El Significado de la Amistad.


Clavo mi mirada en el sendero por el que Emilia se desvanece entre los árboles, una sensación de impotencia me invade al no poder hacer nada para aliviar su carga. La rabia bulle en mi interior mientras observo su partida, sintiéndome incapaz de ofrecer ayuda a mis amigos en este momento crucial.

Es entonces cuando siento la mano reconfortante de Crusch sobre mi hombro, su intento por brindarme consuelo en medio de la desesperación.

Crusch, mi amiga, ha experimentado una transformación notable desde que nos conocimos.

Su figura, antes impasible y firme, ahora refleja una sensibilidad que apenas se asomaba en sus gestos. Me reconforta verla cambiar, aunque la gravedad de la situación no permite distracciones.

Vidas penden de un hilo y no podemos permitirnos desfallecer en medio del dolor.

—No puedo negar la desesperación que Marco y Emilia deben sentir en este momento. Cuando supe de la situación con Beatrice, también sentí un profundo pesar —comparto mis pensamientos con Crusch, encontrando en sus ojos ámbar un reflejo de comprensión y solidaridad—. Pensé que podrían superarlo por sí mismos, pero como amigo, siento la responsabilidad de actuar.

La mirada de Crusch asiente en silencio, indicando que está dispuesta a unirse a mí en este negocio. Juntos, nos enfrentaremos a las sombras que amenazan con consumirles, buscando una luz de esperanza en medio de la oscuridad que nos rodea.

—Tanto por ellos como por mí, debo hacer algo en este momento —concluye Crusch, infundiendo en ambos la determinación de actuar.

"Señor Otto…"

Me asalta la imagen de Rem en mi mente, su mirada serena y su sonrisa mientras terminaba de confeccionar un vestido. Es una presencia que se ha grabado en mi alma, mi confort y a quien extraño.

«Pero… ¿qué estoy pensando?»

—Vamos a reunir información —digo mientras camino junto a Crusch hacia la salida del bosque, pero antes de que podamos avanzar, alguien se interpone en nuestro camino.

Es Luan, su expresión seria emana un aura ardiente que nos hace retroceder instintivamente.

—Quiero ir con ustedes —declara con firmeza, su mirada penetrante revela su determinación.

Más personas significan más recursos, y si se trata de Luan, sé que su ofrecimiento es sincero. Sin embargo, enfrento un dilema: debo recopilar información sin revelar la situación con Roswaal. Ya he cometido errores al respecto, revelar más detalles no sería útil en este momento.

Marco me informó que está atado de manos, así que la responsabilidad recae en mí para actuar.

Soy Otto Suwen, y lo mínimo que puedo hacer es ayudar a mis amigos a salir del abismo en el que se encuentran.

Crusch sonríe, dándome su aprobación.

—Entonces, manos a la obra —afirmo, asumiendo el liderazgo desde este momento.

Las miro a ambas, trazando los primeros pasos a seguir.

—Lo primero es ganar tiempo. Sabemos que Miklotov pospondrá el juicio unos días, pero si pasa demasiado tiempo, podrían pensar que estamos huyendo. —Observo el metía, que se ilumina al conectar con Irlam.

Lo abro, y veo a uno de los ministros: la ministra de prensa, Helena, la cual posee en sus manos mi metia.

Normalmente sería yo quien regresara a Irlam, pero si quiero resolver esto, debo quedarme.

—Buenos días, señorita Helena —saludo con una sonrisa, notando que está en su oficina.

Ella me devuelve la sonrisa mientras toma una taza de té.

—Señor Otto, es un placer —responde, mostrándome el periódico que están planeando publicar.

La única forma de concedernos un respiro, algo que solicité a Helena con la esperanza de ganar unos días. Contamos con la reputación necesaria para lograrlo. Tal vez antes no nos hubieran creído, pero ahora, sin duda, lo harán.

Crusch observa de reojo, reconociendo la falsedad de nuestra construcción.

"Se ha observado un comportamiento inusual en las cercanías de la ruta hacia las minas Ganacks. El héroe de Lugunica, Marco Luz, ha decidido unirse al ejército en busca del culto de la bruja."

La parte resaltada viene respaldada con pruebas de su conexión con el Conde de Costuul. Dichas pruebas vienen acompañadas de un dibujo de sus soldados transformados en una masa oscura.

La información sobre los tratos de Costuul con los semihumanos se hará pública, lo que levantará sospechas. Nuestro renombre proviene de luchar contra el culto de la bruja; es la única manera de ganar algo de tiempo.

Miklotov debería ponerse en contacto conmigo pronto...

—¿Ese es el metía de Marco? —pregunta Crusch, a lo que asiento, sosteniéndolo en mis manos.

Él se ha rendido.

Lo aprieto con fuerza.

Pero yo nunca me rendiré en cuanto a mis amigos. Sin importar lo que deba hacer, los sacaré de ahí. Mi lealtad está con todos a quienes quiero, los planes ya están en marcha y ahora solo debemos avanzar.

—¿Ya esperabas que esto ocurriera? —pregunta Crusch, con un destello de sorpresa.

—No, no lo sabía. —Miro hacia arriba, viendo los rayos de luz atravesar los árboles—. Simplemente son medidas para tener en cuenta, cosas que ya habíamos considerado en caso de que sucedieran eventos como este. Ya habíamos planeado varias situaciones; usar nuestra reputación para ocultar cosas no es algo fuera de lo común. Puede que estemos traicionando la confianza de aquellos que creen en nosotros, pero no hay otra forma de ganar tiempo.

La noticia será transmitida con prioridad a la capital; debería tomar un día, más los pocos días que Miklotov ha conseguido; deberíamos tener cuatro o cinco días para resolver esto. Eso nos dará tiempo suficiente para prepararnos para el juicio.

Nunca he presenciado uno; esto es algo reservado para los grandes nobles, pero cuando afecta a todo Lugunica... pensar que tendríamos tal importancia.

En menos de un año hemos llegado más lejos que muchas otras grandes ciudades.

—Mi amigo, en verdad, es alguien increíble. —Camino junto a ambas, sabiendo cuál será nuestro próximo paso.

Debo obtener información de la gente del pueblo, saber cómo es Garfield.

El primero paso es conocer al enemigo, las personas del pueblo mantienen una buena imagen de nosotros por la comida y los elementos de la vida diaria. Estoy seguro trasmitirán información.

Me preocupa que la gente sea falsa, pero, estando Crusch aquí nada se puede escapar.

Según lo que me contó Marco, este es el santuario, donde la bruja de la codicia experimentó con ellos. No pueden salir; por lo que la señorita Emilia también está atrapada.

La única forma es superando las pruebas.

Pero yo no puedo hacerlas, Luan no puede hacerlas, Crusch no puede hacerlas, ni siquiera Ram o Rem pueden hacerlas.

Si ninguno de ellos puede, entonces solo queda una persona.

Debo hacer que Garfield las haga.

—La apuesta de Marco dice que la señorita Emilia debe hacerlas, pero, en el estado que se encuentra solo se va a lastimar más, —me duele verle así, por eso creo es la elección correcta—. Garfield debe enfrentar las pruebas, ya que ha sido aceptado por la tumba.

La cosa es que no lo conozco y también que parece odiarme.

Se que ellos sospechan de Marco por su maldición, pero lo importante es que logre convencerlo.

—¿No las hará Emilia? —Crusch me mira sorprendida, como si no estuviese de acuerdo—. Se que se está lastimando, pero, no me parece sea correcto darle una escapatoria.

—La urgencia de la situación lo amerita. —Miro a Crusch a los ojos, y Luan me toma del hombro.

No quiero verla llorar más, no tiene caso, queda un solo intento.

—Creo que… —Luan se detiene al hablar—. Olvídalo.

Crusch parece aceptar a regañadientes, por lo que debemos avanzar.

Llegamos al pueblo, tocando la puerta de la persona que me va a dar la información. Las casas que serían normalmente de piedra ahora son de madera; con un piso de cemento. Frederica envió constructores para remodelar el lugar, todo con la intención de hacer un lugar más ameno para la gente que vive aquí.

Toc, toc.

Un hombre, alto y fornido, con una mirada penetrante que parece querer aplastarte por completo. No puedo evitar sentir miedo, pero, con las mujeres detrás de mí, no hay nada que temer.

Yo podría defenderme, pero es mejor dejárselo a profesionales.

«Jajaja…»

—Señor, soy Otto Suwen, secretario del alcalde de Irlam —anuncio con voz firme, tratando de transmitir la importancia de mi presencia en aquel lugar.

Los ojos del hombre se abren de golpe, como si de inmediato reconociera mi identidad. Una sonrisa se dibuja en su rostro, y ese gesto me relaja ligeramente. Pero antes de poder reaccionar, la puerta se cierra de golpe frente a mí, creando una ráfaga de viento que me hace retroceder.

—¿Qué ha sucedido? —pregunto desconcertado, mientras observo la puerta con sorpresa.

—Parece que no te recibirá con los brazos abiertos —comenta Luan entre risas, pero yo no puedo apartar la mirada de la puerta—. Definitivamente, no estás hecho para esto.

—¡No te burles! ¡Ni siquiera sé qué he hecho para merecer este trato! —exclamo frustrado, consciente de mi mala suerte en situaciones como esta.

—Si quieres, puedo ayudarte —ofrece Crusch mientras toca la puerta, mientras yo permanezco detrás de ella.

El hombre vuelve a aparecer, esta vez con un hacha descansando en su hombro. Su rostro está fruncido, y sus orejas redondas y peludas dan la impresión de que está listo para el combate.

Crusch parece darse cuenta, pero no le da importancia.

—Soy Crusch, comandante del ejército de Irlam —anuncia con un saludo militar, apartando su rifle a un lado.

El hombre la mira, aunque sin demostrar miedo.

Es evidente que nadie aquí reconoce adecuadamente esta arma, pero Crusch solo la muestra para dejar claro que no estamos allí para causar problemas. Crusch entonces hace un movimiento para recargar la recamara, a la vez que expone su maná, solo entonces, el hombre cambia su expresión.

—Marlon —responde el hombre, visiblemente nervioso ante Crusch. Es normal que aquí ya conozcan sobre el ejército, pero depende de si leen el periódico o no.

—Señor Marlon, estamos interesados en hablar con usted, ofreceremos beneficios a quienes colaboren con nuestra investigación —dice Crusch con una ligera sonrisa, logrando que él abra más la puerta.

Los ojos de Marlon se iluminan con codicia, y nos permite entrar.

—Deberían haberlo dicho antes. Pueden pasar sin problema —dice, invitándonos a entrar.

Nos dirigimos hacia una acogedora mesa de madera, donde las sillas parecen haber sido talladas por él mismo, ya que tienen su nombre grabado en el respaldo.

Hago un esfuerzo por contener la risa ante la peculiaridad de su decoración. Marlon toma asiento y nos mira con expresión seria.

—¿En qué puedo servirles? —pregunta, indicándome que es mi turno de hablar.

—¿Señor Marlon, ha tenido algún encuentro con Garfield Tinsel? —mi pregunta hace que él abra los ojos de par en par, sus manos se deslizan debajo de la mesa. Parece que realmente sabe algo.

En este instante, la facción que se niega a abandonar el santuario debe estar tramando algo. Ya había obtenido información sobre sus miembros en una investigación previa que Frederica había solicitado. Marco no podía profundizar en la investigación sin alertar a Roswaal, así que ayudé a Frederica a recabar una lista preliminar.

Sí, fue una buena decisión.

—¿Qué le ocurre, señor Marlon? Somos el ejército de Irlam, nuestras intenciones no son más que auxiliar a la comunidad. Como parte del territorio del marqués, ustedes están bajo su protección. —Sonrío plenamente, colocando mi mano para sobar mi mentón.

Es una declaración clara, aunque él puede verlo como palabras vacías. Sin embargo, debo decirlas.

—Irlam puede ser independiente, pero, aun así, seguimos velando por la seguridad del territorio del marqués Roswaal L. Mathers.

Ahora viene la prueba.

—Cualquier actividad que represente un riesgo para la comunidad debe ser investigada. Por ello, sugerimos que nos comparta lo que sabe... Marlon Uppercart. —Mantengo mi sonrisa, mirándolo directamente a los ojos. Su mira se torna sorprendida, abriendo sus ojos.

Sus manos entonces se ponen en sus piernas, y su mirada se mantiene ansiosa.

El principal carpintero del lugar, parte del grupo que se opone a la liberación del santuario. Es él quien se encarga de reparar las casas, goza de un buen trato y, por supuesto, teme por su empleo si los residentes del santuario son liberados.

O al menos eso creo.

—¿Cómo sabes mi nombre completo? —pregunta, levantándose de la mesa y mirándonos con temor, sus labios y ojos temblando.

Yo lo invito a sentarse, manteniendo la calma y la sonrisa.

—Eso no es relevante en este momento, Marlon. Lo importante ahora es que nos diga lo que sabe sobre Garfield Tinsel. —Señalo a Crusch—. Mi compañera puede detectar sus mentiras, así que evitemos complicaciones.

Crusch sonríe, provocando que el hombre comience a respirar con dificultad. Parece que es alguien realmente importante. Si tiene información valiosa sobre Garfield, será de gran utilidad para nosotros.

—¿Se refiere al joven castaño? —su pregunta me sorprende.

Luan se abalanza hacia él. A pesar de ser el doble de su tamaño, Luan utiliza su maná para derribarlo al suelo. El hombre, atónito, solo puede observar con terror a Luan.

—¿¡Qué le han hecho!? —Luan lo sujeta por la camisa, pequeñas ascuas brotando de su cabello.

—¡Yo! ¡Yo no hice nada! —Marlon intenta soltarse de los brazos de Luan, pero al hacerlo empieza a gritar—. ¡Arde! ¡AHHHGG!

Crusch corre hacia ellos y aparta a Luan, quien parece sorprendida por su propio acto. Luan retrocede y Crusch examina las manos del hombre, para ver que, debido a su pelaje, no hay heridas graves.

Marlon sopla sus manos desesperadamente. Después de unos segundos, Luan se inclina hacia él.

—Me disculpo por mi comportamiento. Me aseguraré de enviar una compensación adecuada.

El hombre asiente temeroso, aparentemente lo suficientemente nervioso como para entrar en conflictos.

—Entonces, háblenos sobre eso —lo insto.

El hombre suspira y muestra unos planos. Se trata de unas esposas de madera entrelazadas con cuerdas.

—Garfield me ordenó que hiciera esto para mantenerlo cautivo. Solo seguí órdenes, pero cuando fui a entregarlo, él me dijo que no era necesario.

—¿No era necesario? —pregunto, desconcertado.

Marlon me mira directamente a los ojos.

—Te contaré todo lo que sé sobre Garfield.

Se levanta y busca en un cajón. Tras unos minutos, coloca una pequeña estatua sobre la mesa.

Es la figura de una mujer joven. Por los detalles meticulosos, puedo ver que se trata de una humana, pero desconozco su relevancia en la historia.

—Es hermosa, una gran obra —comenta Crusch, haciendo que el hombre asienta con la cabeza.

Marlon la admira por unos segundos antes de apartar la mirada.

—La persona a quien amo —dice con suavidad, acariciando la estatua.

Cierra los ojos, como si le costara recordar.

—La madre de Garfield.

Abro los ojos en sorpresa, comprendiendo la situación. Esto explica por qué Frederica me mencionó a esta persona. Ella quería ayudar a Garfield, y parece que esta persona sabe más de lo habitual.

«¿Entonces, por qué aún no ha actuado?»

—¿Garfield es tu hijo? —es una pregunta tonta, lo sé, Luan y Crusch me miran con una expresión decepcionada.

«Me duele la poca confianza que me tienen, jajaja.»

Claramente no comparten las mismas características. El pelaje marrón de Marlon, sus orejas redondas, no son las características que tiene Garfield. Lo hago por otro motivo. Su mirada queda clavada en mí.

Claramente, estoy apelando a su deseo.

—Yo no soy su padre. —Marlon mira hacia el suelo—. Aunque, si me dieran la oportunidad, sería mucho mejor padre que cualquiera.

El resentimiento se escucha en su voz, la forma en que lo dice, claramente la ama aún. La mirada de Crusch confirma que está diciendo la verdad.

—Entonces, ¿Qué le sucedió a su madre? —La pregunta de Luan lo agita, por unos segundos este parece no poder responder, sus labios tiemblan, este acomoda sus manos para volver a levantarse.

Es un hombre grande, fornido, tan imponente que pareciera invencible.

Sin embargo, su mirada tan pesada y triste contrasta con el resto. El arrepentimiento que lleva no parece dejarle vivir. Él va hacia la única ventana de la casa, mirando como si esperara algo.

—Eso fue mi culpa, la razón por la que Garfield no quiere salir. —Aprieto mi puño, tratando de hacer las conexiones respecto a lo que me contó Frederica. Luan y Crusch no dicen nada.

La fría sensación de la cabaña, donde ni siquiera hay una chimenea, me hace helar cada parte de mi piel. Veo la estatua, intentando encontrar una ruta para llegar a Garfield.

—Ella, su nombre es Reala. La madre de Garfield no era una persona muy inteligente, era carismática y, sobre todo, llena de defectos, sin embargo, nunca pudo superar su obsesión. —Por la forma en que se refiere parece saber algo que ni siquiera Frederica sabe.

—Yo… fui el causante de esto, por mis celos, yo. —Las manos de Marlon temblando indica el profundo dolor que siente. Mira hacía la estatua, su mirada parece cargada de arrepentimiento, sus emociones se filtran a través de su ceño fruncido.

Lo que ella significó para él aún lo atormenta.

—Ella fue víctima de varias situaciones desesperantes, su mente ya estaba arruinada, por lo cual ella no actuaba siempre de la mejor manera. —Una olla de té empieza a hacer ruido, interrumpiendo este momento.

Marlon se levanta y empieza a servir varias tazas de té.

—Cuando me enteré de que quería salir del santuario, en busca de la persona que amaba, yo… —Ninguno de nosotros se atreve a hablar, claramente tampoco es que podamos decirle algo.

Él nos sirve las tazas de té, su aroma a flores impregnando mi nariz. Crusch y Luan parecen atentas, pero Luan, puedo verlo en ella: está molesta, parece que la historia no es de su agrado.

Marlon se sienta, mirando el humeante té.

—Era el encargado de hacer las reparaciones a la carroza que la iba a llevar, por lo que decidí hacer que la carroza se dañara cuando sintiera cierto peso. —Una lágrima, de un hombre tan grande, la lágrima viaja por su rostro hasta caer en su taza de té—. El cargamento era menos pesado de lo esperado, por lo que el peso no alcanzó el tamaño adecuado.

Las manos de Marlon tiemblan con creciente intensidad, su voz se quiebra al hablar, como si cada palabra representara un esfuerzo colosal.

—Mis ajustes ralentizaron la carroza; los dragones de tierra son sumamente sensibles. Probablemente advirtió que la carroza no resistiría mucho y optó por mantener una velocidad normal. —Marlon desvía la mirada hacia el techo, dejando escapar un profundo suspiro—. Y para empeorar las cosas… —Marlon nos observa a los tres, con la mirada cargada, las manos apretadas con fuerza—. Un deslizamiento de rocas puso fin al resto. Su mala suerte, su desgraciada vida, llegó a su fin ahí, sin posibilidad alguna de intervenir.

Entonces Garfield sabe que su madre ha fallecido. Además, parece que ella tenía la intención de abandonarlos. Como si no importaran, o quizás como consecuencia del abuso que sufrió.

«¿Por qué las personas cometen actos tan atroces?»

Tanto Marlon, como aquellos que perpetraron ese acto contra la madre de Frederica, como la madre misma.

Si tengo algo que decir, sería:

—Parece que tienes más información. —Luan mira fijamente a Marlon, su presencia disipa por completo el frío del ambiente—. Hay algo que no nos has dicho, puedo percibirlo en ti.

Marlon sonríe, manteniendo la mirada firme en la de Luan.

—Ella sobrevivió, pero como una expiación, decidí permitirle cumplir su sueño y desconectarse por completo de sus hijos.

—¡Maldito! —Luan estrella su puño contra su rostro con todas sus fuerzas, haciendo que el hombre retroceda y caiga de su silla.

El calor se intensifica, y Luan se acerca a Marlon con más furia que nunca. Crusch intenta detenerla, pero ella la esquiva; su cabello comienza a teñirse de carmesí, chispas brotan de él y caen sobre la madera, provocando pequeñas quemaduras.

Luan está realmente furiosa ahora. Ella fija su mirada en el rostro sonriente de Marlon, y yo no puedo evitar hacer lo mismo. Es la misma mirada que Marco Luz tenía cuando Garfield lo arrojó al suelo.

—He cometido atrocidades. —Marlon escupe sangre al suelo—. Mi pecado es algo que he estado pagando todo este tiempo. Sé que llegará el momento de enfrentarlo…

—¡Has arruinado la vida de esos niños! ¡Has destrozado la vida de Frederica y su hermano! —Luan extiende sus brazos, su cabello ahora completamente carmesí—. ¡Era su madre! ¡Estaba llena de sufrimiento!

Luan, quien ha perdido a todas las personas que amaba, siempre ha sido sensible a estos temas. Marco me contó que aún se desconoce el paradero de su madre.

Observo mis manos, reflexionando sobre cómo calmar la situación.

—¡Lo sé! ¡Sé que estuvo mal! —Marlon se levanta, abriendo las ventanas para dejar entrar el viento fresco—. Yo… sé que debería haberlo dicho, pero fue por su bien.

Me pongo de pie de golpe. Luan me mira directamente a los ojos, a pesar de su calor abrasador, me acerco a ella.

No puedo tocarla, pero puedo acercarme. Me coloco frente a ella; siento cómo mi piel se está quemando. Luan es fuerte, sus emociones son intensas y nunca teme expresarlas. Es alguien a quien admirar, pero también tiene sus propios conflictos.

—Mientras ella esté viva, aún hay esperanza. —Le sonrío, intentando calmarla.

Soy aquel que a menudo es objeto de burla, sin embargo, no me afecta en lo más mínimo siempre y cuando se me tome en serio cuando la ocasión lo amerita.

Esta dualidad, lejos de ser una carga, es mi firmeza, mi esencia misma.

Mientras tanto, el tumulto emocional de Luan comienza a desvanecerse, como las olas que retroceden tras una tormenta, dejando tras de sí la calma en su cabello.

—Sé que eres alguien de gran corazón, pero si te dejas afectar por él, entonces no tomarás buenas decisiones —comenta Crusch, acercándose también a Luan.

Ante estas palabras, Luan, sorprendida, contiene su furia y retorna a su asiento. Marlon, por su parte, permanece sereno en el suelo, su sonrisa imperturbable ante el mundo. Conozco bien la fuerza extraordinaria de Luan, pero verla derribar a Marlon con tanta facilidad, un hombre de imponente estatura.

«Nunca la molestaré más de la cuenta, jejeje.»

En tanto, Marlon se levanta.

Por ahora solo tengo esta información, por lo que debo actuar con ella.

Comprender la resistencia de Garfield a liberar el santuario es vislumbrar el miedo que anida en lo más profundo de su ser.

Desde su infancia, ha concebido un mundo exterior hostil, una prisión invisible que lo retiene en su interior. En este momento, su temor eclipsa cualquier otra consideración.

—El chico piensa que su madre murió, o quizás, sabe que sobrevivió, pero no lo acepta —explica Marlon mientras se levanta, señalándonos la salida—. Creo que ya pueden entender por qué se niega a liberar el santuario, por qué está en contra.

«Miedo.»

—Toda su vida ha pensado en lo hostil que debe ser el mundo exterior. Y tiene razón al pensarlo, pero en este momento eso no importa —añado.

Marlon, con su semblante grave y sus manos apretadas, ofrece su genuino arrepentimiento, una ofrenda de redención. Pero las palabras de Luan, cargadas de la autoridad de quien ha sufrido y sobrevivido, cortan como un rayo en la noche.

—Tú no tienes derecho a verla —declara Luan, levantándose y saliendo de la casa.

Suspiro con resignación, pero también con una sonrisa sincera que emerge de lo más profundo de mi ser.

—Deberás responder por lo que has hecho. Espero que puedas encontrar lo que buscas — Extiendo mi mano hacia Marlon, en un acto de aceptación y de exigencia de responsabilidad.

—Gracias... —responde Marlon, tomando mi mano y apretándola con intensidad.

Crusch, Luan y yo salimos de la casa. El sol invade mi visión, sus rayos penetran mi piel mientras la delicada brisa acaricia todo mi ser.

Continuamos preguntando a cada persona que encontramos, pero la información comienza a volverse irrelevante. Aunque las personas conocen a Marlon, parece que no saben más allá de su imponente fuerza y destreza con la carpintería.

El atardecer se aproxima rápidamente, así que debemos apresurarnos. Necesito reflexionar; ahora que conozco lo que está en la mente de Garfield, debo encontrar la manera de abordarlo.

Hay una pieza crucial que falta: la ubicación de la madre de Garfield. ¿Sigue viva? ¿En qué condiciones se encuentra? ¿Cuál fue la razón que la llevó a alejarse?

—Si alguien sabe, es probable que se trate de esa persona. —Señala Crusch hacia la cabaña donde se encuentra él. Roswaal. Dudo que sea alguien tan descuidado, que pierda la oportunidad de manipular a alguien para cumplir sus planes.

¿Y si fue el causante de lo que le sucedió a su madre? Según lo que tengo entendido, su alma tiene cuatrocientos años de existencia.

Para esta fecha, debe tener contactos y redes de información extendidas por todo Lugunica y los otros países. Tiene todas las cartas a su disposición para cumplir su meta.

Es hora de que hable con Roswaal a solas, pero me da miedo. Él es mucho más fuerte que los tres juntos, y no quiero arriesgarlas. Además, él debe saber sobre la bendición divina de Crusch.

Mis manos y piernas tiemblan; mi corazón late con fuerza pidiéndome que huya. Siempre he sabido cuándo intervenir y cuándo no, pero ahora no es momento de pensar en mí. Mis amigos me necesitan, mi mejor amigo me necesita.

Debo hacerlo, para que todos salgamos de aquí con una sonrisa. Y para eso… Hay una persona que necesito a mi lado.

—Crusch, tenemos que hablar —digo, decidido.

Alguien que nos ayudará a darle la vuelta a esta situación. «Necesito convencer a Ram de confrontar a Roswaal