Muy buenas tardes, espero estén muy bien, muchas gracias por estar al pendiente de cada actualización de esta historia que está muy cerca de concluir.
Les recuerdo que los personajes no me pertenecen, sin embargo la historia es completamente de mi autoría, NO es para menores de edad, ni para personas sensibles al tema adulto.
GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN.
DESTINO
CAPÍTULO 45
Los ojos de Elroy se abrieron con ansiedad, su respiración era agitada, el medicamento hacía efecto con lentitud, sin embargo las ganas de conocer al pequeño niño de Anthony la hacían sentirse con la fuerza suficiente para poder sentarse. Candy la ayudó junto con Archie, mientras Anthony se detenía frente a ella sin soltar a su hijo.
-Alexander… - Dijo Elroy con los ojos nublados por las lágrimas. La inocencia de Alexander lo hizo sonreír con ternura.
-¿Tú también eres mi abuela? – Preguntó con madurez y con una ternura característica de la que tenía su padre a su edad. Aquella voz y aquella chispa de inteligencia llenó a Elroy de orgullo y felicidad.
-También soy tu abuela… - Dijo Elroy con el corazón latiendo de felicidad.
Alexander caminó hasta ella una vez que Anthony lo había soltado de su agarre. Los rizos de Alexander se movían y con una gran sonrisa se acercó a ella, teniendo esta vez cuidado de no arrojarse con el mismo entusiasmo que lo hacía con sus otros abuelos.
-Eres perfecto… maravilloso… muy hermoso... - Le decía mientras con sus manos temblorosas agarraba su rostro y lo besaba en la frente repetidamente. Elroy observaba detenidamente el rostro de Alexander, encontrando obviamente el gran parecido con Anthony, pero también las similitudes que veía de Candy, como las pecas y los hermosos rizos que bailaban con ritmo cuando se movía. Anthony pensó por un momento que lo enviaría a engomarse el cabello para que luciera bien peinado, pero eso no sucedió. – Gracias… - Dijo Elroy a Anthony.
-Candy me convenció… - Dijo el rubio queriendo darle el crédito a Candy, porque él sabía que si no hubiera sido por ella, jamás lo hubiera aceptado.
-Lo sé… - Dijo Elroy mirando a su nieto a los ojos, sabía bien que a pesar de que Anthony era un ser noble y bondadoso, ella lo había llevado al límite de esa nobleza y bondad. – Gracias Candy… - Dijo la mayor derramando una lágrima de arrepentimiento.
-No se esfuerce. – Dijo Candy al ver que la mujer quería hablar. Ella le sonrió agradecida, era un gran esfuerzo el que estaba haciendo. – Descanse, le hará bien. – Dijo Candy observando que la mujer se veía realmente agotada. Ella asintió y giró su rostro hacia Alexander, quien le sonreía con una alegría que contagiaba.
-¿Estarás aquí mañana? – Preguntó Elroy con nostalgia. Alexander miró a su mamá y a su papá y antes de que dieran su autorización respondió.
-Sí… - Respondió con emoción, acercándose a la vieja Elroy para darle un beso en la frente. Aquella acción provocó que Elroy comenzara a llorar por primera vez de felicidad, frente a sus nietos y bisnieto.
Candy caminó con Archie y Anthony a la salida, quería hablar con ellos con respecto a la salud de la tía abuela.
-¿Cómo se encuentra? – Preguntó Anthony, porque él podía ver que se veía muy mal, mucho más decaída que como la había encontrado a su llegada.
-Creo que la señora Elroy se ha descuidado en la toma de sus medicamentos. – Dijo Candy segura que así era, porque las indicaciones de la receta no coincidían con la cantidad de comprimidos que había.
-¿Estás diciendo que no ha tomado su medicina? – Preguntó Archie sorprendido.
-Tal vez es porque no tiene la suficiente fuerza para hacerlo. – Dijo Candy intentando responder la pregunta. - ¿No tiene a alguien responsable de ella? – Preguntó mirando a Anthony y a Archie, ambos acababan de llegar, sobre todo Archie y ninguno tenía esa información.
-La verdad no lo sé, antes de que el tío Albert desapareciera él era el único que vivía a su lado. – Dijo Archie con cierta culpa, recordando que jamás se le había ocurrido volver a Chicago para acompañarla en la búsqueda del patriarca.
-Es necesario que tenga a una enfermera que la cuide. – Dijo Candy con la intención de ofrecerse a cuidarla mientras encontraban a alguien que pudiera hacerse cargo de ella. – Yo podría…
-No… - Dijo Anthony de inmediato. Candy lo miró confundida. – Pecosa, la tía abuela no se portó bien contigo… - Dijo el rubio sin querer que Candy se sintiera obligada a cuidarla, tan solo por ser su tía. Candy sonrió a Anthony con ternura, sabía que su intención era protegerla, no prohibirle algo.
-No sería la primera vez que cuido a un paciente complicado. – Le dijo con una sonrisa tierna. Anthony la miró fijamente a los ojos, sabía que ella ya lo había decidido.
-Candy, yo estaría feliz de que lo hicieras. - Dijo Archie también creyendo que los cuidados de Candy serían perfectos para la matriarca.
-Solo debo hablar con Annie… - Dijo la rubia pensando en su hermana. Archie se estremeció al escuchar el nombre de la diseñadora. – No me gustaría que se quedara sola, sin Albert cerca… - Dijo una vez más la joven enfermera.
-Podríamos pedirle que se quedara con nosotros. – Dijo Archie un tanto nervioso. Anthony y Candy lo observaron con perspicacia.
-No creo que acepte. – Dijo Candy segura de que Annie se negaría a ir con ella. Archie guardó silencio, reprochándose a sí mismo por haber tenido una idea tan absurda, era lógico que Annie no quisiera estar cerca de él.
Anthony y Candy salieron junto con Alexander al departamento de la rubia. Archie se había quedado a vigilar por lo pronto el sueño de Elroy, porque a pesar del cansancio que tenía, sabía que la matriarca no podría quedarse toda la noche sin atención confiable.
-¿Estás segura de esto? – Preguntó Anthony a Candy, quien estaba un tanto renuente a que Candy se encargara de la tía abuela.
-Necesito pedir permiso en el trabajo. – Dijo Candy segura de que debía hablar con el director Leonard y el doctor Clayse.
-No quisiera que tuvieras problemas en el hospital. – Dijo Anthony dispuesto a que Candy no perdiera su trabajo, sabía que se había esforzado para ser una gran enfermera y que amaba su trabajo. Candy le sonrió con ternura, amaba que él se preocupara en todos los aspectos por ella.
-Mañana hablaré con ellos. – Dijo decidida. Anthony besó sus labios con ternura una vez más.
Llegaron al departamento y Annie ya se encontraba en el lugar, la cena estaba lista y Candy se apenaba porque la joven siempre se preocupaba por que estuvieran alimentados.
-Buenas noches, Annie. – Dijo Candy acercándose a ella para abrazarla.
-Buenas noches, Candy. – Respondió Annie con una linda sonrisa. - ¿Cómo está Albert? – Preguntó interesada en la salud de Albert.
-Mañana lo dan de alta. – Respondió Anthony con una sonrisa.
-Me alegro. – Dijo Annie sincera.
-Annie… - Dijo Candy con cierta pena en su voz. Annie puso atención al rostro de Candy.
-No te preocupes, Alexander puede dormir en mi habitación de nuevo. – Dijo la ojiazul con la creencia de saber lo que Candy hablaría con ella.
-¡Pero yo quiero dormir con mi papá! – Exclamó Alexander con impaciencia. Candy se puso de todos colores al escuchar a Annie y a su hijo.
-¡No…! – Dijo avergonzada, mientras Anthony agradecía a Annie con la mirada y sonreía a su dulce Candy. – No es eso de lo que quiero hablar… - Dijo nuevamente la rubia sin perder el rubor de su rostro. Annie sonrió tímida también. Anthony y Alexander entraban a la habitación para darles privacidad.
-¿Qué sucede Candy? – Preguntó Annie una vez que había pasado el bochorno.
-Annie, lo que sucede es que la tía abuela de Anthony está muy grave. – Dijo la pecosa sin andar con muchos rodeos. Annie la miraba esperando que continuara, sabía que Candy tenía ya una solución al respecto. – Y necesita a una enfermera que la cuide. – Decía la rubia nuevamente. Annie sonrió al imaginar lo que diría.
-Candy, pero esa señora te trató muy mal. – Dijo Annie pensando lo mismo que Anthony. Candy sonrió con su habitual sonrisa.
-Recuerda lo que la señorita Ponny y la hermana María nos han enseñado. – Dijo Candy con tranquilidad. Annie asintió, era verdad que las habían enseñado a perdonar, pero también era verdad que aquella mujer se había ensañado mucho con su hermana.
-Lo sé Candy… eres muy buena. – Dijo Annie con una sonrisa.
-Lo que quiero decirte es que tal vez tendré que quedarme por las noches cerca de ella… - Dijo nuevamente ante el desconcierto de Annie. - ¡En lo que busco quien puede cuidarla por las noches! – Dijo de inmediato la rubia, no quería que Annie pensara que la dejaría sola por mucho tiempo. Annie sonrió agradeciendo su preocupación.
-No te preocupes Candy, yo entiendo. – Dijo Annie segura que ella podría quedarse sola por un tiempo, después de todo las últimas semanas se la había pasado la mayor parte del tiempo en la casa de modas.
-Archie sugirió que tal vez podrías quedarte en la mansión… - Dijo Candy con timidez, sabía que eso era una tontería pero ella se sentiría más segura si no estuviera sola.
-¿Archie? – Preguntó Annie confundida, jamás se imaginó que él pudiera preocuparse por su seguridad.
-¡Lo sé! – Dijo Candy con nerviosismo. – Pero no te preocupes, Anthony y yo le dijimos que tú no estarías dispuesta a hacerlo, ¿Verdad? – Preguntó un poco esperanzada de que aceptar aquella idea disparatada.
-Por supuesto que no. – Dijo Annie sin saber cómo sentirse, si ofendida porque creyera que no sabía cuidarse o halagada por su preocupación. – Además Wilberth podría molestarse. – Dijo Annie intentando ocultar su nerviosismo.
-¿Ya hablaste con él? – Preguntó Candy, creyendo que el mal entendido cualquiera que hubiese sido ya estuviera aclarado.
-Aún no… - Dijo Annie con cierta nostalgia, jamás habían estado tanto tiempo molestos entre sí. – Pero no quiero malos entendidos. – Dijo una vez más la joven, convencida de que Wilberth podría mal interpretar la preocupación o lo que fuera que Archie estuviera demostrando.
-Tienes razón. – Dijo Candy con una sonrisa más animada. – Pero tampoco me gustaría que te quedaras sola. - Dijo la rubia sintiéndose culpable porque Annie siempre había estado a su lado y jamás la había dejado sola, incluso había dejado su casa de modas en Nueva York cuando salió huyendo a su lado.
-No te preocupes Candy, solo serán unos días. – Dijo Annie animando a la rubia. – Además, pronto te casarás con Anthony y sabemos que esto tenía que ser así. – Dijo con una gran sonrisa y a la vez conmovida por alejarse de ella. Candy sintió que su corazón se estrujó.
-Me siento culpable… - Dijo Candy mirándola a los ojos. Annie la miró sin comprender. - Tú siempre pospusiste tu compromiso con Wilberth para no dejarnos solos a Alexander y a mí. – Dijo tomando sus manos para agradecerle ese cariño tan profundo que tenía por ellos.
-No te sientas culpable, Candy. – Dijo Annie respirando profundamente, tal vez era necesario que le dijera que ese no había sido el único motivo por el cual había rechazado a Wilberth. – Wilberth siempre ha actuado extraño… - Dijo con timidez.
-¿Extraño? – Preguntó Candy, imaginándose que tenía que ver algo con lo que Albert le había dicho un día, ya que Wilberth jamás había intentado involucrarse más allá de un saludo con ella o para conseguirla de pareja para alguno de sus amigos. - ¿En qué forma? – Preguntó Candy con recelo.
-Él insistió en que le diera un adelanto… - Dijo la ojiazul en voz baja, cuidándose de que Anthony no escuchara. Candy apretó los dientes recordando que Annie ya se lo había mencionado. – Y cuando me negué se molestó conmigo, además cuando le dije que había regresado el papá de Alexander no quiso hablar de un compromiso. – Dijo avergonzada. Candy levantó la ceja molesta, sintiendo aún más desconfianza de la que tenía anteriormente por ese joven.
-¿Estás segura, Annie? – Preguntó Candy con molestia en su voz. Annie asintió.
-Él dijo que porque tenía que hablarlo con sus padres, que yo tenía mucho tiempo negándome que ellos ya no esperaban que se comprometiera, pero después me puse a pensar que solamente conozco a su hermana y jamás me ha presentado con sus padres. – Dijo Annie pensativa, no quería que Candy se enfrentara a Wilberth, pero tampoco quería mentirle.
-¿Temes que ellos no estén enterados de su relación? – Preguntó Candy segura que a ella también le parecía extraño. Annie asintió.
-No lo sé… es solo que me parece extraño. – Dijo Annie un tanto impaciente, no quería creer que fueran ciertas sus suposiciones solo por el hecho de haber vuelto a ver a Archie, cuando sabía que entre ellos las cosas no funcionaban y con Wilberth llevaban tres años de relación, de no ser por la insistencia de que le diera la famosa "prueba de amor" podría decir que no había más problemas entre ellos.
-Bueno, ya no te preocupes por eso, después hablarás con él. – Dijo Candy intentando tranquilizarla, sabía que con todo el trabajo que tenía y la presión por su relación no tendría cabeza para más. – Es mejor que descanses y mañana vemos lo que haremos. – Dijo la rubia intentando sonreír. - ¡Oh ya sé! – Dijo de pronto asustando a Annie, quien brincó de pronto y Candy tapó su boca al recordar que Anthony y Alexander estaban en la habitación. Annie rió por lo bajo. - ¿Por qué no te quedas estos días con Cassie, pronto llegará a la ciudad y se quedarán en casa de sus padres? – Preguntó Candy recordando la llegada de Cassie y Julieta, además de que el padre de ella siempre habían insistido porque las dos vivieran en su mansión, así Wilberth no seguiría presionando tanto a Annie.
-Tendría que pensarlo. - Dijo Annie recordando que el motivo por el cual no se habían ido a vivir a la mansión de los Britter, era por la señora Britter, quien después de tantos años aún seguía sin gustarle que su marido continuara apoyando al par de hermanas de Ponny.
-Lo sé… - Dijo Candy con una sonrisa de lado.
Candy entró a su habitación y encontró a Alexander profundamente dormido. Anthony le sonrió al ver que su rostro delataba preocupación.
-Estaba muy cansado. – Dijo Candy al ver a su vástago dormir a pierna suelta.
-Fue un día lleno de muchas emociones. – Dijo Anthony besando los labios de la rubia, quien se aferró a su cuello fuertemente. - ¿Qué sucede pecosa? – Preguntó mientras sobaba su espalda para minimizar la tensión.
-Me preocupa Annie. – Dijo Candy cerrando sus ojos, dejándose llevar por aquella sutil caricia. Anthony levantó su mentón y besó sus labios.
-No es necesario que te quedes por las noches. – Dijo Anthony imaginando que la preocupación de Candy era por dejarla sola por las noches.
-No es por eso… - Dijo Candy aclarando de inmediato.
-¿Entonces? – Preguntó el rubio sin dejar de ver a los ojos a su amada pecosa. Candy lo miró enamorada perdiéndose en ese par de hermosos ojos azules que poseía.
-Creo que Wilberth únicamente está jugando con ella. – Dijo Candy con preocupación.
-¿Qué te hace pensar eso? – Preguntó Anthony también preocupado por ello.
-Bueno, Albert me hizo notar que él nunca entraba al departamento, sino que siempre espera y deja a Annie en la puerta del Magnolia. – Anthony la escuchaba atento, él también estimaba mucho a Annie y no quería que sufriera nuevamente por amor. – Además que ella me comenta… - Dijo Candy pensando si podría hablar de ello con Anthony.
-¿Te comenta…? – Preguntó Anthony queriendo minimizar la preocupación de la rubia.
-Que él evadió el tema del compromiso al mencionarle que tú habías regresado. – Dijo la rubia, evitando comentar que Wilberth había insinuado más de una vez que quería una prueba más real del amor que Annie decía sentir por él. Anthony se quedó muy pensativo. - ¿Qué piensas? – Preguntó ahora la rubia.
-Candy… - Dijo Anthony un poco inquieto, él conocía de antes a Wilberth, pero quería pensar que después de tantos años había cambiado un poco su manera de ser. – Yo conocí a Wilberth hace unos años. – Dijo mirando a la rubia, quien lo miraba atenta a lo que tenía qué decir. – Él y Archie se podría decir que eran amigos… - Dijo una vez más con pena. Candy se sorprendió con aquella revelación que le hacía el rubio.
-¿Amigos? – Preguntó Candy sorprendida.
-Algo así… - Dijo Anthony sin poder asegurar que así había sido. – Eran tan solo unos adolescentes cuando se dieron cuenta de la atracción que tenían entre las chicas. – Dijo sin querer mencionar algo que pudiera ofender a Candy. Candy abrió los ojos sorprendida, comprendiendo lo que quería decir.
-Era un mujeriego. – Dijo Candy segura de que era lo que Anthony quería decir, además si se fiaba en la manera en la que Archie se comportaba en el pasado.
-Como te digo eran solo adolescentes, hace mucho que no lo veo o tengo trato con él. – Dijo una vez más el rubio. Candy lo miró sin quitar esa mirada de angustia.
-Annie sufrió con lo de Archie, pero se obligó a ser fuerte por Cassie, especialmente por mí y por Alexander. – Reconoció Candy que Annie había aguantado su pena para ayudarla a ella a salir adelante, insistiendo que lo que ella había padecido no era nada comparable con lo que le había sucedido a la pecosa.
-Lo sé, por eso no me gustaría que volviera a sufrir por alguien que tal vez no valga la pena. – Dijo Anthony suspirando.
-¿Qué vamos a hacer? – Preguntó Candy con preocupación. Anthony besó su frente intentando calmarla.
-Por lo pronto estar con ella, cuidarla y hacerle ver lo valiosa que es. – Dijo Anthony seguro de corresponder a lo que Annie había hecho por su mujer y su hijo. Candy sonrió agradecida al rubio besando sus labios.
Anthony correspondió al beso apasionado de Candy, acariciándola por la espalda mientras ella se aferraba con necesidad a su cuello, dejándose llevar por ese amor que ambos tenían y que una vez más comenzaba a desbordarse, sin embargo tener al pequeño ciclón que yacía dormido sobre la cama los hizo contener la pasión que amenazaba con salir a flote.
A la mañana siguiente Candy salió rumbo al hospital en compañía de Anthony y Alexander, mientras Candy comenzaba con sus labores aquella mañana, Anthony y Alexander estaban en la habitación de Albert esperando que lo dieran de alta.
-¡Candy! – Se escuchó el grito de alguna compañera que al ver a Candy junto a Anthony necesitaba averiguar más acerca de ello.
-¿Qué sucede Judith? – Peguntó Candy al ver que la joven se acercaba de manera misteriosa.
-¿Quién es el chico con el que llegaste? – Preguntó rápidamente.
-¡Es verdad Candy, es hermoso! – Dijo Eleanor mientras juntaba sus manos en señal de estar ilusionada.
-¡Basta chicas, la atosigan! – Dijo Nataly al ver que las otras dos jóvenes estaban impacientes por saber, lo mismo que ella.
-Deberían volver al trabajo. – Dijo Flammy quien se molestaba porque solo las veía perder el tiempo y no dejaban a Candy avanzar con su trabajo.
Una vez que Flammy salió de la sala de enfermeras, las chicas volvieron a acercarse a Candy para conseguir información acerca del chico guapo que llegaba con ella y su hijo.
-Vamos Candy… - Dijo Judith impaciente. - ¿Quién es él? – Preguntó sentándose junto a ella.
-Él es Anthony… - Dijo Candy ya para que las chicas dejaran de acorralarla.
-¿Anthony? – Preguntó Nataly recordando de inmediato que así se llamaba el padre de Alexander. - ¿El padre de Alexander? – Preguntó emocionada.
-¡Jamás dijiste que era tan guapo! – Dijo Eleanor con cierta envidia en su voz.
-¡Si lo dijo! – Advirtió Nataly al recordar que alguna vez lo había mencionado pero que ellas no lo habían creído.
-Sí pero no pensamos que tanto. – Dijo Judith con la misma picardía que incluían los comentarios de las demás.
-Y dime Candy… ya comenzaron la fabricación de otro muñeco como Alexander. – Dijo Nataly con picardía y travesura.
-¡Nataly! – Dijo Candy con vergüenza, a ella siempre le daba pena que sus compañeras hablaran tan libremente de lo que hacían con sus novios.
-¡Oh vamos Candy! – Dijo Eleanor quien también quería saber. El rostro de Candy se puso tan rojo que no pudo evitar que su gesto la delatara.
-¡Bien Candy! – Gritó Judith con emoción. – Ahora te recomiendo que hagas… - Dijo acercándose al oído de la rubia, quien de inmediato se puso de todos colores al escuchar el consejo tan atrevido que había escuchado de la joven.
-¡Judith! ¡Pero cómo se te ocurre! – Dijo Candy apenada, cubriendo su rostro a medias mientras las chicas comenzaban a reír, ellas sabían que Candy era muy inocente a pesar de que ya tenía un hijo.
-¿Pero qué tiene de malo? ¡Te aseguro que a ellos les encanta! – Dijo la joven sin tapujos, mientras entre sonrisas tímidas de Candy las demás se daban vuelo con los consejos tan atrevidos que sabían de aquel arte.
Cuando terminó el turno de Candy, fue a hablar con el director Leonard para así solicitar el permiso que requería, una vez que lo había obtenido se fue hasta la habitación de Albert, donde ya estaba a punto de ser dado de alta.
-Candy. – Dijo la doctora Kelly. – Quiero que estés al pendiente de la evolución de Albert. – Dijo con seriedad. – Sé que estarás trabajando un tiempo en su hogar, así que sería bueno que estuvieras también al pendiente de él. – Dijo esto último más a modo de petición que de orden.
-Pero ya me siento bien. – Dijo Albert seguro de que así era.
-Lo sé. – Dijo Kelly. – Pero las primeras semanas puedes presentar mareos, intensos dolores de cabeza y hasta náusea o vómitos, si esto llega a pasar hay que regresar de inmediato al hospital. – Dijo la doctora, demostrando que estaba muy preocupada por él.
-No se preocupe doctora, yo estaré pendiente también de él. – Dijo Candy para tranquilidad de la doctora. – También sería bueno que usted de repente fuera a verlo. – Dijo la rubia con travesura, travesura que Anthony y Stear habían captado, sin embargo tanto Albert como Kelly pensaron que no estaba de más aquella sugerencia.
Annie se sorprendió de la repentina llegada de Wilberth y que todo el fin de semana se había desaparecido, había llegado a la hora a la que Annie regularmente salía, sin embargo la pelinegra debía quedarse más tiempo a trabajar.
-Estaré adentro por si me necesitas. – Dijo Marie dejándola a solas con su novio. Annie asintió agradecida.
-Pensé que tampoco vendrías hoy. – Dijo Annie con tranquilidad, continuando con el bordado que tenía que hacer para el vestido de Elisa.
-No sabía que habías trabajado todo el fin de semana. – Dijo simplemente Wilberth. Annie no dijo más, él sabía bien que cuando tenía algún pedido especial trabajaba todos los días sin descanso. – Annie, no quiero estar enojado contigo… - Le dijo buscando la mirada de la joven.
-Yo tampoco Wilberth. – Dijo Annie con un profundo suspiro, era verdad, no le gustaba estar enojada con él. Wilberth sonrió triunfante y se acercó a ella de manera melosa. Annie se puso de pie algo nerviosa, sin embargo se dejó besar por su novio.
Los besos de Wilberth cada vez eran más intensos, y Annie aunque al principio se resistió porque estaban en la recepción de la casa de moda, después de unos minutos se dejó llevar por la pasión que demostraba su novio.
-Buenas tardes. – Se escuchó la voz de una mujer. Annie y Wilberth se separaron casi de inmediato, sin embargo al ver que era la hermana de Wilberth, Annie a pesar de estar apenada se relajó un poco.
-Hola Samantha. – Dijo la diseñadora con amabilidad.
-Hola…, no sabía que estabas aquí. – Dijo Samantha con una mirada de desafío a su hermano.
-Este sí… - Dijo el joven con nerviosismo. – Vine a ver a Annie un momento. – Dijo Wilberth buscando evitar que Annie se diera cuenta de las miradas de reproche que se dirigían donde uno intentaba correr a su hermana y la otra cuestionaba el que estuviera ahí a esas horas.
-Aquí tengo tu vestido. – Dijo Annie recibiendo de Marie la prenda, segura que había terminado con el encargo de la joven. Samantha revisó el vestido minuciosamente y después de haberlo inspeccionado giró su rostro hacia Annie.
- ¿Segura que es exclusivo? – Preguntó la joven con cierto desdén en su voz. Annie sintió que le jalaron los cabellos de la nuca y sostuvo el aliento para no hablar de manera imprudente, al ver que su novio le hacía señas indicando que su hermana estaba loca.
-Puedes buscar en las demás casas de moda, ahí te darás cuenta que no hay ninguno con la calidad y la elegancia que tienen mis diseños. – Respondió Annie un tanto indignada, pero intentando sonreír amablemente.
-Bien. – Dijo Samantha con cierto fastidio. – Mañana envío a mi administrador para que te pague. – Dijo indicando a Marie que le guardara el vestido. Marie retuvo el aire molesta al ver la actitud de la mujer.
-No te preocupes, Wilberth me había dicho que te regalaría el vestido, así que él hará el pago. – Dijo Annie de pronto, no estaba dispuesta a regalar una vez más su trabajo, mucho menos por la premura con la que había tenido que trabajar.
-Muy bien… - Dijo Samantha mirando a su hermano y sonriéndole agradecida. Wilberth observó a Annie porque sabía que no era cierto lo que había dicho.
Cuando Samantha salió de la casa de modas, Wilberth se acercó a ella y Marie volvió a desaparecer.
-¿Qué fue todo eso? – Preguntó Wilberth con curiosidad.
-Nada… - Respondió Annie con tranquilidad. – Lo que sucede es que tu hermana siempre viene a última hora por un diseño, siempre dice que lo pagará y cuando viene el administrador envía solo el pago que ella considera prudente, pero te aseguro que no es ni la mitad de lo que sale un vestido de la calidad y los materiales con los que yo trabajo. – Dijo mirando a su novio con determinación. – Por eso me alegro que te hayas ofrecido a pagarlo, hasta parece que no es alguien de dinero. – Dijo mencionando esto último como un comentario al azar.
-¿Cómo se te ocurre? – Preguntó Wilberth ofendido. – Mi hermana es una de las mujeres más ricas de la ciudad, su esposo está en un buen nivel económico, debe de ser por la relación que tenemos al considerarte casi una hermana. – Dijo intentando justificar a su hermana.
-Pues Candy es mi hermana y ella jamás me pagaría algo a medias demeritando mi esfuerzo y mi trabajo. – Dijo una vez más mirándolo de frente.
-Está bien, está bien, no te preocupes yo te pago todo y sin descuento. – Dijo Wilberth con una media sonrisa, sacando de su bolsillo la chequera. - ¿Cuánto es? – Preguntó tranquilamente. Annie estuvo a punto de decirle que así lo dejara, sin embargo desde la puerta que separaba el taller de trabajo de la exhibición, Marie la miraba negándole para que no lo hiciera.
Annie dijo la cantidad que creía era acorde a su trabajo y Wilberth se escandalizó, sin embargo hizo el cheque por la cantidad que había solicitado.
-Es caro mantener a una dama… - Dijo con cierto sarcasmo en su voz.
-Lo bueno que tu futura esposa no tendrá que batallar por la ropa. – Dijo Annie con una sonrisa mientras guardaba en la caja fuerte el cheque que le había dado su novio. Wilberth carraspeó un tanto incómodo por el comentario de la diseñadora.
-Tienes razón… - Dijo sonriéndole una vez más coqueto.
Una vez que extendió el cheque a su novia, se acercó a ella de manera sensual, abrazándola en cuanto Annie guardaba el cheque. Marie volvió a su lugar de trabajo, no quería incomodar, pero sabía que debía estar alerta después de lo que Annie le había confesado.
-Wilberth, por favor… - Decía Annie un tanto incómoda al sentir todo el cuerpo de su novio pegado a su espalda. – Marie está en la habitación de enseguida. – Decía mientras el chico acariciaba su cintura aferrándola a él.
-No pasa nada… - Dijo Wilberth sin hacer mucho caso de lo que decía su novia, así que comenzó a besar la mejilla de Annie y después pasó a acariciar el lóbulo de su oreja. Annie gimió levemente, no podía evitar que la pasión comenzara a bullir por su cuerpo. Wilberth sabía que era cuestión de tiempo, se había dado cuenta que las caricias entre ellos se habían hecho más intensas pero no le era suficiente para el tiempo que tenía para su compromiso. – Me gustas Annie… - Le dijo sin dejar de besar ahora su cuello.
-Wilberth… - Gimió Annie con timidez, mientras Wilberth la giraba hacia él para tomar sus labios de frente.
Cuando Annie sintió que la mano de su novio bajaba hasta sus glúteos pegó un leve salto, la había tomado desprevenida y eso la hacía sentir incómoda.
-Wilberth… alguien puede venir. – Le dijo Annie como excusa para que la soltara, no quería volver a disgustarse con él.
El chico caminó hasta la entrada principal y Annie sintió cierto alivio, pero al mismo tiempo culpa por haber provocado que se fuera nuevamente, sin embargo para sorpresa de la diseñadora el chico cerró bajo llave la puerta y bajó la cortina para evitar que las personas pudieran verlos.
-Wilberth… Marie está al lado… - Dijo Annie con nerviosismo al ver que su chico se acercaba amenazante.
-Shhh… no pasará nada… - Le dijo dándole la confianza a Annie que no se encontraba sola y de que su novio no se atrevería a más que unos cuantos besos y caricias, aquel pensamiento la relajó e hizo permitir que Wilberth se acercara a ella.
Wilberth sonrió una vez más victorioso, sabía que no podía avanzar más con Annie en esos momentos, pero se aseguraría de dejar un camino de caricias que obligaran a la joven a pedir más, así se quedaría con ganas de continuar y la próxima vez tendría su recompensa, aquella recompensa que había estado esperando por años, era demasiado el tiempo invertido en una joven, mucho más del que le había tomado antes con ninguna otra.
-Wilberth… - Gimió Annie apenas audible al sentir los labios de Wilberth sobre su cuello.
-Eres hermosa damita… - Dijo Wilberth de pronto, él jamás le había llamado de esa manera y Annie cerró los ojos intentando borrar de su mente el recuerdo de Archie.
Las manos de Wilberth comenzaron a acariciar con mayor descaro sobre su ropa, la atrajo hacia su cuerpo y hundió su cadera entre sus piernas, Annie se tensó y él volvió a besarla en los labios para evitar se retirara al mismo tiempo que con sus manos la aferraba por la cintura. Annie se relajó un poco al creer que había sido un movimiento involuntario y que aquel acercamiento era solo por la pasión que lo estaba consumiendo al igual que a ella, quien ya comenzaba a sentir bonito cuando sus manos la acariciaban con aquella necesidad tan grande que tenía por ella.
Annie comenzó a responder con mayor pasión a sus besos, su mente seguía con el llamado tan sensual que segundos antes la había sorprendido, mientras Wilberth animado por la respuesta de la joven levantó una de las piernas y lo obligó a abrazarlo, aquel movimiento hizo que el contacto entre sus intimidades fuese más cercano.
-Wilberth no… - Dijo Annie incómoda, aquella caricia era demasiado atrevida y ella no quería que él pensara de manera errónea de ella.
-Vamos… es normal… no pasa nada damita… - Volvió a decirle y Annie cerró los ojos dejándose llevar por ese adjetivo que él el repetía.
-Arch…. – Gimió Annie obligándose de pronto a callar su gemido, quedándose de pronto en blanco al recapitular lo que estuvo a punto de decir, mientras Wilberth ajeno a aquel sonido salido de sus labios, comenzaba sus movimientos contra el centro de la joven. – No… no… - Decía empujándolo con suavidad al ser consciente de la manera en la que había estado a punto de llamarlo.
Wilberth aceleró sus movimientos y Annie sintió una corriente eléctrica que viajó desde su centro hasta su cabeza, era una sensación extraña pero muy placentera en la cual podía perderse, sin embargo el nombre de Archie aparecía en su cabeza una y otra vez y no podía controlar sus pensamientos a pesar de que al que tenía moviéndose emocionado entre sus piernas era a su novio Wilberth.
-Vamos Annie… un poco más… pronto serás mi prometida damita… - Dijo Wilberth atreviéndose a tocar uno de sus senos.
-Por favor… - Dijo Annie cada vez más acalorada. – Debemos esperar… para... - Dijo Annie agitada, su mente era un caos en ese momento, entre las caricias de Wilberth, la insistencia de llamarla como su antiguo novio y el recuerdo de este la estaban consumiendo en la confusión. – Marie… - Dijo Annie en un intento por que su novio la soltara de manera voluntaria.
Wilberth por fin la soltó y giró su rostro para buscar a la joven que su novia había llamado, sin embargo Marie seguía en el taller trabajando, alerta pero trabajando. Annie ya estaba detrás de un mostrador resguardándose de las intenciones de su novio, quien ruborizado y agitado por el deseo miró a Annie y le sonrió complacido, al ver que la joven ojiazul también respiraba de manera errática.
-¿Trabajarás hasta tarde? – Preguntó Wilberth acomodando sus ropas.
-Sí, ya falta poco para la boda de Tom ya casi termino los vestidos. – Respondió Annie aún agitada, mientras se acomodaba la blusa de su vestido.
-Yo tengo que irme, no puedo quedarme más tiempo. – Dijo mirando su reloj para después ver que se le había hecho demasiado tarde.
-¿A dónde vas? – Preguntó Annie con curiosidad, jamás había preguntado qué hacía cuando la dejaba en el Magnolia y salía corriendo de ahí.
-Mis papás… no les gusta cenar solos… - Dijo Wilberth justificándose con nerviosismo, Annie jamás lo había cuestionado y lo había tomado por sorpresa.
-¿Te veo mañana? – Preguntó Annie con una sonrisa un poco más tranquila. Wilberth sonrió y pensó en los momentos que acababan de ocurrir.
-¿Tendré mi recompensa? – Preguntó con atrevimiento. El rostro de Annie se encendió de la pena y negó nerviosa.
-Wilberth eso no fue correcto… - Dijo Annie cubriendo su pecho con una prenda que tenía en sus manos.
-Me gustas mucho Annie… - Le dijo intentando sonar tierno. – Jamás me había gustado tanto una mujer como tú, y no tiene nada de malo que te demuestre mi amor… ¿Oh sí? – Preguntó haciéndose el inocente.
-Supongo que no… - Dijo Annie nerviosa por sus palabras, últimamente lo notaba más ansioso con sus manos y había cierta presión en intentar llevarla a la cama. – Pero lo correcto es después del matrimonio. – Dijo la joven segura que ella podía llegar hasta ese momento aún doncella. Wilberth giró los ojos un tanto fastidiado.
-Annie eso era antes. – Dijo intentando dar un rápido discurso. – Las jóvenes de ahora se entregan a sus novios por amor y no tiene nada de malo, ahí tienes a Candy por ejemplo…
-Lo de Candy es diferente. – Dijo Annie molesta con la comparación que hacía de la rubia. Wilberth suspiró con cierta molestia y cansado de insistir con lo mismo y no tener respuesta positiva. – Ellos ya estaban comprometidos, Anthony ya le había pedido ser su esposa y…
-¿Es eso? ¿Quieres el anillo de compromiso para aceptar estar conmigo? – Preguntó un tanto inquieto. Annie lo miró sorprendida, lo notaba molesto con ella.
-Wilberth, si no quieres respetar mi decisión hasta que nos casemos, creo que lo mejor es no continuar con esta relación, tus deseos y los míos no son los mismos y me parece que…
-No Annie… - Dijo Wilberth al ver que Annie estaba dispuesta a terminar la relación, él no podía permitirlo había invertido mucho tiempo y muchas duchas frías en ella. – Está bien… esperaré… - Dijo un tanto resignado, pero con la confianza de que lo sucedido aquella tarde podría avanzar más en un momento más oportuno y en el cual Marie no estuviera acechando por ahí. Annie sonrió feliz al escuchar su respuesta. – Tengo que irme… - Le dijo para ir hasta ella y besarla una vez más apasionadamente. Annie aceptó el beso y lo observó partir.
En la mansión Ardlay, Albert iba llegando en compañía de Anthony y su familia, así como de Stear, quien debía de ir hasta la mansión de los Leagan porque era ahí donde se hospedaba su familia.
-Qué bueno que llegan. – Dijo Archie recibiéndolos a todos en el lugar.
-¿Cómo sigue la tía abuela? – Preguntó Albert preocupado por su salud.
-Gracias a que Candy se encargó de dejar los horarios correctos para la toma de sus medicamentos ha estado de mucho mejor ánimo. – Respondió Archie con tranquilidad. – Pero desde que sabe de Alexander no ha dejado de preguntar por él. – Dijo mirando al pequeño pecoso, quien sonreía con emoción por volver a ver a su nueva abuela.
-¿Puedo ir papá? – Preguntó a su padre, sabía que él era el que debía autorizar su permiso.
-Vamos hijo. – Dijo Anthony con una sonrisa, mientras lo tomaba de la mano y abrazaba a Candy con la otra.
-¿No le has dicho del tío? – Preguntó Stear.
-No, si le digo de él no podría haberla convencido de esperar en cama. – Dijo Archie seguro de que así hubiera sido.
-Tienes razón. – Dijo Stear palmeando la espalda de Albert, quien sonreía seguro que la tía abuela debía estar muy preocupada por él.
-¿Se puede? – Preguntó Anthony asomándose por la puerta para ver si la matriarca quería recibirlos. La sonrisa de la mayor fue evidente, su rostro pálido y desmerecido del día anterior había recobrado un poco su color.
-Adelante… pasen… - Dijo ansiosa, buscando entre los dos rubios al pequeño torbellino que era Alexander. – Alexander, ven… - Dijo la vieja estriando los brazos como queriendo alcanzar al pequeño rubio.
Alexander corrió hasta ella con gusto, mientras sus rizos bailaban alegres en su cabeza, aquella imagen era una imagen que hacía muy feliz a Elroy y esta se sentó sobre la cama para poder recibirlo.
-¡Hola abuelita! – Le dijo Alexander con un fuerte abrazo, besando después su mejilla mientras la sostenía por el cuello. Elroy sintió que su corazón crecía al escuchar el llamado con tanto amor del pequeño rubio, aquel que ella había buscado por un tiempo y que no había conseguido localizar.
-Hay alguien más que quiere verte. – Dijo Anthony al ver que la matriarca estaba muy emocionada con su hijo. Elroy miró a Anthony imaginándose que se refería a él y le sonrió con ternura.
-Tía Elroy… - Dijo la voz de Albert de pronto, dejándose ver ante los ojos de la vieja, quien abrió los ojos sorprendida comenzando a llorar con más intensidad.
-¡William! – Gritó nerviosa sin dejar de abrazar al pequeño rubio, quien hizo cara de confusión al escuchar como llamaban a su tío.
-Él es Albert, abuelita. – Dijo Alexander colocándose del otro lado de la cama para permitir que su tío abrazara a su abuela.
-William Albert. – Dijo Elroy abrazando a Albert, quien con las lágrimas contenidas sobre sus ojos abrazó a la vieja a quien veía totalmente desmejorada.
Albert se había dado cuenta del mal que le había hecho su ausencia, se había dejado llevar por el dolor y por la enfermedad descuidándose porque él era el único que estaba con ella y la cuidaba. Después de lo sucedido con Anthony, todos sus nietos se habían alejado de ella, ninguno quería estar cerca de la mujer que había destrozado la vida de uno de ellos, sin embargo él se quedó a su lado, sobre todo al enterarse de la enfermedad que la invadía por dentro.
-¿Pero cómo? ¿Qué pasó? – Preguntaba Elroy impaciente, ya que ella había llegado a creer que Albert había muerto y el ánimo de vivir se había ido con ese pensamiento, sin embargo la llegada de Alexander le había dado un nuevo impulso a su vida.
Albert relató su historia a la tía abuela, aclarándole dónde había vivido los últimos meses y confesándole que él había encontrado a Candy desde hacía tiempo y que la misma Candy y Annie lo habían cuidado cuando él había perdido totalmente su memoria.
El rostro en Elroy se dirigió a Candy, quien estaba ahí al igual que Anthony, Stear y Archie. Alexander también escuchaba sorprendido de todo lo que había pasado Albert y que él ni siquiera sabía.
-Gracias Candy… - Dijo Elroy una vez más en su vida, algo que tomó a todos por sorpresa, incluso a Albert, porque jamás la había escuchado decir esa palabra. – Gracias por cuidar de Albert, gracias por hacer tan feliz a mi Anthony, pero sobre todo gracias por permitir que Alexander esté aquí conmigo. – Dijo con los ojos conmovidos. Candy sonrió igual de conmovida, no había podido evitar llorar junto con ella.
-No tiene nada que agradecer señora Ardlay. – Dijo Candy sincera, ella había hecho todo lo que había hecho por su buen corazón. – Anthony… Anthony es el amor de mi vida. – Dijo mirándolo con amor, él correspondió a sus miradas. – Alexander es feliz a su lado y Albert… Albert se convirtió en un gran amigo y protector de nosotros. – Dijo Candy también agradecida con él.
Elroy sonrió feliz de tener a su sobrino y sus nietos, mirando a cada uno de ellos orgullosa, Anthony, Albert, Alistear, Archivald y Alexander, faltaban los dos pequeños de Stear, Ángel y Alan, quienes no habían ido a visitarla desde que estaban ahí. Elroy los admiraba feliz, pensando que cada uno de ellos tenía el porte y la elegancia que todo Ardlay poseía.
Continuará…
Hola hermosas, espero que les haya gustado el capítulo de hoy, muchas gracias por estar al pendiente y por enviar sus comentarios indicando impaciencia.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
TeamColombia:
Hola hermosas, ¿Cómo están? Espero que muy bien, estamos casi por terminar la historia, faltan unos cuantos capítulos nada más, espero que continúen disfrutándola. Muchas gracias por llegar hasta aquí.
Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
Saludos!
Mayely León:
Hola hermosa, espero también tú hayas tenido un excelente fin de semana. Candy es una linda chica, por eso está dispuesta a perdonar siempre y creo que eso mismo es lo que desea inculcar a su hijo.
Muchas gracias por leer hermosa y sobre todo por comentar, te mando un fuerte abrazo.
Saludos!
Rose1404:
Hola hermosa, como siempre un placer leer que están muy bien todos. Creo que el resentimiento no es bueno, sin embargo con el paso de los años ha tomado más fuerza entre la sociedad y es más difícil dejar ir los sentimientos negativos, solo hay que pensar que hay que hacer lo que nos haga bien, a veces es mejor cortar por lo sano.
Alexander es un niño travieso que tiene mucho carisma, creo que ha heredado eso de sus padres, y aprovecha para hacer desatinar a su tío Archie, quien no ayuda mucho en evitarlo jajaja.
Hermosa, te mando un fuerte abrazo, espero que sigan muy bien.
Saludos!
Mía Graham de Andrew:
Hola hermosa, me alegra que estés muy bien y que continúes a pendiente de la historia y te agradezco ser una de las afortunadas elegidas para continuar leyendo, sé que ahora es más difícil para ti.
Te mando un fuerte abrazo como siempre.
Saludos!
Julie-Andley-00:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que muy bien. Efectivamente Elroy está pagando sus errores, creo que el odio y rencor que acumuló en su corazón no fue nada bueno, le está pasando factura en su cuerpo, pero por lo menos podrá conocer a ese bisnieto por el cual parece que también se preocupa.
Muchas gracias por leer como siempre amiga, te mando un fuerte abrazo.
Saludos!
María José M:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que muy bien, concuerdo completamente contigo, Alexander es un amor y muy travieso, le gustó su tío Archie para burlarse un poco de él, creo que le divierte ponerlo en vergüenza jajajaja. ¿Te imaginas que hubiera agarrado el auto? Candy se volvería loquita corretandolo jajaja y por supuesto Anthony también, hubiera sido peligroso para el pequeño ciclón.
También leí algo sobre el encendido de los autos en esos años, para así poder darme una idea del funcionamiento, el hombro de chofer es el padecimiento que provocaba al momento de girar la manivela para arrancar el auto, por eso mismo en ocasiones no lo apagaban.
Hermosa, mil gracias por leer y dejarme tu comentario. Te mando un fuerte abrazo.
Saludos!
ViriG:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que mucho menos adolorida este día y que las pesas y los desplantes ya sean menos dolorosos jijijijijiji.
Es triste cuando pensamos en una persona de la tercera edad sufriendo, pero al mismo tiempo no podemos juzgar lo que ha hecho detrás, creo que por bienestar nuestro es mejor perdonar, más que por beneficio de la persona que nos ha ofendido, pero cada quien tiene derecho a tener su propia opinión, aquí no estamos para juzgar a nadie jajaja.
Archie andaba bien perdido, pero lo bueno que ya sabe que el futuro marido de Elisa nunca fue su rival, aunque Tom se divirtió mucho haciéndolo enoja jajaja.
Creo que los Ardlay tienen esa característica, todos se sonrojan con la mención de la chica que les gusta, hasta el pequeño Alexander padece de ese mal jajajaja, será que realmente le gusta Julieta? Kelly y Albert creo que por ahí me dijeron que lo iban a intentar, vamos a ver si es cierto, a ver cómo les va.
Hermosa, espero que ya hayan pasado los malestares, sino a seguir haciendo ejercicio para que pase luego. Te mando un fuertísimo abrazo hermosa, como siempre.
Saludos!
Luna Andry:
Hola hermosa, espero que estés muy bien. Saludos!
Silandrew:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? Te mando un fuerte abrazo. Espero que todo esté mejor.
Usagi de Andromeda:
Hola hermosa, ¿Te decidiste por escribir la historia? Te mando un fuerte abrazo.
Cla1969:
Ciao bella, spero che tu stia bene, sono giorni che non ti leggo e mi è sembrato strano.
Ti mando un grande abbraccio.
Saluti!
gidae2016:
Hola hermosa, espero que estés muy bien. Te mando un fuerte abrazo.
Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras anónimas, espero que estén muy bien. Gracias por permitirme entrar un poco en su espacio personal. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
GeoMtzR
28/01/2025.
