego, su sonrisa se ensanchó.

—Nah, hoy no tengo ganas de suicidarme. Solo vine por un poco de diversión, pero si van a ponerse serias, supongo que debería largarme antes de que traigan a todo su club de fans.

—¿Por qué estás en Kuoh? —preguntó Sona sin moverse.

Freed giró sobre sus talones como si no le importara.

—Oh, sólo estoy limpiando la basura. Humanos, demonios, ángeles… todos son lo mismo para mí. Pero qué va, tal vez me quede un poco más. Este lugar tiene su encanto.

Sin decir más, se desvaneció entre las sombras, moviéndose con una velocidad que no debía subestimarse. Kiba apretó los puños.

—Deberíamos haberlo matado aquí mismo.

—No todavía —respondió Rias con el ceño fruncido—. Ahora sabemos que está aquí, y no tardará en cometer un error.

Sona ajustó sus gafas con una expresión seria.

—Esto solo complica más las cosas. Tenemos a los ángeles caídos, a Freed… y todavía no sabemos qué sucedió realmente con Issei.

Akeno suspiró.

—Parece que las cosas están a punto de ponerse interesantes.

Rias y Sona intercambiaron una mirada. No, no era «interesante». Era peligroso.

XXXXX

La noche cubría la ciudad de Kuoh con un velo silencioso, pero en un edificio abandonado en las afueras, la tensión era palpable. Dohnaseek, Kalawarner y Mittelt estaban reunidos en lo que había sido la base de operaciones de Raynare, ahora más vacía y desorganizada que nunca.

—No podemos seguir así —dijo Dohnaseek, cruzado de brazos—. Llevamos dos semanas sin dirección. Raynare desapareció y ni siquiera sabemos si sigue viva.

—Puede que haya sido eliminada —comentó Kalawarner, apoyada contra la pared—. O capturada. Sabemos que no fueron los demonios, pero ¿y si fueron los humanos?

Mittelt, que estaba sentada en una mesa con las piernas cruzadas, chasqueó la lengua con impaciencia.

—Eso no cambia nada. Raynare se fue, y ahora somos nosotros los que decidimos qué hacer.

—¿Y qué propones? —preguntó Dohnaseek, mirándola con desdén—. ¿Seguir actuando como si nada?

—¿Por qué no? —replicó Mittelt—. Sigamos con el plan, eliminemos a los usuarios de Sacred Gear y terminemos lo que empezamos.

Kalawarner la fulminó con la mirada.

—Ese era el plan de Raynare. Pero sin ella, no tenemos respaldo. Estamos en territorio enemigo, Mittelt. Si seguimos actuando sin pensar, nos exterminarán antes de que nos demos cuenta.

Dohnaseek asintió.

—Debemos decidir quién tomará el mando.

El silencio se instaló en la sala. Ninguno de los tres quería ceder, pero tampoco podían seguir sin un líder. Finalmente, Kalawarner suspiró.

—Yo propongo que contactemos con Grigori. Si Azazel o cualquier otro superior tiene instrucciones, deberíamos seguirlas.

Mittelt soltó una carcajada sarcástica.

—Oh, claro. ¿Y qué crees que nos dirán? ¿Que nos larguemos con el rabo entre las piernas?

—Es una posibilidad que debemos considerar —replicó Dohnaseek con seriedad—. No podemos olvidar que hay otra pieza en este juego: la ex santa.

Kalawarner frunció el ceño.

—Raynare se encargaba de Asia Argento. Sabemos que tiene un Sacred Gear de sanación. La idea era extraérselo para nuestro beneficio, pero ahora…

—¿Ahora qué? —interrumpió Mittelt con fastidio—. ¿Vas a decir que sin Raynare no podemos hacerlo? El plan sigue en pie, y Freed está con ella. Él la está reteniendo, y mientras la tengamos, todavía podemos llevar a cabo la extracción.

Dohnaseek la miró con dureza.

—No sabemos si sin Raynare tendremos el mismo respaldo. Además, Freed es un lunático. No confío en que siga la estrategia al pie de la letra.

Kalawarner suspiró y se frotó las sienes.

—Otra razón más para contactar con Grigori. Si seguimos solos y actuamos sin un plan concreto, nos meteremos en problemas que no podremos manejar.

Los tres se quedaron en silencio hasta que un pequeño dispositivo mágico comenzó a emitir luz, emitiendo después una especie de pequeño informe que provocó molestia en los ángeles caídos.

—Esto se está saliendo de control —gruñó Dohnaseek—. Raynare desaparece, los demonios empiezan a moverse y ahora Freed está haciendo lo que quiere.

Kalawarner cruzó los brazos con una expresión de desagrado.

—Freed siempre ha sido un problema, pero mientras siguiera cumpliendo su papel, no nos importaba. Ahora que Raynare no está, actúa sin restricciones. Si sigue matando sin control, atraerá la atención equivocada.

Mittelt rodó los ojos, apoyándose en la pared.

—Y eso sin contar a la exmonja. No entiendo por qué la sigue reteniendo. Si no vamos a usar su Sacred Gear, lo mejor sería deshacernos de ella.

Dohnaseek suspiró.

—El problema es que no sabemos quién nos está observando. Los demonios claramente están al acecho, y si eliminamos a la chica ahora, podríamos estar dándoles la excusa que necesitan para intervenir.

Kalawarner golpeó la mesa con impaciencia.

—Entonces, ¿qué hacemos? ¿Esperamos a que nos eliminen uno por uno?

Dohnaseek miró a sus compañeras con frialdad.

—No. Empezamos a prepararnos. Necesitamos saber quién está detrás de la desaparición de Raynare y si los demonios realmente están implicados o no. Y más importante aún… debemos decidir qué haremos con Freed antes de que nos arrastre a todos con él.

Los tres intercambiaron miradas. Sabían que las cosas estaban cambiando, y si no actuaban pronto, podrían terminar siendo las siguientes piezas sacrificadas en un juego que aún no comprendían del todo. La discusión no llegó a ninguna conclusión esa noche. Con Raynare desaparecida, los tres ángeles caídos estaban atrapados en un limbo de incertidumbre. Y mientras ellos debatían su futuro, Freed seguía adelante con su misión, ajeno a la falta de liderazgo de sus supuestos aliados.