ACCIDENTALLY IN LAW
Por Light of Moon
NOTA DE LA AUTORA: ¡Hola, perdidos! Ya llegó la más ausente del fandom, con el nuevo capítulo de la telenovela de la que ya saben, nos acercamos al final, agradeciendo a todos y cada uno su paciencia y apoyo para este fic, ya me estoy poniendo al corriente con todas las historias por lo que les prometo que ya las actualizaciones serán más seguido.. Hoy no me quiero extender demasiado porque ya verán, el chismesito se va a poner bueno, así que de la historia hablamos al final.
Espero que disfruten mucho el capítulo, recuerden que me gusta leer sus opiniones. ¡Los quiero!
Antes de empezar, les informo que tengo una nueva cuenta en AO3 con mi mismo nombre en donde a veces subo historias diversas a estas, por si gustan seguirlas y también les informo que me hice una nueva página en facebook, en donde si gustan pueden seguirme, allí planeo tener más interacción con los seguidores y publicar las actualizaciones e ideas de mis nuevas historias, búsquenme bajo el nombre de "Light of Moon" es la cuenta que tiene la foto de mi avatar actual aquí (tiene como 3 seguidores, pero bueno) jajaja, ojalá y puedan seguirme desde allí.
RESPUESTAS A REVIEWS:
Mercy Medical Angel: ¡Hola! Qué gusto leerte, siempre me pone de buenas leer sus comentarios. Pasaron muchas cosas en los últimos tiempos de mi vida y me habían impedido actualizar como yo hubiera querido, pero jamás me ha pasado por la mente dejar la historia en hiatus, así que aunque tarde, esta historia verá su fin, calculo que a lo much capítulos más, espero finalizar este año, ya me organicé un poco más y si todo sale bien, las actualizaciones serán más seguido. Respecto de la historia, te va a encantar el episodio, no te adelanto más. ¡Te mando muchos saludos!
Hitsuzen278: ¡Qué gusto leerte! El momento que tanto has esperado, al fin está llegando y te gustará, eso espero, es hora de que el mundo conozca al agente Kennedy. Espero que disfrutes mucho el episodio.
DESTACADO117: Mi estimado, ya no morirás de bilis derramada, es todo lo que te puedo decir, jajaja. ¡Disfruta mucho el episodio!
Darkmatter Black: Querida, qué gusto saber de ti. Creo que después de todo este tiempo, ya se llegó el momento que todos esperaban y espero hacerle justicia a sus espectativas de esta telenovela jaja. Te mando un abrazo grande.
CAPÍTULO 29: HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS
Cuando era joven, siempre soñó con formar parte de un escuadrón de policía. Se imaginó como un instrumento de la justicia, contribuyendo a la paz social, al orden público; sentía la vocación de servir a la gente, ayudar por ayudar. Sin embargo, jamás se pensó a sí mismo como alguien que está del otro lado, como un infractor.
Sentado y escoltado por un oficial de policía, se encontraba en la parte trasera de una patrulla, mientras otro oficial acompañaba a un sujeto regordete que sostenía un pañuelo sobre su nariz, para detener el abundante sangrado.
—Exijo que el señor Kennedy pague por las lesiones que me ocasionó. ¡Me rompió la nariz! —Chilló el hombretón ante el oficial de policía.
—¿Acaso eres idiota? ¡Tú me estabas acosando! —Dijo mientras se jaloneó en su asiento, con ganas de quitarse las esposas y volver a acertar otro puñetazo en la cara del hombre.
—¡Mi trabajo no es acoso! —Respondió indignado el paparazzi.
—¡Ser un maldito chismoso que se mete en la vida de los demás no es un trabajo, pedazo de estúpido!
—¡La libertad de expresión es un derecho!
—¡Derecho es lo que voy a hacer cuando te quite tu maldita cámara y te la meta por el culo!
—¡Silencio los dos o los encierro tres días en la Comisaría! —Amenazó el policía que iba de copiloto.
Aún en contra de su voluntad, Leon decidió serenarse, ya que conocía perfectamente a su gremio y sabía que el oficial no exageraba cuando amenazó con encerrarlos setenta y dos horas en una celda. Si bien tenía demasiadas ganas de moler a golpes al paparazzi que lo había fotografiado con Stacy, sabía que ese imbécil no era ningún novato en su deplorable oficio, por lo que seguramente también guardaba fotos en su celular que en pocas horas, serían de lo más viral en noticias y páginas de internet de chismes.
Solo esperaba de salir pronto de la Comisaría para mirar el recuento de los daños, que esta vez, dudaba que tuviera salvación.
.
.
.
Encerrada en su cuarto, Claire permaneció en el diván mirando hacia la ventana, mientras inconscientemente se llevaba una mano al vientre, pensando en mil cosas a la vez.
Cuando aceptó ese trato con Leon en aquél restaurante donde comían pizza y bebían cerveza jamás imaginó que las cosas fueran a complicarse a este punto. Ya no tenía ninguna duda de que estaba enamorada perdidamente de quien por causa del destino ya era su esposo, la pregunta real, era si él sentía lo mismo por ella. No dudaba de la bondad y el buen corazón de Leon, si no fuera una buena persona, ella nunca se habría enamorado de él; no obstante, su ahora marido tenía una larga lista de amores en su haber que dudaba mucho pensar que ella pudiese significar algo más que eso. Sin duda alguna, ahora tendrían algo que los uniría por siempre, el hijo que esperaban. Pese a todo, el pensar en ese bebé que crecía rápidamente en su vientre le daba una buena dosis de alegría; empero, le frustraba pensar que posiblemente no tendría la familia que ella hubiera querido tener. Habiendo crecido en la orfandad, ella sabía bastante bien la falta de sus padres en los primeros años de vida, por lo que le dolía bastante que su hija o hijo no tuvieran esa posibilidad.
Esa era la perspectiva pesimista y por el otro lado, estaba el futuro esperanzador: que Leon aceptara con alegría su paternidad y pudieran formar la familia que no planearon, pero que indudablemente, habían soñado. Se vio a sí misma junto al hombre que amaba criando juntos a ese bebé que aún no sabía si sería niño o niña; imaginó a una bebé rubia con los ojos azules de su padre o un niño de cabello pelirrojo y la sonrisa de ella; pensar el rostro de ese pequeño le daba ánimos y fortaleza. Y, si bien, ahora las cosas no estaban claras con respecto al padre de su hijo, no tuvo ninguna duda de que pasara lo que pasara, Leon se haría responsable del bebé y haría lo posible por hacer un buen papel de progenitor, su esposo no era el tipo de hombre que huyera de las responsabilidades de la vida. Así que, no veía el caso para seguir postergando la noticia, por lo que decidió contarle de su embarazo en cuanto este volviera a casa. Después de todo, las cosas no iban a ponerse peor. ¿No?
Buscando una distracción, tomó su smartphone y comenzó a indagar en redes sociales, buscando alguna distracción o algún reel en donde hubiera perritos haciendo cosas graciosas para ponerla de buen humor; sin embargo, comenzó a ver en sugerencias y páginas con anuncios pagados un video viral de un par de hombres peleando en el suelo, en donde un hombre que vestía traje de negocios estaba metiendole una paliza a un sujeto que parecía ser un fotógrafo. La cantidad de comentarios y reacciones en dicho video tomado por un usuario que grabó el incidente cuando pasaba por la calle, logró llamar su atención cuando de repente, en una de las tomas borrosas logró distinguir a su marido, cuando era llevado por la policía junto con el otro hombre.
— ¿Leon? ¡Oh por Dios!
Se puso de pie al percatarse que su marido estaba en problemas y rápidamente quiso ir a buscar su bolso y llamar a Joey para que fungiera como su abogado; no obstante, al casi finalizar la grabación, observó a una mujer conocida que estaba gritando cosas inentendibles. Se trataba de Stacy Watson.
—¿Pero qué demonios hacía Leon con Stacy?
Miró que en la descripción del video viral había un enlace a una noticia de la prensa rosa, tenían un encabezado que le rompería el corazón.
"Romance clandestino entre la directora de publicidad de Chámbery Inc. y el Presidente de la Compañía a pocos menos de un año de haber contraído matrimonio."
Y fue entonces que miró unas fotografías de su esposo besando a su ex novia en una cafetería discreta y, por ello, Leon había desatado un zafarrancho con los paparazzis.
Al observar las imágenes, ella se dejó caer sobre el diván, quedándose totalmente en shock, negándose a creer lo que estaba viendo. Sin pretenderlo, una lágrima resbaló por su mejilla, a lo que siguió otra y muchas otras de manera involuntaria.
No creía a Leon tan imbécil para haber regresado con ella, pero sus ojos no mentían; además, ¿qué sentido tenía ya? Independientemente de los sentimientos de su marido, el mensaje era bastante claro; Stacy no iba a rendirse y no la dejaría en paz por ningún motivo y lo peor, que Leon no quería, o no podía, mantener la situación bajo control. Ella no era de las que se rendía sin dar pelea, pero ahora tenía un motivo para mantenerse a salvo y esa razón no era negociable. Fue entonces que supo lo que tenía que hacer.
Con determinación, sacó una de las maletas que estaban al fondo del armario, junto con toda su ropa que había traído al inicio de este viaje y que ya no usaba para no ofender a la madre de su marido; tomó unos jeans, una camisa blanca y su chaqueta de cuero para llevarla puesta, quitándose a cambio el vestido formal de color rosa pálido que llevaba puesto. Agarró el cuaderno y sus pinceles y los echó sin tener cuidado en la maleta, el caballete era demasiado grande para llevarlo consigo por lo que optó por dejarlo, de todas maneras, no iba a necesitarlo en California. Terminó su maleta en tiempo récord y tomó la cartera para echársela al hombro y con la otra mano arrastrar la valija, la decisión estaba tomada.
En ese momento, su celular comenzó a vibrar y miró la pantalla táctil para descubrir quién le llamaba con tanta urgencia. Era Chris.
Dio un suspiro hondo y se tranquilizó antes de poder contestar, esta sería una conversación cansada.
—Hola, Chris.
—Claire, ¿pero qué diablos está pasando? Hay fotos y videos de Leon por todas partes insinuando que...
—Lo sé, ya los vi. —Respondió con la mayor tranquilidad posible para tratar de calmar a su hermano que sonaba furioso.
—¡Voy a romperle el cuello a ese cretino! —Amenazó el Capitán de la B.S.A.A. —Fue lo primero que le advertí a ese infeliz cuando te llevó con él a Canadá.
—Por favor, tienes que calmarte. Nada es lo que parece. —Pidió mientras luchaba por no quebrarse en la llamada.
—¿No es lo que parece? ¡Está besando a otra mujer que no eres tú!
—¡Ya lo sé! —Replicó con fastidio. —Pero créeme que las cosas no son así, son exageraciones de la prensa de chismes y eso es un montaje. —Mintió. —No te preocupes, esto se va a resolver.
—Claire... —Dijo su nombre sin sonar convencido.
—Por favor, Chris, confía en mí. Ahora lo que menos necesito, es que este problema se vuelva en una calamidad en nuestra familia, no puedo tener disgustos.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien? —Preguntó pasando de un tono enojado a uno de preocupación, pensando que era algo relacionado con su exposición al virus T-Phobos.
—Sí lo estoy, es sólo que... —Se interrumpió para dar un suspiro hondo. —No hubiera querido decírtelo por este medio, de hecho serás el primero en saberlo, además de Rebecca: estoy embarazada.
Un silencio sepulcral se apoderó de los dos hermanos que hizo pensar a Claire si el mayor de los Redfield seguía en la línea.
—¿Chris? ¿Sigues ahí?
—Perdona...—Se disculpó atropellando las palabras. —Es sólo que estoy procesando todo esto. —Dijo suavizando totalmente su tono de voz.
—Por favor, confía en mí, puedo manejarlo, Leon todavía no sabe nada y quiero ser yo quien se lo diga.
Chris suspiró al otro lado de la línea, por más que quisiera ayudar, esta vez tendría que darle un voto de confianza a su hermana.
—¿Prometes que me llamarás en cuanto necesites ayuda?
—Te lo prometo, además, Rebecca está monitoreando mi embarazo, créeme, esta situación con la prensa, es algo de todos los días, ya no saben qué mentiras inventar. —Terminó con lágrimas en los ojos y mordiéndose los labios.
—Está bien, me despido entonces. Cuídate mucho, hermana. —Se despidió.
—Tú también.
—Y Claire... Te quiero, los quiero. —Finalizó refiriéndose a ella por primera vez en plural, reconociendo la existencia de su hijo que venía en camino, conmoviéndola profundamente.
—Te quiero, hermano.
Diciendo esto, colgó la llamada y se llevó una mano a la boca para contener su llanto ahogado, ya no había vuelta atrás.
.
.
.
Leon apretaba los puños por lo bajo, escuchando todas y cada una de las acusaciones del imbécil que lo había fotografiado sin su permiso, imaginando en su mente el sonido que había cada uno de sus huesos mientras de los rompía lentamente. Apenas podía creer lo que oía, ese imbécil estaba pidiéndole diez mil dólares como concepto de indemnización por las lesiones ocasionadas, ya que de negarse, pasaría treinta y seis horas bajo arresto; en otros tiempos, hubiera preferido quedarse encerrado a darle un solo centavo a ese vividor; no obstante, deseaba cuanto antes llegar a casa, ya que seguramente esas fotos ya estaban por todas partes y tenía que darle una explicación a su esposa, antes de que todo se convirtiera en un enorme malentendido. Otra vez.
—El señor Kennedy lesionó mi integridad y yo sólo deseo que se haga justicia. —Chilló el hombre con la nariz amoratada.
—¡Está bien! Está bien! —Dijo poniendo las manos en alto. —Pagaré lo que este estafador está pidiendo, pero necesito que me dejen ir de manera inmediata. Algunos sí tenemos un trabajo honesto con el cual cumplir.
Dicho esto, el juez de la Comisaría comenzó a hacer el convenio en el cual quedaba saldada la falta administrativa de esta persona, además de pagar una multa por alterar el orden público, comprometiéndose a no hacer más disturbios en la calle, ya que de lo contrario, estaría bajo arresto por setenta y dos horas. Firmó rápidamente los documentos y los cheques para dejarlos en el área de caja del lugar y se fue como alma que lleva el diablo en dirección a su casa, llamándole de manera inmediata a su padre, sin preocuparse siquiera por su vehículo que se había quedado aparcado en la cafetería. Esperó impaciente hasta que al tercer timbrazo su llamado fue respondido:
—Leon, qué bueno que te comunicas. ¿Qué es lo que está pasando?
—No te lo explicaré por teléfono, necesito que vengas por mí a la Comisaría.
—¿La Comisaría? ¿Hijo, estás bien? —Cuestionó preocupado.
—Sí, lo estoy, pero no tengo un auto y necesito ir a casa, tengo que ir a ver a Claire antes de que se entere por otra vía de este escándalo mediático.
Richard suspiró.
—Las noticias están por todas partes, quizás convenga que le llames antes. —Lamentó.
El rubio apretó los puños y maldijo para sus adentros.
—En unos minutos estoy contigo, espérame allí. —Afirmó el patriarca de los Kennedy.
—De acuerdo, gracias.
Terminando la llamada, se dispuso a salir rápidamente del edificio de policía dando grandes zancadas a través de las escaleras cuando Stacy Watson ya lo esperaba a la salida y se le acercó rápidamente.
—Cariño, ¿estás bien? Me preocupé mucho cuando te fuiste con la policía. —Dijo mientras estaba a punto de darle un abrazo que Leon repelió apartándola con sus manos.
—No quiero que vuelvas a llamarme así, para ti, soy el Señor Kennedy o tu jefe directo. —Soltó con voz amenazante.
—Pero ¿qué es lo que te pasa? ¿Por qué te estás portando así? —Contestó fingiendo que no entendía absolutamente nada.
—Porque ya es tiempo de que vaya dejando en claro cuál es mi lugar y cuál es el tuyo y como Presidente de la Compañía en la que trabajas, te prohíbo que te me vuelvas a acercar. —Ordenó con voz severa.
—¿Me estás echando de la empresa? ¿Acaso me estás culpando de algo? —Preguntó molesta a la vez que alzaba la voz y ponía ambas manos en sus caderas.
—No te estoy acusando de nada, porque estoy seguro de que todo esto que sucedió lo provocaste tú y ojalá pudiera echarte de la empresa, pero como no es tan sencillo sólo estoy diciendo que todos los asuntos que tengan que ver con el trabajo de ahora en adelante los tratarás con mis hermanos o con mi asistente, no quiero volver a tener qué cruzar palabra contigo.
Stacy levantó una ceja en señal de desafío.
—¡Ah! ¡Me acusas sin pruebas!
—No necesito pruebas de algo de lo que estoy convencido. —Diciendo esto se dio media vuelta y se fue a caminar hacia otro lado, no quería ver ni en pintura a la hija de los Watson.
—Leon, ¿a dónde crees que vas? ¡No hemos terminado de hablar! —Gritó mientras miró como su ex novio se alejaba caminando con velocidad; sin embargo, a pesar de los gritos, el agente en retiro la ignoró campalmente.
—¡Leon, Leon!
Sintiéndose totalmente furioso, se marchó lejos de donde estaba la hija de los Watson y se movió a un parque cercano para poder llamar a su esposa por teléfono; sin embargo, todos los intentos eran inútiles, Claire había apagado el celular.
—Maldita sea, maldita sea… —Exclamó completamente enfadado.
Se sentía frustrado, abrumado y terriblemente cabreado; sentía ganas de mandar a todo y a todos al demonio, agarrar su maleta y marcharse a su casa junto con Claire, olvidándose de una buena vez de esta pesadilla. Su esposa se lo había advertido y por querer hacer las cosas con la cabeza fría y esquivando problemas con medio mundo ahora estaba metido en un lío gordo, del que estaba seguro su cónyuge difícilmente iba a perdonarle; estaba irremediablemente furioso consigo mismo porque había caído en la trampa de Stacy, ya no tenía ninguna duda de que ella había sido la responsable de esto, ya que nadie más sabía que se verían para comer en esa cafetería tan discreta.
—¿Y ahora cómo arreglaré todo esto?
No pasó mucho tiempo cuando miró el auto de Richard Kennedy a unos metros de distancia y él le hizo señas para que se detuviera; su padre se orilló para que su hijo subiera al auto. En cuanto su primogénito estuvo arriba del vehículo, el ex presidente de Chámbery Inc. arrancó con rumbo a su hogar.
—Debiste haberme esperado en la Comisaría, era obvio que llovería en cualquier momento. —Mencionó al mirar la camisa húmeda de su hijo, que comenzaba a lucir empapado por la llovizna.
—Prefiero mojarme el culo todo el día a convivir un segundo más con Stacy. —Contestó con enfado.
—¿Crees que ella está detrás de todo esto? —Preguntó su progenitor.
—No lo creo, estoy seguro. Ella y yo éramos los únicos que sabíamos que nos reuniríamos en ese lugar para hablar de negocios de la empresa.
—¿Por qué se reunieron ahí y no en la oficina?
—Porque soy un imbécil, papá. —Respondió enfadado. —Quise que nos ahorráramos tiempo de una junta innecesaria en la empresa y se me hizo fácil invitar a Stacy a comer para resolver los temas del cocktail del viernes con los inversionistas franceses, pero nunca pensé que esto pasaría, no pensé que fuera capaz de hacer esto. —Apretó los puños. —Ahora no sé qué voy a hacer, Claire seguramente está furiosa conmigo y tiene toda la razón en estarlo; hace un tiempo me dijo que quería fuera de nuestras vidas a Stacy porque no nos dejaría en paz y mira que tuvo razón.
Su padre se encogió de hombros; indudablemente la situación amorosa de su hijo pendía de un hilo; sin embargo, había otro problema que no había contemplado y que tenía nombre y apellido:
David Joseph Kennedy.
Su hijo menor ya se había dado cuenta de todo y aunque su plan original era ocultarle a Leon la situación y contener a Joey el mayor tiempo posible, debido al giro que habían dado las cosas, ya no sería posible continuar ese plan. Estaba consciente que no era el mejor momento para contarle de esa conflictiva a su primogénito, pero si no lo hacía, quizás habría consecuencias peores; tenía que contarle al menos de las sospechas de su segundo hijo acerca de su matrimonio, aunque dejara de lado el hecho de los sentimientos de David Joseph por Claire. Richard suspiró.
"Al mal paso, darle prisa." Pensó.
—Hijo… —Dijo lentamente, como si aún dudara de lo que estaba por contarle. —Hay otra noticia que tengo que darte.
Leon, que miraba frustrado a la lluvia que caía por la ventana del auto, volteó a mirar a su padre que, por su tono de voz, no eran buenas noticias.
—Ahora ¿qué pasó?
—Joey tiene sospechas de la veracidad de tu matrimonio con Claire.
El aludido se irguió sobre su asiento.
—¿Pero cómo? ¿Qué te dijo?
—No lo sé, tiene sospechas. —Mintió. —No te aseguro que no vaya a indagar más sobre el tema.
—Maldita sea, lo que faltaba.
—Hijo, lamento haberte metido en todo esto. —Se disculpó sinceramente el padre de familia.—De alguna manera, soy el responsable de lo que está sucediendo y ten por seguro que pondré todo de mi parte para resolverlo.
—No es tu culpa, papá, agradezco sinceramente tu ayuda, la necesitaré.
—Cuentas con todo mi respaldo, hijo.
—Lo único que me interesa ahora es hablar con Claire y arreglar todo esto.
Dicho lo anterior, el padre aceleró y condujo más a aprisa a su hogar, tenía que ayudar a su hijo a salir de este embrollo cuanto antes.
.
.
.
Una vez que estuvo más calmada, hizo una reservación en uno de los hoteles del centro de Vancouver para marcharse a vivir allí mientras resolvía si se marchaba de regreso a su hogar en California o esperaba en este país mientras hacía la solicitud de divorcio, así que tomó su pequeña maleta y salió fuera de la habitación para hablar con el chofer; en este momento no tenía un vehículo y era complicado llegar a la ciudad caminando desde la residencia de los Kennedy por lo que sólo pediría que la acercaran a la zona urbana y ya de ahí tomaría un taxi.
Se encontraba en el enorme salón, cuando le pidió a una de las mucamas que solicitaran un chofer para ella. Se quedó esperando unos momentos en el lobby cuando su cuñado ingresó por la puerta principal y la miró cargando sus maletas.
—Claire, ¿qué haces? ¿Por qué llevas esas maletas? —La cuestionó. —Ginna me dijo que pediste que prepararan un coche para ti.
La pelirroja se encogió de hombros.
—Creo que es obvio, Joey. Me voy de esta casa. —Sentenció.
Al notar la determinación de la joven, el segundo hijo de los Kennedy se percató de que la Redfield hablaba muy en serio y por ende, este cambio de actitud lo sobresaltó.
—Oye, espera, no tomes una decisión precipitada. —Dijo para intentar persuadirla.
—No es una decisión precipitada, al contrario, es una decisión lo suficientemente meditada; estoy harta de esto.
Joey entendía los motivos por los cuales la mujer deseaba irse y aunque ella no le había contado nada del último escándalo, supuso que ella ya estaba enterada, era el chisme más viral del mes.
—Supongo que es por lo último que está diciendo la prensa. —Concluyó.
—Así es.
—¿Pero qué vas a hacer? ¿A dónde vas a ir?
—Aún no lo sé, sólo sé que quiero irme lejos y pronto, no deseo hablar con tu hermano en este momento.
—Me lo imagino, pero no puedes irte así, estás muy alterada. —Insistió el abogado.
—Debo irme, Joey. Y no cambiaré de opinión. —Determinó. —Y aprovecho para despedirme de ti, porque es probable que vuelva pronto a mi país; siempre estaré agradecida por tu amabilidad y apoyo cuando más lo necesité y…
Al notar que la pelirroja iba demasiado rápido, David Joseph tuvo que interrumpirla.
—Espera, Claire, necesito hablar contigo.
—No me vas a convencer de esperar a León. —Dijo cruzándose de brazos.
—No, no se trata de eso. Pero hay algo importante que tengo que decirte, por favor, vamos al estudio.
—No, Joey, quiero irme cuánto antes. —Negó en un tono de voz que sonaba a una orden.
—Pero es algo importante. —Insistió el castaño.
—Si es tan importante, dímelo aquí.
El segundo hijo de los Kennedy suspiró, si no se daba prisa, la Redfield iba a irse quién sabe a dónde y no sabía si esta era su última oportunidad.
—Claire, descubrí algo de tu matrimonio con mi hermano que no me gusta.
La pelirroja pasó saliva, escuchar esa revelación la hizo flaquear en su postura.
—Firmaste un convenio prenupcial en donde básicamente, si te divorcias no obtendrás ningún beneficio. —Soltó.
En ese momento se llenó de dudas: en primer lugar, ¿cómo es que Joey se había enterado de la existencia de ese convenio? y segunda, ¿qué iba a responderle a su aún cuñado? Entendió que esta mentira no podía seguirse sosteniendo por mucho más tiempo, además de que no tenía caso.
—Joey, estoy enterada de eso. —Respondió con seguridad.
El aludido frunció el ceño.
—¿Qué?
—Yo estaba consciente del acuerdo que firmaba al momento de mi matrimonio y aún así acepté casarme con tu hermano.
—¡No es posible! —Contestó indignado —¡No puedo creer que Leon te hiciera eso para retenerte! ¡Pero va a escucharme ahora! —Dijo dirigiéndose a la salida de la casa.
Ahora el segundo hijo de los Kennedy había malinterpretado todo y ahora iba a provocar un escándalo, tenía que detenerlo.
—Joey, espera. —Lo tomó del brazo. —Yo acepté esto voluntariamente, Leon no me obligó a nada, nunca quise ni pretendí obtener ningún beneficio de este matrimonio, nada es culpa de tu hermano.
—¡Por favor, Claire! ¡Se aprovechó de tus sentimientos! Te quedarás desprotegida económicamente en caso de un divorcio. —Argumentó.
—Joey, no estoy desprotegida y nadie se aprovechó de mi. Tengo un excelente trabajo en California, mi propio departamento y mi propio auto y tu hermano no me obligó a nada, yo sabía de todo esto desde un principio y así quise que fuera; no hay ninguna estafa aquí.
David Joseph estaba incrédulo; cualquier otra persona hubiera buscado sacar ventaja de la prestigiosa posición económica de su familia y en cambio, la mujer que tenía enfrente, había renunciado a los privilegios que incluso por derecho, le correspondían.
—No le pediré nada a tu hermano, sólo quiero mi libertad y volver a mi hogar cuanto antes.
Al escucharla, fue que el abogado Kennedy optó por confesar lo que había callado durante tantos meses; el matrimonio de su hermano ya estaba perdido, su padre estaba decepcionado de él y en este momento, se encontraba furioso con Leon, no tenía nada que perder, además de que, no sabía si volvería a verla después de esto.
—Claire, ya no tiene caso que lo oculte. —Admitió tomando la mano libre de la pelirroja, desconcertándola totalmente. —No sé si estoy haciendo lo correcto pero quizás no tendré otra oportunidad después; sé que eres la esposa de mi hermano y te juro que intenté evitarlo, luché contra esto lo más que pude, pero estoy enamorado de ti.
Y en medio de un impulso y la adrenalina por la confesión, Joey se agachó acercándose invasivamente al rostro de la Redfield con intenciones de besarla sin darle tiempo a la joven de reaccionar, cuando una voz furiosa a sus espaldas los interrumpió.
—¿¡Pero qué demonios acabas de decirle a mi esposa?! —Gritó totalmente cabreado el hijo mayor de los Kennedy que había escuchado todo lo que su hermano acababa de decirle a Claire.
La pelirroja retrocedió hacia un lado y Joey dio un paso al frente, observando como su hermano se le acercaba hecho una fiera, mientras su padre lo seguía detrás estando igualmente furioso. Todo se estaba yendo al demonio.
—¡Joey, te ordeno que te retires de aquí! —Exigió Richard.
—No. —Mencionó con firmeza y se plantó frente a Leon.
La Redfield al ver a los dos hermanos enfrentados por su culpa comenzó a asustarse y al notar a su marido tan enfadado, lo tomó de un brazo para intentar calmarlo, aunque en el fondo sabía que era en vano, conocía al agente de años y por la rabia de sus ojos, sabía que no habría poder humano que lo tranquilizara en este momento, pero debía intentarlo.
—Leon, vámonos. —Dijo intentando tirar de uno de los brazos de su aún esposo.
—No, no sin que este imbécil me diga en la cara lo que acaba de decirte a ti. —Respondió enojado, apartando a su esposa a un lado.
Se sentía totalmente enojado, justo cuando creía que el día no podía empeorar había sucedido; en el fondo siempre lo sospechó, las atenciones de Joey para con Claire, la manera en que la miraba, su excesiva preocupación por ella no era gratuita, sus celos nunca fueron infundados y efectivamente, su hermano ahora estaba enamorado de su mujer.
—Les exijo a los dos que se calmen. —Habló por segunda vez el padre de familia.
—No creo que sea necesario que te repita lo que claramente escuchaste. —Respondió el castaño irguiéndose sobre su estatura.
—¿Y me lo dices tan tranquilo? —Replicó con sarcasmo.
—¿Y tú crees que la mereces?
—¡Tú qué sabes!
—Más que tú. —Respondió con altivez. —Mira lo que has provocado, por si no lo notaste, Claire está a punto de abandonarte.
Fue entonces que salió de su trance fúrico y miró a la mujer que tenía a un lado llevando consigo una maleta, confirmando las palabras de su hermano; su esposa lo estaba sacando de su vida.
—Amor, ¿qué es lo que estás haciendo? ¿Qué haces con esa maleta? —Dijo a un paso de la histeria.
—Leon, hablemos de esto en otro lado. —Dijo la pelirroja para intentar calmar la situación y tratando de llevarse a su marido para evitar una pelea.
—Claire, cuentas conmigo en lo que decidas, no te sientas presionada por nadie. —Interrumpió el abogado, uniéndose a la conversación.
—¿¡Quieres callarte?! Este es un asunto de pareja. —Demandó el rubio.
—Por segunda vez, Joey Kennedy. —Habló el padre de ambos estando aún más furioso. —Vete de aquí.
—No; ahora Claire sabe que tiene otra opción y quiero que la considere, ya no está sola aquí, ahora me tiene a mí.
—Ya escuché suficiente.
Diciendo esto, Leon descargó un puñetazo sobre su hermano, quien retrocedió un paso y un hilo de sangre comenzó a escurrir de la comisura de su labio, quien en respuesta, se le lanzó encima tumbándolo en el suelo, comenzando una lluvia de patadas y puñetazos ante su padre y Claire.
—¡Oh, por Dios! ¡Hay que separarlos se van a matar! —Gritó Claire pidiendo ayuda mientras su suegro luchaba por separar a sus dos hijos. Botando a un lado la maleta, la Redfield fue a llamar al resto de los empleados quienes se apresuraron a ayudar al patriarca de la familia a dispersar a los dos hermanos Kennedy que estaban hechos unas fieras.
El chofer y uno de los recamaristas lograron finalmente detener entre los dos a Leon S. Kennedy, mientras que el progenitor de ambos logró sostener con ambos brazos a su segundo hijo para detener la pelea.
En ese momento, Meryl y Julia llegaban al hogar común cuando escucharon los gritos y el zafarrancho de los empleados provenientes del salón y observaron cómo ambos varones acababan de protagonizar un escándalo con violencia física incluida.
—¿Pero qué demonios está pasando? —Demandó incrédula la madre de familia.
—¡Te prohíbo volver a acercarte a mi esposa! —Amenazó Leon tironeando de los cuatro brazos de los dos hombres que lo apresaban.
—¡Tú no eres nadie para prohibirme nada! —Respondió Joey aún furioso.
Al escuchar esto, Julia dio un paso atrás; su hermano mayor ya estaba enterado de los sentimientos de su otro hermano por su esposa y ahora estaba pasando la consecuencia lógica de que ese secreto se supiera; todo se había salido de control.
—Con que se trata de ti, lo sabía. —Habló Meryl acercándose totalmente cabreada a Claire y tomándola fuertemente por el brazo, haciéndole daño. —¡Maldita, has sido la peor desgracia que le ha pasado a mi familia! ¡Quiero que te largues ahora de mi casa!
—¡Suélteme! —Gritó Claire a la vez que se liberaba del agresivo agarre de su suegra.
Richard Kennedy que trataba de mantener la cabeza fría, notó como du familia estaba a punto de envolverse en una batalla campal y totalmente furioso, gritó con voz autoritaria:
—¡Ya basta! —Vociferó el padre de familia llamando la atención de todos los presentes, quienes al escuchar la voz iracunda del padre, supieron que era momento de guardar silencio. —¡Ahora van a escucharme bien todos! ¡Retírense! —Dijo señalando a los empleados, quienes se fueron al unísono dejando a solas a la familia.
—El comportamiento de todos ha sido reprobable, inaudito, pero ahora sabrán la verdad. —Separándose de su hijo Joey, se acercó lentamente a Claire quien estaba al borde de las lágrimas sintiéndose culpable, avergonzada y dolida por lo acontecido. Su suegro, la tomó lentamente de la mano para intentar consolarla.
—Todo esto ha sido mi culpa; y las únicas víctimas aquí han sido Leon y esta joven.
Meryl iba a decir algo pero su esposo la silencio con la mano.
—No deseo ser interrumpido por nadie, ahora es mi turno de hablar. —Amenazó y continuó: —Antes de abandonar la presidencia, yo le pedí a Leon que tomara mi cargo por un año, debido a que si la Compañía quedaba en manos del sobrino de Johnson, nos iríamos todos a la ruina. Leon, a pesar de tener una vida ya hecha y en contra de sus verdaderos deseos, aceptó la encomienda por nosotros, por todos ustedes. —Mencionó mirando con enfado a su esposa y a sus dos hijos. Meryk miró con confusión a su marido por haberle ocultado tal información y también la hija de la familia comenzó a escuchar los hechos narrados por su padre, totalmente desconcertada. El patriarca continuó, ahora sólo contaría nada más que la verdad.
—Mi hijo sólo quería ayudarnos con todo lo que ello implicaba, incluído el matrimonio cuando no tenía ningún plan de casarse ni nadie con quién hacerlo, por lo que le pidió ayuda a esta jovencita, quien desinteresadamente, accedió a ayudarnos en esta locura por salvar nuestra empresa, aceptando casarse con Leon y durante un año vivir como un matrimonio para que, en ese lapso, pudiesen cambiar los estatutos de la empresa; en afán de que no pareciera ser un acto ventajoso ante nuestros socios, él tomaría temporalmente las riendas de Chámbery y después, una vez propuestas las nuevas reglas, esa presidencia pudiera pasar a manos de Julia, quien era la más apta para presidir nuestro negocio; pero que después de todo lo que ha pasado, dudo que se lo merezca. —Dijo mirando con reprobación a su hija menor.
Al escuchar esto, la rubia pasó de la confusión a la culpa; ¿cuánto no había hecho por perjudicar a su hermano y a Claire con tal de desquitarse por el tema del negocio familiar? Su sed de crecimiento profesional y la envidia le había nublado el juicio y había cometido estupidez tras estupidez cometiendo graves agravios en contra de su propia familia, de Leon, de Joey… Los ojos de la rubia se llenaron de lágrimas en medio de un fuerte sentimiento de remordimiento, incredulidad y vergüenza, llevándose ambas manos a los labios. Por su parte Joey estaba completamente mudo, nunca pensó que todo este asunto en realidad fuera para ayudar a la familia y Meryl estaba de piedra, totalmente petrificada como si fuese una estatua de mármol como una más de las tantas que condecoraban su hogar.
—Esta jovencita, desinteresadamente, aceptó incluso firmar un convenio en donde renunciaba a todos sus privilegios por ser una nueva Kennedy, privilegios a los que ninguno de ustedes hubiera estado dispuesto a perder. —Continuó mirando a toda la familia. —Y todo lo hizo gratuitamente por nuestro hijo, por ayudarnos junto con Leon. ¿Y cómo respondemos? Sacando lo peor de nosotros; humillando, traicionando, haciéndole la vida imposible a nuestra propia familia. —Reprochó a Meryl, Julia y Joey; quienes no podían ocultar su asombro y el bochorno de la vergüenza. —Si hubiera sabido todo el daño que le haríamos a ellos dos, créanme que nunca, nunca les habría pedido este enorme favor; hubiera preferido que la empresa se fuera al demonio. —Mencionó con amargura. —No merecemos nada de todo esto.
Meryl sientiéndose profundamente humillada bajó la cabeza, mientras que los otros dos hijos de los Kennedy seguían sin poder creer lo que el mayor les contaba.
—Claire, Leon. —Dijo ahora refiriéndose al joven matrimonio. —A nombre de toda la familia, les ofrezco mis más sinceras disculpas por todo esto y, a título personal, estoy profundamente avergonzado, no duden que buscaré la manera de resarcirles el daño provocado. Nunca debí pedirles participar en esto.
Leon se quedó totalmente en silencio por todo lo que había sucedido y la Redfield, incapaz de seguir soportando más la situación, tomó de nuevo su maleta y se limpió rápidamente con el dorso de su mano las lágrimas que luchaban por salir de sus orbes aguamarina.
—Debo irme, lo siento mucho.
—Claire, espera. —Pidió su aún esposo.
—Por favor, te ruego que no me sigas.
Diciendo esto, echó a correr junto con su maleta rumbo a la salida de la casa, abandonando de esa manera la residencia Kennedy, sin voltear a mirar atrás.
Leon iba a ir tras de ella, pero después de pensarlo mejor, se detuvo; ahora su esposa estaba lo suficientemente enfadada y dolida con él como para querer hablar y él tampoco estaba en su mejor momento. Con su familia, ya todo estaba completamente dicho y sin querer hablar nada más, se dirigió a las escaleras, completamente abatido. Richard también se marchó camino al estudio en silencio, dándole una mirada de reprobación a todos; más que enfadado, su rostro era la viva imagen de la decepción.
Una vez en la habitación que hasta ese día había compartido con la pelirroja, observó lleno de dolor como los cajones del vestidor estaban abiertos y ahora sólo estaba su ropa y en el armario, sólo estaban las prendas que su madre había ordenado comprarle, no llevándose absolutamente nada de los atuendos que a diario vestía para complacer a su familia. Observó que en el tocador el maquillaje, su perfume ya no estaba, así como también se percató de la ausencia de los lápices, los pinceles y las acuarelas que estaban en una mesita al lado del diván junto a la ventana, quedando únicamente el caballete como único vestigio de que alguna vez ,ese fue el rincón predilecto de su esposa para sus ratos de artista.
Sintiendo como si una daga le perforara el pecho, se sentó sin muchas esperanzas en el sofá, sosteniendo su rostro entre sus manos, deseando saber la manera o la forma en resolver todo este embrollo. Una lágrima rebelde se le escapó de sus ojos y resbaló por su mejilla, la cual se esforzó por limpiar con inmediatez con el dorso de la mano, cuando una pequeña envoltura de papel brillante que estaba sobre la mesita cercana llamó su atención.
Movido más por el deseo de distraer un poco su mente, observó lo que aparentaba ser una envoltura de medicamento que parecía estar oculta entre el jarrón con las flores, observando que se trataba de un pequeño paquete de lo que parecían ser pastillas medicinales a medio terminar. A sabiendas de que ese medicamento no era suyo, dedujo que ese tratamiento clínico era de Claire, preocupándose casi al instante, ya que desde que había vuelto de su visita médica con Rebecca, él sabía que su mujer le había estado ocultando algo; no obstante, no habían tenido la oportunidad de hablar con ello a cabalidad a causa de tantos problemas. Inmediatamente se sintió jodidamente culpable y también como un estúpido de tan sólo pensar el hecho de que su esposa tuviera algún padecimiento o complicación de salud y él no lo supiera a causa de las dificultades que los rodeaban y en ese trance de inquietud fue que buscó el nombre que rezaba en la parte posterior del envoltorio, sacando su teléfono para escribirlo en el buscador.
Se tranquilizó al mirar que, en efecto, las pastillas no eran en sí medicamentos prescritos por un médico, sino que eran vitaminas de venta libre; sin embargo, al leer un poco más la descripción, hubo una indicación que llamó su interés: el suplemento alimenticio era específicamente utilizado para cuidados prenatales, siendo sumamente común su consumo entre mujeres embarazadas.
El agente retrocedió un paso y se estremeció cuando su mente ató cabos de lo que estaba leyendo, haciendo la obvia conclusión de lo que significaba todo aquello; su esposa estaba embarazada.
A pesar de su destruido estado emocional de unos minutos antes, de manera casi inconsciente emitió una sonrisa genuina, sintiendo su pulso acelerar debido a la dichosa noticia que acababa de descubrir.
"Voy a ser padre."
.
.
.
NOTA DE LA AUTORA: Finalmente sucedió lo que tanto esperaban, ya Leon sacó la casta y no pudo más con la presión de la familia; el episodio de caos y desastre no podía postergarse más. Sólo deseo que se hayan divertido y este a la altura de sus expectativas. Nuestro agente está furioso pero aaaaaaaaaah, ahora sabe que va a ser papá. ¿Qué pasará ahora? ¿Qué piensan que va a suceder?
Me gusta mucho leer sus opiniones al respecto, así que no duden en dejar sus reviews e impresiones de la historia, me motivan bastante a continuar. Espero que puedan seguirme en facebook y en AO3 para que estemos más comunicados.
¡Nos leemos en la próxima actualización! ¡Muchas gracias por estar!
