NOTA DE LA AUTORA: Hey, ¡hola a todos! Hoy es un día especial para todos en el fandom, ya que hoy es el lanzamiento del Remake de uno de los mejores juegos de la saga Resident Evil 2. Personalmente estaba ansiosa y feliz de conocer el estreno y estoy por recibir mi copia del juego. Me spoilee un poco en YouTube y el juego promete mucho, en especial para Claire y Leon, así que antes de que me pierda horas, días y semanas en esa belleza de juego que Capcom nos ha regalado, les dejo la actualización de su telenovela de las 9:00 pm, que es una pequeña cereza del pastel para adornar este día tan genial para todos.

Como dije, aquí hará su cameo la ganadora de la trivia de hace unos capítulos, la lectora Belleredfield. Espero te guste el episodio y tu participación en la historia. ;)

Antes de empezar este capítulo agradezco infinitamente a mi Beta, amiga y hermana GeishaPax, que sin su brillante intervención esta historia no sería posible. Mil gracias y ovación para ti, hermana.

Sin más, ¡Disfruten este extenso episodio!


RESPUESTA A REVIEWS:

BelleRedfield: ¡Belle! Jaja te fallé, no soy team Valentine, soy Team Creva y shippeo a Carlos con Jill, :( Creo que tienen potencial como pareja :3 Bien, me alegro que te gusten mis historias y muchas gracias por tus comentarios, en el camino me he enamorado del cleon y ya soy fan, por eso "Vivir por ella" y "Te perdí" surgieron. Respecto a esta historia, hemos llegado al episodio que te había prometido y donde hará tu aparición triunfal *sonido de trompetas triunfales* Espero que disfrutes el episodio sumamente extenso y que estará lleno de sorpresas. ¡Te mando un abrazo!

manu: Hola, como ya te había contado no descarto futuras historias, una historia protagonizada por Jake está en mis planes, pero como te digo, aún no tengo nada confirmado. Jill me gusta como personaje, y si tengo una historia con ella y con Carlos pero como te digo, dame tiempo y planearé algo para ellos. Respecto al remake, ya estoy esperando sólo el día de la entrega, muero por jugarlo. No he pensado en hacer crossovers con Marvel, hasta ahora sólo lo he hecho con Assassin's Creed. Capcom es complicado, creo que ya casi no invierte en sus historias, Chun Li es mi personaje predilecto de Street Fighter y pienso que tiene mucho potencial para cargarle una buena historia, pero ya vez, Capcom se preocupa más en gráficos, no creo que sea machista, sólo quiere vender, publicidad ya sabes. Leí tu one shot, y agradezco el esfuerzo que hiciste, pero no puedo publicarlo porque como te digo, no es mi estilo subir ideas de otros autores, y bueno sin ánimo de ofender tu relato tiene un poco de inconsistencias, como por ejemplo la diferencia de edad entre Jake y Claire, y bueno según Capcom para crear a Steve de hecho, se basaron en Leon pero en una versión más joven, para Jake se basaron en Wesker, y fiel a mi estilo, me gusta crear historias que se basen o que por lo menos se apeguen lo más posible al canon. Si aceptas una sugerencia, para crear una historia, debes de imaginarla en tu mente primero, y luego que la visualizas debes de lograr a través de palabras que tu lector logre ver en su mente, justo lo que tu viste, para ello debes describir escenarios, emociones, pensamientos, e incluso olores para que el lector tenga una "foto" de lo que tu quieres que vea o sienta, igual debes darle mucha profundidad a tus personajes, con esto me refiero a que no puedes llegar con el lector a decirle por ejemplo: "Ella es Claire y está enamorada de Leon y se casa con él." Mmm no. Lo que tienes que hacer es describir quién es Claire, por qué se siente así, o por qué actúa de tal manera, ya que aunque son personajes que tus lectores conocen, debes lograr que ellos conecten con tus personajes, que sientan empatía con ellos. Pero para esto, debes entenderlos tú primero, ponerte en los zapatos de tu personaje y pensar "qué haría yo en tal situación o circunstancias" o "qué características van bien con el temperamento de mi personaje." Investigar la historia de la saga igual es muy importante para que tengas una idea de lo que estás haciendo o quieres crear y nutra el contexto de tu relato. También si mejoras tu ortografía, tu gramática y sintaxis, podrás darle a los lectores una mejor idea de lo que quieres expresar. Escribir es una actividad muy bonita, pero sólo se puede perfeccionar o mejorar, practicando. No te desanimes y sigue intentando. Y bueno respecto al Valenfield, como le había comentado a Belle no me agrada, pero no descarto de comenzar a redactarlo en un futuro. Respecto al remake, sí, también lo compré y ya quiero jugarlo. Te mando saludos.

PikachuFan18: ¡Hola! Creo que todos odian a esas brujas, pero aguarda se pondrá mejor. ;) Respecto a la boda, creo que ya verás hoy si fue una ceremonia sencilla o un fue de ensueño para nuestros protas. Espero te guste la actualización. ;)

WhileSheLiesSleeping: ¡Hola! Bienvenida a esta pequeña historia, en verdad estoy muy halagada por tus comentarios y que te hayas tomado el detalle de revisar capítulo por capítulo y dejar tu comentario. Me motiva mucho conocer la opinión de los lectores y su entusiasmo me anima bastante. Me alegra que te gusten los personajes, empezando por Joey que como dije fue personaje prestado de mi querida amiga y Beta Reader GeishaPax, el debut de Joey fue en su historia "Falling in to you" que es muy buena por cierto, espero puedas darle una oportunidad. Ojalá disfrutes mucho el episodio. ¡Te mando un abrazo!.


"ACCIDENTALLY IN LAW"

Por Light of Moon 12


CAPÍTULO 12: LA BODA

Estaba de pie con la postura rígida. Todos lo miraban de manera escrutadora y él trataba de mantenerse indiferente. De repente, todos se centraron en la mujer que caminaba en medio del pasillo. Vestía de blanco y llevaba un velo que le cubría el rostro, junto con un ramo de flores en las manos. Cuando la novia entró por el pasillo principal la música comenzó a sonar de manera inmediata, pero esta vez no era la marcha nupcial, si no las notas de "November Rain".

"¿November Rain en una boda? No está mal." Se dijo a sí mismo, recordando aquél concierto de despedida de Guns N' Roses en 1992, al que asistió cuando tenía quince años junto con Joey, sin el previo permiso de sus padres, lo que lo convertía en una experiencia aún más interesante. En el momento en que la banda comenzó a interpretar su conocido himno, de repente comenzó a llover. Aquello fue simplemente alucinante. Desde entonces, se había prometido que si algún día llegaba a casarse, "November Rain" no faltaría en su playlist musical. Aunque en ese instante le había parecido una promesa inquebrantable, a la fecha lo había olvidado. Sin embargo, de alguna manera, había cumplido esa promesa. Qué curioso.

"When I look into your eyes

I can see a love restrained

but darlin' when I hold you

don't you know I feel the same…"

Decía el primer verso de la melodía.

Se sabía toda la letra de memoria pero nunca se había detenido a escucharla realmente. Y nunca se había sentido tan identificado. Recordó la mirada de Claire durante la entrevista para Visages; sus ojos azules observándolo todo el tiempo, como si quisieran decirle algo.

Desde el primer momento en que se había topado con Claire Redfield, sus ojos le habían parecido encantadores, aunque las circunstancias no hubiesen sido las más idóneas para demostrarlo. Eran enormes, expresivos, la mirada de un ángel en medio del infierno. Luego por una u otra forma se perdieron la pista, se desvió entre amores baratos y mujeres de una noche. No había cabida para algo serio en su mundo. Pero para Claire Redfield si lo había. Siempre a su lado, siempre constante. Por alguna razón todo el tiempo había querido que ella estuviera en su existencia; cuando tenía un problema, un ascenso, una misión importante, era la primera persona en saberlo. Era la familia que él había elegido sin saber por qué. Y ahora aquí estaba, esperándola en el altar, a punto de convertirse en su esposo, en el esposo de su mejor amiga.

"Because nothing lasts forever

and we both know hearts can change.
And it's hard to hold a candle

In the cold November rain…"

La novia se detuvo y quedaron frente a frente. Acto seguido el levantó el velo que cubría su rostro.

Dios, se veía tan hermosa, que por unos segundos se detuvo a pensar porque nunca antes la había considerado como mujer. ¿Por qué no se había fijado en ella?

O ¿Acaso sí lo había hecho? ¿Y si en el fondo, su padre había tenido razón y todo el tiempo estuvo enamorado de la pelirroja? Esa teoría comenzó a cobrar sentido. Quizás eran sentimientos dormidos que sólo necesitaban un incentivo para despertarlos y que con la convivencia de los últimos días había detonado en su interior.

"Nothing last forever

Even cold november rain…"

Decía una de las frases más emblemáticas de la canción.

"Nada dura para siempre." Concluyó en su interior, analizando esta frase. Siempre pensó que la vida era demasiado corta como para atarse a un compromiso, pero ahora creía otra cosa totalmente diferente; la vida era demasiado corta, es cierto, por tanto no había tiempo como para negarse a sus sentimientos. No tenía caso seguirlo ocultando, Claire le atraía demasiado. Tanto, que incluso a él le costaba reconocer a qué grado.

"So if you want to love me

Then darling don't refrain

Or I'll just end up walking

in the cold November rain."

Quizás no valía la pena vivir suponiendo, y tal vez era momento de actuar.

Tomó la mano de su prometida y el sacerdote se dispuso a hacer el rito nupcial.

—Leon Scott Kennedy, ¿aceptas a Claire Redfield como tu esposa, para serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

Vaya, el compromiso sí que era serio. Toda la vida sonaba a un tiempo bastante largo. Luego volvió a mirar esos ojos azules ilusionados que lo observaban como si él fuera la mejor persona del mundo.

"Oh, Claire. Yo también siento lo mismo."

Entonces lo supo.

—Acepto.

—Y tú, Claire Redfield,—Mencionó el clérigo, ahora refiriéndose a la dama.—¿Aceptas a Leon Scott Kennedy como tu esposo, para serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

La pelirroja sonrió y apretó más fuerte sus manos entre las de él.

—Sí, acepto.

El religioso volvió a tomar la palabra.

—Si hay algún impedimento para que este matrimonio no se realice, que hable ahora, o que calle para siempre.

Leon tomó las manos de la pelirroja entre las suyas y besó el dorso. Si la vida le estaba dando una oportunidad que por despistado no había podido detectar, iba a encargarse de ahora en adelante en no desaprovecharla.

"And when your fears subside

And shadows still remain.

I know that you can love me.

When there's no one left to blame

So never mind the darkness

We still can find a way.

Because nothing lasts forever

Even cold november rain…"

—Entonces los declaro…

—¡Alto!

Todos los presentes, incluídos los novios, voltearon a mirar a la persona que interrumpió la ceremonia religiosa.

—Yo me opongo. —Dijo con firmeza poniéndose de pie, nada más y nada menos que Joey Kennedy.

¿Pero qué diablos estaba haciendo Joey?

—Toda esta boda es una farsa. —Acusó el segundo hijo de los Kennedy. —Y no voy a permitir que sigas jugando con Claire.

La pelirroja volteó a mirar a Leon con la decepción marcada en los ojos.

—Claire no creas eso. ¡Esto no es una farsa!

A pesar de que estaba consciente de que todo el show armado de su compromiso y boda era una simple actuación, no quería de ninguna forma lastimar a la menor Redfield. Y menos ahora, que estaba convencido de no querer renunciar a su boda.

Ella comenzó a llorar, mientras el pequeño público empezó a murmurar descaradamente.

—Claire, por favor no llores. —Pidió en un intento de calmarla. —En verdad quiero casarme contigo, ¡no creas todo esto! —Dijo tomándola de un brazo para que lo mirara.

—¡No! —Gritó dando un manotazo para zafarse de su agarre. —Es cierto, ¡todo esto es un juego donde sólo yo salgo perdiendo! Sólo soy un peón más en tu tablón de ajedrez.

Mierda. Estaba sucediendo todo lo que no debía pasar.

—¡No digas eso, por favor! ¡Esto no es un juego! —Rogó en afán de calmar las cosas y en un intento desesperado, optó por el camino de la sinceridad. —No sé desde cuando, pero estoy enamorado de ti, Claire. ¡Por favor no me dejes!

—Esa es una mentira. Nunca mostraste ningún interés por mí y siempre me has visto como tu paño de lágrimas. —Reclamó la pelirroja con los ojos inundados en llanto.

Eso último, fue como una patada en el estómago al ex Policía.

—Eso no es cierto.—Se defendió.—Sé que fui un idiota al no verlo antes, pero por favor tienes que creerme.

—¡No voy a seguir escuchando!

Diciendo esto, la prófuga novia se echó a correr huyendo de la Iglesia en medio de la lluvia torrencial de afuera.

Leon corrió tras ella como alma que lleva el diablo con todos los invitados mirando la melodramática escena en primera fila. Incluído un Chris colérico y toda la B.S.A.A. de por medio.

—¡Claire, detente! ¡Por favor, detente! ¡Claire, espera!

—Es inútil. —Le dijo una voz a sus espaldas. —Lo más digno que puedes hacer es dejarla ir. —Mencionó Joey Kennedy a sus espaldas. —Ella merece algo real, alguien que le corresponda y le devuelva todo lo que ofrece. Ya perdiste tu oportunidad, deja el camino libre a alguien que sí sepa apreciarla.

—¡Tú que sabes! —Le gritó bastante molesto sin siquiera voltear a mirarlo. Estaba tan cabreado y desesperado tratando de hallar una manera de recuperar a su prometida, que le importaba muy poco lo que su hermano y causante de todo esto opinara.

—¿Qué sé? —Replicó el castaño. —Que vas a hacer infeliz a una mujer por tu maldito comportamiento egoísta. Ya déjala ir.

Ya déjala ir… Déjala ir…


—¡No quiero dejarla ir!

El reloj digital de la mesita de noche no paraba de sonar. Con los ojos entrecerrados trataba de buscar el botón de apagado pero era inútil. Así que optó por la opción fácil y lo desconectó para lanzarlo lejos.

Despertó desconcertado y con la respiración agitada, tomándole unos segundos volver a la realidad. Estaba en la habitación de su antigua casa paterna. Al parecer todo había sido un sueño. Un mal sueño.

Se sentó recargando la espalda en la cabecera e hizo un recuento mental de lo último que había sucedido en el mundo real.

No había visto a Claire la noche anterior porque a pesar de haberse negado rotundamente, su hermano y sus antiguos camaradas del Instituto se habían empeñado en hacerle una despedida de soltero.

Bajo las insistencias de "anda, ya no serás soltero nunca más." y "deja de ser mojigato", fue que aceptó con la condición de que no sería una de esas fiestas como las que solía hacer cuando estaba en la flor de su juventud, y contrario a lo que todos pensarían, no fue una fiesta llena de alcohol, juegos de azar y mujerzuelas, sino que fue una noche tranquila en un bar local donde se dedicaron a charlar y beber licor caro, con la única compañía de la rockola del lugar.

Recordaba sólo haberse tomado un par de coñacs y luego irse a casa justo a medianoche, al puro estilo de la Cenicienta. Recibió abucheos por parte de sus acompañantes gracias a su temprana retirada, pero no pensaba aparecer en su boda con resaca y destilando alcohol por los poros.

Claire también había tenido una despedida de soltera en la piscina privada de su casa, muy sencilla e improvisada por petición de la novia. Esperaba que ella la hubiera pasado bien.

Tomó un vaso con agua de la jarra que descansaba en su mesita de noche para poder terminar de despertar. Maldición, ese sueño había sido tan realista, que lo estaba haciendo dudar de sí mismo en especial por dos cuestiones; la primera, sus sentimientos hacia Claire y la segunda era que al mismo tiempo podía arruinarle la vida.

Al parecer iba a ser el primer novio de la historia que se sentía inseguro por tener sentimientos fuertes hacia su futura esposa.

Ya no tenía duda de que Claire le gustaba demasiado, se sentía profundamente atraído por ella, pero no sabía a qué grado. Ambos eran amigos desde hace años, y esa amistad era algo que él respetaba profundamente. La pregunta era si iba a poder manejar lo que sentía sin comprometer el cariño fraterno que había de por medio. Trataría de trabajar en eso, tendría que poder lograrlo. Debía intentarlo.

Pero también estaba el problema de si este camino egoísta arruinaría de paso la vida de Claire. Ella había dicho en reiteradas ocasiones que estaba segura de querer hacerlo pero habían pasado tantas cosas desafortunadas desde que llegaron a Canadá que parecía que la estaba arrastrando junto con él a un abismo de mala suerte. Y no iba a poner a la pelirroja de escudo para salvarse el pellejo.

Tal vez en sus sueños, su hermano tenía razón.

—Voy a parar esta farsa.

Poniéndose de pie tomó una bata que estaba en el perchero y caminó hacia la ventana para echar un vistazo. El día estaba soleado y el clima extrañamente agradable para ser un lugar frío. Las flores, las mesas… Todo estaba listo para el gran día y la servidumbre terminaba de decorar los últimos detalles de la celebración. Había unas letras enormes que descansaban junto a la fuente con las iniciales "C & L" y al fondo estaba montada la pirotecnia que se usaría para más tarde.

Entonces supo que no podía hacerlo.

Si cancelaba la boda, independientemente del escándalo que armaría la prensa y sobretodo el disgusto de su madre, sería una humillación para Claire, aunque esta boda fueseun montaje. Los medios no dejarían de acosarla y su vida se volvería un infierno, siendo la típica novia de novela melodramática que fue plantada en el altar. No iba a hacerle eso ahora, no casarse con ella era mucho peor que continuar con esto. Entendió por fin, que no habría marcha atrás y había tomado una decisión.

Si Claire optaba por decir un "no" en la ceremonia, lo comprendería y también lo aceptaría. Sería él quien cargara con todo el peso del acoso de la prensa y la vergüenza de ser plantado en el altar. Y si la pelirroja aceptaba casarse, iba a dejarla tranquila y no iba a molestarla con sus dudas recientes, respetaría firmemente lo pactado y le daría el divorcio en cuanto cumplieran el primer año de casados, tal y como lo habían acordado previamente. Seguirían siendo tan amigos como siempre y todos felices y contentos. Aunque en el fondo, dudaba que después de esto, pudiera seguir con una vida normal conservando su amistad con la activista de Terra Save.


—Levanta un poco más el rostro.

Pintando de color rosa nude los labios de la pelirroja, el famoso maquillista y diseñador terminó en el peinado y maquillaje.

Haciendo un recogido medianamente elaborado, terminó colocando un tocado de piedras brillantes en la parte posterior del peinado para después colocar allí el velo. El maquillaje sin duda era una obra de arte. Jugando con iluminador y bronceador contorneó su rostro y resaltó sus facciones finas, haciendo especial énfasis en sus ojos que estaban estilizados con sombra oscura, delineador y máscara de pestañas, logrando un look dramático que realzaba su mirada azul y que lograban un equilibrio perfecto con la delicadeza de los labios rosados.

Claire se miró en el espejo y no se reconocía. Verdaderamente Pierre había hecho un buen trabajo.

—Es una obra maestra. —Dijo el francés volteando a mirar a sus asistentes con satisfacción.

La menor Redfield iba a decir algo, cuando en ese momento entró Ginna.

—Señorita, su hermano quiere pasar a verla.

—Bueno muchachos, vámonos. Que ya va a empezar esa parte de la melancolía entre las familias. —Indicó diseñador dando un par de palmadas.

—Muchas gracias, Pierre. —Agradeció sincera la ex motociclista.

—No tienes nada que agradecer, cariño. Sólo hazme un favor.

Ella escuchó con atención.

—No llores, no te atrevas a arruinar mi trabajo. —Amenazó sutilmente levantando un dedo.

La activista comenzó a reír por la ocurrente petición y el prestigiado hombre de la moda se retiró junto con todos sus asistentes para dar paso al Capitán.

—Creí que te encontraría vestida de blanco. —Mencionó el Capitán cuando la miró y notó que aún llevaba una bata puesta.

—Me lo pondré cuando casi esté por salir. —Contestó levantándose de su lugar.

—Aún así te ves preciosa. —Reconoció a la vez que le daba un abrazo. —Bien, ya que aún queda un poco de tiempo, te tengo una sorpresa. —Anunció el ex S.T.A.R.S.

—¿Qué es? —Preguntó la menor, estando realmente intrigada.

—Alguien que quiere verte.

Y saliendo un momento al pasillo regresó acompañado de una cara conocida para su hermana.

Al reconocerla, se llevó una mano a los labios, para contener un grito de la emoción.

—¡Belle, eres tú!

La pelirroja saltó rápidamente para darle un abrazo a la recién llegada que se trataba de una mujer de más o menos su edad, de cabello castaño y peinado en un corte cóncavo donde llevaba un lado más corto que el otro. Era alta, esbelta y de piel blanca, llevaba varios pendientes en la oreja derecha, un tatuaje de flores en el brazo izquierdo y al igual que los hermanos Redfield, también tenía ojos azules. Se trataba de Isabelle "Belle" Redfield, hija del único hermano del padre de Chris y Claire.

—¡Parece un milagro verte! —Dijo la pelirroja al mirar allí a su prima. —¿Cómo fue que Chris logró contactarte?

—¡Estoy tan feliz de volver a verte, Claire! —Dijo la de cabello castaño. —No me podía perder tu boda y ya sabes, Chris tiene influencias. —Reveló la chica mirando con complicidad al Capitán.

—Bueno, las dejo, supongo que tendrán mucho que hablar.

Diciendo esto, el antiguo piloto se retiró dejando a solas a su hermana y prima respectivamente.

—Siéntate, por favor. —Pidió Claire a Belle, que se sentó en el diván junto a la ventana y ella se acomodó en la silla frente al tocador.

—Tu habitación es enorme. —Dijo admirada la castaña mirando hacia todos lados.

—Lo sé, aún no termino de adaptarme. —Confesó la pelirroja con entusiasmo y cambiando de tema agregó: —Cuéntame todo, Belle. ¿Qué has hecho estos últimos años? ¿Sigues viajando? La última vez que supe de ti vivías en Nueva Zelanda y contactarte era casi imposible.

La interpelada sonrió. El júbilo era evidente.

—Ya sabes que desde la muerte de mis padres dejé Estados Unidos y me dediqué al cien por ciento a mi trabajo. Cuando estaba en la carrera de Zoología, siempre me gustó la investigación de campo y aprovechando mi afición por los viajes, conseguí empleo en una asociación afiliada a Green Peace y bueno esa ha sido mi vida desde entonces. —Relató en medio de ademanes. —Estaba trabajando en Brasil, en una investigación en el Amazonas cuando Chris me dio el mensaje que te casabas. Y era un evento que no me podía perder.

—Tu vida en verdad es fabulosa.—Comentó la hermana del Capitán y agregó:—No sabes cuánto aprecio que vinieras.

—Bueno, basta de hablar de mí y hablemos de ti. Cuéntame todo. —Demandó con efusividad. —¿Cómo fue el romance? ¿Cuánto tiempo llevaban saliendo? Chris me contó que es un viejo amigo tuyo que conociste en esa pesadilla de Raccoon City.

La activista se mordió el labio inferior.

—Sí. Me salvó de ser atacada esa noche por un zombie y después hicimos equipo para escapar de Raccoon City. —Contó con diplomacia.

—Qué ironías de la vida. —Mencionó Belle cruzándose de brazos. —Quién iba a decir que en esa pesadilla apocalíptica encontrarías a tu verdadero amor.

—Sí, Leon es un buen tipo. —Mencionó bajando la mirada.

—Me lo imagino. Cuando éramos niñas siempre decías que ibas a casarte enamorada de un Príncipe Azul y que tendrías una boda de cuento de hadas.

Una sombra de nostalgia se dibujó en las facciones de la ex motociclista. Sus ilusiones de infancia y juventud estaban sumamente alejadas de la realidad.

—¿Recuerdas cuando jugábamos a las princesas en casa de los abuelos? —Rememoró Isabelle poniéndose de pie y tomando con una mano la falda de su vestido azul. —Decías que cuando llegara este día bailarías el vals con tu Príncipe.

Y comenzando a tararear la melodía clásica del cuento de "La Bella Durmiente", la prima de la pelirroja se puso a bailar en medio de la habitación, simulando el andar de una princesa e invitó a la activista a hacer lo mismo como cuando eran niñas.

Dejándose llevar por el momento, Claire se puso de pie y comenzó a dar vueltas por la habitación a la vez que extendía los brazos, imitando una coreografía de dibujos animados.

Después de hacer aquello, ambas mujeres comenzaron a reír y a recordar anécdotas de infancia de las cuales, la sobreviviente de Raccoon City a veces hacía uno que otro comentario y fingía prestar atención a la conversación, ya que a pesar de que el tema era bastante agradable, remover sus recuerdos le había traído un golpe de melancolía.

Desde muy niña había soñado con el Príncipe Encantado y tenía la ilusión de algún día formar su propia familia y tener el calor de un hogar. Era un sueño quizás anticuado y pasado de moda para estos tiempos modernos, pero ella que había tenido que crecer sola y valerse por sí misma desde muy joven, el ideal de una familia se había convertido en un anhelo profundo. Llevó su infancia y juventud entre libros y juegos, creciendo en su propia burbuja en donde sus sueños eran la motivación que la alentaban a seguir día con día. Enamorada de la idea del amor alimentada por las historias de Shakespeare, Dumas y los versos de Bécquer, imaginaba que algún día conocería a su propio Romeo, a su caballero andante que sería su compañero de vida. Hasta ese día en que perdió su inocencia y conoció en carne propia y de un sólo golpe el grado de maldad que existía en el mundo. Monstruos y criaturas que superaban con creces a las más taquilleras películas de terror tomaron forma esa noche de 1998. Nunca pensó que más pronto que tarde tuviera que poner en práctica las lecciones de supervivencia básica que Chris la había obligado a aprender.

Claire detestaba la violencia, pero luego comprendió que a veces es muy necesaria. Y lo aprendió de la manera más dura que la vida tenía para mostrarle.

Nunca iba a olvidar la imagen de ese zombie devorando a una persona para luego ponerse de pie y acecharla, mostrándole los dientes embarrados de sangre. Estaba aterrada. Nunca imaginó que estas cosas existían en el mundo real y sin tener nada a la mano con qué defenderse, sintió que su final estaba cerca. "Jamás debes bloquearte por el miedo" Repasó mentalmente el primer consejo de su hermano para estas situaciones de emergencia y la regla número dos era "si no tienes posibilidad de combatir, busca la manera de huir". Mirando hacia todos lados observó la puerta trasera de la cafetería, si estaba abierta, quizás tendría una posibilidad. Fue entonces que lo vió por primera vez.

Se trataba de un sujeto casi tan joven como ella, pero con el mismo temple de un hombre experimentado. Era un novato con el valor de un veterano de guerra.

"Me llamo Leon Kennedy". No era el momento ni el lugar, pero desde que le dijo su nombre, el policía tuvo un gran impacto en su vida.

Era inevitable sentirse irremediablemente atraída por Leon, ya que además de ser un hombre sumamente atractivo, de buena estatura, complexión fuerte, mirada azul altiva y facciones varoniles, tenía también una personalidad envolvente que transmitía confianza y seguridad a pesar de las adversidades. Pero sobretodo, sabía que Leon era bueno, una de las mejores personas que había conocido. Tristemente, supo que este enamoramiento sólo era de su parte. Al principio se trataba sólo de Ada Wong, pero después supo que no era el tipo de mujer por el cuál él se sentiría atraído y sólo podría aspirar a una amistad. Poco a poco fue dejando atrás esa idea de ver a su compañero como algo más hasta que terminó por resignarse y decidió mirar hacia otro lado, con Steve como su primera ilusión, pero que desafortunadamente había durado muy poco. Se enganchaba en relaciones poco estables o con gente que no tenía mucho para ofrecerle en el lado emocional, como su ex jefe Neil Fisher, que había sido un bastardo que se había aprovechado de sus sentimientos. Había sido la gota que derramó el vaso. Era suficiente. Quizás su destino era terminar sola, dedicando su vida de tiempo completo a la lucha contra el bioterrorismo.

Ya se había resignado, ya había puesto una piedra encima de todos sus sueños e ilusiones de niña, y ahora… Ahora la vida le estaba dando todo lo que alguna vez había soñado, aunque no fuese real.

¿Por qué ahora? ¿Por qué cuando ya había renunciado a todo venían a ella de golpe y con más fuerza todas esas ilusiones que creía muertas? ¿Por qué los sentimientos que creía superados hacia su compañero y mejor amigo ahora comenzaban a sembrarle dudas?

Tal vez, en el fondo nunca había renunciado a ello.

Esa era la única explicación lógica por la cual había accedido a participar en aquella locura. Quizás nunca se había resignado a dejar atrás sus sueños y a dejar a Leon como sólo un amigo en su vida. Probablemente en su interior, la idea de verlo atado para siempre con otra, aunque fuera mera simulación, le era insoportable.

"Dios, ¿por qué me pasa esto a mí?" Se dijo interiormente ante las múltiples dudas que la acechaban, sabiendo de antemano el alto riesgo de salir lastimada.

—¿Claire? ¿Claire?

La voz de Belle la sacó de sus reflexiones.

—Oh, lo siento, me distraje un poco. —Se disculpó sintiéndose apenada, pensando que lo más seguro era que su prima haya notado su falta de atención desde hace varios minutos.

—Creo que diste un viaje astral de ida y vuelta, prima. —Respondió con humor la castaña y enseguida tocaron la puerta. La zoóloga se puso de pie para abrir la puerta y se trataban de varias caras conocidas para la pelirroja.

Eran nada más y nada menos que Sherry Birkin, Moira Burton, Jill Valentine, Rebecca Chambers y su cuñada Sheva Alomar.

El séquito de damas de honor que llegaron haciendo notorio bullucio a la habitación de la novia fueron presentadas con Isabelle Redfield, que rápidamente se integró al grupo social.

—Creo que debemos empezar con nuestra labor de damas. —Sugirió Sherry Birkin señalando el vestido color lila que todas llevaban.

—¿Cuál es la labor de las damas? —Preguntó la activista con ingenuidad.

—Ayudar a prepararte para la boda. Ya sabes, ayudarte con el vestido, el ramo, los zapatos… —Respondió Jill con naturalidad.

Entonces, Ginna apareció en la escena, cargando una última maleta que contenía cosas personales de la motociclista.

—Señorita, aquí está la maleta con su neceser de hoy con todo lo que me pidió. Si gusta revisarla por si desea agregar algo más.

La sobreviviente de Raccoon City que terminaba de ponerse sus zapatillas blancas de razo fino y aplicaciones con piedras brillantes, se puso de pie y revisó rápidamente la valija.

Todo estaba en orden; cepillo de dientes, jabón, crema humectante, pijama y una muda de ropa interior para esa noche.

—Efectivamente, todo está en orden.

Moira Burton que estaba cerca del equipaje pequeño y podía ver su contenido, rápidamente protestó:

—¿Dónde están nuestros regalos, Claire?

La interpelada cerró los ojos, pensó que nadie lo notaría.

—¿Claire? —Insistió la hija de Barry Burton.

—No duermo cómoda sin mi pijama. —Confesó encogiéndose de hombros.

—¡Oh vamos! —Soltó Birkin cruzándose de brazos. —¡Hoy no la vas a necesitar!

—¡Sherry! —Dijo la activista en voz alta mientras sentía que el color rojo se esparcía por sus mejillas.

—¿Qué? Aquí todas somos lo suficientemente mayores para saber lo que pasará esta noche.

Todo había empezado el día anterior, en la pequeña reunión en la piscina con motivo de su despedida de soltera. La velada iba tranquila entre canapés y margaritas de fresa, charlando y nadando en la enorme piscina de los Kennedy, cuando de repente, sus amigas comenzaron a entregarle sus "regalos" previos a la boda.

Nunca había sido fan de la lencería provocativa, aunque a veces prefería las pantaletas pequeñas gracias al clima cálido de California, se prestaban para la ocasión. Pero en Canadá donde en Vancouver la mayoría de las veces el clima era frío, prefería usar bóxers femeninos y "calzoncillos de abuela" como solía llamarlos Moira Burton y Sherry Birkin.

¿Qué tenían las más jóvenes en contra de la ropa interior cómoda?

Y como era de suponerse, todas sus invitadas le habían obsequiado lencería diminuta de todo tipo; una dotación digna de una pasarela de Victoria Secret.

Definitivamente de ninguna manera se pondría esa ropa, en primera porque iba a morir de frío durante la noche y segunda, no habría noche de bodas.

—Por Dios, Claire, vas a arruinar tu noche de bodas con estos calzones de anciana. —Mencionó la de cabello negro sacando su pantaleta enorme que ni siquiera hacía juego con el sostén.

—Prima, por favor, no puedes ser tan quisquillosa. Además, es muy linda. —Dijo Belle sacando un camisón casi transparente de color negro que Sherry le había obsequiado y que Moira se había encargado de hallar guardado en un cajón.

—Claire, tienes bonita figura, no tienes porqué sentirte insegura. —Mencionó Valentine para reconfortarla.

—La noche de bodas sólo es una vez. —Comentó Sheva que era la única casada del grupo.

La pelirroja lejos de sentirse animada se sentía cada vez más avergonzada. No se imaginaba durmiendo con Leon y menos vistiendo ropa que no dejaba mucho margen a la imaginación.

Rebecca que era la única que notaba la incomodidad en los ojos azules de la activista, tomó la palabra y decidió sacarla de ese apuro.

—Chicas creo que ya deberíamos empezar a ayudar a Claire con el vestido, ya no nos queda tanto tiempo. —Señaló indicando el reloj que colgaba de la pared.

—¿Dónde está tu ajuar? —Preguntó Jill poniéndose de pie.

—Todo está en el armario, vamos. —Respondió la novia poniéndose de pie y caminando hacia el enorme vestidor de su recámara donde el ostentoso vestido de novia descansaba sobre un maniquí.

Mientras las demás se adelantaban Moira Burton sacó de la cajonera toda la lencería que le habían obsequiado a la activista, a la vez que Sherry Birkin desmantelaba la maleta, sacando la pijama y la muda de ropa interior antes de que Ginna regresara para llevársela.

—Vamos, hay que darnos prisa antes de que la mucama vuelva o Claire se dé cuenta. —Apremió la de cabello negro a la rubia que lanzó las prendas de dormir de su amiga bajo la cama y puso la lencería nueva en el equipaje, dejándola en su sitio para que la sirvienta pudiera llevársela.

Terminada su tarea ambas chicas caminaron al vestidor donde ayudarían a la novia con el arreglo final para la boda.


—Nos encontramos en vivo y en exclusiva desde la residencia de la familia Kennedy donde hoy se llevará a cabo el evento del año, lleno de lujos y oropeles; el enlace matrimonial del próximo líder del gigante de los chocolates; Chambéry Inc, el hijo mayor de los Kennedy's; Leon S. Kennedy y su prometida, la señorita Claire Redfield. Hasta ahora, no nos han permitido el acceso como periodistas, ya que según fuentes cercanas a la familia, sólo permitieron la transmisión del evento a algunos cuantos medios…

Seguido de las palabras de la periodista, un dron sobrevolaba la residencia, donde todo estaba listo para recibir a la pareja y a cientos de invitados más. El jardín botánico que sería el lugar donde se llevaría a cabo la recepción, estaba cubierto de carpas adornadas de flores frescas, luces led y globos de cantoya que iluminarían la celebración cuando comenzara a oscurecer. Centros de mesa hechos de cristal cortado adornaban las mesas con manteles bordados de material fino y sillas acolchadas. Habían montado un altar donde se llevaría a cabo el rito religioso y también había pequeño escenario donde al parecer, habría algún tipo de espectáculo artístico. Sin duda, la boda no distaría mucho de alguna celebración de la realeza.

Las damas estaban en sus posiciones y todo el mundo ya estaba preparado para iniciar con la fiesta.

Estrujando el ramo de gardenias y rosas blancas, Claire Redfield pasó saliva. La celebración era aún más imponente que la fiesta de compromiso.

—¿Lista? —Le preguntó su hermano Chris antes de darle la indicación al chofer de que abriera la puerta de la ostentosa limusina.

—Sí. —Afirmó con voz ahogada.

El chofer abrió la puerta y Chris bajó por el otro lado para tomar la mano de su hermana y ayudarla a salir de la cabina.

En cuanto puso un pie fuera de la limo, escuchó los aplausos y la rechifla por parte los invitados que miraban con admiración su atuendo de novia.

Enfundada en un vestido blanco hecho de charmeuse de seda con falda sumamente amplia, la tela brillaba gracias a los destellos y aplicaciones de piedras brillantes con encaje. El escote en forma de corazón estaba bordado con diseños en forma de flores delicadas y terminaba con la espalda descubierta, únicamente protegida por una fina tela de gasa transparente. En el cuello llevaba un elegante collar de diseñador hecho de diamantes que iban a juego con los aretes discretos. Y para terminar el atuendo, el velo caía desde la parte posterior de su vestido, midiendo varios metros más que la falda del vestido. Se veía simplemente espectacular.

En cuanto se puso de pie gracias a la ayuda de Chris, se apoyó fuertemente de su brazo mientras la prensa autorizada y los fotógrafos hacían su trabajo, captando digitalmente el acontecimiento.

El Capitán dio el primer paso para caminar hacia el pasillo principal, pero enseguida notó que esta tarea estaba resultando complicada para su hermana.

—¿Qué pasa? —Preguntó en voz baja el ex S.T.A.R.S.

—El vestido es muy pesado.

Sin que los demás se dieran cuenta, Chris tomó por lo bajo la mano de la pelirroja, ocultando su palma por debajo del ramo y levantó un poco la pesada tela del atuendo para ayudar a su hermana.

—Claire, ¿pero qué carajo? ¡Esto pesa tanto como un chaleco de combate! —Mencionó mientras llevaba con una mano una de las pesadas capas de tela.

—Lo sé, sólo es cuestión que me acostumbre. —Respondió disimulando una sonrisa mientras todos los presentes la miraban acercarse al pasillo central.

Tratando de hacer equilibrio con el peso del vestido, la activista finalmente pudo ponerse firme en la postura y dando un suspiro hondo, caminó decidida hacia el altar.

En cuanto la novia dio el primer paso en el camino hacia el altar un quinteto de prestigiosos músicos de ópera acompañados de una orquesta comenzaron a entonar los himnos de boda.

Al compás de "Halllelujah", Leon que vestía un traje gris oscuro que lo hacía resaltar de entre la blanca decoración, miraba como su prometida se acercaba hacia él, acompañada de la mano de su ahora cuñado. Tomó aire y dio un suspiro hondo para intentar relajarse, pero le parecía imposible.

Los recuerdos de su reciente sueño aún estaban muy frescos en su mente y ese pensamiento no lo dejaba en paz. Y segundo, Claire se veía sumamente hermosa.

Si en ese momento le hubiesen dicho que se haría un cambio de planes y esto era una boda real, hubiese dado el "sí acepto" con todo el gusto del mundo.

Trataba de mostrarse sereno, pero en el fondo era un manojo de nervios. Volteó a mirar a Joey que se encontraba a unos metros de distancia, sentado al lado de su madre y hermana. No podía evitarlo y lo miró fijamente; necesitaba saber si su hermano sospechaba algo. Al observarlo con detenimiento todo parecía normal; postura relajada, miró dos veces su teléfono móvil y al darse cuenta que lo estaba mirando, este le hizo una seña de aprobación con los pulgares en alto.

Su paranoia estaba llegando a niveles insospechados, al parecer, su hermano no estaba planeando nada en su contra.

Nuevamente suspiró. No era momento de ponerse histérico.

"Que pase lo que tenga que pasar."

Finalmente su prometida llegó al altar ante la mirada escrutadora de todos los espectadores y Chris le entregó la mano de su hermana. Cuando la tuvo frente a frente, él se quedó sin aliento.

—¿Pasa algo? —Preguntó la pelirroja ante el silencio del ex Policía.

—Eres hermosa. —Soltó con sinceridad.

El halago hizo sonrojar a la activista. Tanto que por un momento, parecía como si su compañero realmente se sintiera atraído por ella.

La celebración religiosa empezó y todos los ritos eclesiásticos siguieron su rumbo con normalidad, hasta que después de unos minutos era el turno de la pareja para participar en el enlace.

—Leon Scott Kennedy. —Llamó el sacerdote al ex Policía. —¿Aceptas a Claire Redfield como tu legítima esposa, serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla, todos los días de tu vida?

Cuando escuchó la pregunta, sintió que no existía nadie más, sólo él y la mujer con ojos color de mar que lo observaba fijamente.

"Todos los días de tu vida." Repitió mentalmente. Si ya le había confiado toda su existencia a esta mujer, ¿había razón para mentirse a sí mismo? Nunca había sido un hombre religioso, pero si había un Ente superior que todo lo sabía, estaba consciente de lo que estaba pasando; al verse reflejado en esa mirada de cielo, de mar en calma, supo que no quería verse nunca en los ojos de alguien más.

¿Por qué nunca lo había visto antes con tanta claridad?

Y las dudas que tenía, terminaron por difuminarse; estaba enamorado de Claire

—Sí, acepto.

—Claire Redfield. —Habló el clérigo ahora refiriéndose a la novia. —¿Aceptas a Leon Scott Kennedy como tu esposo, para serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y la enfermedad, amarlo y respetarlo, todos los días de tu vida?

El escenario era de ensueño y Leon tenía toda la finta de ser su Príncipe de cuento de hadas que siempre soñó. ¿Por qué no podía ser verdad todo esto?

Sentirse atraída por su mejor amigo era una tragedia. Pero sin duda, una tragedia que en el fondo la hacía feliz, sentirse viva. ¿Hace cuánto que no recordaba el amor?

Entonces él tomó sus manos entre las suyas como se atesora un bien valioso. Quizás se arrepentiría de esto, tal vez fue una mala decisión desde el inicio, pero al menos, sólo en este momento se daría el lujo de disfrutarlo. Se permitiría vivir el cuento de hadas que la vida le había negado tantas veces.

Quién sabe qué tenían las bodas que lograban llenar de su atmósfera romántica y rosada a los que estaban a su alrededor, incluida a ella.

—Sí, acepto.

—Si alguien tiene algún impedimento para que este matrimonio no se realice, que hable ahora, o que calle para siempre.

Dicho esto, Leon no pudo evitar sentir un escalofrío en la espina dorsal y se aferró más a su prometida. Deseaba con todo su ser que nada arruinara ese instante de dicha.

—Yo los declaro, marido y mujer.

El varón suspiró con alivio y le dedicó una sonrisa a su ahora esposa. El representante de la iglesia dio un asentimiento, sugiriendo el siguiente paso en la ceremonia.

—Creo que ya debemos comenzar a comportarnos como esposos. —Le dijo por lo bajo a su esposa, que inmediatamente, comprendió el sentido doble de aquella frase que contenía un chiste local oculto.

—Supongo que sí.

Diciendo esto, el ex Policía la tomó firmemente por el rostro y la besó dulcemente, como nunca antes había besado a nadie. Por su parte, la pelirroja se dejó llevar por la emoción y se abrazó al cuello de su ahora esposo. Los flashes y los aplausos no se hicieron esperar.

Oficialmente eran marido y mujer.


Después de la celebración religiosa y civil con todo el protocolo posterior de fotografías y saludos a los invitados, la fiesta continuó con el banquete para los invitados, mientras la orquesta se encargaba de tocar covers en versión acústica de varios temas conocidos.

—Esto sí que es clase. —Comentó Carlos Oliveira mientras los meseros ofrecían una enorme variedad de licor caro.

—La fiesta debió salir en un ojo de la cara. —Afirmó Jill dando la razón al comentario de su novio.

—¿Bromeas? Leon es un tío forrado en billetes. Seguro que esto no significa un daño para su cartera. —Comentó Moira Burton mientras tomaba un canapé.

—Su residencia es enorme. —Dijo Rebecca tratando de dimensionar el área de la casa que probablemente era mucho más grande que la mansión de Arklay.

—¿Tenías idea de que tu cuñado tuviera tan buena posición económica? —Preguntó Barry a Chris, que estaba sentado a unas cuantas sillas, junto a su esposa Sheva y sus dos hijos.

—Ni siquiera sabía que llevaba un tiempo saliendo con Claire. —Confesó con ironía el Capitán.

—¿Ustedes lo sabían? —Preguntó el mayor Burton a Helena, Ingrid y Ark, que eran los que más convivían con el agente.

Los tres lo negaron con la cabeza, mirándose unos a otros, estando igual de sorprendidos por la vida desconocida de uno de los mejores agentes de Estados Unidos.

Entonces, Belle creyó que era momento de intervenir.

—Un momento, ¿quieren decir que nadie conocía nada del pasado de Leon?

—Yo había escuchado en alguna ocasión que la familia de Leon eran importantes en el sector empresarial, pero nunca supe nada más. —Habló con timidez Sherry Birkin.

—Sherry, Leon fue tu tutor, ¿cómo fue que nunca lo supiste? —Preguntó Moira a su amiga.

—No lo sé. —Respondió la rubia encogiéndose de hombros. —Leon no es un tipo que suelte prenda tan fácil.

—En eso tiene razón. —Contestó Ark confirmando la teoría. —Leon es demasiado reservado. No dudo que la única que sabía su origen era su esposa.

—No lo entiendo. —Comentó Jake Muller hablando por primera vez. —¿Cómo es que un sujeto que tiene la vida resuelta decide dejarlo todo para dedicarse a patear traseros terroristas?

—Quizás ser Policía era su vocación. —Mencionó Sheva con naturalidad.

En ese instante, llegó la pareja de esposos para saludar.

—¿Se están divirtiendo? —Preguntó el agente a la mesa formada por agentes de la B.S.A.A. y sus compañeros de la D.S.O.

—Por supuesto, la fiesta es increíble. —Respondió Helena Harper con entusiasmo.

—¿Algo que les haga falta? —Preguntó Claire con cortesía.

—Por supuesto que no, Claire. Todo es estupendo. —Respondió Oliveira.

—Me alegra que les guste. —Respondió ella con sinceridad.

—Su fiesta es muy bonita. —Expresó Becca, felicitándolos a ambos.

—Tengo curiosidad. —Comentó Sherry llamando la atención de los recién casados. —¿Para qué el escenario? ¿Habrá algún invitado especial para amenizar la fiesta?

—Es un invitado sorpresa. —Respondió el ex Policía con una media sonrisa.

—Oh, vamos. Claire, dinos. —Insistió la hija de los Birkin.

—En verdad no lo sabemos. Es una sorpresa para nosotros también. —Confesó la activista.

Antes de que hubiera más preguntas, justo a tiempo apareció nuevamente la prensa para fotografiar de nueva cuenta a los esposos que pudieron zafarse del interrogatorio por lo menos mientras durara el banquete.

En otro extremo sentado con su familia, se encontraba Joey Kennedy, que antes de probar un sólo bocado del plato fuerte, ya había bebido varios whiskys en las rocas.

—¿No crees que es demasiado temprano para beber de esa manera, cielo? —Reprendió su madre con voz suave pero con autoridad.

Antes de que el castaño pudiera responder, su padre se adelantó a hacerlo.

—Meryl, es una fiesta, deja que Joey se divierta. —Respondió con naturalidad el patriarca de los Kennedy. —No todos los días se casa nuestro hijo mayor.

Meryl iba a insistir cuando una periodista llegó para hablar con ellos.

—Señores Kennedy, ¿podrían obsequiarnos una foto para la revista?

—Vamos. —Afirmó Richard poniéndose de pie y ayudando a su esposa a levantarse para luego posar debajo de un enorme arco de flores que decoraba el salón.

Mientras sus padres eran asediados por la prensa, los dos hijos menores de los Kenendy, Joey y Julia, se quedaron solos en la mesa.

El litigante que permanecía en silencio y totalmente indiferente a lo que sucedía a su alrededor continuó pidiendo licor caro a los meseros, actitud que no fue ignorada por su hermana menor.

"No hay peor ciego que el que no quiere ver…" Resonaban las palabras de Stacy en su cabeza.

Sabía que la ex novia de su hermano estaba dolida porque no se había casado con ella, pero, la actitud de Joey si dejaba mucho que desear en los últimos días.

Siendo siempre un tipo sociable y desinhibido, todo el tiempo había sido el alma de las fiestas, y desde el brindis de compromiso de Leon y Claire, esta actitud había cambiado por completo. Se comportaba errático y taciturno y aunque tratara de disimularlo estaba que no lo calentaba ni el sol, como si no le importara en lo absoluto la boda de su hermano mayor. O en el peor de los casos, le molestara.

A pesar de que deseara con todo su ser la Presidencia de la Compañía y estaba empeñada en lograrlo, buscando razones para dejar a Leon fuera de la jugada, no se atrevía a provocar una posible enemistad entre sus dos hermanos, y menos por un motivo tan escandaloso como que ambos estuvieran atraídos por la misma mujer. No quería creerlo. Además no tenía sentido; Joey siempre había sido un ligón que salía regularmente con modelos y actrices reconocidas, ¿por qué se fijaría en alguien tan común como Claire?

Prefería pensar que todo esto era una intriga de Stacey y no una situación real. Pero para convencerse, tenía que comprobarlo.

Y eso era lo que iba a hacer.

—¿Te estás divirtiendo, hermano?

El Representante legal de la Compañía familiar que apenas escuchó la pregunta, respondió en automático.

—Claro.

—¿En serio? Parece que sólo te estás concentrando en beber. —Insistió para tratar de sacarle información.

—Me gusta el whisky.

Por el carácter de sus hermanos, sabía muy bien que Leon era más temperamental y Joey paciente. Así que si quería sacar de balance al castaño, tendría que ser más brusca y directa.

—¿No será que quieres olvidar a como dé lugar que mi hermano y Claire ya son marido y mujer?

El abogado soltó de golpe su vaso en la mesa.

—Jules, ¿qué diablos te pasa? ¿Acaso Stacy te ha estado metiendo ideas en la cabeza?

—¿Qué tiene que ver Stacy en todo esto? —Respondió fingiendo inocencia.

Tal vez había hablado de más.

—Voy a saludar a los Johnson. —Dijo poniéndose de pie y usando de pretexto a los socios de la empresa para salirse por la tangente.

Caminó dando tumbos entre la gente, comenzando a sentirse ya un poco mareado por los efectos del alcohol en su cuerpo y fue a buscar un sitio poco concurrido al oeste del jardín donde se sentó por unos momentos en una banca de cantera.

Desde que había escuchado la conversación de su Claire con su hermano no había dejado de tener dudas acerca de la boda, y había demasiados cabos sueltos; Leon y la pelirroja no parecían una pareja de enamorados, su hermano nunca antes les había hablado de la existencia de la activista, lo precipitado de los planes de boda, la actitud nerviosa de la menor Redfield cuando se le cuestionaba sobre su relación con el mayor de los Kennedy… Nada encajaba. Aunque hoy parecían una pareja de recién casados.

Cuando firmó como testigo el acta de matrimonio de su hermano y cuñada notó que también había un convenio prenupcial listo para firma, pero de ese acto sólo se permitió ser conocido por los esposos.

Todo era tan extraño.

¿Y si al final, Julia tenía razón y todo era un matrimonio falso para que Leon asumiera la Presidencia de la Compañía?

De ser así, no le sería difícil averiguarlo. Pero de inmediato le puso un freno a sus pensamientos.

—Debo de dejar de mirar tantas series. —Dijo reprendiéndose a sí mismo en voz baja.

Se estaba imaginando la telenovela mental urdida por Julia y Stacey y estaba cayendo en su juego. Aunque ambas mujeres, en el fondo tenían algo de razón; por más que intentaba, no podía lograr sacarse a Claire Redfield de la cabeza.

De todas las mujeres del mundo y de todas las que habían estado en su lista alguna vez, ninguna lo había cautivado tanto como la pelirroja; era dulce, fuerte, rebelde… Tenía un encanto que no tenía ninguna chica que hubiera conocido antes en su medio, que regularmente eran frívolas y superficiales, y Claire era totalmente diferente. El único problema era que se trataba de la mujer de su hermano.

Pensó que probablemente ese era su karma por haberse portado como un Don Juan con tantas damas en su pasado y que ahora la vida iba a pasarle factura.

Pensar que ahora la menor Redfield era una mujer prohibida para él por el resto de su vida lo ponía mal. Nunca fue un hombre acostumbrado a la derrota pero ahora se veía obligado a renunciar sin siquiera tener la oportunidad de luchar.

Se puso de pie y fue por otra copa, iba a anestesiar todos sus pensamientos con licor.


La luz de la tarde estaba muriendo cuando el animador llamó a los recién casados para que inaugurarán la pista de baile, pasando a bailar juntos su primera canción como esposos.

Claire que ya se había quitado el enorme velo que llevaba en la cabeza y por suerte había tenido un cambio de vestido a uno más ligero de corte princesa que acentuaba sus cuevas, se acercó a la pista junto con su esposo que la tomaba de la mano con firmeza.

Cuando ambos pasaron al frente, todos los presentes comenzaron a aplaudir y la suave melodía de piano, inició con la música.

Las luces bajaron y la iluminación quedó a cargo únicamente de las luces de led y las velas que formaban una atmósfera ténue y romántica.

Las notas de "Make you feel my love" en la versión de Adele inundaron el lugar, mientras todas las miradas se dirigían a la pareja de recién casados.

—¿Te ha gustado la boda? —Preguntó Leon a su esposa para romper el hielo.

—Ha sido hermosa. —Admitió la pelirroja mientras su esposo la tomaba por la cintura y la acercaba más a él.

"When the evening shadows and the stars appear

And there is no one there to dry your tears

I could hold you for a million years

To make you feel my love…"

—¿Conoces la canción? —Cuestionó el ex Policía cuando notó que su esposa tarareaba la letra.

—Sí. —Respondió con una sonrisa. —Aunque me gusta más la versión de Bob Dylan.

—¿En serio? —Preguntó realmente intrigado mientras le dio una vuelta. —¿Por qué?

—Es una larga historia. —Confesó.

—Cuéntamela.

Sonrió genuinamente, olvidando que eran observados por decenas de personas.

—Verás, cuando era adolescente, fui sin permiso con unas amigas del Bachillerato a un concierto de Bob Dylan, y a pesar de que no era muy fan, esa canción me encantó. —Relató colocando sus manos en los hombros de su compañero. —Chris se puso furioso cuando se enteró.

—¿De verdad? —Respondió con una mueca de incredulidad. —Yo también cuando era joven me escapé a un concierto de los Guns N' Roses con Joey. Mamá se enojó bastante y por poco nos manda a ambos a un internado en Alaska.

La pelirroja rió por la similitud de las anécdotas.

—Ojalá nos hubiéramos conocido antes.

—Nos estamos conociendo ahora.

Claire bajó la mirada ante la respuesta de su ahora esposo.

"Mierda, creo que abrí la boca de más." Pensó creyendo que su comentario había sido demasiado pretencioso.

—Lo siento, no quise incomodarte. —Se disculpó enseguida.

—No lo haces. —Respondió de inmediato estando totalmente contrariada. Le agradaban tanto esos comentarios por parte de su marido, pero la confundían de sobremanera. No sabía a ciencia cierta si estaba bien disfrutar de un cariño falso.

Enseguida la canción terminó y el animador de la fiesta después de brindarle un fuerte aplauso a los esposos, llamó la atención de los invitados para presentar a los invitados sorpresas que amenizarian la noche por un rato, y que yacían en el escenario detrás de un telón.

—Me pregunto quién será ese misterioso invitado. —Murmuró por lo bajo Moira a Claire, que se colocó muy cerca de ella.

De repente, el telón se abrió y una melodía muy conocida para la mayoría comenzó a sonar, ante los ojos sorprendidos y la creciente euforia de todos los presentes.

—¡No lo puedo creer! —Gritó Helena Harper totalmente incrédula.

—¿Maroon 5? —Replicó Claire mirando a Leon.

—Yo tampoco me esperaba ver a Adam Levine en nuestra boda. —Confesó el ex Policía, estando igual de sorprendido.

—¡Dios! ¡Creí que esto sólo pasaba en el video musical! —Gritó Sherry Birkin al mirar a la agrupación amenizar la boda de su antiguo tutor.

La interpretación de "Sugar" puso de pie a todos los invitados de sus mesas y también llamó la atención total de la prensa, lo que les dio a los recién casados un poco de descanso de su papel protagónico.

Mientras los demás invitados se divertían con la música de la banda, algunas personas permanecían disfrutando desde sus lugares, entre ellos los Merkel, que platicaban amenamente con otros empresarios, entre ellos, Stacy y su familia.

—La fiesta ha estado muy amena. —Comentó la señora Merkel que se sentaba junto a su esposo.

—Concuerdo. —Dijo otro de los empresarios que era cliente del Corporativo.

—Es cierto, la fiesta es muy linda. Lástima que Meryl haya permitido que su hijo se haya casado con alguien tan insípida como Claire. —Mencionó con veneno la madre de Stacy, que estaba bien informada por su hija de todo lo que sucedía con los Kennedy.

—Pues a mí me parece una muchacha muy educada e instruida. —Respondió la mujer Merkel.

—Antonella, por Dios. Cualquiera puede fingir educación. —Soltó Stacy que no se pensaba quedar callada. —Tan sólo ve el escándalo que armó con Joey la semana pasada. Yo que he vivido una temporada con los Kennedy y que la conozco desde que llegó, te aseguro que Claire nunca va a poder encajar con nuestra clase.

La única hija de los Watson que había pasado todo el día aguantando la rabia de estar presente en la boda de la pelirroja que tanto odiaba, no pensaba quedarse de brazos cruzados dejando que si rival disfrutara de los privilegios que le había arrebatado. Si podía al menos por hoy aprovechar la oportunidad de hacerla quedar mal con los viejos Merkel que eran socios de Chámbery, lo iba a hacer.

—A mí no me dio esa impresión, Stacy. —Respondió Iván Merkel.

—Pues mientras sus costumbres arcaicas no nos acarreen problemas con la Compañía, todo estará bien. —Añadió Emily Watson cruzándose de brazos.

A unos pasos de distancia, Isabelle Redfield que regresaba del tocador escuchó toda la conversación entre el tumulto de desconocidos para ella y se enfureció cuando la tal Stacy empezó a hablar pestes de su prima. Las cosas no se iban a quedar así, Belle también tenía el mismo temple tan característico de los Redfield.

Se acercó de manera disimulada a la mesa donde esas arpías estaban acomodadas y espero a que la más joven de levantara de su asiento y la siguió sigilosamente. Para su buena suerte, la exuberante mujer de acercó a la barra de bebidas.

"Una mancha de vino tinto es lo que le falta a tu lindo vestido de diseñador." Concluyó mentalmente la prima de los Redfield que aprovechó que la hija de los Watson estaba pidiendo un martini, para ella tomar una copa de vino tinto y rociarla sin contemplaciones sobre su vestido amarillo.

Cuando sintió el líquido caer en su escote y falda, Stacy pegó un grito que llamó la atención de los que estaban cerca.

—¡Eres una idiota! —Le gritó eufórica la caprichosa Watson.

—Perdona, mi tacón se atoró y… —Respondió Belle fingiendo inocencia.

—¡Aléjate de mí, maldita borracha! —Respondió colérica la chica afectada que se alejó dando tumbos, gritandole a la servidumbre.

—Creo que por lo menos, eso te ahuyentará por esta noche, princesa. —Mencionó Isabelle con una media sonrisa y volviendo a la pista de baile.


En otro lugar, Julia Kennedy buscaba por todas partes a Stacy. Ya llevaba un buen rato intentando localizarla y no lograba encontrarla. De repente, en medio de su búsqueda, escuchó a lo lejos el sonido de un cristal, rompiéndose con violencia sobre el piso.

Movida por la curiosidad, la chica se acercó para averiguar de dónde provenía aquello.

—Señor, por favor, tiene que levantarse. —Insistía uno de los mayordomos de la casa.

—No quiero, Winston. Déjame en paz.

A continuación, la rubia observaba la penosa escena. Su hermano Joey Kennedy, tirado cerca de una jardinera, totalmente ebrio, con varias botellas a su alrededor.

—Señor, por favor, su familia no puede verlo así. —Insistía el empleado intentando levantar la imponente humanidad de su jefe.

—¡Ya te dije que me dejes en paz, Winston!

Dando un manoteo perdió el poco equilibrio que tenía y se fue de bruces en el suelo, cayendo encima de las gardenias de su madre.

—Dios…

La rubia corrió enseguida a donde su hermano y le pidió al mayordomo que le ayudara a levantarlo. Pero en vista de la resistencia de su hermano, ella también tuvo que poner de su parte para cargar con Joey.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Su hermano se resiste a dejar de beber y ya ha consumido varias botellas de diferentes licores. —Informó mientras colocaba la mano del litigante en su hombro.

—Maravilloso día para que Joey se porte como un imbécil. —Murmuró la menor de los Kennedy y añadió; —Tenemos que llevarlo a su habitación, si alguien lo ve así se va a armar un escándalo.

Ambos lograron poner de pie al de más estatura que iba arrastrando los pies, pero aún así, se resistía a moverse.

—¡Déjame en paz, Julia! —Balbuceó.

—¡Cállate!

—¡Tú no me entiendes, ni nadie lo hace! —Gritó fúrico el castaño. —¡El no la quiere!

—¿De qué hablas? —Lo interrogó ella, mirándolo confundida, mientras entraban al hall de la casa.

—¡De Leon, maldita sea! ¡Él no quiere a Claire! —Maldijo al punto de las lágrimas.

—¡Baja la voz! —Le ordenó la ojiazul y agregó; —Si la quiere o no eso no es tu asunto. —Argumentó en favor de callarlo.

—¡Claro que es mi asunto! —Insistió alzando la voz nuevamente. —¡Él no la merece! —Se golpeó ligeramente el pecho. —Yo sí

Ahora Julia Kennedy lo había confirmado todo; Stacy tenía razón y efectivamente su hermano se sentía atraído por Claire Redfield. Esa información era sumamente valiosa pero a la vez tenía un alto nivel de riesgo. Un arma de doble filo.

—¡Claire, eres la mujer más increíble que he conocido! —Gritó el más ebrio de la noche, en dirección a la ventana de la que había sido la habitación de la pelirroja.

—¡¿Quieres callarte?! —Le respondió la rubia, mirando hacia todos lados y enseguida se dirigió al empleado. —Winston, tenemos que llevarlo a su habitación antes de que alguien lo escuche. ¡Rápido!

El mayordomo obedeció y subió a rastras al segundo hijo de los Kennedy hasta el elevador con Jules cuidándole las espaldas, mientras su hermano entre llanto y desvarío se dejaba llevar y profería balbuceos mencionando el nombre de su cuñada.

Finalmente, lograron llegar a la recámara del joven castaño que se quedó dormido casi en automático al tocar la cama.

—No quiero que le den ni una gota más de alcohol a mi hermano.

—Sí, señorita.

—Encargate de que no salga de la habitación. —Instruyó la ojiazul y agregó bajando la voz. —Winston, te pido total discreción sobre lo sucedido con Joey, nadie más debe saberlo, ni siquiera mis padres y mucho menos Leon y su esposa.

—Entendido. —Respondió él con un asentimiento.

—Y por favor, te pido que consigas todas las cintas de las cámaras de seguridad que incriminen a mi hermano. Busca la evidencia cuanto antes y me la entregas. Iré sobre tu cabeza si alguien más se entera de esto. —Amenazó con frivolidad y luego se dio media vuelta para volver de nuevo a la fiesta, tenía que fingir que todo estaba bien.

Sabría darle un buen uso a la lengua suelta de su hermano.


Continuará...