NOTA DE LA AUTORA: Amigos, ¡qué tal! Iniciamos un nuevo mes y con ello ¡actualización!
Mis mejores deseos para este mes y blablabla, lo importante aquí es que la mayoría tendremos vacaciones, lo que significa un poco de tiempo más para escribir. :) Trataré de darles actualizaciones de esta historia pero también ya estoy trabajando en una nueva historia para ustedes, un par de ellas planeadas un poco antes que "Accidentally in law" pero que espero que les gusten, y también estaré participando con un one shot para el reto mensual del foro Resident Evil: Behind the horror, para que estén al pendiente.
Retomando el tema, las historias en que estoy trabajando dos de ellas los protas serán nuevamente Leon y Claire, pero una será más enfocada en Leon y otra en nuestra pelirroja. Las historias ya no serán de temática rosa y vainilla como este fic, sino que tendrán una temática más oscura, y llena de drama. Así que me gustaría tener su opinión, y que me digan que les gustaría más; *alerta de spoilers*
Fic de Leon: Un error del pasado le costará caro al agente. Su vida se verá afectada al cien por ciento, con cambios que sólo en pesadillas imaginó; teniendo sólo dos opciones; morir siendo un héroe o vivir contra su naturaleza, convertido en aquello contra lo que siempre luchó.
Fic de Claire: La tragedia nuevamente toca a la puerta de Claire Redfield, pero en esta ocasión, la golpeó con más fuerza. Al borde de la locura, decide olvidarlo todo, incluso de sí misma, para tener un sólo objetivo en mente; la venganza.
Bien, más o menos explicados de qué van las historias, me gustaría conocer su opinión. Espero puedan contármela.
Y respecto a la actualización de hoy, sólo puedo decirles que estará lleno de emociones y que GeishaPax, el final es por tu cumpleaños, porque tú lo pediste. ;) Caos, caos, caos…
Dándole un abrazo a nuestra Beta y un aplauso, ahora sí, ¡al fic!
RESPUESTA A REVIEWS
Darkmatter Black: ¡Hola! Muchas gracias por tu review. Julia es fastidiosa, pero espera a que veas a Stacy jajaja el par no la tendrá fácil. Joey es un príncipe incomprendido, pero ya tendrá su momento. Respecto a que son adolescentes, ya verás si hoy cambias tu opinión respecto a eso muahahaha. Disfruta la actualización.
Mercy Medical angel: ¡Hi! Gracias por tus comentarios, en verdad valoro mucho sus opiniones. Joey no es malo, sólo se fijó en la persona incorrecta, pero ya veremos si no cambia su forma de ser. Lo de las fotos fue una mala jugada, pero por suerte no logró afectarlos, ya veremos si Julia logra fastidiarlos al final. Espero te guste la actualización.
Xaori: ¡Hola! Jajaja me gusta ser malvada y postergar el momento, pero créeme, valdrá la pena. Veremos si el episodio de hoy te convence. ¡Abrazos!
Hitsuzen278: ¡Hola! bienvenido a esta pequeña historia que espero te esté gustando mucho. Agradezco de corazón tus buenas palabras y esperemos que Leon no saque su arma antes de perder la paciencia jajaja. ¡Saludos!
mrCRACKZvid; ¡Hi! Muchas gracias por tu review, en verdad valoro su opinión, me motiva a mejorar como escritora, me siento muy halagada. :) Espero disfrutes el episodio de hoy.
BelleRedfield: ¡Hola! ¿Cómo estás? ¡Bienvenida de nuevo! Me agrada saber que los dos capítulos te han gustado, y espero esta nueva actualización cumpla tu expectativa. No pierdas de vista a papá Kennedy, él sabe más de lo que creemos jaja. ¡Abrazos!
josmardata36: ¡Hola! Muchas gracias, en verdad me halagan tus comentarios, es un honor saber que es una de las mejores historias que has leído, aunque en realidad apenas soy amateur, tengo amigos que uff, me quedo corta, ellos en verdad son geniales. Sí, a veces también desearía ser millonaria para comprar Konami y continuar con los buenos juegos, aunque me gustaría más comprar CAPCOM para hacer la saga de nuevo, pero bueno, se vale soñar. ¡Disfruta la actualización!
jessysscgw: ¡Hola! Muchas gracias por tus palabras, pero ¡no mueras! Tenemos actualización. Espero que te guste.
manu: ¡Hola! Para el Resident Evil 9 no puedo dar opiniones, ya que aún falta saber que hará Capcom para el 8, que si a mí me preguntas, el prota debería de ser Jake. No sé si la compañía vaya a hacer canónico el Valenfield, ya que al menos desde mi perspectiva Jill y Chris se ven más como amigos que otra cosa, sentí más tensión de Jill y Carlos. No creo que Leon se haya enamorado de ninguna en el remake, sólo fue manipulado por Ada y quizás le haya gustado físicamente, al igual que Claire, aunque siendo realistas, tiene una convivencia más normal con la pelirroja. Me gustaría que el cleon fuera canónico pero eso lo decide capcom. No conozco la historia de catwoman y batman, vi la serie hace miles de años y no recuerdo muchos datos. Respecto a lo que deseas escribir, te aconsejo que escribas lo que te haga feliz sin que te importe lo que digan los demás, el primer fan de tu historia, debes ser tú. ¡Saludos!
"ACCIDENTALLY IN LAW"
Por Light of Moon 12
CAPÍTULO 15: PERFECTA
Permanecía recargada en la barra de la cocina, mirando a Ginna y a las demás empleadas preparar el desayuno.
—Si gusta puedo prepararle algo diferente, señora. —Insistió la cocinera. —Aquí preparamos desayunos muy neutrales porque cada miembro de la familia elige algo diferente. Pero si se le apetece un desayuno en especial podemos hacerlo.
La Redfield continuó callada, recargando su cara sobre sus brazos cruzados.
—Vamos, hoy no tenemos tanto trabajo ya que sólo desayunará aquí la señora Meryl y usted. —Animó la trabajadora doméstica.
—No es eso. —Mencionó casi con aburrimiento la pelirroja. —En verdad me gusta mucho su comida, es muy sabrosa. Pero extraño cocinar por mi misma, en verdad me gustaría hacerlo.
Y se le ocurrió una idea.
—¿Hay algún problema si cocino mi propio desayuno?
Las sirvientas voltearon a mirarse entre ellas.
—Realmente por nosotras no hay problemas, señora Claire. Sólo que nunca antes ninguno de los integrantes de la familia había hecho por meterse en la cocina. Salvo su esposo cuando era más joven. —Explicó Ginna.
No le extrañaba que ninguno de los integrantes de esa familia de preocupara por cocinar. Teniendo toda la pasta del mundo, no había necesidad de ocuparse de ello cuando ya había alguien encargado de hacerlo. Aunque, no pudo evitar sonreír al pensar en Leon. Como siempre, autónomo, independiente, incluso sin tener la necesidad de serlo.
—No creo que haya mayor problema.
Diciendo esto, se metió a la enorme cocina oval y se dispuso a cocinar.
Hacía tanto que deseaba comer una crepa de fresas y chocolate que la disfrutó hasta el último bocado, acompañado de una buena taza de café.
El poder preparar su comida y degustarla en el desayunador la había hecho sentir nuevamente en casa, saliendo de esa burbuja de comodidades y confort que ofrecía ser parte de la familia Kennedy.
Al terminar de desayunar puso su servicio en el lavavajillas y se retiró a su habitación. Leer un buen libro era lo que le hacía falta para iniciar ese día que pintaba para ser maravilloso.
No pasó mucho tiempo cuando la matriarca de la familia bajó de su aposento para desayunar.
—¿Dónde está mi nuera? —Preguntó Meryl.
—Está en su habitación, señora. Se levantó temprano para hacerse el desayuno y luego volvió a su recámara. —Dijo una de las mucamas, mientras le servía una porción de ensalada de frutas y yogurth griego.
—¿Hacerse el desayuno?
—Sí, ella misma se preparó el desayuno.
La dama de sociedad frunció el ceño. Una ligera mueca de molestia de dibujó en sus facciones finas y se quedó pensando por varios minutos.
—En cuanto vean a Claire, díganle que quiero hablar con ella.
Con la vista fija en el ordenador y presionando los botones del teclado con agilidad, Joey Kennedy se encontraba realizando los contratos de compra venta anuales con sus distribuidores de materia prima, cuando su asistente lo llamó por su extensión.
—Licenciado Kennedy.
—¿Qué pasa, Kary?
—Su hermana quiere pasar a verlo.
Al escuchar esto, se pasó una mano por el cabello. Tenía mucho trabajo y ahora no sabía qué carajos se le había ocurrido a Julia.
—Hazla pasar.
Siguió con la vista fija en el monitor de la computadora cuando el sonido de los tacones de su hermana le hizo saber que ya había entrado.
—¿Cómo vas? —Preguntó la rubia a la vez que se sentaba en uno de las sillas de escritorio.
—Retrasado, tengo mucho trabajo y los contratos con los proveedores urgen. —Informó mientras seguía redactando las cláusulas de los documentos.
—¿Y qué hay de nuestro plan anual de trabajo? ¿Las metas del período ya están fijadas?
—Todo el informe está listo en la carpeta de trabajo, sólo es cuestión que Leon la presente en su primera junta de Consejo.
—Quiero verlo. —Solicitó.
El interpelado le entregó una carpeta negra que contenía varias hojas con gráficas, estadísticas, estrategias fiscales, metas y proyectos diseñados para el ejercicio anual de la empresa. Planes que se venían elaborando con mucho tiempo de anticipación y en los cuales participaban varios de los expertos de la Compañía.
—¿Dónde están los International Chocolate Awards? —Preguntó Julia mientras leía el plan de metas anuales.
—Oh, no. Este año no entraremos en la contienda. Para entrar tendríamos que lanzar un producto nuevo y competitivo para las ventas de Navidad y papá dijo que era muy pronto para cargarle la mano así a Leon. Entonces sólo nos quedaremos con la competencia estatal de Toronto y esperamos recuperar más fondos con las ventas de San Valentín. —Explicó el abogado, sin dejar de trabajar en sus asuntos.
—Pero tú puedes modificar esas metas ¿no es así?
Ya sabía a dónde quería llegar su hermana.
—Ni lo sueñes, Jules. No voy a modificar nuestro plan de trabajo para poner en riesgo la empresa.
—Joey, no seas paranoico. —Minimizó.—Además, no tendría nada de raro participar.
Por primera vez retiró la vista de su ordenador y miró fijamente a su hermana.
—Tú mejor que nadie sabe que esos premios es una apuesta del todo o nada. La inversión es millonaria para financiar un producto nuevo que incluso en los tiempos de papá era arriesgado de lograr. Julia entiéndelo, eso es ponernos el pie a nosotros mismos.
—¿Nos recuperaremos con las ventas de San Valentín, no? —Repitió de nueva cuenta la estrategia de su hermano.
—Julia, no podemos perjudicar a Leon de esa manera. —Comentó exasperado de que su hermana no entendiera razones.
—No vamos a perjudicarlo. —Resolvió firmemente. —Si es la mitad de bueno que papá piensa sabrá sacar la empresa adelante. O, ¿será que tampoco confías en la capacidad de nuestro hermano mayor?
El abogado se quedó callado, Julia no iba a parar de chantajearlo.
—Además, tienes que ayudarme. Porque si Leon se entera de…
—Ya sé, ya lo sé… —Comentó harto de la situación. —Vas a decirle lo que siento por Claire. Muy bien, modificaré las metas, pero si la jugada te sale mal, no habrá ninguna empresa para la cual aspires a dirigir.
La rubia sonrió con suficiencia, se había salido con la suya otra vez y tenía todo bajo control… Por ahora.
—Si sigues caminando en círculos vas a hacer un agujero en el suelo. —Comentó Richard Kennedy al mirar a Leon como fiera enjaulada en su nueva oficina.
—Lo siento. Estoy nervioso.
—Leon Scott Kennedy nervioso, esto es nuevo. —Exclamó el padre de familia.
—Formalmente hoy empiezo a dirigir el emporio de mi abuelo y mi padre y no conozco nada de él. —Contestó con ironía.
—Hoy sólo es el evento de la ceremonia hijo, no te preocupes, todo va a estar bien. —Animó el mayor.
—¿Y después?
El rubio se sentó en el sofá del despacho y se derrumbó allí. El ex policía era un hombre que odiaba con todo su ser sentirse inseguro, pero hoy no podía ser de otra forma. Al ver la frustración del mayor de sus hijos, se acomodó a su lado en el sillón.
—¿Tienes miedo?
—Sí. —Admitió con franqueza.
—¿Y no has tenido miedo antes, en tu trabajo de superhéroe? —Le preguntó el aún presidente de Chámbery.
—Por supuesto que sí, papá. —Dijo como si se tratara de algo que era más que obvio. —Mi trabajo es vivir dentro de una pesadilla surrealista todos los días. —Ironizó.
—¿Y qué te motiva a seguir ahí? —Preguntó interesado.
Se tomó unos instantes para meditar su respuesta. Nunca había tenido una conversación profunda sobre su trabajo con su padre, ya que nunca estuvo de acuerdo con ello, pero ahora, el patriarca de la familia Kennedy parecía un hombre cercano e incluso empático con su profesión.
—Salvar el mundo. Siempre he querido un futuro mejor para todos, y he dedicado mi vida a ello. Siempre quise ser un héroe. —Confesó totalmente sincero.
—Lo sé hijo, siempre lo supe.
Se produjo un silencio entre ambos hombres que duró algunos minutos. Había pocas ocasiones en las que el agente podía sincerarse con su padre sin sentirse juzgado, así que creyó que era la ocasión para tener una conversación transparente.
—¿También tuviste miedo cuando el abuelo y Johnson te dejaron al mando de su empresa? —Se animó a preguntar.
—Sí, también lo tuve. Mi padre depositó en mí toda su confianza, junto con los socios y tenía miedo de defraudarlos. Era mucho más joven que tú cuando eso pasó, incluso que tu hermana.
—¿Y qué te motivó a seguir adelante en eso? —Cuestionó con bastante curiosidad.
El padre sonrió de lado, con la misma sonrisa que su hijo mayor había heredado de él y que al hacerlo, se veía más joven.
—¿En verdad quieres saberlo?
—Sí. —Afirmó enseguida. Deseaba conocer la gran motivación de su padre para llevar adelante una responsabilidad tan grande. Richard era un hombre sabio así que seguramente podría darle un discurso filosófico y motivacional del cual podría retomar ánimos.
—Tu madre.
Esa era una respuesta que definitivamente no veía venir.
—¿No te esperabas esa respuesta, cierto? —Comentó divertido al mirar la expresión de Leon.
—Sinceramente no. —Cruzó ambas manos. —Mamá es una mujer maravillosa, pero la verdad esperaba un discurso profundo e idílico.
El mayor soltó una carcajada. Su hijo le recordaba tanto a él mismo en su juventud.
—¿Acaso hay un mejor motivo o discurso que la mujer que amas? Hijo, —habló en tono paternal dándole una ligera palmada en la espalda. —cuando un hombre está enamorado, no hay nada que lo detenga, ni siquiera sus propias limitaciones. Y yo estaba y estoy muy enamorado de tu madre; más allá de que era hermosa, inteligente y distinguida me enamoré de ella por ese temple que le caracteriza; su disciplina, su tenacidad, su decisión, fueron características que no encontré en ninguna otra mujer y que poco a poco me fueron perdiendo. Tu madre es una persona difícil, es algo que ambos sabemos.
Leon hizo una mueca graciosa. Por supuesto que conocía de sobra a la temperamental Meryl Hamilton-Evenson, pero imaginaba que de soltera, era aún más dura que en la actualidad.
—Era una chica difícil de conquistar, pero eso no me detuvo. Fue un desafío para mí. Siempre he sido competitivo, hijo, me gustan los retos.
Eso era algo que ambos tenían en común; el espíritu competitivo era característico de los Kennedy.
—Y una vez casado con ella, no iba a conformarme con eso; lucharía cada día de mi vida por hacerla feliz; y ni los negocios, ni mis problemas, ni nada iba a impedirlo. Había diseñado mi vida a su lado, y no iba a renunciar a ello. Y aquí estoy, cuarenta y tres años y tres hijos después.
Leon sonrió. Su padre sí que había sabido hacer su vida y siempre había conseguido lo que quería.
—¿Nunca te has enamorado, hijo?
Vaya, ahora era su turno de ser sincero.
—No lo sé. —Dijo con franqueza.
—¿Fue en Raccoon, cierto? Porque obviamente mientras vivías con nosotros no sucedió a pesar de tu relación medianamente larga con Stacy. —Comentó con seguridad el padre.
—¿Cómo lo sabes?
—Se notaba. Soy viejo y me doy cuenta de muchas cosas.
—Había una chica que me gustaba bastante, y que conocí en Raccoon, pero ella parecía no interesarse en mí. O al menos en un plano romántico. —Aceptó refiriéndose a la especie de relación tormentosa que vivió durante un tiempo con Ada Wong.
—Pero no estabas enamorado de ella.
—Pensaba que sí o al menos era lo más cercano a estarlo.
—Leon, para estar enamorado, uno de los requisitos es que sea recíproco. Muchas veces el amor puede confundirse con la pasión, el deseo, o un capricho. Hay una línea muy delgada entre ambas. —Explicó.
Su padre no sólo era un experto en los negocios también era un experto en la vida.
—Mi trabajo no me permite tener una vida social activa, papá. Ya sabes, sólo podía aspirar a relaciones fugaces y a romances de una noche.
Richard lo miró escéptico.
—¿Sabes cómo me di cuenta que estaba enamorado de tu madre?
El rubio lo miró atento.
—Porque era la primera persona a la que quería contarle cuando me sucedía algo bueno, la primera persona en quien pensaba cuando despertaba, con quien quería compartir mis logros, mis desgracias… Era con quien mejor me llevaba y quien mejor me entendía. Meryl me atrajo desde el primer momento en que la ví, tenía tus mismos ojos azules misteriosos, —comentó con una sonrisa, —pero supe que era algo más serio cuando empecé a notar estas señales.
El ex Policía se llevó las manos a los bolsillos. Lo que su padre le describía era lo mismo que empezó a sentir esporádicamente por Claire Redfield y sonrió al recordarla. Su padre y él no eran muy diferentes que digamos.
—Después de lo que te he dicho, ¿no se te viene ningún nombre a la mente? —Lo cuestionó.
—Creo que sí. —Admitió finalmente esbozando una media sonrisa.
—¿Y qué esperas para luchar por ella? —Richard sabía bien de quién se trataba.
Esa era la gran pregunta; ¿qué era lo que estaba esperando?
Se acercó con timidez a la sala de estar, donde su suegra aguardaba.
Ginna le había comentado que Meryl quería hablar con ella y era mejor ir de inmediato. En cuanto miró a la pelirroja cerró el libro que tenía en las manos y lo colocó en la mesita de centro.
—Siéntate. —Pidió a su nuera que se sentó en el sillón contiguo.
Obedeció en automático y se preparó mentalmente para el regaño. Porque seguramente era eso para lo que quería hablar con ella, aunque se preguntaba qué había hecho mal esta vez.
—Claire, —dijo su nombre despacio como si no supiera por dónde empezar, —entiendo que tu vida de soltera haya sido medianamente tranquila y que por ello su estilo de vida sea desenfadado en todos los aspectos. —La miró de pies a cabeza, poniendo especial énfasis en sus pantalones de chándal rosas, sudadera negra y tenis deportivos. —Pero tenía la esperanza de que entendieras por ti misma que desde que te casaste con mi hijo, eso cambió. Tu vida ahora estará bajo los reflectores, siempre en el ojo del escrutinio público.
La activista sintió un escalofrío al escuchar el tono tranquilo pero autoritario de su suegra.
—Ya no eres Claire Redfield, eres Claire Kennedy y debes comportarte y verte como tal.
—Señora, en verdad lo siento. —Se disculpó medianamente apenada. —En verdad no sabía que también tenía que estar bien vestida en casa. —Lo cual le resultaba absurdo. Vestir como si fuese a una fiesta veinticuatro siete no le hacía ni una pizca de gracia.
—Pues ahora ya lo sabes. Debes de empezar por hacerte el hábito de cuidar tu imagen. —Regañó. —Tu reflejo es tu carta de presentación y un vistazo de lo que somos.
"Gente cabeza hueca." Pensó la Redfield.
—Disculpe, no volverá a pasar.
La mujer sofisticada asintió, aunque aún no estaba conforme.
—¿Qué atuendo usarás hoy para la toma de protesta?
—Había pensado en un par de…
—Olvídalo. —Interrumpió sin siquiera dejarla hablar. —Ya le ordené a Ginna que lleve a tu habitación lo que usarás para el evento.
La motociclista retirada no supo si molestarse o agradecer. Su suegra de tomaba demasiadas atribuciones, pero no iba a pelear por ello.
—Ve a empezar a arreglarte, hoy es el gran día y los ojos de la prensa estarán sobre ti y quiero un buen papel. —Dijo en un tono que sonó a orden.
La recién casada asintió y dio media vuelta para irse a su recámara.
—Y Claire…
Se detuvo cuando escuchó su nombre de nueva cuenta.
—Escuché que estuviste cocinando hoy. Esa es tarea de la servidumbre, tú encargate de lo que ya te dije.
—Entendido, señora.
Subió las escaleras refunfuñando. Comprobaba en carne propia que la enemistad suegra-nuera no era un tabú.
Al entrar a la recámara encontró allí una caja con decorados finos y una bolsa que rezaba la marca de un diseñador famoso, donde supuso que estaría la ropa que su suegra había mandado traer.
La abrió con cuidado y se trataba de un vestido azul turquesa de manga larga y escote en "v", se ceñía en la cintura y la falda llegaba hasta la rodilla, todo a juego con unas zapatillas clásicas de color negro. A pesar de la sencillez del atuendo no podía negar su elegancia y debía reconocer que Meryl tenía buen gusto; en verdad esas prendas no distaban mucho con las utilizadas por la realeza británica.
—Bien, hagamos el intento por imitar el estilo de Kate Middleton.
El recepción para nombrar al nuevo Presidente de Chambéry Inc. era de ensueño. Las flores estaban a juego con la mantelería, la losa brillaba y esculturas de hielo adornaban los pasillos, mientras luces de led iluminaban la fuente principal.
Accionistas, ejecutivos, gente del sector empresarial, empleados y demás invitados lucían sus mejores galas, para presenciar la toma de protesta del primogénito de la familia Kennedy, fundadores y accionistas mayoritarios de una de las empresas chocolateras más grandes del mundo. Un dulce imperio que conllevaba una gran responsabilidad por delante.
—La recepción es preciosa, en verdad te luciste. —Felicitó Julia Kennedy enfundada en un vestido verde esmeralda ceñido al cuerpo.
—Gracias, siempre he tenido buen gusto. —Alardeó la hija de los Watson mientras sostenía una copa con vino tinto en una de sus manos.
—Para ser tu primer evento ha sido una maravilla.
—Lo sé, ya voy a empezar a tomar un papel más activo en la empresa. —Soltó Stacy con una sonrisa ladina, haciendo gala de su vestido entallado y luciéndose ante las cámaras, presumiendo a todos su exuberante cuerpo.
Joey Kennedy que escuchaba la conversación entre ambas mujeres puso los ojos en blanco. Estaba seguro que la labor de Stacy para el evento no era para nada altruista o porque de repente se interesara en los negocios de sus padres. Esa caprichosa mujer no iba a renunciar a Leon tan fácilmente, y sabía que si tenía alguna oportunidad de coquetearle no la iba a desaprovechar.
Suspiró y tomó de uno de las bandejas una de las trufas clásicas que se producían en la empresa; esta sería una noche larga.
—Señor Kennedy, ¿cree que su hijo esté listo para dirigir el negocio de su familia? —Preguntó uno de los periodistas a Richard que permanecía al lado de su esposa.
—Por supuesto, Leon es muy capaz de tomar mi lugar e incluso de superarme, no tengo duda.
—Señora Meryl, ¿qué opina del asunto? ¿Piensa que su hijo podrá relevar sin problemas a su esposo? —Preguntó una joven de peinado a capas.
—No tengo ninguna duda.
Los padres del rubio siguieron dando entrevistas a la prensa y depositando toda su confianza en el ex policía, que en otro lado de la empresa, lejos de la recepción y encerrado en su oficina, permanecía sentado en el sofá.
Había entrado por la puerta trasera para que los camarógrafos no lo siguieran y pudiera permanecer unos momentos a solas, tenía muchas cosas qué pensar. Ya no le preocupaba tanto la toma de protesta, ya que como dijo su padre, era sólo una mera formalidad; el verdadero reto empezaba mañana, cuando tomara la batuta de Chámbery sin ninguna ayuda. Por ahora, estaba relajado en ese sentido.
Lo que ahora lo mantenía inquieto, era la conversación que había tenido con Richard sobre el otro tema, sobre sus sentimientos hacia su esposa. Estaba enamorado de Claire, no tenía duda, y desde que habían estado durmiendo juntos en la misma cama, sentía un ligero acercamiento más a ella, aunque a la vez le frustraba no poder dar un paso más.
Le había prometido a Claire que sólo sería un año y todo volvería a la normalidad, seguirían siendo tan amigos como siempre, y ahora estaba flaqueando en su promesa. La Redfield lo quería, no tenía duda de su cariño, pero no sabía si ese afecto iba más allá de una simple amistad. Ella le había confesado que se había enamorado de Neil Fisher, situación que le ponía los nervios de punta, pero ¿y si esa relación tormentosa la había dañado más de lo que pensaba? ¿Qué pasaba si ella había renunciado al amor para siempre? ¿Y si en el fondo, seguía enamorada de ese bastardo? El día que habían conversado sobre eso, se habían besado —o al menos eso parecía, —y ella estaba correspondiendo. ¿Y si sólo era atracción física? ¿Deseo? ¿Emoción del momento? No lo sabía, y las dudas lo estaban carcomiendo.
La puerta de la oficina de Presidencia se abrió y vió aparecer a la pelirroja, que sin dudarlo, tenía la apariencia de una princesa de cuentos de hada.
—¿Te encuentras bien? —Preguntó al verlo pensativo.
—Sí, sólo un poco estresado. —Reiteró sin dejar de mirarla.
—Todo saldrá bien.
Le tendió la mano para ayudarlo a levantarse del sillón y entrelazó sus dedos delgados con los de él.
—Todo saldrá bien. —Mencionó con voz suave. —Si estamos juntos.
Dios, el tacto con esas manos suaves lo estaba poniendo más nervioso.
—¿En verdad crees eso?
—Claro, no creo que sea más difícil que "nuestra primera cita" huyendo de un Tyrant de aspecto amenazador que nos perseguía por toda la comisaría. —Dijo divertida haciendo énfasis a la noche que se conocieron.
No pudo evitar reír ante el comentario. Él había sugerido ir a la comisaría de Raccoon porque creía que ahí estarían seguros, cuando en realidad, tuvieron que huir de zombies, lickers, perros cerberus y Mr. X.
Con suavidad le tocó el rostro y acarició su mejilla con el dorso de su mano.
—Desde que te conocí sólo te he traído desgracias. —Comentó con cierto aire de melancolía.
—No digas eso. —Siguió sin retirar la mano de su esposo. —Al menos estamos juntos.
Tenía razón. Habían pasado por muchas fatalidades, pero eso los había mantenido unidos.
—¿Vamos a la ceremonia? —Preguntó la pelirroja.
—Vamos.
Saliendo juntos de la oficina y caminaron hacia la recepción, donde todo el público ya los estaba esperando.
La ceremonia había sido todo un éxito. Los accionistas reconocieron a Leon como el nuevo líder de la Compañía y su padre entre rechiflas, aplausos y vitoreos había entregado simbólicamente la dirección de la empresa a su primogénito.
Después de las formalidades el cocktail y las entrevistas no se hicieron esperar. Los meseros comenzaron a servir canapés, trufas, bocadillos y copas de champagne y vino tinto a los invitados, mientras varios fotógrafos hacían su trabajo tomando los mejores ángulos de la recepción.
—Señor Kennedy, ¿cómo se siente después de aceptar la Presidencia del enorme emporio de su familia?
—Me siento con una gran responsabilidad en los hombros y haré todo lo posible para no defraudar a mis padres y a sus socios. —Respondió diplomáticamente el nuevo Presidente de Chámbery Inc.
—¿Habrá grandes cambios para su gestión? —Preguntó una reportera representante de una de las más importantes revistas de economía.
—No puedo revelar ninguna estrategia de trabajo sin antes consultarlo con los socios.
La pelirroja permanecía al lado de Leon hasta que su suegra la llamó a su lado para presentarla con algunas señoras de su círculo social.
Haciendo un gesto le indicó a su esposo que volvería en unos minutos.
"Es el momento de socializar con gente encopetada." Pensó la pelirroja mientras esbozaba una sonrisa y saludaba a un par de señoras regordetas que vestían abrigos de piel.
—La recepción es elegante y de buen gusto, ¿la ha organizado usted, señor Leon Kennedy? —Preguntó uno de los periodistas.
Stacy que no le había quitado la vista de encima a su ex novio desde que salió ante los medios, permanecía al pendiente de cada palabra que decía para las cámaras, esperando el momento oportuno para hacer su aparición triunfal.
—Muchas gracias, pero yo no me encargué de eso, de hecho…
Aún no terminaba la frase cuando ya tenía a su lado a la hija de los Watson, sonriéndo y acaparando todas las cámaras.
—De hecho yo me encargué de todo. —Terminó la presuntuosa dama, a la vez que sonreía y procuraba acercarse más y más al nuevo Presidente, con la intención de que en las fotografías parecieran lo más cercanos posibles.
—¿Usted tomó todas la decisiones con respecto de la logística del evento?
—Por supuesto cariño. —Sonrió a la chica de la prensa sensacionalista. —Fue un gusto darle una mano a Leon. —Terminó con tono seductor dándole una mirada nada discreta al rubio.
Leon disimuló una sonrisa, pero obviamente había notado el coqueteo evidente de su ex novia.
—¿Va a ser la nueva encargada de la imagen de la empresa? —Interrogó alguien que estiraba un enorme micrófono.
—Cielos, sería un honor para mí. Pero todo depende de lo que diga el nuevo Presidente, ¿qué opinas Leon?
A todas luces, Stacy buscaba ponerlo en un aprieto, pero antes que nada, era un caballero y respondería con educación.
—Tengo que consultarlo con la mesa directiva.
—Señorita ¿podrían darnos unas fotos para la revista?
—Con gusto.
Y acercándose más al ex policía lo abrazó por la cintura y le colocó una de sus manos en el pecho, posando con él con todo el descaro posible. Los fotógrafos se iban a dar gusto con sus especulaciones.
No muy lejos de allí, Claire Redfield lo observaba todo en silencio. Estaba bebiendo una copa de champagne que sintió ganas de lanzarle a la descarada esa. Stacy Watson le estaba coqueteando a su marido en sus narices.
Sabía de antemano que esa mujer y su esposo habían tenido una relación en el pasado y que por tanto la hija de los Watson haría todo lo posible por fastidiarla y recuperar a su ex, pero nunca creyó que su desfachatez llegaría a tanto. Ahora Leon estaba casado pero a ella parecía no importarle.
Esa mujer ya la había molestado anteriormente pero nunca pudo lograr que le afectara, ni siquiera cuando le mintió acerca de los anillos de compromiso. Claire no había tocado su propio límite hasta hoy.
"¡Zorra, cínica, desvergonzada!" Gritaba en su mente.
Sabía que en el fondo Leon no le pertenecía y que cuando todo terminara era libre de quedarse con la mujer que se le diera la gana, pero eso no significaba que no podía sentirse celosa.
Fulminaba con la mirada a esa mujer con sed de protagonismo hasta que aquella volteó a mirarla y con sus ojos verdes burlones, le dedicó un guiño y se abrazó más al ex Policía.
En ese momento, recordó su linaje Redfield y se enardeció.
—Con permiso, señoras. Iré al tocador. —Se disculpó con fingida tranquilidad para alejarse de la vista de su suegra y sus amigas y caminó al otro lado de la recepción.
De un sólo golpe se tomó su copa de champagne y enseguida tomó otra copa de vino tinto espumoso que igual bebió de un solo trago. Detuvo a uno de los meseros que iba cargando su charola de canapés y le ordenó:
—Tráeme un whisky en las rocas.
La pelirroja no solía beber pero sentía que en ese instante lo necesitaba.
Joey Kennedy que la observó apartarse y tomar varios tragos, se acercó a ella sin pensarlo dos veces. Había notado que Claire estaba alterada y quería averiguar qué era lo que sucedía.
Al sentir el calor del whisky calentar su garganta se sintió ligeramente más relajada. Al parecer era de efecto inmediato.
—Claire.
La chica volteó enseguida al escuchar su nombre.
—¿Qué sucede por qué estás bebiendo whisky? —Le preguntó el hombre de leyes.
Bebió el resto de la bebida antes de contestar y dejó el vaso en el masetero para tomar otra copa de champagne.
—Hola Joey. —Saludó para después tener un ataque de hipo.
—Cielos, ¿porqué estás bebiendo de esa manera? ¿Por qué te apartaste?
El litigante notó que varios ojos curiosos voltearon a mirarlos por lo que discretamente la llevó afuera del edificio para que pudieran hablar con tranquilidad, no sin antes, llevarse otro vaso de whisky en las rocas.
—Diablos Claire, estás mezclando muchas variedades de licor, esto te pondrá ebria en cuestión de minutos. —Regañó. —¿Qué es lo que te pasa?
—Quiero calmarme. —Respondió con voz tranquila pero sus ojos reflejaban furia.
—¿Calmarte? ¿De qué?
No podía seguir aguantándolo más. La poca cordura que le quedaba le gritaba que debía callarse, aunque por otro lado, con Joey no tenía porque disimular su enfado. Leon era su esposo y estaba en todo su derecho de estar cabreada porque otra se le estuviese ofreciendo.
—¡Esa bruja de Stacy se ha pasado toda la noche insinuándosele a mi esposo! ¡Y a él parece no molestarle! —Reclamó.
Demonios, ahora ella también lo había notado.
—Claire, tranquila. No lo malinterpretes. —Insistió para tratar de calmarla. —Stacy ama las cámaras y ser el centro de atención, seguramente sólo quiere robar protagonismo en la noche, es todo.
—¡Lo que quiere robarme esa zorra es a mi marido!—Chilló levantando su copa de cristal.
Si seguía gritando así iba a llamar la atención de los demás lo cual resultaría más que desastrozo. Tenía que calmarla ya.
—Baja la voz, armar un escándalo es lo que ella quiere, busca hacerte quedar mal.
—Pues lo está logrando.
—Escucha, Claire tiene que calmarte. —le habló bajito y acercándose a ella para tomarla por los hombros. —Tú eres esposa de Leon y eso ni Stacy ni nadie lo va a poder cambiar. Ella sólo quiere molestarte, debes ser más inteligente y no hacer un escándalo porque con eso, Stacy gana.
Las palabras sensatas del hermano de su cónyuge la hicieron pensar. Stacy todo el tiempo buscaba provocarle problemas, y al menos en teoría, Joey tenía razón; ella era su esposa. Pero el alcohol no estaba ayudando mucho en sus resoluciones.
Sin decir nada, le entregó su copa de champagne y volvió tambaleándose a la fiesta. Si Leon era su esposo iba a reclamar lo que era suyo.
Se encontraba charlando con unos empresarios de la zona junto con los Merkel y por supuesto Stacy Watson, cuando de repente, sintió un tirón de su brazo y acto seguido, unos labios chocaron con los suyos.
Claire le había robado un beso, y vaya qué beso. Parecía importarle poco los ojos sorprendidos de los socios y los furicos de la caprichosa ex novia. Al inicio le sorprendió esa actitud, pero no por ello, lo disfrutó menos. Sus labios sabían a alcohol por lo que comprobó que había bebido.
—Cielo… —Dijo sorprendido después de que su esposa lo soltó. —No esperaba ese gesto.
La pelirroja se mordió los labios e iba a decir algo cuando Joey llamó su atención.
—Leon, Claire vengan un momento.
—Disculpen. —Dijo enseguida el rubio y tomó por la cintura a la pelirroja para ir a donde su hermano.
La activista que ya estaba comenzando a sentir los efectos de mezclar varios tipos de licor se sintió muy mareada, detalle que no pasó desapercibido para su esposo, que la sentó en un silloncito cercano. Asegurándose de que la mujer recobrara la compostura, el castaño aprovechó para hablar con su consanguíneo.
—Claire está muy ebria.
—Ya lo noté, pero ¿qué pasó? —Preguntó el nuevo Presidente de la Compañía.
—Se puso furiosa porque se dió cuenta que Stacy no dejaba de coquetearte y al ver que tu no hacías nada al respecto se puso a beber como loca para calmarse.—Explicó el abogado.
—Furiosa… ¿O sea que estaba celosa de Stacy? —Dijo a la vez que miraba de reojo a su cónyuge.
—Leon, ¿qué clase de pregunta es esa? —Comentó exasperado. —¡Por supuesto que está celosa, genio! Es una mujer recién desposada que mira como la ex intenta robarle al marido.
La explicación de su hermano, le provocó una sonrisa involuntaria. Saber que Claire estaba celosa, abría un camino de esperanza para él.
—¿Qué haces sonriendo como un desequilibrado? Por Dios, hermano, debes llevártela de aquí antes de que la prensa se dé cuenta y armen un escándalo. —Habló el menor en un tono que no dejaba lugar a réplica.
—Tienes razón debemos irnos.
Antes de que alguien más los mirara, se echó a Claire en los brazos ya que se había quedado dormida.
—Discúlpame con todos, dile que mi esposa se sintió indispuesta y tuvimos que retirarnos.
—Si, no te preocupes yo me encargo. —Apresuró.
—Te debo una Joey.
No supo cuánto tiempo estuvo medio inconsciente. Sólo recordaba unos brazos que la cargaban y posteriormente abrochaban su cinturón de seguridad y ahora estaba recostada en la cama de la habitación que compartía con Leon.
No era una buena bebedora. Sólo tomaba una cerveza de vez en cuando y por consejo de Chris nunca tomaba bebidas dulces, porque eso podría nublarle el juicio más rápido. Pero hoy había hecho todo lo contrario y había mezclado varios tipos de licor en cantidades considerables.
Apenas comenzaba a despertar cuando miró a su esposo en el aposento, quitándose el saco para dejarlo en el perchero.
—¿Dónde estamos? ¿Y la fiesta? —Cuestionó desorientada.
—Ya terminó y estamos en casa. —Respondió el rubio, mintiendo para tranquilizarla.
Se había calmado medianamente, cuando recordó de golpe que estaba furiosa con la ex del agente.
—¿Dónde está Stacy? ¡Voy a convertirla en un plumero!
Se levantó de la cama de un salto y de repente sintió que sus piernas fallaron o el piso se movió. Ahora iba a besar el suelo.
Al mirar que la pelirroja iba a dar cara a cara con el mármol, sus excelentes reflejos alcanzaron a sostenerla, evitando que se hiciera un buen golpe en el rostro.
—¿Estás bien? —Dijo preocupado, sosteniendola por la cintura.
—Sí, estoy bien. Creo que el piso se movió. —Respondió entre risas y recargándose en los hombros del ex Policía.
—Vamos, necesitas descansar.
La tomó en brazos y la recostó sobre la cama mientras lanzaba lejos sus zapatos.
Se sentía tan cómoda en los brazos de su esposo que no quería alejarse de él nunca más. La parte consciente de su cerebro le decía que ya había sido suficiente, pero el alcohol acumulado le gritaba: ¿por qué no? ¡Eres su esposa!
Al final, su lado racional se fue perdiendo, y el instinto era lo único que prevalecía sobre ella.
—Eres muy guapo, cielo. —Comentó mientras le acariciaba la cara con una de sus manos.
Le sorprendió el comentario y la actitud desinhibida de su esposa, pero al mismo tiempo le resultaba agradable.
—Gracias, también eres muy hermosa. —Respondió mientras le colocaba una almohada detrás de su espalda.
Brazos anchos, los labios varoniles, esos ojos azules que le habían atrapado desde el primer momento en Raccoon City y ese cabello rubio perfecto… Había logrado ocultarlo desde que tenía diecinueve años, y ya no iba a seguir con eso ni un minuto más. ¡Al diablo la amistad, lo quería en su cama ya!
—Ven aquí.
Lo atrajo hacia ella y volvió a besarlo nuevamente, pero está vez de forma más apasionada y decidida que antes.
¿Qué rayos era lo que estaba pasando?
Hace apenas un rato tenía dudas sobre lo que Claire Redfield sentía hacía él y ahora aquí estaba ella, besándolo con fuerza y pidiéndole más con sus actos. Efectivamente, la activista tenía varias copas encima, pero en ese momento él tampoco tenía muchas ganas de pensar con claridad.
La pelirroja continuó besándolo y él se recostó sobre la cama, quedando encima de ella con cuidado de no aplastarla. La besó de manera invasiva, de una forma que desde hace tiempo quería intentar y en respuesta bajó sus manos hasta su camisa, desabrochando uno a uno los botones. De repente tenía el abdomen descubierto y Claire recorría toda su espalda con sus manos finas.
Confirmado; la Redfield ya no medía la capacidad de sus actos y quería que pasara más que una simple sesión de besos ardientes.
Estaba empezando a perder ante ella y tenía unas ganas inmensas de continuar con lo que era evidente que sucedería a continuación, pero, su esposa estaba ebria. Y pensó que llevársela a la cama, era un abuso de su parte.
—Aguarda. —Dijo con la respiración agitada, mientras le besaba el cuello.
Sentir su aliento tan cerca y esos labios sedosos recorrer su mandíbula lo estaba volviendo loco, pero tenía que detenerla. Con cuidado se apartó y se recostó a su lado en la cama.
—Ya veo, creo que voy muy lenta.
Diciendo esto, la ex motociclista, se sentó sobre sus piernas y tomando la falda de su vestido, tiró de él hasta quitárselo y luego lo lanzó al suelo.
Para su buena o mala suerte, las cosas no estaban resultando como él quería; ahora tenía a la mujer de la que estaba enamorado, sentaba sobre sus piernas, sonriéndo y mostrándole sus curvas vistiendo lencería a juego de color negro. Sin duda, ella había decidido llevárselo a la cama esta noche. Carajo, eso era demasiado para su vista, y sus pantalones se lo hicieron saber.
—Claire, espera yo…
—¡Cállate! —Le ordenó y lo silenció con un beso, acostándose encima de él y pasando sus manos por su cabello perfecto.
Nunca imaginó esa faceta de Claire Redfield; su lado más femenino y conocerla más como mujer y no como amiga le estaba gustando en demasía y no podía negar que lo estaba disfrutando como el demonio. No era la Claire dulce y amable que había conocido; esta era mandona, apasionada y muy sensual. Estaba fascinado con su cuerpo de diosa griega con pechos grandes, cintura esbelta y caderas anchas, sin contar la cara de ángel. Su desempeño era mejor que el de cualquier otra mujer con la que había compartido las sábanas.
Respondió con gusto a los labios de la pelirroja y comenzó a acariciarle las piernas, pasando de sus muslos, glúteos, hasta llegar a su espalda, deleitándose de la suavidad de su piel. Ella soltó un gemido cuando el ex Policía acariciaba su piel y la acercaba más a él.
De pronto llegó a los tirantes de sus sostén y decidió que quitaría de su camino ese molesto pedazo de tela, pero entonces, supo que estaba mal. Todo mal.
En medio de su debate interno concluyó que había llegado demasiado lejos. No estaba bien tener sexo con su amiga cuando claramente ella no estaba en sus cabales, y que eso probablemente podría echarlo todo a perder. Muy en contra de su voluntad tenía que detenerse.
La menor Redfield comenzó a desabrochar su cinturón y antes de enloquecer la detuvo abruptamente.
—No, ya basta.
La firmeza de su voz no dejaba lugar a discusión y le dio un golpe de realidad a su desenfreno. Notablemente, Leon ya no quería seguir.
—¿Qué te pasa?
—Claire, esto está mal.
—Pero, ¿por qué no quieres? —Preguntó mirándolo de una forma provocadora, que estaba diezmando su voluntad.
—Estás ebria y se supone que somos amigos. —Soltó diciendo a regañadientes la última frase, ya que seguir siendo amigos, era lo último que le importaba.
No, Leon se estaba arrepintiendo. Ella no tenía dudas de lo que ya sentía por su compañero y quizás después de esta noche, las cosas no volverían a ser las mismas. Pero quería intentarlo, en ese momento de locura, sentía que podría pagar el costo de ceder a sus emociones. Tenía que convencerlo, necesitaba hacerlo.
—¿Y quién dice que dejaremos de ser amigos? Seguiremos siéndolo.
La propuesta lo hizo pensar. Se había acostado muchas veces con Ada Wong y eso no dañaba su "relación" profesional, amistosa, o lo que fuera. Aunque en el fondo, al final siempre se sintió más atraído por la asiática que ella por él, siempre lograba lidiar con eso. Era complicado pero se podía. O al menos trataba de convencerse de eso, ya que deseaba con todas sus ganas acostarse con Claire sin importar lo que sucedería después.
Ambos sabían lo que querían, ¿qué se los iba a impedir?
La Redfield se desanimó al ver la falta de respuesta del agente. Tal vez y después de todo, ella no le gustaba lo suficiente. Iba a voltearse del lado contrario de la cama cuando de repente, Leon comenzó a tirar de ella y la besó con ardor, comprendiendo inmediatamente, que estaba dispuesto a continuar lo que comenzaron.
Poco a poco la ropa fue parte de la decoración del piso, y las culpas y remordimientos fueron parte del pasado. Al menos por esa noche, reclamaron lo que sus cuerpos, desde hace algún tiempo deseaban.
Él era su sueño más anhelado, y ella era simplemente perfecta.
