Capítulo 2

Un Hombre Extraño.


El sonido de la pluma sobre el papel es lo único audible en esta oficina. En frente de mi hay dos pequeños sofás, desde aquí puedo ver a Félix disfrutar de un libro. Miro las pilas de papeles que hay por completar y cierro mis ojos unos segundos.

«Hoy debo terminar con todo este papeleo, de no hacerlo, tendré mucho más mañana.» Continuo en mi deber, mientras estamos aquí.

Solo los dos…

Últimamente han estado volviendo a mi memoria aquellos momentos, nunca los había olvidado, pero siento que su recuerdo se hace más y más vivido. Ahora debo esforzarme por las elecciones que se harán; quizás solo estoy melancólica.

Me levanto, pero, antes que pueda decidir algo, la puerta se abre.

Wilhelm entra, inclinándose y posicionándose detrás de la puerta. Me quedo unos segundos mirando hasta que veo la silueta que va entrando. Vistiendo una bata y con una expresion confiada, lo vuelvo a ver. El entra a la oficina, desprovisto de ese temor que tenía antes.

El aura anterior también ha desaparecido, pero eso solo me deja más alerta.

Como si esto fuese parte de su plan.

—Buenos días. —Se inclina, manteniendo esa expresion desagradable.

Cierro por unos segundos mis ojos y le señalo el sofá delante de Félix.

—Siéntate —digo, y esté empieza a caminar siguiendo mi orden.

Félix se levanta sorprendida, mirando a Marco con sorpresa.

—¡Nya! Estás casi desnudo. —Félix señala hacía Marco, pero este no parece realmente sorprendido.

Se cruza de hombros, suspirando con una sonrisa.

—No sé dónde tienen mi ropa, me acabo de despertar y solo me dejaron esta bata. —Él se sienta en el sofá, como si nada le importase.

Escudriña la oficina, para luego mirarme a los ojos. Su mirada seria, sus ojos cafés fijos en los míos.

—Has roto las cadenas del destino. —Él se levanta, inclinándose ante todos—. No me he presentado correctamente. ¡Mucho gusto! Soy Marco Luz, un inventor.

«¡Fue lo que se dijo en mi sueño!» Abro mis ojos en sorpresa, pero rápidamente tomo la compostura. Si le dejo ver así sea un poco de mi se aprovechará de eso. «Es solo un estafador más.»

Félix mira hacía Marco con curiosidad, mientras que Wilhelm se mantiene al margen. Al ver que quien debe romper el silencio soy yo, entonces abro el cajón de mi escritorio. Tras abrirlo veo esos dos objetos extraños con los que vino.

Uno parece un espejo con partes de metal, no sé qué hacen los botones a su costado, pero cuando imbuí maná no hubo reacción alguna. No creo sea algo peligroso, pero los metías tienen todo tipo de formas, asi que lo mejor es estar alerta.

Además de ello está esta cuerda rara hecha de un material que nunca había visto; no sé qué utilidad tenga, pero ambas cosas se ven valiosas.

—Primero me gustaría que respondieses unas preguntas —con una voz sería, pero no intimidante doy inicio al interrogatorio. No me interesa presentarme, especialmente ante un estafador.

«Además, él sabe quién soy».

Hice que unos magos lo inspeccionaran para saber más sobre él; lo que descubrí fue algo crítico.

El maná en este hombre no existe, como si fuese un recién nacido cuya puerta no ha tomado forma. Al nacer, los bebes absorben por primera vez maná, y luego su puerta va tomando forma hasta que a cierta edad ya se queda formada.

En este caso los magos dijeron que era algo diferente.

«Puede que su puerta esté sellada y oculta», fue la conclusión a la que llegaron.

Y ahora él hablando del destino, realmente no sé por dónde empezar.

«Quien me mandó a entrometerme donde no debía».

—¿Cómo terminaste en aquella plaza? —pregunto, y este asiente, explicando con calma lo sucedido desde que llegó. Evita hablar la situación anterior, pero aun así espero que termine de explicar para saber realmente lo sucedido.

Félix entonces mira hacía Marco con curiosidad, inclinándose para preguntar:

—¿Qué fue lo que le robaron Nya? —Félix ladea su cabeza, pero Marco suspira y se encoje de hombros, ladeado su cabeza en una negativa.

—Lastimosamente no puedo decir que fue lo que le robaron, sería perjudicarla y no quiero eso. —Otra verdad en sus palabras, desde que empezó a relatar la historia no ha dicho una sola mentira.

«Alguien intentó matar a una candidata al trono». Miro hacía la ventana, pensando si estará conectado con los movimientos del culto.

Este hombre la salvó, pero a la vez es extraño. Vi sus manos, sin callos, tiene heridas de cortes y de algo que le ha atravesado en los brazos y piernas, pero no parece relevante. Sus músculos también están bien entrenados.

No tiene puerta, asi que no puede ser un mago. Tampoco parece ser un hechicero de maldiciones. No tiene las heridas causadas por practicar arquería. Quizas usé algo como una daga.

—¿Cómo es que tu puerta terminó así? —pregunta Félix, y yo solo me quedo mirando, esperando su respuesta.

Él se queda en silencio unos segundos, probablemente pensando en cómo pasar otra mentira por una verdad. No le creo, sin importar cuantas verdades haya dicho, algo en mí me impide confiar en él.

«Cálmate, Crusch Karsten». Respiro profundo, pensando en lo que me está sucediendo. Yo no suelo actuar así, es demasiado extraño.

Él se levanta, caminando hacía mi escritorio con las manos arriba.

—No tengo la intención de lastimar a nadie, de hecho, no puedo aún si quisiera. —Marco mira hacía Wilhelm, quien mantiene una mirada fija en él—. Realmente no quiero hacerle daño a nadie.

Otra verdad que hace hervir mi interior.

—Hay algo que debo decir, eso responderá la pregunta que me hizo, señorita Crusch. —Su mirada se fija en mí, y con mi asentimiento baja los brazos, tomando ese aparato extraño entre sus manos.

Wilhelm mantiene su mano en su espada, mientras yo me preparo para reaccionar a lo que pueda suceder.

—Hay una razón para todo y estoy dispuesto a ser honesto con ustedes. —El cierra sus ojos y abre la boca, tomando una bocanada de aire—. Esta es la primera vez que te veo en persona, además, es la primera vez que sé que existes en la realidad.

Mi mirada se queda fija, sin poder ver el viento de la mentira pasar por su cabeza. Lo que dice es verdad, pero, entonces ahora entiendo menos lo que está sucediendo. El abre los ojos, mirando hacia la ventana con calma.

—Este mundo no es algo que sabía que existía. —Abro mis ojos en sorpresa, viendo que mi bendición divina no funciona.

—Espera un momento. —Señalo a Félix, pidiéndole que venga.

Sudor frio empieza a cruzar por mi frente. Félix se acerca y a su oído susurro:

—Dime una mentira. —Félix me mira con sorpresa, pero realmente lo necesito.

Félix me sonríe y lentamente susurra:

—Antier trabajé en los papeles que me encargaste ¡Nya! —El viento de la mentira sopla en la frente de Félix, y, a pesar de querer arrancarle la sonrisa que lleva en ese momento. Miro de nuevo hacía donde está Marco—. Ya lo hice asi que no hay problema.

Una pequeña vena se asoma en mi mano, pero rápidamente la oculto con mi otra mano.

«Aprovechó el momento para decir eso, voy a castigarlo luego».

Bueno, mi autoridad funciona, ahora lo único que se me ocurre es que tenga una bendición divina capaz de interferir con las autoridades. Además, podría ser alguien del culto de la bruja.

—Continua. —Lo miró fijamente y el asiente sonriente.

—Leí sobre ustedes en un libro, uno que contenía una historia que yo pensaba era ficticia.

«Pero no siento interferencia alguna, es diferente a cuando la usó en Reinhard». Cierro mis ojos unos segundos, tratando de digerir sus palabras.

—¿Leíste? —ante mi pregunta el asiente, y, con un movimiento de pulgar se ilumina aquel dispositivo. Él lo muestra, y a pesar de estar brillando no siento magia alguna venir de él.

Lo único que veo es un paisaje, montañas y arboles similares a los que he visto en Kararagi. Supongo que viene de ahí.

«¿Anastasia Hoshin?» La única persona que se me viene a la mente es ella, quien podría obtener tal información es solo alguien con un poder superior al normal. Su red de mercenarios está en todas partes, asi que no sería completamente imposible.

El mira mi expresion y luego ve el metía, entonces con su mano niega.

—No tengo nada que ver con Anastasia, ni con una persona real de este mundo. —Él me sonríe, mientras yo solo puedo mantener una expresion neutra.

Pongo mis manos detrás del escritorio, haciendo mi señal con la mano para calmarme.

—He sido sincero desde que empecé a hablar, no tengo bendiciones divinas. —Asiente, y veo que dice la verdad—. De hecho, incluso si tuviese una no sabría cómo usarla.

Otra verdad.

—Si me investigas no vas a encontrar nada de mí y no es porque sea un espía; que no es cierto. —Marco coloca su mano en el pecho—. Puedo jurar a quien quieras, incluso apuesto mi vida en este momento.

Marco mira hacía Wilhelm, y luego devuelve su mirada a mí.

—Fui teletransportado desde otro mundo hasta este, aparecí en esa plaza sin saber dónde estaba, pero luego fue que reconocí que este mundo era algo que yo había leído antes. —El mantiene esa sonrisa, como si estuviese contando la cosa más simple del mundo.

«Vine de otro mundo, créanme». Si no fuese por mi bendición divina lo habría echado hace mucho. Normalmente si estás demente puedes hacer pasar la verdad por mentiras, pero no veo eso en él.

«…».

Me quedo mirando, esperando el viento de la mentira para arrancarle la cabeza a este bufón.

—Lady Crusch, saquemos a este mentiroso de aquí ¡Nya! —Félix señala a Marco, claramente molesta por la falta de respeto—. Deja de faltarle el respeto a Lady Crusch haciéndole perder su valioso tiempo.

Félix se levanta, aproximado a ese hombre a toda velocidad. Me quedo mirando, esperando a ver qué es lo que va a hacer. Él sonríe, y con un leve gesto ese dispositivo empieza a expulsar un sonido armónico.

Félix se sorprende y retrocede, y Wilhelm abalanza su espada, poniéndola en frente del cuello de Marco.

—¿Qué crees que haces en frente de mi señora? —Wilhelm expulsa su sed de sangre, mirando a Marco con firmeza.

El levanta sus brazos, y el sonido no se detiene. No es un sonido fuerte, de hecho, es un sonido bien preparado y hermoso.

A pesar de tener una espada en su cuello no parece temeroso, es como si hubiese vivido situaciones peores a esta, como si estuviese acostumbrado a las intenciones asesinas.

—Sé que puedes ver las mentiras, es imposible que tu autoridad falle. —Él me sonríe, como si cada palabra que dice fuese parte de un guion que preparó.

No quise darle tiempo de planear, por eso le dije a Wilhelm que lo trajese apenas despertase.

Eso significa que mientras venía planeó absolutamente todo.

Pero parece que no lo sabe todo.

—Puede fallar, si la persona en frente de mí cree que viene de otro mundo. Perfectamente podrías ser un loco que cree en sus alegatos —respondo firmemente, pero él ni siquiera se inmuta.

Quería ponerlo a prueba, pero no parece realmente importarle.

—No pueden matarme —dice, pero Wilhelm se mantiene firme, sin moverse de su posición—. Si me matan entonces te enemistarás con el Marques Roswaal. L Mathers. Eres una duquesa, pero no vale la pena arriesgar relaciones comerciales por un don nadie, además de que diste tu palabra.

Es peligroso, este hombre es realmente peligroso. Nos ha leído perfectamente, ha jugado sus cartas de forma impecable. No podemos hacerle daño, no por la palabra de la candidata, si no por mi relación comercial, asi como mi honor como duquesa.

Esto es demasiado extraño, demasiado raro incluso para mí.

—Vengo de otro mundo, y en ese mundo pude leer un futuro posible; el futuro de la facción de Emilia. —Su sonrisa se vuelve una expresión seria, mirándome fijamente—. Lastimosamente no eres la protagonista de esa historia, pero quizás lo seas de esta.

Cada vez entiendo menos sus palabras. Asiento con la cabeza y Wilhelm acerca más la espada, haciendo que caiga una gota de sangre cae desde su cuello. El mantiene su calma, manteniendo los brazos alzados.

—Primero retira ese sonido. —Coloco mi mano en mi frente, pensando seriamente en como mi bendición divina sigue diciendo que esto es verdad. El quita el ruido, y por fin siento el silencio.

El sigue sonriendo, realmente no puedo ver a través de esa persona.

—Hay algo que me gustaría hablar contigo a solas. —El me mira a los ojos, y entonces Félix se levanta.

—¡Estas demente Nya! —Grita Félix, y Wilhelm refuerza su agarre, exudando más intención asesina hacía él.

Doy un manotazo a la mesa, evitando perder más tiempo. Ellos me miran a los ojos, viendo que no estoy dispuesta a ceder. Realmente no sé lo que está sucediendo, pero no parece ser más una coincidencia.

«Aparecerá quien te ayudará a cumplir tus objetivos», repito dentro de mí, y entonces ambos quedamos a solas cuando Wilhelm cierra la puerta detrás de él.

—Me gustaría hablar contigo frente a frente. —El me insta a sentarme en el sofá. Lo miro unos segundos, pero luego me levanto.

«Quizas pueda ver si mi autoridad está siendo afectada».

Una vez me siento el vuelve a encender ese aparato, este empieza a moverlo internamente solo con tocar ese vidrio. Luego pone una especie de imagen en movimiento, y veo un mundo completamente diferente.

«¿Hay personas viviendo ahí dentro?» Abro mis ojos, puesto que nunca consideré que existiese un metía con tal poder. «No… debe ser un metía de transmisión como los hay, el problema es que nunca había visto uno que tuviese una imagen tan grande y nítida, además…»

—Ese metía… —El me mira, deteniendo ese mundo, todas las personas quedan estáticas, el sonido deja de salir.

«Eso es algo que no hay aquí»

—Es un video, imagina que este dispositivo puede grabar instantes en el tiempo, para luego poder verlos. Es como si dibujase cientos de dibujos a increíble detalle. —Su explicación es clara, y mi corazón se calma un poco.

Algo así no existe en este mundo, sin dudad, puedo decir que si existiese sería extremadamente popular. Sigo mirando, maravillándome por lo que muestra.

Edificaciones extrañas que se extienden hasta el cielo, láminas de metal que se mueven por sí mismas.

—Vengo de un mundo sin magia, donde todo lo que se ha logrado es solo por el ingenio humano. —El me mira a los ojos con una sonrisa orgullosa—. Vengo del mundo que te gustaría crear, un mundo donde el ser humano tiene el poder de hacer lo que desee.

El apaga ese dispositivo, y yo me quedo mirándolo.

«Entonces sí es el…». Suspiro, pensando la broma que me acaba de hacer el destino.

—Sabes, quería decir que venía de otro mundo solo contigo, pero me gustaría que me ayudases primero. —Su sonrisa desaparece, y creo que por primera vez veo temor en su expresión.

Yo me mantengo calmada, con sentimientos contradictorios. Quiero saber más, pero a la vez no deseo perder mi tiempo.

—¿Por qué razón debería ayudarte? —pregunto, cruzándome de brazos y piernas, mirándolo con cautela.

Me trago mi mantra, y el solo mira hacía la ventana.

—Aquel libro describe no solo el presente si no el futuro. —Mis ojos se abren ante sus palabras, y el entonces hace una mueca molesta—. Este mundo tiene demasiados secretos, secretos que todavía desconozco.

Su mirada se vuelve pesada, sus palabras me calan en la mente; pensando en aquella enfermedad que azoto a la familia real. Aquella enfermedad que me quitó a esa persona.

—Estoy tan confundido como tú, pero no me puedo detener solo por estar lleno de dudas. —Su mirada seria me dice que es la verdad, el viento en él lleno de pesadez—. Ahora que sé que esta realidad existe tengo que seguir de forma que no sea destruida más allá de la reparación.

Aprieta los labios unos segundos, para luego seguir hablando.

—Debes haberlo escuchado antes, metías que muestran el futuro, o un poco de él. —Asiento con la cabeza, pues ciertamente he escuchado de ello—. Entonces es lo mismo, solo que este libro ya está escrito hasta un punto, y ese futuro se debe mantener lo máximo posible.

Lo que dice no es completamente descabellado, pero aún asi me es difícil de creer. Incluso con mi bendición divina no puedo creerle por completo.

—Hay líneas que mueven este mundo, hay muchas cosas que debemos mantener si queremos seguir en un futuro que no vaya a ser destruido. —El señala su pecho—. Debemos evitar causalidades demasiado grandes en el futuro descrito o todo puede ser destruido.

«¿Causalidades?»

El suspira, dándose cuenta de que no le estoy creyendo nada.

—El libro que te digo es uno que describe una historia, pero a mi modo de ver es un futuro que debe existir a toda cosa. —El entre cruza sus manos—. Yo debía ir con el campamento de Emilia para mantener ese futuro; fui traído con un propósito a este mundo, y como puedes sospechar solo un ente de inmenso poder podría hacerlo.

Creo que me está guiando hacia alguien, y entonces solo viene algo a mi mente. En un instante saco mi espada de su vaina y la pongo en su cuello, pero él no se sorprende, si no que sonríe.

—Si ya te hiciste la idea entonces debes saber que no soy miembro del culto de la bruja, ni estoy interesado en el ente que veneran. —El aprieta sus manos con fuerza, a la vez que su expresion cambia a una de rabia profunda—. De hecho, mi destino ahora será cumplir un propósito que todavía no sé.

El mira hacia otro lado, pero yo veo que tras esa última palabra se asoma el viento de la mentira.

—Quizas matar a Satella, quizás es otro, para serte sincero ni siquiera debería estar aquí. —Retiro la espada, viendo que ahora si dice la verdad.

«Matar a la bruja de la envidia…». Si lo que dice puede ser cierto entonces tiene sentido, lo que no entendería es porque la bruja de la envidia traería a alguien para que la asesinasen. «En especial a un don nadie sin poderes».

El parece saber algo, pero no es momento de hablar de ello.

—El punto es que debemos proteger ciertas partes del futuro, hay cosas que deben suceder si queremos mantener un orden. —Él sonríe, levantándose y poniendo su mano en la ventana—. No sé cómo fuiste capaz de interferir con el futuro, pero de alguna forma lo hiciste.

«Las cartas que me llegaron». La verdadera razón por la cual fui a la capital, la verdadera razón por la cual fui a ese lugar.

—El futuro que sigue ese libro es el que debería suceder, cualquier otro camino puede llevar al fracaso. —Su mirada es severa, y el aire se torna denso—. La única forma que tenemos de escapar de este futuro es destruyendo un libro que está en posesión de Roswaal. L Mathers. Ese libro controla el futuro que tenemos en este mundo, y si no se cumple entonces él destruirá todo.

Sus palabras me dicen que está hablando en serio, pero no puedo entender. «¿Qué tiene que ver Roswaal L Mathers?» Todo lo que sé sobre él es que es de las personas más ricas del reino, además de su poder tanto político como económico.

Pero siempre ha sido alguien pacífico.

—Hay muchas cosas de que hablar, pero en este momento debemos saltar el primer obstáculo. —Marco se gira, mirándome fijamente a los ojos, su expresion es seria, no parece estar bromeando sobre nada de lo que dijo.

Lo miro seriamente, entonces señalo a cielo, indicando que voy a hablar. Él lo entiende y se vuelve a sentar.

—Si el futuro ya cambió con mi interrupción, ¿entonces no deberían cambiar las acciones de ese libro? —Si como dice Marco el libro debería mostrar el futuro, si su primer futuro era ir con el campamento de Emilia, entonces el hecho de que esté aquí significa que el futuro ya se ha roto, o ha sido reemplazado con otro.

Él pone su mano en el mentón, luego mirando de nuevo a la ventana.

—Tendría que esperar unos días para saberlo y luego tomar acción, pero no sé qué tanto margen quede. —El mira al horizonte, y esas palabras que no van hacía mi se sienten tan frías que incluso yo me sorprendo.

Cierra los ojos un segundo, para luego volver a mirarme.

—Yo no soy nadie, ni tengo el poder en este momento. Ni siquiera tengo tu confianza, ni conozco realmente este mundo. —El baja un poco la cabeza, colocando sus brazos en sus piernas y mirando al suelo—. Lo que te dije es verdad, quizás lo mejor para mí sea abandonar este lugar e ir con ese campamento.

Entonces siento una sensación extraña, el mira mi espada, la mira tan fijamente que se siente como si anhelase poseerla.

—Quizas no es tarde —dice, y yo le entrego mi arma de forma espontánea, deseosa de ver lo que va a hacer.

En la mira unos segundos, mientras analizo lo que va a hacer. Si intenta atacarme lo mataré al instante. Tras unos segundos suspira y me la devuelve.

—Ayer y hoy son las primeras veces que sostengo una espada, una lástima que ya sea tarde. —Él se levanta y me extiende su mano—. Puedes enviarme con el campamento de Emilia, ¿cierto?

Asiento, pero en el fondo de mi algo me dice que no debo hacerlo. Dejarlo ir es dejar ir el destino que soñé, dejarlo ir podría significar no lograr mis objetivos. Debo usarlo para mi propio beneficio.

Si de verdad vino a otro mundo y me conoció, entonces debo quedármelo para mí.

—Debo irme, te ayudaré en lo posible, pero debemos ser rivales. —Él sonríe levemente, pero yo me mantengo firme.

Me cruzo de hombros, cerrando los ojos y apuntando mi cara al suelo.

No quiero dejarlo ir, pero si lo que dice es cierto su existencia aquí solo va a traer problemas. Incluso su muerte podría hacerlo. Fue traído a este mundo por esa entidad, o al menos es lo que quiero creer.

O quizás fue traído a este mundo por Od Laguna.

No lo sé y él tampoco lo sabe.

«Para empezar ¿Qué me hace creerle aparte de ver que dice la verdad?»

Su historia es algo que me cuesta aceptar, así como lo me ha mostrado me cuesta. Me conoce, conoce a las candidatas, parece conocer cosas de nosotros a un detalle asombroso. Roswaal. L Mathers no puede ser un enemigo del reino, pero si alguien posee un artefacto tan extraño entonces sería él.

No quiero aceptarlo, pero realmente debería hacerlo.

Tengo a alguien que sabe sobre el futuro, además, realmente no lo quiero de enemigo. Aunque sea un estafador y manipulador, si quiero beneficiarme de ello necesito hacerlo sentir seguro de ese destino.

—¿No sería posible hacer cumplir el destino sin necesidad de que vayas? —ante mi pregunta el vuelve a sentarse, cruzándose de brazos.

Debo descubrir cual es completamente ese destino. Si he decidido creerle entonces debo tener todo muy en cuenta.

—Debo ir con la candidata y manipularla para que sea un títere a mis pies. Ese es el futuro que desea Roswaal. L Mathers. —Marco me mira con una sonrisa—. Al final el objetivo tanto de Emilia como de Roswaal es el dragón.

Abro mis ojos en sorpresa, y el asiente con la cabeza.

—Si, Emilia quiere ser gobernante para obtener sangre de dragón y liberar a su pueblo, mientras que el de Roswaal es un poco más interesante. —El señala al cielo, para luego pasar su dedo por su cuello—. Roswaal desea matar al dragón para revivir o vengar a su amada.

Choco mis manos sobre la mesa de enfrente, Marco sonríe y se encoje de hombros.

—¡¿Cómo puede querer hacer eso?! —Se que es una actitud hipócrita, pero es diferente querer dejar de beneficiarse a matar un ser que nos ha protegido durante tantos años.

—Está loco, realmente está demente. —Se empieza a reír, y tras parar me mira a los ojos—. ¿Qué quieres hacer?

Su pregunta me deja dudando. Todo lo que ha dicho es una verdad, sin duda alguna esta persona está hablando enserio. Incluso la información que tiene parece ser de gran importancia.

«Este mundo oculta secretos que necesitan ser revelados». Ahora entiendo sus palabras. Cierro mis ojos de nuevo, mientras con mi mano hago una señal de fuerza. La dibujo, haciendo un mantra para darme fuerza.

Debo entender más, pero es cierto que el tiempo es oro.

«Seguir con mi deber o tomar una responsabilidad más». Pongo mi mano en mi boca, devorando mi mantra y dándome las fuerzas para tomar una decisión.

—Quiero que te quedes, Marco Luz. —Abro mis ojos, mirándolo fijamente. Estoy decidida, si quiero poder seguir adelante debo saber muy bien cómo proteger a este mundo sin necesidad del dragón.

Para ello necesito a esta persona.

—Si quieres que me quede entonces voy a necesitar varias cosas. —El me extiende su mano—. Te voy a ayudar a unir tu campamento con el de Emilia, de esta forma podremos interferir sin más problemas. Si me aceptas, te prometo que te haré reina.

Palabras arrogantes, pero realmente no me disgustan. Lo que me disgusta es que sean palabras vacías para manipularme. Tomo su mano, pensando si lo que estoy haciendo es buena idea o no.

—Realmente no confío en ti —admito, y él sonríe en respuesta—. Espero me demuestres de que estas hecho.

El asiente, y el trato queda sellado.

He unido a una víbora a mi campamento. Ahora deberé estar pendiente para que su veneno no me termine dañando.

—No le digas al resto de lo que hablamos, entre menos gente sepa sobre el futuro es menos probable que haya cambios en este.

Es una verdad, si somos dos contra uno es probable que hagamos algo. Incluir más personas podría hacer la situación más caótica. Por mucho que confíe en Félix y Wilhelm, si se vuelve una situación sin salida todo el reino sufrirá.

Es una persona extraña, pero a la vez usa su cabeza.

—El futuro ya ha cambiado, ahora debemos mantenerlo lo máximo posible. —dice con una voz monótona y desinteresada. Entonces, Marco señala su metía—. El primer paso es proteger la aldea Irlam.

Tras explicarme lo que debe suceder entonces me quedo pensativa. Realmente necesitamos ganar el favor de su facción, la única forma que se me ocurre es enviando caballeros a ayudar sin que parezca que estamos interactuando con la facción.

Si queremos dar esa sensación de seguridad debemos conseguir que su facción se una a nosotros. Siento que acepté muy rápido sus palabras, ese sueño que tuve debió influenciarme más de lo que quería.

—Ahora que el futuro ha cambiado puede que no suceda de la misma forma, pero estoy seguro todo convergerá para que el evento suceda. —Cambiar el futuro, pero no cambiar eventos importantes—. Si eso cambia entonces Roswaal tomará acciones para destruir el mundo, no sé exactamente qué puede hacer, pero dudo no tenga métodos para acabar con todo.

Roswaal puede ser asesinado, pero la situación no se basa en si Roswaal quiere o no destruir el mundo.

—No necesita destruir el mundo, solo necesita destruirme a mí. Quitarme un brazo, matarlos a ustedes, solo necesita hacer que yo re…

Sus palabras se pausan, y tras decir eso empieza jadear. Sudor frio baja de su frente, agarra su pecho con fuerza y casi parece que acabase de hacer ejercicio o enfrentar una situación de muerte.

—¿Estas bien? —Me inclino, mirándolo consternada e intentando apoyarlo. Él levanta su pulgar, evitando mi ayuda.

—Mientras hagamos todo paso a paso iremos bien, y para ello debe haber un mediador. —Él pone su mano en su pecho, y ya puedo entender su plan—. Me iré unos días para obtener los beneficios que necesito.

Si envío fuerzas para protegerlo mientras está allá, podría quedarse hasta que ocurra el ataque. Entonces todas las fuerzas podrían apoyar y ganaríamos el favor del marqués. De esa forma podemos iniciar relaciones sin romper el tratado.

Será entre el marqués y los Karsten, no entre Crusch y Emilia.

—¿Qué deseas obtener? —pregunto, realmente curiosa por lo que va a pedir.

—¿Dijiste que mi puerta está bloqueada cierto? —Marco aprieta su puño, pero su expresion es una sonriente. Aunque creo que en ningún momento lo dije, el no parece conocer su condición—. Eso significa que todo lo que debo hacer para usar magia es desbloquearla, entonces, pediré a Roswaal que me enseñe magia. Nunca la he usado, pero creo podría si me esfuerzo.

Aprender magia del mejor mago del reino, sin duda es algo que mucha gente envidiaría.

—Además, el gran espíritu de Emilia también me debe un favor, así que le pediré que me enseñe. —Su mirada se vuelve calmada, como si estuviese pensando en algo agradable—. Igualmente me gustaría ver a alguien, alguien que vive su vida en soledad. Quizas me quede poco menos de un mes, depende de cuánto tiempo me ofrezcan.

Realmente dudo le den mucho tiempo, considerando que no será un aliado real para ellos y que sería más un favor hacía lo que hizo.

Pero bueno, las acciones ya están planteadas, ahora deberá seguir.

Quiero saber que tanto del futuro va a suceder, si puedo confiar en sus palabras.

«Si no, lo mataré yo misma».